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EL ARTE DE LA AMISTAD EN IGNACIO DE LOYOLA

Josep Rambla, sj.

En verdad el corazón desbordante de Ignacio


encontró eco en el de sus amigos;
si no se hiciese mención de estas amistades
desfiguraríamos el retrato de nuestro santo.
(Hugo Rahner)

INTRODUCCIÓN: LA AMISTAD, ¿UN TEMA MENOR? .................................................. 3


1. UNA HISTORIA DE AMISTAD ....................................................................................... 7
2. LA AMISTAD EN LA VIDA DE IGNACIO .................................................................... 9
3. ARTE O MISTAGOGÍA DE LA AMISTAD .................................................................... 19
1. PEDAGOGÍA DE LA AFECTIVIDAD ESPIRITUAL ..................................................... 20
2. LOS MEDIOS NATURALES ........................................................................................ 24
CONCLUSIÓN ...................................................................................................................... 27
NOTAS ................................................................................................................................. 29
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INTRODUCCIÓN: LA AMISTAD, ¿UN TEMA MENOR?

La amistad en el cristianismo tiene buenos fundamentos en la vida y


la palabra de Jesús. La imagen de Dios-Amor, la vida de los primeros
cristianos tal como aparece en los Hechos de los Apóstoles y en algu-
nas de las cartas del Nuevo Testamento son buena base para desarro-
llar la amistad en la vida de las comunidades cristianas. La historia del
cristianismo nos ha dejado un buen legado de amistades notables que
hace honor a la humanidad de Jesús a quien cristianas y cristianos tra-
tan de seguir: Francisco y Clara de Asís, Jordán de Sajonia y Diana de
Andalón, Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Pedro Fabro, Teresa de
Jesús y Jerónimo Gracián, Francisco de Sales y Juana de Chantal, por
citar sólo algunos casos destacados. Sobre la amistad no han faltado
estudios y publicaciones en el mundo cristiano.

Sin embargo, hace poco, Elisabeth dentro de la comunidad cristiana. En el


Moltmann-Wendel afirmaba: «la amis- mejor de los casos, parece que se trata
tad es una categoría olvidada en la fe y de un tema menor para la teología o sim-
en la comunidad cristiana». Cierto, se plemente un sueño o una ilusión en la
habla y escribe bastante sobre la amis- vida, que deben ser mantenidos al mar-
tad. En la Iglesia y en las comunidades gen de lo cotidiano. Ciertamente, no fal-
cristianas, el amor y la amistad tienen tan escritos sobre la amistad de diversa
carta de ciudadanía, pero, a la verdad, cualidad y extensión, incluso actual-
no tanto la amistad, a pesar de echar raí- mente empiezan a abundar. Pero este
ces en la misma vida y mensaje de Jesús. hecho no quita la impresión de que la
La amistad no es un asunto con relieve amistad sea una materia interesante, pe-
especial en la reflexión sobre la fe o, por ro de supererogación, una especie de lu-
lo general, en las mismas relaciones jo humano.
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Con todo, no podemos olvidar que la que nos conecta magistralmente con
la amistad no sólo ha sido objeto de la historia de las muchas significativas
aprecio y de ponderación considerables aproximaciones del pensamiento al he-
a lo largo de la historia, sino también de cho fundamental de la amistad humana.
estudios que muestran su carácter sus- Pero, aunque la amistad sigue ocu-
tancial para la existencia humana. pando un espacio en el mundo de las pu-
Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, blicaciones, es muy sintomática la con-
consideró la amistad como la cosa más fesión de Laín Entralgo a propósito de
necesaria para la vida. En el tratado la primera edición de su obra sobre la
Sobre la Amistad, Cicerón mostró cómo amistad: «¿Se me permitirá ser por igual
la amistad es fundamental para la vida orgulloso y humilde, y decir sincera-
política (sí, ¡la política!). Michel de mente que me ha entristecido un poco la
Montaigne, en sus ensayos, se adentra escasa resonancia de este libro?».
en la amistad desde la vertiente de la ex- Todo lo que precede confirma, por
periencia psicológica y subjetiva, a di- un lado, la importancia reconocida
ferencia de pensadores anteriores que constantemente del tema de la amistad,
partían más bien desde la moral o des- y, a la vez, el hecho de ser considerado
de la teología. en la práctica como un estudio relativa-
La teología actual no hace gran ho- mente secundario, por más que intere-
nor a la amistad, aunque al parecer de sen las aproximaciones con un carácter
Eberhrad Jüngel, Dios que es amor es práctico. No es, por tanto, superfluo re-
precisamente el objeto de la teología. alizar una nueva aproximación al tema
Con todo, a lo largo de la historia, no desde el campo de la espiritualidad que
faltan aproximaciones al tema desde la no ha sido excesivamente generosa a la
perspectiva de fe cristiana: Tomás de hora de abordarlo y, muy a menudo, só-
Aquino verá en la amistad una dimen- lo ha indicado márgenes peligrosos y ha
sión teologal, ya que, según él, la rela- levantado señales de alerta.
ción de amor con Dios es amistad; la El estudio del tema que aquí realizo
teología espiritual ha ofrecido obras clá- a partir de la persona de Ignacio de
sicas como La amistad espiritual de Loyola se justifica porque Ignacio fue
Elredo de Rielvaux o el Llibre de l'amic gran amigo de muchas personas y ayu-
e l'amat de Ramon Llull. Recien- dó a crear amigos y poner medios para
temente, aunque no se han prodigado, el crecimiento de la amistad.
hemos gozado de algunas obras de va- Ciertamente, sobre la amistad no nos
lor y de interés sobre el tema: Los cua- dejó ningún tipo de tratado (cosa que no
tro amores, donde C.S. Lewis incluye era muy de su estilo) ni iniciación me-
un estudio sobre la amistad; Las gran- tódica y práctica al estilo de sus
des amistades de Raïssa Maritain, testi- Ejercicios Espirituales, pero el modo
monio de las notables amistades que de- cómo él captó amigos y cómo cultivó y
jaron huella especial en su vida y en la promovió la amistad nos permite des-
de su marido, Jacques; Sobre la amis- velar en Ignacio un estilo personal de
tad, la obra de Pedro Laín Entralgo en amistad, y una manera de promoverla y
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de desarrollarla que nos legitima a lla- En las páginas que siguen presenta-
marla “arte de la amistad”. Sin grandes mos primero, cómo vivió la amistad
elaboraciones antropológicas o psicoló- Ignacio de Loyola y cómo la promovió,
gicas formales, ajenas al modo ser del y, luego, sacaremos algunas consecuen-
santo, pero con una notable percepción cias para el cultivo y desarrollo de «la
profunda y práctica de la naturaleza del cosa más necesaria para la vida»
corazón y de la sensibilidad humana, (Aritóteles). La cosa más necesaria y
Ignacio, aunque no nos ofrece una obra que merece un tratamiento afinado ya
teórica de gran calado, sí que, con su vi- que, como se ha destacado reciente-
da y su manera de proceder, nos inicia mente en distintas publicaciones, la
en el camino de una sólida amistad. amistad es frágil1.

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1. UNA HISTORIA DE AMISTAD

Estos últimos años se ha hablado y escrito abundantemente sobre la


amistad en relación con Ignacio de Loyola. La expresión «amigos en el
Señor», que aparece únicamente en una de las cartas más antiguas,
ha sido la que más a menudo ha centrado los estudios ignacianos
sobre el tema. Sin embargo, no es que sean muchos los escritos que
ahonden en cómo vivió Ignacio la amistad y, menos aún, en el modo en
que él la fomentaba en sí y en los demás. Por esto, me ha parecido
oportuno dedicar una reflexión especial a cómo Ignacio fue el núcleo
del grupo de «mis amigos en el Señor» y qué arte, qué mistagogía,
empleó para hacer brotar y hacer crecer la amistad.

Desde muy pronto, después de su decir de Alfonso de Polanco. La pri-


conversión al apostolado ilustrado, al mera lección que Ignacio nos transmi-
regresar de su peregrinación a Tierra tió sobre la amistad fue, así pues, que
Santa (antes de este viaje renunció a to- se trata de un proceso delicado, lento y
do tipo de apoyo humano, incluso al de frágil.
la amistad), Ignacio se ocupó de bus- En cambio, a partir de 1529, en
car compañeros, propiamente cordia- París, a donde se dirigió, entre otros mo-
les colaboradores del proyecto de tivos para buscar compañeros, empieza
«ayudar a las almas». Sabemos muy una etapa sólida de amistad que será la
bien cómo aquel primer grupo primera piedra de la Compañía de Jesús.
(Arteaga, Calixto, Cáceres, Juanico) Pedro Fabro, al rememorar los dones re-
no alcanzó el último objetivo de cons- cibidos en su vida, da gracias a Dios por
tituirse en una agrupación estable de los bienes espirituales y materiales reci-
amigos. Fue «un parto primerizo» al bidos al compartir habitación, en el
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Colegio de Santa Bárbara, con firmeza no disolverlo, ya que se trataba
Francisco Javier y particularmente, con de una obra que Dios había realizado. El
Ignacio de Loyola: «Dios quiso que yo grupo de amigos no sólo había madura-
enseñase a este santo hombre, y que yo do, sino que había adquirido una densi-
mantuviese conversación con él sobre dad espiritual tal, que en adelante la
cosas exteriores, y, más tarde sobre las amistad estará en la base de todas las de-
interiores; al vivir en la misma habita- cisiones de futuro que tomará el grupo
ción, compartíamos la misma mesa y la reunido para deliberar.
misma bolsa. Me orientó en las cosas es- Los amigos, a partir de 1540, em-
pirituales, mostrándome la manera de piezan a dispersarse para dar alguna res-
crecer en el conocimiento de la volun- puesta a las exigencias apostólicas. Con
tad divina y de mi propia voluntad. Por todo, esta dispersión ocasionada por la
fin llegamos a tener los mismos deseos misión no disminuyó la calidad de la
y el mismo querer»2 . verdadera amistad y, a la vez, dejó una
Cuando diez años más tarde, en serie de testimonios de cómo lo huma-
Roma, el grupo de amigos se reunía pa- no es constitutivo de una auténtica ex-
ra deliberar sobre cómo debía ser su fu- periencia de amistad cristiana y espiri-
turo, se plantearán en primer lugar, an- tual. Sigamos, pues, la génesis y la
tes de otras cuestiones, si el grupo debía evolución de esta amistad centrándonos
disolverse o consolidarse en alguna for- en Ignacio de Loyola, núcleo del grupo
ma de asociación. Decidirán con toda de «amigos en el Señor».

