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Søren Wichmann
Leiden University & Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology
1
Quiero agradecer a Yásnaya Elena Aguilar quién me ha ayudado hacer una búsqueda preliminar de
los datos del Censo Nacional de la Población. Se debe mencionar que estos datos sólo toman en cuenta
hablantes mayores de 5 años.
FAMILIA SUBGRUPO LENGUA HABLANTES
2
Este número probablemente está muy exagerado.
3
El censo de 2000 también registra 82 hablantes de “cochimí”, pero probablemente son hablantes de
Kumiai, cf. Gordon (ed.) (2005). Tal vez implica que el número de 161 hablantes de Kumiai se debe
incrementar.
4
Observación personal. El censo registra 178, número que con certeza está exagerado y que
probablemente se debe a un sentimiento fuerte de etnicidad. Al lado estadounidense de la frontera
también hay unos cuantos hablantes, pero probablemente menos que en México.
5
En el censo hay aproximadamente 814 personas que declararon hablar chontal sin especificar si de
Oaxaca o Tabasco y que se encuentran fuera de Tabasco y de Oaxaca, por lo que es imposible saber
dónde sumarlos.
6
Este número proviene de Gordon (ed.), mientras que el censo indica sólo 40 hablantes. Es muy
probable que este número tan bajo se debe a que algunos lacandones se consideran ‘mayas’ dando
lugar a una confusión de mayas yucatecos y lacandones en los datos del censo.
7
Hay una población de 41,588 en Guatemala según Gordon (2005).
8
Hay una población de 77,700 en Guatemala según Gordon (2005).
9
Hay una población de 88,700 en Guatemala según Gordon (2005).
10
La población de hablantes de diferentes dialectos de mame de Guatemala llega a más que 500,000
(Gordon 2005).
11
Hay una población de alrededor de 18,000 en Guatemala (Gordon 2005).
12
Hay una población de alrededor de 231,000 en Guatemala (Gordon 2005).
13
Hay una población de 450,900 en Guatemala (Gordon 2005).
14
Hay una población de 2,333,026 en Guatemala (Gordon 2005).
15
Hay una población de alrededor de 400,000 en Guatemala (Gordon 2005).
2
Mazateco 214,477
Popolocano Popoloca 16,111
Chocho 992
Ixcateco 351
Mixteco [32 variantes16] 446,236
Mixtecano Triqui (trique) [2-3 variantes17] 20,712
Amuzgo [2 variantes18] 41,455
Cuicateco 13,425
Zapotecano Chatino [5 variantes19] 40,722
Otomangue Zapoteco [38 variantes20] 452,892
Otomí [6 variantes21] 291,722
Mazahua 133,430
Otopame Matlatzinca 1,302
Ocuilteco (tlahuica) 466
Pame [diferentes variantes] 8,312
Chichimeco (chichimeco-jonaz) 1,645
Chinanteco Chinanteco [14 variantes22] 133,374
Tlapaneco- Tlapaneco [7 variantes23] 99,389
Subtiaba
16
Smith Stark (1994).
17
Smith Stark (1994:26).
18
Egland (ed., 1978).
19
Egland (ed., 1978).
20
Egland (ed., 1978).
21
Bartholomew (1994:335-6).
22
Merrifield (1994:189).
23
Me refiero a las 6 variantes de Weathers (1976) más él de Azoyú.
24
Existe un número más grande de hablantes en EEUU.
3
Popoluca de Oluta (oluteco) 20-3025
Popoluca de Sayula (sayulteco) 4,09126
Mixeano Mixe bajo 32,26427
Mixe medio 25,847
Mixe alto del sur 27,544
Mixe alto del norte 4,545
Mixe-zoque Zoque de Chiapas 47,54428
Zoque de Santa María Chimalapa 2,00729
Zoqueano Zoque de San Miguel Chimalapa 1,91330
Popoluca de la Sierra 33,74731
Popoluca de Texistepec (texistepequeño) 100-20032
Zoque de Ayapa 233
25
Estimado personal.
26
Hablantes de “popoluca” en Sayula de Alemán según el censo más 10.6% de hablantes de
“popoluca” fuera de zonas “popolucas” = la proporción de hablantes de popoluca de Sayula entre la
totalidad de “popolucas”.
