You are on page 1of 166

Encabezamientos de materia.

Normativa para su redacción (Resumen)

1. Singular o plural
2. Sustantivo con adjetivo
3. Con paréntesis
4. Con preposición, conjunción o adverbio
5. Nombres propios
6. Encabezamiento + subencabezamiento

Singular o plural

Como norma general se usa el singular para:


-Conceptos abstractos: Libertad
-Fenómenos naturales: Lluvia
-Propiedades, condiciones o características: Temperatura
-Procesos o actividades ejercidas o sufridas: Digestión
-Sistemas de creencias: Comunismo
-Disciplinas: Física

El plural se usa para conceptos concretos


-Seres vivos, entidades y objetos reales: Peces, Bibliotecas, Relojes
-Grupos de personas: étnicos, nacionales, religiosos o profesionales:
Judíos, Bibliotecarios (por el contrario, los nombres de grupos sociales van en
singular: Burguesía, Nobleza)
-Partes del cuerpo múltiples: Brazos, Venas
-Epígrafes de forma: Enciclopedias, Anuarios
-Nombres abstractos de disciplinas, técnicas o propiedades compuestas de más de un
miembro: Artes decorativas, Ecuaciones

Existen sustantivos cuyo significado varía en singular y plural: Derecho civil / Derechos
civiles; o sirven para distinguir una técnica de sus productos: Estadística /Estadísticas

Sustantivo con adjetivo

Los objetivos que cumple la adjetivación son:


-Precisar un encabezamiento simple: Peces tropicales
-Aplicaciones de una técnica: Análisis químico, Análisis lingüístico
-Dar sentido a un sustantivo demasiado genérico: Descentralización administrativa
-Diferenciar polisemias: Bombas hidráulicas, Bombas atómicas

Ahora bien, la adopción de encabezamientos adjetivados depende de la cantidad de


información que contenga el encabezamiento sin adjetivar. En muchas ocasiones, la
elección de un sustantivo con adjetivo en lugar de un encabezamiento simple con
subencabezamiento depende del tipo de encabezamientos. Así los encabezamientos que
habitualmente se adjetivan son:
-Los que indican clases o variedades: Novela picaresca, Animales salvajes, o disciplinas
adjetivadas, que dan lugar a otras disciplinas: Anatomía patológica
-Sustantivo con adjetivo gentilicio, preferible al encabezamiento simple con
subencabezamiento de lugar siempre que tenga el mismo significado, si no lo tienen pueden
existir los dos: Cine italiano y Cine- Italia.

Se usa sustantivo con adjetivo gentilicio:


-Manifestaciones artísticas o culturales - si son de un estilo determinado, el nombre del
estilo precede al gentilicio-: Cocina china, Escultura barroca española, exceptuando las
manifestaciones de carácter popular: Bailes populares - Badajoz
-La literatura y sus cultivadores llevan adjetivo de lengua u origen: Poetas ingleses, Teatro
catalán, exceptuando igualmente la literatura popular: Adivinanzas - Mérida
-Tipos de documentos, adjetivados por la lengua: Libros españoles, Inscripciones ibéricas
-Grupos de personas, plantean la dificultad de confundirse con los encabezamientos simples
con subencabezamientos de lugar ( Ingenieros alemanes / Ingenieros - Alemania), aunque
el adjetivado se refiere a su nacionalidad u origen y el subdividido a los que se encuentran
en el lugar.
La solución pasa por usar generalmente el encabezamiento simple con subdivisión de lugar
y reservar el adjetivado para los nombres de grupos de persona que implican algún tipo de
movimiento: Refugiados, Emigrantes, Viajeros, etc.; Así, se usaría: Refugiados palestinos,
pero Mujeres - España
-Sustantivos con adjetivos étnicos o religiosos
-Manifestaciones culturales o científicas: Derecho romano, Medicina árabe
-Nombres de grupos dentro de etnias o religiones: Mujeres judías, Niños gitanos. Pero si se
trata de pueblos primitivos o con poca bibliografía, es preferible usar el nombre del grupo
con subencabezamiento: Papúes - Derecho; Mayas - Niños
-Sustantivo más adjetivo de edad o sexo, se usa adjetivado aquello que está destinado a un
determinado grupo de edad o sexo: Albergues juveniles y en cambio se subdividen lo que
exprese cualidades o características, acciones ejercidas o sufridas: Mujeres - Voto; Mujeres
- Malos tratos o Mujeres - Psicología
-Sustantivo con adjetivo porque el uso lingüístico distinga los significados: Enseñanza
católica / Catolicismo - Enseñanza o Estructuras metálicas / Metales - Estructuras; dicho
uso lingüístico obliga a invertir el orden gramatical, anteponiendo el adjetivo: Doble
imposición, Primera comunión

Encabezamientos con paréntesis

Los encabezamientos con paréntesis cumplen cuatro funciones:


1. Diferenciar homonimias: Cataratas (Hidrología) / Cataratas (Oftalmología)
2. Precisar el contexto de uso: Herencia (Biología) / Herencia (Derecho)
3. Aclarar términos confusos: Convergencias (Matemáticas) o Kimbú (Pueblo africano)
4. Situación geográfica: Bond Street (Londres)
En el caso de los homógrafos, se plantea el dilema de si añadir el paréntesis solo a un
término o a los dos. En las bibliotecas generales se suelen añadir el paréntesis a los dos
términos en conflicto y en las especializadas, solo a uno, el que sea menos frecuente.

También se plantea el problema de la normalización del contenido del paréntesis, se ha de


usar un término genérico que sirva para muchos encabezamientos: Personaje mitológico y
no Diosa, Héroes etc.

Si el encabezamiento expresa un concepto se usara como aclaración un nombre de


disciplina, en cambio si se trata de un clase de objeto, es más indicado la aclaración
mediante la categoría a la que pertenece: Reflexión (Óptica), pero Granada (Fruta). Si se
han de incluir varios datos dentro del paréntesis, hay que establecer el orden de los mismos:
Amazonas (Estado, Brasil)

Tipos de encabezamientos con paréntesis:

1. Nombres personales
- Nombres de persona, según el capítulo 15 de las RC se puede añadir paréntesis con
fechas, profesión o parentesco. El paréntesis más extendido es el de las fechas de
nacimiento y muerte: Goya, Francisco de (1746-1828)
-Personajes de ficción, mitológicos o bíblicos: Furias (Personajes mitológicos)
-Nombres de familias, tribus o castas: Elzevir (Familia)

2. Nombres de entidades
-Se añade el nombre de lugar o de jurisdicción cuando sea preciso romper homonimia:
Biblioteca Nacional (Argentina) o el de la categoría: Picasso (Galería de arte)

3. Título uniforme, según el capítulo 16 de las RC


-En los tratados internacionales, se incluye la fecha: Paz de los Pirineos (1659)
-En las publicaciones seriadas se rompe la homonimia insertando el lugar de publicación, si
ésta persistiera se añade la fecha de inicio y fin de la publicación: Caracola (Málaga, 1931-)
-En los nombres de colecciones de monografías se rompe la homonimia añadiendo la
editorial o el término Serie si la homonimia se da con la entidad responsable: Monografías
(Ámbito Editores), Centro studi antoniani (Serie)
-Los nombres de programas de radio, televisión, canciones o películas cinematográficas se
acompañan de la categoría entre paréntesis cuando es necesario: Batman (Película
cinematográfica)

4. Materia propiamente dicha:


-En los nombres propios de entes reales, cuando es necesario usar el paréntesis, se usa el
nombre genérico de la clase o categoría a la que pertenece: Jumbo (Avión), Rioja (Vino),
Colisiones (Física)
-En especial se ha de usar el paréntesis en el caso de la literatura de un país con más de una
lengua oficial: Literatura canadiense (Inglés), Novela argelina (Francés)
Encabezamiento con preposición, conjunción o adverbio

Se trata de un encabezamiento compuesto de un sustantivo unido mediante preposición,


conjunción o adverbio con otras palabras. Cumple varias funciones:

a. Conceptos únicos designado por varios términos: Agentes de bolsa y cambio, Guerra de
las Malvinas
b. Conceptos afines, en realidad dos encabezamientos simples reunidos por cuestiones
metodológicas: Aceites y grasas, Parques y jardines
c. Relación entre dos o más conceptos: Televisión en la enseñanza

Problemas de uso
Por influencia de la lengua hablada, existe la tendencia a incrementar el uso de este tipo de
términos, han de usarse con cautela, debe elegirse preferentemente encabezamientos
simples, encabezamientos con adjetivo e incluso encabezamiento con subencabezamiento.
A mayor nivel de especificidad, por otra parte, se evitarán los términos dobles
metodológicos (Aceites y grasas, Hospitales y sanatorios) y solo se expresaran mediante
términos dobles aquellos conceptos que no se puedan designar de otro modo. Al redactarlos
se tendrá en cuenta el uso habitual, y si se trata de un término doble metodológico, se
redactarán en orden alfabético. Siempre que se pueda expresar el concepto mediante
cualquier otra formula, se preferirá esta al término doble.

Tipología
1. Concepto único: Libertad de expresión
2. Semejanza u oposición: Daños y perjuicios, Mente y cuerpo
3. Relaciones entre términos, existen varios tipos:
a. Correlación entre términos que suelen tratarse juntos, con la conjunción "y": Padres e
hijos, Oferta y demanda
b. Temas distintos estudiados a un mismo nivel, sin predominio de uno sobre otro: Iglesia y
Estado, Arte y literatura
c. Cualquier tema tratado en los medios de comunicación social, preposición "en": Racismo
en la prensa
d. Material, técnica o instrumento en relación con el campo de aplicación, con la
preposición "en": Láser en medicina

Nombres propios

Los nombres propios se usan para designar individuos o cosas concretos dentro de una
determinada clase. Exige el manejo de fuentes y repertorios para determinar entre varias
formas cual es la más adecuada. Su uso depende del nivel de especificidad de nuestra
biblioteca; por ejemplo si disponemos de poca información sobre un determinado tema,
podemos utilizar el nombre común genérico; sólo si disponemos de mucha información
recurriremos al nombre propio: Madrid-Plazas puede ser válido con un fondo reducido y
Puerta del Sol (Madrid) en el caso de que dispongamos de mucha información.
No suelen estar incluidos en las listas de encabezamientos, salvo algunos ejemplos que
sirven de modelo para cada clase y cuando alguna lista de materias incluye normas de
redacción, estas no son extrapolables a otras lenguas.

A la hora de la redacción se plantean una serie de problemas:


a. Variaciones ortográficas: Méjico / México
b. Variaciones lingüísticas: Malvinas / Falkland
c. Homonimias: Venus (Planeta) / Venus (Diosa), Córdoba, ciudad de Argentina o de
España
d. Nombres oscuros o ambiguos que precisan aclaración: Blaise (Sistema de recuperación
de información), Fan (Pueblo africano)
e. Orden de parición de los términos, en general debe tenderse al orden natural, salvo en los
casos en que las Reglas de Catalogación o la lógica obliguen a invertir dicho orden: Robin
Hood, pero Dumas, Alexandre (1802-1870)

Tipos de encabezamientos de nombre propio


1. Nombres de persona
2. Nombres de entidades
3. Títulos uniformes
4. Nombres geográficos
5. Acontecimientos históricos
6. Nombres propios relacionados con el arte, arquitectura, urbanismo, obras
de ingeniería, cuevas, yacimientos arqueológicos y parques naturales
7. Nombres propios en ciencia y tecnología

Nombres de persona

Como norma general hay que atenerse a las reglas de catalogación, al capítulo 15 en lo que
se refiere a lengua, grafía, elección entre varios nombres y determinación del elemento
inicial. Hay que tener en cuenta determinados casos:
-Nombres de familia, tribus o clanes: en los de familia se utiliza el apellido con la
aclaración correspondiente entre paréntesis: Kennedy (Familia) Los de tribus o clanes
llevan también entre paréntesis una aclaración normalizada: Kuta (Pueblo africano)
-Casas reinantes, dinastías o castas: se usa una entrada inversa, entrando por el nombre de
la casa: Borbón, Casa de. Los nombres de dinastías o castas sólo llevan paréntesis en caso
de que exista homonimia: Ptolomeos; Eta (Casta japonesa)
-Nombre de autor con un título de obra: se nombra al autor y tras punto el título de la obra,
siguiendo las reglas de catalogación: Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Don
Quijote de la Mancha
-Personajes de ficción: incluyen aclaración entre paréntesis en caso de homonimia o
ambigüedad. Si equivale a una frase se redactan en orden directo, posponiendo únicamente
el artículo: Gato con botas, El (Personaje de ficción), y si incluye un nombre personal este
se convierte en el elemento inicial: Arturo, Rey. Ahora bien, si consta de nombre y
apellido, se redacta como un nombre personal normal: Holmes, Sherlock
-Personajes mitológicos o legendarios: se redactan añadiendo al nombre las aclaraciones
normalizadas (Personaje/s mitológico/s) (Personaje/s legendario/s), si es necesario deshacer
la homonimia: Ceres; Venus (Personaje mitológico)
-Personajes bíblicos: igualmente se añade aclaración normalizada siempre que sea
necesario: Daniel (Personaje bíblico)

Nombres de entidades

Se redactan siguiendo las normas sobre autores corporativos del capítulo 15 de las Reglas
de Catalogación:
Biblioteca Nacional (España)
Exposición Ibero- Americana (1929-1930. Sevilla) España. Ministerio de Economía y
Hacienda

Títulos uniformes

En general, se redactan siguiendo las normas sobre Títulos uniformes del capítulo 16 de las
Reglas de Catalogación, aunque existen algunos títulos que se dan casi exclusivamente
como entrada de materias, que se analizan a continuación.
-Nombres de leyes, se redactan según las reglas de catalogación, si se trata de leyes
antiguas usar el nombre por el que sean más conocidas: Fuero de Zamora; Siete Partidas
-Tratados y paces, se ajustaran a reglas de catalogación, en general se redactarán con el
nombre del tratado seguido de la fecha entre paréntesis: Conferencia de Yalta (1945)
-Libros sagrados: se siguen las reglas de catalogación y el Apéndice I
-Obras anónimas: se siguen las reglas de catalogación y el Apéndice II
-Programas de televisión o radio: se añade aclaración normalizada, salvo que vaya implícito
en el nombre: Un, dos, tres (Programa de televisión); Hoy por hoy (Programa de radio);
Teletienda
-Manuscritos y música: siguen la reglas de catalogación: Biblioteca Nacional (España).
Mss. 4944; Falla, Manuel de. Sombrero de tres picos. Suite n. 1-2
-Publicaciones seriadas, se usa el lugar de publicación para romper homonimia y en caso de
que ésta persista, las fechas: ABC (Madrid); ABC (Sevilla)
-Nombres de colecciones, si existe homonimia se rompe con la entidad editora y si la
homonimia existe entre la entidad editora y la serie, se le añade a esta última la aclaración
(Serie): Serie Documentos (Editorial CCS); Serie Documentos (Vanguardia Obrera);
Oxford Historical Society (Serie)

Nombres geográficos

Como norma general se redactarán en la lengua del indizador si existe una forma
suficientemente acuñada, si no es así, se usará en lengua original. Se añadirá paréntesis para
deshacer homonimias o para aclarar los términos. Se pueden enumerar los siguientes
grupos:
-Accidentes geográficos: se usa solamente el nombre específico y no el genérico, si el
específico resulta confuso se añade aclaración entre paréntesis: Cantábrico; Margarita
(Isla); Atlas (Cordillera).
Si la homonimia existe entre dos o más nombres, el de mayor uso se redactará sin
paréntesis y los demás llevarán aclaración: Amazonas; Amazonas (Estado, Venezuela);
Amazonas (Estado, Brasil)

Si el nombre está formado por un nombre genérico y un adjetivo, se conserva el nombre


completo y se cita en orden directo: Sierra Morena; Mar Rojo; Sistema Central.
Lo mismo sucede cuando el nombre está compuesto por un nombre genérico y otro
específico cuyo conjunto constituye una unidad de significado: Montes de Toledo; Bahía
Cochinos
-Ciudades, pueblos, comarcas, regiones, países, reinos: se usa el paréntesis para resolver
homonimias, en los nombre no españoles el nombre del país o el del estado en los estados
federales, y en los españoles el nombre de la provincia: Toledo (Chile); Figueras (Oviedo);
Figueras (Gerona)
-Nombres que han variado a lo largo del tiempo pero conservando sus límites: Se usa el
nombre actual y se trazan referencias desde los nombres antiguos:
San Petesburgo
UP Leningrado
-Nombres que han variado a lo largo del tiempo de nombre y de límites: se usa el nombre
de la época objeto de estudio: Irak; Castilla la Nueva; Rio de la Plata (Virreinato)
-Divisiones territoriales distintas con el mismo nombre: se usa aclaración entre paréntesis
con el nombre genérico de la división territorial, la ciudad queda sin paréntesis: Valencia;
Valencia (Provincia); Valencia (Comunidad Autónoma).
Si el nombre de ciudad coincide con el del estado, la aclaración entre paréntesis la lleva la
ciudad: Roma; Roma (Ciudad)
-Comarcas, regiones, parajes, zonas turísticas, económicas, etc: usar en orden directo y con
paréntesis cuando exista homonimia: Costa del Sol; La Mancha (Ciudad Real)
-Nombres geográficos no incluidos en los apartados anteriores: usar en orden directo y
preferir el término Región a Área o Zona: Regiones Árticas; África subsahariana; Estados
del Sur (Estados Unidos)
-Nombres de delimitaciones según los puntos cardinales: usar cualificaciones geográficas
normalizadas: Septentrional, Meridional, Oriental, Occidental, Noroccidental, Nororiental,
Sudoccidental y Sudoriental
-Nombres con siglas: usar la forma desarrollada, trazando referencias desde estas:
Estados Unidos
UP U.S.A.
Unión Soviética
UP URSS
Algunas bibliotecas aclaran la localización de todos los nombres geográficos, en este caso
se aconseja usar como localizador el nombre de la provincia en los nombres españoles y en
los extranjeros, el nombre del país o el del estado en los estados federales.

Acontecimientos históricos

Existen distintos tipos:


-Pertenecientes a la historia de un lugar: se construyen con el nombre del lugar el
subencabezamiento Historia y un segundo subencabezamiento con el nombre del
acontecimiento: Francia-Historia-Ocupación alemana, 1914- 1918
-Guerras o conflictos internacionales: se redactan con el nombre del conflicto con las
fechas precedidas de coma: Guerra Mundial, 1939-1945. Pueden subdividirse por lugares:
Guerra árabe-israelí, 1967-Siria
-Nombres de batalla: Se redactan en forma inversa, es decir con el nombre de la batalla
como elemento inicial y seguido de la fecha: Belchite, Batalla de, 1937

Nombres propios relacionados con el arte, arquitectura, urbanismo, obras de


ingeniería, cuevas, yacimientos arqueológicos y parques naturales

Como regla general, se redacta en orden directo en la lengua del indizador, si existe forma
acuñada: Monasterio de la Encarnación (Madrid); Arco del Triunfo (París); Golden Gate
(San Francisco).
La aclaración entre paréntesis, si están en un núcleo urbano, es el nombre de la ciudad y si
no lo está, el nombre de la provincia en los nombres españoles y en los nombres
extranjeros, el del país o el estado federal en los estados federales. Se pueden señalar los
siguientes tipos:
-Obras de arte: Tesoro de Guarrazar; Venus de Nilo; Dama de Elche
-Autor más título de obra de arte: Goya, Francisco de (1746-1828). Caprichos
-Nombres de edificios o estructuras arquitectónicas, urbanísticas o de ingeniería: usar el
orden natural en la lengua del indizador, con indicación de donde se encuentra si no está
incluido en el nombre: Catedral de León; Jardín de Luxemburgo (París); Arco de Trajano
(Benevento)
-Yacimientos arqueológicos, parques naturales o cuevas: se redactan en orden directo y en
la lengua del indizador si hay fórmula acuñada; con aclaración del lugar en que se
encuentran, el nombre de la provincia en los nombres españoles y en los nombres
extranjeros, el del país o el estado federal en los estados federales: Cerro de los Santos
(Albacete); Abri Pataud (Francia); Wayne National Forest (Ohio)

Nombres propios en ciencia y tecnología

Como norma general se usará la lengua del indizador y los paréntesis para deshacer
homonimias o hacer aclaraciones. Se pueden identificar los siguientes tipos:
-Nombres de animales o plantas: se usará la lengua del indizador o el latín según los hábitos
de los usuarios del centro: Salmónidos; Escherichia coli
-Minerales, elementos o compuestos químicos: se usa la nomenclatura internacional
normalizada, salvo en aquellos en que el nombre vulgar esté muy extendido:
Acetona
UP 2-propanona
-Conceptos de distintas áreas del conocimiento: fenómenos, objetos, enfermedades, teorías
o métodos: si está compuesto por nombre genérico y nombre propio sin preposición,
nombre genérico más adjetivo o nombre genérico y complemento del nombre común, se
redacta en orden directo: Efecto Auger; Enfermedad celíaca; Enfermedad del suero
Si por el contrario está compuesto de nombre genérico más complemento del nombre
propio, se redacta en orden inverso, con el nombre propio como elemento inicial: Wiener,
Integrales de; Down, Síndrome de
Los nombres de teorías siempre se construyen con inversión, salvo que estén compuestos
por nombre y adjetivo: Conjunto, Teoría de; Teoría cuántica
Encabezamiento + subencabezamiento

El lenguaje de indización sirve para controlar y subsanar las dificultades de uso del
lenguaje natural y concretamente los subencabezamientos expresan conceptos o relaciones
entre éstos.

Los subencabezamientos cumplen algunas funciones básicas:


-Precisar o limitar el significado del encabezamiento principal: Remolachas- Cultivo;
Bibliotecas-Gran Bretaña
-Relacionar conceptos, se construye con encabezamiento + subencabezamiento cuando se
considera más importante la información que proporciona el concepto expresado por el
encabezamiento simple que la dada por el subencabezamiento: Alimentos-Contenido en
fibra; Literatura francesa- Influencia española
-Reunir información: reunir en un encabezamiento principal todos los aspectos relativos a
él, bien porque se dispone de poca bibliografía: Papúes- Derecho, bien porque a pesar de
ser la verdadera materia el subencabezamiento, el término no es los suficientemente
expresivo para constituir un encabezamiento principal: Química-Aparatos e instrumentos

El uso plantea algunos problemas:


-Nivel de especificidad, si disponemos de mucha información sobre un tema, será más
necesario subdividirlo mediante subencabezamientos
-Cantidad de subencabezamiento, irá en relación con la repetitibilidad o no de cada tipo
(como norma general solo el subencabezamiento de forma es repetible)
-Normalización de su redacción, en principio sigue las mismas pautas que la redacción de
los encabezamientos principales, tanto en lo que se refiere a la elección del singular o
plural: Bibliotecas- Administración; Arquitectura- Manuscritos-Facsímiles, como en los
nombres propios usados como subencabezamiento: Literatura-Caribe (Región); Juan de la
Cruz, Santo (1542-1591)-Influencia-Pascal, Blaise (1632-1662)
Pueden estar compuestos por nombre y adjetivo e incluso por frases: Literatura española-
S.XVI-Historia y crítica.
Los períodos temporales expresados en los subencabezamientos cronológicos pueden
expresarse en números romanos, arábigos o arábigos con epígrafe alfabético: Filipinas-
Historia-Ocupación japonesa, 1942-1945
-Orden de los subencabezamientso: el habitual es: Subencabezamiento de materia
propiamente dicho (o subencabezamiento general), subencabezamiento topográfico,
subencabezamiento cronológico y subencabezamiento de forma: Arquitectura-España-
S.XVIII-Manuscritos.
Sin embargo en ocasiones se altera este orden para cambiar el significado:
Arquitectura-Grabados-S.XIX se refiere a los grabados del siglo XIX sobre arquitectura y
en cambio Arquitectura-S.XIX-Grabados se usa para grabados de cualquier época sobre la
arquitectura del siglo XIX.
-Fórmulas alternativas: casi siempre es posible más de una solución, en general si se
intenta reunir información bajo un determinado encabezamiento, como en el caso de los
grupos étnicos o de edad, son preferibles la construcción de encabezamiento con
subencabezamiento al uso de encabezamientos formados por sustantivos y adjetivos:
Chicanos- Estados Unidos.
Lo mismo sucede con las manifestaciones artísticas populares: Bailes populares-Albacete
(Provincia)

Igualmente, se usa preferentemente un subencabezamiento cronológico a los adjetivos


antiguo, medieval o moderno debido a su grado de imprecisión
Siempre que exista supremacía de un concepto sobre otro se prefiere la fórmula de
encabezamiento con subencabezamiento, suelen expresar la acción sufrida o ejercida por el
concepto expresado por el encabezamiento: Literatura española-Influencia francesa; Cobre-
Efectos fisiológicos

Tipos de subencabezamientos
1. Subencabezamiento de materia propiamente dicho o subencabezamiento general,
indican aspectos, procesos o propiedades del concepto expresado en el encabezamiento o
acción que se ejerce por o sobre el mismo: Barcos-Desguaces; Metabolismo-Trastornos;
Espacio exterior-Exploración
No se aplican de forma general sino cada uno de ellos a unas determinadas categorías.
Suele ir tras el encabezamiento y no suelen repetirse, no siempre se respetan ni el orden ni
la no repetitividad: Novela española-S.XX-Historia y crítica; Deportes náuticos-
Instalaciones- Planificación.

2. Subencabezamiento topográfico, indican la localización espacial y son de aplicación


general. Pueden ser nombres geográficos o nombres de entidad: Arquitectura renacentista-
Italia; Flora-Galápagos (Isla); Manuscritos-Universidad de Sevilla. Biblioteca-Catálogos
El orden habitual es entre el subencabezamiento general y el cronológico, pero este orden
puede verse alterado: Manuscritos-S.XI-Monasterio de El Escorial.Biblioteca; Aves-
España-Clasificación

3. Subencabezamiento cronológico, indican la ubicación temporal y son de aplicación


general. Se suelen establecer periodos prefijados y no asignar libremente cualquier fecha,
sino escoger un lapso de tiempo en el que esté incluida la fecha objeto de estudio. Los
períodos normalizados se suelen establecer para los países, mediante fechas en números
arábigos, precedidos o no de un epígrafe alfabético: España- Historia-Guerra civil, 1936-
1939.
Cuando estas fechas se aplican a una división territorial menor, se suprime la parte
alfabética: Madrid-Historia-1936-1939, ahora bien estas divisiones territoriales pueden
tener además sus propias fechas: Barcelona-Historia- Semana Trágica, 1909.
Dada la mayor libertad de uso se recomienda el uso de períodos amplios consignados con
números romanos: Aragoneses-S.XXBiografías; Madrid-Descripción-S.XVIII

4. Subencabezamiento de forma, indican o bien forma de presentación de los datos:


Bibliografías, Directorios, Novelas, etc, o forma física del documento: Manuscritos,
Fotografías, Grabados. Siempre se expresan en plural, son repetibles y de aplicación
general, pero se aconseja limitar su uso a los encabezamientos de forma realmente
expresivos: Matemáticas-Bibliografías; Informática-Libros infantiles
Resumen del capítulo 16 de las reglas de catalogación sobre los Títulos
Uniformes

Definición según las RC


El título uniforme permite reunir en el catálogo todas las noticias bibliográficas de las
distintas ediciones de una obra publicadas bajo diferentes títulos o lenguas. Su utilización
está condicionada por las características del catálogo, en cuanto a su contenido y a los
usuarios. También permite distinguir obras distintas
con el mismo título

TITULOS UNIFORMES
1. Obras individuales
2. Anónimos en alfabetos no latinos
3. Obras en griego anteriores al S. XVI
4. Obras publicadas simultáneamente en varias lenguas
5. Indicación de lengua
6. Partes de una obra
7. Dos obras editadas juntas

TÍTULOS UNIFORMES COLECTIVOS FATICIOS


1. Obras completas
2. Obra selecta
3. Género literario
4. Antologías

TÍTULOS UNIFORMES INTERNACIONALES


REGLAS ESPECIALES
1. Manuscritos
2. Legislación
Leyes modernas
Leyes antiguas
3. Tratados internacionales
4. Libros sagrados
5. Libros litúrgicos
Iglesia Católica
Iglesia Católica antes del Concilio de Trento
Otras iglesias
Obras individuales
TÍTULOS UNIFORMES
Obras individuales
-Se usará como encabezamiento el nombre por el que sea más conocida la obra: Cervantes
Saavedra, Miguel de (1547- 1616). Don Quijote de la Mancha
-Se trazarán referencias hacia las formas no aceptadas:
Lazarillo de Tormes
Up. La vida del Lazarillo y de sus fortunas y desventuras
Vega, Lope de (1562-1635). La dama boba
Up. Vega, Lope de (1562-1635). La boba discreta

Anónimos en alfabetos no latinos


-Se usará la forma más conocida en español y la más usada en las obras de referencia:
Manuscritos del Mar Muerto

Obras en griego anteriores al S. XVI


-Si existe se eligirá la forma española, si no existe esta, la latina y en última instancia, la
griega transliterada: Esquilo. Prometeo encadenado
Orígenes. De principiis
Orígenes. Hexapla

Obras publicadas simultáneamente en varias lenguas


-Si se trata del nombre de una entidad con título en más de una lengua, se eligirá el título en
la misma lengua de la entidad.
-Si se trata de un autor personal bilingüe, seleccionar nombre del autor y del título en la
misma lengua, si la forma del nombre del autor coincide en las distintas lenguas, se podrá
elegir la lengua del centro catalogador. El orden de preferencia será: lengua española del
centro catalogador, otra lengua española, inglés, francés, italiano, portugués y alemán. Si no
existe versión en ninguna de estas lenguas, se usará la lengua de la obra recibida en primer
lugar.

Indicación de lengua
-Se añadirá el indicador de lengua, cuando la lengua de la obra no sea la lengua original
Amadis de Gaula. Francés
-Si se trata de una variante antigua de la lengua, se indicará entre paréntesis:
Chanson de Roland. Francés (Francés antiguo)
-Si se trata de una versión bilingüe o multilingüe, se consignarán hasta dos lenguas y a
partir de tres el término 'Políglota'
Goethe, Johann Wolfgang von (1749-1832).
Faust. Español-Alemán
Biblia. Políglota
-Si la obra es originalmente plurilingüe, se encabezará sin indicador de lengua.
-Si posteriormente se edita en una de estas lenguas originales, se le añade el indicador de
lengua, aunque la lengua del texto coincida con la del título.
-Si la obra aparece simultáneamente en dos lenguas, se eligirá una, teniendo en cuenta el
orden de preferencia expuesto más arriba.
Partes de una obra
-Se usará el título uniforme de la parte, trazando referencia al título general seguido del
título de la parte: Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). La Gitanilla
Up. Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Novelas
ejemplares. La Gitanilla

Dos obras editadas juntas


-En el caso de dos obras editadas juntas, se eligirá el título uniforme de la primera y se
añadirá un asiento secundario para la segunda.
Shakespeare, William (1564-1616). Merchant of Venice. Español
El mercader de Venecia ; y la Tragedia de Macbeth
Asiento secundario: Shakespeare, William (1564- 1616). Macbeth. Español

TÍTULOS UNIFORMES COLECTIVOS FATICIOS


Obras completas
-Se usará el término 'Obras', tras el nombre del autor

Obra selecta
-Se usará el término 'Obra selecta' tras el nombre del autor
Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Obra selecta. Inglés
The selected work of Cervantes

Género literario
-En las colecciones de obras de un mismo género, se usará como título uniforme el
correspondiente al nombre del genero tras el nombre del autor:
Vega, Lope de (1562-1635). Poesía
Obras poéticas de Lope de Vega
Se puede añadir la lengua de la traducción si no está en lengua original.

Antologías
Se utiliza el término 'Antología', para las colecciones de fragmentos:
Cervantes Saavedra, Miguel de (1547-1616). Don Quijote de la Mancha. Antología

TÍTULOS UNIFORMES INTERNACIONALES


-Los títulos uniformes de obras que tengan más de una versión básica, pueden recibir títulos
uniformes en más de una lengua, trazándose entre ellos la relación de 'Véase además'. Se
trata sobre todo de los títulos uniformes recogidos en la obra Anonymous classics de la
IFLA.
Flores y Blancaflor
Va. Floire et Blancheflor
Flore und Blancheflur
Flores and Blanchefleur, etc.
REGLAS ESPECIALES
Manuscritos
-Usar el título original o la versión más próxima a éste
-Si no se conoce el título original, usar el título propio.
-En algunos casos, se puede usar el título establecido por la tradición científica: Annales
Prumienses
-Se puede usar también el título por el que es conocido un determinado manuscrito y sus
copias: Codex Tro-Cortesianus
-En manuscritos misceláneos usar el título asignado por el compilador o aquel por el que
sean más conocidos: Flores de varia poesía
-También se puede usar como título la designación topográfica, mencionando el lugar de
depósito, la palabra Manuscrito, y la signatura topográfica: Biblioteca Nacional (España).
Manuscrito 4944
-La designación topográfica se añadirá también a los títulos uniformes de los libros
sagrados y textos litúrgicos si los manuscritos son identificados por dicha designación:
Biblia. Latín. Monasterio de El Escorial. Manuscrito a.I.5

Legislación
-Para la legislación actual se usa el título uniforme Leyes, etc, bajo nombre de país si se
trata de colecciones legislativas.
-Si se trata de colecciones legislativas monográficas, se añade un término que recoja la
materia de las mismas: España. Leyes, etc, de educación
-Si estas colecciones tienen un título establecido, se eligirá éste como título uniforme:
España. Código alimentario
-Las leyes individuales se designarán con un título uniforme constituido por el nombre por
el que sean más conocidas, añadiendo su número o fecha de promulgación: España. Ley del
divorcio, 1981 o Argentina. Ley n. 17253
-Para la legislación antigua se usará el nombre tradicional: Fuero Juzgo; y si se trata de
partes de códigos generales, se citará el nombre de la parte detrás del nombre general del
código: Corpus Iuris Civilis. Pandectae Índice

Tratados internacionales
-Los tratados y colecciones de tratados generales suscritos por dos partes, irán encabezados
por una de las partes, seguido del encabezamiento Tratados, etc. y de la otra parte: España.
Tratados, etc. Francia
-Si están suscritos por más de dos partes, sólo se encabezará por el signatario común,
seguido del título Tratados, etc.: Grecia. Tratados, etc. Tratados, etc. seguido de fecha se
usará para tratados trilaterales.
-Si se han firmado por más de tres partes, habrá que redactar entradas secundarias: España.
Tratados, etc. 1729 para una obra títulada: Tratado de paz, unión y amistad y de alianza
defensiva entre, Francia e Inglaterra y por el contrario: Tratado de la Unión Euopea (1992).
Francés, para una obra titulada Traité sur l'Union Europeenne, con asiento secundario por:
España. Tratados, etc, 1992
-Si son comunmente conocidos por un nombre, se adoptará éste, con la fecha en que se
firmó o comenzó a firmarse: Tratado de Utrecht (1713) o Convención Internacional de
Derechos de Autor (1952).
-Si no existe otra posibilidad se usará el título propio.
-Cuando uno de los firmantes es la Iglesia Católica se usará el término Concordatos, etc.
seguido de Iglesia Católica: España. Concordatos, etc. Iglesia Católica.
-Si se trata de protocolos o enmiendas, al título uniforme se le añadirá Protocolos, etc.,
precedido de punto y seguido de la fecha y nombre del país si procede: Comunidad
Económica Europea. Tratados, etc. Libano. 1977. Protocolos, etc. 1980- 1987

Libros sagrados
-La Biblia y los libros apócrifos se usarán siguiendo el Apéndice I
-Los libros sagrados de otras religiones no cristianas se encabezarán como se expone a
continuación:
El Talmud, de forma análoga a la Biblia
El Corán, título uniforme Corán. Nombre propio de la Sura y número del verso
cuando sea necesario
Títulos uniformes de otros libros sagrados: Vedas.
Samaveda
Avesta.
Yasne
Haggadah

Libros litúrgicos
-Como norma general, se usará el nombre del libro litúrgico en latín, precedido de Iglesia
Católica: Iglesia Católica. Missale. Español.
-A continuación se enumeran los títulos uniformes aceptados para la catalogación de
manuscritos de textos litúrgicos anteriores al concilio de Trento:
Antiphonale
Benedictionale
Breviarium
Cantatorium
Capitulare Evangeliorum
Collectarium
Diurnale
Epistolarium
Evangelarium
Graduale
Horae B.M.V.
Hymnarium
Kalendarium
Kyriale
Lectionarium
Lectionarium plenum
Legendarium
Liber Ordinarius
Missale
Missale festivum
Nocturnale
Officium capituli
Ordinarium missae
Ordines romani
Pontificale
Processionale
Psalterium
Responsoriale
Rituale
Sacramentarium
Tonale
Troparium
-Los libros litúrgicos de otras iglesias, se encabezarán con el nombre en español, en caso de
que exista: Iglesia Evangélica Española. Himnario, y en el caso de que no exista, con el
nombre en lengua original: Church of England. Book of common prayer
Resumen del capítulo 15 de las reglas de catalogación sobre la Forma de
los encabezamientos o puntos de acceso

AUTORES PERSONALES
Normas generales de elección
Seudónimos
Elemento inicial
Partículas
Títulos de nobleza
Nombre propio o sobrenombre como elemento
inicial
Calificativos
Fechas
Homonimias
Nombres árabes
Nombres hebreos
Nombres chinos
Nombres birmanos
Nombres hindúes
Nombres indonesios
Nombres tailandeses
Nombres turcos
Iniciales, letras sueltas o numerales
Frases

AUTORES CORPORATIVOS O ENTIDADES


Adicción de nombres geográficos
Área jurisdiccional
Lengua
Entidades oficiales
Cuerpos legislativos
Nombres de cargos
Entidades subordinadas
Entidades relacionadas
Organismos internacionales
Congresos, conferencias, asambleas (ferias y
exposiciones)
Entidades religiosas
TÍTULO COMO PUNTO DE ACCESO
AUTORES PERSONALES

Normas generales de elección:


-Mayor frecuencia en textos originales
-Mayor frecuencia en obras de referencia
-La forma más reciente
-Entre la forma más completa o menos, elegir la más conocida
-Preferencia de las grafías actuales
-En caso de variaciones lingüísticas en autores poliglotas, usar la forma más frecuente o las
habituales de las obras de referencia del país en que residió o escribió
-Entre la forma latina de un nombre y la vernácula, elegir la que usen las obras de
referencia
-En los autores bizantinos, adoptar la forma latina
-Santos, beatos, papas, emperadores, reyes y príncipes reinantes, además de los clásicos
griegos y latinos se redactaráan en lengua española
-Cuando existan variaciones alfabéticas de escrituras no latinas, se usará la forma original
transliterada a escritura latina, salvo que estén referenciados en obras de consulta.

Seudónimos
-Como norma general: preferencia del seudónimo sobre el nombre real, salvo si se trata de
un autor contemporáneo, cuyo seudónimo/s puede estar falto de arraigo, en que se preferirá
el nombre real
-Si cuenta con más de un seudónimo y usa además el nombre real, usar en cada obra el que
figure, trazando referencias entre todos los seudónimos y el nombre real
-Si dichos seudónimos y nombre real se usan para determinadas áreas temáticas, respetar
dicha especialización

Elemento inicial
-Primer apellido
-Segundo apellido en nombres portugueses o brasileños (excepto palabras que indiquen
parentesco: Neto, Sobrihno, Filho, que se mantienen tras el apellido
-Si el autor muestra preferencia por alguna parte de su nombre, se toma ésta como parte
inicial
-En mujeres casadas, como norma general se comenzará por el apellido del-marido, si sólo
usa éste
- Si usa uno y otro, tomar como elemento inicial el más reciente
-Si usa su apellido más el del marido, comenzar con el del marido excepto en: Lengua
española, italiana, francesa, checa y húngara, que se comenzará con el que figure en primer
lugar. Si usa el nombre completo del marido, comenzar con el apellido de éste.

Partículas
-Alemán, comenzar por la parte siguiente a la partícula, salvo que se trate de la contracción
-Checo y esloveno, en el caso del genitivo precedido de z, comenzar por la parte siguiente a
la partícula
-Lenguas escandinavas:
Parte siguiente a partícula cuando proceda de lenguas escandinavas o germánicas
(exceptuando la partícula holandesa o flamenca de)
En el resto de los casos, comenzar con la partícula
-Español:
Las preposiciones se posponen, con artículo o con contracción
El artículo se antepone, vaya separado, unido o con guión
-Francés:
El artículo y la contracción de este con preposición se anteponen
La preposición sola se pospone
-Holandés y flamenco:
Se comienza por la parte que sigue a la partícula excepto en la partícula ver, que se
antepone
Los apellidos procedentes de otras lenguas, igual, salvo los belgas, que siguen la norma de
la lengua de procedencia
-Inglés: tanto la preposición como el artículo anteceden al nombre
-Italiano:
En general, se comienza por la partícula
Las partículas d', dei, degli, de li de autores anteriores al S. XIX se consideran
denominaciones de grandeza, y se posponen
-Portugués: se comienza con la parte que sigue a la partícula
-Rumano: se comienza por la partícula, excepto de, que se pospone
-Las partículas que indican relación familiar: Mac, Mc, O', Fitz, Ker, A', Ap, Abu, Ihn, Bar
y Ben se anteponen

Títulos de nobleza
-Norma general: Título, Nombre en forma directa, palabra que indique el rango nobiliario
-Si el título nobiliario no se usa como elemento inicial sólo se incluye cuando el autor lo
use habitualmente

Nombre propio o sobrenombre como elemento inicial


-Cuando no aparezca ni título ni apellido se comenzará por el nombre propio seguido por el
sobrenombre, salvo que se le cite por el sobrenombre en las obras de referencia
En los clásicos latinos se comenzará con el elemento más conocido

Calificativos
-Soberanos: Nombre, ordinal, título con nombre del estado
-Soberanos santos: Nombre, ordinal, título con nombre del estado, Santo
-Soberanos consortes: Nombre, "consorte de", nombre del soberano, título con nombre de
estado
-Príncipes e infantes no reinantes, siguen la norma general de títulos de nobleza, e incluyen
el título o dignidad en la lengua original
-Santos y beatos: Nombre propio, santo o beato
-Papas: Nombre, ordinal, Papa (se añade Santo, si además lo es)
-Dignidades eclesiásticas: Nombre de pila, dignidad
-Nombres de religión:
Nombre, sobrenombre (siglas de la orden)
Nombre, apelativo como Madre, Hermano, etc.
Fechas
-Aunque son opcionales, son el elemento preferente para romper homonimias. En los
materiales gráficos son obligatorias las fechas para los nombres personales y en general se
usan cada vez más para permitir el intercambio internacional de registros.

Homonimias
-Además de con las fechas, se puede romper la homonimia añadiendo elementos como
títulos, orden o congregación religiosa, palabras como padre, hijo o junior
-En el caso de homonimia aparente por aparecer el nombre con siglas, desarrollar éstas
entre paréntesis.

Nombres árabes
-Los nombres árabes que no estén compuestos por nombre propio y apellido, se incluirán
en forma directa, empezando por el elemento más conocido (Ver Apuntes de la École des
Sciences de l'Information de Rabat de la Unesco en Rabat)

Nombres hebreos
-Van precedidos de ben, abi, ab, bar, mar, ha o he, unidos al nombre por guión

Nombres chinos
-Suelen comenzar por el apellido

Nombres birmanos
-El nombre propio se encuentra al principio y u, Saw, Daw, Naw y Maung son tratamientos
Si contiene un nombre de pila occidental, éste se pospone

Nombres hindúes
-Los nombres antiguos comienzan por la primera palabra del nombre
-A partir de la segunda mitad del S.XIX, el apellido es el elemento inicial

Nombres indonesios
-El elemento inicial es la última parte del nombre, se incluyen en orden directo los nombres
que incluyen iniciales o la partícula di nam

Nombres tailandeses
-Orden directo
-Títulos de nobleza como elemento inicial, con nombre entre paréntesis

Nombres turcos
-Antes de 1935, nombres en forma directa como los nombres árabes. A partir de esta fecha,
el elemento inicial es el apellido

Iniciales, letras sueltas o numerales


-Se incluyen en orden directo
Frases
-En orden directo, posponiendo el artículo si lo hay
-Si incluyen nombres de persona o con apariencia de serlo, se comenzará con éste
-Los Pseudo van en orden directo
-Frase que identifica a el autor como autor de otra obra en orden directo

AUTORES CORPORATIVOS O ENTIDADES


-Como norma general se usará la forma predominante o la más breve, prefiriendo el
nombre convencional al oficial.

Adicción de nombres geográficos


-Se añaden nombres geográficos cuando son necesarios para identificar las entidades.
Podrán ser nacionales, regionales, provinciales o locales según proceda: Biblioteca
Nacional (Argentina) Archivo Histórico Provincial (Segovia)
-También se puede añadir una frase, fecha o entidad asociada que la identifique: Marcial
Pons (Firma) Estudio General de Lérida (1300-1717) Instituto de Espiritualidad
(Agustinos Recoletos)
-Si los nombres geográficos forman parte del nombre de la entidad, se mantienen así:
Ateneo de Madrid. Colegio de Abogados de Sevilla
-Los nombres geográficos se usarán en español siempre que sea habitual su uso, y si no es
así, en la lengua original. El artículo de los nombres geográficos se mantendrá como parte
integrante de estos: Los Molinos. Las Vegas

Área jurisdiccional
-Se usará el nombre convencional y no el oficial: Gran Bretaña y no Reino Unido de la
Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
-Se añadirán entre paréntesis los determinantes precisos cuando exista homonimia: Segovia
(Diócesis) Segovia (Provincia)

Lengua
-Se eligirá la lengua oficial de la entidad; si existe más de una y entre ellas, alguna de
lenguas oficiales españolas se eligirá esta. En caso contrario se adoptará el siguiente orden
de preferencia: inglés, francés, italiano, portugués y alemán
-Los organismos internacionales que posean nombre en lengua española se adoptarán en
esta lengua.
-Las entidades cuyo nombre aparezca en una lengua poco conocida se nombraran con el
nombre en otra lengua más conocida que figure en la publicación o en las obras de
referencia. National Museum of Modern Art (Tokio) (y no Kokuritsu Kindai Bijutsukan)
-Cuando el nombre esté en escrituras no latinas, se tranliterará.
-Cuando existan cambios de nombre, se trazarán referencias de 'véase además' entre los
distintos nombres
Entidades oficiales
-Los organismos de la administración pública se nombrarán mediante un nombre de
jurisdicción y el nombre de la entidad: España. Ejército de Tierra
-Para las grandes divisiones jurisdiccionales judiciales o militares se usará el nombre del
país junto con el nombre de estas divisiones: España. Audiencia Territorial de Albacete
-Representaciones de un país en un organismo internacional, se nombrarán por el país
representado seguido del nombre de la delegación en el idioma original Estados Unidos.
Mission to theUnesco

-Representaciones de un país en otro: embajadas, consulados, etc.


Nombre del país representado. Nombre de la entidad ( País en el que se ejerza la
representación): Francia. Ambassade (España)
España. Embajada (Francia)

Cuerpos legislativos
-Por norma general se citan. Nombre del país. Entidad. Subentidad
España. Cortes Generales. Senado
-Para distinguir entre legislaturas: Nombre del país. Entidad (Ordinal legislatura. Años)
Estados Unidos. Congress (93º. 1973-1974)
-Las asambleas constituyentes se citarán: Nombre del país. Nombre de la Asamblea (Año/s)
España. Cortes constituyentes (1931)

Nombres de cargos
-Jefes de estado: Jurisdicción. Nombre del cargo en español (Años: Nombre en forma
abreviada)
España. Rey (1975- : Juan Carlos I)
-Si se refiere a varios se nombrarán solo con la jurisdicción y el nombre del cargo, sin
paréntesis: España. Rey
-Jefes de gobierno y otras dignidades: Jurisdicción. Nombre del cargo en idioma original
Gran Bretaña. Prime Minister

Entidades subordinadas
-Se usará solo el nombre de la entidad relacionada si así queda suficientemente identificada
-Si la entidad de que depende va incluida en el nombre de la subordinada se usará todo
conjuntamente: IFLA Universal Bibliographic Control and International Marc Programme
-Las entidades subordinadas oficiales se usarán como norma general directamente debajo
de la jurisdicción: España. Dirección General del Libro y Bibliotecas
-El nombre de la subentidad se usará bajo la entidad, cuando el término que la designe
indique dependencia o subordinación: Biblioteca Nacional (España). Sección de
Manuscritos
-El nombre de la subentidad se usará bajo la entidad, cuando se trate de un nombre común
que precise ir debajo de la entidad de la que depende para ser identificado: Universidad de
Sevilla. Facultad de Derecho
-El nombre de la subentidad se usará bajo la entidad, cuando el nombre de la entidad
subordinada incluya el nombre completo de la entidad de la que depende: Banco de Bilbao.
Servicio Estudios
-En el caso de que exista sucesión jerárquica, se eliminarán las entidades intermedias:
Universidad de Salamanca. Cátedra de Arte
y no Universidad de Salamanca. Facultad de Filosofía y Letras. Cátedra de Arte

Entidades relacionadas
Cuando una entidad no es propiamente relacionada de otra, pero guarda con ella algún tipo
de relación y contiene en el suyo el nombre de dicha entidad, se encabezará por este:
Colegio del Pilar (Madrid). Asociación de Antiguos Alumnos
-Los nombres de los comités o comisiones se usarán en orden directo, trazando referencias
a las entidades representadas

Organismos internacionales
-Siguen la regla general respecto a la forma del nombre y la lengua. Los nombres de cargos
se nombrarán en la lengua correspondiente según la norma de lengua. Naciones Unidas.
Secretario General

Congresos, conferencias, asambleas (ferias y exposiciones)


-Norma general: Nombre del congreso (Ordinal. Año. Lugar/es)
-Si se trata de un nombre genérico, añadir especificación entre paréntesis:
Cursos de Verano (Universidad de Oviedo) (1992. Gijón)
-Si se trata de secciones separadas dentro de un congreso, mencionar tras el paréntesis:
Congreso Universitario Internacional (25º. 1992). Fase Regional de Castilla y León
-Si el nombre del congreso incluye el de la entidad organizadora, redactar el
encabezamiento comenzando por la entidad organizadora, seguida del correspondiente
nombre genérico: Sociedad Española de Fitopatología. Reunión Científica (3ª. 1991.
Zaragoza)
-Si la entidad organizadora se cita abreviada y sin nexo gramatical se redactará el
encabezamiento en forma directa: IASTED Internacional Conference (4ª. 1989. Valencia)

Entidades religiosas
-Nombre de la iglesia seguido del nombre de la entidad Iglesia Católica. Congregatio pro
Doctrina Fidei
-En el caso de entidades católicas jurisdiccionales, el nombre de lugar con aclaración de
jurisdicción y el nombre de la entidad: Burgos (Archidiócesis). Vicaría General
-En los demás casos el nombre de la entidad en forma directa: Conferencia Episcopal
Española
-Concilios, asambleas, etc. Los ecuménicos se nombraran: Nombre en español (Ordinal.
Fechas)
Concilio Vaticano (2º. 1962- 1965)
-Concilios, asambleas, etc. Los demás se encabezarán por la entidad que los organice,
seguido del nombre oficial y las aclaraciones necesarias:
Society of Friends. Philadelphia Yearly Meeting (1939)
-La órdenes religiosas se citaran por el nombre más conocido en español, trazando
referencias a los nombres oficiales
Jesuitas
y no Societas Iesu
ni Compañía de Jesús
-Las órdenes militares medievales se encabezarán en español: Orden de Montesa
-Los cargos eclesiásticos se encabezarán: Nombre de la entidad representada. Nombre del
cargo en español (Años de ejercicio: Nombre en forma abreviada)
Jesuitas. Prepósito General (1965-1983: Pedro Arrupe)
-Si los cargos eclesiásticos se refieren a más de una persona se encabezarán: Nombre de la
entidad representada. Nombre del cargo en español

TÍTULO COMO PUNTO DE ACCESO


-Si comienza por abreviatura, trazar referencia a la forma desarrollada de ésta
-Si existe una variación ortográfica, trazar referencia
-Si la obra presenta diferencias en el título en las distintas ediciones, se usará un mismo
encabezamiento para todas las ediciones, redactado de acuerdo con las reglas para el título
uniforme, que se exponen en el Capítulo 16 de las reglas catalogación
La forma de los encabezamientos

Tras estudiar las GARE y las GARE de materia y el IBERMARC, queda aún un elemento
importante a tener en cuenta a la hora de crear autoridades, es la cuestión de la forma de los
encabezamientos, que constituyen la cara externa de los encabezamientos.

