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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD YACAMBÚ
INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN GERENCIA
CÁTEDRA: SEMINARIO AVANZADO GESTION DEL CAMBIO
ORGANIZACIONAL

TRANSCOMPLEJIDAD Y
CAMBIO ORGANIZACIONAL

Participante: María Carolina Oropeza


Facilitador: Prof. Mauricio Villabona

Barquisimeto, Marzo de 2011


El mundo en que hoy vivimos se caracteriza por sus interconexiones a un
nivel global en el que los fenómenos físicos, biológicos, psicológicos, sociales,
políticos, económicos y ambientales, son todos recíprocamente interdependientes.
Para describir este mundo de manera adecuada necesitamos una
perspectiva más amplia, holista y ecológica que no nos pueden ofrecer las
concepciones reduccionistas del mundo ni las diferentes disciplinas aisladamente;
necesitamos una nueva visión de la realidad, un nuevo “paradigma”, es decir, una
transformación fundamental de nuestro modo de pensar, de nuestro modo de
percibir y de nuestro modo de valorar.
En la actualidad existe una confrontación abierta por los inicios de un
paradigma alternativo con otras estructuras y abordajes. Kliksberg (1996). Esto
plantea una capacidad gerencial con característica de flexibilidad y disposición para
el cambio, así como, asumir riesgos e innovación.
Es propicio señalar que la capacidad gerencial, juega un rol significativo en la
sociedad por cuanto todo objetivo que se plantea en la misma, debe realizarse a través
de las organizaciones en donde sus niveles de eficiencia dependen en alto grado de la
calidad de la gerencia.
Hoy, prevalece una tendencia y un dinamismo intelectual investigativo que
trata de indagar, buscar y precisar en lo que a gerencia se refiere. Los modelos
epistémicos y las corrientes de pensamientos están sufriendo una variación acelerada,
“…algunos dicen que todo modelo epistémico o todo constructo, o todo pensamiento,
no debe ser concebido para mas allá de diez años de vigencia.” Significa esto, la
necesidad de revisar en forma periódica sobre nuestro modo de ser, manera de ver las
cosas; lo que se esta planteando en un momento determinado, simplemente tiene
visos de transitoriedad.
En la perspectiva de producción de conocimientos, se debe enfatizar el
incremento de los procesos de transferencia de nuevos conocimientos con el entorno
debido justamente a la utilización del conocimiento en todas las esferas de la vida
social y no solamente en el del mundo laboral. Al haber una relación más estrecha
entre la producción del conocimiento y contextos cada vez más complejos, surge aquí
la necesidad de los enfoques transdisciplinarios e integrados, por cuanto, tal como lo
afirma Guadilla (1998) la diversidad, las nuevas formas de organizar el conocimiento,
la velocidad con que se produce, la ampliación de la conciencia colectiva, la
pluralidad de la ciencia y la complejidad de los nuevos saberes requieren que los
cambios deben ser concebidos bajo ese enfoque.
El pensamiento de Morín (2008) conduce a un modo de construcción que
aborda el conocimiento como un proceso que es a la vez, biológico, cerebral,
espiritual, lógico, lingüístico, cultural, social e histórico, mientras que la
epistemología tradicional asume el conocimiento sólo desde el punto de vista
cognitivo. Este nuevo planteamiento tiene enormes consecuencias en el
planteamiento de las ciencias, la educación, la cultura, la sociedad.
En la teoría del Pensamiento Complejo, ideada por Morín (ob.cit), se dice que
la realidad se comprende y se explica simultáneamente desde todas las perspectivas
posibles. Se entiende que un fenómeno específico puede ser analizado por medio de
las más diversas áreas del conocimiento, mediante el "Entendimiento
transdisciplinar", evitando la habitual reducción del problema a una cuestión
exclusiva de la ciencia que se profesa.
La realidad o los fenómenos se deben estudiar de forma compleja, ya que
dividiéndolos en pequeñas partes para facilitar su estudio, se limita el campo de
acción del conocimiento. Tanto la realidad como el pensamiento y el conocimiento
