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El presente trabajo aborda los temas de la depresión y del suicidio en los adolescentes. Con base en
referencias diversas, abordaremos y desarrollaremos conceptos y nociones apoyándonos tanto en la
teorización histórica como en los estudios por parte de expertos en la materia, las causas, los
síntomas así como los instrumentos elaborados para medir los niveles de depresión y de ideación
suicida.
El trastorno psicológico más frecuente del mundo actual es, sin lugar a dudas, la depresión. Su
presencia se intensifica por problemas como la falta de recursos económicos, mayores exigencias
sociales, la visión de la soledad como algo negativo y la dificultad para establecer relaciones
afectivas duraderas y gratificantes, ambos problemas superficialmente resueltos gracias a los
avances de las redes comunicativas que, sin embargo, no consiguen llenar la sensación profunda de
vacío afectivo y existencia en sus usuarios, llevándoles incluso a cometer suicidio, consecuencia de
una depresión no atendida. Las estadísticas elaboradas a lo largo del mundo quedan lejos de
mostrarnos la realidad sobre los problemas de la depresión y del suicidio, pero nos permiten
constatar que la etapa adolescente es uno de los focos donde adquieren más presencia.
Adolescencia proviene del latín adoleceré que significa “crecer, que adolece”. Esta última
significación se debe a que la adolescencia es la etapa de la vida en que el individuo deja de ser niño
para ser adulto, quedando en un estado intermedio, en una etapa de transición que es vista con cierto
dolor; sus esfuerzos por alcanzar la madurez y lograr su independencia pueden originarle un periodo
de turbulencia psicoemocional, neurofisiológica e incluso social.
Ser adolescente implica un conflicto y una vulnerabilidad inicial que puede agravarse con la
presencia de la depresión. Esta última afecta el ánimo, la percepción y la forma de concebir y amar
al ser humano y la vida misma de manera individual. Un adolescente deprimido también impacta a
la sociedad en la que se vive. Suele haber desconocimiento o negación de la situación del
adolescente por considerarle un enfermo mental. En el caso concreto de las instituciones enfocadas
a los adolescentes, hay en México un cierto descontento generalizado hacia los directivos de dichos
lugares por no cumplir con sus expectativas, por no entenderlos, apoyarlos o atender sus demandas
de participación. Los adolescentes viven en un ambiente de desplazamiento social, donde se le ve
como una amenaza y se le puede reprimir mediante la autoridad en muchas de sus manifestaciones.
Esta tendencia hacia el adolescente y sus problemas contradice fuertemente el ideal educativo
impartido en las escuelas. Competir es disponer de conocimientos, habilidades y actitudes óptimas
para su desarrollo y para la vida, pero tales competencias en ocasiones chocan al contactarse con la
familia y una sociedad cada vez más demandante. La escuela, medio de homogenización cultural es
también un ambiente potencial de grandes cambios que pueden contribuir al desarrollo y
mejoramiento de los adolescentes como personas. En los países desarrollados, los niveles básico y
superior disponen de los servicios de orientación educativa en trabajo conjunto con profesionales de
la salud mental para abordar y manejar temas como la depresión responsablemente. En nuestro país,
es un tema sobre el que se hacen importantes investigaciones pero pocas intervenciones, en parte
debido a la tensión social que ello representa como también a la falta de personal capacitado para
abordarlo y los medios para dar tratamiento. Si bien es cierto que existe un número considerable de
expertos en salud mental, la esencia actual de la depresión no sólo abarca la dimensión médica, sino
también una dimensión psicosocial y educativa vital que contribuye no sólo al éxito del tratamiento,
sino también a la prevención del suicidio, condición en la que ya no se puede hacer nada por la
persona. Daniel Román (1996:59), concluye con acierto que “el verdadero peligro de la neurosis y
las depresiones son los pensamientos de suicidio; se desea escapar del estado de angustia en que se
vive, parece que la tormenta no amaina y este estado de sufrimiento va agotando día a día, nuestras
reservas…Al vivir, una persona tiene la oportunidad de rescatar su felicidad o de conquistarla si
antes no la disfrutó”.
