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Metamorfismo

Todas las rocas están compuestas por minerales. Cada mineral es estable
dentro de unos valores determinados de presión y temperatura. Si se superan esos
valores, se producen modificaciones en la estructura o la composición de los
minerales. Por metamorfismo se entiende un conjunto de cambios en la composición
mineralógica de la roca y en su textura que ocurren en estado sólido como
consecuencia de un incremento de presión, de temperatura o de ambos factores
combinados, o por la acción de sustancias químicas que circulan entre los poros de las
rocas (sin cambios en su composición química). Estos cambios son el resultado de la
adaptación de las rocas a unas nuevas condiciones.
Para hablar de metamorfismo es condición indispensable que los cambios
mineralógicos no afecten a la composición química global: es decir, los componentes
químicos se redistribuyen formando minerales nuevos, pero sin que se produzca
adiciones o sustracciones de elementos en la totalidad de la roca.
Las rocas que así se originan reciben el nombre de rocas metamórficas, y se
han podido formar a partir de rocas sedimentarias, ígneas o, incluso, a partir de otras
rocas metamórficas.
Roca inicial + presión + temperatura + fluidos = roca metamórfica
Durante el metamorfismo, las rocas suelen estar sujetas simultáneamente a los
tres factores metamórficos (calor, presión y fluidos químicamente activos); sin
embargo, el grado de metamorfismo y la contribución de cada factor varia mucho de
un ambiente a otro.
El metamorfismo se produce de manera incremental, desde un cambio
ligero (grado bajo) a cambios notables (grado alto).
La roca metamórfica así formada se parecerá a la roca inicial si los tres agentes
que han intervenido (presión, temperatura y fluidos) lo han hecho con escasa
intensidad; se dice entonces que la roca inicial ha sufrido un grado de metamorfismo
pequeño.
Por el contrario, si el grado de metamorfismo ha sido alto, la roca metamórfica
no se asemejará a la inicial.

Factores del metamorfismo:


Los cambios generados en el metamorfismo vienen condicionados por la
variación de factores como la temperatura, la presión y la presencia de fluidos.
El incremento de la presión provoca cambios en las propiedades físicas de
las rocas, reduce su volumen, favorece la formación de minerales con estructura más
densa y facilita su comportamiento plástico. La presión, como la temperatura, también
aumenta con la profundidad.
La presión a la que está sometida una roca inicial puede ser de dos tipos:
presión litostática o de confinamiento, que actúa por igual en todas las
direcciones y se debe a la profundidad a la que se encuentre la roca, esto es, al peso
de los materiales que tiene por encima y a su alrededor (las rocas enterradas están
sometidas a la fuerza, o esfuerzo, ejercida por la carga que tienen encima); y presión
dirigida, causada por fuerzas constantes que actúan en una dirección determinada
(fuerzas tectónicas direccionales). Lo más frecuente es que esas fuerzas diferenciales

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sean compresivas y actúen para acortar un volumen de la roca. En algunos ambientes,
sin embargo, los esfuerzos son tensionales y tienden a alargar, o separar, las masas
rocosas. Los esfuerzos diferenciales también pueden cizallar una roca. El cizallamiento
es similar al deslizamiento que se produce entre los naipes cuando se sostiene una
baraja entre las manos y deslizan aquéllos en direcciones opuestas, cizallando la
baraja.
También hay que considerar la presión
que ejercen los fluidos en los poros de la
roca.

