You are on page 1of 3

Comunicación no Violenta 3:

Conectándonos Compasionadamente con Nosotros Mismos.


Por Tom Moon MFT.

"En nuestro idioma hay una palabra con enorme poder para crear
vergüenza y culpabilidad. Esta palabra violenta, que
utilizamos comúnmente para evaluarnos a nosotros mismos, está
tan profundamente arraigada en nuestra conciencia que muchos
de nosotros tendríamos problemas para imaginar cómo vivir sin
ella. Es la palabra "debería", como en 'Yo debería haber
sabido mejor' o 'Yo no debería haber hecho eso’. La mayoría de
las veces, cuando usamos esta palabra con nosotros mismos, nos
resistimos a aprender porque ‘debería’ implica que no hay
elección. Los seres humanos, al conocer de cualquier tipo de
demanda, tienden a resistirse, porque pone en peligro nuestra
autonomía, nuestra gran necesidad de elección. Tenemos esta
reacción a la tiranía, incluso cuando la tiranía es
interna...”
Con estas palabras, en su libro Comunicación no Violenta: un
lenguaje de la vida, Marshall Rosenberg nos desafía a imaginar
cómo sería la vida si paráramos de "deberíamos" a nosotros
mismos. Para la mayoría de nosotros, esto cuadro es casi
imposible porque vivimos con un tiránico "crítico interior",
que vigila atentamente cada paso que tomamos y nos critica sin
tregua si nuestro comportamiento no está a la altura de sus
normas. Y aun cuando la crítica interna nos hace la vida
miserable, la mayoría de nosotros no podemos imaginárnosla sin
ella porque creemos que si se va, toda motivación y auto-
disciplina se nos va a ir también. Dejaríamos de ir a
trabajar; no iríamos al gimnasio de nuevo, ¡e incluso
podríamos renunciar a cepillarnos los dientes! CNV desafía
esta noción generalizada de que la culpa, el enjuiciamiento y
la culpabilidad son formas hábiles para motivarnos a nosotros
mismos.
Dice nuevamente Rosenberg: "Una premisa básica de CNV es que
cada vez que implicamos que alguien está equivocado o es malo,
lo que estamos diciendo realmente es que él o ella no está
actuando en armonía con nuestras necesidades. Si ocurre que la
persona juzgada es nosotros mismos, lo que estamos diciendo es
‘yo mismo no estoy actuando en armonía con mis propias
necesidades’... Nuestro desafío, entonces, cuando estamos
haciendo algo que no está enriqueciendo nuestra vida, es
evaluarnos momento a momento de una manera que inspire cambio
de dos formas:
1. en la dirección hacia donde nos gustaría ir, y
2. con respeto y compasión hacia nosotros mismos, en vez de
con auto-odio, culpa o vergüenza.
¿Cómo lo hacemos? Un primer paso importante, cuando nos
encontramos juzgándonos a nosotros mismos, es preguntar "¿Qué
necesidad insatisfecha mía se expresa a través de este juicio
moralista?" Esta pregunta nos alienta a escucharnos
enfáticamente a nosotros mismos, y cuando lo hacemos, tenemos
más probabilidades de escuchar la necesidad subyacente o las
capas de necesidades. Rosenberg considera que cuando la gente
se conecta con estas necesidades, un cambio notable se produce
en sus cuerpos. En lugar de una vergüenza terminal, la
culpabilidad, y la depresión que la gente siente normalmente
cuando se critica a sí misma, nosotros "experimentamos una
serie de sentimientos. Ya sea tristeza, frustración,
decepción, miedo, dolor, o algún otro sentimiento, hemos sido
dotados por la naturaleza con estos sentimientos con un
propósito: ellos nos movilizan para actuar en la búsqueda y el
logro de lo que necesitamos o valoramos. Sus impactos sobre
nuestro espíritu y nuestro cuerpo es sustancialmente diferente
a la desconexión provocada por la culpa, la vergüenza, y la
depresión".
Lo que solemos experimentar primero, cuando hacemos esto, es
aflicción, que en la CNV es el proceso de conectarnos
plenamente con el pesar que sentimos cuando notamos que no
hemos venido actuando en nuestro propio interés. Pero cuando
nuestra conciencia se centra en lo que necesitamos, un
profundo auto-perdón sigue casi automáticamente, y somos
naturalmente estimulados a buscar las posibilidades creativas
que satisfagan nuestras necesidades. En cambio, los juicios
moralistas usados cuando nos culpamos a nosotros mismos
tienden a ocultar estas posibilidades y perpetuán un estado de
auto-castigo.
Por lo tanto, cultivamos la auto-compasión "cuando elegimos
conscientemente, en la vida cotidiana, actuar sólo en el
servicio a nuestras propias necesidades y valores en vez de
porque debemos, por las recompensas extrínsecas, o para evitar
la culpa, la vergüenza, y el castigo".
Un enfoque de la vida, más sicológicamente radical, sería
difícil de imaginar. Muchos descartarán simplemente la idea de
antemano con el argumento de que se trata de una manera
completamente "egoísta" de vivir. Esta crítica me recuerda
algo que Alan Watts dijo una vez: "A veces le debemos a otros
el ser egoístas." Todo ser humano en el planeta quiere ser
respetado y valorado. Todos queremos nuestras necesidades
satisfechas, y nadie quiere ser descartado, frustrado,
juzgado, o culpado. Pero nunca podemos esperar el respetar a
los demás de este modo si nos dejamos a nosotros mismos fuera
de la ecuación, porque si somos duros y carentes de compasión
hacia nosotros mismos, vamos a tratar, inevitablemente, a los
demás con el mismo nivel de desprecio cuando ellos presentan
los sentimientos o comportamientos que hemos aprendido a
juzgar en nosotros mismos. Es por eso que el primer paso para
aprender a comunicarse con los demás sin violencia es entender
que la auto-compasión es indispensable para el proceso. Todos
trataremos a los demás mejor en la medida que podamos tomar en
serio estas palabras antiguas del Buda: "Puedes buscar en
todos los ámbitos de la existencia, y nunca encontrarás a un
ser más digno de tu amor, y de tu compasión, que a ti mismo."

Tom Moon MFT, psicoterapista de San Francisco.


http://www.tommoon.net
Traducido del Inglés al Español por Gladiolo.

You might also like