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Universidad Arturo Prat

Departamento de Auditoría
y Sistemas de Información

GRUPOS EMERGENTES
Y POLÍTICAS PÚBLICAS
EN TARAPACÁ

Estudiante: Carlos Pinto Arratia


Planteamiento del Problema
Antecedentes
En pleno año 2006 para nadie es un misterio que el contexto nacional y mundial es
totalmente distinto al de algunos años atrás, cuando el país se encontraba en pleno
proceso de transformación del modelo de ordenamiento social imperante hasta la década
del 70, lo que implicaría en un lapso de una década nuevas definiciones de las
estructuras, dando pie a escenarios inéditos en el plano económico, social, político, y por
cierto cultural. Sin embargo, hasta ese entonces la dinámica del país estaba dada por un
modelo de desarrollo hacia adentro, en que la industrialización es considerada como la
panacea para nivelarse con los países del primer mundo, y en donde el Estado asume un
rol profundamente activo tanto como agente económico, jugando un rol subsidiario de la
actividad productiva (Garretón, 2000), y también como agente social al ser el motor de la
participación y del acceso a beneficios sociales de los ciudadanos (Arellano, 1984).
No obstante, dado el decaimiento de dicho modelo de ordenamiento social se implementa
uno nuevo fundado en preceptos neoliberales, que en el fondo viene a subvertir el
escenario. En efecto, la apertura de los mercados, privilegiando una estrategia de
aumento del PIB fundado en ventajas comparativas, la disminución del tamaño del Estado
y la retirada vertiginosa de su rol protector y de promotor de participación, así como la
precarización de las condiciones de empleo (Moulian, 1998) impactaron profundamente y
de “golpe” a los chilenos.
En definitiva era el fin de un modelo de desarrollo y el paso a uno nuevo, radicalmente
distinto en las maneras de concebir el orden social, que en conjunto con el proceso de
globalización que se experimentan a nivel planeta, asociado a ínter-conectividad e
interpenetración de economías y comunicaciones (Garretón, 2000), vendría a configurar
un Chile diferente al de antaño, que en palabras de Jocelyn Holt (1998) no volverá, dando
origen –luego de muchas vicisitudes durante la década de los 80- a un país diferente no
solo en el plano económico, sino que también en el plano político 1 y de manera bastante
elocuente en el plano social, en donde la ciudadanía asume la ramificación del mercado,
la retirada del Estado en la protección de todos aquellos que no entren dentro de la
categoría de indigentes y la legitimación del crecimiento económico como ente regulador
de la integración y el ascenso social, generándose en torno a éste todo un entramado de
expectativas (Tironi, 2002). Así también, en el plano cultural se aprecia un alejamiento de
la identidad construida en la matriz nacional-estatal, fundada en la “elaboración de
sentidos comunes frente a la naturaleza, el tiempo, la trascendencia, los otros, la imagen
propia, la historia y su proyección (…) en referencia al ámbito del Estado-Nación”
(Garretón, 2000:28), e introduciéndose una homogenización de las diversas sociedades
entre sí así como una explosión de identidades de categorías sociales2 que diversifican la
sociedad en su interior.
Tarapacá, evidentemente, no queda ajena a estas transformaciones que han
experimentado el país y el mundo, pero las ha experimentado desde su particularidad de
ser “un espacio trifronterizo no aprovechado en todo su potencial de intercambio, debido
a conflictos aún no resueltos entre países vecinos” insertos en la macrozona surandina
(Rosenblitt y Cámus, 2003).
Debido a su condición de región en disputa Tarapacá ha gozado de un tratamiento
particular por parte del Estado, el que se inicia con el proceso de Chilenización que