Las presiones dirigidas provocan la reorientación de los cristales prismáticos o


laminares, que se dispondrán según planos perpendiculares a la dirección de los
esfuerzos. La foliación, o disposición en láminas, característica de muchas rocas
metamórficas, tiene este origen.
La temperatura es uno de los principales factores que intervienen en el
metamorfismo. Provoca cambios mineralógicos que, con frecuencia, son activados por
la pérdida de agua y le intervención de fluidos. El intervalo de temperaturas propias
del metamorfismo oscila entre un valor mínimo de 150º C, por debajo del cual se
sitúan los procesos de diagénesis característicos de las rocas sedimentarias, y un valor
máximo que se sitúa en el comienzo de la fusión (entre 700 y 1000º C dependiendo
del tipo de roca y de la presión).
El aumento de la temperatura que interviene en el metamorfismo se debe,
fundamentalmente, a tres causas:
• La proximidad de la roca inicial a un foco magmático (que puede encontrarse a
más de 1200º C).
• El gradiente geotérmico de la corteza terrestre (aumento de la temperatura con
la profundidad en el interior de la Tierra), que puede dar lugar a temperaturas
de hasta 1000º C.
• El rozamiento o fricción que se produce en las fallas cuando dos bloques
resbalan, aunque la temperatura alcanzada no suele ser muy elevada.
La presencia de fluidos. Fundamentalmente, agua con iones en disolución facilita
reacciones metamórficas que tienen como consecuencia cambios mineralógicos. Lo
más frecuente es que el fluído sea agua que contenga iones en solución. El agua es
abundante, porque la hay en los poros de prácticamente todas las rocas. Además,
muchos minerales están hidratados (tienen agua asociada mediante enlaces químicos)
y, por tanto, contienen agua dentro de sus estructuras cristalinas.
Cuando se produce enterramiento profundo, las rocas se compactan más,
reduciendo el volumen de sus poros. Por tanto, el agua es expulsada de la roca y
resulta asequible para las reacciones químicas. Además, el calentamiento causa la
deshidratación de los minerales y la liberación del agua. El agua que rodea a los
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cristales actúa como un catalizador al ayudar a la migración iónica. En algunos casos,
el agua promueve la recristalización de los minerales, que forman configuraciones
más estables. En otros casos, el intercambio iónico entre los minerales tiene como
consecuencia la formación de minerales completamente nuevos.
Los primeros efectos de la temperatura y la presión son los
siguientes:
• Brechificación. Es la rotura y trituración de los minerales, que se produce
cuando la presión dirigida actúa sobre las rocas. Se presenta en los planos y
superficies de falla.
• Reorientación. Consiste en la disposición de los minerales en bandas
paralelas, lo que confiere a la roca una hojosidad denominada esquistosidad, tal
como ocurre en las filitas y esquistos. Se debe a la presión dirigida que hace
que los minerales, en especial los de forma laminar, se orientes en dirección
perpendicular a la fuerza actuante.
• Deshidratación. Es la pérdida de agua en la estructura de los minerales,
causada, esencialmente, por la temperatura.
Yeso (CaSO4 x 2 H2O) → anhidrita (CaSO4) + H2O
• Recristalización. Se trata del crecimiento de los minerales de una roca a
partir de otros (de la misma especie) que, a su vez, han decrecido. Este efecto
se produce por la temperatura (más de 250ºC) y, en menor escala, por las
presiones dirigidas. La recristalización del cuarzo y la calcita en las rocas
sedimentarias en que son mayoritarios (la
arenisca y la caliza, respectivamente), da
origen a las rocas metamórficas cuarcita y
mármol, mucho más compactas que las
rocas originales.
• Polimorfismo. Es el cambio de la
estructura cristalina de un mineral estable
a unas determinadas condiciones de
presión y temperatura, cuando varían
ambas, por otra estructura más acorde con
estas nuevas condiciones sin alterar su
composición química. Un caso conocido de
polimorfismo lo constituyen el diamante y
el grafito; ambos minerales tienen la
misma composición química (carbono),
pero diferente estructura cristalina, por lo
que sus propiedades químicas son iguales, mientras que sus propiedades físicas
son distintas. Otro ejemplo son la andalucita, sillimanita y distena (SiO5Al2).
• Reajustes mineralógicos. Es la formación de nuevos minerales, a partir de
otros, debida a la confluencia de los dos agentes al mismo tiempo (presión y
temperatura) y a las reacciones químicas que se producen entre esos
minerales. Un ejemplo de esto es el proceso que tiene lugar cuando en una roca
inicial existen calcita (CaCO3) y cuarzo (SiO2); ambos minerales reaccionan para
dar lugar a otro llamado wollastonita (SiO3Ca). La wollastonita es considerada
un mineral indicador de metamorfismo.
• Blastesis. Es un proceso que implica la destrucción de los minerales
preexistentes y la formación de otros, de diferente composición, estables en las
nuevas condiciones, mediante reacciones específicas por las que se
redistribuyen los componentes químicos de la roca. Como resultado de este
proceso se forman los denominados blastos, que son granos minerales de
formas por lo general muy regulares, y de dimensiones a menudo superiores al
tamaño medio de los minerales de la roca. Un ejemplo de blastesis es la
reacción que se produce entre el cuarzo y la dolomita para dar piroxeno.

