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Año de las Cumbres mundiales en el Perú”

UNIVERSIDAD CATÓLICA
“SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO”

Facultad de Enfermería

El Sentido de la Vida

ASIGNATURA :
Filosofía

ASESOR :
Marco Alberca Balarezo

ESTUDIANTE :
Alina Zuñe Puicón

CICLO : “III”

CARRERA :
Enfermería

Chiclayo – 2008
DEDICATORIA

Este trabajo va dedicado:


En primer lugar a Dios por darme la
fortaleza para seguir adelante y no
dejarme desistir.
A mi madre y hermana que son el
motor de mi vida y por el cual sigo
adelante, por creer en mí dándome
la oportunidad de desarrollarme
como persona y apoyarme en este
trabajo.

En segundo lugar a mi querido


profesor por alentarme a desarrollar
este tema que es muy importante
para mi vida futura y a todas las
personas que creyeron en mi y me
apoyaron en el desarrollo de este
trabajo.
AGRADECIMIENTO

Agradezco al profesor que me


mostró en todo momento su apoyo
incondicional, dando las asesorias
necesarias para el desarrolle de este
trabajo y sobre todo me alentaron
para desarrollar dicho tema.

A mi madre por darme la oportunidad


de realizarme como persona, por
empujarme y dame la fortaleza para
que este trabajo lo desarrolle con
ímpetu y responsabilidad.
Y sobre todo a Dios por estar
siempre a mi lado y no dejarme
derrumbar.

INTRODUCCION

Cuantas veces en nuestra vida ha estado presente la pregunta ¿mi vida tiene
sentido? Buscar una respuesta significa hacer un balance de la misma y
probablemente a veces el balance fue positivo: otras tal vez negativo: pero
cualquiera haya sido el caso lo mas importante es haber enfrentado la
situación. Buscando salir adelante, buscando lo que todos deseamos: unas
vida plena, eso que todos llamamos felicidad.

Como jóvenes tenemos muchas dudas frente a todo esto; pues nuestra
perspectiva de vida tal vez sea más emotiva que objetiva pero al mismo tiempo
estamos llenos de aspiraciones, proyectos, sueños y eso significa que al
habernos trazado metas llegamos a ese punto tan importante: darle sentido a
nuestras vidas lo que Víctor Frank ve como el proceso de maduración de todo
joven que lucha espiritualmente por ver claro la problemática esencial de la
vida humana. Pero el problema del sentido de la vida no se plantea de un modo
típico solo en los años de juventud es algo inherente en la vida de todo ser
humano; muchas veces a causa de situaciones difíciles que hacer estremecer
al hombre.

Ante toda esta situación es primordial tener bases firmes como principios,
valores, actitudes que permitan que el día a día tenga como objetivo la plenitud
humana que lleva consigo riqueza de espíritu, paz y armonía del alma
SUMARIO

EL SENTIDO DE LA VIDA

Introducción
I Capítulo:
LA FELICIDAD Y EL SENTIDO DE LA VIDA

1.1 Felicidad

1.2 La noción del bien y de la vida

1.1.2 El saber y la virtud

1.3 La felicidad como vivencia y expectativa


1.4 La vida como tarea

II CAPITULO:
EL SENTIDO DE LA VIDA

2.1 El sentido de la vida


2.2 El cuestionamiento del sentido de la vida
2.2.1 El placer Como Sentido de la Vida
2.2.2 Las acciones lúdicas
2.3 El suicidio
LA FELICIDAD Y EL SENTIDO DE LA VIDA

1.1 LA FELICIDAD

La felicidad es aquello a lo que todos aspiramos, aun sin saberlo, por el mero
hecho de vivir. Felicidad significa para el hombre plenitud, perfección. Por eso,
toda pretensión humana es “pretensión de felicidad” todo proyecto vital,
búsqueda de ella; todo sueño, aspiración a encontrarla. A fin de esclarecer este
complejo sugestivo tema, adoptaremos ya desde el principio una doble
perspectiva: una exterior y objetiva, viendo las cosas “desde fuera” y otra mas
experimental subjetiva, metiéndonos dentro de nosotros mismos. Ambas se
complementan mutuamente.

La vida lograda, felicidad o autorrealización exige la plenitud de desarrollo de


todas las dimensiones humanas, la armonía del alma, y esta, considerada
desde fuera, se consigue si hay un fin, un objetivo que unifique los afanes,
tendencias y amores de persona, y que de unidad y dirección a su conducta.

