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Los condicionamientos históricos en nuestro país trataron de retrasar su asentamiento y

expansión para no perder las artes nacionales existentes, herederas de los monarcas godos,
asturianos y monjes mozárabes. Por otra parte, y por estar España enfrascada en la Reconquista,
sólo se pudo instalar en la mitad norte de la península, pues cuando se penetra en la mitad sur es
ya tiempo del Arte Gótico.

El cambio hacia el Románico Pleno vino precedido del cambio de ideas, que ya había iniciado
Sancho III el Mayor de Navarra y que lleva a la práctica su hijo Fernando I en los reinos de Castilla y
León, conectando con los hombres que están forjando los nuevos destinos de Europa. Se
aumentan estos contactos con su hijo Alfonso VI que se casa varias veces con princesas francesas y
desposa a sus hijas con condes borgoñones.

Colabora también la curia a introducir esas innovaciones, aleccionada desde las estancias
vaticanas para aceptar los cambios “per manu militari”. Lo que supuso sustituir la liturgia hispánica
(visigótico-mozárabe) por el rito gregoriano que estaba unificando Europa en esa única forma,
abortando así las posibilidades de desarrollo de las formas litúrgicas nacionales, en nuestro caso
de viejas tradiciones peninsulares.

Se afianza definitivamente el Segundo Arte Románico en España bajo el reinado de Alfonso VI


(1072-1109) con una presencia especial en el Camino de Santiago. No se debe su entrada al propio
Camino, sino al empuje del nuevo arte, por lo que no conviene hablar del Románico del Camino de
Santiago sino del Románico en el Camino de Santiago pues hubiera entrado igual, del mismo modo
que los palacios barrocos se extendieron por la geografía europea sin un camino premeditado,
como sucedió también con los castillos franceses del Loira.

El Camino de Santiago no define el fenómeno de entrada de este arte, aunque sí colabora a ello
con la presencia de prelados, caballeros y pobladores francos, que introdujeron sus costumbres y
asentaron hábitos culturales centroeuropeos.

El dominio de la arquitectura y escultura permite inventar o desarrollar volúmenes nuevos. La


escultura se despega del carácter simbólico y se acerca decididamente al naturalismo.
En Francia esta fase final del romanico condujo a la construcción de templos realmente
espectaculares por su barroquismo. EL ejemplo más estereotipado es la espectacular iglesia de
Notre Dame la Grande de Poitiers.
En España se desarrolla de manera desigual este estilo tardío. Citaremos, sin embargo, como
construcción emblemática, la iglesia de Santo Domingo de Soria, que contrastando con la
sobriedad de esa ciudad castellana, muestra algo de la exuberancia de algunos templos franceses
de Poitiers.

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