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• Migmatización. Tiene lugar cuando las condiciones de presión y temperatura
producen la fusión de algunos de los minerales que forman la roca, quedando
ésta constituida por una fracción fundida, llamada neosoma, que cristaliza
como una roca ígnea (de composición por lo general granítica), y una fracción
residual, denominada paleosoma, enriquecida en minerales oscuros,
ferromagnesianos, con un punto de fusión más alto.
• Aumento de la densidad. La presión reduce los huecos que existen en la
roca y hace que los minerales adquieran un empaquetamiento más denso.
Efecto de los fluidos en el metamorfismo
El proceso metamórfico por el que los fluidos químicamente activos que circulan
en las cercanías de una roca modifican la composición química inicial de sus minerales
se llama metasomatismo. La razón de que el matasomatismo no se incluya en el
mismo apartado que la presión y la temperatura es que este proceso da lugar a
minerales con una composición química diferente a la de los de partida.
El metasomatismo consiste, principalmente, en un proceso de sustituciones
iónicas o cambio muy ligero en la composición química de un mineral original, debido
a que parte de sus átomos son reemplazados por otros de tamaño parecido que se
encuentran en los fluidos activos. Ejemplo: transformaciones de las calizas (CaCO3),
que son rocas especialmente reactivas y en las que pueden formarse minerales como
la dolomita (CO3)2CaMg o la siderita (CO3Fe), al ser sustituido el Ca2+ por Mg2+ o Fe2+.
Tipos de metamorfismo
Los tipos de metamorfismo pueden clasificarse en función de diversos criterios.
Así, atendiendo a la composición química de la roca se distingue:
• Metamorfismo isoquímico. En el que el proceso metamórfico no
cambia la composición química de la roca.
• Metamorfismo metasomático o metasomatismo. En el que
la composición química de la roca final difiere de la inicial. Se produce porque la
presencia de fluidos aporta o elimina ciertos componentes de la roca.
Atendiendo al valor que alcanza la presión y la temperatura se distingue:
• Metamorfismo dinámico o de presión o cataclástico. Se
produce como consecuencia de un incremento de la presión, sin que la
temperatura alcance valores
importantes. Suele generarse en zonas
poco profundas sometidas a presiones
dirigidas (en lugares donde se producen
fallas). Las transformaciones que se
originan son casi exclusivamente de
tipo estructural y textural.
Es el tipo menos común del
metamorfismo y ocurre a lo largo de
zonas de falla. Aquí las rocas se rompen
y pulverizan conforme las rocas situadas
en lo lados opuestos de una falla se
trituran al producirse el desplazamiento de
ésta.
En función de la naturaleza de la roca y de
las condiciones de presión y temperatura
bajo las que tiene lugar el proceso, éste
producirá efectos distintos, debido al
diferente comportamiento mecánico de las
rocas. En el caso de rocas duras en
condiciones de baja presión y temperatura
únicamente se producirá una brechificación
o trituración de la roca, dando lugar a lo
que se denomina brecha o papilla de
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falla (los fragmentos resultantes de la trituración de la roca suelen tener varios
centímetros de longitud). Si el comportamiento de la roca es menos rígido, ya
sea por su naturaleza, o porque las presiones y temperaturas son más elevadas,
se origina una roca parcialmente cementada, que se denomina milonita (los
fragmentos son menores, a veces de dimensiones inferiores a 0,1 mm)(Las
rocas se deforman dúctilmente, lo que genera granos alargados que
proporcionan a menudo a la roca un aspecto foliado o lineado). Cuando la falla
afecta a rocas sometidas a altas presiones y temperaturas, la milonización
puede ir acompañada de recristalización metamórfica y las rocas resultantes
reciben el nombre de blastomilonitas.
• Metamorfismo de contacto o térmico. Se produce como
consecuencia de un incremento de la temperatura, sin que la presión alcance
valores importantes. El aumento de temperatura es debido a una intrusión
ígnea, o emplazamiento de una masa magmática
en una zona (cuando la roca está cerca de una
masa ígnea). La roca encajante, situada en la zona
de contacto con la masa magmática, se modifica
por el incremento de temperatura. Este
metamorfismo se limita a dicha zona de contacto y
constituye lo que se denomina aureola
metamórfica o aureola de contacto. La
intensidad de las transformaciones se reduce al
distanciarse de la intrusión. En estas condiciones,
el metamorfismo solamente supone cambios
mineralógicos. Las modificaciones serán de
recristalización, blastesis o transformaciones
polimórficas. Sólo excepcionalmente el
metamorfismo de contacto puede provocar
migmatización. El metamorfismo de contacto se desarrolla fundamentalmente
en las zonas de orogénesis y en las dorsales, lugares donde la temperatura
puede ser alta sin que existan grandes presiones. Las rocas originadas por
metamorfismo de contacto se denominan genéricamente corneanas o
cornubianitas. Se trata de rocas duras y de aspecto córneo, reconocibles por
el pequeño tamaño de sus minerales, la presencia de minerales indicadores y la
ausencia de esquistosidad u otras reorientaciones. Coloración oscura.
Areniscas → cuarcita caliza → mármol arcillas → corneanas

