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NAPOLEÓN
El revolucionario
coronado
60. Europa,
deslumbrada. El astro
Carlos Martínez Shaw
67. De Napoleón a
Bonaparte
Manuel Moreno Alonso
73. El Imperio.
Un sueño imposible
Manuel Moreno Alonso Napoleón coronado, por David (París, Institute de France).
EL ASTRO
Inteligencia, sentido de la oportunidad y suerte: su efecto combinado hizo
de Napoleón un genio indiscutible. Carlos Martínez Shaw revisa su
figura a la luz de los últimos estudios y recuerda los grandes interrogantes
que suscita su actuación política, militar y jurídica en Europa
H
ombre del Siglo de las Luces Napoleón fueron, sin duda, una pode-
por educación y por incli- rosa inteligencia, un agudo sentido de
nación, Napoleón perma- la oportunidad, una gran capacidad de
neció siempre fiel a la improvisación y una decisiva alianza
ideología esencial de la Revolución con la diosa Fortuna. Recibió los
Francesa, que había bebido en la primeros favores de esta divinidad
Encyclopédie y en los philosophes. antes de nacer, pues la cesión de
Del mismo modo, siempre pudo Córcega a Francia por parte de la
adaptar sin violencia su jacobinismo de República de Génova, en 1768, iba a
partida al autoritarismo de sus años ofrecer al niño que vendría al mundo
de máximo gobernante. Y también su- al año siguiente, en Ajaccio, unas opor-
po cohonestar su lealtad a las conquis- tunidades incomparablemente superio-
tas revolucionarias con la necesidad de res a aquellas de que hubiera disfruta-
encauzar la actuación torrencial del go- do dentro del mundo soñoliento de la is-
bierno del Comité de Salud Pública ha- la bajo la soberanía genovesa. En efec-
cia los canales más tranquilos que exigía to, la familia Buonaparte había hecho
una sociedad ya cansada de tantas con- una meditada elección a favor de Fran-
mociones. Ambicioso de gloria, buscó Escudo de Napoleón, un gobernante que
cia, de tal modo que el joven Napoleón
denodadamente la coincidencia entre sus concilió su ambición y su autoritarismo con pudo beneficiarse de una educación ge-
intereses personales y los de la Francia los ideales revolucionarios de 1789. neral y de una formación militar que le
surgida de la Revolución. Y, del mismo permitirían avanzar muchos pasos en el
modo, trató de lograr la imposible con- épocas anteriores y promovió la recon- sentido de sus aspiraciones. Todavía, sin
ciliación de sus afectos personales con ciliación nacional –amnistías para la aris- embargo, hubo de vencer la llamada de
las necesidades derivadas de su proyec- tocracia emigrada, para los jacobinos de- su tierra natal, la sugestión de desempe-
to político: recompensó a sus mariscales, portados, para la chouannerie contra- ñar un papel relevante en la Córcega di-
pero abandonó al general Kléber en rrevolucionaria–, pero al parecer no pa- rigida por Paolo Paoli, como gobernador
Egipto; tuvo un gran respeto por la vi- deció remordimientos de conciencia por del rey constitucional Luis XVI. En esa
da humana, pero las guerras que llevó a la ejecución del duque de Enghien, en tesitura, sus discrepancias con el líder
cabo se saldaron para Francia con la un momento de recrudecimiento de la corso, la sublevación de su propio re-
muerte de cerca de un millón de hom- actividad conspirativa; fue sensible al gimiento, la animadversión de Paoli
bres; acabó con la represión sumaria de amor, pero aceptó de buen grado el ma- contra la recién proclamada República
trimonio por razones dinásticas con Ma- Francesa y el rebrote del nacionalismo
CARLOS MARTÍNEZ SHAW es catedrático de ría Luisa de Austria. corso, que consideraba a los Buonaparte
Historia Moderna, UNED. Las principales bazas del éxito de como enemigos de la patria y colabora-
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Napoleón cruzando el Puente de
Arcola, por Antoine-Jean Gross, una
muestra del arte áulico heredado del
Antiguo Régimen, que el Emperador
utilizó con fines propagandísticos.
con la negativa de Napoleón a aceptar,
en mayo de 1795, un despacho en el
ejército del Oeste. En este presunto tras-
piés se revela una inteligente decisión
de su parte, que, al mismo tiempo que
rechaza implicarse en una penosa acción
de retaguardia contra los chouans de La
Vendée, puede quedarse en París sin
ninguna función concreta, a la espera de
la oportunidad que pueda brindarle una
situación política extremadamente flui-
da. La ocasión se presenta cuando el viz-
conde Paul de Barras, uno de los com-
ponentes del Directorio, le nombra se-
gundo comandante del ejército del In-
terior y le encomienda poner fin a la so-
terrada conspiración realista. Napoleón
acaba con la sublevación monárquica
mediante la acción militar del 13 Ven-
dimiario del año IV (el 5 de octubre de
1795). Es nombrado general de división
del ejército del Interior y, más tarde, co-
mandante en jefe del ejército de Italia.
De este modo, las campañas en tierras
italianas, con las memorables victorias
de Arcola (noviembre, 1796) y Rívoli
(enero, 1797), la firma de la Paz de Cam-
poformio (octubre, 1797) y la creación
de las repúblicas Ligur y Cisalpina, per-
miten consolidar la fama del “general
Vendimiario”.
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EL ASTRO. EUROPA, DESLUMBRADA
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
Sin embargo, antes de franquear ese Napoléon: Oriente era un mundo fabu- valiosos hallazgos científicos– contribu-
último umbral, Napoleón emprenderá loso, donde se habían formado los gran- yó en no poca medida a la leyenda na-
una de sus más célebres aventuras. Así, des imperios de la Historia, donde se poleónica, la falta de un respaldo naval
como alternativa a la invasión de Ingla- conservaban los más grandes vestigios suficiente condenó la empresa egipcia al
terra –que seguía siendo el principal de la Antigüedad, donde estaban encla- fracaso, tras la destrucción de la flota ga-
enemigo de Francia–, Napoleón propu- vados los Santos Lugares. Ahora bien, si la por el almirante Horatio Nelson en la
so al Directorio la organización de una la batalla de las Pirámides fue un nuevo rada de Abukir (agosto, 1798), que dejó
expedición a Egipto. Aunque, desde el éxito de la infantería francesa manda- al ejército francés prisionero en África.
punto de vista estratégico, la ocupación da por Napoleón –que presentó una for-
del territorio egipcio significaba pro- mación en cuadro contra la que se es- Un año en Oriente
yectar una amenaza contra la India, la trellaron las sucesivas avalanchas de la Una vez más, la combinación entre in-
pieza clave del imperio ultramarino caballería mameluca– y si el “sueño teligencia, sentido de la oportunidad y
británico, otros motivos de índole per- oriental” de Napoleón –con sus perdu- fortuna fue la aliada de Napoléon, que,
sonal debieron jugar en la decisión de rables frases grandilocuentes y sus después de deambular durante un año
por Egipto y Siria, consigue escapar de la
ratonera en que se había deslizado bur-
Europa napoleónica lando a la flota inglesa y desembarcando
en Fréjus para continuar viaje hasta Pa-
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proclamación del Estado laico y toleran-
te con las creencias de los ciudadanos.
