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Interpretar es profetizar
Harold Bloom
Difícil es abordar y presentar en forma explicativa la poesía. Sabemos que ella se encarga
de explicarse por sí misma. El exégeta o ensayista sólo puede, si acaso, pretender una
aproximación, un roce, proveniente de una lectura personal de los textos de un autor,
máxime si se trata de una obra como la del poeta venezolano Teódulo López Meléndez
(Barquisimeto, 1945), culta, compleja, hermética. Hay que señalar que la cultura y
complejidad expresiva de nuestro autor no se manifiestan en una escritura meramente
conceptual, ideológica o retórica sin sustancia e imposible de penetrar. Detrás de sus
textos, a veces oscuros, se suele percibir la vida, se transparenta la humanidad del poeta, se
capta al hombre de carne y hueso y no esa neutra impersonalidad tan característica de la
poesía de nuestro tiempo. Las claves de la misma se nos revelan con una lectura atenta,
aunque no hay que olvidar, como afirmaba Montale, uno de los maestros de López
Meléndez, que "nadie escribe poesía para ser entendida"; el problema es hacer que los
lectores "comprendan ese quid que las palabras no pueden expresar". Espero ser yo uno de
esos lectores.
El poema breve, en prosa o en verso, con excepción de su primer libro Alienación
itinerante, es la forma expresiva preferida por el poeta para captar y presentar visiones,
emociones, sensaciones, ideas, esenciales. La escritura creativa explicativa y de largo
aliento la deja el autor para su obra literaria en prosa, constituida, fundamentalmente,
por textos narrativos y últimamente concretada en dos ambiciosas novelas, Selinunte
(1997), y El efímero paso de la eternidad (1998), plenas de significativos hallazgos
escriturales. Dichas instancias sensoriales, emotivas, intuitivas, visionarias, se
cristalizan, pues, en los poemas, a través del despliegue de un conjunto de imágenes que
a la vez dan cuenta precisa de la aventura existencial del sujeto poético. Sustentada en
destellos y refulgencias imaginísticas, esta es una poesía que no apunta a la simple
inteligencia del lector, sino, más bien, como es el caso de quien la escribe, a su
capacidad imaginativa, sensible, emocional. Igualmente, poesía melódica, visual,
colorística: todos estos atributos dan cuerpo a textos vivaces, bien acabados,
armoniosos, lejos del formulismo meramente abstracto y conceptual, trivial o facilista
que está presente, muchas veces, en la forma breve escrita en nuestro país, producto de
simples elucubraciones intelectuales, sin base anímica y vivencial profundas. Su poesía
aúna y resuelve la imagen y la emoción con la idea, lo plástico con lo discursivo.
Así, lejos del tema social o político y del lenguaje experimental de los años sesenta -
incluso cultivado un tanto en la década de los setenta en Venezuela -, distanciada
igualmente de las directrices poéticas de la cotidianeidad y lo coloquial asumida por cierta
poesía escrita en los ochenta, la de López Meléndez estará constituida, fundamentalmente,
en base a un lenguaje despejado y a una visión si se quiere esencialista y de aspiración
universal sustentada en la apropiación personal de los ritmos y tonos variados, la imagen
desnuda, la palabra medular de poéticas modernas como la estadounidense representada en
figuras como Whitman (cuyos ecos están presentes en su primer libro, Alienación
itinerante), Ungaretti, Quasimodo, Montale. El hermetismo al que hacíamos alusión al
comienzo, lejos de expresar misterios ocultos, esotéricos o cabalísticos en la tradición de
Hermes Trimegisto, tiene raíces en la lírica italiana del siglo XX, sustentada en los tres
nombres antes aludidos. Ungaretti fue amigo de Apollinaire y estuvo bajo el influjo de
Mallarmé y Valéry, a quienes tradujo y de los que asimiló su pasión por la forma y el
lenguaje, tratando de buscar una palabra depurada libre de retórica y de sentimentalismo;
fundó así una escritura personal donde, entre otras proposiciones, la palabra y la lengua se
encuentran como centro de reflexión: "Cuando hallo en este silencio mío/una palabra/
esculpida, está en mi vida/ como un abismo". Montale fue traductor de Eliot, con quien
comparte la idea y el sentimiento de la sociedad contemporánea como tierra baldía; sus
despojadas imágenes están inspiradas en el paisaje estéril de su Liguria natal, en donde se
sustenta esa visión alegórica del mundo como región inhóspita y desolada. Dueño de un
lenguaje intimista e interiorista, "cerrado", acusa también el influjo de la "tradición
hermética" mallarmeana. Quasimodo rindió tributo a la vena hermética en sus tres
primeros libros para asirse luego a un simbolismo que debe mucho a los formas clásicas de
los poetas griegos y latinos, de quienes hizo versiones al italiano, pasando, más tarde, a
afincarse en las tradiciones míticas e históricas y en el paisaje de Sicilia, tomadas como
pretexto para reflexionar, con un tono de meditación social y preocupación moral, en el
sufrimiento y dolor humanos. Parte de la obra de estos poetas encaja, pues, como
señalamos, dentro de la denominación de "hermetismo" y de una u otra forma todo ese
bagaje cultural y los planteamientos creativos y vertientes del pensamiento aquí expuestos
y asimilado por estos tres poetas, leídos por el autor venezolano en su lengua original, le
han marcado de manera decisiva y han sido procesados en parte de su trabajo lírico y en su
reflexión poética. Hermetismo personal, dueño de un lenguaje elíptico, alusivo, despojado,
es el de López Meléndez.
De esta manera, lejos de pensar en una probable deshumanización o descarnalización del
poema dado su registro breve, precisamos que, más bien, se trata de captar lo esencial en el
verbo expresando a través de éste una honda valoración y examen de lo humano y su
existencia en relación con el tiempo, el erotismo, el lenguaje, la soledad, la muerte, temas
eternos que el poeta, como diría el crítico español Pablo del Barco refiriéndose a los textos
de Joao Cabral de Melo Neto, asume con " la precisión del desnudo lenguaje, cortado a
pico, tan puro que es capaz de completar la frase con ausencias sin perder facultad
definidora". El hecho de haber vivido en diversos países de Europa y América ha
proporcionado también a su autor una visión cosmopolita de la literatura y ha nutrido de
manera particular su escritura poética, dueña, como afirmamos, de raíces multiculturales
donde si embargo subyace, asoman y se suelen percibir, internalizados, los ecos y
atmósferas de su región nativa (Edo. Lara) expresados a través de una palabra ajena al
pintoresquismo y que aspira a lo universal.
El poeta, pues, es hombre nacido en tierras secas, acostumbrado a vivenciar y traer a la
memoria los yermos que definieron y continúan definiendo su psiquis, en casi permanente
sequía todo el año, atravesados por un escuálido pero vigoroso río, lo que traerá como
consecuencia que aflore de manera constante en su escritura la presencia del desierto, las
corrientes fluviales y otros elementos de su especial topografía - como símbolos
polisémicos que abarcan también estados interiores - tal como queda explicado en este
fragmento de Mesticia:
Nada te importa
curvo cují
tupida telaraña de tunas
El desierto se extiende
como las entrañas giradas
de un lobo
("Lobo")
Bebamos el verano de nubes móviles, de corpúsculos que corren las ansias. Vamos, que el agua no
fructificada hay que atravesarla de una vez y sin reposo.
("Solsticios")
Reclama ácidamente a los poetas que no saben reconciliares con su época, ni reflejar su
tiempo:
Un aullido en silencio
sobre los sordos pedestales y los escaparates desvencijados
Una sombra de pergamino que repite entre las sombras...
...........................
levantarán puentes de océanos perdidos
las balas de algodón perfumado
que manchan caminos etéreos
Tráfico internacional de boberías
mil gritos en busca de resonancia eterna
pieles estériles de inaudibles ruidos...
............................
Maldiciones detonantes
amores desvaídos
Yo me defeco en el alma del mundo
............................
Voy a intoxicar a la raza humana,
hombre,
muérete atosigado de rayas deformadas
con tumores de pus de urna vieja
............................
tú, puerco espín de la ira,
sacerdote de la rebeldía,
constructor de ritos para la elocuencia inútil y sin fin
payaso número uno de este circo terrenal.
Estrangúlate con tu lengua...
En Los folios del engaño, poemas en prosa, a través de la alquimia verbal el sujeto
narrativo registra atmósferas y espacios enrarecidos, apuntando sus orígenes geológicos o
planetarios, inventariando el presente, auscultando el pasado o presagiando el futuro.
Valiéndose de primigenias y prodigiosas intuiciones nos devela una visión cósmica en la
que asistimos al nacimiento de microuniversos y en la que el mar aparece por primera vez
en su visión poética como sustancia matriz o genésica, regeneradora de la vida y del ser. La
exploración de este mundo particular, en el que a ratos se percibe la impronta biográfica,
implica igualmente la exploración de la raíz del lenguaje. El discurso verbal se repliega, se
hace introspectivo y se pone al servicio de un buceo en la interioridad. En "Recordado sea
que vino del mar" leemos:
Las palabras se recogen como materia que regresa a la tierra...En la paz de mis brazos caídos pregunto a
los mares si la sal es buena para devolver la fuerza a las palabras. Pregunto a la bóveda que una gaviota
esmera porque me empeño en dar a las palabras potencia de linterna.
Se mueven los planetas atados con un hilo. Se rompen las vinculaciones y las arterias nadan en los
espacios. Somos navegantes y llevamos con nosotros brújulas y escalpelos, sensores digitales encontrados
en la explosión de los primeros tiempos...
