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A veces ponía sapos entre las sábanas o escarabajos en las toallas. Una
vez llenó con culebras y arañas la piñata de un cumpleaños y todos los niños
terminaron llorando.
EL PATITO FEO
EL LEÑADOR
Érase una vez un leñador que estaba cortando una rama subido a un
árbol. Un hombre que estaba montado en un burro le dijo:
Érase una vez un ratoncito que se llamaba Rompi. Un día por la noche,
Rompi vio una cosa brillante en el cielo. Al día siguiente , Rompi le dijo a su
profesor:
- Eso es la luna.
El ratoncito, sorprendido, desde ese día quiso subir a la luna. Día tras día, le
decía a todo el mundo donde quería viajar. Tan cansino se puso, que sus
amigos le propusieron al águila que subiera a Rompi a la luna; pero el
águila se negó. Los amigos insistieron tanto, que el águila al final consintió.
Rompi se subió sobre el águila, pero cuando iban a mucha altura, ésta le
dijo que ya no podía subir más y lo bajó. Los amigos no paraban de darle
vueltas a la idea, hasta que a un ratoncito se le ocurrió una idea: le dijeron
a Rompi que lo llevarían a la luna, con la condición de que tenía que llevar
los ojos vendados. Lo sacaron al campo, le taparon los ojos y colocaron
cerca un espejo enorme. Pusieron a Rompi en el espejo y como se reflejaba
la luna en el espejo, a Rompi le pareció que estaba allí. Desde ese día
Rompi no volvió a hablar de la luna.
- Preparaos, cerditos.
Un día, en una de las aventuras del ratón por la casa donde habitaban,
tuvo la mala suerte de caer en una tinaja de vino. El pobre ratón, a duras
penas conseguía mantenerse a flote, pedía auxilio. y ¿ A qué no sabéis quien
le oyó? Pues su “amigo de persecuciones”: el gato. El gato al verlo allí tan
triste, tan desprotegido, tan débil…, pensó: éste es mío. Se relamía pensando
en el banquete que se iba a dar.
-¿Qué pasa, ratón? Ahora no te ríes de mí, ahora estás en mis manos
El gato pensó que su banquete estaba cerca ya, que el ratón, que no
dejaba de suplicarle, estaba a punto de ahogarse; asique decidió concederle
su último deseo y lo sacó. El ratón, agradecido, lo besó y lo dejó hablar, hasta
que de pronto…echó a correr, dejando a su salvador con la boca abierta.
GARBANCITO
Éranse una vez tres hermanos. El más
pequeño se llamaba Garbancito; se llamaba así
porque era tan pequeño como un garbanzo.
Y el niño contestaba:
UN MILAGRO DE LA FIEBRE
Le daba fiebre y su padre, como era muy antiguo sabía una oración
que jamás se la dijo. Por la noche fue al campo, donde encontró cuatro
caminos. Allí dejó una caja de cerillas. La cogió una sobrina de su padre que
iba a la fuente a por agua.
Mi abuelo me contó que una vez fueron al campo que tenían ellos.
Fueron con mi tía Ana, que era la hermana pequeña. Ana estaba paseando
por la piscina tranquilamente. De repente, no pisó bien el suelo y se cayó al
agua. Mi abuelo se dio cuenta de lo que pasaba y antes de que se hundiera,
la cogió y tiró de ella. La sacó de la piscina y como era invierno la llevó
dentro de la casa y la secaron. Le pusieron un jersey, unos pantalones y
unas deportivas que había por allí. Gracias a mi abuelo, mi tía Ana todavía
vive.
LA LOBA PARDA
Estando yo en mi majada, vi venir una loba parda que tenía dos
colmillos como puntas de navaja. Tres vueltas le dio a la red y no pudo
enganchar nada. La última vuelta que dio, enganchó a una cordera blanca y
sana que tenía mi amo para la noche de pascua.
Pastor: Yo no quiero nada, lo que quiero es que me des la piel para hacer una
zamarra, para hacer una zambomba, para que mis chicos celebren la noche
de pascua.
- ¡Señora Curuja, que cara de buena tiene! Claro, como siempre come
paz, alegría, amistad, ilusión, respeto…, parece más un hada que una
bruja.
- ¡Eso no puede ser las brujas tenemos cara de vinagre! Asique desde
mañana mismo comeré envidia, rencor, mentira, pelea…