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¿Qué tienen en común Enrico Caruso, Bugs Bunny y un Ballenato?

Por: Patricia Díaz Terés


“No basta con oír la música; además hay que verla”.
Igor Stravinski
Alabada o aborrecida por el público, calificada como elitista o vulgar por expertos o
neófitos, pero siempre origen de encarnizadas polémicas, así ha sido la ópera desde hace ya
más de cuatrocientos años.
El teatro para los griegos cumplía con una función ritual y casi religiosa, por lo que sus
divisiones –tragedia y comedia- se utilizaban para rendir culto a deidades diferentes, siendo la
primera dirigida al gran Apolo – dios del Sol- caracterizado por su sobriedad y cuya finalidad
era permitir al espectador descubrir las virtudes de la moderación en las conductas, mostrando
así las vivencias y sentimientos de grandes héroes que se alzaban como ejemplos a seguir.
En el segundo caso, la comedia, la divinidad honrada era el dios de la agricultura y el
teatro, Dionisio – Baco para los romanos- y el fin era simplemente el placer por el placer
mismo, compartiendo así el propósito con las “bacanales” o fiestas desenfrenadas del dios.
Pero es en el siglo XVI donde se puede situar de modo más certero el surgimiento de
este género musical y escénico, con la composición del romano Emilio de Cavaliere (1550-
1602) titulada “Rappresentatione di Anima e di Corpo”, alegoría en la cual personajes como
Cuerpo, Alma, Tiempo, Mundo y Razón discuten sobre las prioridades del ser humano.
De esta manera, mientras el clero disfrutaba con las obras de Cavaliere, los príncipes
de la época preferían temas paganos o políticos y famosas leyendas; por ejemplo, obras sobre
Orfeo – hijo de Apolo y la Musa Calíope- y su romance con la ninfa Eurídice, siendo algunas
de las primeras escritas por Jacopo Peri, Giulio Caccini o Claudio Monteverdi.
En este periodo la ópera era exclusiva para conocedores y expertos, teniendo como
principal campo de desarrollo las grandes ciudades italianas como Venecia, donde en el año
de 1637 se estableció el primer teatro público de ópera.
En contraposición a las clases altas, el vulgo exigía en el espectáculo elementos que
les divirtieran y les facilitaran un escape de la dura realidad que experimentaban día con día,
creándose así un género mixto, y un tanto amorfo, que combinaba tragedia y comedia.
Para el siglo XVII Francia y Alemania se unieron a los ítalos en el furor por las
exhibiciones operísticas, que ya mostraban elaboradas escenografías y vestuarios lujosos en
cuya construcción y confección, se encontraban involucrados talentosos artistas.
En el territorio galo fue donde finalmente se logró nuevamente la separación de los dos
géneros fundamentales, creándose así las tragédies lyriques por parte del gran compositor
Jean Baptiste Lully, haciendo también contribuciones importantes poetas como Apostolo
Zeno y Pietro Metastasio; además se establecieron algunas pautas para que las obras
representadas resultaran más ligeras destacando la acción y limitando los personajes.
En esta competencia entre la comedia y la tragedia, se llegó al equilibrio con las
llamadas opera buffa (Italia) u opéra comique (Francia) que se escenificaba normalmente en
las ferias o bien en medio de las óperas serias, con lo cual surgieron los Intermezzi, o
intermedios con el objetivo de proporcionar a los espectadores un equilibrio anímico.
Esta lucha entre géneros estaba a la vez delimitada por las clases sociales. Mientras la
aristocracia –grupo privilegiado por derecho de sangre- prefería la tragedie lyrique, el pueblo
optaba por la opéra comique. Esta pugna tuvo su veredicto temporal con el fin de la
monarquía impuesto por la Revolución Francesa (1789); así algunos ideólogos de este
movimiento como J.J. Rosseau reclamaban el regreso a los placeres sencillos y la naturaleza.
En el mundo de la composición operística no pueden quedar sin mencionar nombres
como el de W.A. Mozart, H. Purcell, Gioacchino Rossini, Giuseppe Verdi, Richard Wagner,
Jacques Offenbach, P.Tchaikovski, Igor Stravinski o Carl Maria von Weber, entre otros
aportando cada uno de ellos las características propias de su genio y personalidad,
Pero este elitista género actualmente ha tratado de ser difundido fuera de los
suntuosos teatros, encontrando un escenario tan idóneo como peculiar en las caricaturas.
Lo que parecía paradójico e imposible de conciliar, el empate entre un género musical
“comúnmente” considerado como aburrido y un elemento atractivo y convencional de nuestros
días, ha sido hecho realidad por estudios como Warner Bros. (WB), Metro Goldwyn Meyer
(MGM) y Walt Disney.
De esta manera el director Chuck Jones cuenta entre sus creaciones para MGM The
Cat above and the Mouse Below (1964), en la que vemos como mientras el ratón Jerry trata
de conciliar el sueño bajo las tablas del escenario, mientras el gran cantante T. Catti-Cazzaza
(Tom) interpreta el aria Largo al Factotum de El Barbero de Sevilla (G. Rossini, 1815).
También dirigidas por Jones en esta ocasión para WB, podemos encontrar, al conejo
Bugs Bunny y a Elmer Gruñón, primero, en una muy singular interpretación de algunos
fragmentos de El Anillo de los Nibelungos y Tannhauser (R. Wagner, 1845-1872), titulada
What’s Opera Doc? (1957); y después en The Rabbit of Seville (1949) centrada en la
overtura de la obra de Rossini; aparecen otras piezas en Long-haired Hare (1948) en la que
el inquieto conejo, haciéndose pasar por el famoso director Leopold Stokowski hace sufrir a
un asustado tenor a quien obliga a interpretar piezas de Gaetano Donizetti, Richard Wagner,
Franz von Suppé y Gioacchino Rossini.
En esta mezcla de lo sublime y lo divertido se encuentran también Tom and Jerry in
the Hollywood Bowl (1950), dirigida por William Hanna y Joseph Barbera, en la que el gato
y el ratón entablan una feroz lucha mientras tratan de hacerse con la batuta de la orquesta que
interpreta la opereta Die Fledermaus de Johann Strauss (1874).
Escasos pero también dignos de mención fueron los intentos de Walt Disney por
incorporar la ópera a sus caricaturas, teniendo como resultados Mickey’s Grand Opera (1936)
y The Whale who wanted to sing at The Met (1946) historia corta parte del paquete Música
Maestro, en la que vemos cómo un ballenato tenor –Willie- interpreta obras de G. Donizetti.
Sin duda alguna el campo de la Ópera ha visto surgir grandes compositores y
cantantes, haciendo posible la propuesta de Stravinski sobre “ver la música”; así siendo la
procedencia de compositores o intérpretes irrelevante, es la capacidad que tengan para afectar
al público con sus partituras o voces lo verdaderamente significativo, sin importar si se trata del
legendario tenor Enrico Caruso, Bugs Bunny o Willie la Ballena, quien sube al escenario.