("Zeta Ele 4 fue llamado el planeta")
En los textos "Zeta Ele 4 fue llamado el planeta", "Solsticios" y "Cardinales", el sujeto
narrativo elabora una pequeña cosmogonía verbal. En ella, los folios cubren los cuatro
puntos cardinales de un planeta recién creado por dicho sujeto (o demiurgo verbal) y se
funden con la textura del cosmos, que a su vez se convierte en escritura. En "Solsticios", a
partir de la nada (la página en blanco) da vida, pues, a un microuniverso poético donde
reinan tres guardianes del orden: Hiemal, Vernal y Astron, que cual primitivos Arcontes
gnósticos (Arconte: guardián, amo o defensor de un planeta, un cielo o un eón), se les
insufla vida por el encantamiento verbal de una palabra: Alalimón.
En este volumen, el narrador poético habitante bien sea de un espacio genésico-uterino o
terrenal-cósmico, recuerda "los tiempos de las cavilaciones, el surco en el espacio natátil", y
proclama: ”Me confiero el poder de trazar itinerarios a las aguas”, declaración que tendrá
implicaciones y resonancias en su temática poética posterior.
En Mestas trata de fundar un lenguaje que transparente, entre otras cosas, la fuerza e
impetuosidad, y a la vez el pausado ritmo de dos instancias básicas que en su interioridad
psíquica y poética han modelado su ser imaginario y verbal: el río y el mar. Ya Heráclito
señaló que "nadie se baña dos veces en el mismo río", remarcando el carácter mudable,
fluido, de la realidad, el cual es percibido por nuestros sentidos y procesado por nuestra
conciencia tras la observación de los volúmenes acuáticos. En nuestro tiempo, otro
filósofo, George Santayana, afirmó que "la humanidad del hombre se aísla y libera en la
vasta inhumanidad del mar". En Mestas, básicamente el substratum filosófico manejado
por López Meléndez pareciera captar estas dos actitudes del ser frente a las energías que
mueven las aguas fluviales o marítimas: el sujeto aislado, liberado en sus fuerzas interiores
y en plena y vigilante conciencia de los cambiantes cataclismos internos y externos del ser
y del mundo, buscando a la vez una fluidez semejante de su conciencia en el lenguaje, para
intentar fundar un orden imaginario (en este caso verbal) donde aliviar su intemperie.
Empresa ésta última a un tiempo utópica, precaria e irrisoria, ya lo sabemos, porque el
hombre sólo accede, a través del lenguaje - y del arte en general - a una "miserable
totalidad", aunque ese lenguaje sea, a su vez, lo único con que contamos para precisar con
justa dimensión los límites de nuestro mundo.
En el poema "Un silbido de silueta", el sujeto declara:
Metido estoy debajo de los techos grises levantados por el hundimiento de las costas y por mis viajes al
silicio empegostado al tórax de las olas.
Oficio, palmas secas y rugido cercano. Hierbajos con sombra de mareas, busco piedras. Brillor en las
escaramuzas del cuerpo. Desnudo, el gran libro en las rodillas, leo para el vuelo del coco hasta el miedo
limítrofe.
Todos los poemas de la primera sección del libro están tocados por la presencia marina,
al igual que muchos otros de las restantes tres secciones: "Poema desde una chimenea
compartida", "En aquel lugar". Sobre su raíz fluvial el sujeto anuncia en "Vientos", primer
poema de Mestas, su auténtica condición:
Sé a humo negro de carne de río y de agua de fuente.
Para López Meléndez, como para otros poetas modernos en esta rica tradición de las
modulaciones cósmicas y existenciales en el verbo: Claudel: El libro de Cristóbal Colón;
Valéry: El cementerio marino; Perse: Mares; Quasimodo: Agua y tierra; Reverdy: La
libertad de los mares; Pessoa: Oda marítima; Ashbery: Ríos y montañas, Derek
Walcott: El mar es historia, para citar solo algunos nombres, el mundo puede suceder,
acaecer, en la página. Así, en Mestas, López Meléndez está igualmente formulando una
incipiente y particular reflexión sobre la poesía y el poema. En efecto, aparte de constatar
como sustancia básica del libro la presencia y concurrencia de los períodos de la naturaleza
a través de instancias geográficas elementales- el suceder de estaciones, ambientes
acuáticos, ventosos o terrenos-, percibimos al sujeto empeñado en construir un ámbito
verbal (el poema) donde protegerse o guarecerse: ”En las maletas trazos informes y en los
tenderos faros, de atisbar”, buscando atrapar “un signo, al menos, en el olor de la medida humana” .
El sujeto funda así su identidad con la naturaleza a través del microuniverso linguístico,
explorando la raíz misma que ese lenguaje le suministra y le sugiere.
En realidad, pensamos que el gran logro compositivo de estos textos poéticos de López
Meléndez, descansa evidentemente en su musicalidad y en el eco que los mismos dejan en
nuestra psique, memoria e imaginación, gracias a su ritmo y movimiento. Esto, como
pensaba Eliot, es una de las características básicas de la poesía moderna que, alejada de la
poesía rimada tradicional, tiende, gracias a esa musicalidad, a ser memorizada
inconscientemente, musicalidad que, incluso, a nivel de escritura puede anteceder y dar
origen a las ideas o a las imágenes. El criterio sobre la musicalidad manejado por López
Meléndez, puede analogarse un tanto con el que Eliot poseía de la misma: "la sensación de
la sílaba y del ritmo que penetra mucho más abajo de los niveles conscientes de
pensamiento y sensación, dando vigor a cada término; hundiéndose hasta lo más primitivo
y olvidado, retornando a los orígenes y trayendo algo de vuelta". De aquí que articular ese
ritmo convertía la labor de ciertos poetas en algo parecido al trabajo del compositor
musical.
Extremo mi sequía
la piedad
se evapora como un espejismo
("Espejismo")
mi día
extraño adiós
("Adiós")
Imágenes sombrías asedian al yo lírico y lo mantienen confinado en una suerte de
clausura infernal: Este infierno /ronquido de las entrañas / vómito de locura ("Infierno").
Si en la primera parte del libro el estado psíquico es de desolación, en la segunda parte,
"De cuando la palabra regresó en su lengua", es de momentánea liberación. Pasa así de un
simbolismo del desierto (Fuego-Infierno-Muerte) al del océano (Agua-Paraíso-
Renacimiento) o espacio del encuentro y del origen primigenio; allí se conjunta con el
añorado sujeto amado de forma y apariencia meduseas (en el doble sentido de misterioso
animal marino y de gorgona que extermina): Haz del mar / un lecho / tibio y peregrino /pacífico
hogar / donde nuestro rostro común / sea pájaro que se alce (Medusa 11); La paz se hizo profunda / de alta
mar ("Medusa 13"); y yo la hice sisal cabuya hico / cordón umbilical / medusa/ líquido amniótico
("Medusa 5").
Se puede decir que en la primera parte o estancia del libro el yo lírico habita - y expresa
en el verbo despojado de toda retórica- un lado oscuro y siniestro de la psique, un estado
de autodestrucción y laceramiento interno donde permanentemente asedia el "otro", la
sombra o ser oscuro que vive en nosotros de manera clandestina, y que asoma como
expresión del subconsciente personal o colectivo:
Una diáspora
mi sombra
alrededor
esta oscuridad
("Regalo roto")
la desolación
la muerte
("Infierno")
Jung en su libro Ensayos sobre psicología analítica, precisaba que "el otro dentro
nuestro es en realidad otro, un hombre verdadero que, en efecto, piensa, hace, siente y
desea todas las cosas despreciables y odiosas...Un hombre entero, sin embargo, sabe que su
más cruel enemigo, o más aún, una multitud de enemigos no se equiparan al adversario
peor, el otro yo que habita en su seno". En el primer estado mencionado, entonces, el
lenguaje es un elemento desintegrador, que no unifica:
El lenguaje
borrasca
sin códigos
no se puede decir nada
("Perdido")
En la segunda parte o estancia, el sujeto lírico vive en el espacio inundado y accede a la
palabra como una suerte de momentánea liberación. La entrega de la mujer o musa
añorada, también le entrega la palabra. A través de la entrega de la mujer, pues, se restaura
la pureza de la palabra original, fuente de inspiración y energía- aunque sea momentánea-
para seguir viviendo. O también al revés: a través de la palabra poética y su fijeza se
restaura la pureza de la mujer, fuente de inspiración y energía para seguir viviendo:
La palabra
regresó en tu lengua
y se me clavó en el paladar
con la fuerza de un ancla
("Ritorno")
Las palabras
neumáticas
imperturbables
píldoras
que no curan
cagajones
metras
silencios de hábiles embalsamadores
putas
inmunes a mi desasosiego
Y en otro poema, por otro lado, se nos dice:
sin palabras
un poeta no es
hueco en el vacío
gangrena
Las palabras, piensa el poeta por un lado, entes simbólicos por excelencia, no pueden dar
cuenta de la plenitud del ser ni de los límites de lo real, como tampoco existe una identidad
entre ellas y lo que designan. Lo que impera es una escisión y una incongruencia entre las
palabras y las cosas. Esta es una de las constantes temáticas centrales y uno de los dilemas
de la poesía moderna a partir del Romanticismo. Más en nuestros días cuando, como
afirma Paz, se quebró definitivamente la visión analógica del mundo e impera la visión
fragmentaria y relativa impuesta por la ephisteme cientificista que ha obligado al poeta a
asumir un lenguaje igualmente fragmentado (Mallarmé, Pound, Paz, Ungaretti, Williams,
Cummings). Pero, por otro lado, el poeta, el escritor, se aferran a él como única posibilidad
para dar cuenta de nuestra experiencia en profundidad y tratar de captar e iluminar la
multiplicidad de lo real. Con el soporte de la imagen, la cual es capaz de conjuntar los
contrarios, el ser y la nada, el poeta se siente en capacidad de construir un cuerpo verbal
donde brille la presencia del mundo, del ser y de las cosas. La misma obra poética de
López Meléndez, es una muestra de la afirmación y la exaltación de los poderes de la
palabra poética.
