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La Constitución contempla una serie de normas comunes aplicables a los diputados y senadores,
minuciosas y exigentes, que conforman el denominado “Estatuto Parlamentario” o “Estatuto de la
función parlamentaria”. Son un todo que abarca los requisitos de elegibilidad; un cúmulo de
inhabilidades para ser elegido parlamentario; incompatibilidades o prohibiciones para desempeñar
simultáneamente tal misión con otras funciones retribuidas con fondos públicos; prohibiciones de
nombramiento o incapacidades, inhabilidades sobrevinientes o que ocurren con posterioridad a su
elección y una minuciosa lista de prohibiciones cuya consecuencia es la cesación en el cargo aludido
y finalmente, establecen privilegios (inviolabilidad, inmunidad parlamentaria y la dieta).
9°. Que la institución de las prohibiciones parlamentarias, cuya preceptiva se encontraba en los
artículos 27, 28, 29, 30 y 31 de la Constitución de 1925 y ahora está contenida en el Capítulo V de la
actual Constitución, artículos 44 a 46 y 54 a 57 y, de manera excepcional en el N° 15 del artículo 19,
tiene en general y de acuerdo a los preceptos mencionados, la trascendental finalidad de cautelar y
asegurar la independencia global de los diputados y senadores, tanto respecto del Poder Político
cuanto de los diferentes grupos de presión, sean económicos o sociales, y de preservar la
respetabilidad y la dignidad del cargo de parlamentario, para lo cual establece una primera especie,
las inhabilidades parlamentarias, que constituyen un conjunto de prohibiciones de elección y de
ejecución de actos determinados respecto de quienes aspiran a un cargo de diputado o senador o lo
están ejerciendo, inhabilidades que pueden ser absolutas, si consisten en la falta de alguno de los
requisitos que la Constitución señala para ser elegido diputado (artículo 44) o senador (artículo 46), y
relativas, si afectan las candidaturas y el ejercicio del cargo parlamentario. Estas últimas pueden ser,
a su vez, preexistentes (artículo 54), si impiden ser candidatos a parlamentarios, y sobrevinientes
(artículo 57), si determinan la cesación en el cargo de diputado o senador y que se producen,
obviamente, una vez que el parlamentario ha empezado a ejercer el cargo; una segunda especie de
prohibiciones parlamentarias son las incompatibilidades (artículo 55), que son aquellas que impiden
el desempeño simultáneo del cargo de parlamentario y el de otro cargo, y la última especie de
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incompatibilidades son las incapacidades para que el senador o diputado sea nombrado para otro
cargo (artículo 56);
10°. Que las prohibiciones parlamentarias son pues, limitaciones de derecho público que afectan la
elección de diputados y senadores y el ejercicio de los cargos parlamentarios, cuyas infracciones
aparejan sanciones como la nulidad de la elección, la cesación en el cargo de congresal y la nulidad
del nombramiento, según los casos. Por ello, la aplicación de estas normas prohibitivas debe dirigirse
solamente a los casos expresa y explícitamente contemplados en la Constitución, toda vez que se trata
de preceptos de derecho estricto, y no puede hacerse extensiva a otros, sea por similitud, analogía o
extensión, conforme al principio de la interpretación restrictiva de los preceptos de excepción.
Los requisitos de elegibilidad son el conjunto de exigencias a cumplir para ser elegido diputado
o senador. En otras palabras, quienes no los poseen no pueden ser electos.
El artículo 48 establece los requisitos para ser elegido diputado. Ellos son:
I. Ser ciudadano con derecho a sufragio;
II. Tener cumplidos 21 años de edad;
III. Haber cursado la enseñanza media o equivalente; y
IV. Tener residencia en la región a que pertenezca el distrito electoral correspondiente por un
plazo no inferior a dos años, contado hacia atrás desde el día de la elección.
El artículo 50, en cambio, señala que para ser elegido senador se requiere:
1)Ser ciudadano con derecho a sufragio;
2)Haber cursado la enseñanza media o equivalente; y
3)Tener cumplidos 35 años de edad.
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La residencia es un requisito que resulta discutible, porque es una categoría conceptual que no
ha sido definida jurídicamente (como el domicilio, que de acuerdo al CC: “consiste en las residencia,
acompañada real o presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella). Puede ser considerada como el
mero hecho de permanecer o más aún habitar o dormir en un lugar, aunque esas circunstancias no se
den en forma continuada. Con este requisito se trataba de establecer una vinculación del parlamentario
con la región por la cual postulaba.
El requisito de residencia se eliminó respecto de los senadores, exigiéndose hoy sólo para los
diputados. A juicio de algunos autores, esto generó una inconsistencia jurídica. Lo aconsejable sería
eliminarla respecto de los diputados también, porque en la práctica sólo se da un cumplimiento
nominal.
Conforme con lo dispuesto por el artículo 51, inciso primero, “se entenderá que los diputados
tienen, por el solo ministerio de la ley, su residencia en la región correspondiente, mientras se
encuentren en ejercicio de su cargo. Se trata de una presunción de derecho, esto es, que impide alegar y
probar que en la realidad la situación es diferente.
Estos requisitos para “ser elegido” parlamentario deben cumplirse en el mismo día de la
elección. De no reunirse en ese momento, aun cuando se cumplan al momento de declarar la
candidatura, la elección será nula. En este sentido, el Tribunal Calificador de Elecciones ha resuelto
que los requisitos establecidos por la disposición constitucional “han sido exigidos para ser elegido y
no para la declaración de una candidatura, por lo que con posterioridad a ésta última, cabe la
posibilidad de subsanar las referidas omisiones o de repararlas ante el Tribunal Calificador de
Elecciones” (sentencias de 02.09.89, en causas rol N° 46/89; 74/89 y 57/89).
Las inhabilidades son “las prohibiciones que tienen los individuos para ser elegidos diputados
o senadores”. Estas inhabilidades se denominan también “inhabilidades relativas”, y afectan a
personas que, poseyendo los requisitos de elegibilidad (son elegibles), no pueden pretender ser
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elegidas como parlamentarios por estar ejerciendo ciertos cargos o encontrarse en determinadas
situaciones específicas que se indican en la Constitución.
Esta inhabilidad del N° 8 comprende a las personas naturales y también a los gerentes o
administradores de personas jurídicas. No distingue el objeto de los contratos, de manera que la
disposición en comento se refiere a cualquier tipo de contrato que esté vigente, cualquiera sea
naturaleza y finalidad.
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En primer lugar, está inhabilitada para postular a un cargo parlamentario la persona que ha
acordado y convenido formalmente un contrato con el Estado (“celebren”), en términos que genere
para ella la obligación de cumplirlo y cualquiera que sea la anticipación con que se haya estipulado,
siempre que tal convenio se encuentre vigente a la fecha de la declaración de la candidatura. (Si se
celebró el contrato pero no está vigente al tiempo de la postulación, no se configura el impedimento
constitucional).
También están inhabilitadas las personas que hayan caucionado dichos contratos. “Caucionar”
un contrato es actuar como fiador o con cualquier otra garantía a favor de un tercero que ha contratado
con el Estado, dando seguridad de que se cumplirá lo prometido o pactado. Por caución se entiende
tanto la garantía de carácter personal (fiador o deudor solidario o subsidiario) como las de naturaleza
real (por ejemplo, la hipoteca o la prenda). Para Alejandro Silva Bascuñan la caución a que hace
referencia la disposición constitucional, dada su naturaleza (es una prohibición), debe interpretarse
restrictivamente, limitándose sólo a las garantías personales, que, por lo demás, corresponden con el
uso común que da el diccionario a la expresión “caución” (p. 283).
9) El Fiscal Nacional, los fiscales regionales y los fiscales adjuntos del Ministerio Público.
Esta causal fue agregada por la reforma dispuesta por la Ley N° 19.519, de 16 de septiembre de
1997, que incorporó a la Constitución el Ministerio Público como organismo autónomo.
Hay que distinguir, en este punto, entre los funcionarios adscritos al Poder Judicial, es decir, los
fiscales de la Corte Suprema y de las Cortes de Apelaciones a que se refieren los artículos 32 N° 12 y
78 inciso 3° de la CP de la R.(“fiscales judiciales”) y los fiscales que integran el Ministerio Público.
Sólo a estos últimos se refiere la disposición constitucional.