La institucionalización necesitó de un
gran esfuerzo normativo, hasta tal pun-
to que algunos autores han visto en Na-
poleón un nuevo Justiniano. Primero,
procedió a la creación de unas nuevas
estructuras administrativas, que siguie-
ron un modelo altamente centralizado y
uniformizado, tanto en lo relativo a los
principales órganos de gobierno como
en el campo de la administración terri-
torial –las prefecturas departamentales–.
Segundo, promulgó una serie de códi-
gos –de procedimiento civil, comercial,
de instrucción criminal, penal–, entre los
cuales hay que destacar el código civil
de los franceses, el famoso Code Napo-
léon (marzo, 1804), que iba a servir de
prototipo para muchos otros países. Ter-
cero, se encargó de la reorganización del
sistema judicial –aunque aquí los go-
biernos revolucionarios lo habían hecho
casi todo–, del sistema financiero –con
la creación del Banco de Francia, entre
otras medidas– y del sistema educativo
–con la creación de los liceos de se-
gunda enseñanza y de la universidad
que sería llamada napoleónica–. Final-
mente, reorganizó o creó una serie de
instituciones científicas llamadas a una
larga vida: el Museo de Historia Natural,
el Instituto Nacional de Ciencias y Artes,
el Colegio de Francia.
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EL ASTRO. EUROPA, DESLUMBRADA
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
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en el fondo la ilusión de un imperio uni- Sus acciones también impresionaron vi-
versal? Pese a la necesidad de combinar vamente la imaginación de sus contem-
las distintas motivaciones, es preciso poráneos, y no sólo entre los franceses,
concluir que si bien Napoleón tuvo en sino también en otros ámbitos, particu-
cuenta prioritariamente los intereses larmente en aquellos que más podero-
franceses (“La France avant tout”), tam- samente experimentaron la onda expan-
bién incluyó entre sus aspiraciones la re- siva de la energía revolucionaria e impe-
publicanización de los territorios que rial, como fueron Italia y Alemania.
iban cayendo bajo su órbita de influen-
cia, la exportación de los valores de la Admirado por la élite
Revolución Francesa a los demás países Si en el primer caso basta recordar el
y, por ese camino, en suma, la moder- sentimiento expresado por Alessandro
nización de Europa. Manzoni en su conocido poema Cinco
Napoleón Bonaparte fue, en definiti- de Mayo, en tierras de Alemania es bien
va, un hombre dotado de genio, capaz conocida la intención de Beethoven de
de percibir el rumbo de la Historia y ca- dedicar su Tercera Sinfonía a Napoleón,
paz de definir su lugar en el desenvol- así como la admiración que Goethe sin-
vimiento de esa misma Historia. Un hom- tió siempre por el Emperador, que a su
bre que además contó con los favores juicio, a la altura del año 1807, repre-
tanto de Marte como de Minerva y con sentaba “el fenómeno más extraordina-
la protección permanente de la Fortuna. rio que hubiera podido producir la His-
Su inspiración le permitió ocupar uno toria después de César y Alejandro”, pa-
tras otro diversos puestos clave, desde labras a las que harán eco las primeras
donde influir en los trascendentales líneas de La Cartuja de Parma, de
acontecimientos que se estaban produ- Stendhal, otro de sus incondicionales.
ciendo en su época. De esta forma, cum- Su grandeza le sería reconocida in-
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De Bonaparte a
NAPOLEÓN
Desde 1799 hasta 1814, el gobierno de Napoleón no fue más que una
férrea dictadura, en la que Bonaparte fue acumulando cada vez más
poderes. Manuel Moreno se adentra en el entramado legal
y la estructura burocrática y represiva organizada por el dictador
N
apoleón entra de pleno en
sus destinos: necesitó hom-
bres, los hombres tuvieron
necesidad de él, los acon-
tecimientos lo hicieron posible, él hizo
posibles los acontecimientos” (Chate-
aubriand).
A los 17 años, el joven Bonaparte
comenzó a escribir una especie de
novela que trataba de un aventu-
rero austríaco que se hacía pro-
clamar rey de Córcega con el
nombre de Teodoro I. Era la his-
toria de una aventura, en la que
se resume la suya propia, al ha-
ber pretendido igualmente “con-
tribuir a la felicidad de una na-
ción”. Por más que en su caso
no se contentara con la “felici-
dad” de Córcega, su tierra natal.
Pues lo mismo que Cromwell en
el caso de Inglaterra, se propu-
so la felicidad de la nación fran-
cesa, y, poco después, en mayor
medida que César, el dominio
del mundo. Lo advertía ya, en la
temprana fecha de 1800, un fo-
lleto que corrió por París con el
título de Paralelo entre César,
Cromwell y Bonaparte, que la
policía atribuyó, sin que le falta-
ra razón, a su hermano Luciano.
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Justo en un momento en que nadie den- determinaron que “para ejecutar lo que
tro o fuera de Francia podía imaginar la cabeza imagina” no había más opción
que el flamante cónsul Bonaparte ha- que la de Bonaparte.
bría de convertirse, poco después, en Y la llegada de Bonaparte a Fran-
el emperador Napoleón. cia, después de la campaña de Egip-
to, acabó por decidir la situación.
La dictadura “Aquí está vuestro hombre”, dijo el
Los hechos prueban que, durante general Moreau a Sieyès. Y no se
el Directorio, ni siquiera los repu- equivocó.
blicanos más avezados fueron Frente a Moreau, por ejemplo,
conscientes del peligro que podía que toleraba la propaganda realis-
suponer para los destinos de Fran- ta en su ejército del Rin, y conspi-
cia el general Bonaparte. Ante el de- raba abiertamente con Pichegru en
terioro de la situación política, na- contra del régimen, el ausente Bona-
die podía imaginar que aquel militar parte era el hombre de la situación. Sus
de fortuna pudiera convertirse en el re- campañas en Italia, y después en Egip-
generador de la República. “Todo esto to, le habían hecho famoso ante el pue-
ocurre –llegó a decir Sieyès– porque blo. Y su reputación ante el ejército, in-
entre nosotros sólo hay masas, y no una tegrados por tantos viejos sans-culottes,
sola cabeza y un solo sable para eje- era el de un republicano leal, que ha-
cutar lo que la cabeza imagina”. Pero, bía hablado de libertad e incluso de paz.
en la nueva situación, el famoso autor Y los hechos se encargaron de demos-
de Qué es el Tercer Estado se equivo- trar que aquella prodigiosa cabeza no
có de plano. Allí estaba, por fin, des- tardó en conseguir lo que el Direc-
pués de diez años de revolución, el torio no fue capaz de lograr: pacifi-
sable y la cabeza capaces de con- car el país, conquistar a la juventud,
seguir por fin la regeneración de y recoger los frutos positivos de la
Francia. Por esta razón, el histo- Revolución.