El carácter contradictorio del amor en nuestro tiempo: la entrega al otro hace que uno
renuncie a la propia libertad e individualidad en provecho de la ajena y en prejuicio de
nuestros intereses. Su paradoja: pese a haber sido resquebrajada la moral tradicional
instaurándose nuevas relaciones de pareja, muertas ciertas ideologías y creencias
religiosas, perdido el tinte romántico de aquél y teñido de un "utilitarismo supervivencial"
en un mundo individualista donde prevalece la "guerra de los sexos", se define como un
lastre que, no obstante, sigue siendo el último refugio frente a un mundo agresivo y hostil;
incluso existe una fuerte tendencia a convertirlo en una nueva religión- o un sustituto de
ella al igual que la poesía-, secular, por supuesto. La autora española Helena Béjar,
siguiendo las ideas del sociólogo Ulrich Beck, afirma que, "desprestigiada la política,
irrecuperable el vecindario y reducida la clase a frías estadísticas, el amor se ha convertido
en nuestra última creencia...aparece como el vínculo más estable para dar sentido a la
identidad y por ello se transforma en una religión privada". Es a esta religión problemática
a la que el poeta se rinde en un rito cotidiano no exento de cierta trascendencia. A partir de
Mesticia, podríamos decir que la poesía de López Meléndez definitivamente adquiere
fisonomía y voz propias, macerando y acrisolando todas las influencias líricas antes
señaladas.
En sus tres últimos libros el lenguaje se torna cerrado, casi críptico; por tal razón, quizás
sea difícil percibir su poesía directamente y de una sola lectura. La clave final de la misma
parece estar a medio camino, como dice el crítico José María Valverde, al hacer una lectura
de cierta poesía oscura, entre lo "mágico" y lo "comunicativo", de ahí su hermetismo, el
cual se nos revela o aclara, retomando a Valverde "por una suerte de intuición simultánea
de toda su atmósfera, sin parar mientes en la conexión lógica de cada frase y al papel
racional de cada objeto y nombre".
En Mester, los textos, poemas breves en prosa, parecen ser escritos por un yo solitario
(Un murciélago es la soledad), aislado y hastiado (El hastío me empegosta la lengua). Prevalece el
vacío: "Vacuum" se llama una sección del libro, al igual que un poema, donde leemos:
“Estoy entrenado, no tener peso y el silencio en el espacio vacío del cuerpo ”.
Las dos corrientes de
Mestas, la fluvial y la marítima, vuelven a aparecer, sólo que aquí parecen no fluir o estar
estancadas. La imaginería acuática es básica en el texto. Mi intuición es que el sujeto
narrativo se halla en una suerte de parálisis creativa, la cual será esencial para el mismo. El
fluir del tiempo y del agua, pues, parecen estar interrumpidos, y el narrador poético está
centrado en su oficio, mester, entregado a él en momentos de intensidad donde, a ratos, se
percibe la claridad o la trascendencia: Sobre el rostro de la lluvia e ignorado se permanece en esta
intensa soledad de las dos aguas, tranquilo, a merced ("Mientras, no se muere").
En este éxtasis involuntario, el sujeto parece, pues, enclaustrado, centrado en una
búsqueda ascética de la escritura y abierto a la meditación interior: “Emerjo la plegaria, oscura
claridad. El diálogo renace en la clausura” ("Paradoja"). La escritura es lo único que saca de la
inercia al sujeto. En dicha clausura no existe apertura para el amor o el deseo:
Logogrifo, uno de sus libros más herméticos, constituye una suerte de enigma a
descifrar, tal como lo anuncia el último texto, que lleva el título del volumen: “Indagad en la
palabra / y descubrireis mi enigma”, declaración que resulta válida al abordar una lectura atenta
de toda su obra poética. El poema es, pues, en este libro un enigma breve: “Las cortas
dimensiones del enigma” ("Terrero"). El texto se divide en cinco secciones o estancias que
igualmente pueden ser, al modo de una composición musical, cinco movimientos. El sujeto
poético pasa por una serie de transformaciones interiores enfrascado en una iniciación
hermético-verbal que tendrá que ver con la alquimia, con la magia, el chamanismo. A
través de todo el libro se habla de metales derretidos, hierros imantados, plata viva, sal
ácida, agua y fuego, materias infectadas de azufre; igualmente se nombran arcanos
visores, incienso, hongo, azufre, mercurio, argamaza.
Este proceso de desciframiento y despojamiento interior, de disolución del yo, se
presenta a través de un lenguaje -alquimia verbal- construido por fragmentos
aparentemente inconexos que reconstruyen una imagen desdibujada, pero esencial; un
lenguaje que se torna hermético; el poeta juega con la paradoja, con lo interior y lo
exterior, con la dualidad entre lo abstracto y lo concreto, el sujeto y el objeto, sustentados
en una escritura de versos cortados e inconclusos, de notaciones crispadas - abiertas a las
tendencias adivinatorias del alma -, donde, a través del espejeo imaginístico y metafórico,
el sentido se hace impreciso oscureciendo el significado del texto:
donde el freo
y la soledad tan vasta
sin adentro
("Sin adentro")
Por medio de una suerte de experiencia unificadora, el sujeto percibe una revelación de
la identidad personal del yo íntimo, en la que se aproxima a un "renacimiento", como un
Ave Fénix:
Subida frenética
al abismo
al intestino de fuego
hacia la ceniza amarga
("Dentro")
Desde la muerte
la mirada cambia
una palabra
("Desde la muerte")
Largor
improntitud de los cerros
("De lejanía")
.........................
De entre las piedras
tremedal
el río fijo
("De entre las piedras")
¿Qué queda, pues, al sujeto poético en este despojamiento ascéptico e iniciático? : “La
memoria perdida” ("Paupero"). El agua y su claridad, finalmente, dejan ver: lenguaje
desnudo, la mente despejada, abierta a la fijeza del instante; vislumbre del conocimiento,
encuentro con el ser:
agua sólo
burbujas
("Monda")
Finalmente, La muralla del último farol, libro escrito a finales de 1998, que puede
leerse como un solo poema fragmentado en varias estancias anímicas, es un tributo a una
suerte de cábala personal, donde palpamos al sujeto lírico extraviado ante una barrera
misteriosa que le impide trascender más allá de ciertos límites. Y aquí pareciera que la
poesía de López Meléndez está cerrando cierto círculo que arranca con sus primeros
poemas y donde ya planteaba, entre otras cosas, la situación del yo extraviado en el
laberinto del lenguaje.
El yo, en este libro, se encuentra solo, deambulando en un oscuro e inhóspito erial, sin
posibilidad de alcanzar un objeto erótico anhelado, anclado en la imposibilidad de amar:
“Sólo
me veo
el amor
íngrimo
cuando esa palabra
se trasnocha”
(“Cuando esa palabra se trasnocha”)
Cuando nos referíamos líneas arriba a cierta cábala personal, no es que López Meléndez
esté rindiendo tributo a través de este libro a la tradición cabalística, como referimos en la
primera parte de este ensayo; su hermetismo radica en la alquimia verbal. Así, nuestro
poeta vuelve por sus fueros temáticos, planteando así uno de los dilemas principales del
poeta moderno, como ya lo habíamos señalado, y que es un leitmotiv en su poética: el
drama del poder y la impotencia del lenguaje y sus implicaciones, tal como es
experimentado en nuestro tiempo. El yermo psíquico del poeta en este libro ( está
completamente ausente por primera vez en sus textos la presencia del agua ) describe el
combate de una tragicididad ontológica que se lleva a cabo en su interior: la arena es la
psique del poeta enfrentada a su obra, alejado de todo racionalismo, abierto al chisporroteo
y sucesión de las imágenes. En el ensimismamiento de la mente, está, sin embargo,
plegado a la conformación de una voz individual, intentando, simultáneamente, una
liberación y una aniquilación del yo. El yo opulento y sensual de sus textos anteriores
parece explorar aquí una nueva y extraña tierra donde, en una suerte de estado ascético, se
encuentra extraviado ante “la muralla del último farol”.
El dilema de la identidad y la otredad asaltan continuamente al yo lírico deparándole una
situación de extrañeza. El yo sólo trasciende por medio del lenguaje y sólo por las palabras
se arma el rompecabezas existencial. Las palabras brindan un ligero sosiego. Por la
alquimia verbal accedemos a una iluminación de nosotros mismos, de la otredad, del
erotismo:
“Saberte allí
con esta quietud del lenguaje
en los días
en este saber
insignificante y doloroso
de amante”
La última parte de este texto, que lleva el mismo título del libro, anuncia los rasgos
distintivos de esta poética. Como en otros libros suyos estudiados, existe, pues, una
ambivalencia con respecto al lenguaje. En el poema “Falta” vemos que:
pero, a la vez, es nuestro único asidero para iluminar la oscuridad del ser:
“Tea
cirial
Luz de cera
mechero en la argamaza clara”
(“Por si uno de esos”)
Concluida esta lectura personal, a grandes rasgos, la certeza de que este poeta, a mi
parecer está ubicado, sin duda alguna, entre las voces líricas de mayor vuelo de nuestra
contemporaneidad; establecida así, es, a nuestro juicio, superior a muchas de las
entronizadas como sólidas e, incluso, como tutelares en el panorama de la poesía
venezolana.
Ennio Jiménez Emán
ALIENACIÓN ITINERANTE
(1972)
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A Roberto, mi pequeño
1
La voluntad de los carbones esconde los juguetes en un sumidero en las arenas. No
crascitan las plumas en medio de las piernas. Los dedos se recogen hacia las manos lenta
pero inevitablemente. Las tormentas se escuchan en el cerro. Las palabras se quedan
pequeñas e inútiles, murmuran y caen cansadas. Las palabras se enflaquecen como una
abuela vieja.
2
Las palabras resienten las misiones que damos. Las palabras se encogen como materia
que regresa a la tierra. Hay una paz de paredes quebradas. Las tortugas salen a los huertos
y arrastran de sus patas las palabras. Las tortugas invaden y dan en préstamo sus
caparazones de plástico y tejas.
