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ANALOGIA
En derecho, es el método por el que una norma jurídica se extiende, por
identidad de razón, a casos no comprendidos en ella.
Tipos de la analogía
Hay distintos tipos de analogía:
1. La analogía legis
2. La analogía iuris
La primera consiste en que el intérprete acude a una norma jurídica concreta
de la que extrae los principios aplicables al supuesto de hecho, que siendo
semejante al que contempla dicha norma jurídica carece sin embargo de
regulación. La segunda supone que el intérprete acude a varias normas
jurídicas para de su conjunto extraer los principios aplicables al supuesto de
aplicación. Analogía no se debe confundir con la interpretación extensiva. En
la analogía el intérprete descubre una norma no formulada.
La analogía es la aplicación de la ley a situaciones no contempladas
expresamente en ella, pero que sólo difieren de las que sí lo están en
aspectos jurídicamente irrelevantes, es decir, ajenos a aquéllos que explican
y fundamentan la ratio juris o razón de ser de la norma.
Cuando aplica analogía, resuelve con una ley casos similares
La Analogía es un razonamiento fundamentado en la "similitud" o
"semejanza"; ésta consiste desde el punto de vista lógico en: "concluir un
caso por lo que de otro semejante hemos concluido".
Es, además, una herramienta para interpretar leyes poco claras o confusas.
La relación analógica es de CAUSA Y EFECTO: la primera palabra, bostezo,
puede ser un efecto de la segunda palabra, aburrimiento. Al leer las
opciones, tanto la (A), la (B), la (C) establecen el mismo patrón analógico:
soñar puede ser un efecto de dormir; la ira puede ser un efecto de la locura;
la sonrisa puede ser un efecto de la diversión. en el caso de las expresiones
(E) y (D), al aplicar la relación analógica se descartan con facilidad: el rostro
no es un efecto de la expresión, y la impaciencia no es un efecto de la
rebelión. Para hallar la opción que contenga la relación similar a la del par en
mayúsculas, se debe precisar aun más la relación analógica, esto es ¿qué
distingue la relación de causa y efecto del par de palabras en mayúsculas
que sea similar a la relación de una de las opciones? Se llega entonces a
entender que bostezo es una señal física que ocurre como efecto del
aburrimiento, lo que permite descartar la (A) y la (B) e identificar la (C) como
la respuesta correcta: la sonrisa es una señal física que surge como efecto
de la diversión.
I.- Analogía en general.
La palabra "analogía" proviene de la palabra griega a n a l o g i a
compuesta de la partícula a n a = reiteración - comparación; y de la palabra l
o g i a = logos, palabra, razón. De esta manera "analogía" significa
comparación o relación entre varias razones o conceptos.
Los latinos, a su vez, tradujeron la palabra analogía por proportio =
proporción. Santo Tomás escribe al respecto: "La proporcionalidad no es otra
cosa que la igualdad de proporciones, o sea, que esto respecto de esto tiene
una proporción igual a la de aquello respecto de aquello; la proporción por su
parte no es otra cosa que la relación de una cantidad a otra ( In V Ethic., lect.
5. N. 939).
En el sentido usual, común, la palabra analogía equivale a semejanza. Pero
la semejanza entraña no solo la relación de conveniencia entre las cosas que
se dicen semejantes sino también disparidad o diferencia, es decir, se le
llama semejante porque además de tener algo en común tienen algo en que
difieren. Y esto es propio de la analogía: las cosas análogas coinciden en
parte y en parte discrepan (cf. Seminario de Santo Tomás, apuntes de clase).
Semejanza es diferente de identidades igualdad. En este sentido Santo
Tomás aclara que "Lo idéntico es lo uno en la sustancia, la igualdad, lo uno
en la cantidad y lo semejante lo uno en la cualidad" (In IV Met,. Lect. 2, n
561) de esta manera la unidad entraña semejanza pero no igualdad, por lo
que la analogía es aquel tipo de predicación (predicado) en la que un
nombre común se toma según significaciones semejantes, es decir, en parte
iguales y en parte diferentes ocupando un lugar intermedio entre la
univocidad y la equivocidad.
Decimos que es la parte intermedia porque conviene con la univocidad en la
unidad del nombre y en la semejanza de las significaciones ligadas a dicho
nombre; pero difiere en cuanto no se trata de una semejanza perfecta
(igualdad), sino de una semejanza imperfecta (desigual). Mientras que
conviene con la equivocidad en la unidad del nombre y en la desemejanza
de las significaciones ligadas a él; pero a su vez difiere a razón de tratarse
de una desemejanza parcial, no total.
Por lo dicho anteriormente la analogía se centra en la significación de los
nombres. Esta significación se puede tomar de dos maneras: en sentido real
y en sentido lógico. La significación real apunta a la cosa por el acto de
existir dotada de realidad, es una esencia o una forma que existe en la
realidad representada por un concepto Formal todo lo que es. Mientras que
el aspecto lógico apunta a la representación que logramos formarnos de la
cosa; partiendo de que es real, pero subjetivo; y como representación es
algo ideal o lógico pero como objeto del sujeto que la piensa y le otorga
ciertas propiedades como la abstracción la universalidad, etc.
II.- División.