1
Como plantea Garretón (2000) se produce la legitimación del sistema de consensos con dos bloques fuertes;
equilibrio de fuerzas al modelo Americano
2
Etnias, regiones, género, religión, edad u otras
pretendía la sustitución de los elementos culturales propios de los aymaras por los
valores propios de la “chilenidad”, mediante la escuela, el lenguaje, la religión, el servicio
militar y el mercado (Podestá, 2004), orientados a una educación basada en patrones de
vida urbana, que provocaron que muchos optasen por migrar a Arica e Iquique, ciudades
que aún ejercen un poderoso atractivo y se constituyen como el principal referente de la
modernidad en la región (Rosenblitt y Cámus, 2003).
Tratamiento diferenciado que luego continuaría durante el modelo de desarrollo hacia
adentro, particularmente en Arica, con el Decreto con Fuerza de Ley N°303 que instauró
el régimen de Puerto Libre3 y con la “Ley 13.039 que mantuvo un trato preferencial hacia
las manufacturas, desgravando sus insumos y estimulando la localización de plantas
automotrices y electrónicas en la ciudad (Rosenblitt y Cámus, 2003).
Posteriormente, al abandonarse el modelo de sustitución de importaciones para
transformar al país en una economía de libre mercado crecientemente globalizada, le
tocaría el turno a Iquique en donde se impulsa el sector comercial 4 con la puesta en
marcha de la Zona Franca (ZOFRI), que permite franquicias aduaneras que en el pasado
habían impulsado el progreso de la ahora decaída Arica, que de paso deja de ser capital
de la región.
En la década de los noventa, en el contexto de un mundo caracterizado por la
globalización de los capitales financieros, Iquique experimenta la penetración de inversión
extranjera, tanto en el sector comercio como en el extractivo, específicamente en la
Minería5, con lo cual se configura un nuevo escenario que, por un lado, abre nuevas
expectativas de crecimiento económico para la región, alimentando procesos migratorios
de personas -tanto de connacionales como de extranjeros principalmente de la
macrozona surandina- atraídas por posibilidades de prosperidad económica en la ciudad,
pero por otro, implican cambios inéditos en la configuración social e identitaria de la
región, así como en el entorno bioambiental.
Durante la última década del siglo XX se consolida en Tarapacá un ordenamiento social
que otorga a Iquique primacía económica, poblacional y la concentración del poder
decisional en la región. Pero, paralelamente a ello, también se articula un ordenamiento
que alienta las expectativas de las personas en función de realizar sus anhelos de
“obtener los recursos con los cuales responder al infortunio o ascender en la escala
social” (Tironi, 2002: 15) a través del esfuerzo personal desplegado en un escenario de
crecimiento económico y de empleo, pilares fundamentales que vienen a reemplazan al
Estado en ese rol, poniendo la responsabilidad en la iniciativa individual.
En ese escenario ¿qué sucede cuando los mecanismos, ahora legitimados, para resolver
los problemas asociados al bienestar y al ascenso en la escala social quedan en
entredicho, mermándose las condiciones materiales y traicionando las expectativas de la
población?
El Estado que tradicionalmente asumió el rol protector ya no está, salvo para los que se
encuentran en el estrato más bajo de la escala social, por lo que al perder vitalidad el
modelo -como aconteció durante el periodo 1998-2002- y aparecer los fantasmas que
3
En la práctica ello implicaba una exención de impuestos de importación y tasas de desembarque a los
productos que ingresaban por Arica

4
Según datos obtenidos del Banco Central por Rosenblitt y Cámus (2003) el sector manufacturero disminuye
su participación en el PIB regional de un 34,97% en 1974 a un 21,9% en 1990; mientras que las actividades
comerciales y del transporte en el mismo período, aumentan en conjunto su relevancia de un 16,08%, a un
33,7%.
5
Destacan Cerro Colorado, Quebrada Blanca y Doña Inés de Collahuasi
espantan la sensación de seguridad en la población que ve mermada sus condiciones
objetivas de bienestar y ascenso, cunde una sensación de desconfianza ante un modelo
que puede zigzaguear en su dinámica, y que afecta principalmente a aquellos que
retroceden en los avances alcanzados; los “emergentes”, que habían logrado “adaptarse
y navegar con éxito dentro del sistema socioeconómico” (Tironi, 2002: 94) durante la
llamada década dorada en la que el país creció a una tasa de un 7% promedio. Ante esta
situación resultaría interesante describir el accionar del Estado y de la Política de Gasto
Social en la Región que se ve enfrentado, por una parte, a la primera crisis del modelo de
desarrollo adoptado hace más de 2 décadas, y por otra, al agravamiento de las
desigualdades socioeconómicas en los países vecinos.
Objetivo General
Describir las transformaciones sociales y económicas experimentadas por la región de
Tarapacá durante la década pasada y la presente, discriminando el rol que asume el
Estado con los sectores que se encuentran bajo la línea de pobreza, poniendo especial
atención en aquellos que habiendo logrado mejorar sus condiciones de bienestar
experimentan un revés al cambiar las condiciones de crecimiento económico del país.
Objetivos Específicos

• Describir las principales transformaciones demográficas de la región

• Describir el comportamiento de indicadores asociados al empleo, los ingresos y la


