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VIOLENCIA DESENFOCADA

DINERO
Puede visitarnos, contactar y seguir nuestro trabajo en:
www.corchea69.com
IV JORNADAS DE ESTUDIO,
REFLEXIÓN Y OPINIÓN
SOBRE VIOLENCIA
VIOLENCIA DESENFOCADA
CUARTA EDICIÓN DE LAS
JORNADAS DE ESTUDIO,
REFLEXIÓN Y OPINIÓN
SOBRE VIOLENCIA

Producidas por
ASOCIACIÓN CULTURAL CSN PRODUCCIONES
y realizado bajo convenio con la
UNIVERSIDAD DE SEVILLA (U.S.).

Días 18, 19, 20 y 21 de noviembre de 2008


Edificio Expo
(Isla de la Cartuja, Sevilla)
© De los autores
© De la presente edición: A.C. CSN PRODUCCIONES

D.LEGAL: SE-
ISBN: 978-84-936484-

Edita: CSNueve Producciones S.L.N.E.


http://www.cs9.info

Imprime:
SALUDO A LOS CONGRESISTAS

Querido/a amigo/a:

D ESDE La Organización de las Jornadas Violencia


Desenfocada IV, Dinero, te damos la más sincera
bienvenida y nos sentimos honrados de poder con-
tar con tu presencia.
Trabajar para promocionar la cultura no es tarea de un
día, ni debe tener aspiraciones de inmediatez. A.C. COR-
CHEA 69 PRODUCCIONES lleva trabajando desde su fundación
con el único propósito de crear en Sevilla un foro abierto
al debate, a la discusión y la reflexión en torno a distintas
temáticas, pero siempre bien fundadas y gozosas de la su-
ficiente fuerza teórica y académica como para poder crear
opiniones bien asentadas y duraderas.
Son miles las personas que han pasado por nuestras ac-
tividades y estamos apreciando un cambio, una aceptación
de nuestras formas y modos de plantear la difusión de la
cultura viva como una herramienta que, amén de ampliar el
currículo académico, es necesaria para formar a ciudadanos
capaces de reflexionar y emitir un juicio crítico. Hoy vol-
vemos a enfrentarnos a la experiencia positiva de nuestra
apuesta por el conocimiento, hoy volvemos a sentarte frente
a un escenario por el cual desfilaran los conferenciantes que
esperamos sean también vuestros iguales en el ejercicio del
pensar. Preguntadles, cuestionarles, no creáis a nadie a pie
juntillas, no os quedéis nunca con la duda. Ellos vienen aquí
para hablar, pero también para contestar a vuestras pregun-
tas y a dialogar, hagamos que cumplan con su cometido.
En cada actividad reafirmamos nuestro compromiso con
todos los que confían en nosotros y les recordamos nuestro
lema; Audax sed cogita, sé valiente y piensa, ya que sólo
así podremos ser un poco más personas, un poco más com-
pañeros, un poco más ciudadanos del mundo que nos ha

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tocado vivir. Es por eso que nuevamente os abrimos la po-
sibilidad de plantear nuevas ideas, nuevos problemas, quizá
no para debatirlos hoy, pero sí para tenerlos presentes en
futuros trabajos.
A todos decirles que es para nosotros un orgullo, y una
enorme responsabilidad, darles nuevamente la bienvenida.

Por todo, muchas gracias.

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NORMAS GENERALES

L A Organización de este evento se sitúa dentro de la


línea de trabajo que, A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIO-
NES como productora de actividades culturales, tiene
programada para esta temporada.
Las características de este evento, como todo acto que
sume más de 500 personas, nos hacen exponer, para su
obligado y riguroso cumplimiento, una serie de normas que
habrán de ser observadas y respetadas por todos los asis-
tentes:

• La Organización se reserva el derecho de alterar o


cambiar el programa. No se admiten devoluciones o
cambios en la inscripción. Cualquier intento de devo-
lución habrá de hacerse con quince días de anteriori-
dad a la inauguración del evento.
• La Organización podrá denegar el acceso, o expulsar
del recinto, a aquellas personas de las que pueda ra-
cionalmente presumirse que van a crear una situación
de: riesgo o peligro para él mismo u otros congresis-
tas, de alboroto, o aparenten estados de intoxicación o
conmoción, o que incumpla esta relación de normas.
• Cualquier daño o desperfecto ocasionado por un asis-
tente en el Edifico Expo conllevará la denuncia del
mismo por La Organización a la Dirección del Edifi-
cio Expo para que esta inicie los trámites pertinentes,
no haciéndose La Organización responsable del mis-
mo ni del daño cometido.
• El uso de la placa acreditativa es obligatorio. Por mo-
tivos de seguridad no se permitirá el acceso al audi-
torio a quien no la presente o le sea requerida. Si se
olvidara, o perdiera, acudan a La Organización para
solventar el problema lo antes posible.
• El intercambio de placas acreditativas entre congresis-
tas, o personas ajenas, supondrá la expulsión inme-

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diata de la actividad tanto del titular de la placa como
de las personas afectadas.
• Está terminantemente prohibido fumar, beber o comer
dentro de las instalaciones del Edificio Expo salvo en
los sitios debidamente especificados para ello. Les re-
cordamos que el Edificio Expo es una edificación en
régimen de propiedad privada estatal, esto incluye es-
caleras y jardines exteriores como zonas propias del
inmueble de carácter privado.
• Queda prohibida cualquier filmación, grabación o
reproducción en el interior del recinto salvo auto-
rización expresa de La Organización (esto incluye
cualquier soporte de reproducción de música, radio,
videojuego o similar).
• Rogamos desconecten sus teléfonos móviles durante
las conferencias, comunicaciones, mesas redondas u
otras actividades.
• Se ruega silencio durante las exposiciones.
• Se ruega máxima puntualidad a los asistentes para no
interrumpir el desarrollo de la actividad congresual.
• Toda conferencia, debate, charla o mesa redonda no
termina hasta que concluya el turno de preguntas y
respuestas.
• Todo asistente tiene la obligación de respetar estas nor-
mas para el buen funcionamiento del evento.
• Pasados 60 días desde el fin de la actividad, y enten-
diendo este tiempo como margen suficiente para que
el alumno tramite la convalidación de su certificado
y solucione las posibles alegaciones o problemas
con los mismos, nos vemos obligados a eliminar
nuestras bases de datos, y el regitro de entradas y sa-
lidas al evento, en base a la ley de protección de datos
(LOPD 15/1999). Esto es, pasados 60 días desde el
fin de una actividad o evento nos es del todo impo-
sible hacer cualquier duplicado de certificado que no
sea respaldado con el original.
• Los duplicados de certificados sin respaldo del certi-
ficado original (dentro del plazo de los 60 días pos-
teriores a la finalización del evento) tiene un coste
administrativo de 20€.

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Control de asistencia
La asistencia a las jornadas no es obligatoria salvo, lógi-
camente, para aquellas personas que deseen recibir un cer-
tificado de asistencia.
Aquellos que deseen recibir el certificado de asistencia
y así beneficiarse de la convalidación del mismo por 3 cré-
ditos de libre configuración reconocidos por la Universi-
dad de Sevilla, tendrán que demostrar su asistencia a un
mínimo, del 80% de las jornadas tal y como exigen dichas
entidades.
El sistema de control de asistencia redunda en el propio
interés del asistente por demostrarla. Cada asistente se res-
ponsabiliza de demostrar su asistencia a las jornadas.
A cada asistente se le ha entregado una placa acreditativa
con un código de barras personalizado la cual tendrá que
llevar siempre consigo y en lugar visible, durante los 4 días
de actividad. En la entrada de la sala se dispondrán lectores
de códigos de barras. El registro de su código de barras por
un ordenador hará las veces de firma. Siga las indicaciones
de la Organización para agilizar esta operación. Al termino
del congreso, previo a la entrega de certificados un progra-
ma informático hará el recuento de la asistencia de cada
cual y dispondrá quienes de ellos son aptos para recibir el
certificado de asistencia y cuales no. La organización tendrá
preparado, además, el clásico sistema de firmas que será
usado si aparece algún problema técnico.
Para retirar el certificado de asistencia debe entregarse a
la Organización la placa acreditativa y la respuesta a una
pregunta que se hará pública mediante carteles en la tarde
del jueves y en la pagina web www.corchea69.com. Esta
pregunta forma parte de un sistema de evaluación que nos
solicita la Universidad de Sevilla. Esta entrega se hará el
día y hora fijado en el programa, no pudiéndose solicitar
con anterioridad o posterioridad a esta fecha (salvo por cau-
sa “muy justificada”). Ante cualquier duda consulte con el
personal autorizado.
Todo asistente que habiendo sido declarado no apto de-
see inspeccionar su computo de asistencia deberá dirigirse a
La Organización durante la entrega de certificados.

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PRESENTACIÓN

VIOLENCIA DESENFOCADA

Q UÉ es la violencia desenfocada? Intentemos, a


grandes rasgos, definir qué sea eso de la violencia
desenfocada, desde el uso de algunos conceptos
básicos de psicología y sociología más elemental.
El ensombrecimiento se define en la psicología conven-
cional como aquella capacidad de, no ocultando informa-
ción, sí hacerla parecer irrelevante ante la importancia de
otro hecho, acción u objeto que se antepone entre esta y
el receptor de la misma. Esto es, uno ensombrece al otro
sin necesidad de hacerlo desaparecer. Es como obligarnos
a contestar a un test de inteligencia mientras nos colocan
sobre los oídos unos auriculares con el desconsolador llanto
de un bebe de pocos meses.
Muchos son los temas que reclaman de nuestra atención
y que diariamente nos asaltan: la violencia en las aulas, el
maltrato a los inmigrantes, la violencia de género, la des-
trucción del concepto de familia clásica y la perdida, por
ende, de los valores tradicionales, la problemática de los
“jóvenes”; alcoholismo, bandas callejeras, etc... ¿Pero son
todos estos temas abordados desde la objetividad y el ri-
gor, son ciertamente analizados de forma positiva o en al-
gunos casos adolecen de amarillismo y oportunismo? ¿Son
ensombrecidos, o útiles para el ensombrecimiento de otras
cuestiones y problemáticas?
¿Qué pasaría si desde los medios, o desde una platafor-
ma mucho más poderosa, se intentara ensombrecer la rea-
lidad? ¿Qué tácticas usarían? ¿Qué noticias esgrimirían, y
qué argumentos, para desviar la atención de la población

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hacia asuntos aparentemente mucho más importantes y re-
levantes pero en el fondo conocidos, tratados y estudiados?
¿Podríamos definir a esta acción como violencia? Creemos
que sí, y a esto lo vamos a dar a llamar en violencia desen-
focada.

Víctima y ejecutor
Las víctimas de la violencia desenfocada somos nosotros,
los ciudadanos, los consumidores, los demandantes cons-
cientes e inconscientes de información. Nosotros somos, a
fin de cuenta los engañados y violentados. Y tristemente
engañados por nuestra pasividad. Los flujos de información
y desinformación que pululan en los medios son el cebo que
nos atrae. El fin de engañarnos aún está por descubrir. Pero
debemos estar despiertos, listos y ágiles. Los grandes temas
de actualidad son el caldo de cultivo de la desinformación,
la rumorología y la superchería barata. Modas que nos obli-
gan a actuar de una forma u otra, supuestos estilos de vida
que han de ser nuestra única meta y bienes de mercado sin
los cuales estamos perdidos. El bombardeo es constante y
nosotros somos, muy a nuestro pesar, agentes, sin saberlo,
de estrategias que nos superan. Nosotros difundimos aque-
llo en lo que creemos sin cuestionarnos su veracidad, sim-
plemente por que nunca se nos ha invitado a cuestionarlo.
Si apoyamos y creemos en lo expuesto debemos inves-
tigar de forma seria y rigurosa cuáles son los ámbitos más
cotidianos desde los cuales se ejerce esa distorsión, ese en-
sombrecimiento. La violencia es una acción puramente hu-
mana y, por ende, también la violencia desenfocada es una
forma de manipulación, una acción direccionada y precisa,
resultado de una intencionalidad primera. Cruel como sólo
el ser humano es capaz de concebir, sutil y cegadora.
Quizá la verdad esté al alcance de nuestros dedos, pero
quizá los árboles que se levantan ante nuestro ojos nos im-
piden ver el bosque.

Dinero
¿Qué es el dinero? Existen conceptos universales, luga-
res comunes donde todos convergemos y de los que todos
compartimos. La razón, la justicia, la divinidad, el universo,
el tiempo, la vida o la muerte; y en esta teogonía de los uni-

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versales más atemporales se ha ido a instalar uno que, lejos
de ser nuevo, es el que más nos define en estos tiempos: El
Dinero.
Ya el gran maestro Agustín García Calvo en su obra De
Dios, da un paso aún más atrevido y dice del dinero que
cumple los más exigentes requisitos para conocerse como
la cara de Dios o Su principal epifanía entre nosotros: «es la
cosa –dice– de la que más se habla».
Desde que tenemos uso de razón somos adiestrados en
su manejo. Nos enseñan a valorarlo, a perseguirlo, a am-
bicionarlo y, aprendemos a hacer nuestra la obligatoriedad
de su régimen. Lo engrana todo, los justifica todo, y es, sin
duda, el motor de todos los cambios y estancamientos de las
sociedades. Quizá sea el Dinero, lo único curiosamente, que
realmente tienen en común todos los pueblos de la tierra.
El dinero en esencia, no es más que un pacto al que he-
mos llegado, o nos han hecho creer que hemos llegado a tal,
para valorar nuestro trabajo y el de los demás pero, ¿real-
mente sabemos qué es el dinero, de dónde procede, o cómo
funciona?

Otra forma de violencia desenfocada: el dinero


Pero creer que el dinero es el justo trueque de nuestro
trabajo por un bien tangible, fiable y legitimado y ampa-
rado en el regazo omnipotente de un gobierno, o un grupo
organizado de ellos, es una ingenuidad maliciosa. El dinero,
hoy, no es lo que todos creemos.
Vivimos sumergidos en un torbellino de informaciones
financieras, económicas y macroeconómicas de las cuales
no entendemos absolutamente nada. El exceso de informa-
ción ha conseguido cegarnos y hacernos totalmente igno-
rantes del funcionamiento del sistema capitalista. Vivimos
diariamente contemplando atemorizados crisis que desapa-
recen a mayor velocidad de lo que se crearon. Subidas y ba-
jadas de precios de cualquier producto con el que se pueda
mercadear. Recesiones brutales de sistemas colapsados por
las ansias especuladoras de la banca, o orgías de gasto des-
enfrenado animadas por las bajadas de los tipos de interés y
por el bajo precio del dinero.
En definitiva, repetimos aquello que escuchamos y cree-
mos entender. Alertamos a nuestros vecinos cuando el sis-

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tema quiere que los alertemos a ellos y a nosotros mismos,
y nos relajamos cuando así nos lo ordenan. Pero vivimos
seguros en las celdas de cristal que pagamos eternamente y
creemos que ese el es el precio de una vida de comodidades,
de disfrutar de nuestro maravillosamente imaginado estado
del bienestar.
¿Y si el dinero lo inventaran los bancos en la cantidad
que les diese la gana? ¿Y si nuestro único valor como ciu-
dadanos del mundo es nuestra capacidad de endeudarnos?
¿Y si los gobiernos realmente no pueden hacer nada para
frenar las ansias de los que son más poderosos que ellos
mismos? ¿Y si las crisis están perfectamente planeadas y
orquestadas para mantenernos eternamente en la agonía de
la incertidumbre? ¿Y si eso a lo que llamamos dinero, y sus
mil caras, es otra forma más de violencia desenfocada?

Objetivos de las jornadas


Intentemos aportar ejemplos y argumentaciones bajo los
que estudiar, reflexionar y opinar sobre las diferentes ma-
nifestaciones de la violencia desenfocada, en especial las
manifestaciones relacionadas con el dinero. Y, sobre todo,
las formas en las que estas manifestaciones nos son presen-
tadas o simplemente llegan a nosotros o nosotros llegamos
a ellas.
En esta ocasión, y por que la actualidad lo demanda,
prestaremos especial atención al uso que desde los medios
y los gobiernos se hace de las crisis económicas y de la
desaceleración económica mundial, para alejarnos malicio-
samente de otros aspectos de la realidad que nos afectan
de formas más directas y claras. El mercado laboral y las
desigualdades en los diferentes sectores de producción, el
consumo diario básico, la creación de una clase media fic-
ticia, la obligación de la deuda como única posibilidad de
vida, etc...
Ser meros espectadores pasivos no deja de ser un diver-
timento fútil para mentes poco propicias a pensar, al igual
que las vacas ven pasar el tren junto a su pastizal sin ca-
pacidad ninguna de especular o decir nada más sofisticado
que un mugido, se nos invita a ser meros espectadores de la
locomotora de los hechos. Invitemos a pensar, invitemos a
criticar y a ser capaces de juzgar, ante nosotros mismos pri-

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mero, qué papel queremos adoptar para luego, con plenitud
de capacidades, decidir en conciencia.
Los objetivos, pues, de las jornadas no son otros que los
de ayudar, de alguna forma, a proporcionar parte de esas
herramientas y útiles necesarias a un auditorio que, pre-
sumiblemente, ha se ser hábil en el manejo de estas para
considerarse ciudadanos integrados, pero críticos, del siglo
XXI.

A.C. CSN PRODUCCIONES

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PARTICIPANTES EN EL PROYECTO

Organización
ASOCIACIÓN CULTURAL CSN PRODUCCIONES
UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Patrocinio
UNIVERSIDAD DE SEVILLA
AGESA
CS9 PRODUCCIONES

Colaboración
PADILLA LIBROS EDITORES & LIBREROS
LA CARBONERÍA
COMITÉ CIENTÍFICO

Presidente Honorífico
JESÚS GARCÍA CALDERÓN

Director
DAVID PASTOR VICO

Secretario
FRANCISCO ANAYA BENÍTEZ

Vocales
FRANCISCO LIRA
JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS
JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ
FRANCISCO RODRÍGUEZ VALLS
PROGRAMA

Martes 18/XI/2008
9.30 -11.00h. Acreditaciones.

11.30-12.00h. Acto inaugural

12.00-13.30h. Conferencia Inaugural:


JESÚS GARCÍA CALDERÓN.
Tema: “Violencia desenfocada y Dinero, la violencia
Discreta".

16.00-17.00h. Proyección Académica del documental:


Money As Debt (2006).

17.30-19.00h. Conferencia.
JUAN TORRES LÓPEZ
Tema: “Dinero, poder, violencia: ¿Hacia una dictadura de
la economía? ¿Hay alternativas?”.

19.00-20.00h. Debate sobre los fundamentos de las jor-


nadas: (Preguntas sobre dudas fundamentales al profe-
sor TORRES LÓPEZ)

Miércoles 19/XI/2008
10:00-11.30h. Ronda de comunicaciones.
ANA Mª DE HARO FERNÁNDEZ
“Heroínas y mercenarias. La violencia económica de gé-
nero a través de su reflejo en la literatura inglesa.”
LUIS HERNÁNDEZ QUINTERO
“Subculturas, mercado y violencia: los Skinheads”.

12.00-13.30h. Conferencia.
EMILIO CARRILLO
“Ante la crisis económica: una nueva visión”

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16.00-17.30h. Conferencia.
BALTASAR MONTAÑO
“La especulación sobre el petróleo y el mundo financie-
ro”.

18.00-19.30h. Conferencia.
RAMÓN REIG
“La crisis como negocio mediático”.

Jueves20/XI/2008
10.00-11.30h. Conferencia.
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA
"El timo diario"

12.00-13.30h. Conferencia
MARC VIDAL
“¿Qué le pasa al mundo?”

16.00-18.00h. Proyección Académica de la Película:


Network, Un Mundo Implacable (Sidney Lumet, 1976)

18.30-20.00h Conferencia.
JOSE CARLOS CARMONA
“Comentario sobre la película Network. Un mundo im-
placable. Averiguaciones entorno a la verdad en la épo-
ca postmoderna”.

VIERNES 21/XI/2008
10.00-11.30h. Conferencia.
TACHO RUFINO
“Economía razonable para todo el mundo, ¡una solución
quiero!”.

12.00-13.30h. Conferencia de clausura:


AGUSTÍN GARCÍA CALVO
“La fuerza del Dinero”

14.00-15.00h. Entrega de certificados de asistencia.

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CONFERENCIAS
COMENTARIO SOBRE LA PELÍCULA
NETWORK. UN MUNDO IMPLACABLE.
AVERIGUACIONES ENTORNO A LA VERDAD
EN LA ÉPOCA POSTMODERNA.
por
JOSÉ CARLOS CARMONA
JOSÉ CARLOS CARMONA, nacido en Málaga en 1963. Es actualmente Profesor
de la Universidad de Sevilla, España. Su característica principal es la multi-
disciplinariedad de su trabajo que se despliega en torno a la Música Clásica, la
Literatura, el Cine y la Filosofía.
En el ámbito musical es Profesor del Área de Música del Departamento de
Educación de las Artes Musicales y Visuales de la Facultad de Ciencias de la
Educación de la Universidad de Sevilla; Director de la Orquesta y Coro de la
Universidad de Sevilla y Director de la Orquesta Sinfónica Hispalense, es autor
del libro Criterios de interpretación musical. –El debate sobre la reconstrucción
histórica-. Ha ocupado plaza de Catedrático de Orquesta y de Dirección de
Orquesta en los Conservatorios Superiores de Sevilla y Canarias. Es titulado
Superior en Dirección de Orquesta y Dirección de Coros por el Real Conserva-
torio Superior de Música de Madrid. Estudió con Enrique García Asensio, y con
Ruben Vartanyan en Estados Unidos. Entre los cientos de conciertos ofrecidos,
ha dirigido: Un Réquiem alemán de Brahms, Requiem de Verdi, Sinfonía fan-
tástica de Berlioz, Pasión según San Mateo de Bach, etc.; en escenarios como:
el Teatro Lope de Vega (Sevilla), la Sede de la UNESCO en París, la Catedral
de Sevilla, etc.; a agrupaciones como la Orquesta Sinfónica de Málaga, la Or-
questa Ciudad de León, la Compañía Lírica “María Malibrán” y la Orquesta y
Coro de la Fundación Tres Culturas, entre otras muchas. (Puede verse el currí-
culum musical completo más abajo).
En el ámbito literario es Director del Taller de Creación Literaria de la Uni-
versidad de Sevilla y autor de 19 libros, entre los que destacan: Pararse a pensar
–13 relatos–, Cuentos para después de hacer el amor, Yo sobre la tierra y El arte
perdido de la conversación. Ha obtenido el I Premio de Novela en el XIII Certa-
men Literario organizado por Alfaguara (Punto de lectura) y la Universidad de
Sevilla -cuyo jurado estuvo presidido por Arturo Pérez Reverte- con la novela
Una sinfonía concertante, editada con el título Sabor a chocolate del que se ha
hecho una primera edición de 85.000 ejemplares.
Es también crítico literario en Canal Sur Radio.
En el ámbito cinematográfico es Profesor de la Escuela de Cine de Anda-
lucía, Secretario General y de Comunicación del Sindicato de Actores e Intér-
pretes de Andalucía y Secretario de Educación de la Federación de Artistas
del Estado Español. Ha sido actor protagonista del largometraje El proyecto
Manhattan (2006), actor secundario en el largometraje de Antonio Gonzalo Una
pasión singular (2003) y actor secundario de la serie Arrayán que emite Canal
Sur Televisión.
En el ámbito Filosófico, ha sido Profesor de Filosofía de Bachillerato en el
Colegio San Fernando de Sevilla y ha sido Director de la Tertulia Filosófica del
Excmo. Ateneo de Sevilla. Es Licenciado y Doctor en Filosofía.
Ha obtenido becas internacionales como profesor en distintas universidades
extranjeras, ha dictado multitud de conferencias y ha publicado decenas de ar-
tículos en revistas especializadas.

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FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Título: Network, un mundo implacable (1976)


Dirigida por: Sydney Lumet
Interpretes: Peter Finch, Faye Dunaway, William Hold-
en, Robert Duvall, Beatrice Straight, Wesley Addy, Ned
Beatty, Beatrice Straight, Arthur Burghardt, Bill Burrows,
Jordan Charney, Kathy Cronkite, Ed Crowley, Jerome
Dempsey
Guión: Paddy Chayesfsky
Productor: 20th Century Fox

Sinopsis argumental

Un análisis sobre el poder de la televisión, que retrata un


mundo competitivo donde el éxito y los récords de audien-
cia imponen su dictadura. Howard Beale, veterano presen-
tador de un informativo, es despedido cuando baja el nivel
de audiencia de su -anteriormente exitoso- programa. En
dos semanas tiene que abandonar la cadena pero, en una
reacción inesperada, y ante el asombro de todos, anuncia
que antes de que llegue ese momento, se suicidará ante las
cámaras pegándose un tiro en directo. Este hecho sin prece-
dentes provoca una gran expectación entre los televidentes
y los propios compañeros de Howard. (FILMAFFINITY)

27
N O crean que me quedo pasmado viendo esta pelí-
cula. ¡Sé quién soy!: soy un tipo perdido entre unas
fuerzas desconocidas para mí, ¡y para todos! ¡¿Qué
piensan?! “Menudo peliculón, ha dicho un par de verdades
bien claras”. ¡¿A quién?! A ustedes que han estado senta-
dos viendo... una película (¡un producto comercial, no lo
olviden!) en un ámbito intelectualoide que les confirma
que no son los de la masa acrítica. No merece la pena ha-
blar de lo obvio: la película no es más que un producto de
consumo que tiene por argumento principal quejarse de los
productos audiovisuales de consumo, y que les ha maneja-
do, manipulado, emocionado: ¡qué momento cuando con
el pelo empapado y el pijama puesto bajo la gabardina le
dice a la gente “¡Abran sus ventanas y griten!”. Y ustedes
se hubieran puesto a gritar, se hubieran asomado a las ven-
tanas y hubieran gritado también: “¡Estoy más que harto
y no quiero seguir soportándolo!” (aunque no estén hartos
de nada). Ha sido uno de esos momentos emocionantes
en los que se saltan las lágrimas y uno se avergüenza de
que le vayan a ver llorar. Y luego, cuando nos ha dicho:
“¡Escúchenme! La televisión no es la verdad. Si quieren
saber la verdad...” (Ah, aquí está el meollo de la situación,
que es de lo que hablaré en esta conferencia). “Si quieren
saber la verdad...” venía diciendo el personaje, “acudan a
Dios, acudan a sus gurús, búsquenla en ustedes mismos...”
y nos confirma: “porque es en el único lugar donde van a
encontrar la auténtica verdad”. Y continúa con su diatriba
antitelevisión: “Pero amigos, nunca van a obtener ningu-
na verdad de nosotros. Nosotros les diremos cualquier cosa
que quieran oír. [...] ¡Quién sabe qué mierda será canjeada
por la verdad en esta cadena!”. Ah, qué palabras revelado-
ras, ya sabemos quién nos engaña. Son los de la tele, son las
corporaciones de información americanas, son las grandes
empresas multinacionales. Vale. Y ¿por qué nos engañan?
Todos los que habéis visto la película os habéis sentido tam-

29
bién conmocionados con las palabras del dueño de todo,
del jefe supremo que vive en el último piso del edificio, del
gordo hinchado de chuletas, propietario de toda la corpora-
ción, el personaje al que tendríais que odiar que, utilizando
argumentos (oh, los argumentos, ahora hablaremos de eso)
también nos ha convencido en parte cuando ha dicho: “Y
nuestros hijos vivirán, señor Beale, para ver eso. Un mundo
perfecto en el que no habrá guerra ni hambre, opresión ni
brutalidad. Una vasta y ecuménica compañía asociada en la
que todos los hombres trabajarán para servir a un beneficio
común. En la que todos los hombres poseerán una cantidad
de acciones. En la que se les cubrirán todas las necesidades,
se les modelarán todas las ansiedades... y les divertirán
para que no se aburran...”.
Permítanme que mire esto desde la Filosofía, que es la
materia desde la que vengo a hablar hoy: ¡Esto es nihilismo!,
nihilismo del mejor, más allá de Schopenhauer y Nietzs-
che. La filosofía nihilista es la que intenta mostrar cómo
los valores dominantes son una pura nada, una invención.
Schopenhauer considera que todo sentido y propósito es
mera ilusión. Nos recuerda que toda vida es lucha, y que la
vida humana, en particular, oscila, como un péndulo, entre
el dolor del deseo (basado en la necesidad o en la carencia)
y el dolor, no menos intenso, del aburrimiento o la inanidad
(que se experimenta cuando todas las necesidades han sido
satisfechas). Nietzsche, por su parte, ve avanzar por todos
lados «la pleamar del nihilismo» (como tradujo Ortega y
Gasset). En un sentido, el nihilismo es una amenaza, por-
que es el término final de un desarrollo histórico sin salida.
El nihilismo, como estado psicológico, aparece cuando nos
damos cuenta de que el sentido que hemos buscado en todo
lo que aparece no existe.
Pero los que preconizaban que tras la asunción del ni-
hilismo estaba la muerte, el suicidio, se equivocaban: tras
la nada que es la vida está (como bien se ha dicho en esta
película): el entretenimiento. ¡Entretengámonos hasta que
llegue la muerte! Ese es nuestro sentido. Y bendito sentido,
porque antes era: luchemos (con dolor, a veces con mucho
dolor) por sobrevivir hasta que llegue la muerte.
El problema profundo, lo que subyace a todo esto no
es, como ven, quién nos entretiene o quién nos manipula,

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el problema es un problema metafísico, ontológico: ¡¿para
qué vivir?!
Como habrán escuchado por ahí (no, por cierto, en la
portada de los periódicos, que es donde debería haber sa-
lido), habitamos en un periodo filosófico llamado la Post-
modernidad, cuya teoría del conocimiento (piensen en lo
que acabo de decir: “teoría del conocimiento”, o sea, disci-
plina que estudia el cómo conocemos) pone en cuestión a
la razón como instrumento de acercamiento a la verdad. La
pone en cuestión sobre todo desde que en la Segunda Guerra
Mundial los occidentales, habiendo tenido ya las mejores
universidades del mundo en nuestro suelo, los libros más
eruditos, las personas más formadas y los políticos más pre-
parados de la Historia hasta ese momento, y habiendo cono-
cido las herramientas de la razón científica como la luz, las
comunicaciones y las máquinas de todo género y tipo, nos
matáramos hasta llegar a los 55 millones de personas. Es lo
que en Filosofía se conoce como “el punto culminante de
Auschwitz e Hirosima”. La Escuela de Frankfurt, especial-
mente en la etapa que llega hasta los años sesenta del siglo
XX, consideró a la razón instrumental como causante de las
desgracias más grandes que azotaron a la humanidad en los
últimos tiempos.
Pero no fue la primera vez que pusimos en duda a la
razón. Después de la Ilustración caímos en el abismo del
Romanticismo porque tanto pensamiento enciclopédico
nos había llevado a la Revolución, que transportó a los
europeos de una tiranía a otra pasando por un montón de
muertes. Se le ha criticado a la razón ilustrada sus nefastos
efectos prácticos porque, entre otras cosas creó la ficción
de que la moral se podía fundamentar racionalmente y, más
allá se la criticó por defender la existencia misma de esos
fundamentos.
La creencia de que existen unos fundamentos naturales
que pueden ser hallados por la razón, han sido, desde mi
punto de vista, muy dañina en la construcción del pensa-
miento occidental. Peor fue, claro está, la época en la que
se creía que los fundamentos naturales de la moral estaban
escritos en un libro revelado y que lo único que había que
hacer era seguir sus postulados. Pero la creencia (porque
no es otra cosa) de la existencia de la verdad ha hecho que

31
muchos se adjudiquen su enseña para usarla como espada
decapitante.
La Postmodernidad supone la renuncia a la pretensión
de decir la última (y la primera) palabra sobre la realidad;
más aún supone renunciar incluso a la pretensión de verdad,
dejándola en exclusividad a las ciencias.
Ya decía Popper que las afirmaciones en ciencias hu-
manas son compatibles con cualquier estado de la realidad
porque no son falsables.
En la teoría del conocimiento postmoderno, el carácter
creativo de la teoría es fundamental; aunque en toda teo-
rización, incluso científica, la fantasía tiene un papel fun-
damental, en la teoría del conocimiento postmoderno este
carácter ficticio y creativo es esencial, debido a la lejanía y
abstracción respecto de la realidad.
Generalizando lo que dice Maud Mannoni en relación
con el psicoanálisis en su libro “La teoría como ficción”,
podemos entender la teoría del conocimiento como una fic-
ción, como el producto de un libre ensayo que genera un
mito, un mito de los orígenes (del mundo, del yo) y un mito
de los fines. Porque a los ámbitos a los que llega la Meta-
física nunca podrá llegar la ciencia y sólo el mito puede
acceder.
Este carácter creativo de la teoría del conocimiento post-
moderno la sitúa como método de comprensión de los fenó-
menos entre la ciencia y la poesía, y más cerca de ésta que
de aquella.
Tres autores, entre otros muchos nos pueden servir de
apoyo en estas afirmaciones: Unamuno, Heidegger y María
Zambrano.
— Unamuno defiende que el pensamiento (todo) es un
producto de la fantasía, de la cual brota la razón.
— Heidegger dice que pensar es recordar lo que ha de
pensarse, como la poesía. Y
— María Zambrano, nos repite que el método de conoci-
miento no es un calcular, sino un poetizar (otra creación de
un relato, como planteaba Lyotard).
En este sentido Ernest Gellner apunta: “La idea de que
todo es un “texto”, de que el material básico de los textos,
sociedades o prácticamente todo, es el significado, de que
los significados existen para ser descodificados o “decons-
truidos”, de que el concepto de realidad objetiva es sos-

32
pechoso, todo esto parece formar parte de la atmósfera, o
niebla en la que florece el posmodernismo, o que los pos-
modernos ayudan a esparcir”
Gianni Vattimo considera que la razón es un instrumen-
to débil para cumplir su tarea que debería de ser hallar la
verdad.
Como Kant ya había adelantado: la razón no funciona.
Y esto ha de ser juzgado (y si es posible arreglado) por... la
razón.
La razón se enreda en contradicciones, dice Kant, y por
ello no da con la verdad, por tanto: la metafísica (saber qué
es la realidad, juzgar si la razón es un instrumento suficiente
para comprender el mundo, saber qué es el mal o cuál sea el
sentido de la vida) es imposible como ciencia; y la ciencia
de la naturaleza, por lo mismo, no va a poder responder a
las cuestiones metafísicas.
Vattimo coincide en lo sustancial cuando dice, refirién-
dose a Federico Friedrich Nietzsche, que una realidad orde-
nada gracias a la razón sobre un único principio es apenas
un mito que asegura a la humanidad en estado primitivo y
bárbaro.
La teoría del conocimiento postmoderno es nómada, su
método es la hermenéutica. Y aunque utiliza la inducción y
la deducción, utiliza sobre todo el método analógico y me-
tafórico, en el que el discurso pasa de un elemento a otro,
a veces muy lejano y extraño, por medio de metáforas y
analogías; este carácter le aproxima al arte y la literatura
contemporáneos.
Este método no es aleatorio, es riguroso aunque sea
anexacto. A la estructura sólo se llega mediante un método
de aproximaciones sucesivas, por medio de círculos con-
céntricos o en espiral (como diría Ortega).
Es un método propio de supervivientes más que de here-
deros, como dice Luis Martín Santos, ya que está obtenido
a partir de los restos del naufragio de la modernidad. Es el
método posible para hacer metafísica después de Auschwitz
e Hirosima.
Pero es también un método lúdico y lúcido que experi-
menta cautamente y que parte de la suposición de que no
todo está perdido.
La actual sociedad de los medios de comunicación par-
ticipa de pleno en la postmodernidad porque produce una

33
consciente erosión del principio mismo de realidad, inven-
tándolo y, lo peor, inoculándolo en los individuos.
El otro factor inoculado en la postmodernidad, que lo
alimenta a la vez que lo crea, es el consumo:
Como afirma David Lyon: “La postmodernidad se aso-
cia a una sociedad donde las formas de vida consumistas y
el consumo de masas dominan la existencia de sus miem-
bros”. En la postmodernidad el consumo pasa de la esfera
de satisfacción de necesidades básicas, a convertirse en sí
mismo en una actividad de ocio. Se produce el paso de una
ética del trabajo a una ética del consumo, lo que supone un
conflicto entre generaciones socializadas en diferentes pa-
trones de conducta. Algunos autores, como Zygmunt Bau-
man, afirman que el consumo se convierte en el medio de
construir el yo, siendo el centro de la vida en sociedad. El
sistema implica una gran variedad cultural, que los indivi-
duos pueden comprar, y que les permite generar identida-
des, estilos de vida diferenciados. En este sentido, el uso
intensivo de la publicidad y el gran centro comercial son
características paradigmáticas de esta postmodernidad.
Quizá una de las explicaciones de la postmodernidad más
polémicas y extremas sea la planteada por Jean Baudrillard.
El autor galo mantiene que nuestra cultura se ha convertido
en un simulacro y que es en el intercambio simbólico donde
hay que situar la base de la crítica al capitalismo. El consu-
mo de esta cultura de simulacro es nuestra única realidad.
La simulación no corresponde a un territorio, a una re-
ferencia, a una sustancia, sino que es la generación por los
modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal. (...)
No se trata ya de imitación ni de reiteración, incluso ni de
parodia, sino de una suplantación de lo real por los signos
de lo real.
La cultura en la que vivimos, como dice el profesor Hor-
migos, es una “hiperrealidad”, un conjunto de signos sin
referente, donde se anulan las distancias entre los objetos y
sus representaciones. El camino hacia el cambio no está en
las contradicciones del sistema, sino en su saturación. “Lo
que sucede en realidad es que las instituciones implosionan
por sí mismas, a fuerza de ramificaciones, de “feedback”,
de circuitos de control superdesarrollados”.

34
Y esta gran simulación llega a la anulación de “lo so-
cial”. El mecanismo son los medios de comunicación de
masas. “Los media, todos los media, la información, toda
la información, juega en dos sentidos: produce más casos
sociales en apariencia, neutraliza las relaciones sociales y
lo social en profundidad”. Así pues, reducen “lo social” a la
categoría de simulación.
Esta tesis es heredera, en cierta medida, de la teoría de la
pseudocultura que mantuvo la Escuela de Frankfurt, en es-
pecial Adorno. Para los teóricos de la Escuela de Frankfurt,
la cultura dominante no es sino la ideología que trata de
conservar el orden social vigente.
Cultura que en la sociedad establecida no es sino ideolo-
gía (en el sentido de falsa conciencia) destinada a conservar
y encubrir las contradicciones de un sistema económico ba-
sado en la explotación y sobre todo en la reificación-cosifi-
cación del individuo singular.
La cultura postmoderna se caracteriza también por ser
fragmentaria. Su creciente complejidad simbólica es, sin
duda, reflejo de una gran fragmentación social. Del mismo
modo que cada sociedad genera una cultura específica, cada
grupo social crea un entramado simbólico propio, o sub-
cultura. Y las sociedades postmodernas, o de modernidad
avanzada o tardía, se caracterizan precisamente por una ma-
yor complejidad y variedad en su composición de grupos
sociales. Los estilos de vida, los medios de comunicación y
los agentes creadores de cultura se multiplican.
La globalización, con su creciente interdependencia po-
lítica y económica, impulsa a un mayor contacto entre dife-
rentes culturas. Para algunos autores, como G. Ritzer, este
hecho es reflejo de la creciente racionalización del mundo,
que conlleva una unificación a nivel mundial de todos los
ámbitos, incluido el cultural. Para otros, la clave estaría en
una creciente fragmentación y un aumento del localismo,
que tendría su expresión en los nacionalismos y tribalismos
que enfatizan las raíces culturales propias frente a la cultura
global. La cultura de la postmodernidad, pues, se estructura
en una dialéctica continua de homogeneización y diferen-
ciación.
Esta pugna continua se dirime en el ámbito simbólico,
tanto como en el político y económico, y, en consecuen-

35
cia, en los medios de comunicación de masas. En ellos se
combina el ámbito político, económico y cultural. Así, por
un lado, encontramos una creciente homogeneización de
los contenidos impulsada por la agrupación empresarial
en grandes grupos multimedia. Innovaciones tecnológicas
como los satélites de telecomunicaciones permiten, además,
el acceso de un medio a las audiencias de todo el planeta. Sin
embargo, por el otro lado, existen fuertes presiones contra
la homogeneización cultural. Los grandes conglomerados
multimedia encuentran frenos debido al desarrollo tecno-
lógico. Si el satélite ayuda a la consolidación de la homo-
geneidad, Internet combate la unidireccionalidad, debido a
su estructura multipolar, y apoya la creación autónoma de
grupos e individuos. Del mismo modo, el abaratamiento de
la tecnología permite la creación de una industria paralela, a
veces parasitaria como ocurre con el “mercado negro”, que
incluso pone en peligro la existencia de las grandes com-
pañías.
Un último apunte sobre la cultura postmoderna lo en-
contramos en el trabajo ya clásico de Marshall McLuhan.
Entiende que el medio con el que se expresa la cultura con-
forma la estructura mental de los seres humanos, siendo la
cultura moderna eminentemente visual como reflejo de la
escritura y la imprenta. La aparición de la televisión, y hoy
añadiríamos de Internet y el multimedia, sería la antesala de
un retorno a la cultura oral. Para McLuhan:
La nueva galaxia eléctrica de acontecimientos ha entra-
do en contacto ya profundamente con la galaxia Gutenberg.
Incluso sin colisión, tal coexistencia de tecnologías y cons-
ciencias causa trauma y tensión en toda persona viva.
Los cambios tecnológicos podrían estar gestando un ser
humano menos centrado en lo visual-lector, con el descen-
so del libro como entidad privilegiada en la transmisión de
cultura, y un ascenso de otras formas de transmisión: músi-
ca, imagen en movimiento, etc.
Todo este panorama construye, en fin (y atención, por-
que no debemos tomarlo de manera peyorativa), todo este
panorama construye a un Hombre perdido en la incompren-
sión de la realidad; un Hombre que ha perdido los referentes
“fuertes” que le permitan distinguir con absoluta claridad lo
que es valioso de lo que no lo es, lo que es verdad de lo que

36
no. El final del siglo XX y principio del XXI se ha caracteriza-
do, pues, por el cuestionamiento del hombre por el sentido.
Conocida su capacidad de autodestrucción, traspasado otro
milenio y adentrándonos en uno nuevo que ni motiva ni
inquieta sino que se ha demostrado continuista y aburrido
-una lucha continua por una supervivencia sin sentido-, el
existencialismo de los años 60 se ha instalado en Occidente
disfrazándose paulatinamente de entretenimiento alienan-
te.
El actual periodo histórico en el que la desorientación,
la confusión, la ambigüedad, el permanente conflicto como
situación normal de la sociedad, el rápido advenimiento
de las nuevas tecnologías y su influencia en nuestras vi-
das, afectan, cómo no, a la comprensión de la realidad. Y
el mensaje ha de ser: “No importa. Este es el tiempo que
nos ha tocado vivir, la desorientación, la confusión, la am-
bigüedad, el conflicto, son partes naturales de la vida. Lo
que es enfermizo es creer que hay soluciones para todas las
cosas, que podemos hacer un mundo perfecto. Una vez que
asumamos este tipo de vida, comprenderemos, como hizo
Nietzsche, que “la vida es éxtasis que se da a sí misma nue-
vas y nuevas formas para poder saborearse con plenitud”. Y
que lo que nos queda es "un absoluto decir sí a lo que hay, a
lo real en su desgarro y su finitud. [...] ¡La vida es éxtasis!,
¡la vida es suficiente!, no necesitamos más mentiras para
saborearla con plenitud”.
Y luego nos queda la mejor definición que he escuchado
nunca del concepto de verdad y que se lo debemos a Tommy
Smothers. “La verdad”, dijo, “es aquello que conseguimos
que los demás crean”.
Buena definición, ¿verdad? ¿Saben cuál es la profesión
de Tommy Smothers? Guionista de Hollywood.

Muchas gracias.

37
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40
ANTE LA CRISIS ECONÓMICA:
UNA NUEVA VISIÓN
Por
EMILIO CARRILLO
D. EMILIO CARRILLO BENITO, experto internacional en desarrollo y vicepresi-
dente de la Unión Iberoamericana de Municipalistas. Economista, técnico de la
Administración General del Estado. Experto en Desarrollo Local por Naciones
Unidas (Centro Internacional de Formación de Turín). Diplomado en Alta Di-
rección de Empresas por el Instituto Internacional San Telmo.
Ha cursado estudios de postgrado en diversas Universidades españolas, bri-
tánicas y norteamericanas.
Ha sido profesor de la Universidad de Sevilla -Economía Política en la Fa-
cultad de Derecho (1989-2000)- y lo es de la Universitat Oberta de Catalunya
y de la Escuela Virtual de Gobernabilidad, así como profesor colaborador y
visitante en distintas Universidades españolas y extranjeras.
Autor de más de una docena de libros técnicos y ensayos filosóficos e históri-
cos, ha escrito más de 500 artículos en prensa diaria y revistas especializadas.

