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Comporlamiento intime 103 dad de sexos. Con fa Iegada de la reverencia, se redujo atin mas la actitud de servilismo, y la genuflexidn sen- cia empezd a desaparecer, reservindose exclusivamente para la realeza. En ¢] siglo xvu, los sexos se dividieron: los hombres doblaron el cuctpo por la cintura, mientras que las mu- jeres siguicron haciendo reverencias. Ambas acciones re- bajaban el cuerpo frente al individua dominante, pero lo hacian de wn modo completamente distinto. Desde en- tonces hasta hoy, la situacién ha permanecido igual en el fondo, aunque se ha reducido la amplitud de los mo- vimientos. Lo florida inclinacién masculina del periedo de la Restauracion dio paso a Ja mds sencilla y estirada inclinacién de Jos tiempos victorianos, y la reverencia pasd a ser poco mids que una breve cortesia, En la ac- tualidad, y salvo en presencia de poderosos gobernantes o de personas reales, las mujeres hacen raras veces re- verencias, y la inelinacién masculina, si se hace, consiste unicamente en bajar y levantar la cabeza. La Unica excepci6n a esta regla se produce al final de las representaciones teatrales, cuando, por alguna ra- von, los scteres retroceden varios siglos en el tiempo y hacen profundas reverencias y complicadas cortesias. Es curioso que aqui vemos también una tendencia comple- tamente nucva: las actrices se inclinan igual que los va- rones. Parece comp si esta vuelta a la igualdad sexual en un acto de subordinacion reflejase la nueva tendencia a la igualdad femenina en todas las demas cuestiones; pero, si es asi, los varones pueden alardear al menos de que fueron las mujeres quienes adoptaron la actitud del va- rén, sin que ¢ste tuviera que volver a las cortesfas me- dievales. Pero es también posible que exista otra razdn de la reverencia de la actriz, que nada tenga que ver con la masculinizacidn de la mujer moderna en nuestra so- ciedad. Puede deberse a todo lo contrario y derivarse de los primeros tiempos del teatro, cuando todos los perso- najes eran representados por varones y la mitad de los hombres tenian que disfrazarse de mujer. Tal vez la ac- trig moderna, al inclinarse, lo hece por la fuerza de la tradicién, imitando a sus predecesores masculinas. Sin embargo, aun admitiende la persistencia de antiguas tra- diciones, esta explicacion parece muy improbable, y mas logico pensar que la mujer ticne la impresidn de equipararse al hombre. Todas las inclinaciones y zalemas del saludo cotidiano de antafio han sido casi universalmente remplazadas por el mis breve y digno apretén de manos. Al menos, para realizar esta accién no. hay que inclinar el cuerpo. Per- Manecemos erguidos, y, al hacerlo asi, nos hallamos. en el polo opuesto de la antigua postracién total. Actualmen- 14 Desmond Morris te, no todos los hombres enacen igualess; pero, al me- nos en el saludo entre adultos, se presume lo contrario. Me he extendido un poco en estos formulismos del saludo, a pesar de que, hasta que llegamos al apreton de manos, nada tienen que ver con las intimidades del con- tacto corporal, Pero esta digresiémn cra necesaria, debido 4 su importancia en relacion al beso de cortesia. Diré, ante todo, que, en los antiguas tiempos, dos iguales se besaban cn la mejilla, es decir, a igual altura del cuerpo. Pero esta habria sido inconcebible en cl] besa de un in- ferior a un superior, Si aquél tenia que demostrar su amistad con un contacto de sus labios, debia hacerlo a un nivel lo bastante bajo para que [uese reconocimiento de su inferioridad. Los subardinados mas bumildes lo hacian besande el pie de su sefior, Y, como esto era atin demasiado bueno para el vencido prisionero, se obligaba a éste a besar la tierra junto al calzado del vencedor. En los tiempos modernos, estas acciones son muy raras; pero, incluso ahora, cl monarca de Etiopia, pongo por caso, puede recibir cate homenaje en publica por parte de uno de sus stbditos. Y ciertas frases como «besar el suclas, emorder cl polvo» o «lamer las botas», permane- cen alin para recordarnes las hymillaciones de antafio. Aquellos que no se hallaban en una posicidn tan acu- sada de inferioridad podian besar el vestido o Ja rodilla del individuo dominante. Los obispos, por cjemplo, po- dian besar la rodilla del Papa; en cambio, los fieles de menor categoria tenian que contentarse con besar la cruz bordada en su zapatilla derecha. Subicnda un pooo mi Hegamos al beso en la mano. ste se daba antiguamente a muchos varones eminentes; pero en la actualidad, aparte de los sacerdotes de alta categoria, lo empleamos Unicamente como sefal de peto a una dama, y sdlo en ciertos paises y en determina- das Heasionies:: para la igualdad amistos: : “ta mano, para el refund res- peto; !a redilla, para la humilde sumisién, y el pie, para vl abyecto servilisms. La accién de tocar con jos labios era idéntica cn todos los casos, pero cuanto mids abajo se aplicaba el beso, mas baja era la posicién social expre- sada por éste. A pesar de la pompa y la ceremonia, nada podia parecerse mds a las acciones de ap: i picas de los animales. Si las despojamos de todos los de- sorientadores detalles impucstas por la variacién cultural v las consideramas ¢n un conjunto, incluso las mas_reti- nadas normas de comportamiento humano siguen la pauta de comportamiento de los animales que nos rodean. Anteriormente, me referi a una serie de formas mo- Comportamiento intime 105 dernas de beso, que tal vez dejé sin la debida explicacian: por cjemplo, besar un dado antes de arrojarlo, besar un anvuleto o besar un dedo herido para curarlo. Estas y otras acciones similares, todas cllas basicamente encaminadas a llamar la buena suerte, guardan relacidn con el beso reve. rencial que acabo de describir. Es imposible besar a Dios, que es el Ser Suprema, y por eso los ficles besan simbolos de Dios, como fa cruz, la Biblia y otros objetos similares. Como cl acto de besarlo simboliza besar a Dios, trae bue- na suerte, sencillamente porque aplaca a Dios. Por consi- fuiente, cualquicr amuleto es tratado como una reliquia sagrada. Puede parecer extrafio que un jugador de Las Vegas pretenda besar a Dios cuando sopla sobre sus dados en una desenfrenada partida, pero esta es lo que hace real- menie, de la misma manera que, cuando cruza los dedos para tener suerte, hace la sefial reverencial de la cruz para protegerse del enojo divino, Cuando, en las despedicas, nes besarmnos los dedos y enviamos el beso con un soplo al amigo que se va, realizamos otre acta muy antizuo, pucs, en los viejos tiempos, cra mds servil besarse la propia mano que la de la persona dominante. El beso en la mano, en el moderne aeropuerto, cs el tnico superviviente de esta coslumbre, aunque en la aciualidad es la distancia vono el servilismo la que nos impulsa a realizar este mo- vimiento. Fl apretén de manos. Con este beso de despedida aban- donamas el mundo del abrazo fragmentario, con todas sus complejidades, ¥ Megamas al ultimo de los contactas cor- porales entre adultos, que bien merece ser estudiado con detalle; a saber, el apreton de manos. Ya he mencionade que esta costumbre no se generalizé hasta hace unos cicn- to cincuenta afios; pero su precursor, el simple acto de estrecharse las manos inmdviles, era conocido desde mu- cho tiempo atrés. En la antigua Roma se empleaba como ln compramiso de honor, y ésta siguid siendo su funcidn primaria durante casi dos mil afies, Par ejemplo, en los tiempos medievales un hombre se arrodillaba y ponta la mano en la de su superior, como prenda de fidelidad, La adicién de un movimiento de sacudida se menciona ya en el siglo xvt. La frase «se estrecharon las manos y se jus raron fraternidad» aparece en Como gustés, de Shakes- peare, con aquel sentido de formalizacién de un compro- MSO, En la primera mitad del siglo xix cambié la situacidn. Aunque cl apretén de manos seguia empledndose despues de hacer una promesa de cerrar un contrato, como para refrendarle, se empled por primera vez en las salutacio- nes corricntes. Causas de este cambio fueron la revolu- cion industrial y la tremenda expansion de la clase me- dia, que introdujo una cufia cada vez mas grande entre

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