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1. Singular o plural
2. Sustantivo con adjetivo
3. Con paréntesis
4. Con preposición, conjunción o adverbio
5. Nombres propios
6. Encabezamiento + subencabezamiento
Singular o plural
Existen sustantivos cuyo significado varía en singular y plural: Derecho civil / Derechos
civiles; o sirven para distinguir una técnica de sus productos: Estadística /Estadísticas
1. Nombres personales
- Nombres de persona, según el capítulo 15 de las RC se puede añadir paréntesis con
fechas, profesión o parentesco. El paréntesis más extendido es el de las fechas de
nacimiento y muerte: Goya, Francisco de (1746-1828)
-Personajes de ficción, mitológicos o bíblicos: Furias (Personajes mitológicos)
-Nombres de familias, tribus o castas: Elzevir (Familia)
2. Nombres de entidades
-Se añade el nombre de lugar o de jurisdicción cuando sea preciso romper homonimia:
Biblioteca Nacional (Argentina) o el de la categoría: Picasso (Galería de arte)
a. Conceptos únicos designado por varios términos: Agentes de bolsa y cambio, Guerra de
las Malvinas
b. Conceptos afines, en realidad dos encabezamientos simples reunidos por cuestiones
metodológicas: Aceites y grasas, Parques y jardines
c. Relación entre dos o más conceptos: Televisión en la enseñanza
Problemas de uso
Por influencia de la lengua hablada, existe la tendencia a incrementar el uso de este tipo de
términos, han de usarse con cautela, debe elegirse preferentemente encabezamientos
simples, encabezamientos con adjetivo e incluso encabezamiento con subencabezamiento.
A mayor nivel de especificidad, por otra parte, se evitarán los términos dobles
metodológicos (Aceites y grasas, Hospitales y sanatorios) y solo se expresaran mediante
términos dobles aquellos conceptos que no se puedan designar de otro modo. Al redactarlos
se tendrá en cuenta el uso habitual, y si se trata de un término doble metodológico, se
redactarán en orden alfabético. Siempre que se pueda expresar el concepto mediante
cualquier otra formula, se preferirá esta al término doble.
Tipología
1. Concepto único: Libertad de expresión
2. Semejanza u oposición: Daños y perjuicios, Mente y cuerpo
3. Relaciones entre términos, existen varios tipos:
a. Correlación entre términos que suelen tratarse juntos, con la conjunción "y": Padres e
hijos, Oferta y demanda
b. Temas distintos estudiados a un mismo nivel, sin predominio de uno sobre otro: Iglesia y
Estado, Arte y literatura
c. Cualquier tema tratado en los medios de comunicación social, preposición "en": Racismo
en la prensa
d. Material, técnica o instrumento en relación con el campo de aplicación, con la
preposición "en": Láser en medicina
Nombres propios
Los nombres propios se usan para designar individuos o cosas concretos dentro de una
determinada clase. Exige el manejo de fuentes y repertorios para determinar entre varias
formas cual es la más adecuada. Su uso depende del nivel de especificidad de nuestra
biblioteca; por ejemplo si disponemos de poca información sobre un determinado tema,
podemos utilizar el nombre común genérico; sólo si disponemos de mucha información
recurriremos al nombre propio: Madrid-Plazas puede ser válido con un fondo reducido y
Puerta del Sol (Madrid) en el caso de que dispongamos de mucha información.
No suelen estar incluidos en las listas de encabezamientos, salvo algunos ejemplos que
sirven de modelo para cada clase y cuando alguna lista de materias incluye normas de
redacción, estas no son extrapolables a otras lenguas.
Nombres de persona
Como norma general hay que atenerse a las reglas de catalogación, al capítulo 15 en lo que
se refiere a lengua, grafía, elección entre varios nombres y determinación del elemento
inicial. Hay que tener en cuenta determinados casos:
-Nombres de familia, tribus o clanes: en los de familia se utiliza el apellido con la
aclaración correspondiente entre paréntesis: Kennedy (Familia) Los de tribus o clanes
llevan también entre paréntesis una aclaración normalizada: Kuta (Pueblo africano)
-Casas reinantes, dinastías o castas: se usa una entrada inversa, entrando por el nombre de
la casa: Borbón, Casa de. Los nombres de dinastías o castas sólo llevan paréntesis en caso
de que exista homonimia: Ptolomeos; Eta (Casta japonesa)
-Nombre de autor con un título de obra: se nombra al autor y tras punto el título de la obra,
siguiendo las reglas de catalogación: Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Don
Quijote de la Mancha
-Personajes de ficción: incluyen aclaración entre paréntesis en caso de homonimia o
ambigüedad. Si equivale a una frase se redactan en orden directo, posponiendo únicamente
el artículo: Gato con botas, El (Personaje de ficción), y si incluye un nombre personal este
se convierte en el elemento inicial: Arturo, Rey. Ahora bien, si consta de nombre y
apellido, se redacta como un nombre personal normal: Holmes, Sherlock
-Personajes mitológicos o legendarios: se redactan añadiendo al nombre las aclaraciones
normalizadas (Personaje/s mitológico/s) (Personaje/s legendario/s), si es necesario deshacer
la homonimia: Ceres; Venus (Personaje mitológico)
-Personajes bíblicos: igualmente se añade aclaración normalizada siempre que sea
necesario: Daniel (Personaje bíblico)
Nombres de entidades
Se redactan siguiendo las normas sobre autores corporativos del capítulo 15 de las Reglas
de Catalogación:
Biblioteca Nacional (España)
Exposición Ibero- Americana (1929-1930. Sevilla) España. Ministerio de Economía y
Hacienda
Títulos uniformes
En general, se redactan siguiendo las normas sobre Títulos uniformes del capítulo 16 de las
Reglas de Catalogación, aunque existen algunos títulos que se dan casi exclusivamente
como entrada de materias, que se analizan a continuación.
-Nombres de leyes, se redactan según las reglas de catalogación, si se trata de leyes
antiguas usar el nombre por el que sean más conocidas: Fuero de Zamora; Siete Partidas
-Tratados y paces, se ajustaran a reglas de catalogación, en general se redactarán con el
nombre del tratado seguido de la fecha entre paréntesis: Conferencia de Yalta (1945)
-Libros sagrados: se siguen las reglas de catalogación y el Apéndice I
-Obras anónimas: se siguen las reglas de catalogación y el Apéndice II
-Programas de televisión o radio: se añade aclaración normalizada, salvo que vaya implícito
en el nombre: Un, dos, tres (Programa de televisión); Hoy por hoy (Programa de radio);
Teletienda
-Manuscritos y música: siguen la reglas de catalogación: Biblioteca Nacional (España).
Mss. 4944; Falla, Manuel de. Sombrero de tres picos. Suite n. 1-2
-Publicaciones seriadas, se usa el lugar de publicación para romper homonimia y en caso de
que ésta persista, las fechas: ABC (Madrid); ABC (Sevilla)
-Nombres de colecciones, si existe homonimia se rompe con la entidad editora y si la
homonimia existe entre la entidad editora y la serie, se le añade a esta última la aclaración
(Serie): Serie Documentos (Editorial CCS); Serie Documentos (Vanguardia Obrera);
Oxford Historical Society (Serie)
Nombres geográficos
Como norma general se redactarán en la lengua del indizador si existe una forma
suficientemente acuñada, si no es así, se usará en lengua original. Se añadirá paréntesis para
deshacer homonimias o para aclarar los términos. Se pueden enumerar los siguientes
grupos:
-Accidentes geográficos: se usa solamente el nombre específico y no el genérico, si el
específico resulta confuso se añade aclaración entre paréntesis: Cantábrico; Margarita
(Isla); Atlas (Cordillera).
Si la homonimia existe entre dos o más nombres, el de mayor uso se redactará sin
paréntesis y los demás llevarán aclaración: Amazonas; Amazonas (Estado, Venezuela);
Amazonas (Estado, Brasil)
Acontecimientos históricos
Como regla general, se redacta en orden directo en la lengua del indizador, si existe forma
acuñada: Monasterio de la Encarnación (Madrid); Arco del Triunfo (París); Golden Gate
(San Francisco).
La aclaración entre paréntesis, si están en un núcleo urbano, es el nombre de la ciudad y si
no lo está, el nombre de la provincia en los nombres españoles y en los nombres
extranjeros, el del país o el estado federal en los estados federales. Se pueden señalar los
siguientes tipos:
-Obras de arte: Tesoro de Guarrazar; Venus de Nilo; Dama de Elche
-Autor más título de obra de arte: Goya, Francisco de (1746-1828). Caprichos
-Nombres de edificios o estructuras arquitectónicas, urbanísticas o de ingeniería: usar el
orden natural en la lengua del indizador, con indicación de donde se encuentra si no está
incluido en el nombre: Catedral de León; Jardín de Luxemburgo (París); Arco de Trajano
(Benevento)
-Yacimientos arqueológicos, parques naturales o cuevas: se redactan en orden directo y en
la lengua del indizador si hay fórmula acuñada; con aclaración del lugar en que se
encuentran, el nombre de la provincia en los nombres españoles y en los nombres
extranjeros, el del país o el estado federal en los estados federales: Cerro de los Santos
(Albacete); Abri Pataud (Francia); Wayne National Forest (Ohio)
Como norma general se usará la lengua del indizador y los paréntesis para deshacer
homonimias o hacer aclaraciones. Se pueden identificar los siguientes tipos:
-Nombres de animales o plantas: se usará la lengua del indizador o el latín según los hábitos
de los usuarios del centro: Salmónidos; Escherichia coli
-Minerales, elementos o compuestos químicos: se usa la nomenclatura internacional
normalizada, salvo en aquellos en que el nombre vulgar esté muy extendido:
Acetona
UP 2-propanona
-Conceptos de distintas áreas del conocimiento: fenómenos, objetos, enfermedades, teorías
o métodos: si está compuesto por nombre genérico y nombre propio sin preposición,
nombre genérico más adjetivo o nombre genérico y complemento del nombre común, se
redacta en orden directo: Efecto Auger; Enfermedad celíaca; Enfermedad del suero
Si por el contrario está compuesto de nombre genérico más complemento del nombre
propio, se redacta en orden inverso, con el nombre propio como elemento inicial: Wiener,
Integrales de; Down, Síndrome de
Los nombres de teorías siempre se construyen con inversión, salvo que estén compuestos
por nombre y adjetivo: Conjunto, Teoría de; Teoría cuántica
Encabezamiento + subencabezamiento
El lenguaje de indización sirve para controlar y subsanar las dificultades de uso del
lenguaje natural y concretamente los subencabezamientos expresan conceptos o relaciones
entre éstos.
Tipos de subencabezamientos
1. Subencabezamiento de materia propiamente dicho o subencabezamiento general,
indican aspectos, procesos o propiedades del concepto expresado en el encabezamiento o
acción que se ejerce por o sobre el mismo: Barcos-Desguaces; Metabolismo-Trastornos;
Espacio exterior-Exploración
No se aplican de forma general sino cada uno de ellos a unas determinadas categorías.
Suele ir tras el encabezamiento y no suelen repetirse, no siempre se respetan ni el orden ni
la no repetitividad: Novela española-S.XX-Historia y crítica; Deportes náuticos-
Instalaciones- Planificación.
TITULOS UNIFORMES
1. Obras individuales
2. Anónimos en alfabetos no latinos
3. Obras en griego anteriores al S. XVI
4. Obras publicadas simultáneamente en varias lenguas
5. Indicación de lengua
6. Partes de una obra
7. Dos obras editadas juntas
Indicación de lengua
-Se añadirá el indicador de lengua, cuando la lengua de la obra no sea la lengua original
Amadis de Gaula. Francés
-Si se trata de una variante antigua de la lengua, se indicará entre paréntesis:
Chanson de Roland. Francés (Francés antiguo)
-Si se trata de una versión bilingüe o multilingüe, se consignarán hasta dos lenguas y a
partir de tres el término 'Políglota'
Goethe, Johann Wolfgang von (1749-1832).
Faust. Español-Alemán
Biblia. Políglota
-Si la obra es originalmente plurilingüe, se encabezará sin indicador de lengua.
-Si posteriormente se edita en una de estas lenguas originales, se le añade el indicador de
lengua, aunque la lengua del texto coincida con la del título.
-Si la obra aparece simultáneamente en dos lenguas, se eligirá una, teniendo en cuenta el
orden de preferencia expuesto más arriba.
Partes de una obra
-Se usará el título uniforme de la parte, trazando referencia al título general seguido del
título de la parte: Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). La Gitanilla
Up. Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Novelas
ejemplares. La Gitanilla
Obra selecta
-Se usará el término 'Obra selecta' tras el nombre del autor
Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Obra selecta. Inglés
The selected work of Cervantes
Género literario
-En las colecciones de obras de un mismo género, se usará como título uniforme el
correspondiente al nombre del genero tras el nombre del autor:
Vega, Lope de (1562-1635). Poesía
Obras poéticas de Lope de Vega
Se puede añadir la lengua de la traducción si no está en lengua original.
Antologías
Se utiliza el término 'Antología', para las colecciones de fragmentos:
Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Don Quijote de la Mancha. Antología
Legislación
-Para la legislación actual se usa el título uniforme Leyes, etc, bajo nombre de país si se
trata de colecciones legislativas.
-Si se trata de colecciones legislativas monográficas, se añade un término que recoja la
materia de las mismas: España. Leyes, etc, de educación
-Si estas colecciones tienen un título establecido, se eligirá éste como título uniforme:
España. Código alimentario
-Las leyes individuales se designarán con un título uniforme constituido por el nombre por
el que sean más conocidas, añadiendo su número o fecha de promulgación: España. Ley del
divorcio, 1981 o Argentina. Ley n. 17253
-Para la legislación antigua se usará el nombre tradicional: Fuero Juzgo; y si se trata de
partes de códigos generales, se citará el nombre de la parte detrás del nombre general del
código: Corpus Iuris Civilis. Pandectae Índice
Tratados internacionales
-Los tratados y colecciones de tratados generales suscritos por dos partes, irán encabezados
por una de las partes, seguido del encabezamiento Tratados, etc. y de la otra parte: España.
Tratados, etc. Francia
-Si están suscritos por más de dos partes, sólo se encabezará por el signatario común,
seguido del título Tratados, etc.: Grecia. Tratados, etc. Tratados, etc. seguido de fecha se
usará para tratados trilaterales.
-Si se han firmado por más de tres partes, habrá que redactar entradas secundarias: España.
Tratados, etc. 1729 para una obra títulada: Tratado de paz, unión y amistad y de alianza
defensiva entre, Francia e Inglaterra y por el contrario: Tratado de la Unión Euopea (1992).
Francés, para una obra titulada Traité sur l'Union Europeenne, con asiento secundario por:
España. Tratados, etc, 1992
-Si son comunmente conocidos por un nombre, se adoptará éste, con la fecha en que se
firmó o comenzó a firmarse: Tratado de Utrecht (1713) o Convención Internacional de
Derechos de Autor (1952).
-Si no existe otra posibilidad se usará el título propio.
-Cuando uno de los firmantes es la Iglesia Católica se usará el término Concordatos, etc.
seguido de Iglesia Católica: España. Concordatos, etc. Iglesia Católica.
-Si se trata de protocolos o enmiendas, al título uniforme se le añadirá Protocolos, etc.,
precedido de punto y seguido de la fecha y nombre del país si procede: Comunidad
Económica Europea. Tratados, etc. Libano. 1977. Protocolos, etc. 1980- 1987
Libros sagrados
-La Biblia y los libros apócrifos se usarán siguiendo el Apéndice I
-Los libros sagrados de otras religiones no cristianas se encabezarán como se expone a
continuación:
El Talmud, de forma análoga a la Biblia
El Corán, título uniforme Corán. Nombre propio de la Sura y número del verso
cuando sea necesario
Títulos uniformes de otros libros sagrados: Vedas.
Samaveda
Avesta.
Yasne
Haggadah
Libros litúrgicos
-Como norma general, se usará el nombre del libro litúrgico en latín, precedido de Iglesia
Católica: Iglesia Católica. Missale. Español.
-A continuación se enumeran los títulos uniformes aceptados para la catalogación de
manuscritos de textos litúrgicos anteriores al concilio de Trento:
Antiphonale
Benedictionale
Breviarium
Cantatorium
Capitulare Evangeliorum
Collectarium
Diurnale
Epistolarium
Evangelarium
Graduale
Horae B.M.V.
Hymnarium
Kalendarium
Kyriale
Lectionarium
Lectionarium plenum
Legendarium
Liber Ordinarius
Missale
Missale festivum
Nocturnale
Officium capituli
Ordinarium missae
Ordines romani
Pontificale
Processionale
Psalterium
Responsoriale
Rituale
Sacramentarium
Tonale
Troparium
-Los libros litúrgicos de otras iglesias, se encabezarán con el nombre en español, en caso de
que exista: Iglesia Evangélica Española. Himnario, y en el caso de que no exista, con el
nombre en lengua original: Church of England. Book of common prayer
Resumen del capítulo 15 de las reglas de catalogación sobre la Forma de
los encabezamientos o puntos de acceso
AUTORES PERSONALES
Normas generales de elección
Seudónimos
Elemento inicial
Partículas
Títulos de nobleza
Nombre propio o sobrenombre como elemento
inicial
Calificativos
Fechas
Homonimias
Nombres árabes
Nombres hebreos
Nombres chinos
Nombres birmanos
Nombres hindúes
Nombres indonesios
Nombres tailandeses
Nombres turcos
Iniciales, letras sueltas o numerales
Frases
Seudónimos
-Como norma general: preferencia del seudónimo sobre el nombre real, salvo si se trata de
un autor contemporáneo, cuyo seudónimo/s puede estar falto de arraigo, en que se preferirá
el nombre real
-Si cuenta con más de un seudónimo y usa además el nombre real, usar en cada obra el que
figure, trazando referencias entre todos los seudónimos y el nombre real
-Si dichos seudónimos y nombre real se usan para determinadas áreas temáticas, respetar
dicha especialización
Elemento inicial
-Primer apellido
-Segundo apellido en nombres portugueses o brasileños (excepto palabras que indiquen
parentesco: Neto, Sobrihno, Filho, que se mantienen tras el apellido
-Si el autor muestra preferencia por alguna parte de su nombre, se toma ésta como parte
inicial
-En mujeres casadas, como norma general se comenzará por el apellido del-marido, si sólo
usa éste
- Si usa uno y otro, tomar como elemento inicial el más reciente
-Si usa su apellido más el del marido, comenzar con el del marido excepto en: Lengua
española, italiana, francesa, checa y húngara, que se comenzará con el que figure en primer
lugar. Si usa el nombre completo del marido, comenzar con el apellido de éste.
Partículas
-Alemán, comenzar por la parte siguiente a la partícula, salvo que se trate de la contracción
-Checo y esloveno, en el caso del genitivo precedido de z, comenzar por la parte siguiente a
la partícula
-Lenguas escandinavas:
Parte siguiente a partícula cuando proceda de lenguas escandinavas o germánicas
(exceptuando la partícula holandesa o flamenca de)
En el resto de los casos, comenzar con la partícula
-Español:
Las preposiciones se posponen, con artículo o con contracción
El artículo se antepone, vaya separado, unido o con guión
-Francés:
El artículo y la contracción de este con preposición se anteponen
La preposición sola se pospone
-Holandés y flamenco:
Se comienza por la parte que sigue a la partícula excepto en la partícula ver, que se
antepone
Los apellidos procedentes de otras lenguas, igual, salvo los belgas, que siguen la norma de
la lengua de procedencia
-Inglés: tanto la preposición como el artículo anteceden al nombre
-Italiano:
En general, se comienza por la partícula
Las partículas d', dei, degli, de li de autores anteriores al S. XIX se consideran
denominaciones de grandeza, y se posponen
-Portugués: se comienza con la parte que sigue a la partícula
-Rumano: se comienza por la partícula, excepto de, que se pospone
-Las partículas que indican relación familiar: Mac, Mc, O', Fitz, Ker, A', Ap, Abu, Ihn, Bar
y Ben se anteponen
Títulos de nobleza
-Norma general: Título, Nombre en forma directa, palabra que indique el rango nobiliario
-Si el título nobiliario no se usa como elemento inicial sólo se incluye cuando el autor lo
use habitualmente
Calificativos
-Soberanos: Nombre, ordinal, título con nombre del estado
-Soberanos santos: Nombre, ordinal, título con nombre del estado, Santo
-Soberanos consortes: Nombre, "consorte de", nombre del soberano, título con nombre de
estado
-Príncipes e infantes no reinantes, siguen la norma general de títulos de nobleza, e incluyen
el título o dignidad en la lengua original
-Santos y beatos: Nombre propio, santo o beato
-Papas: Nombre, ordinal, Papa (se añade Santo, si además lo es)
-Dignidades eclesiásticas: Nombre de pila, dignidad
-Nombres de religión:
Nombre, sobrenombre (siglas de la orden)
Nombre, apelativo como Madre, Hermano, etc.
Fechas
-Aunque son opcionales, son el elemento preferente para romper homonimias. En los
materiales gráficos son obligatorias las fechas para los nombres personales y en general se
usan cada vez más para permitir el intercambio internacional de registros.
Homonimias
-Además de con las fechas, se puede romper la homonimia añadiendo elementos como
títulos, orden o congregación religiosa, palabras como padre, hijo o junior
-En el caso de homonimia aparente por aparecer el nombre con siglas, desarrollar éstas
entre paréntesis.
Nombres árabes
-Los nombres árabes que no estén compuestos por nombre propio y apellido, se incluirán
en forma directa, empezando por el elemento más conocido (Ver Apuntes de la École des
Sciences de l'Information de Rabat de la Unesco en Rabat)
Nombres hebreos
-Van precedidos de ben, abi, ab, bar, mar, ha o he, unidos al nombre por guión
Nombres chinos
-Suelen comenzar por el apellido
Nombres birmanos
-El nombre propio se encuentra al principio y u, Saw, Daw, Naw y Maung son tratamientos
Si contiene un nombre de pila occidental, éste se pospone
Nombres hindúes
-Los nombres antiguos comienzan por la primera palabra del nombre
-A partir de la segunda mitad del S.XIX, el apellido es el elemento inicial
Nombres indonesios
-El elemento inicial es la última parte del nombre, se incluyen en orden directo los nombres
que incluyen iniciales o la partícula di nam
Nombres tailandeses
-Orden directo
-Títulos de nobleza como elemento inicial, con nombre entre paréntesis
Nombres turcos
-Antes de 1935, nombres en forma directa como los nombres árabes. A partir de esta fecha,
el elemento inicial es el apellido
Área jurisdiccional
-Se usará el nombre convencional y no el oficial: Gran Bretaña y no Reino Unido de la
Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
-Se añadirán entre paréntesis los determinantes precisos cuando exista homonimia: Segovia
(Diócesis) Segovia (Provincia)
Lengua
-Se eligirá la lengua oficial de la entidad; si existe más de una y entre ellas, alguna de
lenguas oficiales españolas se eligirá esta. En caso contrario se adoptará el siguiente orden
de preferencia: inglés, francés, italiano, portugués y alemán
-Los organismos internacionales que posean nombre en lengua española se adoptarán en
esta lengua.
-Las entidades cuyo nombre aparezca en una lengua poco conocida se nombraran con el
nombre en otra lengua más conocida que figure en la publicación o en las obras de
referencia. National Museum of Modern Art (Tokio) (y no Kokuritsu Kindai Bijutsukan)
-Cuando el nombre esté en escrituras no latinas, se tranliterará.
-Cuando existan cambios de nombre, se trazarán referencias de 'véase además' entre los
distintos nombres
Entidades oficiales
-Los organismos de la administración pública se nombrarán mediante un nombre de
jurisdicción y el nombre de la entidad: España. Ejército de Tierra
-Para las grandes divisiones jurisdiccionales judiciales o militares se usará el nombre del
país junto con el nombre de estas divisiones: España. Audiencia Territorial de Albacete
-Representaciones de un país en un organismo internacional, se nombrarán por el país
representado seguido del nombre de la delegación en el idioma original Estados Unidos.
Mission to theUnesco
Cuerpos legislativos
-Por norma general se citan. Nombre del país. Entidad. Subentidad
España. Cortes Generales. Senado
-Para distinguir entre legislaturas: Nombre del país. Entidad (Ordinal legislatura. Años)
Estados Unidos. Congress (93º. 1973-1974)
-Las asambleas constituyentes se citarán: Nombre del país. Nombre de la Asamblea (Año/s)
España. Cortes constituyentes (1931)
Nombres de cargos
-Jefes de estado: Jurisdicción. Nombre del cargo en español (Años: Nombre en forma
abreviada)
España. Rey (1975- : Juan Carlos I)
-Si se refiere a varios se nombrarán solo con la jurisdicción y el nombre del cargo, sin
paréntesis: España. Rey
-Jefes de gobierno y otras dignidades: Jurisdicción. Nombre del cargo en idioma original
Gran Bretaña. Prime Minister
Entidades subordinadas
-Se usará solo el nombre de la entidad relacionada si así queda suficientemente identificada
-Si la entidad de que depende va incluida en el nombre de la subordinada se usará todo
conjuntamente: IFLA Universal Bibliographic Control and International Marc Programme
-Las entidades subordinadas oficiales se usarán como norma general directamente debajo
de la jurisdicción: España. Dirección General del Libro y Bibliotecas
-El nombre de la subentidad se usará bajo la entidad, cuando el término que la designe
indique dependencia o subordinación: Biblioteca Nacional (España). Sección de
Manuscritos
-El nombre de la subentidad se usará bajo la entidad, cuando se trate de un nombre común
que precise ir debajo de la entidad de la que depende para ser identificado: Universidad de
Sevilla. Facultad de Derecho
-El nombre de la subentidad se usará bajo la entidad, cuando el nombre de la entidad
subordinada incluya el nombre completo de la entidad de la que depende: Banco de Bilbao.
Servicio Estudios
-En el caso de que exista sucesión jerárquica, se eliminarán las entidades intermedias:
Universidad de Salamanca. Cátedra de Arte
y no Universidad de Salamanca. Facultad de Filosofía y Letras. Cátedra de Arte
Entidades relacionadas
Cuando una entidad no es propiamente relacionada de otra, pero guarda con ella algún tipo
de relación y contiene en el suyo el nombre de dicha entidad, se encabezará por este:
Colegio del Pilar (Madrid). Asociación de Antiguos Alumnos
-Los nombres de los comités o comisiones se usarán en orden directo, trazando referencias
a las entidades representadas
Organismos internacionales
-Siguen la regla general respecto a la forma del nombre y la lengua. Los nombres de cargos
se nombrarán en la lengua correspondiente según la norma de lengua. Naciones Unidas.
Secretario General
Entidades religiosas
-Nombre de la iglesia seguido del nombre de la entidad Iglesia Católica. Congregatio pro
Doctrina Fidei
-En el caso de entidades católicas jurisdiccionales, el nombre de lugar con aclaración de
jurisdicción y el nombre de la entidad: Burgos (Archidiócesis). Vicaría General
-En los demás casos el nombre de la entidad en forma directa: Conferencia Episcopal
Española
-Concilios, asambleas, etc. Los ecuménicos se nombraran: Nombre en español (Ordinal.
Fechas)
Concilio Vaticano (2º. 1962- 1965)
-Concilios, asambleas, etc. Los demás se encabezarán por la entidad que los organice,
seguido del nombre oficial y las aclaraciones necesarias:
Society of Friends. Philadelphia Yearly Meeting (1939)
-La órdenes religiosas se citaran por el nombre más conocido en español, trazando
referencias a los nombres oficiales
Jesuitas
y no Societas Iesu
ni Compañía de Jesús
-Las órdenes militares medievales se encabezarán en español: Orden de Montesa
-Los cargos eclesiásticos se encabezarán: Nombre de la entidad representada. Nombre del
cargo en español (Años de ejercicio: Nombre en forma abreviada)
Jesuitas. Prepósito General (1965-1983: Pedro Arrupe)
-Si los cargos eclesiásticos se refieren a más de una persona se encabezarán: Nombre de la
entidad representada. Nombre del cargo en español
Tras estudiar las GARE y las GARE de materia y el IBERMARC, queda aún un elemento
importante a tener en cuenta a la hora de crear autoridades, es la cuestión de la forma de los
encabezamientos, que constituyen la cara externa de los encabezamientos.
Podríamos considerar que ambas GARE constituyen la superestructura que determina qué
elementos constituyen una autoridad y que el formato IBERMARC establece una normas
internas mediante las cuales se articulan dichos elementos.
Por último, la forma de los encabezamientos viene determinada por una serie de normas:
-Internacionales: Names of persons, Anonimous classics, List of uniform headings for higer
legislative bodies de la IFLA, etc.
-Nacionales: en los códigos de catalogación nacionales existe siempre unos capítulos
dedicados a la forma de los puntos de acceso; en el caso de las RC españolas se trata de los
Capítulos 15 y 16
-Normativa específica para un determinado tipo de encabezamientos, como el Subject
Cataloging Manual de la Library of Congress, o la obra Encabezamientos de materia:
normativa para su redacción.
La automatización de los registros de autoridad
Conforme estos sistemas fueron implantándose, se fue tomando conciencia de que no sólo
no estaban resueltos todos los problemas, sino que al contrario, la automatización sacaba a
la luz muchas inconsistencias que un nunca hubieran sido detectadas en un sistema manual.
La normalización
En el marco del programa CBU (Control Bibliográfico Universal) de la IFLA, unido con el
MI (MARC Internacional) , se gestó el nacimiento de las Directrices para las entradas de
autoridad y referencia, conocidas por su acrónimo inglés GARE (Guidelines for
Authorities and Reference Entries), publicadas en 1984 y traducidas al español en 1993, así
como de las Directrices para los registros de autoridad y referencia de materias (GSARE),
publicadas en 1993 y traducidas al español en 1995.
Las GARE, por otra parte, no prescriben la forma de los encabezamientos ni las
referencias, ni tampoco su puntuación. Las GARE se limitan a los encabezamientos de
autor personal, autor corporativo y títulos uniformes. Las GSARE se refieren las entradas
de materia propiamente dicha y lugar geográfico. Ambas poseen una estructura similar,
pero existen algunas diferencias, derivadas de las propias características de los registros.
Existen tres grupos generales de autoridades según las normas que rijan su creación y las
áreas del registro bibibliográfico en que se consignen:
-Autoridad de nombre, de nombre/título y de título uniforme, que se rigen por las normas
de la catalogación descriptiva y se incluyen en los encabezamientos principal y secundarios
-Autoridad de materia, de nombre geográfico, de género/forma y las subdivisiones, que se
rigen por las normas de la indización alfabética y que se inluyen en la relación de
secundarías de materia.
