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Uno de los eventos que sin ninguna duda más ha afectado al devenir de los

acontecimientos históricos fue el lanzamiento de las dos bombas atómicas en


Hiroshima y Nagasaki. Este hecho causó un desproporcionado desequilibrio de
fuerzas en el panorama internacional que fue el germen de los siguientes cuarenta y
cinco años de guerra fría, en los que el resto de las potencias internacionales se
afanaron por igualar el nivel alcanzado por EEUU, mientras que estos trataron de
mantener esa brecha, si bien incluso aumentarla.

Nube nuclear tras el bombardeo de Nagasaki

(http://www.youtube.com/watch?v=_rHrV2QhArA
http://en.wikipedia.org/wiki/Atomic_bombings_of_Hiroshima_and_Nagasaki)

Pero, ¿qué hubiera sucedido si no se hubiese decidido el ataque nuclear?


La verdad es que este en concreto es uno de los casos en los que el futuro hipotético
está escrito a la mitad. Y es eso lo que hace esta historia tremendamente atractiva.
Ese futuro hipotético se hubiese llamado operación Downfall. En una traducción libre
"Operación Ruina".
Para aproximarnos someramente al tema, "Downfall" fue la respuesta que dio la junta
de jefes de estado mayor, a la cuestión de como terminar con la guerra en el
pacífico, antes de que manejaran la información procedente del "Proyecto
Manhattan", para la creación de la primera arma atómica.
General Leslie Grooves y Robert Oppenheimer. Principales figuras del Proyecto Manhattan

Obtenida de Wikipedia.

Antes de su irrupción en el escenario bélico los mandos estadounidenses tenían claro


que el ejército japonés no se rendiría casi en ningún caso. No se atisbaba ninguna
manera de conseguir la rendición incondicional que exigió Harry Truman en su primer
discurso tras la toma de posesión de su cargo que el ir a Tokio y echar a patadas al
emperador Hiro Hito.

(http://www.presidency.ucsb.edu/ws/index.php?pid=12239 )

Este evento, que nunca llegó a darse, podría haber supuesto una de las mayores
masacres humanas de la historia, que hubiera hecho palidecer los episodios más
truculentos que se quiera rememorar. Ni las carnicerías de la primera guerra mundial
al estilo de Verdun, ni escenarios como Stalingrado, que se conoció como "la picadora
de carne", se aproximan si quiera a la magnitud que hubieran alcanzado las
operaciones y las consecuencias de "Downfall". Pero vayamos a los hechos.

1.- Los antecedentes históricos


¿Cómo se llega a la conclusión de que es necesario elaborar un plan de invasión de
las islas de Japón?
Retrocedamos en el tiempo. Estamos en el año 1945. En Europa, el esfuerzo
combinado de los ejércitos estadounidenses y británicos en el Oeste y del soviético
en el este han permitido a estos últimos avanzar de forma arrolladora en dirección a
Berlín. El ejército alemán está en franca retirada. Una retirada desordenada pero
todavía llena de decisiones descabelladas, suicidas y alejadas de la realidad, dirigidas
e ideadas personalmente por Adolf Hitler, quien en los pocos momentos que le
quedan de relativa lucidez, ya es consciente de que la derrota es inevitable y la hora
de su suicidio inminente.
La sensación general en el mundo es que la guerra toca a su fin. Pero eso no es así
en absoluto. A nadie le cabe la menor duda que, si bien la guerra contra el nazismo la
están ganando los soviéticos, esto sólo es posible gracias a los estadounidenses, que
con la Ley de Préstamo y Arriendo y con su intervención directa en el oeste de
Europa, han sumunistrado equipamiento esencial, por un lado, y aliviado la presión
en el frente del este por el otro.

(Ley de Préstamo y Arriendo:


en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Programa_de_Pr%C3%A9stamo_y_Arriendo

en Inglés: Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Lend-Lease)

Pues son precisamente los Estadounidenses los que se encuentran enfrascados en la


parte más cruenta del conflicto contra los japoneses. La resistencia fanática de los
soldados nipones se ha ido extremando aún más si cabe a medida que los marines
van acercándose a las islas principales del imperio. Los dirigentes japoneses saben
de sobra que la guerra que ellos mismos desataron de forma estúpida está perdida.
Desde el momento en el que la batalla que plantearon los estrategas navales para
defender el golfo de Leyte durante la invasión de las Filipinas fracasó completamente
y se transformó en una de las victorias navales más importantes de la armada
americana, el sentir general en el alto estado mayor imperial es que lo único que
queda por hacer es plantear una resistencia lo suficientemente cruel y sanguinaria
como para que la opinión pública norteamericana asuma una paz con condiciones.
Un alto el fuego en el que Japón pueda conservar territorios como Corea o Manchuria
en China y poder pregonar entre sus gentes que la guerra habría servido para
ampliar los límites del imperio.

(Batalla del Golfo de Leyte:


www.battle-of-leyte-gulf.com/
en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Leyte_Gulf)

¿Es exagerado el calificativo de fanático? Ni muchísimo menos. Este fanatismo


mencionado antes llega al máximo en la primavera de 1945.
El 19 de Febrero los marines de la 27 y la 28 divisiones de marines desembarcan en
las playas de Iwo Jima.

Imagen de la Isla de Iwo Jima.

La "Isla del azufre" que es el significado que tiene el nombre de Iwo Jima en japonés
es una isla de origen volcánico que sirve a los japoneses como puesto aéreo
avanzado. En la isla hay construídas tres pistas de aterrizaje que son usadas por los
cazas de la marina imperial para hostigar a los bombarderos estadounidenses B-29
en su ruta hacia las islas principales de Japón. Se trata del último portaaviones
insumergible del que disponen que no se trate genuinamente de islas principales.
( http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Iwo_Jima)

Administrativamente el territorio depende de la alcaldía de Tokio, con lo que a todos


los efectos ya se puede hablar de suelo japonés, si bien no se trata de una de las
cuatro islas principales. Sorprendentemente las primeras oleadas de soldados
americanos no se encuentran la cortina de fuego y acero que se esperan al poner pie
en la arena. Ni un solo tiro de ninguna tropa hostil en frente. Ingenuamente empiezan
a pensar que por una vez, el bombardeo naval previo al desembarco, pese haber sido
mucho menos intenso que lo que exigieron los mandos de los marines, ha sido
totalmente efectivo. Grave error. Poco predecible pero un craso error. De lo que están
siendo testigos los marines es de un efectivo cambio de estrategia del comandante
en jefe de las tropas japonesas en la isla, el general Tadamichi Kuribayashi.

(es.wikipedia.org/wiki/Tadamichi_Kuribayashi)

Hombre de gran perfil como estratega, conoce perfectamente lo sucedido ocho


meses antes en Normandía. Se da cuenta que de las dos estrategias que se podían
haber puesto en marcha para defenderse de una invasión anfibia, la de Rommel, la
elegida en aquella ocasión no funcionó. Rommel llega a hacer célebre entre las
fuerzas destinadas al muro atlántico su premisa de que la fuerza invasora habría de
ser detenida en las playas. De permitirles avanzar en ellas y alcanzar el territorio tras
de sí, la invasión ya sería un éxito.
En contraposición a esta idea el veterano mariscal Gerd Von Rundsted insiste en que
la verdadera fuerza del ejército alemán está en la gran capacidad de maniobra con
sus blindados en operaciones terrestres. Luego la defensa ideal frente a la invasión
anfibia es la de dejarles que se amontonen en las playas y luego contraatacar con
fuerza. Cualquiera de las dos tiene sus serios inconvenientes. Por tanto Kuribayashi
opta por una mezcla de ambas dándole un toque personal a la estrategia. Esperará a
que las playas rebosen de marines y de vehículos de todo tipo, y en mitad del caos
que siempre se ha venido produciendo en estas operaciones a lo largo de toda la
campaña del Pacífico, y bien conocen los defensores, descargará una cortina de
fuego y acero. De esta forma incluso la tropa más inexperta puede asegurar blancos
abundantes. El toque personal a la defensa es una aportación brillante en lo que a la
defensa de un asalto anfibio se refiere. Kuribayashi es consciente de la total
superioridad aérea de los aliados. Organizar sus defensas de modo que sean
alcanzables mediante bombardeos ya sean navales o aéreos es una soberana
estupidez. De modo que recurre a las cuevas y grutas que son numerosas en una isla
de origen volcánico como Iwo Jima, las comunica con kilómetros de túneles
subterráneos y establece posiciones artilladas y multitud de nidos de ametralladora.
La isla se convierte en un paisaje casi desértico a ojos de los aviadores navales
estadounidenses pero que esconde en su interior a dieciocho mil soldados japoneses
conscientes de que están alli para morir matando a cuantos más marines o soldados
estadounidenses les sea posible.
Los altos mandos nipones ya han determinado que esos dieciocho mil soldados han
de valer para generar una cantidad suficiente de bajas como para retirarse o al
menos retrasar lo más posible el avance norteamericano. Nada más. Carne de cañón.
Los llaman "Isen Gorin", 5 yenes, que es lo que le cuesta a las arcas imperiales la
carta de reclutamiento de cada uno de ellos. También aquí destaca la actuación del
general Kuribayashi. Pese a que lo habuitual es jalear el suicidio en forma de carga
Banzai o similar, en primera instancia, Kuribayashi lo prohíbe. No quiere malgastar a
sus hombres. Para suicidarse ya habría tiempo más adelante. Primero quiere hacer
combatir a los marines y probarlos en el escenario que les tienen preparado.
Bastantes minutos más tarde de la llegada de la primera oleada, con la playa
atascada de hombres y material, los hasta ese momento invisibles defensores de la
isla desatan el infierno. Las bajas en los que desembarcan se multiplican segundo a
segundo. Cuando acaba el primer día de la invasión, el número de bajas es
espeluznantemente alto. Las tácticas de los defensores son sádicamente novedosas.
Como ejemplo, los soldados del cuerpo sanitario, pese a que según la convención de
Ginebra han de ser considerados como no combatientes, se convierten en uno de los
blancos favoritos de los defensores japoneses. La razón es evidente: si se acaba con
el que va a socorrer a un herido, se puede acabar con ambos.

