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IÑAKI GABILONDO: Ante la actual situación, ¿qué tipo de cosas van a ocurrir?

¿Ante qué tipo de


fenómenos nos hemos de preparar y cómo, profesor?
MANUEL CASTELLS: El gran problema que tenemos es que hemos vivido en una economía
centrada en el consumo. La demanda representa el 70 por ciento del crecimiento económico,
tanto en Europa como en Estados Unidos y, desde luego, en España, y esa demanda se ha hecho
en los últimos años fundamentalmente a crédito, de forma especulativa, y cuando estalló la
burbuja inmobiliaria y, a partir de ahí, la burbuja financiera, y los bancos y las instituciones
financieras quedaron sin posibilidad de mantener esos créditos, totalmente arriesgados, sin las
garantías que tenían antes, los gobiernos los rescataron a ellos, pero ellos no nos rescataron a
nosotros. Entonces, en este momento no hay crédito para las pequeñas y medianas empresas, no
hay crédito para seguir consumiendo, estamos montados en un nivel de vida que se basa en el
consumo y en pensar que, de forma ilimitada, podemos endeudarnos y pagar nuestros
préstamos, y eso se acabó. Hemos sido drogados por una sociedad de consumo, y ahora tenemos
el mono de la droga del consumo cuando ya no podemos consumir.
I.G.: Pero, ¿está acercándose un tiempo de gran austeridad? ¿Vamos a vivir en una austeridad…
tal vez la tradición de España ha sido vivir en la austeridad, salvo estos pocos años, pero nos
hemos de preparar para una vida austera?
M.C.: Estamos, en cierto modo, entrando en esa vida austera, entre otras cosas porque si
recortan sueldos, congelan pensiones y disminuye la capacidad de endeudarse de las familias,
evidentemente vamos a tener que vivir con menos dinero del que teníamos antes. Y el gran
problema aquí es nuestra capacidad personal, psicológica de poder vivir con menos dinero. Por
otro lado, tenemos una gran oportunidad, porque lo peor de todo esto es que podemos tener que
pasar por una austeridad bastante larga y complicada, con muchos sacrificios, ponernos a
trabajar, los que tengan trabajo, mucho más duro y cobrando menos, y todo esto, en el fondo,
con la idea de volver atrás, de volver al mismo modelo que teníamos antes, es decir, llevar una
vida, hablando técnicamente, de idiotas.
Es decir, una vida de correr sin parar, para consumir cosas que nos interesan solo a medias, para
vivir con la angustia de pagar la hipoteca, pagar el coche, para seguir en los atascos y
contaminando todo lo que está a nuestro alrededor, y no tener tiempo ni para vivir, ni siquiera
para amar y ser amados, que es quizá lo que a mucha gente más le importa. Este es el problema.
No solo los sacrificios, sino sacrificios, ¿para qué? Para volver a este mundo que teníamos, que
quizá a algunos les guste, pero a la mayor parte de las personas, cuando se miran a sí mismos
por la noche, después de haber pasado un día extenuante, piensan “y todo esto, ¿para qué?”.

I.G.: ¿Pero sabe lo que ocurre, profesor? Puede que, en efecto, nosotros hayamos dicho “pues casi
mejor instalarnos en una sociedad un poquito menos histérica que aquella, pero los grandes
responsables, este planteamiento de los mercados excitados, la voracidad bancaria, etcétera,
ellos sí quieren regresar a ese modelo anterior, nos van a empujar para que vayamos hacia allí.
M.C.: Naturalmente, porque ese es su negocio. Su negocio es vendernos sueños a préstamo, y
hacer que nos endeudemos y que no tengamos tiempo para pensar, y que dediquemos todo
nuestro trabajo, es decir, toda nuestra vida y todo nuestro esfuerzo a pagarles el dinero que ellos
nos prestan y que, en el fondo, es nuestro dinero, porque es el dinero que obtenemos trabajando,
que va a los mercados financieros (ya sabe Vd. que ni sus ahorros ni los míos, ni los de las
personas que nos estén viendo en este momento están en el banco; están en algún mercado
financiero que nadie sabe y nadie controla); pues bien, ese dinero solo produce dinero a las
instituciones financieras en la medida en que lo prestan, y últimamente lo tienen que prestar a
otros bancos, esos bancos a otras personas y a nosotros.
Para el sistema de funcionar en base a ganar dinero prestando dinero es esencial que sigamos
manteniendo esa utopía, diría yo, de llegar a ser felices por medio del consumo, sin saber para
qué nos sirve ese consumo. Pero quizá aquí, en el momento en que no podemos consumir aunque
queramos, es el momento de replantearnos cambiar el `chip’: trabajar lo que tengamos que
trabajar, ganar lo que tengamos que ganar y consumir lo que realmente necesitemos y, sobre
todo, tener mucho más tiempo libre. Yo creo que uno de los temas que se podría entrar en la
negociación seria entre patronal y sindicatos es esquemas que ya existen en 22 países de la
OCDE: a saber, reducción del tiempo de trabajo con reducción equivalente del salario y, en
muchos casos, el gobierno compensa un 60 por ciento del salario perdido. Pero como mínimo la
idea es que, en lugar de que haya despido masivo, haya una reducción del tiempo de trabajo que,
evidentemente, para que las empresas no cierren, tiene que ser equivalente a la reducción de
salario.