De esta manera nos enfrentamos a las clases de analogía que se dan a partir
de la significación. En primer lugar se encuentra la analogía de atribución
dada entre dos términos comparados entre sí, una forma con otra. Pero
puede ser que la forma significada se encuentre solamente en uno de los
sujetos a los que se aplica el nombre, y que se llama primer analogado y a
los otros que tienen cierta relación con éste se les llame analogados
secundarios. Estos últimos establecen su relación con orden de prioridad y
posterioridad.
Un ejemplo, la palabra "militar" se aplica propiamente a las personas que
son entrenadas para la guerra o situaciones de conflicto; pero también es
aplicada a los uniformes, armas, edificios, etc. sin que estas cosas posean el
oficio por si mismas, pero se relacionan con las personas que las poseen.
Este tipo de analogía es llamado de atribución extrínseca. Santo Tomás la
denomina "según la intención y no según el ser" (Cf. Garcia López Jesús,
Estudios de Metafísica Tomista, p. 50)
Pero también puede suceder que la forma significada pueda aplicarse a
todos los sujetos partiendo de uno que es el principal. Por ejemplo, el bien se
aplica principalmente al fin, que es el bien por excelencia y al que las
personas tienden, pero este se aplica secundariamente a los medios que
llevan a su realización puesto que se apetecen en orden al fin. Esta analogía
es llamada de atribución intrínseca. Santo Tomás la llama "según la
intención y según el ser" (Ibídem).
En un segundo lugar se encuentra la analogía de proporcionalidad que
puede ser de dos modos: la proporcionalidad propia y la metafórica. La
proporcionalidad propia es la semejanza de dos o más relaciones o
proporciones; por ejemplo, cuando la relación de conocimiento que hay entre
los sentidos y los objetos sensibles es semejante a la que hay entre el
entendimiento y los objetos inteligibles; y en ambos casos el nombre de
"conocimiento" puede ser aplicado. Santo Tomás dice:
"Un nombre puede ser aplicable de dos maneras: primero propiamente, y en
segundo, por semejanza (o impropia). Es aplicable propiamente cuando se
toma según toda la significación del nombre. Es aplicable por semejanza
cuando se toma solamente algo de lo que se incluye en la significación del
nombre. Así el nombre de "león" se aplica propiamente a todos aquellos
individuos en los que se encuentra la naturaleza significada por ese nombre;
pero se aplica por semejanza a aquellos individuos que tienen algo de
leonino, como la audacia o la fortaleza, a los cuales se les llama
metafóricamente leones"
( Suma Theo., I, Q. 13, a. 9).
Por otro lado la proporcionalidad metafórica se da cuando la relación
significada se realiza de una manera propia en una de las relaciones y la otra
sea metafórica. Por ejemplo, la palabra "visión" designa, de manera propia,
la relación que hay entre el sentido de la vista y el objeto propio de dicho
sentido, pero se aplica de manera metafórica para designar la relación que
hay entre el entendimiento y algún objeto para designar, describir la
realidad.
III.- Analogía del acto.
Partimos de la afirmación de que la noción del acto es análoga. Primero con
una analogía de atribución intrínseca, cuyo primer analogado es el ser o acto
de ser aplicado a todo lo que existe per se. Pero también con una analogía
de proporcionalidad propia.
El acto de mayor plenitud es el ser real primer analogado y en
consecución a éste se encuentra el acto más deficiente que es el
movimiento sucesivo sin embargo el primero en conocimiento.
Como el movimiento es el acto más deficiente del ser también en su
interior posee la capacidad de ser el primer analogado según la
cualidad de dicho movimiento. Así el movimiento instantáneo se
actualiza en el movimiento sucesivo y lo supera dando lugar a la acción
transitiva que contiene toda la actualidad del movimiento y la supera.
Esta acción transitiva se identifica con la pasión en cuanto es emanada
de un sujeto o agente que está en acto para realizar la potencialidad de
la pasión.
Pero este agente, al ser creado, posee la imperfección al actuar por lo
que su acción necesita del paso de la potencia al acto dando como
resultado que este en respectividad para estar en acto para ciertas
cosas o en potencia para algunas otras. Solo en el ser perfecto, donde
hay identificación del ser, no se supone tal paso de la potencia al acto
ya que es acto puro de lo contrario se remitiría al infinito cayendo en un
círculo vicioso sin posible solución.
Mientras que la operación es el acto de un ente en acto, en cuanto que
la acción no pasa (pasión) o no sale del agente y no se encuentra en el
paciente o aquel que recibe el movimiento o cualidad de ser movido.
Esta operación no se traduce en efecto exterior producción sino que lo
esencial es la perfección del agente. Sin embargo la operación se
asemeja al movimiento en cuanto que es algo dinámico como la volición
y el querer.
Santo Tomás escribe al respecto:
"El acto de la facultad aprehensiva no se dice tan propiamente
movimiento como la acción del apetito; pues la operación de la facultad
aprehensiva se consuma en que las cosas aprehendidas estén en el que
aprehende; pero la operación de la facultad apetitiva se completa en
que el que apetece se inclina a la cosa apetecible" (Suma Theo., I, q.
