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Situación política del Perú

Sábado, 22/03/2008

Históricamente, dentro de la esfera política, no falta quienes siempre pensaron críticamente


sobre el Perú, por ejemplo, Manuel Gonzáles Prada, Jorge Basadre, Víctor Raúl Haya de la Torre, José
Carlos Mariátegui y Víctor Andrés Belaúnde.

Manuel Gonzáles Prada, por ejemplo, en su obra “Horas de lucha” presenta una radiografía política y
moral del país cuando afirma que “Aquí, donde rigen instituciones malas o maleadas, donde los culpables
forman no solamente alianzas transitorias sino dinastías seculares, se debe emprender la faena del hacha
en el bosque. No estamos en condiciones de satisfacernos con el derrumbamiento de un mandatario, con
la renovación de las Cámaras, con la destitución de unos cuantos jueces ni con el cambio total de
funcionarios subalternos y pasivos. Preguntemos a las gentes sencillas y bien intencionadas, a los
agricultores o industriales, a los ciudadanos que no mantienen vinculaciones con el Gobierno ni medran a
expensas del Erario Público: todos nos responderán que llevan el disgusto en el corazón y las náuseas en
la boca, que se asfixian en atmósfera de hospital, que anhelan por la ráfaga de aire puro y desinfectado,
que piden cosas nuevas y hombres nuevos”.

Con la llegada de los españoles a tierras peruanas y la culminación de la etapa de la Conquista se inicia el
Virreinato. El espíritu comunitario, asentado tradicionalmente, se destruye y se alienta un tipo de cultura de
la entrega, de la hipoteca de los recursos y de la explotación del hombre por el hombre movido por el afán
de lucro, de enriquecimiento y de dominación.

“Los españoles – refiere Francisco Miró Quesada Cantuarias- lo único que trajeron fue afán de gloria y de
lucro, vinieron a enriquecerse y a cambiar de posición social, porque la mayoría de los conquistadores
pertenecían a una clase social jerarquizada, que impedía la elevación de nivel social en la metrópoli, de
modo que la única manera de cambiar de estado social, era lanzarse a la aventura y realizar grandes
hazañas, regresar en triunfo para recibir el premio de la corona. Este es el origen del Perú, este es el gran
hecho en el cual se forja el Perú…” ( En: “Breve introducción al estudio de la realidad nacional”.
Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Facultad de Educación. 2ª. Edición, Lima, 1966).

En el año de 1866, después de una guerra con España, “el Perú afirma para siempre su autonomía
política. Durante todo el siglo XIX, el militarismo favorece la anarquía; y las fuerzas activas del país, se
concentran en la política y las luchas por el poder”, explica Francisco García Calderón, en “El Perú
contemporáneo”. La división política del territorio peruano surgió sobre la base de la división político-
administrativa realizada en la Colonia. Las intendencias coloniales fueron, a decir de Alfredo Stecher
Chauer, “el punto de partida de los primeros departamentos republicanos”.

Remontándonos un poco a la historia de la división política del Perú encontramos que en 1821 existían
cuatro departamentos, en 1822 once, en 1825 siete, en 1834 ocho, once en 1850, catorce en 1857 y trece
en 1862. A partir de 1876, en más de cien años de existencia, casi se duplica el número de departamentos:
18 en 1876, 21 en 1904, 22 en 1906, 23 en 1912, 23 en 1932, 20 en 1934, 21 en 1936, 22 en 1942, 23 en
1944 y 24 en 1980 hasta la actualidad, departamentos todos ellos que llegaron a crecer en mayor grado y
nivel que otros, desarticulados y heterogéneamente. Mientras las capitales de departamento luchaban
contra el centralismo de la capital de la República (Lima), en busca de un futuro mejor, las provincias por
su parte hacían sentir su voz de protesta contra el centralismo de las capitales de departamento.

A continuación presentamos por años, de 1821 a 1980, la creación e incremento del número de
departamentos en el Perú: 1821 :4 ;1822:11; 1825:7; 1834:8; 1850:11; 1857:14; 1862:13; 1876:18;
1904:21; 1906:22; 1912:23; 1932:23; 1934:20; 1936:21; 1942:22; 1944:23; 1980:24
Los departamentos, por razones de vigencia de un absorbente y nefasto régimen centralista fueron
agrupados geográficamente para conformar regiones del Norte, Centro y Sur o en departamentos de
Costa, Sierra y Selva.

En mi libro “La Región asumiendo su desarrollo” (Huancayo, 1991) expreso que el centralismo limeño, con
el correr de los años, ahogó todo tipo de iniciativas que provenían del interior del país, del Perú profundo.
Consolidó una macro estructura económica, política, social y cultural de dominación, de paternalismo
asfixiante y de dependencia interna. Todo con Lima, nada sin ella. Lo que se hacía en Lima se veía
inmediatamente repercutido en las provincias. La limeñización del Perú, incuestionablemente, frenó las
posibilidades de concertación efectiva y oportuna entre los organismos públicos, entes empresariales
privados y representantes del sector laboral para determinar y ejecutar programas de desarrollo integral de
los pueblos marginados.

“El año dieciocho – decía Andrés Townsend Ezcurra- quizás habrá de ser utilizado alguna vez por los
historiadores del futuro para marcarlo como uno de los hitos fundamentales de la Historia Social y Política
del Perú Republicano. Es el año en que se nos va González Prada, la voz solitaria de la protesta; es el
año del movimiento de conquista de las 8 horas, de la primera movilización sindical violenta del
proletariado de Lima y de la aparición de la Federación Textil, el más poderoso sindicato de entonces en la
ciudad. El año dieciocho es por último también el campanazo latinoamericano de la Reforma Universitaria”
(En: “Breve introducción al estudio de la realidad nacional”…)

Más allá de lo que se dijo en las diversas Constituciones políticas, el Perú no deja de ser un país con
signos de desunión política, con la proliferación de “partidos políticos” en épocas electorales, cada cinco
años, para desaparecer al día siguiente de las elecciones. Y no solo esto, la división política en 24
departamentos, cada uno con sus viejos y nuevos problemas sin solución definitiva, no es más que la
expresión de un territorio desintegrado, dividido, heterogéneo y de acentuado chauvinismo parroquiano,
sin soplos de integración por un futuro mejor para todos los peruanos.

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