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La ilusión del buen gobierno. Bernales Alvarado, Manuel Ernesto y Flores García, Víctor,
Compiladores, UNESCO - MOST Montevideo, Julio, 2004
Los autores se hacen responsables por la elección y presentación de los hechos que figuran en la presente
publicación y por las opiniones que aquí expresan, las cuales no reflejan necesariamente las de la UNESCO,
y no comprometen a la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en
que aparecen presentados los datos, no implican de parte de la UNESCO juicio alguno sobre la condición
jurídica de países, territorios, ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni sobre la delimitación de sus fronte-
ras o límites.
Ilustración de tapa: La recolección de oro en zona roja, 1997, Ricardo Migliorisi (Asunción,
Paraguay, 1948), tomado de Iberoamérica pinta. UNESCO-FCE. México, 1997
DERECHOS RESERVADOS
Queda prohibida cualquier forma de reproducción, transmisión o archivo en sistemas
recuperables, sea para uso privado o público por medios mecánicos, electrónicos,
fotocopiadoras, grabaciones o cualquier otro, total o parcial, del presente ejemplar, con
o sin finalidad de lucro, sin la autorización expresa del editor de la UNESCO.
ISBN 92-9089-078-9
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MANUEL ERNESTO BERNALES ALVARADO Prólogo
Indice
Prólogo
Manuel Ernesto Bernales Alvarado ........................................ 9
Introducción
Víctor Flores García ............................................................. 17
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
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MANUEL ERNESTO BERNALES ALVARADO Prólogo
Prólogo
MANUEL ERNESTO BERNALES ALVARADO*
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
que aquellos pueblos sean monstruos sin cabeza y sin gobierno». Jorge Juan
y Antonio de Ulloa: Noticias secretas de América (Manuscrito 1749).
Edición de Luis Ramos Gómez. Colección Crónicas de América 63.
Primera edición Mayo 1991. p. 456.
Buen Gobierno: No son escasas las definiciones o proposiciones
sobre lo que es un buen gobierno; para muestra, las que difunden el
Banco Mundial y programas internacionales académico-políticos
sobre gobernabilidad. La preocupación se remonta a nuestros pri-
meros años de vida independiente. Cito una carta del Libertador
Simón Bolívar del 27 de abril de 1829 que el destinatario, el agente
inglés de apellido Campbell, transcribió a su Gobierno en despacho
del 4 de junio del mismo año: “Creo que sin mucha exageración éste
puede ser llamado el hemisferio de la anarquía (...) No dudo que seme-
jante cúmulo de desórdenes contribuya a abrir los ojos de los ilusos y dé
ocasión de ver claro a nuestros amigos de Europa, convenciéndolos al
mismo tiempo de que mi conducta y principios son demasiado modera-
dos para gobernar este país” (Bolívar. Prólogo de Manuel Trujillo. Bi-
blioteca Ayacucho. Venezuela. 1983.).
Germani, Solari, Prebish, Quijano ..., así como a revisar las lecturas de los
clásicos, los que están de moda y los que no.
Por lo tanto, este libro es parte del seguimiento que realizamos al
Seminario de noviembre de 2001, y también es un insumo para el
Foro Internacional Repensar América Latina y el Caribe y, agrego, Re-
pensar las Ciencias Sociales –¿se puede hacer lo primero sin lo segun-
do?– que también será animado desde la Oficina Regional de Ciencia
de la UNESCO en Montevideo, en sus varias líneas de trabajo, tanto
prioritarias –ética de la ciencia y la tecnología, bioética– como otras:
incluyendo Filosofía, Prospectiva, Seguridad y Derechos Humanos.
La tarea se impone porque en este bienio debemos debatir y hacer
proposiciones para una mejor adopción de decisiones públicas con la
siguiente premisa: «la pobreza, especialmente la extrema pobreza, la
miseria, es una violación de los Derechos Humanos». Llevamos cinco
años de labor con grandes limitaciones. Sin embargo, hay trabajo acu-
mulado y algunos frutos que nos permiten intensificar esfuerzos en la
perspectiva aprobada por los Estados miembro.
Finalmente, en los primeros años de este nuevo siglo la mayoría de
las naciones de América Latina conmemorará 200 años de su inde-
pendencia política de España. Haití se independizó antes y Brasil,
después, se transformó de Imperio en República. Algunos de nues-
tros problemas más acuciantes tienen muy hondas raíces, algunas de
las cuales pueden verse en la Colonia y en las formaciones sociales y
estatales precolombinas. Un registro de esa realidad está en la Historia
General de América Latina, editada por la UNESCO, cuyo VI volu-
men acaba de ser presentado en París.
La realidad que enmarca y condiciona el trabajo de la UNESCO,
en particular la gestión del Sector Ciencias Sociales y Humanas es
muy compleja, bastante difícil de comprender y, por tanto, presenta
enormes retos al rigor y a la imaginación a la hora de definir políticas,
estrategias y programas, los cuales no pueden estar fuera de los res-
pectivos procesos nacionales y subregionales ni de las respuestas en
términos de proyectos de país, de nación, o de integración, que sur-
gen de la realidad y de la voluntad de los principales actores de la
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MANUEL ERNESTO BERNALES ALVARADO Prólogo
región. Este tema está siendo recogido en otro libro con diversos apor-
tes, que será publicado este año.
Me parece que la principal contribución de la UNESCO, en el
Sector Ciencias Sociales y Humanas para América Latina y el Caribe
en el siglo pasado fue el proyecto estratégico de creación de la Facul-
tad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Este acuerdo
intergubernamental por iniciativa de Chile y de Brasil, incluía a la
Escuela Latinoamericana de Sociología y a la Escuela Latinoamerica-
na de Ciencia Política y Administración Pública, ambas con sede en
Santiago de Chile, y el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales
con sede en Río de Janeiro, Brasil. Después del golpe militar que dio
origen a la dictadura en Chile, desaparecieron las Escuelas menciona-
das y en cambio surgieron Programas Nacionales FLACSO. Resulta-
do principal del Proyecto FLACSO fue la creación del Consejo Lati-
noamericano de Ciencias Sociales – CLACSO.
La humanidad vive otro proceso de mundialización cultural,
globalización en su sentido técnico-económico, especialmente a par-
tir de 1989-1990. El sistema de las Naciones Unidas ha realizado más
de una decena de Cumbres o Conferencias mundiales desde 1978, y
especialmente desde 1990. Hoy tenemos Objetivos (Metas) de Desa-
rrollo del Milenio; Informes Mundiales, Regionales y Nacionales de
Desarrollo Humano; un Informe Mundial “Seguridad Humana, Aho-
ra”; un reciente Informe Regional “Democracia en América Latina:
hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos”. La UNESCO ha
publicado un Informe Mundial sobre las Ciencias Sociales en 1999,
disponible en inglés, así como otras publicaciones de carácter
prospectivo, algunas de ellas en español. El Sector Ciencias Sociales y
Humanas de la UNESCO, a través del Programa MOST, inició en
1994 la discusión Repensar las Ciencias Sociales acompañando a orga-
nismos especializados, como el ISSC, redes académicas de varios con-
tinentes.
El Consejo Superior de la FLACSO, Convenio Intergubernamental
vigente, ha lanzado el proyecto Repensar América Latina, con el mis-
mo nombre que el de la UNESCO, y tiene importantes áreas de co-
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VÍCTOR FLORES Introducción
Introducción
Vuelta de tuerca
VÍCTOR FLORES GARCÍA
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diza expresan que están fuertemente insatisfechos con cómo está funcio-
nando la democracia en sus países. Solo el 35% esta satisfecho con su
funcionamiento. En la Unión Europea, para comparar, es el 47%, en
Dinamarca el 84%. Los latinoamericanos han elegido la democracia como
forma de vida, y la respaldan consistentemente, pero «democrática-
mente» están muy disconformes con su desempeño concreto.
Algunas causas de la insatisfacción son políticas, pero tienen un
peso decisivo las económico-sociales. La gran mayoría considera que
los problemas vinculados con la pobreza han empeorado. Se refieren
a carencias en oportunidades de trabajo, acceso a salud, acceso a una
educación de buena calidad, incertidumbre laboral, bajos sueldos.
Agregan a ello temas como el agravamiento de la corrupción, la delin-
cuencia y el tráfico de drogas. Además testimonian que sienten que
ésta es una región donde existen grandes desigualdades y sienten agu-
damente esa situación.
Los dos únicos países donde los promedios de satisfacción con el
desempeño del sistema democrático son mayores a los de la Unión
Europea son Costa Rica y Uruguay, donde más del 60% de la pobla-
ción está satisfecha con su funcionamiento. Son dos países que se
caracterizan por tener los más bajos niveles de desigualdad de toda la
región, y por haber desarrollado algunos de los más avanzados siste-
mas de protección social.
Las encuestas reflejan que la población esta clamando por cam-
bios, a través de la democracia no por otra vía, que permitan enfren-
tar los agudos problemas sociales. Los avances en ese camino parecen
encontrar obstáculos formidables en la región si se juzga por los limi-
tados resultados alcanzados. Algunos tienen que ver con la existencia
de fuertes intereses creados y de privilegios derivados del manteni-
miento de la situación vigente.
Otros con las dificultades derivadas de la inserción económica de
la región en la nueva economía internacional. Otros, del funciona-
miento defectuoso de instituciones y organizaciones básicas. A éstos y
otros más se suma la profusa circulación de ciertas falacias sobre los
problemas sociales que llevan a adopar políticas erróneas y a empren-
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BERNARDO KLIKSBERG Diez falacias sobre los problemas sociales de América Latina
der caminos que alejan de la salida del largo túnel en que esta sumida
buena parte de la población. No son el único factor de retraso, pero
claramente su considerable influencia en sectores con mucha inci-
dencia en la toma de decisiones obstruye seriamente la búsqueda de
alternativas renovadoras y el paso a una nueva generación de políticas
económicas y sociales.
El objetivo de este trabajo es llamar la atención sobre estas falacias,
para estimular la discusión amplia y abierta sobre las mismas, con vías
a su superación. Se presentan a continuación algunas de las principa-
les, se analizan algunos de sus efectos en el diseño de políticas y se
examina su consistencia. Se trata sobre todo de procurar ponerlas en
foco, e invitar a una reflexión colectiva sobre ellas.
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den causan daños múltiples. Entre ellos, se estima que los primeros años
de vida se desenvuelven buena parte de las capacidades cerebrales. La
falta de una nutrición adecuada genera daños de carácter irreversible.
