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DEL VIRREINATO DE LA NUEVA

GRANADA A LA PRIMERA FASE


INDEPENDENTISTA: Fragmentación del
poder e Independencias.

Óscar Javier Castro1

Resumen

Este ensayo trata de mostrar las principales


características de la fragmentación del poder en el
Virreinato de la Nueva Granada hasta la primera fase
independentista. El problema de la fragmentación del
poder es explicado desde cuatro aspectos centrales, que
pueden estar ligados entre sí: a) las alianzas y disputas
entre los poderes locales, provinciales e interprovinciales;
b) los conflictos entre los diferentes entes territoriales por
el control de territorios y privilegios; c) la falta de control
político-administrativo efectivo de buena parte de los entes
territoriales; y, d) los problemas topográficos de gran parte
del territorio neogranadino, que dificultaban las
comunicaciones entre ciudades, villas, parroquias, etc.
Estos aspectos van a jugar un papel central al momento de
producirse las independencias.

Palabras Clave

Virreinato de la Nueva Granada, Conflictos,


Fragmentación del poder, Entes territoriales,
Independencias, Soberanía, Autonomía.

1
Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, sede
Bogotá. Miembro del Grupo de Investigación
“Constitucionalismo Comparado”.

1
2
I. Introducción

Este ensayo trata de mostrar las principales


características de la fragmentación del poder en el
Virreinato de la Nueva Granada hasta la primera fase
independentista. El problema de la fragmentación del
poder es explicado desde cuatro aspectos centrales: a)
conflictos y alianzas entre los poderes locales, provinciales
e interprovinciales; b) luchas entre los diferentes entes
territoriales por el control de territorios y privilegios; c)
limitado control político-administrativo de buena parte de
los entes territoriales; y, d) los problemas topográficos de
gran parte del territorio neogranadino, que dificultaban las
comunicaciones entre ciudades, villas, parroquias, etc.

Las independencias de las colonias hispanoamericanas


comienzan a gestarse en el momento en que los ejércitos
de Napoleón, en 1808, invaden la Península Ibérica y los
reyes españoles abdican en favor del Emperador francés,
quien nombra a su hermano José Bonaparte como nuevo
Rey. Sin embargo, en la mayoría de entes territoriales tanto
en España como en las colonias se resistieron a reconocer
al nuevo monarca. La resistencia española promovió la
instauración de Juntas Supremas de Gobierno y la
reasunción de la soberanía en los pueblos. Así, la mayoría
de pueblos empezaron a reclamar su autonomía y
soberanía. Este proceso empezó a llevarse a cabo en la
Nueva Granada desde 1810, pero no fue homogéneo; por
el contrario, fue bastante heterogéneo al punto en que los
reclamos por autonomía y soberanía se hacían desde lo
local, provincial e interprovincial. Obviamente, lo anterior
conllevó a que se desatara una serie de guerras civiles que
desgastaron económica, social y políticamente a los
distintos pueblos.

3
Los conflictos surgidos en esta primera fase
independentista tienen explicaciones bastante complejas
que van más allá del mote de patria boba, el cual fue
impuesto por algunos de los actores enfrentados en ese
momento. Lo que se observa en este ensayo es que los
conflictos internos venían configurándose desde el período
colonial tardío y algunos de ellos se exacerbaron en el
momento de las independencias. De estos conflictos
surgieron tres proyectos hegemónicos: a) el de las
Provincias Unidas de la Nueva Granada; b) Cundinamarca;
y, c) España. Estos tres proyectos trataron de imponerse en
medio de la dispersión y para ello entablaron ásperas
luchas armadas y políticas entre sí y contra los proyectos
más débiles, que se verían obligados a someterse o a
aliarse a alguno de los más fuertes.

II. El establecimiento del Virreinato de la


Nueva Granada

El virreinato de la Nueva Granada empezó a


configurarse desde principios del siglo XVIII (1718)2, antes
de este periodo la tutela político-administrativa del
territorio recaía sobre el Virreinato del Perú, aunque esto no
pasaba de ser mera formalidad; ya que la autoridad de éste
no tuvo control efectivo sobre los extensos territorios de la
Nueva Granada, Quito, Panamá y Venezuela. De tal manera
que, estos territorios eran prácticamente autónomos. Como
bien señala Alfonso Múnera, las audiencias (Santafé3 y
Quito) y presidencias tenían comunicación directa con la
Corona y sus organismos4.
2
Según el informe de Francisco ANTONIO MORENO Y ESCANDÓN, Fiscal
Protector de Indios, Juez y Conservador de Rentas Reales, el
Virreinato se estableció en 1718 y el primer Virrey, Jorge de
Villalonga, se posicionaría en 1719. Véase: COLMENARES, GERMÁN,
Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada.
Tomo I, Bogotá, Banco Popular, 1989, p. 155 y s.
3
La Audiencia de Santafé fue creada en 1547.
MÚNERA, ALFONSO, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el
4

caribe colombiano (1717- 1810), Bogotá, Banco de la República,


Áncora Editores, 1998. p. 29-30. Ver también; KÖNIG, Hans, En el
camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de la

4
Este primer intento de establecer el Virreinato apenas
duró 5 años, debido a la pobreza del mismo y a que no se
solucionaron los problemas que se querían resolver: la falta
de control y organización político-administrativa de los
diferentes entes territoriales circunscritos al Virreinato. En
1723 la Corona resolvió, por demanda del mismo virrey,
suprimir el Virreinato5 y volver a la designación de un
Presidente, quien regiría la Audiencia de Santafé. De tal
manera que no sería sino hasta 1740 que el Virreinato
nuevamente empezó a funcionar6. La reinstalación del
Virreinato fue, en parte, consecuencia de las nuevas
necesidades políticas y económicas de la Corona, así como
también por la necesidad de proteger militarmente las
posesiones coloniales ante los ingleses y piratas7.

Los territorios que componían el Virreinato, por lo


general, eran desconocidos e inhóspitos. Según Francisco
Antonio Moreno y Escandón, la mayor parte de ellos eran
inhabitados o estaban bajo el dominio de “indios bárbaros”
y de extranjeros. Éste describe los límites territoriales del
virreinato de la siguiente manera:

“El virreinato de Santafé confina con (…) Nueva


España, por Costa Rica y Nicaragua, y dividiendo
términos con la Audiencia de Guatemala, queda de su
distrito, con la provincia de Alange y Veragua, toda la
costa del Sur, desde el seno de Chiriquí, por el de
Guayaquil, hasta cerca de Caboblanco; por donde
internado a tierra abraza la provincia de Quito y sus
dependientes por Jaén, Loja y Mainas, lindando por la de
Chachapoyas, y circunvecinas pertenecientes al
virreinato y Audiencia Real de Lima, por cuya parte se
extiende hasta el río del Marañón o Amazonas, hasta la
línea divisoria de la corona de Portugal, partiendo con la
provincia de Guayana, de este virreinato, por la extensas
e incultas tierras del lago de Parima, y establecimientos
franceses y holandeses, en Cayena y Esequivo;

formación del estado y de la nación de la Nueva Granada, 1750-


1856, Bogotá, Banco de la República, 1994.
COLMENARES, GERMÁN, op. cit., p. 15
5

6
Ibid., p. 156.
KÖNIG, HANS, op. cit.
7

5
volviendo por este lado del mar y costa Norte, antes de
la embocadura del río Orinoco, y siguiendo toda ella,
con inclusión de las islas de Trinidad y Margarita como
gobiernos dependientes del Virreinato de Santafé, y su
Capitanía general, forma un lunar la provincia de
Venezuela o Caracas, que aunque en su origen estuvo
comprendida en este virreinato se le desmembró por
justas consideraciones para su mejor gobierno dándole
por costa hasta confinar con la jurisdicción de
Maracaibo con algunos lugares tierra adentro,
poniéndole por línea el río nombrado Boconó que la
deslinda con la ciudad de Barinas, y Gobierno de
Maracaibo, habiéndose agregado algunas misiones,
como después se explicará, y de este modo abrazando el
mismo puerto y laguna del mismo nombre sigue el
distrito del virreinato toda la costa Norte por el río de el
Hacha, Santamarta, Cartagena y el Golfo del Darién
hasta que por Portobelo y el Istmo de Panamá se
restituye por Veraguas al deslinde con la Audiencia de
Guatemala, y virreinato de Nueva España”8.

Teniendo en cuenta la descripción de Moreno y


Escandón el territorio del Virreinato abarcaba gran parte
del norte de sur América y una porción de centro América.
Pero, como ya se señaló, la mayor parte del territorio era
inhabitado y estaba fuera de control por parte del Estado
colonial, ya que éste sólo ejerció control sobre una porción
del territorio que componía el Virreinato. Los entes
territoriales sobre los que la burocracia estatal colonial tuvo
influencia estaban ubicados en las zonas Andina, Costa
Caribe, Pacífica y algunas partes de los Llanos Orientales.
En los Andes y la Costa Caribe se concentraba la mayor
parte de la población, que estaba compuesta de indígenas,
mestizos, blancos, negros, pardos y “gentes de otros
colores”9. Según Martha Herrera, la población que habitaba
COLMENARES, GERMÁN, Relaciones e Informes de los Gobernantes de
8

la Nueva Granada. Tomo I, Bogotá, Banco Popular, 1989, p. 154 y


s.
9
Sobre el tema véase los excelentes trabajos de HERRERA ÁNGEL,
MARTHA, Poder Local, Población y Ordenamiento Territorial en la
Nueva Granada –Siglo XVIII-. Santafé de Bogota, Archivo General
de la Nación, 1996. Especialmente, capítulo II. También:
Ordenar para Controlar. Ordenamiento espacial y control político
en las Llanuras del Caribe y los Andes Centrales Neogranadinos.