10) Los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, el General Director de
Carabineros, el Director General de la Policía de Investigaciones y los oficiales pertenecientes a las
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Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública (numeral introducido por la reforma
constitucional de 2005).
El artículo 57 establece, en el inciso final, que estas inhabilidades serán aplicables a quienes
hubieren tenido las calidades o cargos antes mencionados dentro del año inmediatamente anterior a la
elección; excepto respecto de las personas mencionadas en los números 7) y 8), las que no deberán
reunir esas condiciones al momento de inscribir su candidatura y de las indicadas en el número 9),
respecto de las cuales el plazo de la inhabilidad será de los dos años inmediatamente anteriores a la
elección. Si no fueren elegidos en una elección no podrán volver al mismo cargo ni ser designados para
cargos análogos a los que desempeñaron hasta un año después del acto electoral.
Se contempla, como regla general, el plazo de un año anterior a la elección y dos excepciones:
al momento de inscripción de la candidatura en los casos de los números 7 y 8 y de dos años, para el
caso contemplado en el N° 9. Luego se refiere a la prohibición de recuperar el cargo y de ser nombrado
en cargos análogos hasta un año después del acto electoral.
El artículo 57 contiene una enumeración taxativa, por lo que el legislador no puede incorporar
nuevas inhabilidades. Al tratarse de prohibiciones, deben interpretarse restrictivamente.
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Se entiende por incompatibilidad la prohibición que impide al parlamentario el desempeño
conjunto de su mandato con ciertos cargos señalados por la Ley Fundamental. La incompatibilidad
importa la prohibición de desempeñar dos cargos simultáneamente, uno de los cuales es el de
parlamentario.
Las incompatibilidades afectan a quienes hayan sido elegidos miembros del Congreso Nacional,
que, además, para poder incorporarse a él deben renunciar a los cargos considerados incompatibles por
la Constitución.
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Existe un caso, contemplado hoy por la Constitución (después de la reforma constitucional del
2005), en el que un diputado puede pasar a integrar el Senado, cuando en este último se produce una
vacante, pero debe cesar en el cargo de diputado (Art. 51 inciso 6°).
2) Los cargos parlamentarios son incompatibles con todo empleo o comisión retribuidos con
fondos del Fisco, de las municipalidades, de las entidades fiscales autónomas, semifiscales o de las
empresas del Estado o en las que el Fisco tenga intervención por aportes de capital, y con toda otra
función o comisión de la misma naturaleza. Se exceptúan los empleos docentes y las funciones o
comisiones de igual carácter de la enseñanza superior, media y especial (Se refiere a empleos
dependientes).
3) Los cargos de diputados y senadores son incompatibles con las funciones de directores o consejeros,
aun cuando sean ad honorem, en las entidades fiscales autónomas, semifiscales o en las empresas
estatales, o en las que el Estado tenga participación por aporte de capital (Art. 56, inciso 2°).
La incompatibilidad se refiere a los cargos que integran los cuerpos resolutivos o consultivos de
las entidades alcanzadas por la incompatibilidad. Se extiende a las funciones no retribuidas.
Por último, conforme al inciso final del artículo 58, por el solo hecho de su proclamación por el
Tribunal Calificador de Elecciones, el diputado o senador cesará en el otro cargo, empleo o comisión
incompatible que desempeñe (inciso final del artículo 58). Esta cesación es una consecuencia lógica de
la opción ejercida por quien obtuvo el cargo electivo de postular a él.
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Las incapacidades son prohibiciones de nombramiento de los parlamentarios en determinadas
funciones, que representan la prohibición de aceptar determinados cargos. Impiden que los miembros
de las asambleas electivas sean designados con posterioridad para otras funciones. Si se infringen estas
prohibiciones, la designación no tiene valor jurídico.
Debe entenderse por agente diplomático, los jefes de las misiones acreditadas por el país en el
exterior, ya sea con el rango de embajadores como con el de ministros. (“ministros diplomáticos,
artículo 32 N° 8).
En cambio, el precepto que co0nsagra las incapacidades no rige en caso de guerra exterior,
por lo que producida la guerra, el elegido Presidente de la República o los nombrados Ministros de
Estado o agentes diplomáticos se consideran validamente designados y mantienen sus cargos
parlamentarios.
