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LA BRUJA

Mi abuelo me cuenta que en el pueblo, cuando él era niño, vivía


una bruja malvada que se divertía muchísimo asustando a los niños. Por las
noches aparecía cubierta con un manto amarillo, sombrero rojo y una larga
cola negra. Su nariz larga tenía, tenía una verruga peluda y de su boca inmensa
salía una gran carcajada. Y sus ojos eran pequeños y rojos ¡Qué fea era!

A veces ponía sapos entre las sábanas o escarabajos en las toallas. Una
vez llenó con culebras y arañas la piñata de un cumpleaños y todos los niños
terminaron llorando.

Pero resulta que en el pueblo había un grupo de niños muy


bandidos y traviesos.

Una de esas noches oscuras en que la bruja salía a divertirse, los


niños más traviesos la estaban esperando con los bolsillos llenos de piedras. La
atracaron y la bruja salió rodando por el suelo; con tan mala suerte, que perdió
su varita mágica y con ella todos sus poderes.

La bruja salió corriendo y los niños la persiguieron hasta


arrinconarla en la plaza. Se formó un gran alboroto y los niños buenos se
acercaron para ver qué pasaba. Ella les dijo que un grupo de niños le habían
perdido su varita. Les pidió que la ayudaran a buscar su varita, pero los niños se
negaron. Y la bruja se quedó sin su varita para el resto de su vida. La bruja sin
su varita era una mujer normal y no volvió a asustar más a los niños.

Recopilado por Ariadna Romero. Se lo contó su


abuelo

EL PATITO FEO

En una hermosa mañana de verano, mamá pata estaba empollando. De


repente, los huevos se rompieron, menos uno. De ellos salieron unos hermosos
patitos. A la hora siguiente se rompió el último huevo. De él salió un feo patito
al que nadie quería, ni siquiera su madre; asique solo y triste se fue a otra
granja. En ella encontró a su abuela. La abuela lo cogió y lo llevó a su granja.
Pocos días después, el patito feo se dio cuenta de que la abuela era mala y que
solo lo quería engordar para luego comérselo. Rápido se fue de la granja y
emprendió viaje. Ya iba a llegar el invierno y el frío. El patito lo pasó muy mal
hasta que llegó la primavera. Al poco tiempo de llegar la primavera, encontró
un estanque en el que vio dos hermosos cisnes. Les preguntó si se podía bañar
con ellos. Los cisnes le dijeron:

- Pues claro, si eres uno de los nuestros.


El pato no se lo creyó y los cisnes le dijeron que se mirara en el reflejo del
agua. Al mirarse , el patito se quedó con la boca abierta y sin palabras. Y el
patito se dio cuenta de que era un cisne y feliz y contento se fue con ellos.

Recopilado por Luis Robles. Contado por su abuelo.

EL LEÑADOR

Érase una vez un leñador que estaba cortando una rama subido a un
árbol. Un hombre que estaba montado en un burro le dijo:

- ¡ Ten cuidado, que te vas a caer!

- ¡ No ¡, te vas a caer tú cuando el burro ventosee.

El burro así lo hizo y el hombre se dejó caer y se hizo el muerto. El


leñador llamó a su mujer y le dijo:

- Señora, su marido ha fallecido. Lo siento mucho.

- ¡Ay!, que me desmayo ¿ Cómo que se ha muerto?

- Sí, está ahí tirado en el suelo. Se ha caído del burro.

- Pues voy para allá. ¡ Espéreme!

Cuando llegó la mujer, el leñador le dio un beso para consolarla . Y el


hombre, que lo vio, dijo en silencio:

- ¡Vaya momento para estar muerto.

