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Texto: Lilia Ruiz Villarreal

Como puede apreciarse, el jaguar se está


yendo de lo que queda de selva en esa
zona. Sus rugidos ya no interrumpen los
murmullos del bosque y sus pasos
silenciosos y huellas en el fango
disminuyen. Los jaguares se pierden ante el
avance de la presión humana. Los
ejemplares que quedan son unos cuantos y
un mal día, sin que nadie lo note, habrá
desaparecido el último detrás de las
cortinas de ramas y malezas; se irán por la sombra, como fantasmas.

Ése es el destino que espera a los numerosos animales clasificados en peligro de


extinción, situación que viven lamentablemente 11 167 especies de animales y
vegetales en el entorno mundial, según señala la Lista Roja de la Unión Mundial para la
Naturaleza, UICN. La institución advierte en su último recuento que “muchas especies
están disminuyendo a niveles de población críticos”, y subraya que “la pérdida de la
diversidad biológica es una de las crisis más apremiantes del mundo”.

La preocupación sobre el estado de los recursos aumenta del naranja al rojo. En México
muchos animales, además del jaguar, se encuentran en la línea de peligro. Es preciso
hacer un inventario frecuente de la cantidad de especies amenazadas y medir la
dramática velocidad que está adquiriendo el ritmo de extinción.

LA EVOLUCIÓN A SALTOS BRUSCOS

En la naturaleza la estricta relojería de la evolución, que marcó la entrada y salida de


cada especie, se está acelerando. Unas fueron haciéndose a un lado para que
progresaran otras, mejor adaptadas; pero ahora hay mano negra, la del hombre, ese
animal cuya especie está modificando el tic tac del reloj y sin rubor se está deshaciendo
de todas las demás especies. Al parecer sólo quiere dejar espacio para que siga
aumentando vertiginosamente la población de animales domésticos y sus congéneres,
y expulsar del paraíso a los animales salvajes, provocando con ello una catástrofe
ecológica en el mediano plazo.

Lo más lamentable de la extinción es que cuando muere el último individuo de una


especie, con su cadáver se sepultan las innumerables adaptaciones que se produjeron
a lo largo de millones de años. De esto la historia registra varios ejemplos trágicos,
como la desaparición del dodo (Raphus cucullatus) en la isla Mauricio, cerca de
Madagascar, un ave de gran tamaño que fue acosada y aniquilada en unos cuantos
años, o la paloma migratoria (Ectopistes migratorius), de plumaje azul, rojo y blanco,
que fue cuantiosa hasta el siglo XIX. Se estima que sólo en América del Norte y parte
de América Central hubo más de dos mil millones de palomas que surcaban los cielos y
poblaban los árboles, pero en la última década de ese siglo y debido a la destrucción
sistemática de su hábitat, el bosque, apenas quedaron unas cuantas que fueron
cazadas por su carne, tan apetecida.

La marcada reducción de la especie la volvió tan vulnerable a las enfermedades que


cuando se prohibió su caza ya era demasiado tarde; las poblaciones habían mermado
tanto que no pudieron recuperarse. En 1900 murieron los últimos ejemplares que vivían
en libertad y el 1 de septiembre de 1914, a las 13:00 pm, la última paloma cautiva en el
Zoológico de Cincinnati, llamada Martha en honor a la esposa de George Washington.
Es el único caso documentado de extinción de una especie de la cual se conoce con
detalle la fecha y hora exacta de su desaparición.

¡SÁLVESE EL QUE PUEDA!

En México otro pájaro, el hermoso carpintero imperial


(Campephilus imperialis) salió de escena con menos
dramatismo, pero, como todas las pérdidas, dejó un hueco
difícil de llenar. Era el carpintero más grande del mundo,
de 51 a 56 cm de largo. Los machos ostentaban una
llamativa cresta roja que terminaba en punta, mientras las
hembras una cresta negra que se curvaba hacia delante.
Su último registro fue en Durango en 1956. Aunque la
fecha de extinción no es tan precisa; se estima que ocurrió
entre 1946 y 1965.

Pero, no todos los casos históricos deben anotarse en el


renglón de las pérdidas. Hasta la fecha se hacen esfuerzos para impedir que
desaparezca el lobo gris americano (Canis lupus bailey), que en la actualidad sólo
existe en cautiverio. Como parte de un programa para preservarlo creado en 1980 entre
Estados Unidos y México, se pueden ubicar 200 descendientes de cuatro individuos
fundadores.

