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RESUMEN
PALABRAS CLAVES
1
¿La Civilización Occidental? Bueno, sería una excelente idea.
INTRODUCCIÓN.
1
Ortiz, R. (1998: 45).
2
Todas estas perspectivas apuntan a un discurso que legitima el establecimiento de
vínculos de dependencia entre un centro civilizado y una periferia por civilizar. En base a
este criterio, sostengo que la Europa Occidental medieval no correspondió en sí misma una
civilización, sino que desarrolló un discurso civilizante muy fuerte, que logró insertarse en
las demandas de los movimientos reformistas de la cristiandad feudal, además, desarrolló
una lógica de la civilización, en cuanto pretendió ser ella misma una, en la construcción de
su nuevo orden social, en contraposición a su amenaza igualmente civilizada: Oriente.
I
LA CIVILIZACIÓN COMO CONCEPTO.
3
sociedad civilizada difería de una sociedad primitiva en que era urbana, alfabetizada y
producto de un acuerdo”2. Esta caracterización del concepto del siglo XVIII y XIX, con
claros ribetes darwinistas, sustenta el discurso legitimante del eurocentrismo. En
detrimento de nuevas potencias socio-culturales, la teoría evolucionista significó una
condena, una diferenciación, donde lo civilizado era lo bueno y lo incivilizado era lo
malo, con el reparo de que debía civilizarse. Frente a esto, el positivismo no innovará
cualitativamente, sin embargo, de manera paralela, Karl Marx y Friedrich Engels
presentarán nuevos elementos, que no se alejan demasiado del evolucionismo, pero que le
dan una dimensión mucho más objetiva al problema: el materialismo histórico.
Engels, tomando como base los trabajos del viejo Morgan, señala en su Origen de la
Familia, la Propiedad Privada y el Estado:
2
Huntington, S. (2001: 33).
3
Engels, F. (1983: 55). El subrayado es mío.
4
Ibídem, p. 64.
4
Finalmente, desde la dimensión de los estudios culturales, el concepto civilización
se ha perfilado desde la complejidad misma de las sociedades, en cuanto a su desarrollo
tanto tecnológico como cultural y político. Un ejemplo concreto de esto es cuando Claude
Lévi-Strauss desecha toda posibilidad de evolucionismo al manifestar que:
“para que esta hipótesis fuera legítima sería necesario estar en condiciones de
probar que uno de los tipos es más primitivo que el otro; que, dado el tipo
primitivo, se produce necesariamente una evolución hacia la otra forma; por
último, que esta ley opera más rígidamente en el centro de la región que en su
periferia. Faltos de esta triple e imposible demostración, toda teoría de las
supervivencias es inútil”5.
5
Lévi-Strauss, C. (1987: 55).
6
Huntington, S. (2001: 34).
7
Duby, G. (1986: 15).
5
Es así como se entenderá civilización en este trabajo. En consecuencia, el
tratamiento posible de la civilización Europea Occidental medieval se realizará a partir de
tres dimensiones, de tres perspectivas: en primer lugar, a partir del discurso que legitima la
civilización medieval de Occidente; en segundo lugar, el proceso histórico que determina
aquel discurso; y, finalmente, el conflicto establecido, en o por, la civilización.
II
LA CIVILIZACIÓN EN EL DISCURSO: LA PRETENSIÓN DE LA EUROPA MEDIEVAL.
6
lugares insignes: Roma –aunque Roma en esa época es marginal, más que a
medias griega- y Aquisgrán, nueva Roma.”8
Erigir el discurso civilizatorio, hacia los siglos X, XI y XII, tenía una clara intención
de ordenamiento social, especialmente, si, como dice Duby, “el siglo XI europeo está
mandado por ese sistema de valores, fundado enteramente en el gusto de rapiñar y de dar,
en el asalto”11. Y como no iba a ser de esta manera, si los cristianos medievales vieron como
su ideología civilizadora se degeneraba tras las invasiones germanas (siglo V), que, más
que civilizar al bárbaro, barbarizaron al cristianismo. De aquí que se desplegaran una serie
de reformas, que buscaron retomar el sendero de la paz, el orden y la abundancia. En este
sentido, la creación de alfabetos, la fundación de monasterios y la importancia de la Ley
Escrita fueron los mecanismos de disciplinamiento. Por un lado, con el alfabeto, se buscaba
la unidad y la enseñanza de la doctrina, y por otro, con el monasterio, se buscaba insertar la
norma benedictina (ora et labora) enseñando la noción del trabajo, de la comunidad y del
evangelio, estableciendo células civilizatorias que fueran creciendo y reformando esta
sociedad desviada. Finalmente, la Ley Escrita, que representaba el marco de desarrollo de
la buena sociedad, en cuanto establecía normas de conducta e instituciones de las cuales
dependía el ser o no ser civilización.
8
Duby, G. (1986: 15).
9
Ibídem, p. 17.
10
Ibídem.
11
Ibídem, p. 19.
7
Estos elementos civilizatorios se fueron consolidando en el corazón de la Europa
del Oeste (principalmente Francia, la Península Ibérica y el sur de Alemania) a través de los
discursos elaborados por Cluny, que pretendía un vuelco a la unidad, a la paz, al orden, y a
la abundancia, en torno a sí mismo, estableciendo una entidad supra-feudal; por el mismo
Papado Romano, que apeló a una reestructuración del orden social en torno a la Iglesia de
Cristo, disputándole el poder al Sacro Imperio con la Reforma Gregoriana o Querella de las
Investiduras; y por el monasterio de Císter, que buscó un retorno a los valores del origen: la
pobreza, el trabajo y la obediencia, dándole gran valor al trabajo manual, la abundancia, al
Capítulo General Anual, la paz, a la autonomía y el modo de filiación, la unidad y a la
imitación de Cristo y su primera comunidad, el orden.