FUENTES:
“El ABC de la Òpera. Todo lo que hay que saber”. Aut. Eckhardt van den Hoogen. Ed. Taurus. México
2005.
“Enciclopedia de la Política”. Aut. Rodrigo Borja. Ed. Fondo de Cultura Económica. México 1997.
“Tunes for ‘toons. Music and the Hollywood Cartoon”. Aut. Daniel Goldmark. Ed. University of
California Press. Berkeley y Los Ángeles CA. 2005.

VÍNCULOS A VIDEOS DE LAS CARICATURAS MENCIONADAS:


“The Cat Above and The Mouse Below”. MGM. 1964:
http://www.youtube.com/watch?v=ouJWM4_MaPI
“What’s opera doc?”. WB. 1957: http://www.youtube.com/watch?v=i0QwYOQsofY
“The Rabbit of Seville”. WB. 1949:
http://www.youtube.com/watch?v=F2Gnpo8BAbg&feature=related
“Long-haired Hare”. WB. 1948: http://www.youtube.com/watch?v=PLjvuoZLX-E
“Tom and Jerry in the Hollywood Bowl”. MGM. 1950:
http://www.youtube.com/watch?v=j5oyyaTuCCA
“Mickey’s Grand Opera” Walt Disney. 1936: http://www.youtube.com/watch?v=zJC-EVFtmlo
“The Whale Who Wanted to sing At The Met” Walt Disney 1946 Parte I:
http://www.youtube.com/watch?v=JDrvuZ1pfnc&feature=PlayList&p=5FD6010A9AE44798&play
next=1&playnext_from=PL&index=56
“The Whale Who Wanted to sing at The Met” Walt Disney 1946. Parte II:
http://www.youtube.com/watch?v=vXT1BuDf97w&feature=PlayList&p=5FD6010A9AE44798&in
dex=57

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