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Gargarella sitúa la tesis del profesor de Harvard como una respuesta sutil y
elaborada al intuicionismo y al utilitarismo. Según el intuicionismo, a la hora de
enfrentarnos a la pluralidad existente de principios de justicia, carecemos de un método
de elección. Por lo tanto, no podemos ni jerarquizar tales principios, ni distinguir las
intuiciones correctas de las que no lo son, ni tampoco encontrar lo que hace diferente a
una intuición de una mera impresión.
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Por ejemplo, admitir el sacrificio de las generaciones presentes por beneficios futuros para las
posteriores.
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libertad, ante todo, del individuo. Además, esta concepción utilitarista viola el segundo
imperativo kantiano, al tratar a determinados individuos como meros medios para la
consecución de un fin superior.
¿Qué regla seguirían los sujetos en su elección? La regla que Rawls llama
maximin, según la cual se elegiría la alternativa cuyo peor resultado sea el superior de
los resultados de las otras alternativas. Además, los individuos, al estar tras el “velo de
ignorancia”, intentarán no ser discriminados en la sociedad que finalmente diseñen por
su concepto de bien, sea éste cual sea, y que ellos desconocen en el momento de la
elección.
Con estos fundamentos Rawls concluye los dos principios de justicia que serían
elegidos:
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Gargarella, R.: Op. Cit. Pág. 35.
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2º. Las desigualdades sociales y económicas deben ser confortadas de tal modo
que:
Quedaría así dibujada la sociedad justa, que para Rawls es aquella que tiende a
igualar a las personas en sus circunstancias, de tal forma que a partir de ahí las
elecciones que tomen caigan bajo su absoluta responsabilidad. La naturaleza no es justa
o injusta, cierto que nos dota de forma desigual, pero la justicia está en el modo en que
la sociedad procesa estos hechos de la naturaleza.
2. El liberalismo conservador.
capacidades y talentos no son responsabilidad de los sujetos, son hechos dados y parece
que las instituciones sociales no deberían premiar o castigar por esas circunstancias.
Más bien lo que deberían hacer es igualar esas condiciones para que a partir de ahí se
pueda cumplir la libertad y cada uno sea responsable de las elecciones tomadas en su
vida.
3. El liberalismo igualitario.
Dworkin considera que los dos principios de justicia de Rawls pueden llevar a
resultados contraintuitivos, ya que definen la situación de los que están peor en función
de bienes primarios de tipo social y no en función de bienes primarios naturales3.
Además para Dworkin, Rawls no soluciona el problema del gorrón o free rider: si, de
acuerdo con el segundo principio de justicia, las desigualdades se aceptan sólo si operan
en función de los que están peor, éstos se pueden dedicar a aprovecharse de la situación
viéndose favorecidos por un trabajo realizado por el sujeto aventajado.
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Por ejemplo, una persona con mayores ingresos que otra, según la teoría rawlsiana estaría en mejor
posición, aun cuando esos ingresos no sean suficientes para pagar su enfermedad. Parece que en vez de
primar los bienes sociales, aquí habría que atender a los naturales.
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según la teoría rawlsiana se deben dar a los más aventajados por el hecho de poner su
talento al servicio de tareas que favorecen a los más desaventajados. Para Cohen esto
supone que los más aventajados no comparten el ideal de justicia establecido y ésa es la
razón de esa indemnización necesaria a juicio de Rawls, cediendo así al “chantaje de los
más poderosos”. Cohen considera que si el ideal de justicia es ciertamente compartido
por todos los miembros de la sociedad, esos incentivos son innecesarios, y los
favorecidos deberían seguir orientando su talento a los desaventajados. Esto es, para
Cohen: la sociedad no es justa porque lo sean sus instituciones, como parece decir
Rawls, sino por que lo son también las elecciones de aquellos que componen tal
sociedad.4
4. El comunitarismo
Los autores comunitaristas han sido muy fecundos en los últimos años. Sus
discusiones sobre los derechos colectivos y de las minorías ocupan hoy un punto central
de interés en la filosofía política. Como señala Gargarella, sus controversias con Rawls
se pueden agrupar en cuatro temas:
a) El individualismo
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La propuesta de Cohen de atribuir un mismo poder adquisitivo a todos los ciudadanos parece
relacionada con la propuesta de ciertos autores del marxismo analítico consistente en ofrecer un salario o
ingreso básico universal que cubriera las necesidades más fundamentales, independiente de trabajos
actuales o pasados. Esta propuesta atractiva, sin duda, tiene una difícil viabilidad económica y política y
no soluciona además el problema del free rider, con lo que parece que, siendo una teoría interesante,
tiene bastantes dificultades a la hora de ponerla en práctica.
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c) La concepción de la justicia
Por último, los comunitaristas achacan a los liberales el preocuparse sólo de los
derechos individuales y no de los colectivos. En este sentido, el pensamiento
comunitarista ha sido muy fértil a la hora de examinar los derechos de las minorías
culturales, así como su participación en el debate político. El atomismo liberal cerraría
los ojos a esta realidad que se presenta como una de las grandes cuestiones de la
filosofía política actual.
5. El republicanismo
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Rawls es sensible a la crítica que recibió debido a que, en su Teoría, todos los
miembros aceptan una misma concepción de Justicia y una misma doctrina abarcativa
que parece derivarse de la misma. Sin embargo, los hechos y los límites de la razón
humana ponen de manifiesto una pluralidad de doctrinas que siendo incompatibles
resultan todas ellas razonables. Por ello, lo que va a tratar de encontrar Rawls es un
medio para llegar a un concepto de justicia referido a la estructura básica de la sociedad,
capaz de mostrarse independiente de cualquier doctrina abarcativa. Y esto será posible
mediante lo que el profesor de Harvard denomina el “consenso superpuesto”. Para ello,
es necesario en el debate público dejar a un lado las propias concepciones y sólo apelar
a “razones públicas”, esto es: razones que los demás no pudieran dejar de suscribir
razonablemente.