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2. LA AMISTAD EN LA VIDA DE IGNACIO

Al emprender este estudio sobre Ignacio y la amistad, deberíamos


preguntarnos cómo entendía la amistad Ignacio de Loyola, qué enten-
día por amistad. Nos lo debemos preguntar porque, por un lado, esta
inclinación a la amistad fue produciendo con el tiempo, sobre todo des-
pués de su conversión, frutos de madurez humana y cristiana. Y, por
otro, porque no resulta fácil dilucidar la calidad de su amistad cuando,
a partir de 1541, su amor ha de pasar por el tamiz que impone su con-
dición de Prepósito General, y no siempre se transparenta lo que hay
en su corazón ya que, como él mismo confesó, según testimonio de
Gonçalves da Câmara, «quien medía su amor con lo que él mostraba,
que se engañaba mucho»3. Este comportamiento de gobierno amoro-
so practicado por Ignacio es la plasmación viva de lo que se expresó
en la Fórmula o Regla de la Compañía de Jesús, que el Superior ha de
acordarse siempre «de la bondad, de la mansedumbre y de la caridad
de Cristo»4.

2.1. Una cuestión previa París, aunque de hecho, la relación que


acabó estableciéndose, alcanzó el tercer
De hecho, a partir de los datos que nivel del que hablaré luego. A esta amis-
nos ofrece su biografía, podemos dis- tad con, se le añade la amistad de aque-
tinguir tres aspectos o niveles de la llas personas que son destinatarias del
amistad en la vida de Ignacio. En primer apostolado. Así, Ignacio trata de hacer-
lugar, el santo busca compañeros de se amigas las personas, de ganárselas,
apostolado. No excluye de ningún mo- pues el bien que ofrece no es algo que
do la relación amistosa, pero se preocu- se ha de imponer, sino que se ha de re-
pa sobre todo de ayudar a las ánimas, y cibir como un don, y por tanto ha de aco-
para esto es importante el grupo de com- gerse desde el corazón, desde una cier-
pañeros. Es el tipo de amistad que le ta amistad. Ésta es una amistad para.
movió a buscar los primeros compañe- Finalmente, en Ignacio se da la amistad
ros de Barcelona y de Alcalá, y luego de en el sentido más estricto del término:
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la amistad «en el Señor», un modo de nos testimonios: se dice de él que era de
compartir lo más profundo de cada uno «noble ánimo y liberal»; que en las ba-
y en reciprocidad. Esta amistad se dará tallas en las que participó y en todas las
sobre todo entre compañeros jesuitas, dificultades que vivió «nunca tuvo odio
pero no exclusivamente entre ellos y, a persona ninguna»; que además desta-
además, aparecerá incluso antes de lle- caba en «saber tratar los ánimos de los
gar a formalizar compromisos apostóli- hombres, especialmente en acordar di-
cos. Es decir, la amistad no nace sólo del ferencias y discordias»6.
para y el con del apostolado, sino que Todos estos datos nos hacen ya vis-
en algunos casos sustenta el mismo lumbrar el sustrato humano afectivo de
compromiso apostólico. Y la propia Ignacio, su «exuberante capacidad afec-
amistad implica una reciprocidad en el tiva»7 que se manifestará de distintas
conjunto de aspectos de la vida, tanto en maneras en su polifacética vida y que se
los más espirituales como en los más halla en la base del don para captar ami-
humanos, incluso como en los materia- gos y para cultivar una verdadera amis-
les. tad. Sin embargo, por reacción a su ex-
Dada la riqueza y complejidad que cesiva confianza en sí mismo y en lo
encierra el mismo concepto de la amis- humano en general, su primera actitud,
tad, que ha sido objeto de profundos es- después de la conversión, es una ten-
tudios -desde Aristóteles pasando por dencia a la soledad y a prescindir del
Cicerón, Tomás de Aquino, Kant, y así apoyo de los demás. Así, en los pensa-
hasta nuestros días, por citar figuras mientos espirituales que le embargan
muy señeras- aquí me ceñiré al sentido durante su convalecencia en Loyola,
amplio y elemental, pero avalado por un «ofrecíasele meterse en la Cartuja de
uso acreditado, del término amigo: «Se Sevilla, sin decir quién era para que en
aplica, en relación con una persona, a menos le tuviesen»8. Y, cuando está por
otra que tiene con ella trato de afecto y embarcarse hacia Tierra Santa, no acep-
confianza recíprocos»5. tará ningún compañero: «Y aunque se le
ofrecían algunas compañías, no quiso ir
sino solo; que toda su cosa era tener a
2.2 Disposición de Ignacio para la solo Dios por refugio»9.
amistad: los años anteriores a la
conversión
2.3. «Amigos en el Señor»
Se puede decir que en Ignacio hay
una cierta predisposición a la amistad, Con todo, poco a poco, Ignacio es el
ya que los mejores testigos de su vida núcleo de una verdadera amistad, por-
nos hablan de su cercanía con las per- que aglutina verdaderos amigos en un
sonas, de su comprensión, de su gran ca- sentido pleno, humano y espiritual. És-
pacidad de relación humana, de su peri- te es el significado de la amistad «espi-
cia para concordar voluntades, de su ritual» o «en el Señor», una amistad con
actitud siempre desinteresada y de su hondas raíces en el corazón y con una
benevolencia. Recordemos sólo algu- irradiación a todas las zonas de la vida
10
personal. Es decir, una amistad plena. 2.4. La deliberación en común,
En efecto, nadie duda de las hondas ra- experiencia de amistad
íces de fe que tiene la amistad de
Conviene resaltar la plenitud de es-
Ignacio y de sus compañeros.
ta amistad, que alcanza unos niveles de
El testimonio antes citado de Pedro comunicación tan profundamente hu-
Fabro es buena prueba de ello. Para ce- manos, que llegan hasta compartir los
ñirnos al primer grupo de verdaderos sentimientos más profundos que son los
amigos, hay que recordar que todos, en de la misma experiencia de fe, es decir,
París, han practicado los Ejercicios los sentimientos más hondamente hu-
Espirituales, se han confirmado en pro- manos. Por esto, el itinerario de los ami-
pósitos de vida evangélica apostólica en gos está marcado por continuas delibe-
Montmartre, han realizado prácticas de raciones «espirituales» que implican un
devoción juntos (por ejemplo, las visi- grado sorprendente de transparencia de
tas periódicas a la Cartuja de Vauvert), unos con otros. Así, ya antes de los vo-
y más tarde, ya en Italia, se han entre- tos de Montmartre (1534), han de deli-
gado a la práctica del apostolado. Sin berar a fondo sobre su proyecto de vida.
embargo, su vida no se ha limitado a es- Luego, en Italia, antes de las ordenacio-
to, sino que los amigos se han ayudado nes sacerdotales de la mayoría de ellos
en los estudios y también económica- –y supuesta la demora de la peregrina-
mente, han compartido comidas y con- ción a Jerusalén (que finalmente se frus-
versación amable, han vivido momen- tra)–, han de deliberar sucesivamente
tos de trabajo intenso y también de sobre los siguientes aspectos: su vida de
solaz. pobreza y de oración, la preparación es-
La descripción, tantas veces citada piritual para las ordenaciones y prime-
de Diego Laínez, sintetiza adecuada- ras misas, sus ocupaciones apostólicas,
mente este carácter de amistad en el las gestiones para el viaje, la visita al
sentido pleno del que estamos hablan- Papa para obtener su aprobación y ben-
do: dición. Una vez cerrada la puerta para la
«De tantos en tantos días, nos íba- peregrinación, reflexionan sobre el mo-
mos con nuestras porciones a comer a do de ponerse a la disposición del Papa.
casa de uno, y después a casa de otro. Todo esto supone una facilidad para
Lo cual, junto con el visitarnos a menu- la comunicación profunda, una disposi-
do y escalentarnos, creo que ayudase ción generosa para la escucha y la com-
mucho a mantenernos. En este medio prensión, una sinceridad sin reservas.
tiempo, el Señor especialmente nos ayu- El relato detallado de la larga deli-
dó así en las letras, en las cuales hicimos beración de tres meses en 1539, que
mediano provecho, enderezándolas concluyó con la decisión de fundar una
siempre a gloria del Señor y a útil del nueva orden religiosa, nos transmite una
próximo, como en tenernos especial buena información de la condición hu-
amor los unos a los otros, y ayudarnos mano-espiritual del grupo de amigos:
etiam temporalmente en lo que pudi- diversidad de países de origen y de pa-
mos»10. receres, y a la vez unidad en el deseo de
11
un objetivo único y compartido, deseo del que había sido el alma de aquella
de buscar medios para resolver el pro- amistad. Sin embargo, las raíces espiri-
blema planteado, supuesta la inminente tuales de la amistad junto con este sen-
dispersión de los pocos miembros del timiento humano seguían vivas, ya que
grupo, búsqueda libre y sincera de la vo- no fallaba el entusiasmo y la perseve-
luntad de Dios, comunicación de las dis- rancia en la realización de sus proyec-
tintas vivencias y a veces opuestos pa- tos de vida evangélica13. Es decir, se
receres personales, creación de medios mantenía entre los amigos una auténti-
para afrontar la cuestión más difícil de ca amistad humana y espiritual.
introducir la obediencia religiosa en su Los testimonios sobre el carácter hu-
proyecto de vida, algunas discrepancias mano de la amistad de Ignacio son
y tensiones solucionadas de modo prác- abundantes y coincidentes. Se nos dice
tico, etc. Todo ello nos revela la madu- que manifestaba tal afecto a la persona
rez humana y espiritual del grupo de que trataba, que se la metía toda entera
amigos, «amigos en el Señor»11. en el corazón: «Cuando quería agasajar
De este modo, se fue realizando una a alguien, le manifestaba una alegría tan
simbiosis entre la experiencia de fe y la grande que parecía meterlo dentro de su
