You are on page 1of 4

“Las mujeres y el desarrollo humano

El enfoque de las capacidades.”


Martha C. Nussbaum

Capítulo 1. En defensa de los valores universales.

I. La exigencia de normas transculturales.

Un feminismo internacional que pretenda conseguir sus


objetivos de forma rápida se ve en la necesidad de hacer
recomendaciones que superen las fronteras culturales, de raza,
religión, etc. En su texto, Nussbaum pretende establecer
comparaciones interculturales con el objeto de encontrar puntos
transculturales sobre los que incidir. Esta tarea presenta muchos
problemas, ya que se corre el riesgo de influir en los individuos a
través de la formulación de los conceptos y de los argumentos. Por
esto son necesarios conceptos más amplios, que abarquen un
espectro mayor de contenidos, sin que ello suponga que se alejan de
la realidad. Resumiendo, los términos empleados no deben ser de uso
cotidiano pero deben poder describir fenómenos de la realidad
mundial. Así, puede afirmarse que la teoría, vista como la disciplina
del lenguaje, es muy importante para la práctica, vista como el plano
de la realidad. No obstante, ello no evita que los conceptos
empleados en un ámbito cultural determinado no sean fácilmente
extrapolables a otros, máxime si son culturas que han sido oprimidas
por otras.
Así, los intentos feministas de emplear el lenguaje universal de
los derechos humanos, de la justicia o de funcionamiento humano se
encuentran forzosamente con críticas de occidentalización y
colonización, aún cuando las categorías universales sean introducidas
por mujeres que viven y trabajan dentro de la nación en cuestión,
como sí por el mero hecho de volverse críticas contra su propio
sistema hiciera que se convirtieran en títeres de la élite occidental
(entendida como fuerza opresora). En otras palabras, las mujeres que
proclaman ideales de libertad e igualdad, que están recogidos en los
textos constitucionales de sus respectivas naciones (como por
ejemplo la Constitución de India), se les suele acusar de renegar de
su propia cultura en pos de ideales foráneos, occidentales con el fin
de desacreditar sus opiniones, de acallar sus voces.
Para la autora, decir que las mujeres en países como India eran
felices antes de que fuesen corrompidas por las ideas occidentales
muestra una grave ignorancia, al igual que creer que la idea de los
derechos de la mujer y su igualdad con el hombre tiene su origen en
EEUU es falaz porque, por ejemplo, mientras que en EEUU no era
posible llegar a alcanzar acuerdos jurídicos referentes a la libertad de
la mujer, India aprobó una enmienda de esta índole en 1951. Esto
hace surgir la pregunta acerca de si es correcto emplear un marco
universal para analizar los distintos desarrollos o si, por el contrario,
no sería más correcto hablar de una pluralidad de marcos diferentes.

1
Esto es importante ya que en muchas ocasiones los desarrollos
teóricos se ven afectados de forma negativa por una incapacidad
para apreciar las diferencias culturales que existen entre los distintos
casos, ya que se dejan de lado particularidades, creando grupos
excluidos y elementos olvidados. En general, pues, todo feminismo
debe estar atento a los temas que la gente tiene realmente ante sí, y
a la historia actual de esos temas, probablemente más compleja.
Por lo tanto, la controversia que debe contestar el feminismo
queda configurada de la siguiente manera: si bien no es posible evitar
considerar las particularidades de los sistemas que se estudian, es
preciso que ciertos términos de caracterización de los mismos sean
comunes.

II. Tres argumentos: cultura, diversidad, paternalismo.

Al proponer un marco universal para evaluar la calidad de vida


de las mujeres, nos enfrentamos con tres argumentos que merecen
ser considerados.
El primero de estos es el denominado argumento de la cultura.
Esta idea afirma que las mujeres indias están condicionadas por una
serie de normas poderosas que les imponen guías de conducta desde
hace siglos. No podemos afirmar, sin embargo, que estas pautas sean
malas, ya que sería priorizar el modelo occidental, cuya superioridad
dista mucho de estar probada. Por ende, existe el riesgo de que las
feministas que adoptan esta idea se coloquen a sí mismas en una
posición de superioridad respecto de las mujeres del tercer mundo.
Nussbaum contesta a este argumento afirmando que las
mujeres occidentales, si bien no tienen el sistema perfecto, viven en
condiciones de dignidad superiores a las mujeres del tercer mundo,
que sufren de abusos intolerables por parte de sus respectivas
sociedades. Tampoco cabe afirmar que las tradiciones sean correctas
sólo por ser costumbres de cierto arraigo, ya que una cosa no implica
la otra. La autora afirma que aún cuando las mujeres parezcan
satisfechas con el sistema en el que viven, es necesario hacer un
análisis en profundidad para alcanzar conclusiones de mayor
fiabilidad. Destaca la importancia de los grupos de desarrollo
femenino, que suelen encontrar resistencia al principio pero al final
terminan ayudando a las mujeres que forman parte de ellos a ver que
sus sistemas son opresivos, y que el cambio es una mejora en sus
condiciones vitales. Finalmente, termina rebatiendo el argumento de
las tradiciones afirmando que, si bien India tiene una tradición
arraigada de normas machistas, también tiene un largo historial de
resistencia femenina frente a ellas, resaltando el hecho de que esta
resistencia haya motivado todos los avances que India ha
experimentado en materia de derechos de la mujer.
La identificación de una cultura con elementos arraigados
puede esconder una forma de imperialismo o chauvinismo. Así, estos
valores tradicionales justifican moralmente la dominación de unos
grupos sobre otros. Apelar a ciertos valores únicamente crea una
visión parcial del mundo: cultura India es tanto el machismo como los