81, a.1)
Pero, qué es lo que identificamos con el primer analogado; se podrá
decir que esto lo constituye la forma que es un acto más perfecto y más
pleno que la operación del agente. Pero no la forma accidental sino la
sustancial que conforma lo más radical de la sustancia. Así es imposible
que la acción de cualquier criatura se identifique con su sustancia. Pues
la acción es solamente la actualidad de la facultad operativa, como el
ser es la actualidad de la sustancia o de la esencia.
Pero aún si la forma entraña la dinámicidad del movimiento no
constituye el primer analogado ya que la forma es la determinación del
ser y no parece que sea lo más perfecto que pueda realizar la acción y
la operación.
"La forma en cuanto forma no dice causa activa, pues la acción significa
algo que sale del agente, pero la forma en cuanto tal significa la
perfección de aquello en que está y en lo que descansa. Por eso la
forma no es principio de obrar, sino mediante la facultad operativa" (De
Veritate, q. 2, a. 14).
Después de lo anterior concluimos que el seres el acto de todos los
actos; por lo que contiene en sí la actualidad de los demás actos por no
estar determinado a un tipo de acto sino que es acto por ser. El ser es lo
más intimo a cada cosa ya que alimenta la acción por que ésta
pertenece sólo a los sujetos existentes, a los que tienen ser real. El ser
tampoco es la forma ya que la forma es determinación pero el ser no es
determinado; si fuera determinado sería una actualización restringida
pero el ser contiene toda forma.
Sin embargo, con esta unión, la forma determina al ser y lo restringe o
lo limita, pero el ser actualiza las potencialidades de la forma para su
acción; por lo que el obrar sigue al ser siendo este el primer analogado
del acto al contener la actualidad del movimiento, la acción, la
operación y la forma del agente.
a. Analogía de atribución intrínseca.
b. Analogía de proporcionalidad propia.
Si hablamos que la proporcionalidad es la relación de dos cosas por su
semejanza es oportuno encontrar la semejanza entre las relaciones que cada
tipo de acto tiene con su potencia. En primer lugar nos ocuparemos del
movimiento sucesivo que tiene una triple relación; primero con el sujeto que
se mueve; segundo con la forma en cuanto término del movimiento
(potencia - acto) y tercero con la forma en cuanto es origen del movimiento
que desemboca en la acción. Pero esta última la desechamos por qué se
limita al movimiento en cuanto originado y origen.
La primera relación, acto - potencia, es establecida en cuanto el ente esta en
acto con respecto al paciente, pues el movimiento es el acto del ente en
potencia por el simple hecho de que necesita ser actualizado por algo en
acto.
Mientras que el movimiento se relaciona al acto y la potencia dentro de la
acción del agente, la forma tiene con la materia una relación de acto y
potencia. Y así como la forma puede ser sustancial y accidental, así también
la materia puede ser primera o segunda. La materia primera guarda una
relación con la forma sustancial con una relación semejante a la que el
paciente tiene con el movimiento (Cf. Garcia López Jesús, op. Cit p. 162)
Por otra parte la materia segunda, que es la sustancia corpórea, se relaciona
con la forma accidental como el paciente la tiene con el movimiento y como
el agente se relaciona con las potencias operativas y estas con las
operaciones y acciones.
Por último consideramos al ser en el que todos los otros actos y potencias se
hallan en relación de potencia y acto con semejanzas y desemejanzas.
La conclusión que de esto se desprende es que la analogía del acto recae en
el ser en cuanto que unifica las potencialidades del agente y constituye la
perfección del mismo por lo que ni el movimiento, la acción, la forma, son los
elementos constitutivos del carácter analógico del acto, que llamamos
propiamente acto de ser.
Es importante considerar la parte de la analogía de Santo Tomás ya que nos
proporciona una herramienta para evitar las discusiones inútiles y precisar el
sentido de los conceptos o nombres que puede que por lo subjetivo de cada
personase incurra en errores de comprensión y por lo tanto desvirtúe la
realidad. Por lo que alcanzo a comprender, la analogía, puede resultar un
elemento que trascienda la conceptualización y pueda ser aplicado en el
orden pragmático con implicaciones sociales e incluso para llegar a
soluciones más propositivas, es decir, poder aplicar la analogía como
herramienta concreta en la vida del hombre.
Que de alguna manera se realiza ya que el hombre hace relaciones según lo
bueno y lo malo, lo provechoso y lo desagradable, lo útil y lo inútil… analiza,
deduce partiendo de un valoro proposición para llegar a una conclusión de
grados de bien según el valor señalado como eje de la acción.
Por lo que al acto de ser se refiere es notorio que en las criaturas, al no
identificarse su acto de ser con la esencia, su semejanza recae en el ser por
ser aplicado a todo lo que existe y la parte analogada sería las múltiples
diferencias que se establecen en las especies y aún dentro de ellas, según el
grado de perfección o lo cercano que se encuentren al sol (Dios). Tanto la
analogía de proporcionalidad propia y la de atribución intrínseca son la clave
para establecer la relación del acto de ser.
Se desechan las otras por el hecho de que: la analogía de proporcionalidad
impropia no fundamenta una de sus relaciones en algo real sino metafórico,
aún si la primera relación es real la otra no puede considerarse como tal
contando con que su significación parte de la realidad. Mientras que la
analogía de atribución extrínseca se desecha por el hecho de que no se
aplica lo de primer analogado en las criaturas ya que todos los entes
participan del ser, es cierto que se podría considerar al primer analogado
como el absoluto, pero como hablamos de criaturas entonces no es aplicado.