6
en los Andes centrales y las llanuras del Caribe a finales del
siglo XVIII era de aproximadamente 383.39810, mientras la
población que estaba bajo el control de la Audiencia de
Santafé era de, por lo menos 760.65011. Y una cifra
aproximada de gran parte de la población del virreinato era
de 1’349.089 habitantes12. Esta última cifra incluye la
población que estaba bajo el control de la Real Audiencia
de Quito.

a. La organización político-administrativa del


Virreinato de la Nueva Granada

La forma en que el Estado colonial organizó política y


administrativamente el territorio del Virreinato de la Nueva
Granada ha sido bien estudiada por Martha Herrera. Según
ella, no había claridad entre los funcionarios de la Corona
sobre el ordenamiento espacial y político del Virreinato. Por
ejemplo, los conceptos que utilizó Francisco Silvestre para
denominar “las divisiones básicas del virreinato eran los
gobiernos y los corregimientos (de provincia) y no las
provincias”13, como lo haría J. Antonio de Pando. Otro
ejemplo es el de Moreno y Escandón, quién dividió los
territorios en “‘Gobiernos Militares y Plazas de Armas”,

Siglo XVIII. Colombia, Academia Colombiana de Historia, Instituto


Colombiano de Antropología e Historia, 2002.
HERRERA, MARTHA, Ordenar para Controlar, p. 104. Según la autora,
10

la composición demográfica de la población del censo de 1778 en


el Caribe era de 61% de libres, 18% de blancos, 12% de blancos
y 9% de esclavos. Mientras en los Andes era de 37% de blancos,
34% de libres, 28% de indios y 1% de esclavos.
HERRERA, MARTHA, Poder Local…, p. 112. La población a la que hace
11

referencia es del total de 14 provincias: Santafé, Veraguas y


Alange, Panamá, Portobelo, Darién, Chocó, Neiva, Santiago de las
Atalayas, San Juan de Girón, Santa Marta, Cartagena, Antioquia,
Mariquita y Tunja.
12
Esta cifra es dada por Martha Herrera comparando las cifras que
establecieron Francisco Silvestre y Josef Antonio Pando entre
1770 y 1778. Véase: “las divisiones político- administrativas del
virreinato de la nueva granada a finales del período colonial”, en:
Revista Historia Crítica No 22, Bogotá, 2001. p. 86
HERRERA, MARTHA, “las divisiones-políticos administrativas…”, op.
13

cit., p. 84. Negrillas de la Autora. Véase también: Poder Local,


población y Ordenamiento Territorial…”. Ídem.

7
“Gobiernos Políticos del Distrito de la Audiencia de Santa Fe
de Provisión Real” y “Gobiernos de provisión de los Señores
Virreyes’”14. La autora optará por las denominaciones que
estableció Pando, éste estableció a las provincias como
divisiones principales, y, a su vez, éstas se dividían en
Corregimientos. Estas dos divisiones territoriales se
subdividían, dependiendo al tipo de poblaciones, en:
ciudades, villas, pueblos de indios, pueblos de misioneros,
misiones, parroquias, sitios, haciendas, minerales, real de
minas, asiento de minas, ranchería, aduana, venta, puerto,
isla, presidio, caserío, entre otros15. De los asentamientos
mencionados las ciudades y villas eran las únicas que
poseían cabildos. De ahí su importancia, pues éstas
adquirían cierto grado de autonomía que los demás
asentamientos no tenían y aún más podían sujetar a las
demás poblaciones cercanas a su dominio político-
administrativo.

Lo anterior puede permitir comprender mejor las relaciones


de poder político, económico y social que se pudieron dar
entre los diferentes grupos sociales que se establecieron en
los diversos asentamientos del territorio del Virreinato, que
de por cierto era bastante heterogéneo.

b. La fragmentación del poder: lo provincial y lo


local

El objetivo de la creación del Virreinato de la Nueva


Granada era establecer mayor control y organización
político-administrativa en sus entes territoriales. Por un
lado, se buscaba fortalecer el papel del Estado colonial en
el control y organización de los asentamientos, ya fueran
pueblos de indios, ciudades, villas, misiones, sitios,
rancheríos, etc. La cuestión era mantener su
preponderancia ideológica y la lealtad de sus vasallos a
través de la religión16 o la fuerza, como elementos
14
Ibíd.
15
Íbid., p. 90
16
La religión en la sociedad colonial e incluso en la republicana
jugó un papel importante en la dominación y subyugación de los
pueblos indígenas, así como para el control social y político de los
demás grupos sociales. No en vano en el centro de cada ciudad,

8
fundamentales. Por otro lado, la Corona trataba de
establecer mayor control sobre las rentas e impuestos, así
como mejorar la defensa militar de los territorios en
ultramar ante el acecho de piratas e ingleses.

Los aspectos mencionados trataron de ser llevados a


cabo con las reformas borbónicas, éstas buscaban darle
mayor eficiencia a la administración del Estado colonial. Sin
embargo, tales reformas en la Nueva Granada iban a
encontrar la oposición de los poderes provinciales y locales
ya instalados, éstos defendieron sus privilegios políticos,
sociales y económicos de vieja data, con diferentes
estrategias. Por ejemplo, un mecanismo bastante
recurrente, no sólo en la Nueva Granada, fue el de las
alianzas entre grupos familiares y clientelares. Tales
alianzas se articulaban y extendían en los diferentes entes
territoriales, que iban desde lo provincial y lo local. Los
matrimonios entre hijos de familias nobles -grandes
hacendados, mineros, comerciantes y burócratas- fueron
bastante recurrentes a pesar de estar prohibidos por la
Corona17. No obstante, cabe destacar que las relaciones
clientelares no fueron meramente entre los sectores
sociales dominantes, sino también de éstos con los
sectores subalternos y viceversa.
Otra prohibición que estableció la Corona, pero que muy
poco se cumplió fue la convivencia de blancos, mestizos o
‘gentes de colores’ en los pueblos de indios18. Lo anterior
puede ayudar a explicar el porqué del progresivo mestizaje
en la sociedad neogranadina y la consecuente desaparición
de las ‘repúblicas’ de blancos e indios establecida por la
Corona. La población de mestizos, pardos, mulatos,
zambos, blancos pobres y negros, ya a mediados del siglo
XVIII era bastante numerosa en el Virreinato, pero ello no
indica que la población indígena estuviera disminuida o
fuera la menos numerosa. No es raro encontrar
pueblo, sitio o parroquia se erguía una Iglesia. La autoridad
eclesiástica cumplió un papel fundamental en la sociedad
colonial e incluso en la republicana.
URIBE URÁN, VÍCTOR MANUEL, Abogados, Partidos políticos y Estado en
17

la Nueva Granada: 1790-1850. Pittsburgh, manuscrito, 1992.


Véase, especialmente, capítulos I, II y III.
COLMENARES, GERMÁN, op, cit., p. 161
18

9
afirmaciones de algunos autores de que la población
indígena, a finales del siglo XVIII, en el Nuevo Reino de
Granada estaba, prácticamente, diezmada. Sin lugar a
dudas, para algunos intereses era menester verlos
disminuidos en los censos. Sobre todo en la zona Andina en
donde había intereses concretos de los grandes y pequeños
hacendados. Más adelante explicaré qué intereses y el
porqué de ellos. Además otro factor que muy pocos autores
tienen en cuenta es la aún numerosa población indígena
flotante, aquella que no había sido sometida por el Estado
colonial y que incluso seguía desafiándolo19.

Para entender mejor lo anterior es pertinente tener en


cuenta la distribución poblacional en los entes territoriales
que hacían parte del virreinato, así como las formas de
control y organización que ejerció el Estado colonial en sus
territorios. Como ya señalé, las zonas Andina y Caribe
fueron los entes territoriales en donde mayor control hubo,
pero, éste no fue absoluto; ya que un buen número de
indígenas y ‘gentes de otros colores’ vivían al margen del
control estatal colonial.

Teniendo en cuenta lo hasta aquí dicho, cabe plantear


las siguientes hipótesis: la fragmentación del poder en los
diferentes entes territoriales –provincias, ciudades, villas,
parroquias, pueblos de indios, rancherías, sitios, caseríos,
entre otros- que componían el Virreinato de la Nueva
Granada, derivaba, por un lado, de la falta de control de
una gran parte del territorio por parte del Estado colonial.
En tales entes territoriales, por ejemplo, Santa Marta, Río
Hacha, los Llanos Orientales, la Amazonía y gran parte del
Pacífico eran habitados por un buen número de indígenas,
negros, mulatos, zambos, pardos y hasta extranjeros,
quienes colocaban sus propias reglas. Y por otro lado,
también podemos encontrar diferentes conflictos sociales,
políticos y económicos entre localidades y provincias o
viceversa que estaban bajo el control del mismo Estado
colonial que, de una u otra manera, fragmentaban el poder.
Tal fragmentación puede ser explicada desde dos aspectos

Véase: HERRERA,
19
MARTHA, Poder Local...También: Ordenar para
Controlar...

