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ANTOLOGÍA

1.- PATRIMONIO CULTURAL

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE ARGENTINA

Artículo 41. Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para
el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades
presentes sin comprometer las de las generaciones futuras, y tienen el deber de preservarlo. El
daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la
ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los
recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad
biológica, y a la información y educación ambientales.

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE PERU

19. A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural
de la Nación.

SISTEMA EDUCATIVO DE MÉXICO

VIII.- Impulsar la creación artística y propiciar la adquisición, el enriquecimiento y la difusión de


los bienes y valores de la cultura universal, en especial de aquéllos que constituyen el
patrimonio cultural de la Nación;

HISTORIA DE LA HABANA

Las lacras del pasado han sido liquidadas, ya no hay una ciudad para ricos y otra para los
pobres, ni el juego ni la prostitución ni forma alguna de explotación subsiste: La Habana se
remodela y cree armónicamente, se adoptan medidas eficaces para la preservación de su
patrimonio cultural, en especial en la rica y variada arquitectura de su trama antigua, donde la
revolución ha construido innumerables museos y promueve su restauración y conservación con
la participación popular.
FRAGMENTO DE SOCIOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA.

DE MARCEL MAUSS.

Introducción, de Claude Lévi-Strauss.


Y es que por primera vez en la historia del pensamiento etnológico se lleva a cabo un esfuerzo
por superar las observaciones empíricas y llegar a realidades más profundas. Por primera vez
lo social sale de la esfera de la cualidad pura: anécdota, curiosidad, materia de descripción
moralizante o de comparación erudita, y se transforma en un sistema, entre cuyas partes
pueden descubrirse conexiones, equivalencias y solidaridades. Se comparan, en primer lugar,
los resultados de la actividad social, bien sea técnica, económica, ritual, estética o religiosa —
como son los instrumentos, productos manufacturados, productos alimenticios, fórmulas
mágicas, ornamentos, cantos, danzas y mitos—, comparación que es posible por el carácter
común que todos poseen de ser transferibles, de acuerdo con modalidades que pueden ser
objeto de análisis y clasificación y que incluso cuando parece que no pueden separarse de
determinados tipos de valores, sí pueden reducirse a formas más fundamentales, más
generales. No sólo son comparables, sino con frecuencia sustituibles, en la medida en que
valores diferentes pueden ser reemplazados unos por otros dentro de la misma operación, y,
sobre todo, son las mismas operaciones, por diversas que puedan parecer, a través de los
acontecimientos de la vida social: nacimiento, iniciación, matrimonio, contrato, muerte o
sucesión, y por arbitrarias que parezcan, debido al nombre y distribución de los individuos que
ponen en causa, como son los recipiendarios, intermediarios o donatarios, lo que permite
siempre la reducción de operaciones, grupos o personas a un número más pequeño, donde, a
fin de cuentas, sólo se encuentran los fundamentos de un equilibrio concebido y realizado de
forma diferente, según cual sea el tipo de sociedad objeto de consideración. De este modo los
tipos pueden ser definidos por sus caracteres intrínsecos y se pueden comparar entre sí, ya
que sus caracteres no se califican cualitativamente, sino por el nombre y ordenación de sus
elementos, que a su vez son constantes en todos ellos. Tomemos un ejemplo de un sabio que
quizá mejor que ningún otro ha sabido comprender y explotar las posibilidades que este
método abre: las interminables series de fiestas y regalos que acompañan el matrimonio en
Polinesia, poniendo en relación decenas e incluso cientos de personas, que parecen desafiar la
descripción empírica, pueden, sin embargo, canalizarse en treinta o treinta y cinco prestaciones
que se llevan a cabo a través de cinco líneas, líneas que están entre sí en una relación
constante y que pueden descomponerse en cuatro ciclos de reciprocidad entre las líneas A y B,
A y C y A y E; la totalidad compone un determinado tipo de estructura social, en que, por
ejemplo, los ciclos entre B y C o entre E y B o D, o incluso entre E y C, están excluidos, siendo
así que cualquier otra forma de sociedad los colocaría en lugar predominante. Este método es
tan riguroso que si se produjera un error en las ecuaciones así obtenidas es probable que
hubiera que imputarlo más a una laguna en el conocimiento de las instituciones indígenas que
a un defecto del cálculo. Así, en el ejemplo que acabamos de citar se constata que el ciclo
