You are on page 1of 9

CECILIA CARDENAS

VENEZUELA

Antropología, Cultura, Identidad Nacional y Políticas culturales:

Para exponer algunas consideraciones teóricas acerca de las políticas culturales y la


construcción de identidades desde una perspectiva antropológica, se debe tener unas
nociones de las categorías Cultura e Identidad. Es indiscutible el peso que se le ha
atribuido al concepto de Cultura desde las diversas tradiciones disciplinarias de las
Ciencias Sociales, como la Antropología, Etnología, Psicología Social entre otras. Esta
categoría ha sido cargada de múltiples y variados significados. (Bate, L: 2007: Pág. 436)

Tanto en Europa como en América el desarrollo de los estudios culturales se debe más a
posturas académicas en pugna, las cuales querían combatir ideológicamente la idea de un
universalismo que promulgaba el evolucionismo cultural del siglo XIX. Desde la escuela
difusionista boasiana del culturalismo, por ejemplo, la categoría de Cultura fue usada como
fundamento de cómo se podía definir la antropología como ciencia en contraposición a
la arqueología, ya que se categoriza a la primera como la ciencia que estudia a la sociedad
y a la arqueología como una rama de la misma que se dedica al estudio de las culturas
materiales de los pueblos extintos. (Bate, L: 2007, Pág.XXX) Por ende, dentro de la
definición de la antropología para las escuelas difusionistas tanto la alemana como la
británica y el culturalismo boasiano la definición e instrumentación de la Cultura como
categoría reducía la historia en secuencias inconexas y no se atrevía a formular
explicaciones generales sobre la sociedad.

Las tesis relativistas que promulgaban la singularidad de cada cultura naufragaban entre los
juegos de poder de los países del primer mundo, a través de su posición neutral o
apolítica, que conllevó más bien a pensar a la cultura como ahistórica, legitimando así los
discursos coloniales y neocoloniales que se impusieron a los países más débiles. “Pues es
de esperar que, habiendo diferentes posiciones teóricas, cada una de ellas (y aún cada
autor) utilice los mismos términos aludiendo a la realidad de diferentes maneras o
connotando distintas propiedades y relaciones de la misma”. (Bate, L: 2007; Pág. 457)
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

No solo desde la academia el concepto de Cultura ha tenido un gran peso en el desarrollo


teórico sobre la sociedad, también este concepto posee una fuerte carga ideológica desde
los discursos políticos antidemocrático y conservadores, como hasta en aquellos que
expresan las demandas reivindicativas más progresistas o revolucionarias.

El materialismo histórico, como corriente de pensamiento que participa de los momentos


fundacionales de la antropología como ciencia moderna y de la temática evolucionista
desde el siglo XIX, siempre ha dejado clara su posición política, motivo por el cual, y por
ser esa posición diametralmente opuesta al culturalismo norteamericano y de las
posiciones difusionistas, dejó de lado el análisis de la Cultura por sus vínculos con
corrientes ideológicamente colonialistas y reaccionarias. Los intelectuales marxistas – con
la excepción de Gramsci- apartaron de sus estudios a esta categoría. Por tanto, el
Materialismo Histórico desde su orientación filosófica y política ha sido muy dispar en la
conceptualización de esta categoría. A pesar de que el tema “Cultura” en sus diversos
sentidos, ha constituido un ingrediente infaltable en el tratamiento de las cuestiones
nacional y temas identitarios.

Ahora bien, en Latinoamèrica la corriente de pensamiento Materialista Histórica influenció


notablemente a un grupo de científicos sociales, los cuales fueron fundadores de una
escuela de pensamiento desde la ciencia histórica de la arqueología llamada Arqueología
Social; sus fundamentos teóricos y metodológicos comenzaron a esbozarse desde la
década de los años treinta del siglo pasado, cuando el discurso marxista se trasladó a la
interpretación de los orígenes de las sociedades humanas, de la cultura y de la civilización
tanto en Europa como en Asia, África, Oceanía y América. Los datos obtenidos por la
arqueología, la historia, filología y otras ciencias que estudiaban los pueblos del pasado,
comenzaron a ser interpretados como expresiones y símbolos del pensamiento y la
voluntad humana. (Sanoja, M: 2008, Pág. 66)
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