3
En todas las tardes de todos los días yo me he sentado a esperar la paz que siempre me
llega. La paz me es impuesta. La paz que me llega equivale a partida tras los caracoles y
las tortugas me dejan sus caparazones cargados de especias. La paz me es impuesta. Me
pregunto al caer en el seno de mis duros protectores si la paz que me han dado no equivale
a pena.
4
En las tardes sentado a la espera interrogo a los mares si mis pies admitidos serían
caminando hortalizas y esculpiendo manglares. En la paz de mis brazos caídos pregunto a
los mares si la sal es buena para devolver la fuerza a las palabras. Pregunto a la bóveda que
una gaviota esmera porque me empeño en dar a las palabras potencia de linterna.
5
Mi paso es muy lento. Los caminos los sé de memoria, pero mi costra pesa. Mi paso es
tardío. Mi cabeza se bambolea con ritmo de yoyo de niño. Mi paso no cansa, carece de
efecto, pero deja péndulos a mi encogimiento y da olor de insecto a mis canciones.
6
Me hago de los helechos. Unicelular es mi paz en los confines. Alguien me ha dicho de
una palabra que ensalma, de una palabra que al invocarla acerca los confines y abre las
ostras y anuda los tentáculos de los grandes peces. Alguien me ha dicho de esa palabra y
me lanzo desde mis orillas en las tardes quietas cuando espero la paz que siempre me llega.
Alguien me ha dicho y yo siempre buceo; llevo escafandra y tubos, llevo traje ligero, llevo
líquenes, llevo ensalmes, llevo en mis brazos peso, membrana llevo entre los dedos. Los
habitantes de la paz marina miran el cristal de mi escafandra y descubren que llevo una
pecera en lugar de cara.
HE AQUI QUE ME ENCUENTRO
1
He aquí que me encuentro boca abajo en el tiempo. He aquí que me encuentro
herrumbroso y blasfemo, nadando en extravagancia y mieses, con los instrumentos tensos
y la tierra alegre. Heme aquí llegado, desnudo llegando, llegado descalzo y piso mis pies y
mis huellas crecen.
2
Heme aquí sonámbulo caminando las cuerdas de los telégrafos. Heme aquí fundido con
alcanfor y viento, riendo del momento a donde he llegado. Heme aquí rozando los vientres
y metiendo migajas embarradas en leche en los picos que he abierto y en los ojos de
párpados alcanforados. Heme aquí cirujano, desgarrando el momento con furia ancestral.
Heme aquí en la furia de mis grandes tiempos, dominando a mi antojo las aguas y los
elementos. Heme aquí en mi furia que pone las copas a barrer caminos. Heme aquí silente,
mordiendo con mis encías.
3
Ausculto mis mejores gritos y los lanzo duro como grandes piedras. Hoy no es día de yo
admitir nada. Me niego a conceder. Vuelvo a depredar, vuelvo a quemar con mi aliento de
borracho de bencina y estiércol. Vuelvo a la furia que heredé de las grandes
concentraciones de fuego. Salgo de mi cuerpo y de todos los cuerpos. Vuelvo a la rebelión
y a los grandes alzamientos. Soy poseso de la ira y bajo mis pies estallan los grandes
terremotos y bajo mis puños cerrados caerán los muertos y de mi lengua haré de nuevo
tiras para atar y maldecir y blasfemar como le dé la real gana a mi sexo. Agarro con mis
dedos y desenrollo lo único de lo que soy dueño. Heme aquí encogido e ileso. La saliva
olvidé en las tuercas y apenas me mojó las vértebras. Heme aquí de narices estallantes
expulsando el aire de los pulmones con toda la violencia de un cultivador de frutas y de un
recolector que llena sus cestas. Heme aquí y que nadie se acerque. Voy a defender el
momento lanzando coces y embistiendo. Estoy dispuesto a incendiar el pasto y a formar a
mi alrededor un inmemorial círculo de fuego. Heme aquí y usaré mis cartílagos con
ciclópeos movimientos. Dispuesto estoy a arrancar mi ojo y a hundir a quienes se me
acerquen en la vasta repelencia de mis mucosas y en toda la mugre acumulada en mis patas
insolentes que vuelven a heder con todos los malos olores que en pasado utilicé cuando
hubo ladrones merodeando mis alacenas.
4
Soy dueño de mis grandes rabias. Quisieron hurtármelas, pero llegado a mi momento
vuelvo a atizarlas. Anuncio hago de mis síntomas y proclama de mi enfermedad. Llevo
lepra y tisis, llevo amor y vastedad, llevo los pulmones quemados y mis bronquios largan.
Anuncio hago que vuelvo a arder.
5
Heme aquí que he llegado y bajo mi lengua están las hierbas. Heme aquí disfrutando mi
dolor, nadie se acerque a mi pelambre de bestia. Anuncio hago que solo estoy. Prometo no
buscar cobijo bajo las capas de la tierra. Me duele la cabeza. Anuncio hago de no necesitar
abono. Anuncio hago de estar tan fuerte que tornar puedo en riachuelos los peñascos
grandes y en trinar de salves las grandes arrugas de la naturaleza. Anuncio hago de mi
solidez y de mi firmeza. Anuncio hago de haber levantado los grandes pilares y de ser
vidente de los alaridos y de haber estado cuando los cadáveres se alzaron y de haberme
metido en los hormigueros con mi rabia a cuestas.
6
Heme aquí silueteando espuma y regando sal y echando linimento. Soy de nuevo el gran
capitán de los colmillos huecos. Heme aquí sintiendo el olor a fresco y mi cuerpo se moja
con té y es follaje que la vida crece y los rumores vuelven a la selva entera y el tiempo
corre en el verde de las hojas y se oyen troncos milenarios recorrer su esfera desde el ras
del suelo hasta las grandes nubes cargadas de incienso. Heme aquí que he llegado a las
fuentes eternas de donde nunca dejó de salir leche y esperma. Heme aquí que me hundo en
la oscuridad que pasea bajo las grandes ramas. Heme aquí atando lianas a mis colmillos y
dejándome atado. Anuncio hago que mi lengua es una estalactita buscando una cueva.
7
Heme aquí dueño. Heme aquí que escucho y huelo y el sabor me tienta. He aquí que
tengo ventosas y me adhiero. Anuncio hago de mis poros frescos. Anuncio hago
anunciando vetas. Proclama lanzo que las enredaderas llevan cuajados tridentes de todos
los océanos. Anuncio hago de mi acústica túnica. He aquí que me encuentro con mi primer
momento. ¡Júbilo!, he aquí que comienzo a caminar mis años.
ZETA ELE 4, FUE LLAMADO EL PLANETA
1
Dominaré las aleaciones. Rasguñaré la costra de los planetas habitados y hundiré las
yemas encendidas en el plástico de sus segundas profundidades. Marcaré sus huellas
digitales en mis dedos. Haré de su venida el aire evaporándose de otoño, el pico de una
garza mordisqueando, un garfio asiéndose en una tabla añeja de iodo.
2
Sábana habitada de espasmos es este tiempo. Se mueven los planetas atados con un hilo.
Se rompen las vinculaciones y las arterias nadan en los espacios. Somos navegantes y
llevamos con nosotros brújulas y escalpelos, sensores digitales encontrados en la explosión
de los primeros tiempos, polvo en los hombros, arrugas en las manos, cabello alborotado
flotando incandescente. Constancia dejo sobre el rictus que deforma mi boca.
3
Los pergaminos serán lacrados y abajo se leerá la firma para los libros de récords. Por los
tiempos serán simple calor hasta que ocupen espacio para los ojos mágicos de los
telescopios. Cabe advertir que la roca ígnea es caprichosa.
4
¡Ah!, los tiempos de las cavilaciones, el surco en el espacio natátil. ¡Ah!, los rostros
empotrados... me recuerdan los que quedan en el planeta que habito, planeta Tierra de los
mismos orígenes. El nuevo planeta recibe un nombre extraído del abecedario y se le
adjunta un número para darle sabor de heredad abonada.
5
Sembraré árboles frutales y veré como las ramas cargadas se arrastran sobre el suelo.
Veré en mis manos una regadera con sus múltiples emanaciones mojando las raíces y
haciéndose tallo. Constancia quiero para mi lengua de la sabia amarga que circula. Asumo
la responsabilidad del fundador.
6
Asumo la emisión de las constancias. Asumo la responsabilidad de las frutas que caigan y
dejen ácidos los prados. Asumo la hierba chamuscada y asumo los ríos que crucen allá
lejos y asumo las vertientes y asumo las sombras y el lado oscuro que deja la estrella que
alumbra un solo lado de este nuevo planeta. Me confiero el poder de trazar itinerarios a las
aguas y de dar el tono al verde de los campos extendidos y me proclamo dictador de las
luciérnagas. Mis facultades alcanzarán hasta ordenar los cabellos. Mis facultades serán las
de abrazar los jeroglíficos tatuados en las piedras. Mis facultades llegarán hasta beber
leche de los pezones volcánicos. Mis facultades serán las de mirar el ocaso en el abrupto
filo de las terminaciones. Constancia dejo de mis facultades.
7
Pido para mí la separación de las arenas y la identificación de los minerales. Pido para mí
la facultad de con mis manos apretar las colmenas. Pido para mí la visión del crecimiento y
el cumplimiento de los ciclos. Pido para mis encías, pido para mis papilas reagrupadas,
pido para mis ojos trasegados, pido para mi olfato el olor a sudor y el tacto me pide que le
pida el roce del humus y mi garganta desollada quiere líquidos y gases; creo que quiere
humedad de la que sale de la lengua en formación. Constancia dejo para abrir la historia y
las alucinaciones engrapadas fueron para que los vientos no las esparzan. Constancia dejo
que no quiero que se siembren y salgan de ellas hojas con mi heredad y mi barba.