Los clásicos acostumbraron a decir que la felicidad es ese fin, el bien ultimo y
máximo al que todos aspiramos, y que todos los demás fines, bienes y valores
los elegimos por él. La felicidad seria, pues, el bien incondicionado, el que
dirige todas nuestras acciones y colma todos nuestros deseos. Ese bien
incondicionado, no seria, evidentemente, medio para conseguir ningún otro,
pues los contendría a todos y alcanzarlo supondría tener una vida lograda.

Según la perspectiva objetiva; la felicidad consiste en la posesión de un


conjunto de bienes que significa para el hombre plenitud y perfección. Es un
planteamiento que busca responder a esta pregunta: ¿Qué bienes hacen feliz
al hombre? Se trataría de aquellos que constituyen una vida lograda, una vida
buena.

Sin embargo para hacerse cargo de todo el alcance de la cuestión de la


felicidad es preciso también ver las cosas con una perspectiva subjetiva,
“desde dentro” de nosotros mismos, de una manera más vital y practica,
experimental. La pregunta sobre la felicidad es siempre de carácter existencial:
no es algo que nos importe la teoría, sino en la practica; no es algo que tenga
interés en general, sino para mí: ¿Qué tengo que hacer para vivir bien, para
optimizar los logros de mi vida, para que ésta merezca la pena? ¿Puedo ser
feliz o es una utopía? ¿Qué me cabe esperar?

Hemos dicho que vivir es ejercer la capacidad de forjar proyectos y después


llevarlos a cabo. Cada uno hacemos nuestra propia vida de un modo biográfico,
y por eso tiene tanta importancia la pretensión vital de cada uno, aquello que
cada uno le pide a la vida y procura por todos los medios conseguir. Pues bien,
somos felices en la medida en que alcanzamos aquello a lo que aspiramos. El
problema es que muchas veces eso no se consigue, porque queremos quizá
muchas cosas. O porque aspiramos a menos de lo que nos es debido, o por
aspirar algo que no responde a nuestro anhelo de felicidad. “como la pretensión
es compleja y múltiple, su realización es insuficiente” la felicidad parece tener
entonces un carácter bifronte: constituye el móvil de todos nuestros actos, pero
nunca terminamos de alcanzar del todo.

Por eso, para estudiar la felicidad desde el punto de vista personal, biográfica,
hemos de fijarnos sobre todo en las pretensiones que tenemos, en el alcance
de nuestros proyectos e ideales, y en el modo en que los realizamos. Es una
perspectiva de la felicidad que mira hacia el futuro, pues es en él donde están
los bienes que buscamos. La felicidad es algo que se busca pero, ¿se puede
lograr, se puede encontrar, nos esta proporcionada? ¿Como ser feliz? De ahí
surgen las preguntas acerca del sentido de la vida: ¿Qué vida merece la pena
ser vivida? ¿Merece, en general, la pena vivir? ¿Qué sentido tiene mi vida?
Una primera condición para aspirar lo felicitario es no ser un miserable, en la
vida humana lo mas alto no se sostiene sin lo mas bajo, hay unas condiciones
mínimas que tienen que cumplirse. Es imprescindible un mínimo de bienestar.

La desgracia es el advenimiento del mal y el dolor de la vida humana. La


felicidad, consiste radicalmente en la liberación del mal. El punto de partida
para la consideración de la felicidad humana es la limitación natural del
hombre, temporal, física y moral. La felicidad tiene cierto carácter de meta o fin,
a alcanzar desde la inevitable experiencia de la limitación, cuya serena
aceptación es la primera condición para no echar a perder la dicha que dentro
de ella pueda conseguirse.

La felicidad consiste en alcanzar la plenitud, la cual está en el fin, que es lo


primero que se desea y lo último que se consigue. Todo llegar es feliz. Lo más
feliz es llegar a un lugar largamente deseado, y no tener que ir a ninguno otro:
entonces se puede destacar, por que no hay tareas pendientes.

La felicidad se alcanza en la medida en que la terminación de la tarea que nos


habríamos propuesto se continúa en la región de tiempo que viene después.
Los clásicos lo llaman ocio. Para ellos el ocio es un tiempo dedicado a los
placeres de apreciación, a la contemplación para saborear los bienes más
altos; es decir, los que no son útiles, sino hermosos; los que amamos en sí
mismo y no para otras personas.