2
movimientos de liberación que apoyan tanto hombres como mujeres.
Uno podría intentar restaurar el argumento de la cultura refiriéndose
a la idea del relativismo cultural, según la cual los conceptos que se
aplican a cada cultura tienen que provenir necesariamente de ella
misma, a lo que Nussbaum contesta que el relativismo es una idea
demasiado flexible, ya que, por ejemplo, las ideas marxistas nacieron
en la British Library, pero influyeron de forma incontestable en Rusia,
Cuba, Camboya, etc.1El relativismo sufre además de una importante
desconexión con la realidad física, ya que impide conectarse con los
medios con los que se organiza actualmente la sociedad. Además,
presenta la siguiente pregunta:¿por qué seguir ideas locales en lugar
de las que consideremos las mejores?
Claramente el argumento de la cultura falla. Pero es necesario
estudiar otras dos objeciones que surgen a la utilización de conceptos
universales.
El primero de los dos es el argumento del bien de la diversidad.
Esta idea sostiene que el mundo es bello gracias a la pluralidad
cultural que hay en él (comparable a la variedad lingüística),
entendiendo que limitar esa variedad supone un empobrecimiento del
mundo en general. Nussbaum empieza a rebatir esta idea afirmando
que, a diferencia de los idiomas, las pautas de conducta culturales sí
que pueden dañar a la gente, por lo que su relevancia es obviamente
mucho mayor que la de las lenguas, pudiéndose además querer que
se preserven las particularidades lingüísticas y no por ello apoyar
prácticas degradantes a inhumanas. Es preciso, por lo tanto, ver si los
valores en cuestión merecen ser preservados en pos de un mundo
más rico, o cual precisa de un conjunto de valores que apoye esta
identificación, lo cual es un argumento que justifica claramente la
búsqueda de valores universales que propone la autora.
El último argumento es el argumento del paternalismo, que
afirma que la utilización de una serie de normas pretendidamente
universales que se imponen al resto de individuos supone una
limitación de su libertad como agentes, ya que son ellos mismos los
que mejor pueden decidir sobre lo que les concierne. Nussbaum
afirma, para empezar, que este argumento, lejos de ser incompatible
con la teoría de los valores universales, apoya uno que resulta
primordial: la libertad de cada uno para pensar y elegir por sí mismo.
Retomando el ejemplo de India, la autora afirma que todo el sistema
resulta “paternalista” al no permitir que determinados grupos elijan
cómo vivir su vida. La libertad, resumiendo, no acaba cuando se
tienen derechos plasmados en un papel, sino que es necesario estar
en una posición que permita hacer uso de los derechos que se
tengan, lo cual, a su vez, exige una serie de desarrollos
institucionales que incluyen la aceptación de las reivindicaciones de
las mujeres. Esta idea está vinculada con el pensamiento Rawlsiano
de que una sociedad justa es aquella en la que el Estado interviene
para igualar a las personas en el punto de partida sobre el que luego

1
En este punto, cita a Aristóteles: “En general, todos buscan el bien, y no lo que acostumbraban sus
antepasados”.

3
edificarán por sí solos su futuro. Por lo tanto, Nussbaum vuelve a
presentar la idea de los conceptos universales afirmando que la
libertad pasa por reconocer a todos una serie de derechos comunes
sobre los que luego puedan desarrollarse de manera diferente. Como
Kant, ve a cada persona como un fin en sí misma, pro lo que las
consideraciones que deban hacerse sobre la sociedad deben hacerse
sobre cada individuo del mismo modo. Si aceptamos esta idea,
debemos consagrar que la política no debe poder instrumentalizar a
los individuos, sino que debe respetarlos por su valor absoluto como
individuos.

You might also like