10
fundamentales: en primer lugar, las autoridades centrales
tuvieron sinnúmero de problemas para desplazarse a los
diferentes entes territoriales que estaban retirados de
Santafé, ya que las dificultades topográficas del territorio
podían hacer que un viaje durará semanas, cuando no
meses, este problema es constantemente mencionado por
las autoridades coloniales20 y viajeros. En segundo lugar,
hubo conflictos entre los principales núcleos de poder:
ciudades y villas. Y, a su vez, en el interior de las
provincias, las ciudades y villas se vieron desafiadas por el
surgimiento de nuevas élites que se erigían desde los
pueblos, parroquias o sitios. Estos nuevos poderes locales
empezaron a consolidarse en la Nueva Granada desde
mediados del siglo XVIII y le hacían contrapeso a las élites
o poderes provinciales –estos grupos de poder, por lo
general, se asentaban en las capitales de las provincias21.
Tanto las élites provinciales como las locales le podían
hacer contrapeso a la Corona; no obstante, ésta también se
beneficiaba de la fragmentación de poderes provinciales y
locales para mantener el control político-administrativo
cediendo algunos privilegios a los diferentes sectores
dominantes de la sociedad.

Ahora bien, el objetivo a seguir es analizar cómo se


establecía la organización político-administrativa en el siglo
XVIII y el porqué de la fragmentación del poder en las
zonas en que el Estado colonial tuvo injerencia. Un aspecto
importante a tener en cuenta es la forma en que el Estado
colonial se organizó política y administrativamente. Aquí
retomaremos las formas de organización que se dieron en

COLMENARES, GERMÁN,
Ibíd.
20

21
Con el término élites provinciales o poderes provinciales hago
referencia a los grupos dominantes que tenían poder no sólo en
la capital provincial sino en gran parte de la provincia. Incluso se
podrían encontrar familias que extendieron sus tentáculos más
allá de sus provincias, a éstas las llamaremos élites o grupos de
poder interprovincial. Ahora bien, con el término élite hago
referencia a los grupos sociales dominantes en lo económico,
político y social, puede ser que dominen uno o dos campos e
incluso los tres. El término élite también está asociado con los
términos grupos dominantes o de poder, términos similares pero
no iguales; sin embargo guardan entre sí una estrecha relación.

11
el siglo XVIII en buena parte del territorio del Virreinato.
Como ya había señalado, las principales divisiones
territoriales fueron las provincias y corregimientos, y, a su
vez, éstas se subdividían en ciudades, villas, pueblos de
indios, parroquias, sitios, rancherías, caseríos, haciendas,
asentamientos de minas, misiones, entre otras. La
fundación de uno u otro ente territorial varió, según el
espacio y el tiempo. Por ejemplo, según los datos
establecidos por Martha Herrera, a mediados del siglo XVIII
los asentamientos predominantes en la zona Andina –en
este caso en las provincias de Santafé y Tunja- eran los
pueblos de indios con 170, le seguían las parroquias o sitios
con 79, mientras las ciudades (2) y villas (1) apenas
llegaban a tres. En la costa Caribe –en este caso las
provincias de Cartagena y Santa Marta- predominaban las
parroquias o sitios con 65, le seguían los pueblos con 49 y
las ciudades (8) y villas (5) llegaban a 1322. El objeto de
señalar los tipos de asentamientos en las cuatro provincias
es para establecer las ventajas y desventajas que podían
tener sus habitantes y en especial los sectores dominantes
que residieran en ellos. Como ya señalé, en las ciudades
(principales y secundarias) y villas se establecieron los
cabildos. Éstos, sin lugar a dudas, le permitieron a los
sectores dominantes locales mayor autonomía política y
administrativa ante los demás entes territoriales que no los
tenían. Además, los cabildos le permitieron a los sectores
dominantes locales defender sus intereses no sólo ante los
demás sectores sociales sino también ante la Real
Audiencia establecida en Santafé. Las ventajas para los
poderes locales, seguramente, eran mayores si éstos
tenían redes familiares o clientelares dentro de la alta –y
media- burocracia. De esta manera era mucho más fácil
ganar pleitos por tierras, comercio, propiedades e incluso
para ascensos burocráticos en el aparato estatal colonial.
Un ejemplo claro de lo anterior lo muestra en sus diferentes
estudios sobre los abogados Víctor M. Uribe Urán23, éste
HERRERA, MARTHA, Ordenar para Controlar..., op, cit. Ver cuadro No
22

1. p. 101.
URIBE URÁN, VICTOR. Abogados… También véase: Rebelión of the
23

Young Mandarines Lawyers, Political, Parties, and the State in


Colombia, 1780-1850. University of Pittsburgh, Dissertation for
the degree of Doctor of Philosophy, 1993.

12
muestra cómo la élite de abogados y sus familias tejieron
fuertes redes interprovinciales24, provinciales y locales.
Asimismo destaca que éstos (los abogados) poco se
opusieron al Estado colonial y más bien fueron el soporte
de éste. Cabe preguntarnos hasta qué punto. Obviamente,
hay excepciones y el mismo autor nos muestra algunos
casos, como, por ejemplo, el de Antonio Nariño, entre otros.

Sin embargo, para analizar los conflictos sociales,


políticos y económicos de la sociedad colonial hay que
indagar sobre los intereses de otros sectores sociales
como, por ejemplo, el de los llamados orejones, los
caciques indígenas y los sectores subalternos, que eran
compuestos en gran parte por mestizos, blancos pobres,
mulatos, pardos, zambos e indígenas. Estos grupos,
colectiva o individualmente, ejercieron presión sobre los
grupos dominantes para obtener algunos beneficios o para
subvertir las “justicias”25 que éstos realizaban a su favor.
Un trabajo interesante que examina el rol de los grupos
subalternos en política durante la época colonial tardía es
el de Margarita Garrido. Ella muestra algunos de los
mecanismos de presión y participación política los vecinos
e indígenas ante las élites criollas26, así como nos da pistas
sobre el tipo de conflictos entre vecinos e indígenas. Estos
últimos conflictos son retomados por Martha Herrera en su
trabajo Poder Local, Población y Ordenamiento Territorial
en la Nueva Granada, en él muestra cómo los vecinos
(blancos pobres y mestizos) en la zona Andina (Santafé y
Tunja) trataban de apropiarse o se apropiaban de los
territorios de los indígenas. Sin embargo, éstos últimos no
carecieron de mecanismos de defensa, bien fuera ante los
vecinos o ante las élites criollas.

URIBE URÁN hace referencia a redes regionales; pero aquí no


24

utilizaré el concepto región, ya que en tiempos de la colonia y en


gran parte del siglo XIX este término no fue utilizado, éste viene
a ser usado hasta finales del siglo XIX. Cabe señalar que Martha
Herrera y Catalina Reyes también lo utilizan.
25
Terminó utilizado por Martha Herrera. Poder Local... Ibíd.
GARRIDO, MARGARITA, Reclamos y Representaciones. Variaciones
26

sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815.


Santafé de Bogotá, Banco de la República, 1993

13
Como observamos, los conflictos entre los diferentes
sectores sociales de la sociedad colonial fueron bastante
complejos. La cuestión es que no hubo un pleno dominio de
los peninsulares o criollos sobre los demás sectores
sociales, por lo general, se establecieron pactos y alianzas
entre los distintos grupos sociales. Es así que, en parte, se
explican las pugnas entre poderes locales y provinciales27.
Varios ejemplos de lo anterior son los conflictos políticos y
económicos entre las élites cartageneras y momposinas. La
primera fue capital de la provincia y además era uno de los
puertos comerciales y fortalezas más importantes que
tenía la Corona en ultramar. Allí se asentaron la mayoría de
comerciantes españoles y buena parte de la administración
colonial. De ahí su rivalidad con Santafé. La segunda fue
una próspera villa de la misma provincia, que se lucraba
del contrabando y del comercio hacia el interior o hacia el
exterior. Volviendo a la rivalidad entre Cartagena y Santafé,
tanto Alfonso Múnera28 como Catalina Reyes29 resaltan los
conflictos entre las élites de estas dos ciudades, que
rivalizaron por intereses políticos, económicos y sociales,
que son bien documentados por los autores mencionados.
Estos mismos autores enfatizan cómo en el momento de
las independencias tanto Cartagena como Santafé también
rivalizaron contra uno de los fortines realistas: Santa Marta.

Antes de continuar con los conflictos desatados durante


la primera fase independentista (1810-1816) es pertinente
reflexionar sobre las disputas que se dieron cuando se

27
Con el término poder provincial me refiero a los grupos sociales
dominantes (ya fueran grandes hacendados, mineros,
comerciantes, burócratas civiles o eclesiásticos) que tenían poder
más allá de la ciudad- capital de la provincia. De tal manera que,
se entiende por poderes provinciales a las élites que tenían
injerencia en buen parte de la jurisdicción de la provincia, es
decir, su influencia llegaba a corregimientos, ciudades
secundarias, villas, parroquias, sitios, caseríos, haciendas, minas,
etc.
MÚNERA, ALFONSO. El fracaso de la nación…op. cit.
28

REYES CÁRDENAS, CATALINA. “Soberanías, Territorios y Conflictos en el


29

Caribe Colombiano Durante la primera República. 1810-1815”,


en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 30,
2003, pp. 156 y ss.