1.2 LA NOCION DEL BIEN Y LA VIDA HUMANA

Para Víctor Frank nada es más interesante que vivir bien, pero la palabra no
significa lo mismo para todos. A menudo y a lo largo de la historia significa
cosas contrarias como pacifismo y violencia, tolerancia e intolerancia, represión
y libertad, nacionalismo y cosmopolitismo, o lo que siempre se ha entendido
por honestidad y deshonestidad. Sin embargo, como a todo el mundo le gusta
la buena vida, debemos preguntarnos que es lo que hace que las cosas, las
acciones y la vida sean buenas. Es decir, en qué consiste el bien.
Para Epicuro el bien es el placer, y el placer la ausencia de dolor físico y de
perturbación anímica. Pero las cosas no son tan sencillas. Muchas acciones y
conductas profundamente buenas no están libres de dolores ni de sorpresas y
desasosiegos.

Piénsese por ejemplo, en la maravillosa tarea de los bomberos ¿acaso las


llamas son un placer para el bombero? ¿Es malo su trabajo por no ser
placentero?

Entonces, el placer no es bueno ni malo. Es solo placentero. Lo que se da es


un uso bueno del placer y un uso o abuso malo.

Por eso obrar bien es obrar conforme a la verdad, conforme a lo que son las
cosas, y el bien se define precisamente como lo que conviene a una cosa, lo
que la perfecciona. Como es lógico no todo lo que perfecciona a uno
perfecciona a otros (comer hierba sienta bien a la vaca, no al hombre), pero
esto no significa que el bien sea subjetivo: la necesidad del aire que respiramos
o del agua que bebemos no es algo inventado, es una verdad independiente de
nuestra opinión subjetiva. De modo similar, valores objetivos como la paz o la
justicia seguirán siendo valiosos para todos aunque un loco pueda negarlos.

Según Ricardo Yepes y Javier Aranguren, la vida buena incluye en primer lugar
el bienestar, es decir, unas condiciones materiales que permitan “estar bien”, y
en consecuencia tener “desahogo” “holgura” suficientes para pensar en bienes
mas altos y no andar siempre preocupados por los mínimos de supervivencia.
¿Qué incluye esta calidad de vida? En primer lugar la salud física y psíquica, el
cuidado del cuerpo y de la mente, y la armonía del alma. En segundo lugar, la
satisfacción de las diferentes necesidades humanas. En tercer lugar, contar con
las adecuadas condiciones naturales y técnicas en nuestro entorno. La
adecuada instalación y conservación de la persona en estas circunstancias
corporales, anímicas, naturales y técnicas constituyen la calidad de vida
necesaria para la felicidad. Sin embargo, los bienes que hacen feliz al hombre
no son solo los útiles, los que se definen por servir para algo, sino también, y
sobre todo, aquellos otros que son dignos de ser amados por sí mismos,
porque son de por sí valiosos y bellos ¿Cuáles son estos?

El saber y la virtud, posesiones humanas mas altas y enriquecedoras que lo


puramente técnico y corporal. Son realidades que trasforman al propio hombre,
que le dan un modo de ser (ser sabio, ser justo o prudente), lo cual nos hace
ver que la felicidad no es tanto en el orden del tener, como en el del ser. Ésta
es la enseñanza básica de Sócrates: lo que hay que hacer para ser feliz es
practicar las virtudes y hacerse así virtuosos, ésta es la mejor sabiduría. Ser
virtuoso es el modo de crecer y llegar a la plenitud humana.
Además, el modo de ser con la persona es ser con otros, y el modo más
intenso de vivir la común es el amor.

Según López Quintana ¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere


conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya
experiencia es cuestión de azar, algo con lo que uno “tropieza “ si tiene suerte?
No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia. En
realidad, todos estos sedientos de amor; ven innumerables películas basadas
en historias de amor felices y desgraciescuchan centenares de canciones
triviales que hablan de amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo
que aprender acerca del amor.

