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Hace unos días cuando buscando un teléfono en mi libreta, encontré los apuntes de una
conferencia que dio en Teotihuacan el pasado noviembre don José Ruiz. Hijo de don
Miguel Ruiz y coautor del libro: El quinto acuerdo, de Editorial Urano. Don José se parece
mucho a su padre. Habla con metáforas claras y un leguaje sencillo que irradia paz a su
auditorio.
Mientras revisaba hoja por hoja para encontrar el teléfono que necesitaba, una frase que
anoté durante la conferencia captó mi atención: “Vivir bajo una máscara es que le des más
importancia a lo que otros piensan de ti, que a lo que tú piensas de ti mismo”. Empecé a
leer las notas de la conferencia. De acuerdo con lo que explicaba don José, el poder de tu fe
en ti mismo se basa en tu atención, en entender qué pensamientos escogemos en cada
momento. Nosotros somos los únicos responsables de cuidarnos a nosotros mismos.
Escogemos las creencias que llevan a la felicidad o al sufrimiento. Al final del día, cada
uno sabe que pensamientos nos duelen y cuáles nos hacen sentir bien. Las opiniones de
otros sobre ti son como flechas; únicamente si decidimos creer en ellas. Cuando escogemos
creer en nosotros mismos, las flechas desaparecen.
Muchas veces contamos nuestros planes a familiares y amigos quienes nos dan su opinión
al respecto, recibimos su crítica. Es necesario escucharlos, desde luego, pero no podemos
darles el poder de cambiar nuestros sueños al pensar que saben más o son mejores que
nosotros. Tal vez sea necesario hacer algunos ajustes, pero nuestros sueños sólo se
realizarán si nosotros creemos en ellos y en nuestra capacidad de realizarlos. No hay vuelta
de hoja.
Él considera que el verdadero perdón es cuando dejas de tomar personal lo que dicen o
hacen los demás. Finalmente, ellos tienen veneno también y de nosotros está la decisión de
aceptarlo o entender que son solamente sus juicios y que su opinión no es “la verdad”.
Perdonar es no es traer veneno a tu casa y no darte veneno a ti mismo. Quien no da ni toma
veneno, lleva al cielo con él.
Don José explicó que el amor de tu vida eres tú mismo y el amor es incondicional. Si pones
condiciones al amor, lo corrompes. El amor no tiene condiciones, ya que en vez de decir te
quiero, estamos diciendo: haz lo que quiero. Cada uno puede cambiar su vida. Lo que
sucede es que ponemos excusas para evitar ver la verdad y actuar. Es necesario escuchar tus
excusas y preguntarte si en verdad las crees. ¿Quién está en control de tu vida y tus
pensamientos? Si crees en la envidia o celos, por dónde quiera que mires verás celos y
envidia. Cuando empiezas a envidiar lo ves, surgen las quejas. La acción de quejarse crea
una energía que nos hace ciegos, a las bendiciones que tenemos. Cuando pones atención en
tus pensamientos puedes darte cuenta de tus propias mentiras. La gratitud a la vida es dejar
de poner tu fe en las creencias que te hacen daño. La vida es un milagro, sólo cuando estas
vivo puedes agradecer. Sentimos gratitud de sacarnos de nuestro propio infierno.