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PARRAFOS

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Una de las características más distintivas del Budismo con respecto a la idea del karma o
destino es que reconoce el papel de la libre voluntad.
La esencia del Budismo yace en ver el karma como la responsabilidad de cada persona; de eso
se trata el “camino interior”.

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Otra característica distintiva del Budismo de Nichiren con respecto al karma o destino es que se
centra intensa y rigurosamente en el “yo”. Enseña que cada uno debe reflexionar
profundamente sobre su destino y trabajar para cambiarlo, empleando el poder de Nam
Myoho Rengue Kyo, que todas las personas poseemos en nuestro interior.

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Hay dos grandes formas de enfrentar las dificultades de la vida. Hay personas que, ante los
problemas, sienten frustración y enojo con el mundo que los rodea. Y hay otras que, en cambio,
utilizan esa situación para cultivar su espíritu y crecer. Por eso es extremadamente importante el
concepto y ejercicio práctico de la “revolución humana”, o transformación interior como seres
humanos. Si descuidamos nuestro crecimiento, cuando surja en nuestra vida un gran obstáculo,
seguramente nos sentiremos “víctimas”. Sin embargo, para impedir que esto suceda, debemos
iniciar una profunda reflexión interior y luchar sin descanso en pos de nuestro crecimiento
personal.

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No nos centramos en el karma o destino sólo para saldar nuestra “deuda kármica” y cerrar el
balance en cero. Nuestro objetivo es convertir nuestra “cuenta negativa” en un gran “saldo
positivo”. Y lo que hace posible este cambio es la naturaleza de Buda que existe nuestro interior.
El desafío de transformar el destino está respaldado por nuestra firme convicción en la
Budeidad inherente a la vida humana.

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El karma negativo se subsume en el estado de Budeidad y la fuerza de este actúa purificándolo.
La aparición del estado de Budeidad es como la salida del Sol. Cuando se produce el amanecer
en el Este, las estrellas que hasta ese momento habían titilado en el cielo nocturno, en cuestión
de instantes, dejan de ser visibles y hasta nos dan la impresión de haber desaparecido. No es que
hayan dejado de existir, pero, así como la luz de las estrellas y la luna parece desvanecerse
cuando sale el Sol, cuando irrumpe el estado de Budeidad en nuestra vida, dejamos de sufrir los
efectos negativos correspondientes a cada falta negativa cometida en el pasado.

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Todos tenemos nuestro destino. Pero cuando lo miramos de frente y comprendemos su
verdadero significado, cualquier problema puede servirnos para construir una vida mucho más
rica y profunda. Y nuestro esfuerzo por batallar contra el destino es ejemplo de inspiración para
muchas personas. En otras palabras, cuando convertimos nuestro karma en misión,
transformamos nuestro destino; en lugar de permitirle que desempeñe un papel negativo, le
damos una función favorable.

El Budismo de Nichiren Daishonin, basado en el principio de la


simultaneidad entre las causas y los efectos, enseña que podemos
transformar nuestro destino y que, además, cuando lo hacemos,
cambiamos el destino de la sociedad. Daisaku Ikeda
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