Esa peculiar actitud se basa en varias premisas que, individualmente o


combinadas, tienden a sustentarla. Para la mayoría de la gente, el problema
del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar no en la
propia capacidad de amar. De ahi que para ellos el problema sea como lograr
que se los ame, como ser dignos de amor. Para alcanzar ese objetivo, siguen
varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es tener
éxito, ser tan poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia
posición. Otro, usado particularmente por las mujeres, consiste en ser
atractivas, por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc.
Buena parte de la felicidad radica en tener a quien amar y amarle
efectivamente, hasta hacerle feliz: la felicidad va unida al hombre propio que
uno tiene y a los lazos que saben crear desde la propia intimidad personal.
Querer el bien del otro, abrirse a la donación de la personal. Son los ámbitos
principalmente felicitarios: “la vida humana no merece la pena ser vivida si
queda inédita o truncada la radical capacidad de amar que el hombre tiene,
pues en aquella hay tanto de felicidad como haya de amor”

Por último, haya que recordar que los más profundo y elevado sentimiento del
hombre está en su interior. En vano se buscará la felicidad en lo exterior si no
se halla dentro de nosotros mismos. La plenitud humana lleva consigo las
riquezas se espíritu, paz y armonía del alma, serenidad. El camino de la
felicidad es un camino interno.

1.3 LA FELICIDAD COMO VIVENCIA Y EXPECTATIVA

Ser feliz consiste en realizar lo que pretendemos, para lograrlo es preciso tener
imaginación, y después atrevimiento para querer y soñar. En efecto, la
imaginación creadora es la encargada de diseñar los caminos hacia el
cumplimiento de las grandes metas: “la imaginación funciona como un
bosquejo de la felicidad”. Por eso “los principales obstáculos para la felicidad
son el temor y la falta de imaginación. Y ambas cosas son frecuentes”. El
primero nos detiene, y la segunda lleva a tener proyectos vitales pocos
personales, en los que no nos comprometemos y, por lo tanto, no podemos
identificarnos con ellos. La felicidad no es un sentimiento, ni un placer, ni un
estado, ni un hábito, sino una condición de la persona misma.

Precisamente por eso, “se puede ser feliz en medio de bastante sufrimiento, y a
la inversa, se puede se infeliz en medio del bienestar, de los placeres, de lo
favorable. Hay el peligro de no ver la felicidad por tener malestares,
sufrimientos reales, y aun así ser feliz; y a la inversa, a menudo se buscan
placeres, éxitos, bienestar, dejando en hueco el fondo de la vida, y entonces la
felicidad se escapa” la felicidad nace de la conformidad intima entre lo que se
quiere y lo que se vive.
Poseer esa conformidad íntima de uno mismo consigo mismo, es lo que
muchas veces permite afrontar las dificultades sin sentirse infelices.

1.4 LA VIDA COMO TAREA

La juventud es la etapa de la vida en la que hay que realizar el diseño del


propio proyecto vital. Por eso es el tiempo de la esperanza y de las
expectativas. La madurez consiste en conocer, asumir y recorrer la distancia
que separa el ideal de su realización. Un buen proyecto vital y una vida bien
planteada son aquellos que se articulan desde convicciones que conforma la
conducta a largo plazo, con la vista al fin que se pretende, y que orientan la
dirección de la vida, dándole sentido. Las convicciones contienen las verdades
inspiradoras de mi proyecto vital, dando un carácter moral al arte de vivir. Vivir
es lo difícil, porque es tarea de cada quien, pero para todos es algo nuevo pues
nunca lo hicimos antes. La realización de los proyectos asume la forma de una
tarea o trabajo que hay que realizar. En esta tarea se distinguen vario
elementos fundamentales.

♦ La ilusión: Podemos definir como la realización anticipada de


nuestros deseos y proyectos. La ilusión proporciona
optimismo, y nos impulsa hacia delante. Su ausencia
provoca pesimismo y parálisis en la acción, pues suprime la
esperanza de alcanzar lo que se busca al declarar que no ha
nada que hacer. La ilusión produce alegría: nos induce a
querer ser más de lo que somos, es el requisito para el
verdadero crecimiento humano.