I.G.: Las palabras que Vd. emplea a la hora de analizar el actual momento, a la espera de que
decidan por encima de nuestras cabezas, Vd. dice algo que nosotros deberíamos tomar como
decisión automática, que es apostar por la innovación y alentar a los emprendedores. Me gustaría
que nos contara con más detalle su posición.
M.C.: El tema es que la economía tira a partir de la inversión, o del aumento de la productividad o
a partir de la demanda. Entonces, hasta ahora nos habíamos montado una economía sin
crecimiento de la productividad… en España; en Estados Unidos es diferente. En España, el gran
problema es la falta de crecimiento o muy poco crecimiento de la productividad en los diez
últimos años. Era un incremento del PIB en base al aumento del empleo en sectores poco
cualificados, como la inmobiliaria, la construcción y el turismo, y aumento simplemente de
consumo de detalle, de comercios, etc. Pues bien, esto es de bajísima productividad y lo que ha
ocurrido es que no hemos generado suficiente valor para compensar lo que estábamos
obteniendo como renta a partir de las deudas. Si en lugar de tirar de la demanda, como hacemos
nosotros y la mayor parte de los países europeos y Estados Unidos, tiramos de la inversión y
crecemos en base al crecimiento de la productividad, como hacen los chinos por ejemplo, las
cosas cambian, porque el incremento del consumo que hagamos será la consecuencia de lo que
ganemos en términos reales, en base al incremento de la productividad, y no en términos ficticios
financieros.
La productividad viene, fundamentalmente, de la innovación tecnológica y empresarial, y de la
capacidad de que algunas personas puedan desarrollar proyectos de nuevo tipo, que encuentren
nuevos productos, nuevos mercados, nuevas tecnologías, y con esto se incrementa la
productividad y se crea valor real. Y hay miles y miles de personas que son emprendedores y
emprendedoras en toda España. Hay grandes oportunidades y hay gente muy cualificado y con
buen nivel educativo y tecnológico. El problema aquí es que necesitan financiación para sus
proyectos. Sin financiación no hay emprendimiento real, hay sueños de emprendedores. Y aquí el
problema que tenemos es que las instituciones financieras españolas no saben de capital riesgo
de verdad, son muy conservadoras, son absolutamente arriesgadas en manipular nuestros fondos
de inversión, pero en cambio son absolutamente conservadoras en favorecer el emprendimiento.
Aquí, el capital riesgo, como se llama en el mundo, en España las instituciones financieras lo
consideran capital para mí, riesgo para ti.

I.G.: Porque Vd. defiende la teoría de que sería un magnífico negocio para todos, incluso para los
que apoyaron la acción de los emprendedores, si se jugara en esa dirección de las pequeñas
empresas. Además dice que ya está pasando, que aunque no nos demos cuenta, está ya
ocurriendo esto.
M.C.: Sí. En primer lugar, está ocurriendo porque la idea del empleo de por vida en una gran
empresa o en una administración es realmente, en este momento, una fantasía total. El
crecimiento del empleo en España y en todo el mundo se debe, sobre todo, a las pequeñas y
medianas empresas. Y no solo de las que existen, sino de las que se van creando cada día. He
vivido más o menos treinta años en Silicon Valley y las grandes empresas de hoy, que son las
grandes multinacionales de la tecnología, Google o cualquiera que Vd. pueda mencionarme, se
iniciaron todas como pequeñas empresas innovadoras, como acciones de emprendedores. Google
lo crearon dos personas. Yahoo! lo crearon dos personas. Cisco lo creó una pareja. La clave es que
esas personas tenían la capacidad de poder obtener financiación para desarrollar su capital
tecnológico, su capital humano. En Silicon Valley, si no fracasas no te dan dinero. Es decir, como
media, las empresas de Silicon Valley que se establecen finalmente, sus emprendedores han
fracasado seis veces antes de que la séptima sea la que va la vencida. Y solamente les dan
dinero sustantivo, dinero importante, en la medida en que ya tienen la experiencia del fracaso,
porque si no, es que no han aprendido, y si no han aprendido a fracasar, no saben realmente
llevar una empresa.
En España es al revés. Si has fracasado, olvídate de que te financien. Y la innovación, por
definición, pasa primero por intentos y fracasos, porque si no, no sería innovación. Porque es algo
que no se sabe, que no existe, que hay que probar y, por consiguiente, implica un factor de
riesgo, y un factor de riesgo de cada aprendizaje a través del fracaso. Implica, también, el
mantenimiento de la determinación de seguir adelante, de crear nuevos productos, nuevas
empresas, y así crear riqueza entre todos.

