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Entr para ver de qu iba el espectculo, pero a los pocos minutos me percat que no se trataba de una escena de entretenimiento que terminaban en aplausos, sino que era una leccin de historia, cuyos captulos empezaban, se desarrollaban y culminaban, tristemente, en aplausos. No haba gente, no haba tarima, la sala ms amplia de la Galera La Otra Banda en Mrida, Venezuela, estaba acondicionada en sus penumbras para albergar un vdeoarte de Antoni
Muntadas (Barcelona, Espaa, 1942) cuyo ttulo haca honor al sonido que
sala fuera del saln: El Aplauso. Todo esto ocurra enmarcado en el evento de
imgenes provenientes de dcadas pasadas con los hechos sociales que tenemos al frente. Quizs porque el trasfondo de esos tristes paisajes sea su contradictorio protagonista: el hombre. Es obra y reflexin de factura humana, de su lado de sombras. Incluso la propuesta de Muntadas tiene un radio de accin que nos recuerda las palabras de Pitaco de Mitilene, en la antigua Grecia: Si queris conocer a un hombre, revestidle de un gran poder. Conocer el lado humano donde no llega la luz son las palabras del vdeoarte de Muntadas, aunque no haya dilogo, es el reverso oscuro de los triunfantes, el peso de los que imponen. Una obra consangunea a una pgina que apertura cualquier Diario, quizs en muchos pases. No es elogioso ni despectivo sino descriptivo, lo que pas y posiblemente lo que siga en pie en alguna de sus nuevas posturas. El Aplauso como sonido que cruza de lo clido a lo estremecedor, un discurso visual atentando contra el olvido y los mecanismos detrs de las autoridades. Y es que el silencio y el aplauso tambin tiene oscuros significados.