♦ Toda tarea necesita un encargo inicial, una misión que nos


sea encomendada. Cuando nadie encarga, no hay ninguna
tarea ni misión que llevar a cabo: faltan los objetivos y viene
la desorientación.
♦ La ayuda originaria suele ir a acompañada de la entrega de
recursos. La realización de los ideales es trabajosa y
esforzada. Los recursos siempre resultan escasos para la
tarea que queremos llevar a cabo. Surge así la necesidad de
una ayuda acompañante que proporcione nuevos recursos
para atender a las necesidades que van surgiendo al llevar
adelante la tarea. Esta ayuda adviene en forma de amistad,
de enseñanza y orientación acerca de cómo superar
determinados obstáculos y así ganar tiempo, de dialogo que
nos sostiene en los momentos duros, etc.

♦ Toda tarea humana encuentra dificultades y conlleva riesgos.


La libertad misma es arriesgada: ser libres, para el ser
humano, es estar abierto a la posibilidad del fracaso. Éste
puede avenir por la presencia de adversarios, pero también
por la propia desorientación, en alguien que no acaba de ser
“señor de sí mismo” o que no acierta en lo que quiere. Toda
tarea humana concita amores y odios. Cuanto mas alta es la
empresa que estamos llevando a cabo, mayores son esas
reacciones.

♦ Arrostrar las dificultades, eludir a los adversarios y


perseverar en el esfuerzo se justifica porque el bien futuro
que pretendo no es para mí solo. La esperanza es
incompatible con la soledad. Si no hay un beneficiario,
alguien a quien dar, la tarea se vuelve insolidaria y, a la
postre, aburrida y sin sentido. La plenitud de la tarea es que
su fruto repercuta en otros, que en mi esfuerzo se perpetué
en forma de don y beneficio para los demás.
EL SENTIDO DE LA VIDA

2.1 EL SENTIDO DE LA VIDA


El sentido de la vida podemos describirlo como la percepción de la trayectoria
satisfactoria o insatisfactoria de nuestra vida. Descubrir el sentido de la propia
vida es alcanzar a ver a dónde la lleva, tener una percepción de su orientación
general y de su destino final. Como se ha dicho antes, la vida tiene sentido
cuando tenemos una tarea que cumplir en ella. Esto es lo que introduce
estabilidad, ilusión y, por tanto, una cierta felicidad cada día que comienza.
“cuando hay felicidad se despierta al día, que puede no ser muy grato, con un
previo sí. Si uno se despierta con un sí a la vida, con el deseo de que siga, de
que pueda continuar indefinidamente, eso es la felicidad. En cambio, si esa
cotidianidad se ha roto o se ha perdido, si uno despierta a la infelicidad que
ésta esperando al pie de la cama, no hay más remedio que intentar
recomponerla, buscarle un sentido a ese día que va a empezar, ver si puede
esperar de él algo que valga la pena, que justifique seguir viviendo”. El sentido
a la vida “no se identifica con la felicidad, pero es condición de ella”, pues
cuando falta, cuando los proyectos se han roto, comienzan la penosa tarea de
encontrar un motivo para la dura tarea de vivir.

Por tanto, la pregunta por el sentido de la vida surge cuando se ha perdido el


sentido de orientación en el uso de la propia libertad; si no se sabe dónde se va
y para qué, cuando no se tiene una idea clara de a dónde conducen las tareas
que la vida nos impone. Hoy ese sentido aparece muchas veces como algo
problemático y de ninguna manera evidentemente, pues hay una fuerte crisis
de los proyectos vitales: faltan convicciones, no hay verdades grandes ni
valores fuertes en los que inspirarse, sobreviene la falta de motivación y la
desgana pues no se encuentran razones para arriesgar la inestable seguridad
que se posee, decae la magnanimidad en los fines, los ideales no son
suficientemente valiosos para justificar las dificultades que conlleva ponerlos en
práctica, etc. La ausencia de motivación y de ilusión es el comienzo de la
perdida del sentido de la vida.
Alguna vez nos hemos preguntado ¿Qué hacer si no se encuentra el sentido de
la vida? Una posibilidad es la atomización de la vida, reduciendo la felicidad a
los placeres del éxito. Pero esto connotase a la inautenticidad, a la vida de
“hombre hueco, hombre rellenos de paja”. La persona que no encuentra
sentido a su vida y la llena de placeres o de éxitos como equivalentes, deja
introducir la falsedad en su vida. La otra posibilidad es reconocer con
sinceridad la pérdida de sentido: esto es nihilismo.