14
trataron de aplicar las reformas borbónicas en algunos de
los territorios del Virreinato. En primer lugar es de destacar
que algunos sectores locales y provinciales se opondrían,
en gran parte, a las reformas borbónicas, como veremos
más adelante. La oposición a las reformas por parte de las
élites criollas se debió al anunció del nombramiento de
peninsulares en los principales cargos burocráticos, así
como mayores privilegios para éstos en el comercio
ultramarino. Asimismo, las nuevas élites locales, los
indígenas y demás gentes pobres no estaban dispuestas a
pagar más impuestos. En el caso de los indígenas, éstos no
estaban dispuestos a ceder más de sus territorios y sobre
todo con las anunciadas anexiones o agregaciones de
pueblos de indios y “corregimientos tenues”30.

Las nuevas élites locales vieron con ‘malos ojos’ las


propuestas impositivas del regente visitador Francisco
Gutiérrez de Piñeres. De esta manera, el aumento de la
carga impositiva generó la oposición de pequeños
propietarios, ya fueran hacendados, artesanos,
comerciantes o burócratas, éstos empezaron a articular
alianzas con algunos sectores de las élites criollas y con
algunas comunidades indígenas. Obviamente, los demás
sectores sociales, como ya mencioné, también vieron
fortalecidos sus intereses con tales alianzas. Por el
momento trataremos de examinar algunos de los intereses
de las nuevas élites locales y las comunidades indígenas.

En primer lugar, las nuevas elites locales empezaron a


forjar sus propias redes de poder desde las parroquias,
sitios y villas. Y, en parte, se oponían a los grupos
dominantes de las ciudades. Es de tener en cuenta que los
vecinos más pudientes que, por ejemplo, rodeaban los
pueblos de indios, por lo general, buscaban erigir una
parroquia, o transformar ésta en una villa. Y lo que se
buscaba era nada menos que ganar autonomía política y
administrativa frente a las ciudades o villas a las que
estaban circunscritos. Lo anterior, por lo general, iba en
detrimento de los pueblos de indios; que si bien no eran
tan sumisos como se cree si veían como los blancos,

HERRERA, MARTHA. Poder Local…, p. 24


30

15
mestizos, pardos, y demás gentes de color trataban de
apropiarse de sus tierras y recursos31. Incluso, como señala
M. Herrera, se daban cifras que, por un lado, podían
aumentar o, por otro, disminuir la población indígena según
fueran los intereses. En cuanto al primer caso: si, por
ejemplo, los vecinos querían erigir una parroquia éstos
tenían que mostrar que la población indígena estaba por
debajo de los límites establecidos por la Corona, y que ellos
–los vecinos- eran lo bastante numerosos para sufragar los
gastos de la iglesia. Si los vecinos estaban en capacidad de
erigir y costear su parroquia, éstos terminarían
apropiándose de las tierras de los indígenas. Y los
indígenas terminarían siendo anexados a otro pueblo de
indios. Por ejemplo, entre las propuestas de los oidores a
mediados del siglo XVIII estaban las de anexar los pueblos
de indios o “corregimientos tenues” y vender sus tierras a
los vecinos o “blancos”32. En cuanto al segundo caso: los
curas- quienes tenían bastante poder en la sociedad
colonial-, corregidores o autoridades indias para mantener
sus privilegios (cobro de impuestos, mano de obra) tenían
que mostrar que, efectivamente, había una población
indígena viable. Por ejemplo, en afán de cumplir con los
requisitos algunos curas colocaron a algunos mestizos
como indios. Obviamente, algunos de éstos elevaron sus
quejas ante las autoridades.

En segundo lugar, las comunidades indígenas,


obviamente, trataron de defender sus propiedades
territoriales, y así como en ocasiones fracasaron en otras
tuvieron éxito. Las quejas de los atropellos y el
rompimiento de los pactos son una constante queja de los
indígenas ante las autoridades locales y provinciales. Como
muestra Margarita Garrido, cuando las autoridades locales
no atendían sus reclamos o quejas, éstos apelaban a las
altas instancias burocráticas de la Corona. Las autoridades
locales no atendían las quejas de los indígenas porque, por
REYES CÁRDENAS, CATALINA, “Ordenamiento territorial en el Nuevo
31

Reino de Granada, 1750-1810, pp.153-188, en: REYES, CATALINA y


MONTOYA, JUAN DAVID (Eds). Poblamiento y movilidad social en la
historia de Colombia, siglos XVI- XX, Medellín, Universidad
Nacional de Colombia, 2007.
HERRERA, MARTHA. Poder Local…pp. 24, 90 y ss.
32

16
lo general, había sobornos o confabulaciones para ladear
“las justicias” del lado de los sectores sociales dominantes.

Los reclamos y quejas no solamente eran hechos por las


comunidades indígenas, sino también por los criollos,
mestizos, pardos y demás gentes. Cuando se rompían los
pactos y alianzas establecidos entre los diferentes grupos,
el gobierno o las autoridades e incluso con la Corona, por lo
general, tal rompimiento se traducía en conflictos. Es así
como, por ejemplo, podemos observarlo en los alzamientos
comuneros más importantes de la Nueva Granada, en
1781, contra las propuestas reformistas borbónicas. Ante la
llegada y procedimientos del regente visitador general
Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres una buena parte las
poblaciones se sublevaron, ya que la implantación de
intendentes, las altas tasas impositivas y la anexión de
pueblos indios generaron algunas alianzas entre algunos
grupos que antes tenían conflictos, así indígenas, pequeños
propietarios (hacendados, artesanos, comerciantes) e
incluso las élites criollas forjaron algunas alianzas, en
oposición al “mal gobierno”; sin embargo al mismo tiempo
gritaban vivas al rey33.

El levantamiento comunero neogranadino a finales del


siglo XVIII tuvo un alto impacto social, político y económico
al punto que frenó las principales reformas propuestas por
la Corona. Obviamente, la pacificación dejo muertos y
sabores de traición por parte de las élites criollas hacia los
sectores sociales medios y bajos, puesto que las
capitulaciones hechas no se cumplieron. No obstante, hubo
algunos logros como la devolución de algunos territorios a
las comunidades indígenas y el detenimiento del aumento
de impuestos. Las élites criollas por su parte siguieron
sosteniendo gran parte de sus privilegios hasta el final del
período colonial (1810) e incluso hasta la primera fase
independentista (1816) que se vieron alteradas por la
invasión del Ejército Expedicionario comandado por Morillo.

33
Véase la introducción de MARGARITA GONZÁLEZ en El Vasallo Instruido.
Trascripción realizada por la autora. Bogotá, U.N.C., 2000, pp. 7-
26.

17
De tal manera que los anteriores conflictos de la
sociedad colonia no desaparecerían con la transición hacia
las republicas; por el contrario como veremos en algunos
casos se exacerbaron. Hacia 1810, como señala Martha
Herrera, “las poblaciones habían crecido, se habían
formado élites locales cuyos intereses podían diferir de los
de las élites capitalinas y surgía la necesidad de una
mayor autonomía frente a la capital”34. Y es precisamente
desde 1810 que algunas ciudades secundarias, villas y
parroquias exigen mayor autonomía e incluso su soberanía
ante las capitales provinciales. En el siguiente apartado
trataré de mostrar algunos aspectos al respecto.

II. La primera fase independentista, 1810-


1816: autonomías y soberanías.

a. Las independencias

La invasión de las tropas francesas en 1808 a la


península ibérica, y la consecuente abdicación de los
Monarcas españoles, empezaría a cambiar las cosas para
las colonias españolas. Si bien las colonias siguieron
jurando lealtad al rey y/o más adelante a la nueva nación
española. Tal situación no duraría mucho; pues, por un
HERRERA, MARTHA. Poder Local..., p. 125.
34

18
lado, las tropas francesas prácticamente habían ocupado la
mayor parte del territorio español, y, por otro lado, los
conflictos entre las mismas facciones de peninsulares
fueron abriendo paso para que los criollos americanos
optaran por la independencia. Esto último se exacerbó en
la medida en que los peninsulares incumplieron las
promesas hechas a los criollos, con respecto a la igualdad
en la participación política.

En 1810 La Suprema Junta de Gobierno de España


señalaba:

“Desde este momento españoles americanos, os veis


elevados a la dignidad de hombres libres; no sois ya los
mismos que antes encorvados bajo un yugo mas duro
mientras más distantes estabais del centro de poder;
mirados con indiferencia, vejados por la codicia y
destruidos por la ignorancia. Tened presente que al
pronunciar o al escribir el nombre del que ha de venir a
representar[o]s al congreso nacional, vuestros destinos
ya no dependen ni de los ministros, ni de los virreyes, ni
de los gobernadores; están en vuestras manos” 35.

Estas y otras misivas llegaban de España animando a


los criollos a enviar a sus representantes bien fuera a la
Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino e Indias o
más adelante a las Cortes. La invitación era apoyar la
causa contra el tirano: Napoleón y todos sus partidarios, los
afrancesados. Asimismo, algunos sectores peninsulares
anunciaban a los criollos americanos el reconocimiento de
la igualdad política. Sin embargo, en 1810, cuando en la
Isla de León se instalaron formalmente las Cortes de Cádiz
los criollos vieron que las promesas no se cumplían, pues
no había una participación equitativa entre los
representantes americanos y peninsulares; ya que los
primeros, apenas contaban con 60 representantes, a pesar
de tener una población más numerosa en sus territorios;
mientras los segundos contaban con 240 representantes 36.
Así, lo anterior fue radicalizando la postura de algunos

35
Citado, por Catalina Reyes. “Soberanías, Territorios y
Conflictos…”, p. 174
REYES, CATALINA. “Soberanías, Territorios…”, p. 175
36

19
criollos y de algunos sectores sociales. Igualmente, otros
sectores sociales seguían jurando lealtad al rey o a la
nueva nación española, esto según sus intereses políticos,
económicos y sociales.