-Autoridad de serie, que se rigen por la normativa de la catalogación descriptiva con ciertas
características específicas y que se incluyen dentro del área de serie
Las de series son siempre títulos, que incluyen numeración y números normalizados,
pueden ser de los siguientes tipos:
-De autor / título
-De entidad /título
-De congreso
-De título uniforme
Las autoridades de nombre y de serie pueden ser usadas como encabezamientos de materia,
pero no ocurre igual a la inversa: las autoridades de materia no se pueden usar como
encabezamiento principal ni como encabezamiento de serie.
Uso terapéutico
Es subd. Bajo temas de medicina.
Ej. Enzimas-Uso terapéutico
En 1984 este grupo de trabajo publicó las Guidelines for Authority and Reference Entries
(GARE), cuya normalización afectaba a nombres de persona, entidades y títulos y que en
199e fue traducida al español como: Directrices para las entradas de autoridad y
referencia. Un grupo creado en 1988 se ocupó de la autoridades de materia, dando lugar a
la publicación de las Guidelines for Subject Authority and Reference Entries en 1993
(traducidas al español en 1995 como Directrices para las registros de autoridad y
Temario de Oposiciones
Biblioteconomía
-La Biblioteconomía y la formación profesional del bibliotecario en la actualidad.
-Planificación de servicios bibliográficos y bibliotecarios. Sistemas y redes nacionales
de información.
-Construcción, instalación y equipamiento de Bibliotecas.
-Selección y adquisición de libros y materiales especializados. Criterios, fuentes y
métodos. Planes cooperativos y centralizados
-Tratamiento técnico de libros, publicaciones periódicas y materiales especiales.
-Los catálogos Incidencias de las nuevas tecnologías en su elaboración y
mantenimiento. Normalización
-Principales tipos de clasificación bibliográfica. Clasificaciones sistemáticas y
alfabéticas
-Gestión y administración de Bibliotecas Programación, recursos financieros y
humanos; control y evaluación de los servicios.
-Organización, mantenimiento y control de fondos de la biblioteca.
-Preservación y conservación de los materiales bibliográficos
-El préstamo interbibliotecario.
-Las bibliotecas nacionales.
-Las bibliotecas universitarias.
-Las bibliotecas escolares.
-Las bibliotecas públicas.
-Servicios de lectura para sectores específicos de la población: enfermos,
minusválidos, presos, tercera edad, etcétera
-La organización bibliotecaria española. Competencias de las distintas
Administraciones Públicas
-La automatización de los servicios bibliográficos y bibliotecarios.
-Redes telemáticas de bibliotecas. Interconexión de sistemas abiertos (OSI).
-Las nuevas tecnologías de la información y su empleo en los servicios bibliotecarios.
El videotexto y el disco óptico
-Organizaciones internacionales al servicio de las bibliotecas. IFLA, FID,
ISO,UNESCO, etc
Bibliografía
-Definición y objetivos de la bibliografía: teoría y técnicas
-Evolución histórica de la Bibliografía
-Estado actual de la bibliografía en el mundo. Control bibliográfico universal.
Disponibilidad universal de las publicaciones
-Bibliografías de bibliografías
-Bibliografías generales
-Bibliografías de materias especiales
-Bibliografías nacionales
-Los catálogos colectivos
-Bibliografías de manuscritos, incunables y raros
-Bibliografías de publicaciones periódicas
-Bibliografía de publicaciones oficiales
-Bibliografías comerciales
-El libro infantil. Obras de referencia y bibliografía.
-Información bibliográfica. Orientación al lector, formación de usuarios.
-La Sección de referencia
Documentación
-El centro de documentación. Técnicas de organización. Funciones y características.
-Técnicas informatizadas para el tratamiento y gestión documental. El documento
primario y secundario.
-Análisis documental. Indización. Resúmenes. Tipos y normas para su elaboración.
-Lenguajes documentales.
-El Thesaurus. Elementos, construcción y mantenimiento.
-Recuperación de la información. Búsquedas retrospectivas y D.S.I.
-Soportes informáticos.
-Gestión automatizada de la documentación
-Servicios informatizados en la gestión de los centros documentales.
-Explotación y gestión de sistemas informáticos documentales
-Productores, distribuidores y redes: Interconexión de centros y servicios.
-Productores y distribuidores de bases de datos bibliográficos y documentales en
España
-Bases y bancos de datos. El mercado de los servicios documentales informatizados
-Bibliometría. Normalización. La investigación en el campo de la documentación e
investigación científica
-Acceso al documento original. Técnicas de reproducción del documento: su
aplicación en bibliotecas y centros de documentación
-Software de gestión documental. Técnicas y aplicaciones
Derecho
-La Constitución Española de 1978. Estructura y contenido. El Tribunal
Constitucional y el defensor del Pueblo.
-La Jefatura del estado. Las Cortes Generales. El Poder Judicial.
-El Gobierno: estructura y funcionamiento. Relaciones entre el Gobierno y las Cortes
Generales. La Administración Central. Organismos autónomos y Administración
periférica.
-El estado y las Comunidades Autónomas. Distribución de competencias.
-Estatutos de Autonomía. El sistema institucional de las Comunidades Autónomas. La
coordinación entre las diferentes Administraciones Públicas.
-La Ley 16/1985 de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español. El Patrimonio
Documental y Bibliográfico. Los archivos, bibliotecas y museos.
-La declaración de bienes de interés cultural. La protección de los bienes muebles e
inmuebles. Las medidas de fomento.
-El real decreto 111/1986, de 10 de enero, de desarrollo parcial de la ley del
Patrimonio Histórico Español. Los órganos colegiados. Los instrumentos
administrativos. La transmisión y exportación de los bienes integrantes del
Patrimonio Histórico Español. Acuerdos y tratados internacionales sobre protección
del patrimonio histórico
-Las competencias del estado en materia de cultura. La administración española de
bibliotecas. Estructura organizativa y competencias en materias de bibliotecas de la
Administración del Estado. Comunidades Autónomas y Administración Local.
El libro y las bibliotecas en la Antigüedad
Introducción
Mesopotamia
Egipto
El alifato
Grecia
La biblioteca de Alejandría
Roma
El pergamino
Introducción
El hombre ha sentido la necesidad de comunicarse desde los tiempos más remotos. En un
principio, la comunicación entre los seres humanos era exclusivamente oral, aunque pronto,
la aparición de sociedades complejas hizo nacer la necesidad de establecer un sistema de
comunicación más amplio que superara las barreras del tiempo y del espacio. Así nacieron
las primeras formas de lenguaje no hablado, que se manifestó en forma de símbolos y
señales acordados de antemano: es el caso de los nudos en las cuerdas, de las muescas en
los palos y de algunos dibujos y símbolos en paredes y cuevas.
La aparición de la agricultura y la ganadería dio como resultado sociedades con excedentes
de producción, lo cual originó la necesidad de intercambiar y almacenar productos, con lo
cual la estructura social se complicó y también los procesos desarrollados por sus
miembros.
El sistema de comunicación basado en símbolos debió buscar instrumentos más perfectos y
así nacieron los sistemas de notaciones complejos, que precedieron a la escritura.
Mesopotamia.
Fue precisamente en una sociedad agraria compleja, la antigua Mesopotamia, donde, según
todos los indicios que se poseen en la actualidad, nació la escritura. Los restos más antiguos
encontrados datan del segundo milenio, en Sumer. Se trata de tablillas de arcilla, material
muy abundante en la zona, sobre las que se escribía con punzones cuando aún estaba
húmeda, y posteriormente se secaban al sol o se cocían, si el documento era de especial
interés. La escritura utilizada era la cuneiforme, modelo que se utilizó durante más de dos
mil años para diversas lenguas, y que sobrevivió a varias culturas: la sumeria, la acadia, la
babilónica -amorita y caldea-, la asiria...
La escritura cuneiforme tuvo un origen logográfico-silábico. Parece ser que el nacimiento
de la escritura se debió a motivos comerciales: la necesidad de llevar una contabilidad
detallada de los intercambios internos y externos de la comunidad.
Pocas personas dominaban la escritura, por lo cual los escribas gozaban de un gran poder
político y social. Ello se explica si se entiende que eran los depositarios de todos los
testimonios de transacciones y otros actos administrativos que se llevaban a cabo. Los
escribas formaban una casta aparte, ligados al templo y al palacio real. Era aquí donde se
conservaban las tablillas, en cajas embreadas que se guardaban en nichos excavados en los
muros.
Las tablillas se identificaban por el colofón, en el cual se indicaba la materia tratada, el
número de tablillas que lo componían y en algunos casos, quien y para qué se había
ordenado elaborar el documento. Los temas tratados eran preferentemente administrativos y
económicos, aunque fueron depositarias de todo tipo de temas, y se guardó en ellas el saber
de época: ciencias, matemáticas, astrología, medicina, etc., así como textos legales y
literatura épica y ritual.
Sin embargo, no se utilizaron para guardar testimonios de creación lírica, narrativa o
dramática, los cuales se transmitieron por vía oral hasta épocas muy tardías.
Durante muchos siglos se ignoró la existencia de esta escritura: tanto es así que cuando se
realizaron los primeros descubrimientos se pensó que aquellos signos eran meramente
ornamentales, y su interpretación resultó ardua. Actualmente se conocen más de un millón
de tablillas, procedentes de diversos yacimientos de Oriente Medio -este sistema de
escritura llegó hasta la zona oriental de la actual Rumanía. Las más famosas bibliotecas
fueron la de Ebla y la Asurbanipal en Nínive.
Egipto
El antiguo Egipto contó con un soporte de escritura muy valioso: el papiro. El papiro se
elaboraba a partir de una planta que crece abundantemente en las orillas del Nilo, de la cual
se extraían unas fibras que posteriormente se prensaban y se disponían formando una
especie de tejido, sobre el cual se escribía. El papiro tenía la ventaja de ser más fácil de
utilizar, manejable y transportable. Sobre el papiro se escribía con tinta fabricada a partir
del hollín y la cola, y pronto dispusieron de más de un color de tintas, lo cual favoreció la
aparición de las ilustraciones. Los papiros se pegaban unos a otros y se guardaban
enrollados formando volúmenes. Se escribía en columnas, en el recto de la página.
La escritura egipcia era la jeroglífica, aunque también pasó por varias etapas en su
evolución. La religión, basada en el culto a los muertos y en la creencia de una vida
posterior donde existían determinadas reglas, favoreció la proliferación del Libro de los
Muertos, especie de guía del Más Allá, lo cual propició extraordinariamente el uso de la
escritura. En realidad, esta era una técnica reservada a los escribas, personajes ligados a los
templos, de gran prestigio y poder.Además del Libro de los Muertos, se redactaron tratados
legales, textos administrativos, cuentas, documentos científicos, etc. Los volúmenes se
guardaban en estuches de cuero y éstos en cajas de madera y ánforas.
Los archivos eran llamados Casas de los Libros y las bibliotecas, Casas de la Vida. Unos y
otras se situaban en los templos y los palacios reales. También hay que destacar por su
importancia las escrituras murales, existentes en templos y tumbas, en las cuales se
narraban los hechos de la vida del difunto, aunque generalmente de forma exagerada. Las
escrituras murales eran frescos o grabados en piedra, cuando respondían a un fin
propagandístico o conmemorativo.
El alifato
En la zona oriental donde se asentaban Siria, Fenicia y Palestina se establecieron ya en el II
milenio pueblos nómadas procedentes de Arabia que se mezclaron con la población
autóctona. Pronto se organizó un sistema económico que, aunque basado fundamentalmente
en la agricultura y la ganadería, explotaba de forma creciente el comercio terrestre y
marítimo. Las necesidades de tipo comercial de estos pueblos, libres de las rigurosas
tradiciones milenarias de Mesopotamia y Egipto, favorecieron la aparición de un nuevo
sistema de escritura. Este sistema partía de la simplificación de la escritura cuneiforme,
contaba con el reconocimiento del alfabeto fonético y terminó dando como resultado un
alfabeto consonántico, según parece a partir de uno silábico. Se ignora por completo las
razones que llevaron a elegir unos signos determinados, aunque en algunos se les supone la
procedencia. De cualquier modo, las actividades comerciales cada vez más intensas
extendieron pronto el alfabeto a diversas partes del orbe conocido.
El alifato se dividió en dos: el fenicio y el arameo, de los que más tarde derivaron los
alfabetos más utilizados en el mundo -excepto chino y japonés.
Los documentos más antiguos son inscripciones conmemorativas, epitafios, sellos, etc.,
generalmente ostraca escrita con tinta. En los alrededores del final del I milenio aparecen
papiros y pieles, como muestran los restos encontrados en la isla Elefantina y el Mar
Muerto. También utilizaron tabletas de arcilla y la escritura cuneiforme, como puede
observarse en la biblioteca de Ebla.
Grecia
Fue en Grecia donde el libro adquirió por primera vez su verdadera dimensión. Ello estuvo
favorecido por varias circunstancias, entre ellas la aparición de la escritura alfabética, lo
cual facilitaba extraordinariamente la técnica de escribir, y la hacía alcanzable para
cualquier persona. Por otra parte, el sistema de la democracia griega permitía a cualquier
ciudadano libre participar en el gobierno de la nación, siempre y cuando supieran leer y
escribir. Así pues, la enseñanza se extendió, y llegó, no sólo a los niños a través de las
escuelas y los pedagogos, sino también a los adultos a través de los sofistas y de los centros
de estudio e investigación: la Academia de Platón, el Liceo de Aristóteles, la Escuela
Hipocrática de Cos y otros muchos círculos donde se discutía y se trataba de filosofía, de
ciencia, de medicina, de religión. Por vez primera, las bibliotecas dejan de ser exclusiva de
los templos para aparecer en las casas particulares formando parte de la vida cotidiana.
Todo ello dio como resultado la difusión del libro y la lectura.
Los textos, cuyo soporte era el papiro, importado de Egipto, eran copiados por esclavos sin
sueldo, muchos de los cuales estaban también dedicados a la enseñanza. Los materiales
escriptóreos eran tintas de composición similar a la egipcia y el cálamo, especie de caña de
punta afilada que se utilizaba a modo de pluma. Para la enseñanza se utilizaban también
tablillas enceradas sobre las que se escribía y se podía volver a borrar.
La biblioteca de Alejandría.
De entre todas las bibliotecas conocidas en la Antigüedad, sin duda la mejor y más célebre
fue la Biblioteca de Alejandría. Fundada por los Ptolomeos, quienes se habían hecho cargo
de Egipto a la muerte de Alejandro Magno, era en realidad un centro de estudios superiores,
donde se dieron cita los más destacados sabios de la época. Allí, liberados de toda
preocupación económica, se pudieron dedicar libremente al estudio y a la investigación,
dirigidos siempre por un sabio de prestigio.
La biblioteca de Alejandría constaba de dos partes: una instalada en el templo de Serapis
(Serapeo) y otra instalada en el de las Musas (Museo), la más importante. Sobre la
biblioteca de Alejandría han circulado multitud de leyendas. Calímaco, uno de sus
directores, que elaboró una especie de catálogo de las obras existentes -los pinacles-, llegó a
afirmar que poseía 500.000 volúmenes. En realidad debieron ser unos 50.000, lo cual
equivalía a unos 10.000 títulos.
La biblioteca de Alejandría sufrió numerosos avatares a lo largo de su historia. Ni siquiera
está bien documentada su desaparición, que los cristianos achacan a los árabes y éstos a los
cristianos. En realidad, parece probable que fuera destruida en tiempos de la dominación de
Teodosio, en el siglo IV d.C.
Roma.
El libro romano es una réplica del griego. Las relaciones comerciales y coloniales con
Egipto facilitaron el suministro abundante de papiro, que fue el soporte más utilizado,
aunque también se usaron las tablillas enceradas, sobre todo para anotaciones breves y para
la enseñanza. Sin embargo, Roma conocerá una serie de cambios decisivos en la
elaboración y difusión del libro, algunas de las cuales llegarán hasta nuestros días.
El primero de estos cambios es la comercialización del libro, que dará lugar a la aparición
de librerías editoriales, con esclavos dedicados a la copia de textos y capaces de organizar
verdaderas campañas de publicidad, tales como lecturas públicas, para dar a conocer las
novedades. La posesión de bibliotecas adquirió pronto gran prestigio social, como lo prueba
el hecho de que Séneca recriminara a ciertos patricios su vanidad por instalar libros que
nunca leían hasta en los baños, con el fin de aumentar su consideración social. La escritura
se hizo cotidiana: se escribía en el Senado, en las campañas militares y en la vida
doméstica, y se tomaron numerosas bibliotecas como botín de guerra.
Pero además aparecieron bibliotecas públicas, de titularidad estatal. Las más importantes de
ellas eran las bibliotecas Octaviana y Palatina, creadas por Augusto, y la Biblioteca Ulpia,
del Emperador Trajano. Al frente de las bibliotecas públicas estaba el Procurator
Bibliotecorum y al cargo de cada una de ellas existía un director, asistido por esclavos
ayudantes.
Otro cambio importante fue la aparición del códex, que no era más que una disposición
diferente de los textos, y que tenía su origen en la unión de dos o más tablillas unidas por
uno de sus lados. Existieron muchos tipos de códex, según su tamaño y el uso a que fueran
destinados. El códex, como alternativa al volumen encontró cierta resistencia, pero la
preferencia de los juristas y de los cristianos por este tipo de documento, por su facilidad de
consulta y cita, decidió su futuro para siempre. En realidad, el códex es el antecedente
inmediato del libro actual.
El pergamino.
Otro descubrimiento de interés capital fue el del pergamino como materia escriptórea. La
leyenda lo hace nacer en Pérgamo, donde sus reyes mantenían una famosa biblioteca, rival
de Alejandría. Siempre según la leyenda, Egipto prohibió la exportación de papiro con el
fin de dificultar la expansión de la biblioteca de Pérgamo. Los habitantes de esta ciudad se
vieron entonces obligados a buscar nuevos materiales, dando así con las pieles curtidas de
cabra, vacuno u oveja.
En realidad, el pergamino se había utilizado mucho antes, aunque de manera esporádica, en
Grecia y en Roma. El pergamino presentaba notables ventajas sobre el papiro: se puede
escribir en ambos lados, borrar y reescribir (palimpsestos), es resistente y transportable. El
pergamino, presentado en forma de códice, será el soporte más habitual de la escritura en el
Occidente europeo durante más de mil años.
Catalogación de recursos electrónicos
Análisis comparativo de las normas ISBD(CF) e ISBD(ER)
INTRODUCCIÓN
0. NOTAS PRELIMINARES
0.1. Alcance, objetivos y uso
0.1.1. Alcance
0.1.2. Objetivo
0.1.1.3. Uso
0.2. Definiciones
0.3. Esquema comparativo de la ISBD(G) y de la ISBD(CF)
0.4. Puntuación
0.5 Fuentes de información
0.6. Lengua y escritura de la descripción
0.7. Omisiones y abreviaturas
0.8. Uso de mayúsculas
0.9. Ejemplos
0.10. Erratas
0.11. Símbolos, etc.
2. ÁREA DE EDICIÓN
Elementos del área
Norma de puntuación
2.1. Mención de edición
2.2. Mención de edición paralela (opcional)
2.3 Menciones de responsabilidad relativas a la edición
2.4 Mención adicional de edición
2.5. Menciones de responsabilidad que siguen a una mención adicional de edición
6 ÁREA DE SERIE
Nota introductoria
Elementos del área
Norma de puntuación
6.1. Título propiamente dicho de la serie o subserie
6.2 Título paralelo de la serie o subserie
6.3. Información complementaria del título de la serie o subserie (opcional)
6.4 Menciones de responsabilidad relativas a la serie o subserie
6.5. Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas de la serie o
subserie
6.6. Numeración dentro de la serie o subserie
7 ÁREA DE NOTAS
Contenido
Norma de puntuación
7.1. Notas sobre el área de título y la mención de responsabilidad
7.2. Notas sobre el área de edición e historia bibliográfica del archivo
7.3. Notas relativas al área de la clase y extensión del archivo y a otras características
del archivo
7.4. Notas sobre el área de publicación, distribución, etc.
7.5. Notas sobre características del sistema y sobre el área de descripción física
7.6. Notas sobre el área de serie
7.7. Notas relativas al contenido
7.8. Notas sobre la disponibilidad
7.9. Notas relativas al (ejemplar) recurso descrito
7.10 Notas de resumen
7.11. Notas relativas al uso o a la audiencia
7.12 Notas sobre la numeración
7.13. Otras notas relativas a ISBDs especializadas o consideradas de interés por la
agencia bibliográfica o centro catalogador
7.14. Notas relativas al modo de acceso
ANEXO A
ANEXO B
ANEXO C
ANEXO D
CONCLUSIONES
INTRODUCCIÓN
ISBD (CF) ISBD (ER)
Introducción
Características de la Sociedad de la Información
El cambio tecnológico
Las bibliotecas y las nuevas tecnologías
Los servicios bibliotecarios y las nuevas tecnologías
Los nuevos soportes
Las telecomunicaciones y las bibliotecas
La biblioteca del futuro
Introducción
Es indudable que formamos parte de la sociedad de la información, que nos persigue, nos
envuelve y nos libera. El ciudadano actual no puede evitar el formar parte activa del
proceso dinámico de la información, la cual forma parte de su civilización en un grado tal
que llega a definirla. El mundo actual, tanto en los países en vías de desarrollo como en los
desarrollados -sobre todo en éstos- es una sociedad que ha superado la etapa de la
industrialización para comenzar la era posindustrial, donde el valor que determina las
relaciones entre los distintos sectores sociales es la información.
Hasta ahora, la información que no era oral -la cual se transmitía persona a persona-, se
basaba casi exclusivamente en el medium libro o soporte papel. El enorme incremento de la
producción impresa deja al usuario incapaz de acceder a toda la masa de información que
se le ofrece, la cual lo desborda y amenaza con ahogarlo: es el desequilibrio entre el stock
de conocimientos y su flujo de que habla Machlup.
Por otra parte, lo impreso sobre papel es válido como depósito unitario, pero difícil de
localizar, necesita grandes espacios para su almacenaje, requiere especiales cuidados para
su conservación y la recuperación es cada vez más remota, con lo que los costes operativos
y funcionales que exige son altísimos.
El cambio tecnológico
Desde hace poco más de treinta años, la evolución que ha experimentado el campo de la
microelectrónica, la telecomunicación y la informática han provocado profundos cambios
en el mundo de la información, del cual no sólo han cambiado las técnicas y métodos, sino
que incluso han llegado a transformar su mismo concepto.
La microelectrónica ha facilitado las tareas de almacenaje y proceso de la información,
basándose en la caída vertiginosa del coste/bit y en la miniaturización de elementos. La
microelectrónica es la base tecnológica para la aparición de nuevas media, vía la
informática y las telecomunicaciones.
La informática ha originado una verdadera revolución en el campo de la información,
gracias a la espectacular disminución de tamaño y coste de los ordenadores, el aumento
cualitativo y cuantitativo de sus prestaciones, la multiplicidad de aplicaciones y la facilidad
de uso.
Las telecomunicaciones, basadas en principio en la red telefónica, se han visto favorecidas
por los satélites geoestacionarios y los cables de banda ancha que permiten servicios
adicionales, como el telefacsímil, la telenseñanza, la teleconferencia, el correo electrónico,
el vídeotext, etc.
Las nuevas tecnologías son el instrumento que han permitido responder de manera
adecuada a las demandas que las actuales circunstancias exigían, es decir, emparejar
necesidad y posibilidad técnica. Pero los cambios tecnológicos han afectado también al
mundo del impreso, donde las nuevas tecnologías influyen básicamente de dos maneras:
-mediante su aplicación en los procesos de producción editorial.
-mediante el almacenaje, recuperación y difusión de la información sobre soportes
alternativos al papel impreso.
Ello supone, claro está, que seguirá existiendo lo impreso: pero cada vez más va quedando
relegado a textos con misión discursiva, de lenguaje redundante y lectura proyectiva, que
no exija una rápida difusión ni una actualización constante. Si por el contrario se trata de
una información objetiva de lenguaje breve y directo, que exige una rápida difusión y
actualización constante, la tecnología ofrece ya alternativas mucho más eficaces que el
papel impreso.
Algunos de los nuevos soportes de la información comenzaron a aparecer a finales del siglo
pasado, aunque no se incorporaron al mundo de la información hasta mucho después. Otros
son muy recientes y la carrera por ofrecer productos cada vez más sofisticados y con más
prestaciones no ha hecho más que comenzar. Básicamente podemos dividir estas
tecnologías en cuatro grandes grupos, aunque sus fronteras no están muy definidas:
-Reprografía. Permite copiar de forma rápida y exacta cualquier tipo de documento, en
múltiples soportes y con distintas características. Pueden hacerse copias a tamaño natural -
fotocopia, hectocopia, diazocopia, offset, etc.- o reducido -microfilm y microficha.
-Audiovisuales. Recogen información visual y/o sonora, y las imágenes pueden ser
dinámicas o estáticas. Los más antiguos son el disco microsurco, el cine y la fotografía.
Además se cuenta con el cassette, la cinta magnetofónica, las diapositivas, transparencias,
etc.
-Memorias magnéticas. Soportan la información transmitida por medios electromagnéticos
y ofrecen una gran capacidad de almacenaje y rapidez en la recuperación. Se presentan en
forma de discos y cintas y se graban y leen a partir de la utilización de sistemas digitales.
-Memorias ópticas. Son la tecnología más reciente y ofrecen una alta capacidad de
almacenamiento, posibilidad de almacenar sonido, imágenes estáticas o dinámicas, texto y
combinación de estos elementos. Pueden ser interactivos o no y están basados en sistemas
digitales o analógicos. Son el videodisco, la videocinta, el disco óptico numérico y la
familia de los compact-disc (CD-A, CD-I, CD-V, CD-ROM-; por su utilización en el
mundo de la información merece destacar el CD-ROM, que constituye una nueva forma de
lectura y es el soporte ideal para grandes obras de referencia: no es interactivo.
Introducción
La Alta Edad Media
La Baja Edad Media
La ilustración
Las bibliotecas
Introducción
Los últimos tiempos del Imperio Romano estuvieron marcados por la decadencia
económica y social, lo cual provocó un deterioro en la calidad de vida y permitió el flujo de
inmigrantes procedentes de zonas más pobres y atrasadas que se acercaban a la metrópolis
atraídos por una vida mejor y una cultura superior. A la muerte de Teodosio el Imperio se
dividió entre Honorio y Arcadio, que establecieron sus capitales en Roma y Constantinopla.
El Imperio Romano de Oriente, en posesión del legado cultural griego y menos afectado
por las oleadas humanas procedentes de los pueblos bárbaros, conservó mejor sus
características culturales y durante algunos siglos pudo mantenerse en un aceptable grado
de prosperidad y riqueza: de fronteras más herméticas, mantuvo siempre una actitud más
conservadora que Occidente, obligada al cambio por las circunstancias. De esta manera, en
un corto espacio de tiempo, todo el sistema cultural y educativo romano se había venido
abajo, sin que fuera sustituido por otro, ya que las culturas de origen de los pueblos
invasores eran, no solo inferiores, sino fragmentarias. Como consecuencia, Europa
occidental sufrió una época de recesión económica y cultural.
Sin embargo, las aspiraciones culturales de los vencedores no fueron nunca imponer su
cultura, sino más bien imitar la del vencido, la cual admiraban y consideraban superior: de
esta forma, las elites cultas de la época eran de formación greco-latina, y eran ellos quienes
marcaban el modelo a seguir.
Los pasos a dar en la fabricación del códice medieval eran los siguientes:
-Preparación de la piel para ser utilizada como soporte: secado, raspado, pulimentado, etc.
-Pautado: rayado horizontal, márgenes y columnas, al principio por el sistema de punta
seca, más tarde con punta de grafito.
-Copia del texto. El comienzo se indicaba con el incipit, el final de cada cuadernillo con los
reclamos -palabras con las que empezaba el cuadernillo siguiente-, y al final del texto se
escribía el colofón, indicado cómo, por qué, por quién, cuando se había hecho el manuscrito
y otros datos de interés.
-Rubricación: inscripción de iniciales y títulos.
-Miniado: dibujo e iluminación de los motivos ornamentales e ilustrativos.
-Foliación (siglo XII) y paginación (siglo XV).
-Encuadernación.
La mayoría de los monasterios tenían talleres de copia llamados Scriptorium, al frente del
cual había un monje especializado, mientras que el Librarium era el director de la
biblioteca monacal. La mayoría de los textos eran de temática religiosa, aunque dentro de
ello existía una gran variedad de manuscritos, tanto en cuanto a contenido -evangeliarios,
comentarios de los Santos Padres, etc-, como por el uso -libros de horas, cantonales, etc.
España, mientras tanto, no había permanecido al margen de toda estos cambios. Invadida
por los visigodos, pueblo más culto que otros invasores europeos, supieron respetar y
asimilar la cultura de los patricios hispanorromanos, que siguieron siendo la reserva
cultural de la península. Así pues, mientras Europa se hundía en la ignorancia y el retraso,
en España existían focos de notable actividad intelectual, tales como Mérida, Toledo,
Córdoba, etc. Tenían una letra propia, la visigótica, de gran claridad y precisión, que nada
tenía que envidiar a la carolina. De hecho, ésta no entró en España hasta el siglo XII,
cuando Alfonso VI casa a sus hijas con los duques de Borgoña. los cuales llegaron
acompañados de sus séquitos e impusieron las modas francesas en la corte: modas que en
algunos casos terminaron imponiéndose por la fuerza de los decretos.
De las élites culturales hispanorromanas surgieron personajes como San Leandro y su
hermano San Isidoro, cuyas Etimologías recogían de forma enciclopédica el saber de su
tiempo, y fue uno de los libros más copiados e influyentes de la Edad Media; San Braulio,
discípulo de San Isidoro, San Genaro y San Fructuoso que fundaron cenobios en el norte de
Castilla y León, el arzobispo Mausona y, en fin, tantos otros que se situaban realmente
entre a la avanzadilla cultural de su época.
En los siglos VII-VIII se conoce un renacimiento religioso y cultural: prueba de ello son el
Codex Ovetensis, palimpsesto misceláneo y sobre todo el Pentatéuco de Ashburaham,
propiedad del Lord del mismo nombre, que muestra claras influencias norteafricanas en su
realización. Pero tal vez el fenómeno más interesante sea el de los Beatos, comentarios al
Apocalipsis de San Juan recogidos por el Beato de Liébana, el cual había adquirido
renombre por su obra Adversus Elipandus. Los Comentarios fueron copiados en múltiples
ocasiones, ya que parecía encajar muy bien con el espíritu de la época.