Podríamos considerar que ambas GARE constituyen la superestructura que determina qué
elementos constituyen una autoridad y que el formato IBERMARC establece una normas
internas mediante las cuales se articulan dichos elementos.

Por último, la forma de los encabezamientos viene determinada por una serie de normas:

-Internacionales: Names of persons, Anonimous classics, List of uniform headings for higer
legislative bodies de la IFLA, etc.
-Nacionales: en los códigos de catalogación nacionales existe siempre unos capítulos
dedicados a la forma de los puntos de acceso; en el caso de las RC españolas se trata de los
Capítulos 15 y 16
-Normativa específica para un determinado tipo de encabezamientos, como el Subject
Cataloging Manual de la Library of Congress, o la obra Encabezamientos de materia:
normativa para su redacción.
La automatización de los registros de autoridad

En un primer momento, la aparición de los sistemas automatizados generó enormes


expectativas de resolución de los problemas de los catálogos de bibliotecas, incluida la
normalización de los puntos de acceso.

Conforme estos sistemas fueron implantándose, se fue tomando conciencia de que no sólo
no estaban resueltos todos los problemas, sino que al contrario, la automatización sacaba a
la luz muchas inconsistencias que un nunca hubieran sido detectadas en un sistema manual.

Especialmente en el terreno de la normalización de los puntos de acceso, los sistemas


automatizados la han convertido en una necesidad cada vez más apremiante. El control de
autoridades es una de las herramientas básicas para el intercambio internacional de
información y para mantener la consistencia interna de los catálogos.

Es en este terreno, de la actualización de los ficheros donde existen mayores diferencias


entre los distintos sistemas. Existe un tipo de ficheros automatizados donde los asientos
bibliográficos y de autoridades están separados, y donde para mantener al día los cambios
en un registro de autoridad es necesaria la intervención humana. El segundo tipo sustituye
en los registros bibliográficos el registro de autoridad por un puntero, es decir un número
que representa al registro de autoridad. Así, al modificar el registro de autoridad, las
modificaciones se realizan, simultáneamente y sin intervención humana, en todos los
registros bibliográficos que los contienen.

Los distintos sistemas automatizados disponibles en el mercado cuentan todos con un


módulo para la gestión de autoridades más o menos desarrollado; así, Absis, Libertas o
Sirtex disponen de un módulo de autoridades muy capaz, mientras que el del sistema Sabini
ofrece menores prestaciones. Pero es probable que los nuevos productos mejoren
rotundamente sus rendimientos debido a la publicación del formato IBERMARC de
autoridades, en noviembre de 1999.

La normalización

En el marco del programa CBU (Control Bibliográfico Universal) de la IFLA, unido con el
MI (MARC Internacional) , se gestó el nacimiento de las Directrices para las entradas de
autoridad y referencia, conocidas por su acrónimo inglés GARE (Guidelines for
Authorities and Reference Entries), publicadas en 1984 y traducidas al español en 1993, así
como de las Directrices para los registros de autoridad y referencia de materias (GSARE),
publicadas en 1993 y traducidas al español en 1995.

Los objetivos básicos de las GARE y las GSARE son dos:


-Definir los elemento necesarios en los registros de autoridad
-Asignar un orden a estos elementos
-Establecer su estructura
Se trata de una normalización para registros manuales, previa su automatización; con la
generalización de los sistemas automatizados, las GARE se han convertido en un substrato
que subyace en la estructura de las entradas, y sobre todo en un modo de visualización de
los registros grabados en un formato MARC.

Las GARE, por otra parte, no prescriben la forma de los encabezamientos ni las
referencias, ni tampoco su puntuación. Las GARE se limitan a los encabezamientos de
autor personal, autor corporativo y títulos uniformes. Las GSARE se refieren las entradas
de materia propiamente dicha y lugar geográfico. Ambas poseen una estructura similar,
pero existen algunas diferencias, derivadas de las propias características de los registros.

Clasificación de las autoridades

Existen tres grupos generales de autoridades según las normas que rijan su creación y las
áreas del registro bibibliográfico en que se consignen:
-Autoridad de nombre, de nombre/título y de título uniforme, que se rigen por las normas
de la catalogación descriptiva y se incluyen en los encabezamientos principal y secundarios
-Autoridad de materia, de nombre geográfico, de género/forma y las subdivisiones, que se
rigen por las normas de la indización alfabética y que se inluyen en la relación de
secundarías de materia.
-Autoridad de serie, que se rigen por la normativa de la catalogación descriptiva con ciertas
características específicas y que se incluyen dentro del área de serie

Cada grupo posee unas características especiales.


-Las autoridades de nombre son las que corresponden a las menciones de responsabilidad
de la obra, por lo tanto al generarlas se tiene muy en cuenta la forma en la que aparece en la
publicación y se caracterizan, además de por esa gran fidelidad a la fuente, por la existencia
de distintos términos admitidos de un mismo nombre a lo largo de tiempo e incluso en un
mismo período.
-Las autoridades de materia se caracterizan porque habitualmente las formas anteriores de
un término se trazan como entradas de referencia o términos alternativos; es decir no suelen
coexistir dos formas de un mismo término. Otra característica es que, al contrario de lo que
ocurre en los encabezamientos de nombre, existe una menor sujeción a cómo aparece el
término en la publicación y una mayor necesidad de recurrir a fuentes externas a la propia
obra.
-Las autoridades de serie son las menos conocidas y las de más complejidad, debido en
parte a las propias características de éstas y a la escasez de normalización. Pueden ser
autoridades de serie un nombre de persona con un título, una entidad con un título o un
título uniforme. Afectan al área de serie, y su objetivo es agrupar los distintos títulos
publicados en una serie o colección.
Dentro de estos tres grupos básicos podemos distinguir encabezamientos de varias clases.
Dentro del primer grupo son los siguientes:
-De autor personal y de autor/título
-De autor corporativo o entidad y de entidad/título
-De congreso
-De título uniforme

Los de materia son:


-De materia propiamente dicha
-De lugar geográfico
-De género/forma
-De subdivisión (Aplicable bajo alguna de las anteriores)

Las de series son siempre títulos, que incluyen numeración y números normalizados,
pueden ser de los siguientes tipos:
-De autor / título
-De entidad /título
-De congreso
-De título uniforme

Las autoridades de nombre y de serie pueden ser usadas como encabezamientos de materia,
pero no ocurre igual a la inversa: las autoridades de materia no se pueden usar como
encabezamiento principal ni como encabezamiento de serie.

La necesidad de unificar los encabezamientos o puntos de acceso al


cátalogo- fichero de autoridades y de las tareas de creación y
mantenimiento de éste.
Autoridades: Algunas definiciones

Una autoridad es una forma normalizada de cualquier entrada de un catálogo


bibliográfico, registrada en un fichero manual o automatizado. Este registro suele contar
con datos sobre los términos no seleccionados y notas de aplicación y de fuente.

Según el Glosario ALA, un fichero de autoridad es:


Conjunto de registros normalizados que establece las formas autorizada de los
encabezamientos que han de utilizarse en un conjunto de registros bibliográficos y las
referencias que deben hacerse a los encabezamientos de éstos...

El registro de autoridades es:


Registro en el que aparece un encabezamiento establecido para su empleo en un conjunto
de registros bibliográficos, que cita las fuentes consultadas al establecer el
encabezamiento, indica las referencias que han de hacerse a y desde éste, expresando la
información encontrada en las fuentes como justificación de la forma de encabezamiento
elegido y de las referencias especificadas
Algunos autores distinguen entre trabajo de autoridades y control de autoridades,
considerando el trabajo de autoridades más amplio, pues engloba la investigación previa
y la creación de nuevas autoridades y sus relaciones; mientras que el control de
autoridades es el mantenimiento de la consistencia de los encabezamientos de un fichero
bibliográfico mediante las referencias del fichero de autoridades.

Evolución del concepto


La necesidad de unificar los encabezamientos o puntos de acceso al catálogo bibliográfico
es el origen del concepto de fichero de autoridades y de las tareas de creación y
mantenimiento de éste. Los ficheros de autoridad son, por tanto, anteriores a los sistemas de
automatización de bibliotecas, aunque sea con éstos cuando han alcanzado su verdadera
dimensión.
En todas las bibliotecas con suficiente antigüedad y fondos se han gestionado unos ficheros
de autoridad, paralelo al catálogo bibliográfico y para uso exclusivo de los bibliotecarios.
En estos registros embrionarios no existía uniformidad en la estructura ni la puntuación o
los signos empleados, pero si coincidían una serie de elementos, como los reenvíos entre
términos aceptados y alternativos o entre posterior y anterior, así como algunas notas con
escasa normalización.
Muchos catálogos de autoridades usaban por ejemplo los signos x para enviar de un
término admitido a un alternativo y a la inversa y xx para un relación de véase además, a
menudo expresada también con la abreviatura Va. En algunos catálogos se usaba la
abreviatura Re. para remitir a un término genérico desde uno específico.

A continuación se reproducen algunas fichas de autoridad manuales de la Biblioteca


Nacional:
[Ital. Pan.]
Biomatemáticas
XX Matemáticas Aplicadas
Biología
Biometría
57.087.1
[B. Congreso]

Uso terapéutico
Es subd. Bajo temas de medicina.
Ej. Enzimas-Uso terapéutico

Esquerra Republicana de Catalunya


[Dic. De los partidos políticos]
[Creado en 1931. Partido de Maciá, Companys, etc.]
329(46) ERC

Es en 1961, en la Conferencia de París sobre Principios de Catalogación, donde comienza


el interés por la normalización de los puntos de acceso, continuando en 1969 en el
Encuentro Internacional de Expertos en Catalogación y termina fraguando en un grupo de
trabajo que, en 1978 y en el marco del programa UBCIM de la IFLA, estudiará los
siguientes objetivos:
-Discutir y formular las especificaciones de un sistema internacional de autoridades para
satisfacer las necesidades bibliográficas de las bibliotecas
-Desarrollar el formato UNIMARC para intercambio de datos de autoridades
-Desarrollar métodos para un intercambio eficiente y efectivo de datos de autoridad.

En 1984 este grupo de trabajo publicó las Guidelines for Authority and Reference Entries
(GARE), cuya normalización afectaba a nombres de persona, entidades y títulos y que en
199e fue traducida al español como: Directrices para las entradas de autoridad y
referencia. Un grupo creado en 1988 se ocupó de la autoridades de materia, dando lugar a
la publicación de las Guidelines for Subject Authority and Reference Entries en 1993
(traducidas al español en 1995 como Directrices para las registros de autoridad y
Temario de Oposiciones

Historia del Libro


-El libro y las bibliotecas en la Antigüedad.
-El libro y las bibliotecas medievales
-La invención y difusión de la imprenta: los incunables.
-La imprenta en España durante el siglo XV.
-El libro y las bibliotecas durante el siglo XVI.
-El libro y las bibliotecas durante el siglo XVII.
-El libro y las bibliotecas durante el siglo XVIII.
-El libro y las bibliotecas durante el siglo XIX.
-El libro y la edición en el siglo XX. Situación en España. Desarrollo de las
publicaciones periódicas
-Transformación y desarrollo de las bibliotecas en el siglo XX.
-Movimiento bibliotecario anglosajón y su influencia en otros países.
-La encuadernación del libro. Panorama histórico general.
-La ilustración del libro. Panorama histórico general.
-Técnicas de restauración del libro y del documento.
-El patrimonio bibliográfico español. Panorama histórico. Normativa legal.
-El futuro del libro y las Bibliotecas. Influencia de las nuevas tecnologías.

Biblioteconomía
-La Biblioteconomía y la formación profesional del bibliotecario en la actualidad.
-Planificación de servicios bibliográficos y bibliotecarios. Sistemas y redes nacionales
de información.
-Construcción, instalación y equipamiento de Bibliotecas.
-Selección y adquisición de libros y materiales especializados. Criterios, fuentes y
métodos. Planes cooperativos y centralizados
-Tratamiento técnico de libros, publicaciones periódicas y materiales especiales.
-Los catálogos Incidencias de las nuevas tecnologías en su elaboración y
mantenimiento. Normalización
-Principales tipos de clasificación bibliográfica. Clasificaciones sistemáticas y
alfabéticas
-Gestión y administración de Bibliotecas Programación, recursos financieros y
humanos; control y evaluación de los servicios.
-Organización, mantenimiento y control de fondos de la biblioteca.
-Preservación y conservación de los materiales bibliográficos
-El préstamo interbibliotecario.
-Las bibliotecas nacionales.
-Las bibliotecas universitarias.
-Las bibliotecas escolares.
-Las bibliotecas públicas.
-Servicios de lectura para sectores específicos de la población: enfermos,
minusválidos, presos, tercera edad, etcétera
-La organización bibliotecaria española. Competencias de las distintas
Administraciones Públicas
-La automatización de los servicios bibliográficos y bibliotecarios.
-Redes telemáticas de bibliotecas. Interconexión de sistemas abiertos (OSI).
-Las nuevas tecnologías de la información y su empleo en los servicios bibliotecarios.
El videotexto y el disco óptico
-Organizaciones internacionales al servicio de las bibliotecas. IFLA, FID,
ISO,UNESCO, etc

Bibliografía
-Definición y objetivos de la bibliografía: teoría y técnicas
-Evolución histórica de la Bibliografía
-Estado actual de la bibliografía en el mundo. Control bibliográfico universal.
Disponibilidad universal de las publicaciones
-Bibliografías de bibliografías
-Bibliografías generales
-Bibliografías de materias especiales
-Bibliografías nacionales
-Los catálogos colectivos
-Bibliografías de manuscritos, incunables y raros
-Bibliografías de publicaciones periódicas
-Bibliografía de publicaciones oficiales
-Bibliografías comerciales
-El libro infantil. Obras de referencia y bibliografía.
-Información bibliográfica. Orientación al lector, formación de usuarios.
-La Sección de referencia

Documentación
-El centro de documentación. Técnicas de organización. Funciones y características.
-Técnicas informatizadas para el tratamiento y gestión documental. El documento
primario y secundario.
-Análisis documental. Indización. Resúmenes. Tipos y normas para su elaboración.
-Lenguajes documentales.
-El Thesaurus. Elementos, construcción y mantenimiento.
-Recuperación de la información. Búsquedas retrospectivas y D.S.I.
-Soportes informáticos.
-Gestión automatizada de la documentación
-Servicios informatizados en la gestión de los centros documentales.
-Explotación y gestión de sistemas informáticos documentales
-Productores, distribuidores y redes: Interconexión de centros y servicios.
-Productores y distribuidores de bases de datos bibliográficos y documentales en
España
-Bases y bancos de datos. El mercado de los servicios documentales informatizados
-Bibliometría. Normalización. La investigación en el campo de la documentación e
investigación científica
-Acceso al documento original. Técnicas de reproducción del documento: su
aplicación en bibliotecas y centros de documentación
-Software de gestión documental. Técnicas y aplicaciones

Derecho
-La Constitución Española de 1978. Estructura y contenido. El Tribunal
Constitucional y el defensor del Pueblo.
-La Jefatura del estado. Las Cortes Generales. El Poder Judicial.
-El Gobierno: estructura y funcionamiento. Relaciones entre el Gobierno y las Cortes
Generales. La Administración Central. Organismos autónomos y Administración
periférica.
-El estado y las Comunidades Autónomas. Distribución de competencias.
-Estatutos de Autonomía. El sistema institucional de las Comunidades Autónomas. La
coordinación entre las diferentes Administraciones Públicas.
-La Ley 16/1985 de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español. El Patrimonio
Documental y Bibliográfico. Los archivos, bibliotecas y museos.
-La declaración de bienes de interés cultural. La protección de los bienes muebles e
inmuebles. Las medidas de fomento.
-El real decreto 111/1986, de 10 de enero, de desarrollo parcial de la ley del
Patrimonio Histórico Español. Los órganos colegiados. Los instrumentos
administrativos. La transmisión y exportación de los bienes integrantes del
Patrimonio Histórico Español. Acuerdos y tratados internacionales sobre protección
del patrimonio histórico
-Las competencias del estado en materia de cultura. La administración española de
bibliotecas. Estructura organizativa y competencias en materias de bibliotecas de la
Administración del Estado. Comunidades Autónomas y Administración Local.
El libro y las bibliotecas en la Antigüedad

Introducción
Mesopotamia
Egipto
El alifato
Grecia
La biblioteca de Alejandría
Roma
El pergamino

Introducción
El hombre ha sentido la necesidad de comunicarse desde los tiempos más remotos. En un
principio, la comunicación entre los seres humanos era exclusivamente oral, aunque pronto,
la aparición de sociedades complejas hizo nacer la necesidad de establecer un sistema de
comunicación más amplio que superara las barreras del tiempo y del espacio. Así nacieron
las primeras formas de lenguaje no hablado, que se manifestó en forma de símbolos y
señales acordados de antemano: es el caso de los nudos en las cuerdas, de las muescas en
los palos y de algunos dibujos y símbolos en paredes y cuevas.
La aparición de la agricultura y la ganadería dio como resultado sociedades con excedentes
de producción, lo cual originó la necesidad de intercambiar y almacenar productos, con lo
cual la estructura social se complicó y también los procesos desarrollados por sus
miembros.
El sistema de comunicación basado en símbolos debió buscar instrumentos más perfectos y
así nacieron los sistemas de notaciones complejos, que precedieron a la escritura.

Mesopotamia.
Fue precisamente en una sociedad agraria compleja, la antigua Mesopotamia, donde, según
todos los indicios que se poseen en la actualidad, nació la escritura. Los restos más antiguos
encontrados datan del segundo milenio, en Sumer. Se trata de tablillas de arcilla, material
muy abundante en la zona, sobre las que se escribía con punzones cuando aún estaba
húmeda, y posteriormente se secaban al sol o se cocían, si el documento era de especial
interés. La escritura utilizada era la cuneiforme, modelo que se utilizó durante más de dos
mil años para diversas lenguas, y que sobrevivió a varias culturas: la sumeria, la acadia, la
babilónica -amorita y caldea-, la asiria...
La escritura cuneiforme tuvo un origen logográfico-silábico. Parece ser que el nacimiento
de la escritura se debió a motivos comerciales: la necesidad de llevar una contabilidad
detallada de los intercambios internos y externos de la comunidad.
Pocas personas dominaban la escritura, por lo cual los escribas gozaban de un gran poder
político y social. Ello se explica si se entiende que eran los depositarios de todos los
testimonios de transacciones y otros actos administrativos que se llevaban a cabo. Los
escribas formaban una casta aparte, ligados al templo y al palacio real. Era aquí donde se
conservaban las tablillas, en cajas embreadas que se guardaban en nichos excavados en los
muros.
Las tablillas se identificaban por el colofón, en el cual se indicaba la materia tratada, el
número de tablillas que lo componían y en algunos casos, quien y para qué se había
ordenado elaborar el documento. Los temas tratados eran preferentemente administrativos y
económicos, aunque fueron depositarias de todo tipo de temas, y se guardó en ellas el saber
de época: ciencias, matemáticas, astrología, medicina, etc., así como textos legales y
literatura épica y ritual.
Sin embargo, no se utilizaron para guardar testimonios de creación lírica, narrativa o
dramática, los cuales se transmitieron por vía oral hasta épocas muy tardías.
Durante muchos siglos se ignoró la existencia de esta escritura: tanto es así que cuando se
realizaron los primeros descubrimientos se pensó que aquellos signos eran meramente
ornamentales, y su interpretación resultó ardua. Actualmente se conocen más de un millón
de tablillas, procedentes de diversos yacimientos de Oriente Medio -este sistema de
escritura llegó hasta la zona oriental de la actual Rumanía. Las más famosas bibliotecas
fueron la de Ebla y la Asurbanipal en Nínive.

Egipto
El antiguo Egipto contó con un soporte de escritura muy valioso: el papiro. El papiro se
elaboraba a partir de una planta que crece abundantemente en las orillas del Nilo, de la cual
se extraían unas fibras que posteriormente se prensaban y se disponían formando una
especie de tejido, sobre el cual se escribía. El papiro tenía la ventaja de ser más fácil de
utilizar, manejable y transportable. Sobre el papiro se escribía con tinta fabricada a partir
del hollín y la cola, y pronto dispusieron de más de un color de tintas, lo cual favoreció la
aparición de las ilustraciones. Los papiros se pegaban unos a otros y se guardaban
enrollados formando volúmenes. Se escribía en columnas, en el recto de la página.
La escritura egipcia era la jeroglífica, aunque también pasó por varias etapas en su
evolución. La religión, basada en el culto a los muertos y en la creencia de una vida
posterior donde existían determinadas reglas, favoreció la proliferación del Libro de los
Muertos, especie de guía del Más Allá, lo cual propició extraordinariamente el uso de la
escritura. En realidad, esta era una técnica reservada a los escribas, personajes ligados a los
templos, de gran prestigio y poder.Además del Libro de los Muertos, se redactaron tratados
legales, textos administrativos, cuentas, documentos científicos, etc. Los volúmenes se
guardaban en estuches de cuero y éstos en cajas de madera y ánforas.
Los archivos eran llamados Casas de los Libros y las bibliotecas, Casas de la Vida. Unos y
otras se situaban en los templos y los palacios reales. También hay que destacar por su
importancia las escrituras murales, existentes en templos y tumbas, en las cuales se
narraban los hechos de la vida del difunto, aunque generalmente de forma exagerada. Las
escrituras murales eran frescos o grabados en piedra, cuando respondían a un fin
propagandístico o conmemorativo.

El alifato
En la zona oriental donde se asentaban Siria, Fenicia y Palestina se establecieron ya en el II
milenio pueblos nómadas procedentes de Arabia que se mezclaron con la población
autóctona. Pronto se organizó un sistema económico que, aunque basado fundamentalmente
en la agricultura y la ganadería, explotaba de forma creciente el comercio terrestre y
marítimo. Las necesidades de tipo comercial de estos pueblos, libres de las rigurosas
tradiciones milenarias de Mesopotamia y Egipto, favorecieron la aparición de un nuevo
sistema de escritura. Este sistema partía de la simplificación de la escritura cuneiforme,
contaba con el reconocimiento del alfabeto fonético y terminó dando como resultado un
alfabeto consonántico, según parece a partir de uno silábico. Se ignora por completo las
razones que llevaron a elegir unos signos determinados, aunque en algunos se les supone la
procedencia. De cualquier modo, las actividades comerciales cada vez más intensas
extendieron pronto el alfabeto a diversas partes del orbe conocido.
El alifato se dividió en dos: el fenicio y el arameo, de los que más tarde derivaron los
alfabetos más utilizados en el mundo -excepto chino y japonés.
Los documentos más antiguos son inscripciones conmemorativas, epitafios, sellos, etc.,
generalmente ostraca escrita con tinta. En los alrededores del final del I milenio aparecen
papiros y pieles, como muestran los restos encontrados en la isla Elefantina y el Mar
Muerto. También utilizaron tabletas de arcilla y la escritura cuneiforme, como puede
observarse en la biblioteca de Ebla.

Grecia
Fue en Grecia donde el libro adquirió por primera vez su verdadera dimensión. Ello estuvo
favorecido por varias circunstancias, entre ellas la aparición de la escritura alfabética, lo
cual facilitaba extraordinariamente la técnica de escribir, y la hacía alcanzable para
cualquier persona. Por otra parte, el sistema de la democracia griega permitía a cualquier
ciudadano libre participar en el gobierno de la nación, siempre y cuando supieran leer y
escribir. Así pues, la enseñanza se extendió, y llegó, no sólo a los niños a través de las
escuelas y los pedagogos, sino también a los adultos a través de los sofistas y de los centros
de estudio e investigación: la Academia de Platón, el Liceo de Aristóteles, la Escuela
Hipocrática de Cos y otros muchos círculos donde se discutía y se trataba de filosofía, de
ciencia, de medicina, de religión. Por vez primera, las bibliotecas dejan de ser exclusiva de
los templos para aparecer en las casas particulares formando parte de la vida cotidiana.
Todo ello dio como resultado la difusión del libro y la lectura.
Los textos, cuyo soporte era el papiro, importado de Egipto, eran copiados por esclavos sin
sueldo, muchos de los cuales estaban también dedicados a la enseñanza. Los materiales
escriptóreos eran tintas de composición similar a la egipcia y el cálamo, especie de caña de
punta afilada que se utilizaba a modo de pluma. Para la enseñanza se utilizaban también
tablillas enceradas sobre las que se escribía y se podía volver a borrar.

La biblioteca de Alejandría.
De entre todas las bibliotecas conocidas en la Antigüedad, sin duda la mejor y más célebre
fue la Biblioteca de Alejandría. Fundada por los Ptolomeos, quienes se habían hecho cargo
de Egipto a la muerte de Alejandro Magno, era en realidad un centro de estudios superiores,
donde se dieron cita los más destacados sabios de la época. Allí, liberados de toda
preocupación económica, se pudieron dedicar libremente al estudio y a la investigación,
dirigidos siempre por un sabio de prestigio.
La biblioteca de Alejandría constaba de dos partes: una instalada en el templo de Serapis
(Serapeo) y otra instalada en el de las Musas (Museo), la más importante. Sobre la
biblioteca de Alejandría han circulado multitud de leyendas. Calímaco, uno de sus
directores, que elaboró una especie de catálogo de las obras existentes -los pinacles-, llegó a
afirmar que poseía 500.000 volúmenes. En realidad debieron ser unos 50.000, lo cual
equivalía a unos 10.000 títulos.
La biblioteca de Alejandría sufrió numerosos avatares a lo largo de su historia. Ni siquiera
está bien documentada su desaparición, que los cristianos achacan a los árabes y éstos a los
cristianos. En realidad, parece probable que fuera destruida en tiempos de la dominación de
Teodosio, en el siglo IV d.C.

Roma.
El libro romano es una réplica del griego. Las relaciones comerciales y coloniales con
Egipto facilitaron el suministro abundante de papiro, que fue el soporte más utilizado,
aunque también se usaron las tablillas enceradas, sobre todo para anotaciones breves y para
la enseñanza. Sin embargo, Roma conocerá una serie de cambios decisivos en la
elaboración y difusión del libro, algunas de las cuales llegarán hasta nuestros días.
El primero de estos cambios es la comercialización del libro, que dará lugar a la aparición
de librerías editoriales, con esclavos dedicados a la copia de textos y capaces de organizar
verdaderas campañas de publicidad, tales como lecturas públicas, para dar a conocer las
novedades. La posesión de bibliotecas adquirió pronto gran prestigio social, como lo prueba
el hecho de que Séneca recriminara a ciertos patricios su vanidad por instalar libros que
nunca leían hasta en los baños, con el fin de aumentar su consideración social. La escritura
se hizo cotidiana: se escribía en el Senado, en las campañas militares y en la vida
doméstica, y se tomaron numerosas bibliotecas como botín de guerra.
Pero además aparecieron bibliotecas públicas, de titularidad estatal. Las más importantes de
ellas eran las bibliotecas Octaviana y Palatina, creadas por Augusto, y la Biblioteca Ulpia,
del Emperador Trajano. Al frente de las bibliotecas públicas estaba el Procurator
Bibliotecorum y al cargo de cada una de ellas existía un director, asistido por esclavos
ayudantes.
Otro cambio importante fue la aparición del códex, que no era más que una disposición
diferente de los textos, y que tenía su origen en la unión de dos o más tablillas unidas por
uno de sus lados. Existieron muchos tipos de códex, según su tamaño y el uso a que fueran
destinados. El códex, como alternativa al volumen encontró cierta resistencia, pero la
preferencia de los juristas y de los cristianos por este tipo de documento, por su facilidad de
consulta y cita, decidió su futuro para siempre. En realidad, el códex es el antecedente
inmediato del libro actual.

El pergamino.
Otro descubrimiento de interés capital fue el del pergamino como materia escriptórea. La
leyenda lo hace nacer en Pérgamo, donde sus reyes mantenían una famosa biblioteca, rival
de Alejandría. Siempre según la leyenda, Egipto prohibió la exportación de papiro con el
fin de dificultar la expansión de la biblioteca de Pérgamo. Los habitantes de esta ciudad se
vieron entonces obligados a buscar nuevos materiales, dando así con las pieles curtidas de
cabra, vacuno u oveja.
En realidad, el pergamino se había utilizado mucho antes, aunque de manera esporádica, en
Grecia y en Roma. El pergamino presentaba notables ventajas sobre el papiro: se puede
escribir en ambos lados, borrar y reescribir (palimpsestos), es resistente y transportable. El
pergamino, presentado en forma de códice, será el soporte más habitual de la escritura en el
Occidente europeo durante más de mil años.
Catalogación de recursos electrónicos
Análisis comparativo de las normas ISBD(CF) e ISBD(ER)

INTRODUCCIÓN
0. NOTAS PRELIMINARES
0.1. Alcance, objetivos y uso
0.1.1. Alcance
0.1.2. Objetivo
0.1.1.3. Uso
0.2. Definiciones
0.3. Esquema comparativo de la ISBD(G) y de la ISBD(CF)
0.4. Puntuación
0.5 Fuentes de información
0.6. Lengua y escritura de la descripción
0.7. Omisiones y abreviaturas
0.8. Uso de mayúsculas
0.9. Ejemplos
0.10. Erratas
0.11. Símbolos, etc.

1. ÁREA DEL TÍTULO Y MENCIÓN DE RESPONSABILIDAD


Elementos del área
Norma de puntuación
1.1. Título propiamente dicho
1.2. Designación general de material
1.3. Título paralelo
1.4. Información complementaria del título
1.5. Mención de responsabilidad

2. ÁREA DE EDICIÓN
Elementos del área
Norma de puntuación
2.1. Mención de edición
2.2. Mención de edición paralela (opcional)
2.3 Menciones de responsabilidad relativas a la edición
2.4 Mención adicional de edición
2.5. Menciones de responsabilidad que siguen a una mención adicional de edición

3 ÁREA DE CLASE Y EXTENSIÓN DEL ARCHIVO


Nota introductoria
Elementos del área
Norma de puntuación
3.1. Designación específica de la clase de archivo.
3.2. Extensión del archivo (opcional)
4. ÁREA DE PUBLICACIÓN, DISTRIBUCIÓN, ETC.
Nota introductoria
Elementos del área
Norma de puntuación
4.1. Lugar de publicación, producción y/o distribución
4.2. Nombre del editor, productor y/o distribuidor
4.3. Mención de la función del distribuidor
4.4 Fecha de publicación, producción y/o distribución
4.5. Lugar de fabricación (opcional)
4.6 Nombre del fabricante (opcional)
4.7. Fecha de fabricación (opcional)

5. ÁREA DE DESCRIPCIÓN FÍSICA


Nota introductoria
Elementos del área
Normas de puntuación
5.1. Extensión y designación específica de material
5.2. Otras características físicas
5.3. Dimensiones
5.4 Material anejo (opcional)

6 ÁREA DE SERIE
Nota introductoria
Elementos del área
Norma de puntuación
6.1. Título propiamente dicho de la serie o subserie
6.2 Título paralelo de la serie o subserie
6.3. Información complementaria del título de la serie o subserie (opcional)
6.4 Menciones de responsabilidad relativas a la serie o subserie
6.5. Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas de la serie o
subserie
6.6. Numeración dentro de la serie o subserie

7 ÁREA DE NOTAS
Contenido
Norma de puntuación
7.1. Notas sobre el área de título y la mención de responsabilidad
7.2. Notas sobre el área de edición e historia bibliográfica del archivo
7.3. Notas relativas al área de la clase y extensión del archivo y a otras características
del archivo
7.4. Notas sobre el área de publicación, distribución, etc.
7.5. Notas sobre características del sistema y sobre el área de descripción física
7.6. Notas sobre el área de serie
7.7. Notas relativas al contenido
7.8. Notas sobre la disponibilidad
7.9. Notas relativas al (ejemplar) recurso descrito
7.10 Notas de resumen
7.11. Notas relativas al uso o a la audiencia
7.12 Notas sobre la numeración
7.13. Otras notas relativas a ISBDs especializadas o consideradas de interés por la
agencia bibliográfica o centro catalogador
7.14. Notas relativas al modo de acceso

8. ÁREA DE NÚMERO NORMALIZADO (O ALTERNATIVO) Y CONDICIONES


DE ADQUISICIÓN
Nota introductoria
Elementos del área
Norma de puntuación
8.1 Número normalizado (o alternativo)
8.2 Título clave asociado al ISBN: véase especificación ISBD (S) 8.2
8.3 Condiciones de adquisición y/o precio (opcional)

ANEXO A
ANEXO B
ANEXO C
ANEXO D

CONCLUSIONES

INTRODUCCIÓN
ISBD (CF) ISBD (ER)

La ISBD surge de la resolución tomada en la Reunión Internacional de Expertos en


Catalogación, organizada en Copenhague en 1969 por el Comité de Catalogación de la
IFLA, en la que se decidió que se debía normalizar la forma y el contenido de la
descripción bibliográfica. La Descripción Bibliográfica Internacional Normalizada para
Publicaciones Monográficas fue la primera de as ISBDs aparecidas como resultado del
mandato de 1969. El primer texto de las ISBD(M) se publicó en 1971 bajo la forma de un
conjunto de recomendaciones. Ya en 1973 cierto número de bibliografías nacionales habían
adoptado este texto y, gracias a las traducciones del texto original inglés a otras lenguas, se
habían tenido en cuenta por cierto número de Comités de Catalogación a la hora de volver a
redactar el borrador de las reglas nacionales de descripción bibliográfica.
Ya en ese momento se había percibido que la palabra impresa no es más que uno de los
procedimientos de la transmisión documental a través de la cual se satisfacen las
necesidades de comunicación de individuos e instituciones, y que, por lo tanto, el programa
de la IFLA para la Descripción Bibliográfica Internacional Normalizada debería dirigir la
preparación de una estructura descriptiva normalizada para materiales no librarios.
Como consecuencia de ello, se preparó y publicó en 1977 la primera edición de las
ISBD(NBM), Descripción Bibliográftca Internacional Normalizada para Materiales no
Librarios. Estas ISBDs recogían disposiciones referidas a archivos de datos legibles por
ordenador. Sin embargo, cuando el Comité de Revisión de las ISBD, formado por la IFLA
en 1981, empezó a trabajar en las ISBD(NBM) en paralelo con las ISBD(CM), ISBD(M) y
ISBD(S), se decidió que debía dedicarse una especial atención a la necesidad, cada vez más
urgente, de preparar unas ISBDs separadas para los archivos de ordenador. Con el
desarrollo de programas y ficheros de datos para ordenadores más pequeños, la naturaleza
del soporte se hizo más compleja; además, este cambio en la producción fue muy similar al
de otros materiales que se incorporaban ampliamente a las colecciones de las bibliotecas y
que precisaban, asimismo, un control bibliográfico.
Como resultado se estableció el Grupo de Trabajo de las ISBD(CF) que se reunió por
primera vez en marzo de 1986. Gracias a los comentarios de una amplia variedad de
usuarios de archivos de ordenador se fueron mejorando paulatinamente los borradores
preliminares basados en la revisión de las ISBD(NBM); este y otros esfuerzos llevados a
cabo por el Grupo de Trabajo culminaron a finales de 1988 en un borrador final de las
ISBD(CF).
Como característica clave de este trabajo destaca la armonización del texto de las
ISBD(CF) con los textos revisados de las cuatro ISBD que se mencionan más arriba y que
se habían publicado en 1987-88.
Las ISBD(CF) incluyen un índice y cinco apéndices. El primer apéndice presenta un
precepto para la técnica especial de la descripción en varios niveles. El segundo apéndice
proporciona un breve esbozo del modo mediante el cual deben transcribirse los datos
cuando un texto se lee parcialmente de derecha a izquierda y parcialmente de izquierda a
derecha. El tercer apéndice contiene unas listas de denominaciones específicas y generales
de materiales. El cuarto apéndice proporciona abreviaturas recomendadas para su uso en
registros en inglés.
El apéndice final lleva los ejemplos formulados con el fin de ofrecer una muestra del
resultado de la aplicación de la normativa ISBD a todas las áreas del registro.
La Sección de Catalogación de la IFLA aprobó esta primera edición de las ISBD(CF) a la
necesidad, cada vez más urgente, de preparar unas ISBDs separadas para los archivos de
ordenador.
Los recursos electrónicos son producto de tecnología volátil que continúa generando
cambios a un ritmo muy rápido. Entre los avances recientes se encuentran los siguientes:
aparición de los multimedia interactivos; desarrollo de la tecnología óptica; disponibilidad
de recursos electrónicos remotos en Internet y en WWW (World Wide Web), y
reproducciones de recursos electrónicos.
Como resultado de estas consideraciones y en reconocimiento de la importancia que las
ISBD (CF) han de ofrecer a las implicaciones bibliográficas de estas ténologías, el Standing
Committee de la Cataloging Section de la IFLA decidió iniciar un examen y la revisión
formal de las ISBD(CF) en colaboración con la Section on Information Technology. A
finales de 1994 se creó un Grupo de Trabajo formado por miembros activos y asesores de
ambas secciones. Con el patrocinio de la IFLA y el soporte económico del Research
Libraries Group, el grupo de trabajo se reunió en abril de 1995 y dispuso las bases para la
preparación del borrador de la segunda edición. Este borrador se distribuyó para su revisión
mundial y, como respuesta, se recibieron más de treinta comentarios que sumaban más de
ciento diez páginas de texto procedentes de lectores particulares, de asociaciones de
bibliotecarios y de bibliotecas nacionales.
Como resultado de esta revisión se han hecho muchas mejoras en el texto, incluido el
reconocimiento de la necesidad de un términonuevo que caracterice el material del que se
trata: este término es "recurso electrónico", el cual, a causa del conjunto de materiales que
esta ISBD pretende abarcar, se considera más propio que el término "archivo de ordenador"
que se utilizaba previamente.
Ann Sandberg-Fox se merece un reconocimiento especial, ya que ha sido la editora
principal de este texto. De la misma forma, también es necesario agradecer al Research
Libraries Group la ayuda dada en apoyo del proyecto de la ISBD(ER)
La ISBD(ER) incluye un índice y cinco apéndices. El Apéndice A ofrece una disposición
para la técnica especial de la descripción en más de un nivel. El Apéndice B ofrece u breve
esquema de la forma en que se han de transcribir los datos cuando están parcialmente en
una escritura que se lee de derecha a izquierda y parcialmente en una escritura que se lee de
izquierda a derecha. El Apéndice C enumera la designación general de la clase de material,
las designaciones del recurso y las designaciones específicas de material recomendadas,
con sus definiciones. El Apéndice D ofrece las abreviaturas recomendadas por los registros
en cada lengua. El Apéndice E da ejemplos formulados para ilustrar el resultado de aplicar
las disposiciones de la ISBD en todas las áreas de un registro
El futuro del libro y las Bibliotecas.
Influencia de las nuevas tecnologías

Introducción
Características de la Sociedad de la Información
El cambio tecnológico
Las bibliotecas y las nuevas tecnologías
Los servicios bibliotecarios y las nuevas tecnologías
Los nuevos soportes
Las telecomunicaciones y las bibliotecas
La biblioteca del futuro

Introducción
Es indudable que formamos parte de la sociedad de la información, que nos persigue, nos
envuelve y nos libera. El ciudadano actual no puede evitar el formar parte activa del
proceso dinámico de la información, la cual forma parte de su civilización en un grado tal
que llega a definirla. El mundo actual, tanto en los países en vías de desarrollo como en los
desarrollados -sobre todo en éstos- es una sociedad que ha superado la etapa de la
industrialización para comenzar la era posindustrial, donde el valor que determina las
relaciones entre los distintos sectores sociales es la información.

Características de la Sociedad de la Información


La sociedad posindustrial o sociedad de la información está caracterizada por cinco
aspectos básicos que se relacionan y determinan entre sí:
-Cambio de economía productora de bienes materiales a productora de servicios.
-Expansión de actividades y ocupaciones del sector terciario.
-Explosión de conocimientos teóricos.
-Extensión de las innovaciones tecnológicas.
-Explosión de la información-documentación.

Hasta ahora, la información que no era oral -la cual se transmitía persona a persona-, se
basaba casi exclusivamente en el medium libro o soporte papel. El enorme incremento de la
producción impresa deja al usuario incapaz de acceder a toda la masa de información que
se le ofrece, la cual lo desborda y amenaza con ahogarlo: es el desequilibrio entre el stock
de conocimientos y su flujo de que habla Machlup.
Por otra parte, lo impreso sobre papel es válido como depósito unitario, pero difícil de
localizar, necesita grandes espacios para su almacenaje, requiere especiales cuidados para
su conservación y la recuperación es cada vez más remota, con lo que los costes operativos
y funcionales que exige son altísimos.
El cambio tecnológico
Desde hace poco más de treinta años, la evolución que ha experimentado el campo de la
microelectrónica, la telecomunicación y la informática han provocado profundos cambios
en el mundo de la información, del cual no sólo han cambiado las técnicas y métodos, sino
que incluso han llegado a transformar su mismo concepto.
La microelectrónica ha facilitado las tareas de almacenaje y proceso de la información,
basándose en la caída vertiginosa del coste/bit y en la miniaturización de elementos. La
microelectrónica es la base tecnológica para la aparición de nuevas media, vía la
informática y las telecomunicaciones.
La informática ha originado una verdadera revolución en el campo de la información,
gracias a la espectacular disminución de tamaño y coste de los ordenadores, el aumento
cualitativo y cuantitativo de sus prestaciones, la multiplicidad de aplicaciones y la facilidad
de uso.
Las telecomunicaciones, basadas en principio en la red telefónica, se han visto favorecidas
por los satélites geoestacionarios y los cables de banda ancha que permiten servicios
adicionales, como el telefacsímil, la telenseñanza, la teleconferencia, el correo electrónico,
el vídeotext, etc.
Las nuevas tecnologías son el instrumento que han permitido responder de manera
adecuada a las demandas que las actuales circunstancias exigían, es decir, emparejar
necesidad y posibilidad técnica. Pero los cambios tecnológicos han afectado también al
mundo del impreso, donde las nuevas tecnologías influyen básicamente de dos maneras:
-mediante su aplicación en los procesos de producción editorial.
-mediante el almacenaje, recuperación y difusión de la información sobre soportes
alternativos al papel impreso.

Ello supone, claro está, que seguirá existiendo lo impreso: pero cada vez más va quedando
relegado a textos con misión discursiva, de lenguaje redundante y lectura proyectiva, que
no exija una rápida difusión ni una actualización constante. Si por el contrario se trata de
una información objetiva de lenguaje breve y directo, que exige una rápida difusión y
actualización constante, la tecnología ofrece ya alternativas mucho más eficaces que el
papel impreso.

Las bibliotecas y las nuevas tecnologías.


Siendo la biblioteca transmisora de información por excelencia, su misión será siempre
poner la información a disposición del usuario, sea cual sea el soporte y la técnica que
utilice. La función conservadora, por el contrario, va quedando cada vez más confinada en
algunas bibliotecas de depósito que se encargan de garantizar la conservación del
documento original: la escasa fragilidad de los nuevos soportes y la facilidad de obtención
de copias han cambiado por completo el panorama en este aspecto. Pero además, las nuevas
tecnologías han afectado a las bibliotecas de dos modos:
-Mejorando la gestión bibliotecaria interna (préstamo, catalogación, adquisiciones, etc.)
-Incorporando los nuevos media para ofrecer información sobre soportes y canales distintos
al papel impreso y análogos.

Los servicios bibliotecarios y las nuevas tecnologías.


En una primera etapa la automatización afecta a la gestión bibliotecaria, liberando al
profesional de las largas tareas rutinarias -alfabetización, intercalación, control de
préstamo, etc.-, y dejándole tiempo para dedicárselo al usuario, que a fin de cuentas es la
meta fundamental de la biblioteca. La automatización influye en mayor o menor grado en
casi todas las tareas bibliotecarias, la mayoría de las cuales se han visto obligadas a adaptar
sus técnicas a los nuevos tiempos. Las principales actividades bibliotecarias afectadas por
la informatización son:
-Catalogación: la catalogación automatizada permite hacer un sólo asiento por documento,
donde se recogen datos correspondientes a su descripción bibliográfica, indización,
clasificación, números de identificación y signatura, y recuperarlos por cualquiera de estos
puntos de acceso. Además, se pueden obtener productos tales como catálogos ordenados
según criterio, bibliografía, índices, estadísticas, fichas, etc. Finalmente, la automatización
permite establecer la catalogación compartida y la confección de catálogos colectivos en
línea.
-Adquisiciones: para la automatización del proceso de adquisiciones se deberá contar con
datos referidos al proveedor -nombre, códigos, etc.-al libro -título, autor, edición, etc.- y a
la compra -fecha de pedido, facturas, etc. Como resultado se pueden obtener listados
referidos a conocimiento de los libreros con los que se mantiene relación comercial, obras
pedidas, obras pedidas y no recibidas, listas de libros pedidos y adquiridos,
correspondencia, contabilidad, etc.
-Préstamo: candidato indiscutible a la mecanización, ya que sus tareas son repetitivas y
fácilmente mecanizables, es una función relativamente independiente de todo el proceso
general y formada por escasos datos y poco complejos. Se contará con datos sobre el
documento -título, autor, etc-, sobre el usuario -nombre, dirección, etc- y sobre el préstamo
- fecha, tipo de transacción etc. En cambio se obtendrán como resultado información sobre
la localización de ejemplares, de la relación lector/documentos, y documento/lectores,
cartas de reclamaciones. estadísticas, etc.
-Control de publicaciones periódicas: por su notable complejidad, las publicaciones
periódicas son documentos especialmente indicados para gestionar de forma automatizada.
El uso del ordenador en este plano ofrece, no sólo información bibliográfica sobre estos
documentos, sino además, conocimiento sobre el tipo de suscripción, lagunas en la
colección, localización de ejemplares, etc.

La automatización de la biblioteca puede ofrecer una enorme cantidad de prestaciones más,


las cuales es imposible enumerar. Pero tal vez la posibilidad más interesante es la de ofrecer
de forma rápida y segura toda la información que se precise sobre todos y cada uno de los
aspectos de la biblioteca: desde la localización de un documento hasta su número de
código, desde el número de veces que un documento ha salido del centro hasta relación
coste/unidades documentales, acceso a todo el catálogo o sólo a una parte, a un documento
o a un grupo de documentos, etc. Y, finalmente, ofrece también la posibilidad, con los
sistemas expertos, de permitir al usuario que sea él solo quien organice la búsqueda
mediante la exploración de los diferentes campos que el menú le va ofreciendo
gradualmente.

De esta primera fase de automatización, que afecta exclusivamente a la gestión


bibliotecaria se pueden beneficiar todo tipo de bibliotecas, ya que el proceso técnico es
común. El impacto se aprecia en una gestión más eficaz, una tendencia a invertir en acceder
y no en poseer -lo cual fomenta los planes cooperativos y la adscripción a redes-, con la
consiguiente reducción del espacio físico necesario para el almacenamiento de la
documentación, la reducción del presupuesto en la adquisición de los materiales de menor
uso y la evitación de duplicidades.

Los nuevos soportes.


El paso siguiente consiste en el abandono del papel impreso como soporte exclusivo de la
información, y la incorporación a la biblioteca de nuevas formas de almacenaje y
recuperación de la información. La biblioteca se convierte así en mediateca.

Algunos de los nuevos soportes de la información comenzaron a aparecer a finales del siglo
pasado, aunque no se incorporaron al mundo de la información hasta mucho después. Otros
son muy recientes y la carrera por ofrecer productos cada vez más sofisticados y con más
prestaciones no ha hecho más que comenzar. Básicamente podemos dividir estas
tecnologías en cuatro grandes grupos, aunque sus fronteras no están muy definidas:
-Reprografía. Permite copiar de forma rápida y exacta cualquier tipo de documento, en
múltiples soportes y con distintas características. Pueden hacerse copias a tamaño natural -
fotocopia, hectocopia, diazocopia, offset, etc.- o reducido -microfilm y microficha.
-Audiovisuales. Recogen información visual y/o sonora, y las imágenes pueden ser
dinámicas o estáticas. Los más antiguos son el disco microsurco, el cine y la fotografía.
Además se cuenta con el cassette, la cinta magnetofónica, las diapositivas, transparencias,
etc.
-Memorias magnéticas. Soportan la información transmitida por medios electromagnéticos
y ofrecen una gran capacidad de almacenaje y rapidez en la recuperación. Se presentan en
forma de discos y cintas y se graban y leen a partir de la utilización de sistemas digitales.
-Memorias ópticas. Son la tecnología más reciente y ofrecen una alta capacidad de
almacenamiento, posibilidad de almacenar sonido, imágenes estáticas o dinámicas, texto y
combinación de estos elementos. Pueden ser interactivos o no y están basados en sistemas
digitales o analógicos. Son el videodisco, la videocinta, el disco óptico numérico y la
familia de los compact-disc (CD-A, CD-I, CD-V, CD-ROM-; por su utilización en el
mundo de la información merece destacar el CD-ROM, que constituye una nueva forma de
lectura y es el soporte ideal para grandes obras de referencia: no es interactivo.

Las telecomunicaciones y las bibliotecas.


Las bibliotecas de la sociedad actual requieren además una variedad de medios que les
permitan acceder a redes y sistemas de información. Si una biblioteca no ha sido nunca
autosuficiente, la abundancia de documentación que presenta nuestra sociedad, la
multiplicidad de mensajes, y las demandas crecientes en cantidad y complejidad que
expresan las necesidades de los usuarios, convierten a la biblioteca en una puerta para
acceder a las fuentes de la información, más que en depositaria de la información misma.
Las telecomunicaciones permiten, en un principio recibir y enviar mensajes orales
-teléfono- escritos - télex- y codificados -teletipo, telégrafo. El sector bibliotecario más
afectado por estas innovaciones fue el del préstamo personal o interbibliotecario. Pero más
tarde su campo se amplía considerablemente y se abre al envío de imágenes, textos y
sonido en tiempo real.
Actualmente, los servicios que ofrecen las telecomunicaciones a las bibliotecas son los
siguientes:
-Videotex. Sistema de acceso a bases de datos a través de la red telefónica y con salida por
un modem y un ordenador. Permite la representación en pantalla de la información recibida
a través de la línea telefónica. Ofrece información general-noticias, espectáculos, viajes,
guías-, comunicación -correo electrónico, acceso a estados de cuentas, envío de imágenes
impresas-, transacciones -reservas de espectáculos, transportes, transferencias- y
publicidad. En la mayoría de los países el transportista del videotext es el Estado, mientras
que los gastos suelen cubrirse por los usuarios y las empresas que ofrecen sus bases de
datos para consulta y transacciones. El país donde más éxito ha tenido este medio de
comunicación ha sido sin duda Francia, donde el Minitel se regaló a los usuarios,
convirtiéndose en poco tiempo en un objeto de uso cotidiano en la mayoría de los hogares
franceses. En España el Ibertext se implanta mucho más lentamente, aunque ha
experimentado un considerable crecimiento en los tres últimos años. Otros grandes sistemas
son Prestel (U.K.), Telidon (Canadá), Captain (Japón).
La ventaja del videotext es su accesibilidad y su sistema conversacional interactivo. Su
inconveniente es que no es un servicio gratuito, aunque las llamadas son mucho más
baratas que las telefónicas, ya que todas tarifan como llamadas locales. En una biblioteca,
el videotexto tiene una utilidad indudable en el servicio de mensajería y correo electrónico,
en el acceso a bases de datos y en el servicio de referencia.
-Teletexto.- Sistema desarrollado por la BBC con el fin de enviar a los televisores
convencionales información almacenada en ordenadores, aprovechando las líneas no
utilizadas en el intervalo blanco vertical de toda emisión de TV. Es un sistema
unidireccional, lo que implica que la base e datos haya de ser transmitida en forma
secuencial y cíclica, ya que el usuario no puede pedir lo que desea recibir. Por otra parte, el
servicio es gratuito y la instalación supone muy bajo coste: tiene la salida por el televisor
doméstico previamente preparado. Ofrece información de actualidad, meteorológico,
cotizaciones de bolsa, deportes, etc. Los más conocidos son CEEFAX (BBC), ORACLE
(U.K.), ANTIOPE (Francia).
-El vídeo y la televisión por cable. Favorecen la misión de entretenimiento y algunos
servicios formativos, así como la divulgación científica. Son muy importantes en las
bibliotecas públicas y en las escolares, donde debe existir un servicio integrado para
proyecciones comentadas.
-Sistemas de educación asistida por ordenador (C.A.I.). Son programas de aplicación para
microordenadores que tienen su aplicación en las bibliotecas públicas para la orientación y
la formación de usuarios, y en otros tipos de bibliotecas como apoyo en las tareas de
búsqueda bibliográfica.
Softwares educativos, que introducen al usuario en el mundo del ordenador -caso del
sistema LOGOS.
-Edición asistida por ordenador. Funcionan en microordenadores y pueden ser utilizados
por individuos sin preparación informática ni grandes conocimientos de edición. La
información se introduce en la pantalla a través del teclado y del scanner, es posible la
corrección inmediata y el tratamiento de textos suprimiendo o cambiando párrafos enteros,
justificando líneas y utilizando diferentes tipos y formatos. El ordenador almacena la
información que puede tener posteriormente salida por la impresora electrónica. También
se puede editar en microforma (sistemas COM).
Su aplicación en bibliotecas es fundamental para la elaboración de documentos de uso
interno -boletines de resúmenes, información sobre novedades- y externos - folletos
informativos, correspondencia.
-Telefacsímil. Permite la transmisión de textos e imágenes a distancia -telecopia-, mediante
el procedimiento de descomponer la página en campos muy pequeños blancos y negros que
la máquina lee y transmite por línea telefónica hasta un aparato remoto que recupera el
mensaje y lo vuelve a traducir.
-Sistemas de información en línea. Ofrecen soluciones a la avalancha de documentación en
la comunidad científica. La información se almacena en bases de datos privadas o públicas,
nacionales o internacionales, generales o especializadas y el usuario accede a ellas a través
de las redes de telecomunicación públicas o privadas. La consulta y recepción de
información se realiza a través de terminales informáticos, videoterminales, equipos de
tratamiento de texto, microordenadores, etc.