42
El milagro de los panes y los peces
Es usual denominar “milagro de la multiplicación” al de
los panes y los peces. Pero Juan (6,1-15) y Mateo (15,32-
39) constatan que Jesús no efectuó multiplicación alguna,
sino que puso en común los alimentos disponibles. El mi-
lagro no consiste en “multiplicar”, sino en “compartir”: se
reparte lo que se tiene y hay para todos, de sobra. ¿Por qué,
entonces, el empeño en la multiplicación?. Pues debido
a que estamos inmersos en una visión -cultural, social y,
especialmente, económica-productivista y consumista. Es
esencial tener esto en cuenta para entender la actual crisis
económica y sus consecuencias. Veamos por qué.

Error en el diagnóstico
Los expertos no acertaron al prever la magnitud de la cri-
sis; y tampoco atinan ahora al fijar en el segundo semestre
de 2009 su punto de inflexión y en 2010 el arranque de la
recuperación. La depresión es bastante mayor de lo anun-
ciado; y el relanzamiento se hará esperar más.
Ambas equivocaciones se deben al incorrecto diagnós-
tico de la recesión. Se interpreta como una más de las que
cíclicamente nos zarandean, cuando realmente es una crisis
singular: la primera que surge y que se despliega en un con-
texto auténticamente global.

“Crisis global” y “crisis en un contexto global”


Hay que precisar. No estamos ante una “crisis global”,
pues hay naciones de peso (Brasil, China, India o Rusia)
que la perciben de manera liviana o ni siquiera la notan. El
futuro mostrará lo que representa una recesión global y sus
nocivos efectos.
Eso sí, como ha advertido el Fondo Monetario Inter-
nacional, existe el riesgo de un colapso general. De ahí la
necesidad de que las medidas a adoptar incluyan acciones

43
dirigidas a evitar el contagio de aquellas economías, funda-
mentalmente de países en vías de desarrollo, que no sienten
la crisis, al menos en toda su intensidad.
Pero, a pesar de este riego, la crisis que padecemos no es
una crisis global, sino su hermana menor: una “crisis en un
contexto global”. La globalización –y, desde luego, la ilógi-
ca desmesurada e insensata (la mayor rentabilidad posible
en el tiempo más corto posible) que en su marco despliegan
determinados actores económicos– es la responsable tanto
de que el caos financiero de Estados Unidos haya extendido
sus impactos a otros países y sectores de actividad como del
aumento de la demanda de petróleo y materias primas que
ha desencadenado el alza de precios que golpea a empresas
y hogares.
Estamos inmersos en una crisis en un contexto global
que ha convertido en una broma pesada los anuncios del
“fin de la historia” con los que el pensamiento único neoli-
beral nos bombardeó en los últimos años del pasado siglo.
Aquellos planteamientos eran un insulto a la inteligencia de
la humanidad, pero sirvieron de coartada intelectual para
impulsar actuaciones legislativas y políticas, como la libe-
ralización absoluta el sector financiero norteamericano, que
están en la razón de ser del presente desbarajuste.

Recetas ante la crisis: un “programa” público de ayudas


multimillonarias
Las recetas tradicionales para salir de una recesión val-
drán de poco cuando estalle una crisis global. Y su utilidad
ya es relativa ante una crisis en un contexto global como
la presente. Porque las depresiones de la pasada centuria,
incluso con el calado de la de 1929 o del crack de los 70, se
solventaron mediante la aplicación a cada caso de un pro-
grama de medidas (política monetaria deflacionista, estabi-
lidad presupuestaria, incentivos a empresas y al empleo,...).
Pero para afrontar una crisis global no bastará con un “pro-
grama” renovado, sino que se requerirá una “visión” nueva.
Y para superar la que nos aflige hay que avanzar ya en ese
sentido.
Frente a esto y con el telón de fondo de la ausencia de
coordinación y liderazgo a escala mundial, los gobiernos se

44
han puesto manos a la obra de inyectar dinero de las arcas
públicas -por tanto, de los contribuyentes- al sector banca-
rio. En función del país, tal inyección supone un auténtico
regalo a los que han generado la crisis (Estado Unidos) o
tiene potenciales contrapartidas futuras a favor de la ha-
cienda estatal (España). También hay situaciones, como la
de Islandia, que ha llegado al extremo, desde la óptica eco-
nómica, de casi dejar de existir como país, dada la banca-
rrota de la totalidad del sistema financiero y el incremento
de la deuda pública hasta triplicar el producto interior bruto
anual.
Mas, en todos los casos, se trata de ayudas publicas mul-
timillonarias insertas en un programa de intervención es-
tatal. Ayudas exigidas y bendecidas, paradójicamente, por
los que más han clamado por el libre mercado y contra el
Estado. Por ejemplo, la Comisión Europea: ayer aducía que
el dinero público no está para sanear empresas en crisis y
prohibía las subvenciones a sectores como la industria na-
val; hoy, en cambio, aplaude que los gobiernos europeos
repartan generosamente fondos públicos para rescatar a la
banca privada.
Tamañas contradicciones están siendo asumidas por la
sociedad en el entendimiento de que evitan males aún ma-
yores (en la Cámara de Representantes norteamericana se
llegó a afirmar: si hoy viernes no aprobamos estas medidas
–las propuestas por Bush– el lunes no habrá economía) y
que constituyen la única vía para garantizar el ahorro fami-
liar (depósitos bancarios).

¿Dónde esta el dinero?: Socialismo para ricos y riesgos


en el horizonte
Estos argumentos no carecen de base real, al contrario.
Pero los ciudadanos y sus representantes democráticos ha-
ríamos bien en buscar con ahínco la respuesta a una pregun-
ta fundamental: ¿dónde está el dinero que los ahorradores
depositaron en las entidades bancarias y se ha esfumado
como por arte de magia?. Se calcula en algo más de un bi-
llón de euros (cifra similar al producto interior bruto anual
español) la dimensión del agujero que acumula el sistema
financiero: ¿dónde ha ido a parar tan colosal montaña de

45
billetes? Justificar semejante pérdida por los préstamos
concedidos a los norteamericanos sin recursos económicos
es, simplemente, una tomadura de pelo. La banca estado-
unidense no es una ONG, ni una organización humanitaria.
Y el montante de las célebres hipotecas “subprime” es muy
menor en comparación con la magnitud del desastre. ¿Dón-
de está el dinero que falta en los bancos y que los gobiernos
van a suplir con los fondos que aportamos los contribuyen-
tes (entre estos, los propios ahorradores cuyos depósitos se
han evaporado)?
Igualmente, hay que velar para las medidas tomadas no
deriven en una especie de “socialismo para ricos” cuyos
nocivos efectos sobre las cuentas públicas impliquen y jus-
tifiquen en el medio plazo recortes presupuestarios en el
gasto social o el cuestionamiento, por ejemplo, del sistema
público de pensiones. Sería el colmo que los que pagamos
con nuestros impuestos la bancarrota terminemos siendo la
víctimas directas del desaguisado por su impacto en las ar-
cas públicas.
Y, por supuesto, se tendrá que estar muy alerta para que
las reflexiones anteriores no sean hurtadas del debate y el
análisis ciudadano a través del manido mecanismo consis-
tente en generar inseguridad. Porque puede existir la tenta-
ción por parte de algunos de crear un clima de inestabilidad
y miedo al objeto de que nunca se profundice cuestiones
y consideraciones tan obvias como las que se acaban de
exponer.

El cambio de “visión”
En cualquier caso y al hilo de lo antes reseñado, las me-
didas programáticas que se están adoptando o se adopten
deberían deben estar insertas en una perspectiva bastante
más ambiciosa que facilite la plasmación paulatina de una
nueva “visión”.
Procede del XIX la visión todavía dominante, basada en
la hegemonía de la economía: su crecimiento y desarrollo
(sostenibilidad económica) es el fin; y también el medio
para disponer de recursos con los que erradicar desigual-
dades (sostenibilidad social) o preservar el entorno ecoló-
gico (sostenibilidad medioambiental). Bajo su influjo, la

46
producción se ha multiplicado y hay alimentos suficientes
para todos los habitantes del planeta –en volumen, no en su
reparto–.
Sin embargo, el siglo XXI presenta novedades: cambio
climático, globalización, sociedad de la información, re-
cursos naturales y energéticos escasos, flujos migratorios
masivos o incorporación creciente al consumo de países,
como China, de alta demografía. En este nuevo escenario,
la sostenibilidad social y medioambiental no son ya conse-
cuencias de que la economía marche bien, sino condición
imprescindible para ello. Hasta hoy la lógica económica, la
integración social y el equilibrio ecológico no han ido de
la mano. Ahora tendrán que hacerlo no por altruismo, sino
por imperativo de circunstancias que obligan a un cambio
de visión.
Imaginemos un río cuyo cauce se quiere modificar. No
se logrará clavando estacas en su fondo, ya que las aguas
se limitarán a bordearlas y continuarán su normal fluir. Las
estacas son los programas y no sirven. Se exige mucho más
para cambiar el discurrir de la corriente; se requiere una
nueva visión.
La mentalidad aún vigente se evidencia en la errónea
interpretación del milagro de los panes y los peces. Y la
nueva visión que urge implantar se refleja en la verdadera
enseñanza evangélica: hay para todos si se pone en común
lo que se tiene. Esta es la realidad actual: 1) Tenemos bienes
suficientes para todos. 2) No podemos seguir multiplicando
la producción sin destruir nuestro hábitat de supervivencia.
3) La solución es compartir.

Compartir
Compartir implica acometer transformaciones ma-
croeconómicas y estructurales que, desde una perspectiva
de equidad social y global, fomenten la eficiencia del siste-
ma productivo, el ahorro, la inversión y la innovación, así
como el comercio justo, la cooperación y la redistribución
de la riqueza a escala local y global.
Compartir supone también trabajar con prioridad en edu-
cación y en valores.

47
Compartir representa abordar lo microeconómico desde
un nuevo prisma: por ejemplo, lo que a usted y a mí nos co-
rresponde poniendo sensatez ante el consumismo rampante
y evaluando cuáles son nuestras autenticas necesidades sin
caer en la hoguera de las vanidades. Porque para alcanzar
un mundo nuevo se necesitan ojos nuevos para mirar el
mundo. Y si los seis mil millones de seres humanos consu-
miéramos al nivel que ya lo hacemos los
Y compartir conlleva poner a la persona, al individuo en
sociedad, en el centro del sistema, tomando conciencia de
la dimensión global del ser humano –la “persona global”– y
actuar en consecuencia.

La dimensión global del ser humano: “persona global”


La persona global se desenvuelve de manera simultánea
e interactiva en cinco ámbitos básicos desde la perspectiva
de lo que aquí interesa:

— desarrolla una actividad laboral por la que percibe un


salario (empleado);
— utiliza parte del mismo en la adquisición de bienes y
servicios (consumidor);
— otra parte la ahorra y deposita en el sistema financie-
ro (ahorrador);
— paga impuestos a la Administración en función de su
renta y al consumir (contribuyente);
— y es un sujeto con derechos y deberes en un determi-
nado marco social, institucional, jurídico y político (ciuda-
dano)

Es hora de colocar a la persona global en el eje de la


sociedad y la economía global. Hay que evitar que estas
cinco dimensiones sean confrontadas entre sí –como si
fueran cosas dispares e inconexas pertenecientes a sujetos
distintos– por el devenir de la globalización –globalización
esquizofrénica–. Se debe otorgar operatividad y fluidez al
desarrollo interactivo de las cinco dimensiones citadas, ase-
gurando el equilibrio armónico sostenible entre todas ellas.
Esto no es retórica. Significa impulsar cambios en las es-

48
tructuras sociales y económicas nacionales e internaciona-
les para que:

• La economía genere empleo de calidad, estable y digno


en su retribución (dimensión de empleado).
• Los mercados operen con competitividad, libertad y
transparencia (dimensión de consumidor).
• El sistema financiero sea sólido y riguroso y cumpla
adecuadamente su misión de canalizar el ahorro hacia la
inversión (dimensión de ahorrador).
• El sector público funcione con eficacia, eficiencia y
austeridad, prestando servicios públicos de calidad y favo-
reciendo la sostenibilidad del desarrollo con inversión pú-
blica y atención social (dimensión de contribuyente).
• La democracia sea más real y participativa, la sociedad
avance hacia mayores y mejores cotas de convivencia, co-
hesión social y solidaridad y se afronte con decisión e inte-
ligencia la defensa del medio ambiente y la respuesta ante
el cambio climático (dimensión de ciudadano).

Para que lo anterior pueda hacerse realidad se requie-


re acabar con la falsa dicotomía Estado/mercado, plasmar
una nueva gobernanza democrática y global y, a escala de
cada uno, entrar en un nuevo nivel de conciencia de carác-
ter transpersonal.

Estado y mercado
Urge acabar con la confrontación entre Estado y mer-
cado, promovida por los que, se llamen de izquierda o de
derecha, sólo quieren el primero para defender sus intereses
corporativos y maniatar el libre funcionamiento del segun-
do. Hay que fortalecer lo público y el mercado, a la par y en
estrecha colaboración, haciendo ambas esferas más efica-
ces, eficientes y competentes.
Han desaparecido del mapa los neoliberales que a par-
tir de la llamada revolución conservadora –auspiciada por
gente como Margaret Thatcher o Ronald Reagan– procla-
maban que el Estado es el problema y no la solución. Pero
para que es Estado sea útil y su actuación se corresponda
con el interés general hay que dotarlo de eficacia y eficien-

49
cia. Y de capacidad para supervisar los mercados no con el
fin de controlarlos, sino para garantizar su funcionamiento
realmente competitivo, sin intromisiones de grupos de pre-
sión ni alianzas empresariales espúreas.

Gobernanza democrática y global


Los nuevos tiempos exigen que las estructuras políticas,
sociales y económicas sean regidas bajo un nuevo prisma
basado en una gobernanza democrática y global.
La conformación de supranacionales, como la Unión
Europea, debe ser un objetivo prioritario en los distintos
escenarios geográficos, aumentando la interrelación entre
ellas y avanzando en su coordinación a través de la reconfi-
guración y el fortalecimiento de Naciones Unidas.
Una delegación de soberanía “hacia arriba” que debe ir
unida a la descentralización “hacia abajo”, para atender me-
jor a las demandas ciudadanas mediante la aplicación del
principio de subsidariedad y el protagonismo de lo “globa-
local”.
Igualmente, resulta muy importante plasmar liderazgos
democráticos cuya fuerza radique en la autoridad moral y la
capacidad efectiva para abordar los problemas reales de los
ciudadanos y la sociedad. Estos liderazgos y la forma de ac-
tuar desde el poder público han de tener un contenido glo-
bal, para que la globalización no signifique el vaciamiento
de la democracia por la vía de hecho; deben ir ligados a la
recuperación de la pasión por la Política, con mayúscula,
esto es, la defensa del interés general desde la vocación de
servicio público; y han de buscar consensos estratégicos
por encima de la purnas partidistas.

Nuevo nivel de conciencia


Todo lo anterior será una quimera si cada uno, cada per-
sona, no realiza un trabajo interior dirigido a adquirir un
nuevo nivel de conciencia en el espacio transpersonal.
Se trata de ser más plenamente humano en el convenci-
miento que nuestra personalidad individual es un logro de
la evolución, pero también una limitación. Hay que com-
prender la realidad más allá del “yo”, de un egocentrismo
que nos está arrastrando al precipicio. Para salir de esa limi-

50
tación tenemos que ampliar nuestra conciencia y entrar en
el nivel de unidad: constatar que somos uno con todo y que
cada uno tiene sentido en la totalidad.
Sin este cambio de conciencia será muy difícil, por no
decir imposible, dar respuesta a los problemas sociales,
económicos y ecológicos de la sociedad global.

51
VIOLENCIA DESENFOCADA Y DINERO,
LA VIOLENCIA DISCRETA
Por
JESÚS GARCÍA CALDERÓN
JESÚS GARCÍA CALDERÓN, Fiscal Superior de Andalucía, Badajoz, 10 de
agosto de 1959.
Cursó estudios de Derecho como especialista en derecho público en la Uni-
versidad Hispalense de Sevilla que finalizó en 1981.Tras ejercer algunos años
la Abogacía, ingresa en la Carrera Fiscal en 1985. Ha sido Fiscal en las Audien-
cias Provinciales de Huelva y Sevilla hasta que fue nombrado Fiscal Jefe de la
Audiencia Provincial de Lugo en virtud de Real Decreto de 7 de Diciembre de
1995. En el año 2001 fue Consultor Internacional en Tegucigalpa para el Pro-
yecto de Capacitación del Ministerio Público de la República de Honduras. En
virtud de Real Decreto el 8 de Junio de 2001 fue nombrado Fiscal Jefe del Tri-
bunal Superior de Justicia de Andalucía. Nuevo nombramiento, por unanimidad
del Consejo Fiscal, como Fiscal Superior en Andalucía en Septiembre de 2006.
Desde el 11 de Septiembre de 2001 es Consejero Consultivo de Andalucía.
Ha participado como experto en proyectos oficiales de cooperación interna-
cional en materia de legislación cultural en las Repúblicas de Colombia, Boli-
via, Ecuador, Argentina, Méjico y Uruguay.
Ha sido igualmente Consultor Internacional para la mejora de la legislación
de protección del menor y del adolescente infractor en la República de Panamá
en el año 2006 y experto en el Proyecto Twinning de la Unión Europea para el
Desarrollo de la capacidad para combatir el Blanqueo de Capitales, desarro-
llando su labor en la capital de Macedonia, Skopje, en Abril de 2008
En mayo de 2008, vuelve a colaborar como Consultor Internacional para el
Proyecto de Capacitación del Ministerio Público de la República de Honduras.
Como Profesor de Derecho Penal y Procesal ha desarrollado una dilatada
actividad docente en diversos Cursos de Formación o en Seminarios de Especia-
lización organizados por diversas instituciones nacionales e intrenacionales.
En su actividad docente, destacan su colaboraciones con la Universidad
Hispalense de Sevilla, Universidad de Cádiz, Universidad de Almería, Univer-
sidad de Málaga, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Universidad
de Burgos, Universidad de Santiago de Compostela, Universidad de Granada,
Universidad Nacional de Educación a Distancia, Universidad de Jaén, Univer-
sidad Paul Sabatier de Toulouse, Universidad de Extremadura, Universidad
Pablo Olavide de Sevilla, Universidad de Huelva, Universidad de Cantabria,
Universidad Politécnica de Cataluña, Universidad de La Habana y Universidad
Internacional de Andalucía.
Su labor ha sido reconocida con diversos premios y condecoraciones.
Es autor de más de treinta publicaciones jurídicas entre las que destacan las
referidas a la protección penal del Patrimonio Histórico y de los Bienes Cultu-
rales o algún ensayo sobre situaciones de violencia desenfocada y de violencia
diferida y, además, de nueve libros de carácter extra jurídico, algunos textos
sobre literatura española contemporánea y de otras publicaciones.

54
Resumen

Q UÉ queréis darme, y yo le pondré en vuestras ma-


nos? Y se convinieron con él en treinta monedas
de plata.
¿Es el crimen la única relación posible entre la violen-
cia y dinero? ¿Sabemos tratar, en la sociedad occidental de
nuestro tiempo, esta frecuente relación de una manera su-
ficiente y adecuada para una defensa verdadera del interés
público? ¿Hasta que punto se favorece la igualdad con el
análisis oficial de este terrible binomio violencia/dinero?
¿Son necesarios en nuestro tiempo y en nuestro derecho
sancionador algunos nuevos conceptos jurídicos como el
de la violencia contable?
En un principio, el examen superficial de los hechos nos
indica que la violencia y el dinero parecen magnitudes que
generan, con su simple adición, la resultante exclusiva del
crimen. Siguiendo con este análisis periférico, podríamos
concluir que todos sabemos que esta vocación traiciona el
último origen del instrumento monetario. Ciertamente, el
dinero tuvo que ser concebido justamente como una supe-
ración de la violencia, como un formidable mecanismo de
relación social para evitar el conflicto, el desabastecimiento
y el abuso de la superioridad puramente física o material.
Es precisamente la injusticia y la posibilidad de cometerla
de una manera indirecta, la que convierte al dinero en una
peligrosa magnitud, la que origina su potencial peligro y su
perversión.
Es obvio que la mayor parte de los delitos encuentran
en la riqueza material su móvil mas frecuente y habitual.
Pero esta relación, al contrario de lo que se nos quiere ha-
cer ver en ocasiones por el discurso oficial, no solo tiene

55
lugar en los viejos delitos contra la propiedad y, en gene-
ral, en aquellos crímenes en los que su naturaleza o instinto
material resulta tan evidente. Hay otras muchas tipologías
aparentemente alejadas del interés material y en las que
anida de manera feroz el mismo móvil económico aunque
de manera mucho menos visible y quizá más preocupante.
No nos referimos únicamente a los frecuentes casos en los
que tiene lugar una presencia mediata de la búsqueda rápi-
da de la riqueza. Muchas veces las agresiones a los bienes
jurídicos más importantes que son tutelados por el derecho
penal, como la agresión organizada contra la vida, la salud
pública o la libertad sexual, presentan un origen y un desti-
no puramente material. Es obvio que estas redes criminales
no procuran atacar estos bienes jurídicos como una finali-
dad en sí misma sino como un eficaz instrumento para la
obtención de grandes beneficios económicos que agotan el
comportamiento criminal y, lo que es mucho más impor-
tante, que fortalecen, por variadas e inquietantes razones,
su impunidad. Lo que debemos resaltar, sin embargo, cuan-
do hablamos de dinero y de violencia desenfocada es que
hay aún una tercera dimensión mucho más inquietante en
el móvil económico discreto de numerosos y graves delitos
y es que, en ocasiones, una larga serie de infracciones que
protegen bienes jurídicos emergentes de un extraordinario
valor y que resultan fundamentales para que tenga lugar un
adecuado desarrollo social y para que cristalice el respe-
to efectivo a nuestros derechos fundamentales, encuentran
una fuente económica oculta y evidente pero que nadie se
preocupa de mostrarnos.
En esta relación mediata afloran numerosos ejemplos de
conductas criminales con móviles económicos singularmen-
te abyectos que no siempre son reflejados adecuadamente
en la actuación penal. Pervive una tendencia a disociar vio-
lencia y dinero en esta clase de delitos para dirigir nuestra
atención hacia el simple incumplimiento de la legalidad
administrativa. Pensemos en el incremento patrimonial de
aquellos promotores que vulneran de manera grosera el pla-
neamiento urbanístico, que destrozan la ordenación territo-
rial y que condenan nuestro entorno a un futuro ingrato y
limitado. Estas personas obtienen con su conducta, muchas

56
veces a costa de un endeudamiento familiar completamente
abusivo, un grosero incremento económico de sus beneficios
empresariales, expandiendo rentables situaciones de ilega-
lidad en casi todas las direcciones posibles. No pocas veces,
además, estas conductas criminales procuran la implicación
de terceros de buena fe para obtener sus propósitos y para
evitar el elemental efecto disuasorio de la demolición. Un
oculto móvil económico muchas veces anida –sirvan como
otros ejemplos– en las grandes negligencias sanitarias, en
el defectuoso funcionamiento de los servicios públicos que
alcanza relevancia penal, en los accidentes laborales produ-
cidos por el incumplimiento sistemático de la normativa en
materia de prevención de riesgos laborales o en la falta de
cumplimiento de las obligaciones sociales más elementa-
les para con los trabajadores más jóvenes o desfavorecidos,
muchas veces inmigrantes y muchas veces inmigrantes en
situación irregular, para obtener un mayor beneficio econó-
mico y generar distintas fórmulas de competencia desleal
o, incluso, podríamos recordar para encontrar otro ejemplo
algunas formas de violencia juvenil especialmente violen-
tas que se asocian a nuevas pautas de consumo o por el
uso desviado de nuevas tecnologías entre jóvenes y meno-
res, pautas de conducta promovidas poque generan gran-
des beneficios comerciales pero que resultan, en su reclamo
publicitario o en la irresponsabilidad de su planteamiento,
inmorales y completamente desaconsejables para la forma-
ción sentimental de nuestros hijos.
Siguiendo con esta cobardía de los ejemplos, las inves-
tigaciones policiales en situaciones de inducción coactiva
a la prostitución, conductas que –como es sabido– generan
un verdadero elenco delictivo, casi nunca o nunca conflu-
yen en explicar las fórmulas de blanqueo de capitales que,
por lógica, les deben resultar claramente consustanciales.
Hasta hace muy pocos años esta situación policial resultaba
impensable, como impensable sería en muchas ocasiones
–aún hoy– que funcionarios dependientes de la Hacienda
Pública acudieran al registro ordenado judicialmente de
uno de estos siniestros locales.
¿Por qué estas investigaciones rara vez se adentran en
conocer la oculta dimensión económica del problema? ¿A
qué obedece esta frecuente pasividad, esta patente descoor-

57
dinación, esta limitación en establecer los perfiles de críme-
nes tan graves como perjudiciales y reiterados?
Como podemos comprobar, no solo se alían, por tanto,
la codicia, el engaño moral y la violencia explícita para ro-
bar, extorsionar o para ocultar astutamente el dinero que ha
sido obtenido de forma fraudulenta. Otras veces los críme-
nes sustancian esta silenciosa alianza entre la violencia y
el dinero y se generan móviles que no son tan evidentes o
inmediatos sino profundamente meditados y casi ocultos al
hecho mismo de la investigación criminal. Es una forma de
violencia discreta que limita la respuesta institucional con-
tra la injusticia y que confunde, muchas veces, el sentido
que debe guiar nuestro esfuerzo para no convertirlo en un
lastre inútil y desalentador.
Estas agresiones no atentan solo contra determinados
bienes y su legítimo disfrute por determinadas personas o
entidades. Pensarlo es sostener una opinión adolescente y
trivial. Estos victimarios atentan contra todos, contra el cli-
ma que respiran nuestros derechos, contra el frágil orden
socioeconómico, un valor que no se puede identificar sin
más con una magnitud puramente material sino como un
valor inmaterial y básico para que persista el equilibrio fi-
nanciero en la adquisición de bienes de primera necesidad.
No podemos olvidar la ingrata la vinculación que puede
observarse entre la corrupción como una copiosa fuente de
violencia social que es canalizada a través del dinero. Las
conductas corruptas que tienden, por definición, a extender-
se y a trivializarse, terminan por distorsionar la vida social,
porque no sólo consiguen su propósito concreto, no solo
encuentran el premio transitorio de la riqueza. Lo peor es
la claudicación del orden y la legalidad, porque esta derrota
tiende a perpetuarse y a generar, tarde o temprano, graves
formas de violencia discreta que parecen no afectar a nadie
en particular pero que a todos nos limitan y agreden.
Debemos recordar, por último, que uno de los grandes
debates para el futuro de nuestros derechos es el tratamien-
to jurídico que debamos dar a los procesos especulativos
que están robando el futuro a nuestros jóvenes y condenan
a buena parte de la ciudadanía hasta los límites de la mar-
ginalidad. Este debate no debe prescindir del derecho pe-
nal. Tampoco debe abordarse con un criterio estricto que

58
reclame su intervención de una manera contraproducente y
desproporcionada. Lo esencial en este tiempo confuso que
debemos enfrentar es poner sobre la mesa las dimensiones
de este fenómeno y descubrir, de una vez por todas, esas
formas de violencia tan discreta que han podido ocultarse
durante demasiado tiempo a nuestro juicio.

59
LA FUERZA DEL DINERO
Por
AGUSTÍN GARCÍA CALVO
AGUSTÍN GARCÍA CALVO, filólogo, filósofo, poeta y dramaturgo; nacido en
Zamora (España) el 15 de octubre de 1926, se ha constituido con el paso de los
años en uno de los titanes de la intelectualidad española y europea, gracias a su
incansable y multidisciplinar actividad.
Realizó estudios de Filología clásica en la Universidad de Salamanca, don-
de se doctora con una tesis sobre Prosodia y Métrica antiguas. En 1951 ejerce
como profesor catedrático de instituto. En 1953 ocupa una cátedra de lenguas
clásicas en Sevilla y en 1964 se traslada a Madrid en la Universidad Complu-
tense (UCM), hasta que la dictadura franquista le separó de la cátedra madrileña
en 1965 junto a Enrique Tierno Galván, José Luís López-Aranguren y Montero
Díaz por prestar su apoyo a las protestas estudiantiles. Se exilió durante varios
años en París y, en 1976, fue restablecido en su cátedra, en la que permaneció
hasta su jubilación en 1992. Posteriormente fue profesor emérito por la UCM.
Pese a su jubilación su labor investigadora y sus publicaciones han continuado
sin descanso.
Como filólogo ha hecho importantes contribuciones a la lingüística general,
la prehistórica o indoeuropea, la grecolatina y la del espofcont (“español oficial
contemporáneo”). Sus obras más
destacadas en el ámbito de la filosofía son: Lecturas presocráticas I Razón
común. Edición crítica, Ordenación, traducción y comentario de los restos del
libro de Heráclito, Lecturas presocráticas II. Contra el tiempo, De Dios, Contra
la Realidad. Como gramático y lingüista son ya clásicos sus tomos sobre el
lenguaje: Del Lenguaje I, De la construcción (Del Lenguaje II),
Del aparato (Lenguaje III) y Hablando de lo que habla, por el que le fue
otorgado el Premio Nacional de Ensayo 1990. Acaba de publicar (noviembre de
2006) el Tratado de Rítmica y de Prosodia, de Métrica y Versificación, una in-
gente obra de más de treinta años de constante y laborioso empeño. Como poeta
ha publicado, entre otras obras: Canciones y soliloquios, Más canciones y soli-
loquios, Del tren (83 notas o canciones), Libro de conjuros, Ramo de romances
y baladas, Sermón de ser y no ser, Valorio 42 veces, Relato de amor y Bebela.
Su reconocimiento a las aguas del lenguaje corriente, el hablar desmandado
del pueblo, como únicas musas inspiradoras tanto de razón común como de
poesía, le ha llevado a adentrarse en las tradiciones orales popular en su intento
de imitar al pueblo. En ese empeño constante de liberar a la poesía de la escri-
tura, sacarla del libro y devolverla a la viva voz, recitando, declamando y hasta
canturreando los versos, siempre le ha acompañado la poetisa Isabel Escudero,
llevando ambos por los escenarios más diversos y ante públicos incontables,
sus vivos recitales: “Razones y canciones”. Su obra poética ha inspirado varias
versiones musicales, como las de Amancio Prada, Chicho Sánchez Ferlosio,
Antonio Selfa, Ciento Volando, Sine Die, Principe Galin, y otros cantautores...
Agustín García Calvo ha realizado traducciones y versiones rítmicas de
autores como Safo, Homero, Horacio, Sófocles, Aristófanes, Parménides, Lu-
crecio, Don Sem Tob, Shakespeare, Sade, Brassens, Belli y Valery. Por todo
ello recientemente ha sido distinguido con el Premio Nacional de Traducción
2006. Como dramaturgo, es autor de varias piezas de teatro, entre otras: Iliu
Persis, Feníz o la Manceba de su padre, Ismena, Rey de una hora y Baraja del
rey don Pedro (por la que recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática
de 1999), así como la comedia musical Bobomundo (2002) y Pasión (2006). En
la actualidad y desde hace más de nueve años celebra semanalmente su tertulia
política “Contra la Realidad” en el Ateneo de Madrid con gran asistencia y
participación de los concurrentes.

62
(Notas personales de la conferencia)

63
LA ESPECULACIÓN SOBRE
EL PETRÓLEO Y
EL MUNDO FINANCIERO
Por
BALTASAR MONTAÑO
BALTASAR MONTAÑO, nacido en Badajoz en 1971, es licenciado en Periodis-
mo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Unviersidad Complu-
tense de Madrid, y Máster en Información Económica cursado en esta misma
universidad. En 1996 comenzó su andadura en la Gaceta de los Negocios, en
la sección de Empresas. Se especializó en las áreas de información sobre te-
lecomunicaciones y nuevas tecnologías y pasó a la revista Dinero. En 1998
llegó al diario Expansión para ocuparse de estos temas y un año después pasó a
formar parte del equipo fundador de Nueva Economía, el suplemento económi-
co dominical que puso en marcha el diario EL MUNDO, en colaboración con
Expansión. Desde entonces, su trayectoria profesional se ha desarrollado en EL
MUNDO, siempre en la sección de Economía, primero como responsable del
área de telecomunicaciones y tecnología, y desde 2007 como especialista en el
sector energético y petrolífero.

66
H ACE unos meses, los organizadores de estas jorna-
das me propusieron que elaborara una conferencia
sobre la violencia desenfocada implícita en la in-
formación que nos llega sobre el petróleo y la gran especu-
lación que le rodea. Era a finales de julio y el barril de crudo
Brent (159 litros), el que se toma de referencia en Europa,
costaba 147 dólares y las gasolinas estaban por las nubes,
llegando a superar los 1,3 euros por litro. Especulación y
petróleo han sido conceptos inseparables desde 1973, año
en el que se produjo la primera gran crisis del oro negro
tras la guerra árabe israelí del Yom Kippur. Desde entonces,
ha existido una alianza no escrita cargada de complicidad
entre los países productores, las petroleras, los inversores
financieros y los países compradores, alianza que siempre
ha perjudicado, cómo no, al cliente final.
Los productores abren o cierran el grifo del petróleo en
función de como evolucione el precio y presionan los pre-
cios al alza para elevar sus ingresos, pero a su vez, las pe-
troleras también se aprovechan de esta situación, elevando
sus beneficios cuanto más caro está el barril.
Los inversores internacionales se frotan las manos mien-
tras el precio del crudo sube y, a través de complicados pro-
ductos financieros ligados al futuro, presionan aún más el
precio hacia arriba para poder embolsarse pingües renta-
bilidades. Pero los países compradores de petróleo y sus
gobiernos también son complíces de la subida, pese a que
la sufren. Bajo el mensaje de "la subida del crudo destroza
nuestra economía", no dudan en aprovecharse del alza de
las gasolinas con mayores ingresos por impuestos. Ése ha
sido el difícil equilibrio que los gobiernos han mantenido
y mantienen con su política hacia el alcohol, el tabaco y el
petróleo caro. Productos todos ellos malos, ya sea para la
salud o para los bolsillos de los consumidores, pero muy
saludables para las arcas públicas.
Todo aparece desenfocado y bien desenfocado en torno
al petróleo. Los productores culpan a los especuladores de

67
la subida, mientras manejan a su gusto el devenir de muchas
economías del planeta, sin trasladar luego a la población
los desorbitados ingresos que obtienen. Véanse los casos de
Venezuela, Irán, Irak, Qatar, Arabia Saudí y Nigeria, donde
los petrodólares siempre se quedan por encima de la línea
de flotación de los oligarcas, nunca por debajo.
Pero es que las petroleras desenfocan la realidad afir-
mando que se ven obligadas a subir las gasolinas cuando
sube el barril. Eso sí, cuando baja el precio del crudo, tar-
dan y mucho en recorrer el camino inverso, argumentando
que es muy difícil bajar los precios de la gasolina porque
los márgenes son muy estrechos. Creo que éste es un buen
ejemplo de violencia desenfocada.
Tampoco les van a la zaga los inversores internacionales,
los también llamados especuladores, que aunque no tienen
que dar explicaciones a la opinión pública, sí que no tie-
nen reparos en desestabilizar las economías con tal de que
suban las rentabilidades de sus futuros. Apuestan ingentes
cantidades de dinero a que el petróleo va a subir por enci-
ma de ciertas barreras (50 dólares, 75 dólares, 100 dólares),
contribuyendo así a que el precio suba más. Cuando expri-
men al máximo las subidas, no dudan en llevar la misma
dinámica especuladora a otros valores llamados refugio
como son el oro o las materias primas alimenticias. El valor
refugio es un eufemismo, una forma de definir amablemen-
te el destino de unas inversiones que peligran cuando cae
el petróleo. Entonces, el dinero fluye a toda velocidad a su
refugio, sea éste la soja, el arroz, el café o el cacao. Y aquí la
especulación sí que tiene efectos devastadores, porque pue-
de empobrecer a países enteros, intensivos en el consumo
de estos productos que pueden llegar a duplicar su precio
por el efecto de los especuladores.
Y qué hacen los Gobiernos mientras tanto, mostrarse in-
defensos ante el funcionamiento de un sistema de inversio-
nes globalizado que ya no conoce reglas ni fronteras, de ahí
que sea incontrolable. No se controló en tiempos de bonan-
za económica y ahora parece la causa de todos los males de
las economías mundiales.
El descontrol que ha existido en los últimos años, y es-
pecialmente en este 2008, sobre el mercado petrolero no es
más que uno de los eslabones de una cadena perversa que
ha sustentado la mayor especulación jamás vista en la his-

68
toria reciente y que parece ser la culpable de la grave crisis
económica mundial. La bola de nieve de la especulación fi-
nanciera ha sido imparable y ha contado con la inestimable
colaboración de los grandes bancos y los gobiernos, hasta
ahora supuestamente alejados de los especuladores. La vio-
lencia desenfocada a la hora de analizar las causas de la
crisis y las soluciones propuestas es digna de estudio por
sí sola, Se está haciendo un uso interesado y distorsionador
del lenguaje, de las medias verdades dosificadas estratégi-
camente en tiempo y forma. Los ejemplos están muy claros
en estos dos últimos meses.
Entidades financieras de todo el mundo, y especialmente
estadounidenses, han invertido durante años en productos
financieros de alto riesgo y han obtenido altísimas rentabi-
lidades. Estalla la burbuja inmobiliaria en EEUU y se des-
cubre que muchas de estas inversiones se habían realizado
en productos basura, en hipotecas basura. Ni los gobiernos
ni los organismos nacionales e internacionales de vigilancia
habían hecho la más mínima advertencia de lo que ocurría,
mientras los responsables de esas inversiones, los gestores
de esas entidades, acaparaban sueldos multimillonarios.
Comienzan a caer las inmobiliarias y las entidades finan-
cieras, declarándose en quiebra, y el Gobierno estadouni-
dense decide acudir en su ayuda con el dinero de todos los
contribuyentes.
En el país del neoliberalismo comienzan a aplicar-
se políticas socialistas, de nacionalización de las pér-
didas y problemas. El mundo al revés y el lenguaje
salta por los aires. El gobierno de Bush no duda en acu-
dir a los mensajes catastrofistas para justificar su polí-
tica intervencionista, de compra de bancos y entidades
inmobiliarias, porque si no lo hace el sistema financiero se
hunde. Los beneficios fueron para unos cuantos, las pér-
didas del sector financiero quedan socializadas entre to-
dos los contribuyentes para evitar el colapso del sistema.
Pero el efecto dominó es imparable y los gobiernos euro-
peos no tardan en apuntarse a la nueva moda: se comienza a
hablar del riesgo moral de dejar caer a los grandes bancos,
lo que supondría el colapso del sistema, así que la mejor
solución es destinar el dinero público a subsanar los errores
de los gestores de la banca. Se pervierte el lenguaje de tal

69
manera que los gobiernos son capaces de convencer a sus
opiniones públicas, incluidos los partidos de izquierda y los
sindicatos, de que no hay otra solución para evitar que se
produzca un corralito a la europea. Comienza el Reino Uni-
do con el banco Northern Rock y tras él la cascada. Los go-
biernos comienzan a sacar de sus manuales de demagogia
términos como "plan de rescate, peligro para el sistema, dar
estabilidad al sector financiero y no dejar caer los bancos
por ser pilares del sistema" para encubrir una política contra
la que llevan luchando más de una década. Hasta hace unos
meses, destinar dinero público a las empresas y bancos es-
taba perseguido por las autoridades europeas. Todo se había
privatizado y el Estado había quedado al margen, pero la
crisis financiera nos retrotrae a hace más de una década.
Ahora, al más puro estilo soviético, el Estado es el propieta-
rio de los grandes bancos, a los que destina cientos de miles
de millones de euros.
El efecto es perverso. Muchos altos directivos de bancos
privados han escenificado solidez financiera para posterior-
mente aceptar la ayuda del Estado. La solución ha contri-
buido a que los altos ejecutivos se dejen querer por el papa
Estado, que sale en su ayuda si hay problemas. Las Bolsas
no encuentran suelo en sus caídas y ahora los movimientos
especuladores se ceban no en las subidas sino en las baja-
das. Ha inversores oportunidas como fondos de alto riesgo
o hedge funds que apuestan no a que un valor suba, sino a
que se hunda y obtienen rentabilidad de ello. Entidades me-
dianas como el Banco Pastor o el Banco Sabadell han sufri-
do estas perversas estrategias inversoras que se enriquecen
a medida que el valor se hunde, a sabiendas de que si el
banco sufre problemas, el gobierno acudirá en su ayuda.
Jamás había sido tan fácil desenmascarar la realidad des-
enfocada que está generando una crisis económica y social
cuyas consecuencias son tan imprevisibles como el próxi-
mo paso que puedan dar los gobiernos para solucionarla.

70
LA CRISIS COMO NEGOCIO MEDIÁTICO
Por
RAMÓN REIG
RAMÓN REIG es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de
Sevilla y Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla.
Actualmente trabaja como profesor titular del Departamento de Periodismo II.
Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Sus campos de investi-
gación son Estructura de la información y la Historia de la comunicación.

Sus publicaciones más destacadas son:

Dioses y diablos mediáticos. Cómo manipula el poder a través de los me-


dios de comunicación. Barcelona, Ed. Urano, 2004.
Estructura y mensaje en la sociedad de la información. Sevilla, Merga-
blum, 2003.
La Comunicación en su contexto. Una visión crítica desde el Periodismo.
Sevilla, Centro Andaluz del Libro, 2002.
El éxtasis cibernético. Comunicación, democracia y neototalitarismo a
principios del siglo XXI, Eds. Libertarias/Prodhufi, Madrid, 2001.
Periodismo de investigación y pseudoperiodismo. Realidades, deseos y fa-
lacias, Eds. Libertarias/Prodhufi, Madrid, 2000.
Medios de comunicación y poder en España. Prensa, radio, televisión y
mundo editorial. Barcelona, Paidós, 1998.
El control de la comunicación de masas. Bases estructurales y psicosocia-
les. Madrid, Eds. Libertarias/Prodhufi, 1995.
La información binaria. Emotividad y simplicidad en el periodismo. Sevi-
lla, Asociación Cultural Gallo de Vidrio, 1994.
La mente global. Un estudio sobre estructura y análisis de la Información.
Madrid, Eds Libertarias/Prodhufi, 1994.
Sobre la Comunicación como dominio. Seis paradigmas. Madrid, Ed. Fun-
damentos, 1992.

72
Resumen introductorio

C UALQUIERA sabe que la crisis económica de


2008, como es de rigor, ha llenado la mayor parte
de los espacios de los medios de comunicación. La
crisis se ha apoderado de casi todas las secciones porque es,
en efecto, una demostración de la articulación del mundo
en red. Pero es la demostración de más parámetros que no
aparecen con tanta asiduidad en los medios. Por ejemplo:
La demostración innegable e irrefutable –por su eviden-
cia– de que hay poderes por encima de los que democráti-
camente eligen los ciudadanos.
El efecto dominó a partir de una zona de la llamada Tría-
da.
La mezcla de una crisis típicamente mercantil con el
añadido de la corrupción que, por el momento, se ha hecho
con bastante impunidad.
La demostración de que la estructura de poder mercantil
(la real, la “inmutable”) ha procedido a desarrollar manio-
bras de supervivencia ajenas a la lógica del mercado mismo
que ella impulsa.
El fracaso del mercado, a pesar de lo que afirmen sus
“apóstoles”.
El fracaso del llamado “capitalismo popular”.
El fracaso de la izquierda y los movimientos alternativos
en general.
La salida a la luz de lo que, por ahora, entendemos por
naturaleza o condición humana.
Consecuencia de todo ello es:
El miedo y la incertidumbre como factor de negocio me-
diático. No es la crisis en sí la que lleva al negocio y las
ventas sino el miedo y la inquietud que produce.
Vamos a empezar por entrelazar todos o casi todos los
puntos que se acaban de exponer.