Se comenzó a construir así una historia marxista, a partir de la obra del investigador y
arqueólogo inglés Vere Gordon-Childe, en la cual se reconsidera la significación del
pasado y la historia de los pueblos. A partir de ese momento, la historia de las sociedades
antiguas dejó de ser considerada como un proceso diferenciado del presente o futuro,
para así convertirse en un nivel explicativo que abarcaba toda la historia pasada, presente
y futura de los pueblos. Los arqueólogos, antropólogos e historiadores marxistas
propiciaron el estudio analítico de temas que habían sido relegados hasta entonces en el
mundo científico conservador, tales como la vida cotidiana, la economía, los procesos
sociales y culturales, entre otros. Es en este momento como lo expone Sanoja, la teoría
social devino en historia y viceversa. (Sanoja, M: 2008, Págs. 66-67)

A partir de la década de los años sesenta, como resultado de numerosos movimientos


anticolonialistas y de liberación nacional, como la Revolución Cubana, científicos sociales
de América Latina desarrollaron desde la posición teórica marxista una visión de la
arqueología con la que se trataba de explicar las complejas relaciones sociales del pasado
en los pueblos latinoamericanos. (Vargas, I: 1998, Pág. 349)

La arqueología social como postura teórica-metodológica nace de la búsqueda incesante


de varios arqueólogos latinoamericanos por tener un corpus teórico adecuado a las
realidades de los países latinoamericanos y parte de la teoría materialista de la historia. La
realización del simposio Formaciones Aborígenes de América, en el marco del Congreso
Internacional de Americanistas, celebrado en Lima, Perú, en el año de 1970, abrió en
varios países del continente una búsqueda por interpretar, desde una perspectiva nueva y
alternativa a la positivista imperante.

En 1974 aparecen los trabajos de Luis Lumbreras, Mario Sanoja e Iraida Vargas, en los
cuales se someten a discusión conceptos operativos provenientes del materialismo
histórico. Posteriormente, en 1975, se realiza la Reunión de Teotihuacán; de las
deliberaciones que de esta reunión se produjo un documento que más que aportes
teóricos-metodológicos puso énfasis en la manera de practicar la arqueología social y la
forma cómo los conocimientos emanados de la arqueología debían ser divulgados. (Molina,
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

L: 1988, pág. 148) Los trabajos pioneros en el campo de la arqueología social de Luis
Lumbreras, Iraida Vargas, Felipe Bate, Mario Veloz y Mario Sanoja, estimularon a la
publicación de varios ensayos y artículos que enriquecieron las discusiones conceptuales y
las interpretaciones de los datos de campo a la luz de una nueva base teórica, que puso de
manifiesto que el concepto de cultura ciertamente aludía a dimensiones objetivas de la
realidad.

En tales circunstancias se comenzó a relacionar la categoría de cultura con conceptos


tradicionales del materialismo histórico, como lo son: Formación Económico Social, Modo
de Producción, Superestructura, entre otros. (Bate, L: 2007: Pág. 439) Desde la
Arqueología Social Latinoamericana; categorías como las de Cultura, Modo de Vida, Modo
de Trabajo se han redefinido, como una unidad orgánica de las diversas dimensiones de la
realidad (Veloz 1984, Vargas 1990, Bate, 2007), rompiéndose también la noción de que la
arqueología solo estudia sociedades extintas puesto que el arqueólogo como científico
social puede estudiar cualquier momento histórico de las sociedades tanto del pasado
como contemporáneas.

Desde el Materialismo Histórico, la Cultura como categoría central de la investigación,


fue conceptualizada por Bate de la siguiente manera “… el conjunto singular de formas
fenoménicas que presenta una sociedad concreta como efecto históricamente
multideterminado por las condiciones particulares del desarrollo de las regularidades
generales de su formación económico-social.” (Bate, 1988: 24) Esta categoría expresa
propiedades objetivas de la realidad y por ello es considerada como categoría general del
Materialismo Histórico, es decir que la cultura como categoría teórica da cuenta de las
formas fenoménicas singulares de una sociedad. Los arqueólogos sociales latinoamericanos
conformaron un sistema tricategorial indisoluble, donde la Formación Económica-Social da
cuenta de los contenidos esenciales generales de una sociedad, la Cultura la de las formas
fenoménicas de una sociedad real, y la categoría Modo de Vida media las regularidades
fundamentales y generales de la formación socioeconómica y las singularidades aparentes
de la cultura. La unidad indisoluble de estas categorías conforman lo que se ha
denominado una sociedad concreta, concebida como una totalidad histórica concreta
(Bate, 2007: Pág.443-467)
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

Después de las consideraciones antes expuestas, es importante aclarar que el nivel de


singularidad de la Cultura como categoría ontológica no se remite a la individualidad de
cada elemento, objeto material o conducta particular de un individuo; su singularidad
subyace de las manifestaciones fenoménicas de diversas clases de elementos, objetos o
procesos que caracterizan distintivamente a un grupo social de otro. “De ahí entendemos
a la cultura como el conjunto de formas fenoménicas que evidencian la unidad y
diferencias entre las partes de la sociedad, cuyo vínculo se establece en el ámbito de los
sistemas de relaciones sociales que integran la formación social.” (Bate, L: 2007, Pág. 445)