La biblioteca del futuro


El tipo de información que maneja la comunidad científica -factual, perecedera,
compartida, inmediata, universal-convierte a los usuarios en candidatos de excepción a la
utilización de los más modernos avances tecnológicos. La biblioteca tiene que estar
preparada para responder a todo tipo de consultas, o bien, como dice Carrión Gútiez
(Manual de Bibliotecas), pronto vendrá otra institución que lo hará por ellas: la sociedad
elabora ella misma los instrumentos precisos para responder a sus propias necesidades.
Un indicio de lo que puede ser la biblioteca del futuro se puede encontrar tal vez en lo que
ya nos muestran muchas bibliotecas norteamericanas -por otra parte tantas veces pioneras
en el mundo de la información-: complejos servicios abiertos al ciudadano que ofrecen
desde un sofisticado sistemas de consulta en línea de bases de datos remotas hasta una
sección de referencia donde se formula cualquier tipo de pregunta, auténticos consultorios
populares.
Otros países han abierto sus puertas a nuevas fórmulas -caso de las artetecas del sistema
bibliotecario canadiense, o de las bebetecas catalanas, que ofrecen servicios para iniciar a la
lectura a niños a partir de los diez meses de edad.
Si la antigua biblioteca tenía como misión entregar el, libro adecuado a la persona
adecuada, la biblioteca actual tiene la misión de proporcionar la exacta información a la
persona adecuada, en el momento preciso y en el soporte indicado. En una sociedad donde
la información se configura como la primera de las materias primas, las bibliotecas se ven
reforzadas, no anuladas, siempre que sepan seguir el ritmo de crecimiento y modernización
que la sociedad les exige.
La biblioteca es el nudo donde confluyen las corrientes informativas: tiene la obligación de
sobrevivir y para ello debe adaptarse al mundo que las rodea. A fin de cuentas, la sociedad
decidirá como tienen que ser sus bibliotecas, y la evolución de aquella decidirá la evolución
de éstas.
El libro y las bibliotecas medievales

Introducción
La Alta Edad Media
La Baja Edad Media
La ilustración
Las bibliotecas

Introducción
Los últimos tiempos del Imperio Romano estuvieron marcados por la decadencia
económica y social, lo cual provocó un deterioro en la calidad de vida y permitió el flujo de
inmigrantes procedentes de zonas más pobres y atrasadas que se acercaban a la metrópolis
atraídos por una vida mejor y una cultura superior. A la muerte de Teodosio el Imperio se
dividió entre Honorio y Arcadio, que establecieron sus capitales en Roma y Constantinopla.

El Imperio Romano de Oriente, en posesión del legado cultural griego y menos afectado
por las oleadas humanas procedentes de los pueblos bárbaros, conservó mejor sus
características culturales y durante algunos siglos pudo mantenerse en un aceptable grado
de prosperidad y riqueza: de fronteras más herméticas, mantuvo siempre una actitud más
conservadora que Occidente, obligada al cambio por las circunstancias. De esta manera, en
un corto espacio de tiempo, todo el sistema cultural y educativo romano se había venido
abajo, sin que fuera sustituido por otro, ya que las culturas de origen de los pueblos
invasores eran, no solo inferiores, sino fragmentarias. Como consecuencia, Europa
occidental sufrió una época de recesión económica y cultural.

Sin embargo, las aspiraciones culturales de los vencedores no fueron nunca imponer su
cultura, sino más bien imitar la del vencido, la cual admiraban y consideraban superior: de
esta forma, las elites cultas de la época eran de formación greco-latina, y eran ellos quienes
marcaban el modelo a seguir.

La Alta Edad Media.


Los esfuerzos más destacados en este sentido solían venir de personas o grupos muy
reducidos. Entre estas personas cabe destacar a Boecio, llamado a la corte de Teodorico, y
que más tarde fue acusado de conspiración y condenado a muerte, en espera de la cual
escribió De consolatione philosophia, y a Casiodoro, compañero suyo y que, advertido por
la suerte de Boecio, abandonó la corte y creó en el sur de Italia un centro de jóvenes
patricios dedicados al estudio del latín y al mantenimiento de su pureza. Serían estos los
últimos intelectuales medievales laicos: a partir de aquí, la cultura quedará en manos de la
Iglesia y ello le dará un sesgo definitivo que señalará las características propias de la Alta
Edad Media.
En esta época se pone de moda entre los jóvenes cultos de familias patricias instalarse lejos
de las ciudades formando pequeños grupos dedicados a la oración y al estudio: son los
monajos, monjes, que durante los siglos VI, VII y VII florecerán en toda la cuenca
mediterránea, sobre todo en la occidental.
Uno de estos monjes es San Benito, quien se retiró a las ruinas de una antigua residencia de
Nerón y fundó allí el monasterio de Monte Cassino. Pronto aumentaron sus seguidores y,
dado que las comunidades se componían siempre de un pequeño número de miembros, no
tardaron en crearse otros centros de retiro. Con el fin de mantener la unidad entre las
diferentes comunidades surgidas todas de un mismo tronco común, San Benito elaboró una
serie de normas que constituyeron las reglas de la orden y que tendrían una importancia
decisiva en la actitud de los monjes y de los centros monacales durante la Edad Media. San
Benito le daba una importancia fundamental al libro, a la lectura y a la copia y
conservación de manuscritos: ordenaba de forma detallada las horas que debían dedicarse al
estudio y la lectura, y como se organizaría el trabajo en los monasterios para poder
satisfacer la demanda constante de manuscritos.
Irlanda, evangelizada por San Patricio también ejerció una considerable influencia sobre la
cultura altomedieval europea. Su alto grado de evangelización le permitió enviar monjes
con funciones misioneras y de predicación al continente, los cuales a su vez fueron
fundadores de monasterios, tales como San Columbano, fundador del monasterio de
Bobbio, y su discípulo Galo, fundador de Saint Gall.
Los ingleses, re-evangelizados por los irlandeses también enviaron apóstoles al continente,
tales como Beda el Venerable, considerado el hombre más culto de su tiempo y San
Bonifacio, fundador del monasterio de Fulda.
-Los libros se copian en los monasterios, con el fin casi exclusivo de satisfacer la demanda
interna: fuera de allí casi nadie sabía leer, ni siquiera el bajo clero -se recurría a la
iconografía para enseñar las bases de la Religión o la Historia sagrada-, y la cultura del
pueblo era oral.
-Los nobles eran analfabetos y en el mejor de los casos tenían a algún lector o copista en su
corte con el fin de que prestara sus servicios cuando estos fueran necesarios.
-La práctica desaparición del comercio y la decadencia económica tuvo consecuencias
funestas para el libro y la cultura: los pergaminos escasean, con lo cual se ven obligados a
borrar los antiguos para reescribir encima (palimpsestos), de lo cual quedan numerosos
ejemplos, tales como el Codex Ovetense o el De republica de Cicerón conservado en la
Biblioteca Vaticana.
-La incomunicación entre los diferentes centros culturales dio como resultado, entre otras
cosas, el abandono de la letra romana y la aparición de letras nacionales: merovingia,
visigótica, etc.
-Los monasterios eran autosuficientes: desde la cría del ganado para obtener pergaminos
hasta la encuadernación del libro, allí se realizaban todas las operaciones correspondientes.

Los pasos a dar en la fabricación del códice medieval eran los siguientes:
-Preparación de la piel para ser utilizada como soporte: secado, raspado, pulimentado, etc.
-Pautado: rayado horizontal, márgenes y columnas, al principio por el sistema de punta
seca, más tarde con punta de grafito.
-Copia del texto. El comienzo se indicaba con el incipit, el final de cada cuadernillo con los
reclamos -palabras con las que empezaba el cuadernillo siguiente-, y al final del texto se
escribía el colofón, indicado cómo, por qué, por quién, cuando se había hecho el manuscrito
y otros datos de interés.
-Rubricación: inscripción de iniciales y títulos.
-Miniado: dibujo e iluminación de los motivos ornamentales e ilustrativos.
-Foliación (siglo XII) y paginación (siglo XV).
-Encuadernación.

La mayoría de los monasterios tenían talleres de copia llamados Scriptorium, al frente del
cual había un monje especializado, mientras que el Librarium era el director de la
biblioteca monacal. La mayoría de los textos eran de temática religiosa, aunque dentro de
ello existía una gran variedad de manuscritos, tanto en cuanto a contenido -evangeliarios,
comentarios de los Santos Padres, etc-, como por el uso -libros de horas, cantonales, etc.

A finales del siglo VIII, Carlomagno se propuso la tarea de la unificación cultural de


Europa, sentando las bases de lo que luego fue llamado el Renacimiento Carolino. Fundó
varias escuelas para el estudio y la formación de los hijos de los nobles -entre ella la
escuela palatina de Aix-la-Chapelle (Aquisgrán)- , se rodeó de sabios que lo asesoraran y
comenzó la tarea de la recuperación de los autores clásicos y de la cultura latina en general.
Con el fin de organizar de forma centralizada su reino, se creó una letra, la carolina, que se
hizo obligatoria en todos los documentos oficiales y que supuso el primer paso para facilitar
los intercambios y los contactos con centros de diversas regiones.
El renacimiento carolino no sobrevivió a su fundador, aunque algo más tarde se reprodujo
en tiempos de Otón I, época en la destacaron San Bruno y el Papa Silvestre II, interesado
por la cultura árabe. Finalmente, en el siglo X se inicia la reforma cluniacense, que entraría
en España por el monasterio de San Cugat del Vallès y que tuvo consecuencias decisivas en
las nuevas orientaciones de la Iglesia, sumida por entonces en el caos y la anarquía.

España, mientras tanto, no había permanecido al margen de toda estos cambios. Invadida
por los visigodos, pueblo más culto que otros invasores europeos, supieron respetar y
asimilar la cultura de los patricios hispanorromanos, que siguieron siendo la reserva
cultural de la península. Así pues, mientras Europa se hundía en la ignorancia y el retraso,
en España existían focos de notable actividad intelectual, tales como Mérida, Toledo,
Córdoba, etc. Tenían una letra propia, la visigótica, de gran claridad y precisión, que nada
tenía que envidiar a la carolina. De hecho, ésta no entró en España hasta el siglo XII,
cuando Alfonso VI casa a sus hijas con los duques de Borgoña. los cuales llegaron
acompañados de sus séquitos e impusieron las modas francesas en la corte: modas que en
algunos casos terminaron imponiéndose por la fuerza de los decretos.
De las élites culturales hispanorromanas surgieron personajes como San Leandro y su
hermano San Isidoro, cuyas Etimologías recogían de forma enciclopédica el saber de su
tiempo, y fue uno de los libros más copiados e influyentes de la Edad Media; San Braulio,
discípulo de San Isidoro, San Genaro y San Fructuoso que fundaron cenobios en el norte de
Castilla y León, el arzobispo Mausona y, en fin, tantos otros que se situaban realmente
entre a la avanzadilla cultural de su época.
En los siglos VII-VIII se conoce un renacimiento religioso y cultural: prueba de ello son el
Codex Ovetensis, palimpsesto misceláneo y sobre todo el Pentatéuco de Ashburaham,
propiedad del Lord del mismo nombre, que muestra claras influencias norteafricanas en su
realización. Pero tal vez el fenómeno más interesante sea el de los Beatos, comentarios al
Apocalipsis de San Juan recogidos por el Beato de Liébana, el cual había adquirido
renombre por su obra Adversus Elipandus. Los Comentarios fueron copiados en múltiples
ocasiones, ya que parecía encajar muy bien con el espíritu de la época.
A final de la Alta Edad Media, con la Península prácticamente invadida por los
musulmanes, comienza a despertarse el interés por la cultura árabe y se hacen traducciones
de algunas de sus obras más destacadas. Merecen mencionarse a Juan de Sevilla, Domingo
Gundisalvo y Gerardo de Cremona que tradujeron las obras de Al-Juarismi, el cual difundió
por el mundo occidental la numeración arábiga; también fueron famosos los centros de
traducciones de Toledo y Sicilia.

La Baja Edad Media.


En torno al siglo XI-XII la vida económica comienza a dar muestras de recuperación, se
restablece el comercio y la agricultura se vuelve más floreciente. Al existir excedente de
producción, el trabajo se especializa y diversifica, desapareciendo el campesinado
autárquico. Comienzan a surgir artesanos independientes que se instalan preferentemente
en las ciudades, las cuales conocen un aumento de población considerable. Es la época de
las grandes ferias y de la aparición de la burguesía como nueva clase social: una clase
social más rica, culta e independiente.

El analfabetismo retrocede, ya que los nuevos profesionales necesitan libros para ejercer
sus profesiones y poco a poco comienzan a aparecer las escuelas catedralicias, primer paso
para alejar la exclusiva de la cultura de manos de la iglesia. Por otra parte, las traducciones
del árabe devuelven en muchos casos al mundo occidental a sus propios clásicos, perdidos
en múltiples ocasiones y recuperados a través de las bibliotecas árabes y bizantinas, y al
mismo tiempo favorecerán los estudios de determinadas ciencias, tales como la botánica,
las matemáticas o la medicina.

Las escuelas catedralicias se transformaron pronto en las primeras universidades: París,


Bolonia, Lovaina, Oxford... En España la primera fue la de Palencia (1212) seguida por
Salamanca. A la sombra de las universidades aparecen los estacionarios, los cuales se
encargan de manera profesional de la copia y distribución del libro que había
experimentado una fuerte aumento en la demanda: el libro se comercializa. Los
estacionarios recurren al procedimiento de copiar los libros por pecias, lo cual les permite
distribuirlos entre varios copias que aceleran enormemente el proceso de su elaboración. La
producción del libro para uso de la Universidad estaba muy cuidada con relación a su
contenido y presentación: Alfonso X se ocupa incluso de insistir en la necesidad de que
existan estacionarios en todas las universidades y tengan ejemplares buenos y cuidados.

Los libros, además se prestan y se alquilan: aparecen las primeras bibliotecas privadas,
reales, universitarias. El interés de los estudios y los contenidos del libro se alejan de la
religión para empezar a preocuparse por otras materias: ciencias, derecho, literatura...La
letra gótica, más sencilla de leer termina por abrirse paso y los textos se llenan de
abreviaturas, al tiempo que se comienza a escribir en lenguas vernáculas.

Finalmente, la aparición del papel de la mano de los árabes, que instalaron la primera
fábrica de Europa en Játiva (1100) dará un impulso definitivo a la fabricación del libro,
unque este material será acogido con recelo al principio y tardará aún un tiempo en
afianzarse.
La ilustración.
Existieron en la Edad Media varias escuelas de ilustradores: las más notables son la
merovingia, caracterizada por trazos estilísticos con pocas tintas, la irlandesa, típica por sus
iniciales entrelazadas, la visigótica, famosa por sus representaciones del ser humano y la
mozárabe, influida por los gustos orientales. También existen los códices áureos y
argentáreos, realizados con letras de oro y plata, respectivamente, frecuentemente con
fondo púrpura, de origen bizantino. En la Baja Edad Media se impone el gusto francés,
exquisitas representaciones de escenas cuyas características más sobresalientes son la
utilización del lapislázuli para dar color al cielo y las orlas de diminutos motivos vegetales.

Las bibliotecas.
Las bibliotecas durante la primera Edad Media se encontraban casi exclusivamente en los
monasterios: Monte Cassino, Fulda, Ripoll, Santa María de la Huerta, etc. En Europa
oriental deben destacarse las importantes bibliotecas de los monasterios bizantinos,
especialmente el del monte Athos.

Durante todo este tiempo el libro tuvo carácter de cosa sagrada. Ya en esta época aparecen
tratados sobre la organización de las bibliotecas, generalmente sistemas para su
clasificación o listas de libros. Las bibliotecas árabes conocieron un auge notable, tanto por
la elevada alfabetización del mundo musulmán de entonces -su cultura, basada en el Corán,
considera como deber del creyente enseñar a leer y escribir como medio de difundir la
palabra de Dios-, como por su conocimiento del papel, conocido por ellos a través de los
artesanos de Samarcanda desde el siglo VIII. Las bibliotecas más famosas fueron las de
Harun-al Raschid en Bagdad y la de Al-Hakein I en Córdoba. Además, la mayoría de las
mezquitas disponían de una biblioteca de mayor o menor envergadura y una escuela
coránica donde se enseñaba la lectura a partir del recitado del Corán.

Las bibliotecas universitarias difundieron el libro de forma mucho más eficaz, pero en
cambio originaron el abandono de las antiguas bibliotecas monacales -Richard de Bury en
el Philobiblion se queja del abandono en que estas se encuentran. El final de la Edad Media
marca la ruptura definitiva con la religión como centro de la cultura humana y el regreso a
los clásicos. En esta época se comienzan a formar excelentes bibliotecas privadas y aparece
la figura del bibliólogo: merece la pena destacar la figura de Petrarca, que no solo formó la
biblioteca privada más importante de su época sino que se preocupó por depurar a los
clásicos latinos de los errores que a los largo de los años se habían deslizado en la copia de
sus libros.
La invención y difusión de la imprenta: los incunables

Introducción
Precedentes
Johann Gutenberg
Condiciones de la aparición de la imprenta
Los incunables: características de los primeros libros impresos
Difusión de la imprenta

Introducción
La imprenta es cualquier medio mecánico de reproducción de textos en serie mediante el
empleo de tipos móviles. Es diferente a la xilografía, grabado en madera sobre una sola
plancha. Ambos son inventos chinos, aunque estos no llegaron a extraer a la imprenta todo
el rendimiento que era capaz de ofrecer. De cualquier modo, y dada la incomunicación
existente entre Oriente y Occidente, puede considerarse que su re-invención en el siglo XV
es su verdadero punto de partida, ya que será entonces cuando alcance las dimensiones que
de ello cabía esperar.

Precedentes
Muchos países se atribuyen para sí la gloria de la invención de la imprenta. Los holandeses
mantienen que su inventor fue Coster, en la ciudad de Haarlem, mientras los franceses
aseguraron durante años que la imprenta era un invento de los orfebres de Estrasburgo. En
realidad, hacía tiempo que se conocía en Europa la prensa y las aleaciones de los metales
necesarios para la fabricación de los tipos móviles: pero fue necesario el genio creativo de
quien supo combinar diferentes ideas para ofrecer un producto nuevo para que el
descubrimiento echara a andar.

También debe considerarse como precedente inmediato de la imprenta el libro xilografiado,


realizado generalmente a partir de dibujos que se podían colorear posteriormente. Las obras
xilografiadas llegaron a alcanzar una relativa popularidad a finales de la Edad Media,
especialmente para barajas, juegos y algunos libros de fábulas, así como para la famosa
Biblia pauperum o Biblia de los pobres, realizada a base de dibujos y de gran difusión entre
las clases populares.

Johann Gutenberg
Fuese quien fuese el descubridor, parece estar reconocido en la actualidad de forma
prácticamente universal que fue Gutenberg el primer impresor, al menos, el primer
impresor conocido. Ello no excluye que con anterioridad se hubieran llevado a cabo
experimentos en este campo: en efecto, todo parece indicar que así fue y probablemente,
Gutenberg supo aprovecharse de estas experiencias en las que también participó
activamente.
Pertenecía Gutenberg a la familia de los Gensfleisch -Gutenberg era un apodo-, famosos
orfebres de Maguncia. Apenas se sabe nada de su vida, y las noticias que han llegado hasta
nosotros no son directas, sino que proceden de los múltiples procesos en los que se vio
envuelto y que a veces nos permiten reconstruir sus pasos o suponer ciertos hechos con
bastantes probabilidades de acertar. Por estos indicios se sabe que estuvo desterrado en
Estrasburgo, donde entró en contacto con orfebres con los cuales mantuvo una serie de
extrañas relaciones que parecían ir encaminadas hacia la experimentación de algún
descubrimiento pero que terminaron en pleito. De vuelta a Maguncia monta su taller con
ayuda del banquero Johann Fust y en 1450 aproximadamnte publica su primera obra, la
llamada Biblia de las 42 líneas o de Mazarino, por haberse encontrado el primer ejemplar
en la biblioteca de este cardenal. La Biblia se compone de dos volúmenes y las páginas
tienen cuarenta y dos líneas -de ahí su nombre- y dos columnas y están escritas con letra
gótica. Se tiran 150 ejemplares en papel y 50 en pergamino: se conservan unos 46 o 47 -los
autores no se ponen de acuerdo en este punto. Es la única obra que se considera
completamente suya sin duda, aunque no lleva marca de imprenta, firma ni fecha o lugar de
publicación.

Poco tiempo después Fust plantea un proceso contra Gutemberg a causa de las deudas de
este, y en pago a sus créditos consigue quedarse con los talleres. Asociado con Schoeffer,
antiguo copista, dibujante y grabador de iniciales de Gutenberg, y ambos publican en 1457
una colección de Salmos conocida con el nombre de Salterio de Maguncia, primer libro
con fecha de impresión, nombre de los realizadores y hasta marca de imprenta -los escudos
con las iniciales de sus impresores colgando de una rama de árbol. La asociación entre Fust
y Schoeffer continúa hasta 1470 año en que muere Futs; Schoeffer siguió publicando hasta
1502-3.

Por su parte Gutenberg vuelve a rehacerse y montar un nuevo taller en el que publica la
Biblia de las 36 líneas, obra que tampoco lleva nombre de realizador y sobre la cual no
existe unanimidad en considerarla obra suya. De cualquier modo, la Biblia de las 36 líneas
es sensiblemente de inferior calidad que la de la Biblia de las 42 líneas. Según parece,
Gutenberg aún se vio envuelto en nuevos procesos por motivos económicos y terminó sus
días en pobreza protegido por el arzobispo de Maguncia.

Condiciones de la aparición de la imprenta


Si un invento como el de la imprenta apareció en esta época y no en otra anterior no se
debió en absoluto a una casualidad, sino a una serie de circunstancias que favorecieron e
hicieron posible su descubrimiento. Estas circunstancias fueron:
a) Aumento de la demanda del libro gracias a una mayor alfabetización de la población, al
papel de las universidades y centros de estudios, a las inquietudes religiosas de la época y a
la curiosidad e interés por la investigación del hombre renacentista.
b) Incremento del poder adquisitivo de los europeos, que se beneficiaban de las nuevas
rutas comerciales abiertas y en plena expansión. La imprenta también se beneficiaría de las
rutas comerciales europeas para su difusión por todo el continente.
c) Avances en los conocimientos sobre metales y sus aleaciones, que permitieron encontrar
las fórmulas adecuadas para la fabricación de punzones y matrices, así como las tintas
capaces de imprimir sin engrasar el papel o traspasarlo.
d) Aparición de la industria del papel, que comienza a vencer al pergamino desde 1350. El
pergamino era muy grueso para poder ser utilizado con facilidad por las prensas y no era lo
suficientemente plano para que la impresión se hiciera bien. Por otra parte, al multiplicarse
vertiginosamente el número de libros se habría llegado en poco tiempo a la extinción de las
especies que abastecían el mercado de pergaminos.
e) Cambio en la mentalidad del hombre, en el concepto de ciencia, que se hace más amplio
y experimental y en los métodos de trabajo que ahora permiten el ensayo y la
experimentación en busca de nuevas metas.

Los incunables: características de los primeros libros impresos


Se llaman incunables (del latín incunabulum, cuna) los impresos en caracteres móviles
desde los orígenes del arte tipográfico hasta 1500 inclusive. El término latino, aplicado a
una categoría de libros, fue empleado por primera vez por el librero holandés Cornelio van
Beughem en el repertorio que tituló Incunabula typographiae (Amsterdam, 1688). La toma
de esta fecha como punto divisorio no deja de ser arbitraria, ya que los libros impresos de
los primeros años del siglo XVI no dejan de presentar las mismas características que los
incunables y porque la imprenta no apareció ni se desarrolló al mismo tiempo en todos los
países.
Las características más señaladas de los incunables son:
a) Imitación de los manuscritos. Los primeros libros impresos trataron de parecerse todo lo
posible a los manuscritos, ya que esta era la forma de libro a que el hombre del siglo XV
estaba acostumbrado. Así, utilizan la letra gótica, abreviaturas -aunque nada las hacía
necesarias-, los incipts, etc. Las iniciales se dejaban en blanco con el fin de que fueran
realizadas más tarde por especialistas: no es difícil encontrar incunables donde las iniciales
no se llegaron a poner nunca. También carecían de portada: la primera es la del Calendario
de Regiomontano, en 1470, aunque algunos autores mantienen que al primera portada data
de 1500.
b) Se impone la letra romana, de la mano de los humanistas italianos, más legible y fácil de
entender. Poco a poco se van abandonando las abreviaturas.
c) Las primeras ilustraciones se hacen xilografiadas. El primer libro con ilustraciones
xilografiadas es una colección de fábulas de Albert Pfister (Bamberg, 1461).
d) La lengua mayoritariamente utilizada es el latín (45%), seguida del italiano, alemán,
francés, inglés y español.
e) Los temas son religiosos en el 45% de los casos. Le siguen los temas de literatura (30%),
clásica, medieval y contemporánea y el resto se reparte entre diversas materias.
A final de siglo se habían impreso unos 10.000 títulos, lo cual indica la velocidad con
que la imprenta se extendió por Europa.

Difusión de la imprenta
En la difusión de la imprenta se aliaron dos factores ajenos por completo a ella: las guerras
civiles en Alemania y el auge experimentado por las rutas comerciales europeas,
verdaderos caminos de intercambio de bienes materiales y culturales.
En 1460 estallan las revueltas civiles en Maguncia. El arzobispo es depuesto por el Papa
por desobediencia y es enviado Adolfo de Nassau a tomar la ciudad. La mayoría de los
impresores se ven obligados a huir y los talleres se disuelven. Los primeros tipógrafos se
instalan en otras ciudades alemanas (Colonia, Spira, etc). Otros, por el contrario, viajan al
extranjero, sobre todo siguiendo la ruta transalpina que los lleva a Francia y a la próspera
Italia. Entre estos se encuentran los tipógrafos Schweynheim y Pannartz, que en 1464 se
instalan en el monasterio de Subiaco, donde era abad el español Juan de Torquemada, el
cual les anima a montar allí sus talleres: será el primero que se instalará fuera de Alemania.

El primer libro impreso parece ser que fue un Donato, del cual no quedan rastros ni
ejemplares, cosa lógica si se tiene en cuenta que era un libro de texto para el aprendizaje de
la gramática latina. Después el De oratione de Cicerón, sin fecha, un Lactancio fechado en
1465, y algunos más, ninguno de ellos firmado. Desde allí los dos tipógrafos marchan a
Roma, donde instalan su taller y publican nuevas obras, de temas religiosos o de autores
clásicos, bajo la protección del Papa Sixto IV. Cuando llegaron a Roma ya se encontraba
instalado allí el taller de un compatriota suyo, Ulrico Han, el cual publicó, entre otras obras
las Meditationes de Torquemada (Turrecremata), primer libro donde aparece el retrato del
autor vivo.

Por la misma época se instala en Venecia Juan de Spira, el cual publicó las Epistolas
familiares de Cicerón y la Historia natural de Plinio. A su muerte le sucedió su hermano al
frente del taller y se encargó de publicar, entre otras obras, la primera edición del
Cancionero de Petrarca y la Divina Comedia. También en Venecia se instaló el impresor
Ratdolt, famoso por sus iniciales y orlas grabadas en madera de sabor renacentista y por
haber sido el primero en publicar un libro con portada: el Calendario de Regiomontano, en
1470.

En Francia la imprenta se inició tarde y comenzó en París y Lyon, donde inmediatamente


encontró una excelente acogida: a finales de siglo había en esta última ciudad 160 talleres
tipográficos.

En Inglaterra fue aún más tardío: entró en 1477 de la mano de Caxton, mercader en textiles,
quien instaló el primer taller en Westminster. Poco a poco la imprenta se fue instalando en
todos los rincones de Europa, aunque su expansión fue irregular: el último país al que llegó
fue Grecia, donde lo hizo hace poco menos de un siglo, debido a la dominación turca, cuyo
idioma no comenzó a escribirse en caracteres latinos hasta la revolución de Kemal Ataturk.
Al resto del mundo la imprenta llegó de manos de los colonizadores europeos y los países
árabes fueron lentos en adoptarla debido a la dificultades que presentaba su alfabeto para
ser reproducido tipográficamente. En estos países se prefirió utilizar la xilografía o incluso
la litografía a la imprenta hasta épocas muy tardías.
La imprenta en España durante el siglo XV

Introducción
Precedentes y primeras hipótesis
El primer incunable
La imprenta en otras ciudades
Barcelona
Zaragoza
Valencia
Sevilla
Salamanca
Valladolid
Zamora
Burgos
Toledo
Otras ciudades
Características

Introducción
Son escasas las noticias que se poseen sobre la introducción y expansión de la imprenta en
España, tanto por los escasos documentos sobre los primeros impresores como por la falta
de colofones explícitos. A pesar de ello, se pueden hacer algunas afirmaciones sobre las
características de las primeras imprentas españolas.
a) Llegó tardíamente, en la década de los setenta, probablemente por la situación periférica
de la península y por la falta de grandes universidades o de vida urbana floreciente.
b) Los primeros impresores fueron alemanes, lo cual es normal considerando que el gremio
internacional estaba compuesto casi exclusivamente de ellos.
c) El camino de introducción fue Italia, según muestran los tipos utilizados en los primeros
impresos, hecho comprensible por las intensas relaciones que unían a dos los dos países.

Precedentes y primeras hipótesis


No se ha conservado ningún libro xilográfico realizado en España, aunque hay noticias de
la existencia de grabados en la primera mitad del siglo y se conocen algunos de la segunda
mitad, como de la confección de naipes y grabados con texto, aunque sobre planchas
metálicas.
En cuanto a la imprenta, durante algún tiempo se creyó que el primer libro impreso en
España fue la Gramática de Mates, impresa por Gherlinc en Barcelona en 1468, fecha que
resultó ser una errata probablemente por 1488. También se creyó durante mucho tiempo
que el libro impreso más antiguo era Obres o trobes en lahors de la Verge María, que
contiene 45 poesías en honor de la Virgen de María, 40 en valenciano, 4 en castellano y una
en toscano, fruto de un certamen literario. El libro, impreso en 1474 por Lambert Palmart
en los talleres de Jacobo Vitzlán, no fue probablemente ni siquiera el primer incunable
valenciano, aunque sí parece ser el primero de motivo literario.
Lo mismo se pensó de la Etica, Económica y Política de Aristóteles, hecha por Botel, Holtz
y Plank en Zaragoza o Barcelona, en 1473 o 1474. También se le atribuye el honor al
Sacramental de Clemente Sánchez Vercial, impreso en Sevilla por Antonio Martínez,
Alfonso del Puerto y Bartolomé Segura; el autor de la hipótesis, Pedro Vindel, atribuye la
fecha de 1470, aunque carece de prueba documental alguna.

El primer incunable
Hoy se acepta de forma general la idea de que la primera obra realizada por la imprenta
española de la que se tienen noticias es el Sinodal de Aguilafuente, impreso por Juan Parix
de Heidelberg en Segovia el año 1472. El documento contiene las constituciones aprobadas
en un sínodo celebrado en este pueblo, para recordar a los clérigos sus obligaciones y evitar
que se mezclaran en contiendas civiles. Es una obra de 48 páginas sin colofón. Según
parece, un tal Juan Paris vivió en Segovia a finales del siglo, lugar donde abrió un taller en
el que se imprimieron al menos ocho obras, la mayoría de las cuales se conservan en esa
cuidad. Probablemente llegó allí invitado por el obispo Juan Arias de Ávila, hombre
acaudalado que había conseguido privilegios para establecer, bajo la superintendencia del
obispado, un estudio de gramática, lógica y filosofía equivalente a una Universidad: era
comprensible que quisiera completarlo con un taller de tipografía.

El hecho de que fuera Segovia la primera ciudad de la que se tenga constancia que dispuso
de imprenta resulta en principio sorprendente, si se tiene en cuenta que el reino de Aragón
estaba más próximo y más relacionado con Italia, y su vida cultural era más intensa debido
al mayor desarrollo de las ciudades. Sin embargo, hay que considerar que Segovia vivía
momentos de esplendor, el rey le había concedido primacía sobre las demás ciudades de su
reino y se desplegaban en ella numerosas actividades: era el centro de la vida política y allí
fue proclamada reina Isabel la Católica en 1474.

La imprenta en otras ciudades


De cualquier modo, se sabe que existían talleres de tipógrafos en otras ciudades de España,
que trabajaron al mismo tiempo que el de Juan Parix. Se conoce un contrato entre Botel y
sus paisanos Holtz y Plank, en 1473, por el que el primero se comprometía a enseñar el
oficio de impresor: la sociedad editó la obra de Aristóteles antes mencionada.

Barcelona
La primera obra fechada fue la Gramática de Perottus, hecha en Barcelona en 1475, por
Juan de Salzburgo (probablemente Plank) y Pablo de Constanza u Horus, también asociado
de Botel. Aunque se sabe de la existencia de otros libros, no apareció ningún otro fechado
hasta 1478, los Comentarios a Aristóteles de Santo Tomás, obra de Pedro Brun y Nicolás
de Spindeler. La sociedad duró poco y Spindeler realizó en Barcelona media docena de
obras más, como el Regiment dels Princeps de Egidio Colonna y Etica, Política y
Económica de Aristóteles. Más tarde abandonó la cuidad para instalarse en Tarragona,
donde abrió un nuevo taller.

Mientras tanto, con Pedro Brun se asoció un clérigo catalán, Pere Posa, que resultó ser el
más prolífico de los impresores de la ciudad, editando al menos 36 obras, de las cuales la
primera fue la Historia de Alexandre, de Quinto Curzio, en valenciano y la última Arbor
scientiae, de Llul, del que ya había hecho ediciones anteriores. Otros talleres importantes
fueron los de Pere Miquel, que hizo entre otros el Tirant lo Blach de Joanot Martorell; el de
Juan Rosenbach de Heidelberg, que publicó el Libre dels angels y Libre de les dones, de
Francisco Jiménez; y Diego de Gumiel, apodado "El Castellano", que terminó el Tirant
iniciado por Miquel, además de obras de Jiménez, un donato, y otras obras en latín.

Zaragoza
El primer libro editado en Zaragoza fue el Manipulus curatorum, obra realizada por Mateo
Flandro en 1475, primer impreso en España con nombre de editor. Botel y Horus
publicaron en 1476 el Fori aragonum. El taller de Horus, regentado más tarde por su
hermano Juan, fue uno de los principales de España en las dos últimas décadas del siglo.
Entre sus obras hay libros de Séneca, Aristóteles, Platón, Torquemada, López de Mendoza,
etc.

Valencia
Capital del reino de su nombre, Valencia tuvo una gran actividad impresora, de acuerdo con
su potencial económico y su intensa vida cultural. El introductor de la imprenta fue Jacobo
Vitzlán, comerciante alemán que representaba a la familia de los Ravensburg. De su taller
se hizo cargo Lambert Palmart, el cual publicó más de una docena de obras hasta 1493, año
en que vendió su negocio. Entre sus autores figuran Aristóteles, Salustio, Mela, Esopo y
Jiménez. También publicó una Biblia en colaboración con Alonso Fernández de Córdoba,
platero y maestro impresor.

Nicolás Spindeler, después de abrir talleres en Tortosa, Barcelona y Tarragona, se instaló


en Valencia, donde publicó una edición de Tirant lo Blanch, en cuya primera hoja aparece
una bella orla con el nombre del impresor. Vuelto a Barcelona, regresó a Valencia en los
últimos años del siglo, y publicó docena y media de libros, algunos sin hacer constar su
nombre.

Sevilla
Antonio Martínez, Alonso del Puerto y Bartolomé de Segura se declaran introductores de la
imprenta en Sevilla. Publicaron el Sacramental de Clemente Sánchez Vercial, y más tarde,
Segura y del Puerto publican la Crónica de España, mientras que Martínez hace lo propio
con Espejo de la Cruz de Cavalca.

En 1990 se publica el Vocabulario universal en latín y en romance por los llamados


Hermanos Alemanes, llamados allí por la Reina, al parecer muy interesada en introducir la
imprenta en Sevilla. Su producción fue muy abundante, trabajando sobre todo por encargo
para libreros o patrocinadores.

Salamanca
La abundante producción de Salamanca, donde estaba la más importante universidad
española, plantea problemas a los historiadores, porque la mayoría no tienen nombre de
impresor. Por los tipos parece deducirse que existieron dos talleres, reconocidos como los
editores de Introductiones latinae y la Gramática castellana, ambas de Nebrija. La mayoría
eran libros al servicio de la Universidad. Al primero de estos talleres se le atribuyen más de
30 obras, la mayoría en latín; el segundo, abierto más tarde, superó en producción al
primero, llegando a alcanzar más de 90 ediciones, cifra no alcanzada por ningún otro taller
en la península. Entre sus obras detaca la Gramática de Nebrija de 1492, en la cual el autor
habla proféticamente de la lengua castellana, destinada a ser compañera del imperio.

Más tarde aparecieron otros talleres en la ciudad. Merece especial atención el librero Juan
Porras, que encargó una gran cantidad de obras en diversas imprentas. No se sabe si fue
propietario de algún taller antes de 1500, aunque es probable que alguno de los
mencionados fuera de él o, al menos, tuviese participación en la empresa.

Valladolid
Parece probable que las primeras obras impresas en Valladolid fueran bulas impresas en el
monasterio de Nuestra Señora del Prado, aunque no queda constancia documental. El
primer taller secular fue el de Juan de Francour, de origen francés, que publicó en 1492 un
Tratado breve de confesión. Más tarde abrieron taller Pedro Giraldi, de probable origen
italiano, y Miguel de Planes, cuya producción más famosa fue la primera carta de Colón, y
se le atribuye una edición de Visión deleitable de Alonso de la Torre.

Zamora
Antonio de Centenera se considera el primer impresor de esta ciudad, y a la vez el más
característico de los impresores españoles, alejado de influencias extranjeras. La mayoría
de sus libros estaban en castellano y eran de autores españoles; también fue famoso por sus
grabados, como los que apareen en Los trabajos de Hércules, de Villena.

Burgos
Fadrique de Basilea aparece como el primer impresor de Burgos, y sus primeros trabajos
fueron impresos para la catedral. Su primer libro fue la Grammatica latina de Andrés
Gutiérrez y más tarde publicó más de 70 obras, entre las cuales destacan gramáticas latinas
y obras de Nebrija, Pedro Mártir (Opera), Diego de San Pedro (Cárcel de amor), Hernando
del Pulgar (Glosas de Mingo Revulgo), y la primera edición de La Celestina. Otro impresor,
Juan de Burgos, fue famoso por sus grabados, aunque su producción es menor, y muchas de
sus obras, reediciones de Fadrique de Basilea.

Toledo
Parece ser que las primeras obras en Toledo fueron bulas impresas en el monasterio de San
Pedro Mártir, como en Valladolid, aunque las primera fechadas son obra de Juan Vázquez,
quien completó su producción con algunos libros, que no llegaron a la media docena.
Existieron otros talleres en Toledo, pero el mejor de todos fue sin duda el de Pedro
Hagenbach, que había trabajado en Valencia con Hutz y cuyas obras más notables fueron el
Missale Toletanum y el Missale Mozarabe, esta última por encargo del Cardenal Cisneros.

Otras ciudades
En Pamplona se estableció Arnaldo Guillén de Brocar y en Granada Hernando de Talavera.
Además existieron talleres en Palma de Mallorca, Murcia, Coria, Santiago, y otras hasta un
total de 26 ciudades, y en algunos pueblos pequeños y monasterios, como Montserrat y San
Cugat.
Características
Las primeras obras de la imprenta en España se caracterizaron por los siguientes aspectos:
a) La letra utilizada, que empezó siendo de tipo romana, evolucionó pronto a la neogótica
alemana, con fuerte influencia de la caligrafía de los manuscritos españoles. También se
aprecia una evolución hacia el, plateresco, tanto en la composición como en los
ornamentos.
b) Hubo escuelas de gran prestigio técnico, entre las cuales deben citarse las catalanas.
c) La interlineación era ancha, y las iniciales blancas sobre fondo negro. Con frecuencia
aparecen portadillas grabadas en madera con motivos heráldicos.
d) Los temas aparecen muy influidos por la religión. Sin embargo, cada vez son más
frecuentes las obras en lenguas vernáculas. Aparecen gran cantidad de bulas, misales,
gramáticas y diccionarios latinos. Las obras en poesía y prosa suelen ser gratificantes y
amenas.
El libro y las bibliotecas durante el siglo XVI

Introducción
Italia
Alemania
Países Bajos
Francia
Inglaterra
España
Bibliotecas

Introducción
El siglo XVI supone el afianzamiento definitivo de la imprenta y la adquisición de
características propias. Es un siglo decisivo en la Historia del Libro y se caracteriza por:
a) Distanciamiento de la tradición manuscrita (colofones, abreviaturas, etc.) salvo en las
iniciales. Justificación del margen derecho.
b) Consideración del libro como objeto comercial. Aparecen las firmas de validación y los
privilegios reales y la portada como reclamo comercial.
c) Búsqueda tipográfica. Desde principios del siglo existe un predominio absoluto de la
tipografía italiana, que terminó por imponerse en toda Europa, aunque con cierta resistencia
de las tipografías nacionales, especialmente en España y Holanda que durante algún tiempo
siguieron utilizando la letra gótica.

Italia
La historia tipográfica italiana del siglo XVI se inicia en Venecia con Aldo Manuzio. Aldo
Manuzio no sólo fue un excelente impresor, sino un erudito y un hombre de su tiempo. Fue
huésped y amigo de Pico de la Mirandola, estudio latín y griego y escribió pequeños
manuales de gramática, lo que demuestra su sólida formación humanística. Finalmente se
instaló como impresor con la intención de publicar ediciones críticas de los clásicos. Para
elegir los textos a imprimir se rodeó de sabios de renombre, especialmente helenistas, que
realizaron una notable labor de selección y depuración de los clásicos.

El primer libro editado por Manuzio fue la Gramática griega de Constantino Lascaris. Los
tipos utilizados, muy bellos, eran ya diferentes a la letra utilizada en los manuscritos. El
primer libro latino que salió de sus prensas fue el Diálogo sobre el Etna, elaborado con
unos tipos creados por él inspirados en los de Garamond y que, curiosamente, luego
influirían en la tipografía francesa. Pronto pasó a editar libros en tamaño octava -casi un
libro de bolsillo-, realizados con caracteres nuevos, la letra llamada más tarde cursiva,
itálica o griffa, por Francesco Griffo, creador de tipos para Manuzio.
En poco tiempo publicó múltiples ediciones de los clásicos en octava, entre ellas 28
ediciones príncipes. Los aldinos fueron un excelente vehículo para la difusión de la cultura
humanística. Muy utilizados por los estudiantes, el escudo de Manuzio fue pronto célebre.
Pero no fueron estas las únicas aportaciones de Aldo Manuzio al arte tipográfico, sino
también el sentido de la profesionalidad que se traducen el las bellas iniciales, orlas y
cabeceras de estilo delicadamente arcaizante que caracterizaron sus trabajos, el cuidado
puesto en la reproducción de grabados, de los cuales hay que mencionar los 170 que
componían la Hypnerotomachia Poliphili de Francesco Colonna (1499), libro de extraña
temática considerado por muchos como la obra más perfecta salida de la imprenta. Además,
la edición de sus obras se completaba con la encuadernación, realizada en un taller anejo
con piel de cabra del norte de Africa (marroquín) y sobre plantilla de cartón, material
menos recio, pero más manejable que las antiguas tablillas. Al principio empleó sólo
estampado en frío, pero pronto se dejó influir por tendencias orientales añadiendo arabescos
dorados.
Además de todo esto, Aldo Manuzio realizó ediciones de lujo en pergamino o piel para
coleccionistas más exigentes, entre los que se encontraba Grolier. A través de Grolier,
Manuzio ejerció una considerable influencia en la encuadernación que más tarde se
desarrollaría en Francia y el Norte de Italia.

Alemania
El siglo XVI está marcado en Alemania por el esplendor del grabado en madera, cuyo
máximo exponente es el Apocalipsis ilustrado por Alberto Durero en 1498. Entre los
tipógrafos destacan Froben, cuyos libros eran revisados por Erasmo y que cuidó su
tipografía ayudado por su extenso material de tipo romano y cursivo. Froben trabajó con
Holbein el Joven en la reproducción de grabados, consiguiendo también espléndidas orlas
para las portadas.
Pero la característica más notable del libro alemán del siglo XVI la decidió sin duda la
explosión documental que supuso la Reforma, la cual hizo aparecer una gran cantidad de
libros y folletos cuya finalidad no era ya la exquisitez tipográfica, sino la posibilidad de
llegar a grandes capas de población lectora Los libros dejan de ser selectos para ser
asequibles. La secularización de las bibliotecas eclesiásticas las hizo más accesibles, pero
también se conoció una considerable destrucción de libros, especialmente religiosos de
inspiración católica, cosa similar a la ocurrida en Inglaterra y los Países Bajos. De cualquier
forma, el libro logra una democratización hasta entonces desconocida: las ediciones en
lengua vernácula de la Biblia y otras obras hicieron del libro un instrumento de uso
cotidiano y la población, favorecida por las tendencias reformistas comenzó poco a poco a
salir del analfabetismo, aunque para su alfabetización total deberían pasar aún muchos
años.
Al mismo tiempo, y como consecuencia de ello se incrementó considerablemente la venta
del libro, tanto en forma de ventas ambulantes como por el apogeo que conocieron las
ferias, especialmente la de Leipzig y Francfurt, donde los comerciantes del libro dieron los
primeros pasos en la elaboración de catálogos comerciales con los Messkatalogue.
Países Bajos
En Flandes, Cristóbal Plantin, de origen francés, fue un claro exponente de los editores de
su época, que solían dedicarse indistintamente a la impresión y a la encuadernación, dando
prioridad ya a una actividad, ya a otra. Plantin era encuadernador, pero alcanzará la fama
como impresor en la ciudad de Amberes. Publicó más de 1.600 obras en múltiples idiomas,
algunas de ellas de gran formato, a lo largo de los cuarenta años en que desarrolló su
actividad. Una de sus obras más famosa fue la Biblia Políglota, obra en ocho volúmenes y
cuatro idiomas dirigida por el español Benito Arias Montano. Pero además imprimió obras
lingüísticas, científicas, jurídicas, matemáticas, etc. y muchas ediciones de los clásicos y
tenía sucursales en Leyden y París. Al igual que otros impresores de su tiempo cuidó
mucho su letrería, de influencia francesa, y se rodeó de eruditos y sabios. Felipe II le
concedió el privilegio de los libros religiosos españoles y a su muerte le sucedió su yerno,
Moretus: esta familia conservó la empresa hasta finales del siglo XIX. Actualmente
propiedad del estado, aún pueden verse las antiguas maquinarias en su casa-museo.
Plantino utilizó el grabado en madera y en cobre y a él se deben notables representaciones
cartográficas.

Francia
La característica más notable del siglo XVI en Francia fue sin duda alguna la
encuadernación, moda traída por Grolier e impulsada por los llamados reyes bibliófilos, que
fomentaron esta industria y ellos mismos crearon importantes bibliotecas.

Francisco I impuso en Francia por primera vez el depósito legal para la biblioteca real, que
consiguió así un notable enriquecimiento, aunque esta disposición no se llevase a efecto en
la totalidad de los casos, por claros problemas de transporte y comunicaciones propios de la
época. También fomentó la industria tipográfica y tuvo a impresores y encuadernadores
trabajando para él. El primer impresor real fue Geoffroy Tory, que empleó tipos romanos,
cuando en Francia aún se utilizaban los caracteres góticos, aunque algunos impresores
habían empezado a abandonarlos. Uno de sus discípulos, Garamond, creó un tipo de letra
romana que ha quedado en los anales de la historia del libro como una de las más bellas,
ligeras y proporcionadas que hayan existido nunca, e influyó en editores como Aldo
Manuzio.

Con Enrique II la encuadernación francesa logró un gran esplendor y su influencia se hizo


notar en todos los países de Europa. De hecho, desde entonces, Francia se encontró a la
cabeza del mundo en el arte de encuadernar y este lugar lo ha sabido conservar hasta
nuestros días.

Inglaterra
El libro inglés conoció los problemas derivados de la inestabilidad política y religiosa a lo
largo del siglo XVI. Sin embargo, sus reyes participaron de las corrientes bibliófilas que se
habían despertado en Europa, y reunieron interesantes colecciones. También dispusieron de
impresores y encuadernadores propios: la encuadernación inglesa, de claras influencias
francesas e italianas logró un gran esplendor. Son famosas las encuadernaciones de la Reina
Isabel, hechas en terciopelo o seda bordado con oro y plata. También es célebre la
encuadernación con rueda inglesa, más rica aún que la alemana.
España
En España destaca la labor del cardenal Cisneros en la Universidad de Alcalá de Henares.
Llamó al impresor Arnaldo Guillén de Brocar para elaboración de la Biblia Políglota
Complutense, anterior a la Plantin, donde aparecía la Vulgata además de las versiones en
hebreo, caldeo, griego y latín. Se invirtieron en ella 50.000 escudos e intervinieron en su
elaboración Nebrija (latín), Demetrio Ducas (griego), Alfonso de Alcalá y Alfonso Zamora
(hebrea). Se hicieron 600 ejemplares en papel y 6 en vitela. En interés tipográfico radica en
la utilización de diferentes alfabetos y en la composición de las páginas. Los tipos
empleados eran muy bellos, especialmente los griegos. Aparece el escudo del cardenal en
todos los volúmenes y las orlas de cada uno de ellos son diferentes. Es un conjunto del
mejor estilo renacentista: mezcla tipos romanos, itálicos y góticos.

Su estilo ecléctico fue seguido más tarde por Miguel de Eguía, quien publicó numerosas
obras humanísticas y religiosas en latín y castellano, fiel reflejo del ambiente espiritual del
momento. Dentro de su taller actúo un importante grupo erasmista, lo que le valió un
proceso de la Inquisición. Miguel de Eguía también publicó numerosos libros de texto
corregidos por Nebrija.

En Salamanca el desarrollo de la imprenta vino acompañando al apogeo cultural que por


entonces conocía esta ciudad. Entre los libros que salieron de sus imprentas tuvo mucha
importancia la creación literaria, entre cuyas obras merece destacar la segunda Celestina de
Pedro de Castro, de estilo renacentista.. Al mismo tiempo existían otros talleres de
tendencia más tradicional, como el de Juan de Giunta, de origen veneciano, en Medina del
Campo.
La tipografía española del XVI se caracteriza por el uso de la letra gótica y la portada
renacentista, aunque poco a poco van abriéndose paso las nuevas tendencias. Entre las
obras más publicadas estaban los libros religiosos, las obras lingüísticas -obras de Nebrija,
entre otras- y los libros de caballería, que en este siglo conocerán un sorprendente
esplendor: merece la pena destacar la influencia que sobre estos ejerció el Amadís de
Gaula, una de cuyas ediciones, debida a Juan de Croci en Zaragoza, presenta un trabajo
muy cuidado.
Mientras tanto, en Barcelona, Rosenbach imprime libros litúrgicos y misales y Carles
Amorós edita en catalán y castellano. Para los grandes formatos -folio- se emplean los tipos
góticos y para los tamaños más pequeños, tipos romanos. Valencia sigue utilizando el tipo
de letra gótica: allí se editan libros populares con múltiples ilustraciones. Poco a poco van
haciendo su aparición los caracteres romanos inspirados en Garamond.