Responder de una manera convincente a la pregunta por el sentido de la vida


exige tener una tarea que nos ilusione y enfrentarse con las verdades grandes,
como las grandes interrogantes de nuestra existencia. Quien sabe responderlo
sabe lo que verdaderamente importa, lo que merece la pena tomarse en serio.
Dicho de otro modo; saber cuales son, los valores verdaderamente importantes
para MÍ es lo que hace posible emprender la tarea de realizarlos.

2.2. EL CUESTIONAMIENTO DEL SENTIDO DE LA VIDA

Para Víctor Frank el cuestionamiento del sentido de la vida debe ser


considerado como un problema verdaderamente humano.

Por tanto, el hecho de poner sobre el tapete el problema del sentido de la vida
no debe interpretarse nunca, en modo alguno. Como síntoma y expresión de
algo enfermizo, patológico o anormal en el hombre; lejos de ello, es la
verdadera expresión del ser humano de por sí, de lo que hay verdaderamente
humano, de más humano, en el hombre. Podemos perfectamente imaginarnos
el caso de animales muy desarrollados- por ejemplo, las abejas o las hormigas-
, organizados, desde ciertos punto de vista, de un modo social y superiores,
incluso, en ciertos aspectos, a la sociedad humana en lo que a este tipo de
organización, semejante al estado, se refiere; pero jamás podremos llegar a la
conclusión que un animal se plantee el problema del sentido de su propia
existencia, ni puede, por tanto, llegar a hacer de su propia existencia algo
discutible o problemático.
Le esta reservado al hombre como tal, y exclusivamente a él, el enfocar su
propia existencia como algo problemático, el experimentar todo el carácter
cuestionario del ser.

Ante esto podemos ver que a veces el ser humano no hace alerta de su
situación exclusiva, sino que pierde la perspectiva y dirige su vida a los
placeros o a los éxitos logrando desarrollar su inautenticidad.

Si analizamos el placer veremos que para Kant citado por Víctor Frank el placer
no constituye la meta de nuestras aspiraciones, si no que es simplemente, la
consecuencia de su relación lo que es apoyado por Scheler citado por Víctor
Frank quien afirma que el placer no es la meta frente a una acción moral; sino
que esta clase de acción lleva el placer a la espalda, por así decirlo.

Así mismo Freud en su estudio titulado “MAS HALLÁ DEL PRINCIPIO DEL
PALCER” afirma que el placer tiene su raíz en la tendencia general de lo
orgánico

2.2.1 El placer Como Sentido de la Vida

El hombre se deja guiar muy poco por el deseo de experimentar un placer o


huir de un dolor. Lo esencial para un espectador teatral no es asistir al
desarrollo de una comedia o a la representación de una tragedia; lo importante,
para él, es el contenido de lo que se le ofrece. Y a nadie se le ocurriría afirmar
que la verdadera finalidad perseguida por quien asiste a una representación
sean precisamente los sentimientos dolorosos que en el alma del espectador
produce la contemplación de ciertos acaecimientos triste desarrollados en la
escena; de ser así, habría que considerar a todos los que asisten a la
representación de un drama como una especie de masoquistas encubiertos. La
tesis del que el placer constituye el fin último de todas las acciones de
humanas- y no solamente el efecto final de algunos de ellas- puede refutarse
en toda su extensión sin más que invertir los términos de la tesis. En efecto, si
fuese cierto que Napoleón, por ejemplo, solo libraba sus batallas para dar
satisfacción, con su desenlace victorioso, a sus deseos de placer, el mismo
deseos de placer que cualquier otro soldado podría preocuparse pura y
simplemente, comiendo, bebiendo, visitando prostíbulos, no cabe duda de que,
ala inversa, el “fin último” de las postreras batalla napoleónica tenía que
consistir necesariamente en el deseo de experimentar los sentimientos
desagradables de las derrotas llevan aparejadas, al igual que las victorias un
sentimiento de goce.

Si el placer fuese realmente el sentido de la vida, habría que llegar a la


conclusión de que la vida carece, en rigor, de todo sentido. Pues ¿qué es, en
último resultado, el placer? Un estado simplemente. ¿Acaso para conseguir
semejante proceso merece la pena vivir, padecer, obrar?

