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Mayo 2007.
A continuación relato con más detalle esta valiosa experiencia, señalando de qué
manera focalizamos esa particular “sensación sentida periférica” (Robles, 2007) en su
cabeza.
Lo siguiente que hice fue invitarla a prestar atención al centro de su cuerpo para
que supiéramos dónde se sentía ese nerviosismo, pero me respondió que no sentía nada
allí. Le sugerí que lo volviera a intentar detenidamente, porque supuse que no había
sabido reconocer una sensación con sentido, allí, al centro de su cuerpo; pero su
respuesta nuevamente fue negativa y en cambio me sañaló que sí sentía algo, pero en su
cabeza, cerca de la sien.
Mantuve su atención sobre esa particular sensación sentida con una serie de
preguntas sencillas: “¿Esa sensación estaba ahí antes o apareció ahora que me estás
hablando de todo esto?”, “¿Es una sensación suave o intensa?”, “¿Se siente como algo
agradable o desagradable?”. Mi intención era generar una actitud de validación e interés
sobre ese aspecto de su experiencia que se había desplegado tan particularmente y
potenciar el proceso atencional que es crucial en Focusing.
Después que logró una sintonización adecuada con esa sensación con sentido que
tenía en la cabeza, le hice una pregunta que he observado resulta muy útil para trabajar
con sensaciones sentidas periféricas (Robles, 2007): “¿Tiene esa sensación alguna clase
de movimiento o palpitación?” Ella respondió: “Se mueve para todos lados”.
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Una vez que Camila puedo precisar esa cualidad de la sensación sentida, le
comenté que le iba a pedir algo que tal vez nos ayudaría a saber porqué estaba tan
deprimida y ansiosa este último tiempo. Le pedí que tratara de imaginar que esa
sensación era una persona, lo cual logró casi de inmediato. La imagen que ella desarrolló
a partir de la inquieta sensación en su cabeza era ella misma con la edad que
actualmente tiene.
Las siguientes focalizaciones que sugerí fueron una serie de pasos para entablar y
fortalecer una relación interna, por ejemplo, “¿Puedes hacerle saber que ya oíste eso?”,
“¿Puedes ver su rostro para ver qué más siente?”. Cuando el movimiento no era posible,
yo respondía de manera tranquila y aceptante: “Ya veo, por ahora no es posible eso, sólo
es posible permanecer cerca”. Contrariamente, cuando el movimiento era posible, la
invitaba a sentir el aspecto agente de la experiencia, o sea, sentir cómo era brindar
aceptación y empatía sobre su propia experiencia (simbolizada a través de la imagen de
ella misma): “¿Cómo te sientes al poder acompañarla?”, “¿Cómo se siente poder saber lo
que ella en realidad siente?”, etc.
Tomando en cuenta lo anterior, le dije: “Quizás sea bueno que le hagamos saber
que no queremos presionarla y que sólo queremos ayudarla a sentirse mejor”. Entonces
en ese momento, y sólo en ese momento, Camila me dijo de manera directa, mirándome
a los ojos y con un llanto suave y aliviador: “¡Es que estoy asustada porque mis papás se
van a separar!”
Finalmente, al terminar la sesión, Camila me dijo: “Me quedé con una sensación
súper buena en la cabeza, ¡livianita!”.
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Bibliografía Citada y Sugerida.