son complejos y debido a esto, es preciso usar la complejidad para entender el
mundo.
Así pues, según el Pensamiento Complejo, el estudio de un fenómeno se
puede hacer desde la dependencia de dos perspectivas: holística y reduccionista. La
primera, se refiere a un estudio desde el todo o todomúltiple; y la segunda, a un
estudio desde las partes.
La necesidad indispensable de entrelazar las diferentes disciplinas se
manifiesta en el surgimiento, hacia la mitad del siglo XX, de la pluridisciplinariedad
y de la interdisciplinariedad. La pluridisciplinariedad consiste en el estudio del objeto
de una sola y misma disciplina por medio de varias disciplinas a la vez.
La gestión pluridisciplinaria sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda
inscrita en el marco de la investigación disciplinaria. La interdisciplinariedad tiene
una mirada diferente. Concierne a la transferencia de métodos de una disciplina a
otra. Se pueden distinguir tres grados de interdisciplinariedad: a) un grado de
aplicación. Por ejemplo, los métodos de la física nuclear transferidos a la medicina
conducen a la aparición de nuevos tratamientos del cáncer; b) un grado
epistemológico. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la lógica formal en el
campo del derecho genera análisis interesantes en la epistemología del derecho; c) un
grado de concepción de nuevas disciplinas.
Como la pluridisciplinariedad, la interdisciplinariedad sobrepasa las
disciplinas pero su finalidad queda inscrita en la investigación disciplinaria.
Se exige entonces aprender a gerenciar la incertidumbre y la complejidad; de
la disposición para la realización reiterada de tareas concretas, a la habilidad para
realizar actividades generando expectativas y motivación a sus seguidores; de la
capacidad de trabajo individual a la capacidad de trabajo en equipo; de una formación
técnico-específica a una formación integral que permita la comprensión y
anticipación adecuada de los fenómenos y tendencias del contexto.
La transdisciplinariedad se concibe como una visión del mundo que busca
ubicar al hombre y a la humanidad en el centro de nuestra reflexión, y desarrollar una
concepción integradora del conocimiento. Para ello, esta corriente de pensamiento ha
desarrollado tres pilares: los niveles de realidad, la lógica del tercero incluido y la
complejidad, a partir de los cuales pretende fundar una metodología que aborde la
cuestión humana y del conocimiento desde una perspectiva de interconexión en el
sentido de complexus o “lo que está tejido junto”, según la expresión de Edgar Morín
(ob.cit). Lo anterior, teniendo siempre presente que una visión totalizadora y
completa de lo humano y del conocimiento son imposibles dada la incertidumbre
fundamental que caracteriza a estos dos fenómenos.
El verdadero espíritu de la transdisciplinariedad va más allá de todo lo que
prácticamente se está haciendo hasta el presente: su meta o ideal no consiste sólo
en la unidad del conocimiento, que es considerada como un medio, sino que
camina hacia la autotransformación y hacia la creación de un nuevo arte de vivir.
Por ello, la actitud transdisciplinar implica la puesta en práctica de una nueva
visión transcultural, transnacional, transpolítica y transreligiosa. Unesco (1997).
La investigación transdisciplinaria correspondiente a un cierto grado de
transdisciplinariedad se aproxima más bien a la multidisciplinariedad, como es el
caso de la ética; a la de otro grado, el de la interdisciplinariedad como en el caso de la
epistemología; y aún a otro grado el de la disciplinariedad.
Parece evidente que cada vez es más imperiosa la necesidad de un cambio
fundamental de paradigma científico. Los modelos positivistas y mecanicistas
quedarían ubicados dentro del gran paradigma holístico y transdisciplinar del
futuro, al igual que la física newtoniana quedó integrada dentro de la relativista
moderna como un caso de ella. Asimismo, la lógica clásica y los axiomas aristoté-
licos, aunque indispensables para verificar enunciados parciales, darían paso a
procesos racionales menos rígidos y asfixiantes a la hora de enfrentar un