Estas mismas medidas no se han podido llevar a cabo con otros animales que se han
ido para siempre del territorio mexicano y de la Tierra –¿al Limbo?–, como el oso gris, el
periquito de Carolina y la rata canguro de San Quintín.

LA COPIOSA BIODIVERSIDAD DE MÉXICO

Es uno de los cinco países que pueden preciarse de una diversidad biológica
abundante. Así, puede decirse que es megadiverso, lo que significa que la superficie
nacional es privilegiada en lo referente a tipos de ecosistemas, así como al número y la
variación genética de las especies.

En la república mexicana se encuentra 10% de las especies existentes en el planeta, de


las cuales alrededor de 50% son endémicas, y su existencia se limita a una
determinada zona. Lo demuestran las 1 681 especies de mamíferos, las 1 054 especies
de aves –más de las que habitan en Estados Unidos y Canadá juntas– y las 704
especies de reptiles, 51% de ellas endémicas, por tanto cabe destacar con excepción
de Australia no hay otra región en el mundo que cuente con tantas.

En la fauna endémica se encuentran rangos de distribución muy restringidos, limitados


a una isla o a una determinada región del país, como por ejemplo el charal tarasco
(Chiostoma charari), al cual sólo se le conoce en un pequeño lago alimentado por el
manantial La Mintzita, situado a ocho km al oeste de Morelia.

Pero la riqueza de la biodiversidad de México no es infinita. Últimamente se ha visto


muy mermada y año tras año se puede apreciar con fotos aéreas e imágenes desde el
espacio cómo desaparecen selvas, bosques y otros tipos de vegetación nativa que
ponen al borde de su existencia a una creciente cifra de animales asociados a ella. De
esta manera, la situación se torna cada día más delicada, pero como aún no se nota
tanto la gente hace como que no ve, como que no oye, como que no siente... Pero,
¿hasta cuándo? ¿Hasta que sea tarde?

LOS OTROS "MEXICANOS" EN PELIGRO

Ante una realidad que ya no puede ocultarse, el gobierno mexicano está tomando
cartas en el asunto. Ya identificó las especies o poblaciones de flora y fauna silvestres
que se encuentran en las diferentes categorías de riesgo a lo largo y ancho del territorio
nacional y a partir de esta información elaboró una serie de listados para mediante la
aplicación de un método evaluar el riesgo en el que se encuentran algunas.

Mediante la creación de leyes la autoridad procedió a proteger a todos los “mexicanos


amenazados”. La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Ley General de la Vida
Silvestre sirven para este propósito. Asimismo, ha definido una serie de categorías para
unificar criterios.

De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana, NOM-059-ECOL-2001, cuando se hace


referencia al peligro de extinción se trata de aquellas especies cuyas áreas de
distribución o tamaño de sus poblaciones en el territorio nacional han disminuido
drásticamente poniendo en riesgo su viabilidad biológica en todo su hábitat natural,
debido entre otros a factores como la destrucción o modificación drástica del hábitat,
aprovechamiento no sustentable, enfermedades o depredación.

En la NOM de 2001 se mencionan 221 animales en peligro de extinción. Entre ellos


destacan 43 especies de mamíferos, 72 de aves, 14 de reptiles, seis de anfibios, 70 de
peces y 16 de invertebrados. Cabe señalar que la lista es un intento para aproximarse a
la realidad, pues existe una revisión continua de acuerdo con un mayor y mejor
conocimiento de la flora y la fauna de México.

Respecto de las especies endémicas en peligro de extinción, se pueden enumerar ocho


de invertebrados, 62 de peces, cinco de anfibios, cinco de reptiles, 38 de aves y 17 de
mamíferos, de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2001.

CAUSAS Y POSIBLES SOLUCIONES

Si bien la civilización ha creado el problema, es también la más indicada para impedirlo.


Su intervención será necesaria para evitar que tanto los mamíferos y las aves, como las
tortugas que se detallan a continuación, no pasen a convertirse en piezas disecadas
dentro de una vitrina de un museo de historia natural.

Entre los mamíferos destacan:

•El oso hormiguero, brazo fuerte, chupamiel (Tamandua mexicana), que vive en las
zonas tropicales desde Michoacán en la vertiente del Pacífico y la Huasteca potosina en
la vertiente del golfo hasta Chiapas y la península de Yucatán. Habita los bosques
tropical y mesófilo de montaña, y los manglares.