Ante las circunstancias mencionadas los criollos


neogranadinos fueron formando en los diferentes entes
territoriales sus Juntas Supremas de Gobierno, por lo
general, en las ciudades o villas, en donde había cabildos.
Las Juntas Supremas se fueron constituyendo desde los
primeros meses de 1810. La importancia de los cabildos en
la sociedad colonial ya la había mencionado, y aunque
algunos autores afirman que éstos estaban perdiendo
importancia a finales del siglo XVIII, cabe anotar aquí que
con las independencias los cabildos recuperaron su
importancia, ya que desde ellos se estructuraban los
intereses locales o provinciales. Algunos de esos intereses
ya se han examinado para el período colonial tardío. Lo que
sucede en el momento de las independencias es que los
conflictos entre provincias y de éstas contra sus propias
subdivisiones territoriales se intensifican. Parte de esos
conflictos, como ya se mencionaba, eran consecuencia de
los diferentes intereses económicos, políticos y sociales
entre las élites provinciales, interprovinciales y locales.
Éstas últimas se estaban fortaleciendo a finales del período
colonial con la expansión de la población mestiza, parda,
mulata, y gente de los demás colores.

Los conflictos civiles ocurridos durante la primera fase


independentista, por lo general, son tratados por la
bibliografía como producto de conflictos o peleas “bobas”.
Sin embargo, la estructuración política y administrativa que
venía desde el período colonial no puede tenerse como
compacta; y, por tanto, es erróneo concluir que el territorio
del Virreinato era una unidad política y administrativa
solvente. Para establecer un proyecto idealista tal vez, pero
la realidad muestra otra cosa. Lo que había en el Virreinato
de la Nueva Granada era una gran diversidad de pueblos y
asentamientos que en muchos casos estaba fuera del
control del Estado colonial. Así que es importante señalar lo
anterior ante las interpretaciones y explicaciones que dan
cuenta del primer período de las independencias como el

20
desenlace de conflictos ‘bobos’ que no permitieron llevar a
cabo el proceso de la unidad nacional o el establecimiento
del Estado nacional.

Recientemente historiadores y politólogos como


Catalina Reyes, Guillermo Sosa37, Armando Martínez
Garnica38, Leopoldo Múnera39, entre otros, han cambiado
las interpretaciones y explicaciones que se tenían sobre el
período muy comúnmente llamado, por la historiografía
oficial e incluso no oficial, la patria boba. Hacen falta
estudios que profundicen más sobre el tema, ya que es
recientemente que se ha empezado a darle un giro
importante a las interpretaciones sobre la independencia
Colombiana. Este período, a mi modo de ver, debería ser
llamado el de las independencias y las republicas, ya que
en la primera fase independentista lo que se bosquejan son
diversos proyectos de Estados-provincia y ciudades-Estado.
El bosquejo de tales proyectos es consecuencia de lo que
se fue articulando durante el período colonial. Como
veíamos el Estado colonial no tenía un control efectivo
sobre gran parte del territorio. Además donde logró cierto
control lo hizo a través de pactos y alianzas entre los
diversos sectores sociales. De tal manera que, la unidad
entre los diferentes entes territoriales que componían el
virreinato era débil y en algunas partes inexistente. Incluso
la forma que usó la Corona para dominar, aparte de la
religión y la espada, fueron las intrigas y se valió de los
conflictos entre los distintos grupos sociales asentados en
los diferentes entes territoriales del virreinato. Lo anterior
es parte del legado colonial y no se puede borrar de tajo, a
menos que se quiera cambiar la historia para mostrar que
37
Representación e Independencia, 1810-1816. Bogotá, ICANH,
Fundación Carolina, 2006.
GARNICA, ARMANDO. El legado de la Patria Boba.
38
MARTÍNEZ
Bucaramanga, UIS, 1998.
39
MÚNERA RUÍZ, LEOPOLDO. “La génesis del Estado en Colombia: 1810-
1831”, en: LEOPOLDO, MÚNERA Y RODRÍGUEZ, NATHALY (eds), Fragmentos de
lo Público-Político. Colombia Siglo XIX, Bogotá, La Carreta
Editores, UNIJUS, 2008, pp. 11-84. El autor realiza una
importante crítica a las interpretaciones y explicaciones de corte
teleológico y normativo, que de por cierto son abundantes. Tema
que, seguramente, dará para múltiples debates.

21
efectivamente había unidad y que todo esta bien hasta que
en el momento de la independencia unos pocos truncaron
el proyecto de unidad nacional en defensa de sus intereses.
Lo que se observa es que desde al época colonial se venían
constituyendo diversos intereses provinciales,
interprovinciales y locales que con la eclosión de las
independencias se agudizaron. Si examinamos, por
ejemplo, las actas y constituciones, éstas reflejan la
diversidad de planteamientos y proyectos de Estado,
nación, republica e incluso monarquía que se trataron de
llevar a cabo en ese período40. De la diversidad de
proyectos que se estructuraron se observa que tres de
ellos, durante la primera fase independentista, trataron de
establecer su hegemonía: a) Cundinamarca –proyecto
liderado por la provincia de Santafé-; b) las Provincias
Unidas de la Nueva Granada –proyecto liderado por la
provincia de Cartagena-; y, c) España. Los dos primeros
proyectos eran americanos y de tendencia republicana,
mientras el tercero era europeo y de tendencia regalista.
Más adelante explicaré algunas de sus características.

b. Autonomías y soberanías

En primer lugar es importante aclarar, aunque


someramente, algunas diferencias notorias de lo que se
entendía por los conceptos autonomía y soberanía para el
periodo colonial tardío e independentista: en el primer
período se hacía referencia por autonomía al margen o
límite que tenían los gobiernos locales ante los provinciales
y de éstos frente al gobierno central. Por ejemplo, los
cabildos de las ciudades secundarias o de las villas eran
autónomos en la toma de algunas decisiones político-
administrativas de su jurisdicción ante el cabildo de la
capital provincial, sin embargo, éstos no eran soberanos;
ya que la soberanía recaía en la Corona o el rey, tras el
pacto y alianzas de ésta o éste con el pueblo. En el
segundo período el soberano español (el rey) dejo de
cumplir con sus deberes y pactos con el pueblo. De tal

LEOPOLDO MÚNERA, define esta heterogeneidad de proyectos y


40

planteamientos políticos como el pluriverso de lo político, ob., cit,


pp. 67 y ss.

22
manera que la soberanía revirtió, nuevamente, en el
pueblo. Así, en los inicios del periodo independentista la
soberanía revertía al pueblo y de éste a la nación41.

En la Nueva Granada en el momento de las


independencias surgió una eclosión de reclamos por
autonomías y soberanías. Los diferentes entes territoriales,
tales como: provincias, ciudades, villas, parroquias o sitios
no sólo reclamaban mayor autonomía sino también su
soberanía42. Lo anterior exacerbó los diversos conflictos
entre provincias, ciudades, villas, parroquias o sitios, que
venían del período colonial tardío; ya que este fue un
momento propicio para que los sectores dominantes,
aliados a otros sectores sociales, locales o provinciales
entraran a disputar sus intereses políticos, económicos y
sociales contra los que ellos denominaban tiranos o
usurpadores. De esta manera en algunos entes
territoriales reclamaban la reasunción de la soberanía
popular no solamente ante España, sino también ante los
entes territoriales a los que estaban sujetos. Este es el
caso, por ejemplo, de la villa de Mompox que reclamaba su
soberanía ante la capital de la provincia: Cartagena.
También la villa de Sogamoso hacia lo propio ante Tunja y
así sucesivamente encontramos casos similares. Sin
embargo, no todos los entes territoriales que hacían parte
del virreinato se declararon independientes de España. Por
ejemplo, las provincias de Santa Marta, Panamá, Río Hacha,

41
Sobre el tema de soberanía popular y el Estado moderno,
Véase: MARQUARDT, BERND, “El Estado de la doble revolución ilustrada
e industrial (1776-2008)”, en: Historia Universal del Estado, tomo
3, Bogotá, La Carreta Histórica, Universidad Nacional de
Colombia, 2009, pp. 205 y ss. También Véase: MÚNERA, LEOPOLDO,
op. cit., pp, 52 y ss.
42
Según Thibaud, “El proceso de creación de las Juntas
americanas, que ocurren entre 1809 y 1810, lleva a una
fragmentación territorial total. La desaparición de la regulación
imperial produce así una disgregación territorial enorme. Desde
abril hasta septiembre de 1810, cada ciudad, villa o pueblo
quiere recuperar su soberanía, y formar un gobierno autónomo”.
Véase: THIBAUD, CLEMENT, “Formas de Guerra y construcción de
identidades políticas”, en: Análisis Político No. 45, 2002, pp. 34 y
ss.

23
Pasto, Veraguas entre otras, declaraban su lealtad al rey.
Así que éstas no reclamaron para sí la soberanía, puesto
que seguían concibiendo al monarca como soberano.
Obviamente, las provincias, villas, parroquias o sitios y
demás entes territoriales que seguían siendo realistas
entraron en conflictos políticos y armados con los patriotas.
Por ejemplo, Santa Marta y Río Hacha tendrían fuertes
enfrentamientos con Cartagena y las fuerzas confederadas
de las Provincias Unidas, así como la provincia de Pasto con
el Estado de Cundinamarca43. Estos conflictos no surgieron
de ipso facto o en el momento de las independencias, sino
que, como ya había señalado, muchos de ellos provenían
de la época colonial.