Claudio Galeno de Pèrgamo, también le denotaba una sintomatología en su obra De las partes
afectadas: “Aunque cada paciente melancólico actúa bastante diferente que los demás, todos ellos
muestran miedo o desesperación. Creen que la vida es mala y odian a los demás, aunque no todos
quieren morirse. Para algunos el miedo a la muerte es la preocupación fundamental durante la
melancolía. Otros, bastante extrañamente, temerán la muerte a la vez que la desean…Los pacientes
odian a todos aquellos que ven, están constantemente sombríos y parecen aterrorizados, como los
niños o los adultos sin educación en la oscuridad más profunda. Así como la oscuridad exterior
amedrenta a casi todas las personas, a excepción de unas especialmente audaces o entrenadas para
ello, de la misma manera el color del humos negro produce miedo cuando su oscuridad arroja una
sombra sobre la zona del pensamiento, en el cerebro” (Galeno, En Aldo, 2007: 33-34).
Por su parte, Pablo de Egina en Corpus Medicorum Graecorum la describe como “un desorden del
intelecto sin fiebre…Los síntomas comunes a todos ellos (es decir, a los tres tipos) son miedo,
desesperación y misantropía; y que se creen ser, algunos, animales salvajes, e imitan sus gritos; y
otros, cacharros de barro y tienen miedo de romperse. Algunos desean la muerte, y otros tienen
miedo de morir; algunos ríen constantemente, y otros sollozan; algunos se creen impelidos por las
altas instancias, y predicen el futuro, como si estuvieran bajo la influencia divina; y a éstos, por ello,
se le llama endemoniados o posesos…” (Aldo, 2007: 40)
Por su parte, Avicena, médico árabe del siglo I d.C, prescribe en su Canon de Medicina algunas
bases para su tratamiento, consideradas en la actualidad: “Y conviene que los que sufren melancolía
estén ocupados en alguna cosa, cualquiera que sea; y que lo acompañen personas que les merezcan
respeto con las cuales se encuentren a gusto, y compartan un poco de vino blanco, y se entreguen
con cantos ligeros con cantos ligeros y alegres; y no se ocupen en nada nocivo que produzca temor
o preocupación; por que muchas veces se hallan ocupados por el pensamiento de cosas que les
ocurren y a las que temen; y conseguir que se aparten de tales pensamientos es la mejor cura”
(Avicena, En Aldo, 2007: 45).
Es hasta 1630 cuando, por medio de su tratado Anatomía de la melancolía, Robert Burton abrió
brecha para la identificación de los estados depresivos.
A principios del siglo XIX, Philippe Pinel indicó que el pensamiento de los melancólicos estaba
completamente concentrado en un objeto (obsesivamente), y que la memoria y la asociación de
ideas estaban frecuentemente perturbadas, pudiendo en ocasiones inducir al suicidio (Calderón,
1997: 13). Destacó como causas posibles a las psicológicas (miedo, desengaños amorosos, pérdida
de propiedades y dificultades familiares) y físicas (después del puerperio, por ejemplo). Haslam,
boticario del Hospital Betlem en Londres agrega que “los que se encuentran bajo la influencia de
pasiones depresivas puede tener diferentes tipos de síntomas: semblante ansioso y con aspecto
sombrío; poco dispuestos a hablar, se aíslan recluyéndose en lugares oscuros, o permanecen en
cama la mayor parte del tiempo…Después se vuelven miedosos y conciben miles de fantasías,
recuerdan sus actos inmorales, o se sienten culpables de crímenes que nunca han cometido…Con
frecuencia se desesperan, y tratan de terminar con su existencia, que les parece aflictiva y odiosa”
(Haslam, En Calderón, 1997:13).
Los síntomas depresivos serian considerados como parte de la psicosis maniacodepresiva gracias a
los estudios genéticos en psiquiatría. El deprimido fue vislumbrado como psicótico (enfermo mental
severo) aún si sus síntomas eran leves.
ESTUDIOS SOBRE DEPRESIÒN.
Su detección oportuna constituye una de las primeras tareas de la psicología para el establecimiento
de estrategias de intervención entre los jóvenes.
En México se hizo una investigación en 2005 con el objetivo de describir los niveles de aparición
de la depresión en adolescentes del nivel escolar medio superior a través del Cuestionario Clínico
para el Diagnóstico del Síndrome Depresivo (CCDSD; Calderón-Narváez), encontrándose que sí
existían casos de depresión leve, media y severa dentro de la muestra compuesta por 2469
adolescentes.