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La incapacidad debería exigir una guerra efectiva y no su simple declaración. Si la
Constitución ha mencionado la declaración de guerra en los artículos 32 N° 19 y 63 N° 15, es porque
distingue la mera declaración de la guerra realmente efectiva. En este caso, debería tratarse de una
situación de guerra externa, que permita declarar todo o parte del territorio nacional en estado de
asamblea (Artículo 40 inciso 1°). Lo anterior, por cuanto bastaría la declaración de guerra, aunque de
hecho no hubiese guerra alguna [Sucedió con la declaración de guerra a Japón entre los años 1945 a
1954 y los nombramientos producidos en dicho período], para dejar sin efecto las incapacidades,
Existen causales de cesación del mandato parlamentario, que son las vías ordinarias por las
cuales éste concluye:
1) La causa normal de terminación es la conclusión del período del mandato del diputado o senador,
esto es, el cumplimiento de los cuatro u ocho años, según el caso.
2) La muerte del diputado o senador, que provoca la vacancia del cargo, que debe ser proveída,
conforme al art. 51 inciso 2° y ss CPR (Arts. 39 del Reglamento de la Cámara y 10 del Reglamento del
Senado).
Además, las causales de cesación han sido creadas como sanción para infracciones que el
constituyente ha considerado de extrema gravedad, sea por su implicancia para el funcionamiento del
Congreso, sea por su carácter atentatorio contra el mandato parlamentario.
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Estas causales están contenidas en el artículo 60 de las Carta Fundamental, que se refiere a
diversas circunstancias sobrevinientes al desempeño de la función electiva y que impiden la
continuación en ésta. La mayoría de ellas son inhabilidades sobrevinientes, derivadas de la propia
actividad o de decisiones voluntarias de los mismos congresales; mientras que otras, derivan de
circunstancias ajenas a su querer personal.
1) El ausentarse del país por más de treinta días sin permiso de la Cámara a que pertenezca o, en
receso de ella, de su Presidente (60 inciso 1°).
Los Reglamentos de las Cámaras regulan la forma en que los parlamentarios quedan facultados
para ausentarse del país, exigiéndose aviso escrito. (Arts. 35 a 38 y 40 b) del Reglamento de la Cámara
y 7 del Reglamento del Senado).
“Celebrar” es realizar un acto, con las solemnidades que correspondan. Por su parte,
“caucionar” es dar caución y “caución” es la seguridad personal de que se cumplirá lo pactado,
prometido o mandado.
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3) El parlamentario que actuare como abogado o mandatario en cualquier clase de juicio contra el
Fisco, es decir, el que asuma la representación de la parte contraria al Fisco, ya sea demandante o
demandado (60 inciso 2°).
La disposición alude a juicios, es decir, a controversias, por lo que cabe concluir que los asuntos
no contenciosos no quedan comprendidos en la causal.
Se habla aquí del “Fisco”, es decir, del Estado concebido como persona jurídica que actúa
dentro del derecho privado, no teniendo, por lo tanto, en este caso, el alcance amplio aplicable en la
norma precedente. Así se ha establecido que no se configura la causal, si el parlamentario interviene en
un juicio en el que una Municipalidad sea demandante o demandada (p. 315. Silva Bascuñán).
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Para que se configure la causal es necesario “que el parlamentario actúe como procurador o
agente, esto es, que efectúe la gestión en nombre, por encargo o en representación de un tercero, lo que
excluye las que el diputado o senador haga para sí” (Informe de la Comisión del Senado, de 31 de julio
de 1990).
Lo que busca el constituyente es impedir que por la influencia del parlamentario, la autoridad
administrativa llegue a adoptar una decisión que pueda presumirse inspirada, preferentemente, en el
propósito de satisfacer sus requerimientos, al margen de toda apreciación sobre su contenido. Se trata
de afirmar la independencia y separación de los poderes.
La segunda parte de esta causal (en la provisión de empleos públicos…), está relacionada
directamente con la primera. Un error de publicación - no salvado- omitió la conjunción “o”, que unía
ambas oraciones. Debe entenderse relacionada con las gestiones particulares de carácter administrativo,
pero no significa que la causal se refiera sólo a las gestiones que tengan este objetivo.
5) El que acepte ser director de banco o de alguna sociedad anónima, o ejercer cargos de similar
importancia en estas actividades (60 inciso 2°).