27
Para todas cuatro lenguas “mixes”, es decir lenguas que pertenecen a la rama mixeana de Oaxaca de
las lenguas mixe-zoques hemos sumado números de hablantes de los diferentes municipios y pueblos
que corresponden a estas lenguas según Wichmann (1995). El censo no reconoce más que una sola
lengua “mixe”.
28
Hablantes de “zoque” en Chiapas (41609) más 92.4% de hablantes de “zoque” fuera de zonas zoques
= la proporción de hablantes de zoque de Chiapas entre la totalidad de “zoques”.
29
Hablantes de “zoque” en San Miguel Chimalapa (1757) más 3.9% de los 6423 “zoques” fuera de las
regiones “zoque”-hablantes.
30
Hablantes de “zoque” en San Miguel Chimalapa (1675) más 3.7% de los 6423 “zoques” fuera de las
regiones “zoque”-hablantes.
31
El censo no distingue entre las cuatro diferentes lenguas que llevan “popoluca” como parte de sus
designaciones. El número dado corresponde al del censo para las comunidades donde se habla Sierra
Popoluca más 87.7% de los “popolucas” no especificados que residen fuera de las zonas donde se
hablan las lenguas “popolucas”. Este porcentaje corresponde a la proporción total de “popoluca”-
hablantes que hablan Sierra Popoluca.
32
Estimado personal. El censo de 2000 da el número 436, que representa un incremento respecto al
censo de 1990. Ambos números con certeza están exagerados.
33
Observación personal. Adicionalmente puede haber algunos medio-hablantes.
34
Según datos de Gordon (2005). Se utiliza también la lengua entre muchas personas no sordas.
4
Un mapa
El mapa en fig. 1 da una impresión de las localizaciones de las diferentes lenguas
indígenas de México.35 Por razones prácticas se ha basado el mapa en los datos de
Gordon (2005), donde en muchos casos lo que normalmente se considera un dialecto
se trata como una lengua. Es decir, el mapa es menos conservadora en cuanto a la
cantidad de lenguas distintas que el alistado que dimos arriba. Cada punto en el mapa
corresponde a una ‘lengua’ en Gordon (2005). Las posiciones de los puntos
corresponden aproximadamente a los centros de las regiones donde se hablan las
lenguas.
35
Le debo muchas gracias a Hans-Jörg Bibiko por su ayuda en la producción del mapa.
5
seris en 1951 según Gordon (2005). Hoy en día el número se ha más que doblado. Y
los hablantes de cucapá, aunque son muy pocos, tienen una edad promedio de 41 años
y la lengua todavía se aprende por unos pocos niños. Sin embargo, todas las lenguas
mencionadas están en peligro más o menos inmediato de desaparecer.
Entre estas lenguas, las del grupo yuma se destacan por constituir una entidad
genética entera en vía de desaparición. Se encuentran también lenguas yumas al lado
estadounidense de la frontera, pero la situación con las lenguas yumas allá no es
menos dramática. Sólo una lengua, havasupai-walapai-yavapai, tiene más que 1,000
hablantes, las demás (mohave, maricopa, quechan) todos tienen menos que 200.
Obviamente urge con la documentación de las lenguas más amenazadas que
todavía no están descritas de manera suficiente. Mientras que sí existen gramáticas,
diccionarios y collecciones de textos sobre cucapá, seri, oluteco y texistepequeño
todavía hay más que se puede hacer, y el estado de documentación de kikapú, paipai,
kumiai, kiliwa, lacandón, motocintleco, ixcateco, ocuilteco y zoque de Ayapa es muy
pobre.
Existen también diferentes lenguas o dialectos de los grupos grandes como
mixteco, zapoteco, otomí, chinanteco o tlapaneco en vía de extinción. La existencia de
tantas variantes, sean lenguas o dialectos, lo hace difícil ver con claridad dónde urge
más la documentación.
Documentación de lenguas amenazadas sólo es un aspecto del trabajo
lingüístico necesario. Es de igual importancia documentar lenguas que todavía se
utilizan en la comunicación diaria y que prestan la posibilidad de mirar todos los
aspectos de la lengua, incluso diferentes géneros de habla, como el diálogo, el
lenguaje de niños, discurso ritual, etc.
6
perro el hombre, (2) nombres relacionales, es decir el uso de partes del cuerpo en
formas poseídas para expresar relaciones espaciales, por ejemplo mi-cara = ‘en frente
de mí’, (3) sistema de enumeración vigesimal, donde ‘veinte’ es la base más
importante para la composición de números grandes, (4) posición no final del verbo
dentro de la claúsula, (5) un número de calcos, o sea expresiones que se han traducido
de una lengua a la otra, por ejemplo ‘boa’ = serpiente-venado.