Es evidente entonces, que a través de estas instancias categoriales como lo son Formación
Económico Social y Cultura podemos explicar la historia concreta de cualquier sociedad,
manifiesta es su singularidad cultural y regida por regularidades acerca de su modo de vida
y características de su formación socioeconómica. Es imposible el estudio de las
complejidades de cualquier realidad concreta sin formalizar teóricamente al concepto de
Cultura, despojándola de su nivel apariencial, para acceder a las regularidades que rigen los
procesos sociales.

Una sociedad puede estar conformada por diferentes grupos sociales o subculturas y es
claro que un individuo dentro de una sociedad puede pertenecer a diversos grupos
sociales. Estos criterios que caracterizan a un grupo social nos permiten abordar si se
trata de una sociedad clasista o no la posición de sus individuos en las relaciones sociales
de producción, en la división social del trabajo, sus relaciones de parentesco, su origen
histórico-geográfico particular, su posición de género, entre otros. Es por ello que la
Cultura como totalidad, muestra la singularidad de una sociedad concreta que está
conformada por diferentes grupos sociales con múltiples intereses y es en esta categoría
donde se puede acceder a conocer las diferencias y lo que une a una sociedad.

Desde la antropología la categoría de Cultura ha estado asociada a otro conjunto de


categorías como lo son: Identidad, Identidad Social, Identidad Étnica e Identidad Cultural.
Estos conceptos también has sido pensados y desarrollados teóricamente de manera muy
diversa y más aun en su relación con la Cultura. La relación de estos conceptos, es de vital
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

importancia para entender las dinámicas sociales dentro de otras categorías importantes
para el estudio social, como lo son el de nación y pueblo.

Para referirnos al tema de Identidad y su relación con la Cultura, partimos de los escritos
de Luis Felipe Bate (2007); para este investigador y como lo expusimos en párrafos
anteriores, una sociedad está configurada por varios grupos sociales (subculturas) que se
interrelacionan; las características básicas de los grupos sociales se establecen en la base
material del ser social y es por ello que una sociedad es un conglomerado de grupos
sociales diversos. Para Bate es mejor hablar de Identidades y al referirnos a un grupo
social (subcultura) podremos hablar de la identidad de ese grupo y de los mecanismos de
identificación del mismo para con respecto a otro. (Bate, L: 2007: Pág.465)

Los procesos de identificación de un grupo social incluyen la participación del conjunto de


individuos en las instancias superestructurales (ideológicas) e institucionales. Como lo
expone Bate “….es preciso señalar que las sociedades constituyen totalidades integradas
por múltiples grupos sociales, donde cada uno pertenece, simultáneamente y
sucesivamente, a diversos grupos sociales. Pero no todos los grupos sociales a los que
pertenece están integrados por los mismos individuos. Es decir, los diversos tipos de
relaciones sociales se entrecruzan de diversas maneras. (Bate, L: 2007, Pág. 461)

En la vida social del hombre están presentes los procesos de identificación, que se
objetivan, entretejiéndose las relaciones que determinan las características compartidas
por los integrantes de esa sociedad. (Vargas, I: 2006, Pág.102) Para Navarrete, la identidad
en una sociedad como proceso que se desarrolla a nivel de la consciencia social tiene
como finalidad reproducir las particularidades de su modo de vida. (Navarrete, R: 1990,
Pág. )

Es frecuente encontrar en el ámbito de las Ciencias Sociales y de los estudios culturales


alusiones a distintos modos de “identidades” (social, colectiva, nacional, cultural, etc.). Los
procesos de conformación y desarrollo de las identidades (ideológicas) de los grupos
sociales son muy complejos. Como lo expone Bate es “un sistema dinámico de
representaciones cognitivas, valorativas y normativas cuyas mediaciones respecto a la
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

realidad que reflejan son múltiples, al punto de resultar difícil descubrir.” (Bate, L; 2007;
Pág. 464)

La cultura objetiva es el resultado de la muy compleja multideterminación histórica de la


existencia de una sociedad y de los diversos grupos que la integran y, como manifestación
fenoménica de los mismos. A nivel superestructural, el reflejo empírico de la realidad
social, por lo mismo, no es otra cosa que el reflejo cognitivo de las formas culturales de
existencia de la sociedad. A dichas representaciones se asocian diversos tipos de reflejos
afectivos, constituyendo valores sociales.