Beck estudia el suicidio dentro del contexto más amplio de la depresión, por lo que se hace
necesario plantear la teoría sobre la misma. La Teoría Cognitiva de Beck tiene su origen en la idea
de que los hombres, en función de sus experiencias, crean unas categorías mentales a partir de las
cuales perciben, estructuran e interpretan la realidad, y desde ellas orientan la conducta; es decir, el
sujeto realiza conductas concretas en función de percepciones determinadas de la realidad (Beck,
1979, 13)
Beck define la situación depresiva en la misma línea que los autores anteriores (Rotter, Seligman),
considerándola como fruto de la pérdida de vitalidad, a su vez efecto de la carencia de expectativas
producidas por sus percepciones erróneas. (Beck, En Clemente y González, 1979: 42-43)
INSTRUMENTOS DE MEDICIÒN-EVALUACIÒN.
En la actualidad abundan los instrumentos para medir diversos aspectos de la depresión. Aquí sólo
se mencionaran algunos muy usados con fines investigacionales.
Los estudios realizados en materia de depresión son de frecuencia reciente. Calderón (1997:22)
menciona un estudio realizado en el segundo semestre de 1981, en la Unidad Urbana Narciso
Mendoza, en el Distrito Federal, donde se estudió a personas mayores de 15 años, con una muestra
de 929 encuestas; y cuyos resultados mostraron depresión en un 14.1% de la población general
distribuidos en depresión media en un 11.6% y de 2.5% en depresión grave. En dicho estudio se
consideró de importancia el factor ingresos, donde hay una tasa mayor de casos (28.6%)
correspondiente a las personas con menores ingresos.
El filosofo estoico Séneca, defendía el derecho a decidir el momento de morir; por eso, cuando
estuvo seguro de que el tirano de Roma lo mataría se le adelantó, suicidándose. Dieciocho siglos
después, David Hume abogaba por la libertad individual para suprimir la propia existencia,
añadiendo que tal acto no agraviaba a la divinidad (Séneca. En Petrzelovà y col. 2007:10-11).
Francia medieval es uno de muchos ejemplos de condena legal al suicidio. Cuando alguien se daba
la muerte, las autoridades públicas infringían castigos a su cadáver, ya que había sido el portador de
un alma que continuaba existiendo. También en algunas provincias galas se colgaba el cuerpo en la
plaza pública como medida de condena y advertencia para futuros suicidas: estos restos quedaban
infamados y, por tanto, los familiares del suicida también. (Yamarellos y Kellens. En Petrzelovà y
col, 2007:11).
Por su lado, la Iglesia desde el siglo I, que condena el suicidio, ha elevado a los altares a una gran
cantidad de personas que buscaron con tenacidad la muerte, por ejemplo, los apóstoles Santiago y
Pedro con el objeto de ser considerados mártires y ejemplos de vida (Petrzelovà, 2007:12).El
Estado como las comunidades de creyentes propician formas cercanas al suicidio que, si bien lo
vemos, serian imposibles de explicar desde la individualidad de cada uno de sus actores. Junto a
personas ilusionadas por ideales patrióticos o religiosos, como el caso de los “kamikases” japoneses
o las figuras del Pìpila o de los Niños Héroes, por mencionar algunos, que desfilan en nuestra
historia. Pueden haberse filtrado no pocos desequilibrados mentales o individuos fanatizados.
Piénsese en los suicidas adiestrados en las escuelas de Al Qaeda y Hamas.
Jean Paul Sartre…cree que suicidarse es una falta de compromiso consigo mismo y la sociedad,
pues el suicidio cancela todas las posibilidades. El filósofo Vladimir Jankèlèvich rechaza el suicidio
(y también la eutanasia) porque priva al sujeto de la lucha. Cuando los nazis invaden Francia,
algunas personas de inestimable valía se matan como forma de resistencia, en cambio otros mueren
peleando por lo que consideran justo; pero hay quienes sobreviven para disfrutar la derrota de
Hitler: los suicidas escogieron la peor alternativa. (Jankèlèvich, En Petrzelovà, 2007:15)
El estudio del suicidio adquirió su carácter científico-social cuando Emilio Durkheim basándose en
las estadísticas encontró que el acto suicida ocurría en un mundo polifacético pero que, en su
diversidad, brindaba datos que se repetían (constantes), gracias a los cuales podían intentarse
explicaciones. Las constantes son, simplemente, llamadas de atención para que podamos entender
lo que aparentemente sucedió.
