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pernicioso de la influencia del dinero, del peso de los grandes medios de comunicacin masivos y de las empresas encuestadoras en las campaas electorales, al peso de grupos de poder en las decisiones de poltica pblica, temas que deben ser atendidos. Sin embargo, esto no le quita el carcter democrtico a los gobiernos, aunque s cuestiona seriamente su calidad. La clave est en atender esos problemas sin violar los principios liberales y republicanos. Vistas las cosas desde la oposicin, las decisiones son complicadas. Se puede denunciar al gobierno como autoritario y a sus instituciones como falsas, y optar por el abstencionismo, como ocurri con la oposicin venezolana en la eleccin parlamentaria de 2005. El problema es que esto te lleva a la marginalidad poltica. Otras opciones son el boicot, la bsqueda de un golpe de Estado o la pura confrontacin, carta de la oposicin venezolana en 2002, camino poco viable y que termin quitndole legitimidad. No parece quedar ms que aceptar las reglas de juego y de competencia propuestas por los autoritarismos, ya sea para denunciar su injusticia como para aprovechar la opcin de ganar, como ocurri con la dictadura de Pinochet o con el PRI en Mxico en 2000. En la eleccin venezolana reciente, vemos una eleccin injusta realizada por un gobierno autoritario, cuyas reglas tuvieron que ser aceptadas por la oposicin. Vali la pena, porque se
estuvo a punto de ganar, y se desnud la naturaleza del rgimen. Pero ni la oposicin ni la comunidad internacional estn en condiciones de imponer un boicot, y no deben atizar la confrontacin. Lo que debe hacerse es acompaar a la oposicin en su demanda por dilogo y promover un proceso de democratizacin, crear un escenario en el cual las dos mitades del pas encuentren una manera de coexistir para hacer viable a Venezuela.