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CANCIONES Los caballeros
están casados,
(1921-1924) con altas rubias
de idioma blanco.
CANCIÓN DEL JINETE
Los grillos cantan
Córdoba. por el Oeste.
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande, (La señorita.
y aceitunas en mi alforja. va por lo verde.)
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba. Los grillos cantan
Por el llano, por el viento, bajo las flores.
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando (Los caballeros,
desde las torres de Córdoba. van por el Norte.)
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera, EL LAGARTO ESTÁ LLORANDO
antes de llegar a Córdoba! A mademoiselle Teresita Guillén
Córdoba. tocando un piano de siete notas.
Lejana y sola.
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
CANCIÓN CHINA EN EUROPA
A mi ahijada Isabel Clara El lagarto y la lagarta
con delantaritos blancos.
La señorita
del abanico, Han perdido sin querer
va por el puente su anillo de desposados.
del fresco río.
¡Ay, su anillito de plomo.,
Los caballeros ay, su anillito plomado!
con sus levitas,
miran el puente Un cielo grande y sin gente
sin barandillas. monta en su globo a los pájaros.

La señorita El sol, capitán redondo,


del abanico lleva un chaleco de raso.
y los volantes,
busca marido. ¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
Por el olivar venían,
¡Ay cómo lloran y lloran. bronce y sueño, los gitanos.
¡Ay! ¡ay!, cómo están llorando! Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,


ROMANCERO GITANO ¡ay, como canta en el árbol!
por el cielo va la luna
(1928) con un niño de la mano.
ROMANCE DE LA LUNA, LUNA Dentro de la fragua lloran,
A Conchita García Lorca dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
La luna vino a la fragua El aire la está velando.
Con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando. ROMANCE SONÁMBULO
En el aire conmovido Verde que te quiero verde.
mueve la luna sus brazos Verde viento. Verdes ramas.
y enseña, lúbrica y pura, El barco sobre el mar
sus senos de duro estaño. y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
Huye luna, luna, luna. ella sueña en su baranda,
Si vinieran los gitanos, verde carne, pelo verde,
habrían con tu corazón con ojos de fría plata.
collares y anillos blancos. Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
Niño, déjame que baile. las cosas la están mirando
Cuando vengan los gitanos, y ella no puede mirarlas.
te encontrarán sobre el yunque Verde que te quiero verde.
con los ojillos cerrados. Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
Huye luna, luna, luna, que abre el camino del alba.
que ya siento sus caballos. La higuera flota su viento
-Niño, déjame, no pises con la lija de sus ramas,
mi blancor almidonado. y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
El jinete se acercaba Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde...?
tocando el tambor del llano. Ella sigue en su baranda,
Dentro de la fragua el niño verde carne, pelo verde,
tiene los ojos cerrados. soñando en la mar amarga.
de hiel, de menta y de albahaca.
Compadre, quiero cambiar ¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
mi caballo por su casa, ¿Dónde está tu niña amarga?
mi montura por su espejo, ¡Cuántas veces te esperó!
mi cuchillo por su manta. ¡Cuántas veces te esperara,
Compadre, vengo sangrando, cara fresca, negro pelo,
desde los puertos de Cabra. en esta verde baranda!
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba. Sobre el rostro del aljibe
Pero yo ya no soy yo. se mecía la gitana.
Ni mi casa es ya mi casa. Verde carne, pelo verde,
Compadre, quiero morir con ojos de fría plata.
decentemente en mi cama. Un carámbano de luna
De acero, si puede ser, la sostiene sobre el agua.
con las sábanas de holanda. La noche se puso íntima
¿No veis la herida que tengo como una pequeña plaza.
desde el pecho a la garganta? Guardias civiles borrachos
Trescientas rosas morenas en la puerta golpeaban.
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele Verde que te quiero verde.
alrededor de tu faja. Verde viento. Verdes ramas.
Pero yo ya no soy yo. El barco sobre la mar.
Ni mi casa es ya mi casa. Y el caballo en la montaña.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS
Barandales de la luna (1935)
por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres II
hacia las altas barandas. LA SANGRE DERRAMADA
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas. ¡Que no quiero verla!
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata. Dile a la luna que venga,
Mil panderos de cristal que no quiero ver la sangre
herían la madrugada. de Ignacio sobre la arena.
Verde que te quiero verde,
verde viento verde ramas. ¡Que no quiero verla!
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba La luna de par en par.
en la boca un raro gusto Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño levantaron la cabeza.
con sauces en las barreras. Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
¡Que no quiero verla! que gritaban a toros celestes,
Que mi recuerdo se quema. mayorales de pálida niebla.
¡Avisad a los jazmines No hubo príncipe en Sevilla
con su blancura pequeña! que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
¡Que no quiero verla! ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
La vaca del viejo mundo su maravillosa fuerza,
pasaba su triste lengua y como un torso de mármol
sobre un hocico de sangres su dibujada prudencia.
derramadas en la arena, Aire de Roma andaluza
y los toros de Guisando, le doraba la cabeza
casi muerte y casi piedra, donde su risa era un nardo
mugieron como dos siglos de sal y de inteligencia.
hartos de pisar la tierra. ¡Qué gran torero en la plaza!
No. ¡Qué buen serrano en la sierra!
¡Que no quiero verla! ¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
Por las gradas sube Ignacio ¡Qué tierno con el rocío!
con toda su muerte a cuestas. ¡Qué deslumbrante en la feria!
Buscaba el amanecer, ¡Qué tremendo con las últimas
y el amanecer no era. banderillas de tiniebla!
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta. Pero ya duerme sin fin.
Buscaba su hermoso cuerpo Ya los musgos y la hierba
y encontró su sangre abierta. abren con dedos seguros
¡No me digáis que la vea! la flor de su calavera.
No quiero sentir el chorro Y su sangre ya viene cantando,
cada vez con menos fuerza; cantando por marismas y praderas,
ese chorro que ilumina resbalando por cuernos ateridos,
los tendidos y se vuelca vacilando sin alma por la niebla,
sobre la pana y el cuero tropezando por miles de pezuñas
de muchedumbre sedienta. como una larga, oscura, triste lengua,
¡Quién me grita que me asome! para formar un charco de agonía
¡No me digáis que la vea! junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
No se cerraron sus ojos ¡Oh negro toro de pena!
cuando vio los cuernos cerca, ¡Oh sangre dura de Ignacio!
pero las madres terribles ¡Oh ruiseñor de sus venas!
No. y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
¡Que no quiero verla! al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban, No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
no hay escarcha de luz que la enfríe, No duerme nadie.
no hay canto ni diluvio de azucenas, Hay un muerto en el cementerio más lejano
no hay cristal que la cubra de plata. que se queja tres años
No. porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
¡Yo no quiero verla! y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!