experiencia humana, que hace más alma. Tenía por naturaleza unos ojos tan
comprensible la expresión de «amigos alegres...»14. Además, todo el mundo se
en el Señor». Y, debido a esta integra- sentía querido por él, porque «siempre
ción en la amistad de fe y vida, de vida es más inclinado al amor, imo tanto, que
interior y vida apostólica, «hasta la todo parece amor; y así es tan univer-
muerte del padre amado con todo res- salmente amado de todos, que no se co-
peto, esta amistad fue el alma de todas noce ninguno en la Compañía que no le
las obligaciones canónicas, de obedien- tenga grandísimo amor, y que no juzgue
cia que se impusieron a sí mismos, du- ser muy amado del Padre»15.
rante las inolvidables deliberaciones de Aunque por lo general en las expre-
Vicenza y Roma»12. siones era muy comedido, Javier nos de-
jó un precioso testimonio de la profun-
da amistad de que Ignacio era capaz,
2.5. «Mis amigos en el Señor»: cuando en una de sus cartas recuerda
Ignacio en el centro del grupo de con lágrimas en los ojos, cómo le llega-
amigos ron al alma las tiernas palabras de su
Esta plenitud humana de la amistad amigo:
es lo que Ignacio mismo, animador del «Entre otras muchas santas palabras
grupo de amigos, vivía en sus relacio- y consolaciones de su carta, leí las últi-
nes habituales. Por esto, cuando Ignacio mas que decían: 'Todo vuestro, sin po-
ha de ausentarse, se hace sentir lo hu- derme olvidar en momento alguno,
mano de la amistad que él mismo, pro- Ignacio'; las cuales, así como con lágri-
motor del grupo de amigos, había fo- mas leí, con lágrimas las escribo, acor-
mentado y todos «sentían como es dándome del tiempo pasado, del mucho
lógico la ausencia» de Ignacio, es decir amor que siempre me tuvo y tiene»16.
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Con toda verdad, Ignacio podrá ha- En las cartas de Javier nos encontra-
blar de «mis amigos en el Señor», ya que mos con muestras de una amistad de
la amistad que se formó en París tiene gran hondura humana que desbordan la
una verdadera paternidad ignaciana. pura anécdota y son reveladoras de có-
Todos los amigos sintieron pena cuan- mo lo divino se revela en lo humano, ha-
do Ignacio tuvo que separarse de ellos ciendo crecer a las personas en humani-
para reponer su salud en España; y ex- dad. El 27 de enero de 1545 escribía a
perimentaron alegría encontrándose de sus compañeros de Roma:
nuevo, en Venecia, al cabo de más de un «Dios nuestro Señor sabe cuánto
año17. Cuando Polanco habló de «parto más mi ánima se consolara en veros, que
primerizo» al referirse al malogrado pri- en escribir estas tan inciertas cartas.
mer grupo de amigos de Ignacio, indicó Pero esta virtud tiene la mucha memo-
indirectamente, pero con claridad, el pa- ria de las noticias pasadas, cuando son
pel de Ignacio en la gestación del grupo en Cristo fundadas, que casi suplen los
de amigos. Formados en la escuela de la efectos de las noticias intuitivas. Esta
amistad ignaciana, los compañeros, presencia de ánimo tan continua, que de
después de la dispersión de 1540, im- todos los de la Compañía tengo»19.
puesta por la prioridad del servicio Parece que Javier tiene muy graba-
apostólico, siguen creciendo en esta re- dos en su corazón a sus compañeros,
lación profundamente humana. con sus rostros concretos, y guarda la
memoria viva de todo lo que habían
compartido. La experiencia de Cristo,
2.6. El testimonio de la amistad
profundamente arraigada en la expe-
de Francisco Javier: Pedro Fabro
riencia humana, no sólo no debilita a la
Son testimonio fehaciente de lo que amistad humana, con una especie de es-
precede, las letras de Fabro, que piden piritualismo muy poco cristiano, sino
con ardor noticias de sus compañeros y que la consolida y le permite desbordar
donde se queja de la tardanza en reci- los límites espaciales. A fines del mis-
birlas e incluso añora las notas de hu- mo año, el 10 de noviembre, escribe así
mor de Simón Rodríguez, dirigidas a és- a Europa:
te y escritas un año antes de su muerte: «Después, en Malaca, me dieron
«Hermano mío, Mtro. Simón, yo os muchas cartas de Roma y de Portugal,
ruego que me escribáis a menudo, pues con las cuales tanta consolación recibí y
sabéis cuánto holgamos en el Señor con recibo (todas las veces que las leo) y son
vuestras entrañas, con vuestras obras y tantas las veces que las leo, que me pa-
con vuestros motetes»18. rece que estoy yo allá, o vosotros, carí-
Como Ignacio con Pedro Fabro y simos hermanos, acá do yo estoy, y si no
Francisco Javier formaron el núcleo corporalmente, saltem in spiritu»20.
fuerte de la naciente Compañía de Jesús, El recuerdo, el reavivar la presencia
es interesante recoger algunos datos que de los amigos, el complacerse una y otra
muestran cómo caló en ellos una honda vez en sus escritos o palabras, nos ha-
amistad. blan claramente de una humanidad y de
13
una sensibilidad que destacan el carác- bemos, ni carta vuestra hemos visto
ter profundamente humano de una donde Ratisbona»23.
amistad «en el Señor», como diría Pasan los años y la madurez espiri-
Ignacio. En definitiva, nos hablan de la tual de este hombre privilegiado no aho-
humanidad de Dios. Lo que cuenta ga su sensibilidad humana y un tono in-
Javier en la carta escrita el 10 de mayo cluso lúdico en su vivencia de la
de 1546, refuerza esta impresión y con- amistad.
vicción: Así, por un lado, la amistad tiene
«Y para que jamás me olvide de vos- profundas raíces en una experiencia es-
otros, pro continua y especial memoria, piritual compartida y, a la vez, es tam-
para mucha consolación mía, os hago bién integradora de las distintas dimen-
saber, carísimos hermanos, que tomé de siones de la persona (sensibilidad,
las cartas que me escribisteis, vuestros necesidades materiales, convivencia,
nombres, escritos por vuestras manos etc.). La amistad vivida por Ignacio y
propias, juntamente con el voto de la sus amigos coincide, entonces, con la
profesión que hice, y los llevo conti- clásica definición de la amistad de
nuamente conmigo por las consolacio- Cicerón: «Un acuerdo en todas las co-
nes que de ellos recibo»21. sas divinas y humanas, acompañado de
Lo humano es sensible, y la sensibi- benevolencia y afecto»24. «Mis amigos
lidad llega hasta la ternura, tanto más en el Señor» decía Ignacio y, por los in-
significativa cuanto Javier es el hombre dicios que nos permiten descubrir estos
de los grandes proyectos y de las gran- amigos, la experiencia de amistad en el
des osadías. Nada de esto le lleva a des- Señor es una síntesis vital, en la que la
hacerse de una humanidad llena de sen- fe purifica y ahonda lo humano y la di-
sibilidad y de ternura en la amistad mensión humana es floración de la ca-
mantenida y fomentada. lidad de la fe cristiana, que tiene al hom-
Pedro Fabro, un espíritu tan fino y bre Jesús, Cristo, como centro. Y, dentro
sublime, vive también la amistad con re- del grupo, Ignacio es el inspirador y
gistros muy humanos y sensibles: guía de esta amistad tan plena.
«El placer, que con ellas [vuestras
cartas] nos distes por acá in Xº, yo no lo
2.7. Ignacio, Prepósito General
he escrito ni podría al presente expli-
car»22. Sobre la amistad de los primeros
Esto lo escribía el 27 de septiembre compañeros se ha escrito lo siguiente:
de 1540. El 17 de noviembre de 1541, «Se puede constatar que la profundiza-
en una carta a Ignacio de Loyola, reve- ción de su solidaridad común en la fe,
la nuevamente este placer por saber de va a la par con una disminución de los
sus amigos: lazos de amistad en el plano afectivo»25.
«[…] el deseo que tenemos acá de No creo que esto se pueda afirmar de los
saber de vosotros, y por vía de vosotros compañeros en sus relaciones anteriores
de todos los otros nuestros y nuestras a la fundación de la Compañía. Sin em-
cosas; que hasta ahora ninguna cosa sa- bargo, es cierto que, a partir de la fun-
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dación de la Compañía, un nuevo tipo nes afectivas; era afable, pero no fami-
de relaciones se impone, tanto entre los liar, al parecer de Gonçalves da
compañeros (dispersos en distintas par- Câmara27. Sin embargo, su manera de
tes del mundo, e integrados en un cuer- gobernar no era fría y distante y todo el
po que va acrecentándose con la incor- mundo captaba bien claramente su
poración de nuevos miembros), como afecto, como lo certifican las palabras
entre ellos y el Superior. ¿Querrá esto del mismo Câmara antes citadas: «No
decir que la antigua amistad desapare- se conoce ninguno en la Compaña que
ce? ¿No será ya posible la amistad en el no tenga grandísimo amor, y que no
tipo de vida religiosa apostólica que se juzgue ser muy amado del Padre28. El
inaugura? ¿Cómo vive Ignacio esta nue- rostro alegre de Ignacio sería uno de los
va situación? dones que facilitaban su relación amis-
Creo que estas palabras que Karl tosa, Según testimonio de Diego
Rahner puso en boca de san Ignacio Laínez, este rostro impresionó de tal
orientan bien nuestro análisis sobre có- modo a un endemoniado que definió así
mo fue la amistad de Ignacio, Prepósito al santo: «Un españolito pequeño, algo
General de la Compañía, y, sobre todo, la cojo, que tiene los ojos alegres»29. Estos
de los jesuitas: «Una Orden de ámbito ojos serían los que manifestaban tal ale-
mundial tiene un gobierno central y, por gría al acoger a alguien «que parecía
tanto, las relaciones entre sus miembros querer metérselo en el corazón».
no pueden regularse sobre la exclusiva Pasando al afecto a personas con-
base de la amistad y el conocimiento mu- cretas, recordemos la emoción de Javier
tuos». Y, más adelante, refiriéndose a la al leer las palabras tan cariñosas de