En América el libro penetró rápidamente. Con el fin de ayudar a la evangelización, las


autoridades eclesiásticas crearon talleres destinados a la impresión de libros religiosos, que
sirvieron además para fijar la lengua. La primera imprenta de América se abrió en México y
fue una sucursal del taller de Cromberger en Sevilla.
Bibliotecas
El siglo XVI conoce la aparición de las primeras bibliotecas reales, que más tarde
evolucionarán en su estructura y funcionamiento. A finales de siglo se sustituyen los
pupitres con libros encadenados por estanterías murales. La primera biblioteca de este tipo
es la del monasterio de El Escorial (1565), donde Juan de Herrera, el arquitecto que
proyectó el edificio no sólo se encargó de diseñar la biblioteca, sino también las estanterías
que contiene. Para la creación de esta biblioteca se solicitó la concurrencia de eruditos, que
redactaron memoriales sobre cómo debía formarse. Entre los memoriales más conocidos
destacan el de Juan Páez de Castro, Juan Bautista Cardona y Ambrosio de Morales. Arias
Montano elaboró su primer catálogo y se encargó de seleccionar determinadas obras.

Posteriormente la biblioteca se enriqueció con el añadido de donaciones posteriores, como


la biblioteca de Diego Hurtado de Mendoza, el Conde-Duque de Olivares o Muley Zidan.
En 1616 se le concede el privilegio de recibir un ejemplar de cada obra publicada, aunque
nunca se llegó a cumplir de una forma demasiado rigurosa.
Otras bibliotecas importantes de la época fueron la Laurentina en Florencia, diseñada por
Miguel Ángel y la Ambrosiana en Milán, de Fontana, la más rica después de la Vaticana.
También hay que citar la biblioteca de Hernando Colón que llegó a reunir 15.000
volúmenes seleccionados con un criterio erudito y enciclopédico. Esta biblioteca poseía un
repertorio de descripciones bibliográficas, con índice unificado de autores y materias.
Hernando Colón dispuso que a su muerte la biblioteca estuviera abierta a eruditos e
investigadores.
El libro y las bibliotecas durante el siglo XVII

Introducción
El libro
Distribución geográfica
Francia
Francia
España
Las bibliotecas
Las publicaciones periódicas

Introducción
El siglo XVII se caracteriza por ser una época de inestabilidad política, social y religiosa
que cristaliza en la Guerra de los Treinta Años. Europa conoce una fuerte crisis económica
que finalizará con el desequilibrio entre los países que la forman: la lucha por la hegemonía
no siempre dio como resultado unas mejores condiciones de vida para la sociedad. Debido
a este clima de inestabilidad, se recrudece la censura y se llegan a perder libertadas
adquiridas con anterioridad. El siglo XVII es el del triunfo del absolutismo, pero también el
siglo de los grandes descubrimientos y la extensión del campo de las ciencias.

El libro
Las características que definen al libro de este siglo son los siguientes:
a) Triunfo del grabado en cobre, que, gracias a su fidelidad de reproducción, se convierte en
un instrumento excelente para la elaboración de libros científicos ilustrados y para la
cartografía. Es la época del barroco, que se manifiesta en portadas y frontispicios tan
ricamente decorados que a menudo casi no dejan espacio para el título. En esta actividad
destacó Rubens, el cual trabajó para la familia Galle en el taller de los Plantin-Moretus. A
menudo, el trabajo de grabador estaba dividido entre el autor de la idea, el dibujante y el
escultor del mismo.
b) Descenso de la calidad tipográfica La calidad tipográfica, por el contrario, descendió, así
como la del material utilizado. Paradójicamente, es el siglo de la bibliofilia, que se
manifiesta con la producción cuidadísima de lujosos libros para coleccionistas: sin
embargo, este no era el tipo de libro corriente, aunque la actividad no dejaba ser un
interesante campo de experimentación en el campo editorial.
c) Nuevos sistemas de comercialización. A lo largo del siglo XVII aparecen las subastas
como nuevo sistema de comercialización del libro. Estas subastas suponían una alternativa
más satisfactoria para el vendedor y el comprador, ya que permitía ajustar la oferta a la
demanda de modo muy aproximado. Sin embargo, no siempre resultaron neutrales, ya que
encontramos escritos de la época acusando a los libreros de aprovechar las subastas de
libros por lotes para deshacerse de aquellas obras de difícil salida.
d) Encuadernación sencilla y sin alardes de riqueza. La única excepción la constituyen las
encuadernaciones para bibliógrafos franceses, libros más bien de ornamento que de uso
intelectual. Aquí aparecen las líneas punteadas, grabados de oro, guardas de seda y
jaspeadas, etc.
e) Contenido mayoritariamente religioso, aunque existe un gran aumento de las literaturas
nacionales y, sobre todo, de los temas científicos y geográficos: el XVII es el siglo de los
grandes viajes, descubrimientos y exploraciones, así como de las primeras excavaciones
arqueológicas.

Distribución geográfica
Bélgica y Holanda consiguen la primacía absoluta en la producción de libros en Europa, al
unir en este siglo la riqueza económica y las actitudes más liberales del momento. La
Universidad de Leyden, en los Países Bajos, se convirtió en un foco cultural de primer
orden, donde el consumo de libros fue muy elevado. En esta Universidad se encontraba
empleado Luis Elzevir, encuadernador y bedel, que después de haber obtenido permiso para
vender libros a los estudiantes, llegó a establecer un comercio de inusitadas proporciones,
que se extendió fuera de la ciudad y del país. De aquí arrancó una célebre familia de
impresores que pronto logró fama internacional. Su nieto Isaac lanzó una colección de
obras de clásicos en dozava que, al igual que los aldinos se extendieron rápidamente por
Europa y adquirieron gran popularidad por su cómodo formato y precio módico. El cuidado
filológico de las obras no era comparable al de los aldinos, pero su letrería romana, sobria y
clara, influida por Garamond, ofrecía una impresión elegante, aunque algo monótona.
Además de los clásicos, los Elzeviros publicaron abundantes libros de texto y, sobre todo,
gran cantidad de obras religiosas. Pero más que como impresores, los Elzeviros adquirieron
fama como comerciantes del libro, lo cual les valió, gracias al establecimiento de
verdaderas redes de distribución, ejercer una influencia considerable en los países de su
entorno.

Otra casa editorial importante fue la Blaeu, especializada en Atlas o obras cartográficas. El
fundador de la casa había llegado a conocer a Tycho Brahe y adquirió una sólida formación
en astronomía y cartografía. En un país explorador y marinero como era la Holanda de la
época, tal actividad tuvo un éxito grande, especialmente si se tiene en cuenta que los mapas
de Blaeu eran de una excelente calidad y precisión. Sus obras más conocidas fueron el
Novus Atlas, su obra maestra y el Atlas Major, tal vez el más célebre.

En Francia, a lo largo del siglo XVII decae el arte de imprimir pero, curiosamente, crece la
bibliofilia, lo cual se explica si se considera que en aquel momento la posesión de ricos
libros era estimado como un signo externo de bienestar económico. Entre las bibliotecas de
bibliófilos que se forman hay que destacar la de Luis XIII, que tenía impresores y
encuadernadores propios; la de Luis XIV, que llegó a reunir 40.000 impresos y 10.000
manuscritos y a cuya formación contribuyó decisivamente Colbert; la de Richelieu, bajo
cuyos auspicios se abrió el taller de tipografía del Louvre; y, sobre todo, la de Mazarino,
cuyo bibliotecario, Gabriel Naudé, escribió lo que se considera el primer libro de
biblioteconomía: Advis pour dresser une bibliothèque. Con un sentido de la cultura
adelantado a su época. Mazarino permitió que su biblioteca se abriera seis horas al día para
eruditos y estudiosos de las artes y las ciencias. Desterrado Mazarino y dispersada sus
biblioteca en las guerras de la Fronda, Naudé huyó a Suecia donde fue bibliotecario de la
reina Cristina. A la vuelta de Mazarino al poder la biblioteca fue reconstruida de nuevo y
abierta al público y aún hoy es una de las más importantes de Francia. Por aquellos tiempos
también abrieron sus puertas las bibliotecas de algunos conventos, tales como el de Saint
Victor y Saint Germain-des-Prés, aunque esta última de una forma muy selectiva.
Alemania, que había sido la cuna de la tipografía y la adelantada en muchos de sus avances,
vive durante este siglo un periodo de recesión, debido a la inestabilidad general que se
respira: guerras, rapiñas, destrucciones, saqueos... Es cierto que durante estos años se
editaron numerosos libros, sobre todo de materias religiosas, pero de baja calidad material y
tipográfica. Por otra parte, el comercio del libro llegó a mantenerse casi exclusivamente de
la edición fraudulenta, difícil de regular en un país tan fragmentado, y que llegó a
extenderse a los países nórdicos.

Pero si las guerras de religión tuvieron un efecto nefasto sobre el libro y la tipografía, aún
lo tuvieron peor sobre las bibliotecas: muchas de ellas fueron destruidas, otras regaladas
-como la Biblioteca Palatina, la biblioteca universitaria más antigua de Alemania, que
Maximiliano regaló al Papa- y otras, en fin, incautadas, tal como hizo Gustavo Adolfo de
Suecia con las del norte del país, que regaló a la recién fundada Universidad de Upsala y
que marcaron el comienzo de una era de esplendor bibliotecario sueco.

En España la censura es ahora tal vez más fuerte que nunca. Felipe IV incluye dentro de la
censura publicaciones que antes habían quedado excluidas. La vigilancia tenía un doble
origen, de parte de la Administración y de la Inquisición, cada vez más estricta y a la vez
más vigilante, ya que el número de libros publicados tanto en los países católicos como en
los protestantes crecía sin parar. Esto, unido a los fuertes impuestos que hubo que pagar
para la importación de papel y la exclusiva que Felipe II había concedido a los Plantino,
dieron como resultado una gran postración en la industria del libro. Así, se dio la triste
paradoja de que las mejores obras de nuestra literatura aparecieron en pobres ejemplares.

Al mismo tiempo continúo la implantación de la imprenta en América y Filipinas,


dedicadas especialmente al libro religioso. También se imprimieron fuera de España obras
españolas en latín y en español, destinadas estas últimas a la gran cantidad de lectores de
español que había entonces en los países con los que España tenía contacto. En la
Península, la industria tipográfica comienza a concentrarse en Madrid, convertida en capital
por los Austrias.

Las bibliotecas
Durante el siglo XVII las bibliotecas aparecen con una identificación arquitectónica propia.
Los libros se colocan definitivamente en anaqueles, mientras que la sala tiene una
concepción barroca, ornamentada y a menudo complementada con otros elementos-
esculturas, globos terráqueos, colecciones de monedas, etc.

El concepto enciclopédico del saber se refleja en los fondos, así como la evolución de los
conocimientos humanos. Mientras que las bibliotecas privadas son cada vez más
florecientes, comienzan a abrirse al público algunas -aunque el concepto de biblioteca
pública diste mucho del actual. Es también el siglo de la aparición de una gran parte de las
bibliotecas reales, muchas de las cuales terminarían por convertirse en bibliotecas
nacionales de sus países respectivos. Por otro lado, la inestabilidad de la época las hace
víctimas de saqueos, robos, expurgos y destrucciones.
Las publicaciones periódicas
Aunque las primeras hojas impresas habían aparecido en el siglo XV y se extendieron en el
XVI, es el XVII el siglo en el que las publicaciones periódicas como tales harán su
presentación. Ya a finales del siglo anterior habían aparecido los Messrelationen,
verdaderos antecedentes de las revistas de información general, que surgieron en las ferias
de Francfort, dos veces al año. El paso siguiente fue la aparición de publicaciones
periódicas semanales, la más antigua de las cuales parece ser que se editó en Estrasburgo,
aunque casi al mismo tiempo existieron otras en otras ciudades, y que recibían el nombre de
gazettes, avisa, relation, etc, que fundamentalmente incluían noticias de los países de
Europa complementadas con grabados o mapas. Ejemplos de ello fueron la Gazette de
París, protegida por Richelieu y por las autoridades francesas, lo que le aseguró una larga
vida, la Gazette de Leyden o el Leipziger Zeitung. Pero tal vez la publicación de más peso
entre ellas fue Le Journal des Sçavans, protegido por Colbert y de orientación científica y
literaria. Incluía relaciones de novedades científicas y editoriales, iniciando así el camino de
la bibliografía en curso. Pronto tuvo seguidores en Inglaterra - Philosophical Transactions-
y en otros lugares de Europa. No tardaron tampoco en aparecer publicaciones de corte
galante y frívolo, que tuvieron gran éxito en los salones de moda, tales como el Mercure
Galant o Ladies Mercury.

En España, la aparición de las publicaciones periódicas se retrasó considerablemente


debido que los reyes ni sus validos vieron en ellos más que un instrumento peligroso de
subversión, difícil de controlar. La primera de las publicaciones periódicas fue la Relación
o Gazeta, llamada más tarde Nueva Gaceta, dirigida por Francisco Fabro bajo los auspicios
de don Juan de Austria, bastardo de Felipe IV, y que informaba de sucesos políticos o
militares. El mismo Fabro publicó más tarde los Avisos ordinarios de las cosas del Norte y
la Gaceta ordinaria de Madrid.
El libro y las bibliotecas durante el siglo XVIII

Introducción
Características del libro
Francia
Gran Bretaña
Italia
Otros países
España
Las bibliotecas

Introducción.
El siglo XVIII es una época de cambios profundos en la sociedad europea, cambios que
abarcan desde la concepción social del trabajo hasta la victoria de las nuevas ideas
políticas. Si en el campo del arte se caracteriza por el triunfo del rococó como máxima
expresión y evolución última del barroco, en el terreno cultural está marcado por la
Ilustración, forma de pensamiento que extenderá su influencia de los escritores a los reyes.
El siglo XVIII marcará el comienzo del triunfo de la razón, la investigación y el método
científico. Como consecuencia de ello, se producen múltiples adelantos técnicos y a la vez
el analfabetismo comienza a retroceder, al principio tímidamente, luego de forma decidida.

El interés por la lectura desborda al restringido círculo de eruditos donde hasta ahora se
encontraba confinado: al tiempo que aparecen sociedades cultas y eruditas, se crean
bibliotecas públicas -aunque no con la acepción actual- y clubs del libro. El libro comienza
así su etapa de objeto cotidiano.
La sociedad urbana desarrollada a lo largo del siglo mostró interés por la información social
y facilitó una mayor difusión de las publicaciones periódicas; el aumento del acervo
científico y la creencia en que la felicidad del hombre aumentaría haciéndole partícipe del
mismo propició la moda de enciclopedias metódicas y diccionarios enciclopédicos, cuya
máxima representación es la Encyclopédie de Diderot y d'Alembert, cuya influencia dio a la
sociedad de la época una nueva visión de la vida, minó las creencias tradicionales, tanto
religiosas como políticas y aceleró las ideas que terminarían dando lugar a la caída del
Antiguo Régimen.

Características del libro


El libro conoce durante el siglo XVIII uno de sus momentos de máximo esplendor, tanto en
su aspecto físico como en su contenido. Por un lado, los avances técnicos permiten una
mayor perfección en su elaboración; por otro, el interés por la lectura amplía su contenido,
que se ocupa de temas científicos, eruditos y galantes, mientras decae la literatura religiosa.
Las lenguas vernáculas ganan terreno a las clásicas: esto supuso la aparición de barreras
lingüísticas internacionales, pero favoreció la circulación interior. Aparece la literatura
infantil propiamente dicha, fuera de los cauces marcados por los libros de texto, y se hacen
adaptaciones de los clásicos para los niños y el gran público.
El libro como objeto se hace más pequeño y manejable. En la encuadernación aparece el
estilo à la dentell (imitación de encaje) y se pone de moda el mosaico, realizado con
pequeños trozos de piel de diversos colores cuyas juntas se disimulan con hierros dorados.
Pero el aspecto más notable del libro del siglo XVIII es sin duda la ilustración: las portadas
se hacen más ligeras, se utiliza profusamente la viñeta, tanto como cabeceras como para
cul-de-lampe, composición de orlas, remates y otros motivos ornamentales; a veces las
ilustraciones de los libros son tan profusas y cuidadas que el texto no parece sino una
excusa para el lucimiento del ilustrador. El cambio también se nota en la distribución de la
mancha de las páginas interiores y en la impresión, por la mejor calidad de las tintas y el
mejor acabado del papel.

Las figuras de libreros y editores comienzan a separarse, definiéndose sus funciones.


Además, el campo favorable al comercio del libro -a pesar de que en muchos países aún
estaban sujetos a numerosas restricciones y controles-, provoca que a veces se lancen varias
tiradas de un solo libro.

Francia
El comercio del libro crece a todo lo largo del siglo como consecuencia del aumento del
número de lectores y el mayor interés por la lectura. Junto al libro con preocupaciones
morales o científicas de los pensadores ilustrados, aparece la literatura galante, erótica y
hasta pornográfica. El libro francés del XVIII está bellamente impreso, lleno de
ilustraciones sensuales y motivos ornamentales: guirnaldas, amorcillos, florones, etc.

Las clases altas se aficionaron al libro elegante, pensado más para entretener. o incluso
exhibir que para instruir: las obras literarias valiosas se alternan con obras de la más ínfima
calidad. Se pone de moda la bibliofília entre los aristócratas, que a veces tienen sus propios
talleres de tipografía, ilustración y encuadernación, como fue el caso de Madame
Pompadour. Pintores como Fragonard, Boucher y Oudry ilustran los libros, encargándose a
veces de dibujar y grabar y a veces sólo de lo primero, en cuyo caso quedaba reflejada en la
propia lámina el trabajo de dibujante y grabador (del. Y sculp.). El mejor momento es el
último tercio de siglo, cuando aparecen obras como Contes et nouvelles en vers, de La
Fontaine, publicada por Barbou, el Decameron de Fermieres-Généraux, Contes de La
Fontaine ilustrado por Fragonard y sobre todo Choix de Chansons de Laborde, ilustrado
por Moreau y publicado por Lormel, tal vez el libro más bello de este momento. También
fueron profusamente ilustradas las obras de estudio: la Encyclopédie tiene casi tres mil
grabados y las Oeuvres complètes de Voltaire fueron ilustradas por el mencionado Moreau.

Al lado del esplendor del libro ilustrado y la liberalidad de costumbres que reflejaba, hay
que mencionar que el control sobre los libros que difundían ideas nuevas consideradas
como peligrosas fue muy estricto: ello obligó a que se publicaran en el extranjero las
primeras ediciones de libros como L'Esprit des lois de Montesquieu, Emile, Nouvelle
Héloise y Contrat Social de Rousseau, Candide de Voltaire y otros.
Como diseñador de tipos destaca en la primera mitad Louis Luce, continuador de la
tradición del siglo anterior; también tiene un puesto importante la familia Fournier, que
tuvo la idea de normalizar el tamaño de los tipos mediante un sistema de puntos; pero sin
duda, el tipógrafo más destacado fue la familia Didot, libreros, impresores, fundidores de
tipos, papeleros e inventores de procedimientos tipográficos. Entre las obras de la familia
Didot hay que destacar una colección de clásicos franceses y latinos dedicada al Delfín y el
establecimiento del punto Didot, perfeccionando la idea de los Fournier, sistema de medida
tipográfica que aún hoy se utiliza.

Gran Bretaña
A la pujanza económica de Gran Bretaña le correspondió un espléndido renacimiento
literario, ya que el bienestar económico extendido a capas de la población cada vez más
amplias favoreció la alfabetización y el estudio y la posibilidad de adquirir libros. Esta
situación, unido al interés despertado por las luchas políticas entre los partidos whig y tory
favorecieron el desarrollo de la prensa escrita, que tomó la forma de diarios polémicos y
combativos, de prensa más moderada llamada moral y de publicaciones con artículos e
informaciones, los magazines, cuya misión era a medias instruir y deleitar: en ellos se
incluía información de los libros aparecidos -de viajes, de pensamiento, galantes...-,
contribuyendo así a su éxito comercial.

Las medidas legislativas favorecieron la producción y comercialización del libro: abolición


de las limitaciones para el establecimiento de imprentas, licencias para la apertura de
librerías y la promulgación del Copyright Act que protegía los derechos de autor. Como
consecuencia, la imprenta inglesa alcanzó un puesto de de primera fila que ha mantenido
hasta hoy.
En el mundo de la imprenta hay que mencionar a Caslon, grabador que creó tipos nuevos y
liberó a los impresores ingleses de la obligación de importar tipos holandeses; las obras de
University Press, de Oxford; Tonson, que publicó una bella edición de El Quijote en
español y otros más. Pero, sin duda, la figura más destacada de la tipografía inglesa y una
de las más importantes de Europa fue John Baskerville, curioso personaje que comenzó
como profesor de caligrafía y terminó como vendedor de lacas: el dinero que le produjo
esta empresa le permitió dedicarse a la tipografía sin afanes de lucro. Baskerville se
preocupó de crear sus propios tipos, de orientación geométrica y señaladas diferencias entre
trazos gruesos y finos; de las tintas, donde aplicó sus conocimientos de barnices; de la
construcción de las prensas, trabajo que vigilaba personalmente; y del papel, cuya cuidada
elaboración logró suprimir las marcas de los corondeles y hacer creer que era papel de seda.
Su primer libro fue Bucolica, de Virgilio, en 1757 y al año siguiente Paradise Lost, de
Milton, obra precedida de un prólogo que es toda una declaración de intenciones, y donde
manifiesta que deseaba imprimir pocos libros pero importantes. Llegó a publicar una
cincuentena.

En América del Norte hay que mencionar a Benjamín Franklin, persona famosa en el
mundo de la edición y de la política. Fue autodidacta, entró en contacto con los grandes
impresores de su época, pero destacó más como editor que como impresor. Comprendió las
necesidades de su pueblo y le ofreció publicaciones que le hicieran conocer su entorno y
ayudarles en su desarrollo, como fueron The Pennsylvania Gazette y Poor Richard's
Almanac, publicación de educación popular con consejos médicos, agrícolas, etc. y que se
imprimió a lo largo de un cuarto de siglo con una tirada total de más de 100.000
ejemplares.

Italia
El libro italiano sigue las tendencias europeas y se preocupa también de la ilustración y la
ornamentación; abandona la cursiva para el texto y lo reserva para el prólogo y
dedicatorias. Se pone de moda la publicación de pequeños impresos para celebrar
acontecimientos sociales: bodas, visitas de reyes, fiestas, etc.

Venecia sigue ocupando un lugar destacado en la producción de libros, y además aparecen


talleres como la Stamperia Ducale de Florencia y la Stamperia Reale de Turín. Existen en
esta época notables tipógrafos, pero el más destacado de ellos fue Giambattista Bodoni. De
familia de impresores trabajó en la imprenta pontificia y en la Stamperia Reale de Turin,
hasta que decidió instalarse por su cuanta. Publicó multitud de impresos breves y varios
libros como la Jerusalén liberada, la Ilíada y Telémaco, aunque muchos de estos vieron la
luz ya en el siglo XIX. Pero destaca sobre todo su Manuale tipografico, publicado dos
veces, la segunda después de su muerte: es el muestrario tipográfico más elaborado del
mundo, y la cumbre del trabajo de Boldoni. Muestra las variedades de los alfabetos por él
grabados (latino, alemán, hebreo, griego y ruso) y las viñetas y signos complementarios
(aritméticos, musicales, astronómicos, etc.). Boldoni evolucionó a través de su vida y su
obra es claramente personal al final de la misma. Consiguió una considerable fama y reyes
y papas le rindieron honores. Pero Boldoni fue impresor antes que editor: sus libros, de
cuidadísima presentación, están llenos de erratas, por los que son más objetos para
bibliófilos que para lectores cultos.

Otros países
La imprenta en Holanda vivió en el siglo XVIII gracias a las ediciones para el extranjero
debido a la extensión de los viajes, a la gran cantidad de inmigrantes que recibió y a la
libertad de pensamiento imperante, lo cual le permitió editar obras prohibidas en otros
países, tanto en ediciones piratas como autorizadas por sus autores. Los impresores
holandeses solían establecer su empresa con fines lucrativos y reunían los negocios de
impresor, editor, librero, grabador y fabricante de papel en uno solo.

Alemania no alcanzó el esplendor tipográfico que en otras épocas, aunque siguió


manteniendo un puesto digno. La burguesía alemana, más desarrollada que la francesa y
más culta, exigía libros notables por su contenido, más que por su aspecto externo. En este
sentido, Alemania supo aprovecharse de su esplendor cultural y de la vida de sus genios
literarios, ganando en contenido lo que perdieron en ilustración.

España
El siglo XVIII coincide en España con la llegada de la dinastía borbónica y el triunfo del
despotismo ilustrado. Desaparecieron viejos privilegios y aunque se perdieron las
posesiones en Europa, las comunicaciones con el extranjero se hicieron más intensas y
aumentó la importación de libros. El pensamiento se secularizó y los focos de interés
intelectual pasaron de las universidades a los círculos eruditos y a las Academias. Aparecen
las Sociedades de Amigos del País -la primera fue la Vascongada-, y se crean las
Academias, la primera de las cuales fue la de la Lengua en 1714. Los periódicos alcanzan a
círculos cada vez más amplios de la población y su número es abundante, aunque de vida
accidentada. Son característicos de estos tiempos los polígrafos, escritores de carácter
universal e intenciones didácticas. Mientras los géneros literarios pierden terreno, lo ganan
las publicaciones de divulgación y pedagógicos. En cualquier caso, el libro español se
dirige a círculos de cultura superior, pues, por el escaso desarrollo de la enseñanza
primaria, no existe público para la lectura popular.

Felipe V intentó algunas tímidas reformas encaminadas a mejorar el mundo editorial


español, que continuaba la decadencia iniciada en el siglo anterior. Pero será Carlos III
quien le dé un impulso definitivo, gracias a las medidas legales que promulgó: abolición del
privilegio de los Plantin sobre los libros religiosos, abolición de tasas, privilegios
exclusivos y del sueldo de censor, exención del servicio militar para impresores, fundidores
de letras y abridores de punzones, ayudas para el perfeccionamiento profesional en el
extranjero, franquicias y rebajas en las materias primas y otras disposiciones. En este
ambiente se creó la Real Compañía de Impresores y Libreros del Reino y el Rey mandó
llamar a Madrid a Eudaldo Paradell con el fin de que suministrara matrices a toda España,
liberándola así de la obligación de importarlas.

Entre los impresores más notables de esta época figura Joaquín Ibarra, considerado por
muchos como el mejor que ha conocido España. Nacido en Zaragoza había vivido y
estudiado en Cervera, en cuya Universidad fue impresor su hermano mayor. Más tarde se
estableció en Madrid, donde instaló un taller tipográfico. Una de sus primeras obras, Catón
cristiano, tuvo problemas con la censura por publicarse sin autorización y por la mala
calidad del papel; pero no tardó en ganarse la admiración y el respeto de todos por la
calidad de su obra, y fue llamada para trabajar en el Consejo de Indias, en el Ayuntamiento
de Madrid, el Arzobispado de Toledo y en el Palacio Real. Ibarra cuidó mucho todos los
aspectos técnicos de la impresión: papel, tintas, tipos, etc. Pero sobre todo, vigiló el proceso
de confección del libro, con el fin de que se realizara con la mayor precisión y la búsqueda
del acabado perfecto. Además, sus estudios le proporcionaron una excelente base
lingüística para ser un buen jefe de taller. Introdujo modificaciones, algunas poco
afortunadas, pero otras que han prevalecido, como la sustitución de la v vocal por u o el no
partir al final de línea las palabras bisílabas.

Se conocen 789 obras de Ibarra, aunque posiblemente se hayan perdido algunas. Entre las
mejores destacan la Conjuración de Catilina y La Guerra de Jugurta, traducidas por el
infante Gabriel Antonio, y con la traducción en cursiva y el texto latino en letra redonda de
cuerpo notablemente inferior; contiene abundantes ilustraciones dibujadas por Mariano
Maella, algunas de página entera. Se imprimieron 120 volúmenes para regalar a la familia
real y a instituciones y personalidades nacionales y extranjeras. Ello le dio fama
internacional.
Otra obra importante, para algunos tanto como el Salustio, fue la edición de El Quijote de
1780, hecha por encargo de la Real Academia Española en cuatro volúmenes en cuarta
mayor. Los ilustradores elegidos se documentaron para los trajes y accesorios en los
cuadros y tapices del Palacio Real. Además hizo el Diccionario de Autoridades, las dos
primeras ediciones del Diccionario de la Academia, tres de la Gramática, el Misal
Mozárabe, etc.
Otro gran impresor fue Antonio Sancha, distinguido más por el sentido didáctico y
divulgador de su obra que como tipógrafo. Creó una auténtica empresa de importación y
exportación que lo hizo rico y se rodeó de los eruditos y políticos más notables de su época.
La labor de Sancha dio a conocer a nuestros clásicos, nuestra historia y permitió el
desarrollo de la enseñanza. Otros impresores destacados fueron Monfort, Manuel de Mena,
Benito Cano, Antonio Martín, etc.

Las bibliotecas
El siglo XVIII, por las características sociales antes mencionadas, fue un siglo importante
en la historia de las bibliotecas. Aparecen las bibliotecas reales que terminan en muchos
casos por convertirse en nacionales, bibliotecas públicas y privadas, de las asociaciones
cultas y eruditas, de las academias, etc.

En los paises anglosajones aparecen las bibliotecas parroquiales que más tarde adquirieron
entidad propia y que difundieron la lectura entre aquellos que no podían adquirir libros
impulsando así la lectura pública. Además aparecieron los clubs del libro en sus diferentes
modalidades de acciones y de suscripción. Abrieron sus puertas numerosas librerías y hasta
los almacenes destinaron una sección a la venta de libros.

En España se creó la Biblioteca Nacional, conversión de la Biblioteca Real, lo mismo que


ocurrió, aunque con distinto procedimiento en Francia. En Inglaterra apareció el British
Museum, que llegaría a ser una de las bibliotecas más grandes del mundo, formada por las
colecciones de Sloane, Edward y Harley. También son de este siglo las principales
bibliotecas italianas, como la Biblioteca Nacional Florentina, la de Vittorio Emmanuele de
Nápoles y la Braidense de Milán. En Estados Unidos aparecen las primeras bibliotecas
universitarias modernas, como la de Harvard, Yale y Princenton. En Portugal se creó la de
Mafra, a imitación de El Escorial, se reformó la de Coimbra y se abrió la Real Biblioteca
Pública de Lisboa, luego Biblioteca Nacional.

También fueron notables las bibliotecas de algunos eruditos de su tiempo, muchas de las
cuales terminaron por ser bibliotecas públicas. En España, la expulsión de los jesuitas
depositó los fondos de sus bibliotecas en las universidades, al tiempo que se creaban y
ampliaban algunas bibliotecas privadas, como la de Jovellanos. En Francia, la Revolución
Francesa provocó el saqueo de múltiples bibliotecas eclesiásticas y particulares, y aunque
se inició un movimiento de reforma que pretendía crear una estructura centralizada para su
mejor control, lo cierto es que muchos libros valiosos desaparecieron.
El libro y las bibliotecas durante el siglo XIX

Introducción
El libro
Transformaciones técnicas
Ilustración
Encuadernación
Contenido
Contenido
Las publicaciones periódicas
El libro para bibliófilos
El libro en España
Las bibliotecas
Bibliotecas en España

Introducción
El siglo XIX es el heredero de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial, cuyos
efectos provocarán una explosión demográfica hasta entonces desconocida, el éxodo
humano del campo a la ciudad y el cambio de las estructuras sociales y económicas.
La sociedad, asentada ahora en grandes núcleos de población, el aumento de la riqueza en
términos absolutos y relativos y el triunfo de las ideologías liberales que propugnaban la
enseñanza obligatoria, tuvieron como consecuencia una progresiva extensión de la
educación primaria, con lo cual aumentó enormemente el número de lectores. La lectura
salió definitivamente de los círculos restringidos y selectos para extenderse a todas las
capas de la sociedad, incluidas las más humildes. Ello trajo como consecuencia el aumento
de la demanda de bienes culturales, que, en este siglo quedaban reducidos prácticamente a
dos: libros y publicaciones periódicas. A su vez, los avances tecnológicos propiciaron el
desarrollo de la industria editorial, que pudo dar salida a un mayor número de títulos y de
ejemplares por tirada, con lo cual creció también la oferta de los mencionados bienes.

El libro
Influido al principio por el libro neoclásico, pronto se verá evolucionar hacia las nuevas
tendencias culturales. A lo largo del siglo XIX, el libro experimentará profundo cambios en
todos sus aspectos, desde la composición de los tipos hasta su comercialización.

Transformaciones técnicas
El libro en el siglo XIX se vio influido por una serie de novedades técnicas, fruto en su
mayoría de la revolución industrial, que marcarán su orientación definitiva y lo harán
despegarse del concepto de objeto precioso de uso restrinido que hasta ahora tenía. Estas
novedades son:
-la pasta de papel: realizada anteriormente con trapos, su escasez hizo que se buscarán
nuevas fórmulas para su elaboración. Después de intentos con diferentes elementos -paja,
hierbas, cañas, etc.-, se encontró la solución en la pasta de celulosa, obtenida a partir de la
madera tratada con procedimientos mecánicos y químicos. Con ello pudo obtenerse tanta
materia como fuera necesario, ya que la materia prima era abundante.
-el papel continuo: la máquina para la producción de papel fue un invento del francés
Robert en los molinos de la familia Didot, en 1798, aunque su producción no comenzó
hasta el siguiente siglo en Inglaterra. Permitía una producción de papel diez veces superior
a la que se obtenía por el procedimiento manual.
-la máquina de imprimir a vapor; precedida por la sustitución de las viejas máquinas de
madera por máquinas de hierro -experimento llevado a cabo por el Times en los primeros
años del siglo-, la máquina de imprimir a vapor aumento considerablemente la producción
y redujo la mano de obra, abaratando los costes.
-la esterotipia: consiste en la creación de moldes en cartón que conserven la composición de
las páginas. Permitió repetir las tiradas a gran velocidad y con ahorros económicos y
humanos.
-la linotipia y la monotipia: permitieron la composición mecánica de los tipos, a una
velocidad cinco veces superior a la podía conseguir un buen cajista. La monotipia tiene la
ventaja de componer letra a letra, con lo cual las correcciones son más fáciles.
-los transportes y comunicaciones: permitieron no sólo una mejor distribución del libro,
sino una mejor transferencia de la información entre puntos alejados. Esto favoreció sobre
todo a la prensa.

Ilustración
La ilustración del libro tuvo como principal finalidad atraer a los lectores y hacer más fácil
la lectura de los libros para los recién iniciados, para lo cual se intercalaban en el texto. En
la imagen no privaba sólo el valor artístico, sino también el descriptivo: a veces el texto era
una improvisación para acompañar las ilustraciones. De acuerdo con el gusto de la época,
los motivos varían.
Para realizar las ilustraciones se utiliza la litografía, procedimiento que aprovecha las
cualidades de ciertos minerales para absorber la grasa de la tinta y del agua para repelerla y
que se realiza mediante el grabado del dibujo en una piedra porosa, generalmente caliza y
permite evitar al técnico grabador como intermediario. A veces se coloreaban, primero a
mano y luego por el procedimiento de la cromolitografía. Volvió a resurgir el grabado en
madera, especialmente gracias al procedimiento a la testa inventado por Bewick, mientras
que el grabado en cobre tiene un primer momento de esplendor y luego decae. A final de
siglo aparece el fotograbado, procedimiento derivado de la fotografía.

Encuadernación
Los editores presentaban sus libros en rústica, o en todo caso en tela o cartoné: era la
respuesta a la demanda masiva de libros, que no podía atenderse con una encuadernación
más cuidada. Algunos lectores envían a encuadernar sus libros de forma artesanal para
conservarlos mejor, cosa que también se hace con aquellos destinados a uso intenso
-encuadernación para bibliotecas. Los estilos de las encuadernaciones siguen los del arte de
su tiempo: al principio el neoclásico coexistió con el isabelino o Luis Felipe (rocalla), al
avanzar el siglo aparecen los gustos románticos, inspirados en motivos medievales. Entre
los libros para bobliófilos se imitan las antiguas encuadernaciones europeas: à la fanfare,
mosaico, de Grolier, etc. En España se utiliza el jaspeado de colores sobrios, excepto el
valenciano, de vivos colores.
Contenido
La primera característica del contenido del libro decimonónico es el triunfo absoluto de las
lenguas vernáculas, mientras las clásicas quedan definitivamente relegadas a libros
especiales, tales como manuales, ediciones selectas de los clásicos, etc. Junto con ello, se
constata el predominio de las literaturas nacionales, potenciadas, sobre todo, a partir del
romanticismo: las literaturas clásicas eran una curiosidad que se leía por necesidad cultural.

Se extienden los libros científicos en sus dos versiones, especializados, para la


investigación, y divulgativos, con una clara orientación didáctica que será una de las
características fundamentales del libro en esta época. La política también fue una de las
preocupaciones predominantes entre los hombres de este siglo, aunque esto incidió más en
la prensa que en libro.
Aparecen los libros infantiles, potenciados por el desarrollo de la ilustración en blanco y
negro y color. Solía narrar historias edificantes y ejemplares con una fuerte carga
ideológica y orientación didáctica. Compartieron protagonismo con los libros de viajes,
aventuras y escenas de la vida cotidiana y sobre todo con el libro destinado a las clases más
bajas, donde se contaban historias morales y edificantes a través de una trama más o menos
complicada pero elemental, desarrollada por protagonistas buenos y malos con los que el
lector se identificaba. Este tipo de libros, de grandes tiradas y distribuido por los
procedimientos más diversos tuvo una gran difusión a lo largo de todo el siglo y
colaboraron en su creación desde los más desconocidos escritores hasta autores de
reconocido prestigio.

Comercialización
El nuevo contenido y los nuevos destinatarios favorecen la aparición de nuevas formas de
comercialización del libro. La figura del editor -responsable de la edición- se impone sobre
la del impresor -encargado de la elaboración técnica- y ambas se distinguen de la del librero
-dedicado sólo a la venta. Como el negocio editorial requiere fuertes inversiones, se buscan
nuevos métodos de distribución y de financiación, como son las suscripciones y la venta
por depósito. Al mismo tiempo aparece la venta por entregas que tuvo un auge inusitado,
especialmente con los folletines que a menudo se distribuían con la prensa periódica.

Las publicaciones periódicas


El interés por la vida política y el abaratamiento de los costes de producción propició el
auge de la prensa, de la cual fue pionero el Times, no solo en el empleo de las más
modernas técnicas, sino también en el de corresponsales y canales propios de
comunicación. Pronto aparece la prensa amarilla, que tuvo su precursor en el Sun de New
York, y continuado por La Presse, en Francia, publicaciones baratas y de grandes tiradas, al
lado de los magazines que ofrecían un poco de todo y que satisfacían los gustos de una
multitud de lectores.
El libro para bibliófilos
Los nuevos avances técnicos y la producción masiva habían producido un descenso
considerable de la calidad del libro. Como reacción a ello aparecen grupos de bibliófilos
que buscan la confección de obras muy cuidadas, donde el contenido terminaba siendo lo
menos importante. Entre ellos cabe destacar los grupos Amis du Livre y Cent Bibliophiles
en Francia y sobre todo William Morris en Inglaterra, dedicado a la elaboración de
ejemplares cuidadísimos, inspirados muchas veces en los manuscritos medievales: su obra
Works, de Chaucer, está considerado como el mejor libro que ha salido de la imprenta
británica. La influencia de Morris fue considerable, no solo entre los bibliófilos del resto de
Europa, sino incluso en otros campos artísticos, hasta el punto de estar considerado como
uno de los padres del movimiento Art Nouveau.

El libro en España
Es raro el editor puro en el siglo XIX: normalmente era además librero e impresor. Uno de
los más importantes fue Mariano Cabrerizo, instalado en Valencia y que publicó, entre
otras cosas su Colección de Novelas, de bella presentación, donde se mezclaban los
nombres más famosos de la literatura de la época con otros totalmente desconocidos. En
Barcelona Antonio Bergnes se inscribe en la tendencia de escritores educadores. En su casa
trabajó Manuel Rivadeneyra, que realizó una obra de gran magnitud, la Biblioteca de
Autores Españoles, para lo cual no dudó en emigrar dos veces a América con la intención
de hacer fortuna con la que financiar su empresa. Ejemplares de esta obra por un valor de
400.000 reales fueron adquiridos para las bibliotecas del Estado.

En Madrid destaca la labor de Saturnino Calleja, que comenzó con la edición de libros de
texto, y hoy es famoso sobre todo por su colección de cuentos. Sin embargo, Calleja
publicó numerosas colecciones de libros bien presentados, ilustrados y encuadernados. La
editorial La España Moderna, propiedad de Lázaro Galdiano publicó más quinientos libros
y una revista del mismo nombre, con la intención prioritaria de dar a conocer el
pensamiento europeo. En Valencia, la editorial Sempere publicó libros de pensadores
revolucionarios, pero con fines más lucrativos que ideológicos, movido por los grandes
beneficios que le podía aportar el consumo de esta literatura entre la clase trabajadora.

La prensa conoció una época de esplendor y cambios constantes, propiciados por la


inestable situación política. Quizá el más importante de los periódicos españoles fue El
Imparcial, dirigido por Eduardo Gasset Artime y su suplemento Los Lunes del Imparcial,
dirigido por su yerno, José Ortega Munilla.
Le seguía en difusión su adversario El Liberal, además de otros tales como El Heraldo de
Madrid, La época, etc. Entre las revistas ilustradas merecen destacar por sus elevadas
tiradas La Ilustración Española y Americana, Mundo Nuevo y Blanco y Negro. La prensa
española estaba regulada por la Ley de 1879 de la Propiedad Intelectual y la de Imprenta de
1883.
Las bibliotecas
El siglo XIX cambiará el concepto de biblioteca y marcará el comienzo de una nueva
orientación bibliotecaria. En 1810 Charles Brunet publica su obra Manuel du libraire,
donde indica toda la literatura que se debe coleccionar: sirve para orientar la organización
de las bibliotecas francesas y dispara el precio de ciertos libros. La Biblioteca Nacional
francesa, que era un caos desde la Revolución, ordena sus fondos y comienza a publicar sus
catálogos. Comienzan a publicarse las bibliografías nacionales en varios países. Pero los
verdaderos renovadores de la biblioteconomía serán los países anglosajones y sus
bibliotecas públicas.

En Gran Bretaña aparecen las bibliotecas parroquiales y sobre todo las bibliotecas de los
mechanics' institutes, centros de formación de adultos financiadas por los obreros que
acudían a recibir enseñanzas y por algunos filántropos. Su misión era la de educar a las
clases trabajadoras y alejarlos del crimen, la miseria y el alcohol, y demostraron que los que
las frecuentaban mejoraban en su comportamiento y hábitos. Estas bibliotecas precedieron
a las bibliotecas públicas, pero en muchos casos retrasaron su aparición, ya que se
consideraba que las ciudades que las poseían se encontraban suficientemente servidas con
ellas. Más tarde se aprobaron los impuestos para la creación de bibliotecas públicas, no sin
grandes polémicas: la primera en hacer uso de esta ley fue Manchester en 1852.

En Estados Unidos también parecieron las bibliotecas parroquiales, pronto seguidas por
bibliotecas destinadas al perfeccionamiento profesional de ciertos sectores de la población.
También aquí se aprobó el impuesto para la creación de bibliotecas, pero no hubo
polémicas, ya que la sociedad americana veía las bibliotecas desde un punto de vista
diferente: para ellos eran instrumentos de mejora y formación que podían proporcionarles
ascensos en la escala social. Por otra parte, las personas cultas e influyentes que habían
visitado Europa envidiaban las facilidades para el trabajo que en ella encontraban los
estudiosos.
La primera biblioteca pública americana fue la de Boston, creada por la unión de todas las
bibliotecas existentes en la ciudad y se abrió en 1852. Poco a poco, la idea se fue
extendiendo, aunque lentamente al principio -la New York Public Library no se abrió hasta
1895-, y el fenómeno fue paralelo al desarrollo de la biblioteconomía por parte de los
bibliotecarios americanos -Cotton, Cutter, Dewey, etc.- y las asociaciones de bibliotecarios,
a la creación de bibliotecas por entidades privadas -como el YMCA-, a la aparición de
grandes filántropos benefactores de las bibliotecas -Carnegie, Morgan, etc.- y a la creación
de la biblioteca del Congreso. La biblioteca del Congreso de los Estados Unidos nació a
principio del siglo como centro de apoyo a las tareas del Congreso. Después de varios
incendios, se instaló definitivamente en 1897 en el edificio que hoy ocupa, aunque ha sido
necesario la construcción de varios anexos, y consiguió su carácter de biblioteca nacional
gracias a los esfuerzos de Spofford.

También nacieron en este siglo la Biblioteca Pública e Imperial de San Petersburgo, creada
por Catalina la Grande con los fondos de la biblioteca de Varsovia y la asignación del
depósito legal, y que pronto llegó a ser la segunda del mundo, detrás de la Nacional de
París, y la Biblioteca de Moscú, convertida más tarde en Biblioteca Nacional de la URSS
-Biblioteca Lenin- tras el triunfo de la Revolución y el traslado de la capitalidad a Moscú.
En Italia se creó la Biblioteca Nazionale Vittorio Emmanuele de Roma, como consecuencia
de la unificación del país, y cuyos fondos principales procedían de los conventos romanos
suprimidos

España
El primer proyecto bibliotecario español arranca en 1811 de las Cortes de Cádiz y de
Bartolomé José Gallardo, quien consiguió la aprobación de un plan que preveía la creación
de la Biblioteca Nacional de Cortes y bibliotecas públicas provinciales en España y
Ultramar. El proyecto suponía la creación de una verdadera red de bibliotecas con
funciones bien definidas y una biblioteca cabecera de sistema que además serviría de apoyo
a los diputados en sus tareas parlamentarias. El fin de la guerra y la disolución de las Cortes
interrumpió el proyecto, más tarde relanzado durante el trienio liberal, vuelta a cerrarse
hasta 1834 y definitivamente disuelta en 1837, pues de hecho ya existía una verdadera
Biblioteca Nacional.

La desamortización de Mendizábal en 1835 sacó de conventos y monasterios grandes


cantidades de documentos. En las ciudades que disponían de bibliotecas y universidades
quedaron depositas en ellas; pero en la mayoría de las provincias debieron crearse
Comisiones científicas que inventariaran los bienes. Es cierto que muchas obras de valor se
perdieron entre estos trasiegos y la codicia de políticos y bibliófilos; lo que quedó se
depositó en nuevos museos y bibliotecas, instaladas generalmente en los institutos de
enseñanza media. Pero ni se asignaron medios económicos y humanos para su
funcionamiento, ni los fondos allí depositados eran los más indicados para animar a la
lectura pública, por lo que no tardaron en caer en el abandono. Pronto se llegó a la
conclusión de la necesidad de contar con personal preparado para atender la Biblioteca
Nacional y los fondos de las bibliotecas provinciales, para lo que se abre en 1856 la Escuela
Diplomática, que expedía el título de paleógrafos (más tarde archiveros-bibliotecarios).

La Ley de Instrucción Pública de Claudio Moyano y sus posteriores decretos de desarrollo


contemplan la creación y funcionamiento de una red de bibliotecas públicas servidas por
profesionales especializados, con funciones definidas, fondos útiles para cumplir estas
funciones y mantenidas por la Administración. Se regulaban las enseñanzas y funciones del
Cuerpo de Archiveros-Bibliotecarios y el acceso al mismo. Ruiz Zorrilla dispuso la
incautación del patrimonio histórico, artístico y bibliográfico en poder de catedrales,
cabildos, monasterios y órdenes religiosas, exceptuando las de uso frecuente. Más tarde,
con la Ley de Instrucción iniciaba la extensión de la enseñanza primaria y creaba
bibliotecas públicas en todas las escuelas, proyecto definido y llevado a cabo por
Echegaray. Se encargaba de su mantenimiento a las Diputaciones y Ayuntamientos y se
ponía a su frente a los maestros. La idea, acogida al principio con entusiasmo, terminó por
caer en el olvido y las bibliotecas públicas no se llegaron a crear o fueron paulatinamente
abandonadas.
La Biblioteca Nacional sufrió durante la primera parte del siglo una serie continua de
cambios y traslados. Los vaivenes políticos favorecieron la incautación de bibliotecas
privadas y religiosas, algunas de ellas devueltas, pero otras definitivamente depositadas en
la Nacional, que adquiere el carácter de tal de forma definitiva en 1836, pasando a depender
del Gobierno y no de la Corona. A final de siglo ocupó el edificio actual.
Junto a los escasos recursos e iniciativas dedicados por los poderes públicos a la lectura,
caben citarse las bibliotecas de las Sociedades de Amigos del País, Círculos eruditos,
Academias y Ateneos, entre los cuales merece especial atención el de Madrid y el de Gijón,
unas y otras frecuentadas intensamente por unos cuantos intelectuales. A su lado
aparecieron, aunque tardíamente algunos gabinetes de lecturas, en muchos casos
hemerotecas.
El libro y la edición en el siglo XX.
Situación en España. Desarrollo de las publicaciones periódicas

Introducción
Cambios técnicos
Los medios audiovisuales
La reprografía
Crecimiento de la lectura
El libro
Las publicaciones periódicasç
Sistemas de comercialización
Sistemas de venta
El libro en España en el siglo XX
El mercado americano
La edición después de la Guerra Civil
Las publicaciones periódicas

Introducción
Si en el siglo XIX el libro comienza a transformarse en todos sus aspectos, físicos,
intelectuales y comerciales, será en el siglo XX cuando estas transformaciones alcancen su
momento culminante hasta el punto de que el libro deja de ser prioritariamente libro para
convertirse en productos nuevos, a la compra-venta se le viene a sumar la posibilidad de
consulta remota y su contenido alcanza, no sólo a todas las ramas del conocimiento humano
sino incluso a todas las formas concebibles de expresarlas.

Cambios técnicos
Las tendencias básicas en la producción, comercialización y utilización del libro en el siglo
XX siguen las orientaciones marcadas ya en el siglo anterior: mecanización, aumento de
títulos y ejemplares en las tiradas y comercialización buscando cada vez un número más
amplio de consumidores. Pero además aparecen nuevos soportes -como los medios
audiovisuales-, elementos reprográficos y finalmente el ordenador, que abría un mundo de
nuevas posibilidades para el libro y la edición.

A medida que avanza el siglo se advierte un progresivo desplazamiento de la mecánica por


la electrónica y la sustitución de la tipografía tradicional por nuevos sistemas de impresión -
heliograbado, huecograbado y offset, que permite la posibilidad de nuevas ediciones
rápidas y de reproducir fotografías y colores. La linotipia y la monotipia -composición
mecánica del texto- deja paso a la fotocomposición o composición en frío, que se realiza
con la ayuda de un ordenador. Esto permite, no solo una mayor rapidez y precisión, sino la
reducción considerable de la mano de obra, que además no tiene que tener una especial
cualificación y puede incluso trabajar desde su domicilio.
A estos avances vinieron a sumarse la utilización del telefacsímil, que permite el envío y
recepción inmediata de páginas completas de textos e imágenes a través del hilo telefónico,
el desarrollo de las telecomunicaciones que permitió el acceso on-line a bases y bancos de
datos, el videotext y, finalmente, las memorias ópticas que permiten el almacenamiento de
grandes cantidades de datos textuales, numéricos, sonoros e incluso de imágenes en
movimiento.

Los medios audiovisuales


Los medios audiovisuales que han llegado a ocupar un lugar un puesto similar al del libro
-e incluso a disputarle el suyo- durante este siglo, son un capítulo aparte en el mundo de la
edición y por su relevante papel en la difusión de la cultura contemporánea, no pueden ser
ignorados.