• Metamorfismo regional o termodinámico. Se produce como


consecuencia de un incremento simultáneo de presión y temperatura. Es el más
frecuente y afecta a amplias zonas de la corteza continental, de ahí su nombre.
Se origina en las zonas de subducción como uno más de los procesos ocurridos
en la formación de las montañas. Durante la formación de montañas, grandes
cantidades de rocas están sometidas a presiones dirigidas y a elevadas
temperaturas asociadas con deformaciones a gran escala. Según los valores

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que alcanzan las presiones y las temperaturas, se distinguen tres tipos de
metamorfismo regional: de grado bajo, de grado medio y de grado alto.
El aumento de presión produce, fundamentalmente, modificaciones en la
disposición estructural y textural: las rocas sufren un aplastamiento que favorece la
redistribución de sus minerales en superficies perpendiculares a la dirección del
aplastamiento.

Los cambios en la temperatura afectan sobre todo a la mineralogía de la roca,


que pueden ser de cuatro tipos fundamentales: recristalización, blastesis,
transformaciones polimorfas y migmatización.
La mayor parte de las rocas se originan por metamorfismo regional.
Si las presiones y las temperaturas son muy elevadas, la roca inicial puede
llegar a fundirse parcialmente, originando otras rocas con características intermedias
entre las metamórficas y las magmáticas que reciben el nombre de migmatitas.
Cuando la roca se funde en su totalidad, se forma el magma y si, además, aquella
contenía originalmente cuarzo, ortoclasas y mica, se genera un magma ácido que
dará lugar a los llamados granitos de anatexia.

Textura de las rocas metamórficas


Por textura de una roca se entiende un conjunto de características relacionadas
con la forma, tamaño y disposición de los granos o cristales que la constituyen. La
textura depende de los minerales que componen la roca y de los procesos por los que
se ha formado. La mayor parte de los cambios ocurridos durante el metamorfismo,
como la formación de nuevos minerales, la recristalización y la reorientación de los
cristales suponen un cambio en la textura de la roca.
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Las texturas básicas de las rocas metamórficas se establecen en función del
tamaño, la forma y, muy especialmente, de la orientación preferencial que puedan
presentar los cristales. Así, se distinguen:
• Textura con foliación. Aquellas en las que las rocas presentan una
disposición en láminas. Los cristales tienen una orientación y se forman y
crecen según una dirección preferente, dirección que es perpendicular a la
presión máxima. Esta orientación de los minerales origina en las rocas unas
zonas o bandas denominadas foliación.
Hay varios tipos de foliación dependiendo del grado de metamorfismo y el
tamaño de los cristales:
Pizarrosa. Se caracteriza por una foliación plana con presencia de cristales
muy pequeños, no diferenciables a simple vista. Durante la transformación de
una lutita en una pizarra, los minerales arcillosos recristalizan en diminutos
cristales de mica. Además, estos cristales planares de mica se alinean de
manera que sus superficies planas quedan casi paralelas. Por consiguiente, la
pizarra puede separarse fácilmente por medio de los granos de mica
originando placas bastante planas. Dado que los granos de mica que forman
la pizarra son diminutos, los planos de foliación no suelen ser visibles a simple
vista.
Esquistosa. Se caracteriza porque la foliación es más ondulada que en la
pizarrosa y los cristales son ya visibles a simple vista. Por efecto de la presión
y temperatura más alta, los pequeños granos de mica de las pizarras
crecerán. Estos cristales de mica, que tienen un diámetro de hasta 1 cm, dan
a la roca un aspecto escamoso.
Bandeado gneísico. Se caracteriza por la
presencia de cristales muy grandes que se
distribuyen en bandas alternativas de mica
y cuarzo o feldespatos. Durante el
metamorfismo de grado alto, las
migraciones iónicas pueden ser lo
suficientemente grandes como para causar
segregaciones minerales. Los silicatos
oscuros y claros se separan, dando a la
roca un aspecto bandeado.
• Textura sin foliación. No todas las rocas
metamórficas tienen foliación. Las rocas que
no contienen minerales laminares o
alargados no presentan disposición en
láminas. Sus cristales ,que se suelen formar
en el metamorfismo de contacto, no tienen
una orientación preferente. La textura no
foliada más frecuente es la granoblástica,
caracterizada porque los cristales son equidimensionales y forman un mosaico
de granos. La textura porfidoblástica, caracterizada por que en ella aparecen
grandes cristales formados por difusión atómica a través de un material sólido,
rodeados por otros más pequeños. La textura cristaloblástica, propia de
minerales recristalizados con formas geométricas o contornos cristalinos
definidos.

