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ARTESANIAS DE GUAPÁN

Guapán, actual parroquia del cantón Azogues, en su


pasado prehispánico, formó parte de la sociedad cañari.
El padre Juan de Velasco, en su «Historia Antigua», la
identifica como una de las tribus (guapanes) del «Cañar,
grande, igual a Quito...». Recientes estudios etno-
históricos ratifican, a Guapán, en el contexto de los
señoríos y cacicazgos cañaris, que serán asimilados,
luego, bajo el gobierno del curaca, cuando el incario
impone sus primeras formas de dominación. Partícipe,
así, Guapán (guapanes) del mundo cañari, le
correspondió, entonces, las virtudes de su cerámica y
del trabajo en metales preciosos, con los que se
elaboraron joyas y otros objetos; así, como también,
cuchillos, hachas y tumis de oro, cobre y bronce. Igual
trabajaron utensilios diversos en lítica y piedra caliza.
HUECOS Y SEPULCROS

Los cañaris, en general, atendiendo la organización


jerárquica de su sociedad, tuvieron una manera muy
diferenciada de sepultarse en huacas o sepulcros; así,
sus «principales» se enterraban entre grandes tesoros y
cadáveres de sus mujeres y sirvientes, como lo señala el
historiador González Suárez.
En Guapán se ha determinado la existencia de estas
huacas y sepulcros, excepcionalmente grandes y ricos,
como los de Chordeleg, en la provincia del Azuay. Uno,
en especial, ha sido referido por González Suárez, en su
estudio sobre la nación de los cañaris, al señalar que «se
descubrió -en Huapán- un sepulcro famoso del cual se
sacaron centenares de hachas de cobre con diversas
figuras y grabados; y, entre ellas, muchas tenían la for-
ma de loros o papagayos.
El mismo historiador manifestará, además, que, en este
sepulcro, por sus inmensas proporciones, parecía que
allí se hubiera sepultado todo un ejército, y que fueron
tantas las indicadas hachas de cobre que, «pesadas, die-
ron treinta quintales», deduciendo, de lo señalado, el
poder confirmar, «la tradición de la mortandad que, de
los cañaris vencidos, hizo Atahualpa; pues aquel
sepulcro no pudo menos de ser el de algún cacique
enterrado con todos los que podrían llevar armas en su
tribu».
En un importante documento titulado «1.875 Memoria
para la Exposición Internacional de Chile de este Año»,
escrito por el sacerdote mercedario chileno, doctor Benjamín Rencoret, e inserto, por el
doctor Hugo Burgos Guevara, en las Memorias de los Encuentros Nacionales de
Antropología y Arqueología (1997), organizados por la Casa de la Cultura del Cañar, se da
noticia de que, en el año de 1874, «...la señora doña Natividad Izquierdo, del cantón de
Azogues, excavó una huaca en el cuarto vecino de Guapán, y sacó 18 quintales de hachas y
en el número como de 3 000 ...».
LOROS Y PAPAGAYOS

En la referencia que hace el historiador González Suárez, de que muchas de las hachas de
Guapán tenían la forma de loros y papagayos, hemos de encontrar la ratificación de que los
cañaris, raíz primigenia nuestra, dieron a esas aves (guacamayas), un carácter totémico y,
así, sagrado; especialmente en la referencia legendaria de su origen, a través del diluvio.
Ésta es parte de la historia del Guapán antiguo, que la modernidad, a porfía, insiste en
ignorarla; pero que, entrañablemente enraizada en la memoria colectiva de su pueblo,
pervive a pesar del transcurso del tiempo, por sus virtudes. (T.U.V).

NOMBRE: JUAN PABLO GALABAY

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