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De acuerdo con el art. 60, inciso tercero, las inhabilidades del inciso segundo (las enumeradas
del 2 al 5), tendrán lugar sea que el diputado o senador actúe por sí o por interpósita persona, natural o
jurídica, o por medio de una sociedad de personas de la que forme parte.
Para el TC, la finalidad del constituyente fue evitar el fraude o el resquicio para eludir las
prohibiciones, comprendiendo con esa expresión “a todo aquel que aparentando obrar por sí, lo hace en
verdad por cuenta y provecho de un parlamentario a través de las actuaciones que indica en el inciso
segundo” (considerando decimosexto, STC Rol N° 190).
6) El diputado o senador que ejercite cualquier influencia ante las autoridades administrativas o
judiciales en favor o representación del empleador o de los trabajadores en negociaciones o conflictos
laborales, sean del sector público o privado, o que intervenga en ellos ante cualquiera de las partes (60
inciso 4°).
El Tribunal Constitucional ha señalado que para que se configure esta causal es necesario que
concurran copulativamente los siguientes tres requisitos: En primer lugar, que la influencia que se
ejerza por parte del diputado o senador, lo sea en el ámbito de las negociaciones o conflictos laborales,
esto es, de aquellos que enfrentan posiciones contrapuestas de empleadores y trabajadores, ya sea en
torno a mejores condiciones de empleo o de remuneración.
En segundo lugar, se requiere que la influencia se ejercite ante las autoridades administrativas o
judiciales, entendiendo por las primeras, aquellas que se encuentran consignadas en el artículo 1° de la
ley N° 18.575.
Por último, debe tratarse de una influencia ejercida “en representación del empleador o de los
trabajadores. (STC Rol N° 970-2007, de 7 de octubre de 2008, considerando decimoséptimo).
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La intervención del parlamentario, sancionada por la norma, es aquella que implica tomar
partido a favor de uno u otro lado – empleador o trabajadores – declarando y haciendo valer sus
preferencias y, con mayor razón, si asume su representación y defensa.
Se requiere que exista una participación activa del parlamentario en los mencionados conflictos
o negociaciones, ante el empleador o los trabajadores (“o que intervenga en ellos ante alguna de las
partes”).
7) El parlamentario que actúe o intervenga en actividades estudiantiles, cualquiera que sea la rama de
la enseñanza, con el objeto de atentar contra su normal desenvolvimiento ( art. 60 inciso 4°).
8) El diputado o senador que de palabra o por escrito incite a la alteración del orden público o
propicie el cambio del orden jurídico institucional por medios distintos de los que establece la
Constitución, o que comprometa gravemente la seguridad o el honor de la Nación (Art 60, inciso 5°).
Este precepto se relaciona con la inviolabilidad, consagrando una excepción a ella, puesto que si
en el desempeño de su cargo, el parlamentario formula opiniones o emite votos vinculados a su
ejercicio, pero de un modo que importa el quebrantamiento de los valores que el Constituyente
menciona (orden público y orden jurídico), cesa en el cargo parlamentario (Silva Bascuñán, p. 356).
1) “incitar” (una conducta que tienda a mover o estimular) a la alteración del orden público;
2) “propiciar” (o favorecer la ejecución) el cambio de la Constitución de un modo distinto al
contemplado en ella; y
3) “comprometer gravemente…” En este último caso, los parlamentarios tienen una responsabilidad
similar a la del Presidente de la República, los Ministros de Estado y los generales o almirantes de las
instituciones pertenecientes a la Defensa Nacional, que pueden ser acusados en juicio político (Art. 52
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N° 2, letras a, b y d), con la diferencia que los parlamentarios están sujetos a las decisiones del Tribunal
Constitucional (Art. 93 N° 14).
La expresión “orden público” se utiliza en diversas normas de la Carta Fundamental, por lo que
su interpretación queda entregada al Tribunal Constitucional, que deberá entenderlo en una concepción
que guarde armonía con la que emplea la Constitución en otras oportunidades.