Investigaciones de UNICEF (1995) sobre una muestra de niños pobres
determinaron que a los cinco años la mitad de los niños de la muestra
presentaba retrasos en el desarrollo del lenguaje, un 30% atrasos en su
evolución visual y motora, y un 40% dificultades en su desarrollo gene-
ral. La desnutrición causa asimismo déficit en el peso y talla de los niños
y ello va a repercutir fuertemente en su desenvolvimiento. Entre los fac-
tores generadores de riesgo alimentario se hallan: la falta de recursos de la
familia, el carácter monoparental de la misma y la baja educación de las
madres.
Existe una robusta correlación estadística entre estos factores y la
desnutrición infantil. En la América Latina actual los tres factores
tienen significativa incidencia. Como se señaló, numerosas familias
tienen ingresos menores a los imprescindibles, se estima que cerca de
un 30% de los hogares está a cargo de madres solas; en su gran mayo-
ría se trata de hogares humildes, y el nivel educativo de las madres
pobres es muy bajo. La pobreza del hogar puede significar que mu-
chas madres estarán a su vez desnutridas durante el embarazo. Es
probable entonces que el hijo tenga anemia, déficit de macronutrientes
esenciales y bajo peso. Ello puede amenazar su misma supervivencia o
atentar contra su desarrollo futuro. Si, además, la madre esta sola al
frente de la familia, tendrá que luchar muy duramente para buscar
ingresos. Sus posibilidades de dedicación al niño en las críticas etapas
iniciales serán limitadas. El factor educativo influirá asimismo en as-
pectos muy concretos. Así, las madres con baja escolaridad tendrán
poco información sobre cómo manejarse apropiadamente respecto a
la lactancia materna, cómo armar dietas adecuadas, cómo cuidar sani-
tariamente los alimentos, cómo administrar alimentos escasos. En
1999, en 10 de 16 países de la región entre un 40 y un 50% de los
niños urbanos en edad preescolar formaban parte de hogares cuya
madre no había completado la educación primaria. En las zonas rura-
les en 6 de 10 países analizados el porcentaje era de 65 a 85%. Entre
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se puede medir por algo que es un medio, debe medirse por índices
que reflejen lo que sucede en ámbitos básicos de la vida cotidiana. La
falacia de que el crecimiento basta está en definitiva transformando
un medio fundamental, pero sólo un medio, en el fin último. Es
necesario desmistificarla y retomar un debate a fondo sobre qué está
sucediendo con el cumplimiento de los fines. Amartya Sen ilustra los
límites de esta falacia analizando varias situaciones reales. Realiza la
comparación que se refleja en el siguiente gráfico:
Como se observa, los tres primeros países del gráfico, el Estado de
Kerala en la India (de 33 millones de habitantes), China y Sri Lanka
tenían un producto bruto per cápita muy reducido. Los otros tres,
Sudáfrica, Brasil y Gabón tenían un producto bruto que multiplicaba
entre cinco y quince veces el de los anteriores. Sin embargo, la población
vivía más años en los tres países pobres: 71,69, y 72 versus 63,66 y 54.
El crecimiento económico solo no era el factor determinante en uno
de los indicadores más fundamentales para ver si una sociedad progresa,
el más básico, la esperanza de vida. ¿Qué otras variables intervenían en
este caso? Sen identifica aspectos, como las políticas públicas que garanti-
zaban en los tres primeros países un acceso mas extendido a insumos
fundamentales para la salud, como el agua potable, las instalaciones sani-
tarias, la electricidad y la cobertura médica. Asimismo las mejores posibi-
lidades en materia de educación a su vez inciden en la salud. Junto a ello
un aspecto central era la mejor distribución del ingreso en las tres prime-
ras sociedades. Todo ello llevó a que los países supuestamente más pobres
en términos del ingreso, fueran más exitosos en materia de salud y años
de vida. Dice Sen: “Ellos han registrado una reducción muy rápida de las
tasas de mortalidad y una mejora de las condiciones de vida, sin un creci-
miento económico notable”.
ticas publicas firmes en campos cruciales como los sociales. Causa así
daños irreparables a vastos sectores de familias, aumenta la pobreza y
la desigualdad y limita las posibilidades de un crecimiento sostenido.
Los datos de la realidad sugieren que hay otro camino. En algunos de
los países más exitosos económica y socialmente del mundo uno de
los pilares de sus economías es un Estado activo de alta eficiencia.
Una de sus características centrales contradice uno de los fundamen-
tos de la falacia. Es un Estado coordinado estrechamente con la socie-
dad civil. La falsa oposición Estado-sociedad civil que preconiza la
falacia como un hecho, es desmentida en ellos. Los lazos de coopera-
ción son múltiples, y surge una acción integrada. Algunas de las so-
ciedades latinoamericanas con mejores cifras de equidad, menor po-
breza y mejores tasas de desarrollo humano también tuvieron como
base de esos logros a Estados bien organizados, con burocracias consi-
deradas eficientes, como Costa Rica, Uruguay y el Chile democráti-
co. Es imprescindible reformar y mejorar la eficiencia estatal y erradi-
car la corrupción. Pero para ello es necesario avanzar en otra dirección
totalmente distinta a la de la falacia. No satanizar al Estado, sino ir
construyendo administraciones publicas descentralizadas, transparen-
tes, abiertas a la participación comunitaria, bien gerenciadas, con ca-
rreras administrativas estables fundadas en el mérito.
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sacrificar generaciones? ¿Por qué los más débiles, como los niños y los
ancianos, son los más afectados por las políticas aplicadas en muchos
países? ¿Qué tenemos para decir sobre la destrucción de familias que
está generando la pobreza? y otras cuestiones similares. Es una región
donde, como se ha visto, la mayoría de los niños son pobres, donde
miles y miles de niños viven en las calles marginados por la sociedad,
y donde mientras la tasa de mortalidad de niños menores de cinco
años era en 1997 en Canadá de 6.9 cada 1000, llegaba en Bolivia a
82.8, en Ecuador a 57.7, en Brasil a 45.9, en México a 36.4 (Organi-
zación Panamericana de la Salud 2000. En América Latina, el 17% de
los partos se produce sin asistencia médica de ningún tipo, con los
consiguientes efectos en términos de mortalidad materna, que es cin-
co veces mayor a la de los países desarrollados, y sólo se hallan cubier-
tos previsionalmente el 25% de las personas de edad mayor.
Esto plantea problemas éticos básicos: ¿Qué es más importante?
¿Cómo asignar recursos? ¿No deberían reestudiarse las prioridades?
¿No hay políticas que deberían descartarse por su efecto “letal” en
términos sociales?
Cuando se denuncia la debilidad de la falacia que elude la dis-
cusión ética, ella toma con frecuencia el rostro del “pragmatismo”.
Arguye que es imposible discutir de ética cuando no hay recursos.
Sin embargo, más que nunca cuando los recursos son escasos de-
bería debatirse a fondo sobre las prioridades. En los países en que
ese debate se libra, los resultados suelen ser muy distintos en tér-
minos de prioridades y de resultados sociales que en aquellos en
donde se elude. Cuantos más recursos existan, mejor, y se debe
hacer todo lo posible para aumentarlos, pero puede haber más y
seguir asignados bajo los patrones de alta inequidad propios de
América Latina. La discusión sobre las prioridades finales es la
única que garantiza un uso socialmente racional de los recursos.
La Comisión Latinoamericana y del Caribe presidida por Patricio
Aylwin (1995) realizó un análisis sistemático para la Cumbre so-
cial mundial de Copenhague sobre qué recursos hacían falta para
solventar las brechas sociales más importantes de la región. Con-
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cluyo que no son tan cuantiosos como se supone, y que una parte
importante de ellos puede obtenerse reordenando prioridades, for-
taleciendo una sistema fiscal progresivo y eficiente, y generando
pactos sociales para aumentar los recursos para áreas críticas.
Un renombrado filósofo, Peter Singer (1999), plantea en un artí-
culo relativamente reciente del New York Times que no es posible
que los estratos prósperos de las sociedades ricas se libren de la carga
de conciencia que significa convivir con realidades masivas de abyecta
pobreza y sufrimiento en el mundo, y que deben encarar de frente su
situación moral. Su sugerencia se puede aplicar a similares estratos de
América Latina.
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Hemos visto cómo las extendidas falacias que presentan una visión
distorsionada de los problemas sociales de América Latina y de sus
causas, conducen a graves errores en las políticas adoptadas y son
parte de las dificultades para mejorar la situación. No ayudan a supe-
rar la pobreza y la desigualdad, por el contrario, con frecuencia las
refuerzan estructuralmente visiones como: negar la gravedad de la
pobreza, no considerar la irreversiblidad de los daños que causa, argu-
mentar que el mero crecimiento económico sólo solucionará los pro-
blemas, desconocer la trascendencia del peso regresivo de la desigual-
dad, desvalorizar la función de las políticas sociales, descalificar total-
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NOTAS
REFERENCIAS
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tal verdad cuando dijo que “los hombres no pueden fijar la historia.
Sólo las instituciones pueden hacerlo”.
Las reglas y procedimientos de la gobernabilidad serán tanto más du-
raderas cuanto mayor grado de conflicto entre los actores estratégicos
sean capaces de contener y procesar pacíficamente. La crisis de
gobernabilidad sólo se produce en realidad cuando el conflicto entre los
actores tradicionales por su poder relativo o el conflicto con nuevos acto-
res emergentes ponen en cuestión, no una regla, procedimiento o fórmu-
la específicos, sino la misma matriz institucional que expresaba la estabi-
lidad o equilibrio del sistema sociopolítico. Hay muchos conflictos que
lejos de poner en crisis la gobernabilidad, mediante su solución positiva
contribuyen a la adaptabilidad y fortalecimiento de las fórmulas de
gobernabilidad existentes. En este sentido cabría hablar de eficiencia
adaptativa para designar aquella cualidad de las fórmulas que posibilita el
reconocimiento y solución positiva de los conflictos mediante la adapta-
ción de las fórmulas a los nuevos equilibrios entre los actores estratégicos.
En sociedades dinámicas, complejas, diversas y volis nolis impactadas
por la internacionalización, los actores estratégicos viven permanen-
temente oportunidades y amenazas para aumentar o disminuir su
poder relativo. Además, muchos grupos de interés pugnan por per-
manecer o por acceder a la condición de actor estratégico. Cada cam-
bio tecnológico, económico, social o del entorno genera un nuevo
escenario de amenazas y oportunidades para el conjunto de actores
estratégicos. La apertura del proceso privatizador puede ser una exce-
lente oportunidad para algunas élites económicas y políticas locales
aliadas a capitales transnacionales, pero es una amenaza para los sin-
dicatos que habían hecho de la patrimonialización parcial de estas
empresas uno de sus recursos de poder más importantes. La pérdida
por las Fuerzas Armadas de los sectores empresariales que aún con-
trolan en algunos países latinoamericanos es una pérdida de un recur-
so de poder de éstas, pero puede ser una oportunidad para los sectores
empresariales privados. El intento de creación de un servicio civil
meritocrático será visto como una oportunidad por los servidores ci-
viles profesionales y por los aspirantes cualificados para serlo, pero
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será vivido como una amenaza por los partidos políticos que toman la
clientelización del servicio civil como un recurso de poder. La garan-
tía internacional del respeto a los derechos humanos puede vivirse
como una pérdida de poder por los organismos represores tradiciona-
les, pero como una oportunidad para devenir actor estratégico por
parte de grupos tradicionalmente reprimidos.