El cine, nacido a finales de siglo XIX como un invento curioso, de la mano de los hermanos
Lumière, fue alcanzando cada vez mayor dimensión, hasta llegar, en los años veinte, a la
categoría de séptimo arte, al tiempo que añadía cada vez más adelantos técnicos: sonido,
color, panavisión, etc. Después de un periodo de esplendor y hegemonía absoluta en el
mundo del espectáculo, iniciado en los años treinta, el cine conoció una época de aparente
decadencia en los países desarrollados a partir de la segunda mitad de los setenta, debido en
parte a la aparición y generalización primero de la televisión, luego del vídeo doméstico y
finalmente de las cadenas privadas de TV, que se fueron pisando el terreno
respectivamente: en realidad, el cine se hacía la competencia a sí mismo a través de
diferentes sistemas de difusión.

La radio, más rival de la prensa que del libro, tuvo en un primer momento función de
entretenimiento para aficionados; en 1920 estaba fuertemente implantada en USA, pero
hasta 1923 no aparece la primera emisora española, Radio Ibérica de Madrid. Su audiencia
e influencia crecieron por causas políticas y bélicas antes de la II Guerra Mundial; cuando
parecía que iba ser desterrada por la aparición de la televisión en el periodo postbélico,
experimento un fuerte impulso gracias al descubrimiento de la FM y la radio de
transistores. El crecimiento de la radiodifusión continua en la actualidad.

La televisión dio sus primeros pasos a final de los años veinte, si bien no conoció el pleno
desarrollo hasta después de la Guerra: a partir de aquí se extendió a todos los países del
mundo y se perfeccionó con el color, hasta llegar a convertirse en el primer medio de
comunicación de masas, y ejercer una influencia considerable en la población.

Al lado de estos medios surgieron el disco sonoro, la cinta magnética, el videocasete y


finalmente las memorias ópticas. Unos y otros sistemas han experimentado a lo largo del
siglo un creciente perfeccionamiento, a veces en franca competición con la aparición de
inventos cada vez más sofisticados. De hecho, existe en este campo una carrera que cada
día alcanza metas más elevadas.

La reprografía
La reprografía es un conjunto de técnicas para la reproducción de textos escritos. Su
desarrollo se ha dejado sentir sobre todo en la segunda mitad del siglo para satisfacer
distintas necesidades: de un lado, la formación de archivos de seguridad que garanticen la
pervivencia de los fondos; de otro, facilitar la consulta de documentos, lograr la rápida
difusión de la información y conseguir que la misma pueda ser utilizada simultáneamente
por varias personas.

Los principales sistemas empleados son la microcopia -microficha y microfilm-, que


permite la reproducción reducida de originales, y la fotocopia, obtenida generalmente sobre
papel normal y que puede hacerse en blanco y negro o color. Al lado de estos sistemas
existen otros muchos: hectografía, stencil, diazocopia, etc., utilizado con distintas
finalidades. Conviene advertir que la generalización de fotocopias, especialmente en el
mundo universitario, está teniendo efectos perniciosos sobre la edición, sobre todo en la
dedicada al libro y revistas científicas especializadas, y genera múltiples problemas sobre
los derechos de autor.

Crecimiento de la lectura
El aumento de la riqueza social, la urbanización, la política educativa y la oferta de los
medios de comunicación tuvieron como resultado un aumento considerable del número de
lectores, potencialmente casi el 100% en los países desarrollados.

En los países en vías de desarrollo, donde el analfabetismo alcanza las cotas más elevadas,
la política de promoción de la lectura ha venido de la mano de organismos internacionales,
entre los que cabe destacar la UNESCO, organización de las Naciones Unidas creada en
1949 como asociación de Estados que deseaban aunar sus esfuerzos para contribuir a la paz
mundial mediante el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura. La UNESCO ha
dado orientaciones técnicas, ha puesto a especialistas al servicio de las naciones que los
necesitaban y ha fomentado y protegido la libre circulación de la información, actividades
todas ellas no exentas de polémica en su realización. A pesar de todo ello, el analfabetismo
es aún una lacra social: existen países de Africa que tienen más de un 90% de analfabetos,
otros de Asia con el 80%, el 40% en Hispanoamérica; aún en países miembros de la CEE
permanece este problema: 26% en Portugal, 15% en Grecia, 7% en España y 6% en Italia.
El analfabetismo ataca con mayor intensidad en las áreas rurales que en las urbanas, a las
mujeres que a los hombres, y a los mayores más que a los jóvenes. A todo ello se viene a
sumar el analfabetismo funcional, que afecta a grandes capas de la sociedad aún en los
países más desarrollados y es más difícilmente cuantificable.

El libro
La producción mundial de libros ha crecido continuamente como consecuencia del aumento
de la demanda formulada por el mayor número de personas alfabetizadas y con más años de
escolarización: en veinticinco años la producción se triplicó. Sin embargo esta producción
está desigualmente repartida, ya que las 4/5 partes de la misma se concentra en países
desarrollados, repartiéndose el resto entre todos los demás. Europa publica más de la mitad
del total y América una cuarta parte, mientras que Africa -excluidos los países árabes- y
Oceanía no llegan al 2%.

El mayor productor ha sido, hasta finales de la década de los ochenta la URSS, que tras la
crisis aún abierta dejó paso a USA. Le siguen Alemania, Inglaterra, Japón, Francia y
España. Por áreas lingüísticas la mayor parte (1/4) le corresponde al inglés, seguido del
ruso,alemán, japonés, francés y español: el 70% de la producción mundial se publica sólo
en seis lenguas, y la oferta que recibe la mayoría de la población mundial –que no dominan
ninguna de ellas- es relativamente escasa. Esta hegemonía está también presente en el
número de traducciones.

Las publicaciones periódicas


El progreso en la impresión, no sólo tuvo inmediatas consecuencias en la edición de libros,
sino también en las publicaciones periódicas, donde la imagen fue ganando terreno al texto
casi hasta el punto de convertirse en el principal sustento de la información.

Los periódicos siguieron aumentando sus tiradas para satisfacer la creciente demanda, pero
el número de los mismos fue disminuyendo con el avance del siglo, debido a que los altos
costes de producción - mano de obra, equipos, etc.- no permitieron la existencia de
rotativos con pequeñas tiradas. Las dos fuentes principales de financiación -publicidad y
venta de ejemplares- no fueron suficientes para cubrir los crecientes gastos, por lo que la
mayoría de los periódicos comenzaron a recibir subvenciones de los Estados, preocupados
por el hecho de que la concentración de los mismos en manos de unas pocas empresas diera
lugar primero a oligopolios y más tarde a monopolios.

La lectura de prensa no ha llegado a alcanzar el mismo grado en todos los países,


consecuencia tanto de los diferentes índices de alfabetización y de riqueza como de los
distintos hábitos de lectura entre la población. Los países con más lectores de periódicos
son Gran Bretaña y Suecia, donde se publica un ejemplar por cada dos habitantes. En U.K.
hay además cinco periódicos con ejemplares superiores al millón de ejemplares; cinco
había también en la URSS antes de la crisis, cuatro en Japón –cuyos periódicos alcanzan las
mayores tiradas, alrededor de los diez millones-, dos en USA y uno en Alemania, Francia y
China. La mayoría de los periódicos se publican en Europa y USA, mientras que Africa
tiene el más corto número de títulos y con las tiradas más reducidas.

Las revistas ilustradas (magazines) semanales o mensuales fueron ganando el favor del
público por sus reportajes fotográficos y alcanzaron tiradas muy superiores a las de los
diarios. También evolucionaron para adaptarse a los gustos cambiantes del público y así
desaparecieron grandes revistas de información general como las americanas Life y Look y
las españolas Triunfo y Blanco y Negro, que ahora aparece como suplemento dominical de
ABC, mientras que otras bajaron enormemente sus tiradas, como Paris-Match. Por el
contrario, las hay que gozan de buena salud, como son las llamadas newsmagazines: las
americanas Time y Newsweek, la francesa L'Express, la alemana Der Spiegel o las
españolas Interviú o Tiempo. Estas revistas no renuncian a la información gráfica, pero sus
reportajes van acompañados de artículos generalmente bien documentados y de actualidad.

Los profesionales de la prensa se han integrado en el mundo de las nuevas tecnologías ya


desde la concepción misma de la información, lo cual ha proporcionado a periódicos y
revistas una mayor perfección técnica y más rigor documental.

Al ser la publicidad la principal fuente de recursos financieros de las publicaciones


periódicas, fueron los anunciantes, apoyando un tipo de publicación y retirando su
aportación a otras, los que al fin decidieron las orientaciones de las revistas, que han
crecido considerablemente en el campo de las dedicadas a la mujer y las llamadas revistas
del corazón, de gran éxito en España.

Frente al fenómeno de diarios y revistas de información general con tendencia a pocos


títulos y grandes tiradas, están las revistas científicas, de orientación inversa. Son muy
necesarias para profesionales e investigadores, quienes no dan abasto a llegar a todas ellas.
Su selección, adquisición, almacenamiento, tratamiento y difusión se ha convertido en el
principal problema de la documentación actual, que sólo encuentra solución en la ayuda de
las nuevas tecnologías.

Sistemas de comercialización
El libro de bolsillo. El libro de bolsillo tiene sus más remotos precedentes en los códices
pugilares que nos menciona Marcial y son herederos directos de los aldinos y elzeviros del
siglo XVI. En España habían aparecido publicaciones de pequeño formato en el siglo XIX
(Colección de novelas de Mariano Cabrerizo) y principios del XX (Colección Universal de
Calpe, y su sucesora Austral). Pero este libro, tal y como lo conocemos hoy, tuvo su origen
en la colección Penguin Books, lanzada por el inglés Allen Lane en 1935 para ofrecer libros
baratos en ediciones correctas y en rústica (paper back): es considerado como el creador del
libro de bolsillo (pocket book), nombre dado a estas publicaciones en USA donde tuvieron
un rápido desarrollo debido a la guerra mundial, durante la cual se hicieron muchas
ediciones destinadas a los soldados. Después de la guerra el éxito fue en aumento y
aparecieron libros de bolsillo en todo el mundo.

Las editoriales que se dedican a la producción de libros de bolsillo suelen seleccionar sus
títulos entre los que ya han sido éxitos (best sellers), sean estos originales o traducciones;
hay algunas editoriales dedicadas exclusivamente a este tipo de libros, pero las más de las
veces tienen una producción más amplia y los libros de bolsillo forman parte de una
colección dentro de la editorial.
El libro de bolsillo ha tenido una gran incidencia en la biblioteca porque sus temas son
coincidentes y porque el moderado precio ha permitido a muchos lectores hacerse de su
propia colección, con las ventajas que ello supone. Los criterios para la selección son muy
variados: pueden dedicarse a la literatura de carácter popular, temas científicos, arte, poesía,
etc., siendo las más frecuentes las de carácter general, que suelen incluir tanto obras
clásicas como las de más reciente actualidad en su propia lengua y traducciones.

Los libros de bolsillo se consideran un producto típico destinado a las masas; sin embargo
su público está muy definido y está formado principalmente por jóvenes, clase media,
profesiones liberales y obreros cualificados. La posesión de libros de bolsillo se identifica
más con una determinada forma de pensar que con un status social elevado, papel este que
queda reservado a las ediciones de lujo.
Sistemas de venta
Otra de las características más notables del libro del siglo XX es la variedad de sistemas de
venta que se ofrecen al comprador. En general, estos sistemas han favorecido más la
comercialización del libro que su lectura, aunque ésta también se haya beneficiado, y han
tenido una incidencia negativa en la utilización de las bibliotecas. Los sistemas más
conocidos son:
-Clubs del libro. Iniciaron su actividad en los años veinte en USA (Book of the Month y
Literary Guild), y pronto pasaron a Europa, adquiriendo un gran desarrollo después de la II
Guerra Mundial. Los clubs del libro organizan la venta suprimiendo uno de los eslabones
de su comercialización, el librero, y realizan sus ofertas por catálogos. Los pedidos suelen
hacerse por correo y a partir de una cantidad fija periódica que el cliente está obligado a
consumir. La mayoría de sus fondos se basan en best-sellers y su público es una población
acomodada de mediana edad.
-Venta por correo. Es una variante del club del libro, que a veces utilizan también editores y
libreros, anunciándose previamente por el mismo sistema o por la prensa. Puede tratarse de
libros de elevado precio, pero más frecuentemente la oferta se amplía a una serie para
enjugar los elevados costes de la publicidad.
-Venta a plazos. Generalmente se basan en la visita de vendedores a domicilio o placistas, y
la oferta se centra en grandes colecciones, enciclopedias y obras similares, que el cliente
adquiere y va pagando en mensualidades. El sistema data del siglo XVIII y permitió a
financiación de la Enciclopedia francesa.
-Fascículos. es una modalidad de venta a plazos, pero aquí el cliente va adquiriendo la obra
al mismo tiempo que la paga. La venta por fascículos supone una variedad de las entregas
del siglo XIX, pero la obra suele estar ricamente presentada y ser mucho más cara. El
precio total de la obra es elevado, pero el sistema facilita su compra a economías no muy
fuertes. La venta por fascículos se centra en grandes colecciones y obras de tipo hogareño:
cocina, jardinería, bricolage, etc.
-Venta en kioscos. Además de la venta por fascículos, que se realiza preferentemente en
estos lugares, la empresa editorial ofrece una serie de colecciones que se ponen a la venta
casi exclusivamente en kioscos. Suelen ser obras temáticas -economía, informática, etc.- o
grandes colecciones de escritores bajo un lema común -novela de aventuras, premios
Nobel, etc. A veces, de forma cada vez más frecuente, se combinan uno de los dos sistemas
-fascículos o colecciones- con la compañía de otro tipo de material audiovisual: esto vale
sobre todo para las ventas de métodos de aprendizaje de idiomas y obras musicales.
-Venta en grandes superficies. Sistema igualmente importado de USA consiste
simplemente en dedicar una zona de los grandes almacenes, supermercados, etc. a la
sección de librería, lo que permite, de un lado abaratar el precio final del libro y de otra
integrar éste en los gastos cotidianos de la casa, con lo que al consumidor le da la impresión
de resultar un gasto menos oneroso.
El libro en España en el siglo XX
La edición hasta la guerra civil.- A principios del siglo la producción editorial española era
escasa (menos de 1.400 títulos), su contenido pobre, su presentación mediocre y su interés
puramente local.
El público español no era un buen consumidor debido tanto al analfabetismo (65%) como a
su débil situación económica. Sin embargo a lo largo de la centuria, la situación cambió
radicalmente, debido a la progresiva urbanización del país, al mayor poder adquisitivo de la
población y a la alfabetización casi total de la misma. Estas circunstancias fueron
aprovechadas por la empresa editorial española que, apoyada por el mercado
hispanoamericano, se situó en uno de los primeros puestos de la producción mundial.

Uno de los primeros editores fue Eduardo Zamacois, iniciado en estas actividades con
Sopena, que creó una editorial, Cosmópolis, destinada a ofrecer traducciones en francés de
autores españoles. Mayor éxito tuvo la publicación de El Cuento Semanal, pequeñas
ediciones muy cuidadas que dieron a conocer a gran cantidad de escritores del momento, y
Los Contemporáneos, de vida más larga. La Biblioteca del Renacimiento, fundada por
Victorino Prieto con la dirección comercial de José Ruiz Castillo y la literaria de Martínez
Sierra, cuidó tanto a sus autores como la presentación de sus libros. Colaboraron en ella los
dramaturgos más en boga, la generación del 98, escritores posteriores, representantes de la
novela galante, autores de obras de pensamiento y viejas glorias. Más tarde, Ruiz Castillo
creó la editorial Biblioteca Nueva, de larga vida, que cuenta en entre sus logros el haber
dado a conocer en España la obra de Freud.

En la segunda década apareció la editorial Calpe, pronto fundida con Espasa, que había
comenzado en 1902 la publicación de su Enciclopedia. La nueva empresa adquirió la
editorial La Lectura, que contaba con la conocida colección Clásicos Castellanos. Fue idea
de Nicolás María Urgoiti, quien contó con el apoyo de Ortega y Gasset para ello y para la
creación del diario El Sol. Calpe comenzó sus actividades con la Colección Universal,
verdadera biblioteca de bolsillo por su módico precio y su carácter universal, aunque no
incluía obras de literatura contemporánea. Durante la guerra civil, la sucursal argentina
continuó la obra con la Colección Austral, que aún continúa viva.

Ortega y Gasset fundó una revista y una editorial del mismo nombre La Revista de
Occidente, empresa de pequeño volumen, pero de gran peso cultural, por donde entraron en
España las ideas de los pensadores del momento. Publicó colecciones de filosofía, historia
y literatura, como Musas Lejanas, Nova Novorum y Los poetas, de corta producción pero
muy importante por las novedades que ofreció. Pedro Sáinz Rodríguez estuvo al frente de
CIAP, fundada por los hermanos Bauer, que aumentó rápidamente su catálogo por la
absorción de otras editoriales como Renacimiento, Mundo Latino, Atlántida, etc. Sin
embargo la empresa se truncó por la quiebra de los propietarios.
En 1923 inició sus actividades Manuel Aguilar, que había trabajado en América para
editores franceses y en España para Hachette. Aguilar cultivó casi todos los campos del
saber, pero es especialmente conocido por sus ediciones de obras completas en papel biblia
y encuadernados en piel, que ofrecieron la posibilidad de adquirir libros como símbolo de
bienestar social. Amplió el canal de ventas, tanto con la creación de librerías como a través
de venta por correo y catálogo.
Al final de la dictadura de Primo de Rivera iniciaron su andadura varias editoriales de
orientación política, cuyas obras tuvieron una gran difusión debido a las inquietudes del
momento. La mayoría de estas editoriales se disolvieron o tuvieron que exilarse al final de
la guerra civil.
En Barcelona destacaba la editorial Sopena, especializada en Diccionarios y libros
populares de ciencia y literatura. Creó la Colección Grandes Novelas, la mayoría
traducción de autores franceses. También en Barcelona se encontraban Maucci, Araluce,
Gallach y Gustavo Gili, productor sobre todo de libros científicos y religiosos. En la década
de los veinte se les unió Labor, cuya fuerza arranca del éxito de su primera colección, la
Colección Labor o Biblioteca de Iniciación Cultural, obra de gran interés para la
divulgación científica.

El mercado americano
A principios del siglo, el mercado americano estaba prácticamente copado por editores
franceses, que publicaban primero en su lengua y más tarde en español, aunque sus libros
estaban generalmente plagados de erratas; también habían acudido algunas empresas de
otros países, como Herder (alemana), Appleton (norteamericana) y Nelson (inglesa).

La caída de las editoriales europeas con motivo de la I Guerra Mundial fue aprovechada por
los editores españoles, que más tarde confirmaron su hegemonía, especialmente tras la
salida al mercado, en los años sesenta de las obras de novelistas hispanoamericanos -el
boom de la narrativa hispanoamericana.

Nuestra guerra civil empobreció a los editores, y la crisis producida por la II Guerra
Mundial dificultó su restablecimiento, por la falta de materias primas adecuadas. La
implantación de una rígida censura impedía la publicación en España de una serie de obras,
por lo que algunas sucursales americanas editaron durante mucho tiempo más que la
central, al tiempo que bastantes editores y libreros emigraron a América o abrieron
sucursales allí. Todo ello originó el nacimiento de una industria poderosa, especialmente en
Argentina y México, que pareció amenazar la supremacía del libro español. Entre estas
editoriales hay que citar a Losada (Buenos Aires) y el F.C.E. y Joaquín Mortiz en México.

La edición después de la Guerra Civil


La Guerra Civil hizo desaparecer un gran número de editoriales, pero los años cuarenta
vieron el surgimiento de otras, como la BAC, dependiente de la jerarquía católica, cuyo
órgano de expresión era El Debate antes de la guerra y después el Ya, surgido como
vespertino en tiempos de la República. A ella le siguieron EPESA, con la colección de
poesía Adonais, y una larga serie de editoriales dedicadas al libro religioso.

En aquellos años inició su andadura la editorial Gredos, con ediciones muy cuidadas de
clásicos griegos y latinos. En los años cincuenta comenzó a publicar su Biblioteca
Románica Hispánica, dirigida por Dámaso Alonso y que tendría un peso decisivo en los
estudios lingüísticos españoles, y en los años setenta la Biblioteca Clásica Gredos. En la
misma línea parecieron Taurus, Guadarrama, y Castalia.
En Barcelona aparecieron Destino, cuya colección Ancora y Delfín dio a conocer a la
narrativa española del momento, apoyada por los prestigiosos premios Nadal y la editorial
de José Janés, que publicó sobre todo traducciones del inglés. Adquirida tras la muerte del
fundador por Plaza, dio origen a la editorial Plaza y Janés, que ocupó pronto un puesto
destacado. Dentro de la misma línea se encontraban Caralt, Juventud, Noguer y, sobre todo,
Planeta, dirigida por Manuel Lara, el cual supo encontrar enseguida las claves
empresariales que harían de su editorial uno de los más saneados negocios. Planeta publicó
sobre conocimiento del mercado, implantó nuevos sistemas de ventas a distribuidores y
creó primero el premio Planeta, generosamente dotado y el Sant Jordi, de novela catalana.

Después de la muerte de Franco inició la publicación de memorias políticas y creó el


premio Espejo de España. También fue muy importante la aportación de la editorial Seix
Barral a la narrativa y el ensayo contemporáneo.

Otros dos movimiento de distinta tendencia crecieron y se afianzaron en los años cuarenta.
De un lado, hizo su aparición la literatura de kiosco o infraliteratura, que cultivó la novela
fácil -rosa, del oeste, policíaca-, de bajo nivel literario y presentación pobre, pero muy
difundida. Pronto el país se llenó de puestos que no sólo vendían, sino que alquilaban y
cambiaban este tipo de obras. Así nacieron y se afianzaron editoriales como Bruguera,
Molino y Cliper. Por otro lado hizo su aparición la edición oficial, especialmente destinada
a la publicación de obras de propaganda del Régimen y de divulgación científica, actividad
esta dirigida casi en su totalidad por el CSIC.

Las dos editoriales que ocupan hoy sin duda los puestos de mayor influencia en el mercado
español nacieron con la venta de libros de texto: Anaya y Santillana. Anaya nació de la
iniciativa de una familia relacionada con la librería Cervantes de Salamanca. Uno de sus
miembros, Germán Sánchez Ruipérez fundó Anaya, dedicada a libros educativos y con el
asesoramiento de Lázaro Carreter. Posteriormente fundó Cátedra y Pirámide y adquirió
Tecnos, dedicada a obras de pensamiento.
Santillana nació de la iniciativa de Jesús de Polanco y Francisco Pérez González, que
crearon un gran imperio de libros de texto con filiales en los países americanos. Creó una
editorial de libros infantiles, Altea e incorporó Aguilar, Taurus y Alfaguara. Tanto
Santillana como Anaya han realizado con desigual resultado incursiones en el mundo de las
publicaciones periódicas (El País y El Sol), e incluso de los medios de difusión,
especialmente Santillana (Canal Plus, Cadena Ser).
En Barcelona el Círculo de Lectores, primer club del libro español, se ha implantado
fuertemente en el mercado español y ha terminado por crear un poderoso grupo editorial
con Plaza y Janés.

Las publicaciones periódicas


El mundo de las publicaciones periódicas en España ha conocido una evolución sometida
constantemente a los cambios políticos y económicos. A principio del siglo, el país conoció
la difusión de prensa diaria y magazines, que tuvieron en ambos casos una considerable
aceptación. A partir de la II República, la prensa diaria conoce una época de esplendor,
favorecida por las inquietudes políticas, favorecidas a su vez por la aparición de diarios de
toda índole. Esta época de esplendor termina con la guerra civil, tras la cual, el panorama
español era desolador. La fuerte censura impuesta a la prensa la hace convertirse en
portavoz del Régimen, mientras que los medios de difusión del Movimiento cuentan con su
propia prensa, como Arriba. Florece sin embargo la prensa provincial y se mantienen
rotativos de gran prestigio, como La Vanguardia o ABC. A finales de los sesenta, una serie
de periódicos comienzan a manifestar un giro hacia aires más aperturistas y se acercan al
tipo de prensa europea: Informaciones, Pueblo, Madrid. Todo ello se realiza en medio de
grandes polémicas que terminan en algunos casos con la desaparición del periódico.

Las revistas se afianzan en campos determinados: de una parte, la revistas del corazón, o de
información general van ganando mercado, mientras que una serie de publicaciones de
clara orientación política comienzan a encontrar su público: Triunfo, Indice, etc. La muerte
de Franco y la posterior transición política provocan un giro espectacular en el panorama de
la prensa. Desaparecen la mayoría de las revistas políticas, dando paso a nuevas
publicaciones que en poco tiempo se afianzan en el mercado -Cambio 16, Tiempo, Interviú,
etc. Idéntico proceso siguen los diarios, hasta el punto que la mayoría de los grandes diarios
nacionales son posteriores al 75: El País, El Mundo, El Sol... Sólo ABC y La Vanguardia
mantienen sus posiciones.

Tanto en el mundo editorial como en el de la prensa -por otra parte muy relacionados entre
sí- muestran una clara tendencia a la concentración, tanto en cuanto a zonas, como en
cuanto a empresas. Unos y otros se han visto afectados por las nuevas medidas
comunitarias y por el empuje del capital extranjero, aunque en los dos casos en menor
mediada de lo que se pensaba en un primer momento.

La industria editorial española ha sufrido serias vicisitudes por la caída del mercado
hispanoamericano; sin embargo, se le abren nuevos horizontes en la edición en otras
lenguas y en el mundo árabe, para quien editan libros de texto y obras enciclopédicas.

Conviene mencionar la política oficial del libro que ha seguido el Estado español desde la
República y que, a pesar de diferencias ideológicas, se ha centrado siempre en la promoción
de la industria editorial española. Prueba de ello han sido las Ferias y Salones del Libro, el
apoyo a la exportación y la creación primero del Instituto del Libro Español y más tarde del
INLE, así como las medidas legislativas claramente proteccionistas.
Transformación y desarrollo de las bibliotecas en el siglo XX.
Movimiento bibliotecario anglosajón y su influencia en otros países

Introducción
Historia de las bibliotecas durante el siglo XX
La diversificación de las bibliotecas
Bibliotecas nacionales
Bibliotecas universitarias
Bibliotecas escolares
Bibliotecas especializadas
Bibliotecas públicas
El movimiento bibliotecario anglosajón y las asociaciones profesionales
Su influencia en otros países
La situación en España

Introducción
La biblioteca ha conocido durante el siglo XX un extraordinario desarrollo. Ello ha venido
originado por la progresiva alfabetización de la población a causa de la generalización de la
enseñanza, la urbanización de la sociedad y el aumento en la producción de libros y
documentos. La expansión se ha extendido a los países en vías desarrollo, que han copiado
los modelos occidentales, y a los países de economía socialistas, para los cuales ha sido
instrumento de creación de un pensamiento homogéneo y de formación de cuadros. La
oferta de bibliotecas se ha diversificado con el fin de poder atender mejor las diferentes
demandas de unos usuarios cada vez más amplios. Pero las bibliotecas también ha
evolucionado en cuanto a su concepto, a su estructura, a su proyección y hasta en sus
métodos. Si la biblioteca de ayer miraba hacia el pasado, la de hoy mira hacia el futuro y se
orienta en múltiples direcciones. De cualquier modo, muchas de las características de la
biblioteca del siglo XX se encontraban ya, de forma más o menos embrionaria, en el siglo
XIX.

Historia de las bibliotecas durante el siglo XX


El periodo que arranca a primeros de siglo ha sido singular en la historia de las bibliotecas:
al tiempo que éstas han alcanzado una expansión e importancia como nunca conocidas,
también han sufrido los estragos de las guerras y las destrucciones más profundamente que
nunca.
Ya a principio de siglo se extendían cada vez con más fuerza la red de bibliotecas públicas
de USA y UK, al tiempo que los gobiernos occidentales legislaban en estas materias y eran
frecuentes las reuniones profesionales. La I Guerra Mundial trajo como consecuencia una
paralización de estas actividades, pero no fueron muchas las bibliotecas que se destruyeron:
en su integridad, sólo la de la Universidad de Lovaina. Paralelamente, la Revolución Rusa
inició una profunda reestructuración y organización de las bibliotecas de la Unión, aunque
este movimiento no sería efectivo hasta mucho más tarde.
Al finalizar la Guerra comienza otro periodo de actividad, frenado de nuevo por la crisis del
29. Sin duda, el país más afectado por estas circunstancias fue Alemania, que había
comenzado la organización de sus bibliotecas y emprendido ambiciosos planes
bibliotecarios, como los catálogos colectivos universales. Alemania, además, se vio
afectada singularmente por la llegada al poder del partido nacionalsocialista, que impuso
una feroz censura y trató de convertir las bibliotecas en instrumentos ideológicos a su
servicio. La invasión alemana de los países vecinos afectó a las bibliotecas de éstos, que se
vieron saqueadas, e incluso destruidas en muchos casos, acciones especialmente virulentas
en Polonia y los Balcanes.

El estallido de la guerra provocó la destrucción de innumerables bibliotecas europeas en


ambos bandos. Así, fueron total o parcialmente destruidas las dos mejores bibliotecas
alemanas, las de Munich y Berlín -ésta perdió más de un millón y medio de documentos de
todo tipo-, y múltiples universitarias, como las de Bonn, Francfort, Hamburgo, etc. y las
nacionales de Dresde, Stuttgart y otras ciudades. También resultaron muy afectadas
Yugoslavia y Bulgaria -que sufrió la destrucción de su biblioteca Nacional-, Francia, que
perdió las universitarias de Caen y Estrasburgo y muchas universitarias, e Inglaterra, que
vio la destrucción de la universitaria de Londres, parte de la National Central Library
(biblioteca nacional de préstamo) y las de Bristol, Liverpool y Plymouth entre otras.

Aunque Italia no sufrió tan graves consecuencias, merece citarse por su valor la biblioteca
de Monte Cassino, destruida durante el asedio.
A partir del final de la Guerra, el panorama bibliotecario cambio cambia por completo. El
primer paso importante es la creación de la UNESCO en el seno de la ONU, que se propone
como misión, dentro del campo de las bibliotecas, mejorar los servicios bibliotecarios,
promover las bibliotecas públicas, asegurar el libre flujo de la información y favorecer el
intercambio internacional de publicaciones. Para lograr estos objetivos la UNESCO
colabora activamente con organizaciones profesionales como ISO, FID y IFLA, y busca el
asesoramiento de otras. Así, los primeros pasos del movimiento bibliotecario después de la
guerra se encaminan a la restauración de los daños producidos por la misma y a establecer
medidas de seguridad que impidan la repetición de un desastre similar.

Es notable también el esfuerzo desplegado en los países socialistas, donde, de acuerdo con
las ideas de Lenin, se llegó a crear un formidable sistema de bibliotecas públicas, al tiempo
que se reestructuraban y organizaban las bibliotecas nacionales de cada país. Hoy día, estas
bibliotecas se encuentran enfrentadas a la escasez de medios y la obsolescencia de sus
documentos, pero no cabe duda que en su momento tuvieron una vida muy activa y
desempeñaron un importante papel en la educación popular.

La descolonización que siguió al período postbélico puso de relieve nuevas exigencias: las
necesidades de información y las carencias de medios de los países en vías de desarrollo.
Pronto, las actividades de la UNESCO se orientaron en esa dirección y fomentaron la
creación de infraestructuras informativas en los propios países a través de programas como
NATIS. Los programas de la UNESCO de ayuda al Tercer Mundo han sido y son aún
fuente de polémica.
Al mismo tiempo las bibliotecas de todo el mundo se enfrentaban a problemas tales como
el aumento desmesurado de la producción, la automatización, la invasión de los medios
audiovisuales y la diversificación de las bibliotecas. Poco a poco han ido encajando las
diversas piezas de estos problemas, aunque muchas de ellas se encuentran aún en plena
evolución. Por otra parte, la automatización de bibliotecas, iniciada en los años sesenta y
generalizada a partir de los ochenta se reveló como un extraordinario instrumento para
resolver muchos de los problemas que aquejan a las bibliotecas actuales, aunque también
supuso nuevas orientaciones y planteó, en consecuencia, nuevas cuestiones: compatibilidad,
formación del personal, presupuesto, etc.

La diversificación de las bibliotecas


El paso más significativo de las bibliotecas en el siglo XX fue su diversificación. De la
biblioteca única y general, enciclopédica, del siglo XIX, útil para todo uso y para todo
usuario, se pasó al establecimiento de una serie de centros, distintos en sus fondos y sus
funciones y dirigidos a sectores definidos de la población. Conviene contemplar su
evolución y situación actual por separado.

Bibliotecas nacionales
Aunque su origen se encuentra en siglos anteriores, las Bibliotecas Nacionales se
consolidan durante el siglo XX, debido básicamente a que se definen sus funciones y
estructuran sus servicios, y a que se entiende la necesidad de su generalización, hasta el
punto de que, en la actualidad, todos los países independientes cuentan con su propia
biblioteca nacional.

Pero si en un principio parece que la situación tiende a la uniformidad, la realidad es que las
bibliotecas nacionales están sumidas en una polémica que dura ya varias décadas. Son
diferentes de un país a otro por la cantidad y tipo de sus fondos, están sometidas a diversas
legislaciones, tienen diferentes de grados de apertura al público y automatización y en
general se debaten entre difusión y conservación. Este dilema, que puede parecer carente de
sentido para un país que cuenta con un buen sistema bibliotecario, es dramático para
aquellos que no cuentan casi con más biblioteca que su nacional. En este siglo se fundaron
bibliotecas nacionales como la de Israel, la de la Dieta japonesa (1948), la de Leipzig
(1912) o la de Frankfort (1946).

Bibliotecas universitarias
Originarias de la Baja Edad Media, las bibliotecas universitarias son unas de las que más
cambios sufren a lo largo del siglo XX. Afectadas por el crecimiento desmesurado de la
literatura científica, tienen que hacer frente a la vez al mantenimiento de bibliotecas de
depósitos, generalmente muy ricas.
En muchos casos la situación se resuelve con el establecimiento de una central -depositaria-
y varias especialistas, de facultad o departamento. Aunque ello soluciona en cierto modo el
problema expuesto, por otro lado crea dispersión de fondos, especialmente los de más
actualidad, que a veces terminan estando para uso de grupos muy reducidos.

La automatización ha venido en ayuda en de las bibliotecas universitarias, que han podido


contar así con poderosos auxiliares para establecer sistemas de cooperación. Algunos de
estos sistemas y planes han terminado incluso por superar los límites de la propia
universidad, como son los casos de la OCLC (Ohio College Library Center) de Ohio, la
RLIN (The Reseach Libraries Information Network) de Strandford o la UTLAS (University
of Toronto Library Automation System), de Toronto, y otras. Las bibliotecas universitarias
se han desarrollado enormemente en todo el mundo y muchas de ellas son millonarias en
fondos.

Bibliotecas escolares
Las bibliotecas escolares son un logro del siglo XX. Aunque tuvieran ya precedentes en
algunos países, como es incluso el caso de España, con la Ley de Ruiz Zorrilla, la verdad es
que el movimiento no comenzó ha hacerse realidad hasta principios de este siglo en USA, y
su desarrollo no se logró hasta después de la II Guerra Mundial.

Las recomendaciones de la UNESCO para la creación y desarrollo de las bibliotecas


escolares han sido apoyadas en este caso por las de la UNICEF. Unas y otras han dado
como resultado una legislación, o cuando menos literatura abundante en muchos países.
Pero la verdad es que fuera de algunos países como USA (con 70.000 bibliotecas
escolares), Canadá (con 9.000), Japón (40.00), la antigua URSS (180.000), el Reino Unido
y los países nórdicos, la mayoría de las países no cuentan con este tipo de bibliotecas. En
las últimas décadas se han unido a los países con buenas dotaciones de bibliotecas escolares
Italia y Francia, donde además se están llevando a cabo experiencias muy interesantes en el
campo de la metodología.

Bibliotecas especializadas
Las bibliotecas especializadas surgieron como respuesta al reto que proponía la explosión
documental de un lado y la ampliación de los campos de la investigación científica por otro.
Las bibliotecas especializadas son numerosísimas y variadas en cuanto a sus fondos,
orientación, adscripción y usuarios. En general están al servicio de empresas e
investigadores y sus fondos se componen prioritariamente de publicaciones periódicas.
Dadas las dificultades que plante a el tratamiento de este tipo de información, las
bibliotecas especializadas no han tenido más remedio que automatizarse, lo cual les ha
permitido en muchos casos acceder a centros de información remotos e integrarse en
sistemas bibliotecarios más amplios. Muchas de estas bibliotecas especializadas han
terminado por convertirse en centro de documentación: tanto es así que en los países
anglosajones se emplean indistintamente los dos términos para referirse a un sólo tipo de
servicio.

Bibliotecas públicas
Probablemente las grandes "estrellas" de la biblioteconomía del siglo XX hayan sido las
bibliotecas públicas. Originarias de las bibliotecas parroquiales americanas y las de los
mechanics' institutes británicos. el primer paso que dieron estas bibliotecas en el presente
siglo fue extenderse y desarrollarse de forma generalizada dentro y fuera de los países que
las vieron nacer. Pronto se entendió como servicio social, y en consecuencia, debían ser
fruto de disposiciones legales y estar mantenidas con fondos públicos.
Las bibliotecas públicas dejaron de estar dirigidas a los sectores más desfavorecidos de la
sociedad para dirigirse a todos, como instituciones al servicio de la formación individual y
colectiva de los ciudadanos. Han creado servicios de extensión bibliotecarias y otros
dirigidos a sectores especiales de la población, con el fin de eliminar cualquier barrera entre
usuario y biblioteca. Se ampliaron las ofertas de servicios, los tipos de fondos y su acceso:
el acceso libre a los fondos se generalizó en la mayoría de las bibliotecas públicas y en los
países anglosajones el servicio de referencia alcanzó tal importancia que se convirtió en un
auténtico "consultorio público". Además se crearon redes de bibliotecas que permitían
ofrecer más servicios con menos esfuerzos y se establecieron normas o pautas
internacionales para orientar en su instalación y mantenimiento.

El movimiento bibliotecario anglosajón y las asociaciones profesionales


La mayoría de los logros conseguidos en el campo bibliotecario tienen su origen en el
llamado movimiento bibliotecario anglosajón, que posteriormente tuvo tal influencia sobre
las bibliotecas de todo el mundo, que la situación actual puede considerarse hija de aquella
forma de pensamiento.
El origen remoto de este movimiento lo encontramos América en personas como Thomas
Bray, creador de las primeras bibliotecas parroquiales americanas, que, aunque pequeñas y
de carácter religioso, fueron el primer paso serio hacia la lectura pública, y Benjamin
Franklin, promotor de la Library Company of Philadelphia, primera biblioteca de carácter
asociativo. Unos y otros estuvieron apoyados en sus planes por asociaciones ciudadanas y
eruditas e incluso por la misma conciencia popular, que pedía la creación de bibliotecas
públicas como un medio de perfeccionamiento y promoción social. Al mismo tiempo en
U.K. aparecían personajes como Kirkwood, que elaboró un plan para bibliotecas en
Escocia, o Samuel Brown, que creó las primeras bibliotecas itinerantes.

Pero será en el siglo XIX cuando comience a verse de forma clara la realidad del
movimiento bibliotecario anglosajón, que empezará a dar sus frutos a finales de esa
centuria y durante toda la siguiente. Antonio Panizzi, refugiado político italiano que llegó a
ser director del British Museum a mediados del pasado siglo, renovó esta biblioteca y la
convirtió en una institución importante, mediante su organización meticulosa, el
cumplimiento del depósito legal y la adquisición de nuevos fondos. Se preocupó de
establecer y renovar las reglas de catalogación, de mejorar la situación del personal,
publicar los catálogos de la biblioteca y difundir sus fondos a partir de la consideración –
muy avanzada para la época- de que todos los usuarios eran iguales y tenían derechos a los
mismos servicios.

Mientras tanto en USA, una serie de eminentes bibliotecarios unieron a su formación


intelectual superior dotes organizativas, imaginación y fe en la perfección del hombre a
través del conocimiento, al que se llegaba, en una primera etapa por la enseñanza y
posteriormente a través del libro. Son los padres de la moderna biblioteconomía y entre
ellos se encuentran Charles Coffin Jewett, bibliotecario del Smithsonian Institution y
redactor de una famosas normas de catalogación; Poole, director de la Biblioteca del
Ateneo de Boston y promotor se las bibliotecas públicas; Winsor, bibliotecario en Boston y
Harvard, especialmente preocupado por la satisfacción de las necesidades de los usuarios y
promotor de la lectura popular; Cutter, director de la Biblioteca del Ateneo de Boston y
creador de un sistema de clasificación parcialmente desarrollado por la L.C.; Melvil
Dewey, director de la biblioteca universitaria de la Columbia y de la del Estado de New
York, luchador y activo organizador, que estuvo preocupado por los más diversos aspectos
de las bibliotecas, desde la formación profesional a la normalización, y que fue el creador
de un sistema de clasificación que llegó a ser el más extendido, bien en su versión original
(DDC) o en posteriores adaptaciones (CDU). También cabe citar a Spofford, director de la
L.C. y que la convirtió en la biblioteca que es hoy día y su sucesor Putnam, que puso en
marcha la venta y distribución de las fichas catalográficas, patrocinó el canje nacional e
internacional de publicaciones y fomentó el préstamo interbibliotecario y la creación de la
NUC.
Todos ellos tuvieron una participación muy activa en la creación y funcionamiento de la
ALA, así como de la revista Library Journal en USA y de la LA en U.K. -verdadero motor
de las bibliotecas y los bibliotecarios británicos-, gracias a los cuales surgió, se unificó y se
difundió el moderno pensamiento bibliotecario. Así, se adoptaron técnicas comunes y se
establecieron servicios de cooperación muy efectivos, que transformaron una serie de
bibliotecas independientes y expuestas al aislamiento en una organización nacional,
íntimamente entrelazada y que perseguía los mismos fines, utilizaba iguales medios y abría
nuevos cauces a la cooperación.

Además, construyeron nuevos edificios, funcionales y capaces de recibir las grandes masas
de libros a las que obliga la producción actual, y de permitir la circulación fluida de los
lectores; diseñaron servicios de seguridad y depósitos de diversos tipos; introdujeron los
nuevos instrumentos de trabajo, desde la máquina de escribir al ordenador; crearon normas
de catalogación y clasificación; atendieron a las diferentes necesidades de los usuarios;
imaginaron medios de extensión bibliotecaria; incorporaron nuevos soportes a los fondos y,
en fin, dirigieron sus esfuerzos hacia una adecuada formación profesional del bibliotecario.

Su influencia en otros países


Resulta imposible medir la influencia del movimiento bibliotecario anglosajón en otros
países ni enumerar los sectores a los que ha afectado. Baste decir que no sólo la situación
actual de las bibliotecas, sino hasta la evolución que siguen tuvieron allí su origen.
Naturalmente, la influencia se dejó sentir más en unas zonas que en otras: las más influidas
fueron sin duda los países nórdicos y los que estuvieron sometidos a la colonización
británica. Pero, de cualquier modo, su influencia fue enorme en todos los países del mundo
y se dejó sentir hasta en los países socialistas, debido a que suponía, tanto un cuerpo de
doctrina, como una realidad práctica. Para hacer mención de los aspectos que más
fuertemente sintieron su ascendiente, enumeraremos los siguientes:
-Asociacionismo profesional. Influyó decisivamente en la creación de asociaciones como la
FID, IFLA y otras de carácter especializado, tanto en sus estructura como en su
funcionamiento.
-Normalización. Activos promotores de reglas de catalogación (AACR 1 y 2), fueron la
base de las normas de catalogación actualmente en uso en casi todos los países del mundo.
Su autoridad también se dejó sentir en los campos de la clasificación, elaboración de
resúmenes, etc.
-Bibliotecas públicas. Padres de la moderna biblioteca pública, crearon el concepto de
servicio social frente al conservador que mantenían las bibliotecas hasta entonces.
-Servicios a la población: Crearon ofertas de servicios tan variados como la sección de
referencias, fondos especiales o extensión bibliotecaria, y acostumbraron a la población a
utilizarlos.
-Automatización de bibliotecas. La incorporación a las bibliotecas de las nuevas
tecnologías ha tenido su origen y máximo desarrollo en USA, pionera y adelantada en este
terreno.
-Organización de la biblioteca. Disposición de los fondos en libre acceso, biblioteca abierta,
disposición alternativa de los depósitos, etc.
-Edificios, mobiliario y equipamiento. Concibieron el edificio como un lugar ante todo
funcional, creado para dar un servicio determinado. Su concepción de los mismos tuvo una
notable influencia en la arquitectura del siglo XX, no sólo para edificios destinados a
bibliotecas, sino para otros de servicios públicos.
-Formación profesional. Fueron los primeros en considerar la necesidad de dotar al
bibliotecario de una formación adecuada, con lo cual terminó la época de
bibliotecario=erudito y comenzó la profesionalización del cuerpo.
-Cooperación interbibliotecaria. Pioneros en este tipo de colaboración en todos sus campos,
promovieron la cooperación interbibliotecaria en el ámbito mundial, al tiempo que
elaboraban los mejores instrumentos para llevarla a cabo: catálogos colectivos, servicios
bibliográficos, etc.

La situación en España
Los comienzos del siglo XX en España estuvieron fuertemente marcados por las ideas
conservadoras y conservacionista que sobre las bibliotecas tenían Menéndez y Pelayo y sus
seguidores. Sin embargo, bajo la influencia de Romanones, de Canalejas y de otros
políticos de corte liberal, no tardan en aparecer los primeros movimientos a favor de las
bibliotecas populares, que cuentan con el apoyo de numeroso intelectuales y dan como
resultado la aparición de bibliotecas de Ateneos y círculos obreros, las primeras bibliotecas
circulantes y más tarde la creación de las bibliotecas populares de Madrid (1912).

En Cataluña se crea la Red de Bibliotecas de la Mancomunitat (1915) bajo la dirección de


Eugeni D'Ors, quien abre también la Escuela de Bibliotecarias y constituye la Biblioteca de
Catalunya, a la que incorpora novedades como el acceso libre a los estantes. Pero sería la
República quien se mostrara más preocupada por hacer llegar las bibliotecas a la población,
especialmente a los sectores más necesitados de la misma. Para ello se crean las Misiones
Pedagógicas y se fomentan las bibliotecas universitarias, públicas y de círculos obreros, al
tiempo que se legisla con la intención de organizar un sistema bibliotecario español acorde
con las exigencias reales del país.

La guerra civil paralizó esta actividad, que se vio inmediatamente retomada al término de la
misma. Sin embargo, aunque la legislación sobre el asunto fue abundante, las bibliotecas
españolas conocieron un período de decaimiento, debido, en parte a la escasa afición
lectora de los españoles y en parte a la insuficiente dotación de fondos y personal con que
se las proveyó. Cuando se empezó a reaccionar, las bibliotecas españolas se encontraron
con la competencia de los medios de comunicación de masas y los hábitos de los españoles,
entre los que no constaba la asistencia a las bibliotecas.
Los problemas de las bibliotecas españolas actuales no se pueden generalizar: dependen
más bien del tipo de bibliotecas de que se trate, al igual que pasa en el resto del mundo. Se
enfrentan al reto de la evolución social y de la automatización y están también en camino
de replantearse constantemente su función.
La encuadernación del libro.
Panorama histórico general

Introducción
La encuadernación en el mundo antiguo
Edad Media
Renacimiento
Siglos XVII al XIX
Siglo XX

Introducción
La encuadernación es el arte de sujetar entre sí los pliegos de un libro y de cubrirlos para su
mejor preservación y manejo.

La encuadernación en el mundo antiguo


Aunque desde los tiempos más remotos los hombres utilizaron distintos recipientes para
guardar sus testimonios escritos -cajas, cilindros metálicos, ánforas, cestas, etc.- no se
puede hablar de encuadernación en el sentido estricto del término hasta el momento en el
que el libro abandona su forma de rollo sustituyéndola por la de códice. Esta forma exigía
que se la uniese y protegiese, especialmente si constaba de varios cuadernillos. Así pues,
nace con la finalidad de proporcionar al códice una conservación durable.

Según parece, las primeras encuadernaciones del libro consistían en unas tablillas de
madera -generalmente cedro-, con unas bandas de cuero para envolverlo y una correa que
sujetaba el conjunto, como cuenta Marcial en uno de sus epigramas. Los esclavos romanos,
además de copiar el libro eran los encargados de encuadernarlos (ligatores librorum). Las
cubiertas hicieron posible una ornamentación externa del libro, sujeta a las influencias
técnicas y decorativas de cada época, y a las concepciones artísticas propias de cada país.

A partir del siglo IV d. C., la encuadernación del libro aparece ya revestida con todo el lujo
oriental característico del estilo bizantino. Ejemplo de ello es el Evangeliario que
Teodelinda, reina de los longobardos, regaló a la catedral de Monza. Frecuentemente se
adornaba el códice con oro, piedras preciosas y esmaltes. En España se utilizó este tipo de
encuadernación antes que en otros países de Europa: dos ejemplares que se conservan en la
catedral de Jaca presentan placas de marfil y adornos de plata en las cubiertas.

Edad Media
Pronto hicieron su aparición las encuadernaciones en las que las tapas de madera se
recubrían de cuero. Este se adornaba con diversas representaciones que, grabadas en
pequeños hierros, se estampaban en seco, en relieve y sin oro: es la denominada técnica del
gofrado, muy empleada en la época carolingia. El número y variedad de los mencionados
hierros aumentaron en el período románico, con adornos procedentes del mundo vegetal o
animal, imágenes de santos, caballeros y otras figuras humanas.
En el llamado gótico, las decoraciones ofrecen en un principio una decoración más sencilla;
pero hacia sus postrimerías aparecen abundantes ángeles y santos y más tardíamente
escenas eróticas y de cacería, especialmente en las cubiertas grabadas en cuero, que se
usaron sobre todo en Alemania y Austria en los siglos XIV y XV. Las encuadernaciones
góticas son muy escasas en España y presentan una decoración de pequeños hierros ovales
o triangulares que llevan inscritos motivos heráldicos y ornamentales. Estos hierros se
distribuyen regularmente por la cubierta formando motivos sencillos para completar la
decoración, todavía gofrada: el mejor ejemplar es el que contiene la Regla de San Benito,
del siglo XIII, procedente del Monasterio de la Huelgas.

A lo largo de toda la Edad Media se siguieron las mismas pautas, distinguiéndose entre las
encuadernaciones de cuero y de orfebrería, usada especialmente para determinados libros
litúrgicos; en los manuscritos más corrientes bastaba con una simple cubierta de pergamino.
Entre los primeros se deben citarla la tapa del Evangeliario de marfil, procedente del taller
de Fernando I y el Evangeliario de la catedral de Tortosa. En la Baja Edad Media, la
encuadernación más aceptada era de cuero: las tapas de madera se recubrían con piel ya
curtida y se decoraban siguiendo diversas técnicas, ya que al gofrado había venido a unirse
el repujado, realizado sobre cuero húmedo. En los ángulos de las tapas se solían poner
guarniciones de metal y el libro se cerraba por medio de broches también metálicos: a veces
aparecían con cadenas de hierro unidas a la encuadernación por las tapas para sujetar el
libro al pupitre o al estante.

El mudéjar, estilo genuinamente español, es el resultado de aplicar a la encuadernación los


recursos ya experimentados en la decoración de los cueros. Su característica esencial es la
de presentar en todos los ejemplares una técnica y estilo idénticos, aunque con una infinita
variedad de tipos: las decoraciones componen lazos, estrellatos geométricos, cuadrángulos
cruzados, rombos, etc, completados por la decoración menuda de cordón que también
compone las cenefas o borduras con dibujos siempre diferentes. Utilizan la técnica del
estezado y el gofrado. Entre los ejemplares más notables merece destacar el Misal
Toledano del siglo XV.

A final de la Edad Media la encuadernación se seculariza y se extiende, alcanzando ahora,


técnica y artísticamente, su propio sentido. Al uso de las pieles se añaden las
encuadernaciones en ricas telas, bordados con aljófar, pedrería y esmaltes, con exhibición
de emblemas en su parte central y en las manezuelas. La influencia árabe se extendió por
toda Europa y de ellos se tomará el empleo del cartón o papelón, que empleaban como
soporte de las encuadernaciones flexibles, tomando a veces la forma de cartera, que se
adaptaba al libro encerrándolo en una especie de estuche con una solapa. De la
encuadernación de muchos libros medievales, especialmente los correspondientes al
período prerrománico y románico, no quedan apenas trazas y si quedan sus motivos
irreconocibles. Sin embargo, se puede reconstruir su forma gracias a las representaciones
que de ellos se hacen en los códices, como en el Códice Virgiliano de El Escorial o en el
Beato de Gerona.
Renacimiento
Durante el siglo XV se ponen de moda las planchas de hierro de gran tamaño que
ornamentan las cubiertas de una sola vez. Otra de las novedades es el coloreado y cincelado
de los cortes de los libros.
En la segunda mitad del siglo aparece el llamado estilo renacimiento, que generalizó el
dorado de los cueros por medio de hierros transformados en ruedas, que sin solución de
continuidad, prodigaban arabescos, combinaciones geométricas, ondulaciones, etc. La
técnica fue posteriormente perfeccionada por Aldo Manuzio (hierros aldinos),
extendiéndose por las naciones occidentales de Europa, donde llegó a dominar.