8
Quiero que crezcan los pequeños poblados con tamarindos en las tejas. Quiero que los
goterones que caigan en los patios en lluvia no horaden ni manchen ni rasguñen. Quiero
que las risas estallen y los alcaravanes entonen al caer de las tardes explosiones suaves de
cuerpos tendidos y las lágrimas suban y dejen los cristales sin dedos marcados. Quiero que
sean las calles tan quietas y las ventanas estén siempre abiertas. Quiero los corredores sin
paredes para que las miradas se encuentren. Quiero las lozas de los patios y las ramas
rosadas sobre las esquinas y los pájaros picoteando almendrones, todos los quiero con
sabor alegre. La responsabilidad asumo de las risas y los dientes.
9
Quiero que todos giren, quiero que se mareen y vomiten las espermas primeras y vuelva
la germinación y se toquen los vellos en los pubis dispuestos. Quiero que los vellos
atenacen los dedos y las coyunturas se mojen y los cartílagos se tornen memoria de
aquellos escarceos. En el nuevo planeta las paredes rosadas de los grandes entierros. En el
nuevo planeta las paredes mojadas de los sexos despiertos. En el nuevo planeta bebiendo
acostados los verdes envases y la leche fresca.
10
En el nuevo planeta desnudo está el cuerpo. En el nuevo planeta el cuerpo se tiende. En
el cuerpo desnudo germina el polen y los pétalos son de la atmósfera. En el nuevo planeta
los senos alumbran y queman los labios de quien se acerca. Constancia dejo con azufre y
ron, constancia dejo con olor a quema, constancia dejo incinerando hierbas, constancia
queda en el humo de mi carne yerta, constancia oculto metiendo mi rostro entre las
luciérnagas.
11
Constar quiero hacer el nuevo tinte que el cansancio consta en mis retinas. Constar
quiero hacer que mis labios tienen una constancia nueva. Constar pretendo sobre el sudor
que mis manos llevan. Constar quiero que mis cabellos no se peinan. Constar que he
olvidado los relojes debajo de una regadera. Constar que el trabajo me ha dejado huellas.
Constar una tristeza y que los párpados se me cierran.
SOLSTICIOS
1
Solsticio de verano arrejuntado al vuelo. Vamos, hombre de la bolsa con pan. Vamos,
alpargatero de alpargatas de murciélago. Vamos, verdoso brote de pigmentos. Vamos,
ladrillero de ladrillos, calador de la cal encalada. Bebamos el verano de nubes móviles, de
corpúsculos que corren las ansias. Vamos, que el agua no fructificada hay que atravesarla
de una vez y sin reposo.
2
Solsticio de cruce de termómetros. Salto arriba demos que el salto abajo nos lo dan las
alas. Solsticio que quiebras las luces y abres los postes tendidos por navegantes más viejos,
haz las cuerdas de los fósforos y los cabezales de las llamas.
3
El pan guarda mis dedos en reposo. Tin Tón, al refregarse. Tin Tón, al darle con el
balaustre de hierro colado que mis uñas colaron y que van pintadas de liquen en la bolsa
que llevo colgada. Mi pan está verde. Las hormigas están verdes. Solsticio de verano verde
que me manchas el rostro con truenos y mezquindad de agua. Solsticio de verano que
anuncias mi postura con tus escándalos mañaneros. Solsticio gritón tumbas piedras de los
cerros.
4
Vamos, aguador que no has sacado nada del verano. Vamos, haz de ti un colador
proveedor de provisiones. Vamos surtidor, surte bien surtido. Chorros de mentol en los
oídos, de mierda en tu ombligo cagador de lombrices, de lombrices en el hueco ballenero
que te abre la cabeza. Surte al mismo verano quemador del pan podrido. Surte a tus
alforjas brotadas de gusanos. Surte, para ello llevas orificios.
5
Solsticio regador de mil cabezas. La tierra se chupa mis amores y te quedan colados y en
reposo diez millones de testigos. Amásalos, solsticio, en una masa negra. Juega, solsticio,
con la pelota fecunda que he botado a la tierra. De una mano a otra solsticio, de un poste a
otro solsticio, de un abandono a un abandono solsticio qué carajo. Alalimón, alalimón, que
el solsticio se marcha jugando. Alalimón, alalimón, que la vieja muerte está en la cueva.
Alalimón, alalimón.
6
Alalimón solsticio que el día se queja de largura. Astron ponedor de huevos. Astron
machacante componedor de esteras. Astron del día largo que me quema. Astron alzado
promovedor de alzamientos, calentador de vírgenes de piernas largas. Márchate al
mismísimo infierno Vernal que este calor suda sudaderas y el hemisferio boreal tiene
hundida la cabeza.
7
No ves, Vernal, que las culebras se enredan en las piernas de las muchachas nacidas del
calor de la tierra. Alalimón, Vernal, que las desfloraciones sólo se suceden en el hemisferio
austral. De noche, Vernal, se penetran las bulbas. De noche, Vernal, que soy un sudor y me
sudo el alma y la dejo quieta y se me va la vida, Vernal, en tu día largo. Vamos, hombre de
catapulta y hongos. Vamos catapulta, catapulta los huevos de Astron. Vamos, alalimón,
alalimón, saca la vieja de la cueva. Baila vieja, conmigo, Astron nos da un día largo.
8
Alalimón, el puente se ha caído. Alalimón, nos jodimos sin el puente. Alalimón Astron
pasa por debajo de mis brazos tendidos. Pásate a la noche austral, alalimón, que no quieres
darme la oscuridad de las bases sin techo. Alalimón, la noche nos dará una bulba tejida de
recuerdos. La noche, Astron, trágate una espada y estalla en vertederos de luz que no
ilumine. Qué venga la oscuridad y el cambio de hemisferio: la noche habrá de ser larga. Te
invito a que juguemos. Dame las manos. Pasa solsticio de verano. Alalimón, alalimón, el
puente se ha caído. Abre las piernas, mira solsticio la ebriedad nacida de tubérculos. Pasa,
solsticio, por debajo, el puente se ha caído.
9
Hiemal, el de la noche larga y de la cópula inacabable. Voy a elevarte a la categoría de
un dios a horcajadas sobre tu noche larga. Regaré semen abundante sobre los restos
esparcidos de membranas rotas que se han aprovechado de ti para desligarse de la piedad.
Hiemal, el pisador, el sustentador de hembras siempre insatisfechas. Hiemal, oscuro
oscurecedor, protector de las entradas y cuidador de la vida. Con la regadera regaré
regando la inmensa pelota de mierda que Vernal te consignó en el sembradío de cabellos
que divide los hemisferios.
10
Solsticio de invierno envuelto en sábanas sudadas. Oscuro oscurantismo del
oscurecimiento que oscuramente protege todas las maldades en las escoforias, libatorios y
lavatorios de mujeres entiempadas. Me siento tan solo, Hiemal, abrazado de los olores. Tan
triste estoy, Hiemal, poniendo sobre mi vientre un vaso sacado de esta vida cagante. Estuve
acurrucado calentando los huevos de Astron, buscando una germinación y he aquí Hiemal
que vivo tu noche cargada de mujeres que no amo.
11
Compréndeme solsticio de invierno. Entiende que mi espera a tu oscuridad, a tu noche
preñada, era el simple seguimiento de mis pasos. Date cuenta que mi alforja está cuarteada,
que el pan que me quedaba ya no puedo comerlo. Mira que he venido a la oscuridad
enceguecido buscando paños mojados en la bondadosa hendidura para ponerlos en los
bordes donde una vez tuve dedos, en el hueso tenso de mi sexo gastado, en la concavidad
de los huecos cóncavos que abren ventilación a mi cerebro.
12
Hiemal, quería una noche de amor. Date cuenta de la circularidad. Comprende lo que
hace posible la gran cópula hemisférica y entiende a mi sexo hambriento que quiere
cubrirse de carne desfoliada de los sembradíos. Estoy triste, solsticio; entiéndelo. Una
nube de murciélagos no es suficiente ya para procurar cobertura a mis pies. Quiero pan.
Quiero humedad. Mira mi cara; mete tus extremidades en los poros abiertos. Huéleme
Hiemal, huéleme que huelo mal. Lávame, báñame con la leche de todas las mujeres de tu
noche larga. Enjuágame con la atemporalidad que se lleva su sangre marchita.
13
Pisa pisador, pisa la noche larga y tu día corto, pisa la noche corta que no me dio
suficiente y el día largo que me dejó extenuado. Estoy cansado, date cuenta de mi
deformidad, date cuenta de lo mucho que he andado. Mira hacia atrás, ve, constátalo,
piensa que es suficiente para mí, que a cualquiera pudo pasarle lo mismo, que no soy el
único. Mi locura es verde y flota tranquila. Mi amargura es clara y su recipiente grande. Mi
muerte está guardada en una cueva verde. Mírala, ahí está, pisa pisé la noche y el día,
saltando, pisa que piso, marcando en el suelo hemisferios con una tiza.
DESDE LAS TEJAS
1
Las tejas andan de cabeza. Las crinejas se tejen solas permitiendo bajar de las vigilias.
Encontraríamos un nuevo árbol si a cada floración cortáramos con ellas. Me temo que no
es práctico cercenar el árbol.
2
La carne de los insectos quemados en la pira de los lastres emite humo negriazul, me fue
dicho cuando conducía las hormigas al desastre.
3
En verdad las floraciones no son nuevas. Los movimientos tienen que ver con la rotación
de la tierra. Las piernas me crecieron sin que me diera cuenta.
4
El vómito que abandona mi ombligo y continúa hacia el pubis de ella es grisáceo y tiene
el fervor de la materia muerta.
5
La cola de esta culebra crece en árbol y sus raíces me levantan las muelas. Sazón de tejas
que abre campo a floraciones y emigra llevando mis mucosas y una certidumbre que no
deja.
6
Habrá de ser un amarillo candela de una mañana cualquiera. Habrá de florear cuando la
luna llene y aflore de los vientres cieno. La llanura habrá de estar cubierta de cintillos de
girasoles con lengua. Habrá de ser un escalpelo que asome desde el vientre de ella. Habrá
de ser ella podando los sembradíos en cuclillas de espera. Qué no arañen su vientre las
cuchillas de la grama seca.