comunidad jesuítica, añade: «Una comu- Ignacio. En el caso del cofundador
nidad fraterna que no resulta falsa e in- Simón Rodríguez, que causó serias pre-
eficaz, por el hecho de ser sobria y obje- ocupaciones a la Compañía, Ignacio,
tiva y por exigir de cada uno, en verdad, «se encuentra atrapado entre su amistad
una cierta renuncia al calor de nido»26. con el antiguo compañero de los prime-
A partir de estas aproximaciones re- ros días y lo que él cree que es su deber
alizadas desde nuestro mundo actual, de General»30. El mismo Ignacio narra
acerquémonos al Ignacio que aparece en su relato autobiográfico cómo, du-
en sus escritos y testigos. Eviden- rante su estancia en Vicenza y estando
temente, Ignacio deberá conjugar su rol enfermo con fiebre, se fue a visitar a su
de Superior General con la amistad que amigo Simón, grave a punto de muerte,
existía con sus antiguos compañeros de que estaba en Bassano. Y Fabro, que le
París e Italia. Además, Ignacio como je- acompañaba, no podía seguir el paso de
suita mantendrá contactos con otras per- Ignacio que andaba con toda premura.
sonas no jesuitas, con las que entabla Y dice el mismo Ignacio: «Al llegar a
una auténtica amistad. Veamos algo so- Basano el enfermo se consoló y en se-
bre cada uno de estos puntos. guida se curó»31.
El Ignacio Superior General era Este afecto y delicadeza, los mues-
ciertamente sobrio en sus manifestacio- tra también más tarde, en medio de los
15
conflictos donde Simón sumió a algún asunto importante en el que la de-
Ignacio. Éste, como Superior, debía cisión podía interpretarse como acep-
mantener el espíritu de la Compañía, so- ción de personas, la sometía a la elec-
bre todo en la dirección de la formación ción de otros36; pedía que le informasen
y apostolado, que el comportamiento sobre el número de jesuitas en el mun-
del jesuita portugués ponía en peligro. do y hasta de los mínimos detalles de la
A pesar de mantenerse firme en sus de- vida de los hermanos, sus costumbres y
cisiones respecto a Simón Rodríguez en modos de comer y de vestir en Portugal
atención al bien común de la Compañía, y en la India, hasta tal punto que, para
le manifiesta a su vez una extrema deli- hacer entender el mucho interés que te-
cadeza, procura complacerle conce- nía por conocer la vida y circunstancias
diéndole que deje Barcelona y regrese a de sus hermanos, deseaba saber «cuán-
Portugal a sus aires naturales, en otra tas pulgas les muerden cada noche» a
ocasión le deja escoger el lugar de resi- sus hermanos37; sabía también apreciar
dencia, y manda reservarle la mejor ha- y reír con humor los comentarios o epi-
bitación en la casa de Roma. Todo esto sodios jocosos de la vida comunitaria38;
acompañado de las más hondas mues- tenía especial cuidado en acoger a los
tras de cariño: «A ninguna criatura de que venían de otras partes39; el interés
las que están en la tierra doy ventaja en por conocer la vida de los jesuitas y por
el amaros y desearos todo bien espiri- ayudarles se manifestaba especialmente
tual y corporal»32. Simón, en medio de con los más jóvenes a quienes rodeaba
las vacilaciones y resistencias a la obe- de delicadezas y atenciones40.
diencia, reconoce las delicadezas del Si en su función de Superior religio-
santo y, ya a distancia de los hechos, re- so, que buscaba la madurez espiritual de
cuerda con cariño un afecto tan hondo y todos, a veces tenía un rigor con sus ma-
tierno y, de modo especial, la visita tan yores amigos, esto se debía, y así lo en-
excepcional de Ignacio a Bassano, don- tendían ellos, a que quería forjarlos pa-
de Simón estaba a punto de muerte33. ra las duras tareas que comporta un
De ordinario, Ignacio, como Supe- trabajo evangélico por el reino de
rior, seguía fielmente lo que él dejó es- Dios41. Y, en general, se las ingeniaba
tampado en los Ejercicios Espirituales: para no dar ocasión «a ninguno de la
«El amor se debe poner más en las obras Compañía para pensar que le tenía en
que en las palabras»34 y por esto expre- menos estima»42.
saba su afecto con gestos y reacciones Finalmente, si queremos disipar to-
muy variadas. Veamos algunos ejem- da duda sobre cómo Ignacio valoraba la
plos de estas muestras de amor: Con amistad entre jesuitas, valga esta obser-
gran delicadeza deseaba dar gusto a los vación de Câmara: «Hacía grandes elo-
hermanos, de modo que al tomar una gios del Padre Olave cuando hablaba
decisión procuraba que ésta fuese lo con el padre Polanco, o del Padre
más acorde con sus preferencias35; evi- Polanco cuando hablaba con el Padre
taba guiarse por sus inclinaciones natu- Olave, porque sabía que eran muy ami-
rales hacia algunos, por tanto, si trataba gos entre sí»43. Así podemos compren-
16
der lo que Ignacio entendería por las Su estela de amistades va creciendo
amistades particulares, tan denostadas poco a poco. Por ejemplo, poco después
en siglos posteriores. Se trataría de de partir de Barcelona en 1526, Ignacio
aquel tipo de amistad que hace diferen- habla de un doctor «muy amigo suyo»48.
cias injustas con los demás y que se cie- Sin embargo, las relaciones de Ignacio
rra en un mundo hermético. Por esto, con personas que no son jesuitas cons-
podría decirse que para Ignacio, la amis- tituyen un campo amplio y casi inex-
tad particular, «es un problema de justi- plorado, a no ser por las aportaciones
cia y no de afectividad»44. muy valiosas, aunque fragmentarias de
Hugo Rahner. Rahner enumera una lar-
ga lista de corresponsales de Ignacio,
2.8. Amigos no jesuitas con quienes el santo parece haber teni-
Ya desde los días de Manresa, por lo do verdadera amistad, y llega a afirmar:
menos una vez pasadas las semanas de «En verdad el corazón desbordante de
soledad, de intensa penitencia y de ten- Ignacio encontró eco en el de sus ami-
siones espirituales, rodea al santo una gos; si no se hiciese mención de estas
devoción con rasgos de amistad45. En amistades desfiguraríamos el retrato de
Barcelona, durante las primeras sema- nuestro santo»49.
nas antes de embarcarse para Tierra Entre estas amistades, Hugo Rahner
Santa y sobre todo a la vuelta, se forman ha estudiado la notable correspondencia
alrededor de Íñigo algunos círculos de con mujeres, entre las cuales destacan
amistades, entre las que destacan algu- verdaderas amigas. Este conjunto de car-
nas personas como el arcediano Jaume tas es, dentro del epistolario ignaciano,
Cassador, Inés Pascual (conocida ya de un volumen tan considerable que las
desde Manresa) e Isabel Roser. La amis- hace particularmente significativas. En
tad iniciada con el arcediano Cassador ellas, aunque se trata de un asunto que es-
se muestra en el deseo que Ignacio ma- tá por lo general relacionado con el apos-
nifiesta de verle, antes de empezar cual- tolado, con los acontecimientos persona-
quier actividad posible en España: les o familiares, se trasluce un afecto y
«Acabado mi estudio, que será de esta una cordialidad propios de verdadera
cuaresma presente en un año, espero de amistad.
no me detener otro para hablar de la pa- El estilo con que se expresa la amis-
labra [de Dios] en ningún lugar de toda tad responde al carácter sobrio y a la edu-
España, hasta en tanto que allá nos ve- cación cortesana de Ignacio50, pero en el
amos, según por los dos se desea»46. Y fondo de esta amistad reluce aquel amor
en la misma carta Íñigo («de bondad po- de Dios que hace más limpia y profunda
bre», como se define a sí mismo) resu- la relación humana. Como dice también
me la intensa amistad que le une a per- Hugo Rahner: «Se podría pensar que su
sonas de Barcelona: «Me parece, y no amor por estas nobles señoras es un últi-
dudo, que más cargo y deuda tengo a es- mo momento de la transfiguración del
ta población de Barcelona que a ningún amor caballeresco que, según confesión
otro pueblo de esta vida»47. propia, el joven gentilhombre de Arévalo,
17
sentía hacia una mujer, no condesa, ni du- Finalmente, Íñigo, que a lo largo de
quesa, mas era su estado más alto que nin- los años de peregrinación compartió la
guno destos»51. vida de muchos pobres y, ya en Roma,
Una muestra del tono de profunda y acogió a varios centenares en la Casa
sincera amistad con que se expresaba el de la Compañía, piensa que cultivar la
santo son estas palabras de una carta a amistad de los pobres es una de las for-
Isabel Vega: «A quien tengo y tendré mas más privilegiadas de amistad, ya
siempre tan dentro de mi ánima, que en que «la amistad de los pobres hace que
ninguna cosa, que fuese de servicio y seamos amigos del rey eterno»54, como
consolación alguna en el señor nuestro se expresa en la famosa carta, que por
de V. Señoría, querría ni podría faltar se- comisión suya, escribió su secretario
gún mis pocas fuerzas»52. Polanco.
A una tal María, a quien él llama «mi Se puede concluir que, a pesar de
muy querida hermana en Cristo nuestro que en la amistad de Ignacio pudieran
Señor» y cuya identificación todavía no descubrirse distintos grados o niveles y
se ha conseguido, le escribe en un tono que esta amistad no era siempre recí-
de amistosa queja: «Bien parece que proca, era una amistad profunda que
más estáis en mi ánima que yo en la arraigaba en un amor verdadero y au-
vuestra, pues pienso que la misma razón téntico, afectiva puesto que se manifes-
tenéis de acordaros de mí»53. Ignacio le taba mediante una viva actitud de aco-
pide su ayuda para sus amigos de París, gida humana y era una amistad sobria
que han de partir para hacer la peregri- en sus expresiones, de acuerdo con la
nación a Tierra Santa y espera que la educación y las distintas circunstancias
amistad se traduzca en obras. de la vida de Ignacio.

