A partir del Golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973 ejecutado por
las Fuerzas Armadas en conjunto con personeros políticos de la derecha mas el aporte intelectual y financiero del Imperio Yanqui, la violencia de la tiranía militar chilena se extendió hasta el 10 de marzo de 1990; donde se detuvo, secuestró, torturó, asesinó, hizo desaparecer, relegó, despidió laboralmente, expulsó o prohibió el ingreso al país a compatriotas o extranjeros que consideró sus enemigos. La integridad física personal y familiar de miles de chilenos partidarios del gobierno de la Unidad Popular y del Presidente Allende quedó a disposición de la maquinaria violadora de derechos humanos de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones de Chile, lo que motivó el exilio masivo de compatriotas y también de extranjeros con residencia en el país ante la cruel evidencia de muerte y desaparición.
Incluso la persecución continuó fuera de las fronteras de Chile, como lo
demuestra el crimen del general Carlos Prat y su esposa Sofía en Argentina, el homicidio de Orlando Letelier y su secretaria Ronnie en Estados Unidos, el intento de asesinato de Anita Fresno y Bernardo Leyton en Italia. Sin contar los numerosos otros casos de compatriotas perseguidos, detenidos y hechos desaparecer o ejecutados en el exilio, especialmente en Argentina (Plan Cóndor); como también secuestrados transportados ilegalmente por las fronteras rumbo a Chile donde desaparecieron o fueron ejecutados por personal militar activo integrante de la DINA o CNI, lo que demuestra que ni siquiera el estar fuera de Chile daba seguridad a nuestra migración política forzada.
El fenómeno del exilio, refugio o migración política forzada tiene
consecuencias aún vigentes como el desarraigo, la pérdida de la identidad, la interrupción violenta de las actividades de la vida cotidiana, laborales, estudiantiles, vecinales, culturales, la ruptura de lazos familiares, los niños nacidos en el extranjero muchas veces en condición de apátridas, las secuelas psicológicas y los costos de la reinserción social en el nuevo país. Los exiliados tuvimos que rehacer nuestras vidas desde condiciones claramente desfavorables. Aún en esas circunstancias y como parte del pueblo, los migrantes políticos forzados desarrollamos una activa presión sobre la dictadura militar a través de la denuncia del terrorismo de Estado en Chile, el trabajo de solidaridad con la lucha del pueblo contra la tiranía y por el regreso al sistema democrático a través de los Comités “Chile Democrático” en distintos países del mundo.
La temática del refugio político forzado no solo está ampliamente
contemplada en tratados y estatutos internacionales, sino que está avalada su existencia en nuestro país por el contexto ideológico de la Doctrina de Seguridad Nacional que aplicó la dictadura militar, de manera que no hay margen de dudas con relación a su encuadre violatorio de los derechos humanos. Otros servicios