Acaba de publicarse un atlas de estructuras lingüísticas del mundo
(Haspelmath et al., eds., 2005) que nos deja examinar la hipótesis de la existencia de
un área lingüística mesoamericana desde un perspectiva mundial. Ahora vamos a ver
algunos mapas de esta publicación. Empezamos con los que tienen a ver con los
rasgos 1, 3 y 4 de Campbell et al. (el segundo y quinto rasgo no están incluídos en
Haspelmath et al., eds.)
El orden poseído-poseedor de hecho es muy característico de las lenguas de
Mesoamérica y ausente en lenguas avecinadas, como se puede ver en el mapa en fig.
2.
Fig. 2. Orden de poseedor y poseído en las lenguas del mundo (Dryer 2005a)
7
Fig. 3. Sistemas de enumeración en las lenguas del mundo (Comrie 2005)
Parece cierto que el tipo verbo-final está ausente y que está presente en varias lenguas
avecinadas. Pero el rasgo no tiene mucho peso, en parte por ser negativamente
definido, en parte porque en muchas otras áreas del mundo la predominación de un
solo orden preferido es mucho más claro. Si echamos una vista sólo a Mesoamerica
8
vemos mucha variación en cuanto al orden de palabras, incluso varias lenguas que no
tienen un solo orden preferido, véase fig. 5.
Entonces tenemos dudas en cuanto al valor del orden entre el sujeto, objeto y verbo
como rasgo importante para la definición de un área lingüística mesoamericana. Pero
podemos reformular el rasco, reduciendo el enfoque sólo al orden entre objeto y
verbo. De esa manera destaca más claramente un área mesoamericana, como se puede
ver en figs. 6-7.
9
Fig. 6. Orden de verbo y objeto en las lenguas del mundo según datos en Dryer
(2005c)
Hay otros rasgos no considerados por Campbell et al. que se pueden añadir al cuadro.
A partir del World Atlas of Linguistic Structures podemos identificar tres nuevos
rasgos cuyas distribuciones coinciden con el área lingüística mesoamericana ya
establecida y un cuarto rasgo que hace destacar varias lenguas de Mesoamerica
respecto al mundo entero aunque no cualquier lengua mesoamericana lo tiene.
El primer rasgo nuevo tiene a ver con pronombres indefinidos. Si hay tal
pronombre, casi siempre va a ser idéntico a la palabra para ‘uno’. Vamos primero a
ver la distribución mundial de este rasgo (fig. 7), y después hacemos un close-up a
Mesoamérica (fig. 8). Luego se ve que este rasgo casi no se encuentra en las Américas
fuera de Mesoamérica, pero que sí es muy típico en Mesoamérica.
10
Fig. 7. Pronombres indefinidos en las lenguas del mundo (Haspelmath 2005a)
11
Fig. 9. La posición de adposiciones en las lenguas del mundo (Dryer 2005c)
12
Fig. 11. Posición de frases interrogativas en las lenguas del mundo (Dryer 2005d)
Fig. 12. Posición de frases interrogativas en las lenguas de Mesoamérica, según datos
en Dryer (2005d)
Un rasgo que es interesante por ser raro en el mundo pero común en Mesoamérica es
la ausencia de expresiones del tipo no vi nada, donde una negación está combinada
con un pronombre negativo indefinido. Tales expresiones son comunes en las lenguas
del mundo, pero varias lenguas mesoamericanas parecen evitar la presencia de una
negación cuando está presente un pronombre negativo. Se portan como alemán, donde
se encuentra oraciones como Ich habe nichts gesehen. En Mesoamerica también hay
13
lenguas que sí las permiten, pero la concentración más fuerte de lenguas en el mundo
que las evitan está en Mesoamérica, como se puede ver en las mapas en figs. 13-14.
14
ejemplos mostrando que la tipología lingüística ha sido influido o informado por el
estudio de lenguas de esa parte del mundo, haciendo mención especial de relaciones
gramaticales.
La primera gramática de una lengua indígena de América que todavía se
conoce es el Arte de la lengua mexicana por el fraile franciscano Andrés de Olmos
(1547). Como es bien sabido, existe una serie de gramáticas tempranas del náhuatl,
donde destacan por calidad las de los jesuitas Rincón (1595) y Carochi (1645).