entre A y B comienza con una prestación sin contrapartida, lo cual nos induciría
inmediatamente, si no se conociera, a buscar la presencia de una acción unilateral, anterior a
las ceremonias matrimoniales, aunque en relación directa con ellas, pues tal es el papel que
dentro de esta sociedad en cuestión juega la abducción de la prometida, cuya primera
prestación representa, según la terminología indígena, «la compensación». Este hecho se
hubiera podido deducir de no haber sido observado.
Podemos fácilmente darnos cuenta que esta técnica operatoria es muy semejante a la que
Troubetzkoy y Jakobson describían mientras Mauss escribía su Essai, lo cual iba a permitirles
crear la lingüística estructural. El problema radica aquí también en distinguir un dato puramente
fenomenológico, del cual no se ocupa el análisis científico, de una infraestructura más simple y
a la cual debe su ser. Gracias a las nociones de «variantes facultativas», «variantes
combinatorias», «términos de grupo» y a la de aneutralización», el análisis fonológico iba a
permitir definir un lenguaje por medio de un pequeño número de relaciones constantes en las
cuales la diversidad y complejidad aparente de su sistema fonético no hacen sino ilustrar la
posible gama de combinaciones autorizadas.
Del mismo modo que la fonología para la lingüística, el Essai sur le don inaugura una nueva
era para las ciencias sociales. La importancia de este doble acontecimiento (que
desgraciadamente Mauss dejó en esquema) puede perfectamente compararse con la
importancia del descubrimiento del análisis combinatorio para la matemática moderna. El que
Mauss no se dedicara al desarrollo de este descubrimiento, incitando inconscientemente con
ello a Malinowski (de quien hay que reconocer, sin que ello le perjudique, que fue mejor
observador que teórico) a lanzarse solo a la elaboración del sistema correspondiente sobre la
base de los hechos y conclusiones análogos a que ambos habían llegado, por caminos
independientes, es uno de los grandes males de la etnología contemporánea.
Es difícil hoy llegar a saber en qué sentido hubiera desarrollado Mauss su doctrina, si lo
hubiera hecho. El principal interés de una de sus obras tardías, la Notion de Personne,
publicado también en este volumen, radica menos en su argumentación, considerada a veces
cursiva e incluso negligente, que en la tendencia actualizada hoy de aplicar al orden diacrónico
una técnica de permutaciones que el Essai sur le don concebía más en función de los
fenómenos sincrónicos. En cualquier caso, probablemente Mauss habría encontrado ciertas
dificultades en completar la elaboración del sistema (más adelante veremos por qué), pero
nunca, sin embargo, le habría dado la regresiva forma que recibió de Malinowski, para quien la
noción de función, concebida por Mauss al estilo del álgebra, es decir, implicando que los
valores sociales se pueden conocer unos en función de otros, toma el camino de un simple
empirismo cuyo objeto es únicamente el de señalar los servicios prácticos prestados a la
sociedad por sus costumbres e instituciones. Cuando Mauss consideraba la relación constante
entre los fenómenos, relación donde reside su explicación, Malinowski se pregunta únicamente
para qué sirven, con el fin de hallarles una justificación. La posición adoptada ante este
problema deshizo los anteriores avances, al dar entrada a una serie de postulados que
carecían de valor científico.
El fundamento de que la posición adoptada por Mauss ante el problema es la única acertada
ha quedado atestiguado por los más recientes desarrollos de las ciencias sociales que
permiten confiar en una matematización progresiva. En determinados campos fundamentales,
como es el del parentesco, el de la analogía con el lenguaje, tan repetidamente mantenido por
Mauss, ha permitido descubrir las reglas concretas que permiten la creación dentro de
cualquier tipo de sociedad de ciclos de reciprocidad cuyas leyes de funcionamiento sean ya
conocidas, permitiendo así el empleo del razonamiento deductivo en un campo que parecía
sujeto a la arbitrariedad más absoluta.
Por otra parte, al asociarse cada vez más estrechamente con la lingüística, con el fin de crear
algún día con ella una amplia ciencia de la comunicación, la antropología social espera
beneficiarse de las inmensas perspectivas abiertas a la lingüística, al aplicar el razonamiento
matemático al estudio de los fenómenos de la comunicación.
A partir de ese momento sabemos que un gran número de problemas etnológicos y
sociológicos, ya sea en el terreno de la morfología, en el del arte o en el de la religión, sólo
esperan la buena voluntad de los matemáticos que en colaboración con los etnólogos podrán
conseguir un progreso decisivo, si no todavía en el camino de la solución, sí, al menos, en el de
una unificación previa, que es condición para su solución.
EXPEDICIÓN A LAS ANTILLAS Y MEXICO, RESISTENCIA INDIGENA