pobreza en la región
• Caracterizar los énfasis de la Política de Gasto Social en el período
Preguntas de Investigación
¿Cuál es la configuración de la estructura poblacional de la región de Tarapacá? ¿Qué
variaciones han experimentado el empleo, los ingresos y los niveles de pobreza durante
la última década del siglo XX y lo que va corrido de esta década? ¿De que manera las
fluctuaciones del empleo, los ingresos y los niveles de pobreza han repercutido en las
expectativas de los habitantes de Tarapacá y en la sensación de Seguridad? ¿Cuál es la
respuesta de la política social en la región ante los vaivenes que implican las
consecuencias no deseadas e incontrolables del modelo de desarrollo?
Justificación
Dar cuenta de la reacción del Estado ante las fluctuaciones de la coyuntura
socioeconómica resulta relevante toda vez que tras los vaivenes de la economía hay
personas con anhelos y expectativas que experimentan un impacto real en sus
condiciones de seguridad y bienestar, las que en última ratio son responsabilidad de este
ente regulador de la convivencia en sociedad.
Sin embargo, en el contexto de un modelo de ordenamiento social determinado, existe
una filosofía o cuerpo teórico que va a regular el rol de este ente en la administración de
las políticas de gasto social, de modo que “no se salga de madre” y se oriente por el
cauce planificado a pesar de las presiones del medio
Por ello, ante situaciones de tal envergadura en la región resulta significativo describir en
forma sistemática el rol del Estado en la resolución de temas asociados al bienestar de las
personas por cuanto constituye un aporte al debate teórico para la formulación de
políticas de seguridad social para Tarapacá e incluso para la redefinición e
implementación de las ya existentes, considerando la dimensión subjetiva de los sujetos
representada por las expectativas que ponen en el ordenamiento que rige la economía y
la sociedad.
Marco Teórico
Neoliberalismo, Neoestructuralismo, Globalización y Seguridad Humana
La crisis inflacionaria que experimentó occidente durante la década del ’70 derivada del
creciente nivel de endeudamiento de los países debido al Gasto Público Social pone en
duda el modelo “del New Deal norteamericano” sustentado en la teoría y política de
intervención y de bienestar planteado por Keynes. Se trataba del comienzo del fin del
“Estado de Bienestar (Welfare State) con sus políticas de pleno empleo, extensión de la
capacidad de consumo y creación de un amplio sistema de Seguridad Social
garantizando un mínimo vital a todos los miembros de la sociedad” (Misfud, 1997)
En Latinoamérica y en Chile el símil de este modelo se plasmó en lo que se conoció como
Estado de Compromiso, Estado Benefactor o Estado Subsidiario que jugo un doble rol,
por un lado económico, al ser el ente encargado de liderar el proceso de industrialización
y sustitución de importaciones, y por otro social, al ser un canal de participación y un
garante de la protección social.
Al agotarse el modelo debido a las presiones inflacionarias que este generaba6 se
propone un modelo alternativo, radicalmente opuesto a lo que venía operando hasta ese
entonces. Este es el Neoliberalismo, corriente de pensamiento “que atribuye las
dificultades económicas al Estado de Bienestar que genera un gasto público
desproporcionado (la Seguridad Social absorbe el ahorro de las familias y de las
empresas que podría ser empleado de manera más eficiente en la inversión en
actividades productivas), constituye una amenaza a la libertad individual y limita la
iniciativa privada, creando en los ciudadanos una expectativa paternalista hacia el Estado.
En otras palabras, el Estado ya no se considera como una solución sino derechamente
como un problema.” (Misfud, 1997)
En Chile la implementación de este modelo socioeconómico viene a trastocar la tradición
Estatal de más de 50 años, caracterizada por un aumento constante del Gasto Público
Social (Arellano, 1985), instaurándose una doctrina en que se legitima al mercado como el
único mecanismo racional para una asignación justa de los recursos y en la que se
considera que el Gasto Social del Estado destinado a la redistribución es altamente
ineficiente, casi un despilfarro.
En términos económicos el modelo significó la apertura de las barreras arancelarias y el
ingreso de capitales foráneos, imprimiendo dinamismo a la delicaída economía, sin
embargo, al corto tiempo también significó el endeudamiento externo y nuevas presiones
inflacionarias que llevaron a la crisis de la deuda externa y al descalabro del sistema
financiero dándose inicio a la crisis del año’81, que a la postre da el “vamos” a lo que se
conoce como la década perdida del desarrollo. En términos sociales y culturales significó
el auge e inmediata caída de bastos sectores de la población que vieron en este breve
lapso de bonanza económica el comienzo de lo que es conocido como modelo de
“integración por el consumo”7 que vendría a reemplazar a la participación política y la
protección social, y que no tardaría mucho en mostrar su rostro más duro al generarse las
contracciones del sistema financiero y del mercado debido al proceso de ajuste estructural
necesario para enfrentar el desastre económico; proceso que tuvo un enorme costo
social8.