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Crisis de 2008 y especie humana
Nunca se puede decir de este agua no beberé. He repe-
tido una y otra vez que el sistema de mercado actual no es
en realidad de libre mercado sino que es algo ficticio puesto
que el libre mercado “puro” llevaría a los seres humanos
a la destrucción, como casi ha hecho ya. Por otra parte, si
se aplicara serían los países que produjeran las mercancías
más baratas los que se llevarían el gato al agua, es decir,
en agricultura, por ejemplo, tendrían mucho que decir los
productos del llamado segundo y tercer mundo y las zonas
emergentes. Una vez que en Occidente elimináramos las
barreras arancelarias para, en efecto, aplicar el libre comer-
cio, se podrían vender objetos de calidad a precios asequi-
bles pero, a cambio, nuestra posición quedaría debilitada y
hemos de sobrevivir, de ahí el proteccionismo occidental
y el colonialismo, tan nefasto para unos pero positivo para
nosotros (y no pocas veces para los colonizados).
En esencia, el teórico libre comercio queda en manos de
quienes mandan en el mundo, no de quienes gobiernan, que
suelen ser súbditos más o menos sumisos de los propieta-
rios, sino de los que han construido el mundo tal y como es,
para bien y para mal. Y aquí hay que aplicar algo de filoso-
fía aunque sea de andar por casa. Si hacemos caso a Hobbes
y aseveramos que el ser humano es mezquino y egoísta, el
resultado es el que estamos viendo ahora, en los últimos
meses de 2008. Los EE.UU, grandes adalides del mercado
y del anticomunismo, están tomando medidas socialdemó-
cratas e incluso marxistas en alguna medida, nacionalizan-
do grandes empresas e inyectando más de setecientos mil
millones de dólares para que el tinglado no se venga abajo
y arrastre al resto del planeta. Algo similar ha sucedido en
Europa.
El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha
declarado que se ha visto a las claras la causa de la crisis
actual: EE.UU. Y es así, no caben medias tintas en ciertas
cuestiones, la causa sustancial son los EE.UU, luego habrá
que añadir los matices que se deseen por países pero el nú-
cleo del huracán está allí. Y el político del PSOE Joaquín
Almunia ha apuntado más hondo: la causa ha sido la ava-
ricia. Ahora el sistema trata de autorregularse, está llevan-
do a cabo una labor de saneamiento como hace el cuerpo

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humano cuando le entra un virus o una bacteria: provoca
una subida de la fiebre y envía a los anticuerpos a trabajar.
La diferencia es que el cuerpo humano destruye el virus o
muere en el intento y el sistema de mercado no destruye del
todo a los culpables de lo que ha sucedido a escala mundial
sino que echa mano del dinero público para barrer la basura
provocada por unos pocos sin purgar a fondo a esos pocos y
entonces la crisis, similar o distinta, se presentará de nuevo
en el futuro.
Ante ésta y otras evidencias, Marx dijo que no había que
reformar el mercado como hacen los gobiernos de las dos
derechas del mundo: la digamos conservadora y la socialde-
mócrata (la diferencia entre izquierda y derecha es aceptar o
no al mercado, según se desprende de la filosofía marxista)
sino que la solución era superar el mercado, el capitalismo,
es decir, destruirlo. Y no sólo por razones de disfunciona-
lidad económica sino porque lo reduce todo a mercancía,
incluyendo las consideradas manifestaciones espirituales
de los seres humanos (creación, religión...) así como a los
seres humanos mismos.
Marx creía que el socialismo y el comunismo no eran
algo que se votaba en las urnas sino que iba mucho más
allá: eran el resultado de la evolución de los seres huma-
nos que pasan de un estadio evolutivo inferior –el mercado
capitalista– a otro superior, el socialismo y el comunismo,
de la misma forma en que el esclavismo dio paso al feuda-
lismo y éste al mercado. La reflexión era y es atractiva y,
por supuesto, sobre ella cae todo el odio, la manipulación y
tergiversación de quienes mandan, que son, por otra parte,
quienes han leído más a Marx y de forma más seria para
aprender a no morir en manos de su avaricia desmedida.
Gracias a eso han soltado algo de sus intereses para que la
gente se sienta libre y democrática, han ideado una farsa
a la que llaman democracia, el mejor sistema de dominio
impulsado por un segmento dirigente en la historia de la
humanidad.
Esa avaricia originó guerras de religión y mundiales a
las que se le aplica un vestido de marketing emocional lla-
mado patriotismo, nacionalismo, cobardía si no se obedece,
existencia de maldad a la que combatir, etc., y así se presen-
tó ante la gente para persuadirla, amedrentarla y convertirla

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en rebaño que sigue unos sentimientos, unos mitos, unos
símbolos, renunciando a su libertad (eso es lo que por otra
parte han hecho los humanos siempre, por tanto, el caldo de
cultivo era adecuado).
El mercado sin violencia, sin miedos y sin guerras no
puede existir y lo que Marx anunciaba era lo contrario, por
tanto, era y es un elemento a batir por parte de los segmen-
tos que construyen la agenda del día en los (sus) medios de
comunicación. Marx y todo lo que se crea o que en reali-
dad responda a su herencia. Es natural, el humano egoísta
que ha construido el mundo –para bien y para mal– trata
de conservar su poder, su mundo, eliminando a los otros
humanos conscientes y convirtiendo al resto en masa o en
“masa fracturada”.
El fallo de Marx es que valoraba demasiado a la masa y
creía –tal vez– que el segmento social de la avaricia extre-
ma era poco menos que memo y se iba a dejar fagocitar por
una masa concienciada por el marxismo (que además antes
era analfabeta y ahora analfabeta funcional). Como se basa-
ba en Rousseau creía que el ser humano se había desviado
de su naturaleza por obra y gracia de “otros”. Y no es así
exactamente, lo que sucede es que lo que vemos en la masa
y en los señores de la avaricia que nos han llevado a esta
situación (y a la del calentamiento climático y a los paraísos
fiscales y a las corrupciones en la derecha, en la izquierda
y en el centro) es la propia naturaleza humana, lo que Marx
quería destruir no era en realidad al maligno sino al ser hu-
mano mismo que impulsa para su suerte y su desgracia a la
especie. Y cuando eso se ha llevado a término, con Lenin,
con Mao, con Fidel, etc., se han visto los resultados: a un
olmo no se le pueden pedir peras, no se le puede exigir al
humano que no lo sea. De ahí que los regímenes actuales,
inspirados en el marxismo, como los nuevos movimientos
en América Latina, no vayan a llegar a parte alguna a medio
plazo, salvo al mercado pero no a un estadio superior, por
ahora.
Porque ésa es otra. Hay contradicciones de hacia dónde
se dirige la naturaleza de la especie. Trotsky ya hablaba de
que el socialismo y el comunismo son propios de super-
hombres pero Nietzsche le diría que se olvidara de que eso
lo hiciera la masa, eso sería propio de una minoría, la masa

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se refugiaría en el cristianismo y en el propio marxismo
para no hacer nada o aplicarse la ley del mínimo esfuerzo.
Y así están las cosas, éste es el estado actual de mis co-
nocimientos, de mi encrucijada, no sé si alguien me puede
ayudar pero desde luego no me convence ya ni el pensa-
miento crítico actual que conozco porque se cree que la
gente va a despertar si se la educa cuando eso por ahora se
ha demostrado que no es así, despierta una exigua minoría,
el resto se acomoda, de acuerdo con la naturaleza más do-
minante, incluidos a los propios impulsores del pensamien-
to crítico, algunos de los cuales se tornaron y se tornan en
piezas del engranaje del mercado, sólo que su papel en el
gran teatro del mundo creado por los seres humanos es pre-
cisamente el de críticos, críticos que acaban por reforzar al
mismo sistema que critican porque lo legitiman al dedicarse
sólo a charlar sin actuar bajo ninguna articulación seria.
El fallo de base está en creer que lo que existe es –sólo–
obra de unos seres humanos malignos. No es así. Lo que
hay es obra del ser humano, por acción, omisión o falta de
evolución. Todos los seres humanos occidentales tienen la
oportunidad de acceder a fuentes de información y forma-
ción de lo que ocurre. ¿Por qué no lo hacen? Porque no lo
desean. Han sido informados de “lo que pasa” y “pasan”
de auto-educarse y formarse. Quienes lo hacen se llevan
el gato al agua pero, por regla general, se corrompen y ter-
minan en la avaricia, al tiempo que tiran del resto de sus
semejantes, no es la conciencia la que determina a la socie-
dad sino las condiciones sociales creadas por los humanos
quienes determinan la conciencia, dijo también Marx. El yo
no es dueño en su morada sino que existen elementos que
lo determinan, afirmó Freud.
Entonces hay que salir en ayuda del sistema que para
bien y para mal sustenta y hace posible la vida y la muerte
en el planeta Tierra, el que nos puede llevar a la subsis-
tencia, a la continuidad de la existencia o a la destrucción.
Quienes surgen para apoyar el sistema con el dinero público
son piezas esenciales del propio sistema, por eso no se aca-
ba de zanjar nunca el problema de fondo.
Pero el sistema también somos nosotros, por ahora, y
si es que nos da tiempo a ser algo más elevado evolutiva-
mente porque quede claro que el mercado es incompatible

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con una vida racional, sosegada, sin miedos y espiritual, he
ahí la esquizofrenia de quienes defienden, por ejemplo y a
un tiempo, el no al aborto, la dignidad humana, el mercado
y los EE.UU. El mercado es una situación de inmadurez
permanente, un juego con conceptos culturales erróneos
para el desenvolvimiento tranquilo y certero de la especie
porque se basa en la ecuación producción-creación de la
demanda (por cualquier medio)-consumo como fin último
y utilizando todos los resortes, ello sobre los pilares de la
competitividad paroxística y la insolidaridad. De ahí que
sea necesario seguir abundando en todo cuanto se acaba de
indicar y en esa dirección va este texto, consciente como
soy de que sólo una minoría puede aceptarlo en realidad
porque los escritores, intelectuales, etc. somos capaces de
arreglar el mundo en una mesa, delante del ordenador, pero
de la abstracción –imprescindible, necesaria porque es hu-
mana también y apunta alto, como ha sucedido en otros mo-
mentos de la Historia– a la realidad –posible o no, probable
o no– va una distancia que no invalida la acción nunca por-
que eso invalidaría una posible evolución.
Lenin, Fidel, Mao, tal vez Chávez, hicieron y hacen lo
que hay que hacer (no se puede permitir el abuso de unos
pocos contra los otros muchos) pero una cosa es eso y otra
que lleguen los momentos por evolución cuando tienen que
llegar. En teoría, eso sólo es posible desde el mercado pero
el mercado a su vez destruye y se defiende, de manera que,
si tal momento evolutivo llega, es porque se está dando en
estos instantes otro tipo de evolución acaso poco percepti-
ble en la especie humana. El mercado sería, a un tiempo,
pirómano y bombero, lo que no sabemos es cuál de los dos
personajes vencerá o si se producirá una síntesis a primera
vista imposible.
Tras la caída del muro de Berlín y la URSS ha habido
que empezar de nuevo y echar mano de otros vectores para
explicarnos qué ha pasado. A eso lo llamamos pensamiento
complejo. En ello estamos, en el problema que se enuncia
así: el problema no es que el mundo esté mal sino en cómo
ha llegado a esta situación, por qué, y si tiene arreglo.

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El miedo y el desvalimiento
La sociedad en red y su nueva economía producen miedo
o, al menos, inseguridad, temor, insatisfacción, frustracio-
nes, al tiempo que aumentan el fenómeno de la baja autoes-
tima. Se exige de los humanos que sean más que humanos:
superhéroes, hasta el punto de que no sólo los niños y jóve-
nes confunden realidad y ficción.
Eso de que un ciudadano occidental de nuestros días en
poco tiempo adquiere más conocimiento que cualquier súb-
dito o ciudadano pretérito en toda su vida, genera temor
porque encierra una incapacidad de descodificación de los
miles de mensajes que un cerebro puede recibir en un solo
día. No hay descodificación debido a la cantidad y a la ca-
lidad de los mensajes y a que el sujeto no posee la adecua-
da base formativa para absorberlos y/o interpretarlos, dado
que las metodologías sincrónicas se han ido borrando de los
procesos educativos o han sido reducidas a su mínima ex-
presión. El saber se ha sustituido por la utilidad inmediata,
los mismos alumnos universitarios acuden a jornadas y se-
minarios para obtener créditos académicos no para adquirir
conocimiento. El conocimiento no debe confundirse con la
acumulación de datos y papeles sino que tiene que ver con
la capacidad para enlazar las piezas de un puzzle.
Como esa capacidad escasea, aparece la inseguridad y
como en los medios de comunicación consideran que las
buenas noticias son las malas noticias y los enfoques es-
pectaculares, emocionales y no contextuales, el temor y la
inseguridad se convierten en miedo. Las causas profundas
de los acontecimientos apenas se abordan –como ejemplo
tenemos la crisis de 2008– y cuando se abordan se proyecta
sobre el ciudadano tal cantidad de datos que terminan por
“colapsar” su entendimiento. Llueve sobre mojado: muchos
datos caen sobre cerebros que o no están preparados para
recibirlos o sencillamente, teniendo las herramientas, no
desean utilizarlas para el conocimiento por pereza, por co-
modidad o porque la generalidad de los humanos se mueve
según el hemisferio derecho del cerebro, es decir, simplifi-
cando, el emocional. Sólo una de cada mil personas utiliza
el hemisferio izquierdo o racional. Este hecho se conoce
bien en el mundo de la comunicación a la hora de vender
noticias y de crear inseguridades y miedos de forma cons-
ciente o no.

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Sin embargo, sea como sea, llegue como llegue la in-
comprensión, lo cierto es que ésta genera un clima de lo
que Seligman llamaría desvalimiento psíquico. El miedo, la
confusión, la incomprensión y la impotencia ante lo que su-
cede conducen a una especie de hastío social, a una especie
de “depresión” generalizada, a la resignación que sólo en
aisladas ocasiones se rompe. La ausencia de ideas alternati-
vas al llamado discurso hegemónico, la falta de una minoría
organizada y realmente transgresora que dinamice a la so-
ciedad o a buena parte de ella, contribuyen a aumentar esta
falta de esperanza y este reinado del miedo.

Bibliografía
DELUMEAU, J.– El miedo en Occidente (siglos XIV-XVIII).
Una ciudad sitiada. Ed. Taurus, Madrid, 2002.
MARINA, J. A.– Anatomía del miedo. Un tratado sobre la
valentía. Ed. Anagrama, Barcelona, 2006.
MORA, M.– “Vivimos atrapados en el miedo”, en El País,
3-10-2008.
REIG, R.– El control de la comunicación de masas. Ba-
ses estructurales y psicosociales. Eds. Libertarias/Prodhufi,
Madrid, 1995.
— El periodista en la telaraña. Nueva economía, comu-
nicación, periodismo, públicos. Ed. Anthropos, Barcelona,
2007.

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ECONOMÍA RAZONABLE
PARA TODO EL MUNDO,
¡UNA SOLUCIÓN QUIERO!
Por
TACHO RUFINO
TACHO RUFINO Economista, profesor de la Universidad de Sevilla y colum-
nista habitual de los medios del Grupo Joly. Http://blogs.grupojoly.com/tacho-
rufino/

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Textos del blog personal de tacho rufino,
recomendados para abordar su conferencia.
http://blogs.grupojoly.com/tacho-rufino/

EL PERVERSO INFRASALARIO (13/2/08)

U N buen número de alumnos míos, al terminar sus


estudios universitarios, se darían con un canto en
los dientes por ganar mil euros (limpios; cuando
se trata de esas cantidades, hablar de “bruto” es casi ofensi-
vo). Y todos conocemos a gente que trabaja por cuenta ajena
desde hace un puñado de años y no llega a 150.000 pesetas
de las de antes (que a día de hoy serían unas 190.000, ya que
hace siete años que la moneda española dejó de existir y se
le puede aplicar entre un 20 y 25 por ciento de actualización
por inflación). Evidentemente, en la mayoría de los casos no
están bien pagados, y encima sufren en silencio cuando se
habla del mileurista como la base del escalafón salarial. No
es de recibo que una sociedad opulenta como la nuestra –¿o
no lo es?– pague salarios que no dan para independizarse
a gente con formación superior y cerca de los treinta años.
La brecha de los salarios con respecto a otras rentas (las
empresariales o las de inversión) es cada vez mayor. Sin
caer en la demagogia de afirmar que el crecimiento de los
beneficios empresariales debe traducirse en un inmediato y
lineal (proporcional) aumento de los salarios de los emplea-
dos, sí es cierto que tal divergencia no es conveniente para
el sistema, y omitamos la justicia social si queremos. Por un
lado, reduce la capacidad de consumo no suntuario de una
economía (la base de la máquina económica), al concentrar-
la en pocas manos. Por otro lado, amenaza a la clase media
–¿los nuevos pobres?–, piedra angular de nuestro sistema
económico y social (por lo menos, hasta ahora).

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DEL BOOM AL PLOF (20/2/08)
Las recientes debacles financieras de Contsa y Riverdue-
ro CAI han sido calificadas de diversas formas con diversa
intención magnánimamente, de ahogamiento por falta de
liquidez a pesar de las buenas perspectivas técnicamente,
de estructura piramidal de relojería y, sin paliativos, de
estafa. Pensar que unos vendedores trajeados y persua-
sivos en una calle principal de la ciudad, o unos señores
simpáticos –grandes manejadores de redes de contacto y
acontecimientos festivos donde despliegan sus anzuelos co-
merciales– pueden retribuir con unos intereses desorbitados
las imposiciones de unos dineros de origen más o menos
justificable es sencillamente insensato.
El ladrillo inflacionario, el mercado inmobiliario lleno
de aire, el boom de un sector que multiplicaba las inversio-
nes por arte de magia tienen su correlato en ciertos luga-
res comunes de los almuerzos, las reuniones familiares, las
saunas de gimnasio, la sombra de las sombrillas playeras o
las barras de bar: “compré sobre plano hace un año y acabo
de vender el piso, un bajo, sacándole el triple”; “mi cuñado
ha vendido el adosado de Zahara en 30 millones de pesetas
más de lo que lo compró hace cinco años”; “sale a cuenta
pedir dinero para invertir en Contsa, se paga el crédito solo
y te queda para vivir sobrado”.
De esta mitología popular a –cegados por la codicia, el
efecto emulación y el efecto riqueza de los economistas–
meter el dinero de cualquier color que tenemos o toma-
mos prestado en Contsa, Riverduero, Afinsa o Fórum (todo
sub-judice o pre-judice, pero todo similar según todas las
trazas), va un saltito. El pánico causado por el inminente
pinchazo del boom hace que algunos inversores pidan su
dinero, lo que deja sin liquidez a la mágica empresa inter-
mediaria que, con golfería por dilucidar, alarga el estallido
de una pirámide que no se sostiene: pagar altísimos intere-
ses a cuenta de rentabilidades inmobiliarias futuras, cuando
ya no se vende casi nada, y además tener que reembolsar el
capital de las inversiones, es demasiado.
Y... ¡plof!

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HUMO SOBRE COSAS IMPORTANTES (25/2/08)
El debate de Solbes y Pizarro ha servido de antesala del
de esta noche, que se dirime entre los dos candidatos de
facto a presidente de Gobierno. Aquél se fundamentó más
en lo técnico, éste de hoy, seguramente, discurrirá por los
habituales anzuelos emocionales, populistas, repleto de lu-
gares comunes y sólitas descalificaciones. La personaliza-
ción de un proyecto político en una persona no deja de ser
un síntoma de paternalismo que apoyamos en mayoría los
ciudadanos: ninguno de los dos es experto es economía, sa-
nidad, política internacional o justicia, y van a la tele a cara
de perro a soltarse píldoras, a dejar claro entre estudiados
aspavientos, poses, gestos y sonrisas cuáles son los ejes de
su campaña, aprobados por el aparato del partido a pro-
puesta de sus consultoras electorales: mensajes y principios
cortos para consumo de cualquiera, también los más cortos
(o, sobre todo, los más cortos). Un guiño a la inmigración
por un guiño a los que temen a la inmigración; una promesa
económica con puntapié presupuestario por otra; una muy
tolerante muestra de comprensión a los obispos para hacer
patente que te quiero a ti, anticlerical, por una clara muestra
de que la Iglesia tradicional es unos de mis viveros de vo-
tos. Después, al día siguiente, el veredicto de la victoria y la
derrota o el empate, y la traslación mágica de estas aprecia-
ciones agregadas en instantáneas encuestas que indican una
variación en las intenciones de voto. Todos a opinar: tertu-
lianos, informativos, analistas, camaradas de barra, taxistas.
Yo incluido, aquí y de antemano. El morbo, desde luego,
no se le puede negar al debate Zp-Rajoy. La utilidad para
aclarar posturas y fijar compromisos realistas, sí se le puede
poner en duda. Y mucho.
Pero más allá del morbo, prefiero a dos técnicos deba-
tiendo (uno de ellos, todavía más empresarial y desubica-
do, y menos político), como Pizarro y Solbes. Dentro del
inherente eco y el batiburrillo, el hablar con un marco de
referencia hace que la pelea parezca menos un debate sobre
cualquier cosa de los que se dan en cualquier bar o plaza de
pueblo: argumentos saltarines, inconsistentes, que quedan
en el aire sin escucharse, arteros, para pasar el rato. Humo
sobre cosas importantes que no deja ver a éstas con clari-
dad.

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EL LADRILLO HACE LAS MALETAS (3/3/08)

El negocio de la promoción inmobiliaria busca salidas a


la situación de atonía y, en ciertas áreas, de parálisis en que
se encuentra desde hace unos meses. Aunque oficialmente
la industria (Endesa, Repsol y otras) está arriba en el rán-
king de principales empresas andaluzas (o en Andalucía), la
realidad es que nuestro tejido económico es básicamente de
servicios y asociado a la construcción. Y ante el panorama
interno, nuestras empresas hacen las maletas. A eso se llama
hacer de la necesidad virtud. De hecho, la inmobiliaria es,
junto con las energías renovables, el motor de nuestra ex-
pansión internacional: 75 de cada cien euros invertidos fue-
ra se dedican a este sector). Según informaba Rocío Martín
en este medio hace unos días, la inversión andaluza en el
exterior se ha multiplicado por tres de septiembre de 2006
a septiembre de 2007 (dato más reciente). La cara triste de
esta noticia que, dadas las circunstancias, debemos conside-
rar positiva es que las perspectivas económicas nacionales
–unidas a la escasa productividad y el relativamente alto
coste laboral (?)– no ayudan a convertirnos en un destino
deseable para invertir. Por cierto, el desaparecido Pizarro
tiene como uno de sus objetivos programáticos en caso de
acceder al Gobierno el de multiplicar dicha inversión ex-
tranjera en España. Esto también tiene una cara oculta o
implícita: los deslocalizadores de industrias y servicios, las
grandes empresas multinacionales, valoran como apetitoso
un destino en el que los costes laborales y la conflictividad
es baja. Si quieres dinero de fuera, debes darle gusto y con-
tener los salarios. ¿O cómo si no?

PROLETARIOS DEL XXI (25/3/08)

Creo que no hay muchos asuntos tan cruciales para el


futuro de nuestro modelo económico (con todas sus mani-
festaciones, contradicciones y versiones) como la disminu-
ción del peso de las rentas salariales y, consiguientemente,
la creciente polarización entre ricos y pobres, o entre ren-
tas del empresariales o del capital y rentas del trabajo por
cuenta ajena. El mileurismo es una manifestación de este

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fenómeno que, en España, es más acentuado que en nuestro
marco de referencia. Esta preocupación ha dejado de ser
cosa de “izquierdistas que no se enteran de qué va la cosa”
para convertirse en una preocupación también para econo-
mistas liberales, estadounidenses miembros del mismísimo
Partido Republicano y, por supuesto, políticos preocupados
por la deformación de una máquina de producción y consu-
mo que, a golpe de desregulación e inmigración, ve como
los consumidores tienen cada vez menor capacidad, con-
virtiéndose en una segunda oleada proletaria, pero en casa
adosada, se me ocurre decir. (Pueden ver mi opinión en “Jo-
ven y sobradamente tieso”.)
Sin embargo, es muy común entre analistas de prestigio
aludir, para que España siga creciendo y no se ahorque, a la
necesidad de ser más competitivos laboralmente, siguiendo
en la senda de la reforma estructural o desregulación labo-
ral. Un articulista de esta casa, el brillante Santiago Carbó
(profesor de Economía en Granada y recientemente ficha-
do por la Reserva Federal estadounidense recientemente),
explica los motivos para alinearse con esta postura en un
artículo suyo del pasado sábado.
En este mismo orden de cosas, recomiendo la lectura de
“La desaparición de la clase media”, breve y brillante li-
bro del periodista Massimo Gaggi y el empresario Edoardo
Narduzzi.

ÉCHALE UNA COPITA AL PARO, MANUÉ (7/5/08)


Con mayor o menor calidad en el contenido del trabajo
y con menor o menor salario, podría citar a un buen núme-
ro de personas de mi entorno personal que, de parados de
larga duración o crónicos, han pasado a estar empleados en
los últimos años. Particularmente, mujeres. Esta estadística
es sin duda subjetiva, pero no lo son las del INE: el paro
en España ha sufrido un descenso históricamente drástico.
Como digo, la precariedad y el infrasalario abundan, pero
la población tasa de empleo ha crecido tan notablemente
como se ha reducido la de desempleo. Pero esto ha tocado
a su fin, y ambas tasas comienzan a comportarse en sentido
inverso. El aumento del paro es la auténtica bestia parda de

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la economía y de los presupuestos públicos, a la vez conse-
cuencia y causa de la crisis.
Nosotros, mientras, acabamos de salir de la Semana San-
ta, la Feria y en este mes tenemos casi tantos puentes como
el río Sena. Acabo de disfrutar en un atasco monumental
en Sevilla, en plena hora de ir a trabajar, porque hay una
procesión de carretas rocieras, como ayer y como mañana.
Asistiremos resignados a otras tantas en la vuelta, con el
personal carretista ya más desmadejado. Van llenas en ple-
no miércoles, la policía las escolta y les franquea el paso.
Los que van a trabajar, que hubieran salido de madrugada,
o que digan que están muy mailitos y se queden en casa: la
fiesta, la tradición y la esencia alegre de nuestro pueblo son
prioritarios.
Si los mayores somos ya caso perdido, ¿qué podemos
hacer por los niños andaluces, que ven como en la recta
final del curso sólo hay estímulos para no pegar ni clavo,
empezando por los horarios escolares salpicados de fechas
en rojo? Que viene el paro... pero ¡no a por nosotros, caram-
ba, echa ahí una copita!

LA BANCA EN LA DIANA (26/5/08)

Ayer, en Negocios de El País, se publicó una sustancio-


sa entrevista al vigente Tío Gilito, Warren Buffett. Para el
hombre más rico del mundo –y más solidario: ha donado
gran parte de su patrimonio a la Fundación de Melissa &
Bill Gates, con la condición de que Gates abandone la pre-
sidencia ejecutiva de Microsoft y se dedique a la funda-
ción–, “la banca es culpable” de la crisis.
También en la misma semana pasada, se publicó un ex-
celente reportaje en TheEconomist sobre el futuro de la ban-
ca. Dentro de la colección de artículos que componen este
survey, hay uno elogioso acerca de los controles sobre la
banca española, un modelo a seguir a tenor del reportaje.
La mayoría de los comentarios que encuentro en foros y
blogs son tremendamente negativos con respecto a la ban-
ca, con su responsabilidad en la crisis y con sus beneficios
superlativos.

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65 HORAS: CANGREJOS POR LA FLEXIBILIDAD (15/6/08)
Muchos creíamos, en nuestro despiste, que la jornada
laboral española era de una media de 40 horas semanales,
aunque en realidad es de un “máximo” de 48, con cierta
variabilidad según el sectorde actividad. Hubo un tiempo
pasado no remoto en que se habló seriamente de las 35 ho-
ras semanales, no sólo en España, sino en toda la UE. Eran
sin duda otros tiempos: los tiempos de bonanza tienden a la
mejora social; los de crisis, a lo contrario: el mantra de la
flexibilidad y la reforma estructural ataca de nuevo desde
muchos frentes. Quizá a usted también le haya sorprendido
el proyecto europeo (sobre todo auspiciado por los ingleses,
los padres del fin de semana a mediodía del viernes: ellos
siempre llevando la contraria en su “splendid isolation”) de
aumentar el horario laboral hasta un máximo de 65 horas
mensuales. Seguramente alguien habrá pensado que el Día
de los Santos Inocentes había cambiado de invierno a vera-
no. Otros, en diversos medios –progresistas y conservadores
por igual– la han llamado “broma de mal gusto“, “bofetada
al sentido común” o nueva ofensiva de los ingenieros so-
ciales del “laissez faire” versión ”hard core“ (disculpen el
alarde políglota).
Aunque tiene un arsenal de razones que pretenden jus-
tificarla, la medida va sin duda en contra de los logros so-
ciales obtenidos en Europa durante, podemos decir, siglos.
Se trata de sortear y puentear la negociación colectiva, de
potenciar la negociación individual trabajador-empresa y
de liberalizar las horas extras, hasta niveles salvajes, como
sucede con los médicos y sus guardias.
La conciliación familiar y laboral comienza, pues, a ser
considerada un exceso derivado de las vacas gordas, un pri-
vilegio que nos hace “poco competitivos” frente a las eco-
nomías emergentes. Como cangrejos sociales amparados en
la sacrosanta máxima de la flexibilidad laboral, caminamos
para atrás si esta iniciativa va para adelante. A mí me salen,
con 65 horas semanales, la bonita cantidad de más de nueve
horas diarias todos los días de la semana, del mes y del año.
Los nuevos garimpeiros, la economía de guerra con el ejér-
cito de la mano de obra siempre de guardia... tras dudar un
minuto, escribo la palabra esclavitud, aunque ésta sea ne-

89
gociada vis-a-vis, asumida como Fernando Fernán Gómez
que no deseaba ser manumitido en la película Stico. Sin
llegar a este extremo –sobrevolando lo demagógico, ok– sí
cabe recordar otras fabulosas películas que nos recuerdan
cómo hemos llegado hasta aquí (Tiempos modernos, No-
vecento).

POR QUÉ SUBE EL PETRÓLEO (3/7/08)


Ah, el petróleo... Carísimo, encareciéndolo todo a su
vez. En ese mercado global y con zonas tan oscuras como
la propia brea, cada agente tiene su propia interpreteación
de los hechos. Aquí van unas cuantas, agentes aparte:
Interpretación ortodoxa e irrefutable: mayor demanda
por la incorporación al sistema de producción y consumo
occidental de los páíses emergentes, básicamente China e
India. Como la oferta no se incrementa en la misma propor-
ción, el precio sube. Pero eso no lo es todo.
Con una bolsa a la baja e inestable, el petróleo se ha
convertido en un valor refugio de los capitales que circulan
por el globo. Se compra físicamente o en operaciones a fu-
turo, de la misma forma especulativa –o sea, comprar para
revender con plusvalía, de forma similar a las operaciones
de bolsa– que se hace con otras materias primas. Los fon-
dos de inversión también invierten en petróleo, con lo que
la presión sobre los precios es muy grande, y se inflan de
una manera artificial: la burbuja petrolera, cuya existencia
afirma el ministro Sebastián (y niegan Repsol, BP, Shell y
otras petroleras)
Las operaciones Over the Counter, que son opacas, pa-
ralelas a los mercados habituales, con compras y ventas
directas entre empresas del mismo o diferente país (Esta-
dos Unidos y Reino Unido, básicamente, que así puentean
sus respectivas restricciones normativas). Se dice que este
tipo de operaciones no son “especulativas” y legales, sino
“manipuladoras”: maquinaciones para alterar el precio de
las cosas. Tiene los acérrimos defensores de la libertad de
movimientos del capital, siempre de guardia. Estados Uni-
dos se plantea intervenir en estas timbas de tiburones sin
nombre ni rastro.

90
La Guerra de Irak que, aparte de dificultar la distribu-
ción, evidentemente deja en fuera de juego una producción
importantísima, disminuyendo la oferta y encareciendo,
pues, el precio. Es curioso que esto no se suele mencionar
como causa de la inflación petrolera.
Yukos, la principal petrolera rusa, está enfrentada al hie-
rático e inquietante Putin, que quiere destruir la compañía.
Su producción se resiente, menor oferta que la natural, de
nuevo: presíón al alza de los precios. Las plataformas del
Mar del Norte bombean menos crudo cada vez; Venezuela y
Arabia Saudí tienen infraestructuras extractivas obsoletas:
otras mermas en la oferta, ante una demanda disparada.
Estados Unidos consume cada vez más, a lo bestia. Ade-
más, acumula stocks de su producción nacional y compra
fuera desaforadamente. El impacto medioambiental de su
modelo de producción y consumo –dependiente del petró-
leo como ninguno– es enorme.
Y, en fin, las expectativas de que es escaso el crudo y va
a subir, que estimula las operaciones financieras a futuro
mencionadas más arriba. La globalización, en este caso, no
ayuda.
¿Apunta usted alguna otra causa? ¿Qué peso concede a
cada una de ellas?

SEÑORAS Y SEÑORAS, LA RECESIÓN (10/7/08)

Era de esperar –un secreto a voces, un tabú–, lo que su-


cede es que no se la esperaba tan pronto: la recesión ha
venido y nadie sabe cómo ha sido. La pasión terminológica
que –¿cortina de humo?– el Gobierno ha conseguido con-
tagiar a la población ha permitido que asistamos a debates
de barra y máquina de café en los que unos nos corregía-
mos a otros: qué esto no es crisis (situación caracterizada
por una caída significativa y larga en el nivel de actividad
económica de un país o región. También se usa el mismo
término para referirse a situaciones de alto desempleo o de
alta inflación), que es aterrizaje suave, o sea, desceleración
(proceso de disminución transitoria del ritmo de crecimien-
to de una magnitud económica, y que se manifiesta porque
en un período dado la tasa de crecimiento es menor que en

91
igual período inmediatamente anterior); que en puridad esto
es una corrección económica (una recesión breve) o ajuste
más o menos intenso, o que tras esto no hay más que el
determinismo del ciclo económico. Según dijo el altísimo
Galbraith, las diferencias entre estos términos no son más
que de intención... de intención de alarmar o calmar a la
población.
Como acaba de advertir en primicia el BBVA con los
datos del último trismestre, si el crecimiento del PIB era
cada vez más pequeño y ha llegado a no ser crecimiento en
absoluto, estamos en crecimiento cero (el término es como
decir “lluvia seca”, pero es el que es), y como nada invita
a pensar que la tendencia vaya a revertir a corto plazo, es-
tamos a las puertas del crecimiento negativo (éste es aun
más eufemístico). Según las escuelas y los países, para que
el crecimiento negativo se convierta en recesión sólo hace
falta que lo sea durante un tiempo: un año para los europeos
en general, seis meses para los estadounidenses...
Botín y el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Oca-
ña, dicen que es una gripe o un catarro. Pero hace meses que
asistimos a una cantidad de diagnósticos y pronósticos que,
de manera inmediata, son desmentidos por las estadísticas.
O sea que hacer acto de fe en nuestros líderes políticos y
económicos, la verdad, son ganas de engañarse. Mientras,
la crisis convive con nosotros desde hace meses, y muestra
él síntoma más palmario de ser tal crisis: un aumento nota-
ble y continuado del paro.

LA PÉRFIDA ESTANFLACIÓN (24/8/08)

En tercero de carrera, allá por el año 84, se convirtió


en algo recurrente la palabra “estanflación” en las clases
de Estructura Económica, que entonces impartía en la Uni-
versidad de Sevilla el profesor Vallés Ferrer. Con su gran
parsimonia y su marcado acento catalán, nos descubría
que un cuadro clínico caracterizado por el estancamiento
económico o la recesión (o sea, no crecimiento o decreci-
miento del Producto Interior Bruto de un país durante dos
trimestres seguidos), la inflación (crecimiento sostenido de
los precios al consumo, deteriorando el poder adquisitivo

92
de las personas del país, y también deteriorando la capaci-
dad competitiva de ese país con respecto al exterior) y el
desempleo. Tres variables nocivas para la economía, causas
y/o consecuencias unas de otras de manera más o menos
directa. La estanflación –una adaptación del término inglés
stagflation, a su vez una mezcla de “stagnation” (estanca-
miento) e “inflation”– venía a tirar por tierra las certezas de
la llamada Curva de Philips, que establecía que cuando se
intenta controlar la inflación, el desempleo tiende a subir.
Hay que elegir, pues.
O sea, según Philips, para combatir el paro hay que to-
lerar cierta inflación. Y resultaba que, en ciertos periodos
como aquél de las clases de Vallés y en otras fases cíclicas
anteriores, no sucedía así: podía haber alta inflación, inca-
pacidad para reducirla, paro rampante y –gallina o huevo–,
estancamiento o recesión de la actividad económica gene-
ral. Más o menos como ahora, tras unos veinte años en los
que el palabro ha estado en el desván cogiendo polvo.
Se me ocurren dos expresiones cliché en este orden de
cosas: “la estanflación ataca de nuevo” y “la estanflación ha
venido y nadie sabe como ha sido”. Y no les falta razón a
los tópicos.

SERENGETI WALL STREET (28/9/2008)

“No la toques ya más, que así es la rosa”. Éste poema de


un solo verso fue escrito por Juan Ramón Jiménez y, aunque
desconozco su poesía –y la de tantos otros–, debe de venir a
sugerir el deseo de simplicidad, de autenticidad. Pero se me
ocurre proponer una pirueta y, con la indulgencia de la líri-
ca militante, traer esta frase a colación del debate que hoy
ocupa las páginas y las ondas, no sólo las especializadas en
economía (por cierto, a la fuerza ahorcan y la economía está
totalmente in, y no es raro que un camarero te pregunte qué
es la crisis financiera mientras te arrima la media tostada).
Si la rosa es el sistema de libre mercado o capitalista, el
debate de la semana ha girado sobre si hay que tocar la rosa
(intervenir en el mercado para intentar salvarlo y prevenir
el efecto dominó que alcanzará a la periferia) o dejar a la
rosa virgen (dejar pasar, y esperar la renovación y la catarsis

93
guiada por la invisible mano autorreguladora del mercado).
El debate es casi filosófico y esencial. Entre la ingenuidad
tral-larí tral-lará y el negro pesimismo misántropo, puede
que esté la virtud de ver el panorama con moderado opti-
mismo, de forma objetiva –la objetividad, ese mito–, sin
apasionamiento. O sea, sin optar por el extremo de “no to-
ques a la rosa” ni por el contrario de “mira que te lo tengo
dicho”, que el capitalismo es salvaje por naturaleza, y en el
Serengeti de Wall Street, más.
En estas páginas han podido ustedes seguir opiniones
que han venido tratando de forma amablemente rigurosa el
asunto: Ferraro, Velasco, Aurioles, Ruiz de Mansilla, Hidal-
go... Con distintos puntos de vista y creencias, se ha debati-
do de forma privilegiada el porqué de las cosas y las crisis,
el agotamiento o reciclaje de nuestro paradigma económico
planetario, el futuro del modelo internacional y del patrio,
las vías de escape y la necesidad de intervenir por parte de
lo público; su intervencionismo –mejor que keynesianismo,
otra palabra sacada del baúl de los recuerdos– o inhibición
ante los batacazos y naufragios. Se han escuchado coros al
estilo supporter futbolero, cantando sincopadamente “dón-
de están los neoliberales, que no los veo”, y también valien-
tes defensas del modelo liberal frente los aserradores del
árbol caído.
Parece innegable que el golferío, la exhuberancia orgiás-
tica y la eclosión de cientos de michaeldouglas enfebrecidos
por el oro fácil, todos haciendo de Gekko en la Wall Street
de Oliver Stone, puede haber causado daños irreparables a
muchos países, empresas y particulares, empezando por la
propia Gran Manzana neoyorquina. No sabemos con certe-
za quién porta el VIH financiero. Aunque, respiremos: “Te-
nemos el mejor sistema financiero del mundo”. Modesto,
bájate del árbol, que se va a subir el presidente Zapatero.
Esto se escribe a las cuatro de la tarde de ayer, y es posi-
ble que el temporal provoque otro botavarazo y otro cambio
radical en la cuestión, pero parece que Bush va a lanzar el
salvavidas a los malos de la película, no porque él sea tam-
bién malo –que lo será–, sino, como suele decirse, “en evi-
tación de males mayores”. Quiere tapar agujeros, intevenir,
prestar dinero y dar capital para parar la sangría de entida-
des gigantescas que se van a pique. Se ha vuelto interven-

94
cionista. Un rascacielos que cae hace mucho daño, incluso
en lugares lejanos. En apariencia de forma muy poco ameri-
can way, quiere meter en los agujeros negros de la finanzas,
a fondo perdido, lo que dejará de gastar en escuelas, sani-
dad, medio ambiente o infraestructuras de Nueva Orleans
–¿en ejército y guerra?–, y lo hace en contra de la opinión
de sus hermanos republicanos. Yo, humildemente, creo que
no sabe qué hacer. No sabemos cuánto va a durar esto, ni
si el barbecho quemado traerá una nueva fertilidad o si el
caballo de Atila eliminará la posibilidad de que brizna algu-
na vuelva a crecer. Lo que sí sabemos es que la selva no es
buena para los humanos.

UNA FÁBULA CONTEMPORÁNEA (16/10/2008)


Lo que voy a contar es cierto. Conozco el caso. Él es un
infraempleado español al uso: carrera, dos idiomas y me-
dio, un mastercillo, con algo más de mil euros de salario
limpio al mes. Mil quinientos el mes que más cobra con los
variables. Como suele decirse, es de “extracción humilde”
y sus padres tienen todos los ahorros diluidos en los tabi-
ques de la casa que habitan. Él es un chico inteligente, in-
dependiente, con ganas de vivir. Le gusta eso que llaman la
bohemia: codearse gente con aspecto alternativo, de ideas
progresistas sin dolor ni riesgo, leer a Charles Baxter, al-
quilar a Truffaut para preparar el espíritu con los amigos
antes de lanzarse a los garitos desde el jueves noche. Por
estas razones y otras aspiraciones, y animado por sus padres
que le dicen que “alquilar es tirar el dinero”, nuestro hom-
bre joven decide comprar una casa hace cosa de dos años.
Él es típico caso de quien se queda con la escoba en la mano
o sin silla donde sentarse en el juego de marras. Resumo su
panorama: sus padres lo avalan, se apresura a comprar una
casa en una promoción de la que se ha vendido menos de
un diez por ciento (han desmontado la casetilla de ventas y
la propia casa piloto: su urbanización parece sacada de una
película de post hecatombe nuclear), dedicaba al principio
el 80 por ciento de su precario sueldo a pagar la hipoteca
(con las subidas de intereses, es prácticamente el noventa).
Se puede decir que su casa vale a día de hoy en el mercado

95
menos de lo que le queda por pagar de préstamo hipoteca-
rio. Quiere meter estudiantes en casa, pero los estudiantes
no quieren vivir allí, a la sombra de un hipermercado de
periferia. Le acaban de decir en el trabajo que vaya buscán-
dose la vida en otro lado. Omito la moraleja. Bonito plan,
en cualquier caso.

96
EL TIMO DIARIO
Por
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA, responsable de Comunicación de FACUA

98
E L mercado, el sistema capitalista y lo que en los
países de nuestro entorno se ha venido a llamar la
sociedad de la opulencia se perpetúan gracias a la
invitación al despilfarro irracional, la manipulación de los
consumidores para que conciban la felicidad y el éxito como
sinónimos de consumo, compra, acumulación de bienes y
ostentación de los mismos.
En nuestro momento histórico y entorno socioeconómi-
co, el mercado ya no se limita a fabricar productos para
satisfacer las necesidades de los consumidores. Más bien,
su objetivo es “fabricar” consumidores que adquieran los
productos. Cuando (y donde) las necesidades básicas están
colmadas, el mercado crece y se enriquece haciendo creer
a los consumidores que necesitan más productos, más ser-
vicios, para alcanzar una felicidad utópica a la que nunca
llegarán porque siempre seguirán “necesitando” comprar,
acaparar y ostentar más bienes.
Pero para lograr esa manipulación en la conciencia y por
ende en el comportamiento de los ciudadanos, es necesario
montar una estructura comunicacional en la que, a todos los
niveles, el Dios Consumo sea venerado sin que se surja la
más mínima noción de pérdida de libertad. Se trata de hacer
creer a los consumidores que sus decisiones son suyas y que
nada ni nadie les ha teledirigido hacia ellas.
Un sistema que se nutre de los grandes medios de comu-
nicación de masas, que difunden no sólo la publicidad de los
productos y servicios, sino también un discurso claramente
socializador en el que la felicidad siempre está aparejada al
consumo y ostentación de productos y servicios.
Este modelo de sociedad basado en la invitación al con-
sumo irracional resulta de por sí una agresión, un acto de
violencia, contra el individuo, ya que su discurso tiene tanta
fuerza que logra privarlo de libertad real y le aporta una
falsa noción de libertad. El ciudadano, el consumidor, cree
que es él quien toma las decisiones libremente, sin percibir
que éstas son fruto de una manipulación tanto puntual (la

99
que le lleva al acto concreto de compra, con una publicidad
que ensalza virtudes, algunas falsas, del producto, mientras
que oculta ciertos defectos), como global (la que le hace
creer que los bienes le aportan felicidad sin advertirle que
el gasto excesivo conlleva falta de ahorro, endeudamiento
y, finalmente, angustia e infelicidad).
Pero junto a la manipulación global que sufren los con-
sumidores en esta sociedad de la opulencia, están los actos
concretos, cotidianos, en los que padecen abusos y fraudes
de empresas y la desprotección por parte de los poderes pú-
blicos ante éstos. Ésta otra agresión es, quizás, más percep-
tible por el consumidor de a pie, más frustante, sobre todo
si no se decide a responder a la violencia del mercado, del
sistema, entrando en acción, rebelándose y luchando por
que sus derechos sean respetados.
La tipología de agresiones del mercado contra los consu-
midores es muy amplia y variada. Pongamos algunos ejem-
plos:

Junto a las cometidas por las empresas (o administracio-


nes públicas que también prestan servicios), están las agre-
siones de los poderes públicos en el ámbito del Consumo:
Agresiones mediante la falta de un control suficiente del
mercado, para evitar o actuar contra los abusos y frau-
des garantizando la protección de los consumidores.
Agresiones fruto de la lentitud y ausencia de respuesta a
las denuncias que plantean los consumidores contra
las empresas que cometen irregularidades.
Agresiones basadas en negar a la sociedad civil y sus
organizaciones representativas niveles importantes
de participación en la vida política, en las decisiones
sobre la elaboración y aprobación de normas que re-
gulen el mercado, así como en el control del mismo.
Agresiones mediante la promulgación de normas (leyes,
reales decretos..) en las que la protección de los con-
sumidores resulta insuficiente.
Agresiones a través de la falta de medidas que garanti-
cen el control del cumplimiento de las normas que
regulan el mercado.
Agresiones a través de la discriminación y la negativa
a potenciar a organizaciones ciudadanas combativas,

100
críticas e independientes del poder y del mercado, en
paralelo al apoyo a otras que son complacientes con
los gobernantes y que se pliegan a sus intereses.