7
Los portafolios harán procesión de estrías. Han crecido en los charcos ranas negras.
Mañana será temprano cuando las tejas reciban los orines de las tiendas. La procesión se
hace larga como las simientes. Los portaestandartes llevan enrolladas las caravanas. Los
portarrutas se crecen de almejas. Habrá de venir candela de los insectos atrapados podando
la vasta siembra.
MI HIJO Y EL MAR
1
Sobre las arenas recién descubiertas quedaron vasijas. Dentro de ellas un líquido espeso.
Allí puede mirarse pagando con un creciente escozor de los ojos. El humo de cada vasija
únese en un solo humo, el líquido de cada vasija es el pie común de todos los humos. Es
una crineja de un solo humo tejida hacia arriba que sujeta el planeta a los tiempos de la
combustión y los espasmos.
2
He sido señalado como el originador de las cópulas sólo por haber ensartado folios
borroneados con mis manos inexpertas.
3
Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo a Roberto para explicarle el
surco que tracé arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me mira apenas
un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada de mar. Yo miro su pie y
sonrío.
HE OSADO REMAR
1
Lo he intentado cada vez. El techo de las cavilaciones es bajo como el cielorraso de esta
cueva inaudita.
2
He intentado el amor. Se me ha dicho que los peces viven en burbujas de sal. Los
océanos no están dados para los animales que tenemos pulmones.
3
He osado remar. La respuesta ha caído sobre mí. Mis brazos de madera toman peso de la
humedad.
4
Cuando he puesto mis labios a sorber las madrugadas se me ha dicho que está vigente la
ley del paraíso sobre los frutos prohibidos. Mi lengua se venga embistiendo el lenguaje.
5
Las formas se deshacen al soplo. Se evaporan los calores del asfalto. Los túneles se
tornan largos. Todo esto no es más que una mancha sin forma.
6
Convencido estoy de los hombres que andan viviendo este planeta y he andado los
pasadizos secretos so pena de promover el suicidio colectivo más grande desde que los
peces se engulleron mis palabras y ellos me acusaron de no respetar la ecología y de andar
contaminando las aguas estancadas.
7
No tengo aletas; lo confieso. Las perdí en los sacos de arena en la era de las filtraciones.
ES PEQUEÑO ESTE CUARTO
1
No tengo interés alguno en vigilar mis años. La columna tengo arqueada de buscar el
sueño. Hago ejercicios y escupo flema manchada de resinas. Exhalo cada mañana ante los
vecinos que se despiertan y se van.
2
No consigo la manera de deshacerme en los finitos límites. Mucho me temo que la
condena será larga. Es pequeño este cuarto. Nadie puede acusarme de exagerar la
magnitud de mi presencia.
MESTAS
(1986)
a Daniela
VIENTOS
1
En el silencio, pequeño monstruo saltamontes de esta campiña anegada, estoy con la
palabra viento. Oscuros los sentidos del exilio y altana la memoria, niño con los verdes
gusanos, fermentado con las vides jugosas. Huelo a hombre que el viento esparce.
2
De humillación, los días. Sé a humo negro de carne de río y de agua de fuente.
Vulnerables los cielos oscuros portan consigo dientes y uñas. Se quiebran las luces y repito
al caletre los nombres. Alzo los perros a pastorear los vientos. Sin un grito se queman.
3
Los olores presiento sustituyendo la lluvia. En las costas de las tierra lejana se encabrita
el agua. Misteriosos animales marchan en los ojos con que envuelvo mis pies. Cuento en
respuesta las estrías en las nubes. Escribo una carta donde la palabra viento seca.
UN SILBIDO DE SILUETA
1
Rastros serpenteantes las sombrillas sobre los gritos donde se aboveda el viento. La
sierpe es solitaria en la carne arenosa. Metido estoy debajo de los techos grises levantados
por el hundimiento de las costas y por mis viajes al silicio empegostado al tórax de las
olas.
2
Las cortinas se remueven con vagidos amoldados a las formas en los vientos del inicio.
El ruido, quebranto. Oh, tormenta, escape, te miro desde el retiro de las algas y desde las
formas propicias que avanzan al acantilado.
3
Las barbas crecen cobrizas de las máscaras que las nubes asumen y un dictado se abre en
los frascos de colores de los viajeros de las aguas. Los leños se hacen morisquetas a los
caminos de la cera y a la ringle de párpados hinchados. En la piel de la frente de las hojas
juega con el viento un tallo.
4
Busco la aquiescencia cuando los dados fríos resbalan la pendiente. La sal se condensa
en el cuero de licor de convento y se ensarta cual hilo sosteniendo los bordes de los belfos.
Oh, horizontal ondulación, hiende el aire un silbido de silueta que se inclina cual gaviota.
VISPERA
1
Oficio, palmas secas y rugido cercano. Hierbajos con sombra de mareas, busco piedras.
Brillor, en las escaramuzas del cuerpo. Desnudo, el gran libro en las rodillas, leo para el
vuelo del coco hasta el miedo limítrofe.
2
Barahúnda, tonsura. Descifro incrustaciones de mi cuerpo esquelético. Encuentro cosas
perdidas. Es noche, memoria que me guía. Me pregunto si sumergirme ha sido cosa vana.
3
Mi medida será la suave brisa. Pasaré páginas tantas como hisopos al murmullo. Me
mojaré tanto como las rocas de las aves nocturnas. Laceraré mientras la luna. No hay
presagios, apenas sílabas con tallos.
1
Arrojan dientes las luces del alba. Soledad de puntas, abierta. Las mallas son fijas y
eviterno el trueno. Fisirrostro laso delante a las puertas. Ojos de pera, ebriedad temprana.
2
Descalzo, el monte inclina tuyos de truchas relámpago. En las cerraduras, sin huesos,
duraznos. Entrapajo. De dátil el juego. Meto chazas en cada cisterna de las aguas dejadas a
mí.
3
Aljibe, plumón escarbado reposa. Tintura, tinador mantiene el anhélito de tu boca-túnel.
Dédalo castaña, por aquí pasaste, entresijo pulpa.
EN AQUEL LUGAR
1
Extraños los acontecimientos de la mar, ciertas las ramas de los árboles. Las aves, los
albores a la tarde.
2
Vegetación, a la entrada de los vuelos. El espiral es duro como los escollos que parten la
marea.
3
La espuma, donde siempre. Han enflaquecido, sí, los caparazones. Con cansancio los
regreso a la mar para que vuelvan.
4
En aquel lugar morir sería largo, interminable, eterno.
SOMBRAS
1
Las sombras alargadas del otoño en esta roja herida de la prisa abierta. De amianto los
silencios que persigo hasta la tierra entre los árboles. La mía, en el césped cosida por la
lluvia.
2
Silencio, se te adosan los augurios cual calma inclinación. Sombras, de vosotras se dice
en la memoria día arrodillado. En las paredes del follaje encara la caliza al duermevela.
3
Los ramajes en el centro adelantan la penumbra para la hosquedad del agua efímera.
Pobre cansancio mío, habrá de alzarse a la nueva mañana.
PESADILLA AL MEDIODIA
1
Sin el tamarindo destempla solo el bahareque. El patio está limpio, la mopa del abuelo
sobre la calvicie de las tunas. La carrucha se sostiene de su vagina rota. El cedro, el tórax
hundido y una herida vertebral en un alambre.
2
Me espanto con los insectos y mis burbujas comparo con aquellas de las tapias. Vecinas
voces ignoran mis viajes. Escapo a un cuartito de cables y pegostes. Un cristofué se
distancia.
3
Las hojas diseminan mi vocación de espantapájaros. En los bordes residuos y en las
vainas negror de sequedad. La diferencia, mis cabellos. En la mujer lejana me refugio de
esta pesadilla al mediodía.
PERDIDO
Las sílabas
El lenguaje
borrasca
sin códigos
no se puede decir nada
sin
la palabra
capaz
de escudriñar el polvo
¡Oh! perdido
SIN PALABRAS
Nadie venga
a pedirme una respuesta
las letras se opacaron
menos
una explicación
sobre nada
no sé nada
sin palabras
un poeta
no es
hueco en el vacío
gangrena
neumáticas
imperturbables
píldoras
que no curan,
cagajones
metras
silencios de hábiles embalsamadores
putas
inmunes a mi desasosiego
ENGAÑO
Después
de no oír
lo mismo
después de no ver
la misma cosa
se entra o se sale
representación
el mundo
esta esfera
engaño
EXTRANJERO
Un cinturón de púas
me ha devuelto
al río
Es todavía un secreto
el sitio y el momento
de mi identidad
LOBO
Nada te importa
curvo cují
tórvida telaraña de tunas
El desierto se extiende
como las entrañas giradas
de un lobo
Sólo falta
el grito a luna llena
para completar esta hosquedad
MARIPOSA MUERTA
Ha comenzado:
una mariposa muerta
la aurora.
ESTA NOCHE
LEYENDO A MONTALE
O se está vivos
o se está muertos
así lo dejó escrito
No hay estaciones
ni se estará más
triste o feliz
no seremos pájaros
del día
o de la noche
No sabremos que sea saber
o no saber
vivir menos
así lo dijo él
para mí tampoco existe ya
mito consolatorio
Cuando irrumpió en mí
el desasosiego
para matarme
supe que nunca era bastante
LA HISTORIA
En el viejo patio
de mi infancia
me fue contado
de cuando los vientos cambiaron
y las pajas de los nidos
se incendiaron
Yo dije:
COLMENA
Las marcas en la lluvia
los vidrios sucios
aún así las ovejas sin jaula
De venas la colmena
y este olor penetrante de las redes
rotas
La muerte tarda
ZUMBIDO
Zumban
locos afuera
los élitros
en la trampa
perdidos
El pulpo agoniza
congelado en la cadena
Los golpes
como fusta
ADIOS
la otra orilla
los pájaros
donde la tempestad termina.