Cada individuo es el producto de la sociedad en la que se desarrolla, y por eso quienes se privan de
la vida muestran su acto como señal inequívoca de rechazo a esa colectividad, en la que ya no
desean formar parte. De ahí que su acto individual deja de serlo para transformarse en la
consecuencia de un malestar surgido al interior de la comunidad. Una consecuencia aleatoria de su
acto es la de mostrarnos a los demás que la sociedad de la que formamos parte tiene elementos que
la hacen insoportable para algunos. (Petrzelovà, 2007: 16,20)
Los estudios sobre suicidio son de diversas índoles. Entre los realizados a adolescentes en nuestro
país destacan los realizados por González Forteza y sus colaboradores (1993,1995) donde ponen en
evidencia ciertas diferencias según género en relación con los recursos de apoyo, la sintomatología
depresiva y la ideación suicida “El varón muestra un patrón diferente de los recursos de apoyo:
busca ayuda en la familia cuando se trata de resolver problemas familiares y no así cuando se trata
de problemas personales y de amigos. En los hombres la búsqueda de apoyo está determinada por el
área de conflicto, hecho que no se observa entre las mujeres adolescentes. Entre ellas el apoyo de
las amigas siguió en importancia al apoyo familiar en casi todos los tipos de problemas, en tanto
que los varones tienden a preferir no buscar ayuda ni consejo” (Casullo y colab, 2006:34).
Según Berman y Jobes (Casullo y col, 2006:21) los adolescentes varones cometen actos suicidas en
una proporción cuatro veces mayor que las mujeres, en tanto que éstas intentan suicidarse sin
lograrlo en una proporción tres veces más frecuente que los varones.
El estudio causal sobre el suicidio “El suicidio en la región sureste del estado de Coahuila”
realizado en 2003 por un equipo interdisciplinario, tomó una muestra de historias de vida de
suicidas de la región, con el objetivo de detectar denominadores comunes que reflejaran un perfil
del suicida.
Rasgos de personalidad encontrados con mayor frecuencia en la población suicida del sureste del
estado de Coahuila.
Otro factor que es necesario mencionar tiene que ver con el bajo nivel socioeconómico y, por lo
tanto, incide en la satisfacción mínima de alimento, vestido y medios de higiene. Tiene esto que ver
tanto con lo antes mencionado como con el aprovechamiento escolar que, en este caso, encontramos
muy bajo. Se ve afectado así el desarrollo de la estructura emocional y cognitiva, lo que se refleja
en la ineficacia para la resolución de problemas cotidianos en la vida, baja escolaridad y poca visión
evaluativa de la realidad.
El no cubrir las necesidades fisiológicas o las afectivas y de seguridad se relaciona con un conflicto
hacia el sentido de pertenencia al grupo familiar.
Los factores antes mencionados tienen que ver con la inconformidad de los miembros del grupo, lo
que se manifiesta en conflictos entre ellos y en la desintegración de la familia.
En este caso, los problemas de sus relaciones afectivas, los escasos recursos para cubrir sus
necesidades primarias y el poco discernimiento (reflejado en el bajo aprovechamiento escolar) se
conjugan para propiciar los conflictos que llevan al adolescente a una situación de alto riesgo ante la
posibilidad del suicidio.
ADOLESCENCIA
DEPRESIÒN
Originalmente la palabra depresión proviene del latín deprimere que significa “hundimiento o
abanderamiento” (Soutullo,1999).
El término depresión es de reciente creación, se remonta a un cuarto de siglo atrás, se cree que
surgió a la par del advenimiento de la psicofarmacología.
Basándonos en la concepción de Hernández (2004) sobre la depresión podemos describirla como el
decaimiento del estado de animo por circunstancias sociales, religiosas, familiares, políticas,
afectivas, etc., las cuales afectan en la motivación del individuo, haciendo que tenga sentimientos
tristes, de subvaloración personal, e incluso suicidas.
La depresión es un síntoma de que algo no está funcionando bien, física y mentalmente. Puede ser
percibida como una advertencia del deseo de cambio por parte del sujeto, siempre y cuando sepa y
pueda sacar buen partido de ésta.
CAUSAS
- Define puntos guía de comportamiento y acción preventiva a la vez que le impone límites
que conllevan a una intervención más adecuada. Por ejemplo: si le fueron prescritas pastillas
para dormir por el médico general y por el contrario no logra conciliar el sueño, considerará
la posibilidad de que se trate de depresión y se atenderá con un psicólogo, en vez de solicitar
un nuevo medicamento que podría nuevamente no funcionar o agravar su situación, esto es,
sabe qué hacer y no hacer.
CAUSAS GENÉTICAS
CAUSAS BIOPSICOLÒGICAS
b) Desencadenantes o reactivos: pérdida de: un ser querido, una situación económica, poder,
o salud (por enfermedades con peligro de muerte, incapacitantes físicamente, de alteración
estética, o que afectan la autoestima).