El grupo que quiere proteger o incrementar su poder relativo puede
utilizar diferentes tácticas: fortalecer sus recursos de poder y efectividad,
buscar nuevas alianzas, socavar el poder de los otros grupos, conseguir
recursos de poder diferentes de los que le son característicos (sindicatos
que consiguen propiedad de empresas; iglesias que crean o influyen en
partidos políticos; empresarios que controlan medios de comunicación...),
ordenar sus recursos con más eficacia mediante el fortalecimiento
organizativo. (Coppedge: 67). El grupo que quiere ser reconocido como
actor estratégico puede pretender encontrar su espacio dentro de la ma-
triz institucional mediante la modificación de alguna fórmula específica
de la misma: caso de los zapatistas en México y de algunos otros movi-
mientos indígenas emergentes, o, por el contrario, puede plantear un
cambio fundamental de la matriz institucional como sucede con algunos
movimientos guerrilleros y algunos planteamientos indígenas. Las tácti-
cas que utilizarán son completamente diferentes: desde el cambio en la
coalición gobernante, la provocación de la crisis ministerial, la votación
de no confianza, la moción de censura, la reforma constitucional o legis-
lativa, etc... hasta la subversión, la guerra, la violencia, el terrorismo, la
movilización social, la agitación ideológica, la búsqueda de alianzas inter-
nas e internacionales. En Venezuela, el actual presidente Chávez utilizó
diversas tácticas y recursos de poder para provocar una alteración radical
de la matriz institucional de la Cuarta República plasmada en las fórmu-
las aún en gestación de la gobernabilidad incierta característica de la Quinta
República.
El concepto de gobernabilidad asume, pues, el conflicto entre ac-
tores como una dimensión fundamental sin la que no sería posible
interpretar la dinámica de las reglas, procedimientos o fórmulas lla-
madas a asegurar la gobernabilidad en un momento y un sistema
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NOTAS
(1) La referencia exacta de la obra es Crozier, M.J., Hungtinton, S.P. y Watanuki, J. (1975),
The Crisis of Democracy. Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Comi-
sión. New York University Press. Veinticinco años más tarde, en el año 2000, la Comisión
Trilateral volvió a encargar un nuevo informe sobre la salud de las democracias capitalistas
avanzadas cuya referencia es Pharr, S. Y Putnam, R. (2000), Dissafected Democracies. What’s
Troubling the Trilateral Countries. Princeton: Princeton University Press. Un análisis compa-
rativo de ambos informes es realizado por Feldman, E., (2000), “A propósito de la publi-
cación de un nuevo informe a la Comisión Trilateral sobre la salud de las democracias
avanzadas: algunas reflexiones sobre una oportunidad perdida”, en Instituciones y Desarro-
llo, 7, nov. 2000, 121-127. (puede consultarse este trabajo “on line” en la web del IIG
www.iigov.org buscando publicaciones y revista Instituciones y Desarrollo 7).
(2) Hungtinton define una ola de democratización como “un grupo de transiciones
democráticas que se producen en un determinado periodo de tiempo y que son una
ola simplemente porque son mucha más numerosas que las transiciones en sentido
opuesto registradas durante el mismo periodo”. Hungtinton identifica dos previas
olas de democratización: una primera, larga en el tiempo, que va desde 1828 a
1926; una segunda que siguió al fin de la Segunda Guerra Mundial y que va de
1943 a 1964, y la que todavía estamos viviendo hoy y se describe en el texto. Las dos
primeras olas terminaron con crisis y retrocesos democráticos importantes (1922-
1942 por obra del fascismo y del comunismo principalmente, y 1961-1975 por
causa principalmente de los golpes de estado y las dictaduras militares). Cada revés
democrático disminuyó significativamente el número de democracias, pero siempre
quedaron más democracias que las existentes en el momento de iniciarse la ola
democratizadora (Hungtinton, S., 1991, The Third Wave: Democratization in the
Late Twentieth Century (Norman: University of Oklahoma Press).
(3) Vid. Carothers, Aiding Democracy Abroad. The Learning Curve. Washington, D.C., Carnegie
Endowment for International Peace, 1999.
(4) El concepto de “governance” y su interrelación con las instituciones empezó a popu-
larizarse con anterioridad de la mano de las agencias internacionales. No obstante,
su utilización está aún hoy día sujeta a peligrosas confusiones. En 1987 una publica-
ción pionera del Banco Mundial identificaba desarrollo institucional con “el proce-
so de incrementar la habilidad de las instituciones para hacer un uso efectivo de los
recursos financieros y humanos disponibles”. El campo del desarrollo institucional
se identificaba con el de la gestión pública e incluso con el de la administración
pública. En 1989, otra publicación del Banco Mundial identificaba la crisis que
vivía África como una crisis de “governance” refiriéndose con ello a la extensiva
personalización del poder, el incumplimiento de los derechos humanos fundamen-
tales, la corrupción, y la prevalencia de gobiernos no electos y con graves déficits de
“accountability”. En una publicación posterior de 1992, los autores reconocían que
“a pesar de algunos éxitos alentadores de los préstamos para programas de ajuste y
las reformas del sector público, el entorno facilitador es todavía deficiente en mu-
chos casos. La eficiencia de las inversiones y reformas políticas impulsadas por el
Banco dependen entonces, en estos casos, en la mejora del marco institucional para
la gestión del desarrollo”. Carlos Santiso (2001): El Misterio de las Pirámides: De-
sarrollo Institucional y reformas d segunda generación en América Latina, en Ins-
tituciones y Desarrollo, Nº 8 y 9 extraordinario, 2001.
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JOAN PRATS CATALÁ Por una gobernabilidad democrática para la expansión de la libertad
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
JORGE BALBIS
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Un mosaico polivalente
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se tiende a hablar de sector “sin fines de lucro” como aquel que engloba a
todas las organizaciones con fines sociales o solidarios. Sin embargo, por
ejemplo, las cooperativas promueven proyectos que benefician a la co-
munidad al tiempo que reditúan provecho para sus propios miembros
así como, más y más organizaciones “sin fines de lucro” entran a jugar en el
campo de la promoción de créditos, asistencia técnica a microempresas y
otras actividades de tipo económico. Otras tantas entre ellas tienden a
autoidentificarse como “no gubernamentales” por no depender de la ad-
ministración del Estado; casi todas se definen como no partidarias o no
religiosas remarcando el carácter independiente de su accionar; y un gru-
po importante entiende que es parte del llamado “Tercer Sector”, un tér-
mino que se reconoce fue acuñado hace unas décadas por W. Nielsen y
que da por sobreentendida la existencia de otros dos sectores constituidos
por el Estado y el mercado. Algunos autores otorgan a este Tercer Sector
la capacidad mediadora entre los ciudadanos y el Estado, pero es claro
que los contactos, vínculos y articulaciones entre los eventuales tres sec-
tores cuestionan e interpelan las fronteras que pretendan marcarse entre
unos y otros. Por ejemplo resulta que los límites son muchas veces dema-
siado difusos como para ubicar a las organizaciones del llamado “Tercer
Sector” por fuera de cometidos de bien público, que en primera instancia
estarían asignados al Estado así como, por otra parte, muchas veces las
empresas asumen iniciativas que aparentemente podrían estar reservadas
a organizaciones sociales o crean sus propios mecanismos o instrumentos
para cumplir con una función de “responsabilidad social” (A. CRUZ en
CRUZ; BARREIRO (dir.), 2000).
Es en razón de todo ello que preferimos adoptar una agrupación
más generalista de estas organizaciones, que aluda a su pertenencia a
la llamada Sociedad Civil (OSC) como entidades privadas con fines
públicos extendiendo dicho concepto más allá del mundo de organi-
zaciones comprendidas en el llamado “Tercer Sector”. (7) En esta di-
rección, y desde la perspectiva de sus estudios sobre el “Capital So-
cial” en Argentina, el PNUD y el BID entienden que la solidaridad,
la generosidad, el desinterés y el amor al prójimo están en la base de la
racionalidad sobre la cual actúan las OSC.(8) Esta lógica del despren-
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
puede ser analizada desde distintos puntos de vista y puede ser defini-
da simultáneamente en función de distintos criterios, algunas clasifi-
caciones posibles, según las variables consideradas más relevantes y
útiles para el análisis de este tipo de organizaciones, serían:
• Según su concepción filosófica, ya que mismo si por lo general todas
se ubican en una franja ideológica definida, si se quiere, como
“progresista”(o sea que promueven una mayor equidad distributiva,
democracia, participación, etc.), existen entre ellas matices que van
desde posiciones más “radicalizadas”(que promueven un cambio to-
tal del sistema económico y social), pasando por otras más “huma-
nistas”, “teológicas”(sobre todo emparentadas con vertientes filosófi-
cas afines con la Teología de la Liberación) hasta “profesionalistas”
(que basan su trabajo en diagnósticos y propuestas relacionadas con
la profesión de sus miembros) aunque es posible encontrar en una
misma ONGD la convivencia y combinación de distintas orienta-
ciones filosóficas.
• Según el campo de acción en el que se desempeñan dado que, aun-
que todas las ONGDs están dedicadas a temas relacionados con la
satisfacción de las necesidades urgentes de la población pobre, estas
organizaciones pueden ser diferenciadas según su campo de trabajo,
ya sea este la educación, el hábitat, la salud, los derechos humanos,
el medio ambiente, el género, etc. También existen instituciones con
proyectos interdisciplinarios o que ejecutan programas integrales,
cubriendo varios campos de acción a la vez. Según temas específicos,
ya que dentro de cada campo, a su vez, pueden especializarse en
aspectos particulares, como ser: dentro de hábitat, vivienda o infra-
estructura; dentro de salud, alimentación o salud materno-infantil;
o en el área legal: despidos u ocupación de terrenos, etc.
• Según los sectores atendidos en función de los subgrupos de los sec-
tores populares con los que trabajen: campesinos (sobre todo en paí-
ses andinos y centroamericanos), pobladores de barriadas suburba-
nas (predominantes en países con alto porcentaje de población urba-
na y concretamente en las periferias de grandes metrópolis), grupos
aborígenes, mujeres, niños, enfermos, microproductores, etc.