18
3. ARTE O MISTAGOGÍA DE LA AMISTAD

Henri Brémond afirmó, hace ya años, que los Ejercicios son la auto-
biografía ignaciana elaborada pedagógicamente. En lo que se refiere a
la amistad, no podemos sostener que Ignacio haya elaborado una
pedagogía, pero es cierto que su experiencia personal le ayudó, como
hemos visto, a conducir a otros hacia la verdadera amistad. Puede,
pues, bien decirse que el autor de los Ejercicios Espirituales, gran
pedagogo y mistagogo, también lo es de la amistad, un arte que nece-
sita algún tipo de adiestramiento.

Antes de entrar en este campo del ar- gundo lugar, hay que afirmar que esta
te y pedagogía ignaciana de la amistad, primacía de Dios no implica ninguna
se imponen unos presupuestos. En pri- forma de dualismo y menos de elimina-
mer lugar, para Ignacio, Dios tiene la ción de lo humano, ya que para Ignacio,
primacía en todo y es el centro de atrac- el Dios comunicado en Jesucristo es un
ción de todas las cosas, es el medio di- Dios autor de la naturaleza y de la gra-
vino integrador de todo. Por tanto, tam- cia, al cual servimos y damos gloria,
bién la amistad, por lo menos en un cuando respetamos ambas esferas, que
sentido pleno y auténtico, tiene en Dios en él tienen su origen y punto de con-
su centro o polo de atracción. En se- vergencia55. Y, en tercer lugar, no olvi-
19
demos que al hablar de amistad nos re- ros que reunió ya en Barcelona y que le
ferimos a una realidad que es totalmen- acompañaron en Alcalá y en
te gratuita y que por lo tanto, se pueden Salamanca. Cuando en Roma, hacia el
ofrecer vías para que nazca y para ali- final de su vida, se interesa por ellos y
mentarla, pero no puede ser producida hace un cierto balance de su historia
de modo infalible por ningún medio. posterior, el resultado no es muy bri-
Teniendo en cuenta estos presu- llante. Quizá también podría aplicarse a
puestos, podemos distinguir en este ar- la amistad, lo que Ignacio decía de sus
te ignaciano de la amistad dos aspectos estudios antes de ir a París: «Porque,
estrechamente unidos, aunque diferen- como le habían hecho pasar adelante en
ciados: por un lado, el uso de medios los estudios con tanta prisa, hallábase
más explícitamente evangélicos o de fe muy falto de fundamentos»56. Este fun-
y, por otro lado, el recurso a medios na- damento de la amistad, lo pondría más
turales. Y lo primero que Ignacio nos adelante con los Ejercicios Espirituales,
diría es que la amistad tiene un proce- ciertamente realizados de manera com-
so lento y que es muy frágil. Esto es lo pleta, pues mediante ellos ganó a Fabro
que le enseñó la experiencia de la rela- y Javier57. Y lo mismo cabe decir de los
ción con el primer grupo de compañe- otros amigos.