HISTORIA DE PANAMA

Los conquistadores del Istmo no notaron diferencias con otras tierras americanas, hasta que el
24 de septiembre de 1513 Vasco Núñez de Balboa llegó al mar que él llamó Pacífico y
descubrió que en este lugar los mares se acercaban sin encontrarse. Fue este descubrimiento
de Balboa el que abrió nuevos horizontes a la conquista española y confirmó al Istmo como un
territorio de tránsito.

FRAGMENTO DE DICCIONARIO GEOGRÁFICO-HISTÓRICO DE LAS INDIAS


OCCIDENTALES O AMÉRICA.

DE ANTONIO DE ALCEDO.

PACIFICO, llamado tambien del Sur, que con mas propiedad hablando de la América
Meridional debia llamarse mar occidental: Vasco Nuñez Portugues, y Nuño de Balboa Español,
fueron los primeros que descubrieron y vieron este mar el año de 1512., y no 1513. como dice
Martiniere: respecto á la Améria Meridional se extiende desde el Estrecho de Magallanes,
hasta el Itsmo de Panamá ó de Tierra-Firme, 66. gr. 46. min. 48. seg. de lat. esto es, 52. gr. 49.
min. de lat. aust., y 8. gr. 57. min. 48. seg. de lat. bor., que hacen 1286. leg. poco mas; y de
Levante á Poniente llega hasta las Islas de Salomón, que están en una distancia incierta, no
habiéndose podido fixar hasta ahora su longitud. Toma el nombre de Pacifico por las muchas
calmas que reinan en diversos parages de él, el mar Chileno, y el del Perú son parte del
Pacifico.

FRAGMENTO DE DIARIO DE A BORDO.

DE CRISTÓBAL COLÓN.

A las dos horas después de media noche pareció la tierra, de la cual estarían dos leguas.
Amaynaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande, sin bonetas, y
pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los
Lucayos, que se llamaba en lengua de Indios Guanahani. Luego vieron gente desnuda, y el
Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yánez, su
hermano, que era capitán de la Niña.
Sacó el Almirante la bandera real, y los capitanes con dos banderas de la cruz verde, que
llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y, encima de cada letra su
corona, una de un cabo de la + y otra de otro. Puesto en tierra vieron árboles muy verdes, y
aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los
demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda la armada, y a
Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos
tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha Isla por el Rey y por la Reina sus señores,
haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios
que allí se hicieron por escrito. Luego se juntó allí mucha gente de la Isla. Esto que se sigue
son palabras formales del Almirante en su libro de su primera navegación y descubrimiento de
estas Indias: «Yo, dice él, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente
que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por fuerza, les di a
algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y
otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros
que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos
estábamos, nadando y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras
cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de
vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad,
mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre
los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una harto moza, y todos los que yo vi
eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años, muy bien hechos, de muy
hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi como sedas de cola de
caballos y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que
traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los
canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y dellos de colorado, y de ellos
de lo que hallan; y se pintan las claras, y dellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de
ellos sólo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las
tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro: sus azagayas son
unas varas sin hierro, y algunas de ellos tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras
cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien
hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hize señas qué era
aquello, y ellos me mostraron cómo allí venían gente de otras islas que estaban cerca y los
querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por
cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen
todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna
secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a
Vuestra Alteza para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo
papagayos en esta Isla.» Todas son palabras del Almirante.