• Según la escala de sus acciones en el sentido del alcance geográfico
de sus actividades que puede ser a nivel de un barrio, municipio,
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
ca Latina y más aún precisar dentro de tal universo el peso del grupo
de las ONGDs. A mediados de los noventa, un estudio elaborado a
partir de una revisión de directorios nacionales ubicaba su número
para toda la región en unas diez mil organizaciones (16) , aunque un
estudio más reciente con una estimación más estricta del número de
ONGDs ubica tal cifra por debajo del estimado anterior
(VALDERRAMA y PÉREZ COSCIO, 1998). (17) Esta dificultad
para precisar el número de ONGDs existentes a la hora actual en la
región también puede vincularse, en algunos casos, con la identifica-
ción de estas organizaciones como “Tercer Sector” que ya mencionára-
mos antes y que, como lo advierte un estudio desarrollado por
FLACSO (FILMUS, 1997), ha dado lugar a frecuentes imprecisiones
metodológicas que tienen no sólo consecuencias estadísticas sino ideo-
lógicas. Por un lado, como ya dijéramos, en la medida que las ONGs
habían incorporado como parte esencial de su identidad, la búsqueda
de alternativas democráticas de desarrollo basadas en el concepto de
justicia social esta asimilación junto a otras instituciones más propia-
mente asistenciales que también conforman este sector aumenta el
número eventual de estas organizaciones, pero evidentemente provo-
ca una pérdida de perfil, especialmente el conquistado por las ONGDs
durante los setenta y ochenta como voceros de los excluidos y margi-
nados. Por otra parte, repetimos lo dicho respecto a que muchas veces
los límites son demasiados difusos como para ubicar a las organiza-
ciones del llamado “Tercer Sector” por fuera de cometidos del bien
público, que en primera instancia estarían asignados al Estado así como,
por otra parte, muchas veces las empresas asumen iniciativas que apa-
rentemente podrían estar reservadas a organizaciones sociales o crean
sus propios mecanismos o instrumentos para cumplir una función de
responsabilidad social.
A este desarrollo de la acción de las ONGs contribuyó el inicial res-
paldo de la solidaridad de organizaciones del mundo desarrollado de ins-
piración laica o confesional basada en modalidades de cooperación inter-
nacional con grupos organizados en las propias sociedades del “Tercer
Mundo”. Pero, a partir de mediados de los años ochenta contribuirá tam-
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
a las del Sur en una situación de crisis que las compromete a redefinir
su identidad, tarea que no es, por lo tanto, una necesidad exclusiva de
ls ONGDs del Sur. Los representantes de las ONGDs del Sur reco-
nocen la importancia que tiene la relación con las ONGs del Norte,
de larga trayectoria común con compromisos compartidos, relación
que no es fácilmente transferible a la nueva interacción que se viene
desarrollando con las agencias bilaterales y multilaterales. De ahí en-
tonces la importancia de establecer nuevas formas de diálogo que per-
mitan enfrentar de manera creativa la nueva situación. En este marco
de las relaciones Norte-Sur es conveniente relevar la importancia de
las alianzas estratégicas globales, expresada en la concertación entre
ONGs de diversas regiones del mundo entre sí y con las ONGs del
Norte, así como la articulación con otros sectores de la sociedad y la
apertura de espacios de diálogo con organizaciones estatales y
multilaterales. Los trabajos del International Forum on Capacity
Building of Southern NGOs es un ejemplo de este tipo de
interrelaciones, como lo es también el grupo de trabajo ONG-Banco
Mundial, sin olvidar otras múltiples experiencias que habría que rele-
var a este respecto como ser la campaña internacional Jubileo 2000, la
movilización de ONGs alrededor del Acuerdo Multilateral de Inver-
siones en la órbita de la Organización Mundial del Comercio (OMC),
etc.(33)
Una vía por la que han debido transitar las ONGDs de la región
para sobrevivir en tan difícil escenario ha sido la reconversión
institucional y el mejoramiento de su gestión. Respecto de los cam-
bios (“reingeniería”) operados en el sistema de gestión, son muchas e
importantes las modificaciones que se han venido operando en la or-
ganización interna de las ONGDs en el marco de las nuevas exigen-
cias planteadas por los cambios del contexto. Entre los cambios a
anotar se destacan: un mayor rigor en los sistemas de planificación
con aplicación de técnicas modernas; nuevos mecanismos de evalua-
ción institucional; inclusión de elementos gerenciales en la gestión
institucional; racionalización de recursos y ajustes de personal. Al
mismo tiempo, al enfrentarse mayores márgenes de incertidumbre
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
La democracia en la pobreza
Las ONGDs son solamente uno de los muchos actores y fuerzas so-
ciales que constituyen el complejo –y cada vez más rico– tramado de
la construcción de la SC en nuestros países. Tampoco son ellas la
panacea para la solución de los problemas del desarrollo y la práctica
de un “buen gobierno”, por lo que no es posible exigirles más de lo que
efectivamente pueden dar y de lo que cabe dentro de sus márgenes de
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
NOTAS
(1) La popularización del fenómeno de las ONGs puede ser rastreada en particular a partir
de los años setenta cuando se registra una verdadera “emergencia explosiva” del número y
desempeño de estas organizaciones en todo el mundo (CERNEA, 1988). Entre las razo-
nes más importantes que explican este crecimiento se ha mencionado, por ejemplo, la
percibida incapacidad de las agencias oficiales de cooperación, tanto bilaterales como
multilaterales, y de los gobiernos nacionales de promover el desarrollo con efectividad
para elevar el nivel de vida de los pobres del mundo; las enormes contribuciones sin
precedente canalizadas por las ONGs durante la hambruna africana de esa época (que
llamaron la atención sobre la efectividad con que estas organizaciones manejaban situa-
ciones de emergencia y suministraban ayuda humanitaria); la preferencia ideológica de
los gobiernos de los países donantes por el desarrollo desde el sector privado y por la
promoción de “sistemas políticos pluralistas” que la multiplicación de estas organizaciones
podría favorecer, etc. (DAWSON, 1993).
(2) Desde los años sesenta el rol de las ONGs en la acción humanitaria, la lucha contra la
pobreza, la movilización y participación social, la autogestión, etc., ha merecido una
larga serie de estudios tanto de parte del medio académico como de organismos interna-
cionales (ONU, UNRISD, FAO, OIT, UNESCO, etc.) así como , más recientemente,
de la de estas mismas organizaciones y de sus cooperantes. De igual forma, en las últimas
décadas se han multiplicado las reuniones, declaraciones y resoluciones de carácter inter-
nacional que reconocen y promueven el rol de las ONGs como actores del desarrollo
humano, lo mismo que los foros de discusión, las iniciativas para la sistematización de
experiencias, las redes internacionales y los proyectos para mejorar y reforzar las capaci-
dades de acción de estas organizaciones. De una parte de tales trabajos da cuenta la
bibliografía de referencia de este documento. Sin embargo, muchos más son los que no
aparecen mencionados ni aludidos en el texto. Ello se debe principalmente a las limita-
ciones inherentes a un trabajo de este tipo que no es un estudio general sobre las ONGs
y su evolución, sino más precisamente sobre la relación de estas organizaciones con los
fenómenos de la “gobernancia” y el desarrollo en el particular contexto latinoamericano
y caribeño de nuestros días. Incontestablemente, los trabajos dominantes sobre la cues-
tión de las ONGs y de los sectores asociativos son de origen anglosajón y más particular-
mente norteamericano, siendo más recientes y escasos en los ámbitos francófono e hispa-
no. Entre los primeros se destacan en especial los que actualmente se llevan a cabo por la
International Society for Third-Sector Research (ISTR) en el seno de la Johns Hopkins
University, aunque también otras prestigiosas universidades como Yale en los Estados
Unidos y la de Manchester y la London School of Economics en Inglaterra cuentan con
áreas especializadas en el estudio de las ONGs. En el ámbito latinoamericano la escasa
producción de análisis sistemáticos y de estudios empíricos sobre el tema reconoce em-
pero algunos antecedentes desde los años setenta a nivel de ciertos países así como de
organismos internacionales que operan en la región. Pero será sin duda a partir de los
años ochenta cuando el tema de las ONGs comience a llamar la atención como objeto
de estudio en función del notable desarrollo que tuvieran estas organizaciones a partir de
entonces en la región. Ver Bibliografía de Referencia
(3) Como ha sido precisamente apuntado en un reciente estudio sobre la sostenibilidad de
las ONGs latinoamericanas, en las últimas décadas, “one of the most importants
transformations that have taken place througth the world and in the region, is the
transformation in social interest representation: the transition from societies structured around
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
Social podrá hacer arreglos adecuados para celebrar consultas con organizaciones no guber-
namentales que se ocupen en asuntos de la competencia del Consejo”). Junto con el carácter
no gubernamental, la ONU precisó luego la necesidad de que estas organizaciones tuvie-
ran carácter internacional para poder dar alguna voz en el citado Consejo a instituciones
internacionales independientes de los gobiernos. Esta definición inicial limitó la utiliza-
ción del término a organismos de carácter internacional, aunque en realidad la mayor
parte de las ONG dedicadas a la cooperación para el desarrollo son de carácter nacional,
regional e incluso local. Ha sido el uso del término por extensión el que ha ido delimi-
tando y ampliando el concepto de ONG, haciendo que se perdiera el enfoque jurídico y
el carácter internacional de los inicios en función de una interpretación de orden socio-
lógico y político de la naturaleza y la acción de estas organizaciones. (ORTEGA CARPIO,
1994).
(12) De hecho, algunos autores (citados por BOMBAROLO, PÉREZ COSCIO, 1992) se
refieren a las ONGs utilizando apelaciones como, entre otras, por ejemplo las de “Asocia-
ciones Privadas de Desarrollo” (en el caso peruano, PADRÓN, 1982); “Asociaciones Pri-
vadas de Gestión Colectiva”(en el Uruguay, BIDART, 1988,), o “Instituciones Privadas de
Interés Social” (en República Dominicana, CEDOIS, 1989).
(13) D. Westendorff advierte también a nivel urbano sobre la diferencia entre las ONGDs y
otras organizaciones más asociadas con comunidades locales (“local” community-based
organizations (CBOs) o “urban grassroots organizations”) que muchas veces sobreviven
en “simbiosis” con las primeras. “The NGDOs –Non-governmental Development
Organizations– however, tend to be more formally structured, highly-skilled and typically
externally financed of the two kinds of entities; they also form the most visible tip of the
civil society iceberg” (WESTENDORFF, 2001).
(14) “Junto con las ONG de India, que nacieron desde una combinación de motivos del gandhismo
y budismo, las ONG del Sur de América Latina son probablemente las que tienen la mayor
ancianidad en el Tercer Mundo” (F. WILS “ONG en América Latina: ¿por dónde van?”,
La Haya, inédito, 1993, citado por CORSINO, 1994).
