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En la taberna verde
Llevaba ocho días destrozando mis zapatos
en los los guijarros del camino. Entré en Charleroi.
En la Taberna Verde: pedí unas rebanadas de pan
con mantequilla y jamón que estuviese templado.
Partida
He visto bastante, la visión se ha encontrado entodos los aires
He tenido bastante, Rumores de las ciudades porla noche, y al sol, y
siempre.
He conocido bastante. Las euforias de la vida.
-¡Oh rumores y visiones!-.Partida hacia relaciones y ruidos nuevos.
Sensación
En los atardeceres azules de verano iré por los senderos,
picoteado por el trigo, a pisar la hierba menuda:
soñador, sentiré su frescura bajo mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda.
Primera velada
Ella estaba tan desnuda...
grandes árboles indiscretos
tendían al cristal sus ramas
con malicia, cerca, cerca.
Movimiento
El vaivén en el ribazo de las cascadas del río,
El remolino en el codaste,
La celeridad de la rampa,
El enorme flujo de la corriente,
Arrastran, por entre las luces inauditas
Y la novedad química,
A los viajeros cercados por las trombas del valle
Y del strom.
Pues por la charla entre los preparativos –la sangre; las flores,
el fuego, las joyas-
Por los relatos ventilados en este navío fugitivo,
Se advierte, balanceándose como un dique más allá de
la ruta hidráulica motriz,
Monstruoso, iluminándose sin fin, su stock de estudios,
Lanzados ellos al éxtasis armónico
Y al heroísmo del descubrimiento.
En los accidentes atmosféricos más sorprendentes,
Una joven pareja se aísla en el arca
-¿Cabe perdón para este salvajismo ancestral?
Y canta y se aposta.
Buen pensamiento al amanecer
A las cuatro de la mañana, en verano,
el sueño de amor dura aún.
Bajo los pequeños bosques el alba evapora
el olor de la noche festejada.
Vergüenza
Mientras la cuchilla no haya
cortado este cerebro,
este bulto blanco, verde y graso
de vapor jamás nuevo,
Ofelia
I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lilio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.
II
¡Oh tristísimo Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.
III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste ,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis .
Las despiojadoras
Cuando la frente infante, con sus rojas tormentas
convoca al blanco enjambre de los sueños difusos,
llegan junto a su cama dos hermanas risueñas
con sus gráciles dedos de uñas argentinas.
Los aduaneros
Los que dicen: ¡Rediós!, los que dicen ¡me cagüen!
soldados, marineros, pecios de Imperio, viejos...
nada tienen que hacer ante los Nuevos Guardias
que desgarran la azul frontera a hachazos.
Los sentados
Costrosos, negros, flacos, con los ojos cercados
de verde, dedos romos crispados sobre el fémur,
con la mollera llena de rencores difusos
como las floraciones leprosas de los muros;