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EL NACIONAL - DOMINGO 18 DE OCTUBRE DE 1998

PAPEL LITERARIO

Mi patria es la lengua portuguesa


Lorenzo Lara Carrero

Soy muy sensible a la voz de los autores, a la música de la palabra escrita y a los acentos regionales.
Todavía siendo niño, en 1954, recién llegado de las cadencias de los Andes, escuché por primera vez
voces portuguesas entre los vecinos de mi casa en el Este 10 Bis de El Conde. Lamentablemente, a
pesar de muchos amigos nacidos en Portugal y de algo de literatura brasileña, muchos años de
ignorancia pasaron antes de descubrir el sonido maravilloso, aun en traducciones, de los grandes textos
portugueses.

Estoy deslumbrado por las sonoridades de los torrentes de frases característicos de José Saramago.
Separadas sólo por comas, algunas comienzan con mayúscula y son de sintaxis muy libre, por lo que
reconocer quién habla, con frecuencia es arduo y placentero a la vez.

"Ahora entró el sospechoso en el salón, contra la costumbre ruidosa de palabras castellanas, parece un
hotel de La Gran Vía, los murmullos que logran hacerse oír en los intervalos son modestas locuciones
de lusitanos, la voz del pequeño país que somos, tímida hasta en su propia casa o como también de
tímidos es uso, subiendo a las alturas del falsete para afirmar verdaderas o pretendidas sabidurías de la
lengua de allá, Usted, Entonces, Muchas gracias, Pero, Vaya, De esta suerte*, nadie es perfecto
portugués si no habla otra lengua mejor que la suya propia".

A través de Saramago, y de su obra El año de la muerte de Ricardo Reis, descubrí a Fernando Pessoa y
sus heterónimos, quien en su Libro del desasosiego me conmueve con un melodioso y lusitano párrafo:
"No lloro por nada que la vida traiga o se lleve. Hay sin embargo páginas de prosa que me han hecho
llorar. Me acuerdo, como si lo estuviera viendo, de la noche en que, siendo todavía niño, leí por
primera vez, en una antología, el célebre paso de Vieira sobre el Rey Salomón. 'Fabricó Salomón un
palacio...' Y seguí leyendo, hasta el final, trémulo, confuso; después rompí en llanto feliz, como el que
ninguna felicidad real me hará llorar, como el que ninguna tristeza de la vida me hará imitar. Aquel
movimiento hierático de nuestra clara lengua majestuosa, aquel expresar las ideas en las palabras
inevitables, correr de agua porque hay un declive, aquel asombro vocálico en que los sonidos son
colores ideales; todo esto me embriagó instintivamente como una gran emoción política. Y, lo he dicho,
lloré; hoy, al acordarme, lloro. No es -no- la añoranza de la infancia, de la que no tengo añoranzas: es la
añoranza de la emoción de aquel momento, la tristeza de no poder leer ya por primera vez aquella gran
seguridad sinfónica. No tengo ningún sentimiento político o social. Tengo, sin embargo, en un sentido,
un alto sentimiento patriótico. Mi patria es la lengua portuguesa".

Mi patria es la lengua de Cervantes, con acento de Caracas, excepto cuando hablo con mis padres, con
mis tías, amigos y parientes que conservan las cadencias de los Andes venezolanos.

*En español en el original (Nota del traductor)

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