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Datos biográficos
Hombre y conocimiento
Por eso se puede pensar que la mediación es el ámbito propio del análisis
político, en cuanto este plantea dichas mediaciones como objetos, ya que la
exigencia epistemológica del análisis político es el proceso mismo de totalización y
no la totalidad cristalizada o dada [Zemelman,1992-I: 66-67].
Del sintagma “la política como epistemología” [Zemelman, 1992-I: 12] importa la
politicidad del conocimiento mediado por la historicidad del saber a través de la
conciencia histórica y sus mecanismos de crítica problematización y colocación.
Por esa razón “... lo específicamente gnoseológico de la política es su función para
reconocer lo potencial” [Zemelman, 1992-I: 46].7
Por otro lado la "... exigencia de objetividad se puede conceptualizar como una
indeterminación que rompe el límite de las determinaciones mediante el
mecanismo de problematización, y constituye un rescate de la dialéctica, no ya
como especulación filosófica desvinculada de la práctica de investigación, sino
corriente metodológica (en proceso de desarrollo)” [Zemelman, 1992-I: 75].
Por último, para efectuar una crítica a lo habitual del pensamiento partiremos con
la idea de que la conciencia histórica, al ser una de las formas de la subjetividad,
también es una constelación que además de comprender la cognición articula a la
voluntad y la afectividad. La conciencia histórica tiene espacios de
indeterminación, de indeterminación-determinable, ahí radicarán las
potencialidades, de modo que no pueda ser reducida a la conciencia teórica, sobre
todo porque la teoría y la explicación, contenida en ella, son aspectos cristalizados
del pensamiento, adscritos a lo dado.
Para efectos expositivos del presente inciso será importante que partamos de la
diferenciación y articulación entre la experiencia histórica y la epistemológica. En
esa medida en la experiencia histórica: será concebida como “... el recorte de
realidad en que se conjuga lo objetivo, sometido a regularidades, con la capacidad
de construir lo objetivamente posible que no necesariamente lo está” [Zemelman,
1992-I: 35]. De esta manera ella cumplirá un papel fundamental en el sentido de
que “... la lectura de la realidad está mediada por la experiencia dada” [Zemelman,
1989: 72].11 En esa medida la experiencia gnoseológica o epistémica podrá
plantearse en el marco de la epistemología zemelmiana “... como una exigencia de
racionalidad con base en el supuesto de articulación lógica que da cuenta del
movimiento de la realidad histórica”.[Zemelman,1992-II: 54-55].
Por lo demás dos planteamientos zemelmianos que nos permiten articular ambas
formas de experiencia son los siguientes: “La historia como experiencia
gnoseológica que no se agota en un momento, porque en su propio
desenvolvimiento va conformando modos de pensar que trascienden sus propios
marcos problemáticos” [Zemelman, 1998: 53].
Asimismo, en la óptica de la dialéctica instalación-apropiación se avanza hacia “...
una reflexión epistemológica que puede apoyarse en la historia como experiencia
gnoseológica que no se agota en un momento. Porque en su propio
desenvolvimiento contribuye a enriquecer a la razón como un tejido que se va
hilvanando a lo largo de diferentes épocas” [Zemelman, 1998: 54].
Modalidades de experiencia
Concreción
Momento
Coyuntura
Despliegue
Contornos
Parafraseando a Francesco Alberoni, para quien los grandes filósofos son también
grandes artistas, diremos que los grandes epistemólogos también tiene esa
cualidad, esto se aplica a Zemelman, pues a la manera de un Da Vinci plasma los
contornos difusos (sfumato); es decir contorno difuso en la indeterminación-
determinable del despliegue de los sujetos colocados ante una realidad. En este
sentido es significativo el siguiente planteamiento zemelmiano: “La realidad de que
nos ocupamos es difusa en sus contorno, ya que se define solamente en la
medida misma del esfuerzo por construirla” [Zemelman, 1989: 31-32].
... si los sabios perciben contornos y los trazan; los hombres irónicos son
capaces de dibujarlos y, por consiguiente, de transgredirlos... El pensamiento de
Zemelman se orienta, justamente, hacia esa doble pretensión: detectar los
contornos desde el contexto y, con base en coyunturas, trascenderlos.
Contextualizar significa, para él, atender al despliegue participativo de los actores,
guiados por la proyección de opciones de futuro y dispuestas en proyectos
construidos por ellos desde su propia realidad [Romo Torres, 1998: 92].
Conclusiones
Hemos partido de la crítica y la totalidad como formas de razonamiento capaces
de permitirnos colocar la condición existencial del hombre ante el mundo, bajo el
cumplimiento de las exigencias de articulación y mediación.