HISTORIA DE LIMA
“Las noticias sobre estos extraños hombres blancos y barbados —a quienes apodaron
Wiracochas— seguramente habían llegado ya a oídos de los limeños. Fue en febrero de 1533,
cuando Hernando Pizarro y sus tropas irrumpieron violentamente en el templo de Pachacámac.
Más tarde llegó Francisco Pizarro, y desde allí envió a tres experimentados jinetes —Ruiz Díaz,
Juan Tello y Alonso Martín de Don Benito— para que exploraran la comarca y decidieran el
lugar más apropiado para la nueva capital.
Partieron los primeros días de enero de 1535. La elección recayó en las tierras del curaca de
Lima, Taulichusco, a la vera del Rímac —«el Hablador», según la etimología indígena— y al
pie de un cerro al que bautizarían San Cristóbal. Al sitio le sobraban ventajas: cercanía del mar,
abundancia de agua, tierras fértiles, mano de obra autóctona, buena provisión de leña y
apacible clima. El 18 de enero de 1535 Pizarro preside el rito de la fundación, dando a la nueva
y definitiva capital el nombre de Ciudad de los Reyes. Se recordaba así la cercana «Epifanía»
en que fue decidido su destino y, acaso, a los tres caballeros que marcharon a su encuentro.
De allí los blasones de Lima, otorgados por cédula real poco después: la estrella de Belén
sobre las tres coronas de los reyes magos de Oriente. Aunque el escudo ha permanecido, la
pomposa denominación de los Reyes, en el habla común, fue desplazada por la persistente
toponimia aborigen; Lima será pues, a la postre, el poblado indígena, la urbe virreinal y la
capital republicana.
El trazado de la ciudad es renacentista, de acuerdo con las instrucciones de Carlos V para la
formación de nuevas poblaciones en las Indias. Se trata de un cuadriculado perfecto, de
remoto origen romano, con trece manzanas en dirección este-oeste y nueve en dirección norte-
sur. Su núcleo administrativo, la Plaza Mayor o de Armas, ofrece a Lima una ubicación
excéntrica pegada al río, a fin de que la casa de gobierno ocupase el antiguo palacio curacal de
Taulichusco, desde donde se controlaba la distribución del riego. En la plaza estaban
asimismo, como hasta hoy, la iglesia mayor y el cabildo.
El gobierno local o cabildo secular fue constituido sólo cuatro días después de fundada la
ciudad. Eran los primeros alcaldes Juan Tello —uno de los tres jinetes de Pachacámac— y
Nicolás de Ribera el Viejo. A ellos y a sus inmediatos sucesores cupo la tarea de organizar y
trazar la ciudad, repartir los primeros solares, además de afrontar una situación política
particularmente difícil e inestable.
En efecto, la resistencia incaica, comandada desde Vilcabamba por Manco Inca, puso cerco a
la ciudad en agosto de 1536, por medio de unos veinte mil hombres de guerra apostados en el
cerro San Cristóbal, al mando del noble general Quiso Yupanqui. Airoso de la prueba, el
marqués gobernador Francisco Pizarro terminaría asesinado por un grupo de leales a su socio
y rival Diego de Almagro, el 26 de Junio de 1541. Cruento preludio de las guerras civiles, que
durante varios años mantuvieron la zozobra en Lima, punto estratégico de control político y
militar para los bandos en pugna. Al terminar estos conflictos, la diezmada población indígena
—unas veinte mil personas en tiempos de Taulichusco— será reducida a los pueblos de
Magdalena y el Cercado.