RITORNO
La palabra
regresó en tu lengua
y se me clavó en el paladar
con la fuerza de un ancla
RIZO
La palabra
caía
en un rizo de tus cabellos
LUNARES
Extendiste los brazos
y tus lunares fueron témperas
provocando en mí
el efecto de una boca hambrienta
OCÉANOS
Sonreiste
y el temblor de la tierra
hizo vibrar tus senos
más allá de una inmersión
en los océanos
PINTURA
Corrieron por tus pies
las escamas de mis presentimientos
llegando hasta tu sexo
cargados en el mío
MEDUSA 2
de bañar toda
con un remolino
de su propio semen
MEDUSA 4
La confusión
de sus cabellos
era promesa
dejando mi mano
como una promesa
MEDUSA 6
la medusa
especias
Ella tenía
en los ojos
aguas sulfurosas
de tantas inmersiones
y en la piel los rastros
en mujer
hasta el espasmo
MEDUSA 9
Yo miré
desesperado
los labios suyos
y el humo
que la rodeaba
esférico
Me sentí capaz
de pescar un galeón
MEDUSA 12
rogaste
mientras yo en cuclillas
recogía mi alimento
de tus pies diminutos de medusa
MEDUSA 13
Ella danzó
desde la carne sin piel
Mi cabeza
se hacía vientre suyo
y mi otro brazo
cabalgaba las plantas
Ella resplandecía
clorofila desmayo
boca que bajaba
buscándome adentro
LA TORTUGA AZUL
Espirales
la tortuga
por sus manos
Transparente
como sus ojos
caparazón que se libera
antena que se adjunta
Heridas saturadas
en las velas
Agarré su cabeza
y el secreto primigenio
me hizo aullar
vivo
en el espacio inundado
Ella me besó
sobre el azul
y las serpentinas se regaron
cera derretida
Un ciervo se alzó
majestuoso
Ella me besó
sobre el azul
y un caballo al centro del espacio
se encabritó
como mi alma
ESPEJISMO
Me exaspero
Extremo mi sequía
la piedad
se evapora como un espejismo
EXILIO
Exiliado de ti
minucioso me pongo
tijereta
celda vegetal
punzón que rompe la arruga congelada
Incorpóreo
me alejo
inexistente
descomposición en el sueño hacia el mañana
PREGUNTAS
EN TU SALIVA (1)
Esta mañana
he encontrado mi palabra
flotando en tu saliva
antigua
EN TU SALIVA (2)
Esta mañana
he encontrado tu saliva
flotando en mi palabra
antigua
EN TU SALIVA (3)
Esta mañana
me he encontrado
flotando en tu saliva
antiguo
MESTER
(1997)*
*Inédito.
PRIMERA PARTE
CATALOGO
CARTA ASTRAL
1
Trazó la carta astral sobre el pecho del pájaro. Sobre la herida que colgaba del hombre el
terror terroso de lo abierto.
2
Cual invierno el entrevero. Tronó, mansedumbre furiosa, ciudad piedra de río lavadero.
3
Los peces a las gargantas. Los pies, con hiervas y resinas. Las uñas destilaron algas
griegas. Un velaje se inflamó en la misericordia de la vida.
TERQUEDAD
1
Mi cabeza de cera el dolor humedece. Mi lengua de tridente desova la angustia.
2
Conocidas, las vejigas de los incendios, en los ganglios. Hacia la pulposa terquedad, a
deshacerme.
EL GRITO
1
En las verjas instintivo el viento. En los hilos una mancha amarilla, soldados de peltre.
2
El grito, aldaba cayendo. Hinchazón, las muchachas que a lo lejos miraban.
3
La calle se tensó como ballesta. Fui cediendo en la apoplejía de la madrugada.
PRISION
1
El disparate de los meandros hizo prisión, estoque en las costillas. Atados al miedo, los
metales. Las cigarras ulularon mentol, desatino.
2
Abatí las hormigas. Quebré las bombillas a pedradas. Cuando emergí, perdido el dolor,
ya no era.
EN ELLA
1
Contra la pared descascarada se corrompe el viento. En la semilla roja, el pájaro. Yo, en
ella.
2
Lejos está el canto. La voz se mece de desierto. Un pie sobre la ciudad de mi cola de pez.
LA GUITARRA SE DESTIÑE
1
En las calles de su cuello la materia primera. Escasa saliva en mi ojo el agua de la
amante.
2
Croan los batracios en las manos de los brujos, muertos.
3
A cincel la anemia corroe los cabrestantes de los ganglios. Los bandoneones, apenas, al
dolor del oráculo.
4
Avento la piel oscurecida en frazada sobre el río. Destemplo la osamenta, mendiga. De
mis cicatrices escarnio la guitarra se destiñe.
SIMULACION
1
Se rotuló la imagen sobre los fragmentos de lo otro. De allí, astutamente descifrada.
Cóncavo me moví dejando atrás. Mi mano en lo inasible.
2
La nada se despojó de su apariencia. Lo dejado de ser la ilusión restañó. La ubicación dio
significado. Era todo nuevo al suplantarse.
3
Los hilos miraron las falanges. Al cortarse inanimados prosiguieron. Repetir suplanta
los supuestos vacíos.
VIEJO
1
Entro el vaho aceituno. Así no hay ciudades anteriores. Púrpura en las baldosas rotas.
2
No acumulo de las calientes mordeduras. Las calles y la memoria son mentiras. La
similitud pasma lo efímero.
3
Llenarse mis cuencas significa vacías. Quito el parabán que ya no cuenta. Allí me quedo,
viejo.
UN EXTRAÑO DOLOR
1
Síntoma, aquello lejos. Apenas en retozo mis dedos de plasma se untan. Soldadas en mis
pómulos las tinieblas.
2
Un extraño dolor, huelo sauces y como yerbabuena. El hastío me empegosta la lengua.
3
Si no fuese negro diría de recuerdos. Un viento plano contra la pared se queda. De
memoria, si lograra percibir la tormenta.
4
Un extraño dolor mi quietud agrede. Una insospechada tendencia presiento en las hojas.
Los grandes párpados si muriera ahora.
SEGUNDA PARTE
VACUUM
MADRUGADA
1
Al borde del ojo me asomo: sus escamas pairan las malvadas
larvas. Extensa sin nada humana es el agua.
2
Hacia la sombra del viento a tientas escupo, asombro lame la huella en la cama. Silueta
mía de plástico el sudor que exhala.
MERCURIUS
1
Cuando la agonía, las espaldas de las mujeres videntes, mercurio en las córneas.
2
He aprendido el aire. El único sudor de mis amantes, la ausencia original sobre mi piel.
EXCAVACION
1
Con lentitud los círculos se abren y el pantano. Los insectos estiran el paso.
2
Un reguero escarmienta la oscuridad y el rostro por las uñas.
3
Sólo grandes ojos de limpiar la calavera, con amoroso desprecio reducida.
SONIDOS
1
Tañen péndulos antiguos, escisiones. Veloces llagas viejas largan eructos. La ola de ripios
sabe a óxidos amargos. Mi cuerpo imantado se sostiene.
2
Atraviesan laberintos de perfil los cascajos que conllevan. Se engajan las ramas y la
leche se hace cuero. Caen grandes en la nuca los pedazos.
3
Mi historia es barboteada con saliva que canta y cabellos de aluminio sobre los plafones
erizados de dientes no soportan.
DESTINO
1
Sobre el centro olerán los travesaños y los lechos. La cal de los espejos simulará los
cuerpos. El pus se hará costra en los entresijos, semen pervertido.
2
Persistirá la ciudad entre los alaridos. Buscaremos migajas del pino. Las sorpresas
vendrán al encontrar el sol las anchas ancas de la bestia herida.
3
Las piedras están y habrán de ser pisadas. No es posible escabullirse hacia el gran río
donde la locura se aposenta y recibe a los marcados.
VACUUM
1
Largo entre los extremos, las referencias suspendidas en las lisas paredes, en otro sitio
que no sé como se llama.
2
Estoy entrenado, no tener peso y el silencio en el espacio vacío del cuerpo.
AL AZAR LA CRONICA
1
En la idea del nado somnolencia, tirada por la bestia en la paja, busca aspecto la muerte.
2
Una plenitud se adensa como un cronómetro en la lengua de un caballo.
3
Pruebo con la moneda, al azar la crónica: bacallar se empegosta en la amalgama.
LECTURA EN EL ALBA
1
Astillas se insertan, malévolas aspas. La lengua, de espanto. Mi cuerpo desnudo se llaga
en el alba. Cigarrones muertos cubren mi espalda.
2
Me miro a lo lejos en la escritura informe que la costra traza. El silencio es arma,
envoltura oscura, hiriente en la sábana.
3
Bloqueada la entrada los muñones baten con hierro y mentol la falsedad del alba. Los
signos desgarran en la muda trampa.
TERCERA PARTE
SALINO
DESPRENDERME
1
A las pirañas los brazos y las mandíbulas a los viejos arbustos de los pecesluna,
desprenderme. La musca brevedad.
2
Sobre las mareas cansadas, diapasón los cadáveres de los ovíparos de sangre fría.
3
En los ácidos de los monstruos marinos párpados los aros del mástil pialarán mi
nombre.
ATARDECER EN LA ENSENADA
1
Cuando la ensenada, escarbar las larvas, la cera en el plexo, la mecha de insomnio.
2
Madera podrida festín de muralla temprano mi vómito la ruindad del sol, ave disecada.
3
Atardece en barro y mis ojos lejos. Mis pasos de niño la neblina poniente al furor
escama.
ME QUEDA UN VIAJE A MATAR UN PAJARO
1
Un breve murmullo en el aire sin ruido en la calle ignorada, estampida de algas en un mar
sin agua, trampas en las hojas marrones, escobas que pasan.