Entonces, yo diría que la salida de la crisis pasa, a la vez, por hacer un modelo productivo basado
en la innovación y en el aumento de la productividad del lado de la oferta, y por parte de la
demanda, en cambio, reducir el consumo a niveles razonables, y pensar que no necesitamos todo
lo que consumimos, pero que sí necesitamos los servicios básicos, los servicios públicos de salud,
educación, cultura, transporte, vivienda, servicios que ahí sí necesitamos que el gobierno pueda
ayudar, que el sector público pueda ayudar. Pero ese sector público no puede ayudar si no hay
una creación de valor y de riqueza en la economía que tenga que venir de la innovación y del
incremento de la productividad.

I.G.: De todas maneras, hemos pensado que a nosotros ya nos ha convencido Vd. Ahora se
trataría de ver cómo les convencemos a los bancos de que hicieran ese tipo de cambio de `chip’
para poder empujar en esa dirección. Pero Vd., hace muy poco, ha sido seleccionado como
miembro del Comité… son 18 miembros y Vd. es el único español, de esa organización European
Institute of Innovation and Technology, que parece que van a trabajar en asuntos de innovación
de una manera muy potente en toda Europa. Por tanto, sospecho que tendrán intención de actuar
en las líneas que Vd. nos dice y confiarán en que habrá financiación para una doctrina de esta
naturaleza.
M.C.: Sí, pero nosotros somos coherentes con el modelo de innovación y de emprendimiento que
propugnamos. El EIT, como se llama, remedando al famoso MIT de Estados Unidos, es una nueva
institución europea que depende del Parlamento Europeo y que tiene financiación del Parlamento
Europeo. Pero nosotros no damos fondos, como los otros programas europeos, a fondo perdido,
digamos, a subvencionar. Somos contrarios a la subvención, al subsidio, porque esto, en realidad,
acostumbra a la gente a ser funcionarios. Lo que estamos haciendo, concretamente, es construir
redes de empresas y universidades que colaboren en proyectos que, de momento, hemos
lanzado en tres grandes áreas: proyecto de tecnologías y empresas para mitigar el calentamiento
global; tecnologías de información y comunicación para el bienestar de la sociedad y el tercero,
proyecto de energías renovables y sostenibles. Cada uno de estos proyectos está organizado en
lo que llamamos comunidades de innovación y conocimiento.
Para cada uno de estos proyectos hemos hecho un concurso competitivo, al que se han
presentado más de veinte redes de empresas y universidades, que son cientos de empresas y
universidades, las más importantes de Europa. De esas veinte, hemos seleccionado los tres
mencionados, y cada uno de estos tres son cinco centros, en cinco grandes ciudades europeas,
ligados entre ellos, y en cada uno de estos centros hay seis, siete, ocho empresas y universidades
que colaboran en este proyecto. Pues bien, a cada una de estas comunidades de innovación y
conocimiento, que tienen financiación para trece años, nosotros les damos el 25 por ciento de la
financiación; ellos se tienen que buscar el 75 por ciento. Pero, claro, al principio nosotros les
damos el 75, ellos ponen el 25, y así van generando… Por tanto, al final serán cientos de millones
de euros que están siendo invertidos en estos proyectos de innovación y tecnología que tienen
una condición `sine qua non’: que de aquí salgan, no solo proyectos para las grandes empresas
que participan, sino posibilidades de financiación de innovación para emprendedores de todo
tipo.

Hay que decir que una de esas comunidades importantes está en Barcelona, en temas de
energía, en la que participan algunas de las grandes empresas de Barcelona, participa ESADE,
una de las grandes escuelas de negocios de España, y participa también la Universidad
Politécnica de Cataluña. En otra de las comunidades de innovación y tecnología, concretamente
en la de cambio climático, participa la Generalitat valenciana. Es decir, aquí se está creando una
capacidad conjunta de empresas y universidades y centros de investigación en base a
financiación de la innovación, pero financiación para que lleguen a desarrollar proyectos
rentables. Creo que es un ejemplo… nosotros solo intentamos presentar un modelo que funcione
en la práctica, pero es algo que, naturalmente, tiene que hacerse desde los gobiernos, desde las
comunidades autónomas, desde las empresas. Es un modelo que creo viable, pero que tendría
que ser repetido y ampliado a muchos niveles. Lo que no sirve de nada es dar más dinero para
hacer más carreteras, más trenes de alta velocidad, más obra pública, esa es la vieja fórmula de
salir de la crisis, poniendo demanda pública, es decir, en el fondo, gasto público para sustituir a la
demanda privada que baja y que ha desaparecido porque no hay crédito. Eso es una forma de
empleo comunitario disfrazado, que lleva simplemente a que se agota a medio plazo porque los
gobiernos no tienen más dinero para seguir pagando proyectos que no generan productividad.

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