Duelo.
Calderón considera al duelo como un estado de tristeza o pena que se espera que ocurra en una
situación de dolor, causado por pérdida o enfrentamiento a situación aflictivas. (1997:15)
El elemento “pérdida” puede ser reciente y real, haberse presentado en el pasado, ser de algo
intangible, como el afecto o la autoestima, o ser inminente y amenazadora, como la juventud, un
negocio, o un poder sexual declinante. (Calderón, 1997: 41)
La pérdida del objeto en la adolescencia coincide con la pérdida de la protección familiar. Los
padres dejan de mostrarse como seres poderosos, supremos e infalibles y el adolescente entra en
conflicto constante con ellos, problema resuelto en la adultez al reestablecerse nuevas relaciones
cordiales. (Calderón, 1997:44)
ECOLÓGICAS
El hombre moderno está expuesto a una serie de choques que le suscitan tensión enajenante,
hipertensión, angustia e inseguridad. A esta tensión, a este ajuste de síntomas, el profesor Walter
Cannon, de la Universidad de Harvard llamó “Síndrome del hombre para escapar o pelear” y
consiste actualmente en la represión sistemática, por sentirse sometido al rigor y al compromiso
psicológico del precepto moral; sin embargo, crea conflictos en el individuo, entre los cuales
destaca la incapacidad para adaptarse biopsicològicamente al medio físico que avanza veloz por el
ritmo tecnológico. (Calderón, 1997:58)
SOCIALES
Los estados afectivos de depresión son una respuesta a la pérdida de los lazos de unión
indispensables para la supervivencia y el desarrollo de nuestra especie. Los sistemas
psicobiològicos nos permiten resistir con una fuerza biológica cualquier intento de destrucción de
nuestras ligas afectivas, reaccionando generalmente con manifestaciones físicas y psíquicas de
angustia. (Calderón, 1997:58)
Los tres sistemas de apoyo social más importantes son la familia, la Iglesia y la comunidad y el
adolescente puede encontrar en ellos un apoyo contra estados emocionales disruptivos, como la
depresión, el miedo y la ira; pero actualmente, existe una desintegración de estas fuentes.
Daniel Román, en su obra Todas las depresiones se curan…sin ayuda del psiquiatra, enlista las
causas que, en su opinión, son más frecuentes en adolescentes. Para su comprensión y manejo los
dividimos en tres grupos: biopsicològicos, psicosociales y sociales.
FACTORES DETERMINANTES DE LA DEPRESIÒN.
BIOPSICOLÒGICOS. PSICOSOCIALES. SOCIALES.
Autoconcepto y autoestima Sentimiento de culpa Fallos importantes en la
pobres. proveniente del pasado o del educación proporcionada en
presente. sus diversos ámbitos: familiar y
escolar.
Percepción distorsionada de la Dependencias afectivas Tensiones graves en el hogar.
realidad. conflictivas. Piensas que no
puedes vivir sin la compañía o
aprobación de cierta persona.
Miedo compulsivo a las Incapacidad para adaptarse a Aislamiento social.
enfermedades (hipocondría). situaciones nuevas.
Defectos físicos congénitos o Dificultad para comunicarse Descenso del nivel social.
adquiridos posteriormente. con otras personas.
Problemas sexuales. Haber quebrantado valores Vida pobre de compensaciones
morales que le ponen en y estímulos.
conflicto con su conciencia, o
preocupación grave por no
poder cumplir una promesa o
compromiso.
Carácter melancólico. Temor a la muerte propia o de Situaciones problemáticas
un ser querido, o afectación económicas.
profunda por la muerte de otra
persona.
Insatisfacción con su cuerpo o Conflictos insuperables que Problemas con las autoridades.
rostro (distorsión de la generan frustración o falta de
autoimagen). valor para enfrentarlos.
Sentimiento de victima por una Convivir con personas de
injusticia, sentimiento de falta carácter variable, irascible,
de apoyo, que nadie le violento o abusivo.
comprende (autolàstima).
Falta de sentido a la vida, vacío Aceptar creencias de tipo
existencial. Incertidumbre fatalista sobre el mundo y el ser
prolongada sobre el futuro. humano, propias de algunos
grupos religiosos y sociales,
que manipulan el pensamiento
y conducta de sus seguidores.
Preocupaciones prolongadas Falta de estudios o dificultad
relacionadas con los hijos u para encontrar trabajo.
otros familiares.