riador Albert Soboul ha llamado al A pesar de sus grandes poderes,
18 de Brumario, que fundó el po- el sistema dictatorial del Directorio
der absoluto de Bonaparte, un “día dependía tanto del acuerdo, siem-
de los inocentes”. pre difícil, de los propios directores
En la ajetreada vida del Directorio como de la suerte de las elecciones
fueron muchos los que pensaban ca- y de las oposiciones internas por par-
da vez más en la necesidad de un gol- te de unos y otros. Por ello, la dictadu-
pe de fuerza. Entre los mismos dipu- ra impuesta por Napoleón tras el 18 de
tados eran numerosos los contrarrevo- Brumario, terminó restaurando el poder
lucionarios. No se hablaba de otra co- absoluto de un hombre. Y cosa digna
sa que de conspiradores “anglo-realis- Anverso y reverso de una moneda de un
de notarse: nadie pareció darse cuenta
tas”. La nueva mayoría de los Quinien- franco del año XI. En febrero de 1800, de ello de momento. Pues la noticia fue
tos llegó a nombrar como presidente Napoleón creó el Banco de Francia. acogida sin un relieve especial. Apa-
a un conspirador reaccionario tan cons- rentemente se trataba de otro golpe de
picuo como el general Pichegru, de- fue efímero. Y aunque la contrarrevolu- Estado más. No dejó de sorprender, sin
nunciado como traidor por los propios ción parecía vencida, la dictadura del embargo, la juventud del nuevo dicta-
republicanos, a la vez que votaba un ejército se presentía. De hecho el se- dor: 30 años en el momento de dar el
proyecto de amnistía en favor de los gundo Directorio se convirtió en una golpe de 1799.
emigrados. El recurso al ejército se vis- dictadura contra los emigrados, contra Desde entonces hasta el final del dic-
lumbraba ya en el horizonte. Sobre to- los sacerdotes, contra los refractarios y tador en 1814, el gobierno del general
do una vez que tras el 18 de fructidor contra cualquier “agente político” de la Bonaparte, que de simple ciudadano se
(4 de septiembre de 1797, en que los contrarrevolución. Incluso hasta contra convierte en 1804 en emperador, no se-
“triunviros” ordenaron el arresto de Car- los constitucionales, cuando se negaban rá otra cosa que una férrea dictadura.
not y Barthélemy, y el general Auge- a prestar juramento de odio a la reale- Pero una dictadura que sólo fue realis-
reau cercó Las Tullerías), las tornas se za o, simplemente, no observaban las le- ta en la ejecución. Pues como señalara
cambiaron. Y numerosos diputados fue- yes de la Convención que prohibían las el gran historiador George Lefebvre, en
ron condenados, sin juicio previo, al manifestaciones externas del culto. el proyecto “nada puso freno a su ima-
destierro. Al mismo tiempo, se resta- Por ello, evidentemente, para encau- ginación: ni la lealtad dinástica de un
blecían las leyes contra los emigrados zar y estabilizar la situación era nece- Richelieu, ni la virtud cívica del patrio-
y los sacerdotes. sario en verdad “una sola cabeza y un ta o el idealismo del revolucionario, ni
Pero el golpe de Estado de fructidor solo sable”. Y los acontecimientos el freno moral y religioso del creyente”.
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DE BONAPARTE A NAPOLEÓN
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
Napoleón, rodeado de su familia, en la terraza del Castillo de Saint-Cloud, en 1810, por Louis Ducis, Palacio de Versalles.
Ahora bien, a pesar de sus numerosos lo pudo imponerse a la nación mante- Italia y en Egipto. Desde luego, tenía
detractores, ejerció la dictadura absolu- niendo lo esencial de la obra revolucio- grandes desconocimientos en cuestio-
ta de tal forma como la Historia, dos- naria, que el mismo Directorio había nes económicas y jurídicas. Pero frente
cientos años después de su aventura, lo consolidado. Y desde el primer mo- a los hombres del Directorio, sus ideas
tiene perfectamente juzgado. mento quedó claro que la reorganiza- las tenía muy claras. A los prefectos les
Desde luego, a diferencia de la época ción del aparato del Estado, aunque con hizo saber que su primer cuidado era
de desorden y permanente inestabili- concesiones inoperantes a la galería, es- acabar totalmente con la “influencia mo-
dad de los años revolucionarios, el nue- taba en manos firmes. El dictador con- ral” de unos sucesos que seguían domi-
vo régimen dictatorial supo poner en trola todo: nombra a los alcaldes en los nando desde hacía ya demasiado tiem-
marcha un proyecto conciliador que
gustó a los franceses. En la nueva Cons- Los expertos señalan que Napoleón sólo
titución del año VIII, puesta en vigor el
día de Navidad del mismo 1799, no se pudo imponerse a la nación manteniendo
incluía ya la Declaración de Derechos.
Todo el poder era para el dictador en su
lo esencial de la obra revolucionaria
calidad de Primer Cónsul. Con la parti- municipios de más de cinco mil habi- po. El dictador supo presentarse desde
cularidad de que el poder del dictador tantes, a los subprefectos en los distritos el principio como el pacificador. “Haced
fue haciéndose cada vez mayor tras la y a los prefectos en los departamentos. que cesen las pasiones odiosas, que se
realización en la práctica de verdaderos Y de hecho el prefecto, reclutado del an- apaguen los resentimientos, que se bo-
golpes de Estado sucesivos, que culmi- tiguo personal revolucionario modera- rren los recuerdos dolorosos”, ordenó a
naron con la proclamación del Imperio. do, se convirtió en el verdadero res- los prefectos. “En vuestros actos públi-
ponsable de la administración. cos, y hasta en vuestra vida privada –les
El nuevo Estado El dictador, ciertamente, había de- recomendaba–, sed siempre el primer
Los historiadores de la Revolución están mostrado gran valor en los campos de magistrado del departamento, nunca el
de acuerdo en admitir que Napoleón, batalla, y no le faltaron cualidades de ad- hombre de la revolución”.
tras el golpe de Brumario de 1799, só- ministrador y de hombre de Estado en Como era de prever, el dictador
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potenció el carácter policial del régimen. el sistema del Estado napoleónico nunca moral” del Imperio. En este sentido, no
Antes de la creación de un Ministerio de se estabilizó, los logros hablaban por sí puede discutirse que de 1800 a 1814,
Policía General en 1804, los primeros solos. La inmensa mayoría de los fran- Francia vivió bajo el “régimen de la ley
agentes policiales fueron los mismos ceses estaba contenta con lo conseguido de sospechosos”. Fue el precio del des-
prefectos que estaban facultados para casi por ensalmo: la igualdad civil, la abo- potismo. La represión policial escapa-
enviar lettres de cachet contra los sos- lición definitiva de los abusos señoriales, ba al control judicial. Ningún periódico
pechosos políticos. Fouché como mi- la venta de los bienes nacionales o la podía aparecer sin la autorización del
nistro y Desmaret como director de la conquista para Francia del respeto exte- ministro de la Policía. Y, al final, hasta
Sureté, convirtieron a la policía en un rior. Y todo ello a pesar de que el auto- un decreto de 1810 decidió que en ca-
servicio de inteligencia permanente, que ritarismo se fue apoderando cada vez más da departamento sólo habría un perió-
lo mismo vigilaba la correspondencia o de la República, y la centralización se fue dico, bajo la autoridad del prefecto.