El arte renacentista encontró su apogeo con Grolier, Maioli y otros bibliófilos, refinando las
líneas de las combinaciones o duplicándolas en forma de cinta, puntillando los espacios o
llenándolos de piezas de colores que las hacían policromadas y en mosaico. En el centro
suelen llevar un círculo, un cuadrado o un losange donde va inscrito el nombre de la obra o
de su poseedor. De los bibliófilos mencionados se conservan preciosos ejemplares con
decoración variadísima, predominando los motivos geométricos y algunas veces florales.
La encuadernación renacentista española es más bien de gusto flamenco y repite de tal
manera las ideas arquitectónicas que bien puede ser llamada encuadernación plateresca.

Siglos XVII al XIX


Durante el siglo XVII es Francia la que impone la moda en materia de encuadernación: es
el período barroco, que caracteriza a todos los aspectos del arte. Durante todo el siglo la
encuadernación es recargadísima, con pequeños hierros que se prestan a todo tipo de
combinaciones. Los estilos mas utilizados son à la fanfare, atribuido a la familia Eve
-líneas espirales doradas que se entrecruzan- y el puntillado -filetes o líneas formados por la
sucesión de pequeños puntos. También surgieron en Francia los hierros semicirculares de
ornamentación radiada, à l'eventaille, y sembrados, semis, que distribuida sobre la cubierta
un motivo heráldico o floral.
La encuadernación durante el siglo XVIII pasó por las siguientes etapas:
a) Período de transición en el que persisten los elementos barrocos
b) Rococó, caracterizado por una ornamentación exuberante: el estilo más utilizado fue à la
dentelle, imitando encajes, y el elemento decorativo la rocaille, adaptación del acanto
clásico que lo invade todo en forma de perfiles movidos y se liga con otros elementos:
ménsulas, flores, rosetones, guirnaldas.
c) Neoclásico, originario de Inglaterra, tal vez como reacción a los excesos anteriores. Se
caracterizan por presentar una cenefa rectangular limitada por cuatro cuadrados y lo largo
de la cual se desplazaba una rueda casi siempre de inspiración floral. Tuvo continuidad con
el estilo imperio impuesto por Napoleón.

En España la etapa neoclásica presenta una gran monotonía, sólo interrumpida por las
pastas valencianas, teñidas de diversos y vivos colores formando jaspeado, y el estilo
imperio se manifestó con la modalidad de cortina, invención atribuida al maestro Antonio
Suárez. A lo largo del siglo XIX la moda romántica se dejó sentir también en el arte de
encuadernar. La innovación más conocida es el estilo catedral, debido a Thouvenin; pero lo
que caracteriza a la época es la modalidad barroca del romanticismo, que en España se
llamó isabelina. Durante este siglo, Francia crea las encuadernaciones interpretativas o
cubiertas parlantes, donde aparecen motivos alusivos o escenas sacadas del contenido del
texto. Luego va adquiriendo cada vez una mayor sencillez y a finales del siglo la
decoración termina por circunscribirse al lomo.

Siglo XX
La encuadernación del libro ha sufrido en el siglo XX una profunda evolución, tanto en lo
que se refiere a su decoración como en lo referente a la técnica. Actualmente casi todos los
libros se encuadernan mecánicamente, y las encuadernaciones manuales y artesanales han
quedado relegadas para uso de aficionados y bibliófilos. Las técnicas empleadas para la
encuadernación mecánica son múltiples, según se trate de un tipo u otro de encuadernación:
en tela, cartoné, piel, rústica, etc.

Muchos libros presentan aspecto de solidez, pero, desgraciadamente, no todos la poseen. La


mayoría de los libros disponibles en el mercado tienen una encuadernación pegada, y no
cosida, lo que los hace extremadamente sensibles a la manipulación. Italia, Inglaterra,
Alemania y Francia son los países donde la encuadernación ha adquirido mayor prestigio,
tanto por su manufactura como por su arte.

La decoración de la cubierta se ha visto influida por los vaivenes artísticos del siglo, aunque
se ha impuesto de forma generalizada la cubierta parlante que, ahora más que nunca,
informa sobre el contenido del texto, haciéndolo además atractivo para el lector: en una
sociedad tan condicionada por la comunicación audiovisual, el aspecto externo del libro y
la sugerencia que hace su portada son el primer reclamo publicitario. Algunas editoriales
han llegado a hacer verdaderos alardes de imaginación en las cubiertas de sus libros: en este
sentido merece ser citada la colección de cubiertas que Daniel Gil realizó para el Libro de
Bolsillo de Alianza Editorial.
La ilustración del libro.
Panorama histórico general

Introducción
La ilustración en la Edad Antigua
Bizancio
La Edad Media
Los primeros libros impresos
Del siglo XVII al siglo XIX
El siglo XX

Introducción
La ilustración es algo más que el ornato del libro, ya que nos ofrece un comentario gráfico
de su contenido, un reflejo de la sociedad en la que apareció el libro y, en algunos casos,
puede constituir principal motivo de interés. Llamamos ilustración a aquellas
representaciones gráficas que nos informan del contenido del libro; las que se incluyen con
fines estrictamente decorativos se llaman ornamentación.

La ilustración en la Edad Antigua


La ilustración era un arte conocido por los egipcios desde épocas remotas: de hecho, su
misma escritura era ya un tipo de ilustración. Entre los restos más sobresalientes de la
ilustración egipcia se encuentra el Libro de los Muertos (siglo XV a.C.), donde las
ilustraciones aparecían formando un friso en la parte superior del texto. Más tarde apareció
la viñeta, que se diferenciaba del texto por un recuadro y a veces por un fondo de distinto
color.
En el mundo grecolatino se empleó también la ilustración del libro, aunque nos han
quedado muy pocas muestras de ello: unos cuantos rollos ornamentados con motivos
geométricos. Sin embargo se sabe que la ilustración en la Grecia antigua seguía los
sistemas utilizados para la decoración de la cerámica, y su misma evolución. Ya en esta
época apareció la costumbre de iniciar los documentos con el retrato de su autor, costumbre
que se extendería mucho más con el Imperio Romano.

La aparición del pergamino favoreció la ilustración del libro, ya que reunía mejores
condiciones para ello que el papiro. Sin embargo, la ilustración había nacido con el papiro y
su influencia se dejó sentir durante mucho tiempo. En los primeros tiempos de nuestra era,
la ilustración de los textos en los centros de cultura romana fue pobre y escasa, aunque se
deben citar, por ser los códices en lengua latina más antiguos que se conservan, el Vergilius
Vaticanus y el Vergilius Romanus, el primero con 50 pinturas y el segundo con 19, en las
cuales aparece el poeta con un volumen en las manos, y la Biblia Itala.
Bizancio
Por el contrario, estos mismos siglos señalan el esplendor de la ilustración y la
ornamentación de los códices bizantinos, cuyo desarrollo se divide en cuatro grandes
etapas:
1: De Constantino a León el Isaúrico. De contenido profano y religioso, muy influida por el
estilo helenístico oriental.
2: De León el Isaúrico a Miguel III: como consecuencia de las luchas iconoclastas, no
existen en esta época códices ilustrados con figuras, pero sí iniciales ornamentales, arcos,
columnas y decoración fantástica.
3: De Miguel III a Basilio II. Se recobra la representación de la figura, pero manteniendo
las ilustraciones fantásticas de la época anterior.
4: De Basilio II a finales del siglo XII. Comienza la decadencia, pero aún pueden citarse
algunas códices notables. Se inicia el alargamiento de la figura que caracterizará al estilo
griego en épocas posteriores.

La Edad Media
Fuera de Italia, la ilustración se redujo a las iniciales en las que se entremezclan hojas con
cabezas estilizadas de animales reales o imaginarios y algún motivo ornamental, que se
difundieron sobre todo por la acción de los monjes irlandeses. Se señala la existencia de
varias escuelas: la merovingia, con ornamentación limitada a combinaciones estilizadas y
pocas tintas, la irlandesa, con sus características iniciales de entrelazados y la visigótica.
Según parece, la representación de figuras de la escuela visigótica española seguía la
tradición del Norte de Africa, que más tarde se perpetuó en la miniatura mozárabe. De esta
tendencia es representativo el Pentateúco de Ashburnham, donde se representan pasajes del
Antiguo Testamento.

En el siglo IX, la ilustración conoce una época de resurgimiento con el renacimiento


carolino, tal y como lo demuestran obras como el Evangeliario de Godescalco o la Biblia
de Carlos el Calvo. Se perfila la existencia de varias escuelas -Reims, Palatina, Renana,
etc.-, y aunque los efectos de este renacimiento fueron poco duraderos, su influencia se dejó
sentir durante mucho tiempo en los condados de la Marca Hispánica y en el valle del Rhin.
De esta época data la costumbre de los códices purpúreos o áureos, escritos en oro o plata
sobre pergaminos teñidos de púrpura, de clara influencia bizantina. Posteriormente, el
manuscrito conocería otro breve período de esplendor con el renacimiento otoniano.

En el siglo X merece citarse la miniatura mozárabe, que aparece tanto en los territorios
españoles bajo dominación musulmana como en los reinos cristianos del norte de la
Península. No todos tuvieron el mismo interés, pero destacan los Comentarios al
Apocalipsis y el Libro de Daniel del Beato de Liébana, obra que se prestaba a una extensa
ilustración. Prueba de su éxito son las numerosas copias que se conservan, fechadas entre
los siglos X al XII. Otras obras de esta época son el Antifonario de León, la Biblia de San
Isidoro de León y la Biblia Hispalense, todas del siglo X.
En el siglo XI hizo su aparición el románico, que consistía básicamente en el bizantinismo
impuesto a las costumbre de cada país. En España dio lugar a tres tipos de manuscritos:
puramente mozárabes o tradicionales, mezcla de mozárabe y románico y románicos. En el
siglo XIII hace su aparición el gótico, más nivelador que el románico, y cuyo foco de
influencia procedía de Francia. El libro recibe aires secularizadores y la ilustración adquiere
una brillantez hasta entonces desconocida. Los ilustradores consiguen la representación
pictórica de lo que narra el texto, pero además, la misma composición de la página se hace
en función de su decorado. Así, texto e ilustración se rodean de motivos vegetales
minúsculos y delicadísimos, con empleo del dorado y el llamado "azul francés" y las
escenas representas momentos de la vida cotidiana. Entre los mejores ejemplares de esta
época se encuentran Les Très riches heures du Duc de Berry y el Breviario de Belleville, y
en España Las Cantigas y El Libro del ajedrez, de los dados y de las tablas de Alfonso X.
También destacaron las escuelas italiana y flamenca, que dejaron sentir su influencia sobre
todo a partir del siglo XV.

Los primeros libros impresos


Con la aparición de la tipografía la actividad de los iluminadores se redujo
considerablemente, puesto que muy pronto comenzaron a utilizarse también iniciales y
estampas grabadas por distintos procedimientos.

El grabado de estampas ya se practicaba en Europa con técnicas xilográficas desde


principio del siglo XIV, especialmente para obras populares de poca calidad -juegos,
barajas, etc- y obras donde el texto era casi inexistente -Biblia Pauperum. Pronto pasó al
libro, también en principio en forma de grabados populares de escaso valor artístico. Sin
embargo, ya a finales del siglo XV y principios del XVI se hicieron famosos algunos libros
por la calidad de sus grabados, como son la Crónica Universal, impresa en Nuremberg por
Anton Koberger o la Hyperotomachia Poliphili de Aldo Manuzio, de manera que junto al
grabado popular de baja calidad, conviven obras de altura artística sorprendente.

Pronto se dedicaron a la ilustración del libro artistas de la talla de Holbein, Lucas Cranach
y, sobre todo, Durero, quien cultivó la xilografía y el grabado en hueco. Además de
Nuremberg, donde se encontraba su taller, existían otros centros de ilustración xilográfica
del libro famosos por la perfección de sus obras, como son Estrasburgo, Frankfurt, Venecia
o Milán. Una vez llegada a este esplendor, la xilografía comienza a decaer, decadencia que
durará más de dos siglos. A finales del siglo XV hizo su aparición la calcografía, mucho
más apta para la representación fidedigna de las ilustraciones, que poco a poco fue ganando
terreno por la facilidad que prestaba a la reproducción de las obras científicas y tratados de
viajes.

Del siglo XVII al siglo XIX


El interés de los pintores por la ilustración del libro casi desapareció en el siglo XVII,
excepción hecha de Rubens, quien trabajó para los talleres de los Plantin de Amberes. Sin
embargo, el interés general por la ilustración reaparece en el siglo XVIII con nuevos bríos
En este siglo reaparece el grabado en madera, bien que con distintos procedimientos: el
artífice de ello fue Thomas Bewick, quien descubrió el sistema de xilografía a contrafibra o
à la testa, consistente en grabar sobre láminas de madera cortadas transversalmente. Esta
operación podía hacerse con buril, ya que la dureza de la madera era similar a la del metal.
Bewick publicó obras tan notables como Selected fables, Quadrupeds y British Birds, en
las cuales reflejaba con delicadeza y precisión tanto el aspecto de las personas como el de
los animales.

Pero las influencias más notables en cuanto al estilo de ilustración y los motivos utilizados
procedían de Francia, quien, como en otros campos, no tardó en imponerse. Coincidiendo
con el arte rococó, la ilustración del libro adquiere un aspecto elegante y frívolo -rosetones,
amorcillos, guirnaldas, florones-, y no se limita a narrar o sugerir la escena plasmada en el
texto, sino que decora todo el libro con cabeceras, orlas, iniciales y culs de lamp. Entre los
grandes ilustradores del momento se cuentan los pintores Fragonard, Boucher, Choffard y
Moreau, gran viñetista e intérprete minucioso de la vida cotidiana. A mediados de siglo, el
cambio de estilo artístico se refleja también en la ilustración del libro, que abandona las
elegantes y alegres líneas del rococó para pasar a la regularidad absoluta y la simplicidad
lineal , evocadora de la antigüedad, característica del arte neoclásico.

El siglo XIX hereda del anterior alguno de sus grabadores y es ahora cuando empezará
verdaderamente la influencia de Bewick. Ello vino a coincidir con el romanticismo, periodo
que favoreció extraordinariamente la ilustración del libro, pudiéndose hablar de una
ilustración romántica basada sobre todo en motivos medievales, ruinas antiguas y también
ilustraciones que resaltaban los caracteres propios de las regiones -surgían los primeros
movimientos nacionalistas. Entre los grabadores más conocidos están Daumier, Raffet,
Gigoux y sobre todo Gustave Doré, cuya influencia en este tipo de ilustración se deja sentir
aún en nuestros días. Doré fue un fecundísimo grabador que se apartó de las tendencias
academicistas francesas para adquirir una notable personalidad propia: entre sus obras más
destacadas se encuentran las ilustraciones para El Quijote, La Divina Comedia y La Biblia.

Con la desaparición del Romanticismo, la ilustración conoce un decaimiento paralelo al de


la producción del libro de calidad, al tiempo que las nuevas condiciones de vida y los
avances técnicos aumenta la difusión de la lectura en sectores cada vez más amplios de la
población. Así, la ilustración se mantiene en todas las obras de gran difusión destinadas a
un público amplio -novelas, folletines, etc.- y le presta un apoyo considerable al recién
aparecido libro infantil. Para hacerlo más agradable y llamativo, los dibujos se colorean,
primero a mano, por niños y mujeres empleados con bajos sueldos, y más tarde mediante el
procedimiento de la cromolitografía, cuyo empleo en ciertas obras de mal gusto le dio
sentido despectivo a la palabra cromo.

En cuanto al aspecto técnico, el siglo XIX presencia la vuelta al grabado en madera, pero es
la litografía -grabado en piedra calcárea que aprovecha la cualidad de algunos minerales de
repeler las materas grasas-, inventada por Senefelder a finales del siglo anterior, el
procedimiento que quizá más renovó entonces la ilustración del libro y sin duda la técnica
más empleada hasta la segunda mitad del siglo, en que hizo su aparición el fotograbado. En
esta última mitad, y con la aparición de la corriente del libro para bibliófilos, destacan
figuras tan interesantes como William Morris, quien trabajó con los prerrafaelistas en la
concepción de una estética que influiría decisivamente en la aparición del Art Nouveau. En
la elaboración de este tipo de libros colaboraron activamente en Francia los primeros
impresionistas.
El siglo XX
La ilustración del libro ha sufrido los mismos cambios que todos los demás aspectos de la
obra, desde el contenido hasta su misma concepción. Las técnicas, que empezaron con la
fotocomposición, para seguir con el heliograbado, huecograbado y offset, llegaron a tal
perfección que los libros de hoy pueden llegar a ser verdaderas obras de arte gráfico,
presentando la realidad con una fidelidad absoluta. Pero quizá lo que más ha cambiado es el
concepto de ilustración. La primera mitad del siglo estuvo muy influida por las corrientes
decimonónicas, para comenzar a abrirse, primero tímidamente y luego de forma
generalizada a las nuevas corrientes de la ilustración. Para la ilustración del libro se utilizan
hoy día indistintamente originales fotografiados o diseñados, nacidos con la finalidad de
ilustrar el libro o no. Las corrientes artísticas han influido decisivamente sobre la ilustración
del libro, que en muchos casos ha sido su mejor medio de difusión.

El libro ilustrado actual responde a las siguientes motivaciones:


-Libros de divulgación científica o libros técnicos que precisan de abundantes ilustraciones
arquitectura, arte, etc.
-Libro recreativo, o formativo con vocación de entretenimiento -viajes, aventuras, ciencias
aplicadas, etc.
-Libro infantil.
-Libros de texto
-Libro cuyo contenido fundamental y razón de ser es la ilustración: catálogos de
exposiciones, obras de fotógrafos célebres, etc.

En una sociedad de cultura tan marcada por los mensajes audiovisuales, es comprensible el
papel que representa la ilustración del libro. Así, de una parte es difusor de ideas; de otra,
sirve de reclamo a los lectores para atraer la atención sobre su contenido; en este sentido, la
iconografía ha vuelto a recobrar la función que tuvo en la Edad Media. No obstante, al lado
del libro ilustrado aparecen libros con muy pocas ilustraciones, sólo ilustraciones técnicas y
gráficos o faltos por completos de ilustración.
Técnicas de restauración del libro y del documento

Introducción
Principios básicos de la restauración
Aspectos a tener en cuenta
Etapas previas a la restauración
Proceso de restauración
La protección de los libros

Introducción
Libro y documento hacen referencia a los bienes culturales que forman nuestro patrimonio
bibliográfico y documental. El hombre, dueño este patrimonio, está obligado a mantenerlo
y acrecentarlo y, en consecuencia, carga con la responsabilidad de la conservación de estos
bienes. Ello supone la garantía de su integridad -física, intelectual y funcional-, resistencia
-permanencia al paso del tiempo- y durabilidad -firmeza ante el uso y manejo.

La restauración es el proceso por el cual se le devuelven al libro o al documento sus


características originales, perdidas por degradación o destrucción. Su aplicación es
consecuencia del pasado, mientras que la conservación mira hacia el futuro. Sin embargo
hay que tener bien presente que el proceso de degradación de los objetos es irreversible, por
lo cual la restauración devuelve al libro características que, en el mejor de los casos serán
idénticas a las que tenía, pero nunca las mismas. Es un proceso obligado cuando han
fallado, o no han existido, las medidas preventivas que impidieran la degradación.

Principios básicos de la restauración


El trabajo del restaurador ha de guiarse por reglas precisas que, el algunos casos son
comunes a todos los campos y en otras específicas del mundo del libro y los documentos.
En este sentido, la IFLA publicó en 1979 y revisó en 1985 sus Principes de conservation et
de restauration des collections dans les bibliothèques, donde exponía los principios
generales para la restauración de obras documentales.

Los principios básicos eran los siguientes:


-Los medios técnicos para alcanzar los objetivos de conservación y restauración de
documentos deben realizarse siempre conjuntamente entre bibliotecarios y expertos en
restauración, aunque la elección de los materiales reposará sobre bases establecidas por las
autoridades científicas.
-El proceso de degradación es irreversible y la restauración en el sentido estricto,
imposible.
-La restauración de un documento dañado consiste en la estabilización y reconstrucción del
objeto deteriorado, utilizando el material original en cuanto sea posible funcionalmente y
materiales nuevos cuando sea absolutamente necesario: ello implica que siempre alguna
cosa cambia, y corresponde al bibliotecario decidir si se puede aceptar o no ese cambio.
-La finalidad de la restauración es la de obtener un objeto nuevo restaurado que conserve
hasta donde sea posible las cualidades funcionales, visuales y táctiles del original.
-No debe emprenderse una restauración a menos que se compruebe que es absolutamente
inevitable. La necesidad de una restauración supone que la degradación del documento
alcanza un punto tal que el documento ya no se puede utilizar: ello está íntimamente
relacionado con su frecuencia de uso.
-Los criterios primordiales para decidir la elección de materias y de técnicas serán la
garantía de durabilidad, la seguridad y, mientras sea posible, la reversibilidad del proceso.
-Los productos y los tratamientos de la restauración se adaptarán a los problemas a resolver
y la permanencia del tratamiento debe ser comprobada en laboratorio. Todos los productos
aplicados deben ser inocuos y eficientes, tanto en su composición como en su utilización.
-Toda restauración debe ser fiel al original, siendo comprobable por un experto.

En todo caso, los matices de interpretación de estos principios vienen marcadas por el valor
real, comercial o sentimental del libro, del uso que se haga de él, del tiempo de trabajo que
se le pueda dedicar y del interés histórico del documento.

Aspectos a tener en cuenta


Antes de proceder a la restauración de libros o documentos conviene tener en cuenta ciertos
aspectos básicos que conforman el objeto mismo: el soporte físico, los agentes de
degradación y las características del documento.
-Materiales utilizados. Se utilizarán materiales adecuados para que el continente no dañe el
contenido. Los productos químicos deberán haber sido aprobados por un experto. Los
principales materiales utilizados en la confección de los libros, y por tanto también en su
restauración, son el papel -debe utilizarse papel neutro: no ácido, japonés, antiguo, etc-;
cartón - con las mismas características del papel, aunque un cartón ácido puede forrarse con
papel no ácido-; cuero -siempre del mismo tipo que el original, mejor de curtido vegetal,
aunque se conserva peor que los curtidos al cromo-; pergamino -vitela para manuscritos y
vaca o borrego para las encuadernaciones-; hilos y telas -materias textiles de la mejor
calidad-; tintes -a ser posibles naturales y diluibles en agua; colas -siempre reversibles.
-Agentes de degradación. Los agentes que provocan la destrucción de las propiedades
originales de los libros y documentos son de varias clases: medioambientales -luz,
temperatura, humedad, contaminación atmosférica-, biológicos -hongos, bacterias, insectos,
roedores, manipulación humana-; siniestros naturales y accidentales -incendios,
inundaciones, terremotos, atentados- y mala calidad de los materiales.
-Condiciones y características del documento. La personalidad del documento viene
marcada por sus características intrínsecas que son físicas -material, encuadernación, edad,
etc.- y de contenido -texto, estampas, tipografía, etc.- y sus características extrínsecas que
se dividen entre las que son propias del libro -número de ejemplares, valor real, etc.- y las
que se derivan de su uso -utilización, tipo de usuarios, etc.

Etapas previas a la restauración


Antes de proceder a restaurar un libro o un documento es necesario someter objeto y
proyecto a un estudio detallado que determine si es realmente necesaria tal restauración y
en caso necesario, que medios e instrumentos van a utilizarse para llevarla a cabo. este
proceso previo consta de las siguientes etapas:
-Valoración del proceso y determinación de objetivos. El primer paso a dar es calibrar si se
debe restaurar o no y qué se pretende lograr con la restauración. Se debe estimar si la
restauración será rentable en términos de costes relativos, estableciendo la correspondencia
entre estos y el valor económico y uso de la obra
-Expediente de análisis. Consiste en un informe detallado en el que se recojan con precisión
el estado de degradación de cada uno de los elementos del libro. Este expediente debe
continuarse a lo largo de todo el proceso de restauración y se conservará después de
finalizado el mismo. Estará compuesto de teoría y práctica y será textual y gráfico: la
fotografía es un elemento importante de este expediente, por lo que se deben realizar
cuantas sea necesario para mostrar tanto el estado inicial y final del libro como el desarrollo
del proceso restaurador. El expediente de análisis consta de las siguientes partes:
a) Información bibliográfica de identificación del documento.
b) Información sobre los materiales que lo componen.
c) Identificación del material y clase de encuadernación.
d) Descripción detallada de las degradaciones que sufre con expresión de sus causas.
e) Observación del cuerpo del libro: análisis del mismo, cotejo y estado de conservación del
cosido.
f) Observaciones sobre la cubierta.
g) Estudio de la estructura del montaje.
-Selección de materiales. Una vez realizado el expediente de análisis se procederá a
seleccionar los materiales con los que se ha de restaurar el documento, y que serán, en la
medida de lo posible, lo más aproximado a los elementos originales. Se tendrán en cuenta
los aspectos mencionados con anterioridad.
-Proyecto de restauración. Exposición detallada de las razones por las que se acomete la
obra, las técnicas y el tratamiento que se van a utilizar en cada una de las partes del
documento y en cada etapa de la restauración, y los motivos para su elección.

Proceso de restauración
Una vez terminadas las operaciones previas puede procederse a la restauración del libro.
Ello se hará siempre en talleres especializados, que contarán con el instrumental apropiado
para llevarlo a cabo y lo mantendrán además en condiciones óptimas de mantenimiento. Por
los elevados costes de funcionamiento de este tipo de talleres, sólo las bibliotecas muy
importantes cuentan con talleres de restauración propio. Las etapas del proceso restaurador
son las siguientes:
-Limpieza del libro. Se hará siempre en seco, con jabón-cera neutro: jamás se debe mojar.
-Desmontaje del libro. Será más o menos desmontado en función de su estado de deterioro
y del proyecto de restauración. Esta primera etapa exige una visión global de los problemas
que se han de resolver y de sus soluciones prácticas. Si se impone un revestimiento pleno se
despegarán sucesivamente los materiales antiguos con el fin de acceder a las diferentes
partes del libro, y en su caso, será deshecho el montaje. El desmontaje del libro consta de
las siguientes etapas:
-Despegado del lomo. Se seguirán distintas técnicas según se trate de encuadernaciones
cosidas con nervios o encuadernaciones de lomo hueco.
-Despegado de las páginas de guarda. Según las necesidades se despegará completamente o
sólo la parte a lo largo de los cajos.
-Despegado del cuero de revestimiento. Se hace sobre las tapas, unidas al libro o separadas.
Es una operación muy delicada: cuando los cantos y los contracantos justifiquen su
conservación, se dejarán unidos al revestimiento de las tapas; en caso contrario puede
conservarse sólo el cuero que cubre las tapas.
-Desmontaje de las pasadas de cordeles a las tapas. Una vez despegada la contraguarda y el
cuero, las pasadas de cordeles quedan accesibles. En determinados casos habrán de
deshacerse sacando cuidadosamente los cordeles de los orificios o cortándolos a ras del
cajo. A partir de aquí se desmontan todos los elementos del libro.
-Desencuadernación. Si hay que tratar el papel o rehacer el cosido es necesario
desencuadernar el libro, lo que se aprovechará para limpiar el lomo del cuerpo del libro.
-Tratamiento de los papeles. El tratamiento de los papeles o pergaminos es una operación
habitual en la restauración de libros. En muchos casos suele ser suficiente con una limpieza
en seco, para lo que no se deben utilizar productos abrasivos y se tendrá especial cuidado
en que los restos de la limpieza no se depositen en la superficie. Si además de la limpieza es
necesario la aplicación de otras técnicas, se seguirá el siguiente proceso:
-Reparación de desgarrones y agujeros. Cuando el desgarrón es un corte limpio o se pueden
superponer las dos partes del mismo, basta con encolar ligeramente los bordes, colocarlos
entre papel cebolla y dejarlo reposar bajo un peso ligero. Los agujeros se repondrán con
papel o pergamino de las mismas características que el original. A veces, cuando la página
está muy deteriorada se impone proceder al reforzamiento de la misma, lo cual se debe
hacer pegando papel cebolla en el verso de la misma, lo que no
le quitará transparencia.
-Tratamientos químicos. Los blanqueados y lavados que impliquen tratamientos químicos
no deben utilizarse más que en casos extremos, y previo informe de sus características, así
como de sus efectos sobre las tintas. El papel se debilita mucho con estos tratamientos, por
lo que a menudo será necesario proceder al apresto posterior del mismo.
-Operaciones de cosido. Antes de proceder al cosido hay que cotejar el libro para
asegurarse de que no le falta ninguna página y de que éstas están en el orden que les
corresponde. Si los fondos de los cuadernillos están deteriorados hay que repararlos antes
de coser el libro, y las páginas sueltas se unen mediante un simple encolado en el fondo; los
mapas y láminas fuera de texto se unen por medio de cartivanas. Cuando los libros no son
de gran valor se puede hacer un cosido a punto por encima en los cajos de las hojas sueltas
e incorporarlas en orden, pero es un procedimiento que estropea bastante los fondos de los
cuadernillos, por lo que no es aconsejable. Si las hojas en guarda blanca tienen que ser
sustituidas se utilizará papel de trapos, preferentemente antiguo. Terminadas estas
operaciones se meterá el libro en prensa para darle consistencia, excepto en el caso de
libros ilustrados o con numerosos grabados.
-Cosido. Se debe recoser el libro de manera idéntica al original y nunca debe hacerse un
recosido salvo que sea absolutamente necesario, ya que tiende a engordar el libro,
entorpece la readaptación a la cubierta y pierde valor. Cualquiera que sea el cosido hay que
cuidar de que los nervios queden en el sitio exacto que ocupaban en la encuadernación
original, con el fin que puedan servir los orificios de pasadas de los cordeles al cartón y de
adaptar el lomo antiguo. Se debe coser con hilo fino y puede recurrirse al cosido alterno.
-Reparación de cosidos. A veces no es necesario recoser un libro, basta con reparar los
cosidos: puede suceder cuando sólo algunos cuadernillos están sueltos del cuerpo del libro.
Si el cosido está reparado o es muy flojo puede reforzarse con una muselina o cuero muy
fino encolado. En caso de nuevo cosido es necesario redondear y enlomar, lo que se hará
siguiendo las mismas técnicas del original: es operación indispensable cuando el libro ha
sido metido en prensa y cosido de nuevo (no en caso de reparación).
-Reparación de las tapas. Las tapas de madera se rompen o parten con frecuencia: se
conservarán siempre que sea posible, y es aconsejable aplicarles tratamientos antiparásitos.
Para reparar las tapas de madera se utilizan técnicas de carpintería. Si hay que sustituirlas se
tallarán sobre madera dura y se preparan de forma idéntica a como estaban originalmente.
Las tapas de cartón estropeadas pueden repararse fácilmente: generalmente basta con la
reparación de esquinas o bordes y si es necesario se separará primero el cuero. Si el cartón
está desfoliado se introduce engrudo y se prensa para eliminar el excedente; posteriormente
puede revestirse de material plástico que mejora su consistencia y lo protege de la
humedad. También se puede reforzar con papel japonés, que se utiliza igualmente para
rellenar agujeros en el cartón. Cuando la falta de cartón es muy importante hay que
sustituirlo por otro de las mismas características.
-Las cabezadas. Las técnicas de restauración de las cabezadas son complejas, ya que
existen multitud de tipos diferentes. En todo caso se harán siempre siguiendo las técnicas y
elementos del original y respetando los colores primitivos. En caso de duda se utilizará hilo
de lino crudo.
-Restauración de la cubierta de cuero. La idea de la restauración de la cubierta es la de
preservar e insertar todos los elementos antiguos sobre un material idéntico, nuevo y sólido.
Se pueden presentar diversos casos, y el proyecto de restauración puede prever el
revestimiento completo, el revestimiento del lomo con tiras que encuadran las tapas o un
revestimiento del lomo solamente (media pasta).
-Revestimiento completo. Se corta el cuero nuevo como para una encuadernación, dejando
como mínimo un centímetro y medio para los contracantos. Primero se procede al chiflado
del cuero, lo cual se hará siguiendo las mismas técnicas que el original, y tomando el grosor
del antiguo como medida; posteriormente se somete a tinte, lo cual se hará previas pruebas
y eligiendo uno o dos tonos por debajo del original, ya que al secarse se oscurece; se puede
imitar el jaspeado de raíces del cuero antiguo. Finalmente se procede al revestimiento,
asegurándose de que el cuerpo de la obra está en perfectas condiciones y procediendo como
en una encuadernación clásica, pegando el cuero con engrudo al cartón. Posteriormente se
procede al marcado de los nervios, rebaje del cuero antiguo, rebaje del lomo y, en su caso,
incrustación del cuero antiguo sobre las tapas y el lomo.
-Media pasta y tiras de encuadramiento. Necesita menos cuero que la anterior y se puede
adaptar a numerosas situaciones. Las técnicas no varían.
-Media pasta. Si se ha hecho un corte inclinado a lo largo de los cajos, se procederá a
incrustar allí los bordes del lomo nuevo, siguiendo en todo los mismos procedimientos
explicados anteriormente. No obstante se ha de ser especialmente cuidadoso en el chiflado
y tinte del cuero nuevo. Si se ha deshecho la pasada de cordeles se puede elegir un montaje
de tapas sueltas incorporando un falso lomo.
-Reparación de cajos internos y detalles finales.En las encuadernaciones cosidas con
nervios hay que pegar los refuerzos de pergamino o la charnela en los lugares donde se
había despegado el cajo interno. En el caso de que los cajos estén desbaratados, se reponen
con papel japonés. Posteriormente, si es necesario, se retoca el tinte del cuero, se hacen los
jaspeados y se reparan las deficiencias de las páginas de guarda.
-Restauración de otros elementos. El último paso a dar es la reparación de las cofias y las
esquinas, que son los lugares por donde los libros más suelen resentirse del uso Las últimas
etapas de la restauración son los remates, jaspeados, dorados y patinados del cuero.
-Restauración de encuadernaciones en tela. Las técnicas de restauración del libro en tela
son similares a las del cuero, y tan delicadas como aquellas, aunque el material utilizado
sea menos noble. Dado que no se puede chiflar ni rebajar, se tomarán lo elementos
decorativos como límite de corte, y, en general, si la restauración es muy laboriosa se
aconseja desencuadernar el libro para evitar problemas mayores. A veces, en vez de
sustituir la tela antigua, bastará con reforzarla con otra que se pegará debajo de la antigua,
procediendo después a la encuadernación completa o de media pasta. Se intentará encontrar
una tela idéntica: en el caso de que ello no sea posible, se buscará la más parecida y se
procederá a teñirla.
-El dorado. El dorado no es una técnica de restauración, sino que forma parte de una
profesión diferente. La restauración de decoraciones y dorados plantea innumerables
problemas prácticos. Muchos restauradores consideran innecesario el dorado de los libros,
ya que es un añadido sobre el original y no resulta esencial para su uso. En cualquier caso
conviene tener presente que no se deben añadir elementos ornamentales al cuero antiguo,
no se debe dorar en la unión entre cuero antiguo y nuevo para ocultar la restauración y, si se
debe completar una ornamentación en cuero nuevo, se respetarán los motivos del antiguo.

La protección de los libros


Una vez restaurado el libro conviene protegerlo de su posterior degradación. Para ello se
puede recurrir a sistemas tales como carpetas de solapas, encuadernación flexible de
conservación o cajas de conservación, que las protegerán del polvo, la luz y en muchos
casos de insectos y roedores. Pero en todo caso es conveniente extremar las medidas para la
conservación de los libros y documentos mediante el mantenimiento de las condiciones de
seguridad, protegiéndoles de la luz, la humedad y el calor excesivos, ordenándolos en los
estantes de acuerdo a su peso y estructura y vigilando su manipulación y utilización.
El patrimonio bibliográfico español.
Panorama histórico. Normativa legal

Introducción
Panorama histórico
Ley del 13 de mayo de 1933
Decreto de 24 de julio de 1947
Ley del 12 de junio de 1972
Situación actual
Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español
Real Decreto 111/1986 de 10 de enero

Introducción
El Patrimonio Histórico Español, del cual el patrimonio bibliográfico forma parte, es un
conjunto de enorme riqueza que se ha ido formando a lo largo de nuestra historia y que
recoge la herencia cultural de anteriores generaciones. En su formación han concurrido
numerosos factores y circunstancias hasta el punto que sin su conservación es difícil la
comprensión de la cultura española y europea. Su protección, conservación y
acrecentamiento es responsabilidad de los poderes públicos, así como garantizar a los
ciudadanos el acceso al mismo.
El Patrimonio Histórico debe ser, pues, conservado y defendido con todo interés por el
Estado y por las entidades territoriales y locales. Todas las Administraciones Públicas
participan en mayor o menor grado de esta responsabilidad, deben destinar fondos a su
protección y conservación y preocuparse por la educación de los españoles hacia el respeto
y la estima de estos bienes culturales.

Panorama histórico
La política legislativa protectora del patrimonio comienza a concretarse en España en el
siglo XVIII con la creación, por parte de Fernando VI de la Academia de Nobles Artes
(1752), que a partir de 1778 se llamará Real Academia de San Fernando. Desde aquí, y
hasta la actualidad, la protección de nuestro patrimonio ha estado condicionada por los
acontecimientos históricos y los distintos regímenes políticos que se han sucedido. Y con
respecto al patrimonio bibliográfico y documental, la mayoría de lo legislado es obra
relativamente reciente.

Durante el siglo XIX, el patrimonio bibliográfico español sufre un expolio sistemático,


iniciado ya por la Guerra de la Independencia, cuyas consecuencias -entre otras cosas-
inspirarán a Bartolomé José Gallardo su Plan Nacional de Bibliotecas. La desamortización
de Medizábal sacó a la calle valiosísimos documentos procedentes del patrimonio de la
Iglesia y, aunque la mayoría se depositó en bibliotecas creadas en los institutos de
enseñanza media y universidades, una buena parte de este patrimonio fue aprovechado por
coleccionistas y comerciantes para adquirir fondos antiguos por poco valor. La
preocupación que esta situación provoca se refleja en la Ley de Instrucción Pública de
Claudio Moyano (1857) y, en menor grado, en la de Ruiz Zorrilla (1869). Pero sobre todo,
cristaliza en la creación de la Escuela Diplomática (1856), a imitación de L'Ecole des
Chartes francesa, que formó especialistas a los que se dotaba de una sólida formación
histórica y se les exigía un profundo conocimiento de los fondos antiguos. En el año 1858
se crea el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, orientado
claramente hacia la conservación de los fondos.

La legislación sobre protección y fomento del Patrimonio Bibliográfico y Documental


español es limitada y fragmentaria; en muchos casos no se llegó a desarrollar siquiera. A
partir del siglo XX, la Administración adquiere conciencia de su función en este campo. En
1933 (13 de mayo) se publica la Ley sobre Defensa, Conservación y Acrecentamiento del
Patrimonio Histórico-Artístico, ley que suponía una auténtica renovación y una toma de
conciencia con respecto a este asunto. Esta ley iría seguida de las siguientes leyes y
reglamentaciones:
-Orden de 29 de julio de 1939 (MEN), prohibiendo exposiciones de una duración superior a
tres meses.
-Decreto de 24 de julio de 1947 (MEN) sobre ordenación de Archivos y Bibliotecas y del
Tesoro Histórico, Documental y Bibliográfico.
-Ley 26/1972 de 21 de junio sobre Defensa del Tesoro Documental y Bibliográfico de la
nación.

Ley del 13 de mayo de 1933 sobre Defensa, Conservación y Acrecentamiento del


Patrimonio Histórico-Artístico
En cumplimiento del artículo 45º de la Constitución de 1931, que elevó a rango
constitucional la salvaguarda del Patrimonio Histórico Artístico, se promulga esta Ley, que
constituye la primera normativa básica en materia de protección del mismo. Era el texto
más completo de cuantos entonces se habían promulgado y se divide en cinco Títulos y tres
disposiciones adicionales.

El Título Preliminar define el concepto de Tesoro Histórico-Artístico y determina su


organización administrativa y competencias, así como las obligaciones de los poseedores y
usuarios de bienes histórico-artísticos. Posteriormente fue modificada por el Decreto-Ley
de 12 de junio de 1933 y por la Ley de 22 de diciembre de 1955. Su normativa fue
desarrollada por sucesivos decretos y el marco normativo se completó con la Ley de 21 de
junio de 1972 para la Defensa del Tesoro Documental y Bibliográfico y la regulación del
comercio y exportación de obras pertenecientes al mismo. Estuvo en vigor hasta la
promulgación de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español.

Decreto de 24 de julio de 1947 (MEN) sobre ordenación de los Archivos y Bibliotecas y


del Tesoro Histórico-Documental y Bibliográfico
En su Preámbulo define al Patrimonio Histórico-Documental y Bibliográfico y establece la
obligación del Estado de velar y proteger su integridad y conservación. El artículo 49º
determina la composición del mencionado Patrimonio: el conjunto de manuscritos,
impresos y encuadernaciones de interés histórico, bibliográfico o artístico quienquiera que
fuese su poseedor.
El artículo 57º prohíbe toda exportación no autorizada de fondos del Tesoro, mientras que
las importaciones de libros y documentos que puedan considerarse como acrecentamiento
del mismo quedan libres de todo gravamen. Los documentos y libros importados con
autorización oficial y que merezcan la consideración de piezas del Tesoro Histórico
Documental y Bibliográfico se podrán exportar y vender libremente durante un plazo
máximo de quince años a partir de la fecha de su entrada en España.

Ley del 12 de junio de 1972 de Defensa del Patrimonio Documental y Bibliográfico de


la Nación
Es la primera Ley que se ocupa exclusivamente del Tesoro Documental y Bibliográfico con
independencia del Artístico y viene a ser la puesta en práctica del artículo 4º de la Ley de
1933 en el que se dice que una ley especial regulará lo relativo a la conservación de la
riqueza bibliográfica y documental de España. Define el concepto de Tesoro Documental y
Bibliográfico de la Nación y ordena la formación del Inventario correspondiente, a la vez
que regula las transmisiones y la exportación de los bienes que lo integran, defendiendo los
derechos de tanteo y retracto a favor del Estado. Esta ley establece que el Tesoro
Documental y Bibliográfico de la Nación está constituidos por:
a) El original y copias de las obras literarias, históricas, científicas o artísticas de más de
cien años de antigüedad que se hayan dado a conocer por medio de la escritura manuscrita
o impresa.
b) Todos los documentos escritos de las mismas características y antigüedad.
c) Las obras individuales, documentos o colecciones bibliográficas que, sin tener aquella
antigüedad hayan, sido producidas o coleccionadas por personas o entidades distinguidas en
cualquier esfera de actividad y que pueden contribuir en el futuro al estudio de su
personalidad o del campo de su actuación. Quedan exceptuados en este caso las obras o
documentos de cualquier persona mientras viviera.
d) Los fondos existentes en las bibliotecas o archivos de la Administración Pública, central,
Local e Institucional, cualquiera que sea la época a la que pertenezcan.

Además de esto, la Ley creaba el Servicio Nacional del Tesoro Documental y


Bibliográfico, al cual encargaba la confección de un Registro-Inventario, especificando que
si alguna obra no estuviera registrada en el mismo, no por eso dejaría de pertenecer al
Tesoro. También da normas sobre el comercio interior y prohíbe la exportación de series,
colecciones o piezas de las que no existan al menos tres copias. Finalmente establece la
creación del Servicio Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico, al que encarga de la
confección del Registro-Inventario, la información centralizada, la creación de una
biblioteca de préstamo y la emisión de informes y valoraciones.
Posteriormente este Servicio cambiaría su nombre por el de Centro Nacional del Tesoro
Documental y Bibliográfico (17 de mayo de 1975), y en 1978, con la creación y
estructuración del Ministerio de Cultura pasó a ser un órgano dependiente de la Dirección
General del Libro y Bibliotecas.

Situación actual
La situación actual en cuanto a las medidas legales de protección y conservación del
Patrimonio Histórico Español comienzan con la promulgación de la Constitución, en 1978.
La Constitución establece las normas fundamentales que regulan la acción de los poderes
públicos en materia de enriquecimiento y defensa del Patrimonio. En su artículo 46 señala
que los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del
Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo
integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad, y que la Ley penal
sancionará los atentados contra este patrimonio. La Constitución también regula
específicamente la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades
Autónomas para la defensa del Patrimonio (Artículos 148 y 149).

Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español


Esta Ley vino a actualizar la situación legal española en la materia que nos ocupa, para
poder seguir las directrices internacionales suscritas por medio de tratados y adecuar la
normativa legal a la nueva estructura del Estado dispuesta por la Constitución.

La Ley describe al Patrimonio Histórico Español como el mayor testigo de la contribución


histórica de los españoles a la civilización universal y de su capacidad creativa
contemporánea. La protección y el enriquecimiento de los bienes que lo integran
constituyen obligaciones fundamentales que vinculan a los poderes públicos. Está dictada
en virtud de las normas contenidas en el artículo 149 de nuestra Constitución: consagra una
nueva definición del Patrimonio Histórico y amplía notablemente su extensión. En ella
quedan comprendido los bienes muebles e inmuebles que lo constituyen, el Patrimonio
Arqueológico y Etnográfico, los Museos, Archivos y Bibliotecas de titularidad estatal y el
Patrimonio Documental y Bibliográfico. Busca asegurar la protección y fomentar la cultura
material debida a la acción del hombre en sentido amplio y concibe aquella como un
conjunto de bienes que han de ser apreciados en sí mismos, sin establecer limitaciones
derivadas de su propiedad, uso, antigüedad o valor económico.

La Ley establece distintos niveles de protección que se corresponden a diferentes categorías


legales de los bienes. Al objeto de poder otorgar una mayor protección y tutela, adquiere un
valor singular la categoría de bienes de interés cultural, y se disponen fórmulas para que
esta valoración sea posible La Ley prevé una serie de instrumentos de información como
medio de protección de los bienes integrantes del patrimonio:
-Registro General de Bienes de Interés Cultural, integrado por los bienes muebles e
inmuebles a los que se les quiere conceder una mayor protección. Incorpora los documentos
del Inventario Artístico y arqueológico de España y depende de la Administración Central.
-Inventario General de Bienes Muebles integrantes del Patrimonio Histórico Español,
incluye aquellos bienes no declarados de Interés Cultural, pero que tienen una especial
relevancia y en relación a los cuales la ley organiza un marco legal de protección. Incorpora
los documentos del Tesoro Artístico Nacional.
-Planes Nacionales de Información sobre el Patrimonio Histórico Español. Considerados
como medio para facilitar el acceso a todos los ciudadanos a los bienes integrantes de
nuestro patrimonio, de fomentar la comunicación entre los diferentes servicios y como
forma de promover el desarrollo de la investigación científica y técnica.
-Censo de los Bienes Integrantes del Patrimonio Documental -que incorpora los
documentos del Censo-Guía de Archivos- y Catálogo Colectivo de los Bienes Integrantes
del Patrimonio Bibliográfico -donde pasan los documentos del catálogo general del Tesoro
Bibliográfico-, considerados como forma de protección del Tesoro Bibliográfico

El objetivo último de esta Ley es la de garantizar a los ciudadanos el acceso a los bienes
que constituyen nuestro patrimonio histórico, con el fin de que un número cada vez mayor
de personas pueda utilizar en su provecho las obras que son herencia y testimonio de la
capacidad colectiva de un pueblo.

Real Decreto 111/1986 de 10 de enero de desarrollo parcial de la Ley del Patrimonio


Histórico Español
Se encarga del desarrollo parcial de la Ley 16/1985, ocupándose de los aspectos procesales
y legislativos con vistas a lograr una aplicación efectiva de la misma. El R.D. 111/86 define
las funciones del Consejo del Patrimonio Histórico, cuya finalidad es la de facilitar la
comunicación y el intercambio de programas de programas de investigación o información
entre la Administración del estado y las Comunidades Autónomas.

La Junta de Valoración, Calificación y Protección de Bienes del Patrimonio Histórico


Español deberá, a su vez, encargarse de todo lo relacionado con la exportación, adquisición
y transacción de bienes culturales.
El Consejo Asesor de Monumentos y Conjuntos Históricos, la Junta Asesora de Archivos,
la Junta Asesora de Bibliotecas, la Comisión Nacional para la Conservación del Arte
Rupestre, la Comisión Nacional para la Conservación de Museos, la Comisión Nacional de
Excavaciones y Exploraciones Arqueológicas y la Comisión Nacional de Etnología, serán
órganos colegiados con competencias en los campos correspondientes.
El R.D. también concreta la forma de elaboración del Registro General de Bienes de Interés
Cultural, del Inventario General de Bienes Muebles y del Censo de los Bienes Integrantes
del Patrimonio Documental, que comprenderá toda la información básica sobre Archivos,
colecciones y fondos de documentos -adscrito a la Dirección general de Bellas Artes y
Archivos- y del catálogo Colectivo de los Bienes Integrantes del Patrimonio Bibliográfico
-que recogerá toda la información sobre bibliotecas, colecciones y ejemplares
bibliográficos, cualquiera que sea su soporte material -adscrito a la Dirección General del
Libro y Bibliotecas.
Finalmente se regulan la forma de transmisión y exportación de los bienes integrantes del
Patrimonio Histórico Español y se especifican las medidas de fomento y las sanciones que
penalizan las transgresiones de la Ley.
La Biblioteconomía y la formación profesional
del bibliotecario en la actualidad

Definición
Evolución histórica
La formación del bibliotecario: antecedentes históricos
Situación actual:
España
Otros países
Normas para las escuelas de Biblioteconomía

Definición
La Biblioteconomía es el conocimiento y habilidad que concierne a la administración de
bibliotecas y su contenido, es decir, la economía de la biblioteca.
También se define como Biblioteconomía el estudio de las bibliotecas y centros de
información, su función en la sociedad, sus diversos comportamientos, técnicas y procesos
y su historia y desarrollo futuro. La Biblioteconomía se diferencia de la Ciencia de la
Información en que esta es el estudio de las propiedades de la información, de las fuerzas
que gobiernan su flujo y de su tratamiento para lograr su máxima accesibilidad y utilidad.

Evolución histórica
Existen testimonios muy antiguos del interés por el estudio de las bibliotecas: tales son los
casos de Calímaco de Alejandría, de los intelectuales y políticos romanos, de los monjes
medievales y de los creadores y usuarios de las bibliotecas catedralicias y universitarias.
Hay que destacar el importante papel desempeñado por las bibliotecas en el mundo árabe,
donde la alfabetización era tarea encomendada por el Corán, base de su cultura. Pero es a
partir del Renacimiento cuando la preocupación por el estudio y organización de las
bibliotecas comienza a tomar carta de naturaleza en el mundo occidental: la aparición de la
imprenta había multiplicado el número de libros existentes y pronto se impuso la necesidad
de establecer sistemas eficaces para su correcta utilización.

En esta época comienzan a aparecer las bibliotecas reales -que en muchos casos terminarían
transformándose en bibliotecas nacionales en torno al siglo XVIII-; con frecuencia, estas
bibliotecas se ponen en manos de un erudito de prestigio encargado de su gestión. En
España aparecen lo que podíamos considerar como primeros documentos de interés
bibliotecario con San Isidoro, quien en sus Etimologías se ocupó de ciertos aspectos
prácticos de organización; pero cuando encontramos una verdadera preocupación
profesional por las bibliotecas es con Hernando Colón y su primer bibliotecario Juan Pérez.
Pronto sería seguido por los autores de memoriales para la creación de la biblioteca de El
Escorial, como Juan Páez de Castro, Juan Bautista Cardona o Ambrosio de Morales,
aunque todo ello sin llegar a formar un cuerpo de doctrina.
Es en 1627 cuando Gabriel Naudé, bibliotecario de Mazarino publica Advis pour dresser
une bibliothèque, auténtico tratado de biblioteconomía, considerado como el primer texto
sobre el particular. La figura del bibliotecario, identificado hasta el momento con las
figuras de eruditos pertenecientes a la elite cultural, cambia en el siglo XVII, y pasa a ser
considerado un profesional dedicado a la conservación de libros: sus conocimientos
fundamentales debían basarse en la historia, y el mantenimiento del libro. Pero aún seguirá
evolucionando el concepto de bibliotecas, que será considerado predominantemente
pedagógico en el siglo XIX y finalmente difusor de conocimientos al final de este siglo y en
el actual. Paralelamente cambiará la figura del bibliotecario, quien ahora deberá conocer las
técnicas de búsqueda, recuperación y difusión de la información, las nuevas tecnologías en
la información, etc. Actualmente, la profesión de bibliotecario se desdobla en
documentalistas y bibliotecarios propiamente dichos, profesiones de contornos no siempre
bien diferenciados.

