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Entrevista a Mikel Agirregabiria

Pregunta: Has vivido todas las etapas de la educación digital desde que
dirigiste hace 25 años el Plan Vasco de Informática Educativa y ahora
como responsable de Innovación Educativa de Bizkaia. ¿Cómo crees que
estamos en la actualidad?

Respuesta: En 1985 fuimos los primeros en adoptar los PC como hardware


educativo, cuando aquellos costosos equipos parecían prohibitivos y en el
mundo más avanzado se movían con equipos de 8 bits (Fujitsu FM en Japón)
o equipos centralizados (como TOAM en Israel). Pusimos en marcha, junto a
hardware idóneo, todo un pack de software de base y curricular (con la
pionera SoftKutxa), un extendido sistema de formación del profesorado
(planes Udaberri,…) y una red de servicios de apoyo que junto a los zonales
incluía el desaparecido CERED que centralizaba junto al Servicio de
Tecnología y Educación todas las actuaciones desde las adquisiciones hasta
las evaluaciones. Fuimos la vanguardia de Europa en este ámbito y
recibíamos visitas de todos los continentes (incluida Australia).

Todo aquello es historia y ahora existe una realidad tecnológica y educativa


muy diferente. Internet y las redes sociales están muy presentes en
nuestras vidas, y en especialmente en las vidas del alumnado. Sin embargo,
y con excepción de algunas prácticas de excelencia (experiencias limitadas
como IKASYS, asignaturas optativas on line, modelo de madurez TIC,…)
nuestra educación en las millares de aulas apenas emplea en el día a día
metodologías derivadas de la existencia de la red de redes e incluso
mantiene “salas de ordenadores” de uso muy escaso, monótono e ineficaz
en lo que debería ser un currículum moderno por competencias.
P: ¿Cuáles son los retos actuales del Sistema Educativo Vasco en este materia?

R: Desde hace tiempo, concretamente desde que Asus lanzó el Eee PC, soy
un firme partidario de dotar de ordenadores ultraportátiles a todo el
alumnado desde el segundo ciclo de Primaria (8 años) para un uso intensivo
en las aulas con pizarras digitales y manteniendo una comunicación
permanente en red entre alumnado, profesorado, familias y administración
(y no sólo con la educativa). Es cierto que el reparto de equipos es lo más
fácil y barato, y que el contexto que debe acompañar esta medida es mucho
más complejo y prolongado. Porque con la entrega del ultraportátil surgen
las incertidumbres conexas al abrirse la caja de Pandora que supone que
todo el alumnado pueda contar con un equipo encima de su mesa en toda
clase y siga usándolo en su casa. Cuestiones innumerables y profundas:
¿Qué tipo hardware? ¿Equipos baratos endebles o con carcasa militar? ¿Con
qué fórmulas de mantenimiento de un parque tan extenso? ¿Software
propietario muy difundido (Windows XP) o libre más delicado (Linux,...)?
¿Aplicaciones en red online (Google Docs,...) o software ofimático muy
conocido (algún tipo de Office)? ¿Cómo organizar urgentemente una
formación de las familias y un perfeccionamiento de todo el profesorado
(incluida su formación inicial)? ¿Conectividad fuera del ámbito escolar para
favorecer la inclusión digital? ¿Habrá anchura de banda real para todo el
caudal audiovisual que debe circular en tantos equipos simultáneamente?
¿Filtros en los contenidos? ¿Recursos curriculares en soporte digital?
¿Respuesta del mundo editorial en las diferentes lenguas oficiales? Todo
esto que nos preguntamos y encontramos respuestas en el colectivo LBIB
de Ikasbloggers. Sin embargo, mientras no se produzca un reparto de
equipos entre el alumnado no se adoptarán las medidas precisas
para resolver todas las incógnitas generadas, y se seguirá aumentando
la brecha digital de nuestra escuela y de nuestra sociedad respecto a las
más avanzadas. Sólo cuando se haga definitiva una fecha de reparto de
equipos y todos los sectores implicados lo aprecien como irreversible se
concitarán las energías necesarias para abordar el reto que supone asegurar
que todo el alumnado sea competente digitalmente antes de concluir
la enseñanza básica (primaria y secundaria obligatoria) y que pueda
continuar durante toda su vida su formación (reglada, continua,
ocupacional, autodidacta,...) con los inmensos recursos educativos que ya
ofrece la red de redes.
P: ¿Cuál crees que es el mayor problema que deberíamos abordar de forma
urgente?

R: Aunque deben ser objeto de análisis y de decisiones inmediatas muchos


de los dilemas que hemos enumerado anteriormente, sin duda por la
extensión del tema la preparación del mundo adulto (profesorado y
progenitores) es lo más urgente porque llevará duración y recursos. Sobre
todo, si pensamos en aquellos sectores más desfavorecidos de familias y en
una parte del profesorado que es reticente respecto a la incorporación de
estos recursos en su práctica docente.
P: ¿Podrías sintetizarnos las etapas esenciales de un proceso de formación para el
profesorado de modo que se encuentre preparado para abordar un desafío de tal
dimensión?

R: Explicado en pocas líneas, en grupos como Aprendices hemos centrado


las habilidades de una inicial formación en 2.0 común para todos en un
proceso subdividido en tres fases consecutivas y diez niveles: 1º Ofimática:
Escribir, Calcular, Presentar. 2º Web 1.0: Buscar, Leer, Guardar y Escuchar.
3º Web 2.0: Relacionarse, Conversar y Coproducir. El primer bloque de la
ofimática, aunque no con aplicaciones web ubicadas en el ciberespacio, está
parcialmente recorrido, así como el primer escalón de la Web 1.0 de buscar
en Internet, de modo elemental. Falta lo mejor: Leer con sindicación,
etiquetar y guardar con favoritos en red,… y toda el estadio Web 2.0
descubriendo las redes sociales (Facebook,…) como herramienta no sólo de
relación, sino de aprendizaje en comunidad.
P: ¿Cómo imaginas que podría ser un futuro inmediato si fuera posible seguir las
recomendaciones que sugieres?

R: Sería un proceso gradual de aprender en conjunto, alumnado,


profesorado y sociedad casi a la par. No significaría renuncia a las
metodologías pedagógicas que conocemos y que son válidas, sino un
enriquecimiento complementario. Tampoco supondría la sustitución de
recursos didácticos en otros soportes, porque los equipos omnipresentes
(ultraportátiles y pronto móviles avanzados) convivirían con libros (digitales
y en papel). La enseñanza reglada seguiría siendo estructuradora del
conocimiento, con su indelegable misión de asegurar todas las
competencias de la ciudadanía del siglo XXI. La digitalización de una
Educación 2.0 significaría ante todo ganar más tiempo y nuevos espacios
para seguir aprendiendo en todo momento (tardes, fines de semana,
vacaciones,…) conectando al alumnado entre sí (en sus grupos naturales o
en otros por intereses y capacidades), enlazando a las familias con los
centros de modo que se refuercen las tutorías. Con equipos, conectividad y
redes se lograrían asegurar otras mil horas anuales de aprendizaje fuera
del horario escolar, que se sumarían a las escasas mil horas de enseñanza
formal dentro de las 8.760 horas con las que cuenta un año natural. Ojalá
veamos un panorama así muy pronto.

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