Recopilado por Raúl Castañeda. Contado por su abuela

EL RATONCITO QUE QUERÍA IR A LA LUNA

Érase una vez un ratoncito que se llamaba Rompi. Un día por la noche,
Rompi vio una cosa brillante en el cielo. Al día siguiente , Rompi le dijo a su
profesor:

- Ayer vi algo brillante y raro en el cielo

El profesor, que era muy sabio, le dijo

- Eso es la luna.
El ratoncito, sorprendido, desde ese día quiso subir a la luna. Día tras día, le
decía a todo el mundo donde quería viajar. Tan cansino se puso, que sus
amigos le propusieron al águila que subiera a Rompi a la luna; pero el
águila se negó. Los amigos insistieron tanto, que el águila al final consintió.
Rompi se subió sobre el águila, pero cuando iban a mucha altura, ésta le
dijo que ya no podía subir más y lo bajó. Los amigos no paraban de darle
vueltas a la idea, hasta que a un ratoncito se le ocurrió una idea: le dijeron
a Rompi que lo llevarían a la luna, con la condición de que tenía que llevar
los ojos vendados. Lo sacaron al campo, le taparon los ojos y colocaron
cerca un espejo enorme. Pusieron a Rompi en el espejo y como se reflejaba
la luna en el espejo, a Rompi le pareció que estaba allí. Desde ese día
Rompi no volvió a hablar de la luna.

Recopilado por Elena Molina. Inventado y contado por su abuelo.

LOS TRES CERDITOS


Erase una vez tres cerditos que se mudaron; la casualidad quiso que
también lo hizo el lobo.

Los cerditos habían llegado al pueblo en busca de paz y amistad, en


cambio, el lobo lo había hecho en busca de comida.

El mayor de los cerditos vio al lobo, y mientras sus hermanos se


preparaban para hacer las casas les advirtió que hicieran las casas
resistentes porque se acercaba el lobo; pero los hermanos no hicieron caso .
El pequeño hizo una de paja, el otro de madera y el mayor decidió hacer una
de ladrillo.

El lobo que escuchó el barullo, se acercó a ver lo que pasaba. Se


encontró tres casas con tres cerditos dentro. El pobre lobo, desesperado por
comida dijo:

- Preparaos, cerditos.

Primero sopló la casita de paja, que sin esfuerzo se hundió. El cerdito


pequeño salió corriendo a casa del cerdito mediano. Esta vez el lobo tuvo que
soplar algo más fuerte, pero también consiguió derribar la casita del cerdito
mediano. Los dos cerditos se trasladaron a la casa del cerdito mayor, porque
en ella el lobo, por más que soplara no conseguiría que esta casa volara. El
lobo, rendido y derrotado se marchó del lugar. Y mientras se alejaba, los tres
cerditos se reían así:

- Jiiijiiijiii( ronquido), Jiiijiiijiii (ronquido)

Recopilado por Ana Ramírez de 5º. Contado por su abuela


EL RATONCITO BORRACHO
Esta es la historia de un gato y un ratón. El gato, como en todas las
historias, persigue al ratón, que es más rápido y astuto.

Un día, en una de las aventuras del ratón por la casa donde habitaban,
tuvo la mala suerte de caer en una tinaja de vino. El pobre ratón, a duras
penas conseguía mantenerse a flote, pedía auxilio. y ¿ A qué no sabéis quien
le oyó? Pues su “amigo de persecuciones”: el gato. El gato al verlo allí tan
triste, tan desprotegido, tan débil…, pensó: éste es mío. Se relamía pensando
en el banquete que se iba a dar.

-¿Qué pasa, ratón? Ahora no te ríes de mí, ahora estás en mis manos

- ¡Oh! Lindo gatito, sálvame, sácame de aquí, ya no puedo aguantar


más, mis patitas no resisten. Te prometo que si me sacas, soy tuyo y ya no
tendrás que correr más para poder atraparme.

- No me lo creo, pero como eres un ratón de palabra, espero que no me


engañes.

El gato pensó que su banquete estaba cerca ya, que el ratón, que no
dejaba de suplicarle, estaba a punto de ahogarse; asique decidió concederle
su último deseo y lo sacó. El ratón, agradecido, lo besó y lo dejó hablar, hasta
que de pronto…echó a correr, dejando a su salvador con la boca abierta.

- ¡Me has engañado! Me prometiste entregarte si te salvaba.

- Pero bueno, señor gato ¿va a hacer usted caso de un ratoncito


borracho?

El gato se quedó con un par de narices, reconociendo lo tonto que había


sido y lo listo que era el ratoncito. Asique volvieron a subida normal, todo el
día “ ratón que te pilla el gato”

Recopilado por Miguel Blanco de 5º .Contado por su abuela

GARBANCITO
Éranse una vez tres hermanos. El más
pequeño se llamaba Garbancito; se llamaba así
porque era tan pequeño como un garbanzo.