6
Al final de Gobierno de Salvador Allende la inflación llegaba al 276%
7
Es dable recordar que parte importante de las divisas que ingresaron al país en el período, tal como señala
Antonio Luis Hidalgo Capitán (2000) fueron destinadas a consumo de imitación de países desarrollados
En la práctica, se habían sentado las bases para la autonomización de la economía
respecto de la política, sometiéndose a su propia dinámica de desarrollo en la que el
Estado sólo acota pero no define su dirección (Garretón, 2000).
Sin embargo, el modelo había mostrado sus deficiencias generando fuertes inequidades
sociales por lo que era necesario reorientarlo. En esa línea, en base a preceptos
neoestruturalistas que le otorgarían un nuevo rol al Estado -distinto al de antaño- en la
gestión de políticas orientadas al crecimiento y el desarrollo, CEPAL propone para la
década de los ’90 la transformación productiva con equidad que “pretendía crear nuevas
fuentes de dinamismo que permitiesen (…) crecer, mejorar la distribución del ingreso,
consolidar los procesos democratizadores, adquirir mayor autonomía, crear las
condiciones que detengan el deterioro ambiental y mejorar la calidad de vida de toda la
población.” (Hidalgo, 2000) En ese proceso el Estado debía aportar con políticas que
aumenten su eficacia y su eficiencia sobre el sistema económico, transformando su
función de antaño de interventor en la economía a promotor del fortalecimiento de la
competitividad nacional, basado en la incorporación del progreso técnico y en la evolución
hacia una mayor equidad, siendo las prioridades de la acción pública. Lo que estaba
detrás era la “necesidad de generar un círculo virtuoso entre crecimiento, competitividad,
progreso técnico y equidad, al igual que hicieron otros países de industrialización tardía”
(Hidalgo, 2000).
No obstante, este esquema se enmarca en un contexto de economía global caracterizado
por una interpenetración de los capitales financieros y las economías entre los distintos
espacios territoriales, lo que ha implicado una subordinación de la economía, ya no a
“dinámicas propias del desarrollo nacional, sino (…) esta vez respecto de las fuerzas
transnacionales de los mercados” (Garretón, 2000). Así, se ha sido exitoso en resolver los
problemas económicos inmediatos y mediatos, sin embargo se han postergado los temas
sociales, culturales, institucionales y políticos.
Al centrarse en los aspectos sin resolver por el modelo, surge la necesidad de contar con
un concepto que sea capaz de aglutinar y dar cuenta de aquellos aspectos en torno a los
cuáles las personas están y se sienten desprotegidos a partir de las tensiones que cruzan
la modernidad, tal como plantea el PNUD en su informe de Desarrollo Humano 1998.
En este sentido, existirían dos grandes focos de tensiones que redundan en las paradojas
de la modernización. Un primer foco de tensiones surge en el eje modernización y
subjetividad, caracterizado por la dinámica que se produce entre el despliegue de la
racionalidad instrumental que le entrega eficiencia y dinamismo a la sociedad y el plano
de la individualidad con sus pautas socioculturales y su sociabilidad cotidiana; para
armonizar la relación entre ambas dimensiones es necesario que los criterios propios de
la modernidad sean desplegados en concordancia con la subjetividad de la persona, de
modo que sea esta el sujeto del proceso social.
Un segundo foco de tensión se produce en la dinámica que se produce entre los procesos
de diferenciación e integración, la que posee dos niveles. Un primer nivel articula la
diferenciación individual, que implica el desarrollo de la individualidad en sus múltiples
modalidades, con la integración social basada en los valores y normas sociales que
cohesionan a los sujetos en tanto identidades colectivas. Mientras que el segundo nivel
implica a la diferenciación de los distintos campos sociales9 “como sistemas funcionales” y
la integración sistémica, que incorpora a las personas a las lógicas internas del sistema
político, económico y cultural.

8
En 1982 el desempleo alcanzo cifras cercanas al 30% y en 1987 la pobreza llegó a un nivel del 44,4% de la
población
9
Por ejemplo la política, la economía, la salud, el derecho
Las tensiones no resueltas de estos ejes van a repercutir de manera objetiva y subjetiva
en el seno de la sociedad. En ese sentido la “Seguridad Humana” emerge como un
elemento para el análisis de las condiciones objetivas y las percepciones subjetivas con
las que cuentan las personas y que permiten graficar su estado de resolución dado el
modelo imperante. Así, en un sentido objetivo comprende los mecanismos, redes o
vínculos que le permiten a cada persona aprovechar las oportunidades sociales,
manteniendo cursos de acción estables, protegida de las amenazas sociales por la vía de
la disposición de de los mecanismos reparadores de los cursos de acción súbitamente
interrumpidos. Mientras que en un sentido subjetivo se refiere a la evaluación que las
personas hacen respecto de la existencia y eficacia de los mecanismos de seguridad que
disponen y que sedimentan un particular código psicológico.
El rol de las Políticas Públicas en el contexto de una economía global

Según Podestá (2001) las políticas públicas son un instrumento mediante el cual el
Estado pretende lograr, en forma sistemática y coherente, ciertos objetivos de interés para
el bienestar de toda la sociedad civil, entendida como la variedad pluralista de
organizaciones cuyo fin último no tiene que ver con el Poder.

Por ello, el tema de la formulación e implementación de las políticas públicas debería


concernir a los distintos sectores de la sociedad civil que pueden verse favorecidos o
perjudicados por estas, dependiendo de sus intereses particulares. Sin embargo, en la
práctica, las políticas públicas son estrategias10 formuladas desde el Estado que buscan
velar por la seguridad de las personas de un país y que aún más deben enfrentarse y
ceñirse a ciertas limitaciones que condicionan su accionar y su aplicabilidad.