La respuesta necesaria a los abusos, las agresiones, del


sistema, es la toma de conciencia del ciudadano de que
debe ser un consumidor crítico, reflexivo, que debe intentar
evitar la manipulación y, sobre todo, que ha de actuar contra
esas prácticas autoorganizándose.
Si la respuesta de los trabajadores a los abusos de las em-
presas son los sindicatos de clase, la de los consumidores
son, o deben ser, las asociaciones de consumidores. Se trata
del mismo ciudadano que se autoorganiza en dos modelos
de organizaciones, una para proteger sus intereses como
trabajador, otra para protegerlos como consumidor.
En los próximos capítulos expondremos la historia de
ese movimiento de consumidores en el mundo y en Espa-
ña, el caso concreto de FACUA-Consumidores en Acción
y su modelo e ideario, así como algunas nociones sobre lo
que para esta organización debe ser un consumidor crítico
y reflexivo.

ORÍGENES E HISTORIA DE FACUA Y


SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO DE CONSUMIDORES

Para hablar de los orígenes y la historia de FACUA es


necesario hacer una aproximación a los propios orígenes y
al desarrollo del movimiento consumerista en el mundo y
en España, todo ello para situar el marco en el que se pro-
duce el nacimiento de nuestro proyecto consumerista y las
condiciones que han podido influir en su propio origen y
desarrollo.

Orígenes del movimiento consumerista en el mundo y en


España
Las organizaciones de consumidores nacen como un
movimiento social natural de autodefensa de los propios
ciudadanos para intentar hacer valer sus derechos de for-
ma colectiva frente a productores y comerciantes. La teoría

101
económica ha ido denominando como consumerismo a todo
movimiento social que lucha por incrementar los derechos
y el poder de los consumidores en relación con los medios
de producción y distribución, es decir, el mercado en cual-
quier sistema económico.
El origen o el punto de comienzo de estos movimientos
hay que situarlo en el siglo XIX y nace ligado a las distintas
teorías que cuestionaban o planteaban la reforma del siste-
ma capitalista vigente en Europa en dichas fechas. Se puede
decir que las primeras formas de organización de los consu-
midores como tales toman cuerpo en torno a cooperativas
y se cita como la primera conocida a la formada en 1844
en la ciudad de Rochdal, ciudad situada a 20 kilómetros de
Manchester, en Inglaterra.
Al final del siglo diecinueve comienzan a aparecer en
Estados Unidos las primeras Ligas de Consumidores, que
reivindicaban la protección de los consumidores por medio
de reglamentaciones apropiadas para los distintos produc-
tos o servicios que se ofertaban en el mercado.
Sin embargo, no es hasta el siglo pasado y acompañando
el proceso de industrialización y la aparición de la sociedad
de consumo de masas que se desarrolla en Estados Unidos
y en algunos países de Europa (consumismo, despilfarro,
multinacionales, producción en masa y sofisticación) cuan-
do aparecen las organizaciones de consumidores como hoy
las conocemos y que tuvieron su origen en la defensa del
poder adquisitivo o de compra de los consumidores y en el
deseo de obtener más bienes. Aunque dichas organizacio-
nes, surgidas tras la segunda guerra mundial, no adquieren
un papel importante hasta la década de los sesenta.
Es por tanto a partir de esa década, y una vez cubiertas
las necesidades cuantitativas generales por los trabajadores,
cuando surgen las nuevas aspiraciones o reivindicaciones
de tipo cualitativo. Es el surgir del movimiento específico
de los consumidores de una forma separada del movimiento
sindical. Aparece el movimiento denominado consumerista
y las organizaciones surgen y se desarrollan en todos los
países industrializados, alcanzando un poder importante en
cada país e incidiendo ante sus gobiernos para mejorar las
leyes de protección de los consumidores, utilizando diver-
sas formas de presión a través de las revistas que publican

102
y organizando boicot a productos o servicios, a la vez que
comienzan a coordinarse internacionalmente.
Para atender las aspiraciones cada vez más sentidas de
la sociedad europea y norteamericana, el Presidente de los
EE.UU, J. F. Kennedy se ve obligado a promulgar los De-
rechos del Consumidor en la década de los sesenta, el Con-
sejo de Europa proclama la “Carta Magna del Consumidor”
en el año 1973 y la Comunidad Económica Europea (hoy
Unión Europea) elabora un “Programa Preliminar” en el
año 1975.
En España, si bien el movimiento de defensa de los
consumidores no comienza a desarrollarse y a cobrar cier-
to protagonismo hasta la década de los ochenta, se pueden
citar como antecedentes del mismo al surgimiento de las
Asociaciones de Amas de Casa a finales de la décadas de
los sesenta (que luego adoptarían también el nombre de
consumidores y usuarios), a las Asociaciones de Vecinos
surgidas masivamente en la década de los setenta, a la vez
que en 1973 se comienza a publicar una revista especializa-
da en temas de consumo con el nombre de “Ciudadano” y
en 1975 surge la Organización de Consumidores y Usuarios
(OCU). También se crea en dicho año el Instituto Nacional
del Consumo dependiente del Ministerio de Sanidad y Con-
sumo.
El marco legal de protección a los consumidores se de-
sarrolla en Europa a partir de los años 60, en un intento
de dar un marco jurídico a los derechos e intereses de los
consumidores y de sus organizaciones, en consonancia con
el desarrollo económico de los países europeos de la zona
capitalista. En España este nuevo marco legal se retrasa
hasta la década de los ochenta, con la promulgación de la
Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usua-
rios de 1984.
En América Latina y en Asia el movimiento de protec-
ción y defensa de los consumidores surge y se desarrolla
generalizadamente en una etapa más tardía y en consonan-
cia con el desarrollo político y económico de dichos países,
aunque como en el caso de México los primeros movimien-
tos de defensa de los consumidores surgieron con bastante
antelación al resto de los países de la zona. Sus leyes de
protección a los consumidores se promulgan en la década
de los 90 y a principios de este siglo.

103
Condiciones y elementos precipitantes
Observando el proceso de desarrollo de las organiza-
ciones de consumidores a partir de la década de los 60 en
Estados Unidos y en Europa occidental, es decir, las llama-
das sociedades industrializadas se puede afirmar que dicho
fenómeno se había producido en un caldo de cultivo favo-
rable o condiciones determinadas por las siguientes carac-
terísticas:

Desarrollo económico del país y un nivel de renta deter-


minado que permiten hablar de Sociedad de Consu-
mo.
Nivel cultural ampliamente extendido en las distintas ca-
pas que componen la sociedad.
Oferta masificada en cantidad y variedad de productos
y precios. Avalancha de la publicidad en apoyo a la
oferta.
Sistema político en el que sea posible ejercer la libertad
de reunión y expresión a cualquier persona y grupo
que lo desee.

Sin embargo, además de estas condiciones objetivas ge-


nerales existen otras condiciones objetivas-subjetivas con-
cretas que son las que provocan el “parto” en un momento
determinado o las que permiten el desarrollo acelerado.
Podríamos llamarlas condiciones-provocadoras o detona-
dores sociales o elementos precipitadores y entre estas se
podrían señalar las siguientes:

Las crisis económicas inciden de tal forma de los intere-


ses económicos del consumidor que provocan la ne-
cesidad de aglutinarse y autodefenderse.
El fenómeno del fraude tanto en el precio como en la ca-
lidad de los productos o servicios originan la reacción
de tipo consumerista.
Los medios de comunicación de masas al alcance de los
consumidores pueden sensibilizar a amplios secto-
res.
La desprotección tanto legal como administrativa provoca
los resortes de autodefensa entre los consumidores.

104
El posicionamiento de gobiernos, gobernantes o partidos
políticos sensibilizados en favor de los intereses de
los consumidores.

Probablemente existan otras condiciones y caracterís-


ticas propias en otros países. Hay que señalar también que
no todas las condiciones descritas tienen la misma fuerza
de influencia, ni que se hayan dado todas las condiciones en
todos los países o en un solo país.

Tipología del movimiento de consumidores


Para clasificar los movimientos de consumidores y di-
ferenciarlos se han tenido en cuenta dos criterios básicos y
esquemáticos utilizados por buena parte de los analistas y
estudiosos, es decir, sus objetivos y sus actividades.
Según los objetivos que pretendan alcanzar las distintas
organizaciones de defensa de los consumidores nos encon-
tramos con dos modelos claramente diferenciados:
Hay asociaciones cuyos objetivos son solamente el colo-
car al consumidor en mejor situación dentro del seno de las
estructuras del mercado. En este caso, se trataría de organi-
zaciones enclavadas en el actual sistema de mercado y que
sólo persiguen corregir los desmanes o abusos de éste. En
este bloque se encontrarían la mayoría de las organizacio-
nes de consumidores de Europa, Estados Unidos y demás
países desarrollados.
Otro modelo lo representarían las asociaciones cuyo ob-
jetivo sea el cambio social, la transformación de las actua-
les estructuras económicas. En este otro caso se trataría por
tanto de organizaciones que sin renunciar a defender una
mejor posición de los consumidores en el mercado y com-
batir los desmanes y abusos de éste, también se proponen
contribuir a cambiar el actual modelo de producción, distri-
bución y consumo. En este segundo bloque se encontrarían
algunas organizaciones de Europa y buena parte de las or-
ganizaciones de América Latina y otros países del denomi-
nado Tercer Mundo.
Según las actividades que desarrollen las organizaciones
de consumidores nos encontramos también con dos mode-
los diferentes:

105
En un primer modelo se incluirían las organizaciones
que se encuadran en el campo exclusivo de la defensa del
consumidor y las llamaremos específicas. En este caso se
encontrarían la mayoría de las asociaciones de consumido-
res y usuarios.
En un segundo modelo se encuadrarían aquellas organi-
zaciones cuyas actividades y campos de actuación son más
amplias y que en un momento determinado también asu-
men la defensa del consumidor y a éstas las llamaremos no
específicas. En este caso se encontrarían los movimientos
vecinales, de mujeres, cooperativas, etc.

ORÍGENES DEL PROYECTO FACUA


Para conocer los orígenes de FACUA – Consumidores
en Acción hay que remontarse a finales de los 70, unos años
antes de la aparición de decenas de organizaciones de con-
sumidores por todo el país a raíz del escándalo del síndro-
me tóxico provocado por la comercialización fraudulenta
de aceite de colza desnaturalizado que causó centenares de
muertes y secuelas que aún son padecidas por miles de es-
pañoles.
En los años previos a la democracia el movimiento de
defensa de los consumidores en España se reducía a una
cierta actividad que en el ámbito del consumo desarrollaban
las asociaciones de vecinos con un carácter abiertamente
progresista, junto a la recién nacida Organización de Con-
sumidores y Usuarios (OCU) y la incipiente labor también
consumerista que desarrollaban las asociaciones de amas
de casa.
En el momento álgido del envenenamiento por el aceite
de colza, en 1980, la Federación de Asociaciones de Veci-
nos de Madrid creó una Asociación de Consumidores de
ámbito estatal que se denominó “La Defensa” y propuso en
la Asamblea Estatal de AA.VV. celebrada en Madrid en los
días 6 y 7 de diciembre de dicho año, donde participaron
la inmensa mayoría de las Federaciones y Coordinadoras
vecinales del conjunto de las provincias o comunidades del
Estado, la creación de delegaciones de dicha Asociación de
Consumidores en todas las provincias españolas.

106
Sin embargo, el proyecto propuesto por la Federación
vecinal madrileña, si bien fue aprobado en la Asamblea
Estatal, sólo fraguó en la capital andaluza, en Baleares y
Murcia, aunque pocos meses después y ante la paraliza-
ción del proyecto inicial por imposibilidad de los propios
promotores la delegación sevillana de “La Defensa” pasó
a convertirse en el mes de noviembre de 1981, con el apo-
yo de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos
de Sevilla, en la Asociación de Consumidores y Usuarios
de dicha provincia, con el nombre de ACUS “La Defensa”,
adoptando personalidad jurídica propia y carácter indepen-
diente de la Asociación de ámbito estatal.
Tras la constitución de la Asociación de Consumidores
de Sevilla este proyecto se fue extendiendo al resto de las
provincias andaluzas, dando lugar al nacimiento de la Fe-
deración de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de
Andalucía (FACUA).

HISTORIA DE FACUA
CONSUMIDORES EN ACCIÓN: 1980-2007

La historia de FACUA ha estado llena de momentos de


dificultades y de avances a lo largo de los más de 26 años de
andadura de un proyecto consumerista que sin lugar a du-
das es en la actualidad uno de los más activos y dinámicos
de los que funcionan en España.
Cinco periodos conforman estos primeros 26 años de la
historia de FACUA – Consumidores en Acción.

La primera asociación y su extensión por Andalucía:


1980-1983
Una vez constituida la Asociación de Consumidores y
Usuarios de Sevilla (ACUS “La Defensa”) en 1981 se pro-
dujo un acuerdo en el seno del movimiento vecinal andaluz
para extender dicho modelo al resto de las provincias anda-
luzas.
La denominada Coordinadora de Asociaciones de Ve-
cinos de Andalucía (embrión de lo que fue a convertirse en
la hoy Confederación de Asociaciones de Vecinos de An-

107
dalucía - CAVA) valora que tras el rechazo de la Junta de
Andalucía a reconocerle su carácter de organización repre-
sentativa de los intereses de los consumidores y usuarios
andaluces, sólo le queda el camino de apoyar la iniciativa
puesta ya en marcha por el movimiento vecinal sevillano
y acuerda en el V Encuentro Andaluz de Asociaciones de
Vecinos, celebrado en Sevilla el día 3 de octubre de 1982,
el fomentar la creación de Asociaciones de Consumidores,
en las otras siete provincias andaluzas y articular poste-
riormente una Federación con todas ellas y así fomentar la
aparición de un movimiento específico de defensa de los
consumidores y usuarios, en base al espíritu democrático,
progresista e independiente que inspiraba al propio movi-
miento vecinal, que pudiera aspirar a ser un interlocutor
legal y aceptado por la Administración Autónoma y con el
que pudiera mantener vínculos de estrecha colaboración.
De este forma y durante los años 1982 y 1983 se fueron
creando asociaciones de consumidores en las provincias de
Cádiz, Granada, Huelva, Málaga y Jaén, todas ellas con el
patronímico de “La Defensa”.

Se constituye FACUA Andalucía, nace la revista Con-


sumerismo y comienzan los contactos con el movimiento
de consumidores en España: 1984-1985
Estas nuevas Asociaciones de Consumidores, junto a la
que ya funcionaba en Sevilla desde 1981, acordaron cons-
tituir en una reunión celebrada en Sevilla el día 31 julio
de 1983 la Federación de Asociaciones de Consumidores
y Usuarios de Andalucía (FACUA), con una implantación
territorial en seis de las ocho provincias andaluzas y con el
apoyo del movimiento vecinal andaluz.
Con el fin de completar la estructura de FACUA en las
provincias de Almería y Córdoba y ante la falta de decisión
del movimiento vecinal de dichas provincias a crear aso-
ciaciones de consumidores se tomó contacto con dos orga-
nizaciones que estaban relacionadas con la defensa de los
consumidores y se establecieron acuerdos de colaboración
con las mismas, aunque no se pudo lograr que se integraran
en el seno de FACUA Andalucía y posteriormente desapa-
recieron.

108
Para resolver la falta de afianzamientos de estos dos
procesos unitarios FACUA inició nuevas gestiones para lle-
nar este vacío existente en las dos provincias citadas y así,
en 1986, logramos fomentar la creación de una Asociación
de Consumidores y Usuarios en Almería y posteriormente
en el año 1989 en Córdoba con lo que se pudo completar la
implantación en las ocho provincias andaluzas.
En esta primera fase del camino se produjo una peque-
ña crisis como consecuencia del acuerdo adoptado por el
Partido Socialista Obrero Español en Andalucía de crear en
1984 una organización de consumidores cercana a sus tesis
políticas: la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA),
siguiendo así los acuerdos adoptados a nivel estatal y que
propiciaron la creación, en el mismo año, de la Unión Fede-
ral de Consumidores (UFC), que posteriormente adoptó el
nombre de Unión de Consumidores de España (UCE).
Esta crisis se produjo en la provincia de Huelva, donde
la Asociación integrada en FACUA adoptó el acuerdo de
integrarse en la nueva organización de consumidores aus-
piciada por el PSOE, provocando así la pérdida de la pre-
sencia de FACUA en dicha provincia, lo que motivó nuevas
actuaciones para constituir en dicha provincia una Asocia-
ción de Consumidores y Usuarios que con el nombre de
“La Unidad”, pues no pudo adoptar el patronímico de “La
Defensa”, se integró en FACUA en 1985.
Tras la constitución de la Federación de Asociaciones
de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FACUA) este
movimiento mantiene unos vínculos de colaboración muy
estrechos con el propio movimiento vecinal hasta que pro-
gresivamente y a medida que FACUA y sus Asociaciones
provinciales comienzan a cobrar protagonismo propio se va
produciendo una separación lógica, aunque manteniendo en
diversas provincias lazos estrechos de colaboración entre
ambos movimientos sociales.
Una característica constante que ha marcado la activi-
dad de FACUA durante todos estos años ha sido sin lugar a
dudas su carácter independiente y su deseo de actuar unita-
riamente con otras organizaciones del conjunto del Estado,
con el fin de articular una gran confederación de consumi-
dores y usuarios de ámbito estatal.

109
Para avanzar en este objetivo, FACUA se suma al pro-
ceso iniciado en 1982 de vertebración y de unidad entre un
importante número de organizaciones progresistas de con-
sumidores que funcionaban en distintas provincias o comu-
nidades del conjunto del Estado y que se estaban nucleando
en torno a la Asociación de Consumidores de Cantabria
(ACC) y a la Organización de Consumidores de Cataluña
(OCUC), con el fin de coordinar esfuerzos para organizar
una alternativa a las opciones que representaban la Organi-
zación de Consumidores y Usuarios (OCU) y la Confede-
ración Española de Amas de Casas, organizaciones éstas de
corte más conservadora y que contaban con todo el apoyo y
reconocimiento del gobierno de UCD para “hegemonizar”
la representación institucional del emergente movimiento
de consumidores español.
Fruto de estas actuaciones se constituye en marzo
de 1984 a una Coordinadora Estatal de Asociaciones de
Consumidores en la que se integraron la Asociación de
Consumidores de Cantabria, la Organización de Consu-
midores y Usuarios de Cataluña, la Federación de Consu-
midores del País Vasco, la Federación de Asociaciones de
Consumidores y Usuarios de Andalucía, la Asociación de
Consumidores de Navarra, la Asociación de Consumidores
de Valladolid y la Asociación de Consumidores del País Va-
lenciano. Se procedió a nombrar unos representantes con
carácter rotatorio para comenzar su interlocución con el go-
bierno central, una vez alcanzado unos ciertos niveles de
reconocimiento de nuestra representatividad por parte de
éste, que era uno de los principales objetivos de la citada
coordinadora estatal.
Sin embargo, la irrupción en la escena consumerista
española por parte de la Unión Federal de Consumidores,
organización auspiciada por UGT y el PSOE, provocó la
ruptura de este bloque progresista al integrarse o ser gana-
dos para el mismo a una buena parte de las organizaciones
participantes en el mismo. Como consecuencia de ello se
produce una grave crisis en la recientemente creada Coor-
dinadora Estatal de Consumidores y Usuarios.
Junto con este fuerte deseo de participar en proyectos
progresistas de ámbito estatal, por entender que los pro-
blemas de los consumidores no podían defenderse exclu-

110
sivamente desde el marco de la comunidad autónoma de
Andalucía, FACUA apostó decididamente por fomentar en
las ocho provincias andaluzas un movimiento consumeris-
ta fuerte y representativo en torno a las Asociaciones de
Consumidores que la integraban. Con estas dos premisas
fundamentales, fomentar organizaciones fuertes y activas
y ampliar sus objetivos más allá de Andalucía, FACUA ha
venido a lo largo de estos años desarrollando su propio pro-
yecto consumerista y dotándolo de contenidos y capacitad
de actuación.
Una de las primeras metas a lograr fue sin lugar a du-
das el dotarse de unas oficinas donde poder desarrollar
su creciente actividad y poder coordinar el trabajo de sus
Asociaciones federadas. Esta necesidad fue resuelta des-
de el mismo momento de su constitución en 1983 gracias
al acuerdo unánime de su Junta Directiva de ubicar a FA-
CUA en el local de la Asociación provincial que ostentara la
presidencia de la Federación. Por ello, la Federación com-
parte sede con la Asociación sevillana.
Otra de las metas importantes que era necesario alcanzar
para lograr los objetivos de FACUA era el dotarse de una
publicación propia que le permitiera mantener un contacto
permanente con sus asociados y que a la vez pudiera ser el
vehículo y portavoz de la Federación hacia el conjunto de la
sociedad. Este nuevo reto se logra alcanzar en el año 1984
tras la publicación de Consumerismo, una modesta revista
de sólo ocho páginas impresa a dos colores, que en 23 años
de edición se ha convertido en la revista de consumo de
mayor calidad, por su presentación y contenidos, de las que
se publican en España.
Junto a estas dos primeras metas FACUA siempre enten-
dió que era necesario dotarse de un amplio equipo de per-
sonas con capacidad y experiencia en distintas disciplinas
profesionales, con el fin de poder atender eficazmente el
conjunto de las actividades que una Federación de consu-
midores tiene que abordar para cumplir bien sus objetivos.
De esta forma se fue produciendo un reforzamiento de la
Junta Directiva con nuevos compañeros y compañeras de
las distintas Asociaciones provinciales, que progresivamen-
te fueron asumiendo distintas responsabilidades, a la vez
que se inició un proceso de incorporación de jóvenes profe-

111
sionales del derecho, del periodismo, de la educación y de
otras disciplinas para asumir tareas de responsabilidad en
los distintos departamentos o gabinetes de la organización,
los cuales permitieron articular una estructura amplia y per-
manente capaz de asumir los distintos retos que se nos han
ido presentando hasta hoy.
Se constituye el proyecto CECU bajo la dirección de FA-
CUA Andalucía y se sigue avanzando en la consolidación
del proyecto FACUA: 1986-1998
Guiados por el deseo de romper el aislamiento en el que
había quedado FACUA tras el rompimiento de la coordi-
nadora estatal que durante un tiempo habían liderado las
organizaciones de Cantabria y Cataluña y con la pretensión
de apostar nuevamente por articular un proceso unitario en-
tre las asociaciones de consumidores progresistas que no
habían sido fagocitadas por la Unión de Consumidores de
España, el día 3 de octubre de 1986 se celebró una reunión
en Sevilla, donde acudieron junto a FACUA, cinco organi-
zaciones de consumidores de otras tantas comunidades au-
tónomas: la Organización de Consumidores y Usuarios de
Cataluña (OCUC), la Federación de Consumidores del País
Vasco (EKE), la Asociación de Consumidores de Navarra
(IRACHE), la Asociación de Consumidores y Usuarios de
Murcia (ACU) y la Asociación de Consumidores y Usua-
rios de Baleares (La Defensa), estas dos últimas creadas
también al calor del movimiento vecinal de sus respectivas
comunidades.
En esta reunión se puso en evidencia la necesidad de se-
guir manteniendo el espíritu unitario y progresista que ins-
piró a la coordinadora estatal que funcionó hasta 1984 y se
adoptó el compromiso de trasladar a las respectivas organi-
zaciones la propuesta de poner en marcha una nueva orga-
nización estatal bajo el nombre de Coordinadora Estatal de
Consumidores y Usuarios (CECU), esta vez bajo el lideraz-
go de la Federación anfitriona y promotora de la idea, a la
cual se le encargó la toma de las iniciativas necesarias para
legalizar la nueva organización y tratar de ampliarla a otras
comunidades del Estado.
De esta forma y como una respuesta a los intentos hege-
monistas de UCE y ante la falta de referentes progresistas
entre las organizaciones de ámbito estatal que funcionaban

112
en el país, surgió el proyecto que luego se transformaría en
febrero de 1988 en la Confederación de Consumidores y
Usuarios – CECU, organización a la que FACUA dedicó
una gran parte de sus esfuerzos hasta que tuvo que aban-
donarla en 1998 a causa de los estilos poco democráticos
en su funcionamiento interno que se habían impuesto en
su último periodo y en los nuevos objetivos que se estaban
persiguiendo por dicha organización estatal, lejos de la in-
dependencia frente a los poderes políticos y económicos.
Al margen de estas circunstancias la Federación de Aso-
ciaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FA-
CUA) siguió trabajando en la comunidad andaluza para
seguir fortaleciendo un proyecto consumerista indepen-
diente de los poderes económicos y políticos, progresista
en sus alternativas y democrático y participativo en su fun-
cionamiento interno.
Una organización con una estructura organizativa que
cuenta con una red de locales abiertos en el conjunto de la
comunidad en los que trabajan en su conjunto cerca de 200
personas entre directivos, técnicos y socios colaboradores
con carácter remunerado y voluntarios y que cuenta con ac-
tivos departamentos y gabinetes de trabajo que hacen posi-
ble que FACUA desarrolle una activa y eficaz labor en las
actividades de denuncias de los abusos y fraudes que sufren
los consumidores, que fomenta la concertación con sectores
empresariales para abrir vías de diálogo y mediación y que
participa en numerosos órganos consultivos de la Adminis-
tración andaluza.
Una organización que se ha situado dentro de la corrien-
te progresista y alternativa al actual modelo de producción
y consumo, aunque desde una opción claramente indepen-
diente del resto de las organizaciones políticas o sociales
situadas en dicho frente ideológico.

Nos asociamos al proyecto ASGECO y comienza un pe-


riodo de reflexión: 1999-2003
Tras nuestro abandono de CECU se produce un nuevo
aislamiento de nuestra Federación en el marco del movi-
miento de consumidores del conjunto del Estado y fue por
ello y siguiendo la línea unitaria y de participación en ámbi-
tos superiores al andaluz, que FACUA ha seguido desde sus

113
propio inicios, estableció nuevos acuerdos para unirse a una
organización de ámbito estatal y así, en su Asamblea Ge-
neral celebrada en 1999, adoptó el acuerdo de asociarse a
la Asociación General de Consumidores (ASGECO), junto
con la Asociación Regional de Consumidores y Usuarios de
Castilla y León y la Asociación de Consumidores y Usua-
rios de Castellón, ambas provenientes también de CECU.
Con este acuerdo estas tres organizaciones de consumi-
dores apostaron por transformar ASGECO en una Confe-
deración más amplia y activa en la que pudieran participar
junto con las organizaciones procedentes del cooperati-
vismo de consumidores (las cuales conforman la base de
ASGECO-UNCCUE) y organizaciones de consumidores
generalistas como FACUA.
Lamentablemente los dirigentes históricos de ASGECO
sintieron preocupación por el creciente papel de FACUA
(ya como organización de ámbito nacional desde junio de
2003 tras la unificación de las tres organizaciones genera-
listas) y su capacidad creciente de actuación y nos pidieron
que abandonáramos la organización por entender que nues-
tro proyecto y el tradicional de ASGECO no eran compa-
tibles.
FACUA no podía frenar su capacidad de actuación ni su
propio crecimiento en pro de mantener una unidad que se-
ría de dudoso beneficio para los consumidores españoles y
por ello, nos vimos obligados a abandonar la Confederación
ASGECO en 2004 y dejar que UNCCUE siguiera sola en
dicho proyecto.

Nace Consumidores en Acción y el proyecto FACUA se


extiende por toda España: 2004-2007
Superadas las dos décadas desde su nacimiento y con-
solidada como la federación de consumidores más fuer-
te, activa y representativa de Andalucía y una de las más
importantes del país, FACUA Andalucía decidió en su IV
Congreso celebrado en marzo de 2003 dar un nuevo e im-
portante paso en su proyecto consumerista y extender su
organización al conjunto del Estado español. Por ello en
junio de ese mismo año nace FACUA España - Consumido-
res en Acción como una organización de estructura federal

114
y con aspiración a estar presente en todas las comunidades
autónomas.
FACUA España surge fruto de la unión de la Federa-
ción andaluza con dos veteranas organizaciones de la Co-
munidad Valenciana y Castilla y León a las que le unen
históricos lazos de colaboración. Posteriormente nuevas
organizaciones de consumidores de Murcia, Extremadura,
Baleares, La Rioja y Castilla-La Mancha se fueron suman-
do al proyecto.
FACUA es una organización de carácter marcadamente
progresista, democrático, plural y participativo que se sitúa
en posiciones alternativas ante el actual modelo de produc-
ción y consumo. Sus organizaciones territoriales celebran
cada año asambleas de socios que periódicamente eligen
a sus juntas directivas. Asimismo, la Federación organiza
anualmente una Asamblea General y cada tres años el Con-
greso designa a su Junta Directiva.
El organigrama de FACUA está compuesto por un equi-
po amplio de hombres y mujeres que combinan veteranía y
juventud. Veteranos que, en muchos casos, sufrieron la re-
presión del franquismo al jugar un activo papel en la defen-
sa de las libertades y la democracia en las diferentes etapas
de la dictadura; hombres y mujeres provenientes del movi-
miento sindical, vecinal y de padres de alumnos y jóvenes
que han visto en el movimiento consumerista la forma de
contribuir a mejorar la sociedad desde posiciones democrá-
ticas y progresistas.
La independencia frente a gobiernos, poderes públicos,
partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresaria-
les es otra de las señas de identidad que han marcado cla-
ramente la trayectoria de FACUA, que junto a su constante
actividad en defensa de los intereses de los consumidores la
han llevado a convertirse en una de las organizaciones más
activas y dinámicas de las que funcionan en España.
Frente al rancio clientelismo político y a la búsqueda
de sumisión que ejercen determinados gobiernos o admi-
nistraciones FACUA no sólo no se ha arrojado nunca en
los brazos del poder, sino que ha sufrido y sigue sufriendo
importantes obstáculos por parte de ciertos políticos e insti-
tuciones públicas que no consienten la crítica y la indepen-
dencia y tratan de marginar a nuestra Federación negándole

115
la participación en determinados foros o recortándole sub-
venciones públicas, en pro de otras organizaciones triste-
mente afines o dóciles.
En sus relaciones con los empresarios, aunque siempre
ha defendido la búsqueda de vías de diálogo para la solu-
ción de conflictos, nunca excluye la necesaria confrontación
con aquellos que vulneren las leyes o mantengan actitudes
opacas y de falta de diálogo.
FACUA siempre se destacó por trabajar por un con-
sumo responsable y por defender un desarrollo sostenible,
confrontando por ello con el actual modelo de sociedad
consumista.

EL MODELO DE ORGANIZACIÓN CONSUMERISTA


QUE DEFIENDE FACUA

Desde sus propios inicios FACUA ha ido articulando y


defendiendo un modelo de organización que sirviera para
los fines y objetivos perseguidos, un modelo que se fue ar-
ticulando de manera federal en el ámbito de la Comunidad
Autónoma de Andalucía y que tras dos intentos de articular-
se unitariamente con otras organizaciones de consumidores
de diferentes comunidades autónomas en confederaciones
estatales diferenciadas de nuestra organización se proce-
dió a poner en marcha un proceso de extensión del propio
proyecto FACUA al ámbito del conjunto de toda España, a
través de la puesta en marcha de un nuevo modelo de orga-
nización consumerista.

FACUA – Consumidores en Acción: un nuevo modelo de


organización consumerista
Los niveles alcanzados por el proyecto FACUA tras la
puesta en marcha de Consumidores en Acción en el ámbito
de toda España nos han indicado claramente la necesidad
de realizar un nuevo impulso que permita alcanzar nuevas
e importantes metas y entrar en lo que podríamos definir
como proceso de consolidación de un nuevo modelo de or-

116
ganización de los consumidores que afronte las nuevas ne-
cesidades de la sociedad española y europea.
Para responder a las nuevas necesidades de los consu-
midores y a las nuevas formas de organización de los ciu-
dadanos FACUA ha puesto en marcha un nuevo modelo de
organización de consumidores, dinámico y flexible, capaz
de integrar y articular la participación de decenas de miles
de consumidores y usuarios en defensa de sus intereses y
derechos.
Un modelo que se ha articulado en torno a tres pilares o
instrumentos básicos interconectados y funcionando como
una sola organización de consumidores: organizaciones te-
rritoriales, asociados individuales y la Red de Consumido-
res en Acción.

Primer instrumento: Organizaciones Territoriales


Las organizaciones territoriales integradas en FACUA
representan la columna vertebral y el primer instrumento
de la estructura federal y sobre ellas recae la mayor respon-
sabilidad para garantizar la estructura organizativa de los
órganos de gobierno y de los equipos de trabajo, así como
una parte de la financiación de los gastos corrientes de la
organización a través de cuotas anuales.
Consumidores en Acción está abierta a las posibles inte-
graciones de asociaciones de consumidores que funcionen
en las diferentes comunidades autónomas y que acepten el
código ético que FACUA tiene establecido con el fin de ga-
rantizar que las organizaciones no reciban ninguna ayuda
económica por parte de los sectores empresariales ni actúen
a favor de ninguna empresa o sector empresarial.
En la actualidad las organizaciones territoriales que es-
tán integradas en FACUA son las siguientes y agrupan a
cerca de 45.000 asociados individuales y a más de un cen-
tenar de colectivos, que a su vez agrupan a más de 20.000
ciudadanos.
Federación de Asociaciones de Consumidores y Usua-
rios en Acción - FACUA Andalucía.
Asociación Regional de Consumidores y Usuarios de
Castilla y León - FACUA Castilla y León.
Asociación de Consumidores y Usuarios de la Comuni-
dad Valenciana - FACUA Comunidad Valenciana.

117
Asociación de Consumidores y Usuarios de Murcia -
FACUA Murcia.
Asociación de Consumidores y Usuarios de Calviá - FA-
CUA Baleares.
Asociación de Vecinos, Consumidores y Usuarios “Nue-
va Ciudad” de Mérida - FACUA Extremadura.
Asociación Riojana de Defensa de los Consumidores y
Contribuyentes – FACUA La Rioja.
Asociación de Vecinos y Consumidores – Almonacid de
Castilla-La Mancha.
Este conjunto de organizaciones de consumidores tienen
en funcionamiento diecisiete oficinas en quince provincias,
donde se atienden miles de consultas y reclamaciones de los
consumidores y usuarios de toda España y desarrollan de
manera autónoma sus propios programas de actividades.
FACUA – Consumidores en Acción fomenta y quiere
integrar las Asociaciones de Consumidores fuertes y re-
presentativas que estén abiertas a todos los ciudadanos, sin
discriminación alguna por razones de condiciones econó-
micas, creencias ideológicas o religiosas, sexo, edad, raza o
nivel de compromiso en el seno de la Asociación.
Hacen falta Asociaciones en las que se afilien miles de
consumidores y que estén dotadas de mecanismos demo-
cráticos para que dichos asociados puedan participar en el
desarrollo del movimiento consumerista y en la toma de
decisiones de dichas asociaciones, desechando criterios eli-
tistas de que es mejor pocos socios, pero buenos y activos,
que muchos con bajo o nulo nivel de participación, pues
entendemos que sólo con organizaciones que aglutinen a
decenas de miles de consumidores se podrá lograr una in-
tervención eficaz en el mercado y lograr unos niveles de
autofinanciación que permita la total independencia de la
Asociación frente a las Administraciones públicas u otros
intereses políticos o económicos.
Por ello es necesario impulsar un modelo de Asociación
que sepa compaginar su carácter abierto y su alto nivel de
participación para los socios con la existencia de una Junta
Directiva estable y activa que sea capaz de ser el motor que
empuje al conjunto de la organización hacia adelante y de
tomar las decisiones necesarias para lograr dichos objetivos.

118
Tenemos que apostar, por tanto, por un modelo de Aso-
ciación que sepa articular la defensa de los intereses indivi-
duales de los consumidores y usuarios afectados por abusos
o fraudes con la defensa de los intereses colectivos de la po-
blación y para ello se doten de los instrumentos necesarios
para el desarrollo de una actividad eficaz en los distintos
campos de actuación en los que deben intervenir las Asocia-
ciones de Consumidores. Para ello deben estar dotadas de
departamentos o equipos de trabajo bien delimitados en los
que participen personal voluntario y retribuido para poder
atender eficazmente las actividades relacionas con la tra-
mitación de las reclamaciones, actividades administrativas,
relación con los medios de comunicación, la participación
institucional, la contabilidad, la formación, etc.
Hay que impulsar un modelo de Asociación que, desde su
posición de independencia, sepa jugar su papel de represen-
tante de los consumidores en el ámbito de las instituciones
públicas y sepa asumir los compromisos y las posiciones de
colaboración con las Administraciones públicas, sectores
empresariales y sindicatos, junto con las necesarias posicio-
nes reivindicativas y de confrontación según las situaciones
y cuando ellas sean necesarias para defender más eficaz-
mente los intereses de los consumidores y usuarios.
Finalmente, es necesario impulsar un modelo de Asocia-
ción que sin renunciar a la defensa de su propio protagonis-
mo entienda como una necesidad el encontrar y propiciar
fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones que
defiendan a los consumidores.

Segundo instrumento: Asociados individuales


FACUA tiene en funcionamiento una oficina virtual a
través de Internet para atender a todos los consumidores y
usuarios que desean recibir una información, tramitar una
reclamación o un asesoramiento sobre sus problemas de
consumo o quieran asociarse directamente a la organiza-
ción nacional.
Los asociados individuales que FACUA tiene en todas
las comunidades autonómicas son un segundo instrumento
de vertebración de los consumidores y usuarios y un com-
plemento de la estructura que conforman las organizaciones

119
territoriales, logrando también con el abono de las cuotas de
dichos asociados la financiación de una parte de nuestros
gastos corrientes.
FACUA mantiene asociados individuales en todas las
comunidades autónomas al margen de la existencia de or-
ganizaciones territoriales integradas. Dichos asociados son
la base para la constitución de Delegaciones Territoriales
en las comunidades donde no existan dichas organizacio-
nes, con la finalidad de ir articulando la participación de los
asociados.
Al inicio del ejercicio 2007 FACUA tiene constituidas
Delegaciones Territoriales en las comunidades autónomas
de Aragón, Asturias, Canarias, Comunidad Valenciana,
Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid.
En esta última comunidad, FACUA tiene en funciona-
miento un local social donde se atienden las consultas y
reclamaciones de los asociados y consumidores en general
y coordinamos las actividades de la Delegación Territorial.

Tercer instrumento: Red de Consumidores en Acción


La Red de Consumidores en Acción es el tercer instru-
mento que permite y facilita la colaboración de los con-
sumidores y usuarios, asociados y no asociados, en las
actuaciones de FACUA.
Este tercer instrumento para la acción consumerista que
FACUA ha puesto en marcha tendrá su base de funciona-
miento fundamentalmente a través de nuestro portal www.
facua.org en Internet, donde existe un espacio propio para el
fomento de la colaboración de los consumidores, sobre todo
jóvenes, en las actividades de denuncia, de reivindicación,
de estudios de mercado, de fomento de la afiliación, etc.
FACUA está impulsando fórmulas flexibles de colabo-
ración y de participación de los consumidores y por ello
creemos que la Red de Consumidores en Acción es un ins-
trumento de gran utilidad para lograr vías de información a
sus integrantes, así como para fomentar la colaboración de
éstos en la realización de actividades de control de mercado
y realización de campañas de denuncias, por citar algunas
de las actividades que se están realizando.
A través de esta vía todos los miembros de la Red reci-
ben información sistemática a través de sus direcciones de

120
correo electrónico, a la vez que son invitados a participar
en las actividades de la organización en calidad de volun-
tarios y sin necesidad de realizar aportaciones económicas
a FACUA.
V. FACUA y la cooperación internacional
En un mundo donde el mercado se encuentra cada vez
más globalizado se hace necesario establecer vínculos de
colaboración y solidaridad mutua entre la parte más débil
de dicho mercado, es decir, los consumidores. Para ello,
FACUA viene desarrollando desde hace unos diez años una
política de fomento de la cooperación internacional con las
organizaciones de consumidores de América Latina y el
Caribe, a la vez que tratamos de fomentar lazos de cola-
boración con organizaciones de consumidores de la Unión
Europea.
Como resultados prácticos de esta política de coopera-
ción nuestra organización mantiene desde 1996 un con-
venio de colaboración con la Fundación “Antonio Núñez
Jiménez” de la Naturaleza y el Hombre de Cuba mediante
el cual venimos desarrollando, desde 1998, proyectos de
cooperación en materia de protección al consumidor en
dicho país con el fin de impulsar actuaciones que ayuden
a avanzar en dicha dirección, a través de la realización de
actividades formativas y edición de publicaciones. Dichas
actuaciones de FACUA y la citada Fundación se vienen rea-
lizando en colaboración con la Universidad de La Habana
y con la Dirección de Protección al Consumidor del país,
así como con las corporaciones de comercio minorista, CI-
MEX, Cubalse y Habaguanex. También se ha contado con
la colaboración de la Oficina Regional de Consumers Inter-
national para América Latina y el Caribe para la realización
de las jornadas o encuentros internacionales celebrados en
La Habana.
Desde 2002 y gracias especialmente a nuestro proyec-
to de cooperación en Cuba, pudimos ampliar nuestras re-
laciones de amistad y colaboración con organizaciones de
consumidores de Chile, República Dominicana, Uruguay,
Nicaragua, Guatemala, Perú, Costa Rica, Argentina, El Sal-
vador, Bolivia, Panamá y Colombia, con cuyas organiza-
ciones de defensa de los consumidores tenemos firmados
convenios de colaboración.

121
Durante estos diez últimos años hemos colaborado en
la financiación de proyectos dirigidos a la protección de
los consumidores que se han realizado en Cuba, Chile,
República Dominicana, Guatemala, Perú, El Salvador, Ar-
gentina, Uruguay, Costa Rica y Panamá, que han sido patro-
cinados además de por FACUA, por la Junta de Andalucía,
los Ayuntamientos de Sevilla y Almería, las Universidades
de Sevilla y Almería, las Diputaciones Provinciales de Sevi-
lla, Cádiz y Almería, la Asociación de Abastecimiento y Sa-
neamiento de Aguas de Andalucía (ASA), las Fundaciones
El Monte y Caja Granada y las Obras Sociales de las Cajas
San Fernando y Unicaja, así como otras instituciones.

Nuestras líneas de actuación


Para el desarrollo de sus actuaciones en el terreno de la
cooperación internacional FACUA ha establecido tres lí-
neas de actuación:
Ayudar al fortalecimiento y consolidación de las orga-
nizaciones de consumidores en los países latinoamericanos
donde colaboramos a través de la aportación de ayudas eco-
nómicas o en especie gestionadas a través de las distintas
administraciones públicas o instituciones españolas que
destinan fondos para la cooperación internacional para el
desarrollo.
Ofrecer nuestro apoyo y colaboración en las acciones
que las organizaciones de consumidores latinoamericanas
desarrollan frente a los abusos de las empresas multinacio-
nales europeas que operan en dichos países, sirviendo de al-
tavoz a sus denuncias o reivindicaciones y lograr que éstas
sean conocidas en Europa por parte de la opinión pública y
las propias instituciones.
Intercambiar experiencias para el enriquecimiento mu-
tuo por parte de nuestra organización y de las organiza-
ciones hermanas de América Latina y trabajar así por el
fortalecimiento de organizaciones de consumidores más
fuertes y unidas, que puedan estar en mejores condiciones
para enfrentarse a un mercado cada vez más globalizado y
agresivo.

122
FACUA se integra en Consumers International
FACUA – Consumidores en Acción se integró en no-
viembre de 2004 como asociado en Consumers Interna-
tional, una federación de organizaciones de consumidores
de carácter independiente dedicada a la protección y a la
promoción de los intereses de los consumidores de todo el
mundo a través de la creación de instituciones, la educa-
ción, la investigación y la representación ante los organis-
mos internacionales, que cuenta en la actualidad con unos
250 miembros en más de 115 países.
Partiendo del compromiso de actuar colectivamente con
el resto de las organizaciones de consumidores del mundo,
FACUA ha querido formar parte de Consumers Internatio-
nal y con ello redoblar sus esfuerzos en la solidaridad in-
ternacional con los consumidores de los países pobres y en
desarrollo hoy víctimas de atropellos y abusos de todo tipo
por parte de muchas empresas multinacionales que operan
en dichos países, muchas de las cuales son europeas e in-
cluso españolas, a la vez que actuar unido con las organi-
zaciones de los países de la Unión Europea para reforzar la
defensa de los derechos de los consumidores europeos.
Frente a una globalización de los mercados que está
provocando nuevas desigualdades entre los consumidores
de los distintos países hay que globalizar la acción de las
organizaciones de consumidores para defender nuestros
intereses y derechos por encima de las fronteras y de los
intereses locales de los países poderosos y de las empresas
transnacionales, que son las que más se benefician del ac-
tual modelo de globalización.
Las organizaciones de consumidores debemos globalizar
la solidaridad y enarbolar la bandera de la justicia social y
del reparto equitativo de la riqueza de nuestro planeta. Los
consumidores de los países ricos y desarrollados debemos
entender que nuestro bienestar y el consumismo insosteni-
ble en el que estamos inmersos no puede ni debe mante-
nerse a costa de las desigualdades y de impedir el acceso
al mercado a millones de consumidores en buena parte del
mundo que carecen de los más elementales medios para vi-
vir con dignidad.
La internacional de los consumidores deberá apostar
con más fuerza que nunca por la necesidad de que todas

123
las empresas adopten conductas de responsabilidad social
y se acaben los dobles estándares y la doble moral que las
mismas aplican en los países europeos, Japón, Canadá o
Estados Unidos, donde sus marcos legales son bastante sa-
tisfactorios y muy diferentes a los que están aplicando en los
países de Asia, África o América Latina, donde se producen
gravísimos abusos contra los consumidores y usuarios, mu-
chas veces con la complicidad de los gobiernos locales.