A final de la Alta Edad Media, con la Península prácticamente invadida por los
musulmanes, comienza a despertarse el interés por la cultura árabe y se hacen traducciones
de algunas de sus obras más destacadas. Merecen mencionarse a Juan de Sevilla, Domingo
Gundisalvo y Gerardo de Cremona que tradujeron las obras de Al-Juarismi, el cual difundió
por el mundo occidental la numeración arábiga; también fueron famosos los centros de
traducciones de Toledo y Sicilia.
El analfabetismo retrocede, ya que los nuevos profesionales necesitan libros para ejercer
sus profesiones y poco a poco comienzan a aparecer las escuelas catedralicias, primer paso
para alejar la exclusiva de la cultura de manos de la iglesia. Por otra parte, las traducciones
del árabe devuelven en muchos casos al mundo occidental a sus propios clásicos, perdidos
en múltiples ocasiones y recuperados a través de las bibliotecas árabes y bizantinas, y al
mismo tiempo favorecerán los estudios de determinadas ciencias, tales como la botánica,
las matemáticas o la medicina.
Los libros, además se prestan y se alquilan: aparecen las primeras bibliotecas privadas,
reales, universitarias. El interés de los estudios y los contenidos del libro se alejan de la
religión para empezar a preocuparse por otras materias: ciencias, derecho, literatura...La
letra gótica, más sencilla de leer termina por abrirse paso y los textos se llenan de
abreviaturas, al tiempo que se comienza a escribir en lenguas vernáculas.
Finalmente, la aparición del papel de la mano de los árabes, que instalaron la primera
fábrica de Europa en Játiva (1100) dará un impulso definitivo a la fabricación del libro,
unque este material será acogido con recelo al principio y tardará aún un tiempo en
afianzarse.
La ilustración.
Existieron en la Edad Media varias escuelas de ilustradores: las más notables son la
merovingia, caracterizada por trazos estilísticos con pocas tintas, la irlandesa, típica por sus
iniciales entrelazadas, la visigótica, famosa por sus representaciones del ser humano y la
mozárabe, influida por los gustos orientales. También existen los códices áureos y
argentáreos, realizados con letras de oro y plata, respectivamente, frecuentemente con
fondo púrpura, de origen bizantino. En la Baja Edad Media se impone el gusto francés,
exquisitas representaciones de escenas cuyas características más sobresalientes son la
utilización del lapislázuli para dar color al cielo y las orlas de diminutos motivos vegetales.
Las bibliotecas.
Las bibliotecas durante la primera Edad Media se encontraban casi exclusivamente en los
monasterios: Monte Cassino, Fulda, Ripoll, Santa María de la Huerta, etc. En Europa
oriental deben destacarse las importantes bibliotecas de los monasterios bizantinos,
especialmente el del monte Athos.
Durante todo este tiempo el libro tuvo carácter de cosa sagrada. Ya en esta época aparecen
tratados sobre la organización de las bibliotecas, generalmente sistemas para su
clasificación o listas de libros. Las bibliotecas árabes conocieron un auge notable, tanto por
la elevada alfabetización del mundo musulmán de entonces -su cultura, basada en el Corán,
considera como deber del creyente enseñar a leer y escribir como medio de difundir la
palabra de Dios-, como por su conocimiento del papel, conocido por ellos a través de los
artesanos de Samarcanda desde el siglo VIII. Las bibliotecas más famosas fueron las de
Harun-al Raschid en Bagdad y la de Al-Hakein I en Córdoba. Además, la mayoría de las
mezquitas disponían de una biblioteca de mayor o menor envergadura y una escuela
coránica donde se enseñaba la lectura a partir del recitado del Corán.
Las bibliotecas universitarias difundieron el libro de forma mucho más eficaz, pero en
cambio originaron el abandono de las antiguas bibliotecas monacales -Richard de Bury en
el Philobiblion se queja del abandono en que estas se encuentran. El final de la Edad Media
marca la ruptura definitiva con la religión como centro de la cultura humana y el regreso a
los clásicos. En esta época se comienzan a formar excelentes bibliotecas privadas y aparece
la figura del bibliólogo: merece la pena destacar la figura de Petrarca, que no solo formó la
biblioteca privada más importante de su época sino que se preocupó por depurar a los
clásicos latinos de los errores que a los largo de los años se habían deslizado en la copia de
sus libros.
La invención y difusión de la imprenta: los incunables
Introducción
Precedentes
Johann Gutenberg
Condiciones de la aparición de la imprenta
Los incunables: características de los primeros libros impresos
Difusión de la imprenta
Introducción
La imprenta es cualquier medio mecánico de reproducción de textos en serie mediante el
empleo de tipos móviles. Es diferente a la xilografía, grabado en madera sobre una sola
plancha. Ambos son inventos chinos, aunque estos no llegaron a extraer a la imprenta todo
el rendimiento que era capaz de ofrecer. De cualquier modo, y dada la incomunicación
existente entre Oriente y Occidente, puede considerarse que su re-invención en el siglo XV
es su verdadero punto de partida, ya que será entonces cuando alcance las dimensiones que
de ello cabía esperar.
Precedentes
Muchos países se atribuyen para sí la gloria de la invención de la imprenta. Los holandeses
mantienen que su inventor fue Coster, en la ciudad de Haarlem, mientras los franceses
aseguraron durante años que la imprenta era un invento de los orfebres de Estrasburgo. En
realidad, hacía tiempo que se conocía en Europa la prensa y las aleaciones de los metales
necesarios para la fabricación de los tipos móviles: pero fue necesario el genio creativo de
quien supo combinar diferentes ideas para ofrecer un producto nuevo para que el
descubrimiento echara a andar.
Johann Gutenberg
Fuese quien fuese el descubridor, parece estar reconocido en la actualidad de forma
prácticamente universal que fue Gutenberg el primer impresor, al menos, el primer
impresor conocido. Ello no excluye que con anterioridad se hubieran llevado a cabo
experimentos en este campo: en efecto, todo parece indicar que así fue y probablemente,
Gutenberg supo aprovecharse de estas experiencias en las que también participó
activamente.
Pertenecía Gutenberg a la familia de los Gensfleisch -Gutenberg era un apodo-, famosos
orfebres de Maguncia. Apenas se sabe nada de su vida, y las noticias que han llegado hasta
nosotros no son directas, sino que proceden de los múltiples procesos en los que se vio
envuelto y que a veces nos permiten reconstruir sus pasos o suponer ciertos hechos con
bastantes probabilidades de acertar. Por estos indicios se sabe que estuvo desterrado en
Estrasburgo, donde entró en contacto con orfebres con los cuales mantuvo una serie de
extrañas relaciones que parecían ir encaminadas hacia la experimentación de algún
descubrimiento pero que terminaron en pleito. De vuelta a Maguncia monta su taller con
ayuda del banquero Johann Fust y en 1450 aproximadamnte publica su primera obra, la
llamada Biblia de las 42 líneas o de Mazarino, por haberse encontrado el primer ejemplar
en la biblioteca de este cardenal. La Biblia se compone de dos volúmenes y las páginas
tienen cuarenta y dos líneas -de ahí su nombre- y dos columnas y están escritas con letra
gótica. Se tiran 150 ejemplares en papel y 50 en pergamino: se conservan unos 46 o 47 -los
autores no se ponen de acuerdo en este punto. Es la única obra que se considera
completamente suya sin duda, aunque no lleva marca de imprenta, firma ni fecha o lugar de
publicación.
Poco tiempo después Fust plantea un proceso contra Gutemberg a causa de las deudas de
este, y en pago a sus créditos consigue quedarse con los talleres. Asociado con Schoeffer,
antiguo copista, dibujante y grabador de iniciales de Gutenberg, y ambos publican en 1457
una colección de Salmos conocida con el nombre de Salterio de Maguncia, primer libro
con fecha de impresión, nombre de los realizadores y hasta marca de imprenta -los escudos
con las iniciales de sus impresores colgando de una rama de árbol. La asociación entre Fust
y Schoeffer continúa hasta 1470 año en que muere Futs; Schoeffer siguió publicando hasta
1502-3.
Por su parte Gutenberg vuelve a rehacerse y montar un nuevo taller en el que publica la
Biblia de las 36 líneas, obra que tampoco lleva nombre de realizador y sobre la cual no
existe unanimidad en considerarla obra suya. De cualquier modo, la Biblia de las 36 líneas
es sensiblemente de inferior calidad que la de la Biblia de las 42 líneas. Según parece,
Gutenberg aún se vio envuelto en nuevos procesos por motivos económicos y terminó sus
días en pobreza protegido por el arzobispo de Maguncia.
Difusión de la imprenta
En la difusión de la imprenta se aliaron dos factores ajenos por completo a ella: las guerras
civiles en Alemania y el auge experimentado por las rutas comerciales europeas,
verdaderos caminos de intercambio de bienes materiales y culturales.
En 1460 estallan las revueltas civiles en Maguncia. El arzobispo es depuesto por el Papa
por desobediencia y es enviado Adolfo de Nassau a tomar la ciudad. La mayoría de los
impresores se ven obligados a huir y los talleres se disuelven. Los primeros tipógrafos se
instalan en otras ciudades alemanas (Colonia, Spira, etc). Otros, por el contrario, viajan al
extranjero, sobre todo siguiendo la ruta transalpina que los lleva a Francia y a la próspera
Italia. Entre estos se encuentran los tipógrafos Schweynheim y Pannartz, que en 1464 se
instalan en el monasterio de Subiaco, donde era abad el español Juan de Torquemada, el
cual les anima a montar allí sus talleres: será el primero que se instalará fuera de Alemania.
El primer libro impreso parece ser que fue un Donato, del cual no quedan rastros ni
ejemplares, cosa lógica si se tiene en cuenta que era un libro de texto para el aprendizaje de
la gramática latina. Después el De oratione de Cicerón, sin fecha, un Lactancio fechado en
1465, y algunos más, ninguno de ellos firmado. Desde allí los dos tipógrafos marchan a
Roma, donde instalan su taller y publican nuevas obras, de temas religiosos o de autores
clásicos, bajo la protección del Papa Sixto IV. Cuando llegaron a Roma ya se encontraba
instalado allí el taller de un compatriota suyo, Ulrico Han, el cual publicó, entre otras obras
las Meditationes de Torquemada (Turrecremata), primer libro donde aparece el retrato del
autor vivo.
Por la misma época se instala en Venecia Juan de Spira, el cual publicó las Epistolas
familiares de Cicerón y la Historia natural de Plinio. A su muerte le sucedió su hermano al
frente del taller y se encargó de publicar, entre otras obras, la primera edición del
Cancionero de Petrarca y la Divina Comedia. También en Venecia se instaló el impresor
Ratdolt, famoso por sus iniciales y orlas grabadas en madera de sabor renacentista y por
haber sido el primero en publicar un libro con portada: el Calendario de Regiomontano, en
1470.
En Inglaterra fue aún más tardío: entró en 1477 de la mano de Caxton, mercader en textiles,
quien instaló el primer taller en Westminster. Poco a poco la imprenta se fue instalando en
todos los rincones de Europa, aunque su expansión fue irregular: el último país al que llegó
fue Grecia, donde lo hizo hace poco menos de un siglo, debido a la dominación turca, cuyo
idioma no comenzó a escribirse en caracteres latinos hasta la revolución de Kemal Ataturk.
Al resto del mundo la imprenta llegó de manos de los colonizadores europeos y los países
árabes fueron lentos en adoptarla debido a la dificultades que presentaba su alfabeto para
ser reproducido tipográficamente. En estos países se prefirió utilizar la xilografía o incluso
la litografía a la imprenta hasta épocas muy tardías.
La imprenta en España durante el siglo XV
Introducción
Precedentes y primeras hipótesis
El primer incunable
La imprenta en otras ciudades
Barcelona
Zaragoza
Valencia
Sevilla
Salamanca
Valladolid
Zamora
Burgos
Toledo
Otras ciudades
Características
Introducción
Son escasas las noticias que se poseen sobre la introducción y expansión de la imprenta en
España, tanto por los escasos documentos sobre los primeros impresores como por la falta
de colofones explícitos. A pesar de ello, se pueden hacer algunas afirmaciones sobre las
características de las primeras imprentas españolas.
a) Llegó tardíamente, en la década de los setenta, probablemente por la situación periférica
de la península y por la falta de grandes universidades o de vida urbana floreciente.
b) Los primeros impresores fueron alemanes, lo cual es normal considerando que el gremio
internacional estaba compuesto casi exclusivamente de ellos.
c) El camino de introducción fue Italia, según muestran los tipos utilizados en los primeros
impresos, hecho comprensible por las intensas relaciones que unían a dos los dos países.
El primer incunable
Hoy se acepta de forma general la idea de que la primera obra realizada por la imprenta
española de la que se tienen noticias es el Sinodal de Aguilafuente, impreso por Juan Parix
de Heidelberg en Segovia el año 1472. El documento contiene las constituciones aprobadas
en un sínodo celebrado en este pueblo, para recordar a los clérigos sus obligaciones y evitar
que se mezclaran en contiendas civiles. Es una obra de 48 páginas sin colofón. Según
parece, un tal Juan Paris vivió en Segovia a finales del siglo, lugar donde abrió un taller en
el que se imprimieron al menos ocho obras, la mayoría de las cuales se conservan en esa
cuidad. Probablemente llegó allí invitado por el obispo Juan Arias de Ávila, hombre
acaudalado que había conseguido privilegios para establecer, bajo la superintendencia del
obispado, un estudio de gramática, lógica y filosofía equivalente a una Universidad: era
comprensible que quisiera completarlo con un taller de tipografía.
El hecho de que fuera Segovia la primera ciudad de la que se tenga constancia que dispuso
de imprenta resulta en principio sorprendente, si se tiene en cuenta que el reino de Aragón
estaba más próximo y más relacionado con Italia, y su vida cultural era más intensa debido
al mayor desarrollo de las ciudades. Sin embargo, hay que considerar que Segovia vivía
momentos de esplendor, el rey le había concedido primacía sobre las demás ciudades de su
reino y se desplegaban en ella numerosas actividades: era el centro de la vida política y allí
fue proclamada reina Isabel la Católica en 1474.
Barcelona
La primera obra fechada fue la Gramática de Perottus, hecha en Barcelona en 1475, por
Juan de Salzburgo (probablemente Plank) y Pablo de Constanza u Horus, también asociado
de Botel. Aunque se sabe de la existencia de otros libros, no apareció ningún otro fechado
hasta 1478, los Comentarios a Aristóteles de Santo Tomás, obra de Pedro Brun y Nicolás
de Spindeler. La sociedad duró poco y Spindeler realizó en Barcelona media docena de
obras más, como el Regiment dels Princeps de Egidio Colonna y Etica, Política y
Económica de Aristóteles. Más tarde abandonó la cuidad para instalarse en Tarragona,
donde abrió un nuevo taller.
Mientras tanto, con Pedro Brun se asoció un clérigo catalán, Pere Posa, que resultó ser el
más prolífico de los impresores de la ciudad, editando al menos 36 obras, de las cuales la
primera fue la Historia de Alexandre, de Quinto Curzio, en valenciano y la última Arbor
scientiae, de Llul, del que ya había hecho ediciones anteriores. Otros talleres importantes
fueron los de Pere Miquel, que hizo entre otros el Tirant lo Blach de Joanot Martorell; el de
Juan Rosenbach de Heidelberg, que publicó el Libre dels angels y Libre de les dones, de
Francisco Jiménez; y Diego de Gumiel, apodado "El Castellano", que terminó el Tirant
iniciado por Miquel, además de obras de Jiménez, un donato, y otras obras en latín.
Zaragoza
El primer libro editado en Zaragoza fue el Manipulus curatorum, obra realizada por Mateo
Flandro en 1475, primer impreso en España con nombre de editor. Botel y Horus
publicaron en 1476 el Fori aragonum. El taller de Horus, regentado más tarde por su
hermano Juan, fue uno de los principales de España en las dos últimas décadas del siglo.
Entre sus obras hay libros de Séneca, Aristóteles, Platón, Torquemada, López de Mendoza,
etc.
Valencia
Capital del reino de su nombre, Valencia tuvo una gran actividad impresora, de acuerdo con
su potencial económico y su intensa vida cultural. El introductor de la imprenta fue Jacobo
Vitzlán, comerciante alemán que representaba a la familia de los Ravensburg. De su taller
se hizo cargo Lambert Palmart, el cual publicó más de una docena de obras hasta 1493, año
en que vendió su negocio. Entre sus autores figuran Aristóteles, Salustio, Mela, Esopo y
Jiménez. También publicó una Biblia en colaboración con Alonso Fernández de Córdoba,
platero y maestro impresor.
Sevilla
Antonio Martínez, Alonso del Puerto y Bartolomé de Segura se declaran introductores de la
imprenta en Sevilla. Publicaron el Sacramental de Clemente Sánchez Vercial, y más tarde,
Segura y del Puerto publican la Crónica de España, mientras que Martínez hace lo propio
con Espejo de la Cruz de Cavalca.
Salamanca
La abundante producción de Salamanca, donde estaba la más importante universidad
española, plantea problemas a los historiadores, porque la mayoría no tienen nombre de
impresor. Por los tipos parece deducirse que existieron dos talleres, reconocidos como los
editores de Introductiones latinae y la Gramática castellana, ambas de Nebrija. La mayoría
eran libros al servicio de la Universidad. Al primero de estos talleres se le atribuyen más de
30 obras, la mayoría en latín; el segundo, abierto más tarde, superó en producción al
primero, llegando a alcanzar más de 90 ediciones, cifra no alcanzada por ningún otro taller
en la península. Entre sus obras detaca la Gramática de Nebrija de 1492, en la cual el autor
habla proféticamente de la lengua castellana, destinada a ser compañera del imperio.
Más tarde aparecieron otros talleres en la ciudad. Merece especial atención el librero Juan
Porras, que encargó una gran cantidad de obras en diversas imprentas. No se sabe si fue
propietario de algún taller antes de 1500, aunque es probable que alguno de los
mencionados fuera de él o, al menos, tuviese participación en la empresa.
Valladolid
Parece probable que las primeras obras impresas en Valladolid fueran bulas impresas en el
monasterio de Nuestra Señora del Prado, aunque no queda constancia documental. El
primer taller secular fue el de Juan de Francour, de origen francés, que publicó en 1492 un
Tratado breve de confesión. Más tarde abrieron taller Pedro Giraldi, de probable origen
italiano, y Miguel de Planes, cuya producción más famosa fue la primera carta de Colón, y
se le atribuye una edición de Visión deleitable de Alonso de la Torre.
Zamora
Antonio de Centenera se considera el primer impresor de esta ciudad, y a la vez el más
característico de los impresores españoles, alejado de influencias extranjeras. La mayoría
de sus libros estaban en castellano y eran de autores españoles; también fue famoso por sus
grabados, como los que apareen en Los trabajos de Hércules, de Villena.
Burgos
Fadrique de Basilea aparece como el primer impresor de Burgos, y sus primeros trabajos
fueron impresos para la catedral. Su primer libro fue la Grammatica latina de Andrés
Gutiérrez y más tarde publicó más de 70 obras, entre las cuales destacan gramáticas latinas
y obras de Nebrija, Pedro Mártir (Opera), Diego de San Pedro (Cárcel de amor), Hernando
del Pulgar (Glosas de Mingo Revulgo), y la primera edición de La Celestina. Otro impresor,
Juan de Burgos, fue famoso por sus grabados, aunque su producción es menor, y muchas de
sus obras, reediciones de Fadrique de Basilea.
Toledo
Parece ser que las primeras obras en Toledo fueron bulas impresas en el monasterio de San
Pedro Mártir, como en Valladolid, aunque las primera fechadas son obra de Juan Vázquez,
quien completó su producción con algunos libros, que no llegaron a la media docena.
Existieron otros talleres en Toledo, pero el mejor de todos fue sin duda el de Pedro
Hagenbach, que había trabajado en Valencia con Hutz y cuyas obras más notables fueron el
Missale Toletanum y el Missale Mozarabe, esta última por encargo del Cardenal Cisneros.
Otras ciudades
En Pamplona se estableció Arnaldo Guillén de Brocar y en Granada Hernando de Talavera.
Además existieron talleres en Palma de Mallorca, Murcia, Coria, Santiago, y otras hasta un
total de 26 ciudades, y en algunos pueblos pequeños y monasterios, como Montserrat y San
Cugat.
Características
Las primeras obras de la imprenta en España se caracterizaron por los siguientes aspectos:
a) La letra utilizada, que empezó siendo de tipo romana, evolucionó pronto a la neogótica
alemana, con fuerte influencia de la caligrafía de los manuscritos españoles. También se
aprecia una evolución hacia el, plateresco, tanto en la composición como en los
ornamentos.
b) Hubo escuelas de gran prestigio técnico, entre las cuales deben citarse las catalanas.
c) La interlineación era ancha, y las iniciales blancas sobre fondo negro. Con frecuencia
aparecen portadillas grabadas en madera con motivos heráldicos.
d) Los temas aparecen muy influidos por la religión. Sin embargo, cada vez son más
frecuentes las obras en lenguas vernáculas. Aparecen gran cantidad de bulas, misales,
gramáticas y diccionarios latinos. Las obras en poesía y prosa suelen ser gratificantes y
amenas.
El libro y las bibliotecas durante el siglo XVI
Introducción
Italia
Alemania
Países Bajos
Francia
Inglaterra
España
Bibliotecas
Introducción
El siglo XVI supone el afianzamiento definitivo de la imprenta y la adquisición de
características propias. Es un siglo decisivo en la Historia del Libro y se caracteriza por:
a) Distanciamiento de la tradición manuscrita (colofones, abreviaturas, etc.) salvo en las
iniciales. Justificación del margen derecho.
b) Consideración del libro como objeto comercial. Aparecen las firmas de validación y los
privilegios reales y la portada como reclamo comercial.
c) Búsqueda tipográfica. Desde principios del siglo existe un predominio absoluto de la
tipografía italiana, que terminó por imponerse en toda Europa, aunque con cierta resistencia
de las tipografías nacionales, especialmente en España y Holanda que durante algún tiempo
siguieron utilizando la letra gótica.
Italia
La historia tipográfica italiana del siglo XVI se inicia en Venecia con Aldo Manuzio. Aldo
Manuzio no sólo fue un excelente impresor, sino un erudito y un hombre de su tiempo. Fue
huésped y amigo de Pico de la Mirandola, estudio latín y griego y escribió pequeños
manuales de gramática, lo que demuestra su sólida formación humanística. Finalmente se
instaló como impresor con la intención de publicar ediciones críticas de los clásicos. Para
elegir los textos a imprimir se rodeó de sabios de renombre, especialmente helenistas, que
realizaron una notable labor de selección y depuración de los clásicos.
El primer libro editado por Manuzio fue la Gramática griega de Constantino Lascaris. Los
tipos utilizados, muy bellos, eran ya diferentes a la letra utilizada en los manuscritos. El
primer libro latino que salió de sus prensas fue el Diálogo sobre el Etna, elaborado con
unos tipos creados por él inspirados en los de Garamond y que, curiosamente, luego
influirían en la tipografía francesa. Pronto pasó a editar libros en tamaño octava -casi un
libro de bolsillo-, realizados con caracteres nuevos, la letra llamada más tarde cursiva,
itálica o griffa, por Francesco Griffo, creador de tipos para Manuzio.
En poco tiempo publicó múltiples ediciones de los clásicos en octava, entre ellas 28
ediciones príncipes. Los aldinos fueron un excelente vehículo para la difusión de la cultura
humanística. Muy utilizados por los estudiantes, el escudo de Manuzio fue pronto célebre.
Pero no fueron estas las únicas aportaciones de Aldo Manuzio al arte tipográfico, sino
también el sentido de la profesionalidad que se traducen el las bellas iniciales, orlas y
cabeceras de estilo delicadamente arcaizante que caracterizaron sus trabajos, el cuidado
puesto en la reproducción de grabados, de los cuales hay que mencionar los 170 que
componían la Hypnerotomachia Poliphili de Francesco Colonna (1499), libro de extraña
temática considerado por muchos como la obra más perfecta salida de la imprenta. Además,
la edición de sus obras se completaba con la encuadernación, realizada en un taller anejo
con piel de cabra del norte de Africa (marroquín) y sobre plantilla de cartón, material
menos recio, pero más manejable que las antiguas tablillas. Al principio empleó sólo
estampado en frío, pero pronto se dejó influir por tendencias orientales añadiendo arabescos
dorados.
Además de todo esto, Aldo Manuzio realizó ediciones de lujo en pergamino o piel para
coleccionistas más exigentes, entre los que se encontraba Grolier. A través de Grolier,
Manuzio ejerció una considerable influencia en la encuadernación que más tarde se
desarrollaría en Francia y el Norte de Italia.
Alemania
El siglo XVI está marcado en Alemania por el esplendor del grabado en madera, cuyo
máximo exponente es el Apocalipsis ilustrado por Alberto Durero en 1498. Entre los
tipógrafos destacan Froben, cuyos libros eran revisados por Erasmo y que cuidó su
tipografía ayudado por su extenso material de tipo romano y cursivo. Froben trabajó con
Holbein el Joven en la reproducción de grabados, consiguiendo también espléndidas orlas
para las portadas.
Pero la característica más notable del libro alemán del siglo XVI la decidió sin duda la
explosión documental que supuso la Reforma, la cual hizo aparecer una gran cantidad de
libros y folletos cuya finalidad no era ya la exquisitez tipográfica, sino la posibilidad de
llegar a grandes capas de población lectora Los libros dejan de ser selectos para ser
asequibles. La secularización de las bibliotecas eclesiásticas las hizo más accesibles, pero
también se conoció una considerable destrucción de libros, especialmente religiosos de
inspiración católica, cosa similar a la ocurrida en Inglaterra y los Países Bajos. De cualquier
forma, el libro logra una democratización hasta entonces desconocida: las ediciones en
lengua vernácula de la Biblia y otras obras hicieron del libro un instrumento de uso
cotidiano y la población, favorecida por las tendencias reformistas comenzó poco a poco a
salir del analfabetismo, aunque para su alfabetización total deberían pasar aún muchos
años.
Al mismo tiempo, y como consecuencia de ello se incrementó considerablemente la venta
del libro, tanto en forma de ventas ambulantes como por el apogeo que conocieron las
ferias, especialmente la de Leipzig y Francfurt, donde los comerciantes del libro dieron los
primeros pasos en la elaboración de catálogos comerciales con los Messkatalogue.
Países Bajos
En Flandes, Cristóbal Plantin, de origen francés, fue un claro exponente de los editores de
su época, que solían dedicarse indistintamente a la impresión y a la encuadernación, dando
prioridad ya a una actividad, ya a otra. Plantin era encuadernador, pero alcanzará la fama
como impresor en la ciudad de Amberes. Publicó más de 1.600 obras en múltiples idiomas,
algunas de ellas de gran formato, a lo largo de los cuarenta años en que desarrolló su
actividad. Una de sus obras más famosa fue la Biblia Políglota, obra en ocho volúmenes y
cuatro idiomas dirigida por el español Benito Arias Montano. Pero además imprimió obras
lingüísticas, científicas, jurídicas, matemáticas, etc. y muchas ediciones de los clásicos y
tenía sucursales en Leyden y París. Al igual que otros impresores de su tiempo cuidó
mucho su letrería, de influencia francesa, y se rodeó de eruditos y sabios. Felipe II le
concedió el privilegio de los libros religiosos españoles y a su muerte le sucedió su yerno,
Moretus: esta familia conservó la empresa hasta finales del siglo XIX. Actualmente
propiedad del estado, aún pueden verse las antiguas maquinarias en su casa-museo.
Plantino utilizó el grabado en madera y en cobre y a él se deben notables representaciones
cartográficas.
Francia
La característica más notable del siglo XVI en Francia fue sin duda alguna la
encuadernación, moda traída por Grolier e impulsada por los llamados reyes bibliófilos, que
fomentaron esta industria y ellos mismos crearon importantes bibliotecas.
Francisco I impuso en Francia por primera vez el depósito legal para la biblioteca real, que
consiguió así un notable enriquecimiento, aunque esta disposición no se llevase a efecto en
la totalidad de los casos, por claros problemas de transporte y comunicaciones propios de la
época. También fomentó la industria tipográfica y tuvo a impresores y encuadernadores
trabajando para él. El primer impresor real fue Geoffroy Tory, que empleó tipos romanos,
cuando en Francia aún se utilizaban los caracteres góticos, aunque algunos impresores
habían empezado a abandonarlos. Uno de sus discípulos, Garamond, creó un tipo de letra
romana que ha quedado en los anales de la historia del libro como una de las más bellas,
ligeras y proporcionadas que hayan existido nunca, e influyó en editores como Aldo
Manuzio.
Inglaterra
El libro inglés conoció los problemas derivados de la inestabilidad política y religiosa a lo
largo del siglo XVI. Sin embargo, sus reyes participaron de las corrientes bibliófilas que se
habían despertado en Europa, y reunieron interesantes colecciones. También dispusieron de
impresores y encuadernadores propios: la encuadernación inglesa, de claras influencias
francesas e italianas logró un gran esplendor. Son famosas las encuadernaciones de la Reina
Isabel, hechas en terciopelo o seda bordado con oro y plata. También es célebre la
encuadernación con rueda inglesa, más rica aún que la alemana.
España
En España destaca la labor del cardenal Cisneros en la Universidad de Alcalá de Henares.
Llamó al impresor Arnaldo Guillén de Brocar para elaboración de la Biblia Políglota
Complutense, anterior a la Plantin, donde aparecía la Vulgata además de las versiones en
hebreo, caldeo, griego y latín. Se invirtieron en ella 50.000 escudos e intervinieron en su
elaboración Nebrija (latín), Demetrio Ducas (griego), Alfonso de Alcalá y Alfonso Zamora
(hebrea). Se hicieron 600 ejemplares en papel y 6 en vitela. En interés tipográfico radica en
la utilización de diferentes alfabetos y en la composición de las páginas. Los tipos
empleados eran muy bellos, especialmente los griegos. Aparece el escudo del cardenal en
todos los volúmenes y las orlas de cada uno de ellos son diferentes. Es un conjunto del
mejor estilo renacentista: mezcla tipos romanos, itálicos y góticos.
Su estilo ecléctico fue seguido más tarde por Miguel de Eguía, quien publicó numerosas
obras humanísticas y religiosas en latín y castellano, fiel reflejo del ambiente espiritual del
momento. Dentro de su taller actúo un importante grupo erasmista, lo que le valió un
proceso de la Inquisición. Miguel de Eguía también publicó numerosos libros de texto
corregidos por Nebrija.