1. PEDAGOGÍA DE LA AFECTIVIDAD ESPIRITUAL

1.1. Experiencia afectiva de Dios contrado finalmente «un maestro del


corazón».
Se ha repetido muchas veces que los
Ejercicios de san Ignacio son una peda- Ya en el Principio y Fundamento, de
gogía de la afectividad, incluso «una es- manera discreta, pero real, se orienta al
cuela superior del amor de Dios». El ejercitante en el sentido del amor: por-
doctor Contarini halló en Ignacio «un que el hombre es criado «para», es de-
maestro del amor» y en los Ejercicios cir, en orden a vivir una vida relacional,
una nueva teología, la teología del co- en la gratuidad, en el respeto y en el ser-
razón. Fabro, por su parte, al dar vicio al Otro. Esto equivale a decir que
Ejercicios al teólogo Cochleus, consta- el sentido de la existencia humana se ha-
tó la alegría de éste porque había en- lla en el amor. En esta orientación de la
20
vida, la persona humana ha de encontrar de consolar que realiza el Resucitado,
su salvación, es decir, la plenitud de su dice que se ha de comparar «cómo unos
existencia, «salvar su ánima». amigos suelen consolar a otros» (Ej
A lo largo de la experiencia de los 224). Finalmente, aunque la expresión
Ejercicios Espirituales, el que los hace, usada es la de «amante», en la contem-
trata de practicarlos desde el centro de plación para alcanzar amor se explica el
su persona, incorporando toda su activi- proceso de reconocimiento de los dones
dad imaginativa e intelectual, pero has- de Dios y la consecuente corresponden-
ta llegar a «sentir y gustar internamen- cia a estos dones mediante la experien-
te» (Ej 2). Por lo mismo, la actitud cia del amor y de la amistad: «El amor
afectiva es la que ha de privar y vivirse consiste en comunicación de las dos
con mayor delicadeza, puesto que es la partes, es a saber, en dar y comunicar el
manera de alcanzar una más íntima re- amante al amado lo que tiene, o de lo
lación con Dios (cf. Ej. 3). Además, to- que tiene o puede, y así, por el contra-
das las contemplaciones de segunda, rio, el amado al amante» (Ej 231)58.
tercera y cuarta semana se dirigen a una Estos cuatro pasajes están llenos de sig-
relación profundamente afectiva, de nificación humana y espiritual.
verdadera amistad, con el Señor, cono- En efecto, la amistad no sólo ilumi-
cido, amado, seguido hasta una compe- na, sino que constituye de hecho la mis-
netración en su dolor y gozo. Y todos los ma experiencia de cuatro realidades tan
Ejercicios en su conjunto ayudan a dis- importantes de la vida cristiana como
ponerse para alcanzar aquella comuni- son la oración, el apostolado, la relación
cación íntima, immediate, con Dios, personal con Cristo y la alianza con
hasta dejarse abrazar por él (cf. Ej 15). Dios experimentada en la vida. Ignacio
Así, la mistagogía de los Ejercicios se anticipa a santa Teresa de Jesús al
Espirituales se sitúa en la perspectiva de presentar la oración como una relación
la alianza amorosa de Dios con el ejer- de amistad «como un amigo habla a
citante. otro» y así los Ejercicios Espirituales
No es de extrañar que en momentos adiestran en esta vivencia de amistad, ya
importantes de los Ejercicios, aparezca que recomiendan en cada ejercicio ter-
la amistad en sus mismos términos o minar con un coloquio, que es la mane-
equivalentes. Muy al comienzo de la ex- ra de relacionarse amistosamente con el
periencia, al describir el «coloquio» (Ej Señor. En el ejercicio de las Dos bande-
54), Ignacio lo presenta como la rela- ras, los apóstoles que Jesús envía son
ción entre dos amigos: «Así como un «amigos» y el apostolado se convierte
amigo habla a otro». La misma palabra en una relación de amistad para «ayu-
reaparece en el ejercicio de las dos dar».
Banderas al mostrar a Jesús que a todos Además, el Resucitado se hace ac-
sus siervos y amigos «a tal jornada en- cesible en actitud de consolador, lo más
vía, encomendándoles que a todos quie- parecido a como los amigos se consue-
ran ayudar» (Ej 146). Nuevamente, en lan unos a otros, y así se vive la relación
la cuarta semana, al presentar el oficio personal con Cristo en forma de amis-
21
tad. Y la contemplación para alcanzar nes, según el Señor. Los Ejercicios prac-
amor que prepara al ejercitante para pro- ticados con este proceso y con este mo-
longar en la vida la experiencia espiri- do de proceder son, pues, una mistago-
tual de los Ejercicios, le dispone a con- gía para que el ejercitante en su vida
vertir el conjunto de su existencia en un diaria, fuera de Ejercicios, haga presen-
descubrimiento agradecido de la abun- te al Señor, sea testigo de su vida, ame
dancia de dones de Dios en la vida y de como él ha amado, con corazón de hom-
su entrega gratuita y, por consiguiente, bre y como revelación del Padre. La vi-
a transformarla en una relación de res- da de una persona que hace los ejerci-
puesta amorosa al Señor. Una relación cios según el modo ignaciano puede ser
que habrá de vivirse en los hechos más una vida profundamente humana, como
que en las palabras. La amistad, pues, se la de Jesús, y hondamente epifánica, co-
halla en el corazón de la vida cristiana, mo la de Cristo, mediante una amistad
según la pedagogía espiritual de Ignacio «en el Señor».
desarrollada en los Ejercicios Espiritua-
les. Ignacio, al hablar de sus primeros 1.2.2. Orar «sobre las potencias del
amigos de París, indica de manera su- ánima» y «sobre los cinco sentidos
bliminal la relación entre la amistad y corporales»
los Ejercicios: «Por este tiempo conver-
A este mismo proceso transforma-
saba con Maestro Pedro Fabro y con
dor de las semanas de Ejercicios, ayuda
Maestro Francisco Javier, a los cuales
una de las maneras de orar, que propo-
ganó después para el servicio de Dios,
ne como parte integrante de los
gracias a los Ejercicios»59.
Ejercicios Espirituales, orar «sobre las
potencias del ánima» y «sobre los cinco
1.2. «Que Cristo se vaya sentidos corporales» (Ej 246-248; cf. 4),
formando en vosotros» ya que es un recurso oracional para
guiarse en el uso de estas capacidades
1.2.1. Contemplar humanas por la manera humana de vi-
La divino-humanidad de Cristo va virlas el mismo Jesús. En el fondo, se
configurando al ejercitante a lo largo de trata de incorporar en la propia vida, la
la experiencia espiritual de los manera de sentir de Jesús (sus recuer-
Ejercicios. Efectivamente, la constante dos, sus pensamientos y valores, sus
y «repetida» relación con el Señor ya afectos y opciones) y su manera de re-
desde el primer coloquio de la primera lacionarse (mirar y ver, escuchar y dia-
semana y luego en las restantes se rea- logar, tocar, la sensibilidad, los gustos y
liza con un modo de contemplación que la manera de percibir y gozar de la na-
invita a la inmersión plena en la vida del turaleza y las personas). Todo esto cons-
Señor, desde lo más exterior y humano tituye una rica orquestación del mundo
hasta su misma intimidad. Las incesan- interior y de la relación con el exterior
tes repeticiones ayudan a que el ejerci- del ejercitante, que tiene una capital im-
tante progrese más en la conformación portancia en el desarrollo de una verda-
de toda su vida, en todas sus dimensio- dera amistad en la que lo humano y lo
22
espiritual se integren en una auténtica Este texto, que se refiere a la for-
madurez. mación de los jesuitas para el aposto-
Y, en este proceso de una madura in- lado, indica que se ha de prestar aten-
tegración, hay que tener en cuenta que, ción al modo de tratar a las personas
para Ignacio, los sentidos son las puer- que, de ordinario serán muy variadas
tas de la persona, porque a través de (sexo, carácter, país, cultura, etc.). Aun
ellos expresamos nuestro mundo inte- concediendo que convendrá dar algu-
rior y, a la vez, también a través de ellos, nas orientaciones para proceder bien en
dejamos que nos penetre el mundo ex- esta relaciones, se afirma que la guía
terior. De aquí que se deba poner una fundamental ha de ser la unción del
atención especial en custodiar bien esta Espíritu Santo. Es decir, para Ignacio,
puerta, como forma privilegiada de la relación verdaderamente humana ha
abertura a los demás. En las Constitu- de proceder de una raíz profundamen-
ciones de la Compañía escribe: «Todos te divina, pero ésta, a su vez, se mani-
guardarán especialmente las puertas de fiesta en lo humano de nuestras vidas,
sus sentidos de todo desorden (en parti- de modo que lo divino de nuestra con-
cular los ojos, los oídos y la lengua)»60. dición no suple la atención que debe-
Quizá no siempre somos conscien- mos prestar a lo más estrictamente hu-
tes de que unos Ejercicios bien practi- mano y, por tanto, también hay que
cados son un camino de auténtica hu- poner medios naturales.
manización, al estilo de Jesús. Y en esta Por tanto, la mistagogía ignaciana
humanización, se da una verdadera sim- que acabo de exponer nos acerca más al
biosis, una cierta unión hipostática, de sentido pleno, integrador de lo humano
lo humano y divino, propio de la verda- y lo divino, que se expresa en la frase
dera concepción cristiana en la que es- «mis amigos en el Señor». Como dice
tas dos dimensiones no se yuxtaponen. Hugo Rahner, después de hablar de la
amistad de Ignacio: «Su figura humana
no necesita ningún dorado. Su humani-
1.3. «La unción del Espíritu Santo» dad irradia desde el interior, porque su
El n. 414 de las Constituciones de la corazón estaba lleno del resplandor de
Compañía de Jesús aporta notable luz al la humanidad de Cristo nuestro
tema de la relación humana madura que Señor»61.
echa sus raíces en la acción del Espíritu Ignacio se hallaría en sintonía con la
en nuestros corazones: afirmación tan diáfana de Elredo de
«Aunque esto [el modo de compor- Rieval: «La amistad nace en Cristo, en
tarse un miembro de la Compañía en sus Cristo crece y por él se plenifica»62. Y,
relaciones humanas] sólo lo puede en- todavía más, glosando la expresión de la
señar la unción del Espíritu Santo […], primera carta de Juan: «Dios es amis-
se pueden ofrecer algunos consejos». tad»63.

