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FORTES IN FIDE.

Misereor super turbam

Tengo compasión de esta multitud

Las necesidades materiales de los tuyos conmueven el corazón del divino Maestro.
Allí está esa multitud de hombres, de mujeres, de niños que le siguen hace ya tres
días. Pendientes de sus palabras, parece que han olvidado que necesitan alimento
para sus cuerpos. Sus almas están superabundantemente alimentadas con las
palabras de Jesús, que son espíritu y vida. Más ahora tienen hambre. Y están en el
desierto. ¿Cómo saciar esa hambre? Jesús tuvo también hambre en el desierto
después de su ayuno de 40 días. Y los ángeles vinieron a servirle. ¡Es Él ahora
quien va a servir a esos felices hambrientos! Sabe muy bien que “no sólo de pan
vive el hombre”, pero que necesita también el pan para vivir.

No los dejará partir hambrientos, ne deficiant in via, para que no desfallezcan en el


camino. Tiene compasión de ellos.. ¿No la han merecido con su constancia en
seguirle, con su ansia fervorosa de aprender sus enseñanzas?

Y los cinco panes y los dos pececillos se multiplican en las manos milagrosas del
Maestros, es Él quien da a la semilla el poder de germinar y de multiplicarse. ¡En
sus manos divinas, esos panes y esos peces son como una semilla fecunda
sembrada en tierra fértil! La multitud come y se sacia con aquel pan milagroso.
Símbolo precioso de otro pan que el mismo Jesús había de multiplicar para
alimento de los suyos a través de los siglos.. !el pan de la Eucaristía!

Y yo…, ¿me conmuevo con las necesidades de mis hermanos? ¿o las miro con
indiferencia o con frialdad como si no me tocara a mí?...

Allá ellos! ¡Ah, qué poco me parezco a Jesús! No, puedo desinteresarme de la
necesidad de mi hermano. Si le amo de veras con el amor de Cristo, me enseña y
me manda, mi corazón debe sentirse herido cuando mi hermano sufre, y debe
sentirse obligado a prestar su ayuda cuando mi hermano la necesita. No pedirá
siempre pan; pero… pedirá mi tiempo…, mis energías…, mis habilidades…, mis
palabras de consuelo; nada puedo negarle. Mi egoísmo me hace duro y falta de
compasión.
Ese egoísmo quiere que yo cierre los ojos para no ver las necesidades de mis
hermanos… y quiere que cierre el corazón para que no se deje conmover con ellas.
No es lo que el Maestro divino me enseña. Misereor super turbam: Él quiere que
yo también sepa compadecer. Y que mi compasión no sea una compasión estéril e
infecunda de solas palabras, sino una compasión activa, diligente, ingeniosa, que
busque la solución para remediar La necesidad de mi hermano. Si fuera necesario
un milagro ¿acaso no puede Él hacerlo?
Si me siento impotente para ayudar a mi hermano ¿lo soy yo para acudir al Señor
para pedirle a Él, que acuda en su auxilio?...
Esa oración por mi hermano necesitado es ya una ayuda. Y no quedará sin fruto.

http://santateresitadelnjesus.blogspot.com

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