Temor a chantajes o denuncias.
Falta de afecto y/o amor por
parte de otras personas
plasmado como desilusiones,
deslealtades o decepciones.
Pensamientos de persecución o
intento de trasgredirle.
Sentir la soledad como algo
negativo.
Conflictos con la aceptación de
la propia sexualidad o de otros.
TIPOS
Actualmente, las depresiones se dividen por su intensidad en leve, moderada y grave. Desde un
punto de vista clínico, Calderón las divide en: Depresión severa llamada psicótico que corresponde
a la psicosis maniaco-depresiva, hoy trastorno bipolar. Depresión neurótica, que en la Décima
Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades, de la OMS es llamada distimia y
finalmente las depresiones simples en las que no se presenta un trastorno de la personalidad tan
intenso, pero que las personas pueden detectar.
SINTOMATOLOGÍA
Los síntomas de la depresión pueden presentar dos aspectos: alteraciones observables de la esfera
afectiva que permiten un diagnostico rápido y hasta cierto punto seguro, y otro en el cual éstas se
encuentran emboscadas, predominando síntomas somáticos (orgánicos) que no siempre son
atribuidos a la depresión.
Aunque la depresión puede deberse a alteraciones bioquímicas, no es provocada por procesos como
el metabolismo, la tensión arterial o los cambios en los niveles de glucosa.
Sobre las alteraciones observables clínica e incluso socialmente, Calderón divide el conjunto de
síntomas en 4 grupos que tanto un médico general y -en segundo plano- las personas allegadas a
quien presenta depresión pueden detectar:
También puede manifestarse las llamadas depresiones sonrientes donde la persona presenta quejas
somáticas junto con muestras de alegría (sonríe, cuenta chistes, etc.), donde deben tenerse presentes
los demás síntomas para detectarla con acierto.
Adquiere gran relevancia poder conocer el estado anímico real de la persona. Si se siente insegura y
confía en si misma. Si han pasado por su mente frases como: “Soy un inútil”, “para mí ya no hay
nada”, “Todo lo hago mal”, “Mi vida no tiene sentido”.
Las depresiones con síntomas de difícil detección, reciben el nombre de depresión larvada,
enmascarada o latente, a partir de 1969, por W. Walcher. Se caracteriza por la intensa participación
de ciertos trastornos orgánicos en el síndrome depresivo.
La depresión, conocida como la enfermedad de las mil caras, no se presenta de la misma manera en
todas las personas, de ahí que se vuelve importante que los adolescentes puedan detectar los
síntomas tanto en sus pares como en sus pares. Román (1996:25-29) afirma que cuatro o cinco
síntomas son suficientes para considerar la presencia de depresión, agregando a los ya
mencionados: susceptibilidad a sentirse lastimado por insinuaciones o comentarios sin importancia,
incluso por gestos o miradas; tendencias supersticiosas, teme cometer actos absurdos
(especialmente en las depresiones obsesivo-compulsivas), puede incurrir en actos rituales (hacer las
mismas cosas día por día, sin un significado lógico).
TRATAMIENTO
La relación de la depresión con otros trastornos supone una controversia, precedida por los
problemas clásicos en determinar la dependencia o independencia de la sintomatología y la
dirección de la causalidad.
Hasta hacia tiempo y en general, la depresión severa era tratada mediante antidepresivos y terapia
electroconvulsiva con cierta efectividad pero también criticadas por la comunidad médica,
incluyendo los psiquiatras. Actualmente, se aboga por la terapia aplicable también a las depresiones
leves y medias, conformada por psicoterapia, individual o de grupo. Otros tratamientos incluyen la
terapia ambiental (donde el ambiente del paciente se estructura muy cuidadosamente), la terapia
ocupacional, psicodrama, etc. Sin embargo las mejores psicoterapias son las de crecimiento, las que
reeducan al paciente afligido por la depresión. Estas terapias proceden de la Escuela de Psicología
Humanista que tiene un concepto del ser humano pues conoce sus potencialidades. Daniel Román
concluye que “cuando el paciente es reeducado conforme a las realidades trascendentes, crece, se
desarrolla y se encamina hacia la plenitud, que es como goza de un equilibrio perfecto” (1996:24).
Esta terapia va de la mano con la teoría del desarrollo humano.
La fuente de la motivación humana y del desarrollo de la personalidad reside en las necesidades que
son comunes a todas las personas. Es necesario cubrir cinco niveles de necesidades
fundamentalmente humanas para lograr un funcionamiento óptimo, tanto desde el punto de vista
individual, como familiar y social: fisiológicas, de seguridad, de pertenencia y amor, de relaciones y
de autorrealización.