(15) En los últimos tiempos se ha venido desarrollando un nuevo tipo de ONG definida por
un nuevo tipo de destinatario de su acción que no es otro que las propias ONGs: “NGO
support Organisations, organisations whose primary function is to work at local, national
and regional level in a non-funding role to support the development of NGOs and the Ngo
sector. NGOSOs are a relatively recent phenomena on the development scene and interest in
them is growing,a long with a desire to better understand their role and function.”(JAMES,
2001).
(16) Albrecht KOSCHÜTZCKE: “Die Lösung auf der Suche nach dem problem: NGO
diesseits und Jenseits des Staates”, in Jahrbuch Lateinamerika, 18, Berlin, 1994, citado
por VALDERRAMA LEÓN en VALDERRAMA LEÓN y PÉREZ COSCIO (comp.),
1998, p. 372. La cifra global aportada por este relevamiento es bastante similar a la de
11.000 ONGs que a fines de 1990 determinara una recopilación de directorios de este
tipo de organizaciones realizada por la Inter-American Foundation (BOMBAROLO;
PÉREZ COSCIO; STEIN, 1992).
(17) Por ejemplo, en el caso de México, la Secretaría de Gobernación tiene registradas más de
cinco mil organizaciones civiles, pero la cifra incluye desde organizaciones de bienestar y
desarrollo hasta culturales y deportivas. Por su parte, el Directorio del Centro Mexicano
de la Filantropía registra 4.521 organizaciones también de tipo heterogéneo. Un censo
efectuado en Guatemala en 1998 ha permitido identificar 259 ONGs dedicadas al desa-
rrollo. En El Salvador el Ministerio del Interior lleva un registro en donde aparecen
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JORGE BALBIS El complejo mundo de las ONGs: ni panacea ni marginalidad
(21) En este sentido, a comienzos de los años noventa, G. O’Donnell especuló acerca de la
configuración en América Latina de un “subtipo” de democracia que maduraba al paso
de la transición política entonces en curso. La “democracia delegativa”, disonante de la
democracia representativa, suponía que quien ganaba las elecciones quedaba autorizado
“mayoritariamente” a gobernar sin las restricciones y exigencias de la “accountability”. Su
base de lanzamiento era mucho más movimientista que partidaria, aunque una vez en el
poder, el gobierno se ofrecía a la ciudadanía “por encima de todo”. También O’Donnell
afirmaría que las democracias “delegativas” son inherentemente hostiles a los patrones de
la representación normales en las democracias restablecidas, a la creación y fortaleci-
miento de instituciones políticas y, especialmente, a lo que denomina “responsabilidad
horizontal”, es decir, al control cotidiano de la validez y legalidad de las acciones del
Poder Ejecutivo por parte de otros organismos públicos que son razonablemente autó-
nomos del mismo.
(22) Si entre 1970 y 1980 la pobreza disminuyó del 40% al 35% de la población del conti-
nente, para 1986 ésta había aumentado al 43% y en 1990 afectaba, según estimaciones,
a un 44% de sus habitantes. De 113 millones de pobres en 1970 se habrían superado los
200 durante la “década perdida” de los años ochenta, afectando principalmente a la
población urbana ya que, según cálculos de la CEPAL, 64 millones de nuevos pobres se
establecieron en las ciudades latinoamericanas y del Caribe durante la década de los
ochenta. Durante los años 90, junto con el crecimiento económico registrado en la
primera mitad del decenio también se insinúa una disminución de los índices de pobreza
en el continente los que, para 1997, volvieron a ubicarse en un nivel próximo al de
comienzos de los años ochenta. Al filo del nuevo siglo, el citado organismo sostiene que
“el nivel de desigualdad en la región sigue siendo el más alto del mundo” y reconoce la
existencia de “alrededor de 220 millones de personas que viven en la pobreza” cifra que se
acerca al 45 % de la población de ALyC, con el agravante de que 117 millones de ellos
son niños y adolescentes menores de 20 años” (CEPAL, 2000, a).
(23) En la región los estudios dirigidos a la percepción ciudadana muestran niveles de discon-
formidad creciente, de desafección del sistema democrático y de “aguda percepción de
injusticia que pueden ser en un momento cercano altamente disruptivos” (OTTONE, 2000).
(24) El hecho de que los gobiernos democráticos hayan sido ejercidos por partidos, ha llevado
a que la opinión pública los identifique con la crisis económica y los señale como culpa-
bles de la caída de los niveles de vida de la población. A esta causa de erosión de los
partidos se suman sin embargo otras razones, como por ejemplo: la corrupción de algu-
nos de sus líderes, el desbordamiento de las estructuras por las personalidades, el predo-
minio de los intereses partidistas o de sus dirigentes por sobre el interés público, etc.
(25) Carlos FUENTES: “Democracia latinoamericana: anhelo, realidad y amenaza”, Suple-
mento Bitácora, La República, Montevideo, 14 de junio de 2001, p. 16.
(26) La expresión “Consenso de Washington” fue propuesta por J. Williamson en “What Was-
hington D.C. means by policy reform”, en J. WILLIAMSON (ed.) (1990). Por tal el
autor refiere al conjunto de diez instrumentos de política económica, objeto de un acuerdo
general entre economistas de diferentes inclinaciones ideológicas, reunidos en Washing-
ton en 1989, para estudiar soluciones para la crisis de las economías latinoamericanas
durante la década de los ochenta. Los diez instrumentos de política eran la disciplina
fiscal, la redistribución del gasto público, la ampliación de la base tributaria, la liberali-
zación de las tasas de interés, la determinación de las tasas de cambio por el mercado, la
liberalización de la inversión extranjera directa, la privatización, la desregulación y la
garantía de los derechos de propiedad. La expresión ha pasado a significar, para muchos,
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
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ANDRÉS SERBIN Globalifóbicos versus Globalitarios en América Latina y el Caribe
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NOTAS:
(1) Como señala Sartori, la diferencia de los movimientos anti-globalización con las situa-
ciones de violencia y masacres que se producen en otros lugares (como es el caso de
Ruanda o Sudán) está dada por la televisión, por un lado, que pone en un primer plano
y en forma inmediata el hecho en sí, y por otro, por la capacidad de convocatoria coyun-
tural del internet (Sartori, 2001).
(2) Cox se refiere a un nuevo multilateralismo que intenta reconstituir sociedades civiles y
autoridades políticas a una escala global, construyendo un sistema de governanza global
desde abajo (Cox 1997: XXXVII). Desde esta perspectiva, O´Brien et al. Plantean el desa-
rrollo de un multilateralismo complejo caracterizado por cinco rasgos distintivos: a) modi-
ficaciones institucionales variadas de las instituciones públicas internacionales en respuesta
a los actores de la sociedad civil; b) la mayoría de los participantes en este proceso están
dividiso por motivaciones y propósitos en conflicto; c) como resultado las formas emergen-
tes tienen características ambiguas en la actualidad; d) el multilateralismo complejo que así
se genera tiende a tener impactos diferenciales sobre los estados, de acuerdo a su situación
pre-existente en el sistema internacional, de tal manera que refuerza el rol de los estados
mas poderosos y debilita el de los estados menos desarrollados; y e) amplia la agenda de
políticas internacionales al incluir temas sociales (O´Brien at al. 2000: 5-6).
(3) Citado por Edwards 2001, 1.
(4) El término governanza o buen gobierno, proveniente del inglés governance, se ajusta
mejor a este proceso de multilateralismo complejo que el de gobernabilidad, básicamen-
te referido a como se ejercen el poder y la autoridad por parte de los estados. En el nuevo
contexto internacional, la governanza del sistema internacional depende de una multi-
tud de actores y no sólo de los estados y genera nuevos problemas en el análisis del poder
y la autoridad a nivel global. A los efectos de facilitar la lectura del texto, y sin abundar
en este debate, utilizamos el término governanza como equivalente a buen gobierno.
(5) Como señalan Boli y Thomas (2001: 63), desde 1850 “mas de 35.000 organizaciones priva-
das, no-lucrativas con un foco internacional han debutado en el escenario internacional”.
(6) Y según algunos analistas, de la cooptación de las organizaciones de la sociedad civil.
(7) Como señalan O´Brien et al., los movimientos sociales son “un subconjunto de
numerosos actores operando en el ámbito de la sociedad civil. Son grupos de gente
con un interés común que se agrupan para la búsqueda de una transformación de
largo alcance de la sociedad. Su poder se basa en la movilización popular para
influir a los que detentan el poder económico y político” y su visión es mas amplia
que la de los grupos de presión que, como las ONGs, buscan transformaciones de
menor escala. En este sentido, un movimiento social es aquel que opera en el
ámbito global y, a la vez, en el espacio local, nacional e internacional y como
acotan, “el término movimiento social global se refiere a grupos de gente en todo
el mundo trabajando en un plano transmundial en busca de un cambio de largo
alcance” (ibidem), en dónde el adjetivo global implica que la sociedad civil y los
movimientos sociales son mas diferenciados y menos cohesivos que sus contrapar-
tes domésticas, entre otras razones porque su relación con los estados es mas
ambivalente y difusa.
(8) Como apunta acertadamente Amartya Sen, el tema central en estos casos, directa o
indirectamente, es la desigualdad que caracteriza al proceso de globalización, tanto entre
las naciones como dentro de ellas (Clarín, 24/07/2001, p. 19).
(9) Tanto el INVESP como CRIES, en la región del Gran Caribe, como otros organismos
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
como CEFIR e INTAL, más en el ámbito andino y del Cono Sur, han producido abun-
dantes estudios y contribuciones a este respecto.
(10) Es interesante mencionar al respecto un caso recientemente documentado por el investi-
gador holandés Kees Bieckard quién revisó la creación y promoción de ASOCODE, una
organización regional campesina en Centroamérica por parte de la agencia holandesa
NOVIB, y su abandono una vez que la agenda y las prioridades de esta organización
holandesa fueron cambiadas.
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RUBÉN AGUILAR VALENZUELA La decepción democrática: expectativas, desilusiones y retos
La decepción democrática:
expectativas, desilusiones y retos
La llegada de la democracia
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La decepción democrática
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La identidad en la globalización
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obligó a señalar las diferencias con el otro, que en muchos casos im-
plicó, la supresión o sometimiento de las otras expresiones culturales
con el propósito, así se entendió entonces, de crear una identidad
nacional.
La nueva realidad mundial caracterizada por la globalización de
los sistemas financieros, de las políticas de conservación ambiental y
de respeto a los derechos humanos, entre otras muchas, exigen políti-
cas y acciones conjuntas y comunes entre los países. Esto pone en
cuestión a los Estados nacionales y también a las identidades.
