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Sus teorías sobre el saber, el poder y el sujeto rompieron con las concepciones
modernas de estos términos, por lo que es considerado un postmodernista. Aunque a
Foucault no le interesaba la etiqueta, argumentando que prefería discutir la definición
de 'modernidad'. Sus primeras obras (Historia de la locura, El nacimiento de la clínica,
Las palabras y las cosas, La arqueología del saber) seguían una línea estructuralista,
pero se le considera generalmente como un postestructuralista debido a que a pesar de
que compartía con el estructuralismo algunas líneas de pensamiento, careció siempre de
la pretensión de cientificidad característica de esta corriente, recalcando el abismo que
se abre entre "las palabras y las cosas". Además de estos libros, se han (OH) publicado
transcripciones de algunos de sus cursos dictados en el College de France y numerosas
entrevistas (OHMERO).
Poder [editar]
Foucault trata principalmente el tema del poder, rompiendo con las concepciones
clásicas de este término. Para él, el poder no puede ser localizado en una institución, o
en el Estado, está determinado por el juego de saberes que respaldan la dominación de
unos individuos sobre otros al interior de estas estructuras. El poder no es considerado
como algo que el individuo cede al soberano (concepción contractual jurídico-política),
sino que es una relación de fuerzas, una situación estratégica en una sociedad
determinada. Por lo tanto, el poder, al ser relación, está en todas partes, el sujeto está
atravesado por relaciones de poder, no puede ser considerado independientemente de
ellas. El poder, según Foucault, no sólo reprime, sino que también, produce efectos de
verdad y produce saber.
Foucault distingue dos técnicas de biopoder que surgen en los siglos XVII y XVIII:
Discursos [editar]
Desarrolló una Teoría del discurso, que utilizó para problematizar instituciones como
hospitales, manicomios, prisiones y escuelas. Su análisis no se centra únicamente en el
aparato coercitivo y en su funcionamiento, sino en los discursos, es decir, el lenguaje de
las disciplinas que definen qué es un ser humano. Se trata de los lenguajes de la
burocracia, de la administración, de la medicina o del psicoanálisis; en definitiva, los
lenguajes del poder —los cuales no son descriptivos sino normativos, puesto que
definen y disponen— tienen el poder de excluir al individuo del cielo de la sociedad y
de determinar las condiciones de su admisión en ella: capacidad jurídica, conciencia
moral, formación, o disciplina. Al igual que Theodor Adorno, plantea el binomio de
lenguaje y poder, y denomina discurso a estos sistemas de dominación con límites y
competencias perfectamente definidos.
Foucault explica que el nacimiento de la clínica privada lo llevaron a cabo para evitar la
"mirada pública" del médico, la que constituía al paciente en un objeto de estudio
universal, para el futuro, para otra generaciones, para el desarrollo de la ciencia. Los
ricos, digamos, elaboran la clínica para resguardarse de la mirada impúdica de la
ciencia, y llevarse sus enfermedades, fiebres y miedos con ellos.
Publicado en 1966, empieza con una larguísima discusión de Las Meninas del pintor
español Diego Velázquez, en atención a su complejo juego de miradas, ocultamientos y
apariciones. De ahí desarrolla su argumento central: que todos los periodos de la
historia poseen ciertas condiciones fundamentales de verdad que consituyen lo que es
aceptable como, por ejemplo, el discurso científico. Foucault argumenta que estas
condiciones de discurso cambian a través del tiempo, mediante cambios generales y
relativamente repentinos, de un episteme a otro.
Las palabras y las cosas, profunda reflexión sobre el ser hablante, o mejor dicho ser
hablado, el universo humano y la posibilidad humana de conocimiento, se inspira en la
lecturas de Foucault de la obra de Jorge Luis Borges. Les mots et les choses es una obra
capital, dentro de la significativa labor intelectual de Michel Foucault, y puso al autor
en el primer plano intelectual en la historia del pensamiento. Jean-Paul Sartre criticó a
Foucault como el 'último bastión de la burguesía' a propósito de esta obra de gran
importancia.
Surveiller et punir: Naissance de la prison se publicó en 1975. El libro empieza con una
descripción muy gráfica de la ejecución pública del parricida Damiens en 1757. Contra
esta, Foucault expone una prisión gris, 80 años después y busca entender cómo pudo
ocurrir tal cambio en la forma de castigar a los convictos en un período tan corto.
Estas dos formas de castigo tan contrastantes son dos ejemplos de lo que Foucault llama
"tecnologías de castigo". La primera, la tecnología de castigo 'monárquica', consiste en
la represión de la población mediante ejecuciones públicas y tortura. La segunda, el
"castigo disciplinario", según Foucault, es la forma de castigo practicada hoy día. El
castigo disciplinario le da a los "profesionales" (psicólogos, facilitadores, guardias, etc.)
poder sobre el prisionero: la duración de la estancia depende la opinión de los
profesionales.
Foucault compara la sociedad moderna con el diseño de prisiones llamadas
"Panopticón" de Jeremy Bentham (que nunca fue construida, pero sí fue tomada en
cuenta): en el panopticón, un solo guardia puede vigilar a muchos prisioneros mientras
el guardia no puede ser visto. El oscuro calabozo de la pre-modernidad ha sido
reemplazado por la moderna prisión brillante, pero Foucault advierte que "la visibilidad
es una trampa". Es a través de esta óptica de vigilancia, dice Foucault, que la sociedad
moderna ejercita sus sistemas de control de poder y conocimiento (términos que
Foucault considera tan íntimamente ligados que con frecuencia habla del concepto
"poder-conocimiento"). Foucault sugiere que por todos los niveles de la sociedad
moderna existe un tipo de 'prisión continua', desde las cárceles de máxima seguridad,
trabajadores sociales, la policía, los maestros, hasta nuestro trabajo diario y vida
cotidiana. Todo está conectado mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres
humanos por otros, en busca de la 'normalización'.
En español: