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CANTAR DE RONCESVALLES (ANÓNIMO)

SIGLO XIII

Folio 1 recto del Cantar de Roncesvalles

...y conversó con ella* como si estuviese vivo:


"Bueno para las armas, mejor para Jesucristo,
consejero de pecadores, [ilegible]
el cuerpo tomó martirio [ilegible]
Mas ¿quién aconsejará a este viejo mezquino

Aquí llamó a sus escuderos Carlos el Emperador:


"¡Sacad al Arzobispo de esta matanza!
Llevémosle a su tierra a la ciudad de Flandes."
El Emperador andaba mirando entre la matanza,
vio el lugar donde Oliveros yace,
el escudo partido por medio del brazal:
no vio en él nada valioso que guardar.
Yace vuelto hacia Oriente, como lo dejó Roldán.
El buen Emperador mandó que su cabeza alzasen,
que le limpiasen la cara del polvo y de la sangre.
Como si estuviese vivo, comenzó a preguntar:
"Decidme, don Oliveros, caballero de linaje,
¿dónde dejasteis a Roldán? Decidme la verdad.
Cuando os hice compañeros, me disteis vuestra palabra
de que nunca en vuestra vida os separaríais jamás.
Decidlo, don Oliveros, ¿adónde lo iré a buscar?"
Ya preguntó por Roldán, con prisa muy grande.
"¡Oh, mi sobrino! ¿Adónde os iré a buscar?"
Vio un golpe que dio don Roldán:

*Se refiere a la cabeza del arzobispo Turpín.

Folio 1 vuelto del Cantar de Roncesvalles

"Esto hizo con pena con gran dolor que tenía."


Entonces alzó los ojos; miró más adelante.
Vio a don Roldán arrimado a un pilar:
así se arrimó a la hora final.
El rey, cuando lo vio, oíd lo que hace:
alzó mucho las manos por arrancarse las barbas.
Por las barbas floridas roja salía la sangre.
Entonces el buen rey oíd lo que dirá.
Dice: "¡Murió mi sobrino el bueno de don Roldán!
Aquí veo tal cosa que nunca la vi tan grande:
yo debía de morir y vos debíais salvaros.
¡Muchos amigos buenos vos me solíais ganar!
Gracias a vuestro amor muchos me solían amar.
Pues vos sois muerto, sobrino, me intentarán hacer mal.
Muy bien veo una cosa que sé que es la verdad:
que vuestra alma sé que ya está en buen lugar.
Pero yo, viejo mezquino, ahora ¿qué haré?
Hoy he perdido mi fuerza con que solía vencer.
¡Ay, mi sobrino! ¿No me queréis hablar?
No os veo golpe ni lanzada por que recibieseis daño.
Por eso no creo yo que estéis muerto, don Roldán
Os dejamos en retaguardia, avanzando, os llegó el daño.
Las mesnadas y los pares ambos van allá
con vos, ¡ay, amigo! por celo de guardaros.
Sobrino, ¿por eso no me queréis hablar?

Folio 2 recto del Cantar de Roncesvalles

Después que vos sois muerto, Francia poco vale.


Sobrino mío: antes de que muriéseis debía yo morir ya;
a este viejo mezquino ¿quién lo aconsejará?
Cuando yo fui mancebo, en mi primera edad,
quise ir a ganar el aprecio de Francia, de mi tierra natural.
Me fui a Toledo a servir al rey Galafre,
el que ganó a la gran Durandarte.
La gané a los moros cuando maté a Bramante;
os la di a vos, sobrino, tomándoos la palabra
de que de vuestras manos no se la dieseis a nadie.
Se la quité a los moros; vos la llevasteis allá.
Dios os perdone, que no pudisteis hacer más;
con vuestra amargura se me rompe el corazón.
Me fui de Francia a habitar tierras extrañas
para conquistar Provenza y ganar buen linaje.
Conseguí a Galiana, a esta mujer leal.
Nacisteis, sobrino mío, hace diecisiete años.
Os hice caballero del más alto valor.
Me puse en camino y crucé todo el mar.
Llegué a Jerusalén, a la fuente del Jordán.
Atacamos las tierras de una a otra parte.
Con vos conquisté Turquía y a Roma apresaba.
Con vuestro esfuerzo alto entramos en España;
matasteis a los moros y las tierras ganasteis.
Allané los caminos del apóstol Santiago;

Folio 2 vuelto del Cantar de Roncesvalles

no conquisté Zaragoza, donde me hirió esta lanzada.


Con tal pena estoy, sobrino. ¡Ojalá estuvieseis vivo!
¡Ahora quisiera el Criador y mi Señor Jesucristo
que muriese en este lugar, que me llevase contigo!
De estos muertos que aquí tengo conmigo
me dirías las noticias: cada uno qué hizo."
El rey, cuando esto dijo, cayó desvanecido.

Dejemos al rey Carlos, hablemos de otra cosa:


tratemos del duque Aymón, padre de don Rinaldo.
Vio yacer a su hijo entre los muertos,
despeñóse del caballo por el gran dolor que tiene.
Le levantó la cabeza, oiréis lo que le dijo:
"¡Qué cuerpo tan acabado! Nadie vio nunca tal.
Vos debíais vivir, debía yo morir ya.
Pero este viejo mezquino siempre tendrá mal.
Por lo que más me consuelo es porque perdonaste a Roldan.
Fallecisteis entre moros, ¡vuestra alma está en buen lugar!
¿Quién llevará los recados a vuestra madre,
a las tierras de Montalbán?
Haciendo el duque su duelo tan grande,
le dieron recado de que estaba desvanecido el Emperador.
Mandó sacar al hijo de entre los muertos.
Venía el duque Aymón, que es duque de Bretaña,
el caballero Beart, el hijo de Terrín de Ardeña.
Vieron al rey, desvanecido estaba.
Toman agua fría, al rey la aplicaban...
(Gentileza de la página de Internet www.spanisharts.com)

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