(Esto queda reflejado en el libro “Banderas de Nuestros Padres”:


En Español: http://www.casadellibro.com/libro-banderas-de-nuestros-padres-la-batalla-de-iwo-
jima/2900001142275
En Inglés: www.amazon.com/Flags-Our-Fathers-James-Bradley/dp/0553111337 -)

Los días se suceden y las bajas norteamericanas se disparan. 30 días más tarde de la
famosa foto en el monte Suribachi, la resistencia japonesa no finaliza. El balance final
es descorazonador. En torno a 30000 bajas norteamericanas con un número
aproximado de 6200 muertos mientras que japoneses solamente quedaron con vida
unas pocas decenas. Esto deja constancia de la brutalidad y la masacre que se
avecina en el salto definitivo a las cuatro islas principales.
Pero todavía queda una vuelta más de tuerca que darle a la situación. El uno de Abril
de 1945 los marines desembarcan en Okinawa. Lo que les tienen preparado como
recibimiento se parece mucho a lo que se encontraron en Iwo Jima, pero corregido y
aumentado.

(Operación Iceberg: http://www.history.army.mil/books/wwii/okinawa/chapter1.htm


en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Okinawa

www.historyofwar.org/articles/battles_okinawa1.html -)

Los mandos imperiales saben perfectamente que este es el último escenario antes
de la definitiva invasión de las islas principales. Por ello se esmeran porque Okinawa,
esta vez sí, y unido a lo que han vivido ya en Iwo Jima, les sirva a los
estadounidenses para entender y aceptar que se ha de proponer una paz al Japón
con contrapartidas, y no una rendición incondicional.
El primero de abril, a la sazón el Domingo de Resurrección, a las 8:30 de la mañana,
da comienzo la invasión de la isla de Okinawa. Es la operación “Iceberg”. La
estrategia es muy similar a la de febrero en Iwo Jima. Después de tres horas de
bombardeos aeronavales, procedentes de la que quizá fue la más demoledora
formación naval que se haya reunido en toda la segunda guerra mundial, se da paso
al asalto anfibio. Los marines se amontonan en las lanchas de desembarco camino de
las playas rezando por no encontrar la puerta del infierno. Pero como sucedió en Iwo
Jima, no hay nadie esperando. Las playas no van a ser escenario de combates. Los
marines avanzan sin oposición y no es hasta varios días después cuando empiezan
los combates. Y la resistencia es absolutamente feroz.
La experiencia acumulada sirve a los marines para utilizar armas más "apropiadas"
para sacar a los japoneses de sus escondites. Lanzallamas y otros artefactos
similares se prodigan entre los soldados.
Aún con todo, la orografía del terreno que caracteriza la isla la hace un fortín casi
natural, para fuerzas dedicadas a la defensa de bastiones. Esto provoca un dramático
incremento de las bajas dado que se ha de ir cueva por cueva eliminando la
resistencia japonesa.
El recuento final es definitivamente dantesco. Los estadounidenses acumulan más de
50000 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos. Las bajas son mayores si se
considera a los no combatientes. .
De entre todos ellos, hay más de 12000 muertos en combate. Incluso el comandante
en el teatro de operaciones, el Teniente General Simon Bolivar Buckner pierde la
vida. Mientras observar el campo de batalla una pieza de artillería japonesa impacta
en la posición del oficial, que muere por las heridas recibidas.

(Teniente General Simon Bolivar Buckner en Okinawa


Obtenida de Wikipedia)

(De izda a drcha: Almirante Raymond A. Spruance, Almirante de la Flota, Chester W. Nimitz
y Teniente General Simon Bolivar Buckner

imagen de www.history.army.mil/books/wwii/okinawa/chapter1.htm)

Para los japoneses es aún mucho peor. No sólo el destacamento japonés es barrido
de la isla. Más de 140000 civiles, de acuerdo con las cifras oficiales del Ejército
Estadounidense, mueren durante los combates, al margen de los entre 100000 y
130000 soldados que se supone murieron
La victoria americana es lo único positivo que pueden quedarse los mandos. El resto
supone una horrible simulación a pequeña escala de lo que está por venir.

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