Teniendo en cuenta lo anterior, los reclamos por


autonomía y soberanía en el momento de las
independencias no fueron homogéneos, sino más bien
heterogéneos, esto según los intereses de los diferentes
sectores sociales que componían los diferentes entes
territoriales. Para el caso de la Nueva Granada, por
ejemplo, en las primeras actas de independencia la ruptura
no era absoluta, ya que aun se juraba lealtad al Rey. Es el
caso, por ejemplo, de Santafé. En el acta de independencia
de esta ciudad se señalaba que:

“(…) la Nueva Granada, que protesta no abdicar los


derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a
otra persona que a la de su augusto y desgraciado
monarca don Fernando VII, siempre que venga a reinar
entre nosotros, quedando por ahora sujeto este nuevo
Gobierno a la Junta de Regencia…”44.

Sin embargo, las mismas condiciones y el de vacío de


poder fueron sentando las bases, para que los criollos
americanos buscaran legitimar las declaraciones de

MARTÍNEZ GARNICA, ARMANDO, op. cit. Cabe aclarar que el autor utiliza
43

divisiones territoriales tales como: provincia- corregimiento y


villas o cantones. Pp. 33 y ss. También véase: REYES, CATALINA.
“Soberanías…”, pp. 191 y ss.
44
Véase: “Acta de la Independencia Santafé de Bogotá”, en:
Proceso Histórico del 20 de Julio de 1810. Bogotá, Banco de la
República, 1960, pp. 153 y ss.

24
independencia absoluta en las diferentes provincias,
ciudades y villas. Una de las primeras provincias en
declararse totalmente independiente de España fue
Cartagena, en su acta de independencia se declaraba:

“Nosotros los representantes del buen pueblo de


Cartagena de Indias, con su expreso y público
consentimiento, poniendo por testigo al Sér Supremo de
la rectitud de nuestros procederes, y por árbitro al
mundo imparcial de la justicia de nuestra causa,
declaramos solemnemente a la faz de todo el mundo,
que la provincia de Cartagena de Indias es desde hoy de
hecho y por derecho independiente; que se halla
absuelta de toda sumisión, vasallaje, obediencia, y de
todo otro vínculo de cualquier naturaleza que fuese, que
anteriormente la ligase con la corona y gobierno de
España, y que como tal Estado libre y absolutamente
independiente, puede hacer todo lo que hacen y pueden
hacer las naciones libres e independientes”(sic)45.

Esta declaración de independencia de las autoridades


de Cartagena no fue porque éstas en su mayoría lo
quisieran así, sino que, más bien, fue por la presión de
algunos criollos ilustrados –sobre todo los momposinos - y
de una buena parte de la población de mestizos, mulatos y
pardos de la provincia que obligaron a las autoridades a
firmar el acta de independencia absoluta de España46.

Otras provincias, ciudades, villas y parroquias siguieron


el ejemplo de Cartagena, mientras otras siguieron jurando
lealtad al rey. Las primeras reclamaban su soberanía, que
era la soberanía del pueblo. Las segundas optaron por
seguir guardando su fidelidad al monarca. Ambas
posiciones, obviamente, trataban de mantener sus
privilegios e intereses, que no eran solamente económicos.

Ahora bien, cabe preguntarnos, ¿Cómo justificaban los


diferentes entes territoriales su lealtad a la monarquía o
soberanía? Las respuestas obviamente son múltiples, sin
embargo se tratará de responder lo anterior desde dos
posiciones: la primera era la que defendían los realistas
45
Íbíd., pp. 250-257, aquí 257.
REYES, CATALINA. “Soberanías…”, pp. 181 y ss.
46

25
fundamentándose en el legado cultural de la madre patria.
Tal legado era revindicado por los sectores sociales (altos,
medios y bajos) que veían como sus privilegios e intereses
iban en detrimento con los cambios propuestos por los
criollos republicanos. Por ejemplo, los indígenas asentados
en las provincias de Pasto, Río Hacha y Santa Marta
decidieron defender la causa realista por que veían en ella
garantizados algunos de sus intereses. Sus acciones no
eran meramente por ignorancia como trataron de mostrar
algunos criollos; por el contrario, las comunidades
indígenas sabían bien de las intenciones de los criollos de
acabar con sus pueblos y resguardos. No obstante, hubo
comunidades indígenas aliadas de los criollos republicanos,
como, por ejemplo, los pueblos y resguardos asentados en
las provincias de Santafé y Tunja.

La otra posición la podemos observar en las actas y


constituciones redactadas por los criollos patriotas.
Obviamente, las actas y constituciones buscaban legitimar,
de alguna manera, los nuevos proyectos incluso el
monárquico constitucional. Efectivamente, detrás de las
promulgaciones constitucionales47 se mantenían los
intereses de los diferentes sectores sociales dominantes,
éstos invocaban la soberanía popular; pero lo cierto es que
el acceso de la mayoría del pueblo a las instancias de
poder estaban bastante limitadas: basta analizar los
requisitos para elegir y ser elegidos en las constituciones
políticas de Cundinamarca, Cartagena, Tunja, Antioquia,
Mariquita. Por ejemplo, en la constitución de Cundinamarca
en el titulo VIII, de las elecciones, artículo 3 se especifican
los requisitos, cualidades y quienes eligen a los electores o
apoderados de las parroquias48:

“[Art.] 3. Reunidos todos los parroquianos el


día 3 de noviembre en la casa de juzgado, si la
hubiere en el pueblo, o si no en la del mismo
MARQUARDT, BERND, ob., cit, pp. 183 y ss. El autor analiza en buena
47

parte de este tomo (3) el impacto del constitucionalismo


moderno en los Estados modernos, que se fueron formando
después de lo que él llama la doble revolución: la ilustrada y la
industrial, pp. 147 y ss.
48
Igualmente, se hacía para los corregimientos, villas y pueblos.

26
alcalde, con quien concurrirán el Cura y el sujeto
que en el año anterior haya sido juez del lugar, si
no son dos los alcaldes; y los tres unidos
examinarán con la posible brevedad y diligencia los
que sean varones libres, mayores de veinticinco
años, padres o cabezas de familia, que vivan de
sus rentas u ocupación sin dependencia de otro,
que no tengan causa criminal pendiente, que no
hayan sufrido pena difamatoria, que no sean
sordomudos, locos, dementes o mentecatos,
deudores al tesoro público, fallidos o alzados con la
hacienda ajena; y los que resulten con aquellas
cualidades y sin defectos son los que deben
sufragar en la elección primaria”49.

Como se puede analizar la elección de los electores o


apoderados en las parroquias era hecha por autoridades
tradicionales (coloniales) y, de por sí, bastante excluyente;
no sólo porque el elector tenía que vivir de su propia renta
u ocupación, sino también porque ni las mujeres ni la
mayoría de ‘ciudadanos’ cumplían los requisitos exigidos.
Era elegido un elector por cada quinientos habitantes y
otro cuando hubiese un excedente no menor a la mitad.
Las parroquias que no cumpliesen con el requisito mínimo
de población podían elegir un apoderado50. Después se
procedía a realizar un segundo cernido. Los electores de las
parroquias tenían que reunirse en el pueblo cabecera del
corregimiento y presentarse a las autoridades
correspondientes: al corregidor o alcalde. Éstos se
encargarían de revisar los padrones de todas las parroquias
y elegían un elector por cada cinco mil “almas”, y otro por
sí había un excedente de dos mil quinientos, para que los
representara en las elecciones que se harían en la capital
de la provincia, es decir, Santafé. El último cernido ocurría
cuando los apoderados de los corregimientos viajaban a la
capital para elegir a los representantes de los tres poderes
públicos: ejecutivo, judicial y legislativo51.
POMBO, MANUEL y GUERRA, JOAQUÍN. Constituciones de Colombia, Tomo
49

I, Bogotá, Banco Popular, 1986, p. 352. Las cursivas son mias.


50
Ibíd., p. 354
51
Ibíd., pp. 358 y ss. El número de representantes del Cuerpo
Legislativo era de 1/10.000 y otro si hubiere un excedente de

27
Ahora pasemos a examinar cuáles eran los requisitos
exigidos a los máximos representantes del poder público
del Estado monárquico de Cundinamarca. Para ser
senador, según el Título VII, artículo 29, dice: “Para ser
miembro del Senado se requiere, además de las
circunstancias prescritas en el artículo 14 del titulo IV, la
edad de treinta y cinco años cumplidos, con doce años de
residencia en esta provincia, sobre la vecindad adquirida
con cualquiera otro título; y tener un manejo, renta o
provento equivalente al capital de diez mil pesos” 52.