LA SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO CONSUMERISTA


EN EL MUNDO Y EN ESPAÑA

En la actualidad, el movimiento consumerista o de de-


fensa de los derechos de los consumidores se encuentra am-
pliamente extendido por casi todos los países del mundo y
agrupados en su mayoría en una organización internacional
denominada Consumer International (antes IOCU). Dicha
internacional está subdividida en oficinas territoriales en
Europa, América del Norte, América Latina y el Caribe,
Asia y África.
Si bien es cierto que las organizaciones más ampliamente
desarrolladas y con mayor número de afiliados se encuen-
tran en Europa y Estados Unidos, la realidad demuestra que
en el conjunto de los países del mundo las organizaciones
de consumidores se consolidan, se extienden y aumentan su
capacidad de intervención en el mercado en defensa de los
intereses de los consumidores, aunque cada una de ellas con
características diferenciadas y adaptadas a las realidades y
necesidades de los consumidores de sus respectivos países.
La mayoría de dichas organizaciones, sobre todo las más
desarrolladas, editan publicaciones especializadas en temas
de consumo con amplias tiradas de ejemplares y cuentan
con equipos de profesionales (abogados, economistas, pe-
riodistas, etc.) para desarrollar buena parte de los trabajos
que realizan las mismas, a la vez que han logrado ciertos
niveles de participación institucional en sus países.
En el caso de las organizaciones de América Latina y el
Caribe el movimiento de consumidores, si bien no cuen-
ta en general con ayudas institucionales ni económicas por
parte de los respectivos gobiernos, está en una fase de clara

124
expansión y desarrollo y cuenta con equipos de voluntarios
muy comprometidos y con gran capacidad de iniciativa.
En Europa funciona, junto a la Oficina de Consumers
International que está situada en Londres, una organización
que agrupa a un importante número de asociaciones de con-
sumidores, cuyo nombre es BEUC (Bureau Européan des
Unions de Consommateurs) y cuya sede está en Bruselas.

Atomización y mucho maquillaje en España


El desarrollo de nuestro movimiento de consumidores ha
ido parejo, en general, al propio progreso de nuestra demo-
cracia y hoy nos encontramos con un abanico muy amplio
de organizaciones que asumen entre sus fines la defensa y
representación de los intereses de los consumidores y usua-
rios, desde posiciones ideológicas o filosóficas diferentes y
que están reconocidas a través de su inscripción en el Regis-
tro de Asociaciones de Consumidores del Instituto Nacional
del Consumo -INC, organismo dependiente del Ministerio
de Sanidad y Consumo y en los propios registros existentes
también en las distintas comunidades autónomas.
Los varios centenares de asociaciones de consumidores,
que en la actualidad tienen el reconocimiento de tal, ma-
yoritariamente se encuentran integradas o aglutinadas en
torno a un grupo formado por una docena más o menos de
federaciones, confederaciones u organizaciones de ámbi-
to estatal o nacional que en su mayoría, aunque no todas,
forman parte del Consejo de Consumidores y Usuarios de
España, máximo órgano de representación y consulta de los
consumidores españoles, al menos formalmente según esta-
blece la Ley General para la Defensa de los Consumidores
y Usuarios.
En este conjunto de federaciones, confederaciones u or-
ganizaciones de consumidores, que están “reconocidas” por
el INC como organizaciones de ámbito nacional, podemos
señalar o destacar por el orden alfabético en el que aparecen
en la web de dicho organismo a las siguientes:

Asociación de Consumidores en Acción – FACUA.


Asociación de Impositores de Bancos y Cajas de Ahorro
de España – ADICAE.

125
Asociación de Usuarios de la Comunicación – AUC.
Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios – AUS-
BANC Consumo.
Asociación de Usuarios y Consumidores de España –
Plaza Mayor.
Asociación General de Consumidores – ASGECO.
Confederación de Consumidores y Usuarios – CECU.
Confederación Española de Organizaciones de Amas de
Casa, Consumidores y Usuarios – CEACCU.
Federación de Usuarios y Consumidores Independien-
tes.
Federación Unión Cívica Nacional de Consumidores y
Amas de Hogar de España – UNAE.
Organizaciones de Consumidores y Usuarios – OCU.
Unión de Consumidores de España – UCE.
Unión de Consumidores Europeos – Euroconsumo.

A este listado hay que añadir diversas organizaciones de


cooperativas de consumo como la Confederación Española
de Cooperativas de Consumidores y Usuarios – HISPACO-
OP y la Unión Nacional de Cooperativas de Consumidores
y Usuarios de España – UNCCUE, que también cuentan
con el reconocimiento de ser asociaciones de consumidores,
aunque en una modalidad distinta a la de las anteriores.
La situación actual del movimiento de los consumidores
en España se destaca claramente por la gran atomización
existente y por la debilidad de la mayoría de las organiza-
ciones que lo integran.
Este conjunto de organizaciones están desarrollando, en
general, una actividad de gran importancia en la protección
de los derechos de los consumidores y, al margen de sus
debilidades, pueden representar un claro contrapoder en
el mercado frente a los intereses y abusos de la empresas,
todo ello gracias al esfuerzo de cientos de hombres y mu-
jeres, muchos de ellos/as con actividades voluntarias, que
con pocos medios y pocas ayudas públicas mantienen unas
estructuras organizativas capaces de atender consultas y re-
clamaciones de los consumidores, participar en cientos de
órganos consultivos, editar publicaciones, realizar cursos de
formación y otras muchas actuaciones en defensa de los in-
tereses de los consumidores. Todos estos méritos no deben

126
ocultar la necesidad de hacer los esfuerzos necesarios para
superar las debilidades actuales y con ello seguir avanzando
y acumulando fuerzas.
Asimismo, hay que señalar que al no existir una norma
clara, rigurosa y exigente que establezca los requisitos que
deben reunir las Asociaciones de Consumidores para ser re-
conocidas como tales y poder disfrutar de los derechos que
la Ley les otorga en materia de representación institucional
y en la recepción de subvenciones económicas, se ha ido
produciendo en los últimos años un proceso de “maquilla-
je” en los datos declarados por las distintas asociaciones en
relación a su número de asociados, a las sedes en funciona-
miento, al número de consultas y reclamaciones atendidas,
etc., que dificultan en gran medida el conocimiento objetivo
de la representatividad de cada organización, a la vez que
se ha facilitado que se hayan podido presentar como or-
ganizaciones de consumidores, entidades que en realidad
son empresas de servicios, como el caso más destacado de
AUSBANC.
FACUA ha defendido siempre la necesidad de que las
organizaciones de consumidores sean celosas defensoras de
su independencia en relación a todos los partidos políticos
y administraciones públicas, por entender que es necesario
superar la etapa en la que los partidos políticos promocio-
nan sus propias asociaciones de consumidores, impidiendo
así y distorsionando el normal desarrollo del movimiento
de defensa de los consumidores.

El proyecto actual y futuro de facua: nuestra intervención


en el mercado
El proyecto consumerista que FACUA representa ha
cumplido ya algo más de veinticinco años y llegados a este
punto es preciso que nos preguntemos para quÉ nos esta-
mos dotando de esta estructura. ¿Cuál es el objetivo que se
persigue con el modelo de organización consumerista que
defiende FACUA?, pues dicho modelo no es ni debe ser un
fin en sí mismo, no se agota con su formulación, sino que
tiene una finalidad concreta: intervenir eficazmente en el
mercado buscando conseguir el equilibrio entre fuerzas e
intereses contrapuestos, los derechos e intereses de los con-
sumidores y usuarios y los intereses del sector empresarial.

127
Pero para desarrollar el proyecto consumerista que FA-
CUA propugna es necesario contar con organizaciones de
consumidores fuertes y representativas, organizaciones de
consumidores del siglo XXI que sean capaces realmente de
intervenir y de actuar como contrapoder con capacidad de
influir en las relaciones de mercado.
Con este proyecto de presente, pero sobre todo con vo-
cación de futuro, FACUA asume el compromiso con la so-
ciedad de ser un instrumento para la acción, para la rebelión
frente a los abusos y fraudes que se producen en el mercado.
Durante estos más de veinticinco años se ha avanzado
bastante y hemos conseguido muchos éxitos a favor de los
derechos e intereses de los consumidores, pero a la vez he-
mos comprobado que es necesario que, junto con la acción
de FACUA como organización que aglutina ya a varias de-
cenas de miles de consumidores, es necesario que los pro-
pios ciudadanos se rebelen frente a las irregularidades del
mercado y adopten posiciones más activas en favor de la
justicia y del derecho.
Aspiramos no sólo a ser una organización de consumido-
res representativa y con influencia sino que queremos avan-
zar más y por ello apostamos por ser un movimiento social,
capaz de promover cambios, de remover conciencias, de
movilizar a la sociedad y de generar transformaciones en
la sociedad.
FACUA mira hacia el futuro apostando por una dinámi-
ca de crecimiento y avance, una dinámica que evite el es-
tancamiento y el atrincheramiento en posiciones cómodas
y poco exigentes con nosotros mismos, con nuestros obje-
tivos, pero también con la sociedad con la que nos hemos
comprometido y a la que queremos comprometer.

El modelo de Asociación que promueve FACUA


Para avanzar en el proceso de vertebración de la sociedad
civil y para el necesario equilibrio en el funcionamiento del
mercado es necesario que la sociedad apueste claramente
por el desarrollo de Asociaciones de Consumidores fuertes
y representativas, que estén abiertas a todos los ciudada-
nos, sin discriminación alguna por razones de condiciones
económicas, creencias ideológicas o religiosas, sexo, edad,

128
raza o nivel de compromiso en el seno de la Asociación.
Nuestra capacidad de intervención en el mercado pasa por
ser capaces de movilizar a miles de consumidores y usua-
rios, por ser capaces de influir en su toma de decisiones.
Hacen falta asociaciones en la que se afilien miles de
consumidores y que estén dotadas de mecanismos demo-
cráticos para que dichos asociados puedan participar en el
desarrollo del movimiento consumerista y en la toma de
decisiones de dichas asociaciones, desechando criterios eli-
tistas de que es mejor pocos socios, pero buenos y activos,
que muchos con poca o casi ninguna participación, pues
entendemos que sólo con organizaciones que aglutinen a
decenas de miles de consumidores se podrá lograr una in-
tervención eficaz en el mercado y lograr unos niveles de
autofinanciación que permita la total independencia de la
Asociación frente a las administraciones públicas u otros
intereses políticos o económicos.
Por ello es necesario impulsar un modelo de Asociación
que sepa compaginar su carácter abierto y su alto nivel de
participación para los socios con la existencia de una Junta
Directiva estable y activa que sea capaz de ser el motor que
empuje al conjunto de la organización hacia adelante y de
tomar las decisiones necesarias para lograr dichos objetivos.
Tenemos que apostar, por tanto, por un modelo de aso-
ciación que, alejada de concepciones benéfico-asistenciales,
promueva la autodefensa del consumidor y sepa articular la
defensa de los intereses individuales de los consumidores y
usuarios afectados por abusos o fraudes con la defensa de
los intereses colectivos de la población. Para ello, nuestras
Asociaciones tienen que dotarse de los instrumentos nece-
sarios para el desarrollo de una actividad eficaz en los dis-
tintos campos de actuación en los que deben intervenir y
deben estar dotadas de departamentos o equipos de trabajo
bien delimitados y profesionalizados en la medida necesaria
en los que participen personal voluntario y retribuido para
poder atender eficazmente las actividades relacionas con la
tramitación de las reclamaciones, actividades administrati-
vas, relación con los medios de comunicación, la participa-
ción institucional, la contabilidad, la formación, etc.
Hay que impulsar un modelo de asociación que desde su
posición de independencia sepa jugar su papel de represen-

129
tante de los consumidores en el ámbito de las instituciones
públicas y sepa asumir los compromisos y las posiciones
de colaboración con las administraciones públicas, sectores
empresariales y sindicatos, junto con las necesarias posicio-
nes reivindicativas y de confrontación según las situaciones
y cuando ellas sean necesarias para defender más eficaz-
mente los intereses de los consumidores y usuarios.
Es necesario impulsar un modelo de asociación que sin
renunciar a la defensa de su propio protagonismo entienda
como una necesidad el encontrar y propiciar fórmulas de
unidad de acción con otras organizaciones que defiendan a
los consumidores.

Legitimación social como base del proyecto


La legitimación social es una de las piezas claves en
el futuro del movimiento de consumidores al que aspira-
mos. Debemos conseguir el apoyo de los consumidores y
usuarios y un mayor grado de compromiso buscando fór-
mulas flexibles que faciliten la integración de los mismos.
Si FACUA aspira a ser un movimiento social, ello implica
compromiso con la sociedad y establecer las vías para que
los consumidores puedan acercarse e integrarse en nuestras
Asociaciones.
FACUA quiere ser un instrumento útil para que decenas
de miles de consumidores intervengan en el mercado. Tene-
mos que conseguir un mayor nivel de legitimación por par-
te de los consumidores y lograr que miles de ellos entiendan
y asuman que es necesario unirse al proyecto FACUA y lo
puedan hacer de diferentes maneras y avanzar con nosotros
en la lucha por una sociedad más justa, solidaria y sosteni-
ble y por un mercado menos agresivo.

Afiliación y autofinanciación
Las organizaciones de consumidores y usuarios debe-
mos plantearnos la necesidad de fomentar la afiliación y
con ello nuestros recursos propios no como un fin en sí
mismo, sino como instrumento imprescindible para la con-
secución de los objetivos de vertebración de la sociedad
civil, independencia, representatividad y sobre todo legiti-
mación de nuestra acción.

130
FACUA siempre ha entendido que para avanzar en el
proceso de vertebración de la sociedad civil y para el nece-
sario equilibrio en el funcionamiento del mercado es nece-
sario que la sociedad apueste claramente por el desarrollo
de organizaciones de consumidores fuertes y representati-
vas, que estén abiertas a los ciudadanos, pues el fomento de
la afiliación debe ser siempre nuestro primer reto.
Como ya se ha dicho, hacen falta asociaciones en las que
se afilien miles de consumidores y que estén dotadas de me-
canismos internos de participación que propicien un funcio-
namiento democrático y posibiliten la participación de sus
asociados en el desarrollo del movimiento consumerista, en
el marco de federaciones o confederaciones fuertes, pues
sólo con organizaciones que aglutinen a decenas de miles
de consumidores se podrá lograr la fuerza y representati-
vidad suficiente para lograr una intervención eficaz en el
mercado y alcanzar unos niveles de autofinanciación que
nos permitan la total independencia ante las administracio-
nes públicas y de otros intereses políticos y económicos.
Mientras que nuestros presupuestos estén sustentados bási-
camente por subvenciones y ayudas públicas, difícilmente
podremos ser y actuar como una organización realmente
independiente.
La apuesta clara por avanzar por la autofinanciación de
nuestros gastos corrientes no significa que FACUA renun-
cie a su derecho constitucional de recibir ayudas públicas
para seguir reforzando y ampliando nuestras actuaciones
en defensa de los consumidores y usuarios, al igual que la
reciben otros agentes económicos y sociales (sindicatos y
empresarios), pero ello no debe desvirtuar nuestro objetivo
de impulsar la afiliación y comprometer a los ciudadanos
en su autodefensa y por tanto esto debe ser prioritario y no
entendido como una vía subsidiaria y marginal de financia-
ción.
Desde cada asociación provincial o territorial integrada
en FACUA tenemos que encontrar las vías que nos permitan
acercar a nuestro proyecto a miles de consumidores y usua-
rios a través de todas las posibilidades existentes, inclu-
yendo también las que nos ofrece la nueva sociedad de la
comunicación. En la década de los ochenta y noventa el
acercamiento de los consumidores a nuestra organización

131
sólo era concebida de manera clásica a través de nuestros
locales sociales y a través de las reclamaciones; hoy en día,
si bien es preciso reforzar dichas vías tradicionales y me-
jorarlas, es necesario también aprovechar la sinergia que
crea la cada vez mayor presencia mediática de FACUA y
las nuevas tecnologías, desarrollando campañas de infor-
mación y mejorando la profesionalización de nuestros co-
laboradores para estar en cada vez mejores condiciones de
atender los retos que tenemos que afrontar y hacerlo desde
posiciones de total independencia ante las administraciones
públicas, partidos políticos y sectores empresariales.
Partimos de la creencia y el compromiso de que sólo
con organizaciones fuertes y suficientemente representati-
vas podremos asumir una eficaz defensa y protección de los
consumidores, rechazando las apuestas políticas paternalis-
tas que sólo consiguen debilitar al movimiento de consumi-
dores, imposibilitando su crecimiento.
Para FACUA, el futuro que queremos pasa, por tanto,
por desterrar definitivamente aquellas posiciones partidis-
tas que han tratado y tratan de impedir las apuestas serias
y coherentes por vertebrar a la sociedad, desde el error de
pensar que organizaciones débiles servirían en mejores
condiciones a sus intereses de partido y que tanto daño han
ocasionado al movimiento de los consumidores en España
al contribuir claramente a su debilitamiento y a su atomi-
zación.

Representatividad
Pero, además, tampoco podemos obviar que la afilia-
ción es un elemento objetivo que nos permite medir con
garantías el nivel de representatividad de cada organización
de consumidores y en este sentido también es preciso que
tengamos la valentía de construir un futuro partiendo del
reconocimiento de lo que somos, desde la transparencia y
la realidad de lo que representa el movimiento de consumi-
dores y cada una de las organizaciones que lo integran. Sin
hacernos trampas los unos a los otros, sino con lealtad y
transparencia, pero también con coherencia.
Si queremos ser la organización más representativa te-
nemos que ser la organización con mayor respaldo social.

132
No basta sólo con decir que lo somos, sino que tenemos
que trabajar diariamente en conseguirlo. Nuestra actividad
diaria tiene que dar fruto y ese fruto es la legitimación so-
cial que nos permite influir e intervenir en el mercado como
contrapoder. En este sentido, consideramos que hay que
avanzar en la articulación de normas legales que permitan
contabilizar con garantías suficientes el número de asocia-
dos que cada organización tiene. Conocer y reconocer la
realidad, medir y evaluar de forma rigurosa qué somos y
qué y a quién representamos son herramientas imprescindi-
bles para fijarnos objetivos y retos claros de futuro que nos
permitan progresar.
Por tanto, podemos afirmar que para nosotros el número
de asociados con el que cuente cada organización es una
manera de medir el grado de legitimación y de representa-
tividad que los propios consumidores le han dado, es una
manera de medir nuestra representatividad y nuestra utili-
dad y por ello tenemos que asumir el claro compromiso de
establecer como actividad prioritaria el avanzar en el nú-
mero de asociados buscando, para ello, nuevas fórmulas y
nuevas posibilidades de comunicación y de interrelación
con los ciudadanos.

Nuestra intervención en el mercado


Con el restablecimiento de la democracia en nuestro país
y con la aprobación de la Constitución de 1978 se comienza
un proceso para establecer un marco legal que garantice el
derecho que los consumidores deben tener en el mercado,
partiendo del principio de que éstos son la parte más dé-
bil del mismo y que por ello los poderes públicos tenían
que garantizar el respeto de sus derechos, la protección por
medios eficaces, de la seguridad y la salud de éstos y la
defensa de sus intereses económicos, así como a fomentar a
las Asociaciones de Consumidores como instrumentos que
contribuyan a equilibrar el funcionamiento del mercado.
Este principio constitucional se basa en el hecho de que
la promulgación de nuevas leyes y disposiciones para la
protección de los derechos, si bien contribuyen a frenar
abusos y fraudes, o al menos los tipifica, no puede ser nunca
suficientes, ya que para lograr un cierto equilibrio entre los

133
distintos sectores que conforman el mercado, es decir entre
fabricantes y productores, distribuidores o prestadores de
servicios por un lado y la gran masa de consumidores por
otro, se tiene que producir un hecho fundamental:
Que el consumidor entienda que de forma individual o
aislada no puede hacer frente al poder de fabricantes o dis-
tribuidores, ni pueden exigir con éxito la promulgación de
nuevas leyes que le protejan y que sólo con el agrupamiento
de los consumidores, a través de la creación y desarrollo de
Asociaciones de Consumidores fuertes y representativas, se
podrán crear las condiciones para que esa gran masa de ciu-
dadanos que compran productos o utilizan servicios puedan
intervenir como un agente económico activo e influyente en
el mercado.
Para FACUA el movimiento de consumidores debe evo-
lucionar hacia la conquista real de nuestro papel como equi-
librador del mercado, de un mercado claramente inclinado
hacia intereses económicos. Un mercado donde el beneficio
y los intereses económicos e incluso especulativos tienen
más peso que los derechos y garantías de los ciudadanos, de
los consumidores y usuarios.

Agentes económicos y sociales


Para la consecución de ese reto las organizaciones de con-
sumidores tenemos que conseguir realmente intervenir en el
mercado de forma eficaz, tenemos que conseguir el recono-
cimiento de lo que somos, auténticos agentes económicos y
sociales, pero para ello no basta sólo con reivindicarlo sino
que es preciso conquistarlo. Tenemos que ganarnos dicho re-
conocimiento rompiendo el actual estatus quo.
Somos conscientes de que en el camino de dicha conquis-
ta nos vamos a encontrar resistencias, obstáculos, muchos
de ellos ya anunciados. Así como toparnos con la oposición
del sector empresarial, de los sindicatos, de los propios po-
deres públicos. Oposición que se planteará desde distintas
posiciones de salida y que tendremos que ir venciendo so-
bre la base del apoyo y el respaldo social.
El éxito de esta “pelea” va a descansar en la legitima-
ción social, en el compromiso y apoyo social que debemos
también conquistar las organizaciones de consumidores y

134
para ello tenemos que actuar como un auténtico contrapo-
der que contribuya a equilibrar los intereses existentes en
el mercado.
Acentuar el carácter reivindicativo del movimiento de
consumidores
FACUA ha entendido que la acción consumerista debe
ser combativa y por tanto es preciso rebelarse ante los abu-
sos y ante los sistemas que sitúan las reglas del mercado
por encima de los derechos ciudadanos, pero otras orga-
nizaciones de consumidores representan a un movimiento
acomodado que ha entrado en una dinámica continuista y
poco exigente, que sólo persigue “corregir” ciertos desma-
nes del mercado pero que no se plantea realmente remover
estructuras y conciencias ni se cuestiona el actual modelo
de producción, distribución y consumo en el que se integra,
un movimiento de consumidores anclado en posiciones de
los años 80.
Partiendo de este presente, y de cara al futuro, este es-
tatismo y conformismo que mayoritariamente existe debe
romperse y por ello debe acentuarse nuestro perfil reivindi-
cativo y combativo. Tenemos que tener claro que la inten-
sificación de las reclamaciones y la denuncia sistemática
de los abusos y fraudes que genera el mercado en nuestra
sociedad nos permitirá intervenir en él y además hacer in-
tervenir a los propios consumidores afectados y a la vez
estaremos provocando una mayor intervención de las ad-
ministraciones públicas que deben reforzar sus labores de
inspección y sanción.
Por tanto, tenemos que asumir que un elemento esencial
de la actividad que deben jugar las Asociaciones de Con-
sumidores para ir equilibrando los intereses contrapues-
tos en el mercado es, sin lugar a dudas, la defensa de sus
reclamaciones o denuncias individuales frente a los produc-
tores o distribuidores. Es necesario suplir la debilidad del
consumidor individual frente al empresario y sus equipos
de asesores y de ejecutivos con el poder de los servicios
jurídicos y técnicos de las Asociaciones de Consumidores,
equipos formados con un alto grado de profesionalización
y especialización que nos permitan ejecutar con seriedad y
rigor las múltiples tareas que debemos desarrollar y funda-
mentalmente la defensa de los derechos e intereses de los

135
consumidores y usuarios, tramitando sus reclamaciones de
la forma más eficaz y con ello ganarnos el reconocimiento
como interlocutores frente al sector empresarial.
Completando esta actividad de atender y tramitar las de-
nuncias y reclamaciones de los consumidores frente a los
empresarios causantes del abuso o fraude, las Asociaciones
de Consumidores debemos asumir también la defensa de
los intereses colectivos de los consumidores frente a gran-
des empresas o la Administración. Para ello deberán reali-
zar una serie de actividades de información y de formación,
de control y análisis del mercado, que permitan avanzar en
dicha defensa.

La información y formación de los consumidores


Para poder avanzar en esta dirección es necesario asumir
que una de las principales causas que facilitan o contribu-
yen a la existencia del fraude y al abuso contra el consumi-
dor es, sin lugar a dudas, el bajo nivel de conocimiento que
éstos tienen acerca de sus derechos y obligaciones legales.
Por ello es fundamental que una Asociación de Consumi-
dores sitúe también entre sus actividades principales las de
información y formación de los consumidores en relación a
dichos derechos y deberes.
Esta actividad informativa debe desarrollarse desde cada
una de las asociaciones integradas en FACUA mediante un
buen aprovechamiento de nuestra revista Consumerismo,
de nuestro sitio en Internet www.facua.org y de otras publi-
caciones monográficas y garantizando también una presen-
cia activa en los medios de comunicación.
Asimismo, es necesario completar esta labor informati-
va hacia el conjunto de los consumidores con otra actividad
más selectiva de carácter formativo dirigida a cuadros di-
rectivos, líderes de opinión, etc. Esta labor sistemática de
formación a través de cursos, seminarios, conferencias, etc.
permitirá elevar el nivel de conocimiento y capacitación de
dichos cuadros o generadores de opinión, logrando con ello
que éstos sean elementos dinamizadores y organizadores de
la sociedad y contribuyan a facilitar una más rápida organi-
zación de los consumidores.
Junto con estas actuaciones indicadas las Asociaciones
de Consumidores deben articular otras fórmulas para refor-

136
zar la información de los consumidores acerca de los pro-
ductos o servicios que se ofertan en el mercado. Para ello
es necesario que intensifiquemos la realización de análisis o
estudios comparativos de aquellos productos o servicios de
mayor consumo o uso, o de aquellos que se puedan presu-
poner que representen riesgo, peligro o engaño a los consu-
midores, pues dicha actividad es una herramienta clave en
nuestra intervención en el mercado.
El control del mercado es otra de las tareas a desarrollar
en el marco de nuestra acción combativa y reivindicativa,
tanto a través de nuestra propia organización, realizando es-
tudios y analizando y comparando bienes y servicios, como
demandando a la Administración su intervención en estas
materias, pues es a ella a quien más directamente le co-
rresponde el control y la inspección del mercado. Las Aso-
ciaciones no sólo deben estar preparadas para atender las
reclamaciones o denuncias que les lleguen a sus locales u
oficinas, sino que además tienen que salir al mercado a la
búsqueda de las irregularidades o incumplimientos legales
que se produzcan y proceder a su denuncia.
Desde FACUA entendemos que sólo con una acción
sistemática en las distintas direcciones señaladas se podrá
garantizar el logro de los siguientes objetivos que permitan
fomentar consumidores racionales y críticos:
Promover la mayor libertad y racionalidad en el consu-
mo de bienes y en la utilización de servicios ofertados
en el mercado.
Facilitar la comprensión y utilización por parte de los
consumidores de la información obligatoria que tienen
que ofrecer todos los productos o servicios para su
correcto consumo o uso.
Difundir el conocimiento de los derechos y deberes del
consumidor o usuario y las formas más adecuadas
para ejercerlos.
Fomentar la prevención de riesgos que puedan derivarse
del consumo de productos o utilización de servicios.
Adecuar las pautas de consumo a una utilización racio-
nal de los recursos naturales para preservar el medio-
ambiente.
Potenciar la formación de educadores en el campo de la
protección de los derechos de los consumidores.

137
Concertación con el sector empresarial
Junto con la denuncia de los fraudes y abusos que se
producen en el mercado, FACUA y sus organizaciones pro-
vinciales o territoriales debemos asumir que la concerta-
ción con el sector empresarial es un instrumento clave en
la consecución de nuestros objetivos. La concertación debe
ser entendida como la vía complementaria a nuestro enfren-
tamiento diario en defensa de los intereses de los consumi-
dores, que permita resolver los conflictos de intereses que
se producen en el mercado. La denuncia, la reclamación, el
boicot si cabe deben seguir siendo la palanca, el motor que
nos lleve necesariamente a la concertación y por ello de-
bemos situarnos en la clave de que nuestra actividad diaria
de tramitación de reclamaciones potencialmente representa
la posibilidad de llegar a acuerdos de concertación con el
sector empresarial.
El nivel de concertación, nuestra capacidad de diálogo
con el sector empresarial tiene también una incidencia di-
recta en nuestro propio reconocimiento como agentes eco-
nómicos y sociales. Ello nos lleva a situarnos en mejores
posiciones frente al mismo y a ser reconocidos como los
interlocutores válidos que representamos a los consumido-
res, jugando así nuestro papel de contrapoder.
Avanzar por este necesario camino supone, por tanto, im-
pulsar la acción consumerista apostando por organizaciones
más dinámicas, con una presencia real e indiscutible en
la sociedad, organizaciones con las que los ciudadanos se
identifiquen y que den respuesta a sus necesidades y expec-
tativas.

REPRESENTACIÓN Y PARTICIPACIÓN INSTITUCIONAL

La Constitución Española establece como principio ge-


neral que los poderes públicos están obligados a escuchar a
las Asociaciones de Consumidores en todas las cuestiones
que afecten a los consumidores y usuarios. En dicho senti-
do se estableció en la Ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios y correspondientes normas auto-
nómicas un apartado concreto para regular la participación,
representación y audiencia en consulta.

138
En dicho sentido, y con carácter generalizado, la legisla-
ción vigente establece que las Asociaciones de Consumido-
res y Usuarios serán oídas, en consulta, en el procedimiento
de elaboración de las disposiciones de carácter general re-
lativas a materias que afecten directamente a los consumi-
dores o usuarios y por ello será preceptiva dicha audiencia
en los siguientes casos:

Reglamentos que desarrollen la Ley General.


Reglamentos sobre productos o servicios de uso y con-
sumo.
Ordenación del mercado interior y disciplina de merca-
do.
Precios y tarifas de servicios en cuanto afecten directa-
mente a los consumidores y usuarios y se encuentren
legalmente sujetos a control de las administraciones
Públicas.
Condiciones generales de los contratos de empresas que
prestan servicios públicos en régimen de monopolio.
En los casos en que una ley así lo establezca.

Complementando este derecho a la participación ya se-


ñalado se contempla también la creación de un Consejo
integrado por representantes de las Asociaciones de Con-
sumidores que actuará como órgano de representación y
consulta a nivel nacional, también existentes en distintas
autonomías. De esta forma y por imperativo legal se consti-
tuyó en el año 1992 en España el Consejo de Consumidores
y Usuarios en el que se integran las organizaciones denomi-
nadas como más representativas de los consumidores. En el
ámbito de la Comunidad andaluza se constituyó en 1997 el
Consejo de los Consumidores y Usuarios de Andalucía, que
durante dos mandatos fue presidido por FACUA.

Participación
Si queremos participar en el diseño de las políticas de
consumo, si queremos influir en las relaciones de consu-
mo actuando como auténtico grupo de presión frente a los
intereses económicos, es fundamental nuestra presencia en
órganos consultivos, asumiendo así el papel que la Ley nos

139
atribuye de representantes de los ciudadanos en dichos ór-
ganos y lograr con ello el reconocimiento institucional de
lo que somos.
Sin embargo, es preciso tener en consideración que
nuestras fortalezas y por tanto también nuestras debilidades
determinarán nuestro nivel de representatividad y nuestra
participación tanto en órganos consultivos como en el pro-
pio proceso de audiencia en consulta que la ley nos recono-
ce, donde no sólo tenemos que “estar”, sino que debemos
actuar de manera activa y eficaz.

Ayudas públicas
El nivel de representatividad de una organización de
consumidores sirve también para medir las ayudas públi-
cas a las que tenemos derecho. El principio constitucional
de apoyo y fomento a las organizaciones de consumidores
y usuarios, recogido en el artículo 51 de la Constitución
Española, debe ser asumido desde el compromiso y la co-
herencia de lo que significa el haberlo integrado en la de-
nominada constitución económica, ya que dicho artículo se
enmarca entre los principios rectores de la política social y
económica y representa la apuesta teórica de que una eco-
nomía de mercado como la nuestra sólo puede funcionar
adecuadamente si se protege a los consumidores y se apoya
y fomenta a sus organizaciones representativas, como ele-
mento equilibrador del mercado.
La administración debe entender y asumir la obligación
de contribuir a una financiación suficiente de las organiza-
ciones de consumidores, superando estadios como el actual
en el que los apoyos económicos institucionales que se nos
destinan son insuficientes, muy alejados de los que reciben
otros agentes económicos y sociales y no permiten desarro-
llar de manera efectiva las funciones que nos encomienda
la Ley y la propia Constitución para un correcto funciona-
miento del mercado y de la economía.
Sin embargo, en vez de asumir esta obligación sigue
manteniendo políticas de ayudas económicas a las orga-
nizaciones de consumidores con criterios paternalistas, a
la vez que legitima que dichas organizaciones puedan ver
financiadas algunas de sus actividades por parte del sec-

140
tor empresarial, tal como ha ocurrido con la aprobación en
2006 de la Ley de Mejora de la Protección de los Consu-
midores. Legitimación que abre una peligrosa puerta por
la que el sector empresarial podrá influir de manera clara y
legal en las actuaciones y decisiones de las organizaciones
de consumidores que entren por dicha puerta.
FACUA seguirá exigiendo su derecho a recibir las sub-
venciones necesarias para seguir trabajando con eficacia en
la defensa de los intereses individuales y colectivos de los
consumidores y usuarios, si bien ello nunca deberá signifi-
car que sustentemos nuestra propia financiación en dichas
subvenciones, pues como ya hemos señalado de manera rei-
terada, el fomento de la afiliación y con ello el fomento de
ingresos propios debe ser un primer reto para ganarnos la
necesaria legitimación de la sociedad y el reconocimiento
institucional.

El papel de la administración
Este apoyo de los poderes públicos pasa también nece-
sariamente por una revisión del papel que debe desempeñar
la Administración, con el fin de superar etapas paternalistas
en las que la protección al consumidor es entendida desde
concepciones benéfico-asistenciales y debe reorientarse ha-
cia políticas que propicien una mayor corresponsabilidad
del ciudadano en su autoprotección y que refuercen el papel
preventivo y de inspección y control que tiene reconocido
la Administración.
Es preciso hacer una verdadera revisión de sus funcio-
nes, cometidos y competencias y lograr que se asuma el
papel cada vez más determinante que le corresponde jugar a
la sociedad civil. Un ejemplo de la necesidad de esta actua-
lización de funciones lo tenemos en el papel que deben ju-
gar los ayuntamientos en la protección a los consumidores,
evitando actuaciones que entren en una cierta “competencia
desleal” con las organizaciones de consumidores, como si-
gue ocurriendo con el actual funcionamiento de las Oficinas
Municipales de Información al Consumidor (OMIC), que
representan un ejemplo claro de políticas paternalistas del
pasado reciente y un grave inconveniente para fomentar la
afiliación de los consumidores.

141
CONVERGENCIA CON OTROS MOVIMIENTOS SOCIALES
Por último, tenemos que decir que FACUA considera ne-
cesario que en la consecución del objetivo último de aspirar
a un mundo mejor nuestra organización no puede ni debe
estar sola, pues el desarrollo de nuestra acción consumerista
debe tener también vocación de convergencia con otras or-
ganizaciones de consumidores y movimiento sociales.
Es una realidad que el movimiento de consumidores se
encuentra en la actualidad atomizado, realidad que refuerza
su debilidad y es por ello por lo que es necesario la búsque-
da de alianzas sociales. Junto con la apuesta por nuestro
fortalecimiento y con ello superar situaciones de debilidad
debemos propiciar la búsqueda de alianzas estratégicas con
otros movimientos sociales (ecologistas, movimientos por
la paz, organizaciones de consumidores, asociaciones de
inmigrantes, sindicatos, etc.). Es preciso ampliar las rela-
ciones de colaboración con diferentes entidades de carácter
social ampliando no sólo con ello nuestra fortaleza como
movimiento social a través de dichas alianzas, con el fin de
seguir avanzando hacia nuestro objetivo último de conse-
guir una sociedad más justa y solidaria.
El futuro del movimiento de consumidores debería sus-
tentarse sobre un modelo que, sin renunciar al propio pro-
tagonismo de las organizaciones de consumidores que lo
integran, entienda como una necesidad el encontrar y propi-
ciar fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones
que defienden también los intereses de los ciudadanos en
relación al mercado.
No obstante, esa unidad de acción debe ser el resultado
de un proceso, de una evolución paralela y convergente de
aquellas organizaciones que caminamos por sendas seme-
jantes y que compartimos objetivos y retos de futuro pero
también un mismo código ético de funcionamiento.

EL CONSUMO SOSTENIBLE Y EL CONSUMO SOLIDARIO


El desarrollo de las sociedades industriales propias del
sistema capitalista de producción y consumo conllevó, jun-
to a las mejoras de las condiciones de vida de una buena

142
parte de la población de una parte del planeta, a la aparición
de fenómenos nuevos que propiciaron la aparición de la so-
ciedad de consumo y sus efectos negativos para la conser-
vación del medio ambiente.
Consumo sostenible
Hablar de consumo sostenible o responsable en la vida
diaria de los consumidores es hablar también del modelo de
sociedad imperante en España, en la Unión Europea y una
parte del mundo y es hablar de nuestro modelo de produc-
ción y consumo y de su relación con el medio ambiente,
con nuestra forma de vida y con la salud de los propios
consumidores.
Frente al consumismo y al despilfarro que se ha impuesto
en la denominada “sociedad de consumo”, FACUA – Con-
sumidores en Acción propugna hábitos responsables en la
producción y en el consumo.

Problema del consumo y el medio ambiente


El problema global del medio ambiente puede conside-
rarse fundamentado en tres pilares: superpoblación, consu-
mo y tecnología. Somos muchos, consumimos en exceso
en los países desarrollados y disponemos de una tecnología
ineficiente e inadecuada para garantizar el equilibrio ecoló-
gico. La naturaleza no puede procesar los cambios que el
hombre ha introducido en estos dos últimos siglos.
La Cumbre de Río de Janeiro de 1992 señaló que la mo-
dificación de las actuales pautas de consumo en el mun-
do industrializado como una de las tareas principales de la
humanidad para el próximo siglo. Nuestro planeta no dis-
pone de los medios suficientes para garantizar que todos
sus habitantes puedan disponer de un nivel de consumo y
despilfarro como el existente en los países desarrollados.
Por tanto, tenemos que admitir que nuestra forma actual de
vida sólo se puede mantener si la mayoría de los habitantes
del planeta, es decir el 80%, siguen viviendo como hasta
ahora en la pobreza utilizando el 20% de los recursos dis-
ponibles.
La Ley General para la Defensa de los Consumidores
y Usuarios de España consagra y desarrolla el derecho del
consumidor a la educación y formación en materia de con-

143
sumo. Contempla entre sus objetivos el promover la liber-
tad y racionalidad en el consumo y adecuar las pautas del
consumo a un uso racional de los recursos naturales. Asi-
mismo, consagra el derecho de los consumidores a disponer
de una información veraz, eficaz y suficiente y establece los
principios generales para la adecuada protección de la salud
y la seguridad.
Por su parte, el Programa comunitario de política y ac-
ción en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible,
elaborado por la Unión Europea, preconiza la reducción de
un consumo excesivo de recursos naturales y reconoce el
consumo como un fenómeno determinante de las políticas
de protección ambiental. Además, establece que la relación
entre industria y medio ambiente debe sustentarse, entre
otros aspectos, en la gestión de recursos encaminados a ra-
cionalizar su consumo y en la información que permita a los
consumidores elegir mejor.
Sin embargo, buena parte de los aspectos relacionados
con el consumo es a veces objeto de silencio, pues no pode-
mos olvidar que nuestro modelo de desarrollo económico y
el éxito de nuestros gobernantes se basa fundamentalmente
en incentivar el consumo. Este silencio no es sorprendente
pues para romperlo se requiere que la sociedad se pregunte
sobre su propio estilo de vida y ponga en entredicho y cues-
tione la idea imperante de que tener más y consumir más
conlleva ser más feliz y disfrutar de una mayor calidad de
vida.
Los consumidores de las economías industrializadas nos
afanamos por consumir más y mejores bienes de consumo.
Sufrimos una dependencia casi paranoica de todo tipo de
bienes (electrodomésticos, automóviles, ropa de vestir, ali-
mentos sofisticados, cuerpos modélicos, etc.), no sólo para
satisfacer nuestras necesidades reales, sino que también se
persiguen símbolos de posición social, alcanzar más felici-
dad, estar más sanos, mejorar nuestras relaciones con los
demás, es decir, los valores que nos “vende” la publicidad.
Consumimos para imitar a los sectores de la sociedad que
nos presentan como modelos, los ricos, los famosos, etc. y
al imitarlos perdemos nuestra capacidad de definir aquello
que es digno y necesario de verdad.
El consumo de bienes normales satisface necesidades
físico-objetivas y, en consecuencia, tiene un punto de satu-

144
ración. Por el contrario, el bienestar y la satisfacción de los
bienes de posición o relacionales se miden en comparación
con los de otros consumidores y otros momentos históricos,
lo que implica la ausencia de un límite, pues el afán de dife-
renciarse de los demás es interminable. Hablar de consumo
de bienes normales para satisfacer nuestras necesidades es
hablar de nuestra alimentación, es hablar de nuestro ves-
tir, es hablar en definitiva de nuestra forma de vivir. Sin
embargo, la publicidad no nos ofrece mensajes informati-
vos para darnos a conocer las calidades de los productos;
la publicidad nos vende sensaciones, valores, metas que se
pueden conseguir consumiendo dichos productos, que en la
mayoría de los casos son falsos.

La reducción del consumo, ¿es cosa de otros?


Sin embargo, siempre que pensamos en evitar o limitar
los daños al medio ambiente generados por la producción,
distribución y consumo de bienes adicionales estamos de
acuerdo en que habría que introducir técnicas y productos
menos perjudiciales, pero no pensamos en reducir la pro-
ducción y el consumo.
En este sentido, la promoción del consumismo a través
de la publicidad, la televisión comercial y los grandes cen-
tros comerciales debe tener una respuesta activa por parte
de los consumidores. Los modelos o patrones de felicidad
que nos están “vendiendo” no sólo están produciendo un
grave deterioro de nuestro medio ambiente como conse-
cuencia de la superproducción provocada por la puesta en
el mercado de cada vez más productos y del mayor consu-
mo de energía, sino que también estamos sufriendo un pro-
ceso de degradación de nuestra salud como consecuencia
de los nuevos patrones alimentarios o sociales y algunos
ejemplos los tenemos en el aumento del colesterol y de las
enfermedades cardiovasculares, el aumento de la obesidad
y en el otro polo, de la bulimia y de la anorexia, y multitud
de nuevas patologías.
El modelo anglosajón imperante en el mundo ha impues-
to a través de la publicidad, del cine, etc. sus propios patro-
nes alimentarios y está rompiendo nuestro propio modelo
de alimentación saludable, como es la dieta mediterránea

145
o dieta variada. El consumo de la llamada comida rápida
se está imponiendo de forma progresiva y ello está provo-
cando el aumento de la obesidad y de la aparición de diver-
sas patologías entre la población (estreñimiento, colesterol,
etc). Junto a ello están apareciendo cientos de productos de
todo tipo que son ofrecidos para ayudarnos a no engordar
o para mantener nuestra salud, es decir, para contrarrestar
los efectos de lo anterior. Todo un negocio que se acabaría
si adoptamos nuestro modelo tradicional de alimentación
variada.
Gobiernos, industria y consumidores somos responsa-
bles de la crisis ecológica y a todos involucrará la estrategia
para alcanzar un consumo y una producción sostenibles.
Los gobiernos tienen la responsabilidad de crear políticas
de protección ambiental que apunten hacia una producción
limpia y hacia la racionalización del consumo. La industria,
por su parte, como responsable directa de la mayor parte de
la degradación ambiental debe asumir esa responsabilidad
y transformar sus modos de producción y comercialización.
Y los consumidores también tenemos que asumir nuestra
cuota en la responsabilidad colectiva y adoptar pautas de
conductas más responsables y racionales en relación al con-
sumo y disfrute de bienes y servicios, a la vez que exigir
mayor nivel de información en relación a los mismos.

