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Mis apreciaciones sobre el colegio

Trabajar en una escuela no es una actividad común. Realmente son muchos aquellos que
asisten a cumplir una serie de actividades durante una jornada laboral, en donde se pretende
transmitir un conocimiento social , o tal vez individualmente válido, pero que se aleja muchas veces
de la realidad del significado “educar”. Porque educar obedece a una propuesta creada por la
sociedad, responde a una necesidad.

Cuando un docente ingresa a una Institución, reconoce signos que evidencian su propuesta
particular. De manera explícita o implícita, se contempla hacia dónde se debe encaminar el
aprendizaje de los alumnos. La entrada, la recepción, el escudo, las autoridades, nos permiten ver
una secuencia de estilos, construidos a través del tiempo, que responden a un modelo de Institución
que intenta sostenerse a través del tiempo.

Basta mirar nuestro escudo: el corazón de Jesús que representa el amor de Dios por todos y
cada uno de los hombres, es decir la comprensión de las diferencias, de los tiempos y de las
necesidades y situaciones que vive uno y el otro. El amor es transferir esa necesidad de compartir,
una palabra, aliento, aunque también reproche, si la necesidad y el fin lo justifica .

La cruz simboliza la dedicación, la entrega, el símbolo del sacrificio por el otro.

El mundo y el camino es nuestra proyección. Aspiramos a generar formas de caminar hacia un


destino, no visible. No sabemos que hay detrás de ese horizonte. Lo único válido para esas
situaciones nuevas, son las herramientas y los contenidos que sirven como modelo anteriormente
aplicado y cuyos resultados son ya conocidos.

Por último “el campanario”, nuestra realidad tangible, a manera de faro, en el viejo Castelar,
pareciera destacar muchas cosas. Es referencia. Es estilo. Es nuestro arraigo fundacional a la tierra.

Teniendo en cuenta esta reflexión, hoy el Sagrado Corazón sintetiza sus 75 años con el lema
“aprendiendo juntos”. Nos muestra la idea de un docente que proyecta, y una realidad que se le
opone y le cuestiona su validez. Si lo miráramos en esta secuencia, más de uno bajaría los brazos y
no sabría qué hacer. Pero no, ése es el camino. La construcción diaria y compartida es el método más
lógico para movernos en la disparidad de pensamientos, y en la adecuación permanente de lo que
hacemos.

Contar los viejos a los nuevos.

¿Cómo nos sentimos frente a la idea anterior?

¿Qué palabras generadoras deben orientar nuestra tarea en la jornada?.

Las ideas nos marcan un estilo. Este estilo resulta de la construcción conjunta. Esa es nuestra
manera de articular contenidos y métodos.

¿Qué temas considera puntualmente centros de articulación?

¿Por cuál empezamos hoy?

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