practicaba todo tipo de detenciones que haciendo cada vez mayor. El gran dictador puso en funciona-
velaba por la seguridad del Estado, co- Napoleón –ha escrito un historiador miento su Estado sobre la base de los
metiendo todo tipo de atropellos. Los napoleónico– fue “un genio que inven- prefectos, la policía y los senadoconsul-
mismos, ni más ni menos, que en cual- tó la grande guerre y la policía superior”. tos. La soberanía nacional se seguía pro-
quier dictadura. Ciertamente no inventó la dictadura, pe- clamando, lo mismo que las prerrogati-
Después de diez años de luchas inter- ro modernizó ésta hasta un grado extra- vas del poder legislativo –dividido en tres
nas, el dictador había conseguido ordinario. Su ideal fue –ha escri- asambleas para restarle fuerza–. Pero na-
dar paz a los franceses. Y a los to Soboul– tener una ficha “al die se engañaba, el único que mandaba
ojos de éstos, los excesos de día” de toda persona con una era Bonaparte. “El principio democrático
seguridad quedaban justifica- cierta influencia, y hasta crear –decía uno de sus senadoconsultos or-
dos. Y, aunque en el fondo, una “estadística personal y gánicos de la Constitución del año X– (es)
elemento absoluto de todo gobierno li-
Joseph Fouché, ministro de bre, pero ahora se encuentra combinado
Policía General, la convirtió con más acierto”. Y como todo dictador,
en un servicio de justificaba sobradamente su fuerza con la
inteligencia permanente, ratificación popular. Pues, en realidad,
característico de las
Bonaparte, convertido como emperador
dictaduras.
en Napoleón, gobernó para el pueblo y
por el pueblo como un déspota ilustrado
del Antiguo Régimen.
La Francia napoleónica
Para el pueblo y por el pueblo reformó
la administración, implantó la reforma
judicial y fiscal y reorganizó el siste-
ma bancario. En 1800, precisamente, se
creó el Banco de Francia, con la con-
siguiente reforma monetaria. Medidas
que iban de acuerdo con el mundo de
los negocios. En favor de la felicidad
del pueblo, el dictador, encerrado en
Las Tullerías con sus secretarios de tur-
no, fue capaz de crear una nueva bu-
rocracia, formada por competentes fun-
cionarios y empleados, muchos de ellos
procedentes de la monarquía, que do-
taron al Estado de una eficacia nunca
conseguida ni durante el Antiguo Ré-
gimen ni durante la Revolución. Y en
todas las facultades: cultos, instrucción
pública, dirección de puentes y cami-
nos, tesoro o ejército. Ellos fueron ver-
daderamente los responsables, bajo las
directrices del dictador, de las grandes
leyes y del Código Civil.
A lo largo de la dictadura de Napo-
león (1799-1814) se produjo una sim-
biosis entre el dictador, primero como
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DE BONAPARTE A NAPOLEÓN
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
Primer Cónsul y después como Empe- sobre las clases populares, actuó en su miento del orden y aseguraba el mis-
rador, y Francia. Muchos brumarianos favor, al presentarse el dictador como el mo apoyo popular. Y hubo períodos de
quedaron decepcionados desde luego, defensor de la sociedad. la dictadura, como, por ejemplo, el de
por no hablar de los jacobinos o de los 1807 a 1810, caracterizados por la pros-
monárquicos. Madame de Staël llegó a Dinero y apoyo social peridad y el crecimiento. Quizás fueron
confesar incluso su deseo de que el dic- Sus dictados económicos estuvieron los años más felices, coincidiendo con
tador fuera derrotado, como único me- orientados a las mejoras de las clases po- el optimismo producido por el enten-
dio de detener los progresos de la tira- pulares, por más que, en el fondo, le tra- dimiento de Tilsit y las grandes victorias
nía. Y se conspiró largo y tendido para jera sin cuidado la instrucción del pue- en Europa. Y cuando todavía no era de-
acabar con la vida del tirano. Pero, a pe- blo, por ejemplo. Adorador del dinero, masiado visible la “úlcera” de España, ni
sar de los excesos del sistema e inclu- Bonaparte tenía muy claro que su régi- la crisis general afectó al sector indus-
so del terror, los franceses lo idolatraron. men tenía que basarse en una economía trial o al agrario, como sucedió inme-
Incluso hasta sucesos adversos como la próspera y productiva, que, en definiti- diatamente después.
carestía inusitada de 1802, que se cebó va, era lo que garantizaba el manteni- Promulgado el 30 de ventoso del año
Napoleomanía en Francia
L os retratos de Napoleón demuestran que
era casi calvo; tal vez por culpa de los ina-
gotables mechones de su pelo que aparecen
pecializado en napoleomanía, goza con la es-
quizofrenia de sus compatriotas: “Adoran al
general Bonaparte y pretenden ignorar al Em-
la Coronación con un rosario de exposicio-
nes”. Cuatro muestras importantes en París
y otras cuatro en sus alrededores puntúan es-
en las subastas”. Jean Tulard, historiador es- perador, pero conmemoran el bicentenario de te homenaje. Son éstas:
DATOS ÚTILES
Le Sacre de Napoléon peint par David
Louvre, Aile Denon. www.louvre.fr
Hasta el 17 de enero
Napoléon amoureux: bijoux de l’Empire
Chaumet, 12, place Vendôme
Hasta el 2 de diciembre
Images du Sacre de l’Empereur
Musée de l’Armée, 129,
rue de Grenelle.www.invalides.org
Hasta el 12 de enero
Les trésors de la Fondation Napoléon.
Dans l’intimité de la Cour impériale
Musée Jacquemart-André, 158 bd Haussmann
www. musee-jacquemart-andre.com
Hasta 3 de abril
Bijoux des deux Empires. 1804-1870.
Mode et Sentiment
Musée de La Malmaison, tel. 01 41 29 05 93
Hasta el 28 de febrero
Le Pape et l’Empereur
Musée du Château de Fontainebleau
Tel. 01 60 71 50 70
Hasta el 24 de enero
La pourpre et l’exil. L’aiglon et le Prince imperial
Château de Compiègne, tel. 03 44 38 47 00
Hasta el 7 de marzo
Les Clémences de Napoléon
Bibliotheque Paul-Marmottan
www. boulogne-billancourt.com
Hasta el 29 de enero
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Napoleón visitando la enfermería de los Inválidos, en febrero de 1808, por Alexandre Veron-Bellecourt (Palacio de Versalles).
