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Antonio Jose Restrepo

I
¡Oh Bogotá, del mundo americano,
Cerebro soberano,
Que del ídolo vil quemaste el solio,
Y junto a la pagoda miserable
La fuerza de tu sable
Los cimientos trazó del capitolio!

II
Si me llevan a enterrar
y m'echan una baraja,
juego la caja y la cruz,
juego el cristo y la mortaja.

III
Aprendan, flores de mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui
y hoy sombra de mí no soy.

IV
Antenoche cayó Elvira y cayó de para atrás,
que no se ponga tan brava…
cayó como las demás.

V
Ah malhaya quien tuviera
plata como los Pombales:
lo que no tienen en plata
lo tienen en animales.

VI
Trove, trove, compañero,
dicen que usted es poeta
y lo creo, pues se ve
que no tiene una peseta.

VII
Te desprecio, feísima hotelera,
por avara, por sucia y por ladina,
porque quieres sacar de una gallina
los tesoros que un rey ni en sueños viera,
y lo que en un año produce una gallera.

VIII
Me voy de tu tenducha porque quiero,
porque soy mío y me costó mi plata,
y porque esta mañana, vieja ingrata,
te ví limpiar un plato en el bolero
de tu mugrienta y asquerosa bata!

XIX
Contéstame, Salvo Ruiz,
que te voy a preguntar:
¿Cómo pariendo la Virgen,
doncella pudo quedar?

X
Me río de la medicina y de los médicos.
Ciencia empírica, ciencia inútil,
ciencia vana, ciencia estúpida.
Desde Hipócrates y Galeno, hasta Pasteur...
no han sido capaces de descubrir un remedio contra el guayabo;
más inteligentes los antioqueños, que sabemos que un guayabo se cura
con carne asada, cerveza y ají.

XI
¡Ha muerto Núñez el del Cabrero
abogado en lo civil
que abran las puertas del cielo
y escondan las once mil!
XII

Oh salutaris Néctar

Tienes esa divina transparencia


de los frágiles vasos bizantinos
y el gusto sin igual, de los genuinos
y sabios filtros que inventó Florencia.

Tienes también sutil reminiscencia


de sápidos licores palatinos
y tienes al igual que añejos vinos
la virtud de que embrujas la conciencia.

Eres el dulce néctar de los dioses


sacro Nepente genitor de goces
que repudian la beata y el tartufo.

Lo tienes todo para ser perfecto


pero sufres en cambio de un defecto
porque el mundo es así: te mata el tufo.

XIII
Inés

Siempre Inés dijo que no.


Pero... al fin, de un conde ardiente
al amor condescendió...
Meses después se notó
que estaba con-descendiente.

XIV
Tú, que eres bella entre las bellas,
aunque esto te cause enojos,
vendes Brandy cinco estrellas:
tres, que están en las botellas
y dos que tienen tus ojos.

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