FRANCIA:
Es en Francia y gracias a Napoleón, que los principios generales del derecho
retoman su importancia, empero no llegan a alcanzar fuerza de ley, sino sólo
reconocimiento de su utilidad.
Es de anotarse aquí la importancia que en ese momento histórico tuvieron,
Napoleón prevé acertadamente la necesidad de dar al juez una opción para
que se supla correctamente la carencia de las leyes, pero no solo fueron
tomados en cuenta los “principios generales” como en el les conocía, sino
además se contaban con las máximas de derecho natural, con la equidad
natural, con la ciencia, el derecho romano, el derecho común, las antiguas
costumbres y finalmente los principios generales
GENERALIDADES.
Hace tres décadas se afirmaba que el tema referido a los principios
generales del Derecho era uno de los más discutidos. Hoy puede continuar
siendo discutido y discutible, aunque estimamos que poca atención se ha
puesto al respecto.
Se afirmaba también que fue poco estudiado y difundido. No parece haber
acuerdo, no porque se hayan creado los ámbitos y las posibilidades de
discusión, sino porque aisladamente cada cual ha dado su opinión, no pocas
veces de un modo parcial.
Se había estimado que los principios generales del Derecho son máximas o
axiomas jurídicos recopilados históricamente; o son los dictados de la razón
admitidos legalmente, como fundamento inmediato de sus disposiciones.
Según puede observarse, en estos dos puntos de vista, el primero se vincula
más a la historia, sin establecer jerarquía ni vinculación con los diversos
ordenamientos nacionales; y, en el segundo, se trataría sólo de su admisión
legal como fundamento inmediato de la ley, sin considerar los principios
fijados en ella o en la constitución escrita de una determinada comunidad
nacional.
Se ha presentado al reconocimiento de los principios generales del Derecho
como una autorización o invitación de la ley para la libre creación del
Derecho por el juez. En este caso la ley le dice a los jueces:"Pueden crear
Derecho mediante los principios generales". En otro punto de vista,
constituyen el medio utilizado por la doctrina para librarse de los textos
legales que no responden ya a la opinión jurídica dominante. Es decir, no
considera, tampoco, la posible inserción legal del principio, y es producto de
la creación doctrinaria para actualizar la ley según la opinión jurídica
dominante, por lo cual sobreestima el papel de la doctrina.
Asimismo se los ha conceptuado como normas generales del Derecho,
expresión concreta del Derecho natural, reglas universales de que la razón
especulativa se sirve para encontrar soluciones particulares justas y
equitativas cual los preceptos del Derecho.
Igualmente, se los consideró un derecho universal común, general por su
naturaleza y subsidiario por su función, aplicando como supletorio a las
lagunas del Derecho. Según el Código Civil Español, reformado en 1974, los
principios generales del Derecho se aplican a falta de costumbre o ley, sin
perjuicio "de su carácter informador del ordenamiento jurídico"; lo mismo el
artículo 16 del Código Civil de la República Argentina: puede recurrirse a
ellos si no se puede recurrir a las leyes. Aunque no es correcto señalarlos
como derecho universal común, sí interesan las normas citadas a ambos
códigos, que marcan el carácter o función subsidiaria, a no ser que el
principio sea una norma sancionada formal y sustancialmente.
Por lo puntualizado hasta aquí y por lo que señalaremos más adelante, no se
alcanza todavía a conceptuar cabalmente y de modo óptimo a los principios
generales del Derecho; con los elementos anotados líneas arriba podría
componerse congruentemente una idea aproximada, pero no una definición,
categoría rígida que excluye componentes y que, por tal, se enerva con los
cambios dinámicos que se producen en el ordenamiento jurídico-legal.
Carlos Santiago Nino ve, en los principios generales del Derecho, una técnica
dogmática para justificar soluciones originales. En nuestra opinión, los
principios pueden señalar contradicciones en el ordenamiento legal, llenar
lagunas, perfeccionar el Derecho, o crearlo, introducir en éste contenidos
mayores de justicia, interpretar con más precisión al Derecho, sustituir
normas inaplicables o ineficaces, etcétera.
Empero, según dicho autor, la dogmática muestra con los principios su
compatibilidad con el derecho legislado y su función de reformulación,
salvando sus imperfecciones formales y adecuándolo a los estándares
valorativos vigentes.
"Los juristas se ocupan de sistematizar el orden jurídico, reemplazando
conjuntos de normas por principios más generales y pretendidamente
equivalentes a ellas. De este modo se logra una mayor economía del
sistema, presentándolo como un conjunto de pocos principios, cuyas
consecuencias lógicas es más fácil determinar", sostiene Nino.
Nosotros creemos que los principios no tienen que pretenderse siempre
como equivalentes a las normas pues si fuese así serían superfluos o
discutibles, a no ser que se los utilice sólo por lo que son, en una opinión
filosófica, esto es causa o fundamento. Nino admite, sí, que el jurista, en
ocasiones, va más allá de la norma, con la consideración del principio.
Estos conceptos y algunos otros, ya citados, crean el convencimiento de que
el juez tiene legitimación para crear Derecho, bajo ciertas circunstancias y
con razonables condicionamientos. Y, en todo caso, debería tratarse de los
principios generales o específicos, en su caso correspondientes al orden
jurídico nacional, al ser de una nación y a la conciencia jurídica del pueblo.