•El armadillo de cola desnuda (Cabassous centralis), que se encuentra exclusivamente


en las zonas de acahuales y pastizales de la Selva Lacandona de Chiapas.

•El multicitado jaguar (Panthera onca), que habita en los planos costeros y en las áreas
montañosas a lo largo de ambas vertientes desde el sur de Sinaloa y el centro de
Tamaulipas hacia el sur y el sureste por el istmo de Tehuantepec hasta la península de
Yucatán. Se puede hallar en manglares, el matorral xerófilo y en los bosques tropical,
mesófilo de montaña, espinoso, y el de coníferas y encinos.

•El manatí (Trichechus manatus), que se encuentra en los estados de Tamaulipas,


Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas. Vive en ríos,
arroyos, lagunas, cenotes costeros y marinos, caletas y bahías adyacentes al mar.

•El mono araña (Ateles geoffroyi), que puede ubicarse en los bosques tropicales, selvas
altas y medianas de Veracruz, los manglares de Chiapas, en las zonas de selva baja y
en los petenes en Yucatán.

•El mono aullador o saraguato (Aloutta pigra),


que habita desde la península de Yucatán hasta
Belice y Guatemala; vive en el bosque tropical
perennifolio, incluye selvas lluviosas, bosques de
galería y bosques mesófilos.

•El mono aullador o saraguato (Aloutta palliata),


que habita en México desde Los Tuxtlas, en
Veracruz, hasta la Sierra de Santa Marta en
Chiapas y cerca de Juchitán, Oaxaca.

•El ocelote (Leopardus pardalis), distribuido a lo


largo de las planicies costeras del Pacífico y del
Golfo de México, desde el estado de Sinaloa y
Tamaulipas hacia el sur, incluso en la península
de Yucatán.

•El perro llanero mexicano o perrito de la pradera (Cynomys mexicanus), una especie
endémica correspondiente a una pequeña región de valles y pastizales de la montaña
ubicada entre los límites de los estados de Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí y
Zacatecas.

•El teporingo (Romerolagus diazi), correspondiente a una especie endémica sólo


localizada en las laderas de las montañas del sur y sureste del Valle de México y en el
Nevado de Toluca. Habita bosques y zacatonales subalpinos y alpinos a los 3 000 mil a
4 300 m de altura.

•El tigrillo (Leopardus wiedii), que se distribuye en las zonas costeras del Pacífico y del
Golfo de México desde Sinaloa y Tamaulipas hacia el sur y en la península de Yucatán.
Se localiza en el bosque tropical, en manglares y en el mesófilo.

•La vaquita marina (Phocoena sinus), endémica de México, vive en el Golfo de


California.

Entre las aves están el águila arpía (Harpia harpyja), el águila cabeza blanca
(Haliaeetus leucocephalus), la grulla blanca (Grus americana), la chara garganta blanca
(Cyanolyca mirabilis), la cigüeña jabirú (Kabiru mycteria), la cotorra serrana occidental
(Rhynchopsitta pachyrhyncha), la guacamaya roja (Ara macao), la guacamaya verde
(Ara militaris), el halcón peregrino (Falco peregrinus), el loro cabeza amarilla (Amazona
oratrix), el pato real (Cairina moschata), el pavón (Oreophasis derbianus) y el quetzal
(Pharomachrus mocinno).

Las tortugas, por su lado, enfrentan en las playas mexicanas todo tipo de riesgos que
las llevan a la orilla de la extinción. Entre ellas se encuentran la tortuga marina cauama
(Caretta caretta); la tortuga marina verde del Pacífico o tortuga prieta (Chelonia
agassizi); la tortuga marina verde del Atlántico o tortuga blanca (Chelonia mydas); la
tortuga almizclera chopontil (Claudius angustatus); la tortuga riverina centroamericana o
tortuga blanca (Dermatemys mawii); la tortuga marina laúd (Dermochelys coriasea); la
tortuga marina de carey (Eretmochelys imbricata); la galápago de Mapimí (Gopherus
flavomarginatus); la tortuga marina escamosa del Atlántico o tortuga lora (Lepidochelys
kempi); y la tortuga golfina escamosa del Pacífico (Lepidochelys olivacea).

¿POR QUÉ SE VAN?

Por desgracia, las actividades humanas no son compatibles con la vida salvaje y son
las que más amenazan a la fauna y la flora.
Los entornos se fragmentan y con ellos
caen y se degradan los ecosistemas. A la
tala de árboles le sigue de inmediato un
insidioso proceso de erosión y poco
después ocurre una serie de modificaciones
que reducen los bienes y los servicios
ambientales, lo cual sumado propicia la
extinción de los animales residentes en la
zona.

De un año a otro se derriban 600 mil ha de


selvas, bosques y otros tipos de vegetación
nativa en México equivalentes a la
desaparición de un campo de fútbol por
minuto. La mayor parte de esta destrucción
se justifica aduciendo fines económicos,
como destinar tierras a cultivos o pastizales. Se puede afirmar que estos últimos son los
enemigos declarados de los ecosistemas. También hay que agregar a la lista los
incendios.

De esta manera, tanto la agricultura como la ganadería resultan particularmente


destructivas. Adicionalmente, los lagos y los ríos están contaminando el entorno con
sedimentos que arrastran con la fuerza de la lluvia y el viento.

A este frenesí de barbarie se añaden las actividades ilegales, como la compraventa de


animales silvestres y la cacería furtiva. La enorme demanda de aves exóticas con fines
decorativos para residencias y hoteles ha disparado el comercio clandestino y las ha
convertido en mercancías codiciadas, por lo que su futuro es incierto, con graves
consecuencias para las poblaciones y los ecosistemas.

Es frecuente encontrar en los periódicos notas como la siguiente, que fue tomada al
azar: “El día de hoy, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA,
decomisó 19 ejemplares de fauna silvestre, algunos de ellos catalogados como ‘en
peligro de extinción’, provenientes de Oaxaca, Yucatán, Chiapas y Campeche en
mercados ambulantes de Atizapán y Nicolás Bravo, Estado de México”. Dé un vistazo al
periódico y usted también encontrará notas semejantes casi todos los días.

¿ES ADECUADA LA PROTECCIÓN?

Aunque la destrucción de bosques y selvas para convertirlas en tierras de cultivo y


pastizales con el fin de satisfacer al aumento desmedido de la población no se presenta
ahora más que como un drama a punto de convertirse en una pesadilla, el gobierno
mexicano, en coordinación con instituciones académicas y organizaciones no
gubernamentales realiza esfuerzos para recuperar las especies en peligro de extinción.

Ahora no sólo se investiga, también se toman acciones concretas para controlar o


erradicar los factores que provocan los problemas que contribuyen a la disminución de
las poblaciones de estos animales. De hecho se han firmado convenios con varios
países, como el de Diversidad Biológica de 1992, del cual surgió la Comisión Nacional
para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).

Esta institución trabaja codo con codo con los científicos mexicanos; fomenta la
investigación, recopila los datos producidos a lo largo de décadas por los científicos
para ponerlos a disposición del público interesado en el tema y en la difusión del
conocimiento.
La Comisión apoya la realización de proyectos, de los cuales ya más de mil se han
impulsado y de ellos más de 200 han considerado entre sus objetos de estudio alguna o
varias especies en peligro de extinción, como la salud de la vaquita, el hábitat del
borrego cimarrón, el berrendo y el puma; la preservación de la guacamaya escarlata y
la publicación del libro Las aves de México en peligro de extinción, de Gerardo Ceballos
González.

CONABIO se empeña por informar mejor a la sociedad acerca de los riesgos que
implica la desaparición de una especie, ya que este fenómeno nunca ocurre de manera
aislada. Cuando se extingue una especie mueren con ella diez más que quizás ni
siquiera están registradas.

Otra supervisión importante la brinda la Convención sobre Comercio Internacional de


Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que intenta controlar el
tráfico ilegal de animales y plantas protegidas para evitar que las acciones no
constituyan una amenaza para su supervivencia.

UNA PREOCUPACIÓN COLECTIVA

Si bien es cierto que ha aumentado el interés de la sociedad por participar en el rescate


de la vida silvestre, sólo una parte muy pequeña está consciente del tamaño del
problema y su importancia. Poco aporta que las personas de la ciudad simpaticen con
los animales del bosque y emprendan campañas y contribuciones económicas para
evitar la tala de árboles, si la dicotomía persiste y la falta de control continúa
presionando las zonas protegidas. Lo cierto es que mientras la actividad en el campo
sea incontrolable y bajo una nube de pretextos se hieran más los espacios de la
diversidad, la perspectiva es catastrófica.