Náhuatl es una lengua donde las relaciones entre el predicado y sus argumentos – el
sujeto y los objetos – se marcan de una manera muy rígida por medio de elementos
prefijados al predicado y donde hay procedimientos morfológicos plenamente
productivos para incrementar o disminuir el número de objetos que toma el predicado.
Entre estos procesos de derivación se encuentra un mecanismo para añadir un objeto,
que semánticamente representa un beneficiario o maleficiario de la acción o que está
involucrado indirectamente como poseedor del paciente de la acción. Tal categoría no
se conoce en lenguas europeas y fue registrado por la primera vez en el estudio de
Rincón, de donde también proviene el término que hoy en día se ocupa para
denominarlo en otras lenguas del mundo: ‘aplicativo’. Rincón nos proporciona la
siguiente definición: “Verbo applicatiuo es, el que significa la action del verbo, donde
desciende perteniciente a otro, a quien juntamente de nota, atribuiendosela por via de
daño o provecho quitandosela o poniendosela” (Rincón 1595:3.5). Carochi
(1645:3.14.1) básicamente repite la definición de Rincón y da el siguiente ejemplo:
“nitlaqua, como algo, su aplicatiuo es nictlaqualia in notàtzin, como algo a mi padre,
como si tenia fruta, o otra cosa, y se la como”. La construcción aplicativa contribuyó
al reconocimiento de mecanismos formales de cambio de valencia ya en el siglo XVI.
Pero no dejó de conducir a nuevos descubrimientos lingüísticos. Demoró cuatro siglos
hasta que se llegó a comprender que el aplicativo y construcciones relacionadas nos
proporcionan pruebas para distinguir entre dos tipos de lenguas fundamentalmente
distintos: lenguas de objeto primario y lenguas de objeto directo. Si enfocamos en la
forma verbal ni-c-tla-qua-lia en comparación ni-tla-qua (yo-algo-como) vemos que se
ha añadido un prefijo c- y un sufijo –lia, donde este último marca el aplicativo. El
prefijo c- normalmente refiere a un objeto directo de tercera persona, como en ni-c-
poloa ‘lo pierdo’, pero en la forma ditransitiva ni-c-tla-qua-lia ‘se lo como (algo de
él/ella)’ el prefijo refiere al objeto ‘indirecto’. Eso quiere decir que náhuatl es una
lengua que agrupa objetos ‘directos’ y objetos ‘indirectos’ en una sola categoría, que
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se ha llamado ‘objeto primario’ (Dryer 1986). Un paso fundamental hacía el
descubrimiento de esta distinción tipológica fue un estudio de Huichol, otra lengua
yutoazteca de México, que se comporta igual come náhuatl respecto a los objetos del
verbo (Comrie 1982).
Otro aspecto de la tipología de relaciones gramaticales al cual se han mostrado
importantes algunas lenguas de México es el de ergatividad. Al principio de la década
de los setenta varios lingüístas se lanzaron a estudiar las propiedades sintácticas de las
lenguas llamadas ergativas, es decir lenguas donde el objeto de un verbo transitivo
recibe el mismo tratamiento gramatical como el sujeto de un verbo intransitivo y
donde los dos están diferenciados del sujeto de un verbo transitivo. Dentro de Europa
este fenómeno ya se había identificado en el vasco y en la vecindad de Europa en
groenlandés y algunas lenguas del Caucasus. Pero en lenguas mayas se descubrió un
rico laboratorio para estudiar el fenónemo en más detalle (Smith-Stark 1978, Dayley
1981, 1982, Larsen y Norman 1979, y otros).