El papel que deben jugar los consumidores


En ambas direcciones, los consumidores podemos des-
empeñar un papel determinante. Por un lado, los consu-
midores debemos asumir, como ya se ha indicado, nuestra
parte de responsabilidad en la degradación ambiental y el
agotamiento de los recursos. Al fin y al cabo somos noso-
tros los que consumimos lo que produce la industria y sos-
tenemos con nuestros votos la política de los gobiernos. Por
ello, ser conscientes de nuestra responsabilidad y de nuestra
fuerza potencial es tan importante para evolucionar hacia
un mundo ecológicamente (ambiental y socialmente) sos-
tenible. Así, la disminución del consumo debe plantearse
como un objetivo clave.
Una prueba de la fuerza potencial del consumidor la te-
nemos en el hecho de que al estar lo ecológico y lo saluda-
ble de moda, numerosas empresas se disfrazan de verde o

146
de salud para vender más y nos ofrecen productos que se
presentan como ecológicos o saludables. Por ello es necesa-
rio que el consumidor esté bien informado y preparado para
desenmascarar la manipulación y el engaño que se esconde
detrás de la mayoría de tales prácticas y sepa elegir de for-
ma consecuente.
Por todo ello, es desde cada uno de nosotros como con-
sumidores y desde las Asociaciones de Consumidores don-
de la lucha por proteger el medio ambiente y nuestra salud
cobra un sentido más claro, apuntando a las causas y no
tratando de poner parches a las consecuencias. El objetivo
será alcanzar una modalidad de consumo sostenible que no
hipoteque la supervivencia de las generaciones venideras.
Los medios para alcanzarlo son, de una parte, la educación
y concienciación para un consumo responsable y por otra,
el trabajo de denuncia para conseguir producciones menos
dañinas para el medio ambiente y para los consumidores
y denunciar los mensajes publicitarios o los modelos que
limitan nuestra libertad de elección.
El consumo responsable y sostenible debe empezar por
un consumo consciente y responsable. Para ello el consu-
midor debe exigir una información clara, sencilla y actua-
lizada acerca de las connotaciones ecológicas y sociales de
los productos ofertados en el mercado y hoy, a pesar de que
el nivel de conciencia va aumentando, aún existe una con-
siderable carencia de información precisa y de fácil acceso
al público en general de estos temas. Por ello, la carencia de
información no permite una correcta compresión del pro-
blema, ni la participación pública activa en defensa del me-
dio ambiente y de la salud humana por parte de la mayoría
de los consumidores.
Sin embargo, el consumo sostenible supone mucho más
que cambiar un producto perjudicial para la tierra o para
los humanos por otro más respetuoso: implica ante todo,
cuestionar nuestro consumo y nuestro modo de vida; con-
lleva examinar nuestro papel ante las desigualdades de la
economía mundial; significa retar a los gobernantes para
que realicen políticas que favorezcan un cambio en el estilo
de vida de los ciudadanos.

147
EL CONSUMISMO: UNA NUEVA FORMA DE EXPLOTACIÓN
Las formas clásicas de explotación del hombre por el
hombre ya denunciadas por los pensadores del socialismo
desde hace varios cientos de años, si bien perduran de for-
ma general, unas veces maquilladas y otras en su expresión
natural y cruel, están siendo acompañadas con otras formas
de explotación y alienación que se vienen desarrollando e
imponiendo fundamentalmente en las llamadas sociedades
desarrolladas. Nos referimos a esa nueva forma de explota-
ción del individuo y de la sociedad que representa el con-
sumismo. Una forma nueva de explotación surgida en el
siglo XX y cuyas consecuencias van mas allá de los efectos
negativos y dolorosos que siempre tuvo y sigue teniendo la
explotación de los trabajadores bajo el sistema capitalista
de producción.

Consumismo igual a destrucción del planeta


La Cumbre de Río de Janeiro de 1992, como ya se ha
indicado, señaló que la modificación de las actuales pautas
de consumo en el mundo industrializado, es decir, la elimi-
nación del consumismo debería ser una de las tareas princi-
pales de la humanidad para el próximo siglo, pues sólo así
se podría salvar al planeta de la catástrofe que se avecina.
Han pasado ya quince años desde la celebración de la famo-
sa cumbre convocada por Naciones Unidas y quitando los
cientos de discursos, los compromisos incumplidos y las
miles de promesas de los gobernantes de los países ricos e
industrializados, muy poco se ha hecho. Mientras tanto, la
conciencia del peligro mortal crece y los efectos del dete-
rioro medioambiental se multiplican. Sin embargo, a nadie
se le escapa que los primeros en sufrir las consecuencias
del grave deterioro en el medio ambiente son los habitantes
pobres de los países menos desarrollados y esto lo vemos
todos los días. Ellos no poseen masivamente automóviles,
ni aparatos de aires acondicionado, posiblemente ni siquie-
ra frigoríficos; ellos no son los que contaminan y, sin em-
bargo, sobre ellos caen más directamente los efectos de las
grandes emanaciones de dióxido de carbono causantes del
calentamiento de la atmósfera y del efecto invernadero y
cuando se enferman, bien sabemos todos que no existen

148
para ellos y sus familiares, hospitales, médicos ni medica-
mentos suficientes, como los que existen en la otra parte del
planeta causante del grave y alarmante proceso de contami-
nación.
Tampoco podemos olvidar que la población mundial tar-
dó decenas de miles de años en llegar a la cifra de 1.000
millones de habitantes, cantidad que se alcanzó en torno al
año 1800. Sin embargo, tan sólo en los últimos dos siglos
la población mundial ha alcanzado una cifra superior a los
6.000 millones de habitantes, sin olvidar que los datos de los
expertos establecen que para el año 2050, esta cifra podría
llegar a los 9.000 millones. Esta gran explosión demográfi-
ca, unida a la acelerada degradación de las condiciones na-
turales elementales para la supervivencia de la humanidad,
está provocando una gran preocupación en muchos países,
sobre todo en lo menos desarrollados, ya que casi el total
del crecimiento de la población indicada se está dando y se
dará en los países pobres del denominado Tercer Mundo.
Habrá que preguntarle a los dirigentes políticos de los
países más ricos e industrializados si van a seguir mintién-
donos a todos los habitantes del planeta. Habrá que pregun-
tarles si van a seguir diciéndonos que es necesario consumir
más para garantizar nuestro desarrollo y bienestar y con
ello ayudar al desarrollo de los países pobres, cuando todos
los estudios rigurosos que se están realizando por institu-
ciones prestigiosas demuestran que no es posible que todos
los habitantes de nuestro planeta puedan alcanzar algún día
el mismo nivel del llamado desarrollo y bienestar que te-
nemos los habitantes de los países desarrollados; y no es
posible porque el planeta llamado Tierra no tiene suficien-
tes recursos como para que 6.000 millones de habitantes,
y no digamos 9.000, puedan consumir y despilfarrar de la
misma manera que lo hacemos los que vivimos en la parte
privilegiada de este mundo. Harían falta tres planetas como
La Tierra para poder disponer de los recursos necesarios
para que los 6.000 millones de habitantes vivieran con este
mismo nivel de consumismo insostenible.

Globalizar la solidaridad y la justicia social


Hay que decir la verdad, aunque sea muy cruda. Por
ello, los ciudadanos, los consumidores de los países ricos

149
e industrializados no podemos cerrar los ojos ante esta te-
rrible realidad, pues la verdad es que para que el 20% de
la población mundial pueda seguir viviendo con este nivel
de consumismo y despilfarro de los recursos naturales será
necesario que el otro 80% siga viviendo en las condiciones
de pobreza actual. El funcionamiento de la economía de los
países ricos se apoya en el consumismo y en la existencia
de esas grandes desigualdades.
Se ha globalizado la desigualdad y por ello cada vez hay
mayores diferencias entre los países ricos y pobres. Pero
esto no es inevitable y hay que decir que esta situación se
puede cambiar, pues otro mundo es posible, otros sistemas
son viables y es posible globalizar la cultura, la sanidad,
el respeto al medio ambiente y, sobre todo, que es posible
globalizar una alimentación justa para todos los habitantes
del planeta, porque para ello sí hay recursos en este planeta
llamado Tierra. Pero ello sólo se podrá llevar a cabo si se
pone freno a la carrera armamentística, al dominio de unos
países sobre otros y a la destrucción de los recursos natu-
rales. Hay que optar por un consumo racional y sostenible
en una sociedad justa y sostenible y el logro de esos dos
objetivos debe ir unido.
Hay que decir no a este nuevo sistema de explotación de
la humanidad que representa el consumismo actual y hay
que defender frente a esa explotación un consumo sosteni-
ble, entendiendo que dicho nuevo modelo supone mucho
más que cambiar un producto perjudicial para el medio am-
biente o para los humanos por otro más respetuoso o se-
leccionar los residuos urbanos en nuestro hogares; implica,
ante todo, cuestionar nuestro sistema de sociedad, conlleva
examinar nuestro papel ante las desigualdades de la eco-
nomía mundial y significa retar a los gobernantes para que
realicen políticas que favorezcan un cambio en el actual sis-
tema de producción y consumo. Y sobre todo, conlleva el
asumir que el mantenimiento del modo de vida actual de las
sociedades consumistas sólo se podrá hacer a costa de man-
tener también el actual modo de vida de las poblaciones de
los países pobres, llegando incluso a justificar guerras e in-
vasiones para seguir apropiándose de los recursos naturales
que aún les queda a los países pobres.
En este sentido hay que destacar los pronunciamientos
que se están haciendo públicos desde países como Cuba,

150
Venezuela y otros en los que se está señalando un cuestio-
namiento claro de la reconversión de inmensas extensiones
de tierras de cultivo para ser dedicadas a la producción de
biocombustible, una energía que bajo el pretexto de ser lim-
pia y menos contaminante que el petróleo y con el fin de
satisfacer las necesidades consumistas del mundo desarro-
llado, supondrá la destrucción de la superficie agrícola que
garantiza hoy la alimentación de buena parte de los habitan-
tes de una parte del planeta.

El consumismo representa explotación


Podemos afirmar, por tanto, que el consumismo afecta
de manera negativa a todos los ciudadanos del mundo, in-
dependientemente del lugar donde habiten. A unos, los que
habitamos en las llamadas sociedades desarrolladas, nos
afecta a través de una doble explotación, la que sufrimos
como trabajadores y la que sufrimos como consumidores,
provocando conductas generalizadas de consumo irracio-
nal y casi compulsivo con el señuelo de que cuanto más
tengamos y más consumamos, seremos más felices y nos
acercaremos más a los patrones y conceptos de vida que
nos imponen los poderosos que gobiernan la Tierra. Y por
otro lado, la que sufren los ciudadanos de los países pobres
que como consecuencia del consumismo y de la sobreex-
plotación de los recursos del planeta. Ellos no podrán salir
de la pobreza y del subdesarrollo para así poder mantener
el consumismo y despilfarro de recursos existentes en el
mundo rico.
Junto con los efectos que el consumismo está teniendo
para la destrucción del medio ambiente y por ello para la
propia supervivencia del planeta tenemos que señalar los
efectos que dicho modelo de comportamiento de los con-
sumidores están teniendo para su propia calidad de vida y
para su propia situación económica. Este aspecto relacio-
nado con el consumo es objeto de silencio y este silencio
no es sorprendente, pues para romperlo se requiere que la
sociedad se pregunte sobre su propio estilo de vida y ponga
en entredicho la noción de que tener más conlleva ser más
feliz y disfrutar de una mayor calidad de vida.
Denunciar los efectos negativos del consumismo debe-
ría ser una de las actividades fundamentales de las distintas

151
organizaciones de consumidores, pero en la actualidad la
mayoría de ellas se dedican a tratar de resolver los abusos
que provoca el sistema actual de producción y consumo y
no cuestionan el propio sistema. Consumidores en Acción –
FACUA es una organización que sí mantiene unas posicio-
nes claramente contrarias al actual modelo neoliberal y por
ello desarrolla una actividad en la que confluye la labor de
defensa de los intereses individuales y colectivos de los con-
sumidores frente a los abusos cometidos por las empresas
y administraciones públicas y, a la vez, la de cuestionar y
denunciar el consumismo y el modelo de sociedad que lo
genera.
La sociedad de consumo, y como consecuencia de ello
el consumismo, es una etapa de la historia que desapare-
cerá. Lo que no se puede prever es si será por un cambio
de mentalidad inspirado en la necesidad de supervivencia o
por un apocalipsis de la sociedad capitalista industrializada
que lo sustenta como consecuencia del agotamiento de los
recursos y la destrucción del medio ambiente.

EL COMERCIO JUSTO Y SOLIDARIO


En los últimos años se viene observando que una par-
te importante de la sociedad civil está asumiendo un papel
cada vez más activo en la vida pública de sus países res-
pecto a problemas relacionados con el medio ambiente y
con las discriminaciones sociales o económicas, que se está
expresando a través de protestas públicas contra la globali-
zación, de grandes campañas para defender aspectos funda-
mentales sobre el medio ambiente o por medio de la puesta
en marcha de redes mundiales de lucha contra la pobreza.
Movimiento por un comercio justo y solidario
En este último contexto de apoyo a la población de me-
nos recursos del planeta está destacando también una forma
de compromiso social y solidario bajo la denominación de
movimiento por un comercio justo y solidario, que progresi-
vamente viene incrementando constantemente su presencia
en numerosos mercados de países de Europa, Japón o Cana-
dá y también, aunque en menor nivel, en España, donde los
primeros establecimientos comerciales que promocionaron

152
el comercio justo se abrieron en 1986. En la actualidad fun-
cionan más de 3.000 tiendas de comercio justo en 15 países
de Europa.
El denominado “comercio justo”, tal como lo definen sus
promotores, es un tipo de comercio que surge de una nue-
va relación, libre, directa y honesta –no fraudulenta– entre
tres nuevos sujetos económicos: los productores en vías de
empobrecimiento, los consumidores solidarios y los inter-
mediarios sin ánimo de lucro.
Unos nuevos sujetos que han aprendido las lecciones
de la historia y quieren introducir unas nuevas relaciones de
mercado más justas y distributivas que las actuales.
El actual mercado mundial no es neutral, ya que es un
instrumento económico que está sirviendo para generar
cada vez más diferencias entre los países pobres y los ricos.
El mercado puede servir para construir o destruir y aunque
es un medio generador de grandes diferencias puede llegar
a ser también un medio para el reparto de la riqueza, según
afirman los promotores del “comercio justo”, de la misma
manera que la ciencia y la tecnología puede ser dirigida
para la paz o para la guerra. Todo dependerá de la voluntad
de los que controlen el mercado y de la acción de los consu-
midores solidarios y conscientes.

Las tiendas de comercio justo


Repitiendo los argumentos de los defensores de este tipo
de nuevo mercado, el comercio justo implica a esos tres
nuevos sujetos económicos y la misión de las organizacio-
nes que lo promueven debe limitarse a ser facilitadora. En
el movimiento de comercio justo hay que distinguir entre
tiendas e importadoras, que desarrollan dos funciones im-
prescindibles. La tienda o el grupo de distribución se pone
en contacto con el consumidor y actúa como agente de los
productores y de los consumidores: es un facilitador de pri-
mer orden que emplea la sensibilización como un podero-
so medio de conciencia. La tienda compra el producto a la
organización de comercio justo importadora lo procesa, lo
transforma y lo comercializa, ayudando a que dichos pro-
ductos puedan llegar al consumidor de los países más ricos
y desarrollados.

153
Para que este comercio pueda recibir el calificativo de
“justo y solidario” tiene que existir una condición también
imprescindible: el sobreprecio, es decir, la compra del pro-
ducto en origen con un porcentaje por encima del precio
fijado por el mercado. Desde el principio de su nacimiento
el sobreprecio acompaña al comercio justo y ello no podría
ser de otra manera, pues no constituiría novedad alguna si
un supuesto mediador-facilitador comprara a los producto-
res de los países pobres determinados productos al mismo
precio que impone el mercado mundial, precios que están
arruinando cada vez más a los pequeños productores de los
países del Tercer Mundo.
En este contexto es fundamental la existencia de con-
sumidores solidarios que estén dispuestos a pagar dicho
sobreprecio y consumir los productos que nos llegan de di-
chos países a través de las tiendas de comercio justo y así
contribuir de una forma consciente para poder ayudar a sa-
lir de la extrema pobreza a dichos productores. Sólo con la
existencia de este sujeto, es decir, el consumidor solidario,
puede funcionar con éxito este nuevo sistema de comercio
más justo y distributivo. Por ello FACUA debe apostar por
el fomento de estas nuevas formas de comercio y de distri-
bución de la riqueza.

154
DINERO, PODER, VIOLENCIA:
¿HACIA UNA DICTADURA
DE LA ECONOMÍA?
¿HAY ALTERNATIVAS?
Por
JUAN TORRES LÓPEZ
Nacido en Granada (España) en 1954, donde estudió el bachillerato.
Licenciado en Ciencias Económias y Empresariales en la Universidad de
Málaga, carrera que estudió siempre como becario.
Doctor en CC. Económicas y Empresariales desde 1981, dos años más tarde
obtuvo la plaza de profesor Adjunto de Economía Política y Hacienda Pública
en la Universidad de Granada. En octubre de 1984 se incorporó a la de Málaga
como catedrático contratado, plaza que ocupó definitivamente como funciona-
rio en diciembre de 1986 en el área de Economía Aplicada
Desde el 1 de octubre de 2008 se encuentra en situación de "comisión de
servicios" en la Universidad de Sevilla como catedrático de Economía Aplicada
del Departamento de Teoría Económica y Economía Política.
Durante toda su vida académica ha combinado la actividad docente e inves-
tigadora con la gestión de asuntos universitarios como Director de Departamen-
to, Vicedecano, Decano de la Facultad de Derecho y Vicerrector de Ordenación
Académica y Profesorado de la Universidad de Málaga. Ha ocupado también
el cargo de Secretario General de Universidades e Investigación de la Junta de
Andalucía.
Entre los libros de los que es autor destaca el manual Economía Política
(seis ediciones), uno de los textos de introducción a la economía más utilizado
por los estudiantes españoles. Otros de sus libros son Economía de la Comu-
nicación de masas; La empresa industrial granadina; Análisis Económico del
Derecho. Panorama doctrinal; Tecnologías de la Información. Impactos y usos
sociales; Desigualdad y crisis económica. El reparto de la tarta (dos ediciones);
Economía del delito y de las penas (con Alberto Montero); La economía anda-
luza; España va bien y el mundo tampoco; Neoliberalismo. Sociedad, trabajo
y poder financiero; Toma el dinero y corre y La globalización neoliberal del
dinero y las finanzas. También es autor de un manual de economía y otro de
economía de la empresa para bachilleres, el primero ya editado por la editorial
Anaya y el segundo en proceso de edición por la misma editorial.
Ha coordinado y dirigido libros colectivos como La otra cara de la política
económica. España 1984-1994; Pensiones públicas, ¿y mañana qué? y Vene-
zuela a contracorriente y Los orígenes y las claves de la revolución boliva-
riana.
Ha escrito alrededor de un centenar de artículos cientificos o ponencias en
reuniones y congresos y más de cuatrocientos artículos de divulgación eco-
nómica o análisis político, además de haber impartido docencia en diversas
universidades españolas y extranjeras y docenas de seminarios y conferencias
en todo tipo de foros.
Es también colaborador de numerosas organizaciones no gubernamentales,
de asociaciones ciudadanas y sindicatos y ha actuado en ocasiones como con-
sultor internacional y asesor de gobiernos e instituciones internacionales.
Ha dirigido seis tesis doctorales y diversos proyectos de investigación y
recientemente había coordinado el Seminario Interdisciplinar de Estudios sobre
Inmigración y el Observatorio del Empleo y la Exclusión Social ambos de la
Universidad de Málaga
Mantiene una página web (Ganas de Escribir: www.juantorreslopez.com)
y coordina la página web dedicada a información económica www.altereco-
nomia.org.

156
Conceptos a desarrollar en la conferencia.

La función histórica del dinero fue servir de instrumento


para las transacciones “reales” de la economía y facilitar el
comercio.
Pero eso no quiere decir que el dinero sea algo “neutro”
El dinero tiene poder: el poder de decidir y el poder de
financiar
Una confusión corriente: ¿quién crea el dinero?... Es de-
cir, ¿quién crea el poder que lleva consigo el dinero?
El dinero legal y el dinero bancario
La expansión del dinero bancario: Modos y consecuen-
cias.
Hoy día el dinero se ha convertido en objeto de inter-
cambio: La inmensa mayoría de las operaciones de compra
o venta de medios de pago no se hace para participar en
transacciones sino para especular con ellos.
Realizando esas operaciones especulativas se obtiene
mucha más rentabilidad que participando en la actividad
productiva.
La atracción constante de la esfera financiera genera un
incremento constante de los medios de pago y de los flujos
financieros. Es la financiarización o hipertrofia de los flujos
financieros.
1945-1970
Incremento del Producto Nacional de Estados Unidos:
190 %
Incremento de la producción industrial: 200 %
Incremento del capital para la intermediación financiera
o que busca invertirse en mercados financieros: 750 %.
(M Aglietta).
Crecimiento anual medio, en términos reales, de las ope-
raciones transfronterizas desde 1980 hasta 1996
Negociación en acciones y bonos extranjeros: 25% Ne-
gociación en divisas: 24%
Préstamos bancarios transfronterizos: 9%

157
Inversión directa en el extranjero: 7%
Comercio internacional: 5%
PIB: 2,5%
Factores que han coadyuvado a generar la hipertrofia de
los flujos financieros:
Transformaciones estructurales
Cambios institucionales
Nueva regulación macroeconómica
Transformaciones estructurales que generaron endeuda-
miento, sobre oferta de medios de pago:
Eurodólares
Petrodólares
Beneficios multinacionales...
En el año 1960 se registraban diariamente operaciones
por valor de 15.000 millones de dólares, en 1980 por valor
de 60.000 millones y en 1995 por 1,5 billones.
En 1983 el valor de las transacciones en divisas era diez
veces mayor que el del comercio internacional, mientras
que en 1993, era ya sesenta veces superior. Hoy día, más
de setenta veces.
En la Unión Europea hay unos 13 billones de dólares
en instrumentos financieros actualmente no negociables (es
decir, no convertidos aún en títulos que se intercambien).
Cambios institucionales:
Libertad de movimientos de capital
Nuevas tecnologías
Liberalización
Privatización de empresas y de fondos de pensiones
Autonomía de los bancos centrales...

En 1960 sólo 8 de los 13.126 bancos existentes en Es-


tados Unidos tenía operaciones permanentes con el extran-
jero.
Nueva regulación macroeconómica:
Deflación
Privilegio de la política monetaria.
La nueva lógica del sistema financiero. El nuevo papel
de la banca:
Los “supermercados financieros polivalentes
La “securitización”
los “productos derivados”

158
Los nuevos agentes financieros:
los inversores institucionales

El total de sus operaciones representaba en 1980 el 59%


del PIB de Estados Unidos y en 1993 ya había pasado a ser
el 126% y en 2000 el 207%.
Las consecuencias de la financiarización y del imperio
del dinero global:
Políticas deflacionistas.
Financiación al servicio de la especulación financiera:
insuficiencia de recursos, inestabilidad.
La burbuja financiera.

Poder imperial:
Para que la mundialización funcione, los Estados Unidos no de-
ben tener miedo de actuar como la superpotencia invencible que
son... La mano invisible del mercado no funcionará jamás sin un
puño invisible. McDonald´s no puede extenderse sin McDonnell
Douglas, el fabricante del F15. El puño invisible que garantiza la
seguridad mundial de las tecnologías de Silicon Valley se llama
ejército, la fuerza aérea, la fuerza naval y el cuerpo de marines de
los Estados Unidos.
MADELEINE ALBRIGHT.

Corrupción y criminalidad económica:


Unos de los grandes cambios en las finanzas internacionales en
los últimos años ha sido el aumento espectacular de la utilización
del sistema por parte del crimen organizado. Difícilmente hubiese
sido posible diseñar un “no régimen” más apropiado que el sistema
bancario global para las necesidades de los narcotraficantes y de
otros traficantes ilícitos que quieres poner fuera del alcance de la
policía el origen de sus inmensos beneficios ilegales”.
SUSAN STRANGE.

El secreto bancario y los paraísos fiscales:


Islas Caimán
35.000 habitantes
PIB anual USD 900 millones
450 bancos
Activos externos de USD 782.000
ces su producción

159
Superior a los depósitos en Francia, con PIB USD 1,4
billones - 1.600 veces mayor.

¿Quiénes los usan?


Los pueden usar toda persona jurídica o natural con un
capital mínimo de 5.000 dólares.

BBVA (36 sociedades mercantiles)


15 en las Islas Caimán, Gibraltar, Jersey, Guernesey, An-
tillas y Panamá.
Beneficio neto de 222 millones de euros
Repsol YPF
11 sociedades en las Islas Caimán
7 en Suiza, Luxemburgo, Bermudas, Antillas y Andorra

Efectos políticos de la financiarización:


El privilegio de la política monetaria.
Pérdida de capacidad de maniobra de los gobiernos.
La paradoja de unos bancos centrales impotentes.
La privatización del poder monetario.
El debilitamiento de la democracia.

El ejemplo de la actual crisis financiera


Origen
Consecuencias en el mercado financiero
Consecuencias en los mercados reales: alimentos y pe-
tróleo.
Su efecto final: recesión global

Las no-respuestas de los gobiernos


Salvar los privilegios de los bancos a costa de una inmo-
ralidad global.
El robo disfrazado.

La violencia del dinero.


25.000 personas mueren al día de hambre.
6.000 personas (de ellas 4.500) mueren al día por falta
de agua saneada.
Resolverlo costaría menos de 70.000 millones de dólares
(el equivalente a 26 días de gasto militar).

160
A rescates bancarios se han dedicado más de 2 billones
de dólares.
Se está cometiendo un crimen contra la humanidad.
JEAN ZIEGLER.

El necesario control democrático del poder monetario

Tres principios:
Satisfacer la necesidad
Crear riqueza
Control social

El derecho a negar.
Erradicar la lógica de imperio.
Democratizar la toma de decisiones.

Otra política económica es posible:


Recobrar la capacidad de maniobra
Recuperar la lógica y el espacio de lo público
Regenerar la fiscalidad
Otro tipo de actividad bancaria
Controlar los movimientos de capital
Condonar la deuda de los países empobrecidos
«En esta doctrina (la que defiende que la persecución del interés
propio individual produce mayor beneficio a la sociedad en su con-
junto) hay una falacia evidente. Si la persecución de la ganancia es
criterio de conducta correcta, entonces no podemos distinguir entre
actividad productiva y robo».
JOAN ROBINSON. Libertad y necesidad.

Otro mundo es posible.


www.juantorreslopez.com

161
¿QUÉ LE PASA AL MUNDO?
Por
MARC VIDAL
MARC VIDAL, diplomado en Ciencias de la Publicidad por la Università degli
Studi di Milano Bicocca. Licenciado en Administración y Dirección de Empre-
sas por la UEM. Es Máster en Gestión Patrimonial y en Sistemas de Trading
Corporativo. Analista financiero y de nueva economía colabora en muchos me-
dios de comunicación en radio y televisión. Actualmente es asesor corporativo
de un grupo inversor y consultor de operaciones independiente. Especialista en
planes de modernización y viabilidad en momentos de crisis. Dirige un gru-
po non profit en el campo del Open Business. Colabora en varios masteres y
universidades dando clases de Estrategia Corporativa, Gestión Estratégica en
Redes Sociales y de Nueva Economía o Economía Social aplicada. Escribe
en la Bayrousphere, en americablog y es editor del blog económico mas leído
en España, con el que ganó un Premio Nacional 20 minutos en 2007. Ha im-
pulsado las Jornadas de la Catosfera jornadas de debate sobre la blogosfera y
Poliblogs, la primera plataforma que debate de modo transversal la política
española en la red. Ha tenido puestos de responsabilidad directiva en la TF1 y
fue socio fundador de de Nagerman Networks y Sitcom Media. Actualmente es
Director General de Cink.

164
Resumen

L OS tipos de interés rozarán el 2% en Europa a final


del año próximo para intentar generar flujos comer-
ciales y de consumo, pero no servirá de nada, ya es-
taremos en parada técnica, en aquello que los economistas
llaman "desproducción financiera". El precio que tenga el
dinero no importa, ya no juega ningún valor en esta carnice-
ría. Ahora el dinero es un bien natural como el arroz o el pe-
tróleo. No importa lo que valgan las cosas y si tienes dinero
para comprarlas, lo que es fundamental es que dispongas
de él y puedas recibir ofertas por el mismo. Especulas con
un bien raíz llamado dinero. Si puedes comprar algo por su
valor inicial no lo hagas, es posible que ya no valga ni lo
que dice costar. En estos momentos el sistema premia la ne-
gociación del uso y venta de la moneda que paga algo que
posiblemente no valga ni el material en el que está hecho,
o al contrario, que valga mil veces más que lo que cuesta.
Consecuencia, los valores y patrones de nuestro sistema se
desmoronan y a cada nueva decisión de la economía política
global, se evidencia su venganza, su protesta y esa reacción
agresiva que el propio sistema está teniendo respondiendo
de forma contraria al manual.
Donde quiero incidir
En dos semanas, se han producido en el conjunto del
mundo más cambios que en las dos últimas décadas. La
centenaria banca de inversión ha desaparecido y los siste-
mas regulatorios están bajo revisión. Ha sido necesaria una
masiva inyección de dinero público para salvar el sistema
en el momento que la economía tradicional y sus modelos
están en entredicho. Es por eso que si analizamos con exac-
titud que representa todo ello nos daremos cuenta que esta-
mos sufriendo un cambio de paradigma, una regeneración
estructurada a partir del conocimiento y el valor del talento
global. Esos cambios se evidencian en la red. En Internet
los cambios son rápidos, precisos y contundentes, mucho

165
más que en la sociedad analógica, pero también debemos
comprender que, anteriormente a los cambios tecnológi-
cos, debe haber cambio ideológico. Originariamente, Inter-
net consistía en una serie de páginas estáticas en las que el
usuario adoptaba el papel de espectador. Hoy, los internau-
tas abandonan ese planteamiento pasivo y se convierten en
parte activa de la red, aportando contenidos y difundién-
dolos. La red ha dejado de ser el territorio donde se acude
regularmente y se transforma en una plataforma a través de
la cual, los usuarios exponen sus ideas, emociones y cono-
cimientos. La interacción y la participación se convierten
ahora en el tronco fundamental de la maraña digital. Una
red interactiva que ha permitido la aparición y desarrollo de
la web 2.0 y, con ella, el abandono de la página web hierá-
tica, contemplativa, para dar paso a un escenario en el que
actuar libremente. El navegante 2.0 ya no pasea por la red,
ahora la utiliza y la amplia, la engrandece y la amplifica del
mismo modo que el conocimiento global aumenta. Es ese
contexto, una nueva manera de ver el negocio, la empresa
y la economía en general, hace su apuesta más conceptual
y compleja. Las empresas del futuro, esas que llamamos
2.0 o empresas abiertas se alimentarán de condicionantes
que las hagan poderosas, que sean ejecutables y que se pue-
dan reconocer en el mundo real. Aunque los resultados sean
virtuales deberán ir acompañados de resultados contables
que aporten sentido. En un mundo donde la mayoría de di-
rectivos son tecnófobos, divagar alrededor de los lamentos
de la ciencia económica o de los desencuentros en política
de empresa no ayudará a los que creemos con entusiasmo
en el negocio 2.0 o en la empresa abierta. A fecha de hoy
las puertas ya no tan solo están abiertas sino que ya na-
die podrá cerrarlas. Un mercado basado en la creación de
valor a partir de la colaboración horizontal, de la genera-
ción de producto fruto de compartir conocimiento y donde
la fiabilidad sea total en términos de diseño empresarial,
será un mercado abierto, sociable y democrático en esencia.
Cuando el mundo entienda que el beneficio económico en
un negocio parte de diversos factores inclusive su capaci-
dad de apertura y entendimiento social, entonces será como
cuando en el balcón de nuestras casas ponemos una maceta
con una Plectranthus australis, o lo que es lo mismo, una
“planta del dinero”.

166
PONENCIAS
HEROÍNAS Y MERCENARIAS.
LA VIOLENCIA ECONÓMICA DE GÉNERO
A TRAVÉS DE SU REFLEJO EN
LA LITERATURA INGLESA.
Por
ANA Mª DE HARO FERNÁNDEZ
Resumen

L A violencia económica de género constituye una


de las modernas formas de violencia desenfocada,
oculta en su condición de violencia pero de presen-
cia constante en la sociedad. En la actualidad se manifiesta
bajo la forma de sueldos desiguales, cifras de paro superio-
res para las mujeres, y su escasa presencia en puestos de
responsabilidad. Pero se trata de una situación muy anterior
al siglo XXI, y como tal se refleja en la literatura. Es en la
Inglaterra del siglo XVIII en adelante donde las mujeres co-
mienzan a conquistar el terreno de la literatura, reflejando
en su obra los aspectos económicos del universo femenino.
En el presente trabajo se estudian los precedentes literarios
que reflejan la desigualdad económica de las mujeres, así
como la obra de esas primeras escritoras que han alcanzado
el reconocimiento y plasman en sus escritos las consecuen-
cias de la violencia económica de género sobre las muje-
res, con especial hincapié en la obra de Jane Austen, Emily
Brontë y Virginia Woolf, y analizando también la influencia
de la desigualdad económica en las vidas de dichas autoras.
Este análisis se acompaña de datos actuales referentes al
contexto español que demuestran la presencia de la violen-
cia económica de género en la sociedad actual.

INTRODUCCIÓN

Por qué la violencia económica de género es violencia


desenfocada.
La escritora francesa Madame de Swetchine decía que
nunca se perdona bastante, pero se olvida demasiado. Re-
sulta curioso que fuera precisamente una escritora, y una es-
critora que nació a finales del siglo XVIII, la que pronunciase

171
estas palabras, porque ése es precisamente el tema de estas
jornadas: los grandes olvidos de la sociedad, olvidos que no
deberían serlo, y que enmascaran formas de violencia que
permanecen ocultas, que no son percibidas como tales.
Hablamos aquí de “Violencia desenfocada” (o mejor,
violencias desenfocadas, pues se trata de una hidra de múl-
tiples cabezas) y su relación con el dinero. Con esto nos
referimos a que la sociedad en la que vivimos es esencial
e innegablemente violenta, como los medios de comunica-
ción nos demuestran cada día. Pero además de esa violencia
evidente existen otros tipos que no lo son tanto. No se les
concede la importancia debida; están ocultos, disimulados,
de forma intencionada o no. Están desenfocados. Y, en mu-
chas ocasiones, el dinero tiene una relación directa con la
violencia. A veces determinados tipos de violencia no lle-
gan a la opinión pública porque hay intereses económicos
que lo impiden. Otras veces, y esto es lo más interesante,
el dinero está en la causa y la esencia misma de esta vio-
lencia, y aún así pasa desapercibida. Una de esas formas de
violencia desenfocada, la violencia económica de género, y
su reflejo en la literatura inglesa del siglo XVIII en adelan-
te, es el tema que nos disponemos a tratar. La violencia de
género está en auge, mediáticamente hablando, aunque su
tratamiento no sea siempre el más adecuado. En este senti-
do, no podemos decir que se trate de violencia desenfocada,
ya que se reconoce como problema social. Sin embargo, sí
existen algunos aspectos de ella que están desenfocados,
entre ellos el económico. Y es que la violencia de género no
se reduce a la violencia física o psicológica. Nos referimos
a los aspectos económicos de la violencia de género: des-
igualdad en los sueldos, la existencia del infame techo de
cristal, la amenaza económica que también está presente en
los casos de maltrato físico, el impago de pensiones... Son
tan relevantes como los demás, y sí están desenfocados. No
se tratan de forma tan frecuente, a pesar de que sus efectos
son constantes.
Ya que, como decíamos, la violencia económica de
género no es tratada como tal, resulta interesante estudiar
su reflejo en las distintas formas de manifestación del pen-
samiento humano, en el caso que nos ocupa la literatura
universal, que han registrado la presencia de esta violencia

172
desde hace siglos. La literatura inglesa de los siglos XVIII, XIX
y XX es fundamental en este sentido porque, salvo escasísi-
mas excepciones, es en la Inglaterra del siglo XVIII donde,
por primera vez en la historia, surgen una serie de escritoras
que reflejan esta cuestión como parte intrínseca a su obra.
Son, además, las primeras escritoras, tras Safo de Lesbos,
que se han hecho un hueco en los cánones literarios. Y ya
que la literatura siempre muestra, en mayor o menos medi-
da, las preocupaciones de la sociedad en la que surge, los
textos de estas escritoras (Aphra Behn, las hermanas Bron-
të, Virginia Woolf y Jane Austen por encima de todas ellas)
reflejan la situación económica de las mujeres de su época,
y las formas de violencia económica de género a las que
se veían sometidas. Muchos autores masculinos tratan esta
cuestión, pero son ellas las que narran su propio mundo.
Exponen una situación que conocen de primera mano, cu-
yas consecuencias han sufrido en su propia vida. La profe-
sión literaria, además, proporciona numerosos aspectos de
análisis por cuanto la violencia económica de género actúa
no sólo sobre la obra, sino sobre la vida profesional de estas
mujeres. Este análisis se acompaña además de una serie de
datos estadísticos que demuestran que, más allá de las pági-
nas de Jane Austen y las elucubraciones de Virginia Woolf,
este problema es real y existe, aquí y ahora, en España y en
Andalucía.

Algunos datos sobre la violencia económica de género


En su recién publicada autobiografía, Amparo Rubiales
afirma algo significativo: “Las mujeres pasan por la política.
Los hombres la hacen”.1 Lo dice una mujer que ha sido, a lo
largo de su dilatada carrera profesional, concejala del Ayun-
tamiento de Sevilla, Consejera de Presidencia de la Junta de
Andalucía, parlamentaria, senadora y diputada nacional, y
consejera de Estado, entre muchos otros cargos públicos. Y,
sin embargo, sostiene, hablando desde su experiencia, que
son los hombres los que dictan la política mientras que las
mujeres se limitan a pasar ocasionalmente por ella. Y sigue:
“Lo cierto es que éramos las mujeres las que entrábamos o
salíamos de las listas, según las conveniencias de los hom-
bres, ¡Y eso que éramos mujeres importantes!”. Así, pues,
1 RUBIALES, A., Una mujer de mujeres, Ed. Aguilar, Madrid, 2008.

173
son los hombres los que, desde una posición de poder asen-
tada y asegurada, ven desfilar frente a sí a las mujeres que,
a pesar de ser conocidas y relevantes en la esfera pública no
llegan a poseer el poder de decisión.
¿De qué estamos hablando, pues, sino del infame y tris-
temente célebre techo de cristal? Éste no es más que ese
límite invisible y no escrito ni reglado que, sin embargo,
actúa como una barrera, impidiendo que las mujeres alcan-
cen determinados puestos de responsabilidad (y, por tanto,
con sueldos más cuantiosos), que se encuentran más allá de
ese techo de cristal. Ni siquiera las mujeres importantes,
como dice Amparo Rubiales, ni siquiera aquellas que han
logrado hacerse un nombre en su campo de actuación y son
relevantes para la sociedad, pueden ir más allá de ciertos
límites. Según esta teoría, siempre hay un hombre, más allá,
que es el que, en última instancia, decide sobre ese puesto
de trabajo en concreto. Si esto es así para las llamadas muje-
res importantes, la situación para el común de las mortales
es infinitamente peor y más evidente. Es aquí donde entra
en juego el concepto de violencia económica de género.
Su reflejo más evidente y cuantificable está en los sueldos
de las mujeres españolas, y en la considerable diferencia
que hay entre éstos y los de sus compañeros masculinos.
El Instituto Andaluz de la Mujer analiza estas cuestiones
en una obra titulada precisamente Violencia económica de
género,2 afirmando que la desigualdad económica empieza
por las diferencias en los sueldos: según datos de 2000 y
2002, la media de la diferencia salarial de la mujer española
con respecto al hombre es de un 75,4%. Las mismas fuentes
afirman que la mujer andaluza gana de media un 72% del
sueldo de su compañero. Hablamos de mujeres y hombres
que poseen la misma cualificación profesional. El trabajo
de las mujeres se ve marcado, además, por la mayor presen-
cia en el mismo de situaciones de temporalidad (contratos
temporales), y mayores porcentajes de paro. En 2007, la
tasa de ocupación de los varones era, según la Encuesta de
Población Activa, de un 69,23%, mientras que la de las mu-
jeres era de un 49,37%. Este informe revela también que,
en la fecha de publicación de este libro, la tasa de actividad
2 VV. AA., Violencia económica de género. El impago de pensiones en Andalucía. Análi-
sis jurídico – procesal. Asociación de Mujeres Juristas Themis. Instituto Andaluz de
la Mujer, Sevilla, 2004.

174
femenina era la penúltima más baja de la Unión Europea,
sólo por encima de Italia. El desempleo es especialmente
acuciante en las mujeres desde los veinticuatro a los cin-
cuenta y dos años. Por otra parte, un 28,6% de los contratos
laborales realizados a hombres en 2002 fueron en situación
de temporalidad, mientras que el porcentaje de contratos
temporales realizados a mujeres alcanzaba el 33,8% en el
mismo año. También son más elevadas en las mujeres las ta-
sas de autoempleo, según la investigadora Paula Rodríguez
Modroño, a causa de los estereotipos de género que aún hoy
impiden el acceso de muchas mujeres a determinados pues-
tos de trabajo, obligándolas en cierta medida a optar por el
autoempleo. A esta situación hay que unir la obligación de
conciliar trabajo productivo con trabajo reproductivo (cui-
dado de hijos y mayores, trabajo del hogar) que la mayoría
de las mujeres aún asumen o se ven forzadas a asumir como
propio. Así pues, más paro, y, cuando se consigue trabajo,
menores sueldos y mayor temporalidad y autoempleo, es la
tónica con la que nos encontramos en la actualidad. Se trata
de lo que el Instituto Andaluz de la Mujer califica de una si-
tuación de “menor y peor empleabilidad”. Todo esto contri-
buye al hecho de que las mujeres engrosen en muchos casos
los índices de empobrecimiento social, arrastrando en a las
personas de su entorno que dependan económicamente de
ellas. Se trata de un fenómeno denominado feminización de
la pobreza. A éste cúmulo de datos, cifras y porcentajes que
ponen de manifiesto la situación de desigualdad económica
real en la que se encuentran en la actualidad las mujeres
españolas es a lo que denominamos violencia económica de
género. El Instituto Andaluz de la Mujer incluye reconoce
también entre las diversas formas de violencia económica
de género el impago de las pensiones, que resulta decisivo
en este empobrecimiento porque todavía hoy la custodia de
los hijos en casos de separación y divorcio recae en un 80%
de los casos sobre las madres.
El mandato de no discriminación salarial entre hombres
y mujeres está recogido legalmente en el Tratado de Roma,
las directivas comunitarias, la Constitución Española y el
Estatuto de los Trabajadores. Por tanto, para Paula Rodrí-
guez Modroño,3 el hecho de que en los últimos veinte años
3 RODRÍGUEZ MODROÑO, P., ROMÁN DEL RÍO, C., (Eds.), La mujer en el mercado
de trabajo, Instituto de Desarrollo regional, Consejería de Trabajo e Industria de la
Junta de Andalucía, Fondo Social Europeo, Málaga, 2000.

175
los niveles de formación de las mujeres hayan mejorado
tanto y, sin embargo, continúen existiendo las diferencias
salariales antes mencionadas, es una prueba que la base que
subyace a esta situación, aparentemente sólo económica, es
en realidad un problema de género.

Precedentes literarios: perturbadas y meretrices


Los casos que se exponen a continuación son los de mu-
jeres que desafiaron en mayor o menor medida las conven-
ciones sociales al dedicarse a la literatura, tanto en su vida
como en su obra, y pudieron hacerlo, en gran parte, porque
gozaban de los medios económicos para ello, o porque ha-
bían recibido el raro privilegio de una educación. No to-
das tuvieron que enfrentarse a la violencia económica de
género, pero sí a los prejuicios sociales que condenaban a
toda mujer que abandonase los marcos establecidos. En es-
tos tres casos fundamentales encontramos ya algunos de los
calificativos que las demás autoras recibirán, algunas de las
dificultades a las que tendrán que hacer frente. Y, por ello,
son parte fundamental de nuestro objeto de estudio, pues
fueron sus pasos los que siguieron las demás autoras.