En primer lugar, deben congeniar y acoplarse adecuadamente al subsistema económico


en función del intercambio de información que exista con él, toda vez que, con
posterioridad a las reformas iniciadas a mediados de los años ’70 que redujeron el tamaño
del Fisco y abrieron el mercado nacional al mundo, éste asume un rol central en la
adaptación y evolución del sistema país, logrando autonomía de la política (Cousiño y
Valenzuela, 1994)

En segundo lugar, se ciñen a una filosofía o corpus teórico determinado reflejado en las
prioridades del Gobierno de turno, las que a su vez se ven limitadas por lo indicado en el
párrafo anterior.

Para la ciudadanía, que ha internalizado el modus operandi del Estado en términos de


que este se limita a asumir –salvo para los grupos más carenciados (indigentes)- la
promoción del fortalecimiento de la competitividad nacional que conduzca a una mayor
equidad, el rol de las políticas públicas pasa a ser accesorio si existen las condiciones
para que los particulares sean los gestores de su seguridad. No obstante, para ello se
requiere que el sistema económico funcione dinámicamente, manteniendo las condiciones
de crecimiento que satisfagan las expectativas de los sujetos que han depositado en él su
confianza, lo cual según Luhumann (1996) pasaría a ser un acto que opera como
mecanismo reductor de la complejidad que disipa la incertidumbre.

El problema se produce con el rol que deben asumir las políticas públicas y el gasto social
cuando cambia el escenario, se disipa la confianza en el sistema económico y cambian
las expectativas de bienestar para un sector de la población. En ese momento el Estado
debería desplegar una batería de medidas que permitan reestablecer la confianza y
asegurar la integración, en el marco de un sistema altamente complejo como un país
inserto en un mundo globalizado.
10
Entendidas como un plan de adecuación de medios a fines
Elementos de análisis
Aspectos Demográficos
La región de Tarapacá en la década de los ’90 y en lo que va corrido del presente siglo ha
experimentado un crecimiento vertiginoso que supera latamente al resto de las regiones
del país.
Gráfico Nº1

Porcentaje de Variación Intercensal de Población (1992-2002)


30 26,2
25
19,6 20,3
20
Porcentaje

15,3
13,2 13,7
15 11,2 11,3 12,1 13,1
10,2
8,6
10 7,3
5,3
5
0
XII VIII VII III V IX VI X PAIS XI RM IV II I

Fuente: Censo Nacional de Población 1992 y 2002

En efecto, mientras que para el país la variación porcentual de la población entre el censo
de 1992 y el del 2002 fue de un 13,2% para Tarapacá esta fue de 26,2%, duplicando la
tasa nacional de crecimiento. La explicación a este hecho se encuentra en los procesos
migratorios que han acompañado a la región los cuales han dejado saldos migratorios
positivos en las últimas dos mediciones censales, es decir la cantidad de personas que
llegaron a vivir a la región es más de las que se fueron lo cual da a entender que
Tarapacá ejerce una fuerte atracción sobre una masa no menor de personas 11 tanto
nacionales como del extranjero, los que constituyen al menos un 12,5% de las personas
que llegaron a residir a la región durante la década anterior, tal vez en búsqueda de
mejores oportunidades dada la situación que experimentan Perú y Bolivia principalmente
y más recientemente Colombia12.
Arica e Iquique se constituyen como los 2 polos urbanos por antonomasia, concentrando
el 93,7% de los habitantes de la región y por ende absorben la mayor cantidad de quienes
apuestan por hacer de este territorio su nueva residencia. Sin embargo, contradiciendo
períodos históricos anteriores, mientras que el crecimiento de Arica fue menos dinámico,
el vecino Iquique alcanzó un dinamismo inédito que redundó en que en la última década
del siglo XX la ciudad alcanzara una tasa de 44,8% de incremento poblacional.
Aspectos Económicos
Sin embargo, cabe preguntarse ¿cuál es el atractivo que ejerce Tarapacá entre sus
inmigrantes? Desde el punto de vista económico el PIB de la región creció en el período
comprendido entre 1987 y 1997 a una promedio de un 7,9%, mostrándose como los
sectores más dinámicos la minería; el comercio, la hotelería y la gastronomía; e industria
manufacturera, las cuales aportaban más de la mitad del PIB total de la región
Empleo
11
Para el Censo de 1992 el número de personas que ingresa vía migración a la región alcanzan a las 38.598
personas, mientras que diez años más tarde la cifra se empina por sobre las 41.617 personas
12
En 1998 mientras Chile ubicaba el lugar número 38 en la clasificación del Índice de Desarrollo Humano –
que mide el logro medio en cuanto a las dimensiones básicas del desarrollo humano- países como Colombia,
Perú y Bolivia ocupaban las posiciones 68, 80 y 114, respectivamente.
Dicho crecimiento abre oportunidades de empleo en la región para personas de todo el
país y también del extranjero -como se señalaba más arriba- quienes no ven en Tarapacá
solamente la posibilidad de “tener un buen clima todo el año” sino que ven oportunidades
concretas de aspirar a mejores condiciones.
En suma, durante el período de crecimiento económico se abrieron nuevas posibilidades
de trabajo en la región en función de una economía dinámica que llevaría el desempleo a
un nivel casi estructural. Ello va a ejercer un fuerte poder de atracción de mano de obra a
la región, aumentando así en un breve lapso de tiempo la densidad poblacional de las dos
principales ciudades Arica e Iquique, pero especialmente de esta última.
Gráfico Nº 2