La conservación de las especies debe ser una actividad que ocupe y preocupe a todos
y debe ser ahora, cuando aún hay tiempo. Pero de una manera concertada, porque es
inútil salvar una especie mediante las sofisticadas técnicas de crío-preservación del
material genético para su futura reproducción, si los bosques, selvas o ríos donde
moraba ya no responden para sustentarla, sea porque están completamente
devastados o que el ecosistema ya no da más de sí.

Cada quien tiene mucho que aportar porque es preciso cuidar lo que resta de la
biodiversidad y mantener los bosques y las selvas. ¿A quién sirve una tierra yerma
donde la flora y la fauna solamente quedarán como un recuerdo? Un vacío sin rugidos,
cantos ni gritos de alarma, sino un erial poblado de fantasmas.

Fuente: México desconocido No. 338 / abril 2005

Flora y fauna en México


Dada su privilegiada situación y extensión, México cuenta con una rica flora y
fauna. Muy cerca del Edén, la tierra de la iguana y de las mariposas monarcas (en
el Estado de Michoacán) acoge numerosas maravillas naturales.
México es más que una tierra de desiertos o de espinosos cactus. La extrema
diversidad de los ecosistemas está dada por su extensión (cuatro veces más
grande que España) y por su especial geografía, dando origen a especies
endémicas de gran rareza como es el caso del conejo de los volcanes, un
lagomorfo de pelaje pardo que se encuentra en el umbral de la extinción, o del
mounstruo de Gila en las inhóspitas zonas de Sonora o bien, el ajolote, un anfibio
muy peculiar llamado popularmente "monstruo acuático" y que puede verse en los
canales de Xochimilco. Los científicos afirman que alrededor del 15% de las
especies botánicas y animales en México, no se encuentran en ningún otro lugar
del planeta.

El país cuenta con 60 áreas protegidas entre Parques Nacionales, Reservas de la


Biosfera, Zonas Desérticas y Selvas Tropicales. En estas áreas se encuentran las
más 1.500 especies de mamíferos, reptiles y anfibios, como monos, jaguares,
pecarís, el tapir de Baird, perezosos, algunas especies de la familia de los sapos
más venenosos del planeta como los dendrobátidos, iguanas, cangrejos, zorros
gris, monos araña, pumas, ocelotes, tortugas marinas, cocodrilos, mapaches,
armadillos tamandúas, saraguatos, etc. En cuanto a la ornitofauna, con más de
1.000 variedades, destacan los halcones, oropéndolas, aracaris, guacos, orioles,
águilas pescadoras (muy escasa en otros lugares pero que abundan en México),
pájaros fragata, chimangos crestados, correcaminos, guacamayas, rascones,
verderones, garzas azules, papamoscas reales con penachos de colores, más de
50 especies de colibrís, etc. Por ejemplo, en el sur del país, en la pequeña
Reserva de El Triunfo, se encuentra uno de los bosques de niebla más
maravillosos del continente, en el que conviven apaciblemente quetzales y otras
300 especies de pájaros entre helechos de 9 m. y árboles que superan los 30 m.
de altura.

La Península de Baja California es un caso aparte en la naturaleza mexicana.

Alberga grandes concentraciones de pelícanos (en algunos casos hasta 100 mil en
cada porción de tierra) o de patiazules, característicos de las Islas Galápagos.
También puede verse a la foca de Guadalupe, una curiosa especie en peligro de
extinción por la depredación de los cazadores en busca de su piel. Pero la
protagonista de esta zona es la ballena gris que se instala todos los inviernos en
esta zona, cerca de la laguna Ojo de Liebre, procedente de Alaska (entre
diciembre y marzo). Sin embargo, los mares mexicanos son el hogar también de
manatís, marsopas, huachinangos, róbalos, lucias, delfines, pez espadas, atunes,
etc.En cuanto a su flora, México posee especies endémicas como la dalia, flor
nacional, los nardos, la nochebuena y más de 600 variedades de orquídeas, entre
las que se encuentra la vainilla. Además, México cuenta con más de la mitad de
especies de cactus que hay en el mundo y ejemplo de ellos es el agave, la base
para la elaboración de dos licores mexicanos: el pulque y el tequila.