Un día, el padre se fue al campo y se le


olvidó la comida en casa. La madre mandó a
Garbancito a llevarle a comida al padre.

Garbancito fue, pero se perdió entre la


hierba. En ese momento llegó una vaca y se lo comió.

Cuando el padre regresó a casa, la madre le preguntó por el niño y el


padre le contó que no lo había visto. Se fueron a buscarle por el campo
gritando.

-“ Garbancito””Garbancito”¿ Dónde estás?

Y el niño contestaba:

- En la barriga del buey, donde llueve y no se moja.

El padre mató a la vaca y sacó a su niño. Se fueron felices a su casa.


Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Recopilado por Paula Moreno de 5º. Contado por su abuelo

UN MILAGRO DE LA FIEBRE

Era un caserío donde vivía mi abuela. Allí su padre le contó una


historia que le pasó a ella.

Le daba fiebre y su padre, como era muy antiguo sabía una oración
que jamás se la dijo. Por la noche fue al campo, donde encontró cuatro
caminos. Allí dejó una caja de cerillas. La cogió una sobrina de su padre que
iba a la fuente a por agua.

Al día siguiente, le dio fiebre a ella. Su padre volvió a rezar la oración y la


fiebre le desapareció.

Recopilado por Carla de 5º. Contado por su abuela.


PATO AL AGUA

Mi abuelo me contó que una vez fueron al campo que tenían ellos.
Fueron con mi tía Ana, que era la hermana pequeña. Ana estaba paseando
por la piscina tranquilamente. De repente, no pisó bien el suelo y se cayó al
agua. Mi abuelo se dio cuenta de lo que pasaba y antes de que se hundiera,
la cogió y tiró de ella. La sacó de la piscina y como era invierno la llevó
dentro de la casa y la secaron. Le pusieron un jersey, unos pantalones y
unas deportivas que había por allí. Gracias a mi abuelo, mi tía Ana todavía
vive.

Recopilado por Miriam Rodríguez de 5º. Contado por su abuelo

LA LOBA PARDA
Estando yo en mi majada, vi venir una loba parda que tenía dos
colmillos como puntas de navaja. Tres vueltas le dio a la red y no pudo
enganchar nada. La última vuelta que dio, enganchó a una cordera blanca y
sana que tenía mi amo para la noche de pascua.

Loba: Toma, toma tu cordera, que yo no quiero nada

Pastor: Yo no quiero nada, lo que quiero es que me des la piel para hacer una
zamarra, para hacer una zambomba, para que mis chicos celebren la noche
de pascua.

Recopilado por Alberto García. Contado por su abuelo


LA BRUJA QUE SE COMÍA LAS PALABRAS BONITAS

Un día que mis hermanos y yo estábamos discutiendo, mi abuela nos


contó una historia…

Cuando yo iba a la escuela había un niño muy tímido al que le


costaba hablar delante de los demás. Solo hablaba con su perro, pues
descubrió que entendía el lenguaje de las personas; por eso le hablaba y le
leía cuentos como éste: Había una vez un colegio que vivía aterrorizado
porque cerca de allí estaba el castillo de la bruja Curuja, que se comía todas
las palabras bonitas y solo dejaba las feas; asique en las clases no se oían
nunca palabras amables, solo insultos, burlas y amenazas. Pero como todos
los niños tienen un ángel de la guarda, éstos se dieron cuenta que sus niños
no eran felices. Un angelito valiente se atrevió a ir al castillo de la bruja

- ¡Señora Curuja, que cara de buena tiene! Claro, como siempre come
paz, alegría, amistad, ilusión, respeto…, parece más un hada que una
bruja.

- ¡Eso no puede ser las brujas tenemos cara de vinagre! Asique desde
mañana mismo comeré envidia, rencor, mentira, pelea…

El niño se quedó pensando en el cuento que había leído a su perro. Y esa


noche soñó que en su clase todos eran amigos, nadie discutía y
ayudaban a los que lo necesitaban:

- ¡Eso es lo que vosotros tenéis que hacer- dijo mi abuela.

Recopilado por Luis Mariscal de 5º. Contado por su abuelo

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