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Ante la ley
Franz Kafka
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Ante la ley
Franz Kafka
viaje, invierte todo hasta lo ms valioso- en sobornar al guardin. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: -Lo acepto para que no creas que has omitido algn esfuerzo. Durante todos esos aos, el hombre observa ininterrumpidamente al guardin. Olvida a todos los dems guardianes y aqul le parece ser el nico obstculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros aos maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya slo murmura como para s. Se vuelve pueril, y como en esos aos que ha consagrado al estudio del guardin ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, tambin suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardin. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad est oscureciendo a su alrededor o si lo engaan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos aos en una pregunta, que nunca haba formulado al guardin. Le hace una sea para que se aproxime, pues su cuerpo rgido ya no le permite incorporarse. El guardin se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado sealadamente con el tiempo, en desmedro del campesino. -Qu quieres saber ahora? pregunta el guardin-. Eres insaciable. -Todos buscan la Ley dice el hombre-. Y cmo es que en todos los aos que llevo aqu, nadie ms que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardin comprende que el hombre est a punto de expirar y le grita, para que sus odos debilitados perciban las palabras. -Nadie ms poda entrar por aqu, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerrar.