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En dichas horas
canónicas se recitaban las
partes del breviario,
deviniendo así las horas
canónicas en oraciones
vocales de rigen
monástico, que debían ser
cantadas o recitadas por
todos los miembros de las
comunidades obligadas a
coro.
Evidentemente, cada
monasterio adaptaba las
horas canónicas a su
particular acomodo y como
ejemplo, cita Parrondo la
etimología de la palabra
inglesa noon, que hoy día
denota las doce del
mediodía, pero cuyo origen
se encontraría en la citada
hora nona, situada habitualmente entre las dos y las tres de la tarde. Sin embargo,
con el tiempo la llamada a nonas se fue adelantando, debido probablemente al
hambre de los monjes…
Los períodos de tiempo menores de una hora, como la duración de la cocción
en una receta, se medían mediante fórmulas tan curiosas como el rezo de un credo
para un huevo pasado por agua.
Mas hete aquí que entre el periodo de 1250 a 1350, todo fue cambiando
paulatinamente.
El propio Eco reconoce, al igual que Parrondo y Crossby, que lo más probable
es que en el s. XIV no se respetasen con absoluta precisión las indicaciones que san
Benito había establecido para la regla, dado que era frecuentísimo que según la
localización y la época del año, las horas canónicas se adaptasen al cada caso
particular.
N. de. E. En catalán perviven otras muestras de estas horas medievales: matí (mañana), vespre
(atardecer), nona (sueño). Por no hablar del castellano siesta…