Introducción
El libro
Distribución geográfica
Francia
Francia
España
Las bibliotecas
Las publicaciones periódicas
Introducción
El siglo XVII se caracteriza por ser una época de inestabilidad política, social y religiosa
que cristaliza en la Guerra de los Treinta Años. Europa conoce una fuerte crisis económica
que finalizará con el desequilibrio entre los países que la forman: la lucha por la hegemonía
no siempre dio como resultado unas mejores condiciones de vida para la sociedad. Debido
a este clima de inestabilidad, se recrudece la censura y se llegan a perder libertadas
adquiridas con anterioridad. El siglo XVII es el del triunfo del absolutismo, pero también el
siglo de los grandes descubrimientos y la extensión del campo de las ciencias.
El libro
Las características que definen al libro de este siglo son los siguientes:
a) Triunfo del grabado en cobre, que, gracias a su fidelidad de reproducción, se convierte en
un instrumento excelente para la elaboración de libros científicos ilustrados y para la
cartografía. Es la época del barroco, que se manifiesta en portadas y frontispicios tan
ricamente decorados que a menudo casi no dejan espacio para el título. En esta actividad
destacó Rubens, el cual trabajó para la familia Galle en el taller de los Plantin-Moretus. A
menudo, el trabajo de grabador estaba dividido entre el autor de la idea, el dibujante y el
escultor del mismo.
b) Descenso de la calidad tipográfica La calidad tipográfica, por el contrario, descendió, así
como la del material utilizado. Paradójicamente, es el siglo de la bibliofilia, que se
manifiesta con la producción cuidadísima de lujosos libros para coleccionistas: sin
embargo, este no era el tipo de libro corriente, aunque la actividad no dejaba ser un
interesante campo de experimentación en el campo editorial.
c) Nuevos sistemas de comercialización. A lo largo del siglo XVII aparecen las subastas
como nuevo sistema de comercialización del libro. Estas subastas suponían una alternativa
más satisfactoria para el vendedor y el comprador, ya que permitía ajustar la oferta a la
demanda de modo muy aproximado. Sin embargo, no siempre resultaron neutrales, ya que
encontramos escritos de la época acusando a los libreros de aprovechar las subastas de
libros por lotes para deshacerse de aquellas obras de difícil salida.
d) Encuadernación sencilla y sin alardes de riqueza. La única excepción la constituyen las
encuadernaciones para bibliógrafos franceses, libros más bien de ornamento que de uso
intelectual. Aquí aparecen las líneas punteadas, grabados de oro, guardas de seda y
jaspeadas, etc.
e) Contenido mayoritariamente religioso, aunque existe un gran aumento de las literaturas
nacionales y, sobre todo, de los temas científicos y geográficos: el XVII es el siglo de los
grandes viajes, descubrimientos y exploraciones, así como de las primeras excavaciones
arqueológicas.
Distribución geográfica
Bélgica y Holanda consiguen la primacía absoluta en la producción de libros en Europa, al
unir en este siglo la riqueza económica y las actitudes más liberales del momento. La
Universidad de Leyden, en los Países Bajos, se convirtió en un foco cultural de primer
orden, donde el consumo de libros fue muy elevado. En esta Universidad se encontraba
empleado Luis Elzevir, encuadernador y bedel, que después de haber obtenido permiso para
vender libros a los estudiantes, llegó a establecer un comercio de inusitadas proporciones,
que se extendió fuera de la ciudad y del país. De aquí arrancó una célebre familia de
impresores que pronto logró fama internacional. Su nieto Isaac lanzó una colección de
obras de clásicos en dozava que, al igual que los aldinos se extendieron rápidamente por
Europa y adquirieron gran popularidad por su cómodo formato y precio módico. El cuidado
filológico de las obras no era comparable al de los aldinos, pero su letrería romana, sobria y
clara, influida por Garamond, ofrecía una impresión elegante, aunque algo monótona.
Además de los clásicos, los Elzeviros publicaron abundantes libros de texto y, sobre todo,
gran cantidad de obras religiosas. Pero más que como impresores, los Elzeviros adquirieron
fama como comerciantes del libro, lo cual les valió, gracias al establecimiento de
verdaderas redes de distribución, ejercer una influencia considerable en los países de su
entorno.
Otra casa editorial importante fue la Blaeu, especializada en Atlas o obras cartográficas. El
fundador de la casa había llegado a conocer a Tycho Brahe y adquirió una sólida formación
en astronomía y cartografía. En un país explorador y marinero como era la Holanda de la
época, tal actividad tuvo un éxito grande, especialmente si se tiene en cuenta que los mapas
de Blaeu eran de una excelente calidad y precisión. Sus obras más conocidas fueron el
Novus Atlas, su obra maestra y el Atlas Major, tal vez el más célebre.
En Francia, a lo largo del siglo XVII decae el arte de imprimir pero, curiosamente, crece la
bibliofilia, lo cual se explica si se considera que en aquel momento la posesión de ricos
libros era estimado como un signo externo de bienestar económico. Entre las bibliotecas de
bibliófilos que se forman hay que destacar la de Luis XIII, que tenía impresores y
encuadernadores propios; la de Luis XIV, que llegó a reunir 40.000 impresos y 10.000
manuscritos y a cuya formación contribuyó decisivamente Colbert; la de Richelieu, bajo
cuyos auspicios se abrió el taller de tipografía del Louvre; y, sobre todo, la de Mazarino,
cuyo bibliotecario, Gabriel Naudé, escribió lo que se considera el primer libro de
biblioteconomía: Advis pour dresser une bibliothèque. Con un sentido de la cultura
adelantado a su época. Mazarino permitió que su biblioteca se abriera seis horas al día para
eruditos y estudiosos de las artes y las ciencias. Desterrado Mazarino y dispersada sus
biblioteca en las guerras de la Fronda, Naudé huyó a Suecia donde fue bibliotecario de la
reina Cristina. A la vuelta de Mazarino al poder la biblioteca fue reconstruida de nuevo y
abierta al público y aún hoy es una de las más importantes de Francia. Por aquellos tiempos
también abrieron sus puertas las bibliotecas de algunos conventos, tales como el de Saint
Victor y Saint Germain-des-Prés, aunque esta última de una forma muy selectiva.
Alemania, que había sido la cuna de la tipografía y la adelantada en muchos de sus avances,
vive durante este siglo un periodo de recesión, debido a la inestabilidad general que se
respira: guerras, rapiñas, destrucciones, saqueos... Es cierto que durante estos años se
editaron numerosos libros, sobre todo de materias religiosas, pero de baja calidad material y
tipográfica. Por otra parte, el comercio del libro llegó a mantenerse casi exclusivamente de
la edición fraudulenta, difícil de regular en un país tan fragmentado, y que llegó a
extenderse a los países nórdicos.
Pero si las guerras de religión tuvieron un efecto nefasto sobre el libro y la tipografía, aún
lo tuvieron peor sobre las bibliotecas: muchas de ellas fueron destruidas, otras regaladas
-como la Biblioteca Palatina, la biblioteca universitaria más antigua de Alemania, que
Maximiliano regaló al Papa- y otras, en fin, incautadas, tal como hizo Gustavo Adolfo de
Suecia con las del norte del país, que regaló a la recién fundada Universidad de Upsala y
que marcaron el comienzo de una era de esplendor bibliotecario sueco.
En España la censura es ahora tal vez más fuerte que nunca. Felipe IV incluye dentro de la
censura publicaciones que antes habían quedado excluidas. La vigilancia tenía un doble
origen, de parte de la Administración y de la Inquisición, cada vez más estricta y a la vez
más vigilante, ya que el número de libros publicados tanto en los países católicos como en
los protestantes crecía sin parar. Esto, unido a los fuertes impuestos que hubo que pagar
para la importación de papel y la exclusiva que Felipe II había concedido a los Plantino,
dieron como resultado una gran postración en la industria del libro. Así, se dio la triste
paradoja de que las mejores obras de nuestra literatura aparecieron en pobres ejemplares.
Las bibliotecas
Durante el siglo XVII las bibliotecas aparecen con una identificación arquitectónica propia.
Los libros se colocan definitivamente en anaqueles, mientras que la sala tiene una
concepción barroca, ornamentada y a menudo complementada con otros elementos-
esculturas, globos terráqueos, colecciones de monedas, etc.
El concepto enciclopédico del saber se refleja en los fondos, así como la evolución de los
conocimientos humanos. Mientras que las bibliotecas privadas son cada vez más
florecientes, comienzan a abrirse al público algunas -aunque el concepto de biblioteca
pública diste mucho del actual. Es también el siglo de la aparición de una gran parte de las
bibliotecas reales, muchas de las cuales terminarían por convertirse en bibliotecas
nacionales de sus países respectivos. Por otro lado, la inestabilidad de la época las hace
víctimas de saqueos, robos, expurgos y destrucciones.
Las publicaciones periódicas
Aunque las primeras hojas impresas habían aparecido en el siglo XV y se extendieron en el
XVI, es el XVII el siglo en el que las publicaciones periódicas como tales harán su
presentación. Ya a finales del siglo anterior habían aparecido los Messrelationen,
verdaderos antecedentes de las revistas de información general, que surgieron en las ferias
de Francfort, dos veces al año. El paso siguiente fue la aparición de publicaciones
periódicas semanales, la más antigua de las cuales parece ser que se editó en Estrasburgo,
aunque casi al mismo tiempo existieron otras en otras ciudades, y que recibían el nombre de
gazettes, avisa, relation, etc, que fundamentalmente incluían noticias de los países de
Europa complementadas con grabados o mapas. Ejemplos de ello fueron la Gazette de
París, protegida por Richelieu y por las autoridades francesas, lo que le aseguró una larga
vida, la Gazette de Leyden o el Leipziger Zeitung. Pero tal vez la publicación de más peso
entre ellas fue Le Journal des Sçavans, protegido por Colbert y de orientación científica y
literaria. Incluía relaciones de novedades científicas y editoriales, iniciando así el camino de
la bibliografía en curso. Pronto tuvo seguidores en Inglaterra - Philosophical Transactions-
y en otros lugares de Europa. No tardaron tampoco en aparecer publicaciones de corte
galante y frívolo, que tuvieron gran éxito en los salones de moda, tales como el Mercure
Galant o Ladies Mercury.
Introducción
Características del libro
Francia
Gran Bretaña
Italia
Otros países
España
Las bibliotecas
Introducción.
El siglo XVIII es una época de cambios profundos en la sociedad europea, cambios que
abarcan desde la concepción social del trabajo hasta la victoria de las nuevas ideas
políticas. Si en el campo del arte se caracteriza por el triunfo del rococó como máxima
expresión y evolución última del barroco, en el terreno cultural está marcado por la
Ilustración, forma de pensamiento que extenderá su influencia de los escritores a los reyes.
El siglo XVIII marcará el comienzo del triunfo de la razón, la investigación y el método
científico. Como consecuencia de ello, se producen múltiples adelantos técnicos y a la vez
el analfabetismo comienza a retroceder, al principio tímidamente, luego de forma decidida.
El interés por la lectura desborda al restringido círculo de eruditos donde hasta ahora se
encontraba confinado: al tiempo que aparecen sociedades cultas y eruditas, se crean
bibliotecas públicas -aunque no con la acepción actual- y clubs del libro. El libro comienza
así su etapa de objeto cotidiano.
La sociedad urbana desarrollada a lo largo del siglo mostró interés por la información social
y facilitó una mayor difusión de las publicaciones periódicas; el aumento del acervo
científico y la creencia en que la felicidad del hombre aumentaría haciéndole partícipe del
mismo propició la moda de enciclopedias metódicas y diccionarios enciclopédicos, cuya
máxima representación es la Encyclopédie de Diderot y d'Alembert, cuya influencia dio a la
sociedad de la época una nueva visión de la vida, minó las creencias tradicionales, tanto
religiosas como políticas y aceleró las ideas que terminarían dando lugar a la caída del
Antiguo Régimen.
Francia
El comercio del libro crece a todo lo largo del siglo como consecuencia del aumento del
número de lectores y el mayor interés por la lectura. Junto al libro con preocupaciones
morales o científicas de los pensadores ilustrados, aparece la literatura galante, erótica y
hasta pornográfica. El libro francés del XVIII está bellamente impreso, lleno de
ilustraciones sensuales y motivos ornamentales: guirnaldas, amorcillos, florones, etc.
Las clases altas se aficionaron al libro elegante, pensado más para entretener. o incluso
exhibir que para instruir: las obras literarias valiosas se alternan con obras de la más ínfima
calidad. Se pone de moda la bibliofília entre los aristócratas, que a veces tienen sus propios
talleres de tipografía, ilustración y encuadernación, como fue el caso de Madame
Pompadour. Pintores como Fragonard, Boucher y Oudry ilustran los libros, encargándose a
veces de dibujar y grabar y a veces sólo de lo primero, en cuyo caso quedaba reflejada en la
propia lámina el trabajo de dibujante y grabador (del. Y sculp.). El mejor momento es el
último tercio de siglo, cuando aparecen obras como Contes et nouvelles en vers, de La
Fontaine, publicada por Barbou, el Decameron de Fermieres-Généraux, Contes de La
Fontaine ilustrado por Fragonard y sobre todo Choix de Chansons de Laborde, ilustrado
por Moreau y publicado por Lormel, tal vez el libro más bello de este momento. También
fueron profusamente ilustradas las obras de estudio: la Encyclopédie tiene casi tres mil
grabados y las Oeuvres complètes de Voltaire fueron ilustradas por el mencionado Moreau.
Al lado del esplendor del libro ilustrado y la liberalidad de costumbres que reflejaba, hay
que mencionar que el control sobre los libros que difundían ideas nuevas consideradas
como peligrosas fue muy estricto: ello obligó a que se publicaran en el extranjero las
primeras ediciones de libros como L'Esprit des lois de Montesquieu, Emile, Nouvelle
Héloise y Contrat Social de Rousseau, Candide de Voltaire y otros.
Como diseñador de tipos destaca en la primera mitad Louis Luce, continuador de la
tradición del siglo anterior; también tiene un puesto importante la familia Fournier, que
tuvo la idea de normalizar el tamaño de los tipos mediante un sistema de puntos; pero sin
duda, el tipógrafo más destacado fue la familia Didot, libreros, impresores, fundidores de
tipos, papeleros e inventores de procedimientos tipográficos. Entre las obras de la familia
Didot hay que destacar una colección de clásicos franceses y latinos dedicada al Delfín y el
establecimiento del punto Didot, perfeccionando la idea de los Fournier, sistema de medida
tipográfica que aún hoy se utiliza.
Gran Bretaña
A la pujanza económica de Gran Bretaña le correspondió un espléndido renacimiento
literario, ya que el bienestar económico extendido a capas de la población cada vez más
amplias favoreció la alfabetización y el estudio y la posibilidad de adquirir libros. Esta
situación, unido al interés despertado por las luchas políticas entre los partidos whig y tory
favorecieron el desarrollo de la prensa escrita, que tomó la forma de diarios polémicos y
combativos, de prensa más moderada llamada moral y de publicaciones con artículos e
informaciones, los magazines, cuya misión era a medias instruir y deleitar: en ellos se
incluía información de los libros aparecidos -de viajes, de pensamiento, galantes...-,
contribuyendo así a su éxito comercial.
En América del Norte hay que mencionar a Benjamín Franklin, persona famosa en el
mundo de la edición y de la política. Fue autodidacta, entró en contacto con los grandes
impresores de su época, pero destacó más como editor que como impresor. Comprendió las
necesidades de su pueblo y le ofreció publicaciones que le hicieran conocer su entorno y
ayudarles en su desarrollo, como fueron The Pennsylvania Gazette y Poor Richard's
Almanac, publicación de educación popular con consejos médicos, agrícolas, etc. y que se
imprimió a lo largo de un cuarto de siglo con una tirada total de más de 100.000
ejemplares.
Italia
El libro italiano sigue las tendencias europeas y se preocupa también de la ilustración y la
ornamentación; abandona la cursiva para el texto y lo reserva para el prólogo y
dedicatorias. Se pone de moda la publicación de pequeños impresos para celebrar
acontecimientos sociales: bodas, visitas de reyes, fiestas, etc.
Otros países
La imprenta en Holanda vivió en el siglo XVIII gracias a las ediciones para el extranjero
debido a la extensión de los viajes, a la gran cantidad de inmigrantes que recibió y a la
libertad de pensamiento imperante, lo cual le permitió editar obras prohibidas en otros
países, tanto en ediciones piratas como autorizadas por sus autores. Los impresores
holandeses solían establecer su empresa con fines lucrativos y reunían los negocios de
impresor, editor, librero, grabador y fabricante de papel en uno solo.
España
El siglo XVIII coincide en España con la llegada de la dinastía borbónica y el triunfo del
despotismo ilustrado. Desaparecieron viejos privilegios y aunque se perdieron las
posesiones en Europa, las comunicaciones con el extranjero se hicieron más intensas y
aumentó la importación de libros. El pensamiento se secularizó y los focos de interés
intelectual pasaron de las universidades a los círculos eruditos y a las Academias. Aparecen
las Sociedades de Amigos del País -la primera fue la Vascongada-, y se crean las
Academias, la primera de las cuales fue la de la Lengua en 1714. Los periódicos alcanzan a
círculos cada vez más amplios de la población y su número es abundante, aunque de vida
accidentada. Son característicos de estos tiempos los polígrafos, escritores de carácter
universal e intenciones didácticas. Mientras los géneros literarios pierden terreno, lo ganan
las publicaciones de divulgación y pedagógicos. En cualquier caso, el libro español se
dirige a círculos de cultura superior, pues, por el escaso desarrollo de la enseñanza
primaria, no existe público para la lectura popular.
Entre los impresores más notables de esta época figura Joaquín Ibarra, considerado por
muchos como el mejor que ha conocido España. Nacido en Zaragoza había vivido y
estudiado en Cervera, en cuya Universidad fue impresor su hermano mayor. Más tarde se
estableció en Madrid, donde instaló un taller tipográfico. Una de sus primeras obras, Catón
cristiano, tuvo problemas con la censura por publicarse sin autorización y por la mala
calidad del papel; pero no tardó en ganarse la admiración y el respeto de todos por la
calidad de su obra, y fue llamada para trabajar en el Consejo de Indias, en el Ayuntamiento
de Madrid, el Arzobispado de Toledo y en el Palacio Real. Ibarra cuidó mucho todos los
aspectos técnicos de la impresión: papel, tintas, tipos, etc. Pero sobre todo, vigiló el proceso
de confección del libro, con el fin de que se realizara con la mayor precisión y la búsqueda
del acabado perfecto. Además, sus estudios le proporcionaron una excelente base
lingüística para ser un buen jefe de taller. Introdujo modificaciones, algunas poco
afortunadas, pero otras que han prevalecido, como la sustitución de la v vocal por u o el no
partir al final de línea las palabras bisílabas.
Se conocen 789 obras de Ibarra, aunque posiblemente se hayan perdido algunas. Entre las
mejores destacan la Conjuración de Catilina y La Guerra de Jugurta, traducidas por el
infante Gabriel Antonio, y con la traducción en cursiva y el texto latino en letra redonda de
cuerpo notablemente inferior; contiene abundantes ilustraciones dibujadas por Mariano
Maella, algunas de página entera. Se imprimieron 120 volúmenes para regalar a la familia
real y a instituciones y personalidades nacionales y extranjeras. Ello le dio fama
internacional.
Otra obra importante, para algunos tanto como el Salustio, fue la edición de El Quijote de
1780, hecha por encargo de la Real Academia Española en cuatro volúmenes en cuarta
mayor. Los ilustradores elegidos se documentaron para los trajes y accesorios en los
cuadros y tapices del Palacio Real. Además hizo el Diccionario de Autoridades, las dos
primeras ediciones del Diccionario de la Academia, tres de la Gramática, el Misal
Mozárabe, etc.
Otro gran impresor fue Antonio Sancha, distinguido más por el sentido didáctico y
divulgador de su obra que como tipógrafo. Creó una auténtica empresa de importación y
exportación que lo hizo rico y se rodeó de los eruditos y políticos más notables de su época.
La labor de Sancha dio a conocer a nuestros clásicos, nuestra historia y permitió el
desarrollo de la enseñanza. Otros impresores destacados fueron Monfort, Manuel de Mena,
Benito Cano, Antonio Martín, etc.
Las bibliotecas
El siglo XVIII, por las características sociales antes mencionadas, fue un siglo importante
en la historia de las bibliotecas. Aparecen las bibliotecas reales que terminan en muchos
casos por convertirse en nacionales, bibliotecas públicas y privadas, de las asociaciones
cultas y eruditas, de las academias, etc.
En los paises anglosajones aparecen las bibliotecas parroquiales que más tarde adquirieron
entidad propia y que difundieron la lectura entre aquellos que no podían adquirir libros
impulsando así la lectura pública. Además aparecieron los clubs del libro en sus diferentes
modalidades de acciones y de suscripción. Abrieron sus puertas numerosas librerías y hasta
los almacenes destinaron una sección a la venta de libros.
También fueron notables las bibliotecas de algunos eruditos de su tiempo, muchas de las
cuales terminaron por ser bibliotecas públicas. En España, la expulsión de los jesuitas
depositó los fondos de sus bibliotecas en las universidades, al tiempo que se creaban y
ampliaban algunas bibliotecas privadas, como la de Jovellanos. En Francia, la Revolución
Francesa provocó el saqueo de múltiples bibliotecas eclesiásticas y particulares, y aunque
se inició un movimiento de reforma que pretendía crear una estructura centralizada para su
mejor control, lo cierto es que muchos libros valiosos desaparecieron.
El libro y las bibliotecas durante el siglo XIX
Introducción
El libro
Transformaciones técnicas
Ilustración
Encuadernación
Contenido
Contenido
Las publicaciones periódicas
El libro para bibliófilos
El libro en España
Las bibliotecas
Bibliotecas en España
Introducción
El siglo XIX es el heredero de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial, cuyos
efectos provocarán una explosión demográfica hasta entonces desconocida, el éxodo
humano del campo a la ciudad y el cambio de las estructuras sociales y económicas.
La sociedad, asentada ahora en grandes núcleos de población, el aumento de la riqueza en
términos absolutos y relativos y el triunfo de las ideologías liberales que propugnaban la
enseñanza obligatoria, tuvieron como consecuencia una progresiva extensión de la
educación primaria, con lo cual aumentó enormemente el número de lectores. La lectura
salió definitivamente de los círculos restringidos y selectos para extenderse a todas las
capas de la sociedad, incluidas las más humildes. Ello trajo como consecuencia el aumento
de la demanda de bienes culturales, que, en este siglo quedaban reducidos prácticamente a
dos: libros y publicaciones periódicas. A su vez, los avances tecnológicos propiciaron el
desarrollo de la industria editorial, que pudo dar salida a un mayor número de títulos y de
ejemplares por tirada, con lo cual creció también la oferta de los mencionados bienes.
El libro
Influido al principio por el libro neoclásico, pronto se verá evolucionar hacia las nuevas
tendencias culturales. A lo largo del siglo XIX, el libro experimentará profundo cambios en
todos sus aspectos, desde la composición de los tipos hasta su comercialización.
Transformaciones técnicas
El libro en el siglo XIX se vio influido por una serie de novedades técnicas, fruto en su
mayoría de la revolución industrial, que marcarán su orientación definitiva y lo harán
despegarse del concepto de objeto precioso de uso restrinido que hasta ahora tenía. Estas
novedades son:
-la pasta de papel: realizada anteriormente con trapos, su escasez hizo que se buscarán
nuevas fórmulas para su elaboración. Después de intentos con diferentes elementos -paja,
hierbas, cañas, etc.-, se encontró la solución en la pasta de celulosa, obtenida a partir de la
madera tratada con procedimientos mecánicos y químicos. Con ello pudo obtenerse tanta
materia como fuera necesario, ya que la materia prima era abundante.
-el papel continuo: la máquina para la producción de papel fue un invento del francés
Robert en los molinos de la familia Didot, en 1798, aunque su producción no comenzó
hasta el siguiente siglo en Inglaterra. Permitía una producción de papel diez veces superior
a la que se obtenía por el procedimiento manual.
-la máquina de imprimir a vapor; precedida por la sustitución de las viejas máquinas de
madera por máquinas de hierro -experimento llevado a cabo por el Times en los primeros
años del siglo-, la máquina de imprimir a vapor aumento considerablemente la producción
y redujo la mano de obra, abaratando los costes.
-la esterotipia: consiste en la creación de moldes en cartón que conserven la composición de
las páginas. Permitió repetir las tiradas a gran velocidad y con ahorros económicos y
humanos.
-la linotipia y la monotipia: permitieron la composición mecánica de los tipos, a una
velocidad cinco veces superior a la podía conseguir un buen cajista. La monotipia tiene la
ventaja de componer letra a letra, con lo cual las correcciones son más fáciles.
-los transportes y comunicaciones: permitieron no sólo una mejor distribución del libro,
sino una mejor transferencia de la información entre puntos alejados. Esto favoreció sobre
todo a la prensa.
Ilustración
La ilustración del libro tuvo como principal finalidad atraer a los lectores y hacer más fácil
la lectura de los libros para los recién iniciados, para lo cual se intercalaban en el texto. En
la imagen no privaba sólo el valor artístico, sino también el descriptivo: a veces el texto era
una improvisación para acompañar las ilustraciones. De acuerdo con el gusto de la época,
los motivos varían.
Para realizar las ilustraciones se utiliza la litografía, procedimiento que aprovecha las
cualidades de ciertos minerales para absorber la grasa de la tinta y del agua para repelerla y
que se realiza mediante el grabado del dibujo en una piedra porosa, generalmente caliza y
permite evitar al técnico grabador como intermediario. A veces se coloreaban, primero a
mano y luego por el procedimiento de la cromolitografía. Volvió a resurgir el grabado en
madera, especialmente gracias al procedimiento a la testa inventado por Bewick, mientras
que el grabado en cobre tiene un primer momento de esplendor y luego decae. A final de
siglo aparece el fotograbado, procedimiento derivado de la fotografía.
Encuadernación
Los editores presentaban sus libros en rústica, o en todo caso en tela o cartoné: era la
respuesta a la demanda masiva de libros, que no podía atenderse con una encuadernación
más cuidada. Algunos lectores envían a encuadernar sus libros de forma artesanal para
conservarlos mejor, cosa que también se hace con aquellos destinados a uso intenso
-encuadernación para bibliotecas. Los estilos de las encuadernaciones siguen los del arte de
su tiempo: al principio el neoclásico coexistió con el isabelino o Luis Felipe (rocalla), al
avanzar el siglo aparecen los gustos románticos, inspirados en motivos medievales. Entre
los libros para bobliófilos se imitan las antiguas encuadernaciones europeas: à la fanfare,
mosaico, de Grolier, etc. En España se utiliza el jaspeado de colores sobrios, excepto el
valenciano, de vivos colores.
Contenido
La primera característica del contenido del libro decimonónico es el triunfo absoluto de las
lenguas vernáculas, mientras las clásicas quedan definitivamente relegadas a libros
especiales, tales como manuales, ediciones selectas de los clásicos, etc. Junto con ello, se
constata el predominio de las literaturas nacionales, potenciadas, sobre todo, a partir del
romanticismo: las literaturas clásicas eran una curiosidad que se leía por necesidad cultural.
Comercialización
El nuevo contenido y los nuevos destinatarios favorecen la aparición de nuevas formas de
comercialización del libro. La figura del editor -responsable de la edición- se impone sobre
la del impresor -encargado de la elaboración técnica- y ambas se distinguen de la del librero
-dedicado sólo a la venta. Como el negocio editorial requiere fuertes inversiones, se buscan
nuevos métodos de distribución y de financiación, como son las suscripciones y la venta
por depósito. Al mismo tiempo aparece la venta por entregas que tuvo un auge inusitado,
especialmente con los folletines que a menudo se distribuían con la prensa periódica.
El libro en España
Es raro el editor puro en el siglo XIX: normalmente era además librero e impresor. Uno de
los más importantes fue Mariano Cabrerizo, instalado en Valencia y que publicó, entre
otras cosas su Colección de Novelas, de bella presentación, donde se mezclaban los
nombres más famosos de la literatura de la época con otros totalmente desconocidos. En
Barcelona Antonio Bergnes se inscribe en la tendencia de escritores educadores. En su casa
trabajó Manuel Rivadeneyra, que realizó una obra de gran magnitud, la Biblioteca de
Autores Españoles, para lo cual no dudó en emigrar dos veces a América con la intención
de hacer fortuna con la que financiar su empresa. Ejemplares de esta obra por un valor de
400.000 reales fueron adquiridos para las bibliotecas del Estado.
En Madrid destaca la labor de Saturnino Calleja, que comenzó con la edición de libros de
texto, y hoy es famoso sobre todo por su colección de cuentos. Sin embargo, Calleja
publicó numerosas colecciones de libros bien presentados, ilustrados y encuadernados. La
editorial La España Moderna, propiedad de Lázaro Galdiano publicó más quinientos libros
y una revista del mismo nombre, con la intención prioritaria de dar a conocer el
pensamiento europeo. En Valencia, la editorial Sempere publicó libros de pensadores
revolucionarios, pero con fines más lucrativos que ideológicos, movido por los grandes
beneficios que le podía aportar el consumo de esta literatura entre la clase trabajadora.
En Gran Bretaña aparecen las bibliotecas parroquiales y sobre todo las bibliotecas de los
mechanics' institutes, centros de formación de adultos financiadas por los obreros que
acudían a recibir enseñanzas y por algunos filántropos. Su misión era la de educar a las
clases trabajadoras y alejarlos del crimen, la miseria y el alcohol, y demostraron que los que
las frecuentaban mejoraban en su comportamiento y hábitos. Estas bibliotecas precedieron
a las bibliotecas públicas, pero en muchos casos retrasaron su aparición, ya que se
consideraba que las ciudades que las poseían se encontraban suficientemente servidas con
ellas. Más tarde se aprobaron los impuestos para la creación de bibliotecas públicas, no sin
grandes polémicas: la primera en hacer uso de esta ley fue Manchester en 1852.
En Estados Unidos también parecieron las bibliotecas parroquiales, pronto seguidas por
bibliotecas destinadas al perfeccionamiento profesional de ciertos sectores de la población.
También aquí se aprobó el impuesto para la creación de bibliotecas, pero no hubo
polémicas, ya que la sociedad americana veía las bibliotecas desde un punto de vista
diferente: para ellos eran instrumentos de mejora y formación que podían proporcionarles
ascensos en la escala social. Por otra parte, las personas cultas e influyentes que habían
visitado Europa envidiaban las facilidades para el trabajo que en ella encontraban los
estudiosos.