La formación del bibliotecario: antecedentes históricos


Los países anglosajones, pioneros en múltiples aspectos del mundo del libro fueron también
los precursores de la formación profesional del bibliotecario, cuyo espíritu arranca de la
concepción de esta ocupación como una profesión propia de caracteres bien definidos, y no
como una serie de funciones realizadas de forma complementaria por otros profesionales
(catedráticos, investigadores, maestros, etc.).

La primera vez que se planteó este problema fue en el I Congreso Nacional de


Bibliotecarios, Filadelfia, 1876: al año siguiente comenzaron las primeras enseñanzas en la
Universidad de Columbia. En el Reino Unido, estas enseñanzas nacieron al tiempo que la
Library Association, en 1885. Francia había fundado la École des Chartes en 1863, para el
estudio de los documentos antiguos, pero no fue hasta 1869 cuando se creó una sección de
Bibliografía. Los primeros diplomas en Biblioteconomía son de 1932 y por fin en 1963 se
funda la École Superieure de Bibliothècaires de París, trasladada a Villeurbanne en 1974.

En España los antecedentes datan del siglo XVIII, cuando se establecieron los primeros
centros de estudios de estas materias en las Reales Sociedades Económicas de Amigos del
País, aunque los primeros estudios sistemáticos aparecen en 1856 con la creación de la
Escuela Diplomática, y la creación, dos años después del Cuerpo Facultativo de
Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios. En 1914 Eugeni D'Ors fundó la Escuela de
Bibliotecarias de Cataluña y en 1932 se crea el cuerpo de Ayudantes, con lo cual se acepta
la diversificación de funciones. Durante muchos años, la formación profesional del
bibliotecario no formó parte de las enseñanzas académicas regladas, excepto en Cataluña,
aunque existieran excelentes centros de formación de profesionales, como era la Escuela de
Bibliotecarios que durante algún tiempo funcionó en la Biblioteca Nacional.
Situación actual:
España
En nuestro país se crean en 1978 las enseñanzas de Biblioteconomía y Documentación y en
1981 se dan las directrices para su programación. En 1988 se crean especialidades en estas
áreas en los bachilleratos experimentales y en en Formación Profesional de tercer grado.
Existen Escuelas de Biblioteconomía y Documentación, con nivel de Diplomatura en
Barcelona, Granada, Murcia, Salamanca, Madrid, etc. La Universidad de Santiago de
Compostela tiene esta especialidad entre sus estudios, pero no consta en el título: es una
rama de Ciencias de la Información.

Además de eso existen numerosos cursos y Magisters, tales como el de Biblioteconomía, el


de Documentación Pedagógica y el de Edición en la Complutense, el de Documentación de
la Universidad Carlos III, en la Universidad de Barcelona y otros centros públicos o
privados, tales como el C.E.U., la AMEB, SEDIC, etc. Estos cursos son tanto de formación
como de actualización.

Otros países
La situación de los estudios de biblioteconomía en otros países es muy variada, y no existe
unidad de criterio. En general se van imponiendo dos aspectos, fruto de las exigencias
prácticas de la profesión en la actualidad, y que responden a la necesidad de
especialización:
a) Diversificación de enseñanza: documentalistas, bibliotecarios, archiveros.
b) Tres niveles: auxiliar, técnico y especialista.

Teniendo en cuenta la necesidad cada vez más apremiante de disponer de profesionales


especialistas en una materia determinada, aumenta la demanda de bibliotecarios y
documentalistas expertos además en otro campo de las ciencias o las letras: Derecho,
Física, Medicina, etc. Ello ha provocado la tendencia a organizar los estudios de
biblioteconomía y documentación en dos niveles diferentes, uno de técnicos y auxiliares,
con un currículum basado exclusivamente en materias de este campo y otro
interdisciplinario, que, sobre la base de una licenciatura en cualquier otro campo,
proporcione los conocimientos necesarios para desempeñar la profesión de bibliotecario o
documentalista especializado. En este caso los estudios tienen rango superior de posgrado y
equivalen a lo que en Francia se conoce con el nombre de Doctorado de Tercer Ciclo.

Normas para las escuelas de Biblioteconomía


Con el fin de unificar criterios en la formación profesional del bibliotecario, la IFLA
decidió en 1976 dictar unas normas básicas de obligado cumplimiento. Posteriormente, y en
vista de la dificultad de los países para aplicar indistintamente las mismas normas, que no
en todos los casos eran posibles o aconsejables, se terminó publicando unas orientaciones
para aplicar de acuerdo con las peculiaridades de cada país. Las líneas maestras de estas
normas son las siguientes:
-Estudios de nivel universitarios.
-Ratio de 12 alumnos/profesor y participación activa del alumnado en la gestión del centro.
-Objetivos y metas claramente formulados y capacidad de expedir títulos legalmente
reconocidos.
-Situación definida dentro de la estructura de la Administración.
-Personal docente altamente cualificado.
-Materias compuestas por asignaturas de interés general y especializadas y desarrolladas en
sus aspectos teóricos y prácticos.
-Presupuestos suficientes para alcanzar las metas propuestas.
-Instalaciones adecuadas y suficientes: aulas, bibliotecas, administración, salas de
reuniones, audiovisuales, etc.
-Biblioteca formada para satisfacer las necesidades del alumnado, del profesorado y de la
investigación.
-Actividades de educación permanente (cursos, seminarios, etc.)
-Gestión y planificación de los servicios de la escuela, requisitos de acceso determinados
con claridad y política educativa coherente.

El programa estará organizado sobre las siguientes bases:


-Conocimiento de los principios y aplicaciones de la Biblioteconomía.
-Disciplinas obligatorias y optativas que permitan flexibilidad y especialización.
-Estudios previos requeridos de acuerdo con cada uno de los niveles.
-Preparación de una tesis o memoria de investigación.
-Conocimiento de lenguas extranjeras.
-Conocimiento profundo de principios, sistemas y métodos bibliotecarios.
Planificación de servicios bibliográficos y bibliotecarios.
Sistemas y redes nacionales de información

Introducción
Concepción del sistema bibliotecario
Organización
Sistemas y redes nacionales de información
El sistema español de bibliotecas

Introducción
La planificación de servicios bibliográficos y bibliotecarios es un proceso complejo, que
abarca desde la concepción de estos servicios hasta la evaluación de su rendimiento y
estudio de las modificaciones necesarias.

La planificación de las bibliotecas en sus distintos aspectos ha sido un problema que ha


preocupado desde los tiempos más remotos, como puede apreciarse en el tratado De
Architectura de Vitrubio, hasta la actualidad, según puede verse por las numerosas
conferencias y publicaciones de los organismos implicados en ello, y que van desde las
recomendaciones de la UNESCO para los diferentes tipos de bibliotecas hasta los
Guidelines de la IFLA.

Concepción del sistema bibliotecario


La concepción de un sistema bibliotecario se inicia con la planificación del mismo previo
estudio de los siguientes aspectos:
a) Entorno físico, humano, cultural y social, así como de las necesidades que de ello se
desprenden.
b) Viabilidad del proyecto en las vertientes económicas -presupuesto suficiente para su
puesta en marcha-, profesional -disponibilidad de personal adecuado- y social.
c) Objetivos que se propone alcanzar el servicio y metas a lograr a corto, medio y largo
plazo. Este punto es de especial importancia, ya que permitirá el seguimiento y posterior
evaluación de la eficacia de los servicios prestados.

Para poder llegar al establecimiento de estos principios hay que determinar a su vez:
1: Clase de biblioteca: universitaria, pública, especializada, etc. Según se trate de una o de
otra variarán tantos los objetivos a conseguir como los instrumentos para alcanzarlos.
Además, cada biblioteca presenta peculiaridades propias que es necesario planificar con
cuidado: puntos de servicio, estructura organizativa, etc. y ella misma puede ser única o
múltiple.
2: Tipo de biblioteca. La biblioteca puede ser compacta -modelo de biblioteca en el cual
todos los sectores se encuentran juntos y en cierto modo sin diferenciación: es un modelo
antiguo, que responde al tipo de biblioteca universitaria medieval y renacentista-, tripartita -
con secciones divididas en fondos, lectores y personal- y abierta o flexible, biblioteca de
libre acceso donde, aunque las funciones estén diferenciadas, los sectores no ocupan
diferentes espacios. Actualmente, en muchas bibliotecas -excepto las Nacionales-, aparece
un nuevo tipo de biblioteca tripartita que se compone de depósito -fondos de poco uso-,
zona de libre acceso, muy formalizado, y zona abierta, completamente informal y donde se
incluyen todo tipo de medios y soportes. Es muy práctico para las bibliotecas públicas y se
está imponiendo en las bibliotecas nórdicas y alemanas.
3: Servicios que prestará la biblioteca. Los servicios prestados por la Biblioteca pueden ser
múltiples. Según la IFLA (Guidelines), se clasifican en:
a) Préstamo y referencia: colección de libros, publicaciones periódicas, ficheros de consulta
rápida, catálogos, bibliografías, reservas, desideratas, materiales no librarios, etc, y
servicios para niños.
b) Información: consulta de corto y medio plazo, funcionamiento y recursos de la propia
biblioteca, nuevas adquisiciones, local, regional y nacional, acceso remoto a otras fuentes
de información.
c) Servicios especiales: actividades con niños, sectores especiales de la población, minorías,
actividades culturales.
4: Dimensión y alcance de los servicios: determinar a quién va dirigido, para qué se hace y
en que grado.

Organización
Una vez determinados los aspectos anteriores, la planificación debe llevarse a cabo
atendiendo a los siguientes niveles:
A) Aspectos físicos.
-Edificio: es obra de un equipo de arquitectos y bibliotecarios y se realizará en función del
tipo de biblioteca, usuarios, servicios, etc. No obstante, debe responder a los siguientes
principios generales:
Accesibilidad interior y exterior.
Distribución adecuada de los espacios.
Posibilidad de crecimiento.
Flexibilidad entre los espacios.
Mobiliario: para los fondos -estanterías, vitrinas, etc.-,usuarios -mesas, sillas, carrels, etc.-,
personal -mesas, armarios, etc- y servicios auxiliares - ficheros, carritos, etc. El tipo de
mobiliario depende de las funciones de la biblioteca y la clase de usuarios. Está
suficientemente estudiada en multitud de congresos y es bastante acertada la asesoría de la
IFLA en sus Guidelines en esta materia.
-Instalaciones y equipamiento. Pueden llegar a ser muy complejas en una biblioteca
moderna y van desde la calefacción a los sistemas de seguridad y contra incendios, pasando
por la iluminación, servicios sanitarios, guardarropa, reprografía, material para visionado de
documentos audiovisuales, etc.

B) Constitución e incremento de los fondos.


-Selección: establecimiento de criterios, fuentes y métodos a seguir en la selección de
documentos que constituirán el fondo.
-Adquisición: compra, canje, intercambio, donación, depósito legal, etc.
-Proceso técnico: registro, sellado, catalogación, clasificación, etc.
-Protección y conservación de los fondos, mediante: establecimiento de medidas
preventivas, restauración de los documentos dañados.
C) Difusión de la información. La difusión de la información será, en todos las casos el fin
primordial de la biblioteca, ya que un documento que no se difunde no es información. La
difusión de la información se puede llevar a cabo de diferentes formas, y dependen
igualmente del tipo de biblioteca y de los servicios que ofrezca. Los sistemas de difusión
más importantes son:
-Servicios de difusión internos y externos: boletines, listas de novedades, D.S.I., búsquedas
retrospectivas, etc.
-Servicios de referencia, consulta y lectura en sala.
-Préstamo -personal o interbibliotecario, el cual a su vez puede ser local, regional, nacional,
internacional... También se puede organizar de forma centralizada, descentralizada o
semicentralizada.
D) Servicios complementarios. Tienen como misión reforzar los servicios principales
prestados por la biblioteca y asegurar su eficacia, así como hacerlos llegar a aquellos
sectores que, por sus peculiaridades, no tengan acceso a ellos en condiciones normales. Son
las actividades de animación cultural, extensión bibliotecaria, reprografía, etc.
E) Personal. Directivos, técnicos, auxiliares y subalternos. La contratación del personal
depende siempre del organismo del que dependa la biblioteca. En las bibliotecas que
dependen de la Administración, el bibliotecario sólo capacidad de propuesta, pero no de
contratación.

Sistemas y redes nacionales de información


Una red es un sistema operativo entre bibliotecas relacionadas por la materia, la proximidad
u otras razones, para compartir medios humanos, técnicos e informativos encaminados a la
consecución de un mayor y mejor servicio.

Un sistema es un conjunto de medios bibliotecarios capaces de prestar un servicio


completo. Un sistema de bibliotecas, por tanto, supone una forma de cooperación
relativamente institucionalizada y en consecuencia de coordinación con el fin de que las
funciones se repartan de modo racional, no se dupliquen y solapen y sean operativas.
El establecimiento de un sistema no supone forzosamente una estructura jerarquizada,
aunque algunas de sus funciones imponen en cierto modo la centralización. Un sistema
estable de cooperación puede transformarse en un sistema de sistemas, que puede
desembocar en un sistema bibliotecario nacional, lo cual debe dar lugar a un sistema
nacional de información, tal y como propone la UNESCO en el NATIS, y que no tienen
que ser forzosamente sistemas estatales.

Los servicios centralizados, según las directrices de la IFLA para las bibliotecas públicas
deben ser los siguientes:
-Planeamiento de las infraestructuras.
-Elaboración de bibliografías.
-Catalogación centralizada.
-Investigación y metodología bibliotecaria.
-Asesoramiento y consulta.
-Colecciones de apoyo.
-Desarrollo de la automatización.
-Diseño y producción de equipos, material, etc.
-Publicaciones, encuadernación y material.

La necesidad y el alto costo de bienes económicos y humanos obliga a que los sistemas
bibliotecarios se sometan a una única autoridad, es decir, la integración. La biblioteca que
asuma las funciones de autoridad será la biblioteca cabecera del sistema, que en el ámbito
nacional suele ser la Biblioteca Nacional. Esta deberá ocuparse de:
-Mantener la colección nacional, debidamente conservada y protegida y accesible
directamente y a distancia.
-Ejercer el control bibliográfico de las publicaciones nacionales, con la elaboración de la
bibliografía nacional en curso y retrospectivas y los catálogos colectivos.
-Facilitar el acceso bibliográfico a las publicaciones del mundo.
-Asegurar el acceso a los documentos sobre los que informa periódicamente.
-Mantener el depósito supletorio y dirigir el canje de publicaciones.
-Proceder al análisis y suministro de información general.

Estas funciones pueden realizarse siguiendo dos tendencias:


a) Centralización: una sola biblioteca unifica todas las funciones de cabecera de sistema -
caso de España, Austria, etc.
b) Descentralización: las funciones se reparten entre una serie de bibliotecas -caso de
Alemania, Francia., etc.

El sistema español de bibliotecas


Las primeras leyes para establecer el sistema español de bibliotecas datan de mediados del
siglo XIX, aunque las que realmente lo conforman en la actualidad pueden considerarse
iniciadas en 1969, cuando el Director General de Archivos y Bibliotecas Luis Sánchez
Belda inició una serie de actividades encaminadas a la renovación y actualización. El
movimiento así iniciado participaba de la euforia de los años el desarrollismo y, aunque no
estaba falto de buenas intenciones, a menudo no tuvo continuidad más allá de la legislación
oficial y no dio como resultado la creación de un verdadero sistema nacional de bibliotecas.

De cualquier modo, gracias a esta actividad nacieron organismos tales como el Servicio
Nacional de Restauración, el Instituto Bibliográfico Hispánico, el Servicio Nacional de
Microfilm, el Servicio Nacional del Tesoro Bibliográfico y Documental y el CINDOC.

Actualmente, el sistema bibliotecario español está demarcado por los siguientes aspectos:
-Diversificación de dependencia administrativa. Las bibliotecas españolas dependen de
muy diferentes administraciones. Además de las competencias reconocidas a las
Comunidades Autónomas sobre las bibliotecas que no son de titularidad estatal, la creación
del Ministerio de Cultura divide a estas entre las que dependen de él y las universitarias,
dependientes del Ministerio de Educación y Ciencia. A ello hay que añadir las de los
organismos autónomos, otros ministerios, privadas, etc.
-Un órgano administrativo central, mantenido a pesar de lo que se acaba de exponer, la
Dirección General del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, cuya función es el
desarrollo y coordinación de una infraestructura bibliotecaria que garantice el acceso de los
ciudadanos a la lectura, y del cual dependen la Biblioteca Nacional -aunque esta cuenta ya
con estatutos propios- y el Centro Coordinador de Bibliotecas, encargado de realizar las
funciones de desarrollo y coordinación en el campo de la lectura pública.
-Una cabecera de sistema, función desempeñada por la Biblioteca Nacional, según se
desprende del decreto 565/85 de 30 de abril, y que cuenta para sus fines con los siguientes
organismos:
Departamento de proceso bibliográfico: control bibliográfico nacional a partir del depósito
legal. Elabora la Bibliografía Nacional.
Departamento de referencia: explota y procesa los materiales de la Biblioteca y se ocupa de
los documentos que requieren un tratamiento específico.
Hemeroteca Nacional, encargada de las publicaciones periódicas.
Departamento de difusión, encargado de la publicación de trabajos realizados en la
Biblioteca Nacional, de su acción cultural y de las relaciones públicas de ésta.
Área de proyectos internacionales
Departamento de Patrimonio Bibliográfico
Departamento de Desarrollo de las Colecciones
Un servicio de lectura pública formado por las bibliotecas públicas del Estado existentes en
las capitales de provincia, las municipales en determinados municipios, las populares de
Madrid y Barcelona, las públicas de Navarra y las redes de bibliotecas de entidades
privadas.
Además existen bibliotecas en todas las universidades españolas, bibliotecas especializadas
creadas por empresas privadas o públicas y las bibliotecas para sectores determinados de la
población, de las cuales cabe destacar la red de bibliotecas para invidentes de la ONCE; el
resto -cuarteles, hospitales, etc.-no tienen un gran peso específico, incluyendo las
prácticamente inexistentes bibliotecas escolares.

Con todo ello, muchos autores manifiestan que el sistema bibliotecario español no merece
tal nombre. La razón que argumentan es que no existe tal planificación, ni bibliotecas que
puedan constituirse como cabeceras, que los fondos y el personal siguen siendo
insuficientes, por lo que el sistema español de bibliotecas no es más que un proyecto.
Construcción, instalación y equipamiento de Bibliotecas

Introducción
Edificio
Principios relacionados con el edificio
Distribución general de los espacios
La asignación cuantitativa de espacios
Instalaciones
Equipamientos

Introducción
La construcción, instalación y equipamiento de bibliotecas dependerá siempre y en primer
lugar del tipo de biblioteca que se pretenda poner en funcionamiento, de los usuarios que la
utilizarán y de los fondos que va a contener. En un segundo lugar, no por eso menos
determinante, aparecen los condicionantes de presupuesto, condiciones físicas y medio en
el que se desenvolverá. Por supuesto, la planificación y elección entre las distintas opciones
debe ser tarea de técnicos, pero en ningún caso se hará sin el concurso del bibliotecario, que
dará las directrices precisas sobre las que los demás trabajarán.

Edificio
A pesar del concepto de sistema bibliotecario frente a biblioteca, la biblioteca sigue
estrechamente unida a la idea de un espacio físico determinado. Por otro lado, servicios y
espacios se influyen y determinan mutuamente: hacer el plan de una biblioteca sigue
siendo, en buena medida, planificar un edificio y sus instalaciones.

La IFLA ha convocado cuatro reuniones en diez años para tratar el planeamiento del
edificio de la biblioteca: el de 1971 en Lausana, sobre bibliotecas universitarias; el de 1973
en Roma, sobre bibliotecas nacionales; en 1977 en Bremen, sobre bibliotecas públicas; y el
de 1980 en Frederiksdal (Dinamarca) sobre el problema de distribución de los espacios
internos. Existe, además, abundante bibliografía sobre el tema, entre la cual cabe destacar
las Guidelines de la IFLA para bibliotecas públicas, cuyas orientaciones son tan claras
como flexibles. En todo caso, siempre se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:

Principios relacionados con el edificio


Algunos de estos principios han sido siempre válidos; otros deberían haberlo sido; unos
cuantos son propios de la biblioteconomía actual. A un primer tipo de biblioteca, poco
unificada, pero que era tanto almacén de libros y otros documentos, como escritorio y
estudio, siguió la biblioteca cerrada y compacta, de caracteres bien definidos, estanterías
murales y casi siempre de ricos fondos -biblioteca del monasterio de El Escorial-; en el
siglo XIX se impuso la biblioteca tripartita, donde libros, bibliotecarios y lectores tenían
sus propios espacios, separados y definidos: la necesidad de esta distribución vino dada por
el incremento de la producción libraria y las posibilidades ofrecidas por la arquitectura del
hierro.
Las nuevas concepciones bibliotecarias han obligado al planteamiento de principios básicos
sobre los que se debe asentar la construcción de un edificio: la biblioteca actual es una
biblioteca abierta, que tiende al libre acceso a los fondos y donde tanto los documentos
como los medios de acceso a ellos han sufrido una fuerte transformación.
a) Principio de flexibilidad. Implica que todo el edificio es biblioteca por igual. Sólo unifica
elemento más exterior, los cerramientos, y dentro de ellos, todos los espacios valen para
distintas funciones, distintos usos, distintas instalaciones. Ello supone una clara distinción
entre elementos constructivos, instalaciones fijas y móviles y distribución de espacios:
construcciones modulares, posibilidad de adecuar diferentes zonas a diversos servicios,
posibilidad de normalizar el mobiliario, etc. Este principio, no obstante, ni es aplicable a
todo tipo de bibliotecas, ni ha sido unánimemente aceptado por todos los bibliotecarios del
mundo, ya que algunos, aún considerando sus ventajas de economía y eficacia, lo
consideran un reflejo de ciertas tendencias ajenas por completo al mundo bibliotecario y
que, en realidad, a conceptos existencialistas del mundo.
b) Principio de extensibilidad. Mira hacia el futuro y supone la posibilidad de crecimiento
de forma más o menos limitada y continua. Es un principio válido para las bibliotecas cuyo
crecimiento se pueda prever de forma aproximada. Solo las bibliotecas nacionales tienen un
crecimiento ilimitado; algunas bibliotecas universitarias con responsabilidades de
conservación y las bibliotecas públicas centrales de gran historia, participan en cierto modo
del crecimiento ilimitado de las nacionales. Las demás, deben irse renovando y
actualizando continuamente. Sin embargo, hay que contar siempre conque los fondos de
una biblioteca tienden a crecer, ya que nunca se expurga más de lo que se ingresa.
c) Principio de correlación. Supone la adecuada distribución relativa de los espacios. De
nada sirve disponer de espacios suficientes si su distribución es funcionalmente
desacertada.
d) Principio de accesibilidad. El edificio de la biblioteca debe ser accesible interior y
exteriormente. Exteriormente, por razón de su situación en relación con los servicios que
debe prestar, por lo que debe ser céntrica cultural y urbanísticamente. Supone además que
cuente con un edificio fácilmente discernible de los demás y sin grandes dificultades para
su acceso desde la calle: en este aspecto no hay que olvidar la supresión de barreras
arquitectónicas para niños, minusválidos y tercera edad. La accesibilidad interior supone
claridad, tanto en la distribución de espacios como orientación interior por medio de señales
adecuadas.
e) Otros principios. Seguridad, comodidad, aislamiento, etc. son principios arquitectónicos
comunes a todo tipo de edificios, que deben aplicarse igualmente al edificio de la
biblioteca, pero que no son exclusivamente suyos.
Conviene tener en cuenta que al planificar el edificio de una biblioteca nos podemos
encontrar con una construcción de nueva planta, una remodelación o adaptación de un
edificio concebido anteriormente para otros fines o la ampliación de una biblioteca ya
existente. También es posible que el edificio sea exento, es decir, independiente, o anexo a
otro con el cual pueden unirle determinadas relaciones (caso de los centros culturales y
Casas de la Cultura). En cualquier caso hay que evitar que la situación funcional y espacial
de la biblioteca sea marginal.
Distribución general de los espacios
Aunque el principio de flexibilidad suponga una total permeabilidad entre los diversos
sectores e incluso entre la biblioteca y la calle, lo cierto es que es necesario distribuir el
espacio disponible en atención a los servicios que prestará la biblioteca. Esta distribución
viene dada, una vez más, por el tipo de bibliotecas.

Es difícil normalizar la situación de las bibliotecas nacionales, cada una de las cuales
cuenta con una tradición y una carga de compromisos nacionales e internacionales
diferente, ni los grandes sistemas bibliotecarios de centros de enseñanza superior, muy
afectados en su estructura y funcionamiento por la naturaleza del centro a cuyo servicio se
hallan; las bibliotecas especializadas admiten un mayor grado de flexibilidad; las
bibliotecas públicas y las escolares bien dotadas y las centrales universitarias permiten una
mayor homogeneidad

-Funciones. Para las bibliotecas públicas y las especiales, sirve la división que los
americanos aplican a la primera: zona ruidosa o de gran tráfico -recepción, información,
referencia, préstamo y servicio de reproducciones-; zona intermedia -lectura de revistas y
obras generales de consulta-; zona silenciosa -lectura en sala y utilización de medios
audiovisuales.
-Usuarios. En cuanto a los usuarios, aunque deben tenerse en cuenta a la hora de distribuir
los espacios, es cierto que sólo la biblioteca pública tiene clases verdaderamente distintas
de usuarios: niños y adultos, presentes y ausentes, etc. Los adultos disponen de unos
servicios y los niños de otros, e incluso con frecuencia, estos últimos disponen de un
horario diferente, ya que es difícil que acudan a la biblioteca durante la jornada escolar. No
obstante conviene recordar las recomendaciones de la IFLA en sus Guidelines, donde
afirma que la separación entre niños y adultos debe reducirse al mínimo.
-Servicios. Los servicios obligan a tener espacios para los trabajos técnicos bibliotecarios,
de apoyo y de conservación y mantenimiento, la dirección, actos colectivos, sala
polivalente, publicidad, extensión cultural, servicios higiénicos, etc. Y las comunicaciones
horizontales y verticales. Normalmente, cuando la biblioteca consta de varias plantas -rara
vez más de cuatro-, la superior se destina a la dirección y trabajos técnicos y de apoyo; las
intermedias se utilizan para establecer distinciones de materias o formas documentales; la
planta baja se reserva a recepción, información bibliográfica y referencia, consulta de
microformas audiovisuales y publicaciones periódicas, ingreso de fondos y espacio para
actos colectivos; en el sótano suelen instalarse los depósitos, almacenes y talleres.

La asignación cuantitativa de espacios


La asignación de la cantidad de espacio que le corresponderá a cada sector o servicios es
necesaria en la biblioteca, aunque su concepción sea abierta y flexible. Sin embargo, no
existen normas preceptivas universales, y la misma IFLA en sus Guidelines, donde ofrece
orientación y consejo sobre las proporciones y medidas de los diferentes servicios, advierte
de la escasa validez universal de las normas cuantitativas. Además de los problemas
derivados del medio socio-económico donde se inserte la biblioteca, hay que tener en
cuenta los que plantea la biblioteca por sí misma: así, las bibliotecas nacionales y especiales
no son fácilmente normalizables, mientras que en las escolares y universitarias no es difícil
calcular de antemano el número de usuarios y, por supuesto, se conoce que clase de
usuarios son y el tipo de servicios que demandarán.

Debe tenerse en cuenta que, además de precisar diferente cantidad de espacio para
diferentes servicios, también dentro de los mismos se estiman diferentes necesidades: así,
un depósito cerrado necesitará menos espacio, pero más resistencia al peso que uno abierto;
el personal directivo necesitará despachos individuales, mientras que el técnico compartirá
espacios; las mesas de los lectores, individuales o colectivas, según el tipo de sala a la que
vayan destinadas, ocuparán más o menos espacio, etc.

Instalaciones
Las instalaciones en una biblioteca moderna pueden ser muy complejas y van desde la
calefacción a los sistemas de detección de robos, de la señalización a los sistemas
electrónicos de acceso a la información. Atendiendo a sus funciones, podemos clasificarlos
de la siguiente forma:
-Sistema de señales y orientación al lector. Se encuentra a mitad de camino entre muebles e
instalaciones. Su situación, clases, diseño, etc. son tareas de profesionales que no conviene
dejar en manos de aficionados. La economía y la armonía recomiendan que los estudios
sean colectivos y procedan de órganos centralizados.
-Iluminación. Aspecto de gran importancia por afectar no sólo a la construcción del
edificio, sino hasta la elección de mobiliario. Las tendencias actuales se inclinan a preferir
la iluminación colectiva sobre la individual (500 luxes para los lectores y 300 en zona de
estanterías), la luz fluorescente, grado de incidencia calculado para que la luz no moleste,
recubrimiento mate de las mesas e impedir la entrada directa de luz solar.
-Protección. Las primeras medidas de protección se encuentran en la instalación y
distribución adecuada de las redes de agua, electricidad, calefacción, alcantarillado, etc.
Inmediatamente le siguen las medidas preventivas: contra el robo (alarmas, detectores
electrónicos, etc.); contra incendios (detectores de calor o humo), filtraciones, etc.
-Aislamiento. Teniendo en cuenta las características de los fondos almacenados en las
bibliotecas, así como las funciones que en ella se realizan, parece evidente señalar la
necesidad de elementos de aislamiento, que proporcionen una defensa contra el ruido, los
cambios climatológicos y, si es posible, la contaminación ambiental. Los sistemas de
aislamiento actualmente en el mercado son múltiples y variados. A la hora de su elección se
tendrá en cuenta qué y a quién deberán proteger y contra qué, y procurar que no sean causa
de otros problemas más graves: así, los sistemas de aislamiento deberán ser ignífugos,
neutros y naturales.
-Transporte. El transporte puede establecerse de forma mecánica o automática, y suponer
movimientos verticales -los más frecuentes- u horizontales. Existen multitud de sistemas,
de los más simples a los más sofisticados: estos últimos suponen ahorro de personal y
tiempo, pero su extrema complejidad y costo los hacen poco aconsejables. Los sistemas de
transporte suelen plantear problemas de mantenimiento y conservación.
-Otras instalaciones. Además de las mencionadas, existen una larga serie de instalaciones
en la biblioteca, tales como las de guardarropa y consigna, encuadernación y reparación,
talleres de imprenta, depósitos compactos o semicompactos, etc.
Equipamientos
Comprende una larga serie de elementos, fundamentales unos y complementarios otros. Es
imposible, no sólo dar datos sobre medidas y proporciones, sino incluso enumerar todos los
elementos que forman parte del mobiliario de una biblioteca. Entre los elementos
fundamentales, no obstante, se pueden señalar los siguientes:
-Estanterías. Sirven para almacenar libros y revistas, para su exposición, para crear espacios
y hasta para orientar al lector. Incluyen también el equipo necesario para su utilización -
sujetalibros, banderolas, etc.-, y pueden presentarse en diversas formas -compactas, no
compactas, murales, de distinta altura, etc.). La elección del tipo de estantería se hará en
función del empleo a la que se la destine y del lugar que vaya a ocupar en la biblioteca.
Pueden ser de madera o metal, aunque este último parece imponerse.
-Armarios, archivadores y vitrinas. Cumplen la misma función que las estanterías para las
obras de características físicas diferentes a los libros (mapas, revistas, estampas, etc) Las
vitrinas dotadas de medidas de seguridad (contra robo, sequedad, etc.), deben utilizarse para
las exposiciones temporales y para la guarda de materiales selectos y preciosos, cuyo valor
cultural se cumple más en la contemplación que en la consulta.
-Ficheros. Mueble imprescindible de trabajo, al menos hasta la automatización total y
definitiva de las bibliotecas. Deben ser móviles y modulables, dotados de portaetiquetas y
otros materiales auxiliares.
-Mesas y sillas. Las mesas pueden ser individuales y colectivas; para funciones especiales
que requieran un especial aislamiento existen los carrels y pupitres. Las mesas colectivas
ahorran espacio y dinero, pero no son siempre lo más indicado para las bibliotecas.
Conviene distinguir el tipo de mesa utilizada para la consulta de material de referencia o
para la lectura en sala u otras funciones, de las utilizadas por el personal de la biblioteca.
Las sillas habitualmente se suponen acolchadas y son aconsejables las giratorias con ruedas
para el personal de la biblioteca. Los servicios técnicos tienen sus propias exigencias y su
propio mobiliario.
-Mostradores. Son elementos de conjunción entre usuarios y bibliotecarios y actualmente su
función es más de información que de vigilancia. La altura de los mismos es variable y sus
funciones pueden ser múltiples, desde un pequeño almacén provisional de los documentos
devueltos hasta oficina múltiple de información, consulta y préstamo.
-Carros de transporte de fondos. Imprescindibles en las bibliotecas, facilitan el transporte de
documentos y la circulación de los mismos entre los depósitos y los usuarios. Han de ser
cómodos, robustos, seguros y silenciosos.
-Otros tipos de muebles son los del guardarropa, cafetería, lugares de descanso, etc. Y
pertenecen a la dotación ordinaria de cualquier edificio de uso colectivo.
Selección y adquisición de libros y materiales especializados.
Criterios, fuentes y métodos. Planes cooperativos y centralizados

Introdución
Principios
Criterios
Fuentes
Técnicas de selección y adquisición
Procedimiento de las adquisiciones
Planes cooperativos y centralizados

Introducción
La selección y adquisición de fondos son los procesos seguidos para la formación de las
colecciones de las bibliotecas y para su incremento y mantenimiento y constituyen el
primer eslabón de la cadena documental. De su precisión y eficiencia depende la relevancia
de la colección.
Para que la selección y adquisición de los fondos de la biblioteca se ajuste a las necesidades
de la misma se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:
a) Es una tarea bibliotecaria: por ello se debe realizar por los bibliotecarios. Sin embargo,
estos deben considerar las opiniones de los especialistas y las consultas de los usuarios.
Sólo así puede llegarse a una selección que responda a las necesidades precisas.
b) Depende del tipo de biblioteca. La selección se hará siempre de acuerdo con la línea que
marque la función para la que la biblioteca ha sido creada.
c) Estará relacionada con el contexto de la misma, siempre teniendo en cuenta que el factor
más importante es el factor humano, es decir los usuarios reales o potenciales de la
biblioteca.
d) Ninguna colección es completa ni puede llegar a serlo, aunque el objetivo de alcanzar el
mayor grado posible de satisfacción no sólo es perseguible, sino que debe ser el que marque
la línea a seguir.

Principios
Los principios a tener en cuenta a la hora de proceder a la selección y adquisición de fondos
son los siguientes:
-Cuantitativos: Precisa la cantidad de fondos que se necesitan. Este criterio tiene dos
vertientes: la relación documentos/usuario, que es diferente según el tipo de biblioteca -
universitaria, pública, especializada, etc- y según el tipo de documento -monografías,
publicaciones periódicas, material no librario, etc.- y el número de ejemplares de cada obra.
Para ello debe tenerse en cuenta el número de pedidos de cada documento: en muchos
casos será suficiente con un solo ejemplar, mientras que en otros los ejemplares deben ser
múltiples.
-Cualitativos: Se refieren al tipo de fondos y abarcan dos aspectos, el contenido, que estará
siempre acorde con las funciones y tipo de bibliotecas y la forma del documento, es decir,
el tipo de soporte del mismo -audiovisual, impreso, microfilmado, etc.
-Demanda: Necesidades expresadas o no por los usuarios, tanto reales como potenciales.
Para estimar las demandas de los usuarios reales se puede recurrir a las desideratas de los
mismos, pero en ningún caso pueden considerarse estas como suficientes, sino que deberán
completarse con otro tipo de consultas a profesionales, especialistas y fuentes de
información diversas. Las demandas de los usuarios potenciales entran de lleno en el campo
de la promoción de la lectura y de proyección de la biblioteca al exterior y su
establecimiento es mucho más complejo: requiere un profundo conocimiento de la realidad
sociocultural donde la biblioteca se encuentra inserta.
Su dificultad no siempre es la misma en todo tipo de bibliotecas: así, las universitarias y
especializadas tienen muchas más facilidades para establecer los fondos que deben
adquirirse para potenciales usuarios que las públicas, donde, en principio, cualquier persona
es un usuario potencial.
-Selección negativa: Consiste en la eliminación de los fondos que no son necesarios por su
nula utilización, o de aquellos cuyo grado de deterioro impida su uso. La selección negativa
lleva detrás una serie de operaciones a realizar según aconsejen las circunstancias:
eliminación física, envío a una biblioteca de depósito, canje, etc.
-Neutralidad. La selección y adquisición de fondos serán realizadas por el personal
bibliotecario, pero en ningún momento deben intervenir en ello otros criterios diferentes de
los puramente profesionales. La neutralidad no siempre es fácil y ha provocado numerosas
controversias en el plano deontológico, ya que puede entrar en conflicto con criterios
personales fuertemente arraigados.

Criterios
Ajustar los principios enunciados a la realidad y necesidades de la biblioteca es tarea que
debe realizar el bibliotecario solo o con el apoyo de técnicos, ya que no resulta fácil que un
único profesional reúna todos los conocimientos necesarios para proceder a una selección
perfecta. La situación varía mucho de unas bibliotecas a otras: la biblioteca especializada
puede contar con un profundo conocedor de la materia, pero en la pública el bibliotecario
deberá poseer un buen conocimiento de su profesión y amplios conocimientos generales de
todos los temas. En cualquier caso, los criterios que deben seguirse en el proceso de
selección de los fondos son los siguientes:
a) Autoridad del autor e imparcialidad.
b) Pertinencia del tema tratado en el documento.
c) Rigor científico y exactitud de la información.
d) Nivel científico adecuado al tipo de biblioteca y actualidad.
e) Adaptación al usuario real o potencial.
f) Belleza y calidad de estilo.
g) Calidad técnica del documento.
h) Presencia o ausencia de aspectos complementarios: índices, notas, etc.
i) Necesidades reales de la biblioteca.
j) Presupuesto con el que se cuenta.

Todo ello se debe además multiplicar por cada uno de los diferentes medios que pueden
encontrase en una biblioteca, ya que no es lo mismo seleccionar una revista científica que
un vídeo cassette. La responsabilidad de esta tarea exige del profesional un caudal de
conocimientos considerable o la posibilidad de contar con las ayudas necesarias.
Fuentes
La selección de fondos para la biblioteca puede tener como finalidad construir la colección
inicial o incrementarla y mantenerla actualizada. No es frecuente el primer caso, salvo en la
creación de nuevas bibliotecas públicas, generalmente municipales. En este caso conviene
consultar obras bibliográficas como A world bibliography of bibliographies, de
Bestermann, Guide to reference material, de Waldford, Manual de fuentes de información
de Josefa Sabor, Manuel de Bibliographie de Malclès y otros.

Para incrementar y mantener actualizada la información, el bibliotecario debe recurrir, bien


al examen directo de las obras o las fuentes bibliográficas. La enorme cantidad de
publicaciones hace prácticamente imposible que el bibliotecario pueda llegar a examinarlas
todas, por lo cual, normalmente, la selección se hace a partir de las fuentes de información,
que son las siguientes:
a) Fuentes bibliográficas. Según la finalidad que persigan, serán:
-Comerciales. Tienen como fin la comercialización del documento.
Catálogos de libreros y distribuidores.
Catálogos de editores.
Libros en venta (ISBN).
-No comerciales. Se clasifican según criterios de elaboración en
Bibliografías nacionales
Bibliografías generales
Bibliografías especializadas
Bibliografías de publicaciones periódicas
Bibliografías críticas y selectivas
Bibliografías de materiales especiales
Bibliografías retrospectivas
Bibliografías de bibliografías.
b) Fuentes no bibliográficas. Son múltiples y diversas. Van desde los comentarios
aparecidos en revistas especializadas hasta el criterio de especialistas, pasando por las citas,
las lecturas personales, etc. Para la literatura científica es imprescindible conocer los
boletines de sumarios, de resúmenes, etc., aunque este aspecto, debido a la enorme cantidad
de publicaciones periódicas de carácter científico desbordan las posibilidades de las
bibliotecas y es tarea que suele estar realizada por los centros de documentación.

Las bibliografías son el sistema más preciso y exacto de información, aunque tienen el
inconveniente de su lentitud de elaboración, que a veces puede ser un grave problema, dado
que en determinados casos el documento debe anticiparse a su petición por parte del
usuario. La literatura gris no permite prácticamente otro medio de selección que el contacto
directo con los creadores, sean estos personas físicas o instituciones, mientras que el
material audiovisual está bastante mejor recogido en los catálogos comerciales que en
cualquier otro tipo documentación. En muchos países existen boletines de pre-prints, que
permiten conocer los proyectos de publicación de las editoriales.

Técnicas de selección y adquisición


El bibliotecario es quien debe proceder a la selección por ser quien mejor conoce a los
usuarios, a la biblioteca y los procedimientos a seguir, así como por su función de
administrador de la biblioteca. Este deberá contar con el apoyo de órganos informativos
superiores y con la existencia de una biblioteca central, lo cual supone la existencia de
redes y sistemas bibliotecarios. La biblioteca central permite que el mismo equipo de
selección pueda servir para la misma central y para las sucursales, ya que estas nunca
superan a la central en adquisiciones. La biblioteca central debe contar con un equipo de
bibliotecario "lectores" que emitan periódicamente un boletín de novedades, con los datos
suficientes para que el bibliotecario de la sucursal pueda escoger con confianza plena. Un
sistema bien estructurado debe contar con un equipo de profesionales especializados en los
diferentes temas. La clave del éxito está en la rapidez de la información.

La selección de los fondos no lleva necesariamente a su adquisición, por lo que lo


seleccionado debe siempre ser más que lo adquirido. La adquisición viene dada por la
política seguida por la biblioteca que a su vez queda determinada por los recursos
económicos con los que cuenta y con el tipo de biblioteca de la que se trata, ya que ello
impone una determinada forma de adquisición. Los sistemas de adquisición son los
siguientes:
a) Gratuitos.
-Depósito legal. Obligación de entregar un número de ejemplares de cada publicación.
Regulado por disposiciones legales, diferentes en cada país. se lleva a cabo por la biblioteca
cabecera de sistema. A partir de él se elaboran las bibliografías nacionales en curso y se
crea la biblioteca de depósito. Asegura la conservación de la memoria escrita de un país,
constituye un depósito de consulta y establece un laboratorio bibliográfico.
-Donación y legado. Aunque no existe diferencia entre estos dos conceptos, parece
entenderse que el primero es una cesión de los fondos de una persona física en vida de esta,
mientras que el legado se hace en claúsula testamentaria. Tanto uno como otro tienen las
mismas ventajas e inconvenientes. Con frecuencia una donación proporciona a la biblioteca
la oportunidad de hacerse con colecciones homogéneas o fondos de difícil adquisición, pero
es también posible que la donación suponga una pesada carga, ya que suelen ir
acompañadas de condiciones no siempre aceptables, entre las que suelen encontrarse el
compromiso a mantener la colección intacta y unida, o el dedicarles salas especiales en
exclusivas. Por todo ello, antes de aceptar un legado o donación es conveniente comprobar
los términos de mismo.
-Depósito. Consiste en la concesión temporal a una biblioteca de los fondos de una persona
física o institución. A veces el depósito se convierte en definitivo, mientras que otras se
mantiene en la biblioteca el tiempo justo para su tratamiento y organización. Presenta los
mismos inconvenientes y ventajas que la donación, con el problema añadido de crear a
veces un trabajo adicional cuyos frutos se verán fuera de la biblioteca. No debe confundirse
con el préstamo interbibliotecario.

b) Semigratuitos.
-Son los sistemas de canje e intercambio. Se realizan entre bibliotecas y están regulados por
los sistemas nacionales e internacionales y las disposiciones sobre ello que han publicado la
IFLA y la UNESCO. Los canjes e intercambios son frecuentemente la única posibilidad de
acceder a determinados documentos, especialmente entre bibliotecas especializadas, y las
publicaciones de la Administración, aunque sólo tenga interés para los fondos locales o
históricos en las bibliotecas públicas.
El canje afecta a los fondos duplicados o múltiples y las publicaciones realizadas por la
institución. El Centro de Canje Internacional de Publicaciones se integra por el decreto
565/85 en la Biblioteca Nacional de Préstamo.

c) Onerosos.
Son los que desarrollan la adquisición de fondos mediante compra. Se puede hacer
directamente al editor o al librero y cada una de ellas presenta sus ventajas e
inconvenientes.

Procedimiento de las adquisiciones


a) Operaciones previas: comprobar si el documento está ya en la biblioteca o ha sido
pedido.
b) Ficha de pedido. Cumplimentar una ficha en la que se indiquen todas las características
del libro y el número de ejemplares que se desean, así como la forma de pedido. De este
documento se harán varias copias.
c) Fichero de pedidos. Con una de las copias de la ficha de pedidos se elabora este fichero,
de carácter provisional y que servirá para seguir el proceso de la adquisición.
d) Fichero de proveedores. Otra copia de la ficha de pedido se debe incluir en el fichero de
proveedores, con lo cual puede establecerse el grado de fiabilidad de cada uno de ellos y
llevar control de las respuestas recibidas.
e) Envío de los pedidos: supone la elección de proveedores, mencionada con anterioridad.
f) Entrega y recepción de los libros. Examen de la integridad individual y colectiva del
pedido y elaboración de las posibles reclamaciones.
g) Facturación. Debe realizarse por duplicado, para que quede constancia en el servicio de
adquisiciones y en el de contabilidad.
h) Registro y sellado de los fondos recibidos. El registro supone la inclusión en los fondos
de la biblioteca -es un inventario- y debe contener todos los datos bibliográficos del libro,
mientras que el sello es el reconocimiento de pertenencia a la misma.
i) Hoja de proceso, que se utilizará para la evaluación de resultados y la elaboración de
estadísticas.
j) Catálogo provisional, necesario en las bibliotecas donde el libro debe ponerse
inmediatamente a disposición del público y su ingreso y catalogación definitiva está
separada por un considerable lapso de tiempo.
Además, existen formas especiales de selección, adquisición e incorporación a los fondos
para las publicaciones en serie y periódicas, publicaciones oficiales, microformas, mapas,
música impresa, estampas, literatura gris, materiales audiovisuales y materiales únicos o
raros.

Planes cooperativos y centralizados


La gran masa documental existente y la creciente demanda de información hacen imposible
que una sola biblioteca pueda satisfacer las necesidades de los usuarios, o que pueda, por sí
sola, acceder a la selección precisa y sistemática de todos los documentos existentes en su
campo. Para alcanzar los objetivos mencionados se han establecido los sistemas conjuntos
de selección y adquisición de fondos, que pueden ser cooperativos o centralizados.
-Planes cooperativos. Varias bibliotecas cabeceras de sistemas se reparten el proceso de
selección y adquisición por especialidades. Estas especialidades pueden basarse en el tipo
de soporte, las materias, etc. Cada una de ellas se encarga de todo el tratamiento técnico de
los fondos adquiridos. Es el caso de las bibliotecas alemanas.
-Planes centralizados. Consiste en el establecimiento de una red formadas por varias
bibliotecas, una de las cuales, cabecera de sistema se encarga de la selección -una vez oídas
y estimadas las peticiones de las bibliotecas sucursales. Hecha la selección previa, se envía
a las demás bibliotecas, que proceden a la selección definitiva. La biblioteca cabecera
procede a la adquisición de fondos y posterior tratamiento de los documentos una sola vez.
Es el caso de las bibliotecas francesas.

En cualquiera de los dos casos, para que su funcionamiento sea posible se han de tener en
cuenta los siguientes aspectos:
a) Coordinación interbibliotecaria que permita la comunicación entre los distintos centros y
la división de funcionas.
b) Existencia de catálogos colectivos actualizados, gracias a los cuales se pueda conocer el
estado de los fondos de todas y cada una de las bibliotecas.
c) Buen funcionamiento de los canales de información interbibliotecaria.
d) Existencia de préstamo interbibliotecario que limite las adquisiciones y haga posible la
colaboración.
En cualquiera de los casos, la automatización es un elemento valiosísimo ya que permite la
simplificación de funciones y el conocimiento inmediato de cualquier aspecto de interés:
catálogos, proceso de adquisición, selección previa, etc..
Tratamiento técnico de libros, publicaciones periódicas
y materiales especiales

Introducción
Tipos de materiales
Proceso
Recepción y verificación
Registro
Sellado
Encuadernación
Catalogación
Clasificación
Signatura topográfica
Equipamiento para el préstamo
Colocación de los fondos
Reparación y restauración de las obras dañadas
Expurgo
Recuento e inventario
Conservación y protección de los fondos

Introducción
El tratamiento técnico de los materiales de una biblioteca es el proceso que se sigue para
incorporarlos a los fondos de la misma, hacerlos utilizables, conservarlos y mantenerlos
actualizados. Se compone de una serie de operaciones en cadena, básicamente iguales para
todo tipo de fondos, pero que difieren en algunos aspectos formales cuando las
características de los materiales así lo requieren.

Tipos de materiales
Los tipos de materiales susceptibles de formar parte de los fondos de una biblioteca son los
siguientes:
-Monografías: libros y otros -folletos, series, colecciones, etc.
-Publicaciones periódicas.
-Material cartográfico.
-Música impresa.
-Medios audiovisuales, que pueden ser sonoros, visuales o mixtos.
-Material informático.
-Microformas -microfilms y microfichas.
-Materiales tridimensionales.
Proceso
El tratamiento de los fondos empieza en el momento de la recepción de los mismos en la
biblioteca y termina con la puesta a disposición del usuario. Los distintos pasos del proceso
son los siguientes:
1) Recepción y verificación. Una vez recibido el pedido de los fondos se procede a
comprobar su integridad colectiva e individual, así como el estado de los mismos. Una vez
realizado estos se conforman las facturas y en caso de que el examen de estas o de alguno
de los documentos no resulte satisfactorio se debe proceder a la reclamación inmediata,
antes de pasar al siguiente nivel del proceso.

2) Registro. Es la inscripción de cada uno de los documentos en el Registro General de


Entradas, que es el inventario de los fondos de la biblioteca. Debe registrarse todo el
material indicando el número de registro -correlativo-, título de la obra, autor, fecha de alta,
clase de material y todos aquellos datos que se estimen necesarios. Las obras colectivas
llevarán un sólo número de registro para toda la obra, mientras que los ejemplares múltiples
llevarán un número de registro para cada uno de ellos. Existen además registros
complementarios, que son:
-Registro provisional para series, colecciones, etc.
-Registro especial para material audiovisual, informático, etc.
-Registro de publicaciones seriadas (cardex).

3) Sellado. Es la identificación de los fondos como propiedad de la biblioteca. Se hace con


un sello de caucho para los textos y de cobre para los grabados. El lugar del sello no está
determinado, pero suele colocarse en la portada, cantoneras, última página o colofón y
algunas páginas intermedias. Ciertas bibliotecas recurren a sellar siempre las mismas
páginas como clave de la pertenencia de un libro a la misma. En todo caso, el sello debe ir
en lugares donde resulte imposible arrancarlo sin mutilar seriamente el documento, pero
que no impida su lectura. Para grabados y obras de especial importancia suelen usarse
sellos de pequeño tamaño. En otros materiales, el sellado depende de su forma física
-solapas, caja, etc.

4) Encuadernación. No siempre es necesaria. La encuadernación asegura la mayor


duración del documento y es diferente según el tipo de material. En ciertos casos en que la
encuadernación no es necesaria, pero sí una especial protección del documento, puede
recurrirse a la plastificación.