El peligro de la globalización, como se ha señalado en múltiples
ocasiones, es que se convierta en el dominio de una forma de vida,
determinada por la hegemonía de una sola cultura. El desafío, enton-
ces, de la sociedad globalizada es preservar las distintas identidades
culturales y que éstas tengan la misma legitimidad y respeto que la
cultura dominante. En otras palabras, se trata de construir un mundo
donde las identidades no se vean amenazadas. La globalización debe
garantizar la modernización, pero sin que las sociedades pierdan su
identidad y en todo caso si propicien su transformación.
En América Latina esto exige reconocer la diversidad de identida-
des que la conforman. Se trata de redefinir los vínculos que histórica-
mente se han forjado en el contexto de sociedades que encuentren y
reconozcan en la fusión racial y cultural, es decir, en el mestizaje, su
propia identidad. Mientras los latinoamericanos no asuman sus múl-
tiples pertenencias, mientras no encuentren formas de conciliar su
identidad con una actitud abierta y sin complejos frente a las demás
culturas, repetirán la historia. Hoy, la globalización debe convertirse
en la ventana que abra nuevas posibilidades para defender la diversi-
dad de culturas, pueblos y lenguas. (2)
Es necesario que las sociedades latinoamericanas asuman la diversi-
dad como un elemento distintivo y enriquecedor. Todas tienen pertenen-
cias múltiples, o sea, una identidad compleja, que permanentemente se
enfrenta a pertenencias que se oponen entre sí y obligan a elegir. La pro-
pia identidad, también la de los pueblos, se va construyendo y transfor-
mando a lo largo del tiempo. Como plantea Amín Maalouf, “la identi-
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RUBÉN AGUILAR VALENZUELA La decepción democrática: expectativas, desilusiones y retos
El poder local
En estos últimos veinte años se han visto las muchas ventajas y posibili-
dades que ofrecen los gobiernos locales como agentes del desarrollo y
como constructores y reproductores de la identidad personal y social en
un mundo globalizado. Los gobiernos antidemocráticos se propusieron
reducir a su mínima expresión las atribuciones de los gobiernos locales.
Los vieron siempre como una amenaza al poder central.
En la medida en que éstos tuvieran vida propia, y fueran democrá-
ticos, resultaban disfuncionales al proyecto autoritario. En muchos
países de América Latina el atraso de las estructuras del poder local
tiene que ver con esa realidad. Los poderes locales se enfrentan a una
historia de sujeción que les impidió desarrollarse y también a la pre-
sencia de una cultura política que los sigue viendo como una amenaza
a la unidad nacional.
La globalización, como plantea Jordi Borja, asigna más funcio-
nes y responsabilidades a los gobiernos locales. Como parte de
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
164
RUBÉN AGUILAR VALENZUELA La decepción democrática: expectativas, desilusiones y retos
otro bando hay progresistas que trabajan por los cambios y reformas que
se requieren en los países, pero también conservadores que hacen todo
para que nada se mueva. En uno y otro bando hay conservadores que se
encierran en la defensa a ultranza de una ideología dogmática que se
niega a la acción y que trae como consecuencia el inmovilismo político,
que se presenta como coherencia. Esta posición, en uno y otro bando,
esconde la defensa de viejos intereses particulares y corporativos. En uno
y otro bando hay progresistas que privilegian, sin renunciar a sus princi-
pios, la acción de cambio y asumen un pragmatismo que los hace capaces
de tomar las decisiones políticas que se requieren, en el marco de lo posi-
ble, para modernizar las sociedades y hacerlas viables y más justas.
165
LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
eran por fin legítimos y nadie los cuestionaba. Hecho sin duda histó-
rico.
El momento no permitía cuestionarera la plataforma política
que se ofrecía y tampoco si quien resultaba electo tenía capacidad
o no para gobernar. En todo caso se asumía que para los gobiernos
autoritarios ese tampoco había sido un elemento a considerar. Lo
importante era garantizar verdaderas elecciones que permitieran y
garantizaran la transición democrática. Después vendría lo demás.
En este proceso de arribo y consolidación de la democracia los países
de la región se han enfrenado a dos tipos de crisis políticas que son:
166
RUBÉN AGUILAR VALENZUELA La decepción democrática: expectativas, desilusiones y retos
NOTAS
(1) La encuesta Latinobarómetro 2003 da cuenta de que empieza a haber un desencanto con
la democracia. Se realizó entre el 28 de junio y 28 de agosto del mismo año en 17 países
de América Latina y tiene un margen de error entre el 2.8 % y el 4.1 %. Ella revela que
el 53% de los latinoamericanos opinaba en 2003 que la “democracia es preferible a
cualquier forma de gobierno”, mientras que el 61 % lo hacía en 1996. Hay una pérdida
real del 8 %. En cambio el grado de satisfacción con la democracia no ha tenido varia-
ción ya que el 28% de los latinoamericanos manifestaba en el 2003 estar satisfecho con
ella en su país mientras que el 27 % lo hacía en 1996. Los resultados de la democracias
no terminan de convencer a los ciudadanos.
(2) La utopía de la identidad, Esther Kravzov Appel, Enfoque, 19 de octubre de 2003.
(3) La innovación política local, Jordi Borja, El País, 19 de Mayo de 2003.
(4) Un zombi político, Roger Bartra, El País, 26 de octubre del 2003.
(5) Entrevista a Tzevetan Todorov, filósofo historiador de las ideas, por J.M. Martí Font, El
País, 18 de Enero del 2004.
(6) “Crisis de gobernabilidad”, Luis F. Aguilar, Reforma, 18 de Febrero del 2004.
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RODRIGO PÁEZ MONTALBÁN Dialéctica entre la esperanza y el desencanto democráticos
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NOTAS
(1) Garretón, Manuel A., “Situación actual y nuevas cuestiones de la democratización política
en América Latina”, en Hengstenberg, P. et al, Sociedad civil en América Latina: represen-
tación de intereses y gobernabilidad, Caracas, ADLAF-Nueva Sociedad, 1999, p.61
(2) Portantiero, J.C., “La sociedad civil en América Latina, entre autonomía y centraliza-
ción, en Hengstenberg, op.cit, p.31
(3) Portantiero, Juan C., op.cit p. 33
(4) Cfr. Fitoussi, J.P. y Rossavallon, P., La nueva era de las desigualdades, Buenos Aires, Manan-
tial 1997
(5) Tocqueville, Alexis de, La democracia en América, México, México, Gernika, 1997,
p.124
(6) Salazar, Luis, “El concepto de sociedad civil, usos y abusos”, en Hegstenberg, P., op. Cit,
pp.21-25
(7) Portantiero, J.C.,op.cit.p.31
(8) Walzer, Michael., “La idea de sociedad civil. Una vía de reconstrucción social”, en Del
Águila, R. y Vallespín F., La democracia en sus textos, Madrid, Alianza, 1998,.p.391
(9) Páez Montalbán, Rodrigo, La paz posible. Democracia y negociación en Centroamérica
(1979-1990), México, IPGH-CCyDEL, 1998
(10) Cfr. Held, David, Modelos de democracia, Madrid, Alianza Editorial , 1991
(11) Idem, p.31
(12) Cfr.Portantiero, J.C.op.cit.p.34
(13) Diamond, L.,op.cit.p.186
(14) Portantiero, J.C.,op.cit,p.37
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WALZER, MICHAEL, “La idea de sociedad civil. Una vía de reconstrucción social”, en Del Águila,
Rafael y Vallespín, Fernando, Eds., La democracia en sus textos, Madrid, Alianza Editorial, 1998
178
SANDRA WEISS La tentación autoritaria
La tentación autoritaria
SANDRA WEISS*
Violencia y gobernabilidad:
«cero tolerancia» versus enfoque holístico
«Somos un pueblo armado», me comentó en una conversación el so-
ciólogo salvadoreño Carlos Ramos de la Flacso sobre esas estadísticas
(3) . La expresión es una ironía sobre la consigna rebelde de la guerra
civil: «el pueblo armado vencerá». De hecho, en El Salvador se estima
Politóloga alemana, diplomada de la Escuela Diplomática de la Cancillería
alemana y del Institut d’Etudes Politiques de Paris. Periodista del desk alemán
de la Agence France Presse (AFP) (1995-99). Trabaja desde 1998 como
corresponsal para América latina, primero con sede en México, luego en
Uruguay para diarios de Berlín (Die Welt an Sonntag) Bonn (General
Anzeiger), Viena (Der Standard), Berna (Der Bund). Resumen de una
investigación realizada en El Salvador y Colombia para la fundación Heinz-
Kühn, para ser publicado en el anuario de Lateinamerika Jahrbuch.
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A inicios de los años 90, la capital colombiana tenía una tasa de homi-
cidios de 83 por cada 100.000 habitantes en el «top ten» de las cuidades
violentas de América latina. En 2000 esa tasa bajó a 34,8%, o sea una
reducción de 50% en menos de diez años y en 2003 a 23%. En Bogo-
tá hay ahora menos muertes violentos que en Caracas, San Salvador,
Rio de Janeiro o San Pablo. Lo interesante es que esto va en parte a
contracorriente de la tendencia de todo el país. Aunque en 1990 la
cifra de homicidios para el total del territorio colombiano era de
28.516, en 2002 se contabilizaban 28.837 casos y recién en 2003
bajó a 23.013.
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SANDRA WEISS La tentación autoritaria
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NOTAS
(1) En 1990 46% de los latinoamericanos eran pobres, en 2001 había bajado a 42,2%. Sin
embargo, en cifras absolutas, la pobreza aumentó de 190 a 209 y se calcula ahora, des-
pués de la crisis argentina, en 220 (Cepal). Los niveles de desigualdad se han reducido
muy poco. En 1990 el coeficiente Gini para la región era de 0,554 (lo que es considera-
do un nivel de desigualdad muy elevado) y en 1999 mejoró ligeramente a 0,580.
(2) Las cifras varían mucho según la fuente. Tomé para este estudio los datos del BID: La
Violencia en América Latina y el Caribe: Un Marco de Referencia para la Acción Por
Mayra Buvinic , Andrew Morrison , Michael Shifter (1999) cuya fuente son las cifras de
la OPS, «Programa de Análisis de la Situación de Salud», 199.
(3) Para un diagnóstico de las causas de la violencia ver PNUD El Salvador: http://
www.pnud.org.sv/html/ssviolencia-diagnostico.html y ver UCA: ECA, No. 588, octu-
bre de 1997 «Magnitud de la violencia en El Salvador» José Miguel Cruz y Luis Arman-
do González
(4) En ese contexto es interesante un estudio de los investigadores Armando Montenegro y
Carlos Posada que en una investigación para el Banco de la República, borradores sema-
nales de economía: criminalidad en Colombia, 1994 encontraron que „la relación entre
violencia y pobreza resulta inversa, o sea, a mayor riqueza y mayor crecimiento, más
criminalidad.“
(5) Realizada por FUNDAUNGO y IUDOP (enero 2002), instituto de opinión pública de
la Universidad Centroamericana (UCA jesuita), por encargo del Ministerio de Goberna-
ción y el Consejo Nacional de Seguridad Pública,
(6) op cit.