Empleo y Desempleo en Tarpacá


100,0%

80,0%

60,0% 88,7% 89,5%


91,3% 96,1% 91,9% 94,4% 91,5%

40,0%

20,0%
8,7% 3,9% 8,1% 5,6% 8,5% 11,3% 10,5%
0,0%
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003

Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta CASEN

Es posible apreciar en el gráfico Nº2 como la cantidad de personas desocupadas se


mantuvo en bajos niveles durante la década de los ’90, algo realmente extraordinario en el
contexto de un sistema económico que obliga a las personas a ser ellas mismas las
principales garantes de su seguridad humana.
Ingresos
Más aún esta bonanza no solo se limitó al empleo sino que se extendió al nivel de
ingresos promedio percibido por los hogares en la región los que en el mismo período
aumentaron sostenidamente a una tasa promedio de 23%
Gráfico Nº3

Ingresos Autónomos Promedio de los Hogares en Tarapacá


600.000 543.121

450.633 515.670
400.000
389.788
302.001
200.000 261.327
194.358

-
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003

Fuente: Encuesta CASEN

Este aumento sostenido de los ingresos disminuyó los niveles de pobreza en la región
abriéndoles las puertas a los que Tironi (2002) llama los “Emergentes” quienes mejoraron
sus posibilidades de aspiración al consumo y al bienestar, logrando la integración en
función de la nueva alternativa de pertenencia a la comunidad que ofrecía el modelo
socioeconómico al país.
Tabla Nº1
Ingresos Autónomos por Quintil en de los Hogares en Tarapacá
I II III IV V
1990 42.300 87.367 115.531 189.868 535.705
1992 59.748 122.906 174.864 279.677 668.519
1994 69.119 145.751 227.930 328.084 738.460
1996 89.129 183.913 289.277 423.891 962.252
1998 108.292 218.136 316.724 546.288 1.065.850
2000 74.025 193.812 339.821 499.137 1.302.014
2003 142.995 278.119 383.319 506.824 1.267.663
Fuente: Encuesta CASEN

Esto a pesar de la disparidad que existe en la distribución de los ingresos que al igual que
en el resto del país distancia profundamente los ingresos percibidos por el primer y el
quinto quintil.
Impacto sobre los niveles de pobreza
A pesar de las disparidades en la distribución de los ingresos Tarapacá logra reducir los
niveles de pobreza en la región durante los ’90 llegando ésta a su mínima expresión en
1998 cuando las personas bajo la línea de pobreza alcanzan al 16% de la población
regional, disminuyendo 16 puntos porcentuales en tan solo 8 años, lo cual a todas luces
era un logro del modelo de desarrollo y de las personas de la región las que desde la
lógica privada del “emerger” alcanzan mejoras accediendo a los recursos para escapar
del infortunio y lograr un mejor estatus económico y social.
Gráfico Nº4

Personas Pobres y No Pobres en Tarapacá


100%
90%
80%
70%
72% 73% 78% 79% 79%
60% 84% 82%
50%
40%
30%
20%
28% 27% 22% 21% 21%
10% 16% 18%
0%
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003

Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta CASEN

Dada esta situación las alabanzas al modelo de desarrollo y a las garantías que
entregaba a las personas en términos de ser ellas las propias agentes del desarrollo no se
hicieron esperar. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo para que también en 1998 Chile
y la Región de Tarapacá comenzaran a percibir los efectos de una crisis financiera
internacional que contraería el dinamismo de la economía y que provocaría un quiebre en
el espiral ascendente de combate a la pobreza.
A contar de 1998 podemos decir que se inicia una nueva etapa caracterizada por la
incertidumbre no solo de los inversionistas sino también de las personas y hogares del
país. Por primera vez en más de 11 años el crecimiento del PIB nacional sufre un
retroceso generando un impacto profundo particularmente en aquellos que habían logrado
ascender. En efecto, durante los años que siguieron, la contracción de la economía
significó también la contracción del empleo aumentando la tasa de desocupación (ver
gráfico Nº4), la cual incluso hoy en día no ha alcanzado los niveles exitosos de la llamada
década de oro13.
Más aún, incluso el nivel de ingreso promedio de los hogares en la región sufre un revés
como repercusión de la crisis (ver gráfico Nº3) y con ello la capacidad adquisitiva se ve
disminuida.
El impacto en el empleo y en el ingreso viene a poner en duda el precepto de integración
por el consumo. Sectores que lograron, mientras duró el circulo virtuoso de crecimiento,
empleo y aumento del nivel de ingresos mejorar sus condiciones objetivas de existencia
-incluso aquellos venidos desde distintas provincias del país y del extranjero- ven trizadas
sus expectativas de seguir en esa senda y nuevamente contribuyen -junto a otros- a
engrosar las filas de los que se encuentran por debajo de la línea de pobreza en la región,
situación que alcanzo su punto más alto en la medición del año 2000 de la Encuesta
CASEN que sitúa el total de pobres de la región en alrededor de un 21% marcando un
revés de 5 puntos en comparación con la medición anterior
Políticas de Gasto Social en Tarapacá
Ya se ha señalado que el modelo de ordenamiento económico y social adoptado por el
país durante la década del ’70 y que dio buenos frutos durante la década del ’90 ponía en
manos de los particulares la responsabilidad de brindarse los mecanismos objetivos de
protección social, reservándose el Estado solo a la asistencia de los sectores más
vulnerables incapaces por si mismos de realizar aquello.
En esa línea durante la década de los 80 el aparato público se redujo considerablemente
junto al gasto social, sin embargo en los ’90 volvió a retomar una senda de crecimiento.
“Un análisis de las cifras en la década del noventa, indica que el gasto social pasó de $
20.695 millones (1990) a $52.349 millones (1999), reflejando un aumento real del 153% y
una tasa de crecimiento promedio anual del 10,9%. El gasto social total aplicado en la
década asciende a $ 346.430 millones, cuya distribución a nivel comunal fue de: Arica un
51%, Iquique un 41% y 8% para las restantes comunas rurales, situación que guarda
relación con la distribución poblacional entre lo urbano y lo rural.” (SUBDERE, 2000)
Sin embargo, la composición del gasto a diferencia de antaño era diferente. Si bien hasta
la década del ’70 el Gasto Social se había expandido en base a subsidios directos para
dar mayor cobertura a la población en programas de vivienda, educación, previsiones y
salud, durante la década de los ’80 este se reduce abruptamente y vuelve a expandirse en
los ’90, pero en base a una composición distinta en donde el Estado demuestra que ha
abandonado definitivamente su rol subsidiario y asume un rol de promotor del
fortalecimiento de la competitividad nacional. Así, en la década pasada -según datos del
Gobierno Regional de Tarapacá- las áreas más beneficiadas por el gasto público social
fueron la educación que concentró un 67,5% del total, la salud que fue beneficiada con un
4% y los subsidios habitacionales que alcanzaron un 10%; todo lo cual totaliza un 80,6%
de los recursos en sólo 6 programas14
Era un hecho, las personas y los hogares por si mismos debían resolver por si solos el
problema de la “cuestión social”, situación que con posterioridad a la década perdida fue
muy bien asumida por los chilenos quienes contaban con las herramientas para hacer
13
Comprendida entre 1987 y 1997 en donde el crecimiento económico de Chile promedió más de un 7%
14
En educación destacan cuatro programas jardines infantiles con 5,6%, educación municipal con 40%,
educación particular subvencionada con 12% y educación superior con 9%
frente a ese desafío, a saber; crecimiento sostenido, elevado nivel de empleo y aumento
de los salarios.
Sin embargo, al desacelerarse la economía y el crecimiento producto de la crisis
financiera internacional de los fines de los noventa -que tal vez mostraba al país por
primera vez con fuerza los efectos indeseables de la globalización- se impuso en la
realidad nacional un nuevo escenario que cambio las normas del juego de el como hacer
frente a la “nueva cuestión social”, dadas las transformaciones experimentadas en el
lapso de una década.
Tabla Nº2
Subsidios Monetarios por Quintil en de los Hogares en Tarapacá
I II III IV V
1990 2.283 1.664 1.179 895 694
1992 2.940 1.634 1.196 910 450
1994 3.725 1.758 1.853 772 1.259
1996 4.202 4.515 2.427 1.675 985
1998 5.969 3.603 2.489 1.833 498
2000 11.332 7.325 4.118 3.543 779
2003 8.967 6.495 3.261 2.004 852
Fuente: Encuesta CASEN