5) Catalogación. Es la operación que permite identificar los fondos, representarlos y


dotarlos de puntos de acceso. La catalogación comienza con la descripción de cada
documento y termina con la elaboración del catálogo, verdadera memoria de la biblioteca.
Consta de las siguientes operaciones:
-Descripción formal del documento de acuerdo a normas.
-Redacción de los puntos de acceso (indización).
-Reproducción de los asientos.
-Ordenación de los asientos: su resultado es el catálogo.
-Mantenimiento del catálogo
-Revisión del catálogo.
En la descripción del documento se deben incluir el título, autor, edición, fecha, lugar y
casa de edición, características físicas, ISBN y todos aquellos datos que se estimen
necesarios para la correcta identificación del documento. Los catálogos resultantes de la
ordenación de las fichas catalográficas atenderán a entradas por autores y títulos anónimos,
títulos, materias y diccionarios.

6) Clasificación. Ordenamiento de los libros según su contenido científico, es decir, por el


asunto de que tratan. La clasificación se hará siempre de acuerdo con un sistema
establecido de antemano y permite adjudicar al libro unas claves que lo identificarán por su
pertenencia a una materia o grupo de materias. Existen muchos sistemas de clasificación y
la elección de uno u otro depende no sólo del tipo de biblioteca, sino incluso del país donde
esta se halle ubicada (C.D.U. para Europa, L.C.C. para U.S.A., Dewey para U.K. y países
anglófonos, etc.)

7) Signatura topográfica. La signatura topográfica indica el lugar que ocupa un


documento en la biblioteca. Puede ser el número de registro o número currens cuando la
colocación de los documentos se hace por orden de llegada de los mismos o coincidir con el
número de la clasificación cuando la colocación es sistemática. No hay más normas para la
adjudicación de la signatura topográfica que la propia conveniencia de la biblioteca. La
signatura se debe indicar en el lomo del libro mediante una etiqueta llamada tejuelo, y
dentro del mismo siempre a lápiz, ya que puede cambiar si se transforma la disposición
interna de la biblioteca o en caso de traslado.

8) Equipamiento para el préstamo. Depende del sistema de préstamo de la biblioteca,


pero básicamente se compone de un bolsillo interior y una ficha de préstamo. Con los
nuevos sistemas automatizados, este equipamiento desaparece, ya que el libro va dotado de
una etiqueta magnética legible por ordenador con lo cual quedan registrados todos los datos
del libro en el fichero de forma automática.

9) Colocación de los fondos en los estantes, siguiendo el proceso que más convenga a la
biblioteca. En grandes depósitos la ordenación se suele hacer por tamaños o por número
currens, mientras que en las zonas de libre acceso es preferible hacerlo de forma
sistemática, es decir, siguiendo los criterios de un sistema de clasificación.

10) Reparación y restauración de las obras dañadas. Este procedimiento depende del
tipo de documento y del uso del mismo. En principio no se restaurarán más que las obras de
gran valor o irreemplazables. Las grandes bibliotecas cuentan con su propio servicio de
encuadernación, mientras que las unidades más pequeñas deberán encargar este servicio a
empresas especializadas. En el caso de la restauración, pocas veces se hace dentro de la
biblioteca, ya que precisa unas instalaciones y un personal altamente cualificado. En todo
caso se debe huir de restauraciones caseras que en muchas ocasiones no hacen sino
deteriorar el libro de forma irreversible.

12) Expurgo. Consiste en la retirada de las obras obsoletas o inutilizadas y supone una
actualización constante de los fondos. La tendencia conservadora de muchas bibliotecas
puede convertir a la colección en una pesada carga de peso muerto, por lo que no se debe
dudar en expurgar todo aquello que no sea útil, excepto aquellos documentos de valor
histórico, raros o preciosos. Los libros expurgados irán a una biblioteca de depósito, serán
utilizados para el canje o simplemente se procederá a su eliminación física.

11) Recuento e inventario. Es una operación periódica que permitirá conocer el estado real
de los fondos bibliográficos. Es obligatoria para todas las bibliotecas y para todos los
fondos y debe hacerse con una periodicidad anual o en casos excepcionales cuando ha
habido robos, incendios o desastres naturales que han alterado el orden de la biblioteca.

13) Conservación y protección de los fondos. Consiste en una serie de operaciones


destinadas a proteger a los documentos de aquellos factores que los deterioren o alteren y
que van desde el robo a la acidificación, pasando por la degradación ambiental o el fuego.
Los sistemas de protección deben establecerse de acuerdo con las condiciones de la
biblioteca y se adaptan a cada tipo de necesidades.
Los catálogos: Incidencias de las nuevas tecnologías
en su elaboración y mantenimiento.
Normalización.

Definición
Proceso de formación de un catálogo
Clases de catálogos
Incidencia de las nuevas tecnologías en la elaboración y mantenimiento de los
catálogos
Normalización

Definición
Catálogo viene del griego katalegos (ordenar, organizar). Es un índice que proporciona al
usuario una información lo más completa posible sobre los fondos de una biblioteca: la
reunión ordenada de todas las fichas de los documentos de un fondo. Estas fichas son los
asientos catalográficos de los documentos, diferentes de los asientos bibliográficos porque
no sólo incluyen la descripción del documento, sino su localización, lo cual se consigue a
través de los puntos de acceso y de la signatura topográfica.
Las funciones de un catálogo son informar sobre los fondos existentes en la biblioteca y
poner al usuario en contacto con el documento deseado.

Proceso de formación de un catálogo


Las operaciones para formar y mantener un catálogo actualizado permiten que el catálogo
exista y sea eficaz. Estas operaciones son:
a) Descripción formal de un documento. Debe hacerse de acuerdo a normas que incluyen
la forma de separación entre áreas y los diferentes campos del área, abreviaturas,...,y
presenta las siguientes zonas:
-Área de título y mención de responsabilidad.
-Área de edición.
-Área de designación específica de la clase de documento.
-Área de publicación y/o distribución.
-Área de descripción física.
-Área de serie.
-Área de notas.
-Área de número normalizado.
b) Redacción de los puntos de acceso.
c) Reproducción de los asientos.
d) Ordenación de los asientos.
e) Mantenimiento del catálogo.
f) Revisión del catálogo.
Las reglas de catalogación se aplican a unidades bibliográficas, esto es, documentos
susceptibles de recibir una descripción bibliográfica propia, independientemente de sus
unidades físicas: en caso de constar de más de una unidad física, la descripción puede
hacerse en un nivel o en más de uno; por el contrario, también se puede proceder a la
catalogación analítica, descripción de una unidad bibliográfica que forma parte de otra
unidad bibliográfica más amplia, también descrita en el mismo o en otro asiento.
Aunque la descripción bibliográfica es básicamente igual para cualquier tipo de documento,
las características intrínsecas o extrínsecas de algunos de ellos hacen necesario tener en
cuenta sus peculiaridades a la hora de catalogarlos, casos contemplados también por las
reglas de catalogación.

Clases de catálogos
Las variedades de los catálogos son prácticamente infinitas, como lo son los puntos de vista
desde los que puede estimarse un documento. Con todo, las divisiones más usuales son;
a) Por su extensión:
-Colectivos: contienen los asientos de varias bibliotecas.
-Generales
-Integrados: contienen todos los materiales de una biblioteca.
-Universales: contienen todos los fondos impresos de la misma.
-Especiales: contienen asientos de un solo tipo de documento.
b) Por su uso:
-Externos: utilizados por usuarios y profesionales.
-Internos: para uso exclusivo del personal bibliotecario.
c) Por su sistema de ordenación:
-Alfabéticos: autores, materias, etc.
-Numéricos: por ISBN, etc.
-Sistemáticos: siguen una clasificación por materias.
-Mixtos: combinan más de un sistema.
-Topográficos: según la localización del documento (externos).
d) Por su forma:
-En fichas. Fácilmente actualizable, poco transportable.
-Impreso. Presentado en forma de libro.
-Microfilmado: realizado en soporte microfotográfico.
-On line o catálogo informatizado.
-En CD-ROM.
e) Por su función: responden a las cuestiones sobre qué obras hay en la biblioteca, qué
obras hay de un autor determinado, qué ediciones existen de la obra, qué obras hay de una
materia y de un tema o asunto.
-Catálogo de autores y obras anónimas.
-Catálogo de títulos.
-Catálogo de materias.
-Catálogo diccionario, fusión generalmente alfabética de los anteriores
f) Otros. Atendiendo a otros criterios podemos encontrarnos con catálogos organizados en
razón de la época (cronológicos), del país (geográfico), del idioma, etc, aunque son raros y
responden sólo a casos de necesidades muy concretas de una biblioteca.
Incidencia de las nuevas tecnologías en la elaboración y mantenimiento de los
catálogos
Las nuevas tecnologías aplicadas a la documentación no sólo han afectado a la concepción
y mantenimiento de los catálogos de bibliotecas, sino que puede asegurarse que este ha sido
uno de los sectores más afectados por ellas. Los principales cambios sufridos afectan a los
siguientes aspectos:
a) Soportes. Tradicionalmente realizados en fichas de cartulina de 125x75 mm –aunque
anteriormente existieron otros tipos de soportes-, las nuevas tecnologías amenazan con
dejar este tipo de catálogos reducidos a meras reliquias del pasado. Los nuevos soportes
son:
-Microformas. Soporte fotosensible sobre el que se reproducen los asientos catalográficos.
Es muy útil por el poco espacio que ocupa pero necesita de elementos auxiliares para su
lectura. Responde al tipo de catálogo en lista, por lo cual presenta sus ventajas e
inconvenientes: fácil maniobrabilidad y posibilidad de transporte, pero lento, difícil y
costoso de actualizar. Los ficheros sobre microforma pueden ser productos tanto de la
simple reducción fotográfica de catálogos convencionales como de datos elaborados
electrónicamente (COM: Computer Out on Microfilm).
-Catalogación on-line o catálogo informatizado, no es en sí mismo tal catálogo, sino una
serie de datos y órdenes que se actualizan y combinan según las necesidades del momento.
El catálogo on-line permite la actualización inmediata de los ficheros, su acceso es fácil y
su transporte también. Pero sobre todo facilita enormemente dos aspectos de la
catalogación, que son:
1. la elaboración misma del catálogo, ya que hace innecesaria la duplicación de las fichas ni
la existencia de múltiples catálogos: una sola descripción completa de un documento es
suficiente para recuperarlo desde cualquier punto de acceso del mismo.
2. los planes interbibliotecarios de catalogación compartida, cooperación en selección y
adquisiciones, elaboración de catálogos colectivos, etc.
-Catálogo en CD-ROM. Aún poco desarrollado, el catálogo en CD-ROM presenta grandes
ventajas derivadas de su enorme capacidad de almacenamiento y fácil lectura. Sin embargo,
al no ser un soporte interactivo, quedará reservado para los catálogos en lista de las grandes
bibliotecas: ello facilitará los intercambios, selección, elaboración de bibliografías, etc. Los
continuos avances en las tecnologías láser y óptica hacen esperar inmediatas novedades en
este campo: de hecho, el disco óptico interactivo ya es una novedad y, aunque por el
momento sólo sea una novedad de vanguardia, su bajo coste y maniobrabilidad hacen de él
un valioso instrumento de trabajo en el futuro próximo.

b) Utilización. Las nuevas tecnologías han abierto además campos nuevos en el uso de los
catálogos y sobre todo han facilitado enormemente su utilización. No todas las nuevas
tecnologías presentan las mismas características, que pueden enumerarse de la siguiente
forma:
-Flexibilidad. Escasa para las microformas y el CD-ROM es total para el catálogo on-line.
-Facilidad de consulta y uso. Aunque la facilidad de consulta y uso es mayor con las nuevas
tecnologías que con los catálogos tradicionales - microfilmados para los catálogos en listas
y on-line para todo tipo de catálogos-, la práctica enseña que es necesario un determinado
espacio de tiempo, no sólo para poder mecanizar y automatizar los ficheros existentes, sino
para llegar a familiarizar al usuario con las nuevas tecnologías.
-Facilidad para obtener múltiples copias. Ventaja grande de los catálogos en microforma,
en los catálogos on-line depende del número de terminales.
-Volumen: a pesar de que en este aspecto hay que contar con el volumen de los aparatos
que hagan legible el catálogo, aquellos en soporte microfotográfico o informático no
presentan problema de espacio, que llega a ser un serio problema en ciertas bibliotecas.
-Otras características: posibilidad de consulta por varios usuarios - catálogos on-line-,
menor gasto de tiempo con el consiguiente ahorro de personal y económico, más
posibilidades de uso en la información, mejor adaptación a la cooperación bibliotecaria.

Normalización
Desde el momento en que los fondos de una biblioteca superan la posibilidad de control de
los mismos, se hace necesario llevar a cabo una representación de todos los documentos
que resuman su memoria Aunque esto ha sido así desde tiempos remotos -ya existieron
listas de documentos entre las tablillas encontradas en Sumer-, la verdad es que la
catalogación sistemática normalizada es un proceso muy reciente.

Su antecedente directo hay que buscarlo en un viejo sueño bibliotecario y en su posterior


fracaso: la constitución de una bibliotheca mundi que recogiese la información
bibliográfica de todos los documentos del mundo. Esta idea, que echó a andar con Otlet y
Lafontaine, no pudo continuarse, entre otras cosas, por la inexistencia de unos criterios
unificadores que hicieran posible la comunicación internacional. El camino para lograr
estos objetivos fue la aceptación primero de unos "principios orientadores" y el
establecimiento más tarde de "normas internacionales". Los primeros nacieron de las
reuniones de París (1961) y Copenhague (1969), y se plasmarían con el nacimiento de una
serie de normas de catalogación de alcance internacional, de las cuales las Anglo-American
Cataloging Rules fue la más influyente. La reunión de París se ocupó de crear unas normas
generales de catalogación, mientras que la de Copenhague se ocupó de crear las bases para
una descripción biblográfica normalizada internacionalmente.

En cuanto a las normas internacionales, fue la IFLA quien se encargó de lograr este
objetivo mediante la adopción, en 1973 del programa CBU. La CBU nace en la
Conferencia de la IFLA en Grenoble, en 1973 y se robustece con la creación de una Oficina
Internacional en Londres. Apoyada por la UNESCO en su reunión sobre el NATIS París,
1977), se traduce en dos vías de acción: crear agencias bibliográficas nacionales y hacer
que sus productos sean comunicables por medio de la adopción de normas aceptadas
internacionalmente. Estos principios estaban de acuerdo no sólo con los planes de la IFLA
sino con los programas NATIS y PGI de la UNESCO y los propósitos de la ISO.

El primer instrumento creado con vistas a conseguir la normalización fue el ISBD. Por
haber nacido para resolver los problemas de las bibliotecas el primero estuvo dedicado a
monografías ISBD(M), y sirvió como campo de experimentación. Posteriormente se
elaboraron las ISBD(S) para publicaciones seriadas, ISBD(CM) para materiales
cartográficos, ISBD(NBM) para material no librario, ISBD(PM) para música impresa,
ISBD(A) para publicaciones monográficas antiguas, etc. En España están recogidas en las
Reglas de Catalogación I y II, publicadas por la Dirección General del Libro y Bibliotecas.
La normalización tiene como fin la consecución de las siguientes metas:
-Posibilitar los intercambios internacionales de información.
-Superar las barreras lingüísticas.
-Favorecer la informatización.
-Facilitar la disponibilidad universal de las publicaciones (DUP).
Principales tipos de clasificación bibliográfica.
Clasificaciones sistemáticas y alfabéticas

Introducción
Características
Elementos de un sistema de clasificación
Evolución histórica
Principales sistemas de clasificación
Clasificaciones de estructura jerárquica:
-Expansivas
-Decimales
-Patentes de invención
-Clasificaciones especializadas
Por facetas:
-Colon Classification de Ranganathan
-Clasificación de Vickery
Sistemas de conexión

Introducción
La clasificación es una mecánica del conocimiento por la cual se ordenan las materias
formando grupos diferentes, de acuerdo con determinadas relaciones establecidas de
antemano. Clasificar es colocar un documento en una clase dentro de un esquema, o bien
agruparlos por características comunes. Lo primero lo hacen los sistemas analíticos o
enumerativos, que prevén de antemano todas las clases o divisiones que se pueden
establecer; lo segundo lo hacen los sistemas sintéticos, que deben prever de antemano las
características que pueden resultar comunes a todos los campos del conocimiento.

La clasificación bibliográfica sistemática consta de dos etapas bien diferenciadas: análisis


del documento y traducción de su contenido al lenguaje clasificatorio.

Características
Los sistemas de clasificación son sistemas de catalogación por materias preecordinadas y
estructura jerárquica: son lenguajes de recuperación de la información. Para que éstos sean
eficaces deben reunir las siguientes condiciones:
-Sistemáticos: van de lo general a lo particular.
-Exhaustivos: deben alcanzar a todo el campo de cada materia.
-Detallados: deben expresar las ideas en todos sus grados.
-Flexibles: que permitan la combinación de ideas y puntos de vista.
-Lógicos: deben responder a la mecánica del pensamiento formal.
-Explícitos y concisos.
-Sencillos: notación fácil de escribir y recordar.
-Expansivos: capaz de incorporar nuevos elementos.
-Con elementos complementarios: índices, tablas, etc.
-Sometidos a revisiones periódicas.

En resumen, se puede decir que un sistema de clasificación bibliográfica debe ser simple,
técnico y multidimensional.

Elementos de un sistema de clasificación


Los sistemas de clasificación están dotados de una serie de elementos que los hacen algo
más que un código ordenado de signos correspondientes a una lista de palabras. Son los
siguientes:
a) Un patrón o base ideológica. Los sistemas han brotado sobre distintos puntos de vista
teóricos, que pueden ser filosóficos, pedagógicos o prácticos.
b) Una base teórica, conjunto de generalidades que sirve de explicación al sistema.
c) Un sistema de notación, que puede ser alfabético, numérico, con otros signos y mixto.
d) Posibilidad de expresar materias compuestas.
e) Un esquema básico de partida, con las clases principales y las tablas correspondientes,
que constituye un macroorden.
f) Un microorden o esquema desarrollado, o al menos las reglas para proceder a su
desarrollo.
g) Un orden para archivar, o lista de notaciones.
h) Un índice alfabético para una más fácil búsqueda de las notaciones.

Evolución histórica
Los sistemas de clasificación han existido de una forma más o menos rudimentaria desde el
momento en que se organizaron los documentos de una biblioteca de forma convencional,
agrupándolos de acuerdo a un determinado criterio con el objetivo de poder luego
recuperarlos más fácilmente. Los sistemas de clasificación han sido siempre un reflejo de la
mentalidad de la época y la sociedad que los ha creado.

La clasificación más antigua que se conoce es la del Templo de Horus en Egipto,


organizada por treinta y cinco encabezamientos diferentes. En la Edad Media se aprecia un
considerable aumento de la Religión, seguida de las Humanidades, y los libros se clasifican
por Evangelios, Padres de la Iglesia, comentarios a las Sagradas Escrituras, etc. En el
Renacimiento disminuyen las clases destinadas a la Religión a la vez que aumentan las
ciencias y la tecnología. En esta época aparecen las primeras clasificaciones con fines
comerciales, tales como las de Aldo Manuzio y Alejo Venegas.

Pero el primer sistema de clasificación bibliográfica que debe considerarse tal es el de


Conrad Gessner, en el sigloXVI, utilizado para estructurar su Biblioteca Universalis.
Gabriel Naudé, bibliotecario de Mazarino aporta una clase para la bibliografía y por fin,
Brunet, inspirado en el anterior divide los conocimientos en grandes clases, reconoce el
crecimiento del arte y la literatura y deja el mismo espacio para ciencia y tecnología.
Organizó las bibliotecas de Francia y su clasificación aún se respeta en las bibliotecas
históricas de este país.
En el siglo XIX aumentan los espacios dedicados a la ciencia, la tecnología y las ciencias
sociales: coincide este siglo con el nacimiento del movimiento bibliotecario anglosajón, que
dará lugar a una verdadera revolución en el mundo de las bibliotecas y será el origen del
concepto bibliotecario que ha llegado a nuestros días y finalmente en el siglo XX se
comenzó a diferenciar entre macroclasificación (libros) y micro clasificación (artículos de
publicaciones periódicas), debido al desmesurado crecimiento de la literatura científica.

Principales sistemas de clasificación


Los sistemas de clasificación pueden ser de dos tipos:
A. De estructura jerárquica. Sus clases, y subclases se organizan en forma arborescente,
dando lugar una serie de divisiones y subdivisones dependientes unas de otras. Los sistemas
de estructura jerárquica pueden ser especializados, cuando sólo se ocupan de una rama del
saber o enciclopédicos, cuando abarcan el universo de los conocimientos. Con frecuencia
un sistema de clasificación especializado no es más que el desarrollo minucioso de una
rama de un sistema enciclopédico aunque también pueden haberse creado expresamente
para esa especialidad.
B. Por facetas. Se basa en el análisis de las posibilidades que existen dentro de cada
materia.

Clasificaciones de estructura jerárquica


-Expansivas:
Sistema expansivo de Cutter. Dividió las materias en grandes grupos que pueden ampliarse.
Es una de las más antiguas e influyó sobre otras posteriores, especialmente sobre la Library
of Congress Clasification. Library of Congress Clasification. Hecha a la medida de las
necesidades de la Library of Congress, la LCC parte de un esquema básico inspirado en la
clasificación de Cutter y que responde a la clasificación académica del saber en el siglo
XIX. La notación se hace con una o dos mayúsculas y un máximo de cuatro cifras árabes.
Carece de índice general, no tiene orden jerárquico en las notaciones y los números tienen
valor entero y no decimal. La LCC es el sistema más enumerativo de todos, con un
amplísimo vocabulario y extrema fijeza, ya que se respeta la edición original y las
adiciones se hacen aparte. En realidad, la LCC es un instrumento al servicio de la colección
más importante del mundo y se dice de ella que es un conjunto de clasificaciones
especializadas. De hecho sólo es viable en un servicio centralizado que cuente con el
numeroso grupo de especialistas con que lo hace la LC. Sin embargo, la influencia de esta
biblioteca en todo el mundo, sus productos bibliográficos y el MARC han contribuido a su
expansión, sobre todo en aquellas unidades que dependen de la LC para la catalogación.

BBK de la Biblioteca Lennin. Aplica un criterio pragmático para la clasificación de una


gran masa documental, pero esta intenta seguir la estructura teórica del pensamiento
marxista. En 1968 se publica el primer volumen teórico sobre su estructura y en 1972 la
edición abreviada en cinco volúmenes. Divide el conocimiento en tres grandes grupos:
naturaleza, sociedad y pensamiento. Se aplicó más en los países socialistas que en la misma
URSS y tuvo una fuerte carga ideológica.

Clasificación de Brown o Subjetc Classification. Precedida por la clasificación Quinn-


Brown, que resultó muy elemental y poco útil, Brown presentó en 1906 la Subjetc
Classification, más lógica y expansiva. Divide los conocimientos humanos en cinco grupos
que luego va subdividiendo. Es el origen de la clasificación por facetas y muy poco usada
actualmente.

Clasificación de Bliss. Preocupado durante toda su vida por indagar sobre las bases teóricas
que sustentan toda clasificación, Henry Evelyn Bliss creó un sistema basado en las
relaciones existentes entre las áreas del conocimiento. Se basa en la realidad objetiva del
orden natural. Se aplica en muchas bibliotecas especializadas inglesas, quienes se ocupan
de su mantenimiento y puesta al día.

-Decimales.
Clasificación Decimal de Dewey. Estructurada en diez grandes clases que se subdividen de
diez en diez y que van de lo general a lo específico. La notación es numérica y consta de
tablas principales, tablas auxiliares, subdivisiones generales y especiales y signos de
correspondencia, además de los índices. La DDC se basa en el principio de disciplina -se
ordena por disciplinas y no por materias-, de jerarquía y de base decimal. Es una
clasificación bibliotecaria fundamentalmente enumerativa, sumamente práctica, fácil y
simple, que revisa constantemente su esquema pero sin cambios drásticos. Se emplea en los
países anglosajones e inspiró la C.D.U.

Clasificación Decimal Universal. La CDU nació como evolución de la DDC en el Instituto


Internacional de Bruselas, y fue una de las consecuencias del proyecto de gran fichero
universal de Otlet y Lafontaine. Se organiza en diez grandes clases que se subdividen de
diez en diez. Consta de tablas principales, tablas auxiliares e índice de materias. Su
notación es numérica, y según el sistema, cada dígito añadido califica más detalladamente
la materia. Los dígitos se agrupan de tres en tres y se pueden complementar con notaciones
alfabéticas para casos específicos. Existen además subdivisiones especiales y auxiliares y se
utilizan signos especiales que sirven para introducir determinados conceptos. La CDU es tal
vez el sistema de clasificación más utilizado. Propiedad intelectual de la FID, esta se
encarga de sus revisiones y puesta a punto, lo cual le garantiza uniformidad. La revisión y
desarrollo del CDU son continuos, pero se ciñen a unos principios determinados. Las
ediciones de la CDU pueden ser resumidas, abreviadas, medias, completas y especiales. Su
futuro se orienta hacia la creación de un archivo maestro legible por ordenador y al uso del
tratamiento electrónico de datos para la creación de tablas mono o plurilingües y su
aplicación a glosarios, thesauri, vocabularios, bibliografías, etc.

Patentes de invención. Es una clasificación utilizada por el Consejo de Europa para la


clasificación de patentes. Se estructura en ocho secciones representadas por letras y que a la
vez se dividen en subsecciones, subdivisiones, etc. La notación es mixta.

Clasificaciones especializadas. Responden a necesidades muy específicas de bibliotecas


especializadas o centros de documentación. Generalmente son una adaptación de un sector
de alguno de los sistemas anteriormente mencionados, aunque también existen sistemas
literalmente creados a la medida.
-Por facetas.
Colon Classification de Ranganathan. Supone una ruptura total con el proceso intelectual
seguido por los otros sistemas de clasificación. Muchos autores ven en este sistema un
reflejo de la estructura mental de la cultura oriental frente a la occidental, aunque otros lo
achacan a la mentalidad matemática de Ranganathan. De cualquier modo, su propósito
inicial consistía en construir sus notaciones con pocas piezas, aunque ha visto crecer
enormemente sus listas. Los elementos del sistema son: Tablas de materias básicas,
divididas en principales y no principales.
Materias compuestas, que resultan de aplicar a una materia principal una o varias
características especiales.
Aislados, o características que pueden aplicarse a una materia principal. Son innumerables,
aunque en bibliotecas se reducen a personalidad (P), materia (M), energía (E), espacio (S) y
tiempo (T).
Recursos o subdivisiones comunes que sustituyen a veces a las facetas.
La notación es mixta y se forma con mayúsculas, algunas cifras árabes y otros números.
Las notaciones resultan complejas y el sistema por su dificultad requiere un largo
aprendizaje. Sin embargo, sus mayores posibilidades de detalle y especificación, más
adaptable a la movilidad científica se ha dejado sentir en el mundo de la documentación, y
sus principios han sido la base de las clasificaciones por facetas y lenguajes de
interconexión.

Clasificación de Vickery. Los términos se agrupan en secciones y en cada campo en facetas


subdivididas jerárquicamente. La notación es alfanumérica. Vickery aplicó la Colon
Classification a las clasificaciones especiales y así nacieron el Thesaurofacet, el sistema de
la National LIbrary of Medicine y otros muchos.

-Sistemas de conexión.
Frente a la rigidez de los sistemas de clasificación y la multiplicación de los mismos, los
sistemas de conexión buscan la posibilidad de crear un instrumento que permita la
traducción de unos sistemas a otros, es decir que basándose en un sistema único y conocido
por todos - universal- sirva como diccionario para que un sistema especializado se
relacionase con otro. Las metas de este sistema serían hacer posible los intercambios
bibliográficos, la clasificación de publicaciones periódicas y de servicios de abstracts y la
clasificación simplificada de grandes masas documentales.

La idea fue lanzada por Gardin en 1965 y dio como resultado los esfuerzos conjuntos de
UNISIST/IDUC para conseguir un código de referencia. Por fin UNESCO/FID en 1974
crearon el BSO, que reúne las condiciones exigibles para ser un sistema operativo: es
amplio, claro y breve. Se basa más en las instituciones que en la bibliografía y tiene una
fuerte inspiración pragmática.
Gestión y administración de Bibliotecas.
Programación, recursos financieros y humanos;
control y evaluación de los servicios

Introdución
Aspectos de la gestión
Situación administrativa
Análisis de sistemas
Presupuesto
Evaluación de resultados
El proceso de gestión
Política bibliotecaria
Instrumentos de gestión

Introducción
Gestionar una biblioteca consiste en definir los objetivos a alcanzar, trazar los medios para
lograrlo y escoger los instrumentos que se utilizarán para ello. Supone, pues, tener una
política de gestión, es decir, unos criterios definidos para escoger una orientación
determinada dentro de las opciones posibles.

Las tareas directivas con relación a lo que llamamos planificación, organización y


funcionamiento, constituyen la gestión. El desempeño de la gestión va íntimamente ligado
al concepto mismo de bibliotecas. Durante mucho tiempo, la función de la biblioteca fue
conservadora y la gestión de la misma, generalmente confiada a eruditos: gestionar la
biblioteca se limitaba a preservar a los libros de su deterioro físico. A este concepto
bibliotecario le siguió, con la democratización de la enseñanza, la concepción pedagógica
que contemplaba la biblioteca como un centro de aprendizaje, y en consecuencia su gestión
estaba encaminada a proporcionar al usuario una serie de conocimientos, generalmente con
carga moralizante.

La biblioteca del siglo XX es una biblioteca orientada hacia la difusión de la información y


su gestión se dirige a procurar mantener informado al usuario de cuanto sea de su interés.
Pero las últimas tendencias en la gestión se inclinan a concebir la biblioteca como una
empresa, con bienes, producción, personal y tareas orientados hacia la consecución de unos
determinados beneficios, bien que éstos no sean materiales y, en algunos casos, ni siquiera
mensurables cuantitativamente. Las bibliotecas así concebidas deben responder a un
cuidadoso sistema de gestión, que comienza en la planificación de la misma y tienen el
último eslabón en la evaluación continua de los servicios prestados, siempre en relación con
los objetivos propuestos.
Aspectos de la gestión
La gestión es siempre una tarea compleja en la cual intervienen varios aspectos que se
relacionan entre sí determinando su desarrollo mutuo y condicionando los resultados
obtenidos. Estos aspectos, a su vez, determinan la gestión de la biblioteca, que seguirá unas
orientaciones u otras en función de ellos.Los distintos condicionantes a tener en cuenta son
los siguientes:
A) Situación administrativa. La gestión de una biblioteca depende en primer lugar de su
situación administrativa. Tanto las Guidelines de la IFLA como el Manifiesto de la
UNESCO insisten en que la biblioteca pública es un servicio social que debe estar
asegurado por ley: la naturaleza de esta ley dependerá de la naturaleza del Estado que la
promulgue. Así, las bibliotecas públicas pueden provenir de la iniciativa privada o ser
competencia exclusiva de la Administración; en este caso a su vez, pueden depender de la
Administración central, autonómica o local. Una organización excesivamente centralizada
tiende a burocratizar las bibliotecas, mientras que una excesivamente descentralizada tiende
a la dispersión y dificulta la cooperación. Las bibliotecas especializadas tienen muy
distintos estatutos jurídicos; las de centros docentes siguen el destino de estos; las
bibliotecas nacionales son perfectamente únicas. En cualquier caso, el bibliotecario debe
tener acceso al órgano administrativo responsable, la posibilidad de adaptar los objetivos
comunes a su propia situación y la admitir colaboración privada.

B) Análisis de sistemas. La organización de una biblioteca implica un verdadero análisis


de sistemas, para determinar los objetivos, fijar el orden y la fluencia de las operaciones y
para su evaluación y corrección en curso (feedback). Se trata de acompasar las necesidades,
los objetivos y los recursos, reduciéndolos a estimaciones cuantitativas en todos los casos
en que sea posible, pero estimando que los aspectos cualitativos tienen mucha importancia
en el desarrollo de los servicios bibliotecarios. La organización es tanto más compleja
cuanto más amplios sean los objetivos y más grandes los recursos.
La organización consiste en identificar los trabajos, fijar su curso u orden, determinar los
niveles de especialización que necesiten y asignar el personal encargado de su realización.
Organizar cuantitativamente los trabajos no es tarea fácil, porque resulta difícil encontrar la
medida de las tareas bibliotecarias. La verdadera ciencia de gestión consiste en disponer el
flujo de los trabajos de forma que el control se convierta en autocontrol y desaparezcan las
acumulaciones de trabajos en aquellos sectores cuya realización resulte especialmente
penosa.

C) Presupuesto. Una buena parte de la gestión descansa en la adecuada ordenación de los


medios y ello depende de la ordenación económica denominada presupuesto. Existen tres
tipos de presupuestos:
-Línea a línea. Se basa en el presupuesto inmediatamente anterior, no se refiere
directamente al servicio ni es progresista; por lo general se limita a actualizar lo ya
existente.
-Por programas o de resultados. Se apoya en los servicios que van a prestarse y se asienta
sobre medidas o unidades de trabajo y costos unitarios.
-De base cero. Fija el gasto en función del desarrollo que se espera obtener y justifica toda
solicitud de fondos, es decir, toda actividad.
El bibliotecario español no suele tener que responder de la confección de un verdadero
presupuesto para su biblioteca, sino más bien de una indicación de necesidades, que viene a
ser una especie de proyecto de presupuesto: ello tiene como consecuencia que a menudo la
planificación oficial se encuentre alejada de las verdaderas necesidades. La obligación de
establecer un presupuesto anual implica el conocimiento de los costos, el estudio de las
necesidades y la previsión de servicios y es el primer elemento de control de la gestión
realizada.

El presupuesto ordinario se suele desglosar en gastos corrientes, de personal y de equipo.


Los gastos de personal alcanzan normalmente más del 50% del total presupuestado, aunque
en las bibliotecas españolas no acostumbra a ser responsabilidad del bibliotecario, ya que el
personal tiene, en la mayoría de los casos, el estatus de funcionario. Los gastos corrientes
afectan a todos aquellos elementos que se renuevan en cada ejercicio -adquisiciones,
funcionamiento, comunicaciones, material fungible, etc. Los gastos justificados por la
compra de elementos permanentes, que suelen variar en cada ejercicio son los llamados
gastos de equipo.

D) Evaluación de resultados. Si el presupuesto mira hacia el futuro, la evaluación de


resultados mira hacia el pasado, aunque con vistas al futuro y al mejoramiento de la tarea
bibliotecaria. Trata de sopesar los resultados y los avances, de darlos a conocer y de sacar
las conclusiones oportunas. Para ello se cuenta con tres instrumentos fundamentales: las
estadísticas, los informes y las memorias anuales.

La biblioteca supone un costo económico cada vez más alto para quien la sostiene: por ello
está obligada a justificarse , bien con la demostración del aprovechamiento y el rendimiento
de los medios empleados, bien con el reconocimiento de la necesidad de rectificar la
organización. Entre los resultados de una biblioteca hay muchos susceptibles de medida
cuantitativa y otros de carácter cualitativos que pueden ser analizados. Las tablas
estadísticas permiten la medida de los resultados: su interpretación lleva al análisis de los
mismos.
-Estadísticas. La recogida de datos estadísticos es función de las bibliotecas, pero su
elaboración, interpretación y representación gráfica es obra de especialistas, que deben
trabajar en los órganos centrales. Los datos recogidos pueden referirse a la colección, los
usuarios, los costos, el personal, los trabajos y otros muchos aspectos. Pero los datos sólo
tienen valor si, analizados debidamente, desembocan en decisiones. La valoración de los
mismos se obtiene, en primer lugar de su comparación con los objetivos de la biblioteca,
reflejados en su organización y presupuesto; pero también admiten una valoración relativa,
mediante la comparación de los diferentes bloques de datos: relación colección/uso, o
gasto/ usuario, etc. Finalmente, pueden recibir una valoración más absoluta en función de
normas cuantitativas aceptadas internacionalmente.
-Informes. Las estadísticas no son suficientes para la medida del rendimiento de la
biblioteca, en parte por su relativa limitación a la hora de profundizar en los datos. Esto,
unido a la necesidad de hacer una recolección de datos con fines determinados, aconsejan
que las bibliotecas utilicen también los informes y las encuestas, que pueden ser realizados
por personal o empresas especializadas.
-Memorias. La memoria sólo puede ser redactada por quien domine el panorama total de la
biblioteca, porque se trata de hacer en ella la descripción completa de la misma, con su
situación, su crónica, y sus intenciones y proyectos. El conjunto de memorias constituye la
base para la historia de la biblioteca.

El proceso de gestión
Para Van Slype, en su obra Conception et gestion des systémes documentaires, las
bibliotecas y centros de documentación deben entenderse como empresas desde el punto de
vista de su gestión. Esta queda establecida por dos funciones básicas que determinan el
proceso a seguir: definir la política bibliotecaria y hacerla aplicar y escoger los
instrumentos que la harán posible.
A) Política bibliotecaria. La política bibliotecaria es el conjunto de fines y objetivos que
determinan la planificación y desarrollo del sistema. Se orienta en tres direcciones,
mercado, producción y personal.
-Mercado. Atiende a la oferta y la demanda de los servicios, que a su vez, quedan
determinados por varios factores: clientes-usuarios (tipo de usuarios reales y potenciales,
necesidades expresas de los mismos, motivaciones, etc); productos (selección de los
servicios, calidad de los mismos, disponibilidad y coste); distribución (acceso de los
usuarios a los servicios y ampliación del campo de ambos); tarifas (problemática diversa de
acuerdo con la situación administrativa de la biblioteca).
-Producción. Se orienta a la elección de los productores de los servicios que se van a prestar
(autoproducción, especialización, etc), su tratamiento (manual, mecánica, automatizada) y
el equipamiento necesario para ello (elección, adquisición y distribución).
-Personal. Son los encargados de poner en marcha todo el proceso. Es preciso atender a su
contratación (contratos temporales o definitivos, arrendamiento de servicios, consultores,
etc), a su formación a corto y medio plazo (incluyendo actualización profesional), a la
motivación (incentivos, calidad de prestaciones, promoción, distribución de tareas, etc) y a
la política de carrera y estatus profesional.

B) Instrumentos de gestión. Los instrumentos de gestión son las herramientas que


permiten hacer funcionar el sistema de acuerdo con los objetivos trazados de antemano, así
como su evaluación y corrección. Son de dos tipos: medios de producción y medios de
control.
-Medios de producción. Son los medios encaminados a asegurar la elaboración de los
productos ofrecidos, en este caso los servicios bibliotecarios que se proponen. Son de tres
tipos:
1) Medios humanos: es tarea del gestor definir las funciones mediante enumeración y
análisis de las mismas; evaluar el trabajo realizado; determinar el nivel de conocimientos
reales y el nivel exigible sobre las materias tratadas; estimar el nivel de competencia
individual y por equipos: y repartir las diversas tareas. La relación entre el gasto y los
medios humanos a su disposición puede seguir un esquema vertical u horizontal. Ambos
tienen sus ventajas e inconvenientes y cada uno es adecuado según el sistema: la elección
de uno u otro responde más al tipo de tarea que al tipo de biblioteca. Actualmente se tiende
cada vez más a establecer un tipo de relación mixta, que, permitiendo una estructura en
cierto modo piramidal en el establecimiento de responsabilidades, admita a la vez una
comunicación horizontal que favorezca los intercambios y permita el reparto de
compromisos.
2) Medios de equipo: son los instrumentos materiales con los que se elaborarán los
productos o servicios: máquinas de escribir, de tratamiento, material de oficina e
informático,etc. Entendiéndolos bajo esta acepción, los bienes de equipo más importantes
de una biblioteca son sus fondos (libros, revistas, audiovisuales, etc) y los elementos que
nos permiten su acceso a ellos (catálogos, ficheros, thesaurus, etc,).
3) Locales: tipo de edificio, condiciones del mismo, tamaño, posibilidades de ampliación,
construcción, mantenimiento, etc.
-Medios de control. Los medios de control permiten la comprobación del grado de
satisfacción que ofrecen los servicios prestados así como la correspondencia entre objetivos
propuestos y objetivos alcanzados. Son de tres tipos:
1) Control del medio: conocimiento de los usuarios y sus necesidades, conocimiento y
utilización de las fuentes de información y uso de técnicas adecuadas.
2) Control del sistema: estudio de los costes y presupuestos ajuste de ambos (coste de
adquisiciones, tratamiento, difusión etc); estimación de los retrasos detectados (globales y
analíticos) y diagnosis de sus causas; comprobación del grado de saturación de los medios.
3) Control de la interacción de los medios y el sistema: comprenden las acciones
encaminadas a evaluar la calidad de los servicios, la elaboración de estadísticas de
funcionamiento, control del presupuesto mediante la planificación y la contabilidad y la
simulación de la gestión (práctica consistente en el análisis de las prestaciones potenciales
de un sistema y previsión de la evolución del mismo).
Organización, mantenimiento y control de fondos de la biblioteca

Introducción
La organización de los fondos
La signatura
Fondos utilizados antes de recibir la signatura
Fondos utilizados después de recibir la signatura
Catalogación y clasificación
Mantenimiento de los fondos
Control

Introducción
La organización de los fondos de una biblioteca es la última operación a realizar antes de su
utilización por el usuario y actúa como puente entre el tratamiento técnico y la
disponibilidad real de un documento. El mantenimiento y control permiten asegurar tanto
su permanencia como su vitalidad.

La organización de los fondos


La organización de los fondos consiste en la ordenación que de los mismos se hace en una
biblioteca y depende tanto de la magnitud y tipo de fondos como del tipo de biblioteca, la
estructura de la misma, los servicios que presta y la organización de estos servicios. Así
pues, la ordenación de los fondos no será la misma si la biblioteca es de depósito o de
acceso directo, si los fondos son libros, publicaciones periódicas o audiovisuales, o si la
biblioteca es pública, universitaria o escolar.

La signatura
La organización de los fondos comienza por asignarle un lugar preciso en la biblioteca a
cada uno de los documentos que la componen. Este lugar queda indicado por la signatura
topográfica, dato que indica la ubicación del documento.

La signatura es un signo compuesto de cifras, letras o la combinación de ambas, que sirve


para identificar el lugar de un documento dentro de una colección. Sirve para colocar y
recolocar el libro, para unirlo con el asiento bibliográfico, a veces para unirlo con el
registro y, en ciertos casos, para su identificación -códices muy famosos y valiosos. Es
tarea anterior a su ordenación, pero ésta determina aquella. La signatura debe ser asignada
simultáneamente al libro y a su asiento bibliográfico, controlada y mantenida al máximo.
Puede identificar a una unidad bibliográfica o a una unidad física. Cada biblioteca sigue su
propio sistema de signación, pero ésta debe responder a los principios de individualización
y simplicidad.
La signatura topográfica se anota en el exterior del libro mediante el tejuelo, etiqueta que se
coloca en el lomo de forma bien visible, en el interior del documento -en la portada- y en su
ficha catalográfica: la inscripción en estos dos últimos lugares se hará con lápiz, ya que una
redistribución de los fondos provocará el cambio de signatura, por lo que será necesario
borrar y anotar de nuevo. También se indicarán en la bolsa para el préstamo y su ficha
correspondiente.

Con las fichas de los documentos ordenados por su signatura se elaborará un catálogo
topográfico, lo cual permitirá su localización y recuperación rápida: el catálogo topográfico
será de exclusivo uso interno del personal de la biblioteca. Antiguamente era el verdadero
inventario de la biblioteca; hoy día se utiliza para el recuento periódico de los fondos. No
todos los fondos necesitan recibir la signatura antes de su uso, por lo que conviene
distinguir su modo de organización.
A) Fondos utilizados antes de recibir la signatura. Son fundamentalmente las publicaciones
periódicas. Cuando estas se reciben en la biblioteca, y una vez hechas las oportunas
diligencias de comprobación y contabilidad, se inscriben en el registro de publicaciones
periódicas (cardex), se los cataloga, clasifica y se los dota de una signatura provisional o
número de exposición. Una vez hecho esto, se ponen a la disposición del público en
estanterías o expositores. Pasado un plazo establecido, diferente según el tipo de
publicación y su periodicidad, se los retira de los expositores para formar volúmenes,
generalmente mediante su encuadernación. Una vez organizados en volúmenes, se les dota
de signatura definitiva y se estructuran siguiendo las normas de la biblioteca
correspondiente.

B) Fondos utilizados después de recibir la signatura. Son prácticamente todos los demás
fondos, así como las publicaciones periódicas una vez organizadas en volúmenes. La
signatura responde al tipo de ordenación de la biblioteca, que puede estructurarse de la
siguiente manera:
-Organización sistemática. Los libros se ordenan de acuerdo con el sistema de clasificación
adoptado por la biblioteca (C.D.U., L.C.C., etc). En este caso la notación indica no sólo
dónde está colocado el documento, sino la materia de que se ocupa, ya que la signatura
responde al número de clasificación.
La organización sistemática suele completarse con la alfabética -por nombre de autor-
dentro de cada categoría, suele incluir también las publicaciones periódicas y desde luego
va destinado a permitir el libre acceso a los fondos. Sus mayores ventajas son las de
facilitar el uso y eliminar mediadores entre libro y usuario y acelerar la información. Su
inconveniente radica en mezclar fondos activos e inactivos y en la necesidad de disponer de
gran cantidad de espacio libre.
-Ordenación por numerus currens. Consiste en la organización por secuencia numérica: en
su extrema pureza bastaría con utilizar el número de registro, sistema que podría utilizarse
en depósitos cerrados, con abundante espacio y posibilidad de crecimiento sólo en una
dirección; de hecho, la escasez de espacio obliga a tener en cuenta también otras
características, como suele ser el formato y crear distintas secuencias. En realidad, nunca
existe una sola secuencia de numerus currens.
-Ordenación por grupos. Los libros se ordenan por materias muy amplias, cuyo número es
muy variable y está determinado por el número de unidades físicas del depósito.
-Otros tipos de ordenación. La ordenación alfabética, por nombre de autores y títulos
anónimos, generalmente usada para complementar otro sistema fundamental -sola se utiliza
en la Lending Division de la British Library; la ordenación cronológica, resulta de los casos
en que el numerus currens es el mismo registro y éste está encabezado por los dos últimos
dígitos del año en curso; la ordenación por formato, obligada en los casos de ordenación
mecánica, si no destinando diversas partes del depósito a cada formato, al menos sí
diferentes baldas de cada estantería.

Catalogación y clasificación
Los documentos recibidos en una biblioteca deben catalogarse y clasificarse en el momento
de su recepción y antes de ponerse a disposición del usuario.

La catalogación es el conjunto de operaciones bibliotecarias necesarias para la descripción


completa del documento y va acompañada de la signatura topográfica. Las operaciones
incluyen la catalogación descriptiva y la catalogación por materias, además de la
determinación del punto de acceso principal y de la asignación de los encabezamientos
secundarios. El resultado de la catalogación es un registro o asiento catalográfico.

La clasificación es la operación que permite la división de documentos en grupos


establecidos de antemano de forma sistemática, y se realiza mediante la asignación de un
código que indica la materia del mismo.

Una vez realizadas estas operaciones se elaboran los catálogos bibliográficos, que son listas
ordenadas de las piezas que constituyen el fondo de la biblioteca. Los catálogos permitirán
conocer los fondos de que dispone el centro, tanto en su totalidad como en cuanto a
criterios determinados -obras sobre un tema, títulos de un autor, ediciones de una obra, etc.-
y son el instrumento básico para el acceso al documento.

Mantenimiento de los fondos


El mantenimiento de los fondos de una colección se basa en las operaciones que garantizan
su permanencia, integridad y durabilidad y tiene dos aspectos, la prevención -orientada
hacia el futuro-, y la restauración -consecuencia del pasado. No es la función principal de la
biblioteca, pero es imprescindible para asegurar el cumplimiento de las demás. Consta de
diversos aspectos:
A) Colocación de los materiales en instalaciones adecuadas y en la posición debida. La
colocación de los libros suele ser vertical, descansando sobre su pie, pero esto no es
aplicable a todo tipo de documento e incluso determinados libros de gran formato pueden
resentirse de su propio peso. Las publicaciones periódicas requieren expositores especiales
antes de su encuadernación por volúmenes. Las estanterías pueden ser de madera o metal,
aunque estas últimas se están imponiendo por su mayor resistencia al fuego y estabilidad;
en los depósitos cerrados son muy útiles las estanterías compactas por el ahorro de espacio
También pueden necesitarse vitrinas cerradas para la exposición de determinados
documentos, especialmente aquellos fondos de gran valor, archivadores para fotografías,
estampas, etc., muebles para la conservación de discos, etc. En general, todo tipo de
documento sobre soportes especiales debe estar protegido del polvo, la humedad y la luz en
muebles especiales.
B) Medidas de protección. Están encaminadas a defender los fondos de cualquier
elemento que los deteriore o destruya. Estos pueden ser:
-Agentes químicos: acidez, humedad, contaminación ambiental, etc.
-Agentes físicos: luz, altas temperaturas, peso del libro, etc.
-Agentes orgánicos: bacterias, insectos, roedores, etc.
-Agentes humanos: provocan roturas, desgastes, robos, etc.
-Accidentes y catástrofes: incendios, inundaciones, terremotos, etc.

Dado que los agentes que amenazan al libro son numerosos y variados, las medidas
encaminadas a protegerlos lo serán también: abarcan desde el control de la temperatura y
humedad hasta la instalación de sistemas antirobo y son siempre preventivos.
C) Restauración. La restauración de un documento está reservada para aquellos ejemplares
valiosos o de difícil reposición. La mayoría de los fondos de una biblioteca no necesitan
servicios especiales de restauración, pero en todo caso es una tarea que debe dejarse
siempre en manos de especialistas y huir de las restauraciones "caseras" que generalmente
causan más daño que beneficio al libro.
D) Encuadernación. Es la serie de trabajos necesarios para asegurar la unión y dotar de
cubierta a un conjunto de hojas, pliegos o cuadernos. La encuadernación de los documentos
de una biblioteca puede responder a tres tipos de necesidades:
-Necesidad de reparación de la cubierta o el cosido de las hojas.
-Prevención para documentos muy utilizados y dotados de una encuadernación débil.
-Publicaciones periódicas.

La conveniencia o no de disponer de un taller propio de encuadernación depende en todo


caso del tipo de biblioteca, del presupuesto de que se disponga y del número de
encuadernaciones que se realicen anualmente.

Control
El control de los fondos de una colección supone el conocimiento actualizado de la
situación y el estado de dichos fondos. Comprende dos aspectos bien diferenciados:
A) Control físico: conocimiento de la existencia, grado de deterioro y disponibilidad de los
documentos. Se lleva a cabo mediante una serie de operaciones:
-Control de adquisiciones: mantenimiento al día de los ficheros de pedido y de proveedores,
así como de las entradas y registros de nuevos documentos, y cotejo de ambos.
-Control de préstamo: actualización diaria de las fichas de préstamo, con datos suficientes
sobre el documento prestado, el usuario, la fecha de préstamo y la caducidad del mismo, así
como de los documentos no devueltos en el plazo y reclamaciones realizadas.
-Control periódico de los fondos de libre acceso, comprobando su existencia, integridad
física y estado de conservación. Se debe prestar especial atención a la sección de referencia
y a las publicaciones periódicas.
-Recuento periódico de fondos: al menos una vez al año se hará el inventario general de la
biblioteca para comprobar el estado y existencia de los fondos.
B) Control intelectual: serie de operaciones destinadas a conocer el grado de utilización de
los documentos de la biblioteca, su vitalidad y obsolescencia. Comprende los siguientes
aspectos:
-Conocimiento de la utilización de los fondos, mediante el establecimiento del número de
servicios que realizan por año y duración activa del documento.
-Conocimiento de la pertinencia y actualidad de los documentos. Es muy variable y
depende básicamente del tipo de documento. La literatura clásica es durable a largo plazo,
las ciencias sociales a medio y la literatura científica especializada tiene un alto índice de
obsolescencia.
-Control de los documentos que deben ser expurgados y sustituidos por otros por su falta de
utilización.
-Control de lagunas: se establece en función de las demandas no satisfechas, y de las
desideratas de los usuarios, considerando exclusivamente aquellas que se ajusten al tipo de
biblioteca a que se dirigen.

El control de los fondos es siempre más difícil en las bibliotecas de libre acceso. En todo
caso, la utilización de sistemas informatizados ayuda enormemente a establecer un
control más estricto de la circulación de los fondos, aunque para la recogida de datos
no hay más alternativa en las bibliotecas o secciones de libre acceso que el uso de
cuestionarios de evaluación, y la aplicación de leyes bibliométricas.

You might also like