Imaginémonos a un condenado de muerte a quien horas antes de ser


ejecutado se le deja en libertad de escoger los manjares para su última cena.
Este desdichado se preguntaría, con toda seguridad, en la casi totalidad de los
casos: ¿Tiene a caso algún sentido esto de entregarse a los placeres culinarios
a la hora misma de la muerte? ¿No es acaso indiferente, si el organismo se
convierte dos horas más tarde en un cadáver, el haber disfrutado de aquel
proceso en sus células cerebrales o no haber legado a disfrutarlo?. Pues bien,
la vida del hombre se haya siempre a la vista de la muerte, y todo placer
humano carecería del sentido ni más ni menos que en el caso del condenado a
muerte.

Ahora bien; Scheler nos hace ver que al contrario del simple placer que es un
sentido no intencional existe un sentimiento intencional llamado alegría; la que
puede darle sentido a la vida siempre y cuando ella misma la tenga. Toda
alegría apunta siempre hacia un objetivo y se diferencia del placer por que este
se siente “a causa de algo”, mientras que la alegría se experimenta “por algo”.
Esto explica por que la alegría no puede ser nunca un fin; es como dice Reyer
una “realidad en ejecución”.

2.2.2 Las acciones lúdicas:

Aquellas que no son útiles pero si hermosas; se les conoce también como ocio.
Estas implican no solo “entenderse jugando” o “divertirse cuando no hay nada
que hacer”; sino algo mucho más rico: celebrar la plenitud alcanzada.
Estas acciones tienen rasgos especiales:

a) Son aquellas que contienen el fin dentro de sí mismas. Por eso


proceden de lo inmaterial que hay en el hombre. Por ejemplo:
cantar, bailar, besarse por los caminos, no sirven para otra cosa:
ésta es su diferencia esencial con las acciones técnicas, con el
trabajo, que siempre está ordenado a lo posterior.
En otras palabras más sencillas son acciones que hacemos porque
nos gusta, que nos haga sentir bien con lo que realizamos, como
por ejemplo: cantar, bailar. Besarse como ya se dijo anteriormente.

b) Las acciones lúdicas tienen lugar en un tiempo distinto al ordinario:


el juego, las fiestas. El tiempo de las acciones lúdicas está
separado del tiempo normal: uno puedo llegar a olvidarse de este
último por meterse por completo en el juego o en la fiesta de que se
trate. La felicidad tiene carácter festivo, y no se puede vivir más que
de modo festivo.

c) Las acciones lúdicas incluyen todas las que tienen que ver con la
risa, la alegría, la broma y lo cómico. Reírse es ser feliz por un
momento. La extraordinaria y singular capacidad humana de
tomarse las cosas en broma se ejercita cuando se a ingresado, de
algún modo. En la religión de lo lúdico, el cual somos felices por
haber alcanzado el fin y la plenitud. En la vida humana no todo es
serenidad, ni puede serlo. Es necesario reírse:” todas las cosas
buenas ríen”. El que siempre está serio termina siendo ridículo. La
broma, la ironía, relativizan la serenidad, parece que la dan
determinada, dispensa la urgencia un poco servil de sobrevivir
cotidiano: reírse de un problema, reírse del propio gesto adusto
tiene un efecto liberador, en la medida en que la risa te saque de la
necesidad del que dependa demasiado del tiempo.

d) El hombre, para ser feliz, necesita jugar. Por eso los niños son más
felices que los mayores, porque no necesitan trabajar para vivir,
están casi siempre jugando: lo que hacen es un fin, no se inquietan
por lo que ha de venir, por que desde su punto de vista, ya han
llegado. Es una felicidad provisional, que mientras estamos jugando
detenemos el tiempo, y nos sentimos felices.

2.3 El suicidio:
El hombre solo puede tomar la tremenda decisión de quitarse la vida a base de
un balance a que somete su vida eterna. Aquí solo habremos de referirnos, por
tanto, el problema de si el balance valorativo de la vida puede, alguna vez, ser
tan negativo que necesariamente haya de considerarse carente de todo
significado el seguir viviendo.