Aphra Behn, la primera profesional


Nacida en 1640, la vida de Aphra Behn es atípica, en
parte porque es la primera mujer que llega a ser una profe-
sional de la escritura en el sentido de que vive de su pluma.
Hija de un barbero, pasó parte de su infancia en la Gua-
yana holandesa, y regresó a Londres a los dieciocho años
para casarse con un comerciante alemán. Su marido era un
hombre acaudalado que la introdujo en la alta sociedad de
la Restauración, y que murió a los tres años de matrimonio.
Aphra Behn continuó disfrutando de su fortuna, hasta que se
arruinó. Entonces la leyenda comienza a mezclarse con los
hechos: se le atribuyen conquistas amorosas descabelladas
e incluso haber sido espía en Amberes. El hecho de perder
su fortuna es decisivo, podría decirse, para la historia de la
literatura, porque fue entonces, a partir de 1670, cuando se
vio obligada a sostenerse económicamente. Escribió poe-
mas, dramas, comedias y novelas, entre los que destacan
Oroonoko o El esclavo real, El matrimonio forzoso, o Las
cortesanas fingidas. En Aphra Behn se conjugan factores

176
que posteriormente veremos repetidos en las demás auto-
ras: fue extremadamente popular, pero al mismo tiempo se
ganó fama de desvergonzada por ser desinhibida en su vida
social, y tratar en sus obras las relaciones entre el sexo, la
pasión y el poder. Ese calificativo es el que se irán ganando
poco a poco casi todas las escritoras. Resulta curioso ob-
servar cómo los márgenes de lo que era respetable para las
escritoras eran considerablemente más estrechos que para
los escritores, para los cuales las vidas turbulentas eran un
aliciente más para su obra: lord Byron, por ejemplo, era
malhablado, pendenciero, mujeriego y cometió algún acto
ocasional de pederastia, pero nadie pone en duda la grande-
za de su obra por este motivo. Esa relación establecida entre
la vida personal de la autora y la obra, utilizando la primera
para juzgar la segunda, sería la base sobre la que se susten-
taría la relación entre las escritoras y los críticos durante los
dos siglos siguientes. A pesar de ello, Aphra Behn demostró
que una mujer podía subsistir económicamente gracias a su
pluma. Por este motivo, Virginia Woolf afirma que todas las
escritoras deberían inclinarse en la tumba de Aphra Behn:
«La importancia del hecho sobrepasa cualquiera de sus escritos
[...], pues aquí empieza la libertad de la mente, o más bien la posibi-
lidad de que en el decurso del tiempo la mente escribirá lo que quie-
ra. Pues ya que lo había hecho Aphra Behn, las muchachas podían
decir a sus padres: No necesitan darme una pensión, puedo ganar
dinero con mi pluma. Por supuesto la contestación fue, por muchos
años: “¡Sí, llevando la vida de Aphra Behn! ¡Antes la muerte!” [...].
Aphra Behn demostró que se puede ganar dinero escribiendo, me-
diante el sacrificio, tal vez, de ciertas cualidades agradables; y así
gradualmente el hecho de escribir adquirió una importancia prácti-
ca, dejó de ser un mero síntoma de idiotez o de una mente trastor-
nada. Un marido podía morir o la familia sufrir un desastre. Cientos
de mujeres empezaron, al acercase el siglo XVIII, a sostener a sus
familias [...]. La gran actividad intelectual que las mujeres revelaron
hacia fines del siglo XVIII [...] se funda en el hecho de que las mu-
jeres podían hacer dinero escribiendo».
WOOLF, V., Un cuarto propio. Alianza Editorial, Madrid, 2003).4

El dinero es necesario: la condesa de Winchilsea


Anne Finch, condesa de Winchilsea, es otro caso atípi-
co y fundamental. Nació en 1661, y era hija de un Sir que
murió cuando ella tenía sólo cinco meses. Sin embargo,
recibió una buena educación, porque su padre creía en la
4 WOOLF, V., Un cuarto propio, Alianza Editorial, Madrid, 2003.

177
necesidad de instruir también a las hijas, y por ello dejó en
su testamento establecido que la herencia se destinase a la
formación de su hijo varón y de su hija, a partes iguales.
A los veintiún años, Anne se marchó a la corte a ser dama
de compañía, y allí conoció al que luego sería su marido,
el futuro conde de Winchilsea. También fue allí donde se
despertó su interés por la poesía, afición que cultivó junto
con otra de las damas de compañía, una tal Anne Killigrew.
Las burlas con las que la corte recibió la obra de su ami-
ga determinaron que, al menos al principio, Anne decidiera
ocultar sus creaciones. Escribió odas de temática muy va-
riada, pero es por su denuncia de la situación de las mujeres
de su época, y de las literatas en particular, por lo que se la
recuerda.
Anne Finch fue muy feliz en su matrimonio, abiertamen-
te feliz, y, a pesar de sus quejas sobre la misoginia de la
sociedad, su marido siempre estimuló su escritura. Además,
fue una excepción, porque recibió una educación que estaba
vedada a la mayoría de sus coetáneas. Al igual que sucede-
ría posteriormente en el caso de Virginia Woolf, Anne pro-
testaba por las injusticias sufridas por su sexo, pero de las
que ella misma se vio libre en la mayoría de las ocasiones.
Escribió desde una situación privilegiada, y abrió el camino
para las que eran menos afortunadas que ella. Sus primeras
obras fueron publicadas anónimamente, indicando que la
autora era “una dama”. Posteriormente comenzó a adqui-
rir notoriedad, y autores como Alexander Pope o Jonathan
Swift la apoyaron.
En los versos que siguen, la condesa de Winchilsea ex-
pone de forma explícita su opinión acerca de la situación de
las mujeres:
¡Qué bajo hemos caído!, caído por equivocadas normas,
Antes víctimas de la Educación que de la Naturaleza;
Excluidas de todo adelanto del espíritu,
Dedicadas y destinadas a la torpeza;
Aunque alguna quiere elevarse sobre las otras,
Con fantasía más ardiente y con estimulada ambición,
El partido contrario es siempre tan fuerte
Que las esperanzas nunca contrabalancean los temores.

Toda una tesis de género se esconde en esos pocos ver-


sos: la mujer no es inferior por naturaleza, sino que su des-

178
igualdad se debe a la carencia de una educación real. Su
inferioridad es planeada e intencionada, están destinadas
a la torpeza. Y aquellas que se atreven a desafiar el orden
establecido (como su amiga Anne Killigrew, o ella misma),
se enfrentan a un adversario, la sociedad entera, demasiado
poderoso.
“Nos dijeron que confundimos nuestro sexo y lugar;
Los buenos modales, la distinción, el baile, los aderezos y la mú-
sica
Son las perfecciones que deberíamos desear;
Escribir, o leer, o pensar o indagar
Empañarían nuestra belleza y consumirían nuestro tiempo,
E interrumpirían las conquistas de nuestra plenitud;
Mientras sostienen algunos que el tedioso gobierno de una casa
servil
Es nuestro mayor arte y empleo”.

La situación es más angustiosa incluso para aquellas


temerarias que se atreven a adentrarse en un terreno tan
masculino como era entonces la literatura. La mujer escri-
tora comete una falta imperdonable, un delito de orgullo, un
acto de invasión, que para sus contemporáneos es antinatu-
ral.
¡Ay! De una mujer que prueba la pluma,
De semejante intrusa en los derechos de los hombres,
De semejante presuntuosa criatura se opina
Que ninguna virtud puede redimir su falta.

Anne Finch fue relativamente conocida en su época,


siempre en círculos reducidos, y su obra no se descubrió en
toda su magnitud hasta después de su muerte. Una mujer
que reivindicase a las mujeres no podía esperar mucho más,
y la condesa de Winchilsea era plenamente consciente de
esto:
Para unos pocos amigos y para tus pesares, canta.
Los bosques de laurel no son para ti;
Sean lo bastante oscuras tus sombras que ellas te basten.

La locura gótica de Ann Radcliffe


Ann Radcliffe es la novelista a la que todas las demás
leyeron, y la que inicia la tradición gótica femenina. Diane

179
Long Hoeveler afirma que estas primeras novelistas llevan
a cabo una profesionalización del género femenino.5 Es de-
cir, contribuyen a difundir un nuevo rol, el de mujer víctima
profesional, que supuestamente les será útil a las mujeres
de clase media para sobrevivir en la nueva sociedad. Esto
comienza en las novelistas góticas, de las cuales Ann Rad-
cliffe, autora de Los misterios de Adolfo y El italiano, es el
mayor exponente. En la práctica, esta profesionalización se
expresa mediante la representación como objetivo femeni-
no a conseguir la madurez física, la estabilidad socioeconó-
mica, o ambas cosas a la vez. Posteriormente observaremos
estas mismas características en Jane Austen y otras auto-
ras. En Radcliffe encontramos además una de las princi-
pales consecuencias de la presión social ejercida sobre las
mujeres que escriben: la locura. Esta autora murió en una
noche oscura y tormentosa, el 7 de febrero de 1823, consu-
miéndose en la locura, dice la leyenda (las fuentes oficiales
hablan de fiebre cerebral), habiendo sido durante toda su
vida una esposa devota y pía y un ejemplo de ama de casa,
además de la autora de oscuras novelas consideradas esca-
lofriantes en su época. En ella se produce, pues, una de las
principales características de la heroína gótica: la dicotomía
entre la realidad y el deseo, las aspiraciones y las posibili-
dades, la personalidad y las convicciones sociales, el amor
y la necesidad de alcanzar la estabilidad económica a través
del matrimonio. La doble personalidad. Además, Radcliffe
asienta la actitud pasiva agresiva de las heroínas, y protesta,
siguiendo las tesis de Mary Wollstonecraft y su Reivindica-
ción de los derechos de la mujer de 1792, contra la falta de
educación de las mujeres. Sus obras fueron muy populares,
sobre todo entre las mujeres de clase media.6

Jane Austen, la crítica social desenfocada


Jane Austen es probablemente, la autora más significati-
va que vamos a tratar, por cuanto es la que con más detalle
describió la situación económica de las mujeres (y no sólo
de las mujeres: en su obra hizo un completísimo retrato de
5 LONG HOEVELER, D., Gothic feminism. The professionalization of gender, from
Charlotte Smith to the Brontës, The Pennsylvania State University, 1998.
6 Jane Austen muere en 1817, y sin embargo Radcliffe es considerada aquí uno de sus
precedentes directos. Esto se debe a la enorme fama de la que esta autora disfrutó en
vida y que hizo posible que Austen leyera su obra.

180
las sociedad que la rodeaba), aparentemente de forma in-
tencionada. Cuando hablamos de las novelas de Jane Aus-
ten, generalmente las clasificamos dentro de la categoría de
“novelas románticas”. Y es cierto que las relaciones amo-
rosas entre las protagonistas, sin excepción alguna mujeres,
y uno o dos personajes masculinos, proporcionan el argu-
mento principal de la obra. Pero en realidad el romance no
es el motivo por el que recordamos a Jane Austen, y, desde
luego, no es su principal mérito: éste se encuentra en reali-
dad en la sátira social y el retrato de personajes. Sus nove-
las no son románticas al uso: casi todo el romance ocurre
fuera de los ojos del lector, es más explicado que mostrado
y en algunos casos, incluso, está poco desarrollado. Es el
conocimiento mutuo, la ironía, lo que importa, y en ello el
papel de la mujer. A diferencia de las hermanas Brontë, Jane
Austen es siempre realista. Refleja como nadie la violencia
económica de género, no por sutil menos presente en las
vidas de sus protagonistas.
Jane Austen nació en 1775, en plena época georgiana,
y murió muy joven, sin haberse casado jamás, en 1817.
Su familia pertenecía a la gentry, es decir, a la burguesía
agraria, que era muy diferente de la burguesía urbana. De
hecho, como se refleja en su obra, la primera no solía te-
ner muy buen concepto de la segunda. Jane Austen formaba
parte, pues, de una clase social relativamente acomodada,
en comparación con sirvientes, campesinos, y demás, pero
muy lejos de la aristocracia. De ahí que, como veremos, sus
heroínas siempre tengan que luchar por hacer frente a sus
dificultades económicas, y siempre de la misma manera: a
través de un matrimonio ventajoso. Son seis las obras que
esta autora llegó a completar: Juicio y sentimiento, Orgu-
llo y Prejuicio, La abadía de Northanger, Mansfield Park,
Emma y Persuasión, las dos últimas publicadas de forma
póstuma. Fue una autora que gozó de cierta notoriedad, es-
pecialmente entre el público femenino, que era el que con
mayor frecuencia leía novelas, entonces consideradas un
género menor. Sin embargo, no por ello dejó Jane Austen
de experimentar algunas dificultades. La educación feme-
nina era entonces un asunto comprometido (Jane se edu-
có junto con su hermana, como muchas otras, gracias a las
numerosas lecturas de la biblioteca de su padre) y, como

181
ya hemos visto, la escritura no se consideraba la profesión
más adecuada para las mujeres. Por esto, Jane Austen publi-
có la mayoría de sus novelas bajo el pseudónimo “A lady”
(“una dama”). Cuando comenzó a gozar de cierto éxito, el
resto de su obra se publicó como “By the author of Sense
& Sensibility”, “By the author of Sense & Sensibility and
Pride&Prejudice”, y así sucesivamente. Así pues, Jane
ocultó al principio su identidad, pero nunca llegó a adoptar
una masculina, como harían otras escritoras, lo que se debe
a la sutileza de sus escritos, que jamás llegaron a sobrepa-
sar los límites de lo considerado respetable para una mujer,
como sí hicieron luego Charlotte y sobre todo Emily Bron-
të. Pero Jane escondía su obra. Se habla de la existencia
de una puerta que chirriaba al abrirse, en el saloncito de su
casa, que ella utilizaba para escribir, pues no tenía, en pala-
bras de Virginia Woolf, un cuarto propio. Y dice la leyenda
que Jane impidió muchas veces que se reparara esa puerta,
pues el chirrido de la misma al abrirse le permitía siempre
esconder su trabajo bajo una hoja de papel secante antes de
que las inoportunas visitas entraran en la habitación.
Decíamos que Jane Austen realiza en sus obras un retrato
incisivo y detallado de la sociedad de su tiempo. Sería más
exacto afirmar que Jane Austen retrató la clase social a la
que ella pertenecía: la gentry. Se trata de un microcosmos,
una sociedad muy concentrada. Esta clase social es, como
decíamos, la burguesía agraria. Esta burguesía se organiza-
ba en el siglo XVIII en comunidades compuestas por pocas
familias que se establecían en torno a un terrateniente (per-
teneciente, esta vez sí, a la aristocracia) y su propiedad. El
Pemberley del señor Darcy, la Rosings de Lady Catherine
de Bourgh, e incluso Netherfield, comprado por Bingley al
comienzo de Orgullo y Prejuicio, son ejemplos de esta si-
tuación. Las relaciones sociales se articulan en torno a esta
comunidad y en base a un elemento fundamental: la corte-
sía y los modales. El protocolo, llamado en Mansfield Park
“el ceremonial de la vida”, es muy estricto. La intimidad
se construye mediante cartas y visitas y el acontecimiento
social por excelencia es el baile. Londres, la capital, se ob-
serva desde lejos con fascinación y miedo, como lugar de
diversión y vicio. El terrateniente tiene una obligación moral
de clase, dada por el hecho de que su fortuna es heredada:
debe mirar por las familias “a su cargo”, ejercer una suerte

182
de patronazgo sobre ellos, repartir la propiedad de las igle-
sias... todo esto se refleja en las obras de Jane Austen. Los
“malos terratenientes” son aquellos que olvidan esta obli-
gación moral y utilizan su riqueza en beneficio personal. La
autora es muy explícita en cuanto a la situación económica
de sus personajes: el señor Bennet posee 2000 libras al año;
Emma Woodhouse pertenece a una familia extremadamen-
te rica, con 30.000 libras al año. Fanny Price es la pariente
pobre, adoptada por un miembro del Parlamento. Edward
Ferrars, un sacerdote, tiene previsto heredar 10.000 libras al
año. Darcy posee Pemberley, una propiedad que vale otras
10.000 libras al año. Frente a esto, la clase media es pre-
sentada a veces como una amenaza al orden establecido, a
veces como ejemplo de decencia y honradez.
La situación de la mujer de la gentry es clara: no tiene
más ocupación que la de mantener las relaciones sociales
ni otro objetivo que el, en principio frívolo, de encontrar
marido, en lo que podríamos llamar el mercado del matri-
monio. Sin embargo, esta frivolidad no es tal: la amenaza
es muy grave. En la época que Jane Austen retrata, la suce-
sión, establecida por el cabeza de familia, determinaba en
la mayoría de las ocasiones que la herencia pasase siempre
al hijo varón o, en su defecto, al pariente masculino más
próximo. En el mejor de los casos la mujer contaba con una
dote o con una pequeña pensión a la muerte del padre. Así
pues, encontrar un marido solvente era una verdadera nece-
sidad. En su obra Jane Austen, estructura y visión social,7
David Monaghan afirma que, si bien pudiera parecer que la
autora obvia aspectos de la sociedad porque no menciona
casi nunca las colonias, ni las guerras, ni los procesos de
industrialización incipiente, retrata en cambio la vida de la
mujer de la gentry hasta el último detalle. Jane Austen nos
regala un mundo, su mundo, a través de los ojos de una jo-
ven dama. Y sus personajes viajan, y se ven afectados por
la herencia y la propiedad, y los hombres deben escoger una
profesión, y las mujeres deben encontrar marido.
Por otra parte, es necesario aclarar que Jane Austen con-
vierte a sus personajes en arquetipos que reflejan actitudes
sociales. Podemos encontrar varios ejemplo: la aristocracia
eficiente se enfrenta a la aristocracia snob, el materialista,
7 MONAGHAN, D., Jane Austen, Structure and social vision. The Macmillan Press LTD,
Hong Kong, 1980.

183
la matrona chismosa... Dos arquetipos son especialmente
importantes: podemos llamarla la Mercenaria y el Cazafor-
tunas. El Cazafortunas es un personaje que se repite en la
obra de Austen: es un joven apuesto, que esconde sus ma-
las intenciones bajo un encanto irresistible. Su objetivo es
contraer matrimonio con una joven heredera. Por el cami-
no, mientras tanto, mantiene diversas aventuras amorosas,
deshonrosas para la dama en cuestión. Su mala conducta es
un hecho probado y siempre es una amenaza para alguna de
las protagonistas.
En relación con la figura del Cazafortunas entra en juego
uno de los elementos fundamentales del universo de Jane
Austen y, por tanto, del universo femenino del siglo XVIII: el
honor. El honor que las mujeres pierden (no los hombres),
cuando sucumben a una aventura amorosa fuera del matri-
monio. Se trata de una de las principales amenazas a las que
se enfrentan las mujeres, una de las principales formas que
adopta la violencia económica de género (la otra, ya men-
cionada, es la herencia). Su importancia es capital, pues, si
una joven pierde su honor, debe, en teoría, retirarse de la
vida social, pierde casi todas las posibilidades de contraer
matrimonio y, además, arrastra consigo a las demás muje-
res de su familia, que sufren idéntica situación. Si se pierde
una, se pierden todas, desde el punto de vista moral y eco-
nómico. En contraposición al Cazafortunas nos encontra-
mos a la Mercenaria. Es la mujer que, de la misma manera,
busca un matrimonio ventajoso, sin preocuparse del amor.
Es necesario hacer una aclaración: decíamos antes que las
heroínas de Jane Austen tienen como objetivo casarse, y
casarse bien, a ser posible. Pero la autora siempre defendió
el amor en el matrimonio, y presentó las uniones basadas
exclusivamente en el aspecto económico como moralmente
deshonrosas, degradantes e infelices. Por ello, la mercena-
ria es un personaje negativo, pues el dinero, una buena cifra
al año, es lo único que le importa.. David Monaghan des-
cribe esta situación como “la necesidad de establecer una
relación apropiada entre las demandas de los sentimientos
personales y la necesidad de seguridad financiera”. Por en-
cima de todos ellos se encuentran el Héroe y, sobre todo, la
Heroína, que se enfrentan al deshonor y salen victoriosos.
Las heroínas de Austen, moralmente intachables sin perder
por ello la independencia, siempre consiguen su premio: el

184
amor conyugal y el desahogo económico. Ambos son in-
separables en este universo. Puesto que el matrimonio es
el objetivo supremo, ya que con él se consiguen la estabi-
lidad económica y la felicidad sentimental, Austen nunca
nos dice qué sucede después. Las aventuras de sus heroínas
acaban ahí. Nada queda que contar.

ORGULLO Y PREJUICIO

Orgullo y Prejuicio, la segunda novela de Jane Austen,


publicada en 1813, es la más perfecta de sus obras, tan-
to desde un punto de vista literario como del de la críti-
ca social y la construcción de personajes y su análisis nos
proporciona una visión completa del tratamiento que Jane
Austen hace de la violencia económica de género.

Situación inicial
Orgullo y Prejuicio se inicia con la que es probablemen-
te la cita más conocida de Jane Austen, y en la que establece
las bases de la tesis que sustenta toda la obra:
Es una verdad universalmente reconocida que un hombre solte-
ro en posesión de una gran fortuna debe buscar una esposa. Esta
verdad está tan firmemente grabada en las mentes de las familias
vecinas que es considerado como la propiedad indiscutible de una
u otra de sus hijas.

Así pues, nos encontramos con una familia, una gran fa-
milia, los Bennet, que reside en Longbourn, y cuya vida
se ve alterada por la llegada a la vecindad de uno de esos
hombres solteros en posesión de una gran fortuna, el señor
Bingley, que alquila la vecina finca de Netherfield. Con su
llegada, las posibilidades se disparan para las Bennet. Pues
esta familia tiene una particularidad: no hay hijos varones, a
pesar de haberlo intentado con insistencia. Son cinco hijas:
Jane, Elizabeth, Mary, Kitty y Lydia.
«— ¿Está casado o soltero?
— ¡Oh!, soltero, querido, por supuesto. Un hombre soltero y de
gran fortuna. Cuatro o cinco mil libras al año. ¡Qué buen partido
para nuestras hijas! [...] Pero piensa en tus hijas. Date cuenta del
partido que sería para una de ellas. Sir William y lady Lucas están
decididos a ir, y sólo con ese propósito. Ya sabes que normalmente

185
no visitan a los nuevos vecinos. De veras, debes ir, porque para no-
sotras será imposible visitarlo si tú no lo haces».
(Cap. I)

La familia Bennet no es rica, y el hecho de tener cinco


hijas y ningún heredero las coloca en una posición difícil:
encontrar un marido es una verdadera necesidad, pues la
herencia de la propiedad del señor Bennet es por línea mas-
culina exclusivamente.
«La propiedad del señor Bennet consistía casi enteramente en una
hacienda de casi dos mil libras al año, la cual, desafortunadamente
para sus hijas, estaba destinada, por falta de herederos varones, a un
pariente lejano».
(Cap. VII).

Esta medida a la hora de distribuir la herencia se ponía


en marcha con relativa frecuencia para evitar que la propie-
dad pasase a otras familias. En ese caso, sólo los varones
podían heredar dicha propiedad. Si se permitía heredar a
las hijas, la propiedad pasaba a parientes de sus maridos o
a familiares más lejanos que ellas mismas podían designar
en caso de permanecer solteras. Pero si el propietario había
establecido que los herederos fuesen varones y no tenía hi-
jos, como en el caso del señor Bennet, las hijas resultaban
perjudicadas, puesto que la propiedad pasaba a las manos
del heredero varón más próximo, que en este caso resultaba
ser un pariente lejano, el señor Collins.
“- Es de mi primo, el señor Collins, el que, cuando yo me muera,
puede echaros de esta casa en cuanto le apetezca.
- ¡Oh, querido! – se lamentó su esposa –. No puedo soportar oír
hablar del tema. No menciones a ese hombre tan odioso. Es lo peor
que te puede pasar en el mundo, que tus bienes no los puedan he-
redar tus hijas. De haber sido tú, hace tiempo que yo hubiera hecho
algo al respecto.”
(Cap. XIII)

Al presentarnos a una familia con cinco hijas, Jane Aus-


ten puede mostrarnos a la perfección la vida de las mujeres
de la gentry, y lo problemas derivados de los sistemas de
herencia. De la misma manera, nos permite observar facto-
res como, por ejemplo, las normas de precedencia.

186
Héroe y heroína
La heroína es Elizabeth Bennet, la segunda hermana, y
a través de ella Austen nos muestra las tribulaciones que la
violencia económica de género hace pasar a la mujer de la
gentry. El héroe es el señor Darcy, un aristócrata de riqueza
superior incluso a la de su amigo, Bingley, y que pasa a for-
mar parte de la sociedad de Longbourn cuando éste se muda
a Netherfield. Es un terrateniente moral y consciente de su
misión, pero al mismo tiempo no está exento de algunos
prejuicios de clase. Así, cuando se declara por primera vez a
Elizabeth expone muy claramente que lo hace en contra de
lo que le dicta su propio cerebro, en contra de la inferiori-
dad de la familia de ella. Sin embargo, cuando conoce a los
Gardiner, los tíos de Elizabeth, burgueses y comerciantes,
es capaz de entablar amistad con ellos. Su primo, el coro-
nel Fitzwilliam, explica la situación cuando afirma que, a
causa de su tendencia a gastar demasiado, los aristócratas
deben casarse pensando en el dinero, para poder mantener
sus fortunas.
Educación de las mujeres
Las Bennet han recibido una educación similar a la de
Jane Austen, basada en lecturas y la ocasional presencia de
maestros. Jane Austen nos muestra además, con evidente
sentido crítico, cuál es el modelo de educación que se estila
en la época, a través de una conversación entre Bingley, su
hermana Caroline y Darcy:
«—Me asombra –dijo Bingley– que las jóvenes tengan tanta pa-
ciencia para aprender tanto, y lleguen a ser tan perfectas, como lo
son todas. [...] Todas pintan, forran biombos y hacen bolsitas de
malla.
— [...] Una mujer debe tener un conocimiento profundo de músi-
ca, canto, dibujo, baile y lenguas modernas. Y además de todo esto,
debe poseer un algo especial en su aire y manera de andar, en el tono
de su voz, en su trato y su modo de expresarse; pues de lo contrario,
no merecería el calificativo más que a medias.
— Debe poseer todo esto –agregó Darcy– , y a ello hay que añadir
algo más sustancial en el desarrollo de su inteligencia por medio de
abundantes lecturas».
(Cap. VIII)

Jane Austen habla aquí por boca de Darcy, que mues-


tra una opinión claramente atípica en su época. Los valores

187
educativos para las mujeres, defendidos incluso por ellas
mismas, son ésos: dibujo, música, elegancia, costura... al
fin y al cabo, todos aquellos destinados a hacer la vida más
agradable para su marido, a ser útil para él. Son los valores
del Ángel del hogar.

El mercado del matrimonio


Las Bennet se hayan inmersas casi desde su nacimiento
en ese mercado marital, pero a pesar de ello Elizabeth de-
fiende el amor en el matrimonio. Su amiga Charlotte Lucas
tiene una opinión muy distinta, que refleja una actitud muy
extendida, y la expresa refiriéndose a la relación de Jane y
Bingley, que parecen sentir atracción mutua:
«– Pero aunque Bingley y Jane están juntos a menudo, nunca es
por mucho tiempo; y además como sólo se ven en fiestas con mucha
gente, no pueden hablar a solas. Así que Jane debería aprovechar al
máximo cada minuto en el que pueda llamar su atención. Y cuando
lo tenga seguro, ya tendrá tiempo para enamorarse de él todo lo que
quiera.
– Tu plan es bueno –contestó Elizabeth – cuando la cuestión se
trata sólo de casarse bien; y si yo estuviese decidida a conseguir un
marido rico, o cualquier marido, casi puedo decir que lo llevaría a
cabo. »
(Cap. VI)

Pese a sus buenas intenciones, la situación de las Bennet


también les perjudica a la hora de casarse, porque su dote
es muy escasa. Así, la violencia económica es un círculo
vicioso de difícil salida: necesitan casarse porque no tienen
dinero, pero no pueden hacerlo... porque no tienen dinero.
Bingley y Darcy hablan sobre esto:
«112: - Aunque todo Cheapside estuviera lleno de tíos suyos –ex-
clamó Bingley –, no por ello serían las Bennet menos agradables.
- Pero les disminuirá las posibilidades de casarse con hombres
que figuren algo en el mundo – respondió Darcy.»

Collins y Elizabeth
El señor Collins es el legítimo heredero de la propiedad
de los Bennet. Clérigo en la vecindad de Rosings, propie-
dad de Lady Catherine de Bourg, que a su vez es la tía de
Darcy, Collins es el prototipo de la clase media servil y ma-

188
terialista. Vive para servir a su patrona, y con la esperanza
permanente de heredar al señor Bennet. Por eso, cuando
Lady Catherine le indica que debe tomar una esposa, su pri-
mera intención es hacerlo entre las hijas de su tío lejano,
para paliar la dolorosa situación:
«No puedo sino estar preocupado por perjudicar a sus agradables
hijas, y suplico que se me disculpe por ello, también quiero dar fe
de mi bueno disposición para hacer todas las enmiendas posibles de
ahora en adelante.»
(Cap. XIII)

Sin embargo, el señor Collins no puede ocultar su am-


bición:
«No sólo ellas fueron objeto de admiración del señor Collins: exa-
minó y elogió el vestíbulo, el comedor y todo el mobiliario; y las
ponderaciones que de todo hacía, habrían llegado al corazón de la
señora Bennet, si no fuese porque se mortificaba pensando que Co-
llins veía todo aquello como su futura propiedad. También elogió la
cena y suplicó que se le dijera a cuál de sus hermosas primas corres-
pondía el mérito de haberla preparado. Pero aquí la señora Bennet
le atajó sin miramiento diciéndole que sus medios le permitían tener
una buena cocinera y que sus hijas no tenían nada que hacer en la
cocina.»
(Cap. XIII)

En este fragmento se observa la ambigua posición social


de la gentry: los Bennet están en una situación relativamen-
te precaria, pero aún así conservan los privilegios de su cla-
se, como la servidumbre, y consideran una afrenta que se
dude de ello. El conflicto surge cuando Collins se declara a
Elizabeth. Ésta, fiel a sus principios sobre el matrimonio, le
rechaza. Entonces las palabras amorosas del señor Collins
se transforman en amenazas acerca de la situación econó-
mica de las Bennet, llegando a ser bastante explícitas acerca
de su posición: la mujer de la gentry, sin herencia, no tiene
donde escoger. Su única posibilidad de estabilidad econó-
mica es el matrimonio, por despreciable que sea. Y, cuanto
menos dinero, menos opciones:
«Pero es el caso que siendo como soy el heredero de Longbourn
a la muerte de su honorable padre, que ojalá viva muchos años, no
estaría satisfecho si no eligiese esposa entre sus hijas [...]. En lo

189
relativo a su dote, me es en absoluto indiferente, y no he de pedirle
a su padre nada que yo sepa que no puede cumplir; de modo que no
tendrá usted que aportar más que las mil libras al cuatro por ciento
que le tocarán a la muerte de su madre. Pero no seré exigente y pue-
de usted tener la certeza de que ningún reproche interesado saldrá
de mis labios en cuanto estemos casados. [...]. Considere, además,
que a pesar de sus muchos atractivo no es seguro que reciba otra
proposición de matrimonio. Su fortuna es tan escasa que anulará,
por desgracia, los efectos de su belleza y buenas cualidades.»
(Cap. XIX)

De esta manera, Elizabeth es cosificada: no es un ser hu-


mano. Es una parte más de la herencia, de la que Collins
puede disponer a su antojo

El Cazafortunas
Este personaje, fundamental en la obra de Austen, es
encarnado en esta ocasión por Wickham, un joven perte-
neciente a un destacamento militar afincado cerca de Long-
bourn.8 En principio, inicia una incipiente relación con
Elizabeth, que nunca llega a materializarse. Elizabeth no
es realmente interesante para Wickham, su fortuna es de-
masiado escasa. Wickham tiene un historial; mediante una
carta nos enteramos de su condición de cazafortunas pro-
fesional: anteriormente ha intentado seducir a la hermana
pequeña de Darcy, heredera de 10.000 libras, que no llega
a escaparse con él gracias a la intervención de su hermano.
Dos posibles víctimas escapan, pero hay una que sucum-
be de buen grado, pues, además de cazafortunas, Wickham
es amoral: se trata de Lydia Bennet, la hermana menor de
Elizabeth, que se fuga con él. La deshonra es absoluta para
ella, pero también para el resto de su familia, como muestra
una de las expresivas epístolas del señor Collins, que escri-
be al enterarse del suceso:
«La muerte de una hija habría sido una bendición comparada con
esto. (...) me inclino a pensar que debía ser de naturaleza perversa,
pues de otra suerte no habría incurrido en tal atrocidad a una edad
tan temprana. (...) Ese mal paso de su hija será perjudicial para las
demás, porque (...) ¿quién querrá emparentar con semejante fami-
lia?».
(Cap. XLVIII)
8 La presencia de la milicia en Orgullo y Prejuicio, movilizada para combatir a Napo-
león, es un ejemplo de cómo los grandes hechos de la historia, en la obra de Jane
Austen, están presentes sin estarlo

190
La Mercenaria
Esta figura también está presente en todas las obras de
Austen, aunque es en ésta particularmente en la que por pri-
mera y única vez se nos la presenta bajo una mirada crítica,
pero benévola. La mercenaria de Orgullo y Prejuicio no es
otra que Charlotte Lucas, la amiga de Elizabeth, a la que
Austen nos muestra como ejemplo de una actitud que es
necesario evitar, pero que es posible comprender: Charlot-
te, que acepta un matrimonio sin amor con Collins, es una
víctima de la violencia económica de género.
«Charlotte estaba tranquila. Había ganado la partida y tenía tiem-
po para considerarlo. Sus reflexiones eran en general satisfactorias.
A decir verdad, Collins no era ni inteligente ni simpático, su compa-
ñía era pesada y su cariño por ella debía de ser imaginario. Pero, al
fin y al cabo, sería su marido. A pesar de que Charlotte no tenía una
gran opinión de los hombres ni del matrimonio, siempre lo había
ambicionado porque era la única colocación honrosa para una joven
bien educada y de fortuna escasa, y, aunque no se pudiese asegurar
que fuera una fuente de felicidad, siempre sería el más grato recurso
contra la necesidad. Este recurso era lo que acababa de conseguir, ya
que a los veintisiete años de edad, sin haber sido nunca bonita, era
una verdadera suerte para ella».
(Cap. XXII)

Charlotte ya ha sobrepasado la edad habitual a la que las


mujeres se casan. Pero, a pesar de estar convencida de que
hace lo correcto, tiene la necesidad de explicarse a sí misma
y a los demás por qué acepta una situación como ésa, tan
común en la época:
«Sabes que no soy romántica. Nunca lo he sido. No busco más
que un hogar confortable, y teniendo en cuenta el carácter de Co-
llins, sus relaciones y su posición, estoy convencida de que tengo
tantas probabilidades de ser feliz con él como de las que puede tener
la mayoría de la gente que se casa».
(Cap. XXII)

Aristocracia amoral
Este papel está personificado por lady Catherine de
Bourg, que utiliza su patronazgo imponer sus principios
más que para mirar por el bien de sus convecinos. De esta
manera, por ejemplo, prefiere tener a su lado a Collins, que

191
siempre hará su santa voluntad, antes que a un clérigo com-
petente. Se trata de una heredera afortunada, puesto que en
su familia la línea femenina no se descarta (Lady Catherine
se extraña de que la familia Bennet siga esa costumbre), y
su hija goza del mismo estatus que ella. La violencia eco-
nómica de género es algo que no pueden imaginar. Lady
Catherine es, pues, amoral, porque mantener su estatus (y
como tal su honor) le preocupa más que las circunstancias
ajenas. Los prejuicios de clase que en Darcy apenas se insi-
núan forma parte de su razón de ser. Por ello, cuando llegan
a sus oídos rumores de un posible matrimonio entre Darcy
(al que ella considera “reservado”, “de la legítima propie-
dad” de su hija) y Elizabeth, reacciona violentamente, in-
crepando a la protagonista:
«Mi hija y mi sobrino han sido formados el uno para el otro. Por
línea materna descienden de la misma ilustre rama, y por la paterna,
de familias respetables, honorables y antiguas, aunque sin título. La
fortuna de ambos lados es espléndida. Están destinados el uno para
el otro por el voto de todos los miembros de sus casas respectivas;
y, ¿qué puede separarlos? Las intempestivas pretensiones de una
muchacha de humilde cuna y sin fortuna. ¿Cómo puede admitirse?
¡Pero no ocurrirá! Si velara por su propio bien, no querría salir de la
esfera en que ha nacido. [...] Rehúsa usted obedecer al imperio del
deber, del honor y de la gratitud. Está usted determinada a rebajar a
mi sobrino delante de todos sus amigos y a convertirle en el hazme-
rreír de todo el mundo».
(Cap. LVI)

Ni siquiera en la aristocracia el matrimonio es por


amor. Lady Catherine salta en defensa de su familia, de su
honor, de su clase entera, que no puede permitirse verse
relacionada con gente como los Bennet, “de humilde cuna
y sin fortuna”. Para ella, las clases son intocables y nunca
deben mezclarse. Equipara deber y honor a riquezas. Resul-
ta curioso comprobar que, al fin y al cabo, es una mujer una
de las principales ejecutoras de la violencia económica de
género sobre las mujeres de la gentry.

Las hermanas Brontë


El caso de las hermanas Brontë es significativo porque
en sus novelas la economía no es tanto el motivo esencial,

192
como sucedía con Jane Austen, como la base que es nece-
sario conocer para comprender los acontecimientos que se
suceden. Su historia personal ha sido tan estudiada como su
obra, porque además, en el caso de Anne y Charlotte, la car-
ga autobiográfica es inmensa en ella. La vida de las herma-
nas Charlotte, Emily y Anne en la fría rectoría de Haworth,
rodeadas por los páramos y los brezales en los que ulula el
viento, cuidando de su hermano Branwell, que era alcohó-
lico y adicto al opio, y de su anciano padre; la estancia en
el internado cuyas bajas condiciones de salubridad produ-
jeron la muerte de otras dos Brontë, las mayores; el talento
literario de las tres hermanas, que escribían para divertirse
desde la infancia; las muertes sucesivas de Branwell, Emily
y Anne, que dejaron a Charlotte, triste y sola, al cuidado de
todo; y finalmente, su propia muerte, jovencísima y recién
casada, cuando esperaba su primer hijo. Todo esto se ha
convertido en una historia tan importante como la narrada
en Jane Eyre y tan impactante como Cumbres Borrasco-
sas.
Durante su vida literaria, iniciada gracias a la herencia
de su tía, las Brontë se vieron amenazadas por dos factores:
en primer lugar, la necesidad constante de interrumpir su
trabajo para dedicarse a las labores del hogar; en segundo
lugar, la amenaza del desprestigio por parte de una socie-
dad que en el siglo XIX seguía considerando la escritura una
profesión inadecuada para las mujeres con las consiguien-
tes dificultades para publicar las novelas, y venderlas entre
las adversas críticas. La situación las llevó a publicar bajo
los pseudónimos de Currer, Ellis y Acton Bell. Cabe des-
tacar el hecho de que escogieran nombres particularmente
ambiguos, sin llegar a crear una mascara completamente
masculina (como las de George Elliot, George Sand, Fernán
Caballero...). Charlotte expone los motivos:
«Enemigas de la publicidad personal, ocultamos nuestros verda-
deros nombres bajo los de Currer, Ellis y Acton Bell; esta ambigua
elección vino dictada por una especie de escrúpulo de conciencia
que nos impidió asumir nombres de pila claramente masculinos, al
mismo tiempo que queríamos ocultar que éramos mujeres, ya que....
teníamos la vaga sensación de que existían prejuicios contra las es-
critoras; habíamos observado que, a veces, los críticos recurrían al
ataque personal para corregirlas, y las alababan con una adulación
que se hallaba muy lejos del auténtico elogio». 9
9 Citado por Mª José Coperías (Ed.) en la introducción de BRONTË, C., Jane

193
Las hermanas Brontë culminan el proceso de profesiona-
lización del género y realizan una defensa de la educación
en las mujeres, y del trabajo femenino (un trabajo limitado
al de profesora o institutriz, que ellas habían desempeñado
en su vida y se consideraba el más adecuado para la mujer
que clase media). Tanto Jane Eyre y Villete, de Charlotte
Brontë, como Agnes Grey, de Anne, están protagonizadas
por jóvenes que se ven obligadas a trabajar para sobrevivir.
La necesidad de obtener un sueldo es, pues, la base de sus
obras, el punto de partida inexorable. Además, en el caso de
estas heroínas góticas tardías, la principal fuente de opresión
económica procede de la familia: la familia que desaparece
completamente para Lucy Snowe, la protagonista de Ville-
te, que acepta un trabajo como profesora en un internado y
finalmente llega a poseer su propia escuela, pero gracias a
la ayuda económica de un hombre; y la familia abusiva de
Jane Eyre, compuesta por su tía, que la priva de la herencia
que le corresponde. Además, las Brontë condenan unánime-
mente el matrimonio mercenario, personificado por perso-
najes como Blanche Ingram o el propio Edward Rochester
(el héroe de Jane Eyre, que sufre las consecuencias de un
matrimonio por dinero).

CUMBRES BORRASCOSAS: HERENCIA, LEY Y PROPIEDAD.

El caso de Cumbres borrascosas es diferente. No hay


una defensa de la educación, ni una heroína que trabaja,
pero la amenaza económica está igualmente presente: Ca-
therine, la heroína, está aquejada de la doble personalidad
gótica, dividida entre su propia naturaleza salvaje y su in-
terés socioeconómico, entre su amor por Heathcliff y el
infinitamente más conveniente Linton. Sin embargo, tal y
como lo explica Long Hoeveler, Catherine nunca llega a
tener elección:
“Los factores sociales y económicos son tales que una joven in-
teligente no escoge casarse con un hombre sin apellido, pobre e ile-
gítimo, por muy grande que sea la atracción sexual. En las novelas
Eyre, Cátedra Letras Universales, Madrid, 1996, de I. Ewbank, Their pro-
per sphere: a study of the Brontë sisters as early victorian novelists.

194
góticas escritas por hombres, el personaje femenino a menudo in-
siste en casarse con el hombre de su elección, a pesar de su estatus
económico o social. [...] Pero las autoras no son tan indulgentes con
sus personajes femeninos, porque comprenden demasiado bien las
consecuencias del poder familiar. [...] En realidad nunca hay dudas
sobre quién o qué será escogido al final del juego.”
(LONG HOEVELER, D., Gothic feminism. The professionaliza-
tion of gender, from Charlotte Smith to the Brontës, The Pennsylva-
nia State University, 1998:199)

Curiosamente, Heathcliff, cuya naturaleza es igual de


asocial que la de Catherine, es socialmente aceptable una
vez que se enriquece. Catherine, en cambio, no lo es: para
serlo debe, además, modificar su comportamiento, integrar-
se en la sociedad mediante un matrimonio ventajoso. Esta
forma de violencia económica de género es fundamental
en Cumbres borrascosas, puesto que es la que ocasiona el
conflicto. Pero, además, existe otra: para C. P. Sanger, autor
del ensayo La estructura de Cumbres borrascosas,10 la obra
muestra cómo Heathcliff, un huérfano de origen incierto y
sin riqueza alguna, acaba heredando las propiedades de dos
familias: los Earnshaw de Cumbres borrascosas, y los Lin-
ton de la Granja de los tordos. En las Cumbres, el viudo
Earnshaw adopta a Heathcliff cuando ya tiene dos hijos,
Hindley y Catherine I. Los herederos de la Granja son Ed-
gar e Isabella. Catherine I se casa con Edgar y tienen a Ca-
therine II. Hindley tiene a Hareton con su esposa. Heathcliff
se casa con Isabella y tienen a Linton. Primero, Catherine II
se casa con Linton, y después con Hareton.
Emily, que escribe en la década de 1840, demuestra un
profundo conocimiento de la legislatura de la época en la
que transcurre su obra, de 1771 a 1803. Las normas vigen-
tes entonces son las siguientes:

• Los hombres preceden a las mujeres en la herencia


• Los hombres heredan en orden de descendencia
• El orden vertical precede al horizontal (hijos antes que
hermanos).
• En caso de conflicto, la tercera norma tiene preferencia.
10 SANGER, C. P., “The structure of Wuthering Heights”, en GREGOR, I. (Ed.), The
Brontës. A collection of critical essays, Prentice Hall, New Jersey, 1970.

195
Estas normas favorecen que, independientemente de
la riqueza personal de la mujer, la propiedad siempre esté
gestionada por manos masculinas. Así, Earnshaw divide su
propiedad entre sus dos hijos a su muerte. La de Catherine I
pasa a Edgar cuando se casan, y a su hija cuando ella muere.
La de Hindley es comprada por Heathcliff, misteriosamente
enriquecido. Heathcliff consigue además la titularidad sobre
la de Isabella al casarse. Ésta pasa a Linton al nacer. Edgar
muere y Catherine II hereda. Heathcliff obliga a Catherine
II a casarse con Linton, que pasa a controlar su propiedad.
Cuando Linton muere, el huérfano Heathcliff a pasado a
convertirse en el dueño de todo por el simple hecho de ser
hombre. No es hasta su muerte cuando Catherine II recupera
parte de su propiedad, y lo hace a través del matrimonio con
el que ahora es el legítimo heredero, Hareton Earnshaw.
Por esta obra, en la que plasmaba la violencia económica
de forma explícita, a través de una heroína que desafiaba to-
das las convenciones, y para la que ni siquiera el matrimo-
nio era suficiente, Emily Brontë fue reprobada por todos,
incluso por su hermana Charlotte, que atribuyó su furia a su
juventud. Ni hombres ni mujeres podían asumir a los perso-
najes de Emily, y prefirieron creer que el error era de ella.