(7) Cifra de UCA/BID http://www.uca.edu.sv/publica/iudop/2000/boletin4/bol400.htm
(8) KELLING G., COLES C.: Fixing Broken Windows. Restoring Order and Reducing Crime
in Our Communities, New York Touchstone, 1997
(9) Aprobadas en septiembre 1999
(10) El Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroame-
ricana, en el marco del sondeo efectuado entre el 3 y 10 de octubre, para recoger la
opinión de los ciudadanos sobre las elecciones presidenciales del próximo año, presentó
los siguientes resultados: 72,5 muy de acuerdo con el plan «mano dura» 15,5 „algo de
acuerdo 4,9 desacuerdo
(11) Nota Agence France Presse 06.02.2004
(12) Sobre el negocio de la inseguridad ver Tiempos del Mundo del 19.02.2004, cifras mane-
jadas por las agencias de seguridad revelan un aumento promedio anual de 20% en la
demanda de servicios de seguridad privada en los últimos 5 anos.
(13) La Prensa Gráfica en su revista Enfoques del 27 de junio 1999
(14) Jorge Lamas BID
(15) El artículo 1 inc. 2° de la referida ley que dice: Para los efectos de esta ley se considerará
como asociación ilícita denominada “mara o pandilla” aquella agrupación de personas que
actúen para alterar el orden público o atentar contra el decoro y las buenas costumbres, y que
cumplan varios o todos los criterios siguientes: que se reúnan habitualmente, que se señalen
segmentos de territorio como propio, que tenga señas o símbolos como medios de identifica-
ción, que se marquen el cuerpo con cicatrices o tatuajes. La delegación de la PNC de
Soyapango implementó el plan “Bus”. La subinspectora Leticia Solano, jefa de la zona
policial centro de Soyapango, explicó que con el plan se pretende bajar los índices de
delincuencia en diferentes rutas del transporte urbano. Agregó “...Si encontramos a dos
192
SANDRA WEISS La tentación autoritaria
o más mareros juntos, los bajamos y los remitimos por asociación ilícita. La Prensa Grá-
fica 3003.2003
(16) Comunicado de Amnistía Internacional 03.12.2003. „Los problemas económicos, so-
ciales, educativos, la falta de oportunidades y la disponibilidad de armas entre los grupos
de jóvenes deberían ser el aspecto clave de cualquier programa de gobierno que busque
solucionar el problema de la violencia de manera seria, subrayó Amnistía Internacional.
«Mientras no se enfrenten estos temas fundamentales las iniciativas como el Plan Mano
Dura y legislación puramente represiva como la Ley Anti Maras, no harán más que
desperdiciar recursos y aumentar la población de las ya superpobladas prisiones.»
(17) El Director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad José Simeón Cañas –
IDHUCA– Benjamín Cuéllar, me señaló en una entrevista que la medida de “Mano
Dura” podría tener tintes políticos. Agregó, “Creo que es sorpresivo cuando el Presiden-
te Francisco Flores lanza el anuncio y simultáneamente lanza el operativo, sin analizar
cuales serán los resultados reales que tendrá esta medida que durará seis meses, más
cuando estamos a menos de ocho meses de elecciones.”
(18) Entrevista mayo 2002
(19) En la entrevista admitió sonriente: «antes era un detractor del positivismo, pero ahora
gobernando descubrí que tiene sus virtudes.»
(20) Para los resultados de su política ver: http://www.fundacioncorona.org.co/descargas/
Balance_Bogot%C3%A1_C%C3%B3mo%20Vamos.pdf
(21) Ver AFP 30.1.2004: «La violencia criminal de esas pandillas es una de las peores secuelas
que nos dejaron largos años de violencia política y de prédicas de odio», dijo Flores en
alusión a la pasada guerra civil (1980-1992).
(22) El Parque Libertad en San Salvador por ejemplo es epicentro de venta de electrodomés-
ticos robados. Hay frecuentes razzias, pero los comerciantes que sobornan a la policía lo
saben de antemano y hacen «desaparecer» la mercancía de contrabando sólo dejan algo
robado sin gran valor que la policía muestra a los medios. Pocas veces hay detenidos y si
los hay, es por poco tiempo.
(23) En México, entre 90 y 95 % de los crímenes no se denuncian ante la policía. Aún así, en
2002 se registraron en el D.F. 17 718 delitos por cada 100 000 habitantes.
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HORACIO CERUTTI GULDBERG Filosofar para la liberación: quehacer intelectual y resistencia
“Sobre si conviene más al filósofo seguir una sola escuela y un solo maestro en
cuya autoridad se apoye, que estudiarlos todos seleccionando lo que haya
dicho cada uno de verdad o por lo menos de más verosímil, dando modesta-
mente de lado a los demás. CONCLUSIÓN ÚNICA: Es más conveniente al
filósofo, incluso al cristiano, seguir varias escuelas a voluntad, que elegir una
sola a que adscribirse” (José Agustín Caballero).3
“Lo que nuestros líderes y sus lacayos intelectuales parecen incapaces de
entender es que la historia no puede limpiarse como una pizarra, en la que
“nosotros” podemos escribir nuestro propio futuro e imponer nuestras propias
formas de vida para que las siga esta gente inferior [...] [¿]alguna vez terminó
el imperialismo moderno[?] [...] He llamado a mi intento “humanismo”, una
palabra que continúo usando tozudamente a despecho del desdeñoso rechazo
del término por críticos posmodernos sofisticados [...] la filología de hecho es
la más básica y creativa de las artes interpretativas [...] Por último, y esto es
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
La dimensión epistemológica
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Historicidad ineludible
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HORACIO CERUTTI GULDBERG Filosofar para la liberación: quehacer intelectual y resistencia
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LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
Filosofar originario
Quehaceres
Desafíos
NOTAS
1 Comunicación a las Jornadas Internacionales de la Fundación ICALA sobre “Libertad,
Solidaridad, Liberación”, Río Cuarto, Argentina, 5-7 de noviembre de 2003. Agradezco
la ayuda de Rubén Ruiz Guerra para pulir el inglés del abstract. También los comenta-
rios al texto de Mario Magallón, Jesús Serna, Rodrigo Páez, Oscar Wingartz, Rubén
García Clarck, Gustavo Ogarrio, María del Rayo Ramírez Fierro, Carlos Mondragón y
Manuel Corral. Llevamos años trabajando juntos y discutiendo nuestros respectivos tra-
bajos, lo cual no me resta ninguna responsabilidad en lo que aquí afirmo, aunque habla
de un pensar parcialmente compartido.
2 Catedrático de la UNAM (Investigador en el CCYDEL y Profesor en la FFYL).
3 “Philosophia Electiva”, 1797, en: Isabel Monal y Olivia Miranda (selección e introduc-
208
HORACIO CERUTTI GULDBERG Filosofar para la liberación: quehacer intelectual y resistencia
ción), Pensamiento cubano siglo XIX. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2002, T.
I, p. 139. A este sacerdote (1672-1835) “Se le considera el primer reformador de la
filosofía en Cuba...” (p. 106).-
4 Intelectual palestino (1935-2003). “A 25 años del libro Orientalismo: abrir una ventana
hacia el Oriente” trad. de Marcelo Somarriva en: El Mercurio. Santiago de Chile, 24 de
agosto, 2003, reenviado por internet. Para el inicio de una lectura crítica y sugerente
desde nuestra América de su beligerante humanismo que se piensa desde las piedras cf.
Gustavo Ogarrio, “Edward W. Saïd, la radical actualidad de algún humanismo” de próxima
publicación en La Jornada Semanal. Una versión preliminar con el título “Las repúblicas
y las piedras” en La Voz de Michoacán, jueves 2 octubre 2003, p. 17.
5 Remito a mi Filosofar desde nuestra América. Ensayo problematizador de su modus operandi.
México, Miguel Ángel Porrúa/UNAM, 2000, 202 págs.
6 He examinado el asunto principalmente en Filosofía de la liberación latinoamericana,
terminado en 1977 y editado en 1983. Presentación Leopoldo Zea. México, FCE, 2 ed.,
1992, 320 págs. y en Filosofías para la liberación ¿liberación del filosofar? de 1997. Prólo-
go Arturo Rico Bovio. Toluca, México, UAEM, 2 ed., 221 págs.
7 Cf. Eduardo Saxe-Fernández, La nueva oligarquía latinoamericana: ideología y democra-
cia. Heredia, Costa Rica, Editorial Universidad Nacional, 1999, 307 páginas.
8 Como con lucidez lo señalaron en su tiempo Agustín Cueva y Ricaurte Soler, entre
otros.
9 Cf. Theôtonio Dos Santos, La Teoría de la Dependencia. Balance y Perspectivas. México,
Plaza y Janés, 2002, 172 págs. Agradezco a Roberto Hernández el acceso a este texto.
10 Cf., por señalar algunos ejemplos, los trabajos de Roberta Traspadini, A teoria da
(Inter)dependência de Fernando Henrique Cardoso (Rio de Janeiro, Topbooks, 1999, 174
págs. y la investigación en curso de Roberto Hernández López, “Cardoso-Marini: un
debate inconcluso. Desarrrollo, dependencia y democracia en América Latina”, UNAM,
2003.
11 Cf. Tatiana Coll Lebedeff, América latina en el filo del siglo XX. Entre la catástrofe y los
sueños: los nuevos actores sociales. México, UPN / Casa Juan Pablos, 2001, 207 págs.;
Immanuel Wallerstein, “Nuevas revueltas contra el sistema” en: New Left Review, no-
viembre-diciembre 2002, n° 18, trad. Yan-Kan, mimeo. Es sugerente su tratamiento
comparado de los movimientos sociales y de los movimientos nacionales desde 1850 a
1970, para esbozar lo que vino después hasta el cuestionamiento a la globalización;
María Arcelia González Butrón, Transformaciones económicas estructurales. Riqueza y de-
sarrollo social en México. México, DEI / CEMIF, 1999, 295 págs.
209
LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
210
HORACIO CERUTTI GULDBERG Filosofar para la liberación: quehacer intelectual y resistencia
211
LA ILUSIÓN DEL BUEN GOBIERNO
Pensar esa incómoda posmodernidad desde América Latina. Morelia, jitanjáfora, 2002,
111 págs. Y en la tesis de Licenciatura en filosofía de Alejandro Favián Arroyo, Crítica de
la razón occidental. México, UNAM, 2003, 269 págs.
32 Cf. mi Filosofar desde nuestra América..., sección cuarta.
33 Panorama Filosófico Argentino. Bs. As, EUDEBA, 1985, pp. 41-42. Lectura comple-
mentaria de la citada, e indispensable dentro de la prolífica obra del mismo autor, lo
constituye Filosofía americana e identidad. El conflictivo caso argentino. Bs. As., EUDEBA,
1989, 342 págs.