Esto último no excluye la posibilidad de considerar como principio jurídico
general a cualquier principio que sea congruente con los presupuestos
mencionados. De otro modo: un principio general del Derecho extranjero
puede ser coincidente con el espíritu de nuestro pueblo y con nuestro
ordenamiento jurídico. La filosofía jurídica brinda ejemplos, al respecto.
PRINCIPIOS DEL ORDEN JURÍDICO
Hemos de considerar principios, de un modo general, rescatando opiniones
de la filosofía jurídica y de la ciencia del Derecho, de un modo comparado y,
entonces, sin limitar la exposición a nuestro país; algunos de estos principios
han gozado de general aceptación en la Argentina.
Podrá verse como algunos nos resultan comunes y cómo es posible su
creación, razón mediante; cómo pueden confundirse o fundirse con valores;
o cómo se nutren en los distintos orbes del saber, del sentimiento y la
conciencia.
A- PRINCIPIO ONTOLÓGICO.
La libertad es lo primero: todo lo que no está prohibido está permitido.
Denominado "principio de clausura".
No requiere que esté legislado, es un principio necesario de todo orden
jurídico. Pero sucede que este principio no llena las lagunas normativas,
pudiendo haber conductas que no estén prohibidas ni estén permitidas y que
interesan por sus consecuencias respeto a terceros o a la sociedad y no
tienen una solución adecuada en el mundo normativo, de una sociedad
jurídicamente organizada. Recuérdese que para Kelsen no puede haber
lagunas en el Derecho y el "principio de clausura" armoniza con la teoría
kelseniana.
En el ordenamiento jurídico-positivo en Argentina está contenido en la
Constitución de la Nación, en el artículo 19, última parte:
"Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley,
ni privado de lo que ella no prohíbe".
Las lagunas existen, ciertamente, pues el orden normativo puede no
contener normas prohibitivas ni permisivas respecto de numerosos
comportamientos. ¿Quién puede asegurar válidamente que estamos
autorizados a desenvolver en absoluto todas las acciones no prohibidas?
Solamente Kelsen y los kelsenianos.
Se argumenta: si es permitido no es prohibido, de modo que podría
traducirse el principio del siguiente modo: "Todo lo que no está prohibido, no
está prohibido". Se trata de repetir un mismo pensamiento de distinta
manera, esto es una tautología.
B- PRINCIPIO DE RESPETO
Desenvuelto por Rudolf Stammler, partidario del neokantismo de la Escuela
de Marburgo. Para Stammler, el Derecho no puede estar vinculado a
contenidos empíricos determinados, pues entonces sus normas carecerían
de validez universal. Ello no significa que el Derecho sea independiente de la
sociedad. El derecho ostenta universalidad y formalidad (el Derecho es la
condición lógica de la ciencia social), lo que se hace patente especialmente
en lo que Stammler llama "el Derecho justo", esto es, el Derecho que posee
propiedades objetivas no basadas en condiciones históricas dadas o en
propósitos que tiene una comunidad con respecto al futuro. Según Stammler
(ver Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía), dicha idea del Derecho es la
única que puede hacer posible la unidad jurídica de una comunidad y aun la
visión de todas las comunidades sociales como un todo sometido a normas
objetivamente válidas. Sobre este cimiento, menciona dos principios: el de
respeto y el de solidaridad.
El primero, como principio de un Derecho justo tiene dos facetas:
a) Una voluntad no debe quedar a merced de lo que otro arbitrariamente
disponga; y
b) Toda exigencia jurídica deberá ser de tal modo que en el obligado se siga
viendo al prójimo.
C- PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD
Contiene dos reglas:
a) Un individuo jurídicamente vinculado no debe nunca ser excluido de la
comunidad por la arbitrariedad de otro; y
b) Todo poder de disposición otorgado por el Derecho sólo podrá excluir a los
demás del tal modo que en el excluido se siga viendo al prójimo.
D- PRINCIPIO DE EFECTIVIDAD.
Se refiere al curso del ser, coincidente con el deber ser que la norma
expresa.
Toda norma tiene un máximo de cumplimiento en la comunidad (principio de
efectividad) para que sea una norma verdadera.
E- PRINCIPIO DE LA INVIOLABILIDAD DE LA PERSONA HUMANA.
No se puede imponer cargas no compensables sin el consentimiento. Es un
principio individualista. Se basa en Kant: las personas son fines en sí mismas
y no pueden ser utilizadas como medios para beneficio de otros; los
individuos son separables e independientes, lo que hace que no se puedan
tratar los deseos e intereses de diferentes personas como si fuera los de una
misma persona, aunque se deban sacrificar intereses en aras de otros, más
importantes ( interpretación que hace Carlos S.Nino).
(Como se observa, los principios aunque sea superfluo expresarlo- son
relativos, no son absolutos.)