2
Me queda un viaje a matar un pájaro, en lluvia de ranas, las arterias con furia en las
garras hasta la última trampa. El olvido y oscuro sin lápida y llagas.
1
El terror arranca en la mañana al mirarse al agua. Al volver sobre ella simplemente
miedo.
2
Las palmas de la espuma oscurecen todo y el amor abstruso.
DOGAL
1
Ahora sobre la luz ¿alba u ocaso? túnel semisombra.
2
¿En que parte las gaviotas se dejaron? Tramontaré los cardinales, soberano.
PARADOJA
1
Desde el mar oración de lo que sé, clara oscuridad.
2
Emerjo la plegaria, oscura claridad. El diálogo renace en la clausura.
CUARTA PARTE
FINIS HISTORIAE
MIENTRAS, NO SE MUERE
1
Desde el tronco el perfil de las arenas y las huellas sobre los fondos, libro. Adentro los
espacios. Me lamo un dedo con la lengua cuarteada por los vientos.
2
Entró en mi boca, en la sal. Mientras, no se muere. Sobre el rostro la lluvia e ignorado se
permanece, en esta intensa soledad de las dos aguas, tranquilo, a merced.
DESCUBRIMIENTO
1
Descubrimiento en la costradura, todo a uno, tensar un manojo de cabellos, sin linterna.
2
O censar los blancos, araña ante el insecto, sin confines las contradicciones en la inercia.
LOGOGRIFO
(1999)
PRINCIPIO
Imantan
coágulos de tierra
mis dedos
en metal
viscosas se congelan
de este amanecer
Garfio
vino rudo umbrío
de aldea en aldea
más adelante, más lejos
VELOS
Al azar
como la fuerza del viento
los velos ato en la cintura
en plata viva
derrotados
MERCURIO
del misterio
los arcanos visores
la tempestad del hombre
sobre el pecho
mercurio
mi paleta sacude
los cimientos ruinosos
y la raíz podrida
MADERAMEN
Debajo de la corteza
los nudos de las edades
Dentro
en rayas de oscuridad
como escaleras
Sobre el muro
escalo
hacia el fondo
subida frenética
al abismo
al intestino de fuego
hacia la ceniza amarga
MINEVEGE
Lisa la piedra
piedra es
detritus
las falanges
vetas
los vómitos
babosos escurridizos
lagarto
AGÜEROS
Incrustadas
estalactitas
las plumas
en la cavidad oscura
de la materia
CENTRO
Negra
la vetustez
en el incienso
al centro
en el árbol de copas hacia abajo
CAIDA
Al vacío
los metales derretidos
y el grito animal
materia
Sin peso
los escalones
de lapislázuli
y los hierros imantados
hacen de la muerte
conocimiento de lo humano
La tragedia de este día oscuro
ha venido desde fuera
desde el otro lado
APRENDIZAJE
De las burbujas
estallidos frenéticos
y la frente
apenas
con las cejas desplegadas
Con la madera
hasta que mis ojos
se hacen brasas
y aprendo a leer
este lenguaje desalmado
En las mordeduras
de las hojas
las colusiones
se perciben
de los rastros
y el aliento
DE ENTRE LAS PIEDRAS
se ennegrecen
la mujer las callejuelas el vino
DE SOLEDAD
Trebeja
en la inmediatez
de los silencios
en el zumbido
del trasteo
mergo
DE MEMORIA
De memoria
tiempo no mío
hongo
doblemente invisible
la ranura
FORJA
Forja
en esta catástrofe
las llagas
atrapadas
SOLITUDINI
Puntiagudas
en el estrecho calmil
vicio de amanecer
huesos
Herbajean
sobre mi pecho
en la mielga
en el aguapé
contra la insolación
aquellas luces
encunetadas
en lontananza
COSTRADURAS
En las yemas
y más
bastión tras murallas
en el desbastador incienso
SIN ADENTRO
Hacia cualquier parte
es ninguna
donde el freo
y la soledad tan vasta
sin adentro
DONDE
Donde la luz
y los árboles
y los cristales
y sobre la calle
y apagarse
TERRERO
De mimbrera
el minervista
compone
las cortas dimensiones
del enigma
ESPUERTA
SERA
El equilibrio
de la muerte
sobre la cabeza en sera
retrocesa
PAUPERO
Disuelto el lacerío
hormiguea
resuelta
la memoria perdida
LA VASTEDAD
La vastedad
grano
bajo la misericordia
de los elementos
destemplados
sucumbe
si uno mira
DESDE LA MUERTE
Desde la muerte
la mirada cambia
una palabra
LOGOGRIFO
Indagad en la palabra,
y descubrireis mi enigma
LA MURALLA DEL ULTIMO FAROL
(1999)*
*Inédito
PORTALENGUA
Arcilla agua lana sangre
madera cal
lino betún
portalengua
donde no hay
de dejarlos
laderas circos collados
estribos nudos ventisqueros
a la soledad de los buitres
en la intimidad de los restos
de esta voz
desde no sé donde
MIRADA MUERTA
Entre riscales
amella
la salida
de cuero de piedra
mirada muerta
NI SIQUIERA LA CURVATURA
DE LA BOVEDA
No se puede de esta piedra
de agujas. Implacable
el destrozo
la presencia perturbadora. Empozada
se arrastra.
DADO QUE LAS ROBO LENTAMENTE
Acaso algo. Una hemorragia
tal vez esta magia triturada
de columnas sin techo
dado que las robo
lentamente.
ME INCLINO A CREER
Suelta de alforja
se me avisa la polvareda
en el largor. Han visto
- se me anuncia - la muralla con los ojos de otros.
Hablan de una danza en cada torreón de largos
seres blancos
Me inclino a creer
POR LA NOCHE
En cuclillas el haz
Así lo extenso
No sé,
como cortándose la mujer se desnuda
EN LAS LETRAS SIN OIR DEL VIENTO
En las letras sin oír
del viento
a la inversa del gallo atravesado
y se cambian
El sonido
en la muralla antiguo
lo que ha de venir graba
HASTA DE NUEVO
In materia advierto
donde la velocidad juguetea al agua fría
IMPOSTAS
En galeradas para subir las manos
a los ladrillos ardidos
salidizos de cáñamo hirviente
en polvo con ellos
al vacío
CUAL ORUGA
En tu cuerpo de anillos
del pus de los cementos
en las rendijas de tus uñas carnívoras
con las antenas prontas
a percibir mis derrames
la sabia que tus heridas
con ventosas
sobre los guarismos
de mariposa por parir
de ventana vieja
de lluvia de encofrado
en el alféizar
ASPILLERAS
Sólo
me veo
el amor
íngrimo
cuando esa palabra se trasnocha
COMO TU
Como tú
de vientos
sólo yo pronuncio
si llego o me devuelvo
EL SILENCIO ES TAL
Nadir
El silencio es tal
No sé si sientes
a ambos nos asume
sin centro ni tiempo
sin olfatear la incertidumbre
lo que hostiga
PIEDRA TUYA
No tengo de mí mismo
Tal vez
pero ella ahora es piedra tuya
DE COLOCARTE ENCIMA
Busco la palabra
de colocarte encima
ESTACION
Una estación adonde sólo se llegara
sumir la lengua
los ojos que están a mis espaldas
VANOS
LA PALIDEZ ENCRISTALADA
Zodiacal desnuda
hacia
en cadena
alucinado
la palidez encristalada
IMAGINACION DE LA FORMA
Reverbero
tal vez fogaril pendiente de la llama
mariposa con aceite colocada redonda
De gas
como una araña
LIBRO
En guarda me asomo
bruñido
como la piel de su aceite
y la cáscara ósea de su mecha
desde este atril
del telar los hilos
despabilo
por si uno de esos
con la desesperación de la noche
con la vigilia de estar solo este frío
LUMINISCENTE
No cambia la temperie
no los grados de mi cuerpo
bajo la amenaza de todo aquello
mientras la sombra con cesta en la cabeza
recoge la pasión de la espita
casi en signo de interrogación
con una sola pierna
sobre el desteñido techo de la muralla
tenue bajo la camiseta
de los pretiles en fracaso.
EN TROMPO
Parece
desde su cuello
como está en el blanco grisáceo
un inexplicable movimiento
de final en trompo
DONDE SE FINITA
Libre aceite
cae sobre las huellas dilapidadas
donde se finita
REFRACCION
Se refracta
en estos fluidos de amanecer
en esta incidencia de ángulo mimbre
VISION
Algunos dátiles apuntan al suelo
como los senos de la pasada mujer seca
sombra de día sin comenzar
y el farol adivinado mortecino
en aquel punto
bajo mi manto de curtientes
BALBUCEO
En la misma posición sin que negras
la mirada fija sobre. Necesidad
del forjado de la llama en la baja
intensidad con que pronuncio. Cúmulos
nimbos cirros estratos se intersecan
donde ellas
REFLEXION
En los fluidos se interna y el sonido
el cuadrante la reflexión
sobre este plano que me queda. Con un espejo
los repite en la descensión recta del astro
de humores viértese abundante
y aún más desnudo.
COMO PINTADO
Se marcha y dejo
la imitación horizontal
tronera y allí está de nuevo
como pintado
el último farol
LA MURALLA DEL ULTIMO FAROL
FALTA
Cada palabra se ha ido
hacia allá
peregrina la oración
TRATO DE LEERTE
Ahora que no tengo nada
sólo este silencio
vaciado hacia ti
trato de leerte
VACIO
Sé de mí
donde tu te yergues
de saber la luz
que yo ayudé a darte
DE AMANTE
Saberte allí
con esta quietud del lenguaje
en los días
en este saber
insignificante y doloroso
de amante
IGUAL SERIAS
Si yo no hubiese sido
igual serías
de mi vieja carretera
- aquella de la infancia digo -
murallas y acueductos
con estos signos débiles de leños
de aguardiente
igual serías
túnel cincelado
abismo siempre