Rocas metamórficas
Clasificación de las rocas en función de su textura:
Rocas con foliación:
• Pizarra. Es una roca de grano muy fino no observable a simple vista. Presenta
una foliación en láminas planas. Compuesta por pequeños cristales de mica
(moscovita), clorita y cuarzo. Se forma a partir de lutitas (rocas sedimentarias de
grano fino como los limos y las arcillas), por metamorfismo regional de grado bajo.
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Es un roca que marca la transición entre las sedimentarias y las metamórficas. El
color depende de los minerales constituyentes, pueden ser verdes – negras.
• Filita. Es una roca de grano fino, mayor que el de la pizarra pero aun no
observable a simple vista. También presenta una foliación en láminas planas,
pero posee un brillo más intenso que el de la pizarra. Se forma a partir de las
lutitas, por metamorfismo regional de grado bajo. Tiene superficies brillantes,
satinadas. Cristales muy finos de moscovita y clorita. Representa la gradación
entre pizarras y el esquisto.
• Esquisto. Es una roca de grano grueso, observable a simple vista. Presenta una
foliación ondulada. Se forma a partir de las lutitas, por metamorfismo regional de
grado medio. También puede formarse por metamorfismo de rocas volcánicas
(basaltos). Contienen más del 20% de minerales planares y alargados que
normalmente incluyen micas y anfibol. Pueden tener minerales accesorios
(granates, estaurolita, sillimanita, clorita, talco)
• Gneis. Es una roca de grano grueso en la que los minerales se presentan en
bandas alternativamente claras, formadas por cuarzo y feldespatos, y oscuras,
formada por micas y anfíboles. No se divide en láminas con la facilidad de las
anteriores. Se origina a partir de las lutitas y del granito, por metamorfismo
regional de grado medio o alto. Contiene minerales alargados y granulares. Los
minerales más comunes son el cuarzo, feldespato potásico y la plagioclasa, y en
menor medida micas y horblenda.
Rocas sin foliación
• Mármol. Es una roca formada por gruesos cristales de calcita. Tiene textura
granoblástica. Se forma a partir de rocas sedimentarias carbonatadas, como la
caliza y la dolomía, por metamorfismo regional o metamorfismo de contacto. La
presencia de impurezas y de minerales diferentes a la calcita puede hacer que su
característico color blanco sea sustituido por un bandeado de diversas tonalidades.
• Cuarcita. Es una roca formada por cristales de cuarzo de tamaño medio o
grande. Tiene textura granoblástica. Se forma a partir de areniscas cuarcíferas,
por metamorfismo regional de grado medio o alto. Es una roca dura y muy
coherente, su color oscila entre blanco y gris.
• Corneana. Es una roca de
grano fino y textura
granoblástica. Se forma por
metamorfismo de contacto a
partir de rocas de naturaleza
muy diversa. Rocas compactas.
• Alabastro. Metamorfismo del
yeso.
• Eclogitas. Rocas formadas a
temperatura moderada y
presión de carga elevadísima.
Pueden originarse a partir de
rocas efusivas básicas
(basaltos, etc.). Presentan
estructura granoblástica y son
muy pesadas. Se componen de
onfacita (piroxeno alumínico
sódico) y el granate rosa.
• Anfibolitas. Color verde
oscuro o negro, constituidas
esencialmente por anfibol
(horblenda) y plagioclasa
intermedia (andesina,
oligoclasa). Es frecuente la

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presencia de biotita, granate, epidota, etc. Pueden derivarse de rocas ígneas
básicas (gabros, basaltos, dioritas) o de rocas sedimentarias (calizas, margas y
dolomías arcillosas).
• Serpentinas. Rocas de color verde oscuro o negro, formadas principalmente por
talco, clorita y minerales serpentínicos. Proceden del metamorfismo metasomático
de las peridotitos y también pueden formarse por una actividad hidrotermal intensa
en los límites constructivos de placas.

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