En nuestra opinión, tal interpretación es aceptable, pero no debe separarse
el bien individual del bien común y la prevalencia es del bien común, pero
esto no implica que invariablemente en aras del bien común se impongan
cargas no compensables; a veces coinciden el bien individual con el bien
común y existen derechos que no pueden ser afectados: vida, libertad,
integridad, honor, objeción de conciencia. No hay principios puros, todos se
rozan o pueden graficarse con círculos o esferas que se superponen
parcialmente y que han de entenderse dinámicamente, en movimiento
constante, por lo que puede cambiar el alcance o la jerarquía. Con respecto
a la impureza, verbi gratia, el principio ontológico presenta una zona común
con el principio de la inviolabilidad de la persona humana.
F- PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA DE LA PERSONA HUMANA
Pertenece a la filosofía liberal. El Estado diseña instituciones y es neutral
respecto a los planes individuales, pero puede facilitar estos planes. La
persona
Tiene el derecho de realizar actos que no perjudiquen a terceros la
Constitución Nacional y los derechos y garantías de La contrapartida es el
Estado intervencionista. Aquí debería plantearse el tema de si la libertad es
divisible o no. Hay muchas variantes en la filosofía liberal.
G- PRINCIPIO DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA
Una de las formulaciones posibles, dice Nino, expresa que las personas
deben ser tratadas para ciertos fines, sobre la base de sus acciones
voluntarias y no según otras circunstancias, como raza, nacionalidad, sexo,
clase social, creencias, etcétera.
La dignidad se describe como calidades merecedoras de respeto, buen
concepto, decoro, excelencia, normas de conducta recta y proba, buena fe y,
en fin, una suma de condiciones y calidades personales.
H- PRINCIPIO DE DIFERENCIA.
(Según John Rawls, A theory of justice, 1971)
a) Cada persona debe tener un derecho igual al sistema total más extenso
de libertades básicas (de conciencia, de palabra, contra decisiones
arbitrarias, de voto, etcétera), que sea compatible con un sistema similar de
libertades para todos.
b) Las desigualdades sociales y económicas deben ser dispuestas de modo
tal que ellas satisfagan dos condiciones:
- Ellas deben ser para el mayor beneficio de los que se encuentren en la
posición social menos aventajada (este es el llamado "principio de
diferencia"), y
- Ellas deben adjudicarse a funciones y posiciones abiertas a todos bajo
condiciones de una equitativa igualdad de oportunidades.
"La prioridad de la libertad garantiza que nadie pueda ser privado de sus
derechos básicos, en aras de un supuesto beneficio colectivo, si esa
privación no es aceptable para él y no le es compensada con la ampliación
de otras libertades de que él pueda gozar" (Nino, cit.).
Este presunto principio es ajeno a nuestra historia, a nuestra cultura jurídica
y a los contenidos de justicia aún vigentes en nuestro orden jurídico y, por lo
poco que sabemos, si no se nos demuestra fundadamente, debería
impugnarse por lo que sigue:
- Parte de la legitimación de desigualdades, que son profundas y que por su
propia constitución y naturaleza profundiza la injusticia social nacional e
internacional.
- Las desigualdades son dispuestas, es decir, consolidadas por el orden
jurídico.
- No se explica como si están dispuestas y cómo si la economía ha generado
semejantes brechas, la realidad (historia) no demuestra que los socialmente
menos aventajados hayan tenido mejor movilidad social ascendente.
- El concepto de "equitativa igualdad" introduce un elemento de confusión
en el concepto, porque la igualdad es contenido de la justicia, y puede
resultar que la equidad, en este caso, sirva a las desigualdades dispuestas,
lo que es también una contradicción y un absurdo.
I- PRINCIPIO DE MAYOR FELICIDAD
Tiene basamento utilitarista, hedonista, pertenece a una teoría ética
normativa que defiende este solo principio: "La corrección moral de un acto
está determinada por la contribución de sus consecuencias a la felicidad
(entendida como suma de placeres, o satisfacción de deseos, intereses,
etcétera), de todos quienes están afectados por tales consecuencias".
CRITERIOS TRADICIONALES
Tradicionalmente, en los manuales no se incluía a los principios del Derecho,
pero se comprendía por su inclusión en la ley- que tenían jerarquía de ley
cuando ésta los reconocía.
No estaba claro la grada que ocupaban, según los casos, ni se hacía cuestión
con la diferenciación entre principio general y principio especial, en un
cuadro de fuentes del Derecho limitado y, generalmente, su aplicabilidad en
el caso en que no tuviera reconocimiento legal e incluso, en ocasiones,
cuando lo tenía; asimismo, se repetía su invocación sin reflexionar
mayormente sobre su alcance.
Nos pareció, entonces, necesario hacer tales observaciones y distinciones,
para establecer, entre otros conceptos, la jerarquía de unos y de otros, de
los que tienen inserción en la norma básica o legal y los que no la tienen.
Además, asumimos un concepto muy amplio de fuentes del Derecho.
Científica y filosóficamente no caben restricciones, sí cabe determinar la
jerarquía, para la más justa aplicación de la ley.
Se considera fuente, usualmente, a la manifestación del Derecho, no a su
causa. "Fuente" es causa u origen, lo que sucede a la causa y la
exteriorización concreta, como su presencia aún en la hipótesis del Derecho
derogado- como medio para interpretar el Derecho vigente; así se puede
admitir su consideración, no su inserción en una grada del orden jurídico.
Empero, puede ejercer su influjo, en la fundamentación de una
interpretación. Hace a la jurídica, es parte de su sabia, de la historia que
generó una resultante cultural de carácter jurídico.
UBICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO
Han de considerarse fuentes los principios que se dieron históricamente,
contenidos en antiguos documentos o colecciones legislativas; los creados
por el comportamiento social y afincados en la conciencia común o en el
espíritu del pueblo; los sancionados por los órganos públicos del Estado o las
comunidades.
La jerarquía, en el ordenamiento jurídico-positivo dependerá de la
exteriorización que tuvo el principio. El determinado por la ley formal tiene
jerarquía de ley; el establecido por la norma básica tiene estado
constitucional.
De forma que un principio puede ser fuente formal o puede ser fuente
material. La fuente material es la que no alcanzó una concreta formulación
normativa y positiva (es decir la jerarquía de ley sancionada por el órgano
legislativo o de norma básica sancionada por el poder constituyente o
reformador).
Hay supuestos en que la formulación normativa no tiene la fuerza de la ley,
porque se trata de una sentencia o de una norma social integral establecida
por acuerdo social, o es una propuesta de la doctrina.
Tanto el principio formal, como el material, concurren a dotar de fuerza de
convicción jurídica.
La valoración del principio debe hacerse de modo estructural, excluyendo la
rigidez tradicional, con lo que el principio adquiere más entidad.
NATURALEZA DE LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO
La cuestión sobre la naturaleza de los principios generales del Derecho versa
sobre si estos se incardinan o no dentro de las normas jurídicas. Los
principios generales del Derecho son normas jurídicas o son otra cosa.
Para la mayor parte de la doctrina son normas jurídicas, si bien unos
entienden que son normas más generales que las demás, otros que son
normas base o normas directivas o normas indefinidas o normas indirectas
(vid. Cabanillas Gallas, 1977, p. 27).
No obstante, para parte de la doctrina no son normas, son por ejemplo
criterios directivos o pautas orientadoras de normación. De esta opinión son
Betti, aunque «parecía sugerir, no que no fuesen normas, sino que no eran
jurídicamente obligatorias o tan obligatorias como el resto de las normas»
(Prieto Sanchís, 1997, pp. 343 y 344), Larenz, como hemos visto más arriba,
«pero esta posición se explica por una muy restrictiva idea de norma como
conexión entre un supuesto de hecho y una consecuencia jurídica. Si
aceptamos una idea más amplia de norma como proposición sobre lo que
debe ser no hay ninguna dificultad en incluir los principios de Larenz en el
concepto de norma» (Prieto Sanchís, 1997, p. 344) o Villar Palasí (vid. Villar
Palasí, 1975, p. 141).
De otro lado se ha discutido también si los principios generales del Derecho
son la misma cosa que las regula iuris del Derecho romano, mas éstas son
explicaciones breves, formulaciones aclaratorias, de una determinada
decisión jurídica sin valor de principios o normas generales (Reinoso Barbero,
1987, pp. 33 y 34), aunque «con frecuencia los principios generales del
Derecho se formulan como máximas, como regula iuris o como aforismos
jurídicos» (Albaladejo, 12ª. ed. 1991, p. 125), no teniendo nosotros mismos
clara la diferenciación si es que existiera.
Martínez Muñoz, desde una óptica iusnaturalista de la cuestión y apoyándose
en mucho en Dworkin, propugna la tesis de que los principios son
irreductibles a normas y establece numerosas desigualdades entre ellos
(válidas quizá desde la óptica de que los principios generales del Derecho
son normas pero diferenciales de otros tipos de normas), de las cuales
pasamos a señalar sucintamente las, a nuestro juicio, más importantes (vid.
Martínez Muñoz, 1993, pp. 92 y ss.).
1ª. Una diferencia estructural: los principios tienen una estructura más
compleja, pues como elementos ontológicos del Derecho son fundamento
originario del mismo y no presuponen nada jurídico previo, al contrario que
las normas; como elementos cognoscitivos, son independientes y no se
derivan unos de otros, al contrario que ocurre con las normas y, por último,
«en la realización del Derecho los principios son los determinantes de la
actuación jurídica correcta mientras que las normas son el criterio valorativo
de las mismas», ofreciendo «soluciones equitativas cuando la aplicación de
normas a casos singulares suponen la causación de injusticia».
2ª. Una diferencia funcional: las normas funcionan como medida (nomos) de
lo justo, como expresión de mandatos o imperativos y como ordenadoras u
organizadoras de las relaciones sociales, son instrumentales, los principios
determinan la existencia de lo justo y el deber de hacer algo.
3ª. Unas diferencias genéticas: las normas proceden de en la organización
estatal o social y necesitan que una autoridad determine su contenido, los
principios tienen su origen en la propia naturaleza del Derecho y obtienen su
contenido de la misma naturaleza de las relaciones humanas en la que el
Derecho aparece.
4ª. Unas diferencias aplicativas: mientras que las normas se aplican o no se
aplican «las normas son aplicables a la manera de disyuntivas» (Dworkin,
edición de 1993, p. 75) y si se aplican se puede hacer de forma inmediata los
principios pueden aplicarse o no aplicarse en parte y precisan concretarse a
un caso concreto.
