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Carl Dahlhaus Fundamentos de la historia de la Prélogo El titulo, Fundamentos de Ia historia de la miisica, resulta «lo por sf algo altisonante. Y para compensar —o por lo menos hacerme perdonar—la incapacidad de encontrar una formala- cién mAs precisa y menos rimbombante, sélo me queda un remedio: prevenir al lector —antes de que éste inicie la lectu- ra—de que no se trata de una introduccién a hechos fundamen- tales de la historia de la miisica ni de un téxto sobre el método hist6rico, al estilo Bernheim. Tampoco es filosofia de la historia © critica ideolégica segin la tradicién de Hegel o Marx. Son reflexiones sobre historiografia a las cuales el autor se sinti6 Namado o incitado en razén del notable desequilibrio existente centre la falta de trabajos te6ricos dentro de su propia disciplina periférica y la casi superabundante produccion tedrica de la investigacién histérica en general, de la sociologia y de la filosofia (abroqueleda en el campo de la teorfa cientifica). Si se busca un modelo, habria que pensar, més bien, en la —nunea superada— Historik de Johann Gustav Droysen, de 1857. Resulta dificil trazar los limites netos de la eritica ideol6- gica. En su émbito —0 en el ambito que pretende abarcar—, la cleceién de un tema ha aparecido siempre entrelazada con la docisién a favor de una de las posiciones en litigio. Supongamos jue se afirma—aparentemente sin segundas intenciones—que el asunto en disensién no es la sociologia de la historia, sino su \6gica. En otras palabras: supongamos quese insiste en estable- cer una diferencia entre la sociologia del conocimiento, que investiga las relaciones externas, y la teorfa de la hist ‘estudia relaciones internas. Un marxista, que ve en el par-idis- mo disimulado la tinica alternativa de apertura, sospecharé «que los argumentos formales ocultan una mentalidad conserva- dora, No es posible evitar la desconfianza; es preciso tolerarla. Alosumose podré argumentaranteella que, hastael momento, no se han logrado descubrir, en la préctica cientifica, relaciones . El concepto de que la historia estructural es, a priori, mas “progresista” que Ja histo- ria narrativa, resulta absurdo si se tiene en cuenta a Jacob Burckhardt o a Wilhelm Heinrich Riehl. La tesis del caracter ‘reaccionario” del formalismo ruso o del estructuralismo checo ha demostrado ser una falsificacién de la historia. Dela misma manera, el método del “comprender”, que tanta desconfianza ha despertado, no puede vincularse sélo con una actitud de anti- cuario, que olvida e] mundo para sumergirse en un trozo del pasado. También es identificable con una posicién de distancia- miento, que —al comprender cada vez mejor el pasado— reco- noce su diferencia, cada vez més enigmatica, y experimenta la reciente proximidad como creciente distancia, para expresarlo de una manera paradéiica. La crisis del pensamiento histérico, de la cual se habla desde hace décadas, nofue interpretada ni censurada al comien- zo—desde Ernst Troeltsch (Der Historismus und seine Probleme, 1922) hasta Alfred Heuss (Verlust der Geschichte?, 1959)— comoun peligro que amenazaba a la historiografia desde dentro, como inseguridad de las premisas de las cuales partia, de las metas que se habfa fijado v de los caminos que sefialaba para aleanzar dichas metas. Sela vio como una descomposicién de las fanciones que cumplia en la conciencia general. Sin embargo, durante los wltimos afios se ha ido comprobando, cada vez con mayor claridad, que las dificultades de principio, en las cuales se veia envuelta la historiografia, no dejaban tan indemne ala praxis cientifica cotidiana, como se creyé o se quiso creer en un ‘comienzo, confiando en la diferencia entre métier, de cuya posesién se estaba seguro, y la Weltanschauung, que era cosa privada, Si se me permite una digresién personal: a titulo ilustrativo, los capitulos que siguen, acerca de la historia de la musicologia —que constituyen reflexiones de alguien directa- mente afectado y no de un fildsofo que esta “por encima de la ‘cosa”—-, no son el producto de una ambicién tedrica abstracta sino el resultado de las dificultades en las que se vio envuelto el autor al concebir una historia de la misica del siglo xr. 1 _ ¢Pérdida de la historia? Desde hace algunas déeadas, los historiadores se sienten \enazados por una pérdida de interés en a historia y,aveces, ta ven peligrar su existencia institucionalizada. Es como si recuerdo cientificamente formulado, no constitu yora ya la instancia primaria, segin la cual uno se orienta y de in cual se espera un respaldo, cuando uno pretende asegurarse nieerea de si mismo y del mundo en el cual vive. La maxima eypin la cual es preciso conocer el origen de una cosa para: llegar xu esencia, dista mucho de ser acatada con la unanimidad con ue todavia se la aceptaba en el siglo x1x y a comienzos del xx. Predomina un juicio 0 prejuicio sobre la utilidad o la inconveniencia de Ia historiografia politica (que constituye el to principal de la discusién). Por supuesto, la historia dela isica, que se basa o aparenta basarse en otras condiciones, no rece verse directamente afectada. No obstante, tampoco ella podido sustraerse a un “espiritu de la epoca” seguin el cual ‘nintoria esté a la sombra de la sociologia. La funcién de la historiografia musical fue siempre ambigua. El hecho de que, con frecuencia, los escritos sobre historia de la musica no se foquen como descripcién de un fragmento del pasado, sino ymo comentarios histéricos de obras musicales —es decir, ‘ectamente, como guias de concierto y de épera— no debe interpretarse como simple uso indebido. Ese hecho puede verse ‘como un signo del caracter especial de la historiografia de la miisica. En la medida en que el tema principal —aunque no exclusive— de la historia de la musica esté constituide por ras importantes que han perdurado en la cultura musical del en la medida, pues, en quela presencia estética de las ion del pasado histérico —como nu

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