POETA EN NUEVA YORK Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
(1940) Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
VUELTA DE PASEO en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
Asesinado por el cielo, y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal, Un día
dejaré crecer mis cabellos. los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
Con el árbol de muñones que no canta atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.
y el niño con el blanco rostro de huevo.
Otro día
Con los animalitos de cabeza rota veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y el agua harapienta de los pies secos. y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
Con todo lo que tiene cansancio sordomudo ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
y mariposa ahogada en el tintero. A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
Tropezando con mi rostro distinto de cada día. o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
¡Asesinado por el cielo! hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
CIUDAD SIN SUEÑO y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.
Nocturno de Brooklyn Bridge
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie.
No duerme nadie. Pero si alguien cierra los ojos,
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas. ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
Haya un panorama de ojos abiertos GRITO HACIA ROMA
y amargas llagas encendidas. Desde la torre del Crysler Building
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho. Manzanas levemente heridas
No duerme nadie. por los finos espadines de plata,
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, nubes rasgadas por una mano de coral
abrid los escotillones para que vea bajo la luna que lleva en el dorso una almendra de fuego,
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros. peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
LA AURORA y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
La aurora de Nueva York tiene caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
cuatro columnas de cieno que untan de aceite las lenguas militares
y un huracán de negras palomas donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
que chapotean en las aguas podridas. y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,
buscando entre las aristas ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
nardos de angustia dibujada. ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca No hay más que un millón de herreros
porque allí no hay mañana ni esperanza posible. forjando cadenas para los niños que han de venir.
A veces las monedas en enjambres furiosos No hay más que un millón de carpinteros
taladran y devoran abandonados niños. que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
Los primeros que salen comprenden con sus huesos que se abren las ropas en espera de la bala.
que no habrá paraísos ni amores deshojados; El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
saben que van al cieno de números y leyes, debía gritar desnudo entre las columnas,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto. y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
La luz es sepultada por cadenas y ruidos que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
en impúdico reto de ciencia sin raíces. Pero el hombre vestido de blanco
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes ignora el misterio de la espiga,
como recién salidas de un naufragio de sangre. ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños


una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
EL DIVÁN DEL TAMARIT
en la choza diminuta que lucha con la inundación; (1940)
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas CASIDA DE LA MUJER TENDIDA
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
Verte desnuda es recordar la Tierra,
Pero el viejo de las manos traslucidas la tierra lisa, limpia de caballos.
dirá: amor, amor, amor, La tierra sin un junco, forma pura,
aclamado por millones de moribundos; cerrada al porvenir; confín de plata.
dirá: amor, amor, amor, Verte desnuda es comprender el ansia
entre el tisú estremecido de ternura; de la lluvia que busca débil talle,
dirá: paz, paz, paz, o la fiebre del mar de inmenso rostro
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita; sin encontrar la luz de su mejilla.
dirá: amor, amor, amor, La sangre sonará por las alcobas
hasta que se le pongan de plata los labios. y vendrá con espadas fulgurantes,
pero tú no sabrás donde se ocultan
Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto, el corazón de sapo o la violeta.
los negros que sacan las escupideras, Tu vientre es una lucha de raíces,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores, tus labios son un alba sin contorno.
las mujeres ahogadas en aceites minerales, Bajo las rosas tibias de la cama
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube, los muertos gimen esperando turno.
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve, SONETOS DEL AMOR OSCURO
ha de gritar con la cabeza llena de excremento, (1983)
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas AMOR DE MIS ENTRAÑAS, VIVA MUERTE...
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día, Amor de mis entrañas, viva muerte,
flor de aliso y perenne ternura desgranada, en vano espero tu palabra escrita
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra y pienso, con la flor que se marchita,
que da sus frutos para todos. que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte


ni conoce la sombra ni la evita.
corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte. Son guirnaldas de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, entre las ruinas de mi pecho hundido.
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas. Y aunque busco la cumbre de prudencia
me da tu corazón valle tendido
Llena, pues, de palabras mi locura con cicuta y pasión de amarga ciencia.
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

EL AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA

Tú nunca entenderás lo que te quiero


porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero


traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines


esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.


¡Oye mi sangre rota en los violines!
¡Mira que nos acechan todavía!

LLAGAS DE AMOR

Esta luz, este fuego que devora.


Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora


lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.

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