5ª. Una diferencia tuitiva en cuanto a su vinculación: mientras que las
normas obligan para garantizar situaciones económicas, políticas o sociales,
los principios obligan en cuanto son imperativos de justicia, para garantizar
ésta. «Llamo "principio" a un estándar que ha de ser observado, no porque
favorezca o asegure una situación económica, política o social que se
considera deseable, sino porque es una exigencia de la justicia, la equidad o
alguna otra dimensión de la moralidad» (Dworkin, ed. de 1993, p. 72).
6ª.- Una diferencia de validez: un principio no pierde su validez por la
contradicción con una norma, lo que sí ocurre en caso de antinomias, donde
una norma desplaza a otra (vid. Dworkin, ed. de 1993, pp. 77 y 78).
7ª.- Una diferencia justificativa: pues las normas siempre necesitan de una
justificación, los principios no.
8ª.- Una diferencia exegética: los principios pueden actuar como criterios
interpretativos de las normas, pero las normas no.
FUNCIONES DE LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO.
INTEGRACIÓN Y LAGUNAS JURÍDICAS
De Castro hablaba antes de la reforma de 1974 de una triple función de los
principios generales del Derecho, como fundamento del orden jurídico,
orientadores de la labor interpretativa y fuente en caso de insuficiencia de
ley y costumbre. Como fundamento cumplen una función informadora:
«Cuando los principios generales del Derecho se observan desde la óptica de
su función informadora, fundamentándola del ordenamiento jurídico,
propiamente deben ser valorados como súper fuente o fuente de las
fuentes» (Arce y Flórez-Valdés, 1990, p. 59) e indirectamente están
presentes en la ley o costumbre aplicables. Como orientadores de la labor
interpretativa cumplen la función de criterio interpretador de ley y
costumbre y como fuente cumple una función integradora. De esta manera
el Código civil español de 1889 señalaba en la redacción original en su art. 6,
párrafo segundo que «Cuando no hay ley exactamente aplicable al punto
controvertido, se aplicará la costumbre del lugar y, en su defecto, los
principios generales del Derecho» y tras la reforma de 1974 el art. 6 fue
sustituido por el art. 1, que en su número 1º. Dispone que «las fuentes del
ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios
generales del Derecho» y en su número 4.º previene que «los principios
generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley y costumbre, sin
perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico» (reconocer
positivamente esta función informadora es, tal vez, influencia del profesor
De Castro).
Este artículo «parece no dejar lugar a dudas respecto a que establece un
sistema jerarquizado de las fuente del Derecho, en el que los principios
generales ocupan el tercer lugar tras la ley y la costumbre y tienen carácter
supletorio respecto a ellas. Ello ha de interpretarse así conforme a la lectura
del artículo y conforme a lo que el propio legislador indicó en la Ley de Base
para la modificación del Título preliminar del Código civil [base primera,
números uno y tres], cuyo valor interpretativo respecto al Texto articulado
resulta evidente, y de acuerdo con lo expresado en la Exposición de motivos
del Decreto que sancionó el texto articulado [Decreto 1836/1974, de 31 de
mayo], y así lo ha entendido la mayoría de la doctrina» (Cantero Núñez,
1993, p. 66, el texto entre corchetes es nuestro). De este modo, los
principios generales del Derecho no sólo se configuran como fuente
supletoria de la ley, sino como fuente supletoria de segundo grado pues se
aplica en defecto de ésta y también en defecto de costumbre (respecto de la
que es fuente supletoria de primer grado).
Consideramos la función integradora la más importante reconocida en el
Código civil español. Dijimos al inicio de este trabajo que el tema de los
principios generales del Derecho se relaciona con el tema de las lagunas
jurídicas y de la plenitud (o compleción) del orden jurídico. Si el Juez debe
resolver en todo caso (así el art. 1.6 del Código civil español señala que «Los
Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en todo caso los
asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes establecido»)
pero no bajo su arbitrio debe encontrar siempre en el sistema para que la
presunción de que el orden jurídico es pleno sea válida una norma para
regular el caso y, por tanto, tiene que proporcionársele un completo sistema
de fuentes. No obstante, se acepta la existencia real o posible de lagunas
(ausencia de norma aplicable al caso), siendo los principios generales del
Derecho, entonces, un medio de completar o de integrar el denominado
«bloque de legalidad» (entendiendo por éste la ley y la costumbre).
Entendemos, entonces, que el Derecho no tiene lagunas ya que dentro del
término «Derecho» tendría cabida, por supuesto, el Derecho natural, la
equidad, etc., ni tampoco tiene lagunas todo orden jurídico, que puede
estimar como forma de integrar el sistema la analogía, bien sea una analogía
legis o una analogía iuris, siendo esta última «el procedimiento con el cual se
obtiene una nueva regla para un caso no previsto no ya por la regla que se
refiere a un caso individual, como sucede en la analogía legis, sino de todo el
sistema o de una parte del sistema, es decir, que este procedimiento no
difiere del que se emplea cuando se recurre a los principios generales del
derecho» (Bobbio, 1991, p. 248). Pueden, sin embargo, tener lagunas la ley,
porque sea inicialmente imperfecta o nazcan nuevas hipótesis, y la
costumbre, por no ser válida para limar la imperfección legislativa o
satisfacer la nueva hipótesis no contemplada por la ley.
En fin, las posibles lagunas del bloque de legalidad se pueden integrar por el
propio orden jurídico de auto integración.