PUERTO RICO ANTES DE LA LLEGADA DE COLON

Se aducen, como razones de peso para la históricamente rápida merma de la población


indígena, las enfermedades traídas por los europeos, el duro trabajo (sobre todo minero) al
cual fueron sometidos, la emigración y el mestizaje. Hay quien, equivocadamente, ha hablado
de un exterminio. No hubo tal; de hecho, muchos puertorriqueños, actualmente, poseen una
gran ascendencia taína. Al principio, los indios no ofrecieron gran resistencia al proceso de
conquista; más tarde sí. De hecho, se dio una gran rebelión indígena, de tres meses de
duración, en 1511. Cristalizó a causa del descubrimiento, por los indios, de que los blancos no
eran inmortales. Dicho descubrimiento se produjo como consecuencia del «experimento» de
Urayoán, el viejo cacique de Añasco, que mandó sumergir en las aguas del río Grande de
Añasco, por tiempo indefinido, al joven Diego Salcedo, quien quedó allí.

LA NOCHE TRISTE

Ya en Tlaxcala pudieron los españoles descansar de las tribulaciones padecidas. Es de


destacar que el buen recibimiento de los tlaxcaltecas se debe, en parte, a la unión de Alvarado
con Luisa Xicoténcatl, pues desde México-Tenochtitlán se promovió un movimiento general
indígena para expulsar definitivamente de aquellas tierras a los intrusos. La alianza solicitada
por los mexicas no fue aceptada por este pueblo que siempre se mostró orgulloso del enlace
de su princesa con el capitán hispano. Encontrar un pueblo que les recibiera como amigos fue
un gran apoyo para Hernán Cortés y los maltrechos soldados hispanos, que no renunciaban a
sus propósitos de llevar a cabo la conquista de todo el territorio azteca.

FRAGMENTO DE BREVÍSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUICIÓN DE LAS INDIAS.

DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS.

