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LA ORIENTACIÓN FAMILIAR: UNA RAZÓN DE SER

La familia, en sus crisis de los ciclos evolutivos, en sus cambios


adaptativos, necesita y requiere ser atendida por un grupo de especialistas o
especialidades que converjan en la relación de ayuda. Aparecen situaciones
conflictivas dentro del sistema familiar y nadie sabe a qué es debido ni
quién es el causante real; lo que sí acontece es que, fíjate por dónde, se
“responsabiliza y culpabiliza” de la situación normalmente al componente
más débil, que es precisamente el que somatiza, demuestra o “da la voz de
alarma” con su comportamiento o actitudes disfuncionales en algún
sentido.

Hoy por hoy, el resultado de la Orientación Familiar está suficientemente


contrastado y ya se está demostrando interés por parte de muchos
especialistas y responsables de política social en estos seis o siete años
últimos. Pero lo que realmente me preocupa es la responsabilidad del
Orientador Familiar por la personalidad, por su perfil, por su modo de
afrontar y ejercer esta profesión que es tan sumamente especial. Por esto,
creo prioritario que el/la Orientador/a Familiar (OF) debería ser una
persona que crea firmemente que la FAMILIA es un hecho presente y una
esperanza para seguir siendo considerada como la célula primigenia de la
educación y maduración del ser humano. Si no damos importancia a esta
institución creo que no pondremos las piedras de su construcción en su
lugar para que sea la urdimbre, el santa santorum del individuo en la
sociedad. Si no le damos la importancia real, no nos opondremos en
demasía a que ante las primeras crisis, por fuertes que estas parezcan o
sean, pueda romperse en tantos trozos o fragmentos como individuos la
componen.

Así, y no deja de ser una opinión abierta a debate, el/la OF. puede llegar al
corazón de las familias (de la tipología que sea) para enriquecerlas en el
descubrimiento de los valores y virtudes que han de desarrollarse en su
ámbito y que, sin embargo, hoy en día demuestra – la familia- una carencia
absoluta al intentar llevar a cabo esta misión ancestral.
Para mí, pues, el profesional o la profesional que haya decidido dedicarse a
esta importante profesión, nada reñida con las otras especialidades dentro
de la psicología y la psiquiatría, ( recuérdese que insistimos mucho en la
necesidad de la atención a través de un equipo multidisciplinar para
optimizar resultados) debería poseer y/o potenciar una serie de
características que le lleven a la obtención exitosa de sus objetivos en la
relación de ayuda (menos Prozac y más Platón). La primera es tener un
sentido de la vida práctico y ejercitar en uno mismo las técnicas que
aprendemos para convertirse en un excelente o por lo menos adecuado/a
educador/a para la vida (cuestión nada sencilla). Es imposible comunicar lo
que no se siente, por lo tanto uno ha de conocer sus zonas erróneas para
poder extender con las técnicas convenientes la armonía como base de la
solución inicial de conflictos.

Ya no se nos hace difícil entender que la familia, la pareja, nos demanda


colaboración, guía y apoyo frente a sus múltiples problemáticas, por lo que
el OF debe poseer un sentido de la responsabilidad y habilidades
suficientes para afrontar estos retos o, en su caso, saber derivarlos a otros
profesionales o instituciones, y que tanto en conjunto como contando con
nuestra participación directa, podamos ofrecer la posibilidad de dar, extraer
de ellos mismos, los recursos que fortalezcan la estructura de las relaciones
conyugales y de cada uno de los subsistemas que se encuentren en
situación disfuncional.

Todo este largo, espero que no demasiado, preámbulo es para converger en


que el Orientador Familiar ha de ser: FORTALECEDOR, FACILITADOR,
CONOCEDOR, EQUILIBRADO, SENSIBLE, REALISTA,
CARISMÁTICO, RESPETUOSO, CON AUTORIDAD, RESPONSABLE
Y LÍDER.

Estas virtudes, características, dones, como queráis llamarlas, todos


potencialmente las tenemos y si somos conscientes de que no contamos con
alguna de ellas, las podemos potenciar y adquirir; pero también existen
otras cualidades o características que completarán el círculo para hacer que
yo, como persona, me prepare a mí mismo para la misión de la Orientación
Familiar. Estas cualidades las podemos resumir en cuatro: Perspicaz,
observador, intuitivo y conciliador.

Creo sinceramente que todo esto es necesario porque el principal objetivo


va a ser entresacar los problemas ocultos, los que realmente no se ven, los
que ni los mismos que piden ayuda saben cuáles son, en ocasiones.
Ahondar en lo implícito, hasta donde te permitan, y lograr, repito,
entresacar los problemas ocultos que tiene cada cónyuge, cada miembro del
sistema familiar en su interrelación con los otros.

Sólo pretendo, y a veces me dicen muchos de mis colaboradores que es


mucho pretender, que con esto se pueda reflexionar en cuanto a la idea y
los requisitos que estimo básicos en el Orientador Familiar y para terminar,
casi, quiero apoyarme en unos párrafos que he visto y oído infinidad de
ocasiones y deseo compartirlos con vosotros, presentes y futuros
ORIENTADORES Y ORIENTADORAS FAMILIARES: “...será poseedor
de técnicas de comunicación y deberá tener facilidad de palabra para
cumplir su ejercicio integralmente. Si es así, en conjunto, de la abundancia
del corazón habla la boca por lo que si llenamos de valores nuestros
conocimientos técnicos y palabras, sería difícil que puedan eliminar,
rebatir nuestros argumentos en lo referente al conocimiento de la vida y a
los enfoques de solución de sus crisis.”
Con lo expuesto hasta ahora y tras unos años en la experiencia clínica, he
llegado a la conclusión que el OF, en su ejercicio profesional, ha de
aprender a escuchar atentamente (Escucha activa), detenidamente para
poder centrar de forma adecuada el problema que se nos expone
(generalmente el explícito). Si aprendemos a escuchar y a entender
(Empatizar), obviamente sabremos hacer el tipo de pregunta que más nos
interese (abiertas, de confirmación, de aclaración, cerradas, capciosas...)
para poder recibir las respuestas apropiadas, aderezándolo todo con la
manifestación no verbal de interés (usemos nuestro cuerpo) para transmitir
los mensajes que sean pertinentes en cada caso.
No quiero olvidarme de algo que al principio del ejercicio de la Orientación
Familiar no sabía utilizar y a mí mismo me pesaba como una losa y que con
el tiempo, y estudiando, leyendo más y más, he visto y aprendido que es un
instrumento imprescindible en nuestras sesiones de tratamiento: Los
silencios.
Un silencio habla; en el silencio se observa (programación
neurolingüística) y al final te das cuenta que tienes más datos con el
lenguaje no verbal que con el verbal. Por lo tanto es crucial que el OF
aprenda a usar, provocar y respetar el silencio en una sesión.
Espero, como siempre, que este artículo os sirva de reflexión, de debate y,
en definitiva, que os sea útil.

JUAN JOSE LOPEZ NICOLAS. Orientador Familiar. Articulista de la página


TERAPIA Y FAMILIA. http://www.terapiayfamilia.blogspot.com
Murcia (España). Asociación convivencia familiar Rincón de Seca.

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