Asimismo para ocupar otros cargos (altos y medios) se


exigían requisitos que, si bien no expresan la cuantía, sólo
muy pocos ciudadanos los reunían: las élites (políticas,
económicas y sociales)53. De manera que, con tales
requisitos y formas de proceder en las elecciones para
elegir tanto apoderados -que eran miembros de los grupos
de poder de sus respectivos entes territoriales- como

5.000, p. 360.
52
Ibíd.., p. 347. Las cursivas son mías. El art. 14 del Titulo IV dice:
Para ser miembro de la Representación Nacional se requiere
indispensablemente ser hombre de veinticinco años cumplidos,
dueño de su libertad, que no tenga actualmente empeñada su
persona por precio, y si lo estuviera por voto, se considerará
absolutamente impedido para la parte ejecutiva y para entrar a
las corporaciones de censura judicial, quedando expeditos por sí
y con arreglo a los cánones, los religiosos y los individuos del
clero secular para tener representación en el Colegio Electoral y
en el Cuerpo Legislativo, siempre que los Regulares sean
prelados o se hallen en alguna especie de emancipación con
carácter o ministerio público. Tampoco pueden ser miembros de
la Representación Nacional los dementes, sordomudos (…) ni los
que vivan a expensas de otro en calidad de sirvientes
domésticos, ni los que carezcan de casa abierta, ni los que hayan
dado muestras positivas de ser opuesto a la libertad americana
y consiguiente transformación del Gobierno, p. 321
53
En la constitución republicana de 1812, por ejemplo, enfatiza
que “para ser miembro del Poder Ejecutivo se requiere… tener
una renta o manejo… equivalente a cuatro mil pesos. Véase:
POMBO & GUERRA, op. cit., Tomo II, p. 33. Es de aclarar que tal suma
de dinero para este tiempo es elevada y que muy pocos la
poseían.

28
representantes de los poderes públicos se buscaba
equilibrar las balanzas tanto de los poderes locales como
provinciales. El número reducido de representantes por
parroquias, villas, ciudades, corregimientos y provincias, no
dejó contentos a algunos sectores sociales de los entes
territoriales que querían mayor participación, y por el
contrario veían en detrimento sus privilegios.

Para no quedarnos sólo con el ejemplo de la constitución


monárquica de Cundinamarca -que a propósito no duraría
más de un año; pues el 7 de abril de 1812 la constitución
de Cundinamarca tomó el modelo republicano, en el que
los requisitos exigidos para elegir y ser elegido no variaron
mucho54-, pasemos ahora a analizar los requisitos y
procedimientos que se esbozan en la constitución del
Estado de Cartagena de Indias. Los procedimientos para la
elegir y ser elegido están estructurados, más o menos,
como los que se enuncian en la constitución de
Cundinamarca, lo que cambia es la denominación de
algunos entes territoriales55. En cuanto a los requisitos,
según el Título IX, de las elecciones, eran:

“Artículo 1. Todo ciudadano que tenga las


cualidades prescritas por la constitución, tiene
derecho a concurrir por sí, o por medio de su
apoderado, a la elección de los funcionarios
públicos.
2. Las cualidades necesarias para tener en ejercicio
este derecho, son: la de hombre libre, vecino,
padre o cabeza de familia, o que tenga casa
poblada y viva de sus rentas o trabajo, sin
dependencia de otro; y serán excluídos; los
esclavos, los asalariados, los vagos, los que tengan
causa criminal pendiente, o que hayan incurrido en
pena, delito o caso de infamia, los que en su razón
padecen defecto contrario al discernimiento, y
finalmente aquellos de quienes conste haber
54
Ibíd. Tomo II, Los requisitos para ser Senador, prácticamente no
cambiaron. Véase Título IV, art. 75, p. 28. También una buena
parte del art. 14 del Título IV siguió igual. Véase Titulo III Art. 8,
pp. 15 y s.
55
Ibíd. Tomo II. Véase pp. 152 y ss.

29
vendido o comprado votos en las elecciones
pasadas”(sic) 56.

Tales requisitos, igualmente que los de las dos


constituciones de Cundinamarca, excluyen a las mujeres y
a un buen número de la población. Los requisitos que se
requerían para ser miembro de los altos cargos
burocráticos se expresan en el Título IV, de la Convención
General de Poderes, artículo 6:

“Para ser miembro de la Convención de


Poderes, a más de las cualidades que exige el
desempeño de sus respectivas funciones, se
requiere general e indispensablemente ser hombre
libre con vecindad lo menos de seis años, en
cualquiera de las provincias de la Nueva Granada y
domicilio actual en ésta; propietario o que viva de
sus rentas sin dependencia ni a expensas de
otro”57.

De las tres constituciones examinadas se puede


observar que la representación local (villas, ciudades
secundarias, parroquias o sitios) era reducida y bastante
exclusoria. De ahí que los sectores sociales dominantes de
estos entes territoriales, por lo general, buscaran
emanciparse de sus cabeceras municipales o capitales;
pues si se declaraban independientes y soberanas e incluso
si buscaban afianzar un aliado que les brindará mayor
autonomía era mucho más ventajoso para sus intereses
políticos y económicos. Por ejemplo, ese fue el caso de
Mompox que en 1810 se independizó no sólo de la Corona
sino también de Cartagena. Y como ésta última reaccionó
ante tal hecho con amenazas de represión e invasión, los
momposinos se aliaron al proyecto que lideraba la
provincia rival de Cartagena: Santafé. Sin embargo,
Mompox no fue el único caso, como bien señala Catalina
Reyes, “en el occidente Cartagena debió enfrentar a los
realistas surgidos en su propio territorio. En 1813 los
pueblos de la sabana de Corozal y riberas del río Sinú no

56
Ibíd., p. 151. Cursivas mías.
57
Ibíd. p. 110. Cursivas mías.

30
aceptaron la declaratoria de independencia total de
Cartagena y procedieron a jurar lealtad a Fernando VII y
obediencia al Consejo de Regencia”58. Estos pueblos
procedieron a realizar sus alianzas con Santa Marta que era
una provincia realista. En otras provincias que tampoco
declararon su independencia de España como Panamá,
Veraguas, Río Hacha y Pasto, los sectores sociales
dominantes o subalternos de estos entes territoriales
también defendían sus intereses; ya fueran políticos,
económicos o sociales.

Hasta aquí la hipótesis planteada y que se ha tratado de


verificar es que los conflictos entre los diferentes grupos
sociales, como entre los entes territoriales, fueron un factor
clave en la fragmentación del poder en el Virreinato de la
Nueva Granada y esto se exacerbó en el momento de las
independencias. Así, al desaparecer el elemento
cohesionador, que era la Corona, la unidad que había en el
Virreinato se tornó aún más débil. Asimismo, hemos visto
que al momento de las independencias se dio una eclosión
de autonomías y soberanías que estaban ligados a los
intereses políticos, económicos y sociales de las elites y
sectores subalternos locales, provinciales o
interprovinciales. Esta gran maraña de intereses entre los
diferentes sectores sociales que se asentaban en los
diferentes entes territoriales es compleja y los estudios
realizados al respecto son pocos.

c. Los conflictos y algunas de sus características: los


proyectos hegemónicos

En el momento de las independencias, los primeros


conflictos bélicos surgidos no fueron directamente o,
precisamente, contra la Corona. Como bien señala Clement
Thibaud, “los pueblos rivalizan para lograr la preeminencia
regional o para resistirse a la “tiranía” de la capital
provincial”59. Es así como, por ejemplo, observamos
algunos de los conflictos ya mencionados:
Cartagena/Mompox, Cartagena/ Cundinamarca,

REYES, CATALINA. “Soberanías…”, p. 189


58

THIBAUD, CLÉMENT, op, cit. p. 36


59

31
Socorro/Cundinamarca, Tunja/Sogamoso y así
sucesivamente. En otras palabras, los conflictos que
predominaron durante la primera fase independentista
(1810-1816) fueron las guerras intestinas. Estos primeros
conflictos de la etapa emancipatoria en la Nueva Granada
son vistos, por Thibaud, como pertenecientes al mundo
prerrevolucionario, ya que “son rivalidades entre cuerpos
antiguos, pueblos, familias más o menos prominentes que
se expresan con poca violencia, en interminables sitios
donde se intentaba negociar frecuentemente, más aún, son
combates que se libraban sobre un fondo de amistad y de
identidad común española”60. Sí bien es cierto que la
guerra no había adquirido un carácter moderno, no
podemos sostener enfáticamente lo de una identidad
común española, puesto que posturas como la de Fermín
de Vargas o Antonio Nariño a finales de la colonia sostienen
un referente de identidad neogranadina, que se aparta de
la española61. En lo que si estaría de acuerdo con Thibaud
es que estos conflictos se definen claramente como
guerras cívicas; sin embargo no estaría de acuerdo en
afirmar que estas guerras eran propias del mundo antiguo,
según él, estarían ajenas “al momento político de la
ruptura revolucionaria (…) la guerra cívica ni se origina en
una guerra previa de una identidad nacional ni la puede
generar”62. Lo anterior conlleva a reflexionar el punto de sí,
efectivamente, tales guerras cívicas promueven o no un
sentido de identidad nacional. En primer lugar es de aclarar
que la identidad nacional en esos momentos no era como
la definimos hoy día, es más no se utilizaba tal término. No
obstante, si hiciéramos una referencia de la identidad que
empezaban a tener los nuevos ciudadanos con respecto a
la nueva nación (moderna), ésta estaría más bien enfocada
a los entes territoriales provinciales o locales. Sin embargo,
incluso, en la primera fase independentista, observamos
que hay esfuerzos por parte de algunos criollos de la élite
60
Íbíd., p. 38
61
Al respecto Véase KÖNIG, HANS, op. cit., pp. 114 y ss., 147 y ss.
También véase: ORTIZ, SERGIO ELÍAS. Colección de Documentos para la
Historia de Colombia. Bogotá, 1965. El autor compila varios
documentos que dan cuenta de los procesos por subversión que
se le siguieron a Fermín de Vargas y a A. Nariño, pp. 13-78.
62
Ibíd., p. 39

32
por tratar de las sentar bases de concebir una nación o
patria más allá del territorio de donde se nació. Es así
como, por ejemplo, encontramos que en el primer
Congreso del Reyno llevado a cabo el 27 de septiembre de
1811 por los representantes de las provincias soberanas de
Antioquia, Cartagena, Neiva, Pamplona y Tunja buscaban:

“unirse en a una asociación federativa, que


remitiendo a la totalidad del gobierno general las
facultades propias y privativas de un solo cuerpo de
nación reserve para cada una de las provincias su
libertad, su soberanía y su independencia, en lo que no
sea de interés común, garantizándose a cada una de
ellas estas prerrogativas y la integridad de sus
territorios, cumpliendo con este religioso deber y
reservando para mejor ocasión o tiempos más tranquilos
la constitución que arreglará definitivamente los
intereses de este gran pueblo”...63.