Si las lenguas mayas se han hecho famosas por ser ergativas, algunas lenguas
otomangues apenas están ganando reconocimiento por tener otra manera de expresar
relaciones entre argumentos verbales, una manera muy diferente de las lenguas
ergativas, pero quizá aún más exótica en comparación con una lengua típica de
providencia europea. Se ha reconocido que en las lenguas mocho (Mock 1982),
amuzgo (Smith-Stark y Tapia García 2002), tlapaneco (Wichmann 1996), popoloca
(Swanton 2005), otomí (Palancar 2005) y matlazinca (T. Kaufman, comunicación
personal) la manera de expresar el argumento de un verbo intransitivo depende del
grado de agentividad que expende el actor al realizar la acción, de tal manera que la
expresión de un argumento agentivo de un verbo intransitivo tiene semejanzas con la
del agente de un verbo transitivo, mientras que un argumento intransitivo pacientivo
comparte rasgos de su expressión con el paciente de un verbo transitivo. También se
encuentran casos relacionados en lenguas mayas de las Tierras Bajas como mopan
(Danziger 1996) y chol (Gutiérrez y Zavala 2005). Este tipo de organización
gramatical, que recientemente se ha denominado ‘alienamiento semántico’ (Donohue
& Wichmann, eds., a aparecer), es bastante común entre las lenguas indígenas de las
Americas, pero apenas se ha empezado a estudiar de una manera sistemática. Varias
lenguas mexicanas, especialmente las de la familia otomangue, ofrecen un campo rico
de investigación de la naturaleza de alineamiento semántico y van a poder
proporcionar una contribución al entendimiento de este tipo de lengua en una medida
16
comparable con la contribución que han proporcionado lenguas mayas al estudio de
ergatividad.
Otro tipo de lengua que cabe mencionar es el tipo de marcación inversa, donde
la expresión de las relaciones gramaticales involucra una jerarquía fija entre
participantes. En la relación no marcada un participante de rango mayor actúa sobre
un participante de rango mayor, por ejemplo primera persona sobre tercera persona.
Cuando se invierte esa relación, se introduce una marcación especial ‘inversa’. Entre
las lenguas que se comporten de tal manera se encuentran las de la familia totonaca y
las lenguas de la rama mixe de la familia mixe-zoque, donde el caso más
profundamente estudiado es el del oluteco. El estudio de esta lengua por Zavala
(2000) ha desarrollado nuestro conocimiento de la tipología de inversión bastante.
En fin, las lenguas indígenas de la República Mexicana han enriquecido
nuestro conocimiento de fenómenos que tienen a ver con relaciones gramaticales
muchísimo; la tipología lingüística hubiera sido bastante empobrecido sin ellas.
Siguiendo haciendo mención de la contribución de las lenguas indígenas de
México a la tipología se puede proporcionar otro ejemplo donde nos encontramos al
náhuatl jugando un papel importante. En un obra famosa publicado en 1836, Wilhelm
von Humboldt desarrolló su visión de la tipología lingüística, que ha servido como un
fundamento para esta rama de la lingüística. Uno de los logros de von Humboldt fue
él de ampliar el eschema de tres tipos distintos de lenguas que había introducido
August Wilhelm Schlegel (1767-1845), es decir las lenguas aislantes, aglutinantes y
flexivas, añadiendo un cuarto tipo, las lenguas incorporantes. La lengua que sirvió a
von Humboldt como prototipo era náhuatl, y cita en su libro (Humboldt
1998[1836]:263-266) los ejemplos ni-c-qua in nacatl ‘yo-la-como la carne’ vs. ni-
naca-qua ‘yo-carne-como’, donde el segundo muestra la incorporación del objeto
dentro del verbo.
Se podría mencionar varias ramas más de la teoría lingüística que se han
alimentado de datos de lenguas mexicanas. La fonología de las lenguas tonales de la
familia otomangue han sido y sigue siendo una gran fuente de fenómenos nuevos e
interesantes. Algunas descripciones clásicas dentro del marco teórico de morfología
estructuralista estaban dirigidas a lenguas como zoque de Chiapas, popoluca de la
Sierra y totonaco. Teorías sintácticos no se han informado tanto de lenguas de la
region, pero esto generalmente se debe a la orientación anglocéntrico de muchas
teorías de síntaxis. Sin embargo, también existen ejemplos de influencia a teorías
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formales de síntaxis de datos de lenguas mexicanos, como por ejemplo estudios sobre
propiedades de lenguas a verbo inicial dirigidos al zapoteco.
Para la lingüística histórica el encuentro con las lenguas indígenas de México
y regiones avecinadas también ha sido importante. Mesoamérica representa la parte de
las Américas donde más se ha hecho en cuanto a clasificación y reconstrucción
utilizando métodos tradicionales, confirmando la validez de estos métodos más allá de
la familia indoeuropea. Pero también se ha desarrollado métodos nuevos trabajando
sobre todo lenguas de México. Por años, Mauricio Swadesh, el inventor de la
glotocronología y lexicoestadística trabajaba en México y en los 1950’s desarrolló sus
nuevos métodos utilizando datos de las lenguas del país. Aunque se recibieron
críticamente por la comunidad de lingüísticas históricas estos métodos siguen
utilizarse y un gran número de investigadores han propuesto varias maneras de
amejorarlos.