23
2. LOS MEDIOS NATURALES

No consta que Ignacio conociese la en la extraordinaria afabilidad de


obra clásica sobre La amistad espiritual Ignacio: «Esta afabilidad se manifesta-
de Elredo de Rieval. Tampoco tenemos ba en que, cuando encontraba por la ca-
constancia explícita de que Ignacio re- sa a algún Hermano, le mostraba un ros-
curriese a la obra de Cicerón, de tanta tro tan risueño y le acogía tan bien, que
influencia en la tradición cristiana, De parecía quererle meter en el alma. Con
amicitia o a los capítulos más antiguos todos cuantos llegaban o iban de cami-
de Aristóteles sobre la amistad en la Éti- no comía la primera o última vez, des-
ca a Nicómaco, aunque es muy proba- pidiéndose de cada uno con mucho
ble que tuviese conocimiento directo de amor»65.
estos escritos durante sus estudios en la
Universidad de París. En cualquier ca-
so, como he dicho más arriba, en el cam- 2.2. Compartir lo espiritual y lo
po de la amistad no desarrolló una ini- material
ciación práctica al estilo de la que Desde esta disposición inicial y fun-
elaboró en los Ejercicios, para los cua- damental, el compartir es un paso indis-
les, además de su experiencia personal, pensable, sobre todo cuando la convi-
ciertamente se sirvió de otras lecturas y vencia o cercanía física lo permiten.
conocimientos. Por tanto, parece inútil Todos los testigos nos hablan de la co-
buscar influencias o dependencias de munidad de bienes que reinó en París y
autores o teóricos de la amistad. Más luego en Italia. La ayuda espiritual que
bien, sus cualidades personales para la Ignacio ofrecía con sus conversaciones,
relación amistosa y su sentido pedagó- con sus orientaciones en la vida espiri-
gico y práctico son las fuentes de don- tual, y más tarde con los Ejercicios
de nacía su arte de la amistad, es decir, Espirituales, era una puerta de entrada a
los «medios naturales» con los cuales la amistad. Por este camino fue creando
los hombres respondemos a Dios que a su alrededor vínculos afectivos. Esta
«pide colaboración de sus creaturas»64. ayuda espiritual iba acompañada de la
ayuda material a los compañeros, pres-
tándoles ayuda económica, sirviéndose
2.1. El amor
de las limosnas que recibía de
El punto de partida de este arte es el Barcelona, o que más tarde recogía en
verdadero amor a la persona. Si no se sus desplazamientos veraniegos a
parte de esta actitud fundamental todo Flandes y Londres. Ayuda también, no
recurso humano es pura estrategia o qui- exenta de picardía, es la que Ignacio le
zá manipulación. El amor se expresaba prestaba al resistente Javier, procurán-
24
dole alumnos para sus clases. Pero se las vivencias más íntimas personales:
daba la reciprocidad, ya que Ignacio, es- «Es verdadero signo de amistad que el
tudiante veterano, recibía apoyo de sus amigo revele a su amigo los secretos de
compañeros en los estudios. Incluso su corazón. Porque como los amigos tie-
cuando al final de la etapa parisiense, nen un solo corazón y una sola alma, no
Ignacio decide regresar a su tierra para parece que el amigo ponga fuera de su
reponerse de su salud a instancias de los corazón lo que revela al amigo»68. De
compañeros, éstos le procuran el caba- aquí que un síntoma de la facilidad y
llo para el viaje. Él, a su vez, visita a las profundidad que los amigos ignacianos
familias de los compañeros en distintas habían alcanzado en la comunicación es
poblaciones de España66. En buena sín- la práctica de la deliberación en común
tesis, Alfonso de Polanco, después de que realizaron repetidas veces, en París,
hablar del primer modo mediante el cual en Venecia, en Vicenza, en Roma.
creció la amistad, es decir, el compro- Deliberar en común para buscar la vo-
miso espiritual y apostólico de Mont- luntad de Dios sobre el grupo y tomar
martre, añade: decisiones compartidas supone una
«El segundo medio para la conser- transparencia de unos con otros y una
vación de estos compañeros fue el trato facilidad de comunicación que abarca
mutuo y la frecuente comunicación en- todos los niveles de la vida personal,
tre ellos. Porque, aunque no vivían en desde los más sencillos de lo cotidiano
un mismo lugar, unas veces en casa de hasta las vivencias más hondas de la fe.
uno, otras en casa de otro, solían comer La amistad de los compañeros iba pro-
juntos con caridad, y se ayudaban unos gresando con la «comunicación de to-
a otros en las cosas espirituales y tam- das sus cosas y corazones», se nos dice.
bién las temporales y, de este modo, se Y esto, «con suavísima paz, concordia
alimentaba y crecía entre ellos el amor y amor»69.
en Cristo»67. Esta comunicación se mantenía me-
diante la correspondencia, cuando las
distancias les separaban, como hemos
2.3. Comunicación: conversación visto anteriormente en los casos de
y cartas Fabro y Javier.
De modo especial, la amistad pro- Más tarde, cuando escriba las
gresaba por esta forma privilegiada de Constituciones de la Compañía de
compartir que es la comunicación de pa- Jesús, Ignacio aconsejará como medio
labra o por escrito. En los encuentros que contribuye mucho a la unión de los
que acabo de mencionar, es evidente jesuitas «la mucha comunicación»70.
que la conversación y diálogo entre los Puesto que la vida de los jesuitas, con-
compañeros tenía una parte muy impor- sagrada a menudo a trabajos en lugares
tante. Sin embargo, no toda comunica- muy distantes y en horas muy distintas,
ción tiene aquel grado de profundidad no permite los frecuentes encuentros de
que, según santo Tomás, caracteriza la oración, ni la vida ordenada de un mo-
verdadera amistad, la comunicación de nasterio, «se ha podido decir que la co-
25
rrespondencia es de algún modo la li- neira, «son ya como un proverbio entre
turgia que celebran los jesuitas»71. los que le tratan las interpretaciones del
Padre excusando faltas ajenas»75.
La amistad se manifiesta también y
2.4. Respeto exquisito a los se fomenta con los mil detalles, como
hermanos los ya vistos más arriba en la manera
La actitud de respeto práctico que que Ignacio tenía de relacionarse con
Ignacio tenía hacia todos es fundamen- sus hermanos. Puesto que no es preciso
tal para el progreso de la amistad y ve- insistir más en dichos detalles, termino
mos que nadie se podía sentir juzgado este capítulo sobre los recursos huma-
por él. Llamaba la atención que tenía nos de la amistad, recordando lo que di-
una «gran simplicidad en el no juzgar a ce Câmara sobre el modo propio de
ninguno y en interpretarlo todo a Ignacio para fomentar el afecto de sus
bien»72. «Nuestro Padre de todos dice hermanos: «1º La gran afabilidad del
siempre bien»73. Y, además: «El Padre Padre. 2º El gran cuidado que tiene de
nunca cree nada de lo que le dicen en la salud de todos, que es tan grande, que
mal de otro y, si acaso, pide que se lo casi no se puede alabar como se mere-
comuniquen por escrito»74. Y esta acti- ce. 3º El Padre tiene tal modo de proce-
tud de interpretar siempre bien las cosas der que las cosas de que se puede herir
de los demás era tan notable y tan del el súbdito, nunca se las dice, a no ser por
dominio común que, según Ribade- medio de otro»76.

26
CONCLUSIÓN

De acuerdo con el análisis que ahora concluimos, el arte ignaciano de


la amistad es un caso particular de la pedagogía espiritual propia de
Ignacio, en la cual la integración de la dimensión de la fe y la dimensión
natural, es una parte esencial. Quien siga esta iniciación espiritual avan-
zará en el camino de una amistad con los amigos con una fuerza divina,
y de un amor a Dios con hondo calor humano.

La historia confirma esta especial Sin embargo, para terminar con una
capacidad de la pedagogía espiritual ig- confirmación de todo lo que precede,
naciana para desarrollar la amistad y quiero hacer mención de dos episodios
afectividad. Ya hemos dicho que los personales y significativos de la historia
Ejercicios se han entendido desde sus de la Compañía de Jesús, Compañía que
orígenes como una pedagogía afectiva o Javier definió como «Compañía de
del corazón y, como consecuencia, la amor»: el apostolado de la amistad de
teología de los Ejercicios de san Ignacio Mateo Ricci y la mística de la amistad
es considerada como theologia cordis. de Egide van Broeckhoven.
Además, por otro lado, se ha afirmado Mateo Ricci es bien conocido por su
que el humanismo, que marca la peda- apostolado pionero de la inculturación y
gogía de la Compañía de Jesús, es «el del diálogo intrareligoso, como llamarí-
humanismo del corazón» (François amos hoy a su empeño apostólico, en el
Charmot), contrapuesto al de la pura mundo muy selecto de la China.
inteligencia o de los conocimientos. Matemático, astrónomo, lingüista, pen-
Sirvan estas constataciones como indi- sador y pastoralista valiente, se con-
cios del peso que han dejado lo afectivo quistó un prestigio notable en la capital
y la dimensión de la amistad en el que- china, en la corte, donde recibió un in-
hacer de la Compañía, continuadora de discutido reconocimiento y todo tipo de
la obra inicial de los primeros amigos en honores científicos. Ricci, en medio de
el Señor, pues «Dios se nos comunica su apostolado intenso y comprometido,
como un amigo». escribió una obra sobre la amistad, uno
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de los obsequios más apreciados por la siempre hondamente humana79. En con-
familia real, y llegó a reconocer que la secuencia, el núcleo del apostolado y
amistad le había abierto más puertas en del anuncio activo del Reino es para
la China que su saber y su ciencia: Egide la amistad: «el apostolado es la
«Esta Amistad me ha dado más cré- amistad»80.
dito a mí y a Europa que todo lo que he No sería, así, nada ajena a su expe-
hecho. Porque las otras cosas dan cré- riencia la expresión ignaciana “mis ami-
dito de cosas mecánicas o de obras ma- gos en el Señor” y, por esto Egide, que
nuales o de instrumentos, pero ésta da muy posiblemente no llegó a conocerla,
crédito de cultura, de ingenio, de vir- nos ofrece una excelente aproximación
tud. Por esto, la obra ha sido leída y re- a su sentido, cuando escribe:
cibida con grande aplauso y ya se está «Si tuviéramos la osadía de ver ver-
imprimiendo en dos lugares distin- daderamente lo divino en la floración de
tos»77. lo humano, amaríamos a los hombres, a
En cuanto a Egide, jesuita obrero nuestros amigos, a nuestro trabajo, al ar-
místico, muerto en plena fábrica (1967), te, etc., con un ímpetu divino y a Dios
tenemos el testimonio fehaciente de sus con una espontaneidad humana. Pero
escritos íntimos que nos revelan cómo nos paramos continuamente en nuestro
su privilegiada experiencia de la santí- amor humano por lo que consideramos
sima Trinidad está del todo mediada por amor a Dios y en nuestro amor a Dios
la experiencia avasalladora de la amis- por lo que consideramos amor huma-
tad humana. Esta identificación de la vi- no»81.
vencia del misterio de amor de las per- Que estas sumarias referencias a la
sonas divinas y de la relación amistosa experiencia apostólica y espiritual de
humana es lo que lleva a Egide a deci- unos jesuitas representativos de dos
dirse definitivamente por la mística ig- campos importantes del apostolado de
naciana de hallar a Dios en lo concreto la Compañía sirvan para corroborar có-
de la vida humana, superando así la du- mo la amistad que Ignacio cultivó en
da de si su vida debía inclinarse hacia la «mis» amigos dejó un sello en la vida
Cartuja. La amistad y la amistad con los posterior de la Compañía y, cómo a su
pobres centran las hondas gracias mís- vez, la experiencia y el arte ignaciano de
ticas de Egide. Con referencias a la ex- la amistad es fuente inspiradora de ver-
periencia del Sinaí, clásica en la litera- dadera amistad humana para aquellas
tura mística cristiana, Egide nos personas, jesuitas o no, que beban de la
comunica su vivencia de Dios en la espiritualidad ignaciana. Esta tradición,
amistad, en las amistades concretas: mantenida hasta hoy, tiene sin duda su
«El lugar donde hallamos a Dios, la raíz en los Ejercicios ignacianos que
zarza ardiente, es el mundo de hoy y, en culminan en la experiencia del Cristo
su corazón, todas las amistades...»78. presente hoy que sigue haciendo el ofi-
Para Egide, la amistad verdadera- cio de consolar como un amigo, con-
mente humana es espiritual y ésta es suela a su amigo.