En primer lugar, cabe destacar que se empezaba a


romper la concepción del concepto medieval de nación,
que estaba relacionado con el lugar de nacimiento. Y lo que
se propone en tal congreso es crear una nación (política)
moderna que trataba de vincular a los diferentes sectores
sociales de los entes territoriales de una buena parte de lo
que era el virreinato de la Nueva Granada a unirse en una
confederación de Estados soberanos. En segundo lugar,
con esta acta se daba nacimiento a la Confederación de las
Provincias Unidas de la Nueva Granada. Y como se puede
observar las provincias participantes se constituían es
Estados soberanos e independientes que sólo relegaban
una parte de su soberanía al Congreso de la Unión. Para
evitar los problemas de la eclosión de autonomías y
soberanías el Congreso decreto en el artículo 2:

“Son admitidas y parte de por ahora de esta


confederación todas las provincias que al tiempo de la
revolución de la capital de Santafé, en 20 de julio de
POSADA, EDUARDO, Congreso de las Provincias Unidas, 1811-1814.
63

Tomo I, Bogotá, Fundación Francisco de Paula Santander, 1989,


p. 1. El subrayado es mío.

33
1810, eran reputas como tales, y que, en continuación y
en uso de este derecho, reasumieron, desde aquella
época, su gobierno a administración interior, sin
perjuicio no obstante de los pactos o convenios que
hayan hecho o quieran hacer algunas de ellas y que no
se improbarán en lo que no perjudique la Unión”64.

Sin embargo, el naciente Congreso no tenía la suficiente


fuerza para aplacar los fuertes intereses locales y
provinciales de vieja data. Así que la unidad no duraría
mucho porque, como mostraré más adelante, pronto se
empezó a disolver65. Por un lado, este proyecto trató de
solucionar el problema de la fragmentación del poder
mediante una unidad donde se le reconocía a los
principales entes territoriales su autonomía y soberanía y la
igualdad ante las demás. Sin embargo, las nacientes
provincias, ciudades y villas que deseaban liberarse de sus
cabeceras o capitales- provinciales no quedaron conformes
con tal pacto y algunas formarían alianzas más adelante
con el otro proyecto hegemónico: el de Cundinamarca. El
Estado de Cundinamarca después del segundo Congreso
realizado en Villa de Leyva, en 181266, decidió separase de
la Unión. Al Cundinamarca separarse de la Unión aceptó
pactos y alianzas de anexión de entes territoriales de la
provincia de Tunja y Pamplona, que hacían parte de la
Unión. Además anexó a otros entes territoriales por la
fuerza. La anterior situación condujo a que estos dos
proyectos resolvieran sus diferencias por la vía armada.
Dos de las batallas más representativas fueron la ocurrida
en 1813 en Santafé, con triunfo para el Estado de
Cundinamarca y el consecuente reconocimiento por parte
del Congreso de las Provincias de los tratados impuestos
por Cundinamarca. Estos se expresaron en 6 artículos en

64
Ibíd., p. 2
MÚNERA, op. cit, a través de su ensayo realiza un sugestivo
65

análisis sobre el problema de la unificación política, en la


construcción del Estado en Colombia, durante el período
independentista.
66
Las provincias que enviaron sus representantes al Congreso
fueron: Antioquia, Cartagena, Casanare, Cundinamarca,
Pamplona, Popayán y Tunja. Véase, en: POSADA, EDUARDO, Congreso
de las Provincias Unidas, pp. 49 y ss.

34
los que se ratificaba los lazos de amistad, paz, apoyo y
reforzamiento militar67 y diálogos entre las partes. No
obstante, tales acuerdos no durarían mucho; pues, con la
segunda batalla ocurrida en 1814, las fuerzas de la Unión
lograron someter al Estado de Cundinamarca. Así, éste fue
adherido al proyecto confederal. De esta manera el
objetivo de los representantes del Congreso, que era
fortalecer la “unidad” parecía llevarse a cabo; pero lo cierto
es que internamente se desarrollaban distintos conflictos
que el Congreso de la Unión muy poco pudo hacer para
resolverlos. Camilo Torres señalaba algunos de los
problemas refiriéndose a los intereses y mezquindades de
los ciudadanos de Cundinamarca que “no quieren la
unión”68. Aunque, los conflictos e intereses entre los
diferentes sectores sociales - dominantes y subalternos-
también afectaban la unidad de las Provincias Unidas; ya
que las disputas y luchas entre los distintos entes
territoriales, así como entre militares venezolanos y
neogranadinos, eran problemas cotidianos.

Por otro lado, la disolución de los proyectos republicanos


comenzó con el regreso del rey Fernando VII al trono, en
1814, y la decisión de éste de recuperar los territorios en
ultramar. Para ello, la Corona española organizó una
Expedición militar, que saldría al mando del General
Morillo. Tal Expedición salió de España a comienzos de
1815 y a finales del mismo año ya tenía control sobre
buena parte de los territorios que antes controlan las
fuerzas patriotas. Según Rebeca Earle, el Ejército
Expedicionario fue bien recibido por la gente, quienes los
veían como sus salvadores; sin embargo éstos cometieron
diversos atropellos contra la población, en la que ni las
mismas autoridades se salvaron de tales abusos69. Eso, sin

POSADA, EDUARDO,
Congreso de las Provincias Unidas, p. 103 y ss.
67

POSADA, EDUARDO,
Congreso de las Provincias Unidas 1814-1816,
68

Tomo II, pp. 26 y ss.


EARLE, REBECA, “Popular participation in the wars of independence
69

in New Granada”, en: MCFARLANE, ANTHONY y POSADA –CARBO, EDUARDO


(Eds), Independence and Revolution in Spanish America:
Perspectives and problems, London, University of London and
Institute of Latin American Studies, 1999, pp. 96 y ss.

35
lugar a dudas, les fue quitando el apoyo de la población.
Otros elementos que permiten entender y explicar el
debilitamiento del Ejército Expedicionario son: las
inclemencias climáticas y las fugas de la soldadesca.

En fin, con la reconquista (1816-1819) gran parte de los


líderes republicanos tanto locales como provinciales que no
huyeron fueron fusilados o asesinados. Y los escasos
reductos patriotas se concentraron en los llanos orientales
y sus alrededores. Desde allí las fuerzas patriotas
empezaron a reorganizarse para enfrentar a las fuerzas
españolas en lo que será la segunda fase independentista
(1819-1824) y que dará paso al proyecto de la República de
Colombia (1819-1830). En esta segunda fase Simón Bolívar
y otros líderes republicanos lograron articular las fuerzas
patriotas contra el enemigo en común: España. Sin
embargo, los conflictos, ya señalados, no habían
desaparecido y seguían gestándose al punto de que, al
momento de desaparecer el enemigo externo, los conflictos
volvieron a exacerbarse y las disputas nuevamente
cambiarían el mapa político administrativo del antiguo
territorio del Virreinato.

IV. Conclusiones

Como observamos desde el establecimiento del


Virreinato de la Nueva Granada la fragmentación del poder

36
era un problema central en la organización político-
administrativa del Virreinato. El Estado colonial no pudo
establecer un control y organización político -administrativo
efectivo en los vastos territorios del Virreinato.

Durante el período colonial tardío en los entes


territoriales del Virreinato se fueron desarrollando conflictos
y disputas entre los poderes locales y provinciales que, por
lo general, terminaron exacerbándose en el momento de
las independencias. Este problema es, comúnmente,
mostrado por la bibliografía como consecuencia de
conflictos y peleas “bobas”, surgidas en ese momento. Sin
embargo, el problema es que no explican la forma en que
se dio la transición del Estado colonial a los Estados
republicanos surgientes. Y es por ello que hablamos de la
eclosión de diferentes proyectos de Estado y nación, que
iban de lo local, lo provincial y lo interprovincial.

Los conflictos desarrollados en el período colonial tardío


pueden ayudar a comprender, interpretar y explicar mejor
el porqué de los conflictos intestinos durante la primera
fase independentista. Lo anterior puede contribuir a
realizar reinterpretaciones sobre el problema de la
construcción del Estado-nación en Colombia. Tal problema,
por lo general, se aborda como un hecho de que la
construcción del Estado nacional tenía que establecerse
dentro de lo que era la jurisdicción territorial del Virreinato
o, de por lo menos, de la jurisdicción de la Real Audiencia
de Santafé. Así, lo anterior impide observar otros proyectos
de Estado y Nación que trataron de llevarse a cabo desde
lo local, lo provincial o interprovincial. Además de examinar
con más detenimiento los intereses políticos, económicos y
sociales que tenían los diferentes sectores sociales
dominantes y subalternos en tales proyectos.

37
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