Esta coyuntura internacional puso en alerta al Estado que interviene socialmente a los
“particulares” que en porción no despreciable se encontraban ahora incapacitados, ante
una crisis que escapaba a los esfuerzos personales que pudiesen realizar para responder
por si solos a las necesidades de seguridad y que en muchos casos –como se señaló
más arriba- había incluso significado un retroceso por debajo de la línea de pobreza. Por
ello, las medidas se orientaron a mejorar la capacidad adquisitiva de los hogares
mediante subsidios monetarios directos los que para la región de Tarapacá entre el año
1998 y 2000 prácticamente se duplicaron en todos los quintiles (Tabla Nº2), mostrando un
mayor valor nominal en los quintiles I y II. Además, también se activaron programas de
empleo de emergencia en la región.
Ello puede denotar dos cosas: por un lado, el profundo impacto que generó la crisis en la
región y por otro, la preocupación del Estado por entregar seguridad a la ciudadanía en el
momento en que se produce lo que Tironi (2002: 15) señala como una “crisis sociológica
que ha golpeado las expectativas y afectado el ánimo de la población en todos sus
segmentos, influyendo negativamente en el clima político y económico.”
Al disminuir los efectos de la crisis los niveles de gasto social en términos de subsidios
monetarios directos comenzaron a decrecer, pudiéndose constatar para el año 2003 una
baja en prácticamente todos los quintiles15.
Junto a ello van recuperándose los niveles de empleo general de la región, salvo el caso
de Arica que preocupa hasta hoy ya que aún no logra entregar a gran parte de sus
habitantes las condiciones mínimas para que ellos se transformen en los gestores de su
bienestar, tal como exige el modelo de desarrollo. En efecto, para el trimestre móvil enero-
marzo esa ciudad registró una tasa de desocupación de un 12,7%16 posicionándose como
la tercera a nivel país con mayor desempleo, sembrando un manto de incertidumbre en su
ciudadanía que espera una respuesta del Estado que le permita salir de esa situación.
Pero no al estilo de otras épocas, caracterizadas por un intervencionismo estatal -que la
condujo a una industrialización forzada- sino en base a generar un marco regulatorio que
15
Llama la atención que el único quintil que no experimento disminución fue el V, que representa a los
sectores más acomodados de la región
16
Diario “La Estrella de Arica”, Sábado 29 de abril de 2006 pag.. 3
le permita insertarse exitosamente en el concierto regional de la macrozona surandina,
aprovechando las ventajas de la globalización.

A modo de conclusión
El proceso que ha experimentado la región de Tarapacá con sus altos y bajos durante la
última década del siglo XX y la primera del XXI entrega una configuración totalmente
distinta a la existente con anterioridad a la década de los noventa heredándose una región
en la que sus habitantes, que han experimentado un rico y dinámico proceso demográfico
de crecimiento en base a migración nacional e internacional, lograron internalizar la lógica
del modelo de desarrollo asumida por el país, ante lo cual resulta necesario plantear una
serie de consideraciones finales:
a. El proceso experimentado por las personas de la región de Tarapacá ha llevado al
máximo la tensión entre la racionalidad instrumental propia de un proceso
modernizante inserto en una economía global, que ha experimentado los efectos
no deseados de la internacionalización de la economía nacional, y la esfera de la
individualidad de las personas con sus patrones de sociabilidad en las que se
ponen en juego anhelos, expectativas y representaciones sociales asociadas al
consumo de bienes, que redundan en aspiraciones de bienestar y estatus en la
escala social.
b. Así, los sectores que habiendo logrado satisfacer sus deseos de bienestar y
ascenso social y sufren un revés experimentan un segundo eje de tensión
asociado a las posibilidades de integración a los distintos sistemas funcionales
(salud, educación, mercado, etc.), lo cual en Tarapacá se evidenció una vez que el
crecimiento perdió dinamismo y aumentó la tasa de pobreza de la región con todos
los trastornos aparejados a los sectores cadenciados.
c. A pesar de que el Estado asume un rol de promotor más que interventor genera
estrategias especiales (políticas públicas de gasto social) para garantizar la
integración de aquellos que se han visto afectados por la crisis y no pueden hacer
frente por si mismos al dilema de la integración.
d. No obstante, esta intervención se extenderá hasta que nuevamente se generen
las condiciones para que los sujetos sean los gestores de su seguridad humana.
Es más, el Estado se orienta a generar las condiciones para que los niveles de
crecimiento se retomen
e. En esa línea la estrategia para Arica pasa por generar las condiciones que le
permitan tener una inserción exitosa en la macrozona en la que se encuentra, pero
en función de sus ventajas comparativas (ubicación, posibilidades de integración
con Perú, capital humano, agricultura) y no mediante subsidios Estatales
especiales, de modo que pueda garantizar mejores niveles de bienestar y pueda
desarrollarse una adecuada gestión de la seguridad humana de sus habitantes.
Bibliografía
Libros

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Chilena S.A.
Tesis

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(PEE) Chile: Lecciones del pasado. Desafíos del presente), accesible a texto completo
en http://www.asesoriasparaeldesarrollo.cl/secciones/centro_documentacion.html
Artículos

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Informes

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• INE, Censo Nacional de Población 1992 www.ine.cl

• MIDEPLAN, Encuesta CASEN http://www.mideplan.cl/casen/

• Banco Central www.bcentral.cl


Otros
Diario “La estrella de Arica”, Sábado 29 de abril de 2006

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