La primera biblioteca pública americana fue la de Boston, creada por la unión de todas las
bibliotecas existentes en la ciudad y se abrió en 1852. Poco a poco, la idea se fue
extendiendo, aunque lentamente al principio -la New York Public Library no se abrió hasta
1895-, y el fenómeno fue paralelo al desarrollo de la biblioteconomía por parte de los
bibliotecarios americanos -Cotton, Cutter, Dewey, etc.- y las asociaciones de bibliotecarios,
a la creación de bibliotecas por entidades privadas -como el YMCA-, a la aparición de
grandes filántropos benefactores de las bibliotecas -Carnegie, Morgan, etc.- y a la creación
de la biblioteca del Congreso. La biblioteca del Congreso de los Estados Unidos nació a
principio del siglo como centro de apoyo a las tareas del Congreso. Después de varios
incendios, se instaló definitivamente en 1897 en el edificio que hoy ocupa, aunque ha sido
necesario la construcción de varios anexos, y consiguió su carácter de biblioteca nacional
gracias a los esfuerzos de Spofford.
También nacieron en este siglo la Biblioteca Pública e Imperial de San Petersburgo, creada
por Catalina la Grande con los fondos de la biblioteca de Varsovia y la asignación del
depósito legal, y que pronto llegó a ser la segunda del mundo, detrás de la Nacional de
París, y la Biblioteca de Moscú, convertida más tarde en Biblioteca Nacional de la URSS
-Biblioteca Lenin- tras el triunfo de la Revolución y el traslado de la capitalidad a Moscú.
En Italia se creó la Biblioteca Nazionale Vittorio Emmanuele de Roma, como consecuencia
de la unificación del país, y cuyos fondos principales procedían de los conventos romanos
suprimidos
España
El primer proyecto bibliotecario español arranca en 1811 de las Cortes de Cádiz y de
Bartolomé José Gallardo, quien consiguió la aprobación de un plan que preveía la creación
de la Biblioteca Nacional de Cortes y bibliotecas públicas provinciales en España y
Ultramar. El proyecto suponía la creación de una verdadera red de bibliotecas con
funciones bien definidas y una biblioteca cabecera de sistema que además serviría de apoyo
a los diputados en sus tareas parlamentarias. El fin de la guerra y la disolución de las Cortes
interrumpió el proyecto, más tarde relanzado durante el trienio liberal, vuelta a cerrarse
hasta 1834 y definitivamente disuelta en 1837, pues de hecho ya existía una verdadera
Biblioteca Nacional.
Introducción
Cambios técnicos
Los medios audiovisuales
La reprografía
Crecimiento de la lectura
El libro
Las publicaciones periódicasç
Sistemas de comercialización
Sistemas de venta
El libro en España en el siglo XX
El mercado americano
La edición después de la Guerra Civil
Las publicaciones periódicas
Introducción
Si en el siglo XIX el libro comienza a transformarse en todos sus aspectos, físicos,
intelectuales y comerciales, será en el siglo XX cuando estas transformaciones alcancen su
momento culminante hasta el punto de que el libro deja de ser prioritariamente libro para
convertirse en productos nuevos, a la compra-venta se le viene a sumar la posibilidad de
consulta remota y su contenido alcanza, no sólo a todas las ramas del conocimiento humano
sino incluso a todas las formas concebibles de expresarlas.
Cambios técnicos
Las tendencias básicas en la producción, comercialización y utilización del libro en el siglo
XX siguen las orientaciones marcadas ya en el siglo anterior: mecanización, aumento de
títulos y ejemplares en las tiradas y comercialización buscando cada vez un número más
amplio de consumidores. Pero además aparecen nuevos soportes -como los medios
audiovisuales-, elementos reprográficos y finalmente el ordenador, que abría un mundo de
nuevas posibilidades para el libro y la edición.
El cine, nacido a finales de siglo XIX como un invento curioso, de la mano de los hermanos
Lumière, fue alcanzando cada vez mayor dimensión, hasta llegar, en los años veinte, a la
categoría de séptimo arte, al tiempo que añadía cada vez más adelantos técnicos: sonido,
color, panavisión, etc. Después de un periodo de esplendor y hegemonía absoluta en el
mundo del espectáculo, iniciado en los años treinta, el cine conoció una época de aparente
decadencia en los países desarrollados a partir de la segunda mitad de los setenta, debido en
parte a la aparición y generalización primero de la televisión, luego del vídeo doméstico y
finalmente de las cadenas privadas de TV, que se fueron pisando el terreno
respectivamente: en realidad, el cine se hacía la competencia a sí mismo a través de
diferentes sistemas de difusión.
La radio, más rival de la prensa que del libro, tuvo en un primer momento función de
entretenimiento para aficionados; en 1920 estaba fuertemente implantada en USA, pero
hasta 1923 no aparece la primera emisora española, Radio Ibérica de Madrid. Su audiencia
e influencia crecieron por causas políticas y bélicas antes de la II Guerra Mundial; cuando
parecía que iba ser desterrada por la aparición de la televisión en el periodo postbélico,
experimento un fuerte impulso gracias al descubrimiento de la FM y la radio de
transistores. El crecimiento de la radiodifusión continua en la actualidad.
La televisión dio sus primeros pasos a final de los años veinte, si bien no conoció el pleno
desarrollo hasta después de la Guerra: a partir de aquí se extendió a todos los países del
mundo y se perfeccionó con el color, hasta llegar a convertirse en el primer medio de
comunicación de masas, y ejercer una influencia considerable en la población.
La reprografía
La reprografía es un conjunto de técnicas para la reproducción de textos escritos. Su
desarrollo se ha dejado sentir sobre todo en la segunda mitad del siglo para satisfacer
distintas necesidades: de un lado, la formación de archivos de seguridad que garanticen la
pervivencia de los fondos; de otro, facilitar la consulta de documentos, lograr la rápida
difusión de la información y conseguir que la misma pueda ser utilizada simultáneamente
por varias personas.
Crecimiento de la lectura
El aumento de la riqueza social, la urbanización, la política educativa y la oferta de los
medios de comunicación tuvieron como resultado un aumento considerable del número de
lectores, potencialmente casi el 100% en los países desarrollados.
En los países en vías de desarrollo, donde el analfabetismo alcanza las cotas más elevadas,
la política de promoción de la lectura ha venido de la mano de organismos internacionales,
entre los que cabe destacar la UNESCO, organización de las Naciones Unidas creada en
1949 como asociación de Estados que deseaban aunar sus esfuerzos para contribuir a la paz
mundial mediante el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura. La UNESCO ha
dado orientaciones técnicas, ha puesto a especialistas al servicio de las naciones que los
necesitaban y ha fomentado y protegido la libre circulación de la información, actividades
todas ellas no exentas de polémica en su realización. A pesar de todo ello, el analfabetismo
es aún una lacra social: existen países de Africa que tienen más de un 90% de analfabetos,
otros de Asia con el 80%, el 40% en Hispanoamérica; aún en países miembros de la CEE
permanece este problema: 26% en Portugal, 15% en Grecia, 7% en España y 6% en Italia.
El analfabetismo ataca con mayor intensidad en las áreas rurales que en las urbanas, a las
mujeres que a los hombres, y a los mayores más que a los jóvenes. A todo ello se viene a
sumar el analfabetismo funcional, que afecta a grandes capas de la sociedad aún en los
países más desarrollados y es más difícilmente cuantificable.
El libro
La producción mundial de libros ha crecido continuamente como consecuencia del aumento
de la demanda formulada por el mayor número de personas alfabetizadas y con más años de
escolarización: en veinticinco años la producción se triplicó. Sin embargo esta producción
está desigualmente repartida, ya que las 4/5 partes de la misma se concentra en países
desarrollados, repartiéndose el resto entre todos los demás. Europa publica más de la mitad
del total y América una cuarta parte, mientras que Africa -excluidos los países árabes- y
Oceanía no llegan al 2%.
El mayor productor ha sido, hasta finales de la década de los ochenta la URSS, que tras la
crisis aún abierta dejó paso a USA. Le siguen Alemania, Inglaterra, Japón, Francia y
España. Por áreas lingüísticas la mayor parte (1/4) le corresponde al inglés, seguido del
ruso,alemán, japonés, francés y español: el 70% de la producción mundial se publica sólo
en seis lenguas, y la oferta que recibe la mayoría de la población mundial –que no dominan
ninguna de ellas- es relativamente escasa. Esta hegemonía está también presente en el
número de traducciones.
Los periódicos siguieron aumentando sus tiradas para satisfacer la creciente demanda, pero
el número de los mismos fue disminuyendo con el avance del siglo, debido a que los altos
costes de producción - mano de obra, equipos, etc.- no permitieron la existencia de
rotativos con pequeñas tiradas. Las dos fuentes principales de financiación -publicidad y
venta de ejemplares- no fueron suficientes para cubrir los crecientes gastos, por lo que la
mayoría de los periódicos comenzaron a recibir subvenciones de los Estados, preocupados
por el hecho de que la concentración de los mismos en manos de unas pocas empresas diera
lugar primero a oligopolios y más tarde a monopolios.
Las revistas ilustradas (magazines) semanales o mensuales fueron ganando el favor del
público por sus reportajes fotográficos y alcanzaron tiradas muy superiores a las de los
diarios. También evolucionaron para adaptarse a los gustos cambiantes del público y así
desaparecieron grandes revistas de información general como las americanas Life y Look y
las españolas Triunfo y Blanco y Negro, que ahora aparece como suplemento dominical de
ABC, mientras que otras bajaron enormemente sus tiradas, como Paris-Match. Por el
contrario, las hay que gozan de buena salud, como son las llamadas newsmagazines: las
americanas Time y Newsweek, la francesa L'Express, la alemana Der Spiegel o las
españolas Interviú o Tiempo. Estas revistas no renuncian a la información gráfica, pero sus
reportajes van acompañados de artículos generalmente bien documentados y de actualidad.
Sistemas de comercialización
El libro de bolsillo. El libro de bolsillo tiene sus más remotos precedentes en los códices
pugilares que nos menciona Marcial y son herederos directos de los aldinos y elzeviros del
siglo XVI. En España habían aparecido publicaciones de pequeño formato en el siglo XIX
(Colección de novelas de Mariano Cabrerizo) y principios del XX (Colección Universal de
Calpe, y su sucesora Austral). Pero este libro, tal y como lo conocemos hoy, tuvo su origen
en la colección Penguin Books, lanzada por el inglés Allen Lane en 1935 para ofrecer libros
baratos en ediciones correctas y en rústica (paper back): es considerado como el creador del
libro de bolsillo (pocket book), nombre dado a estas publicaciones en USA donde tuvieron
un rápido desarrollo debido a la guerra mundial, durante la cual se hicieron muchas
ediciones destinadas a los soldados. Después de la guerra el éxito fue en aumento y
aparecieron libros de bolsillo en todo el mundo.
Las editoriales que se dedican a la producción de libros de bolsillo suelen seleccionar sus
títulos entre los que ya han sido éxitos (best sellers), sean estos originales o traducciones;
hay algunas editoriales dedicadas exclusivamente a este tipo de libros, pero las más de las
veces tienen una producción más amplia y los libros de bolsillo forman parte de una
colección dentro de la editorial.
El libro de bolsillo ha tenido una gran incidencia en la biblioteca porque sus temas son
coincidentes y porque el moderado precio ha permitido a muchos lectores hacerse de su
propia colección, con las ventajas que ello supone. Los criterios para la selección son muy
variados: pueden dedicarse a la literatura de carácter popular, temas científicos, arte, poesía,
etc., siendo las más frecuentes las de carácter general, que suelen incluir tanto obras
clásicas como las de más reciente actualidad en su propia lengua y traducciones.
Los libros de bolsillo se consideran un producto típico destinado a las masas; sin embargo
su público está muy definido y está formado principalmente por jóvenes, clase media,
profesiones liberales y obreros cualificados. La posesión de libros de bolsillo se identifica
más con una determinada forma de pensar que con un status social elevado, papel este que
queda reservado a las ediciones de lujo.
Sistemas de venta
Otra de las características más notables del libro del siglo XX es la variedad de sistemas de
venta que se ofrecen al comprador. En general, estos sistemas han favorecido más la
comercialización del libro que su lectura, aunque ésta también se haya beneficiado, y han
tenido una incidencia negativa en la utilización de las bibliotecas. Los sistemas más
conocidos son:
-Clubs del libro. Iniciaron su actividad en los años veinte en USA (Book of the Month y
Literary Guild), y pronto pasaron a Europa, adquiriendo un gran desarrollo después de la II
Guerra Mundial. Los clubs del libro organizan la venta suprimiendo uno de los eslabones
de su comercialización, el librero, y realizan sus ofertas por catálogos. Los pedidos suelen
hacerse por correo y a partir de una cantidad fija periódica que el cliente está obligado a
consumir. La mayoría de sus fondos se basan en best-sellers y su público es una población
acomodada de mediana edad.
-Venta por correo. Es una variante del club del libro, que a veces utilizan también editores y
libreros, anunciándose previamente por el mismo sistema o por la prensa. Puede tratarse de
libros de elevado precio, pero más frecuentemente la oferta se amplía a una serie para
enjugar los elevados costes de la publicidad.
-Venta a plazos. Generalmente se basan en la visita de vendedores a domicilio o placistas, y
la oferta se centra en grandes colecciones, enciclopedias y obras similares, que el cliente
adquiere y va pagando en mensualidades. El sistema data del siglo XVIII y permitió a
financiación de la Enciclopedia francesa.
-Fascículos. es una modalidad de venta a plazos, pero aquí el cliente va adquiriendo la obra
al mismo tiempo que la paga. La venta por fascículos supone una variedad de las entregas
del siglo XIX, pero la obra suele estar ricamente presentada y ser mucho más cara. El
precio total de la obra es elevado, pero el sistema facilita su compra a economías no muy
fuertes. La venta por fascículos se centra en grandes colecciones y obras de tipo hogareño:
cocina, jardinería, bricolage, etc.
-Venta en kioscos. Además de la venta por fascículos, que se realiza preferentemente en
estos lugares, la empresa editorial ofrece una serie de colecciones que se ponen a la venta
casi exclusivamente en kioscos. Suelen ser obras temáticas -economía, informática, etc.- o
grandes colecciones de escritores bajo un lema común -novela de aventuras, premios
Nobel, etc. A veces, de forma cada vez más frecuente, se combinan uno de los dos sistemas
-fascículos o colecciones- con la compañía de otro tipo de material audiovisual: esto vale
sobre todo para las ventas de métodos de aprendizaje de idiomas y obras musicales.
-Venta en grandes superficies. Sistema igualmente importado de USA consiste
simplemente en dedicar una zona de los grandes almacenes, supermercados, etc. a la
sección de librería, lo que permite, de un lado abaratar el precio final del libro y de otra
integrar éste en los gastos cotidianos de la casa, con lo que al consumidor le da la impresión
de resultar un gasto menos oneroso.
El libro en España en el siglo XX
La edición hasta la guerra civil.- A principios del siglo la producción editorial española era
escasa (menos de 1.400 títulos), su contenido pobre, su presentación mediocre y su interés
puramente local.
El público español no era un buen consumidor debido tanto al analfabetismo (65%) como a
su débil situación económica. Sin embargo a lo largo de la centuria, la situación cambió
radicalmente, debido a la progresiva urbanización del país, al mayor poder adquisitivo de la
población y a la alfabetización casi total de la misma. Estas circunstancias fueron
aprovechadas por la empresa editorial española que, apoyada por el mercado
hispanoamericano, se situó en uno de los primeros puestos de la producción mundial.
Uno de los primeros editores fue Eduardo Zamacois, iniciado en estas actividades con
Sopena, que creó una editorial, Cosmópolis, destinada a ofrecer traducciones en francés de
autores españoles. Mayor éxito tuvo la publicación de El Cuento Semanal, pequeñas
ediciones muy cuidadas que dieron a conocer a gran cantidad de escritores del momento, y
Los Contemporáneos, de vida más larga. La Biblioteca del Renacimiento, fundada por
Victorino Prieto con la dirección comercial de José Ruiz Castillo y la literaria de Martínez
Sierra, cuidó tanto a sus autores como la presentación de sus libros. Colaboraron en ella los
dramaturgos más en boga, la generación del 98, escritores posteriores, representantes de la
novela galante, autores de obras de pensamiento y viejas glorias. Más tarde, Ruiz Castillo
creó la editorial Biblioteca Nueva, de larga vida, que cuenta en entre sus logros el haber
dado a conocer en España la obra de Freud.
En la segunda década apareció la editorial Calpe, pronto fundida con Espasa, que había
comenzado en 1902 la publicación de su Enciclopedia. La nueva empresa adquirió la
editorial La Lectura, que contaba con la conocida colección Clásicos Castellanos. Fue idea
de Nicolás María Urgoiti, quien contó con el apoyo de Ortega y Gasset para ello y para la
creación del diario El Sol. Calpe comenzó sus actividades con la Colección Universal,
verdadera biblioteca de bolsillo por su módico precio y su carácter universal, aunque no
incluía obras de literatura contemporánea. Durante la guerra civil, la sucursal argentina
continuó la obra con la Colección Austral, que aún continúa viva.
Ortega y Gasset fundó una revista y una editorial del mismo nombre La Revista de
Occidente, empresa de pequeño volumen, pero de gran peso cultural, por donde entraron en
España las ideas de los pensadores del momento. Publicó colecciones de filosofía, historia
y literatura, como Musas Lejanas, Nova Novorum y Los poetas, de corta producción pero
muy importante por las novedades que ofreció. Pedro Sáinz Rodríguez estuvo al frente de
CIAP, fundada por los hermanos Bauer, que aumentó rápidamente su catálogo por la
absorción de otras editoriales como Renacimiento, Mundo Latino, Atlántida, etc. Sin
embargo la empresa se truncó por la quiebra de los propietarios.
En 1923 inició sus actividades Manuel Aguilar, que había trabajado en América para
editores franceses y en España para Hachette. Aguilar cultivó casi todos los campos del
saber, pero es especialmente conocido por sus ediciones de obras completas en papel biblia
y encuadernados en piel, que ofrecieron la posibilidad de adquirir libros como símbolo de
bienestar social. Amplió el canal de ventas, tanto con la creación de librerías como a través
de venta por correo y catálogo.
Al final de la dictadura de Primo de Rivera iniciaron su andadura varias editoriales de
orientación política, cuyas obras tuvieron una gran difusión debido a las inquietudes del
momento. La mayoría de estas editoriales se disolvieron o tuvieron que exilarse al final de
la guerra civil.
En Barcelona destacaba la editorial Sopena, especializada en Diccionarios y libros
populares de ciencia y literatura. Creó la Colección Grandes Novelas, la mayoría
traducción de autores franceses. También en Barcelona se encontraban Maucci, Araluce,
Gallach y Gustavo Gili, productor sobre todo de libros científicos y religiosos. En la década
de los veinte se les unió Labor, cuya fuerza arranca del éxito de su primera colección, la
Colección Labor o Biblioteca de Iniciación Cultural, obra de gran interés para la
divulgación científica.
El mercado americano
A principios del siglo, el mercado americano estaba prácticamente copado por editores
franceses, que publicaban primero en su lengua y más tarde en español, aunque sus libros
estaban generalmente plagados de erratas; también habían acudido algunas empresas de
otros países, como Herder (alemana), Appleton (norteamericana) y Nelson (inglesa).
La caída de las editoriales europeas con motivo de la I Guerra Mundial fue aprovechada por
los editores españoles, que más tarde confirmaron su hegemonía, especialmente tras la
salida al mercado, en los años sesenta de las obras de novelistas hispanoamericanos -el
boom de la narrativa hispanoamericana.
Nuestra guerra civil empobreció a los editores, y la crisis producida por la II Guerra
Mundial dificultó su restablecimiento, por la falta de materias primas adecuadas. La
implantación de una rígida censura impedía la publicación en España de una serie de obras,
por lo que algunas sucursales americanas editaron durante mucho tiempo más que la
central, al tiempo que bastantes editores y libreros emigraron a América o abrieron
sucursales allí. Todo ello originó el nacimiento de una industria poderosa, especialmente en
Argentina y México, que pareció amenazar la supremacía del libro español. Entre estas
editoriales hay que citar a Losada (Buenos Aires) y el F.C.E. y Joaquín Mortiz en México.
En aquellos años inició su andadura la editorial Gredos, con ediciones muy cuidadas de
clásicos griegos y latinos. En los años cincuenta comenzó a publicar su Biblioteca
Románica Hispánica, dirigida por Dámaso Alonso y que tendría un peso decisivo en los
estudios lingüísticos españoles, y en los años setenta la Biblioteca Clásica Gredos. En la
misma línea parecieron Taurus, Guadarrama, y Castalia.
En Barcelona aparecieron Destino, cuya colección Ancora y Delfín dio a conocer a la
narrativa española del momento, apoyada por los prestigiosos premios Nadal y la editorial
de José Janés, que publicó sobre todo traducciones del inglés. Adquirida tras la muerte del
fundador por Plaza, dio origen a la editorial Plaza y Janés, que ocupó pronto un puesto
destacado. Dentro de la misma línea se encontraban Caralt, Juventud, Noguer y, sobre todo,
Planeta, dirigida por Manuel Lara, el cual supo encontrar enseguida las claves
empresariales que harían de su editorial uno de los más saneados negocios. Planeta publicó
sobre conocimiento del mercado, implantó nuevos sistemas de ventas a distribuidores y
creó primero el premio Planeta, generosamente dotado y el Sant Jordi, de novela catalana.
Otros dos movimiento de distinta tendencia crecieron y se afianzaron en los años cuarenta.
De un lado, hizo su aparición la literatura de kiosco o infraliteratura, que cultivó la novela
fácil -rosa, del oeste, policíaca-, de bajo nivel literario y presentación pobre, pero muy
difundida. Pronto el país se llenó de puestos que no sólo vendían, sino que alquilaban y
cambiaban este tipo de obras. Así nacieron y se afianzaron editoriales como Bruguera,
Molino y Cliper. Por otro lado hizo su aparición la edición oficial, especialmente destinada
a la publicación de obras de propaganda del Régimen y de divulgación científica, actividad
esta dirigida casi en su totalidad por el CSIC.
Las dos editoriales que ocupan hoy sin duda los puestos de mayor influencia en el mercado
español nacieron con la venta de libros de texto: Anaya y Santillana. Anaya nació de la
iniciativa de una familia relacionada con la librería Cervantes de Salamanca. Uno de sus
miembros, Germán Sánchez Ruipérez fundó Anaya, dedicada a libros educativos y con el
asesoramiento de Lázaro Carreter. Posteriormente fundó Cátedra y Pirámide y adquirió
Tecnos, dedicada a obras de pensamiento.
Santillana nació de la iniciativa de Jesús de Polanco y Francisco Pérez González, que
crearon un gran imperio de libros de texto con filiales en los países americanos. Creó una
editorial de libros infantiles, Altea e incorporó Aguilar, Taurus y Alfaguara. Tanto
Santillana como Anaya han realizado con desigual resultado incursiones en el mundo de las
publicaciones periódicas (El País y El Sol), e incluso de los medios de difusión,
especialmente Santillana (Canal Plus, Cadena Ser).
En Barcelona el Círculo de Lectores, primer club del libro español, se ha implantado
fuertemente en el mercado español y ha terminado por crear un poderoso grupo editorial
con Plaza y Janés.
Las revistas se afianzan en campos determinados: de una parte, la revistas del corazón, o de
información general van ganando mercado, mientras que una serie de publicaciones de
clara orientación política comienzan a encontrar su público: Triunfo, Indice, etc. La muerte
de Franco y la posterior transición política provocan un giro espectacular en el panorama de
la prensa. Desaparecen la mayoría de las revistas políticas, dando paso a nuevas
publicaciones que en poco tiempo se afianzan en el mercado -Cambio 16, Tiempo, Interviú,
etc. Idéntico proceso siguen los diarios, hasta el punto que la mayoría de los grandes diarios
nacionales son posteriores al 75: El País, El Mundo, El Sol... Sólo ABC y La Vanguardia
mantienen sus posiciones.
Tanto en el mundo editorial como en el de la prensa -por otra parte muy relacionados entre
sí- muestran una clara tendencia a la concentración, tanto en cuanto a zonas, como en
cuanto a empresas. Unos y otros se han visto afectados por las nuevas medidas
comunitarias y por el empuje del capital extranjero, aunque en los dos casos en menor
mediada de lo que se pensaba en un primer momento.
La industria editorial española ha sufrido serias vicisitudes por la caída del mercado
hispanoamericano; sin embargo, se le abren nuevos horizontes en la edición en otras
lenguas y en el mundo árabe, para quien editan libros de texto y obras enciclopédicas.
Conviene mencionar la política oficial del libro que ha seguido el Estado español desde la
República y que, a pesar de diferencias ideológicas, se ha centrado siempre en la promoción
de la industria editorial española. Prueba de ello han sido las Ferias y Salones del Libro, el
apoyo a la exportación y la creación primero del Instituto del Libro Español y más tarde del
INLE, así como las medidas legislativas claramente proteccionistas.
Transformación y desarrollo de las bibliotecas en el siglo XX.
Movimiento bibliotecario anglosajón y su influencia en otros países
Introducción
Historia de las bibliotecas durante el siglo XX
La diversificación de las bibliotecas
Bibliotecas nacionales
Bibliotecas universitarias
Bibliotecas escolares
Bibliotecas especializadas
Bibliotecas públicas
El movimiento bibliotecario anglosajón y las asociaciones profesionales
Su influencia en otros países
La situación en España
Introducción
La biblioteca ha conocido durante el siglo XX un extraordinario desarrollo. Ello ha venido
originado por la progresiva alfabetización de la población a causa de la generalización de la
enseñanza, la urbanización de la sociedad y el aumento en la producción de libros y
documentos. La expansión se ha extendido a los países en vías desarrollo, que han copiado
los modelos occidentales, y a los países de economía socialistas, para los cuales ha sido
instrumento de creación de un pensamiento homogéneo y de formación de cuadros. La
oferta de bibliotecas se ha diversificado con el fin de poder atender mejor las diferentes
demandas de unos usuarios cada vez más amplios. Pero las bibliotecas también ha
evolucionado en cuanto a su concepto, a su estructura, a su proyección y hasta en sus
métodos. Si la biblioteca de ayer miraba hacia el pasado, la de hoy mira hacia el futuro y se
orienta en múltiples direcciones. De cualquier modo, muchas de las características de la
biblioteca del siglo XX se encontraban ya, de forma más o menos embrionaria, en el siglo
XIX.
Aunque Italia no sufrió tan graves consecuencias, merece citarse por su valor la biblioteca
de Monte Cassino, destruida durante el asedio.
A partir del final de la Guerra, el panorama bibliotecario cambio cambia por completo. El
primer paso importante es la creación de la UNESCO en el seno de la ONU, que se propone
como misión, dentro del campo de las bibliotecas, mejorar los servicios bibliotecarios,
promover las bibliotecas públicas, asegurar el libre flujo de la información y favorecer el
intercambio internacional de publicaciones. Para lograr estos objetivos la UNESCO
colabora activamente con organizaciones profesionales como ISO, FID y IFLA, y busca el
asesoramiento de otras. Así, los primeros pasos del movimiento bibliotecario después de la
guerra se encaminan a la restauración de los daños producidos por la misma y a establecer
medidas de seguridad que impidan la repetición de un desastre similar.
Es notable también el esfuerzo desplegado en los países socialistas, donde, de acuerdo con
las ideas de Lenin, se llegó a crear un formidable sistema de bibliotecas públicas, al tiempo
que se reestructuraban y organizaban las bibliotecas nacionales de cada país. Hoy día, estas
bibliotecas se encuentran enfrentadas a la escasez de medios y la obsolescencia de sus
documentos, pero no cabe duda que en su momento tuvieron una vida muy activa y
desempeñaron un importante papel en la educación popular.
La descolonización que siguió al período postbélico puso de relieve nuevas exigencias: las
necesidades de información y las carencias de medios de los países en vías de desarrollo.
Pronto, las actividades de la UNESCO se orientaron en esa dirección y fomentaron la
creación de infraestructuras informativas en los propios países a través de programas como
NATIS. Los programas de la UNESCO de ayuda al Tercer Mundo han sido y son aún
fuente de polémica.
Al mismo tiempo las bibliotecas de todo el mundo se enfrentaban a problemas tales como
el aumento desmesurado de la producción, la automatización, la invasión de los medios
audiovisuales y la diversificación de las bibliotecas. Poco a poco han ido encajando las
diversas piezas de estos problemas, aunque muchas de ellas se encuentran aún en plena
evolución. Por otra parte, la automatización de bibliotecas, iniciada en los años sesenta y
generalizada a partir de los ochenta se reveló como un extraordinario instrumento para
resolver muchos de los problemas que aquejan a las bibliotecas actuales, aunque también
supuso nuevas orientaciones y planteó, en consecuencia, nuevas cuestiones: compatibilidad,
formación del personal, presupuesto, etc.
Bibliotecas nacionales
Aunque su origen se encuentra en siglos anteriores, las Bibliotecas Nacionales se
consolidan durante el siglo XX, debido básicamente a que se definen sus funciones y
estructuran sus servicios, y a que se entiende la necesidad de su generalización, hasta el
punto de que, en la actualidad, todos los países independientes cuentan con su propia
biblioteca nacional.
Pero si en un principio parece que la situación tiende a la uniformidad, la realidad es que las
bibliotecas nacionales están sumidas en una polémica que dura ya varias décadas. Son
diferentes de un país a otro por la cantidad y tipo de sus fondos, están sometidas a diversas
legislaciones, tienen diferentes de grados de apertura al público y automatización y en
general se debaten entre difusión y conservación. Este dilema, que puede parecer carente de
sentido para un país que cuenta con un buen sistema bibliotecario, es dramático para
aquellos que no cuentan casi con más biblioteca que su nacional. En este siglo se fundaron
bibliotecas nacionales como la de Israel, la de la Dieta japonesa (1948), la de Leipzig
(1912) o la de Frankfort (1946).
Bibliotecas universitarias
Originarias de la Baja Edad Media, las bibliotecas universitarias son unas de las que más
cambios sufren a lo largo del siglo XX. Afectadas por el crecimiento desmesurado de la
literatura científica, tienen que hacer frente a la vez al mantenimiento de bibliotecas de
depósitos, generalmente muy ricas.
En muchos casos la situación se resuelve con el establecimiento de una central -depositaria-
y varias especialistas, de facultad o departamento. Aunque ello soluciona en cierto modo el
problema expuesto, por otro lado crea dispersión de fondos, especialmente los de más
actualidad, que a veces terminan estando para uso de grupos muy reducidos.
Bibliotecas escolares
Las bibliotecas escolares son un logro del siglo XX. Aunque tuvieran ya precedentes en
algunos países, como es incluso el caso de España, con la Ley de Ruiz Zorrilla, la verdad es
que el movimiento no comenzó ha hacerse realidad hasta principios de este siglo en USA, y
su desarrollo no se logró hasta después de la II Guerra Mundial.