Las necesidades fisiológicas tienen que ver directamente con la supervivencia humana. Entre ellas
se pueden mencionar los alimentos, el descanso, el vestido y la eliminación de desechos en lugar y
forma adecuados.
Si estas necesidades no se satisfacen adecuadamente aparecen la tensión, la fatiga, enfermedades,
hambre y sed, la frustración sexual y carencias materiales en el hogar. Las necesidades fisiológicas
son las más importantes porque tienen que ver con la supervivencia del individuo. Si el individuo
no tiene satisfacción por periodos largos de estas necesidades puede aparecer la desmotivación para
la satisfacción de otras. Si una persona tiene hambre y vive en una pobreza extrema es imposible
que se interese en su autorrealización. (Petrzelovà y colab. 2007:50-51)
Significa literalmente “las experiencias subjetivas del individuo”. Considera que un ser humano se
autodetermina..., decide por sí mismo qué debe hacer. Esta autodeterminación tiene un requisito
muy importante y éste es la voluntad. El hombre construye a base de su propia vivencia, si ésta es
negativa el hombre puede abandonar la idea de su propia capacidad, someterse a la creencia de que
no la tiene o se queja de su pasado, que no ha sido positivo, y así pierde la oportunidad de crecer.
Para entender a una persona hay que comprender cómo ésta interpreta sus experiencias vividas.
Cada ser humano posee el potencial para crecer y desarrollarse. Se considera que nadie es malo,
incapaz e indigno. La psicología humanista trata de ayudar a las personas a darse cuenta de su
potencial y desarrollarlo para poder crecer como tales. ((Petrzelovà, 2007:32-33)
MEDIDAS PREVENTIVAS
También menciona algunos aprendizajes útiles para la conformación de la persona en contacto con
otras que le permitan mejorar su calidad de vida:
SUICIDIO.
Suicidio provienen de dos palabras latinas sui y occidere, cuya traducción al español resulta
redundante: matarse a sí mismo. (Petrzelovà y col. 2007:14).
Cabe señalar, que el suicidio es aún en nuestros tiempos un tema tabú, cuya información al respecto
es producto de información y creencias entre los adolescentes. Algunos puntos importantes para
abordar con ellos el estudio del suicidio de una forma responsable podrían ser (Chávez y colab,
2008:56-59):
Wilfred (2002) señala que, pese a que son múltiples las causas que llevan a la ejecución del
suicidio, la más importante es la depresión, dado que todo ese cúmulo de sensaciones
subvalorativas, de tristeza, amargura y lamento son las que dan lugar a este acontecimiento.
De acuerdo con el modelo de la trayectoria del suicidio de Stillion y Mc. Dowell de 1944, los
factores de riesgo pueden ser clasificados en 4 grupos: biológicos, psicológicos, cognitivos y
ambientales. La presencia conjunta de los factores de cada grupo puede llevar a la persona hacia la
ideación suicida, que puede manifestarse en diversos niveles de obviedad.
Por otra parte, el NCSP en el 2003 (2008:31-32) clasificó los factores de riesgo en:
d) Medioambientales: estigmas sobre buscar ayuda, falta de acceso a los servicio de apoyo,
acceso a medios letales, cambios frecuentes en la situación de vida, aislamiento social,
exposición al suicidio de un conocido, muerte inesperada de alguien querido, pérdida de la
libertad, altos niveles de tensión o presión, exposición constante a altos niveles de violencia
por los medios de comunicación.
Sobresalen como factores predisponentes en los casos adolescentes: padres divorciados, alcohólicos
o depresivos; embarazo no deseado, falta de autoestima, abuso de alcohol y drogas, trastornos de
conducta, fracaso en el noviazgo, contacto con familiares o conocidos que intentaron o consumaron
un suicidio, inexistencia de estructuras o límites familiares, sensación de vacío, deseo de manipular
o castigar a seres queridos.
Casullo y col (2006:21), refiriéndose al comportamiento suicida explican que “se vincula con
factores concurrentes (historia personal y social, programa neurobiológico, grado de salud mental) y
precipitantes (experiencias vitales percibidas como muy estresantes, falta de estrategias adecuadas
de afrontamiento, incapacidad para resolver problemas)”, factores muy parecidos a los causantes de
la depresión; sin embargo, no por ello significa que toda persona que sufre una depresión terminará
suicidándose. El proceso que lleva a cada persona a decidir entre quitarse o no la vida es muy
complejo. No siempre hay una decisión consciente de morir, tampoco generarse un daño personal.