Descubriéronse las Indias en el año de mil e cuatrocientos y noventa y dos. Fuéronse a poblar
el año siguiente de cristianos españoles, por manera que ha cuarenta e nueve años que fueron
a ellas cantidad de españoles; e la primera tierra donde entraron para hecho de poblar fue la
grande y felicísima isla Española, que tiene seiscientas leguas en torno. Hay otras muy
grandes e infinitas islas alrededor, por todas las partes della, que todas estaban e las vimos las
más pobladas e llenas de naturales gentes, indios dellas, que puede ser tierra poblada en el
mundo.
La tierra firme, que está de esta isla por lo más cercano docientas e cicuenta leguas, pocas
más, tiene de costa de mar más de diez mil leguas descubiertas e cada día se descubren más,
todas llenas como una colmena de gentes en lo que hasta el año de cuarenta e uno se ha
descubierto, que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de
todo el linaje humano.
Todas estas universas e infinitas gentes a toto genere crió Dios las más simples, sin maldades
ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien
sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bollicios, no
rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo.
Son asimismo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión e que menos pueden
sufrir trabajos y que más facilmente mueren de cualquiera enfermedad; que ni hijos de
príncipes e señores entre nosotros, criados en regalos e delicada vida, no son más delicados
que ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores. Son también gentes
paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales; e por esto no
soberbias, no ambiciosas, no cubdiciosas. Su comida es tal que la de los sanctos padres en el
desierto no parece haber sido más estrecha ni menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos
comúnmente son en cueros, cubiertas sus vergüenzas, e cuando mucho cúbrense con una
manta de algodón, que será como vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas
son encima de una estera e, cuando mucho, duermen en unas como redes colgadas, que en
lengua de isla Española llamaban hamacas. Son eso mesmo de limpios e desocupados e vivos
entendimientos, muy capaces e dóciles para toda buena doctrina, aptísimos para recibir
nuestra sancta fe católica e ser dotados de virtuosas costumbres, e las que menos
impedimentos tienen para esto que Dios crió en el mundo. Y son tan importunas desque una
vez comienzan a tener noticia de las cosas de la fe, para saberlas, y en exercitar los
sacramentos de la Iglesia y el culto divino, que digo verdad que han menester los religiosos,
para sufrillos, ser dotados por Dios de don muy señalado de paciencia; e, finalmente, yo he
oído decir a muchos seglares españoles de muchos años acá e muchas veces, no pudiendo
negar la bondad que en ellos veen: «cierto, estas gentes eran las más bienaventuradas del
mundo si solamente conocieran a Dios».
En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas,
entraron los españoles desde luego que las conocieron como lobos e tigres y leones
cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta
parte hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazallas, matallas, angustiallas,
afligillas, atormentallas y destruillas por las estrañas y nuevas e varias e nunca otras tales
vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán.
En tanto grado que, habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no
hay hoy de los naturales della docientas personas. La isla de Cuba es cuasi tan luenga como
desde Valladolid a Roma; está hoy cuasi toda despoblada. La isla de Sant Juan e la de
Jamaica, islas muy grandes e muy felices e graciosas, ambas están asoladas. [En] las islas de
los Lucayos, que están comarcanas a la Española e Cuba por la parte del norte, que son más
de sesenta, con las que llamaban de Gigantes e otras islas grandes e chicas, e que la peor
dellas es más fértil e graciosa que la huerta del rey de Sevilla e la más sana tierra del mundo,
en las cuales había más de quinientas mil ánimas, no hay hoy una sola criatura; todas las
mataron trayéndolas e por traellas a la isla Española después que veían que se les acababan
los naturales della. Andando un navío tres años a rebuscar por ellas la gente que había
después de haber sido vendimiadas, porque un buen cristiano se movió por piedad para los
que se hallasen convertillos e ganallos a Cristo, no se hallaron sino once personas, las cuales
yo vide. Otras más de treinta islas, que están en comarca de la isla de Sant Juan, por la
mesma causa están despobladas e perdidas. Serán todas estas islas, de tierra, más de dos mil
leguas, que todas están despobladas e desiertas de gente.
De la gran tierra firme somos ciertos que nuestros españoles, por sus crueldades y nefandas
obras, han despoblado y asolado y que están hoy desiertas, estando llenos de hombres
racionales, más de diez reinos mayores que toda España, aunque entre Aragón y Portugal en
ellos, y más tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos veces, que son más de dos mil leguas.
Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años por
las dichas tiranías e infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce
cuentos de ánimas, hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme,
que son más de quince cuentos.
Dos maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado, que se llaman
cristianos, en estirpar y raer de la haz de la tierra a aquellas miserandas naciones. La una, por
injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los
que podrían anhelar o sospirar o pensar en libertad o en salir de los tormentos que padecen,
como son todos los señores naturales y los hombres varones (porque comúnmente no dejan en
las guerras a vida sino los mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera
servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de
tiranía infernal se reducen e se resuelven o subalternan como a géneros, todas las otras
diversas y varias de asolar aquellas gentes, que son infinitas.
La causa por que han muerto y destruido tantas y tales e tan infinito número de ánimas los
cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy
breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas; conviene a saber,
por la insaciable cudicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser
pudo por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas e las gentes tan humildes tan pacientes y
tan fáciles a subjectarlas.
A las cuales no han tenido más respecto ni dellas han hecho más cuenta ni estima (hablo con
verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera
a Dios que como bestias las hubieran tractado y estimado) pero como y menos que estiércol de
las plazas. Y así han curado de sus vidas e de sus ánimas, e por esto todos los números e
cuentos dichos han muerto sin fe e sin sacramentos.
Y ésta es una muy notoria e averiguada verdad que todos, aunque sean los tiranos e
matadores, la saben e la confiesan: que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal
alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas veces
hobieron recebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones
dellos mesmos.

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