Bibliotecas especializadas
Las bibliotecas especializadas surgieron como respuesta al reto que proponía la explosión
documental de un lado y la ampliación de los campos de la investigación científica por otro.
Las bibliotecas especializadas son numerosísimas y variadas en cuanto a sus fondos,
orientación, adscripción y usuarios. En general están al servicio de empresas e
investigadores y sus fondos se componen prioritariamente de publicaciones periódicas.
Dadas las dificultades que plante a el tratamiento de este tipo de información, las
bibliotecas especializadas no han tenido más remedio que automatizarse, lo cual les ha
permitido en muchos casos acceder a centros de información remotos e integrarse en
sistemas bibliotecarios más amplios. Muchas de estas bibliotecas especializadas han
terminado por convertirse en centro de documentación: tanto es así que en los países
anglosajones se emplean indistintamente los dos términos para referirse a un sólo tipo de
servicio.
Bibliotecas públicas
Probablemente las grandes "estrellas" de la biblioteconomía del siglo XX hayan sido las
bibliotecas públicas. Originarias de las bibliotecas parroquiales americanas y las de los
mechanics' institutes británicos. el primer paso que dieron estas bibliotecas en el presente
siglo fue extenderse y desarrollarse de forma generalizada dentro y fuera de los países que
las vieron nacer. Pronto se entendió como servicio social, y en consecuencia, debían ser
fruto de disposiciones legales y estar mantenidas con fondos públicos.
Las bibliotecas públicas dejaron de estar dirigidas a los sectores más desfavorecidos de la
sociedad para dirigirse a todos, como instituciones al servicio de la formación individual y
colectiva de los ciudadanos. Han creado servicios de extensión bibliotecarias y otros
dirigidos a sectores especiales de la población, con el fin de eliminar cualquier barrera entre
usuario y biblioteca. Se ampliaron las ofertas de servicios, los tipos de fondos y su acceso:
el acceso libre a los fondos se generalizó en la mayoría de las bibliotecas públicas y en los
países anglosajones el servicio de referencia alcanzó tal importancia que se convirtió en un
auténtico "consultorio público". Además se crearon redes de bibliotecas que permitían
ofrecer más servicios con menos esfuerzos y se establecieron normas o pautas
internacionales para orientar en su instalación y mantenimiento.
Pero será en el siglo XIX cuando comience a verse de forma clara la realidad del
movimiento bibliotecario anglosajón, que empezará a dar sus frutos a finales de esa
centuria y durante toda la siguiente. Antonio Panizzi, refugiado político italiano que llegó a
ser director del British Museum a mediados del pasado siglo, renovó esta biblioteca y la
convirtió en una institución importante, mediante su organización meticulosa, el
cumplimiento del depósito legal y la adquisición de nuevos fondos. Se preocupó de
establecer y renovar las reglas de catalogación, de mejorar la situación del personal,
publicar los catálogos de la biblioteca y difundir sus fondos a partir de la consideración –
muy avanzada para la época- de que todos los usuarios eran iguales y tenían derechos a los
mismos servicios.
Además, construyeron nuevos edificios, funcionales y capaces de recibir las grandes masas
de libros a las que obliga la producción actual, y de permitir la circulación fluida de los
lectores; diseñaron servicios de seguridad y depósitos de diversos tipos; introdujeron los
nuevos instrumentos de trabajo, desde la máquina de escribir al ordenador; crearon normas
de catalogación y clasificación; atendieron a las diferentes necesidades de los usuarios;
imaginaron medios de extensión bibliotecaria; incorporaron nuevos soportes a los fondos y,
en fin, dirigieron sus esfuerzos hacia una adecuada formación profesional del bibliotecario.
La situación en España
Los comienzos del siglo XX en España estuvieron fuertemente marcados por las ideas
conservadoras y conservacionista que sobre las bibliotecas tenían Menéndez y Pelayo y sus
seguidores. Sin embargo, bajo la influencia de Romanones, de Canalejas y de otros
políticos de corte liberal, no tardan en aparecer los primeros movimientos a favor de las
bibliotecas populares, que cuentan con el apoyo de numeroso intelectuales y dan como
resultado la aparición de bibliotecas de Ateneos y círculos obreros, las primeras bibliotecas
circulantes y más tarde la creación de las bibliotecas populares de Madrid (1912).
La guerra civil paralizó esta actividad, que se vio inmediatamente retomada al término de la
misma. Sin embargo, aunque la legislación sobre el asunto fue abundante, las bibliotecas
españolas conocieron un período de decaimiento, debido, en parte a la escasa afición
lectora de los españoles y en parte a la insuficiente dotación de fondos y personal con que
se las proveyó. Cuando se empezó a reaccionar, las bibliotecas españolas se encontraron
con la competencia de los medios de comunicación de masas y los hábitos de los españoles,
entre los que no constaba la asistencia a las bibliotecas.
Los problemas de las bibliotecas españolas actuales no se pueden generalizar: dependen
más bien del tipo de bibliotecas de que se trate, al igual que pasa en el resto del mundo. Se
enfrentan al reto de la evolución social y de la automatización y están también en camino
de replantearse constantemente su función.
La encuadernación del libro.
Panorama histórico general
Introducción
La encuadernación en el mundo antiguo
Edad Media
Renacimiento
Siglos XVII al XIX
Siglo XX
Introducción
La encuadernación es el arte de sujetar entre sí los pliegos de un libro y de cubrirlos para su
mejor preservación y manejo.
Según parece, las primeras encuadernaciones del libro consistían en unas tablillas de
madera -generalmente cedro-, con unas bandas de cuero para envolverlo y una correa que
sujetaba el conjunto, como cuenta Marcial en uno de sus epigramas. Los esclavos romanos,
además de copiar el libro eran los encargados de encuadernarlos (ligatores librorum). Las
cubiertas hicieron posible una ornamentación externa del libro, sujeta a las influencias
técnicas y decorativas de cada época, y a las concepciones artísticas propias de cada país.
A partir del siglo IV d. C., la encuadernación del libro aparece ya revestida con todo el lujo
oriental característico del estilo bizantino. Ejemplo de ello es el Evangeliario que
Teodelinda, reina de los longobardos, regaló a la catedral de Monza. Frecuentemente se
adornaba el códice con oro, piedras preciosas y esmaltes. En España se utilizó este tipo de
encuadernación antes que en otros países de Europa: dos ejemplares que se conservan en la
catedral de Jaca presentan placas de marfil y adornos de plata en las cubiertas.
Edad Media
Pronto hicieron su aparición las encuadernaciones en las que las tapas de madera se
recubrían de cuero. Este se adornaba con diversas representaciones que, grabadas en
pequeños hierros, se estampaban en seco, en relieve y sin oro: es la denominada técnica del
gofrado, muy empleada en la época carolingia. El número y variedad de los mencionados
hierros aumentaron en el período románico, con adornos procedentes del mundo vegetal o
animal, imágenes de santos, caballeros y otras figuras humanas.
En el llamado gótico, las decoraciones ofrecen en un principio una decoración más sencilla;
pero hacia sus postrimerías aparecen abundantes ángeles y santos y más tardíamente
escenas eróticas y de cacería, especialmente en las cubiertas grabadas en cuero, que se
usaron sobre todo en Alemania y Austria en los siglos XIV y XV. Las encuadernaciones
góticas son muy escasas en España y presentan una decoración de pequeños hierros ovales
o triangulares que llevan inscritos motivos heráldicos y ornamentales. Estos hierros se
distribuyen regularmente por la cubierta formando motivos sencillos para completar la
decoración, todavía gofrada: el mejor ejemplar es el que contiene la Regla de San Benito,
del siglo XIII, procedente del Monasterio de la Huelgas.
A lo largo de toda la Edad Media se siguieron las mismas pautas, distinguiéndose entre las
encuadernaciones de cuero y de orfebrería, usada especialmente para determinados libros
litúrgicos; en los manuscritos más corrientes bastaba con una simple cubierta de pergamino.
Entre los primeros se deben citarla la tapa del Evangeliario de marfil, procedente del taller
de Fernando I y el Evangeliario de la catedral de Tortosa. En la Baja Edad Media, la
encuadernación más aceptada era de cuero: las tapas de madera se recubrían con piel ya
curtida y se decoraban siguiendo diversas técnicas, ya que al gofrado había venido a unirse
el repujado, realizado sobre cuero húmedo. En los ángulos de las tapas se solían poner
guarniciones de metal y el libro se cerraba por medio de broches también metálicos: a veces
aparecían con cadenas de hierro unidas a la encuadernación por las tapas para sujetar el
libro al pupitre o al estante.
El arte renacentista encontró su apogeo con Grolier, Maioli y otros bibliófilos, refinando las
líneas de las combinaciones o duplicándolas en forma de cinta, puntillando los espacios o
llenándolos de piezas de colores que las hacían policromadas y en mosaico. En el centro
suelen llevar un círculo, un cuadrado o un losange donde va inscrito el nombre de la obra o
de su poseedor. De los bibliófilos mencionados se conservan preciosos ejemplares con
decoración variadísima, predominando los motivos geométricos y algunas veces florales.
La encuadernación renacentista española es más bien de gusto flamenco y repite de tal
manera las ideas arquitectónicas que bien puede ser llamada encuadernación plateresca.
En España la etapa neoclásica presenta una gran monotonía, sólo interrumpida por las
pastas valencianas, teñidas de diversos y vivos colores formando jaspeado, y el estilo
imperio se manifestó con la modalidad de cortina, invención atribuida al maestro Antonio
Suárez. A lo largo del siglo XIX la moda romántica se dejó sentir también en el arte de
encuadernar. La innovación más conocida es el estilo catedral, debido a Thouvenin; pero lo
que caracteriza a la época es la modalidad barroca del romanticismo, que en España se
llamó isabelina. Durante este siglo, Francia crea las encuadernaciones interpretativas o
cubiertas parlantes, donde aparecen motivos alusivos o escenas sacadas del contenido del
texto. Luego va adquiriendo cada vez una mayor sencillez y a finales del siglo la
decoración termina por circunscribirse al lomo.
Siglo XX
La encuadernación del libro ha sufrido en el siglo XX una profunda evolución, tanto en lo
que se refiere a su decoración como en lo referente a la técnica. Actualmente casi todos los
libros se encuadernan mecánicamente, y las encuadernaciones manuales y artesanales han
quedado relegadas para uso de aficionados y bibliófilos. Las técnicas empleadas para la
encuadernación mecánica son múltiples, según se trate de un tipo u otro de encuadernación:
en tela, cartoné, piel, rústica, etc.
La decoración de la cubierta se ha visto influida por los vaivenes artísticos del siglo, aunque
se ha impuesto de forma generalizada la cubierta parlante que, ahora más que nunca,
informa sobre el contenido del texto, haciéndolo además atractivo para el lector: en una
sociedad tan condicionada por la comunicación audiovisual, el aspecto externo del libro y
la sugerencia que hace su portada son el primer reclamo publicitario. Algunas editoriales
han llegado a hacer verdaderos alardes de imaginación en las cubiertas de sus libros: en este
sentido merece ser citada la colección de cubiertas que Daniel Gil realizó para el Libro de
Bolsillo de Alianza Editorial.
La ilustración del libro.
Panorama histórico general
Introducción
La ilustración en la Edad Antigua
Bizancio
La Edad Media
Los primeros libros impresos
Del siglo XVII al siglo XIX
El siglo XX
Introducción
La ilustración es algo más que el ornato del libro, ya que nos ofrece un comentario gráfico
de su contenido, un reflejo de la sociedad en la que apareció el libro y, en algunos casos,
puede constituir principal motivo de interés. Llamamos ilustración a aquellas
representaciones gráficas que nos informan del contenido del libro; las que se incluyen con
fines estrictamente decorativos se llaman ornamentación.
La aparición del pergamino favoreció la ilustración del libro, ya que reunía mejores
condiciones para ello que el papiro. Sin embargo, la ilustración había nacido con el papiro y
su influencia se dejó sentir durante mucho tiempo. En los primeros tiempos de nuestra era,
la ilustración de los textos en los centros de cultura romana fue pobre y escasa, aunque se
deben citar, por ser los códices en lengua latina más antiguos que se conservan, el Vergilius
Vaticanus y el Vergilius Romanus, el primero con 50 pinturas y el segundo con 19, en las
cuales aparece el poeta con un volumen en las manos, y la Biblia Itala.
Bizancio
Por el contrario, estos mismos siglos señalan el esplendor de la ilustración y la
ornamentación de los códices bizantinos, cuyo desarrollo se divide en cuatro grandes
etapas:
1: De Constantino a León el Isaúrico. De contenido profano y religioso, muy influida por el
estilo helenístico oriental.
2: De León el Isaúrico a Miguel III: como consecuencia de las luchas iconoclastas, no
existen en esta época códices ilustrados con figuras, pero sí iniciales ornamentales, arcos,
columnas y decoración fantástica.
3: De Miguel III a Basilio II. Se recobra la representación de la figura, pero manteniendo
las ilustraciones fantásticas de la época anterior.
4: De Basilio II a finales del siglo XII. Comienza la decadencia, pero aún pueden citarse
algunas códices notables. Se inicia el alargamiento de la figura que caracterizará al estilo
griego en épocas posteriores.
La Edad Media
Fuera de Italia, la ilustración se redujo a las iniciales en las que se entremezclan hojas con
cabezas estilizadas de animales reales o imaginarios y algún motivo ornamental, que se
difundieron sobre todo por la acción de los monjes irlandeses. Se señala la existencia de
varias escuelas: la merovingia, con ornamentación limitada a combinaciones estilizadas y
pocas tintas, la irlandesa, con sus características iniciales de entrelazados y la visigótica.
Según parece, la representación de figuras de la escuela visigótica española seguía la
tradición del Norte de Africa, que más tarde se perpetuó en la miniatura mozárabe. De esta
tendencia es representativo el Pentateúco de Ashburnham, donde se representan pasajes del
Antiguo Testamento.
En el siglo X merece citarse la miniatura mozárabe, que aparece tanto en los territorios
españoles bajo dominación musulmana como en los reinos cristianos del norte de la
Península. No todos tuvieron el mismo interés, pero destacan los Comentarios al
Apocalipsis y el Libro de Daniel del Beato de Liébana, obra que se prestaba a una extensa
ilustración. Prueba de su éxito son las numerosas copias que se conservan, fechadas entre
los siglos X al XII. Otras obras de esta época son el Antifonario de León, la Biblia de San
Isidoro de León y la Biblia Hispalense, todas del siglo X.
En el siglo XI hizo su aparición el románico, que consistía básicamente en el bizantinismo
impuesto a las costumbre de cada país. En España dio lugar a tres tipos de manuscritos:
puramente mozárabes o tradicionales, mezcla de mozárabe y románico y románicos. En el
siglo XIII hace su aparición el gótico, más nivelador que el románico, y cuyo foco de
influencia procedía de Francia. El libro recibe aires secularizadores y la ilustración adquiere
una brillantez hasta entonces desconocida. Los ilustradores consiguen la representación
pictórica de lo que narra el texto, pero además, la misma composición de la página se hace
en función de su decorado. Así, texto e ilustración se rodean de motivos vegetales
minúsculos y delicadísimos, con empleo del dorado y el llamado "azul francés" y las
escenas representas momentos de la vida cotidiana. Entre los mejores ejemplares de esta
época se encuentran Les Très riches heures du Duc de Berry y el Breviario de Belleville, y
en España Las Cantigas y El Libro del ajedrez, de los dados y de las tablas de Alfonso X.
También destacaron las escuelas italiana y flamenca, que dejaron sentir su influencia sobre
todo a partir del siglo XV.
Pronto se dedicaron a la ilustración del libro artistas de la talla de Holbein, Lucas Cranach
y, sobre todo, Durero, quien cultivó la xilografía y el grabado en hueco. Además de
Nuremberg, donde se encontraba su taller, existían otros centros de ilustración xilográfica
del libro famosos por la perfección de sus obras, como son Estrasburgo, Frankfurt, Venecia
o Milán. Una vez llegada a este esplendor, la xilografía comienza a decaer, decadencia que
durará más de dos siglos. A finales del siglo XV hizo su aparición la calcografía, mucho
más apta para la representación fidedigna de las ilustraciones, que poco a poco fue ganando
terreno por la facilidad que prestaba a la reproducción de las obras científicas y tratados de
viajes.
Pero las influencias más notables en cuanto al estilo de ilustración y los motivos utilizados
procedían de Francia, quien, como en otros campos, no tardó en imponerse. Coincidiendo
con el arte rococó, la ilustración del libro adquiere un aspecto elegante y frívolo -rosetones,
amorcillos, guirnaldas, florones-, y no se limita a narrar o sugerir la escena plasmada en el
texto, sino que decora todo el libro con cabeceras, orlas, iniciales y culs de lamp. Entre los
grandes ilustradores del momento se cuentan los pintores Fragonard, Boucher, Choffard y
Moreau, gran viñetista e intérprete minucioso de la vida cotidiana. A mediados de siglo, el
cambio de estilo artístico se refleja también en la ilustración del libro, que abandona las
elegantes y alegres líneas del rococó para pasar a la regularidad absoluta y la simplicidad
lineal , evocadora de la antigüedad, característica del arte neoclásico.
El siglo XIX hereda del anterior alguno de sus grabadores y es ahora cuando empezará
verdaderamente la influencia de Bewick. Ello vino a coincidir con el romanticismo, periodo
que favoreció extraordinariamente la ilustración del libro, pudiéndose hablar de una
ilustración romántica basada sobre todo en motivos medievales, ruinas antiguas y también
ilustraciones que resaltaban los caracteres propios de las regiones -surgían los primeros
movimientos nacionalistas. Entre los grabadores más conocidos están Daumier, Raffet,
Gigoux y sobre todo Gustave Doré, cuya influencia en este tipo de ilustración se deja sentir
aún en nuestros días. Doré fue un fecundísimo grabador que se apartó de las tendencias
academicistas francesas para adquirir una notable personalidad propia: entre sus obras más
destacadas se encuentran las ilustraciones para El Quijote, La Divina Comedia y La Biblia.
En cuanto al aspecto técnico, el siglo XIX presencia la vuelta al grabado en madera, pero es
la litografía -grabado en piedra calcárea que aprovecha la cualidad de algunos minerales de
repeler las materas grasas-, inventada por Senefelder a finales del siglo anterior, el
procedimiento que quizá más renovó entonces la ilustración del libro y sin duda la técnica
más empleada hasta la segunda mitad del siglo, en que hizo su aparición el fotograbado. En
esta última mitad, y con la aparición de la corriente del libro para bibliófilos, destacan
figuras tan interesantes como William Morris, quien trabajó con los prerrafaelistas en la
concepción de una estética que influiría decisivamente en la aparición del Art Nouveau. En
la elaboración de este tipo de libros colaboraron activamente en Francia los primeros
impresionistas.
El siglo XX
La ilustración del libro ha sufrido los mismos cambios que todos los demás aspectos de la
obra, desde el contenido hasta su misma concepción. Las técnicas, que empezaron con la
fotocomposición, para seguir con el heliograbado, huecograbado y offset, llegaron a tal
perfección que los libros de hoy pueden llegar a ser verdaderas obras de arte gráfico,
presentando la realidad con una fidelidad absoluta. Pero quizá lo que más ha cambiado es el
concepto de ilustración. La primera mitad del siglo estuvo muy influida por las corrientes
decimonónicas, para comenzar a abrirse, primero tímidamente y luego de forma
generalizada a las nuevas corrientes de la ilustración. Para la ilustración del libro se utilizan
hoy día indistintamente originales fotografiados o diseñados, nacidos con la finalidad de
ilustrar el libro o no. Las corrientes artísticas han influido decisivamente sobre la ilustración
del libro, que en muchos casos ha sido su mejor medio de difusión.
En una sociedad de cultura tan marcada por los mensajes audiovisuales, es comprensible el
papel que representa la ilustración del libro. Así, de una parte es difusor de ideas; de otra,
sirve de reclamo a los lectores para atraer la atención sobre su contenido; en este sentido, la
iconografía ha vuelto a recobrar la función que tuvo en la Edad Media. No obstante, al lado
del libro ilustrado aparecen libros con muy pocas ilustraciones, sólo ilustraciones técnicas y
gráficos o faltos por completos de ilustración.
Técnicas de restauración del libro y del documento
Introducción
Principios básicos de la restauración
Aspectos a tener en cuenta
Etapas previas a la restauración
Proceso de restauración
La protección de los libros
Introducción
Libro y documento hacen referencia a los bienes culturales que forman nuestro patrimonio
bibliográfico y documental. El hombre, dueño este patrimonio, está obligado a mantenerlo
y acrecentarlo y, en consecuencia, carga con la responsabilidad de la conservación de estos
bienes. Ello supone la garantía de su integridad -física, intelectual y funcional-, resistencia
-permanencia al paso del tiempo- y durabilidad -firmeza ante el uso y manejo.
En todo caso, los matices de interpretación de estos principios vienen marcadas por el valor
real, comercial o sentimental del libro, del uso que se haga de él, del tiempo de trabajo que
se le pueda dedicar y del interés histórico del documento.
Proceso de restauración
Una vez terminadas las operaciones previas puede procederse a la restauración del libro.
Ello se hará siempre en talleres especializados, que contarán con el instrumental apropiado
para llevarlo a cabo y lo mantendrán además en condiciones óptimas de mantenimiento. Por
los elevados costes de funcionamiento de este tipo de talleres, sólo las bibliotecas muy
importantes cuentan con talleres de restauración propio. Las etapas del proceso restaurador
son las siguientes:
-Limpieza del libro. Se hará siempre en seco, con jabón-cera neutro: jamás se debe mojar.
-Desmontaje del libro. Será más o menos desmontado en función de su estado de deterioro
y del proyecto de restauración. Esta primera etapa exige una visión global de los problemas
que se han de resolver y de sus soluciones prácticas. Si se impone un revestimiento pleno se
despegarán sucesivamente los materiales antiguos con el fin de acceder a las diferentes
partes del libro, y en su caso, será deshecho el montaje. El desmontaje del libro consta de
las siguientes etapas:
-Despegado del lomo. Se seguirán distintas técnicas según se trate de encuadernaciones
cosidas con nervios o encuadernaciones de lomo hueco.
-Despegado de las páginas de guarda. Según las necesidades se despegará completamente o
sólo la parte a lo largo de los cajos.
-Despegado del cuero de revestimiento. Se hace sobre las tapas, unidas al libro o separadas.
Es una operación muy delicada: cuando los cantos y los contracantos justifiquen su
conservación, se dejarán unidos al revestimiento de las tapas; en caso contrario puede
conservarse sólo el cuero que cubre las tapas.
-Desmontaje de las pasadas de cordeles a las tapas. Una vez despegada la contraguarda y el
cuero, las pasadas de cordeles quedan accesibles. En determinados casos habrán de
deshacerse sacando cuidadosamente los cordeles de los orificios o cortándolos a ras del
cajo. A partir de aquí se desmontan todos los elementos del libro.
-Desencuadernación. Si hay que tratar el papel o rehacer el cosido es necesario
desencuadernar el libro, lo que se aprovechará para limpiar el lomo del cuerpo del libro.
-Tratamiento de los papeles. El tratamiento de los papeles o pergaminos es una operación
habitual en la restauración de libros. En muchos casos suele ser suficiente con una limpieza
en seco, para lo que no se deben utilizar productos abrasivos y se tendrá especial cuidado
en que los restos de la limpieza no se depositen en la superficie. Si además de la limpieza es
necesario la aplicación de otras técnicas, se seguirá el siguiente proceso:
-Reparación de desgarrones y agujeros. Cuando el desgarrón es un corte limpio o se pueden
superponer las dos partes del mismo, basta con encolar ligeramente los bordes, colocarlos
entre papel cebolla y dejarlo reposar bajo un peso ligero. Los agujeros se repondrán con
papel o pergamino de las mismas características que el original. A veces, cuando la página
está muy deteriorada se impone proceder al reforzamiento de la misma, lo cual se debe
hacer pegando papel cebolla en el verso de la misma, lo que no
le quitará transparencia.
-Tratamientos químicos. Los blanqueados y lavados que impliquen tratamientos químicos
no deben utilizarse más que en casos extremos, y previo informe de sus características, así
como de sus efectos sobre las tintas. El papel se debilita mucho con estos tratamientos, por
lo que a menudo será necesario proceder al apresto posterior del mismo.
-Operaciones de cosido. Antes de proceder al cosido hay que cotejar el libro para
asegurarse de que no le falta ninguna página y de que éstas están en el orden que les
corresponde. Si los fondos de los cuadernillos están deteriorados hay que repararlos antes
de coser el libro, y las páginas sueltas se unen mediante un simple encolado en el fondo; los
mapas y láminas fuera de texto se unen por medio de cartivanas. Cuando los libros no son
de gran valor se puede hacer un cosido a punto por encima en los cajos de las hojas sueltas
e incorporarlas en orden, pero es un procedimiento que estropea bastante los fondos de los
cuadernillos, por lo que no es aconsejable. Si las hojas en guarda blanca tienen que ser
sustituidas se utilizará papel de trapos, preferentemente antiguo. Terminadas estas
operaciones se meterá el libro en prensa para darle consistencia, excepto en el caso de
libros ilustrados o con numerosos grabados.
-Cosido. Se debe recoser el libro de manera idéntica al original y nunca debe hacerse un
recosido salvo que sea absolutamente necesario, ya que tiende a engordar el libro,
entorpece la readaptación a la cubierta y pierde valor. Cualquiera que sea el cosido hay que
cuidar de que los nervios queden en el sitio exacto que ocupaban en la encuadernación
original, con el fin que puedan servir los orificios de pasadas de los cordeles al cartón y de
adaptar el lomo antiguo. Se debe coser con hilo fino y puede recurrirse al cosido alterno.
-Reparación de cosidos. A veces no es necesario recoser un libro, basta con reparar los
cosidos: puede suceder cuando sólo algunos cuadernillos están sueltos del cuerpo del libro.
Si el cosido está reparado o es muy flojo puede reforzarse con una muselina o cuero muy
fino encolado. En caso de nuevo cosido es necesario redondear y enlomar, lo que se hará
siguiendo las mismas técnicas del original: es operación indispensable cuando el libro ha
sido metido en prensa y cosido de nuevo (no en caso de reparación).
-Reparación de las tapas. Las tapas de madera se rompen o parten con frecuencia: se
conservarán siempre que sea posible, y es aconsejable aplicarles tratamientos antiparásitos.
Para reparar las tapas de madera se utilizan técnicas de carpintería. Si hay que sustituirlas se
tallarán sobre madera dura y se preparan de forma idéntica a como estaban originalmente.
Las tapas de cartón estropeadas pueden repararse fácilmente: generalmente basta con la
reparación de esquinas o bordes y si es necesario se separará primero el cuero. Si el cartón
está desfoliado se introduce engrudo y se prensa para eliminar el excedente; posteriormente
puede revestirse de material plástico que mejora su consistencia y lo protege de la
humedad. También se puede reforzar con papel japonés, que se utiliza igualmente para
rellenar agujeros en el cartón. Cuando la falta de cartón es muy importante hay que
sustituirlo por otro de las mismas características.
-Las cabezadas. Las técnicas de restauración de las cabezadas son complejas, ya que
existen multitud de tipos diferentes. En todo caso se harán siempre siguiendo las técnicas y
elementos del original y respetando los colores primitivos. En caso de duda se utilizará hilo
de lino crudo.
-Restauración de la cubierta de cuero. La idea de la restauración de la cubierta es la de
preservar e insertar todos los elementos antiguos sobre un material idéntico, nuevo y sólido.
Se pueden presentar diversos casos, y el proyecto de restauración puede prever el
revestimiento completo, el revestimiento del lomo con tiras que encuadran las tapas o un
revestimiento del lomo solamente (media pasta).
-Revestimiento completo. Se corta el cuero nuevo como para una encuadernación, dejando
como mínimo un centímetro y medio para los contracantos. Primero se procede al chiflado
del cuero, lo cual se hará siguiendo las mismas técnicas que el original, y tomando el grosor
del antiguo como medida; posteriormente se somete a tinte, lo cual se hará previas pruebas
y eligiendo uno o dos tonos por debajo del original, ya que al secarse se oscurece; se puede
imitar el jaspeado de raíces del cuero antiguo. Finalmente se procede al revestimiento,
asegurándose de que el cuerpo de la obra está en perfectas condiciones y procediendo como
en una encuadernación clásica, pegando el cuero con engrudo al cartón. Posteriormente se
procede al marcado de los nervios, rebaje del cuero antiguo, rebaje del lomo y, en su caso,
incrustación del cuero antiguo sobre las tapas y el lomo.
-Media pasta y tiras de encuadramiento. Necesita menos cuero que la anterior y se puede
adaptar a numerosas situaciones. Las técnicas no varían.
-Media pasta. Si se ha hecho un corte inclinado a lo largo de los cajos, se procederá a
incrustar allí los bordes del lomo nuevo, siguiendo en todo los mismos procedimientos
explicados anteriormente. No obstante se ha de ser especialmente cuidadoso en el chiflado
y tinte del cuero nuevo. Si se ha deshecho la pasada de cordeles se puede elegir un montaje
de tapas sueltas incorporando un falso lomo.
-Reparación de cajos internos y detalles finales.En las encuadernaciones cosidas con
nervios hay que pegar los refuerzos de pergamino o la charnela en los lugares donde se
había despegado el cajo interno. En el caso de que los cajos estén desbaratados, se reponen
con papel japonés. Posteriormente, si es necesario, se retoca el tinte del cuero, se hacen los
jaspeados y se reparan las deficiencias de las páginas de guarda.
-Restauración de otros elementos. El último paso a dar es la reparación de las cofias y las
esquinas, que son los lugares por donde los libros más suelen resentirse del uso Las últimas
etapas de la restauración son los remates, jaspeados, dorados y patinados del cuero.
-Restauración de encuadernaciones en tela. Las técnicas de restauración del libro en tela
son similares a las del cuero, y tan delicadas como aquellas, aunque el material utilizado
sea menos noble. Dado que no se puede chiflar ni rebajar, se tomarán lo elementos
decorativos como límite de corte, y, en general, si la restauración es muy laboriosa se
aconseja desencuadernar el libro para evitar problemas mayores. A veces, en vez de
sustituir la tela antigua, bastará con reforzarla con otra que se pegará debajo de la antigua,
procediendo después a la encuadernación completa o de media pasta. Se intentará encontrar
una tela idéntica: en el caso de que ello no sea posible, se buscará la más parecida y se
procederá a teñirla.