18
llamada “isthmica”) van a confirmar algunas de las propuestas de Justeson y Kaufman
respecto a lecturas individuales de signos, pero no cabe duda que avances reales en el
desciframiento van a requerir más tiempo, más cuidado con la argumentación y, sobre
todo, más textos.
El estudio de la escritura maya ha llegado a un punto donde casi todas las
inscripciones se pueden leer, o en su totalidad o por lo menos parcialmente. Después
de los grandes avances en el desciframiento dentro de los últimos décadas del siglo
pasado, este campo de investigación ahora se encuentra en una fase de refinamiento
de interpretaciones lingüísticas de la escritura (Wichmann, ed. 2004) y una
exploración de los diversos aspectos históricos y antropológicos de los textos.
Todavía cabe consolidar la información epigráfica en forma de obras de referencia,
por ejemplo dando transliteraciones y comentarios del corpus, pero tales obras van a
aparecer en un futuro no muy lejana. Uno de los hechos que – de manera positiva –
impide tal desarrollo es que casi mensualmente surgen sorpresas, como últimamente
la de una inscripción del sitio de San Bartolo, Guatemala, que se data a 300-200 A.C.
(Saturno, Stuart & Beltrán 2006). Una fecha tan temprana posiciona de la escritura
maya temporalmente antes de la escritura epi-olmeca y le proporciona una ancianidad
que probablemente es comparable con la de los zapotecas. Cabe la pregunta si existe
una forma aún más temprana de escritura que sea el ancestro común a las escrituras de
los mayas y los zoques.
El estudio de la escritura nahua también ofrece descubrimientos recientes,
aunque éstos tienen a ver con avances en cuanto a la metodología aplicada al
tratamiento de textos ya conocidos más bien que hallazgos de nuevos materiales. En
una serie de escritos aún no publicados (p.ej. Lacadena, s.f.), el epigrafista español
Alfonso Lacadena ha mostrado la naturaleza logosilábica de la escritura nahua,
utilizando como evidencia el uso de signos de valor silábica como complementos
fonéticos a signos que representan morfemas enteras (logogramas). También muestra
que los signos fonéticos todos están derivados de una manera muy sistemática por
medio de la técnica llamada acrofonía. Tradicionalmente la escritura se había
considerado una especie de semi-escritura haciendo uso de “idiogramas” y rebus.
Ahora queda claro que esta escritura se comporta de una manera muy parecida a la de
la escritura maya y, por supuesto, otras escrituras de la gran tradición mesoamericana.
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Palabras finales
Pasamos de las muestras más ancianas del cultivo de lenguas indígenas en México a
la época actual. Quisiera hacer mención final a los hablantes mismos de las lenguas.
Hasta ahora he tomado la posición del científico, haciendo referencia a algunos
aspectos de las lenguas de México que han atraído la atención de la comunidad
científica. Dado mi propio contexto no puedo representar el punto de vista del
hablante. Sin embargo, no cabe duda que el valor que tienen las lenguas indígenas de
México para el entendimiento del lenguaje en general no es nada en comparación con
el valor que tienen para los que las manejan en sus vidas diarias. Contribuyen a sus
identidades, a la conservación de sus valores culturales y a sus maneras de entender el
mundo. Personas mal informadas suelen pensar que la existencia de lenguas
minoritarias representan un obstáculo para progreso en la sociedad. Pero se olvidan el
hecho de que se puede manejar diferentes lenguas para diferentes fines. Para fines
educativos y laborales es útil manejar el español, pero para comunicarse con la familia
y socios del pueblo no se necesita una lengua nacional. La mayoría de la humanidad
maneja dos o más lenguas y siempre ha sido así. Esta diversidad nos presenta con
perspectivas alternativas del pensamiento y interacción que son vitales para la
humanidad. Refleja diferentes adaptaciones al ambiente social que son tan
importantes como las diversas adaptaciones al ambiente natural que siempre ha sido el
talento especial de la humanidad. Tratando de negar que va a existir un futuro en que
de repente no se necesitaría diversidad cultural, incluso diversidad lingüística, sería un
error fatal.
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