enunciado complejo o global.
Lo más claro que emerge de todo este panorama es que el término
“ciencia” debe ser revisado. Si se sigue usando en su sentido tradicional
restringido de “comprobación empírica”, se concluirá que esa ciencia sirve muy
poco en el estudio de un gran volumen de realidades que hoy constituyen nuestro
mundo. Pero si lo que se quiere es abarcar ese amplio panorama de intereses, ese
vasto radio de lo cognoscible, entonces se debe extender el concepto de ciencia, y
también de su lógica, hasta comprender todo lo que nuestra mente logra a través
de un procedimiento riguroso, sistemático y crítico –que constituyen, desde Kant,
los criterios básicos de toda “cientificidad”, y que, a su vez es consciente de los
postulados que asume.
Todo aquello que nos constituye, aun en lo más íntimo de nuestro modo de
percibir, de pensar y de valorar, puede entrar en crisis y ser objetivado y sometido
a un análisis y crítica radical. Pero este proceso es difícil y también doloroso y
genera resistencias de todo tipo, pues, en su esencia, equivale a suprimir el soporte
en que nos apoyamos, sin tener otro que lo sustituya. Por consiguiente, es lento y
exige ir ideando y habilitando otro soporte que se considere, por lo menos,
igualmente sólido y seguro. Y solamente cuando este otro esté disponible y a al
alcance, se podrá dar el cambio.
El pensamiento de la complejidad, como se ve, no es en ningún caso un
pensamiento que rechace la certeza en beneficio de la incertidumbre, que rechace la
separación en beneficio de la inseparabilidad, que rechace la lógica para autorizar
todas las trasgresiones. El procedimiento consiste, por el contrario, en una ida y
vuelta incesante entre certezas e incertidumbres, entre lo elemental y lo global, entre
lo separable y lo inseparable.
No se trata de abandonar los principios de la ciencia clásica: orden,
separabilidad y lógica, sino de integrarlos en un esquema que es, al mismo tiempo,
más amplio y más rico. No se trata de oponer un holismo global y vacío a un
reduccionismo sistemático; se trata de incorporar lo concreto de las partes a la
totalidad. Hay que articular los principios de orden y de desorden, de separación y de
unión, de autonomía y de dependencia, que son, al mismo tiempo, complementarios,
competidores y antagonistas en el seno del universo.
En resumen, el pensamiento complejo no es lo contrario del pensamiento
simplificante; él integra este último: como diría Hegel (1966), este opera la unión de
la simplicidad y de la complejidad e, incluso, hace finalmente aparecer su propia
simplicidad. En efecto, el paradigma de la complejidad puede ser enunciado tan
simplemente como el de la simplicidad: mientras que éste último impone desunir y
reducir; el paradigma de la complejidad nos empuja a religar distinguiendo.
El pensamiento complejo es, en esencia, el pensamiento que integra la
incertidumbre y que es capaz de concebir la organización. Que es capaz de religar, de
contextualizar, de globalizar, pero, al mismo tiempo, de reconocer lo singular y lo
concreto.
Como afirma Hegel (ob.cit), “debemos estar convencidos de que lo verdadero
tiene por naturaleza el abrirse paso al llegar su tiempo y de que sólo aparece
cuando éste llega, razón por la cual nunca se presenta prematuramente ni se
encuentra con un público aún no preparado para ello.”
BIBLIOGRAFÍA

Guadilla, G. (1998). La educación superior en Venezuela: una perspectiva comparada


en el contexto de la transición hacia la sociedad del conocimiento. Cuadernos
CENDES Año 15. Nº 37. Caracas.

Hegel, G. (1966). Fenomenología del espíritu. Fondo de Cultura Económica.


México.

Kliksberg, B. (1996). El Pensamiento Organizativo. De los dogmas a un nuevo


paradigma gerencial. Editorial Tesis, XII Edición. Argentina.

Morín, E. (2008). Introducción al Pensamiento Complejo. Editorial Gedisa. España.

Unesco. (1997) ¿Qué universidad para el mañana? Hacia una evolución


transdisciplinaria de la universidad. Declaración y recomendaciones del
Congreso Internacional sobre Transdisciplinariedad. Locarno, Suiza.

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