Ahora bien, nosotros consideramos como algo muy problemático que el


hombre puede ser nunca capaz de hacer con la objetividad necesaria un
balance de su propia VIDA. Lo mismo acontece, concretamente, con la
afirmación de que una situación, por desesperada que sea, no ofrece salida o
de que no hay otra que el suicidio. Por muchos que la afirmación responda a un
convencimiento, no pasará de ser algo puramente subjetivo. En efecto, el
convencimiento subjetivo tiene igual firmaza en cuanto se deciden a suicidarse,
sin que ninguno de ellos pueda saber de antemano si su convencimiento tiene
también una base adjetiva y no es infundado, o si lo desmentirían los hechos
de la hora siguientes, de aquellas horas que el suicida ya no vivirá si su
designio prospera.
Teóricamente, cabría quizá concebir que un suicidio pudiera estar, alguna que
otra vez, justificado, como un sacrificio con concientemente ofrecido, y que
constituyera, incluso, un acto auténticamente moral. Sin embargo, las
experiencias nos dice que, en realidad, lo móviles de esta clase de suicidios
nace también, con harta frecuencia, de un resentimiento o que, incluso en los
casos de que se trata, habría podido encontrarse otra salida a la situación en
apariencia desesperada. Podemos afirmar, por tanto, que el suicidio no tiene
nuca una justificación moral. Pues, del mismo modo que pone a la persona en
la imposibilidad de la fortalecerse y purificarse en el propio dolor- en el sentido
de lo que llamamos la realización de los valores de actitud-, lo incapacita para
reparar de una u otra manera el mal causado a otro. Con lo cual el suicidio
perpetúa lo pasado, en vez de borrar del mundo una desventura ocurrida o un
desafuero perpetrado; lo que borra del mundo es el yo.

Hay que hacerles ver, ante todo, por este camino, que su cansancio de la vida
no es más que un sentimiento y que los sentimientos no pueden hacerse pasar
nunca por argumentos. Por otro lado, no encuentra lo que busca: la solución de
un problema.

No podemos, ni deberías tampoco aunque pudiéramos, borrar del mundo todas


las causas de la desventura humana para desviar de su propósito a quienes se
deciden a suicidarse. No tenemos por qué poner en brazos de quien ama sin
ser correspondido a la mujer amada, ni en el bolsillo del miserable los medios
económicos necesarios para que no desespere de la vida. Hay que
arreglárselas para convencer a estos desdichados, no solo de que pueden
seguir viviendo sin necesidad de tener aquello de que, por una u otra razón,
carecen, sino incluso de que deben considerar en buena parte, como el sentido
de su propia vida el sobreponerse interiormente a su desventura,
fortaleciéndose en ella y mostrándose a la altura de su destino, aun cuando
algo falle.

“Quién dispone de un porqué para vivir, es capaz de soportar


casi cualquier cosa”
Nietzsche.

CONCLUSIONES

• El sentido de la vida se describe como la percepción de la trayectoria


satisfactoria o insatisfactoria de nuestra vida.

• Descubrir el sentido de la propia vida es alcanzar a ver a dónde la


lleva, tener una percepción de su orientación general y de su destino
final.

• El sentido a la vida “no se identifica con la felicidad, pero es condición


de ella”

• La felicidad consiste en la posesión de un conjunto de bienes que


significa para el hombre plenitud y perfección. Por eso, toda pretensión
humana es “pretensión de felicidad” todo proyecto vital, búsqueda de
ella; todo sueño, aspiración a encontrarla.

• La vida lograda, felicidad o autorrealización exige la plenitud de


desarrollo de todas las dimensiones humanas, la armonía del alma,
considerada desde fuera, se consigue si hay un fin, un objetivo que
unifique los afanes, tendencias y amores de persona, y que de unidad
y dirección a su conducta.

• El placer no constituye la meta de nuestras aspiraciones, si no que es


simplemente, la consecuencia de su relación.
• El suicidio es la causa de no tener una vida equilibrada, es decir de no
tener sentido a nuestra vida; pero por esta razón no podemos decir de
que el suicidio se justifica ya que existen varias soluciones para
cualquier problema.

BIBLIOGRAFIA

• LOPEZ Quintana A, La cultura y el sentido de la vida. 1er


edición, Madrid – España, editorial: Rialp. 2003.

• CHAUMI Piarre. La memoria de la eternidad. 1 era edición,


Madrid – España, editorial: Rialp. 1979.

• BENZO Mestres, M. Sobre el sentido de la vida. 1 era


edición, Madrid – España, editorial: Biblioteca de Autores
Peruanos. 1975.

• STORK Yepes, R y Javier Aranguren. Fundamentos de


Antropología: Un ideal de la excelencia humana. 6ta edición,
Madrid – España, editorial: Erunsa. 2003

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