34 Cf. María del Rayo Ramírez Fierro, Simón Rodríguez y su utopía para América. México,
CCYDEL/UNAM, 1994, 134 págs. Remito también, entre otros de mis trabajos, a
“Itinerarios de la utopía en nuestra América” en: Nuestra América: la migración de las
ideas. México, CCYDEL/UNAM, septiembre-diciembre 1984, nº 12, pp. 11-32; “¿Teoría
de la utopía?” en: Oscar Agüero y Horacio Cerutti Guldberg (editores), Utopía y nuestra
América. Quito, Abya-Yala, 1996, pp. 93-108 (allí incluyo una bibliografía regional de
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México, Plaza y Valdés / CCYDEL, UNAM, 2003, 423 págs.
35 A repensar la cuestión de la democracia en la región se abocan, entre otros, lo esfuerzos
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2003, 427 págs.; Dejan Mihailovic, La democracia como utopía. México, Miguel Ángel
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México. Querétaro, Instituto Electoral de Querétaro, 2002, 121 págs.; Oscar Wingartz,
Nicaragua ante su historia (¿Esperanza o frustración?). Querétaro, Universidad Autónoma
de Querétaro, 2003, 226 págs.; Alejandro Serrano Caldera, Hacia un proyecto de nación.
Una década de pensamiento político. Managua, Fondo Editorial CIRA, 2001, 158 pags.;
Yamandú Acosta, Las nuevas referencias del pensamiento crítico en América Latina. Ética
y ampliación de la sociedad civil. Montevideo, Universidad de la República, 2003, 306
págs.; Luis Tapia, La velocidad del pluralismo . Ensayo sobre tiempo y democracia. La Paz,
Muela del Diablo, 2002, 140 págs.
36 Del texto leído en la mesa redonda “Pensar desde América Latina” con motivo de la
presentación del libro de Horacio Cerutti Guldberg, Filosofar desde nuestra América y de
la colección de la que forma parte, en la Casa de América, Madrid, lunes 6 de noviembre
de 2000. El mismo Klappenbach consignó precisiones importantes sobre la filosofía de
la liberación en su breve aproximación panorámica a “La filosofía en la Argentina actual”
en: Arbor. Madrid, octubre 1986, nº 490, pp. 67-78.
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del siglo XX. En esos años, Paz decía que el peruano «tenía la
pasión del recién converso», de la cual ahora se contagian quienes
defienden a la democracia y la sociedad civil. El mismo Nóbel
quedó sorprendido y, según las crónicas de la época, enfurecido,
cuando Varga Llosa hirió de muerte con un plumazo al régimen
mexicano, definiéndolo con ironía como la dictadura perfecta, en
contra del mexicano autor del Ogro Filantrópico (un ensayo políti-
co de Paz sobre la era corporativa y presidencialista del PRI-parti-
do de Estado). El enojo de Paz –quien sostenía que a la universa-
lidad de las tiranías corresponde la universalidad de la rebelión,
donde los disidentes de todos signo son la nobleza y honor de
nuestro tiempo–, estalló cuando fue anfitrión de un encuentro de
intelectuales liberales de todo el mundo, La experiencia de la liber-
tad, junto con algunos pensadores de izquierda que fueron el blanco
de todas las críticas y escarnios en 1990, tras la caída del muro de
Berlín. Su molestia se debió a que Paz consideraba que conocía
mejor que Vargas Llosa la compleja matriz autoritaria del antiguo
régimen mexicano, arraigadas en el fondo del mestizaje y el
sincretismo religioso, en el mito de la traición de la Malinche, la
amante indígena de Hernán Cortés, y muchas metáforas más plan-
teadas desde su remota escritura del Laberinto de la Soledad, pero
al que nunca consideró una dictadura.
En cuanto al déficit democrático en Cuba, tema que obliga a defi-
niciones sobre la democracia, Paz también abrió una brecha por la
cual aún transita el debate sobre la isla. El aliento de sus expresiones
se ha expandido y ha perdurado. «El régimen de Fidel Castro tiene
que abrirse a la democracia». La frase no es de un presidente de Esta-
dos Unidos. Fue el primer mensaje a Cuba de José Luis Rodríguez
Zapatero en la primera entrevista que concedió el dirigente socialista
a un diario español a menos de una semana de haber asumido la pre-
sidencia del gobierno de España, para suceder al ultraconservador José
María Aznar, cuando el corazón de Madrid aún palpitaba acongojado
por los atentados del 11 de marzo. Castro había enviado antes un
mensaje de «reconocimiento» a Rodríguez Zapatero, entreabriendo
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así una vía de acercamiento con España tras una era de enfrentamientos.
La respuesta de Fidel fue el silencio. El dilema entre autoritarismo
con justicia social o injusticia y pobreza con libertades democráticas
es el nudo gordiano.
La democracia de Sísifo
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La aburrida tolerancia
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lógicas del mundo». Criticó así que se globalice una única forma de
democracia, «¿por qué debe copiarse en Irak la Constitución estado-
unidense de 1776? Tendrá terribles consecuencias la globalización de
un único proceso político dominado por la única superpotencia».
Francois de Bernard, del Grupo de Investigaciones sobre las
Mundializaciones con sede en París, me dijo en otra entrevista que
«pensar otro mundo no es sólo un eslogan, sino una necesidad de
supervivencia ante el fracaso de la comunidad de intelectuales de las
instituciones internacionales. En los últimos 40 años han fracasado
en América Latina todos los paradigmas del desarrollo con mayúscu-
la, la lucha contra la pobreza y el desarrollo sostenible, donde la de-
mocracia ha servido para maquillar a formas oligárquicas de poder
que son responsabilidad de los líderes del continente», sostuvo de
Bernard. Las causas de la inestabilidad están en el «cóctel explosivo
que representa el cinismo y la incapacidad de conexión de paradigmas
de acción urgentes». Preguntar por qué la democracia no funciona es
un falso problema, afirmó «porque el emblema democrático es un
eslogan que funciona bien para ocultar la concentración del poder,
porque la ausencia de crisis es una ilusión en el horizonte». El modelo
presidencial en Latinoamérica «es una especie de tiranía simpática,
una caricatura que es una forma de tiranía de facto». La alternativa es
la «construcción de una alternativa que supere las fronteras, donde las
mundializaciones culturales, en plural, superen el concepto de
globalización uniforme que sólo considera el dominio de las redes
financieras y de información».
Pero el cambio democrático más ampliamente concebido es sobre
todo una cuestión de mentalidades y, por lo tanto, su paso es más
lento y sus plazos son de larga duración. Anthony Giddens, otro in-
glés contemporáneo que ha buscado conciliar la tradición socialista
con la tradición liberal, diseñador de la llamada tercera vía, afirma que
«el problema de la democracia es que no es suficientemente democrá-
tica». No es una provocación realmente nueva. Las nociones de de-
mocracia profunda, democracia radical, democracia responsable y
muchos otros adjetivos apuntan en la misma dirección: democratizar
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Fue en 1989 cuando junto con la caída del Muro de Berlín retornó en
forma silenciosa el concepto de buen gobierno. La crisis de Africa,
marcada por la tragedia de la masacre en Ruanda condujo a los exper-
tos del Banco Mundial a proclamar una «crisis de buen gobierno» en
ese continente, asociado en gran medida, por no decir exclusivamen-
te, a la política de desarrollo, en particular al desarrollo en un mundo
poscolonial (Anthony Paguen), que pretende ir más lejos de la noción
de gobernabilidad y civilidad en los distintos Estados y abarcar ade-
más a órganos no estatales y declaradamente no políticos, organismos
internacionales y empresas multinacionales. La equidad, la justicia, la
libertad y un poder judicial independiente como bases de un Estado
moderno de la democracia occidental, pero el Banco Mundial preten-
de eludir la acusación de que aspira a imponer esa democracia occi-
dental, al señalar que esos no son valores, de un gobierno o un siste-
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ma europeo de valores sino del buen gobierno para dar a entender que
todos esos valores no estatales son culturalmente neutros. El buen
gobierno, define, «se trata de una tentativa de crear una nueva retórica
de las relaciones sociales y políticas internacionales e interpersonales,
que en la actualidad abarca un amplio abanico de variables que las
categorías anteriores no lograban aprehender». Pero el asunto tiene
larga data y el debate se sitúa en el centro de las civilizaciones occiden-
tales desde por lo menos mediados del siglo XVII, que gira en torno a
la ideología, la posición jurídica y sobre todo la legitimidad de los
imperios, o, según la expresión entonces habitual, de las “monarquías
universales” desplegadas bajo la convicción europea de que con el
paso del tiempo todos los pueblos del mundo acabarían siendo euro-
peos en la vieja dinámica cosmopolita que señalaba la dicotomía entre
civilización y barbarie.
Desde entonces el discurso ha avanzado y ahora el Banco Mundial
habla de un buen gobierno para los pobres, pero sobre todo de una
gobernabilidad positiva para la economía. Definir ese discurso fue
encomendado al Grupo de Gobernabilidad del Instituto del Banco
Mundial que tiene como prioridad combatir la corrupción y aumen-
tar el nivel de gobernabilidad de los países. Buen gobierno o el ejerci-
cio del poder de gobernar por parte de las instituciones y tradiciones
para el bien común de un pueblo incluye tres pilares: el proceso por el
cual aquellos que ejercen el poder son elegidos, monitoreados y re-
emplazados. La capacidad de un gobierno de manejar efectivamente
sus recursos y de implementar políticas estables. El respeto de los
ciudadanos y el Estado hacia las instituciones que gobiernan las tran-
sacciones económicas y sociales para ellos.
En busca de identificar esos criterios los intelectuales del Banco Mun-
dial han establecido sofisticados indicadores mediante encuestas para medir
algo aparentemente abstracto como la gobernabilidad. Los criterios de-
mocráticos –según un trabajo de la Fundación Buen Gobierno de Bogo-
tá– son seis y el aliento de los viejos liberales europeos es inevitable a
pesar de los esfuerzos de neutralidad discursiva son seis:. Participación
ciudadana: Se refiere al proceso político, las libertades civiles y los dere-
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tal vez no. Tal vez son en efecto, sólo unas cuantas construcciones, y
no ha sido si no el efecto de sombra y luz, que la madrugada tiende
sobre las comunidades donde se trazan los “caracoles”, que me hizo
pensar que era un mundo nuevo lo que se construía. Me voy a un
rincón de la madrugada y enciendo la pipa y la duda. Entonces, clara-
mente, me escucho a mí mismo diciendo: “Tal vez no … pero tal vez
sí”». Tal vez sí.
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