III
¿CIVILIZACIÓN MEDIEVAL OCCIDENTAL?: EL PESO DE LA HISTORIA.
8
Los constantes fenómenos de movimientos reformistas en la Edad Media constatan
la práctica del problema enunciado. Un primer acercamiento son las diferencias
sustanciales que empiezan a surgir en el seno de un feudalismo naturalmente diverso.
Pirenne muestra muy bien esta ruptura al señalar que:
“Las abadías cistercienses fundadas en el siglo XI, es decir, en una época en que
empezaron a manifestarse los primeros síntomas de la ruptura del equilibrio
tradicional, muestran (…) una administración económica de una índole hasta
entonces desconocida”12.
En gran medida, la pesada carga de Roma o Aquisgrán sirve de paralelo para desafiar
a la historiografía, ya que la gran diversidad del mundo feudal no fue más que la evidencia
de un mundo en colapso, de un orden destruido, que durante el Medioevo se fue
rearmando, para aparecer en el renacimiento, sin embargo, la Edad Media no pudo ser
constitutiva de una civilización, ya que, a diferencia de Roma y Aquisgrán, la Edad Media
Occidental, como proceso histórico, careció de unidad, la cual debió ser reclamada por los
12
Pirenne, H. (1994: 56).
13
Vide Heers, J. ( 1967: 24-25)
9
monasterios, las órdenes militares, las órdenes mendicantes y las reformas eclesiásticas.
Careció también de paz, ya que, al ser un mundo en transformación, el hombre no fue
capaz siquiera de mantener buenas relaciones con su Dios, dándose el caso de, incluso,
torcer su propio orden del cosmos14. Se vivió con el miedo a la muerte 15. Adoleció de la
abundancia, que bien ilustrara Fossier16 y Duby17. Había hambre. Y menos aún hubo un
orden, ya que la excesiva heterogeneidad hizo que este mundo se caracterizara por el
nacimiento de ideales con espíritu local, especialmente visibles en la Querella de las
investiduras y el ulterior proceso de diferenciación social que culmina en la construcción
de un nuevo ordenamiento.
IV
LA CONFIGURACIÓN DEL NUEVO ORDEN: LA CONSTRUCCIÓN DE LA
CIVILIZACIÓN DEL CAPITAL.
14
Vide Le Goff, J. (2003: 109).
15
Vide Fossier, R. (2008). Este fenómeno también es posible de apreciar en la película “El séptimo sello” (1957)
de Ingmar Bergman.
16
Vide Ibídem, p. 205.
17
Vide Duby, G. (1986: 13). Duby es categórico al señalar: “Hay hambre. Cada grano de trigo sembrado no da
más que tres o cuatro, cuando es verdaderamente bueno”.
10
En este incipiente mundo urbano se comenzó a fraguar un importante fenómeno de
expansión comercial, que, claramente, tiene sus gérmenes en las cruzadas, en el drang
nach osten, en las misiones de las órdenes mendicantes, en la integración comercial en los
mares del norte, y en las ferias (cuya influencia declina en el s. XIV). Este último punto
resulta trascendente, ya que, como plantea Le Goff:
“La decadencia de las ferias de Champaña se halla unida, sobre todo, a una
transformación profunda de las estructuras comerciales, que da lugar a la
aparición de un nuevo tipo de comerciante: el mercader sedentario en lugar del
mercader errante”18.
18
Le Goff, J. (1982: 26).
19
Ibídem.
11
que postuló el infierno intermedio: el purgatorio20, son claros ejemplos de lo que aquí se
plantea. Si bien a los mercaderes-banqueros no se les podría adjudicar la categoría de
capitalistas, al capitalismo tampoco se le podría precisar su génesis, como lo hizo Sombart,
en la Edad Moderna21, de hecho, como nos define Le Goff, “indudablemente, vale más
considerar al gran mercader como un precapitalista”22. Sin perjuicio de lo anterior, es
preciso definir que los mercatores de los cuales hablamos, resultan un punto de inflexión,
ya que ellos contribuyen a romper el marco de las estructuras feudales 23.
REFLEXIONES FINALES.
20
Le Goff, J. (2003: 101).
21
Le Goff, J. (1982: 51).
22
Ibídem, p. 51.
23
Ibídem.
12
cristiano, de Japón y China a Portugal, y de Finlandia y Suecia a Sicilia, nutriera de sus
propias experiencias a la tremenda diversidad del occidente europeo, y lo transformara de
manera radical. Por tanto, la lógica de civilización no fue más que la pretensión de una
unidad, de un orden, de una paz y de una abundancia, que no fue tal sino hasta fines del
periodo, que se puede apreciar como fenómeno incipiente.
24
Cabe mencionar el caso de Marco Polo, que fue funcionario estatal de la dinastía Yuan (1271-1368), como
ejemplo de una constante y fuerte interacción. Vide Colección China (1984: 72).
13
BIBLIOGRAFÍA.
14
PIRENNE, Henri. Historia Económica y Social de la Edad
1994. Media. Fondo de Cultura Económica,
México D.F.
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