En este sentido, el aludido tribunal ha precisado que el orden público es un concepto amplio,
que ocupa un lugar importante “en la normalidad de la vida cotidiana de la sociedad”, que está
vinculado, como requisito, al desenvolvimiento institucional y jurídico del país (STC N° 970-2007,
considerando vigesimoquinto)
Además, el TC se ha remitido a la definición dada por la Corte Suprema, esto es, “la
tranquilidad y confianza social en el seguro desenvolvimiento pacífico de la vida civil” (Rol 2901-08,
de 8 de julio de 2008).
En el inciso 7° del art. 60, se agrega que “quien perdiere el cargo de diputado o senador por
cualquiera de las causales señaladas precedentemente no podrá optar a ninguna función o empleo
público, sea o no de elección popular, por el término de dos años, salvo los casos del inciso séptimo del
número 15º del artículo 19, en los cuales se aplicarán las sanciones allí contempladas.
9) El diputado o senador que, durante su ejercicio, pierda algún requisito general de elegibilidad (60
inciso 6°).
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Se pierde la ciudadanía cuando se es condenado por delito que merezca pena aflictiva, caso en
el que se cesa en el cargo de parlamentario.
Por otro lado, siendo la ciudadanía con derecho a sufragio un requisito de elegibilidad, no se
disfruta de tal calidad si concurre una causal de suspensión de ese derecho (Art. 16). Cabe preguntarse
si esa suspensión, implica la pérdida de un requisito de elegibilidad que ocasione la cesación en el
cargo. Aunque el texto constitucional no contempla una excepción, darle un efecto tan trascendente e
irrevocable a una mera suspensión, no armoniza con el carácter propio de ésta, que representa una
privación transitoria y precaria, llamada tan sólo a impedir provisionalmente una actuación que la
contradiga. Así pues, se entiende que la suspensión del derecho a sufragio no provoca la cesación en la
función electiva sino una interrupción accidental y temporal de su ejercicio. (Alejandro Silva
Bascuñán, p. 335)
10) Cesará también en su cargo, el diputado o senador que, durante su ejercicio, incurra en alguna de
las causales de inhabilidad a que se refiere el artículo 57, sin perjuicio de la excepción contemplada
en el inciso segundo del artículo 59 respecto de los Ministros de Estado (60 inciso 6°).
11) También se produce la cesación cuando el Tribunal Constitucional (Artículo 93 N° 10), declare la
inconstitucionalidad de las organizaciones, movimientos o partidos políticos. Si en la sentencia que
pronuncie se sanciona a un parlamentario, como responsable de los hechos que han conducido a admitir
dicha inconstitucionalidad, se produce la cesación en el cargo. La sanción que se le aplique envuelve la
prohibición de ejercer por 5 años cargos públicos de elección popular y por ello, cesa de inmediato en
el suyo. (Art. 60, inciso 5°, “Sin perjuicio de….”)
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El artículo 19 N° 15 inciso 7° dispone, en la parte final, que “Si a esa fecha (de la declaración)
esas personas referidas estuvieren en posesión de las funciones o cargos indicados, los perderán de
pleno derecho”.
12) Desde la reforma del año 2005, la Constitución también se refiere a la facultad de dimisión de los
parlamentarios, por razones fundadas de salud y establece el órgano que tendría que calificar los
motivos de la dimisión y aceptarla o rechazarla, al igual que lo hacía la Constitución de 1925 (Art. 60,
inciso final). Esta, en realidad no es una sanción.
El artículo 60, inciso final de la Constitución, establece que “los diputados y senadores podrán
renunciar a sus cargos cuando les afecte una enfermedad grave que les impida desempeñarlos y así lo
califique el Tribunal Constitucional”. Por su parte, el artículo 93 N° 15, comprende hoy una nueva
atribución del Tribunal Constitucional, al que le corresponde pronunciarse sobre la renuncia al cargo de
un parlamentario.
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En cambio, tratándose de las cuestiones sobre las inhabilidades coexistentes, aunque no se ha
establecido expresamente, éstas quedan sometidas al régimen de declaración de candidaturas y a los
controles consiguientes del Servicio Electoral y del Tribunal Calificador de Elecciones.
En lo que respecta a las incapacidades, no están sometidas al Tribunal Constitucional, por lo que
bien se podría sostener- como lo hace Alejandro Silva Bascuñan- que dicha facultad debería quedar
entregada a la Cámara la que pertenezca el parlamentario afectado. Lo mismo sostiene para el caso de
los requisitos de elegibilidad (p. 338).
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