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NOTAS

1. El texto de este cuaderno EIDES-AYUDAR es 10. Diego LAÍNEZ, «Carta a Polanco de 16 de junio
fundamentalmente la intervención en el colo- de 1547» (FN, I, 102-104), en: ALBURQUER-
quio «L'amitié spirituelle», tenida en el Centre QUE, Diego Laínez…, pág. 180-181.
Sèvres - Facultés Jésuites de Paris, los días 13 11. Todo esto está muy desarrollado en los docu-
y 14 de octubre de 2006 y publicada por mentos fundacionales (MHSJ, MI, I, serie 3ª,
Médiasèvres 2006, en Cahiers de Spiritualité, t. I, pág. 1-7) y en abundantes comentarios
138. modernos.
2. Memorial 7-8, en En el corazón de la Reforma. 12. H. RAHNER, Ignatius von Loyola. Briefwechsel
«Recuerdos espirituales» del Beato Pedro mit Frauen, Freiburg, 1956, Verlag Herder,
Fabro, S.J., introducción, traducción y co- pág. 484. Traducción francesa: Ignace de Lo-
mentarios por Antonio Alburquerque, S.J., yola. Correspondence avec les femmes de son
Bilbao - Santander, Mensajero - Sal Terrae, temps, II, Paris, 1964, Desclée de Brouwer,
colección MANRESA, 7-8, pág. 115-116. pág. 224.
3. Memorial, 105, en Recuerdos Ignacianos. Me- 13. Así lo recordaba uno de los primeros compa-
morial de Luis Gonçalves da Càmara, versión ñeros: «Los compañeros, aunque sintieron
y comentarios de Benigno Hernández Montes, mucho su ausencia [de Ignacio], no por esto
Bilbao-Santander, 1992, Mensajero-Sal aflojaron en sus propósitos, pues toda su espe-
Terrae, colección MANRESA, pág. 95. ranza y fortaleza estaban puestas en Dios»
4. Formula, capítulo 3. (Simón RODRÍGUEZ, Origen y progreso de la
5. María MOLINER, Diccionario del uso del espa- Compañía de Jesús, estudio introductorio, tra-
ñol, I, 164. ducción a partir de los originales portugués y
6. Juan Alfonso DE POLANCO, Summarium hispa- latino y notas por Eduardo Javier Alonso Ro-
num, 5-6 (FN, I, 155). Véase en: Antonio mo, Bilbao-Santander, 2005, Mensajero-Sal
ALBURQUERQUE, Diego Laínez, S.J. Primer Terrae, Colección MANRESA, 21, pág. 60).
biógrafo de S. Ignacio, Bilbao-Santander, 14. Recuerdos Ignacianos, n. 180.
2005, Mensajero-Sal Terrae, colección MAN- 15. Ibid., n. 86.
RESA, pág. 129-130. 16. 29 enero 1552 (Monumenta Xaveriana, I, 668).
7. J. GRANERO, San Ignacio de Loyola. Panoramas 17. Cf., por ejemplo, RODRÍGUEZ, Origen y progre-
de su vida, Madrid, 1967, Editorial Razón y so..., n. 21 y 42.
Fe, pág. 20. 18. 10 de junio de 1545 (Fabri Monumenta, 328).
8. Autobiografía, n. 12. 19. Mon. Xav., I, 366.
9. Ibid., n. 35. 20. Mon. Xav., I, 388.
29
21. Mon. Xav., I, 403-404. 48. Autobiografía, n. 62.
22. Fabri Monumenta, 44. 49. RAHNER, Briefwechsel..., pág. 485. (Corres-
23. Fabri Monumenta, 135. pondance..., II, p. 226-227). Véase en esta
24. De Amicitia, 20. página 485 (225-226 de la edición francesa)
25. G. WILKENS, «Compagnons de Jésus. La una larga enumeración de personas con quie-
Genèse de l'Ordre des Jésuites», Recherches, nes Ignacio trabó amistad, con las referencias
14, Rome, 1978, CIS, pág. 190. correspondientes de la correspondencia.
26. K. RAHNER, «Palabras de Ignacio de Loyola a 50. Una muestra de ello es la manera como reci-
un jesuita de hoy», en K. RAHNER - P. IMHOF - bía en su mesa a los invitados: «Quédese
H. NILS LOOSE, Ignacio de Loyola, Santander, vuestra merced con nos, si quiere hacer peni-
1979, Sal Terrae, pág. 29-30. tencia» (CÂMARA, Recuerdos Ignacianos, n.
27. Recuerdos Ignacianos, n. 89. 185).
28. Ibid., n. 86. 51. RAHNER, Briefwechsel..., pág. 486. (Corres-
29. Ibid., 180. pondance..., II, pág. 228).
30. André RAVIER, Ignace de Loyola fonde la Com- 52. Carta de 4 de marzo de 1553 (Epistolae Igna-
pagnie de Jésus, Paris, 1973, Desclée de tianae, IV, 265).
Brouwer-Bellarmin, pág. 188. 53. Carta de 1 de noviembre de 1536, (Epistolae...,
31. Autobiografía, n. 97. I, 724).
32. RODRÍGUEZ, Origen y Progreso..., pág. 130, 54. Obras de San Ignacio..., pág. 819.
132. 55. Constituciones, n. 814.
33. Ibid., pág. 137. 56. Autobiografía, n. 73.
34. Ej 230, 2. 57. Ibid., n. 82.
35. Recuerdos Ignacianos, n. 103, 112, 114, 116, 58. Dejemos, pues no hacen a nuestro caso, las
263, 357. otras tres referencias: a la necesidad de apar-
36. Ibid., n. 330. tarse de amigos y conocidos para realizar los
37. Ibid, n. 87. Ejercicios (Ej. 20), al hecho de que Pilatos y
38. Ibid., n. 192-193, 218, 296, 302, 327. Herodes pasaron de ser enemigos a hacerse
39. Ibid., n. 89. amigos, (Ej. 295) y a la prevención que se ha
40. Ibid., n. 46-47, 67, 212, 215. de tener en distribuir limosnas a parientes o
41. Ibid., n. 104-107. amigos (Ej. 338).
42. Ibid., n. 330. 59. Autobiografía, n. 82.
43. Ibid. n. 103. 60. Constituciones, n. 250.
44. Jean-Marie GUEUILLETTE, «Entre nous, le 61. RAHNER, Briefwechsel..., pág. 562. (Corres-
Christ», Christus, 209 (Javier 2006), pág. 68. pondance..., II, pág. 315).
45. Autobiografía, n. 34. Esta amistad puede com- 62. La amistad espiritual, I, 9; cf. II, 20, en: Cari-
probarse a través de la pervivencia de la rela- dad. Amistad, Buenos Aires, 1982, Editorial
ción con la familia de Inés Pascual, después de Claretiana, pág. 275 y 291.
su salida de Manresa y al regreso de Tierra 63. Ibid, I, 69-70, pág. 286.
Santa. Y también por los testimonios presentes 64. Constituciones, n. 134.
en los procesos de canonización, pues, aún a 65. Recuerdos Ignacianos, n. 89.
pesar de la tendencia de las personas devotas 66. Autobiografía, n. 87 y 90.
«a decir grandes cosas…y luego creció la 67. De vita Sancti Ignatii, caput VII, n. 70: FN, II,
fama a decir más de lo que era» (n. 18), en su 567; cf. FN, I, 184.
conjunto dejan traslucir la profunda relación 68. In Ioannem, XV, 3.
humana y amistosa que se consolidó entre el 69. FN, IV, 233-235.
peregrino y bastantes personas de Manresa. 70. Constituciones, n. 821; cf. n. 673, 675).
46. Carta de 12 de febrero de 1536, en Obras de San 71. L. GIRARD en: Ignace de Loyola, Écrits , Paris,
Ignacio de Loyola, BAC, 5ª edición, pág. 726. 1991, Desclée de Brouwer-Bellarmin, Collec-
47. Ibid. tion Christus, 76, pág. 621.

30
72. ALBURQUERQUE, Diego Laínez…, pág. 208. separadas de él. Esto es quedarse a las afue-
(FN, I, 136). ras de la ciudad»; «Como hay una vida divi-
73. Recuerdos Ignacianos, n. 91. na en Dios, también hay una vida divina en
74. Ibid., n. 358. nosotros, y tiene como centro la amistad a
75. Ibid., n. 92. los demás. El Amor de Dios en nosotros es
76. Ibid., n. 88. esencialmente amor de todos en él y de él en
77. Opere storiche del P. Matteo Ricci, S. I., todos» (Dios, la amistad y los pobres, pág.
Macerata, 1913, Pietro Tacchi Venturi, S.I., 53). «Mi amigo es un amanecer maravilloso
vol. II: «Le Lettere dalla Cina», pág. 248. del eterno amor de Dios. ‘Eterno’ no signifi-
78. Josep M. RAMBLA BLANCH, Dios, la amistad y ca algo abstracto fuera del tiempo, sino algo
los pobres. La mística de Egide van existencial y místico, como lo es la intimi-
Broeckhoven, jesuita obrero, Santander, 2007, dad más profunda de Dios, siempre nueva,
Sal Terrae, pág. 175. siempre joven, ofreciendo inmensas pers-
79. «Dios está en el centro de lo que cada perso- pectivas…» (Egide VAN B ROECKHOVEN ,
na posee como más concreto, más humano, Diario de la amistad, Madrid, 1972, Narcea,
más atractivo»; «Buscar las personas en pág. 44).
Dios no es alienarlas; lo que sí es alienante 80. Diario de la amistad, pág. 67.
es buscarlas fuera de él, como si estuvieran 81. Diario de la amistad, pág. 88-89.

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