XII (21 marzo 1804), el Código Civil de miento del sistema económico instaura- el principio de igualdad jurídica. En cual-
los franceses sintetiza los logros de la do por la burguesía, en evidente per- quier caso, para el dictador, el Código
Francia napoleónica. Su objetivo fue ins- juicio tanto de la aristocracia como de Civil, convertido en la biblia de su ré-
tituir la paz, ciertamente una “paz bur- las clases trabajadoras. Su objetivo no gimen, tuvo un carácter no sólo nacio-
guesa”, que imponía a todos los ciuda- fue otro que mantener lo conseguido nal. Pues lo impuso, igualmente, en los
danos las nuevas reglas del juego. Con tras las discordias revolucionarias, y territorios que anexionaba, lo mismo en
la organización de las relaciones priva- mantener el nuevo orden establecido, el Ducado de Varsovia que en Hambur-
das, se aseguraba el buen funciona- en flagrante contradicción a veces con go o en Danzig. En octubre de 1807,
cuando se preparaba para la aventura de
España, ordenó que “a partir del prime-
Frialdad oficial ro de enero, el código napoleónico fue-
ra la ley de sus pueblos”.
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NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
Alegoría de la
rendición de Ulm, el
20 de octubre de
1805, por Antoine-
François Callet,
Palacio de Versalles.
Un sueño imposible
EL IMPERIO
A diferencia de algunos de sus predecesores, Napoleón se vio convertido en
emperador, casi sin habérselo propuesto. Pero su gran error de cálculo,
estima MANUEL MORENO, fue que pensó en extender su poder y
su ideario por una Europa imaginaria, como se vio en España y Rusia
S
iete años antes de la proclama- Alpes, primero, a los austríacos, en el minal del año V (abril de 1797). Siete
ción del Imperio en 1804, el ge- cuartel general francés, en el Castillo de años después, en frimario del año XII,
neral Bonaparte tenía ya muy cla- Eggenwald, cerca de Leoben, a poco más todo el mundo pudo comprobar que la
ro que la República francesa era de un centenar de kilómetros de Viena. República francesa, transformada en Im-
en Europa lo que “el sol en el horizon- Y, después, al propio Directorio, al dar- perio era una realidad. Y que “el sol en
te”. Se lo dijo, a resultas de sus éxitos im- le cuenta de las conversaciones con los el horizonte” no era otro que el propio
parables en el norte de Italia y en los plenipotenciarios austríacos, que se obs- general Bonaparte, convertido, hasta con
tinaban aún en no reconocer a la Repú- las bendiciones del Papa, en el Empe-
MANUEL MORENO ALONSO es profesor titular blica francesa. rador de Francia, y, muy pronto, en el
de Historia Contemporánea, U. de Sevilla. Transcurría entonces el mes de ger- señor de Europa.
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El año 1804 es fundamental en la his- motivos del Título preliminar– es la ley viejo revolucionario poco conocido, de
toria de Napoleón. Los preparativos pa- suprema en una sociedad. Proteger los donde el comentario de los enemigos
ra la invasión de Inglaterra van adelan- convenios contra esa ley sería situar las de Bonaparte, según el cual “jamás amo
te. Como primer cónsul vitalicio, Bona- voluntades particulares por encima de la más deslumbrante salió de la proposi-
parte actúa realmente como un monar- voluntad general, lo que significaría di- ción de un esclavo más insignificante”.
ca. Dueño indiscutido del poder, elimi- solver el Estado”. La defensa a ultranza Como tantos otros ciudadanos de la
na todo tipo de oposición a su volun- de la propiedad, consagrando la supe- República, Jean-François Curée era un
tad con las detenciones de los genera- rioridad legal del empresario y reco- admirador de Bonaparte. Antiguo miem-
les Pichegru y Moreau. Y, el 21 de mar- giendo la Ley de Chapelier, que prohi- bro de la Convención, no votó la pena
zo, no duda en ejecutar al duque d’Eng- bía las coaliciones y las huelgas, convir- de muerte de Luis XVI y se mostró siem-
hien. Acusado de haber tomado las ar- tió al nuevo Código en la base del nue- pre defensor del orden. Partidario des-
mas contra la República y de conspirar vo Estado. Al tiempo que consagraba la de el principio del golpe de Brumario y
a sueldo de los ingleses, el Primer Cón- desaparición de los privilegios nobilia- ferviente defensor de un gobierno de
sul actúa en defensa de la República y rios y proclama los principios de 1789: orden, era miembro de la Legión de Ho-
de la Revolución. De su parte cuenta libertad de la persona, igualdad de todos nor desde meses antes de hacer la pro-
con la voluntad de la nación y, lo que ante la ley, libertad de conciencia, laici- posición que le haría famoso: “El siglo
es más importante, con un ejército de dad del Estado y libertad de trabajo. de Bonaparte se encuentra en su cuar-
500.000 hombres. Cuarenta días después de la promul- to año; la nación quiere que un jefe tan
gación por decreto del nuevo Código ilustre vele por su destino”. El esclavo,
El Código Napoleón –que apareció a los ojos de la Europa inútil es decirlo, sería ampliamente re-
El mismo día en que se ejecutó al duque, del Antiguo Régimen como el símbolo compensado. Primero entró en el Se-
el 30 de ventoso del año XII (21 de mar- de la Revolución–, y de la ejecución del nado y, después, fue hecho conde. A su
zo de 1804) se promulgó el Código Civil duque d’Enghien, un miembro del Tri- celo se debieron después las proposi-
de los franceses, más tarde Código Na- bunado, llamado Curée y poco conoci- ciones de erección de la Columna
poleón. Preparado por una comisión do, propuso la moción, el 30 de abril de Vendôme. Su carrera terminó con la
creada cuatro años antes, el nuevo tex- 1804, de elevar a Bonaparte al poder su- caída del Imperio y murió, con más de
to se erigía en garante, por encima de to- premo de Emperador, en agradeci- ochenta años, en 1835.
do, del orden público. “El mantenimiento miento a su defensa de la libertad. Apa- La proposición del Tribunado fue
del orden público –se decía entre los rentemente, la iniciativa provenía de un aceptada por el Senado, que la trans-
Amanecer del 18 de Brumario, el golpe de mano que colocó en sus manos el poder, ya que se le encargó la seguridad nacional de la República.