Virginia Woolf: una habitación propia y quinientas libras


al año.
Eso es todo lo que una mujer necesita para escribir. Es la
conclusión a la que esta autora llegó tras reflexionar larga-
mente sobre la cuestión de las escritoras, a lo largo de una
decena de ensayos de distinta extensión, como Las mujeres
y la literatura, Profesiones para mujeres, Tres guineas y
Un cuarto propio. Virginia Woolf se trata, posiblemente, de
la primera escritora de ficción, con la posible excepción de
Mary Wollstonecraft, que reflexiona sobre la violencia eco-
nómica de género en su profesión, a partir de las que para
ella son las cuatro grandes novelistas de la historia: Jane
Austen, Charlotte y Emily Brontë y George Elliot. Muchas
autoras de la teoría crítica feminista angloamericana y fran-
cesa, como Ellen Moers, Elaine Showalter, Sandra Gilbert
y Susan Gubar, Hélène Cixous o Julia Kristeva han tratado

196
estas cuestiones, pero Virginia Woolf es escritora. Conoce
la situación de primera mano. Habla de su propio mundo.
Aunque es una heredera de Anne Finch: en realidad, Vir-
ginia Woolf jamás fue víctima directa de la violencia eco-
nómica de género. Gracias al dinero heredado de su padre,
tanto ella como su hermana, la artista Vanesa Bell, pudieron
convertir su talento en profesión. Posteriormente, Virginia,
y Leonard Woolf se casaron, fundaron la Hogarth Press, y
de esta manera se hicieron con una fuente de ingresos per-
manente. Virginia Woolf plantea de forma totalmente explí-
cita la necesidad de independencia económica por parte de
las mujeres que deseen dedicarse a la literatura, considera-
da aún a principios del siglo XX una profesión masculina.
De hecho, en Un cuarto propio Virginia reacciona contra la
afirmación de un tal Sir Egerton Brydges, que en 1928 sos-
tiene que “las mujeres novelistas deben sólo aspirar a des-
collar por el valiente conocimiento de las limitaciones de su
sexo”. Este ensayo en cinco partes se inicia con una metáfo-
ra bastante obvia: la autora es expulsada de la biblioteca de
una universidad que simboliza todos los centros del saber
(pues Virginia Woolf, la gran defensora de la educación fe-
menina, jamás fue a la universidad). Esta obra defiende que
la mujer no es, en realidad, el sexo débil: es solamente el
sexo pobre. La situación social de la escritora, mantiene la
autora, determina la obra que produce, y en una sociedad
en la que el hombre controla la educación y en general las
instituciones de poder, la mujer lleva las de perder. A las
mujeres anteriores a ella les era imposible ganar dinero y, si
lo ganaban, no tenían derecho legal a conservarlo. Así pues,
educación e independencia económica (pues la educación
sin expectativas también es una forma de violencia de gé-
nero) son los objetivos básicos a perseguir, los cimientos
sobre los que construir. Además, Virginia Woolf defiende
la androginia mental a la hora de escribir, y la necesidad de
matar, literalmente, al Ángel del Hogar, pues sólo así las
escritoras pueden liberarse de las limitaciones mentales que
el patriarcado les han impuesto. Para ella, sólo existe una
autora que lo haya conseguido, y es Emily Brontë.

197
CONCLUSIONES
Venciste, mujer, con no dejarte vencer
PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

En uno de los fragmentos más ilustradores de Un cuarto


propio, Virginia Woolf imagina qué hubiera sucedido si Wi-
lliam Shakespeare hubiera tenido una hermana que hubiera
compartido su talento: una mujer, criada en el mismo con-
texto histórico, con las mismas posibilidades, con la misma
dosis de talento natural. Virginia Woolf la llama Judith, e
imagina su vida. No hubiera estudiado, al contrario que su
hermano, puesto que las mujeres no recibían educación aca-
démica. Woolf la imaginar en el desván de la casa de los
Shakespeare, escribiendo algunos párrafos y, acto seguido,
quemándolos. A los dieciséis años, sigue Woolf, su padre,
buscando lo mejor para su hija, organizaría su matrimonio,
y Judith se escaparía de casa y marcharía a Londres a hacer
fortuna, de forma similar a su hermano. Allí habría intenta-
do actuar en el teatro, como él. La diferencia es que al joven
William no lo habrían echado a la calle entre carcajadas e
insinuaciones vulgares. Finalmente, a los pocos meses Judi-
th Shakespeare se hubiera encontrado (y es ésta exactamen-
te la expresión que Woolf utiliza: se hubiera encontrado,
como de forma repentina e inesperada) embarazada de al-
gún empresario teatral que la hubiera recogido, con todo lo
que ello implica. Muerta muy joven, yacería hoy enterrada
anónimamente en cualquier recoveco perdido de Londres.
El talento es independiente del sexo, y también lo es del
género, si entendemos este último como resultado de los
condicionantes socioeconómicos. Pero el talento no se de-
sarrolla por sí solo. La educación es imprescindible, y el
dinero, o la falta de él, tiene consecuencias en su posible
desarrollo, y sin ellos un talento como el de Shakespeare es-
taría condenado a la desaparición. En palabras de Virginia
Woolf, “las flores bellas no se pueden cultivar en mala tie-
rra, Y, hasta el presente la tierra ha sido muy agreste y muy
pedregosa”.11 Las quinientas libras al año, la habitación pro-
pia, importan porque son las que permiten desarrollar las
demás la capacidad de introspección y el pensamiento inde-
pendiente. Jane Austen, las hermanas Brontë, Aphra Behn
11 WOOLF, V., Las mujeres y la literatura, Lumen, Barcelona, 1981.

198
y Ann Radcliffe antes que ellas, la condesa de Winchilsea,
todas han contribuido con su obra a aumentar esas capa-
cidades. Muchas otras autoras han quedado fuera de este
análisis por falta de espacio: Mary Shelley, George Elliot,
o Emily Dickinson, por ejemplo, que retrató como nadie la
cosificación de las mujeres en el matrimonio.
Es necesario aclarar que este análisis queda incomple-
to sin el estudio de la violencia económica de género tal y
cómo la han reflejado, sea consciente o inconscientemente,
los escritores. Tristana y la desheredada de Galdós, Anna
Karénina y Madame Bovary, las mujeres burladas por Don
Juan, la heroínas de Shakespeare que se ven obligadas a
travestirse para sobrevivir... Todas ellas son víctimas de la
violencia económica de género en mayor o menor medida,
y sufren, por tanto, la desigualdad económica y la depen-
dencia que ésta conlleva. Este estudio sería necesario para
completar la visión general sobre un problema que sigue
muy presente en la sociedad en que vivimos; desenfocado y
para muchos imperceptible, pero presente.
Allá por 1929 Virginia Woolf plasmó en el papel su de-
seo de que, un siglo después, el sexo femenino no estuviera
en las mismas condiciones que las obras de estas autoras
mostraban. El plazo aún no ha tocado a su fin, y hoy la
educación de las mujeres en nuestra sociedad es un hecho,
las escritoras ya no sufren esa condena moral por el sim-
ple hecho de serlo, y las mujeres desempeñan casi todas las
profesiones. Pero las cifras indican que aún hay mucho por
hacer en la búsqueda de la igualdad económica. De nuevo,
es Virginia Woolf quien nos da la respuesta: “Vendrá si tra-
bajamos por ella, y vale la pena trabajar en la oscuridad y
la pobreza”.

199
SUBCULTURAS, MERCADO Y VIOLENCIA:
LOS SKINHEADS.
Por
LUIS HERNÁNDEZ QUINTERO
Resumen

A DIARIO vemos y tratamos con gente de diferen-


tes subculturas, pero no solemos pararnos a pensar
en cuestiones como: ¿Son buenas las subculturas?,
¿por qué y cómo surge una subculturas?, ¿cuándo y dónde
surge?, ¿qué hacer con las subculturas?, ¿son las subcultu-
ras productos complementarios y capaces de reconciliarse
con la cultura? ¿Se pertenece a una o a varias subculturas?
¿Integra o desintegra al individuo la subcultura?
Es evidente que en nuestra sociedad, junto a la cultu-
ra, surgen una serie de subculturas que en mayor o menor
medida coinciden con esa cultura predominante, pero, ¿qué
debemos hacer con aquellas subculturas que amenazan se-
riamente la estabilidad social?, ¿como tratar a las minorías
que defienden las llamadas “contraculturas”?
Evidentemente no son todas igualmente peligrosas ni
nocivas y precisamente por ello nos centraremos en el es-
tudio de el movimiento Skinhead, de suerte que podamos
profundizar en las causas de este movimiento y así tratar
de comprender mejor sus prácticas violentas y su rechazo
hacia la cultura y el sistema de mercado.
El movimiento Skinhead es un movimiento que perdura
hasta nuestros días (aunque hoy sea una sombra de lo que
fue) y que plantea interesantes interrogantes acerca de la
relación entre naturaleza y cultura en el ser humano, un de-
bate abierto desde los orígenes de la filosofía.

INTRODUCCIÓN

Nos es familiar escuchar expresiones como “es una cues-


tión cultural”, “las barreras culturales”, “atención a la diver-
sidad”, etc. Pero sabemos acaso qué es la cultura, ¿podemos
diferenciar claramente lo que es un subcultura y lo que no?,

203
y si así es cómo influyen en las diversas subculturas de-
terminados fenómenos como las variaciones del mercado,
la moda o la opinión pública. Esto es lo que trataremos de
aclarar y analizar centrándonos de forma concreta en la sub-
cultura skinhead, para ver como la violencia y el dinero han
hundido sus garras en esta forma cultural minoritaria.

CULTURA Y SUBCULTURAS

¿Qué es una subcultura?, la pregunta tiene difícil respues-


ta desde el momento en que esta depende de una la pregunta
previa “¿qué es una cultura?” o “¿qué es la cultura?” que
ya de por sí plantea muchas dificultades. Podríamos definir
la cultura de manera general como un conjunto de modos
de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo
artístico, científico, industrial, en una época, grupo social,
etc. Pero la cultura va más allá de esta simple definición.
Existen diferentes definiciones de cultura según adoptemos
un punto de vista u otro, de manera que la escuela Funcio-
nal-estructuralista definiría la cultura como el estilo de vida
de una sociedad, concebida esta como las diferentes rela-
ciones entre grupos. Desde la perspectiva etnosemántica la
cultura sería el conjunto de reglas mentales de un grupo,
que conforman una “gramática de la conducta” desde la que
es posible la comprensión de una sociedad. Otra definición
podría ser aportada por el enfoque sistémico, que establece
que la cultura es un sistema de ámbitos interdependientes,
por lo que cualquier cambio en un ámbito de la cultura in-
fluiría en todos los demás ámbitos.
M. Harris define la cultura como el cuerpo de tradicio-
nes socialmente adquiridas. En este sentido llega a afirmar
que algunos animales (primates) poseen rudimentos cultu-
rales, pero establece que solo el hombre posee esa cultura
concebida como un estilo de vida total, que incluye modos
pautados y recurrentes de “pensar, sentir y actuar”. Pero ese
desarrollo cultural se debe a que el hombre carece de instin-
tos, carece de ese repertorio de respuestas prefabricado que
hace que los animales, ante un estímulo, emitan una res-
puesta adecuada. Los animales poseen desde el momento
en el que nacen al momento en el que mueren una serie de

204
pautas de acción, una serie de respuestas predefinidas, que
saltan ante determinadas situaciones, pero el hombre carece
de eso, carece de esa primera naturaleza, por eso tiene que
darse su propia naturaleza.
El hombre necesita crearse ese repertorio de respuestas
predefinidas, que no es otra cosa que la cultura. El hombre
no puede pensar cada situación en su vida, no puede dete-
ner su existencia con cada decisión que debe tomar, por eso
desde que nacemos aprendemos en una cultura una manera
de pensar, una forma de interpretar lo que esta bien y lo
que esta mal, aprendemos unos valores y se nos enseña una
forma de comportarnos, esto es, en definitivas aprendemos
a “pensar, sentir y actuar” como diría M. Harris. Con esto
no se quiere decir que el hombre esté determinado, desde el
momento en el que nace, por el medio social o la cultura en
la que vive, sino más bien que está fuertemente condiciona-
do por esta. Negar la importancia de la dimensión cultural
en el ser humano es negar una parte muy importante de lo
que somos, de la medida en la que somos y de como hemos
llegado a ser.
Tampoco estamos diciendo que la cultura sea una, uni-
taria y válida para todos los tiempos y lugares. La cultura,
como la sociedad en general, es plural, poliédrica, tiene mu-
chas caras y no se presta a la generalización. Bajo este punto
de vista, no podemos admitir que una cultura determinada
pueda dar respuestas satisfactorias para toda la sociedad,
más bien, deberíamos admitir que ese repertorio de respues-
tas predefinidas sirve para un grupo social más o menos
amplio en un momento determinado más o menos extenso.
No se trata pues de hablar de “La cultura”, sino más bien de
“las culturas”, porque en una misma sociedad, incluyendo
las más reducidas, conviven, junto a la cultura predominan-
te, una serie “subculturas” o “culturas menores”.
La cultura (o quizás podamos ya hablar de la subcultura)
que es más aceptada en una sociedad se convierte en la cul-
tura predominante para una sociedad en un tiempo, es decir,
se convierte en un eje vertebrador de los hombres de una
época y un lugar. Hay que resaltar que esta cultura predo-
minante es admitida y aceptada por un único parámetro, a
saber, la eficacia operativa. Que una subcultura se imponga
sobre las otras y se alce como “la cultura de una época” (o

205
un lugar), es causa únicamente de su mayor potencia para
dar respuestas a los hombres o para resolver problemas, es
decir, en última instancia de lo eficiente que sea esa sub-
cultura. Sin embargo esta eficacia tiene que ser operativa,
esto es, no basta con que una subcultura pueda resolver pro-
blemas, sino de que real y efectivamente los resuelva. Una
subcultura puede ser muy eficaz y poco operativa, es decir,
puede tener una gran potencia a la hora de dar respuestas a
los problemas, pero una serie de respuestas que el hombre
de un lugar y un momento concretos no puede llevar efec-
tivamente a cabo. Es como intentar que para un niño de 12
años, un martillo de demolición sea operativo. Es evidente
que el martillo de demolición es eficaz, pero en este caso
concreto no es operativo. Lo mismo pasa con las subcultu-
ras.
Sin embargo que una subcultura obtenga un predominio
sobre las otras no implica necesariamente que las subcultu-
ras “perdedoras” se vean obligadas a la extinción, aunque
puede ser así para un numero más o menos amplio de sub-
culturas, es evidente que junto a la cultura de una sociedad
concreta conviven un número extenso de subculturas que se
mantienen activas.

Cultura y animalidad: hombre o bestia


Conviene ahora hacer un apunte importante. La cultu-
ra es la segunda naturaleza del hombre, es aquello que lo
separa del instinto natural, aquello que lo distancia de la
naturaleza, y esta cultura tiene por fuerza que desarrollarse
en un ámbito muy especial, en un espacio que presente las
mismas características, a saber, la ciudad, es decir en un
espacio separado de la naturaleza.
La ciudad es la construcción humana que delimita lo na-
tural y lo artificial, que delimita el espacio seguro del in-
seguro. El hombre, en la ciudad, está en un medio donde
puede sobrevivir fácilmente, donde no tiene que preocupar-
se de su subsistencia. La ciudad y la cultura son los ámbitos
donde el hombre se encuentra cómodo, donde el ser huma-
no se siente amparado y protegido.
La ciudad y la cultura son espacios separados de la natu-
raleza, son espacios artificiales, artificiosos, donde el hom-

206
bre habita supuestamente feliz. Pero existe un problema
subyacente, el hombre ha pretendido una separación total
del medio natural que le dio la vida y ha olvidado en gran
medida la dimensión animal que está incrustada en lo más
profundo de su ser. La ciudad es el espacio de la libertad del
hombre, donde este puede desarrollarse en mayor o menor
medida como quiera, pero también es el espacio de la mayor
represión, la represión de nuestro lado animal, la represión
de nuestras pulsiones, la represión de nuestros más oscu-
ros deseos, que hay que mantener al margen porque no son
“cívicos”, es decir no pertenecen al ámbito de la “civis” al
ámbito de la ciudad, sino que son propios del ámbito de la
“natura”, pero lo que no tenemos en cuenta es que en latín
(y por ende en castellano) “natura” significa tanto naturale-
za en el sentido de ser un “principio universal de todas las
operaciones naturales e independientes del artificio”, como
la “esencia y propiedad característica de cada ser”. Lo que
la “civis” trata de negar es la propia esencia característi-
ca del ser humano, pero pretender tal cosa es imposible,
porque en tanto que se consiguiera el hombre dejaría de
ser hombre. Es decir lo que intenta la ciudad, bajo el pre-
texto de la protección y la seguridad del ser humano, es su
completa y definitiva aniquilación, la extinción del hombre
llevada a cabo por la exterminación de su esencia. Lo que
habitaría en las ciudades no serían ya seres humanos, sino
otro tipo de ente que es difícil de imaginar.
Esto quiere decir que no podemos desligarnos de la di-
mensión natural del ser humano. La ciudad, en su intento
de represión de la animalidad del hombre, se ha convertido
en el lugar más cívico, pero también en el lugar donde se
producen las mayores aberraciones: atentados, violaciones,
pederastia, parricidios, suicidios, etc. ¿Por qué es esto así?,
tratemos de llevar a cabo un rápido análisis.
A lo largo de la historia se ha tratado a la naturaleza de
diversas formas y esto es algo que bien puede apreciarse en
las recreaciones que el hombre hace de la naturaleza, es de-
cir, en los jardines. En el siglo XVIII, el modelo de jardín, era
el jardín francés geométricamente recortado, perfectamente
medido, lo más alejado posible de esa naturaleza que para
el hombre de la época era algo así como una madrastra que
infundía miedo y recelo. Aún está fresca la lucha histórica

207
del hombre contra la naturaleza y por su supervivencia. Na-
turaleza es en el siglo XVI, XVII y todavía en el XVIII: pestes,
plagas, fríos y (tal y como define Hobbes el estado de natu-
raleza) guerras. La naturaleza tiene que ser vencida, repri-
mida, escondida, cuanto menos natural más humano será el
hombre. Y la cultura no es sino la expulsión de la naturaleza
del ámbito de la intimidad, en la forma, por ejemplo, de los
geométricos y ficticios jardines versallescos, donde la tijera
hace la geometría con lo que crece.
Son, Rousseau y, tras él, los jóvenes alemanes del Sturm
und Drang, los que intentarán recuperar una imagen de la
naturaleza como madre original, como el seno primero en
el que el hombre fue feliz, y del que se separó en ala hora,
para degenerar en la falsedad de un mundo cultural. La sen-
sibilidad cambia en pocos años y el jardín francés, que era
una ampliación del salón al campo, da paso al jardín inglés,
donde se acoge a la naturaleza salvaje en casa. La natura-
leza a finales del siglo XVIII ya no es vista por los hombres
como un enemigo, sino como un seno fecundo de donde él
mismo procede.
La separación de la naturaleza hace que en la ciudad
se reprima lo animal, pero esta represión solo conduce a
una mayor animalidad, mas aberrante, más agresiva y con
un carácter mucho más violento. La animalidad reprimida
resurge con mucha más fuerza, tarde o temprano y es ahí
donde radica el problema fundamental. La represión de las
pulsiones sexuales durante largos años hacen al violador, la
represión del odio al terrorista, la ira, la rabia y los deseos
en general reprimidos provocan las enormes manifestacio-
nes de la animalidad que se dan en nuestra actual sociedad.
La ciudad entonces no puede ser vista ya como el espacio
separado de la naturaleza, sino como el lugar de la integra-
ción y la conciliación de esta con el hombre, si bien esta
conciliación debes ser una conciliación controlada. ¿Qué
quiere decir esto?, pues no es otra cosa que desarrollar es-
pacios donde el hombre pueda dar rienda suelta a sus pul-
siones de manera sana y no peligrosa. Desatar la violencia
como juego es una manera, los niños juegan a “las peleas” y
es ahí donde desarrollan un espacio en el que se arman con
espadas y armaduras y se desfogan de manera controlada y
donde el juego se acaba cuando uno se hace daño. Del mis-

208
mo modo los adultos necesitarían espacios donde desplegar
su dimensión animal. Espacios como el teatro, al igual que
el cine o los juegos de simulación, donde lo que ocurre so-
bre la escena no es real pero lo parece, son buenas maneras
de llevar a cabo esa conciliación.
El fútbol, y otros deportes, actúan también como catali-
zadores, aunque en el ejemplo concreto del fútbol hay que
advertir un grave problema. El estadio es un sitio real, al
igual que el partido, lo jugadores, los árbitros... no es un es-
pacio de simulación, sino un espacio real, en el que se desa-
rrollan acciones reales y no simuladas. La liberación que se
lleva a cabo en el estadio es entonces peligrosa y raramente
controlada, de ahí que sea frecuente ver en los medios de
comunicación noticias acerca de destrozos provocados por
los hooligans, peleas tras los partidos, gradas rotas, objetos
de toda índole lanzados a los jugadores, etc. Este tipo de
fenómeno provoca la emergencia de la dimensión animal
del ser humano de manera poco segura y las consecuencias
de este tipo de eventos no son deseables ni lícitas en el ám-
bito de la “civis”. La diferencia principal entre los juegos
de simulación y esta otra manera de liberación de la dimen-
sión animal radica en que en los primeros el juego se acaba
cuando el otro se hace daño, mientras que en los segundos
el verdadero desarrollo de la dimensión animal comienza
con la agresión al otro.
Buscar fórmulas de integración entre la ciudad y la natu-
raleza, entre el hombre y su dimensión animal, es una tarea
social progresiva, escalonada, que debe enmarcarse en un
ámbito de acción infinito. Es decir, esta integración no será
posible de manera perfecta nunca, pero obviamente no por
eso debemos dejar de lado este intento de reconciliación. La
tarea infinita de unión de esas dos dimensiones no carece
de sentido por la imposibilidad de su completud total, sino
que lo adquiere en tanto que guía de acción perenne del ci-
vismo. Este camino que ante nosotros se abre es un camino
de perfeccionamiento progresivo, que asegura que todas las
ciudades serán cada vez más más cívicas cuanto más avan-
cen es este camino infinito.
Si buscamos en la filosofía podemos encontrar un refe-
rente claro de esto que decimos en los sistemas idealistas
postkantianos, principalmente en Fichte y en Schelling. En

209
estos dos sistemas se parte de la fractura y aislamiento, plan-
teado por Kant, del Sujeto (Yo Absoluto) con la Naturaleza
(entendida como mundo) y de ambos con Dios. La síntesis
de estos tres vértices no es posible en el ámbito finito de la
razón según Kant, pero el Idealismo postkantiano trató de
llevar a cabo una recuperación del triángulo formado por
estos tres conceptos. Veamos brevemente el desarrollo teó-
rico de Fichte a fin de entender un poco mejor y profundizar
en la relación Hombre-Naturaleza.
Fichte creía que frente al Yo Absoluto, frente al Sujeto,
hay un mundo que se opone a ese Yo, algo que no domina el
sujeto puro y que no termina de conocer. Lo que pasa en la
naturaleza es algo que yo no quiero o por lo menos que no
decido y esto es un signo claro de la finitud de ese Sujeto,
que ahora se da cuenta de que su propia subjetividad, que
se creía infinita, está determinada en un acontecer natural.
Fichte establecerá que la tarea del Sujeto no consistirá en
otra cosa que ser un Yo, pero un Yo que quiere ser lo que es
o que es lo que quiere ser, esto es, el Sujeto debe ser en ul-
tima instancia su propia querida autodeterminación. Pero es
evidente que el Sujeto nunca logra que la naturaleza sea el
reflejo de su libertad, sino que se trata de una tarea infinita.
El Yo tiene la exigencia moral de realizar absolutamente su
libertad y esto es lo que constituye al Yo, finito en su deter-
minación fáctica pero infinito en su anhelo por liberarse de
ella.
El Sujeto no tiene ahora otra posibilidad de autodeter-
minación que la de transformar la naturaleza en libertad, es
decir, que el mundo, la naturaleza, ha pasado de ser un lími-
te para la libertad del sujeto y se ha convertido en un medio
para su realización. Y la herramienta que utiliza el Sujeto
para llevar a cabo este intento infinito de autodeterminación
no es otro que el “trabajo”. El trabajo no es otra cosa que el
progresivo proceso de transformación, en el que el hombre
va dando a todas las cosas la forma de su libertad. Y, como
no podía ser de otra manera, el resultado de este trabajo
es el “progreso”, mediante el cual el hombre cada vez tie-
ne menos límites para su determinación empírica. Cuando
ese Sujeto llegue a ser lo que quiere ser en cada momento,
entonces será infinito. Fichte termina así de reconciliar al
Hombre con la Naturaleza y con lo Infinito.

210
El pensamiento Fichteano nos ayuda a comprender el
papel fundamental de la naturaleza para el ser humano, aun-
que sea de manera negativa, como algo que se nos opone
inicialmente, pero que nos permite nuestro propio autode-
sarrollo. Sin lugar a dudas los diferentes desarrollos cultu-
rales necesitan cierta vinculación con la naturaleza, por lo
que no se trata ya hoy en día de abrir un debate en torno a si
es necesaria la relación hombre-naturaleza, sino más bien a
cómo ha de desarrollarse esa relación entre el hombre y su
dimensión animal, y es aquí donde las deferentes subcultu-
ras pueden diferir, en los medios de relación y expresión de
la naturaleza del hombre.

Las subculturas críticas o “contraculturas”


Ya hemos visto lo que es, a grandes rasgos, la cultura y
las subculturas que ella implica. Hemos visto su importan-
cia, su función y su funcionamiento y hemos analizado el
papel de la naturaleza en el ámbito cultural de la ciudad.
Conviene ahora reflexionar sobre algunas subculturas con-
cretas que tuvieron una gran influencia sobre la sociedad y
la cultura de un momento. Analizaremos tres subculturas
que, por mostrar cierto inconformismo o una actitud críti-
ca ante la realidad social de su tiempo, han sido llamadas
“contraculturas” o subculturas críticas.
Centrémonos primero sobre el movimiento Hippie, esta
subcultura nació hacia los años sesenta y se caracteriza prin-
cipalmente por su afán en superar las restricciones sociales,
tratando de buscar por sí mismos un nuevo sentido a la vida.
Entre sus propuestas más características encontramos: la
crítica a los valores de la clase media y las instituciones, su
oposición al uso de la guerra , la reivindicación de las rela-
ciones interraciales, el apoyo a la liberación sexual (“amor
libre”) y la proclamación de “la paz”, “el amor” y “la liber-
tad”.
Los hippies eran claramente identificables por un atuen-
do que pretendía marcar un claro contraste con la mayoría:
pelos largos en hombres y mujeres, hombres con barbas
más crecidas que lo habitual. La ropa, en la mayoría de las
ocasiones hechas a mano, es realizada con colores vivos,
uso de pantalones de campana, camisetas teñidas con di-

211
bujos, blusas y complementos orientales, africanos, indios,
etc.
Otra subcultura relevante y que habría que resaltar es
el movimiento Punk, que se dio a conocer a mediado de
los setenta en Gran Bretaña y Estado Unidos por su pro-
vocador aspecto y por su rivalidad con los hippies. Es una
subcultura ligada por completo a la música y en concreto
recibe influencia del “Rock Underground” (“The velvet un-
derground”, “New York Dolls”, “MC5”, etc).
Esta subcultura se caracterizó por oponerse a cualquier
modo de restricción social, al conformismo y al sistema de
mercado. Es una subcultura violenta y que trata de provocar
la reacción de la sociedad ante la cultura imperante, que
ellos consideran negativa, mediante eslóganes destructivos
y apocalípticos (“no future”).
Para mostrar su inconformismo modifican su aspecto
mediante la ropa, el corte de pelo, el empleo de imperdibles,
pendientes, etc., de modo que resalten y queden claramente
diferenciados de los demás. Suelen usar también el color
negro para dar una imagen más dura e independiente de las
modas que establece el mercado: pantalones de tubo, botas
tipo militar, camisetas con imágenes o textos provocadores,
cazadoras roqueras, etc.
Si la subcultura Hippie no planteaba muchos problemas
(que no ninguno), la subcultura Punk, opuesta a la Hippie,
si que plantea muchos ya que al ser un grupo violento pro-
vocan grandes altercados, que causan daños a la sociedad y
que deben ser controlados. Las subculturas deben ser con-
troladas, que no reprimidas, en la misma medida en la que
perturben el bienestar social, de manera que el movimiento
Hippie debía ser mucho menos controlado que su opuesto,
ya que el consumo de drogas y las manifestaciones no da-
ñan el bienestar social en la misma medida en que lo hace
un grupo violento de “punkis”, que pueden desde destrozar
establecimientos a apalizar a cualquiera. Cuando la subcul-
tura Skinhead entra en contacto con la Punk queda en gran
parte impregnada por su espíritu y los problemas que surgen
del comportamiento Punk se traspasarán en gran medida al
movimiento Skinhead.

212
SKINHEADS: ¿CULTURA DE LA VIOLENCIA?
El movimiento Skinhead o “Cabezas Rapadas” surge a
principios de los setenta en Inglaterra, pero las bases de este
movimiento surgieron con antelación en la isla de Jamaica,
donde nacen los Rude Boys, predecesor claro del Skinhead.
Los Rude Boys eran jóvenes de barrios marginales de Ja-
maica que comienzan a imitar la violencia de las películas
de “gansters” americanas, pero que fundamentalmente están
ligados por su gusto musical. Tanto los Rude Boys como los
Skinhead son subculturas que aparecen íntimamente unidas
a una música y cuyo devenir es en parte el devenir de su es-
tilo musical. Los Rude Boys adoptaron como propio el es-
tilo de música Ska,una fusión de la música negra americana
de la época con ritmos populares propiamente caribeños,
como el calypso o el mento y fuertemente relacionada con
la independencia de Jamaica en 1962.
Cuando los Rude Boys emigran el Ska (junto a su evo-
lución, el “rocksteady”) viaja a Inglaterra donde se mezcla
con la música Punk, de donde resulta un sonido más rápido
y contundente pero manteniendo el estilo alegre y bailable.
Los Rude Boys entran en contacto con los Mods de Ingla-
terra, un grupo con unos gustos musicales y una ideología
similar, pero originalmente no eran más que bandas urbanas
de barrios obreros que recibían nombres del estilo: Lemon-
heads, Penauds, etc.
Estos grupos (Rude Boys y Mods) fueron fusionándose
hasta que finalmente surge la subcultura Skinhead. La esté-
tica skin es una de sus principales señas de identidad, junto
con la música y la violencia, de este movimiento: la cabe-
za rapada (nunca afeitada), las camisas Ben Sherman, las
prendas Fred Perry, las Crombies, Harringtons, botas Doc
Martens y ropa vaquera.
En cuanto a la violencia y el vandalismo solo decir que
destrozaban establecimientos, coches, quemaban conte-
nedores y apalizaban policías, estudiantes y a sus odiados
hippies. De estos episodios violentos surgieron algunas
acusaciones de racismo (principalmente por las peleas con
paquistaníes), sin embargo, hay que tener en cuenta que las
bandas de skins eran multirraciales, su único interés era la
violencia como modo de expresión de su inconformismo.

213
Sin embargo el movimiento “Skinhead” ha sido ligado so-
cial y tradicionalmente ya, a agresiones fascistas y grupos
neonazis, sin embargo la verdad acerca de esta subcultura
es muy distinta. Los Skinheads han estado siempre al mar-
gen de estas actitudes racistas o xenófobas, pero entonces,
¿de donde surge esta falsa acusación?, ¿se ha satanizado el
movimiento Skinhead por algún motivo en especial o hay
algo de verdad esas afirmaciones?, para dar respuesta a es-
tas cuestiones y poder comprender lo que realmente pasó
debemos esperar a los años ochenta
La actitud beligerante de el movimiento Skinhead ter-
minó por echarles encima a la prensa, a la opinión publica
y a la ley. Fue entonces cuando tuvieron que suavizar su
comportamiento y su estética, dejándose crecer el pelo y
vistiendo con más elegancia. Aquí nacieron los Suedeheads
y los Smooties, de existencia más efímera. El movimiento
continuó medio apagado hasta que apareció el Punk a me-
diados de los setenta, con su estética rebelde y provocativa,
y de la fusión de la cultura Punk y skin es cuando surge el
movimiento musical que hoy se conoce como Oi!, y que la
subcultura Skinhead terminaría por asumir como suyo.
El Oi! surge, hacia 1980, como una reacción al giro co-
mercial que había tenido lugar en el Punk y que poco tenía
que ver con el espíritu de protesta original del movimiento.
Fue un intento de devolver al Punk su fuerza original dotán-
dolo de temas que afectaban a la vida y al día a día de la cla-
se trabajadora y donde se mezclaban estilos de las primeras
bandas de Rock o Punk, como The Sex Pistols, The Clash o
Los Ramones, junto con el estilo del primer rock británico
(Rolling Stones, The Who, etc). Este estilo musical acogía
principalmente a lo que era conocido como “street-punk” o
“reality-punk”.
Este nuevo estilo musical estaba dotado de letras impac-
tantes y directas que ensalzaban a la clase obrera y trata-
ban temas como el desempleo, los derechos laborales, los
abusos policiales y la represión gubernamental. También se
trataban temas menos políticos como la violencia callejera,
el fútbol, el sexo y el alcohol. Unas letras que ayudaban a
reforzar el sentimiento skin y que hacen comprensible que
este estilo musical terminara por calar en el movimiento.

214
A mediados de los ochenta, varios grupos nacionalistas
blancos de ultraderecha, como el National Front o el Bri-
tish Movement, consiguen afiliar a muchos skins a través
de confusos mensajes nacionalsocialistas hacia los obreros,
aprovechando así la estética Skinhead que por su exhibi-
cionismo y su apariencia y carácter militar, encajaban a la
perfección en el ideal estético que buscaba la ultraderecha.
Surgen así los Boneheads, skin neonazis, que hacen que ante
los medios de comunicación la subcultura Skinhead aparez-
ca como racista y xenófoba. Los medios de comunicación
dieron sin saberlo una publicidad gratuita a los Boneheads y
crearon en la opinión pública la asociación Skin-Nazi. Fue
entonces también cuando el Oi! fue tachado como música
racista, pero nada más lejos de la realidad, ya que ninguna
de las bandas originales de streetpunk fueron racistas o apo-
yaron políticas de extrema derecha. También es cierto que
el movimiento skin neonazi hizo uso del Oi! para mandar
sus mensajes subversivos y expresar sus ideas.
La confusión se debía que el movimiento skin neonazi
era mucho más escandaloso y nocivo para la sociedad de lo
que lo había sido el propio movimiento Skin. A la cultura de
la violencia y el inconformismo se unía ahora el racismo,
la xenofobia y el odio. La prensa, poco informada sobre los
movimientos y el devenir interno de la subcultura Skin, no
apreció la diferencia entre unos y otros y calificó al movi-
miento en un solo sentido cuando lo debería haber hecho
en dos, si no diferentes, si bastante distintos. Aquí podemos
apreciar un grave problema trasversal a todas las subcul-
turas, a saber, que rara vez llegan a ser bien conocidas y
que cuando lo son, debido a la masificación que acontece
en ellas, pierden su carácter en la mayor parte de los casos.
La popularidad y la extensión social de una subcultura la
va diluyendo hasta que poco a poco no queda nada de lo
que era originalmente y queda indiferenciada de la cultura
predominante.
Hay que decir que muchos skins se opusieron al movi-
miento Skin-neonazi, y esta oposición les llevó a adoptar
una política y una ideología totalmente contraria a la de los
Boneheads. Será entonces cuando surjan los Redskins, que
adoptaron los símbolos y la ideología comunista a fin de
luchar contra lo que ellos consideraban el cáncer del movi-

215
miento Skinhead. Hacia finales de los años ochenta, y como
reacción al movimiento Skin-neonazi, también surgirían los
Sharp, skins contra el racismo que rechazaban la violencia
gratuita y que trataron por todos los medios de limpiar la
imagen del movimiento. Sin embargo las diversas y sucesi-
vas fragmentaciones del movimiento no hicieron sino debi-
litarlo y condujeron prácticamente a su extinción.

DINERO, MERCADO Y SUBCULTURAS.

Antes de seguir hay que tener claras algunas cosas, el


movimiento Skinhead a lo largo de su historia ha hecho un
gran esfuerzo por rechazar posicionamientos racistas y la
confusión actual, el boca a boca y la opinión pública no
hacen justicia a este hecho. Se podrá decir que los Skinhead
son violentos, que provocan un grave perjuicio a la socie-
dad o que su crítica a la sociedad actual está desfasada, pero
nunca jamás se podrá decir que el movimiento Skinhead,
la menos el movimiento original, fuera racista, nazi o que
promoviera políticas de ultraderecha.
Ante esto surge una nueva pregunta, ¿son realmente los
Skinhead tan peligrosos como se ha dicho o es una creen-
cia infundada?, las noticias sobre Skinheads que provocan
destrozos no abundan realmente y según mi opinión lo que
ocurre es que la prensa se hace mucho eco de estas noticias
porque son escandalosas o destructivas y eso en cierta me-
dida “vende” y aquí ya tocamos en un tema central y verte-
brador de la sociedad de nuestro tiempo: el dinero.
El dinero ha sido durante mucho tiempo uno de los fac-
tores claves de las sociedades humanas pero en nuestra
sociedad capitalista actual es un elemento central. Toda la
realidad social se interpreta hoy en día desde el prisma eco-
nómico y todo lo que se hace o se investiga tiene sentido si
con ello hay una ganancia. Los demás criterios han desapa-
recido y hoy solo tiene sentido lo que cabe dentro del marco
económico, es decir, lo que es en última instancia económi-
camente funcional. El imperativo de nuestro tiempo es “ha-
cer todo aquello que sea rentable”, con independencia de
que eso sea bueno o malo, pues las consideraciones éticas
no dan dinero y causan más problemas de los que solucio-

216
nan. Este posicionamiento, que cada vez estamos más acos-
tumbrados a ver, es el que hace que se publique aquello que
vende, que no se siga una política de emisiones de gases
responsable o que se perjudique a sectores sociales concre-
tos construyendo un aeropuerto o una autopista.
No podemos quejarnos de la violencia que ejercen sub-
culturas como la Skinhead, cuando la propia cultura está
llevando a cabo, por medio del dinero, una violencia que
aunque es más sutil es mucho más dañina. Asumir este gran
vicio de nuestra época y actuar contra él es más que un reto,
es una exigencia moral, porque no podemos permitir que
ese “imperativo económico” banalice algo tan importante
como es la dignidad humana o el estado de bienestar. En
este sentido algunas subculturas han intentado luchar con-
tra esta “cultura de mercado”, pero conforme esas subcul-
turas se hacían más populares, su espíritu se empobrecía,
quedando totalmente emborronado, sin un objetivo claro,
demasiado diluido como para llevar a cabo ningún tipo de
lucha contra el sistema capitalista. La moda y la “mercanti-
lización” de una estética subcultural ayuda a la subcultura
a extenderse pero a costa de perder su radical fuerza crítica
y por otro lado ayuda al desarrollo del propio sistema ca-
pitalista (contra el que curiosamente lucha esa subcultura)
a desarrollarse, pues el “boom” de una determinada moda
genera dinero, consumo, producción, etc.
¿Qué se puede hacer entonces?, ¿debemos darlo todo
por inútil?, no tratamos de defender que no se haga nada
contra esta violencia sutil del sistema capitalista, sino a que
se haga de otra forma, que no es otra que la propuesta al
inicio de la ponencia, a saber, mediante la unión y la vuelta
a la naturaleza. La reconciliación hombre-naturaleza evita-
rá los desarrollos negativos del que hemos venido a llamar
“imperativo económico” a la vez que optimizará aquellos
desarrollos que sean bueno, no ya solo para el hombre, sino
para el binomio Hombre-Naturaleza.
La defensa de posturas ecologistas y el apoyo a las po-
líticas que plantean un desarrollo sostenible, no son una al-
ternativa, sino el único camino para poder liberar esa gran
violencia a la que se ve sometido el sistema capitalista ac-
tual. Se hace necesario ya respetar la estructura básica de
la naturaleza y de lo que encierra y produce, pues de lo

217
contrario se agotaría la capacidad de la naturaleza como so-
porte material del entorno humano y es importante darse
cuenta de que la preservación de la naturaleza se justifica
plenamente porque es imprescindible para la vida humana
y su bien-estar existencial.
Ya no se puede mantener como paradigma el “criterio”
de dominio y explotación del hombre sobre su entorno na-
tural, lo cual no quiere decir que ahora sea el hombre el que
deba ponerse al servicio de la naturaleza, sino que se trata
de producir una integración de ambos polos.

CONCLUSIÓN Y REFLEXIÓN FINAL


Ya hemos visto como es posible solucionar el proble-
ma de la violencia provocada por el dinero en la sociedad
de marcado actual, pero aún queda un tema pendiente, que
aunque sea de menor envergadura, necesita que se le de una
respuesta satisfactoria: ¿qué hacer con la subcultura Skin-
head?, una pregunta que tiene difícil solución y aunque el
tiempo que nos resta es reducido, trataremos de dar una vi-
sión de conjunto y de esbozar las lineas maestras de un plan
de acción eficaz.
Es evidente que el movimiento Skinhead es una mues-
tra clara de la expresión pura de la animalidad en socie-
dad. Su gusto por las peleas y su afán rebelde son una clara
muestra del animal que se revuelve en el interior del ser
humano. Considerar nocivo a este movimiento social no es
suficiente, porque la represión de la animalidad no conduci-
ría a ningún desarrollo deseable, con lo cual lo mejor sería
reconducir ese impulso de destrucción y rebeldía hacía algo
menos perjudicial para la estabilidad social. Quemar conte-
nedores, destruir establecimientos y pelearse en la calle son
meras consecuencias de la ausencia de medios de expresión
de la “naturaleza humana” por parte, como ya hemos visto,
de la clase obrera. En parte, el Oi y el Ska, como movi-
mientos musicales propios de esta subcultura, representan
una forma controlada de expresión de esa naturaleza, y si
observamos la forma de bailar Ska en seguida nos daremos
cuenta de ello, pues el Ska no consiste en otra cosa que
bailar a base de empujones y gritos al son de una música
reivindicativa.

218
Ya hemos visto que realmente el movimiento está des-
apareciendo paulatinamente, esto se debe en parte a que el
sistema capitalista está absorbiendo a esta subcultura recon-
virtiéndola y modificándola con el fin de que no dañe el
sistema. El capitalismo es un sistema inteligente y vivo que
asume todo aquello que le es dañino y por tanto que poco
a poco ha vaciado de sentido al movimiento Skinhead, que
hoy día no es más que un arma política. Los resurgimientos
del movimiento en los 80 y en posteriormente en los 90 no
son sino intentos por dotar del sentido original a la sub-
cultura, que había quedado reducida a una mera cuestión
estética y en muchos casos ni siquiera a eso.
Con esto no queremos defender la eliminación de deter-
minadas formas culturales, sino solamente intentar adap-
tar esas formas culturales a la vida en sociedad o al menos
tratar de suavizar los efectos nocivos que estas pudieran
tener mediante la síntesis de hombre y naturaleza. Las di-
versas subculturas enriquecen la sociedad aportando puntos
de vista diversos y preocupaciones sobre diferentes temas,
ayudando a construir una racionalidad poliédrica compues-
ta de muchas caras, de muchas visiones. Pero también con-
lleva un riesgo, a saber, la desintegración del sujeto, ya que
la proliferación de diversas subculturas puede llevar a la
fragmentación social y al aislamiento si estás tratan de al-
zarse como soberanas. El diálogo entre subculturas es más
que deseable, es necesario para que el “corpus” social se
mantenga estable y la convivencia sea posible.

219
ÍNDICE
ÍNDICE

Saludo a los congresistas 5


Normas generales 7
Presentación 11
Participantes en el proyecto 17
Comité científico 19
Programa 21

CONFERENCIAS

Comentario sobre la película Network. Un mundo implacable. Averi-


guaciones entorno a la verdad en la época Postmoderna
JOSÉ CARLOS CARMONA 25
Ante la crisis económica: una nueva visión
EMILIO CARRILLO 41

Violencia desenfocada y dinero, la violencia discretaJESÚS GARCÍA


CALDERÓN 53

La fuerza del dinero


AGUSTÍN GARCÍA CALVO 61

La especulación sobre el petróleo y el mundo financiero


BALTASAR MONTAÑO 65

La crisis como negocio mediático


RAMÓN REIG 71

Economía razonable para todo el mundo, ¡una solución quiero!


TACHO RUFINO 81

El timo diario
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA 97

223
Dinero, poder, violencia: ¿hacia una dictadura de la economía? ¿Hay
alternativas?
JUAN TORRES LÓPEZ 155

¿Qué le pasa al mundo?


MARC VIDAL 163

PONENCIAS
Heroínas y mercenarias. La violencia económica de género a través de
su reflejo en la literatura inglesa
ANA Mª DE HARO FERNÁNDEZ 169

Subculturas, mercado y violencia: los skinheads


LUIS HERNÁNDEZ QUINTERO 201

224
N O T A S

226
N O T A S

227
N O T A S

228
N O T A S

229
N O T A S

230
¿Qué es el dinero? Existen conceptos universales, lugares comunes
donde todos convergemos y de los que todos compartimos. La razón, la
justicia, la divinidad, el universo, el tiempo, la vida o la muerte; y en esta
teogonía de los universales más atemporales se ha ido a instalar uno que,
lejos de ser nuevo, es el que más nos define en estos tiempos: El Dinero.

Desde que tenemos uso de razón somos adiestrados en su manejo. Nos


enseñan a valorarlo, a perseguirlo, a ambicionarlo y, aprendemos a hacer
nuestra la obligatoriedad de su régimen. Lo engrana todo, los justifica
todo, y es, sin duda, el motor de todos los cambios y estancamientos de
las sociedades. Quizá sea el Dinero, lo único curiosamente, que
realmente tienen en común todos los pueblos de la tierra.

El dinero en esencia, no es más que un pacto al que hemos llegado, o nos


han hecho creer que hemos llegado a tal, para valorar nuestro trabajo y el
de los demás pero, ¿realmente sabemos qué es el dinero, de dónde
procede, o cómo funciona?

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A.C. CORCHEA 69

PRODUCCIONES
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