Dichos valores, que incluyen juicios existenciales o normativos constituyen el componente


subjetivo del comportamiento de los individuos y de los grupos sociales. El reflejo
superestructural de la cultura objetiva y las formas culturales de la conciencia social y los
sistemas de valores son la base sobre la cual se desarrollan los procesos de identificación
ideológica: de lo que se ha denominado la "construcción de las identidades sociales".

Dicha construcción parte de una concepción ideológica, la cual es siempre un conjunto de


reflejos subjetivos de la realidad objetiva. Su contenido objetivo puede incluir diferentes
fenómenos de la realidad social o de su entorno, existentes independientemente de la
conciencia de los sujetos. “Sin embargo, es necesario recalcar que el punto de partida del
componente cognitivo de la identificación siempre se refiere a la experiencia sensible, al
conocimiento empírico espontáneo contenido en la conciencia habitual.” (Bate, L: 2007;
Pág.) Es lo que Kosik denominara "el mundo de la pseudoconcresión". Es el nivel básico de
la conciencia que comparten todos los integrantes de un grupo social. Allí es donde
residen las representaciones que permiten que la ideología pueda hacer sentirse aludidos a
sus portadores. Es lo que Bate denomina conciencia habitual, que es el conocimiento que
se genera en la cotidianidad de la práctica social, es el primer nivel de conocimiento del
grupo social. Todos los contenidos de la conciencia habitual, acumulados en la memoria
colectiva reflejan la realidad social bajo formas culturales aparentes.
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

Un segundo nivel de la consciencia social es la reflexiva que siempre esta interrelacionada


estrechamente al primer nivel de conocimiento, el reflexivo rompe con la
pseudoconcresión a través del análisis crítico de la realidad, ambos niveles sirven como
cohesionadores del grupo social. (Bate, L: 2007,Pág.511)

Podemos decir entonces, que la identidad es un constructo simbólico que involucra las
representaciones y clasificaciones referidas a las relaciones sociales y las prácticas donde
se juega la pertenencia y la posición de los individuos en un grupo. No se trata de
propiedades inmutables, sino de una construcción presente que recrea el pasado y traza el
futuro de los individuos que lo conforman. La cultura es el resultado de un proceso de
creación y recreación humana continuo, dinamizado por los cambios que suceden en las
relaciones sociales, está actúa como factor de identificación de los grupos sociales, por
ello el hombre no solo es creador de la Cultura sino que es el resultado de la misma.

La ideología de un grupo puede alcanzar diversos niveles de reflexividad y teorización por


parte de sus "intelectuales orgánicos" o puede generar representaciones bastante alejadas
o distorsionadas de la realidad, pero sólo opera si consigue introducir juicios, normas o
estereotipos en el nivel de la conciencia habitual. La importancia política de la identidad es
un punto en que muchos investigadores convergen, la identidad como ideología
unificadora tiene mayor posibilidad de transformar la realidad cuando el grupo se identifica
no con lo aparencial sino con lo esencial. (Alvarado, G: 1992, Pág. 80)

Sanoja por ejemplo afirma que “El sentido de la identidad cultural “…, es lo que conforma
la idea de lo nacional y debe ser, tiene que ser, el fundamento del proceso de integración
de un país. Ello se revela de capital importancia para el florecimiento de aquellos pueblos
que necesitan reforzar su sentido de cohesión social y política.” (Sanoja, M: 1986; Pág.28)

Si bien los procesos de identificación son armas de lucha para los pueblos, también pueden
contribuir de una manera muy distinta, en la consolidación de un proyecto político que
persigue la dominación y manipulación de los procesos reflexivos de los dominados a
CECILIA CARDENAS
VENEZUELA

través de la imposición de una ideología que impide la reflexión y con el fin de perpetuar
un estado de cosas favorables al grupo dominante.

Por consiguiente en cada periodo histórico la identidad adquiere una forma particular que
niega las anteriores, pero conservando elementos de identidades históricamente
superadas. Es aquí donde convergen varios conceptos fundamentales que nos permiten
comprender como se conforman los procesos identitarios, estos son: la herencia
histórica, la herencia cultural, el patrimonio y los bienes culturales. En tal sentido, la
herencia histórica alude al proceso histórico de formación de una nación, expresando la
totalidad de los elementos esenciales de una sociedad (la formación económico social y la
cultura), la herencia cultural es la transmisión de los componentes culturales de una
sociedad, expresa como dichos elementos son aceptados y resemantizados según el
presente de cada sociedad. El patrimonio alude a como la herencia cultural puede ser
visualizada en bienes culturales, resultado de un proceso histórico concreto que es
compartido por los herederos de ese legado.

You might also like