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UN SUEÑO IMPOSIBLE, EL IMPERIO
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
La Batalla de Austerlitz, una de las mayores victorias de Napoleón, tuvo lugar el 2 de diciembre de 1805, por Gérard, Palacio de Versalles.
formó en decreto, proponiendo a Na- contrario, a través de la propuesta del Napoleón Bonaparte, sin precisar la
poleón como Emperador de los france- Tribunado, Napoleón, que aparentaba esencia de su poder. El Imperio era un
ses. De esta forma, por consiguiente, estar por encima de nuevos honores, se hecho. Y la dignidad pasaba a la des-
Bonaparte, a diferencia de César o de sintió llamado para ello, directamente, cendencia directa del Emperador,
Cromwell, se vio convertido en empe- por el pueblo. Un hecho excepcional quien, no teniéndola por el momento,
rador sin esfuerzo alguno, casi sin ha- que el Senado no tuvo más remedio que podía escoger por adopción a su su-
bérselo propuesto. Pues lo que hizo fue aceptar mediante la consiguiente refor- cesor de entre los hijos de sus herma-
aceptar la corona que se le ofrecía, con- ma constitucional. Así nació la Consti- nos. Lejos de la idea de aceptar una di-
virtiéndose en una especie de Washing- tución del Año XII, que fue redactada nastía a la manera de los Borbones, el
ton coronado, a propuesta de los pro- rápidamente y promulgada bajo la for- Imperio se presentaba como una “dic-
pios ciudadanos y de las instituciones de ma de un senadoconsulto de 18 de ma- tadura” destinada a preservar las con-
la República. El 4 de mayo tuvo lugar la yo (28 floreal del año XII). quistas revolucionarias. Dentro del nue-
ratificación, y el 18 el mayo fue procla- Con 142 artículos, la nueva Consti- vo régimen, todos los representantes de
mado emperador en Saint-Cloud, en las
mismas salas –diría con maldad Cha- Constitución del año xii: “El gobierno de
teaubriand– donde Enrique III fue ase-
sinado, Enriqueta de Inglaterra envene- la república se confía a un emperador, con
nada, y de donde María Antonieta par-
tió para el patíbulo.
el título de Emperador de los Franceses”
tución establecía el nuevo régimen, el la autoridad estaban obligados a pres-
La Constitución del Año XII Imperio, y adaptaba a este régimen las tar juramento ante el Emperador, de
En el camino al Imperio, la propagan- antiguas instituciones. El artículo 1 de quien emanaba toda autoridad.
da bonapartista supo rentabilizar hábil- la nueva Constitución decía: “El go- Todo quedaba supeditado a la ratifi-
mente el clima de indignación de gran bierno de la república se confía a un cación del nombramiento por parte del
parte de sus simpatizantes ante las noti- emperador que toma el título de Em- pueblo mediante el oportuno plebiscito
cias de las conspiraciones urdidas para perador de los Franceses”. El título fue que confirmara la designación. Sus re-
asesinar a Napoleón. Y perfectamente escogido frente al de rey para de esta sultados fueron hecho públicos el 6 de
dirigida, la prensa dio a conocer a sus forma evitar la susceptibilidad de los re- noviembre. A favor de la designación
lectores la necesidad de asegurar el po- volucionarios. Y porque, evidentemen- hubo una mayoría aplastante: 5.572.329
der del Primer Cónsul para conseguir te, seducía al propio Napoleón que, de votaron a su favor; y sólo 2.569 en con-
la estabilidad del régimen. El cónsul vi- esta forma, sobrepasaba en su omni- tra. Como es de suponer, detrás de la
talicio, que actuaba en la práctica co- potencia a los reyes de Francia, en- consulta popular estaba el propio Bo-
mo un monarca absoluto, no necesitó troncando con la propia idea imperial naparte, quien había dicho a Thibau-
por consiguiente de un nuevo Brumario de Carlomagno. deau: “La apelación al pueblo tiene la
para llegar al Imperio. Muy por el El artículo 2 designaba el titular, doble ventaja de legalizar la prórroga y
75
La obsesión española del Emperador
D esde el principio al fin, la aventura na-
poleónica en España fue el resultado
de un craso error”, escribe Manuel More-
prive al texto del relato cronológico de los
hechos, descrito con una prosa sobria, un
tono no exento de ironía y de gran eficacia
no Alonso, al inicio de su original análi- para transmitir su análisis de los hechos.
sis, que acaba de aparecer, sobre el fracaso La obra aborda las relaciones entre Es-
que supuso la invasión de España. Original, paña e Inglaterra, como uno de los hilos
porque parte el autor del concepto tópico conductores que llevaron a Godoy a caer
que tenían de España el Emperador y los en la tela de araña napoleónica; el peso de
franceses de su generación, basado en auto- la Historia francesa en la decisión de Bo-
res llenos de prejuicios que, a lo largo del naparte de emular al Rey Sol, Luis XIV, en
siglo XVIII, acuñaron la imagen de una Es- su determinación de unir los destinos de
paña arcaica y aletargada, cruel y sojuzga- España y Francia; la trampa de Bayona, en
da por la Iglesia. la que los Borbones pusieron en sus ma-
Napoleón, que según el autor “subesti- nos la Corona por estulta malicia, y la gran
mó siempre a los otros y no tuvo jamás un trampa en la que, a la hora de la verdad,
plan”, no entendió que el buen y atrasa- cayeron los ejércitos franceses: el avispero
do pueblo español no sólo no le acogiera tratara de quitarse la espina clavada, como español, que seguiría obsesionando a Na-
con agradecimiento, sino que incluso se recogió Las Cases en su Memorial. poleón hasta su última hora.
permitiera humillar a sus ejércitos en el Una de las claves de la obra de Moreno ARTURO ARNALTE
campo de batalla. Hasta tal punto fue Es- Alonso, que la hace diferente a otros estu- MANUEL MORENO ALONSO
paña una obsesión, que en el exilio en San- dios del mismo tema, es precisamente afron- Napoleón. La aventura de España
ta Elena, el Corso volvía una y otra vez su tar el episodio desde el estudio de la men- Madrid, Sílex, 2004,
mirada a la herida española, como si aún talidad de sus protagonistas, sin que ello 317 páginas, 19 €
de purificar el origen de mi poder”. Den- llegado demasiado lejos. Y se temía, con actuar con un nuevo protocolo de cor-
tro y fuera de Francia el nombramiento la presumible desaparición del cónsul, te imperial. La nueva etiqueta quedó re-
causó un fuerte impacto. Muchos mos- una vuelta a la anarquía y a la guerra ci- gulada por un Decreto del 24 de me-
traron su disgusto. Fue el caso de Car- vil. Y, después de quince años de revo- sidor de este mismo año (13 de julio de
not, que fue el único en oponerse en lución, el país quería orden y estabilidad. 1804). “Se necesita este tipo de cosas”,
público, o de no pocos convencidos re- Por esta razón, hasta el mismo Fouché declaró el futuro Emperador.