Muchas veces sólo se busca comunicar sentimientos muy fuertes.
Con base al rango de las conductas autodestructivas, (Chávez y colab. 2008:54-55) se identifican
los diversos tipos o momentos de comportamiento suicida:
b) Amenaza suicida: acción verbal o no verbal que indica un deseo autodestructivo, pero que
por alguna razón no lo lleva a cabo aún.
c) Gesto suicida o parasuicidio: cualquier lesión física de daño mínimo (ensayo al acto
suicida). Dichos actos deben ser poco habituales (Casullo y colab. 2006:20)
Tomando en cuenta los factores de riesgo antes mencionados, podemos hallar una cierta
complejidad a la hora de querer detectar la sintomatología de una persona para considerarla en
riesgo suicida. Cualquier manifestación por poco importante que parezca debe ser considerada.
Chávez y colaboradores (2008:63-65) mencionan los llamados factores de protección que son “las
situaciones o elementos que pueden proporcionarle a la persona las armas necesarias para prevenir
una situación de riesgo”. Existen varios modelos originados para detectarlos y evaluarlos, entre los
que destaca el Modelo SACA (o FACT por sus siglas en inglés), que resulta bastante útil también
en los casos de depresión.
Modelo SACA-FACT
Sentimientos (feelings) Desesperación:
- Las cosas nunca van a cambiar ni presentarán algo bueno.
- No hay nada que hacer.
- No quiero sentirme así siempre.
Miedo de perder el control, volverse loco, dañarse a sí mismo o a
otros.
Desvalido, sin valor:
- nadie se preocupa por mí.
- Todos estarán mejor sin mí.
Culpa, vergüenza y odio a sí mismo.
Tristeza profunda.
Ansiedad persistente o enojo.
Acciones o eventos Abuso de drogas y/o alcohol.
(actions) Hablar o escribir sobre temas de muerte o destrucción.
Pesadillas.
Pérdidas recientes por muerte, relación rota, trabajo, dinero,
autoestima.
Perdida de la fe.
Agitación, inquietud.
Agresión, atolondramiento.
Cambios (change) Cambios de personalidad (aislamiento, cansancio, apatía, indecisión
o lo contrario).
No se concentra en la escuela, trabajo o tareas rutinarias.
Insomnio, despertar en la madrugada.
Trastornos alimenticios.
Pérdida del interés por amigos, aficiones, arreglo personal, etc.
Mejora súbita después de un periodo de bajo estado de ánimo (foco
de cuidado).
Problemas con las autoridades escolares o legales.
Amenazas (tretas) Declaraciones.
Planes
Señales de advertencia (verbales) directas:
- deseo estar muerto
- voy a acabar con todo
- he decidido matarme
- yo creo en el suicidio
- si no pasa (determinado evento) me mataré.
Señales de advertencia (verbales) indirectas:
- estarán tristes sin mí
- estoy tan cansado de todo
- ¿Qué es lo que estoy viviendo?
- Toma esto; yo no lo necesitaré más
- Muy pronto no tendrán que preocuparse por mí
- Adiós a todos, tenemos que despedirnos.
- ¿cómo se vuelve uno donador de órganos?
- Si yo muero, te cuidas.
Con base en lo que puede significar el suicidio para el adolescente, Shneidman (Chávez y colab,
2008:38) describe cuatro tipos:
1. Conducta suicida impulsiva. Luego de una frustración o desilusión.
2. Sensación de que la vida no vale la pena. Aparece en depresiones avanzadas.
3. Enfermedad grave. Considera al suicidio la única salida.
4. Medio de comunicación. Ya sea con el objeto de controlar (chantaje) o expresar algún
mensaje que espera respuesta.
Una vez identificados los síntomas y dependiendo del momento en el que se encuentre la persona,
se puede o no intervenir. Considerando que la mayoría de los jóvenes comparten sus pensamientos,
problemas y sentimientos con otros jóvenes, las probabilidades de que acepten la ayuda de sus pares
se incrementa.
Chávez y colab (2008:21) proponen intervenciones preventivas de tipo psicosocial que integren
recursos provenientes del sector salud, institucional y educativo. Sobre estas últimas destacan las
habilidades de entrenamiento social, habilidades de entrenamiento interpersonal e intervención en la
comunidad.