En total se han contabilizado más de 30.000 especies de plantas, entre las que
destacan los abetos, enebros, moctezumas, pinos jacolotes, pinos azteca, robles,
encinos mexicanos, acacias, mezquites, palos santos, nopales, pitas, henequenes,
mexcales, yucas, zoyotes, nolinas, cocoteros, palmas apache, ceibas, buganvillas,
jacarandás, etc. Sin olvidar a la rica variedad de frutas como el aguacate, mango,
limón, mamey, zapote, papaya, anana, chirimoya, guayaba, brea, tuna, tamarindo,
coco, jamaica, etc.Sin lugar a dudas, la naturaleza de

México por la riqueza de sus contrastes, sorprende a quien lo descubre y lo visita.

Fauna

Características principales
La fauna estáconstituida por el conjunto de las especies animales que pueblan naturalmente cada lugar de la Tierra.

Las especies que forman la fauna están íntima y múltiplemente relacionadas entre sí y con el resto de las partes vivas
(vegetación, microorganismos, etc), y no vivas (suelo, climas, agua, etc.), que componen a los ecosistemas. Existen
especies animales que son exclusivas de un determinado ecosistema, como los roedores llamados "perros de la
pradera" (Geomys spp.) en llanuras semiáridas y áridas de Norteamérica, por citar un ejemplo.

Sin embargo, muchos otros animales son muy móviles o adaptables, y así tenemos especies migratorias, tanto
terrestres como marinas; o bien, animales prácticamente universales. Es por ello que las regionalizaciones faunísticas
no pueden hacerse utilizando la distribución de una o unas pocas especies, sino tomando en consideración a todas las
que pueblan a cada región, y en particular, a aquellas que tienen relaciones ecológicas más estrictas con alguna parte
de cada ecosistema.

A nivel mundial, una de las regionalizaciones faunísticas más aceptables es la propuesta por P. L. Sclater y A.L.
Wallace, que divide a América en dos regiones: Neártica y Neotropical, cuyos límites se encuentran precisamente en
territorio mexicano y siguen, de manera muy irregular, la línea del Trópico de Cáncer. La primera es muy similar a sus
contrapartes del norte eurasiático y se caracteriza, entre otras cosas por la presencia de grandes bóvidos (como el
bisonte, Bison bison) y cé ruidos (Como el alce, Alce alce.)

La fauna neotropical incluye marsupiales, como la zarigüeya (Didelphis virginianus ) y camélidos, como la llama
(Lama lama), además de perisodáctilos como el tapir(Tapirus terrestris).

En el caso de la fauna de los mares mexicanos, se distinguen tres grandes regiones: a) la zona del Golfo de México y
el Caribe, con amplias plataformas continentales, aguas cálidas y abundantes arrecifes de coral; b) la del Pacífico Sur,
de aguas profundas y cálidas; y c) la del Pacífico Norte y el Golfo de California, de aguas frías.

Las dos primeras son bastante similares entre sí, salvo por la existencia en el Golfo de una proporción mayor de
especies asociadas a los ecosistemas de arrecife y plataforma. En ambas, el número de especies es muy grande,
aunque los individuos no son muy abundantes en cada caso.

La región del Pacífico Norte y Golfo de California es, por el contrario, menos abundante en especies y mas abundante
en número de individuos. A esta región llegan especies migratorias como la ballena gris ( Rachianestes glaucus ) y en
sus costas viven los elefantes marinos (Mirounga angustirrostris).

El territorio nacional cuenta con zonas de invernación importantes para especies migratorias del norte del continente;
destacan los bosques ubicados en los estados de Michoacán y México, a donde migra la mariposa monarca durante
esta época.

Por otra parte, en el Golfo de México y el mar Caribe, donde existen aguas cálidas y abundantes arrecifes de coral, se
pueden encontrar importantes zonas con diferentes tipos de tortugas marinas y delfines.

Respecto a la fauna que habita en el país, México ocupa importantes lugares en el mundo, tiene el primer lugar en
reptiles, con 717 especies de las 6 300 clasificadas, de las cuales 574 son propias del país; se ubica en el segundo
lugar en diversidad de mamíferos, al contar con 449 de las 4 170 especies existentes; en anfibios ocupa el cuarto lugar,
con 282 de las 4 184 especies que se han detectado, y en aves ocupa el decimosegundo lugar con 1 150 de las 9 198
clases.

Regiones faunísticas
Ampliación de mapa (152 K)

Región neártica

Características: Abarca la mayor parte de Norteamérica, incluso las zonas áridas y semiáridas de los Estados Unidos
y el centro y norte de México, así como las zonas templadas y frías de las sierras Madre Oriental y Occidental; y las
sierras volcánicas del centro del país.