publicanos, como ocurrió con el gene- no dudó en aconsejar a Bonaparte que
ral Junot. pusiera en práctica su propósito de de- El Imperio napoleónico
Entre los enemigos del nuevo empe- clarar el consulado hereditario. Con la En su idea de crear una nueva Europa
rador, desde Lafayette a Madame de existencia de un heredero, el régimen dependiente de su cetro, la guerra ca-
Staël, la noticia cayó como una bomba. podía quedar asegurado. Pero el Primer racterizó desde el principio hasta el fi-
En el extranjero, algunos de sus admi- Cónsul estaba dispuesto a llegar mucho nal el Imperio de Napoleón. Si la paz lle-
radores quedaron seriamente decepcio- más lejos. De momento, con el nuevo vó a Bonaparte al Consulado vitalicio, la
nados, como fue el caso de Lord Byron nombramiento, terminaba la era de Bo- guerra le llevó a la creación del Impe-
o el de Beethoven, que rompió la de- naparte y comenzaba la de Napoleón. rio, a su expansión máxima (el gran Im-
dicatoria a Bonaparte de su Tercera Sin- La proclamación del Imperio intro- perio), y a su colapso final. La apropia-
fonía para, a partir de entonces, llegar a dujo desde el principio importantes ción del título imperial fue ya de por sí
sentir por el tirano un odio cada vez ma- cambios. El 14 de mayo de 1804 fueron un motivo para el no reconocimiento
yor, tan sólo atenuado por el final trá- nombrados 18 mariscales. Y un sena- por parte de Austria del nuevo Estado
gico del Emperador en Santa Elena. doconsulto de varios días después (28 de Napoleón. Lo que llevó igualmente
Mientras tanto, con gran actividad, se ha- de floreal del año XII) preveía una or- al zar Alejandro I de Rusia a retirar a su
cían los preparativos para la coronación ganización del palacio imperial, con- embajador en París en agosto de 1804,
del nuevo emperador, que tendría lugar forme a “la dignidad del trono y a la dejando a un simple encargado de ne-
el 2 de diciembre de 1804 en Nôtre- grandeza de la nación”. Se nombraba a gocios. Y después, a entablar un tratado
Dame de París. cinco grandes dignatarios del Imperio secreto con Austria en noviembre de
En la actualidad, los historiadores es- que gozaban de los mismos honores 1804. Pero, a partir de ahora, la rivalidad
tán de acuerdo en que la proclamación que los “príncipes franceses” de la fa- europea, encabezada de nuevo como
imperial fue un recurso escenográfico pa- milia imperial, así como a 10 grandes siempre por Inglaterra, iba a encami-
ra resaltar la figura del cónsul frente a los oficiales civiles de la Corona. Aparecía narse a dilucidar el dominio efectivo de
problemas internos del país. Los planes de esta forma en la cima de la jerarquía lo que, por la fuerza de las armas, ha-
conspiratorios de la oposición habían una nueva aristocracia, que habría de bría de ser el Imperio napoleónico.
76
UN SUEÑO IMPOSIBLE, EL IMPERIO
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
Napoleón recibe el documento del Senado que le proclama oficialmente Emperador de los Franceses, el 18 de mayo de 1804, por Rouget.
El Imperio del nuevo Carlomagno du- distinguir las diferencias de clima, de los valores de la vieja Europa, los va-
raría diez años. Y fue, sin duda alguna, raza, de instrucción, de cultura, de re- lores nacionales y religiosos, y, frente
el intento de un hombre excepcional por ligión, entre unas naciones y otras. En a ellos, al final, el Imperio fracasó es-
integrar Europa en una unidad, que se- la formación del Gran Imperio, el “error trepitosamente.
ría posible por la desaparición de reyes nacional” cometido por Napoleón, lo Napoleón subestimó seriamente la im-
y tronos. El sueño de Napoleón consis- mismo que el religioso, alcanzaron pro- portancia del sentimiento nacional o re-
tió en crear un poder universal de ni- porciones extraordinarios. Sus ejércitos, ligioso porque él no lo tenía en grado
velación política y social, por el cual Eu- que a fin de cuentas eran los ejércitos alguno. De donde su gran error de no
ropa se encontraría sometida a las leyes de la Revolución, no tuvieron en cuenta comprender la realidad europea sobre
el imperio, inspirada por los principios
de la Revolución.
En sus mejores momentos, el Imperio
llegó a comprender Francia, Holanda y
el norte de Alemania –más la Pomerania
sueca–, Italia –Piamonte, Génova, Par-
ma, Plasencia y Toscana, los Estados
Pontificios– y las Provincias Ilíricas, al
otro lado del Adriático. Napoleón es so-
berano (protector) de la Confederación
del Rin –toda Alemania, menos Austria
y Prusia, pero con el Gran Ducado de
Varsovia–; mediador de la Confederación
helvética, y rey de Italia. Eran vasallos
los reinos de Nápoles y España y, a re-
sultas de ello, también Portugal.
El objetivo de Napoleón, hijo al fin
y al cabo del siglo de la razón, fue re-
ducir a la unidad del Imperio la varie-
dad y división de Europa. Y en este
sentido, por querer actuar racional- Napoleón en Rusia, litografía que acompañaba la Historia de Europa de Castelar, publicada en
mente, cometió el gran error de no 1896. Junto con la española, la campaña rusa fue el otro gran error del Emperador.
77
El momento culminante del Gran Im-
perio napoleónico se sitúa en 1810, tras
la victoria de Wagram y la Paz de Viena.
El matrimonio con la hija del emperador
austríaco suponía la realización en ver-
dad del sueño napoleónico. El inmenso
Imperio español pareció haber queda-
do a su arbitrio tras la caída de Sevilla,
el 1 de febrero de 1810. Los dos años si-
guientes gozaron también de cierta es-
tabilidad. Sin embargo, la campaña de
Rusia, en 1812, precipitó la caída. Y, a
partir de entonces, después de la desa-
parición de un ejército de medio millón
de hombres, los días del Imperio están
ya contados. La reunión de los Estados
de Europa en un Imperio –el sueño na-
poleónico– quedaba deshecha por la
fuerza de las armas. Nunca nadie había
pretendido llegar tan lejos en tan po-
cos años.
Tras la creación del Imperio en 1804
y, particularmente, tras la derrota de Aus-
tria en 1805, y de Prusia en 1806, el sue-
ño de Napoleón fue reconstruir Europa
según un sistema “de Estados federativos
Napoleón y Murat pasan revista a las tropas antes de la Batalla de Jena, que tuvo lugar el o verdadero imperio francés”. Se trataba
14 de octubre de 1806, por Vernet, Palacio de Versalles. de una federación de Estados de acuer-
do con los planes del Emperador.
la que actúa. Tal fue el error del siglo de la Convención se convirtió en conde del El modelo de sistema imperial, que
la Razón en general y del pensamiento Imperio– trajeron a París todas las pre- nació en 1804 con motivo de su nom-
girondino en particular: creer que el sen- tensiones de los reyes de las viejas di- bramiento como emperador, fue cam-
timiento nacional no contaba después nastías... No podían persuadirse de que biando, sin embargo, a lo largo de los
de la victoria obtenida por los ejércitos no eran más que grandes prefectos del años, a medida que evolucionaba el
y la diplomacia. A la postre, el propio Imperio”. Un año después, el propio Na- concepto del propio Napoleón sobre su
Emperador se olvidó de lo obvio: que la poleón reconocía ante Metternich que propio papel. Y en esta evolución, el
fuerza de su propio ejército residía en había cometido el gran error de haber sueño de Napoleón consistió en crear
su ardiente sentido de nación, logrado colocado a sus parientes en los tronos. una nueva Europa a imagen de Francia.