-El dorado. El dorado no es una técnica de restauración, sino que forma parte de una
profesión diferente. La restauración de decoraciones y dorados plantea innumerables
problemas prácticos. Muchos restauradores consideran innecesario el dorado de los libros,
ya que es un añadido sobre el original y no resulta esencial para su uso. En cualquier caso
conviene tener presente que no se deben añadir elementos ornamentales al cuero antiguo,
no se debe dorar en la unión entre cuero antiguo y nuevo para ocultar la restauración y, si se
debe completar una ornamentación en cuero nuevo, se respetarán los motivos del antiguo.
Introducción
Panorama histórico
Ley del 13 de mayo de 1933
Decreto de 24 de julio de 1947
Ley del 12 de junio de 1972
Situación actual
Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español
Real Decreto 111/1986 de 10 de enero
Introducción
El Patrimonio Histórico Español, del cual el patrimonio bibliográfico forma parte, es un
conjunto de enorme riqueza que se ha ido formando a lo largo de nuestra historia y que
recoge la herencia cultural de anteriores generaciones. En su formación han concurrido
numerosos factores y circunstancias hasta el punto que sin su conservación es difícil la
comprensión de la cultura española y europea. Su protección, conservación y
acrecentamiento es responsabilidad de los poderes públicos, así como garantizar a los
ciudadanos el acceso al mismo.
El Patrimonio Histórico debe ser, pues, conservado y defendido con todo interés por el
Estado y por las entidades territoriales y locales. Todas las Administraciones Públicas
participan en mayor o menor grado de esta responsabilidad, deben destinar fondos a su
protección y conservación y preocuparse por la educación de los españoles hacia el respeto
y la estima de estos bienes culturales.
Panorama histórico
La política legislativa protectora del patrimonio comienza a concretarse en España en el
siglo XVIII con la creación, por parte de Fernando VI de la Academia de Nobles Artes
(1752), que a partir de 1778 se llamará Real Academia de San Fernando. Desde aquí, y
hasta la actualidad, la protección de nuestro patrimonio ha estado condicionada por los
acontecimientos históricos y los distintos regímenes políticos que se han sucedido. Y con
respecto al patrimonio bibliográfico y documental, la mayoría de lo legislado es obra
relativamente reciente.
Situación actual
La situación actual en cuanto a las medidas legales de protección y conservación del
Patrimonio Histórico Español comienzan con la promulgación de la Constitución, en 1978.
La Constitución establece las normas fundamentales que regulan la acción de los poderes
públicos en materia de enriquecimiento y defensa del Patrimonio. En su artículo 46 señala
que los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del
Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo
integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad, y que la Ley penal
sancionará los atentados contra este patrimonio. La Constitución también regula
específicamente la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades
Autónomas para la defensa del Patrimonio (Artículos 148 y 149).
El objetivo último de esta Ley es la de garantizar a los ciudadanos el acceso a los bienes
que constituyen nuestro patrimonio histórico, con el fin de que un número cada vez mayor
de personas pueda utilizar en su provecho las obras que son herencia y testimonio de la
capacidad colectiva de un pueblo.
Definición
Evolución histórica
La formación del bibliotecario: antecedentes históricos
Situación actual:
España
Otros países
Normas para las escuelas de Biblioteconomía
Definición
La Biblioteconomía es el conocimiento y habilidad que concierne a la administración de
bibliotecas y su contenido, es decir, la economía de la biblioteca.
También se define como Biblioteconomía el estudio de las bibliotecas y centros de
información, su función en la sociedad, sus diversos comportamientos, técnicas y procesos
y su historia y desarrollo futuro. La Biblioteconomía se diferencia de la Ciencia de la
Información en que esta es el estudio de las propiedades de la información, de las fuerzas
que gobiernan su flujo y de su tratamiento para lograr su máxima accesibilidad y utilidad.
Evolución histórica
Existen testimonios muy antiguos del interés por el estudio de las bibliotecas: tales son los
casos de Calímaco de Alejandría, de los intelectuales y políticos romanos, de los monjes
medievales y de los creadores y usuarios de las bibliotecas catedralicias y universitarias.
Hay que destacar el importante papel desempeñado por las bibliotecas en el mundo árabe,
donde la alfabetización era tarea encomendada por el Corán, base de su cultura. Pero es a
partir del Renacimiento cuando la preocupación por el estudio y organización de las
bibliotecas comienza a tomar carta de naturaleza en el mundo occidental: la aparición de la
imprenta había multiplicado el número de libros existentes y pronto se impuso la necesidad
de establecer sistemas eficaces para su correcta utilización.
En esta época comienzan a aparecer las bibliotecas reales -que en muchos casos terminarían
transformándose en bibliotecas nacionales en torno al siglo XVIII-; con frecuencia, estas
bibliotecas se ponen en manos de un erudito de prestigio encargado de su gestión. En
España aparecen lo que podíamos considerar como primeros documentos de interés
bibliotecario con San Isidoro, quien en sus Etimologías se ocupó de ciertos aspectos
prácticos de organización; pero cuando encontramos una verdadera preocupación
profesional por las bibliotecas es con Hernando Colón y su primer bibliotecario Juan Pérez.
Pronto sería seguido por los autores de memoriales para la creación de la biblioteca de El
Escorial, como Juan Páez de Castro, Juan Bautista Cardona o Ambrosio de Morales,
aunque todo ello sin llegar a formar un cuerpo de doctrina.
Es en 1627 cuando Gabriel Naudé, bibliotecario de Mazarino publica Advis pour dresser
une bibliothèque, auténtico tratado de biblioteconomía, considerado como el primer texto
sobre el particular. La figura del bibliotecario, identificado hasta el momento con las
figuras de eruditos pertenecientes a la elite cultural, cambia en el siglo XVII, y pasa a ser
considerado un profesional dedicado a la conservación de libros: sus conocimientos
fundamentales debían basarse en la historia, y el mantenimiento del libro. Pero aún seguirá
evolucionando el concepto de bibliotecas, que será considerado predominantemente
pedagógico en el siglo XIX y finalmente difusor de conocimientos al final de este siglo y en
el actual. Paralelamente cambiará la figura del bibliotecario, quien ahora deberá conocer las
técnicas de búsqueda, recuperación y difusión de la información, las nuevas tecnologías en
la información, etc. Actualmente, la profesión de bibliotecario se desdobla en
documentalistas y bibliotecarios propiamente dichos, profesiones de contornos no siempre
bien diferenciados.
En España los antecedentes datan del siglo XVIII, cuando se establecieron los primeros
centros de estudios de estas materias en las Reales Sociedades Económicas de Amigos del
País, aunque los primeros estudios sistemáticos aparecen en 1856 con la creación de la
Escuela Diplomática, y la creación, dos años después del Cuerpo Facultativo de
Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios. En 1914 Eugeni D'Ors fundó la Escuela de
Bibliotecarias de Cataluña y en 1932 se crea el cuerpo de Ayudantes, con lo cual se acepta
la diversificación de funciones. Durante muchos años, la formación profesional del
bibliotecario no formó parte de las enseñanzas académicas regladas, excepto en Cataluña,
aunque existieran excelentes centros de formación de profesionales, como era la Escuela de
Bibliotecarios que durante algún tiempo funcionó en la Biblioteca Nacional.
Situación actual:
España
En nuestro país se crean en 1978 las enseñanzas de Biblioteconomía y Documentación y en
1981 se dan las directrices para su programación. En 1988 se crean especialidades en estas
áreas en los bachilleratos experimentales y en en Formación Profesional de tercer grado.
Existen Escuelas de Biblioteconomía y Documentación, con nivel de Diplomatura en
Barcelona, Granada, Murcia, Salamanca, Madrid, etc. La Universidad de Santiago de
Compostela tiene esta especialidad entre sus estudios, pero no consta en el título: es una
rama de Ciencias de la Información.
Otros países
La situación de los estudios de biblioteconomía en otros países es muy variada, y no existe
unidad de criterio. En general se van imponiendo dos aspectos, fruto de las exigencias
prácticas de la profesión en la actualidad, y que responden a la necesidad de
especialización:
a) Diversificación de enseñanza: documentalistas, bibliotecarios, archiveros.
b) Tres niveles: auxiliar, técnico y especialista.
Introducción
Concepción del sistema bibliotecario
Organización
Sistemas y redes nacionales de información
El sistema español de bibliotecas
Introducción
La planificación de servicios bibliográficos y bibliotecarios es un proceso complejo, que
abarca desde la concepción de estos servicios hasta la evaluación de su rendimiento y
estudio de las modificaciones necesarias.
Para poder llegar al establecimiento de estos principios hay que determinar a su vez:
1: Clase de biblioteca: universitaria, pública, especializada, etc. Según se trate de una o de
otra variarán tantos los objetivos a conseguir como los instrumentos para alcanzarlos.
Además, cada biblioteca presenta peculiaridades propias que es necesario planificar con
cuidado: puntos de servicio, estructura organizativa, etc. y ella misma puede ser única o
múltiple.
2: Tipo de biblioteca. La biblioteca puede ser compacta -modelo de biblioteca en el cual
todos los sectores se encuentran juntos y en cierto modo sin diferenciación: es un modelo
antiguo, que responde al tipo de biblioteca universitaria medieval y renacentista-, tripartita -
con secciones divididas en fondos, lectores y personal- y abierta o flexible, biblioteca de
libre acceso donde, aunque las funciones estén diferenciadas, los sectores no ocupan
diferentes espacios. Actualmente, en muchas bibliotecas -excepto las Nacionales-, aparece
un nuevo tipo de biblioteca tripartita que se compone de depósito -fondos de poco uso-,
zona de libre acceso, muy formalizado, y zona abierta, completamente informal y donde se
incluyen todo tipo de medios y soportes. Es muy práctico para las bibliotecas públicas y se
está imponiendo en las bibliotecas nórdicas y alemanas.
3: Servicios que prestará la biblioteca. Los servicios prestados por la Biblioteca pueden ser
múltiples. Según la IFLA (Guidelines), se clasifican en:
a) Préstamo y referencia: colección de libros, publicaciones periódicas, ficheros de consulta
rápida, catálogos, bibliografías, reservas, desideratas, materiales no librarios, etc, y
servicios para niños.
b) Información: consulta de corto y medio plazo, funcionamiento y recursos de la propia
biblioteca, nuevas adquisiciones, local, regional y nacional, acceso remoto a otras fuentes
de información.
c) Servicios especiales: actividades con niños, sectores especiales de la población, minorías,
actividades culturales.
4: Dimensión y alcance de los servicios: determinar a quién va dirigido, para qué se hace y
en que grado.
Organización
Una vez determinados los aspectos anteriores, la planificación debe llevarse a cabo
atendiendo a los siguientes niveles:
A) Aspectos físicos.
-Edificio: es obra de un equipo de arquitectos y bibliotecarios y se realizará en función del
tipo de biblioteca, usuarios, servicios, etc. No obstante, debe responder a los siguientes
principios generales:
Accesibilidad interior y exterior.
Distribución adecuada de los espacios.
Posibilidad de crecimiento.
Flexibilidad entre los espacios.
Mobiliario: para los fondos -estanterías, vitrinas, etc.-,usuarios -mesas, sillas, carrels, etc.-,
personal -mesas, armarios, etc- y servicios auxiliares - ficheros, carritos, etc. El tipo de
mobiliario depende de las funciones de la biblioteca y la clase de usuarios. Está
suficientemente estudiada en multitud de congresos y es bastante acertada la asesoría de la
IFLA en sus Guidelines en esta materia.
-Instalaciones y equipamiento. Pueden llegar a ser muy complejas en una biblioteca
moderna y van desde la calefacción a los sistemas de seguridad y contra incendios, pasando
por la iluminación, servicios sanitarios, guardarropa, reprografía, material para visionado de
documentos audiovisuales, etc.
Los servicios centralizados, según las directrices de la IFLA para las bibliotecas públicas
deben ser los siguientes:
-Planeamiento de las infraestructuras.
-Elaboración de bibliografías.
-Catalogación centralizada.
-Investigación y metodología bibliotecaria.
-Asesoramiento y consulta.
-Colecciones de apoyo.
-Desarrollo de la automatización.
-Diseño y producción de equipos, material, etc.
-Publicaciones, encuadernación y material.
La necesidad y el alto costo de bienes económicos y humanos obliga a que los sistemas
bibliotecarios se sometan a una única autoridad, es decir, la integración. La biblioteca que
asuma las funciones de autoridad será la biblioteca cabecera del sistema, que en el ámbito
nacional suele ser la Biblioteca Nacional. Esta deberá ocuparse de:
-Mantener la colección nacional, debidamente conservada y protegida y accesible
directamente y a distancia.
-Ejercer el control bibliográfico de las publicaciones nacionales, con la elaboración de la
bibliografía nacional en curso y retrospectivas y los catálogos colectivos.
-Facilitar el acceso bibliográfico a las publicaciones del mundo.
-Asegurar el acceso a los documentos sobre los que informa periódicamente.
-Mantener el depósito supletorio y dirigir el canje de publicaciones.
-Proceder al análisis y suministro de información general.
De cualquier modo, gracias a esta actividad nacieron organismos tales como el Servicio
Nacional de Restauración, el Instituto Bibliográfico Hispánico, el Servicio Nacional de
Microfilm, el Servicio Nacional del Tesoro Bibliográfico y Documental y el CINDOC.
Actualmente, el sistema bibliotecario español está demarcado por los siguientes aspectos:
-Diversificación de dependencia administrativa. Las bibliotecas españolas dependen de
muy diferentes administraciones. Además de las competencias reconocidas a las
Comunidades Autónomas sobre las bibliotecas que no son de titularidad estatal, la creación
del Ministerio de Cultura divide a estas entre las que dependen de él y las universitarias,
dependientes del Ministerio de Educación y Ciencia. A ello hay que añadir las de los
organismos autónomos, otros ministerios, privadas, etc.
-Un órgano administrativo central, mantenido a pesar de lo que se acaba de exponer, la
Dirección General del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, cuya función es el
desarrollo y coordinación de una infraestructura bibliotecaria que garantice el acceso de los
ciudadanos a la lectura, y del cual dependen la Biblioteca Nacional -aunque esta cuenta ya
con estatutos propios- y el Centro Coordinador de Bibliotecas, encargado de realizar las
funciones de desarrollo y coordinación en el campo de la lectura pública.
-Una cabecera de sistema, función desempeñada por la Biblioteca Nacional, según se
desprende del decreto 565/85 de 30 de abril, y que cuenta para sus fines con los siguientes
organismos:
Departamento de proceso bibliográfico: control bibliográfico nacional a partir del depósito
legal. Elabora la Bibliografía Nacional.
Departamento de referencia: explota y procesa los materiales de la Biblioteca y se ocupa de
los documentos que requieren un tratamiento específico.
Hemeroteca Nacional, encargada de las publicaciones periódicas.
Departamento de difusión, encargado de la publicación de trabajos realizados en la
Biblioteca Nacional, de su acción cultural y de las relaciones públicas de ésta.
Área de proyectos internacionales
Departamento de Patrimonio Bibliográfico
Departamento de Desarrollo de las Colecciones
Un servicio de lectura pública formado por las bibliotecas públicas del Estado existentes en
las capitales de provincia, las municipales en determinados municipios, las populares de
Madrid y Barcelona, las públicas de Navarra y las redes de bibliotecas de entidades
privadas.
Además existen bibliotecas en todas las universidades españolas, bibliotecas especializadas
creadas por empresas privadas o públicas y las bibliotecas para sectores determinados de la
población, de las cuales cabe destacar la red de bibliotecas para invidentes de la ONCE; el
resto -cuarteles, hospitales, etc.-no tienen un gran peso específico, incluyendo las
prácticamente inexistentes bibliotecas escolares.
Con todo ello, muchos autores manifiestan que el sistema bibliotecario español no merece
tal nombre. La razón que argumentan es que no existe tal planificación, ni bibliotecas que
puedan constituirse como cabeceras, que los fondos y el personal siguen siendo
insuficientes, por lo que el sistema español de bibliotecas no es más que un proyecto.
Construcción, instalación y equipamiento de Bibliotecas
Introducción
Edificio
Principios relacionados con el edificio
Distribución general de los espacios
La asignación cuantitativa de espacios
Instalaciones
Equipamientos
Introducción
La construcción, instalación y equipamiento de bibliotecas dependerá siempre y en primer
lugar del tipo de biblioteca que se pretenda poner en funcionamiento, de los usuarios que la
utilizarán y de los fondos que va a contener. En un segundo lugar, no por eso menos
determinante, aparecen los condicionantes de presupuesto, condiciones físicas y medio en
el que se desenvolverá. Por supuesto, la planificación y elección entre las distintas opciones
debe ser tarea de técnicos, pero en ningún caso se hará sin el concurso del bibliotecario, que
dará las directrices precisas sobre las que los demás trabajarán.
Edificio
A pesar del concepto de sistema bibliotecario frente a biblioteca, la biblioteca sigue
estrechamente unida a la idea de un espacio físico determinado. Por otro lado, servicios y
espacios se influyen y determinan mutuamente: hacer el plan de una biblioteca sigue
siendo, en buena medida, planificar un edificio y sus instalaciones.
La IFLA ha convocado cuatro reuniones en diez años para tratar el planeamiento del
edificio de la biblioteca: el de 1971 en Lausana, sobre bibliotecas universitarias; el de 1973
en Roma, sobre bibliotecas nacionales; en 1977 en Bremen, sobre bibliotecas públicas; y el
de 1980 en Frederiksdal (Dinamarca) sobre el problema de distribución de los espacios
internos. Existe, además, abundante bibliografía sobre el tema, entre la cual cabe destacar
las Guidelines de la IFLA para bibliotecas públicas, cuyas orientaciones son tan claras
como flexibles. En todo caso, siempre se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:
Es difícil normalizar la situación de las bibliotecas nacionales, cada una de las cuales
cuenta con una tradición y una carga de compromisos nacionales e internacionales
diferente, ni los grandes sistemas bibliotecarios de centros de enseñanza superior, muy
afectados en su estructura y funcionamiento por la naturaleza del centro a cuyo servicio se
hallan; las bibliotecas especializadas admiten un mayor grado de flexibilidad; las
bibliotecas públicas y las escolares bien dotadas y las centrales universitarias permiten una
mayor homogeneidad
-Funciones. Para las bibliotecas públicas y las especiales, sirve la división que los
americanos aplican a la primera: zona ruidosa o de gran tráfico -recepción, información,
referencia, préstamo y servicio de reproducciones-; zona intermedia -lectura de revistas y
obras generales de consulta-; zona silenciosa -lectura en sala y utilización de medios
audiovisuales.
-Usuarios. En cuanto a los usuarios, aunque deben tenerse en cuenta a la hora de distribuir
los espacios, es cierto que sólo la biblioteca pública tiene clases verdaderamente distintas
de usuarios: niños y adultos, presentes y ausentes, etc. Los adultos disponen de unos
servicios y los niños de otros, e incluso con frecuencia, estos últimos disponen de un
horario diferente, ya que es difícil que acudan a la biblioteca durante la jornada escolar. No
obstante conviene recordar las recomendaciones de la IFLA en sus Guidelines, donde
afirma que la separación entre niños y adultos debe reducirse al mínimo.
-Servicios. Los servicios obligan a tener espacios para los trabajos técnicos bibliotecarios,
de apoyo y de conservación y mantenimiento, la dirección, actos colectivos, sala
polivalente, publicidad, extensión cultural, servicios higiénicos, etc. Y las comunicaciones
horizontales y verticales. Normalmente, cuando la biblioteca consta de varias plantas -rara
vez más de cuatro-, la superior se destina a la dirección y trabajos técnicos y de apoyo; las
intermedias se utilizan para establecer distinciones de materias o formas documentales; la
planta baja se reserva a recepción, información bibliográfica y referencia, consulta de
microformas audiovisuales y publicaciones periódicas, ingreso de fondos y espacio para
actos colectivos; en el sótano suelen instalarse los depósitos, almacenes y talleres.
Debe tenerse en cuenta que, además de precisar diferente cantidad de espacio para
diferentes servicios, también dentro de los mismos se estiman diferentes necesidades: así,
un depósito cerrado necesitará menos espacio, pero más resistencia al peso que uno abierto;
el personal directivo necesitará despachos individuales, mientras que el técnico compartirá
espacios; las mesas de los lectores, individuales o colectivas, según el tipo de sala a la que
vayan destinadas, ocuparán más o menos espacio, etc.
Instalaciones
Las instalaciones en una biblioteca moderna pueden ser muy complejas y van desde la
calefacción a los sistemas de detección de robos, de la señalización a los sistemas
electrónicos de acceso a la información. Atendiendo a sus funciones, podemos clasificarlos
de la siguiente forma:
-Sistema de señales y orientación al lector. Se encuentra a mitad de camino entre muebles e
instalaciones. Su situación, clases, diseño, etc. son tareas de profesionales que no conviene
dejar en manos de aficionados. La economía y la armonía recomiendan que los estudios
sean colectivos y procedan de órganos centralizados.
-Iluminación. Aspecto de gran importancia por afectar no sólo a la construcción del
edificio, sino hasta la elección de mobiliario. Las tendencias actuales se inclinan a preferir
la iluminación colectiva sobre la individual (500 luxes para los lectores y 300 en zona de
estanterías), la luz fluorescente, grado de incidencia calculado para que la luz no moleste,
recubrimiento mate de las mesas e impedir la entrada directa de luz solar.
-Protección. Las primeras medidas de protección se encuentran en la instalación y
distribución adecuada de las redes de agua, electricidad, calefacción, alcantarillado, etc.
Inmediatamente le siguen las medidas preventivas: contra el robo (alarmas, detectores
electrónicos, etc.); contra incendios (detectores de calor o humo), filtraciones, etc.
-Aislamiento. Teniendo en cuenta las características de los fondos almacenados en las
bibliotecas, así como las funciones que en ella se realizan, parece evidente señalar la
necesidad de elementos de aislamiento, que proporcionen una defensa contra el ruido, los
cambios climatológicos y, si es posible, la contaminación ambiental. Los sistemas de
aislamiento actualmente en el mercado son múltiples y variados. A la hora de su elección se
tendrá en cuenta qué y a quién deberán proteger y contra qué, y procurar que no sean causa
de otros problemas más graves: así, los sistemas de aislamiento deberán ser ignífugos,
neutros y naturales.
-Transporte. El transporte puede establecerse de forma mecánica o automática, y suponer
movimientos verticales -los más frecuentes- u horizontales. Existen multitud de sistemas,
de los más simples a los más sofisticados: estos últimos suponen ahorro de personal y
tiempo, pero su extrema complejidad y costo los hacen poco aconsejables. Los sistemas de
transporte suelen plantear problemas de mantenimiento y conservación.
-Otras instalaciones. Además de las mencionadas, existen una larga serie de instalaciones
en la biblioteca, tales como las de guardarropa y consigna, encuadernación y reparación,
talleres de imprenta, depósitos compactos o semicompactos, etc.
Equipamientos
Comprende una larga serie de elementos, fundamentales unos y complementarios otros. Es
imposible, no sólo dar datos sobre medidas y proporciones, sino incluso enumerar todos los
elementos que forman parte del mobiliario de una biblioteca. Entre los elementos
fundamentales, no obstante, se pueden señalar los siguientes:
-Estanterías. Sirven para almacenar libros y revistas, para su exposición, para crear espacios
y hasta para orientar al lector. Incluyen también el equipo necesario para su utilización -
sujetalibros, banderolas, etc.-, y pueden presentarse en diversas formas -compactas, no
compactas, murales, de distinta altura, etc.). La elección del tipo de estantería se hará en
función del empleo a la que se la destine y del lugar que vaya a ocupar en la biblioteca.
Pueden ser de madera o metal, aunque este último parece imponerse.
-Armarios, archivadores y vitrinas. Cumplen la misma función que las estanterías para las
obras de características físicas diferentes a los libros (mapas, revistas, estampas, etc) Las
vitrinas dotadas de medidas de seguridad (contra robo, sequedad, etc.), deben utilizarse para
las exposiciones temporales y para la guarda de materiales selectos y preciosos, cuyo valor
cultural se cumple más en la contemplación que en la consulta.
-Ficheros. Mueble imprescindible de trabajo, al menos hasta la automatización total y
definitiva de las bibliotecas. Deben ser móviles y modulables, dotados de portaetiquetas y
otros materiales auxiliares.
-Mesas y sillas. Las mesas pueden ser individuales y colectivas; para funciones especiales
que requieran un especial aislamiento existen los carrels y pupitres. Las mesas colectivas
ahorran espacio y dinero, pero no son siempre lo más indicado para las bibliotecas.
Conviene distinguir el tipo de mesa utilizada para la consulta de material de referencia o
para la lectura en sala u otras funciones, de las utilizadas por el personal de la biblioteca.
Las sillas habitualmente se suponen acolchadas y son aconsejables las giratorias con ruedas
para el personal de la biblioteca. Los servicios técnicos tienen sus propias exigencias y su
propio mobiliario.
-Mostradores. Son elementos de conjunción entre usuarios y bibliotecarios y actualmente su
función es más de información que de vigilancia. La altura de los mismos es variable y sus
funciones pueden ser múltiples, desde un pequeño almacén provisional de los documentos
devueltos hasta oficina múltiple de información, consulta y préstamo.
-Carros de transporte de fondos. Imprescindibles en las bibliotecas, facilitan el transporte de
documentos y la circulación de los mismos entre los depósitos y los usuarios. Han de ser
cómodos, robustos, seguros y silenciosos.
-Otros tipos de muebles son los del guardarropa, cafetería, lugares de descanso, etc. Y
pertenecen a la dotación ordinaria de cualquier edificio de uso colectivo.
Selección y adquisición de libros y materiales especializados.
Criterios, fuentes y métodos. Planes cooperativos y centralizados
Introdución
Principios
Criterios
Fuentes
Técnicas de selección y adquisición
Procedimiento de las adquisiciones
Planes cooperativos y centralizados
Introducción
La selección y adquisición de fondos son los procesos seguidos para la formación de las
colecciones de las bibliotecas y para su incremento y mantenimiento y constituyen el
primer eslabón de la cadena documental. De su precisión y eficiencia depende la relevancia
de la colección.
Para que la selección y adquisición de los fondos de la biblioteca se ajuste a las necesidades
de la misma se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:
a) Es una tarea bibliotecaria: por ello se debe realizar por los bibliotecarios. Sin embargo,
estos deben considerar las opiniones de los especialistas y las consultas de los usuarios.
Sólo así puede llegarse a una selección que responda a las necesidades precisas.
b) Depende del tipo de biblioteca. La selección se hará siempre de acuerdo con la línea que
marque la función para la que la biblioteca ha sido creada.
c) Estará relacionada con el contexto de la misma, siempre teniendo en cuenta que el factor
más importante es el factor humano, es decir los usuarios reales o potenciales de la
biblioteca.
d) Ninguna colección es completa ni puede llegar a serlo, aunque el objetivo de alcanzar el
mayor grado posible de satisfacción no sólo es perseguible, sino que debe ser el que marque
la línea a seguir.
Principios
Los principios a tener en cuenta a la hora de proceder a la selección y adquisición de fondos
son los siguientes:
-Cuantitativos: Precisa la cantidad de fondos que se necesitan. Este criterio tiene dos
vertientes: la relación documentos/usuario, que es diferente según el tipo de biblioteca -
universitaria, pública, especializada, etc- y según el tipo de documento -monografías,
publicaciones periódicas, material no librario, etc.- y el número de ejemplares de cada obra.
Para ello debe tenerse en cuenta el número de pedidos de cada documento: en muchos
casos será suficiente con un solo ejemplar, mientras que en otros los ejemplares deben ser
múltiples.
-Cualitativos: Se refieren al tipo de fondos y abarcan dos aspectos, el contenido, que estará
siempre acorde con las funciones y tipo de bibliotecas y la forma del documento, es decir,
el tipo de soporte del mismo -audiovisual, impreso, microfilmado, etc.
-Demanda: Necesidades expresadas o no por los usuarios, tanto reales como potenciales.
Para estimar las demandas de los usuarios reales se puede recurrir a las desideratas de los
mismos, pero en ningún caso pueden considerarse estas como suficientes, sino que deberán
completarse con otro tipo de consultas a profesionales, especialistas y fuentes de
información diversas. Las demandas de los usuarios potenciales entran de lleno en el campo
de la promoción de la lectura y de proyección de la biblioteca al exterior y su
establecimiento es mucho más complejo: requiere un profundo conocimiento de la realidad
sociocultural donde la biblioteca se encuentra inserta.
Su dificultad no siempre es la misma en todo tipo de bibliotecas: así, las universitarias y
especializadas tienen muchas más facilidades para establecer los fondos que deben
adquirirse para potenciales usuarios que las públicas, donde, en principio, cualquier persona
es un usuario potencial.
-Selección negativa: Consiste en la eliminación de los fondos que no son necesarios por su
nula utilización, o de aquellos cuyo grado de deterioro impida su uso. La selección negativa
lleva detrás una serie de operaciones a realizar según aconsejen las circunstancias:
eliminación física, envío a una biblioteca de depósito, canje, etc.
-Neutralidad. La selección y adquisición de fondos serán realizadas por el personal
bibliotecario, pero en ningún momento deben intervenir en ello otros criterios diferentes de
los puramente profesionales. La neutralidad no siempre es fácil y ha provocado numerosas
controversias en el plano deontológico, ya que puede entrar en conflicto con criterios
personales fuertemente arraigados.
Criterios
Ajustar los principios enunciados a la realidad y necesidades de la biblioteca es tarea que
debe realizar el bibliotecario solo o con el apoyo de técnicos, ya que no resulta fácil que un
único profesional reúna todos los conocimientos necesarios para proceder a una selección
perfecta. La situación varía mucho de unas bibliotecas a otras: la biblioteca especializada
puede contar con un profundo conocedor de la materia, pero en la pública el bibliotecario
deberá poseer un buen conocimiento de su profesión y amplios conocimientos generales de
todos los temas. En cualquier caso, los criterios que deben seguirse en el proceso de
selección de los fondos son los siguientes:
a) Autoridad del autor e imparcialidad.
b) Pertinencia del tema tratado en el documento.
c) Rigor científico y exactitud de la información.
d) Nivel científico adecuado al tipo de biblioteca y actualidad.
e) Adaptación al usuario real o potencial.
f) Belleza y calidad de estilo.
g) Calidad técnica del documento.
h) Presencia o ausencia de aspectos complementarios: índices, notas, etc.
i) Necesidades reales de la biblioteca.
j) Presupuesto con el que se cuenta.