Principales ecosistemas: Matorrales desérticos, chaparral, pastizal, matorrales semiáridos, bosques templados y
matorrales asociados, en el centro y norte de México.

Algunas especies características: Oso negro (Ursus americanus), tejón de norteamérica (Taxidea taxus), lince (Lynx
sp.), lobo (Canis lupus), venado cola negra o bura (Odocoileus hemionus), borrego cimarrón (Ovis canadensis),
berrendo (Antilocapra americana), rata canguro (Dipodomys spp.), perro de la pradera (Geomys spp.), correcaminos
(Geococcys spp.), camaleón o tepayatzin (Phrynosoma spp.).

Región neotropical

Características: Comprende las tierras bajas cálido húmedas o subhúmedas, así como algunas partes altas de las
sierras de Chiapas y la Sierra Madre del Sur. Abarca también todo el Caribe, Centro y Sudamérica.

Principales ecosistemas: Selvas altas y medianas, selvas bajas o bosques y matorrales asociados. Bosques de
niebla o mésofilos. Bosques templados y matorrales asociados del sur del país. Ecosistemas costeros tropicales y
vegetación sabanoide.

Algunas especies características: Jaguar (Felis onca), ocelote (Felis pardalis), coatí (Nasua nasua), tapir (Tapirus
bairdii), mono araña (Ateles geoffroyi), sarahuato (Aloutta spp.), vampiro (Desmodus rotundus), tepezcuintle (Cuniculus
paca), armadillo (Dasypus novenicintus), tlacuache o zarigüeya (Didelphis virginianus), chachalaca (Hortalis vetula),
tucán (Rhamphastos suifuratlis), Iguana (Iguana iguana), garrobo (Ctenosaura spp.), boa (Constrictor constrictor).

http://mapserver.inegi.gob.mx/geografia/espanol/datosgeogra/vegfauna/vegetaci.cfm?
c=191

LOS ANIMALES TAMBIEN SIENTEN

En México nuestra preocupación por la protección de los animales ha ido creciendo


gracias a los movimientos ecologistas y a las sociedades protectoras de animales que
han conseguido que poco a poco cambiemos nuestra mentalidad avanzando a ser un país
donde la tierra la disfrutemos por igual humanos y animales, ya que en última instancia
todos compartimos la misma casa, es por eso, que los protectores de animales nos
llaman continuamente a ejercer nuestro derecho de “boicot” no comprando a aquellas
empresas que vendan artículos que para su elaboración hayan requerido sacrificar algún
animal innecesariamente.

La gran cantidad de animalitos que se requieren para confeccionar un abrigo de pieles,


lleva a sacrificar innecesariamente la vida de miles de martas, chinchillas, zorros,
minks, etc. Los elefantes están prácticamente agotados por culpa de los compradores de
marfil, lo mismo ha pasado con la tortuga cuya carne y huevos son consumidos
innecesariamente.

La cacería ha dejado de ser una diversión aristocrática o una actividad


necesaria para la subsistencia. Cada día menos personas asisten a los
espectáculos crueles como son las corridas de toros, pelea de gallos y de
perros, etc. Los amantes de los animales hemos encontrado mayor placer en
disfrutar del canto de un pájaro en libertad que uno en cautiverio, es por ello
que evitamos que se enajenen loros, águilas, búhos, halcones, etc. .. La
excepción lo son el canario y el periquito australiano que siempre es placentero
contemplarlos y escucharlos cuando viven con condiciones amables.

Los consumidores podemos ejercer nuestro derecho de no apoyar las


matanzas crueles, dejando de comprar en los rastros y mataderos en donde se
sacrifique con crueldad innecesaria. Las sociedades protectoras de animales
de México mencionan que “De 5,000 rastros que existen en la república,
únicamente en 150 de estos, se realiza la matanza sin dolor”. “Un perro
abandonado tiene 40% de probabilidades de ser capturado por la perrera; un
30% de ser arrollados; un 20% de caer en manos de sádicos que los ahorcan,
queman o matan cruelmente; un 5% puede llegar a ser adoptado; el 3% logrará
vivir como vagabundo y el 2% terminará en un laboratorio experimental para
ser viviseccionado”.

El remedio es esterilizar a nuestros animales domésticos, no adquirir especies


en peligro de extinción y denunciar cualquier crueldad innecesaria contra los
animales a las autoridades.

Junio de 1992.

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