durante la Revolución por la leva en ma- “Me han hecho un mal mucho mayor Pero, finalmente, ni el papel de París, ni
sa y “la patria en peligro”. Esto fue lo que el bien que yo les hice”. las victorias militares, ni los generales,
que permitió la victoria del ejército re- Napoleón cometió el grave error de ni los diplomáticos, ni los prefectos, ni
volucionario sobre el extraordinario ejér- pensar en una Europa imaginaria. El pri- tampoco el Código napoleónico como
cito profesional de Prusia. Y esta misma mer revés serio lo constituyó la guerra ley común para sus territorios, hicieron
fuerza, extendida por sus propias tropas, de España que, como años después, re- posible el sueño del Emperador. Entre
produjo después el mismo impacto en conocería en Santa Elena, habría de per- otras razones, porque la integración de
las otras “naciones” de Europa, un cam- derle. Le siguió la guerra contra el Papa, Europa, tal como hoy la vemos, con la
bio, igualmente fundamental, que, sin el mismo Pío VII que le había consa- perspectiva de doscientos años después,
embargo, el Emperador no advirtió. grado emperador, y a quien tuvo pri- no era posible conseguirla –como erró-
En este sentido, el propio Emperador sionero entre 1809 y 1814. Y todo ello, neamente creyó el general Bonaparte–
no llegó a comprender las razones por a pesar de los consejos de su tío, el car- con la fuerza de las armas.
las cuales sus propios hermanos, con- denal Fesch, que le advirtió del flagran-
vertidos en reyes de otros tantos reinos te error que cometía: “Señor, podéis cu- La conquista de Europa
de Europa, se negaban sistemáticamen- brir la tierra con vuestros ejércitos y Muchas han sido las interpretaciones
te a los designios del Imperio, al tiem- vuestro poder, pero no lograréis mandar que se han dado a la política exterior de
po que se identificaban más bien con los en las conciencias...”. Se equivocó con Napoleón. Desde quienes han querido
intereses nacionales de sus nuevos rei- Rusia, y con las naciones que le hicie- verle como el defensor de las fronteras
nos. “Los tres reyes, hermanos y cuña- ron frente en Leipzig. Y, finalmente, se naturales legadas por la Revolución, has-
do del Emperador –escribía en 1809 Thi- equivocó con Inglaterra, que le venció ta quienes lo han visto como el restau-
baudeau, que de viejo revolucionario de definitivamente en Waterloo. rador del Imperio romano. E incluso ha
78
UN SUEÑO IMPOSIBLE, EL IMPERIO
NAPOLEÓN, EL REVOLUCIONARIO CORONADO
Mujeres decisivas: Leticia Ramolino, madre de Napoleón, en una miniatura sobre marfil (izquierda); Josefina de Beauharnais, con quien se
desposó Napoleón en marzo de 1796 (centro), y María Luisa de Austria, su segunda esposa tras divorciarse de Josefina (derecha).
habido quien ha sostenido la tesis del el ejército. Y éste, propiamente, tomó su de un hilo. Pues, entre 1801 y 1815,
“espejismo oriental” como clave de to- forma definitiva en 1805, después de la Francia perdió un millón de hombres en
das sus acciones. En este sentido, Geor- Coronación. Entonces es cuando verda- la aventura napoleónica. Y era de pre-
ges Lefebvre ha defendido que segura- deramente quedó constituido el nuevo ver –los ingleses lo percibieron con cla-
mente nada habría gustado tanto al nue- ejército imperial, que estimulaba a la ju- ridad desde la época de Pitt– que con
vo Alejandro como una incursión hacia ventud ambiciosa, y, con sus uniformes este ritmo llegaría necesariamente un
Constantinopla o la India, por más que y nuevas condecoraciones, atraía la ad- momento en que la victoria, en la ma-
no se haya encontrado un nexo claro miración del pueblo. Pues el Emperador yor parte de los casos debida siempre
entre esta quimera y la mayor parte de creó un ejército en realidad mucho más a aquel genio prodigioso de la guerra,
sus empresas. brillante que eficaz, para deslumbrar a no se produjera, y, por consiguiente,
Los historiadores de Napoleón están propios y extraños. Mientras en el fon- la suerte cambiaría. Tal sería, al final, la
de acuerdo en que no hay una explica- do, en su organización, las innovaciones causa del la imposibilidad del Imperio
ción racional que reduzca a una unidad fueron poco importantes y el material napoleónico. Porque todo quedaba al
albur de la fortuna de las armas en la úl-
Napoleón creó un ejército más brillante tima batalla. Pues no siempre una de-
rrota sin paliativos como la de Trafal-
que eficaz, que al final estaba en gar iba a quedar compensada por la vic-
inferioridad frente a ingleses y prusianos toria de Austerlitz.
Durante un decenio, entre 1804 y 1814,
su política exterior. “Persiguió fines con- tampoco experimentó ninguna mejora esta expansión resultó imparable. Pero
tradictorios –ha escrito al respecto Le- sustancial. Razón por la cual, al final de llegaría un momento en que las marchas
febvre–, y únicamente da cuenta de ella la aventura, el ejército napoleónico es- se volverían agotadoras, y el desgaste
su ambición si, en lugar de rebajarla al taba en manifiesta inferioridad de con- inevitable. En este sentido, una vez más,
nivel del común de los hombres, con- diciones frente a los ejércitos inglés y Francia dio muestras de una capacidad
sentimos en ver en ella el gusto por el prusiano. Su inicial carácter nacional, de recuperación realmente excepcional
peligro, la inclinación al ensueño y el además, se fue debilitando, por otra par- como en tiempos de Francisco I o de
impulso del temperamento”. Porque ra- te, a resultas de las nuevas conquistas. Luis XIV, aunque a una escala, en esta
ra vez se ha dado en la Historia un ca- Y, a medida que el nuevo ejército im- ocasión, mucho mayor. Precisamente,
so de mayor personalismo en la política perial se fue aristocratizando, su empu- previendo este talón de Aquiles de su sis-
de una gran nación. Y, después de su je fue, claramente, disminuyendo. tema, Napoleón pretendió sustentar su
autoproclamación como Emperador, ya Las conquistas del Imperio quedaban Imperio sobre la base de unos “Estados
no le quedó otra salida que la conquis- a merced siempre de una victoria ful- federativos” fieles dependientes del Em-
ta del mundo. minante, protagonizada normalmente perador a través, fundamentalmente, de
La fuerza del Emperador –y la base por el mismo Emperador. Por esta razón, un “pacto de familia”, que ponía a Eu-
para la conquista del mundo– radicó en todo dependía, a un elevadísimo costo, ropa en sus manos. Sería la insurrección
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heredero de Carlomagno. Y, finalmen-
te, cometió la gran equivocación de in-
vadir Rusia, que arruinó sus planes de-
finitivamente al quedarse prácticamen-
te sin ejército. Pues de los casi 700.000
hombres que emprendieron la campa-
ña apenas si regresaron unos 100.000,
con lo que la Grande Armée había de-
jado prácticamente de existir.
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