Todo ello se debe además multiplicar por cada uno de los diferentes medios que pueden
encontrase en una biblioteca, ya que no es lo mismo seleccionar una revista científica que
un vídeo cassette. La responsabilidad de esta tarea exige del profesional un caudal de
conocimientos considerable o la posibilidad de contar con las ayudas necesarias.
Fuentes
La selección de fondos para la biblioteca puede tener como finalidad construir la colección
inicial o incrementarla y mantenerla actualizada. No es frecuente el primer caso, salvo en la
creación de nuevas bibliotecas públicas, generalmente municipales. En este caso conviene
consultar obras bibliográficas como A world bibliography of bibliographies, de
Bestermann, Guide to reference material, de Waldford, Manual de fuentes de información
de Josefa Sabor, Manuel de Bibliographie de Malclès y otros.
Las bibliografías son el sistema más preciso y exacto de información, aunque tienen el
inconveniente de su lentitud de elaboración, que a veces puede ser un grave problema, dado
que en determinados casos el documento debe anticiparse a su petición por parte del
usuario. La literatura gris no permite prácticamente otro medio de selección que el contacto
directo con los creadores, sean estos personas físicas o instituciones, mientras que el
material audiovisual está bastante mejor recogido en los catálogos comerciales que en
cualquier otro tipo documentación. En muchos países existen boletines de pre-prints, que
permiten conocer los proyectos de publicación de las editoriales.
b) Semigratuitos.
-Son los sistemas de canje e intercambio. Se realizan entre bibliotecas y están regulados por
los sistemas nacionales e internacionales y las disposiciones sobre ello que han publicado la
IFLA y la UNESCO. Los canjes e intercambios son frecuentemente la única posibilidad de
acceder a determinados documentos, especialmente entre bibliotecas especializadas, y las
publicaciones de la Administración, aunque sólo tenga interés para los fondos locales o
históricos en las bibliotecas públicas.
El canje afecta a los fondos duplicados o múltiples y las publicaciones realizadas por la
institución. El Centro de Canje Internacional de Publicaciones se integra por el decreto
565/85 en la Biblioteca Nacional de Préstamo.
c) Onerosos.
Son los que desarrollan la adquisición de fondos mediante compra. Se puede hacer
directamente al editor o al librero y cada una de ellas presenta sus ventajas e
inconvenientes.
En cualquiera de los dos casos, para que su funcionamiento sea posible se han de tener en
cuenta los siguientes aspectos:
a) Coordinación interbibliotecaria que permita la comunicación entre los distintos centros y
la división de funcionas.
b) Existencia de catálogos colectivos actualizados, gracias a los cuales se pueda conocer el
estado de los fondos de todas y cada una de las bibliotecas.
c) Buen funcionamiento de los canales de información interbibliotecaria.
d) Existencia de préstamo interbibliotecario que limite las adquisiciones y haga posible la
colaboración.
En cualquiera de los casos, la automatización es un elemento valiosísimo ya que permite la
simplificación de funciones y el conocimiento inmediato de cualquier aspecto de interés:
catálogos, proceso de adquisición, selección previa, etc..
Tratamiento técnico de libros, publicaciones periódicas
y materiales especiales
Introducción
Tipos de materiales
Proceso
Recepción y verificación
Registro
Sellado
Encuadernación
Catalogación
Clasificación
Signatura topográfica
Equipamiento para el préstamo
Colocación de los fondos
Reparación y restauración de las obras dañadas
Expurgo
Recuento e inventario
Conservación y protección de los fondos
Introducción
El tratamiento técnico de los materiales de una biblioteca es el proceso que se sigue para
incorporarlos a los fondos de la misma, hacerlos utilizables, conservarlos y mantenerlos
actualizados. Se compone de una serie de operaciones en cadena, básicamente iguales para
todo tipo de fondos, pero que difieren en algunos aspectos formales cuando las
características de los materiales así lo requieren.
Tipos de materiales
Los tipos de materiales susceptibles de formar parte de los fondos de una biblioteca son los
siguientes:
-Monografías: libros y otros -folletos, series, colecciones, etc.
-Publicaciones periódicas.
-Material cartográfico.
-Música impresa.
-Medios audiovisuales, que pueden ser sonoros, visuales o mixtos.
-Material informático.
-Microformas -microfilms y microfichas.
-Materiales tridimensionales.
Proceso
El tratamiento de los fondos empieza en el momento de la recepción de los mismos en la
biblioteca y termina con la puesta a disposición del usuario. Los distintos pasos del proceso
son los siguientes:
1) Recepción y verificación. Una vez recibido el pedido de los fondos se procede a
comprobar su integridad colectiva e individual, así como el estado de los mismos. Una vez
realizado estos se conforman las facturas y en caso de que el examen de estas o de alguno
de los documentos no resulte satisfactorio se debe proceder a la reclamación inmediata,
antes de pasar al siguiente nivel del proceso.
9) Colocación de los fondos en los estantes, siguiendo el proceso que más convenga a la
biblioteca. En grandes depósitos la ordenación se suele hacer por tamaños o por número
currens, mientras que en las zonas de libre acceso es preferible hacerlo de forma
sistemática, es decir, siguiendo los criterios de un sistema de clasificación.
10) Reparación y restauración de las obras dañadas. Este procedimiento depende del
tipo de documento y del uso del mismo. En principio no se restaurarán más que las obras de
gran valor o irreemplazables. Las grandes bibliotecas cuentan con su propio servicio de
encuadernación, mientras que las unidades más pequeñas deberán encargar este servicio a
empresas especializadas. En el caso de la restauración, pocas veces se hace dentro de la
biblioteca, ya que precisa unas instalaciones y un personal altamente cualificado. En todo
caso se debe huir de restauraciones caseras que en muchas ocasiones no hacen sino
deteriorar el libro de forma irreversible.
12) Expurgo. Consiste en la retirada de las obras obsoletas o inutilizadas y supone una
actualización constante de los fondos. La tendencia conservadora de muchas bibliotecas
puede convertir a la colección en una pesada carga de peso muerto, por lo que no se debe
dudar en expurgar todo aquello que no sea útil, excepto aquellos documentos de valor
histórico, raros o preciosos. Los libros expurgados irán a una biblioteca de depósito, serán
utilizados para el canje o simplemente se procederá a su eliminación física.
11) Recuento e inventario. Es una operación periódica que permitirá conocer el estado real
de los fondos bibliográficos. Es obligatoria para todas las bibliotecas y para todos los
fondos y debe hacerse con una periodicidad anual o en casos excepcionales cuando ha
habido robos, incendios o desastres naturales que han alterado el orden de la biblioteca.
Definición
Proceso de formación de un catálogo
Clases de catálogos
Incidencia de las nuevas tecnologías en la elaboración y mantenimiento de los
catálogos
Normalización
Definición
Catálogo viene del griego katalegos (ordenar, organizar). Es un índice que proporciona al
usuario una información lo más completa posible sobre los fondos de una biblioteca: la
reunión ordenada de todas las fichas de los documentos de un fondo. Estas fichas son los
asientos catalográficos de los documentos, diferentes de los asientos bibliográficos porque
no sólo incluyen la descripción del documento, sino su localización, lo cual se consigue a
través de los puntos de acceso y de la signatura topográfica.
Las funciones de un catálogo son informar sobre los fondos existentes en la biblioteca y
poner al usuario en contacto con el documento deseado.
Clases de catálogos
Las variedades de los catálogos son prácticamente infinitas, como lo son los puntos de vista
desde los que puede estimarse un documento. Con todo, las divisiones más usuales son;
a) Por su extensión:
-Colectivos: contienen los asientos de varias bibliotecas.
-Generales
-Integrados: contienen todos los materiales de una biblioteca.
-Universales: contienen todos los fondos impresos de la misma.
-Especiales: contienen asientos de un solo tipo de documento.
b) Por su uso:
-Externos: utilizados por usuarios y profesionales.
-Internos: para uso exclusivo del personal bibliotecario.
c) Por su sistema de ordenación:
-Alfabéticos: autores, materias, etc.
-Numéricos: por ISBN, etc.
-Sistemáticos: siguen una clasificación por materias.
-Mixtos: combinan más de un sistema.
-Topográficos: según la localización del documento (externos).
d) Por su forma:
-En fichas. Fácilmente actualizable, poco transportable.
-Impreso. Presentado en forma de libro.
-Microfilmado: realizado en soporte microfotográfico.
-On line o catálogo informatizado.
-En CD-ROM.
e) Por su función: responden a las cuestiones sobre qué obras hay en la biblioteca, qué
obras hay de un autor determinado, qué ediciones existen de la obra, qué obras hay de una
materia y de un tema o asunto.
-Catálogo de autores y obras anónimas.
-Catálogo de títulos.
-Catálogo de materias.
-Catálogo diccionario, fusión generalmente alfabética de los anteriores
f) Otros. Atendiendo a otros criterios podemos encontrarnos con catálogos organizados en
razón de la época (cronológicos), del país (geográfico), del idioma, etc, aunque son raros y
responden sólo a casos de necesidades muy concretas de una biblioteca.
Incidencia de las nuevas tecnologías en la elaboración y mantenimiento de los
catálogos
Las nuevas tecnologías aplicadas a la documentación no sólo han afectado a la concepción
y mantenimiento de los catálogos de bibliotecas, sino que puede asegurarse que este ha sido
uno de los sectores más afectados por ellas. Los principales cambios sufridos afectan a los
siguientes aspectos:
a) Soportes. Tradicionalmente realizados en fichas de cartulina de 125x75 mm –aunque
anteriormente existieron otros tipos de soportes-, las nuevas tecnologías amenazan con
dejar este tipo de catálogos reducidos a meras reliquias del pasado. Los nuevos soportes
son:
-Microformas. Soporte fotosensible sobre el que se reproducen los asientos catalográficos.
Es muy útil por el poco espacio que ocupa pero necesita de elementos auxiliares para su
lectura. Responde al tipo de catálogo en lista, por lo cual presenta sus ventajas e
inconvenientes: fácil maniobrabilidad y posibilidad de transporte, pero lento, difícil y
costoso de actualizar. Los ficheros sobre microforma pueden ser productos tanto de la
simple reducción fotográfica de catálogos convencionales como de datos elaborados
electrónicamente (COM: Computer Out on Microfilm).
-Catalogación on-line o catálogo informatizado, no es en sí mismo tal catálogo, sino una
serie de datos y órdenes que se actualizan y combinan según las necesidades del momento.
El catálogo on-line permite la actualización inmediata de los ficheros, su acceso es fácil y
su transporte también. Pero sobre todo facilita enormemente dos aspectos de la
catalogación, que son:
1. la elaboración misma del catálogo, ya que hace innecesaria la duplicación de las fichas ni
la existencia de múltiples catálogos: una sola descripción completa de un documento es
suficiente para recuperarlo desde cualquier punto de acceso del mismo.
2. los planes interbibliotecarios de catalogación compartida, cooperación en selección y
adquisiciones, elaboración de catálogos colectivos, etc.
-Catálogo en CD-ROM. Aún poco desarrollado, el catálogo en CD-ROM presenta grandes
ventajas derivadas de su enorme capacidad de almacenamiento y fácil lectura. Sin embargo,
al no ser un soporte interactivo, quedará reservado para los catálogos en lista de las grandes
bibliotecas: ello facilitará los intercambios, selección, elaboración de bibliografías, etc. Los
continuos avances en las tecnologías láser y óptica hacen esperar inmediatas novedades en
este campo: de hecho, el disco óptico interactivo ya es una novedad y, aunque por el
momento sólo sea una novedad de vanguardia, su bajo coste y maniobrabilidad hacen de él
un valioso instrumento de trabajo en el futuro próximo.
b) Utilización. Las nuevas tecnologías han abierto además campos nuevos en el uso de los
catálogos y sobre todo han facilitado enormemente su utilización. No todas las nuevas
tecnologías presentan las mismas características, que pueden enumerarse de la siguiente
forma:
-Flexibilidad. Escasa para las microformas y el CD-ROM es total para el catálogo on-line.
-Facilidad de consulta y uso. Aunque la facilidad de consulta y uso es mayor con las nuevas
tecnologías que con los catálogos tradicionales - microfilmados para los catálogos en listas
y on-line para todo tipo de catálogos-, la práctica enseña que es necesario un determinado
espacio de tiempo, no sólo para poder mecanizar y automatizar los ficheros existentes, sino
para llegar a familiarizar al usuario con las nuevas tecnologías.
-Facilidad para obtener múltiples copias. Ventaja grande de los catálogos en microforma,
en los catálogos on-line depende del número de terminales.
-Volumen: a pesar de que en este aspecto hay que contar con el volumen de los aparatos
que hagan legible el catálogo, aquellos en soporte microfotográfico o informático no
presentan problema de espacio, que llega a ser un serio problema en ciertas bibliotecas.
-Otras características: posibilidad de consulta por varios usuarios - catálogos on-line-,
menor gasto de tiempo con el consiguiente ahorro de personal y económico, más
posibilidades de uso en la información, mejor adaptación a la cooperación bibliotecaria.
Normalización
Desde el momento en que los fondos de una biblioteca superan la posibilidad de control de
los mismos, se hace necesario llevar a cabo una representación de todos los documentos
que resuman su memoria Aunque esto ha sido así desde tiempos remotos -ya existieron
listas de documentos entre las tablillas encontradas en Sumer-, la verdad es que la
catalogación sistemática normalizada es un proceso muy reciente.
En cuanto a las normas internacionales, fue la IFLA quien se encargó de lograr este
objetivo mediante la adopción, en 1973 del programa CBU. La CBU nace en la
Conferencia de la IFLA en Grenoble, en 1973 y se robustece con la creación de una Oficina
Internacional en Londres. Apoyada por la UNESCO en su reunión sobre el NATIS París,
1977), se traduce en dos vías de acción: crear agencias bibliográficas nacionales y hacer
que sus productos sean comunicables por medio de la adopción de normas aceptadas
internacionalmente. Estos principios estaban de acuerdo no sólo con los planes de la IFLA
sino con los programas NATIS y PGI de la UNESCO y los propósitos de la ISO.
El primer instrumento creado con vistas a conseguir la normalización fue el ISBD. Por
haber nacido para resolver los problemas de las bibliotecas el primero estuvo dedicado a
monografías ISBD(M), y sirvió como campo de experimentación. Posteriormente se
elaboraron las ISBD(S) para publicaciones seriadas, ISBD(CM) para materiales
cartográficos, ISBD(NBM) para material no librario, ISBD(PM) para música impresa,
ISBD(A) para publicaciones monográficas antiguas, etc. En España están recogidas en las
Reglas de Catalogación I y II, publicadas por la Dirección General del Libro y Bibliotecas.
La normalización tiene como fin la consecución de las siguientes metas:
-Posibilitar los intercambios internacionales de información.
-Superar las barreras lingüísticas.
-Favorecer la informatización.
-Facilitar la disponibilidad universal de las publicaciones (DUP).
Principales tipos de clasificación bibliográfica.
Clasificaciones sistemáticas y alfabéticas
Introducción
Características
Elementos de un sistema de clasificación
Evolución histórica
Principales sistemas de clasificación
Clasificaciones de estructura jerárquica:
-Expansivas
-Decimales
-Patentes de invención
-Clasificaciones especializadas
Por facetas:
-Colon Classification de Ranganathan
-Clasificación de Vickery
Sistemas de conexión
Introducción
La clasificación es una mecánica del conocimiento por la cual se ordenan las materias
formando grupos diferentes, de acuerdo con determinadas relaciones establecidas de
antemano. Clasificar es colocar un documento en una clase dentro de un esquema, o bien
agruparlos por características comunes. Lo primero lo hacen los sistemas analíticos o
enumerativos, que prevén de antemano todas las clases o divisiones que se pueden
establecer; lo segundo lo hacen los sistemas sintéticos, que deben prever de antemano las
características que pueden resultar comunes a todos los campos del conocimiento.
Características
Los sistemas de clasificación son sistemas de catalogación por materias preecordinadas y
estructura jerárquica: son lenguajes de recuperación de la información. Para que éstos sean
eficaces deben reunir las siguientes condiciones:
-Sistemáticos: van de lo general a lo particular.
-Exhaustivos: deben alcanzar a todo el campo de cada materia.
-Detallados: deben expresar las ideas en todos sus grados.
-Flexibles: que permitan la combinación de ideas y puntos de vista.
-Lógicos: deben responder a la mecánica del pensamiento formal.
-Explícitos y concisos.
-Sencillos: notación fácil de escribir y recordar.
-Expansivos: capaz de incorporar nuevos elementos.
-Con elementos complementarios: índices, tablas, etc.
-Sometidos a revisiones periódicas.
En resumen, se puede decir que un sistema de clasificación bibliográfica debe ser simple,
técnico y multidimensional.
Evolución histórica
Los sistemas de clasificación han existido de una forma más o menos rudimentaria desde el
momento en que se organizaron los documentos de una biblioteca de forma convencional,
agrupándolos de acuerdo a un determinado criterio con el objetivo de poder luego
recuperarlos más fácilmente. Los sistemas de clasificación han sido siempre un reflejo de la
mentalidad de la época y la sociedad que los ha creado.
Clasificación de Bliss. Preocupado durante toda su vida por indagar sobre las bases teóricas
que sustentan toda clasificación, Henry Evelyn Bliss creó un sistema basado en las
relaciones existentes entre las áreas del conocimiento. Se basa en la realidad objetiva del
orden natural. Se aplica en muchas bibliotecas especializadas inglesas, quienes se ocupan
de su mantenimiento y puesta al día.
-Decimales.
Clasificación Decimal de Dewey. Estructurada en diez grandes clases que se subdividen de
diez en diez y que van de lo general a lo específico. La notación es numérica y consta de
tablas principales, tablas auxiliares, subdivisiones generales y especiales y signos de
correspondencia, además de los índices. La DDC se basa en el principio de disciplina -se
ordena por disciplinas y no por materias-, de jerarquía y de base decimal. Es una
clasificación bibliotecaria fundamentalmente enumerativa, sumamente práctica, fácil y
simple, que revisa constantemente su esquema pero sin cambios drásticos. Se emplea en los
países anglosajones e inspiró la C.D.U.
-Sistemas de conexión.
Frente a la rigidez de los sistemas de clasificación y la multiplicación de los mismos, los
sistemas de conexión buscan la posibilidad de crear un instrumento que permita la
traducción de unos sistemas a otros, es decir que basándose en un sistema único y conocido
por todos - universal- sirva como diccionario para que un sistema especializado se
relacionase con otro. Las metas de este sistema serían hacer posible los intercambios
bibliográficos, la clasificación de publicaciones periódicas y de servicios de abstracts y la
clasificación simplificada de grandes masas documentales.
La idea fue lanzada por Gardin en 1965 y dio como resultado los esfuerzos conjuntos de
UNISIST/IDUC para conseguir un código de referencia. Por fin UNESCO/FID en 1974
crearon el BSO, que reúne las condiciones exigibles para ser un sistema operativo: es
amplio, claro y breve. Se basa más en las instituciones que en la bibliografía y tiene una
fuerte inspiración pragmática.
Gestión y administración de Bibliotecas.
Programación, recursos financieros y humanos;
control y evaluación de los servicios
Introdución
Aspectos de la gestión
Situación administrativa
Análisis de sistemas
Presupuesto
Evaluación de resultados
El proceso de gestión
Política bibliotecaria
Instrumentos de gestión
Introducción
Gestionar una biblioteca consiste en definir los objetivos a alcanzar, trazar los medios para
lograrlo y escoger los instrumentos que se utilizarán para ello. Supone, pues, tener una
política de gestión, es decir, unos criterios definidos para escoger una orientación
determinada dentro de las opciones posibles.
La biblioteca supone un costo económico cada vez más alto para quien la sostiene: por ello
está obligada a justificarse , bien con la demostración del aprovechamiento y el rendimiento
de los medios empleados, bien con el reconocimiento de la necesidad de rectificar la
organización. Entre los resultados de una biblioteca hay muchos susceptibles de medida
cuantitativa y otros de carácter cualitativos que pueden ser analizados. Las tablas
estadísticas permiten la medida de los resultados: su interpretación lleva al análisis de los
mismos.
-Estadísticas. La recogida de datos estadísticos es función de las bibliotecas, pero su
elaboración, interpretación y representación gráfica es obra de especialistas, que deben
trabajar en los órganos centrales. Los datos recogidos pueden referirse a la colección, los
usuarios, los costos, el personal, los trabajos y otros muchos aspectos. Pero los datos sólo
tienen valor si, analizados debidamente, desembocan en decisiones. La valoración de los
mismos se obtiene, en primer lugar de su comparación con los objetivos de la biblioteca,
reflejados en su organización y presupuesto; pero también admiten una valoración relativa,
mediante la comparación de los diferentes bloques de datos: relación colección/uso, o
gasto/ usuario, etc. Finalmente, pueden recibir una valoración más absoluta en función de
normas cuantitativas aceptadas internacionalmente.
-Informes. Las estadísticas no son suficientes para la medida del rendimiento de la
biblioteca, en parte por su relativa limitación a la hora de profundizar en los datos. Esto,
unido a la necesidad de hacer una recolección de datos con fines determinados, aconsejan
que las bibliotecas utilicen también los informes y las encuestas, que pueden ser realizados
por personal o empresas especializadas.
-Memorias. La memoria sólo puede ser redactada por quien domine el panorama total de la
biblioteca, porque se trata de hacer en ella la descripción completa de la misma, con su
situación, su crónica, y sus intenciones y proyectos. El conjunto de memorias constituye la
base para la historia de la biblioteca.
El proceso de gestión
Para Van Slype, en su obra Conception et gestion des systémes documentaires, las
bibliotecas y centros de documentación deben entenderse como empresas desde el punto de
vista de su gestión. Esta queda establecida por dos funciones básicas que determinan el
proceso a seguir: definir la política bibliotecaria y hacerla aplicar y escoger los
instrumentos que la harán posible.
A) Política bibliotecaria. La política bibliotecaria es el conjunto de fines y objetivos que
determinan la planificación y desarrollo del sistema. Se orienta en tres direcciones,
mercado, producción y personal.
-Mercado. Atiende a la oferta y la demanda de los servicios, que a su vez, quedan
determinados por varios factores: clientes-usuarios (tipo de usuarios reales y potenciales,
necesidades expresas de los mismos, motivaciones, etc); productos (selección de los
servicios, calidad de los mismos, disponibilidad y coste); distribución (acceso de los
usuarios a los servicios y ampliación del campo de ambos); tarifas (problemática diversa de
acuerdo con la situación administrativa de la biblioteca).
-Producción. Se orienta a la elección de los productores de los servicios que se van a prestar
(autoproducción, especialización, etc), su tratamiento (manual, mecánica, automatizada) y
el equipamiento necesario para ello (elección, adquisición y distribución).
-Personal. Son los encargados de poner en marcha todo el proceso. Es preciso atender a su
contratación (contratos temporales o definitivos, arrendamiento de servicios, consultores,
etc), a su formación a corto y medio plazo (incluyendo actualización profesional), a la
motivación (incentivos, calidad de prestaciones, promoción, distribución de tareas, etc) y a
la política de carrera y estatus profesional.
Introducción
La organización de los fondos
La signatura
Fondos utilizados antes de recibir la signatura
Fondos utilizados después de recibir la signatura
Catalogación y clasificación
Mantenimiento de los fondos
Control
Introducción
La organización de los fondos de una biblioteca es la última operación a realizar antes de su
utilización por el usuario y actúa como puente entre el tratamiento técnico y la
disponibilidad real de un documento. El mantenimiento y control permiten asegurar tanto
su permanencia como su vitalidad.
La signatura
La organización de los fondos comienza por asignarle un lugar preciso en la biblioteca a
cada uno de los documentos que la componen. Este lugar queda indicado por la signatura
topográfica, dato que indica la ubicación del documento.
Con las fichas de los documentos ordenados por su signatura se elaborará un catálogo
topográfico, lo cual permitirá su localización y recuperación rápida: el catálogo topográfico
será de exclusivo uso interno del personal de la biblioteca. Antiguamente era el verdadero
inventario de la biblioteca; hoy día se utiliza para el recuento periódico de los fondos. No
todos los fondos necesitan recibir la signatura antes de su uso, por lo que conviene
distinguir su modo de organización.
A) Fondos utilizados antes de recibir la signatura. Son fundamentalmente las publicaciones
periódicas. Cuando estas se reciben en la biblioteca, y una vez hechas las oportunas
diligencias de comprobación y contabilidad, se inscriben en el registro de publicaciones
periódicas (cardex), se los cataloga, clasifica y se los dota de una signatura provisional o
número de exposición. Una vez hecho esto, se ponen a la disposición del público en
estanterías o expositores. Pasado un plazo establecido, diferente según el tipo de
publicación y su periodicidad, se los retira de los expositores para formar volúmenes,
generalmente mediante su encuadernación. Una vez organizados en volúmenes, se les dota
de signatura definitiva y se estructuran siguiendo las normas de la biblioteca
correspondiente.
B) Fondos utilizados después de recibir la signatura. Son prácticamente todos los demás
fondos, así como las publicaciones periódicas una vez organizadas en volúmenes. La
signatura responde al tipo de ordenación de la biblioteca, que puede estructurarse de la
siguiente manera:
-Organización sistemática. Los libros se ordenan de acuerdo con el sistema de clasificación
adoptado por la biblioteca (C.D.U., L.C.C., etc). En este caso la notación indica no sólo
dónde está colocado el documento, sino la materia de que se ocupa, ya que la signatura
responde al número de clasificación.
La organización sistemática suele completarse con la alfabética -por nombre de autor-
dentro de cada categoría, suele incluir también las publicaciones periódicas y desde luego
va destinado a permitir el libre acceso a los fondos. Sus mayores ventajas son las de
facilitar el uso y eliminar mediadores entre libro y usuario y acelerar la información. Su
inconveniente radica en mezclar fondos activos e inactivos y en la necesidad de disponer de
gran cantidad de espacio libre.
-Ordenación por numerus currens. Consiste en la organización por secuencia numérica: en
su extrema pureza bastaría con utilizar el número de registro, sistema que podría utilizarse
en depósitos cerrados, con abundante espacio y posibilidad de crecimiento sólo en una
dirección; de hecho, la escasez de espacio obliga a tener en cuenta también otras
características, como suele ser el formato y crear distintas secuencias. En realidad, nunca
existe una sola secuencia de numerus currens.
-Ordenación por grupos. Los libros se ordenan por materias muy amplias, cuyo número es
muy variable y está determinado por el número de unidades físicas del depósito.
-Otros tipos de ordenación. La ordenación alfabética, por nombre de autores y títulos
anónimos, generalmente usada para complementar otro sistema fundamental -sola se utiliza
en la Lending Division de la British Library; la ordenación cronológica, resulta de los casos
en que el numerus currens es el mismo registro y éste está encabezado por los dos últimos
dígitos del año en curso; la ordenación por formato, obligada en los casos de ordenación
mecánica, si no destinando diversas partes del depósito a cada formato, al menos sí
diferentes baldas de cada estantería.
Catalogación y clasificación
Los documentos recibidos en una biblioteca deben catalogarse y clasificarse en el momento
de su recepción y antes de ponerse a disposición del usuario.
Una vez realizadas estas operaciones se elaboran los catálogos bibliográficos, que son listas
ordenadas de las piezas que constituyen el fondo de la biblioteca. Los catálogos permitirán
conocer los fondos de que dispone el centro, tanto en su totalidad como en cuanto a
criterios determinados -obras sobre un tema, títulos de un autor, ediciones de una obra, etc.-
y son el instrumento básico para el acceso al documento.
Dado que los agentes que amenazan al libro son numerosos y variados, las medidas
encaminadas a protegerlos lo serán también: abarcan desde el control de la temperatura y
humedad hasta la instalación de sistemas antirobo y son siempre preventivos.
C) Restauración. La restauración de un documento está reservada para aquellos ejemplares
valiosos o de difícil reposición. La mayoría de los fondos de una biblioteca no necesitan
servicios especiales de restauración, pero en todo caso es una tarea que debe dejarse
siempre en manos de especialistas y huir de las restauraciones "caseras" que generalmente
causan más daño que beneficio al libro.
D) Encuadernación. Es la serie de trabajos necesarios para asegurar la unión y dotar de
cubierta a un conjunto de hojas, pliegos o cuadernos. La encuadernación de los documentos
de una biblioteca puede responder a tres tipos de necesidades:
-Necesidad de reparación de la cubierta o el cosido de las hojas.
-Prevención para documentos muy utilizados y dotados de una encuadernación débil.
-Publicaciones periódicas.
Control
El control de los fondos de una colección supone el conocimiento actualizado de la
situación y el estado de dichos fondos. Comprende dos aspectos bien diferenciados:
A) Control físico: conocimiento de la existencia, grado de deterioro y disponibilidad de los
documentos. Se lleva a cabo mediante una serie de operaciones:
-Control de adquisiciones: mantenimiento al día de los ficheros de pedido y de proveedores,
así como de las entradas y registros de nuevos documentos, y cotejo de ambos.
-Control de préstamo: actualización diaria de las fichas de préstamo, con datos suficientes
sobre el documento prestado, el usuario, la fecha de préstamo y la caducidad del mismo, así
como de los documentos no devueltos en el plazo y reclamaciones realizadas.
-Control periódico de los fondos de libre acceso, comprobando su existencia, integridad
física y estado de conservación. Se debe prestar especial atención a la sección de referencia
y a las publicaciones periódicas.
-Recuento periódico de fondos: al menos una vez al año se hará el inventario general de la
biblioteca para comprobar el estado y existencia de los fondos.
B) Control intelectual: serie de operaciones destinadas a conocer el grado de utilización de
los documentos de la biblioteca, su vitalidad y obsolescencia. Comprende los siguientes
aspectos:
-Conocimiento de la utilización de los fondos, mediante el establecimiento del número de
servicios que realizan por año y duración activa del documento.
-Conocimiento de la pertinencia y actualidad de los documentos. Es muy variable y
depende básicamente del tipo de documento. La literatura clásica es durable a largo plazo,
las ciencias sociales a medio y la literatura científica especializada tiene un alto índice de
obsolescencia.
-Control de los documentos que deben ser expurgados y sustituidos por otros por su falta de
utilización.
-Control de lagunas: se establece en función de las demandas no satisfechas, y de las
desideratas de los usuarios, considerando exclusivamente aquellas que se ajusten al tipo de
biblioteca a que se dirigen.
El control de los fondos es siempre más difícil en las bibliotecas de libre acceso. En todo
caso, la utilización de sistemas informatizados ayuda enormemente a establecer un
control más estricto de la circulación de los fondos, aunque para la recogida de datos
no hay más alternativa en las bibliotecas o secciones de libre acceso que el uso de
cuestionarios de evaluación, y la aplicación de leyes bibliométricas.